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Tema 2.

El mundo de la Biblia

EL MUNDO DE LA BIBLIA

En este tema vamos a tratar de conocer al pueblo de Israel, la tierra que ocupó y a
sus vecinos, ya que Israel fue cualquier cosa menos una isla. La historia del Próximo
Oriente antiguo está condicionada por la geografía. Para que se constituyan estados
poderosos son necesarias sociedades demográficamente, económicamente y culturalmente
desarrolladas. Esto sólo es posible bajo dos condiciones: agua permanente y espacio
habitable y cultivable. En el espacio que nos interesa, estas condiciones se encuentran
reunidas en Egipto, con el Nilo, cuya crecida anual deposita un limo que renueva la
fertilidad del suelo, en Mesopotamia, con el Tigris y Éufrates, o incluso en Asia Menor,
con el Halys (el actual Kizil Irmak), aunque en esta parte montañosa el espacio cultivable
esté claramente reducido. Éstos son los tres puntos esenciales de la geopolítica del Antiguo
Oriente alrededor de los cuales se van a formar las grandes potencias. Estos tres centros
vitales están constantemente hostigados por las poblaciones circundantes, más o menos
marginadas en las regiones montañosas o desérticas. Así, los arameos amenazan largo
tiempo a Asiria, los Pueblos del Mar se despliegan por oleadas sucesivas con riesgo de
poner en peligro la estabilidad de Egipto. También, en algunas épocas, cuando las
condiciones le son favorables, una de las potencias intenta imponerse a las otras.

Asia Menor y Mesopotamia se comunican con Egipto por un estrecho corredor


norte-sur formado con parte de los valles del Orontes y del Litani, el alto valle del Jordán, la
llanura de Yizreel, los pasos de la cadena montañosa que se prolonga hasta el Carmelo, y
desemboca en la llanura costera. Limitado entre el mar, las montañas del interior y el
desierto, poderosamente fortificado por Egipto en su parte del sur, este corredor estratégico
ve pasar en varias ocasiones, y en los dos sentidos, los ejércitos de los grandes imperios.
Campos de batalla célebres lo jalonan: Kadesh, Qarqar, Meguiddo. Las poblaciones que lo
habitan no pueden desempeñar más que una función política limitada cuando se lo permite
la decadencia, suficientemente prolongada, de las grandes potencias. Éste es el caso de los
arameos, de Israel, de Judá y de los reinos circundantes. Los fenicios prefieren volverse
decididamente al mar para asegurar su futuro. Pero, vayamos por partes.

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Tema 2. El mundo de la Biblia

1. LA TIERRA. EL MARCO HISTÓRICO1

1.1. Palestina – Canaán

Palestina es un nombre ajeno a la historia


del pueblo bíblico. Deriva de philistim, filisteos2.
Fueron los griegos los que llamaron así a la tierra
que constituye el escenario de la historia bíblica.
Los griegos contactaron sobre todo con la
población costera, los filisteos, que por cierto,
eran enemigos del pueblo de Israel. La
administración del imperio romano, a comienzos
de nuestra era, la llamaba región de Judea. Hoy se
llama Estado de Israel, aunque existe allí una
importante población no israelita, conocida como
los palestinos. En los tiempos bíblicos más
remotos la región se llamaba Canaán. Sus
habitantes, allá por el año 1300 a.C., se llamaban
cananeos.

Es un país muy pequeño3 que está situado


en el área del Mediterráneo, entre los paralelos 30º
y 33º norte y los meridianos 34º al 36º. Esta
región, abierta por el oeste al mar Mediterráneo,
goza de un clima de tipo mediterráneo y es
terreno franco a las actividades comerciales de la
navegación y a las relaciones mercantiles de las
caravanas4 rumbo a Oriente, hasta la India.

Se trata de un territorio montañoso. Los montes se elevan sobre una depresión o


foso geográfico que se extiende de norte a sur, que llega hasta más de 400 m. bajo el nivel
del mar Mediterráneo, bañado por el río Jordán que desemboca en el mar Muerto5. Al
norte, los picos del Hermón (2.840 m.) y el macizo del Antilíbano, que se acercan al lago de
Genesaret, situado a 200 m. bajo el nivel del mar Mediterráneo. Al sur nos encontramos
con Jerusalén, a 800 m. de altura y a unos 40 km. de Jericó y del mar Muerto, que están más
de 400 m. bajo el nivel del mar. En la parte sur del país, especialmente la región en torno al
mar Muerto, nos encontramos con un desierto inhóspito. El resto del país posee buenas
tierras cultivables. Los países vecinos se llaman, con sus nombres modernos: Líbano, al
norte, Siria, al noroeste, Jordania, al este, y Egipto, al sur.

1
http://www.upcomillas.es/personal/jmmoreno/cursos/Esser/Geografia/geografia.htm
2
Deriva del griego fulh / hj que significa tribu, grupo de familias de una raza, conjunto de individuos de una
comunidad o de ciudadanos dentro de un Estado, tribu política [de Atenas, de Esparta, de los Judíos, etc.].
3
Mide cerca de 22.000 km2, 23 veces menos que España; tiene más o menos el tamaño de la provincia de
Badajoz.
4
Con su anchura media de unos 70 km. y una longitud de 250 km. en la línea norte-sur, el país puede
compararse con una franja de tierra entre dos caminos de caravanas, el “camino del mar” al oeste y el “camino
real” al este. Caminos de caravanas que se transformaron de vez en cuando en caminos militares.
5
Llamado así porque la evaporación elevó notablemente su salinidad haciendo imposible la vida en sus aguas.

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Tema 2. El mundo de la Biblia

1.2. El Creciente fértil6

Entre el mar Mediterráneo y el golfo Pérsico se extiende la región que hoy llamamos
Oriente Medio. Su parte principal es una franja (de unos 2000 km.) semicircular de tierras
fértiles, cercada por desiertos y montañas, que comienza en el norte de Egipto, en el delta o
estuario del río Nilo, y continúa en dirección oriental por las planicies de Canaán o
Palestina y por las regiones aluviales de Siria y de Irak, regadas por el Tigris y el Éufrates.
La parte más oriental de esta región se llama Mesopotamia (“entre ríos”).

Esta región está cruzada, a lo largo del mar, por un camino de caravanas que bordea
la costa mediterránea de norte a sur, o sea, desde el Líbano hasta Egipto: el “camino del
mar”. Y más en el interior, por el “camino real”, que enlaza a Mesopotamia con Egipto,
pasando por Transjordania. Estas rutas comerciales se las disputan las fuerzas
“imperialistas”, que vienen unas veces de Mesopotamia (asirios, babilonios, persas) y otras
de Egipto (egipcios). Y entre estas dos tenazas de la costa y del desierto…, la golpeada
tierra de Canaán7.

2. ISRAEL Y LOS OTROS PUEBLOS

2.1. Los grandes imperios del mundo bíblico

En medio del creciente fértil lucha por su existencia el “pueblo” (‘am/ ~[) de Israel.
A su alrededor se encuentran los demás pueblos a los que Israel llama “naciones” o gentes”
(goyîm / ~yyiAg), de donde la palabra “gentiles”.

a) Egipto

Egipto se compone de regiones geográficas distintas, el alto y el bajo Egipto. El


primero se extiende a lo largo del río Nilo, en medio de una tierra desértica. El segundo
comprende la región del inmenso delta o estuario del mismo río, en el norte del país. A
partir del segundo milenio a.C., las dos regiones se encuentran políticamente unificadas.

En Egipto, el esplendor del Imperio Antiguo (2800-2300) da paso a un período


intermedio de anarquía y decadencia: revoluciones internas, injerencias de pueblos
extranjeros, régimen feudal, imponiéndose la autoridad de los propietarios o gobernadores
de las provincias, con detrimento de la autoridad central. Pero todo vuelve a renacer con la
llegada de la dinastía XI, con la que se inicia el Imperio Medio (2100-1580); Tebas se
impone como capital y con la XII Dinastía Egipto recupera su poderío. Los faraones de esta
dinastía (los Amenemhat y Sesostris) consiguen para el país una gran cohesión interna; ésta
se refleja en la ampliación de su zona de influencia que alcanza Siria y Canaán (los
hallazgos arqueológicos de Biblos, Qatna y Megido así lo demuestran). Sesostris III crea
una fuerte administración central, un sistema de defensas y un cierto protectorado sobre
Canaán. Pero, a mediados del siglo XIX, vuelve la intranquilidad: las fronteras son
amenazadas por susu y amu8. Además, en Canaán y Siria se van haciendo cada vez más

6
Cf. Joaquín González Echegaray, El creciente fértil y la Biblia, Verbo Divino, Estella (Navarra) 32011.
También, Ignacio Carbajosa, Joaquín González Echegaray, Francisco Varo, La Biblia en su entorno (IEB 1),
Verbo Divino, Estella (Navarra) 2013.
7
Pero las sucesivas oleadas de conquista imperialista no lograron desalojar al pueblo de Israel allí instalado,
sino que más bien le ofrecieron la experiencia histórica que hizo desarrollarse en él la perla preciosa que
llamamos la Biblia.
8
Ya en el tercer milenio, durante el Imperio Antiguo, Egipto se pone en guardia frente a unos asiáticos,

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fuertes otros grupos9, mezcla de arios (indoeuropeos) y semitas, que acabarán conquistando
parte del delta, son los llamados Hicsos (o pueblos extranjeros).

Por el año 1.600 a.C. el país conoce la invasión de los Hicsos10, pueblo semítico que
fue rechazado posteriormente. En torno al 150011, y hasta el 1070, los faraones de Egipto
extienden su poder hacia el nordeste, por la región semítica, y llegan a controlar
temporalmente la tierra de Canaán12. En este período es donde “se puede situar” el

llamados amu-orientales, que merodean por sus fronteras y son considerados como una amenaza para el país.
Su infiltración no es siempre belicosa. Es muy interesante constatar las semejanzas que existen entre los
amorreos de Mesopotamia-Canaán y estos amu egipcios. En las Instrucciones a Merikaré (documento egipcio
de entre 2070-2040) se avisa al príncipe Merikaré de los peligros que los amu pueden acarrearle. Los amu
viven en los límites del desierto, prefieren las montañas, viven de sus ganados y son peligrosos porque
saquean poblados y caravanas. Es probable que estos amu sean el origen de los Hicsos, que un día llegaron a
dominar parcialmente Egipto y a tener reyes propios; son semitas, posibles parientes de los amu, de los
amorreos y quién sabe si de los patriarcas bíblicos. En otros documentos egipcios se habla de susu, nómadas,
que desde el sur de Canaán van de un lugar a otro y siembran la inquietud en los caminos que unen Egipto con
la parte norte. Estos susu son conocidos por un documento muy curioso, datable de 1190 a. C. en el que un
oficial de fronteras comunica a su superior que ha permitido el paso a las tribus susu de Edom. Aunque esta
fecha está más cerca del Éxodo que de la época anterior, es interesante notar que este trasiego de pueblos fue
una constante y que probablemente cuando unos grupos, que luego serían Israel, salían de Egipto,
posiblemente otros semitas buscaban allí su salvación o la posibilidad de comerciar. El documento en J.
Briend, Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente antiguo, Estella (Navarra), 1982, 38: “Otra
satisfacción para mi señor: nosotros hemos terminado de hacer pasar a las tribus de los susu de Edom por la
fortaleza a Merenptah-hotep-her-Maat, Vida, Salud, Fuerza, que está en Cheku, hasta los estanques de Pitom
de Merenptah-hotep-her-Maat, que está en Cheku, con el fin de mantenerlos con vida y mantener vivos sus
rebaños, según el placer del faraón, Vida, Salud, Fuerza, el sol perfecto de todo el país, en el año 8”.
9
La situación política de esta zona está recogida en los Textos de Execración dirigidos contra los rebeldes
siropalestinos, cf. P. Garelli, El Próximo Oriente asiático desde los orígenes hasta las invasiones de los
pueblos del mar, Barcelona 1970, 73.
10
Se trata ciertamente de asiáticos, originarios de la Asia cercana, comprendiendo mayoritariamente
elementos semitas, como lo sugieren a la vez los nombres (Yaqub-el, Yaqub-har, Anat-el, Anat-har) y los
indicios religiosos, pues, bajo el nombre del dios Set, los hicsos introdujeron a Baal en el panteón egipcio. La
llegada de los hicsos al poder parece que se produjo sin luchas. El primer rey hicso es un cierto Salitis que se
estableció en Menfis. A continuación, la dinastía de los hicsos hará de Avaris su capital, que hay que buscar al
este del delta del Nilo; lo que quizá sugiere que tuvieron al intención de mantener el contacto con la Asia
cercana. Las tradiciones egipcias que nos han llegado ofrecen una imagen negativa de estos reyes, que habrían
llevado a cabo destrucciones de todo tipo (cf. los textos en J. Briend (ed.), Israel y Judá en los textos del
Próximo Oriente Antiguo (Documentos en torno a la Biblia 4), Estella 1982, 17-19); cf. también E. Cassin-J.
Bottero-J. Vercoutter, Historia universal. Siglo XXI, II: Los imperios del antiguo Oriente, Madrid 1970, 309-
315. La arqueología tiende a probar lo contrario, pues parece que asimilaron perfectamente la cultura egipcia
y prolongaron el modelo faraónico. En el 1.600, el rey hicso que se sienta en el trono es Khyan. En Tebas, en
el Egipto Medio, existe todavía la dinastía XVII, sobre la que los datos son bastantes oscuros. En esta época,
los dos regímenes parecen coexistir pacíficamente. Pero la tónica cambiará pronto. Amosis (Ahmés) llevará a
cabo la reconquista del delta y toma a los hicsos Menfis y Avaris. El golpe definitivo a esta dinastía se
produce con la toma de la ciudad de Sharuhen, en el sudoeste palestino, que priva a los hicsos de su principal
base de retaguardia asiática. La expulsión de los hicsos se sitúa en torno a 1550, cuando comienza el Imperio
Nuevo egipcio, con la dinastía XVIII. Este período hicso interesa a los biblistas porque ofrece el marco
excelente para la instalación de elementos protoisraelitas en Egipto (cf. la historia de José en el Génesis y la
salida de Egipto en el Éxodo).
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Las grandes campañas egipcias en Asia se reemprenden con Tuthmosis I (1506-1494) que llega al Éufrates
y lo cruza. Parece que se enfrentó a la expansión de los mitanios. De Tuthmosis III (1468-1436) conocemos
17 campañas. En la primera campaña se enfrenta a una coalición formada en torno al príncipe de Kadesh y
favorecida por los mitanios. En ella el faraón toma Meguiddo, somete Galilea y el Golán y desmembra la
coalición de Kadesh. En su octava campaña entre en Mitani, disminuyendo su poder. Su sucesor, Tuthmosis
IV (1412-1402) pacta con Mitani (obtiene en matrimonio a una hija del rey mitanio Artatama) ante el resurgir
del imperio hitita, tras un siglo de crisis.
12
La estela de Merneptah, en torno al 1225 a. C., menciona, entre los pueblo vencidos por los egipcios, a los

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“éxodo”, la epopeya de las tribus de Israel al salir de Egipto13. En los siglos siguientes
disminuyó la influencia egipcia sobre Israel14. Los egipcios realizaron todavía algunas
invasiones esporádicas en Canaán, para enfrentarse con los asirios, por ejemplo en el 92515,
en el 725 e incluso en el 588 a.C., pero sin efectos duraderos.

b) Sumer y Acad. Los paleobabilonios

Mesopotamia es cuna de grandes civilizaciones. En Ebla, en la actual Siria, se han


encontrado documentos escritos de cerca de 3000 años a. C. Por aquellas fechas se sitúa la
vida del legendario rey Gilgamesh de Uruk, en el actual Irak. Ya en la época propiamente
histórica, en el 2300, tenemos al conocido rey Sargón I de Acad. En el período 2100-2000,
la región está dominada por la dinastía de Ur (la ciudad de Abrahán, según una tradición).
Por el año 1800 son los sumerios los que tienen la hegemonía en Mesopotamia con su rey
Hammurabi16. Después de las invasiones de los hititas, de los casitas y de los hurritas (1595
a.C.), el reino sumerio o paleobabilónico entró en declive hasta el 625 a.C.

c) Asiria

Los asirios tienen fama de ser el pueblo más imperialista del Antiguo Oriente.
Suceden a los sumerios en la hegemonía de Mesopotamia, de 1500 a 1100 a.C. Asiria
domina muy claramente a Babilonia y saca el mejor partido de la desaparición del reino de
Mitani (mitanios) así como la del imperio hitita, consiguiendo con esto una salida al
Mediterráneo. Es el momento del nacimiento de los reinos arameos (ca. 1100) que poco a
poco van sacudiéndose el yugo asirio17. Después de 200 años de declive, vuelven a la
escena por el 900 a.C., imponiéndose también a Canaán y a Egipto.

israelitas, que se encontraban ya en Canaán por aquella época. Poco después, Ramsés III (1194-1163) rechazó
a los filisteos, que con los hebreos y los cananeos se repartían la tierra de Canaán. La Estela de Merneptah,
primer texto extrabíblico actualmente conocido que menciona a Israel, fue descubierta en Tebas, en la orilla
izquierda del Nilo, en 1896. La mención de Israel aparece en un conjunto (líneas 26-27) que enumera los
objetivos alcanzados en Canaán durante una campaña atribuida a Merneptah, sucesor de Ramsés II. El texto
de la línea 27 relativo a Israel está redactado así: “Israel está aniquilado y su simiente no saldrá jamás”.
13
Según Ex 1-5, los israelitas trabajaron para Ramsés II, que reinó en el siglo XIII a. C. (1304-1238).
14
De Ramsés IV a Ramsés XI (1154-1069), Egipto conoció una rápida decadencia. Se suceden ocho reyes en
alrededor de un siglo. De Ramsés IV (1154-1148), se han encontrado escarabajos en Palestina. Ramsés V
(1148-1144) volvió a abrir las minas del Sinaí (Serabit-el-Khadem). Con Ramsés VI (1144-1136) tenemos
uno de los últimos indicios de la presencia egipcia en Canaán: la base de una estatua de bronce encontrada en
Meguiddo que lleva el nombre de Ramsés VI. Siamón (978-959) es uno de los reyes más ilustres de la XXI
dinastía; vuelve a dar un cierto dinamismo a la política exterior egipcia. La principal fuente no egipcia podría
ser aquí la Biblia. Pero ésta no indica el nombre del rey de Egipto responsable de la expedición de castigo a
Guézer (1Re 9,16) ni del que da a su hija en matrimonio a Salomón (1Re 3,1; 7,8; 9,16; 11,1) ni de aquel
junto al que se refugia Hadad el edomita, que se casa también con una princesa egipcia (1Re 11,17-22).
Psusennes II (959-945), último soberano de la XXI dinastía, ¿es el que da a su hija en matrimonio a Salomón
(1Re 3,1; 9,16)?
15
Sheshonq I (945-924), fundador de la XXII, es el que acoge a Jeroboán (1Re 11,40). La campaña de este
faraón en Palestina (1Re 14,25) muestra que esta dinastía retoma su política de control de la explanada
asiática, donde los nuevos reinos de Judá y de Israel han hecho su aparición. Hasta entonces, Egipto rea
demasiado débil para intervenir en Canaán.
16
El rey Hammurabi de Babilonia (1792-1750) es el prototipo del legislador. Su “código de Hammurabi”
demuestra cierto parentesco con la legislación bíblica (Cf. Ex 21-23).
17
Bajo Asurabi II, los arameos están sobre el meandro del Éufrates. Así pues, se constata que Asiria no ejerce
una presión duradera al oeste y al sudoeste, sino que, por el contrario, en esta zona es ella la que sufre la
presencia de los ahlmu-arameos. Esta pérdida de influencia crea las condiciones para el establecimiento de
principados arameos entre Damasco y el Éufrates.

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Tema 2. El mundo de la Biblia

Assurnassirpal II (1050-1032) y Salmanassar III en el siglo IX, Teglat-Falasar II


(967-935) y Sargón II en el siglo VIII (conquista de Samaría), Senaquerib, Assaradón y
Asurbanipal en el siglo VII, son nombres que han marcado su presencia en la Biblia. Pero la
expansión del imperio asirio hasta Egipto se hizo insostenible y en 625 a.C. los babilonios
volvieron a la escena de la historia, provocando en el 612 la caída de Nínive, capital del
imperio asirio.

d) Los neobabilonios

Después que Nabopalassar derrotó a Nínive, el 612 a.C., su sucesor Nabucodonosor


gobernó el imperio heredado de los asirios con gran ostentación, del 605 al 562 a.C.
Construyó los famosos “jardines colgantes” de Babilonia y trajo desterrados a esta ciudad a
los dirigentes de Jerusalén en el 597 y el 586 a.C. Tuvo como sucesores al mítico
Nabónides y a su hijo Baltasar, que fue derrotado por Ciro de Persia en el año 539 a.C. Los
neobabilonios son llamados también caldeos. Son semitas, “primos” de los israelitas y de
los arameos o sirios. Hablan arameo, que a partir de entonces se convirtió en la lengua
cultural y comercial de Oriente Medio.

e) Los persas

Con la victoria de Ciro, en 539 a.C., los persas se convirtieron en herederos del
imperio de los asirios y de los babilonios. Gracias a una administración ágil y eficaz,
bastante descentralizada y basada en la colaboración de los pueblos integrantes,
mantuvieron durante varios siglos este imperio en su poder. Es casi un estado federativo.
Los persas no son semitas. Son indoeuropeos. Sin embargo, durante los próximos siglos,
sus ideas teológicas y cosmológicas ejercieron una gran influencia en el Oriente Medio y
Próximo (zoroastrismo, dualismo), a pesar de no ser propiamente un pueblo de cultura
refinada, como lo eran los babilonios. Toman la lengua de los pueblos sometidos: el
arameo. Durante su período de hegemonía (539-331 a.C.) mantienen intensos contactos
administrativos y comerciales con el pueblo judío, después de haberle concedido la
repatriación en el año 538 a.C.

f) Los griegos

El año 490 a.C., otro pueblo indoeuropeo, los griegos, derrotaron a los persas
cuando éstos, atravesando el Bósforo, intentaron invadir Europa para extender por allí su
imperio. Esta victoria es conocida como la batalla de Maratón. Señala el comienzo del
“siglo de oro” de Grecia. Pero mientras las principales ciudades de la península griega,
Atenas y Esparta, se disputan el poder y la hegemonía sobre el territorio griego, Filipo, rey
de la región periférica de Macedonia, aprovecha su división para asumir el control en el
siglo IV a. C. El hijo de Filipo, Alejandro Magno, conquistó en una guerra relámpago toda
Grecia, las colonias griegas del Asia Menor (Turquía) y los imperios de Mesopotamia
(persas) y de Egipto; de paso, conquistó también Palestina (Canaán) el 330 a. C.

Después de la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.), su reino se dividió entre


cuatro generales. Dos de ellos dieron origen a importantes dinastías: los lágidas o tolomeos
en Egipto y los seléucidas en Mesopotamia. Estas dos dinastías continuaron la rivalidad de
los antiguos imperios egipcio y mesopotámico para dominar el Creciente fértil, atropellando
en medio a la pobre Palestina. En una de aquellas peripecias -la invasión de los seléucidas a
comienzos del siglo II a. C.-, el pueblo judío perdió la paciencia y se rebeló contra el rey
seléucida Antíoco IV Epífanes (175-163 a. C.), estamos ante la famosa “guerra de los

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Tema 2. El mundo de la Biblia

Macabeos”.

Mientras que los persas nunca sustituyeron la cultura semítica de Palestina por la
suya, los griegos o “helenos” iniciaron, ya con Alejandro Magno, una política de
“integración cultural”, esto es, de helenización de todo su imperio. La marca más clara de
todo ello es la fundación de la ciudad de Alejandría, en Egipto, que llegaría a ser en poco
tiempo la “capital del helenismo”, el mayor centro cultural helénico después de Atenas.
También el pueblo judío sufrió la influencia de la helenización, no solamente en la
“diáspora” o dispersión de las comunidades judías esparcidas por las grandes ciudades del
antiguo Oriente Medio, sino también en la tierra misma de Palestina. El estallido de la
guerra de los Macabeos tuvo precisamente su origen en una cuestión cultural y religiosa: la
paganización de las costumbres y la profanación del templo de Jerusalén. Pero los judíos no
eran contrarios a la cultura griega en sí misma; incluso la consideraban como un posible
vehículo de sus ideas religiosas, como muestra el hecho de que tradujeran la Biblia al
griego (versión de los LXX) en Alejandría durante el siglo III a. C.

g) Los romanos

Otro pueblo indoeuropeo sustituye a los griegos en la hegemonía del antiguo Oriente
Próximo y Medio: los romanos. Este pueblo comienza su expansión en el siglo III dentro y
fuera de la península italiana. En el siglo I a. C. consigue realizar su proyecto de dominar
las orillas del mar Mediterráneo o “Mare Nostrum”; controla de este modo las costas del
Oriente Próximo y Medio. Pompeyo conquista Palestina el año 63 a. C.

En Palestina, como en el resto de las provincias del imperio, los romanos dejaron
subsistir la cultura griega, pero reforzaron muchísimo el centralismo del Estado y el control
imperial, primero indirectamente –a través de la dinastía (espuria) de Herodes- y luego de
forma más directa mediante procuradores romanos, como por ejemplo Poncio Pilato.

El año 55 d. C., la dominación de los romanos se hizo insostenible para los judíos y
explotó la “guerra judía”, apagada con sangre el año 72 d. C., después del cruel asedio y
destrucción de Jerusalén el año 70 de nuestra era. Una segunda guerra judía, dirigida por
Bar Kochba, terminó con una derrota parecida a la anterior el año 135 d.C.

2.2. Los otros pueblos

a) Israel y sus parientes próximos

Entre el mar Mediterráneo y las llanuras de la baja Mesopotamia se movían, en el


período entre el cuarto y el segundo milenio a. C., pueblos semíticos occidentales difíciles
de distinguir entre sí. Por aquel tiempo no existían los límites nacionales que hoy separan a
los países de Israel, Líbano, Siria y Jordania. Estos pueblos se desplazaban de un sitio para
otro por toda aquella región. Tienen diversos nombres. A veces se les llama amorreos18 o

18
Amorreos: “Uno de los pueblos que se encuentran en el norte de Siria y Mesopotamia desde más o menos el
3000 a.C. y que también vivieron en la tierra de Canaán antes de la conquista israelita. El nombre se deriva de
Martu, que significa en sumerio Occidente, y algunos creen que los martu mencionados en las fuentes
mesopotámicas son los mismos que los amu de las fuentes egipcias contemporáneas; éstos los presentan como
grupos en constante movimiento que, pasando por Siria y Palestina, llegaron hasta los confines de Egipto.
Algo más tarde se les menciona en los documento acádicos con el nombre de amurru, nombre cercano al que
se les da en la Biblia. Durante el segundo milenio los amorreos se extendieron por gran parte de
Mesopotamia y el este del Jordán, presionando hacia el Sur y el Oeste. Alcanzaron su cenit a mitad del mismo
milenio, pero se debilitaron rápidamente, aunque reviven gracias a los nuevos elementos que llegan a estas

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Tema 2. El mundo de la Biblia

amorritas (hamurru), a veces cananeos. Al norte de Palestina, en el actual territorio del


Líbano, recibieron más tarde el nombre de fenicios, que son también los “púnicos” que
colonizaron el norte de Africa (Cartago, etc.). Algunos de estos pueblos alcanzaron, en sus
ciudades-estados, un alto nivel cultural. Fueron muy famosas las ciudades portuarias de
Ugarit, Biblos, Tiro, Sidón, etc.

Los cananeos y pueblos similares practicaban normalmente una religión de tipo


sedentario, venerando a los dioses locales de la fertilidad llamados baal (señor, marido) o
molok (rey). Los ritos de prostitución sagrada y los sacrificios humanos hicieron a estas
religiones abominables a los ojos de un pueblo que tenía cierto parentesco con ellos, los
“hijos de Israel”.

Los “hijos de Israel” son identificados tradicionalmente con los “hebreos”. La


Biblia habla de los hebreos principalmente en la narración de su estancia y salida de Egipto,
por el 1.300-1.200 a. C. El término parece que deriva de hapiru (cf. en el próximo tema el
término hapiru/abiru) y significaría algo así como emigrantes, nómadas. Pero cuando se
habla de los “hijos de Israel”, la perspectiva se desplaza hacia el noreste, la alta
Mesopotamia, Harán, la ciudad de Abrahán19.

Hoy se acepta que el pueblo que en el siglo XI a. C. constituye las “doce tribus de
Israel” tendría dos elementos principales: uno llegado del noreste, de Siria, y otro venido
del sur, de las fronteras de Egipto. No eran homogéneos culturalmente. El elemento que
viene del sur está más marcado por el estilo nomádico-pastoril, mientras que el elemento
“amorreo”, del norte, es más propenso a la vida agrícola y sedentaria. Lo que los une es la
oposición a las ciudades-estados de los cananeos, a quienes consiguen someter
parcialmente, sustituyendo incluso su sistema económico esclavista por una economía
agraria más comunitaria y tribal.

Parece que lo que más diferencia a los hebreos e israelitas de los demás pueblos
semíticos occidentales es su religión. En vez de “dioses de la ciudad” o “de la granja” (los
baalim del comercio y de la fertilidad), ellos adoran a un solo dios, Yahveh, que tiene
aspecto unas veces de pastor y otras de guerrero; un dios emigrante, como el pueblo del
éxodo.

zonas: hurritas, hititas, cananeos, hebreos, arameos y otros pueblos más”; cf. A. Negev (ed.), Archaeological
Encyclopedia of the Holy Land, Jerusalén, 1972, 23. Una primera observación sobre los datos aportados por
estos documentos parece indicar que amorreo no designa una etnia propiamente dicha, aunque todos sean
semitas; ni alude tampoco a un origen común, aunque la denominación indique su procedencia occidental;
amorreo equivaldría a lo que los romanos y griegos llamaron barbaroi-barbari, extraños, extranjeros, no
asimilados, gente diferente, a los ojos de los habitantes de Mesopotamia. Tampoco son nómadas del desierto;
trashuman con sus rebaños de cabras y ovejas por los límites de la estepa, o merodean por los alrededores de
los núcleos urbanos. Sus contactos con las poblaciones son cada vez mayores y frecuentemente habitan en
poblados fijos en los aledaños de pueblos o ciudades. En Mari se llama a estos poblados alanu. Grupos de
este tipo amorreo son los yaminitas y hanneos, cuya forma de vida, documentada también en Mari, puede
servir de término de comparación con la patriarcal. El proceso de sedentarización de estos amorreos debió
durar siglos y fue muy diverso. Algunos se asentaron pronto y se asimilaron, crearon sus propios estados; sus
jefes llevan títulos como rey de Martu (Hammurabi), padre-patriarca de Martu, grande de Martu, etc. Mari
es una ciudad casi amorrea: muchos de sus gobernantes y personal de la administración llevan nombres
amorreos, su lengua y costumbres están muy influidas por las de estos pueblos. Todo esto es señal de que,
desde mucho tiempo antes, grupos amurru han sido aceptados e integrados en la sociedad de Mari; cf.
también, H. Cazelles, Historia política de Israel desde los orígenes a Alejandro Magno, Madrid 1984, 77-78.
19
Cf. Gn 11,31, etc.; otra tradición dice que procede de Ur, en la baja Mesopotamia.

8
Tema 2. El mundo de la Biblia

Por las genealogías que aparecen en la Biblia sabemos que Israel consideraba a los
pueblos semitas cercanos, que hablaban una lengua semejante, como parientes más o menos
próximos. En esta relación están los edomitas20, moabitas21 amalecitas, ammonitas22,
ismaelitas23. Israel se consideraba con derecho a dominar sobre estos pueblos.

b) Los parientes lejanos

Se trata de los arameos, o sirios, que la Biblia admite que fueron antepasados de
Israel24. Se sitúan principalmente en la alta Mesopotamia, hoy Siria. En la época bíblica el
punto de gravedad de Siria parece situarse en Damasco, considerada como la capital. El
mismo pueblo se encuentra también en el sur de Mesopotamia (la baja Mesopotamia), en la
región de Babilonia. Allí se llaman caldeos. Debido a su influencia, los imperios
neobabilónico y persa asumieron el caldeo o arameo25 como lengua administrativa y

20
Territorio situado al sur de Filistea, limitado al norte por el wadi Zéred, al oeste por la Arabá y al sudeste
por el desierto. La expansión de Edom se hará siempre a expensas de Judá y, recíprocamente, Judá no podrá
alcanzar el mar Rojo más que a expensas de Edom. Los edomitas proceden de la misma región que los árabes.
Conocemos a su dios: Qos. La versión bíblica los une a los israelitas a través de Esaú, hermano mayor de
Jacob. ¿Se trata de hacer notar consanguinidad o simple alianza entre los dos grupos? La pregunta permanece
abierta. Los datos del Pentateuco relativos a Edom son difícilmente admisibles desde el punto de vista
histórico: Nm 20,14; Jue 11,17; Dt 2,4-7; Ex 15,15. También resulta complicado el análisis de Gn 36,15-42
que combina cuatro genealogías de fuente meridional. Conoce la monarquía a comienzos del siglo X. Posee
riquezas mineras en su territorio.
21
Nm 24,17 llama a los moabitas “hijos de Seth”, denominación que no deja de relacionarse con los shutu de
los textos egipcios. Desde el punto de vista israelita, la genealogía patriarcal relaciona a Moab y a Ammón
con Lot, sobrino de Abrahán (Gn 19,30-38). El territorio moabita está limitado al oeste por el mar Muerto, al
sur por el wadi Zéred, y se abre al desierto por el este. La frontera norte es variable, dependiendo de las
épocas, en trono al Arnón. Bajo Ramsés II se desarrolla una campaña en el “país de Moab”, cuya ciudad
principal es Dibón (no se habla del rey en el documento egipcio). Nm 21,26 parece ser la mención bíblica más
antigua de Moab. Los historiadores discuten la afirmación que se hace sobre el “rey” de Moab, Balaq, en Nm
22,4-10; 23,7. Vuelve a aparecer Moab en Jue 3,12-30; 1Sam 14,47; 2Sam 22,3-4; 2Sam 8,2; 23,20. Es, sin
duda el primer territorio trasjordano en llegar a la monarquía (este régimen supone la sedentarización). Las
conquistas de David no se pueden entender como anexiones, puesto que los reinos transjordanos permanecen
como vasallos. En cambio, se explican suficientemente por razones de orden económico, ya que Moab posee
una cabaña importante.
22
No sabemos casi nada del origen de los ammonitas. Las fuentes esenciales siguen siendo las de la Biblia,
que les llama “hijos de Ammón”. En 2Sam 10,1-2, los ammonitas llaman a los arameos en su ayuda. ¿Se trata
de un recurso justificado por un común origen arameo o por un vínculo de vasallaje? La capital es “Rabbath
(la Grande) de los hijos de Ammón”, la actual Ammán, en Jordania. El territorio ammonita es atravesado por
el río Yaboq. Su centro de interés está orientado al este, ya que controla el comercio de las caravanas. La
primera mención bíblica de los ammonitas se encuentra en Jue 11,12.14.27.28 (texto muy retocado, donde la
mención del rey no es original).
23
Aunque el sentimiento de cuasi-parentesco se extiende a los ismaelitas, o árabes, considerados como
descendientes de Abrahán, éstos no tienen los mismos derechos que “los hijos de Israel”, ya que su antepasado
Ismael no era más que el hijo de la esclava, como enseñan los relatos de Gn 16 y 21,8-20. Lo mismo vale para
los edomitas o descendientes de Esaú, hermano de Jacob-Israel, ya que las historias de Gn 25,29-34 y 27,1-45
nos cuentan que Esaú perdió su derecho de primogenitura.
24
Cf. Dt 26,5. Es verdad que étnicamente están cerca de los israelitas, pero la Biblia no considera a Aram
como descendiente directo, sino como sobrino de Abrahán (Gn 22,21), lo cual coloca a los arameos en un
grado de parentesco inferior a los ismaelitas y edomitas. De hecho las relaciones de Israel con los sirios fueron
muy variables. En la Biblia, Aram (‘rm) y Edom (‘dm) tienen una escritura que no difiere más que en la resh
(r) y la dalet (d), dos letras muy semejantes; de ahí las confusiones. En 1Sam 14,47, ¿hay que leer Edom o
Aram? En Jue 18,28 tendríamos la mención más antigua de los arameos en el texto bíblico. Las guerras de
David contra los arameos están descritas en 2Sam 8,3-12; 10,6-19 (cf. 2Sam 8,3-12 y 2Sam 10,6). Bajo el
reinado de Salomón asistimos a la ascensión de los arameos de Damasco (1Re 11,23-25), con Rezón, oficial
del rey de Sobá.
25
Durante muchos siglos el arameo será la lengua común de Oriente Medio. Algunas partes de la Biblia están

9
Tema 2. El mundo de la Biblia

comercial. Los invasores arameos aparecen por primera vez en los anales de Tiglat-piléser I
asimilados a los ahlamu, conocidos desde el siglo XIV (el movimiento de la población
ahlamu se conoce desde la correspondencia de EL-Amarna).

Los elamitas son un pueblo semítico del golfo Pérsico. Se mezclaron con los
samaritanos (israelitas) después de la deportación de éstos por obra de los asirios en el siglo
VIII a. C. (Cf. 2Re 17,6.30-31).

La Biblia menciona también con cierta frecuencia a los árabes, a los madianitas y a
los nabateos, que vivían en la región de Arabia y en la península del Sinaí26.

c) Pueblos no semitas

Israel recibió también, a o largo de su dilatada historia, la influencia de otros


pueblos no semíticos. Entre ellos podemos mencionar, además de los grandes imperios no
semíticos (egipcios, persas, griegos y romanos) a los cusitas o etíopes, que vivían al sur de
Egipto y de los cuales provenían incluso algunos de los faraones del Egipto clásico. Los
hititas (heteos) son un pueblo indoeuropeo cuyo epicentro se encuentra en la actual Turquía
y que tiene como período de mayor auge en los años 1.600-1.300 a. C. En 1.286 (batalla de
Cades) compartían con los egipcios el control de Canaán. Los filisteos27 son aquellos a los
que los egipcios llamaban los “pueblos del mar”, llegados de las islas mediterráneas,

escritas en arameo y era la lengua de Palestina en tiempos de Jesús.


26
Los madianitas parecen haber influido en la religión de los hebreos debido a su monoteísmo (Cf. Ex
2,15ss); los nabateos tuvieron un próspero reinado en el desierto, con su capital en Petra; el reinado del gran
rey Aretas coincide con el comienzo de la era cristiana y es mencionado en el Nuevo Testamento (Cf. 2Cor
11,32).
27
Dieron nombre a Palestina aunque no tienen nada que ver con los actuales palestinos. Los textos egipcios no
mencionan a los prst más que a partir de Ramsés III, que los expulsa de Egipto hacia el 1190. Su presencia en
el Pentateuco es ciertamente anacrónica (Gn 21,32.34; 26,1.8.14-15; Ex 13,17), como lo es igualmente en Jos
13,2-3 y Jue 3,3. El primer contacto de los israelitas con los filisteos hay que buscarlo, sin duda, en el ciclo de
Sansón, en Jue 13-16. Textos como Dt 2,23; Am 9,7 y Jr 47,4 parecen acreditar el origen cretense de los
filisteos; Creta es llamada en hebreo Kaftor (Kaptaru en Mari, kptr y Kabturi en Ugarit, Keftiu en Egipto);
también podría estar su origen en Cilicia. Su lengua les situaría entre los indoeuropeos. Su territorio, donde se
instalan, es toda la llanura hasta Gaza, al sur del territorio de los kereteos, que se instalan al sur del monte
Carmelo. Las principales ciudades son Gaza, Ashkelón y Ashdod. Tras su instalación, tuvieron tendencia a
invadir el interior del país. Según el relato de Wen-Amón (hacia el 1080), es factible una alianza comercial
entre los puertos filisteos y Tiro, Sidón y Biblos. Estas relaciones serían determinantes para la difusión del
alfabeto fenicio. El nombre del príncipe de Dor, Badar, como los de otros príncipes mencionados (Warta,
Makmura y Warkartara), no son semíticos, mientras que los topónimos de las ciudades filisteas lo son, por
ejemplo Gat (= lagar). El nombre de Ashkelón es conocido desde comienzos del segundo milenio por los
textos de execración. Encontramos igualmente huellas de estos topónimos en las cartas de El-Amarna y en los
textos ugaríticos. Así pues, los filisteos llegaron al territorio antiguamente ocupado y se mezclaron con las
poblaciones cananeas. La lengua filistea no es conocida más que muy fragmentariamente (apenas algunas
palabras legibles sobre cascotes de arcilla). La industria de los filisteos es notable. Se les atribuye una
cerámica muy identificable. Parecen dominar el hierro. Sus dioses son todos conocidos como cananeos, lo que
indica una asimilación. Su organización política no nos es conocida más que por la representación bíblica.
Cada ciudad está dirigida por un seren, un “tirano” (el hebreo seren –príncipe, gobernador-aparece
relacionado con el griego tyrannos y con el hitita tawanna). Según algunos datos bíblicos, los príncipes
filisteos tienen una organización colegial (cf. Jue 16,5-8.18.23.27-30; 1Sam 5,8-11; 6,12-16; 7,7; 29,2). La
arqueología permite pensar en una expansión filistea en los siglos XII-XI. Son sensibles los rastros al este de
Gaza y en la Sefelá. La expansión de los filisteos, a partir de la costa y remontando los valles hacia el interior,
se enfrenta a otros Pueblos del Mar al norte y al nordeste, y a Israel en el este. Tratando de alcanzar el valle
del Jordán, intentan dividir y rodear a Israel y, después de la victoria sobre Saúl en el monte Gelboé (1sam 31)
la maniobra casi alcanza el éxito: el Israel central es separado del Israel del norte, con la amenaza de ser
asfixiado. El retroceso filisteo da credibilidad a la monarquía davídica en 2Sam 19,10.

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Tema 2. El mundo de la Biblia

emparentados probablemente con los griegos y los cretenses. Penetraron en Egipto y en


Canaán por el año 1.200 a. C. Los medos son una tribu indoeuropea natural de los
alrededores del mar Caspio. Se unieron a los neobabilonios para hacer caer el imperio asirio
el 612 a. C. Mas tarde, Ciro, el persa, se hizo yerno del rey de los medos, incorporando a los
medos al reino persa (549 a. C.). Finalmente mencionamos a los “habitantes de las islas”,
griegos, chipriotas, cretenses y quizás otros pueblos de las islas y penínsulas mediterráneas
en la época anterior a la invasión de Alejandro.

3. ALGUNAS CONCLUSIONES

Entre el 1200 y el 1000, el país de Canaán va a sufrir cambios importantes. Conoce


aún una importante presencia egipcia del 1200 al 1150, bien atestiguada en Meguiddo,
Beth-Shean, Guézer, Lakhish, Tell el-Farah y Timná. Pero, esta presencia egipcia se limita
a la región costera del Mediterráneo y al acceso al Mar Rojo por el Négueb. Los diferentes
Pueblos del Mar rechazados por Egipto se establecen a lo largo del Mediterráneo, donde se
encuentran huellas de los kereteos en Dor, las de los filisteos en Ashdod, Ashkelón y Tell
Qasilé, e indicios de su penetración en el interior, en Tell Miqné (¿Ekrón?), Guézer, Afeq,
Tell Batash y Beth-Shémesh.

Los indicios arqueológicos de una presencia israelita en la tierra de Canaán en este


mismo periodo resultan dudosos, lo que no significa la ausencia de estas poblaciones en el
terreno. Falta, simplemente, el “marcador” decisivo que sería el argumento absoluto. Todos
los que han sido invocados hasta una época reciente (jarras de cuello, casa con pilares o
casa de cuatro piezas y cultivo en terrazas) han fracasado.

La decadencia de las grandes potencias que dominan la historia del Oriente


Próximo, Egipto, Hatti (hititas) y Asiria, permite a poblaciones más limitadas en espacio y
en recursos afirmar sus pretensiones de desempeñar un papel que no puede ser más que
provisional y limitado. Es el caso de Israel, pero también de sus vecinos: arameos, fenicios,
filisteos, edomitas, ammonitas y moabitas, pequeñas potencias a menudo rivales,
ocasionalmente unidas por alianzas, conociendo cada una por turno grandeza y decadencia.
Éste es el marco político de la historia particular que estudiaremos en próximos temas.

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