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[15/9 12:31 a. m.

] Luque: Juan 8:37-40

Nuestro Señor resiste el orgullo y la vana confianza de estos judíos, mostrándoles que su
descendencia desde Abraham no aprovecha a los de espíritu contrario a Él. Donde la palabra
de Dios no tiene lugar, no debe esperarse nada bueno; ahí se da lugar a toda iniquidad. —Un
enfermo que regresa de ver al médico y no toma ningún remedio ni come, ha perdido la
esperanza de recuperarse. La verdad sana y nutre los corazones de quienes la reciben. La
verdad enseñada por los filósofos no tiene este poder ni este efecto, sino sólo la verdad de
Dios. Quienes reclaman los privilegios de Abraham, deben hacer las obras de Abraham; deben
ser extranjeros y peregrinos en este mundo; mantener la adoración de Dios en su familia y
andar siempre delante de Dios.

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[15/9 12:33 a. m.] Luque: Juan 8:37

El Señor reconoció que, por lo que tocaba al linaje físico, estos judíos eran descendientes de
Abraham (literalmente, «semilla»). Pero era evidente que no pertenecían a la semilla espiritual
de Abraham. No eran piadosos como había sido Abraham, pues querían matar al Señor Jesús
porque Su palabra no hallaba cabida en ellos. Esto significa que no dejaban que las palabras de
Cristo surtiesen efecto en sus vidas. Se resistían a Sus doctrinas y no querían ceder a Él.

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[15/9 12:34 a. m.] Luque: Juan 8:31-59

La pretensión de la gente de ser descendientes de Abraham era algo fútil, porque sus obras
evidenciaban la ausencia total de un vínculo moral con él. Si ellos hubieran sido
verdaderamente hijos de Dios, habrían reverenciado al Hijo de Dios. En cambio, su reacción
contra Jesús sólo revelaba el hecho triste de que su padre era el diablo. No es la estirpe étnica
o familiar la que nos hace aceptables a Dios, sino el honrarlo a través de la fe y el amor a
Jesucristo.

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[15/9 12:39 a. m.] Luque: Macdonald

Juan 8:48

Una vez más los judíos recurrieron a un lenguaje insultante, porque no podían replicar a las
palabras del Señor Jesús de ninguna otra manera. Al llamarle samaritano, emplearon de
manera carente de sentido un insulto étnico. Era como si quisiesen decir que no era un judío
puro, sino que era un enemigo de Israel. También le acusaron de tener demonio. Con eso
indudablemente querían decir que estaba loco. Para ellos, sólo alguien fuera de sí podría
nunca hacer las pretensiones que Jesús había estado haciendo.

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[15/9 12:42 a. m.] Luque: MacArthur

Juan 8:48
tú eres samaritano. Al ver que no podían atacar la conducta y la vida personal de Jesús (v. Jua
8:46), los judíos intentaron justificar un ataque personal contra Jesús (ad hominem) y lo
difamaron. Es probable que al llamar a Jesús "samaritano" aludieran al hecho de que los
samaritanos, al igual que Jesús, ponían en duda el derecho exclusivo de los judíos de ser
llamados hijos de Abraham (vea los vv. Jua 8:33; Jua 8:39 (refs2)).

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[15/9 12:46 a. m.] Luque: Macdonald

Juan 8:48

Una vez más los judíos recurrieron a un lenguaje insultante, porque no podían replicar a las
palabras del Señor Jesús de ninguna otra manera. Al llamarle samaritano, emplearon de
manera carente de sentido un insulto étnico. Era como si quisiesen decir que no era un judío
puro, sino que era un enemigo de Israel. También le acusaron de tener demonio. Con eso
indudablemente querían decir que estaba loco. Para ellos, sólo alguien fuera de sí podría
nunca hacer las pretensiones que Jesús había estado haciendo.

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[15/9 12:47 a. m.] Luque: Juan 8:49

Observemos la manera templada con que respondió Jesús a Sus enemigos. Sus enseñanzas no
eran las palabras de alguien que tuviese demonio, sino de Uno que quería honrar a Dios el
Padre. Por esa causa ellos le deshonraban; no porque Él estuviese loco, sino porque estaba
totalmente dedicado a los intereses de Su Padre en el cielo.

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[15/9 12:47 a. m.] Luque: Juan 8:50

Ellos debieran haber sabido que en ningún momento estaba Él buscando Su propia gloria.
Todo lo que hacía estaba calculado para dar gloria a Su Padre. Aunque le acusasen de
deshonrar a Dios, esto no significaba que Él estuviese buscando Su gloria. Entonces el Señor
añadió las palabras: Hay quien la busca, y juzga. Este quien se refería, naturalmente, a Dios.
Dios Padre buscaría la gloria de Su amado Hijo, y juzgaría a todos los que no le hubiesen dado
esta gloria.

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[15/9 12:48 a. m.] Luque: Juan 8:51

Otra vez tenemos uno de aquellos majestuosos dichos de nuestro Señor, palabras que sólo
hubiesen podido ser pronunciadas por Uno que fuese el mismo Dios. Estas palabras son
introducidas con la expresión familiar y enfática: De cierto, de cierto os digo. Jesús prometió
que el que guarda Su palabra, nunca jamás verá la muerte. Esto no puede referirse a la muerte
física, porque muchos creyentes en el Señor Jesús mueren cada día. La referencia es a la
muerte espiritual. El Señor estaba diciendo que los que creen en Él son liberados de la muerte
eterna y que nunca sufrirán los dolores del infierno.

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[15/9 12:49 a. m.] Luque: Juan 8:52

Los judíos se quedaron ahora más convencidos que nunca de que Jesús estaba «loco». Le
recordaron que Abraham y los profetas habían muerto. Pero Él decía que el que guarda Su
palabra, nunca jamás gustará la muerte. ¿Cómo pueden conciliarse ambas cosas?

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[15/9 12:49 a. m.] Luque: Juan 8:54

Los judíos pensaban que Jesús estaba tratando de atraer la atención sobre Sí mismo. Jesús les
recordó que no era así. Era el Padre que le estaba honrando, el mismo Dios a quien ellos
profesaban amar y servir.

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[15/9 12:50 a. m.] Luque: Juan 8:55

Los judíos dijeron que Dios era el Padre de ellos, pero en realidad no le conocían. Aquí, en
cambio, estaban hablando con Uno que sí conocía a Dios Padre, a Uno que era igual a Él.
Querían que Jesús negase Su igualdad con el Padre, pero dijo que si lo hiciese, sería mentiroso.
Conocía a Dios Padre y obedecía Su palabra.

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[15/9 12:50 a. m.] Luque: Juan 8:56

Por cuanto los judíos insistían en introducir a Abraham en la discusión, el Señor les recordó
que Abraham había esperado el día del Mesías, y que verdaderamente lo vio por fe, y se
regocijó. El Señor Jesús estaba diciendo que Él era Aquel a quien esperaba Abraham. La fe de
Abraham reposaba en la venida de Cristo.

¿Cuándo vio Abraham el día de Cristo? Quizá cuando tomó a Isaac al Monte Moria para
ofrecerlo como holocausto a Dios. Todo el drama de la muerte y resurrección del Mesías fue
entonces dramatizado, y es posible que Abraham lo viese por fe. De este modo el Señor Jesús
afirmó ser el cumplimiento de todas las profecías en el AT tocantes al Mesías.

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[15/9 12:51 a. m.] Luque: Juan 8:57


Otra vez los judíos manifestaron su incapacidad para comprender la verdad divina. Jesús había
dicho: «Abraham se regocijó de que había de ver mi día», pero ellos respondieron como si Él
hubiese dicho que Él había visto a Abraham. Hay aquí una gran diferencia. El Señor Jesús
afirmaba de sí mismo una posición mayor que la de Abraham. Él era el objeto de los
pensamientos y esperanzas de Abraham. Abraham había esperado por la fe el día de Cristo.

Los judíos no podían comprender esto. Ellos razonaron que Jesús aún no tenía cincuenta años.
(En realidad, tenía para este tiempo alrededor de treinta y tres años.) ¿Cómo podría Él haber
visto a Abraham?

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[15/9 12:51 a. m.] Luque: Juan 8:58

El Señor Jesús hizo aquí otra clara declaración de que Él era Dios. No dijo: Antes que Abraham
fuese, yo era. Esto podría sencillamente significar que Él vino a la existencia antes que
Abraham. No, sino que empleó el Nombre de Dios: Yo Soy. El Señor Jesús había habitado con
Dios Padre desde toda la eternidad. Nunca hubo un tiempo en que llegase a existir, ni en que
no existiese. Por ello, dijo: Antes que Abraham fuese, Yo Soy.

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[15/9 12:51 a. m.] Luque: Juan 8:59

En el acto, los judíos intentaron dar muerte a Jesús, pero Él se escondió y salió del templo. Los
judíos comprendieron exactamente lo que Jesús quiso decir con: «Antes que Abraham fuese,
Yo Soy». ¡Estaba afirmando ser Jehová! Fue por esta razón que intentaron apedrearle, porque
para ellos esto era una blasfemia. No estaban dispuestos a aceptar el hecho de que el Mesías
estuviese en medio de ellos. ¡No iban a dejar que reinase sobre ellos!

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[15/9 12:55 a. m.] Luque: Juan 9:2

Los discípulos le preguntaron una cosa muy extraña al Señor. Se preguntaban si la ceguera
había sido causada por haber pecado aquel hombre mismo, o sus padres. ¿Cómo podría haber
sido la ceguera causada por haber pecado él, si era ciego de nacimiento? ¿Creían ellos en
alguna forma de reencarnación, la creencia de que el alma de los muertos volvía a la tierra en
un nuevo cuerpo? ¿O sugerían que podría haber nacido ciego por pecados que Dios sabía que
cometería tras su nacimiento? Es evidente que pensaban que la ceguera estaba directamente
relacionada con pecado en la familia. Sabemos que esto no es necesariamente así. Aunque
toda enfermedad, sufrimiento y muerte suceden en el mundo como resultado del pecado, no
es cierto que en cada caso particular una persona sufra debido a pecados que haya cometido.

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[15/9 12:55 a. m.] Luque: Juan 9:3

Jesús no dice que el hombre no hubiese pecado ni que sus padres no hubiesen pecado. Lo que
significa es que la ceguera no era un resultado directo del pecado en sus vidas. Dios había
permitido que este hombre naciese ciego para que pudiese llegar a ser un medio de exhibir las
poderosas obras de Dios. Antes que aquel hombre naciese, el Señor Jesús sabía que daría la
vista a aquellos ojos sin luz.

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[15/9 12:57 a. m.] Luque: Juan 9:4

El Salvador sabía que tenía alrededor de tres años de ministerio público antes que fuese
crucificado. Cada momento de aquel tiempo había de ser invertido en obrar para Dios. Aquí
había un hombre ciego de nacimiento. El Señor Jesús había de hacer un milagro de sanidad en
él, aunque fuese sábado. Pronto terminaría el tiempo de Su ministerio público, y ya no estaría
más en la tierra. Esto es un solemne recordatorio para todo cristiano que el día de la vida está
pasando veloz, y que viene la noche, cuando nuestro servicio en la tierra estará para siempre
acabado. Por tanto, deberíamos emplear el tiempo que se nos da para servir al Señor de
manera aceptable.

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[15/9 12:58 a. m.] Luque: Juan 9:5

Cuando Jesús estuvo en el mundo como Hombre, fue la luz del mundo de una forma muy
especial y directa. Al ir efectuando milagros y enseñar a la gente, ellos veían delante de ellos
mismos a la luz del mundo. Jesús sigue siendo la Luz del mundo, y todos los que acuden a Él
tienen la promesa de que no andarán en tinieblas. Sin embargo, en este versículo el Señor
estaba refiriéndose de manera específica a Su ministerio público sobre la tierra.

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[15/9 12:59 a. m.] Luque: Juan 9:6

No se nos dice por qué Jesús hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego.
Algunos han sugerido que el hombre no tenía globos oculares, y que el Señor Jesús
sencillamente los creó, dándoselos. Otros sugieren que al dar vista a los ciegos, el Señor Jesús
comúnmente empleaba métodos despreciables a los ojos del mundo. Usaba las cosas débiles e
insignificantes para obrar Sus propósitos. Incluso en la actualidad, al dar la vista a los
espiritualmente ciegos, Dios emplea a hombres y a mujeres hechos del polvo de la tierra.

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[15/9 1:00 a. m.] Luque: Juan 9:7

El Señor puso en marcha la fe del ciego al decirle: Ve a lavarte en el estanque de Siloé. Aunque
era ciego, probablemente conocía la situación del estanque y pudo hacer lo que le habían
ordenado. La Escritura observa que la palabra Siloé significa Enviado. Quizá sea una referencia
al Mesías (el «Enviado»). Aquel que hacía el milagro era Aquel que había sido enviado al
mundo por Dios Padre. El ciego fue entonces, y se lavó en el estanque, y recibió la vista. No se
trata de que recobrase la vista, porque nunca la había tenido. El milagro fue instantáneo, y
aquel hombre pudo emplear sus ojos de inmediato. ¡Qué sorpresa más placentera debió ser
para él ver por primera vez el mundo en el que había vivido tanto tiempo!

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[15/9 1:01 a. m.] Luque: Juan 8:48-53

Obsérvese el desprecio de Cristo por los aplausos de los hombres. Los que están muertos para
los elogios de los hombres pueden tolerar el desprecio de ellos. Dios procura el honor de todos
los que no buscan lo suyo propio. —En estos versículos tenemos la doctrina de la dicha eterna
de los creyentes. Tenemos el carácter del creyente; éste es el que guarda las palabras del
Señor Jesús. El privilegio del creyente es que no verá para siempre la muerte de ninguna
manera. Aunque ahora no pueden evitar ver la muerte y, también saborearla, sin embargo,
dentro de poco tiempo estarán donde para siempre no habrá más muerte, Éxo 14:13.

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[15/9 1:03 a. m.] Luque: Matew Henry👆🏻

[15/9 1:03 a. m.] Luque: Juan 8:54-59

Cristo y todos los suyos, dependen de Dios en cuanto al honor. Los hombres pueden ser
capaces de debatir sobre Dios aunque no le conozcan. Se pone juntos a los que no conocen a
Dios con los que no obedecen el evangelio de Cristo, 2Ts 1:8. Todos los que conocen
rectamente algo de Cristo desean fervorosamente saber más de Él. Los que disciernen el
alborear de la luz del Sol de Justicia, desean ver su levante. —“YO SOY antes que Abraham”.
Esto habla de Abraham como una criatura y de nuestro Señor como el Creador; por tanto, bien
puede Él engrandecerse más que Abraham. YO SOY es el nombre de Dios, Éxo 3:14; habla de
su existencia de Sí mismo y por sí mismo; Él es el Primero y el Último, siempre el mismo, Apo
1:8. Así, pues, no sólo era antes que Abraham, sino antes que todos los mundos, Pro 8:23;
capítulo Jua 1:1. Como Mediador fue el Mesías ungido mucho antes de Abraham; el Cordero
inmolado desde la fundación del mundo, Apo 13:8. El Señor Jesús fue hecho Sabiduría, Justicia,
Santificación y Redención de Dios para Adán y Abel, y para todos los que antes de Abraham
vivieron y murieron por fe en Él. —Los judíos estaban por lapidar a Jesús por blasfemar, pero Él
se retiró; por su poder milagroso pasó ileso a través de ellos. Profesemos constantemente lo
que sabemos y creemos acerca de Dios; y si somos herederos de la fe de Abraham, nos
regocijaremos esperando el día en que el Salvador se aparecerá en gloria para confusión de
sus enemigos, y para completar la salvación de todos los que creen en Él.

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[15/9 1:04 a. m.] Luque: Juan 9:1-7

Versículos Jua 9:1-7. Cristo da vista a un ciego de nacimiento. Jua 9:8-12. El relato del ciego.
Jua 9:13-17. Los fariseos interrogan al hombre que había sido ciego. Jua 9:18-23. Le preguntan
de Él. Jua 9:24-34. Lo expulsan. Jua 9:35-38. Las palabras de Cristo al hombre que había sido
ciego. Jua 9:39-41. Reprende a los fariseos.
Cristo curó a muchos que eran ciegos por enfermedad o accidente; aquí sana a uno que nació
ciego. Así mostró su poder para socorrer en los casos más desesperados, y la obra de su gracia
en las almas de los pecadores, que da vista a los que son ciegos por naturaleza. Este pobre
hombre no podía ver a Cristo, pero Cristo lo vio a Él. Y si sabemos o captamos algo de Cristo se
debe a que primeramente fuimos conocidos por Él. Cristo habla de calamidades
extraordinarias, que no siempre tienen que considerarse como castigos especiales del pecado;
a veces, son para la gloria de Dios y para manifestar sus obras. —Nuestra vida es nuestro día
en el que nos corresponde hacer el trabajo del día. Debemos estar ocupados y no desperdiciar
el tiempo del día; el tiempo de reposo será cuando nuestro día esté terminado, porque no es
sino un día. El acercamiento de la muerte debiera estimularnos para aprovechar todas las
oportunidades de hacer y recibir el bien. Debemos hacer rápidamente el bien que tengamos
oportunidad de hacer. Y aquel que nunca hace una buena obra hasta que no hay nada que
objetar contra ella, dejará más de una buena obra sin hacer, Ecl 11:4. —Cristo magnificó su
poder al hacer que un ciego viera, haciendo lo que uno pensaría como más probable para
enceguecer a uno que ve. La razón humana no puede juzgar los métodos del Señor que usa
medios e instrumentos que los hombres desprecian. Los que serán sanados por Cristo deben
ser gobernados por Él. Regresó desde el estanque maravillándose y maravillado; se fue viendo.
Esto representa los beneficios de prestar atención a las ordenanzas señaladas por Cristo; las
almas llegan débiles y se van fortalecidas; llegan dudando y se van satisfechas; llegan de duelo
y se van jubilosas; llegan ciegas y se van viendo.

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[15/9 1:07 a. m.] Luque: Jbfes

Juan 8:57-59

57-59. Dijéronle entonces los Judíos: Aun no tienes cincuenta años—“No se puede sacar de
esto alguna inferencia en cuanto a la edad del Señor en aquella ocasión. Para los judíos,
cuando un hombre llegaba a la edad de cincuenta años, significaba que había llegado al fin de
la edad viril.” [Alford.]

¿y has visto a Abraham?—Jesús había dicho que Abrahán lo vió a él, como que era su privilegio
peculiar. Pero los judíos lo consideraron bajo otro aspecto: “¿has visto tú a Abrahán?” como
un honor demasiado grande para que él la pretendiera.

Antes que Abraham fuese, yo soy—Las palabras traducidas “fuese” y “soy” son bien distintas.
La una quiere decir que “Abrahán fue introducido en la existencia”; la otra, “que yo existo”
(“existia, continuaba existiendo y continúo existiendo” todo en la forma del verbo). La
afirmación no es pues que Cristo empezara a existir como fue el caso de Abrahán(como dicen
los arrianos que es el sentido), que él nunca vino a ser, sino que existía antes que tuviera ser
Abrahán; en otras palabras, que existía antes de la creación, o eternalmente, como dice en el
cap. Jua 1:1. En aquel sentido lo entendieron claramente los judíos, puesto que “tomaron
entonces piedras para tirarle”, así como lo habían hecho antes cuando vieron que él se hacía
igual a Dios, cap. Jua 5:18.
se encubrió—Véase la nota Luc 4:30.

[15/9 1:08 a. m.] Luque: Juan 9:1-5

1-5. Y pasando Jesús, vió un hombre ciego desde su nacimiento—quien estaba sentado
pidiendo limosnas, v. Jua 9:8.

¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciese ciego?—no en un estado de existencia
anterior, en la cual, respecto a los malvados, no creían los judíos; sino, tal vez, expresando de
manera aislada que el pecado en alguna parte seguramente había sido la causa de esta
calamidad.

Ni éste pecó, ni sus padres, etc.—la causa de su ceguedad no estaba en él ni en sus padres,
sino esto fue hecho a fin de que así se manifestasen “las obras de Dios”, en su curación.

Conviéneme obrar las obras del que me envió, etc.—un dicho sumamente interesante que sale
de la boca de Cristo; intimando

(1) que él tenía una obra exacta que hacer en el mundo, con cada detalle de la misma
arreglado y dispuesto para él;

(2) que todo lo que él hacía en la tierra no fue sino “las obras de Dios”, particularmente el
“andar haciendo bienes”, aunque no exclusivamente por milagros;

(3) que cada obra tenía su tiempo y lugar precisos en su programa de instrucciones, para
decirlo asi; de ahí,

(4) que así como su período de trabajo tenía su terminación definida, así dejando pasar algún
servicio particular por su tiempo fijo, toda la obra sería desarreglada, y empujada fuera de su
período destinado para su terminación;

(5) que él obraba siempre bajo el impulso de estas consideraciones, como hombre, pues “la
noche viene, cuando nadie puede trabajar.” ¡Qué lecciones hay aquí para otros, y qué aliento
hallamos en su ejemplo!

Entre tanto que estuviere en el mundo, luz soy del mundo, etc.—no que él dejara de ser luz
después; sino que tenía que hacer prueba completa de su fidelidad, mientras durara su carrera
terrenal, desplegando su gloria. “Como antes del levantamiento de Lázaro (cap. Jua 11:25), él
se anuncia como la resurrección y la vida, así ahora él se presenta como la única fuente de luz
espiritual, de donde la luz natural, que en este momento iba a ser conferida (al ciego), no es
sino una derivación y un símbolo.” [Alford].

Juan 9:1-41

1-41. CONCEDE LA VISTA A UN CIEGO DE NACIMIENTO, Y LA CONSIGUIENTE DISCUSION.

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[15/9 1:11 a. m.] Luque: Wierbse

Juan 9:1-5

1-5. Y pasando Jesús, vió un hombre ciego desde su nacimiento—quien estaba sentado
pidiendo limosnas, v. Jua 9:8.

¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciese ciego?—no en un estado de existencia
anterior, en la cual, respecto a los malvados, no creían los judíos; sino, tal vez, expresando de
manera aislada que el pecado en alguna parte seguramente había sido la causa de esta
calamidad.

Ni éste pecó, ni sus padres, etc.—la causa de su ceguedad no estaba en él ni en sus padres,
sino esto fue hecho a fin de que así se manifestasen “las obras de Dios”, en su curación.

Conviéneme obrar las obras del que me envió, etc.—un dicho sumamente interesante que sale
de la boca de Cristo; intimando

(1) que él tenía una obra exacta que hacer en el mundo, con cada detalle de la misma
arreglado y dispuesto para él;

(2) que todo lo que él hacía en la tierra no fue sino “las obras de Dios”, particularmente el
“andar haciendo bienes”, aunque no exclusivamente por milagros;

(3) que cada obra tenía su tiempo y lugar precisos en su programa de instrucciones, para
decirlo asi; de ahí,

(4) que así como su período de trabajo tenía su terminación definida, así dejando pasar algún
servicio particular por su tiempo fijo, toda la obra sería desarreglada, y empujada fuera de su
período destinado para su terminación;
(5) que él obraba siempre bajo el impulso de estas consideraciones, como hombre, pues “la
noche viene, cuando nadie puede trabajar.” ¡Qué lecciones hay aquí para otros, y qué aliento
hallamos en su ejemplo!

Entre tanto que estuviere en el mundo, luz soy del mundo, etc.—no que él dejara de ser luz
después; sino que tenía que hacer prueba completa de su fidelidad, mientras durara su carrera
terrenal, desplegando su gloria. “Como antes del levantamiento de Lázaro (cap. Jua 11:25), él
se anuncia como la resurrección y la vida, así ahora él se presenta como la única fuente de luz
espiritual, de donde la luz natural, que en este momento iba a ser conferida (al ciego), no es
sino una derivación y un símbolo.” [Alford].

Juan 9:1-41

1-41. CONCEDE LA VISTA A UN CIEGO DE NACIMIENTO, Y LA CONSIGUIENTE DISCUSION.

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[15/9 1:11 a. m.] Luque: Juan 9:1-5

1-5. Y pasando Jesús, vió un hombre ciego desde su nacimiento—quien estaba sentado
pidiendo limosnas, v. Jua 9:8.

¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciese ciego?—no en un estado de existencia
anterior, en la cual, respecto a los malvados, no creían los judíos; sino, tal vez, expresando de
manera aislada que el pecado en alguna parte seguramente había sido la causa de esta
calamidad.

Ni éste pecó, ni sus padres, etc.—la causa de su ceguedad no estaba en él ni en sus padres,
sino esto fue hecho a fin de que así se manifestasen “las obras de Dios”, en su curación.

Conviéneme obrar las obras del que me envió, etc.—un dicho sumamente interesante que sale
de la boca de Cristo; intimando

(1) que él tenía una obra exacta que hacer en el mundo, con cada detalle de la misma
arreglado y dispuesto para él;

(2) que todo lo que él hacía en la tierra no fue sino “las obras de Dios”, particularmente el
“andar haciendo bienes”, aunque no exclusivamente por milagros;

(3) que cada obra tenía su tiempo y lugar precisos en su programa de instrucciones, para
decirlo asi; de ahí,
(4) que así como su período de trabajo tenía su terminación definida, así dejando pasar algún
servicio particular por su tiempo fijo, toda la obra sería desarreglada, y empujada fuera de su
período destinado para su terminación;

(5) que él obraba siempre bajo el impulso de estas consideraciones, como hombre, pues “la
noche viene, cuando nadie puede trabajar.” ¡Qué lecciones hay aquí para otros, y qué aliento
hallamos en su ejemplo!

Entre tanto que estuviere en el mundo, luz soy del mundo, etc.—no que él dejara de ser luz
después; sino que tenía que hacer prueba completa de su fidelidad, mientras durara su carrera
terrenal, desplegando su gloria. “Como antes del levantamiento de Lázaro (cap. Jua 11:25), él
se anuncia como la resurrección y la vida, así ahora él se presenta como la única fuente de luz
espiritual, de donde la luz natural, que en este momento iba a ser conferida (al ciego), no es
sino una derivación y un símbolo.” [Alford].

Juan 9:1-41

1-41. CONCEDE LA VISTA A UN CIEGO DE NACIMIENTO, Y LA CONSIGUIENTE DISCUSION.

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[15/9 1:14 a. m.] Luque: Cts_sebu

Juan 8:47

Vuelve al argumento de Jesús de los vv. Jua 8:42 y Jua 8:43. Empieza literalmente “el que es de
Dios las palabras de Dios escucha”, que es una afirmación sentenciosa seguida de una
explicación conclusiva. El verbo “ser” en presente tiene el sentido de “proceder”, “venir” o
“pertenecer”: “La persona que pertenece a Dios escucha sus palabras”. “Las palabras” se
entiende como el “mensaje”. La NVI toma “palabras” en forma de verbo: «escucha lo que Dios
dice». Otras buenas alternativas son: El que es de Dios, las palabras de Dios oye, «Los hijos de
Dios escuchan con atención todo lo que Dios dice» (TLA).

Por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. “Escuchar” también tiene el sentido aquí
de “poner atención”. La NEB explicita que ellos «no son hijos de Dios», mientras que la TEV
invierte el orden al final del versículo para dar énfasis a la idea de que los oyentes no
pertenecen a Dios: «Sin embargo, ustedes no son de Dios, y por eso ustedes no van a
escuchar». También: “se resisten en poner atención”, «no le ponen atención porque no son
sus hijos» (TLA).

Reflexión bíblica y pastoral

La controversia entre Jesús y los judíos ha llegado a un punto donde no hay más posibilidad de
zanjar las diferencias. Los judíos afirman en diferentes momentos “nuestro padre es Abraham”
y “nuestro padre es Dios”. Jesús les niega ambas filiaciones reclamadas. La primera porque no
hacen las obras de Abraham, de las que, según Jesús, la más importante fue el creer y haberse
regocijado viendo proféticamente el día de la llegada de Jesús. La segunda porque son
incapaces de amar a Jesús, que ha venido de parte de Dios. En este sentido, podemos
percatarnos de que la filiación o la pertenencia a Dios, a la verdad, a un proyecto de vida u otro
tipo de pertenencia existencial, no dependen de condiciones externas como las étnicas, sino a
una conducta o modo de vida acorde a los valores que se proclaman. Jesús ponen en evidencia
a sus oponentes mostrándoles la contradicción entre sus afirmaciones y sus actuaciones.

Jesús los increpa con la pregunta “¿Por qué no entendéis mi lenguaje?” (v. Jua 8:43).
Probablemente porque las palabras de Jesús son vida y verdad, en tanto que sus oponentes
tenían intenciones criminales, lo que les impedía abrirse a las palabras de Jesús. Y es que para
entender el mensaje del evangelio es necesaria no sólo inteligencia, sino más importante aún,
una disposición espiritual para dejarse interpelar por ese mensaje. Por ello Jesús les expresa a
sus detractores: “El que es de Dios, las palabras de Dios oye” (v. Jua 8:47).

Es oportuno que los cristianos tengamos claro que nuestra filiación con Dios y su proyecto de
vida abundante para todos, no se base en ningún privilegio eclesiástico, doctrinal, étnico,
económico, ni de ningún otro de este tipo. Nuestra filiación nos la da el haber acogido sus
palabras con fe en espíritu de disposición humilde y abierta a la revelación del Hijo, con la
ayuda del Espíritu Santo.

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[15/9 1:17 a. m.] Luque: Lbla

Juan 8:48

LBLA Estudio (2000)

los judíos. Véase coment. en Jua 1:19.

eres samaritano y…tienes un demonio? Los oponentes del Señor tratan de ofenderle
asociándole con los samaritanos, que eran conocidos por haberse desviado de la ley mosaica.
Cualquier opinión distinta a la de ellos la consideraban demoníaca (cp. Jua 7:20; Jua 8:52; Jua
10:20 (refs3)).

<<^>>

[15/9 1:17 a. m.] Luque: Juan 8:49

LBLA Estudio (2000)


vosotros me deshonráis a mí. Como Jesús en verdad está honrando al Padre, es decir,
haciendo su voluntad, aquellos que atribuyen las obras que El hace a Satanás, son los que en
realidad están bajo influencia satánica.

<<^>>

[15/9 1:18 a. m.] Luque: Juan 8:51

LBLA Estudio (2000)

si alguno guarda mi palabra. Varias veces Jesús enfatiza que un fiel discípulo se ocupa en
observar sus enseñanzas (vers. Jua 8:52; Jua 8:55; Jua 14:15; Jua 14:21; Jua 14:23-24; Jua
15:10; Jua 15:20; Jua 17:6 (refs8); cp. 1Jn 2:3-5; 1Jn 3:22; 1Jn 3:24; 1Jn 5:3 (refs4)). Este
evangelio hace un gran énfasis en esto.

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[15/9 1:19 a. m.] Luque: Comentarios

Juan 8:48-49

Jua 8:48-49 Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú
eres samaritano, (es decir, un hereje, enemigo de Israel, que desobedecía la ley) y que tienes
demonio? (Compárese Mat 12:22-30, "si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está
dividido"). Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; ("Quien cuando le
maldecían, no respondía con maldición", 1Pe 2:23. Jesús honraba al Padre, pero los demonios
no honran al Padre. Si fuera siervo de Satanás, estaría honrando a Satanás. y vosotros me
deshonráis. (Por eso, deshonraban al Padre).

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[15/9 1:20 a. m.] Luque: Juan 8:50

Jua 8:50 Pero yo no busco mi gloria; — Al venir a la tierra Jesús sabía que sería insultado,
deshonrado, rechazado y aun crucificado. Nunca esperó recibir gloria de los judíos. Cuando
vino a la tierra, en lugar de buscar gloria "se humilló a sí mismo" (Flp 2:8).

— hay quien la busca, y juzga. — El Padre siempre glorificaba al Hijo.

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[15/9 1:20 a. m.] Luque: Juan 8:51

Jua 8:51 De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. — Aquí
está otra de las afirmaciones muy importantes de Jesús. Al decir, el que no se refiere
solamente a los judíos sino también a los gentiles. La palabra guarda (tereo) quiere decir
obedecer. Se refiere, desde luego, a la muerte segunda (Apo 2:11; Apo 20:14). Los fieles no
temen la muerte física, porque es en realidad la puerta a la vida verdadera (2Co 5:6-8, Flp
1:21-23).

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[15/9 1:21 a. m.] Luque: Juan 8:52

Jua 8:52 Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham
murió, y los profetas (Zac 1:5); — Aunque Abraham y los profetas guardaban la ley de Dios,
todos murieron.

— y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. — Creían que estaba fuera de sí.
¿Cómo podría Jesús hacer algo (evitar la muerte) que Abraham y los profetas no pudieron
hacer por sí mismos?

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[15/9 1:22 a. m.] Luque: Juan 8:53

Jua 8:53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham (compárese Jua 4:12), el cual
murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? — Entonces te glorificas a ti
mismo, pensando que eres mayor que Abraham y los profetas. Les convenía reconocer que
Jesús era mayor que Abraham y los profetas (compárese Mat 12:41-42).

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[15/9 1:22 a. m.] Luque: Juan 8:54-55

Jua 8:54-55 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo (aparte del Padre) mi gloria nada
es; mi Padre es el que me glorifica (Jua 12:28), el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero
vosotros no le conocéis; (Jua 7:28; Jua 8:19; Jua 16:3; Jua 15:21; Jua 17:25; no le conocían
porque no guardaban su palabra) mas yo le conozco, (por ser uno con El, Jua 10:30, y por
guardar su palabra) y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros (Jua 8:44);
pero le conozco, y guardo su palabra. — Jesús poseía un conocimiento especial (único) de Dios,
y que de manera especial le obedecía.

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[15/9 1:22 a. m.] Luque: Juan 8:56

Jua 8:56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. — En
su presencia, delante de sus ojos, Jesús había hecho milagros y de varias maneras había
demostrado que El era el Mesías. Abraham no tenía tales ventajas, pero con ojos de fe
mirando de lejos (Heb 11:13), "y creyéndolo, y saludándolo" había visto al Mesías y creía en El
(Gén 12:3; Gén 22:16-18; Gál 3:8; Gál 3:16). Al igual que Moisés Abraham podía ver al Invisible
(Heb 11:27).

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[15/9 1:23 a. m.] Luque: Juan 8:57-59

Jua 8:57-59 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a
Abraham? (¿Jesús dijo que había visto a Abraham? No, sino que Abraham había visto su día).
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. (Jesús no dice,
"Antes que Abraham fuese, yo era". Jesús se identifica con el Yo Soy de Éxo 3:14, el Dios
Eterno (no creado). Este es otro texto que los testigos del Atalaya cambian y tuercen porque
niegan y blasfeman a Cristo). Tomaron entonces piedras para arrojárselas; (Esto indica que
entendieron que al decir "Yo soy" Jesús afirmaba su deidad) pero Jesús se escondió y salió del
templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue. (Compárese Luc 4:29-30).

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[15/9 1:23 a. m.] Luque: Juan 9:1

Esta es la sexta de las siete señales hechas por Jesús que Juan registra. Todo el capítulo se
dedica a ese evento y al efecto que tuvo sobre el hombre que nació ciego, sus padres, los
vecinos y los líderes de los judíos.

Jua 9:1 Al pasar Jesús, — Es difícil precisar cuándo sucedió este evento, porque Juan no se
preocupaba por la cronología exacta de los eventos de la vida de Jesús, pero no es necesario
concluir que los sucesos del cap. Jua 9:1-41 siguieran inmediatamente después de los del cap.
Jua 8:1-59. No es muy razonable que los discípulos hayan hecho esta pregunta en los mismos
momentos en los que los judíos tomaron piedras para arrojárselas (Jua 8:39).

"Al pasar Jesús" El vio una oportunidad para "hacer las obras del que" le envió (Jua 9:4).
Nosotros también, "al pasar" (al ocuparnos en las actividades normales) veremos muchas
oportunidades si abrimos los ojos (Jua 4:35).

— vio a un hombre ciego de nacimiento. — Muchos lo habían visto pero no como Jesús lo vio.
De los seis milagros registrados en los que Jesús abrió los ojos de los ciegos, este es el único
caso en que el individuo era ciego de nacimiento. "Desde el principio no se ha oído decir que
alguno abriese los ojos a uno que nació ciego" (Jua 9:32).

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[15/9 1:23 a. m.] Luque: Juan 9:2

Jua 9:2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para
que haya nacido ciego? — A los discípulos este hombre presentó una oportunidad para la
especulación teológica, mientras que a Jesús se le presentó una oportunidad para manifestar
en sí mismo la gloria de Dios y la autoridad de Dios, pues el abrir los ojos era una señal
convincente de que el Mesías había venido (Isa 35:5; Isa 29:18; Isa 32:3; Isa 42:7; Mat 12:22;
Luc 4:18-19) (PTB).

Parece que los discípulos compartían la idea errónea de que las enfermedades y otros
sufrimientos son el resultado de algún pecado específico. En el caso del hombre que nació
ciego creían que había solamente dos alternativas: "¿quién pecó, éste o sus padres?" Hoy en
día muchos preguntan por qué algunos sufren grandes aflicciones y otros no, algunos sufren
mucho por causa de los desastres de la naturaleza (tormentas, inundaciones) y otros no.
En sentido general es cierto que el pecado es la causa de todas las aflicciones, así como es la
causa de todo mal. Jesús dijo al hombre que sanó en Betesda, "no peques más, para que no te
venga alguna cosa peor" (Jua 5:14), pero no es cierto que todo caso específico de aflicción es
causado por algún pecado específico. Pablo dice, "llorad con los que lloran" (Rom 12:15), pero
¿por qué llorar con ellos si están sufriendo lo que merecen? El sufrimiento de los más
inocentes puede ser la consecuencia de los pecados de otros, pero los inocentes no sufren la
pena de tales pecados.

Algunos afirman que los judíos creían en la reincarnación (la transmigración de almas) y que
citaban Gén 25:22 para enseñar que los niños pueden pecar antes de nacer, pero no hay
prueba de esto. Además, Pablo dice, "pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien
ni mal" (Rom 9:11). Algunos piensan que la pregunta de los discípulos indica que ellos
aceptaban la idea platónica de la preexistencia del alma; es decir, que podría sufrir en esta vida
la pena de pecados cometidos en una existencia precedente (B—S), pero no se puede probar
que los discípulos de Jesús hayan tenido en mente tales teorías. La verdad es que ellos, al igual
que millones de otras personas, estaban perplejos con respecto a la causa del sufrimiento.

Éxo 20:5 dice, "visito la maldad de los padres sobre los hijos", es decir, los hijos sufren las
consecuencias de los pecados de los padres. También los hijos heredan debilidades físicas y
mentales de sus padres, pero Eze 18:20 dice claramente que "el hijo no llevará el pecado del
padre" (el hijo no es culpable del pecado del padre). Los calvinistas citan Sal 51:5, "He aquí, en
maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" para probar que los niños nacen
pecadores, pero David no habla de nacer con "maldad en mí", sino de nacer en un mundo
lleno de pecado. Compárese Job 31:18, "desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda".
Recuérdese Ecl 7:29, "He aquí, solamente esto he hallado; que Dios hizo al hombre recto, pero
ellos buscaron muchas perversiones".

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[15/9 1:24 a. m.] Luque: Juan 9:3

Jua 9:3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, — Cuando Jesús sanó al paralítico
de Betesda, le dijo, "Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa
peor" (Jua 5:14); por eso, a veces alguna aflicción se atribuye al pecado de la persona. Pero
véase también Luc 13:1-5, que se refiere a casos semejantes a este texto (Jua 9:3). Jesús
enseña, pues, que hay sufrimiento no merecido. El libro de Job ampliamente analiza este
problema. Sus "amigos" decían que su sufrimiento era prueba innegable de que él era culpable
de algún pecado, pero estaban equivocados, pues el libro expone la falsedad de ese concepto.
Véase también Hch 28:4. Si este concepto fuera correcto, sería necesario concluir que los que
no sufren no han pecado y que son mejores que los que sufren..

Jesús dijo que las lluvias, los diluvios y los vientos golpearon contra las dos casas, la que estaba
fundada sobre la arena y la que estaba fundada sobre la roca (Mat 7:25). Dice Ecl 9:11 que
"tiempo y ocasión acontecen a todos" ("el tiempo y la suerte les llegan a todos", LBLA).
— sino para que las obras de Dios (Jua 5:36; Jua 10:25) se manifiesten en él. — En este caso las
obras de Dios incluían bendición física y bendición espiritual, pues el hombre que nació ciego
recibió su vista física y también su vista espiritual (Jua 9:38). Dios gobierna este mundo y
puede transformar un mal temporal en un bien eterno, y Dios tenía su plan para este hombre,
pues sería el objeto de las maravillosas obras de Dios. Se puede decir lo mismo de cualquier
ciego (o de sordos, paralíticos, etc.), porque toda vida que se somete a su voluntad le es útil.
Compárese 2Co 12:7-10.

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[15/9 1:24 a. m.] Luque: Juan 9:4

Jua 9:4 Me es necesario (nosotros debemos, LBLA) hacer las obras del que me envió, entre
tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. — En lugar de analizar y
juzgar el caso del ciego de nacimiento, Jesús solamente piensa en aliviar su aflicción, y
glorificar a Dios.

El día de Jesús (el día de su vida aquí en la tierra) iba a durar poco tiempo, pero "entre tanto
que estoy en el mundo, luz soy del mundo" (Jua 9:5). Pensaba hacer otras obras muy
importantes antes de morir en la cruz (por ej., la resurrección de Lázaro).

Todos podemos y debemos decir lo mismo, porque la noche de la muerte nos espera. "El
tiempo es corto" (1Co 7:29-32).

Jesús no fue detenido por la popularidad (Luc 4:42-43); ni por la ingratitud de la gente (Luc
17:11-19; Mat 23:37; Luc 19:41); ni por el temor a sus enemigos (Luc 13:31-32). Aunque sus
apóstoles lo desampararon y uno de ellos le entregó a los enemigos, y otro le negó, Jesús
siguió con su propósito de dar su vida en rescate por muchos.

Me es necesario — En toda la enseñanza (como también en toda la actividad) de Jesús El


demostró que le era necesario obrar las obras del Padre. Habló del sembrador, del pescador
con sus redes, del pastor y sus ovejas. En todo El vio su deber (Luc 4:18-19). Compárese la
actitud de Pablo con respecto a la obra que el Señor le dio (Hch 20:24; Rom 1:14; 1Co 9:16;
2Co 5:11; 2Co 5:14).

Al llegar a la conclusión de su ministerio Jesús podía decir "Yo te he glorificado en la tierra; he


acabado la obra que me diste que hiciese" (Jua 17:4). En la cruz dijo, "Consumado es" (Jua
19:30). Compárese 2Ti 4:6-8. ¿Y nosotros? Al llegar a los momentos finales de la vida
¿podremos decir lo que Jesús y Pablo dijeron?

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[15/9 1:25 a. m.] Luque: Juan 9:6


Jua 9:6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del
ciego, — Podía sanar con una palabra (Luc 7:7), pero frecuentemente usaba medios físicos
(Mat 8:3; Mat 9:27-31; Mat 20:29-34; Mar 7:33; Mar 8:23). Desde luego, Al usar estos medios
tenía su propósito. El sabía lo que hacía y por qué lo hacía. Juan no explica el propósito de esta
acción de Jesús, pero bien podía probar o fortalecer o manifestar la fe del ciego (AH). Si
hubiera habido eficacia en ese lodo para sanar, se lo habría exportado a todas las naciones
(JBC).

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[15/9 1:26 a. m.] Luque: Juan 9:7

Jua 9:7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado), Jua 3:17; Jua
5:36; Jua 6:29; Jua 10:36; Jua 17:3; Jua 17:8; Jua 17:21 (refs3), etc.). — Isa 8:6 habla de "las
aguas de Siloé, que corren mansamente", simbolizando las bendiciones que fluían del templo.
Neh 3:15 habla del muro del estanque de Siloé.

Este mandamiento era una prueba de su fe; es decir, Jesús pensaba sanarle, pero nombró este
requisito o condición. Si no hubiera ido para lavarse en el estanque de Siloé, no habría recibido
la vista. Si el ciego hubiera sido doctrinado por los calvinistas, habría dicho, "Mira, Jesús, Tú
sabes perfectamente que el agua no puede abrir los ojos de los ciegos. No conviene dejar la
impresión de que haya eficacia en el agua o que el agua tenga poder sanador. Sáname primero
y después, en algún momento oportuno, iré a lavarme en el estanque para demostrar mi fe en
ti". Si hubiera hablado de esa manera, habría muerto tan ciego como nació (JBC).

— Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. — ¡Solamente los ciegos saben apreciar la vista!
Ahora, no solamente podía ver, sino que también podía trabajar para ganarse la vida y ser
independiente. (En aquellos tiempos el mendigar era casi el único medio de sostén para los
ciegos).

Para ser bendecido por Cristo, es necesario obedecerle. El ciego sabía que el que le hablaba
era Jesús (Jua 9:11); esto indica que ya había oído de El (Rom 10:17). Ahora le obedece: va a
Siloé y se lava, como Jesús le mandó.

Dice Pablo (Rom 4:4), "Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como
deuda". Al decir "al que obra" Pablo no se refiere al obedecer al Señor para obtener sus
bendiciones, sino al obrar para justificarse sin obtener el perdón de Dios: "Como también
David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas" (Rom 4:6-7). Es obvio
que el "que obra" es aquel que no busca el perdón de Dios, sino que quiere justificarse a sí
mismo (Rom 10:3).

Es necesario estudiar y discernir la diferencia entre la obediencia requerida por el Señor para
aceptar el beneficio y el obrar para merecer el beneficio. La única manera de merecer la
justificación es por medio de una vida perfecta, sin pecado alguno, pero "todos pecaron" (Rom
3:23). Por lo tanto, todos deben obedecer al evangelio de Cristo para obtener el perdón de
Dios (Hch 2:38).

Al lavarse en el estanque de Siloé ¿obró el ciego para merecer el beneficio que Jesús le
ofreció? ¿Obró en el sentido de Rom 4:4? ¿Al lavarse mereció esa bendición? Nadie dirá que sí.
Todos saben que al lavarse el ciego solamente obedeció los mandamientos del Señor y recibió
la bendición. Entonces, ¿por qué no pueden los calvinistas entender que al lavarnos en el
bautismo, no obramos para merecer el perdón, sino que solamente cumplimos con los
mandamientos del Señor? ¿Cuál es la diferencia entre nuestra obediencia y la del ciego? No
hay ninguna diferencia, porque al lavarnos en las aguas del bautismo (Mar 16:16; Hch 2:38;
Hch 22:16, etc.) solamente obedecemos al Señor para aceptar el perdón de pecados.

Considérese otro caso: Dios mandó que Naamán el leproso se zambullera siete veces en el Río
Jordán para limpiarse de su lepra (2Re 5:10-14). Al zambullirse siete veces en el Río Jordán,
¿obró Naamán para merecer la limpieza de su lepra. ¿Obró en el sentido de Rom 4:4? Nadie
dirá que sí. Entonces, ¿por qué no se puede entender que al bautizarnos en agua, no obramos
para merecer el perdón, sino que simplemente aceptamos el perdón que el Señor ofrece a los
que creen y se bautizan (Mar 16:16)?

Hay otro buen ejemplo de esta verdad bíblica: Dios dijo a Josué, "Rodearéis, pues, la ciudad
(Jericó) todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis
durante seis días... y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las
bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la
bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá... Cuando el pueblo
hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó" (Jos 6:3-5; Jos
6:20). Al cumplir con estos requisitos del Señor, ¿obró el pueblo para merecer tal victoria sobre
sus enemigos? ¿Obró en el sentido de Rom 4:4? Nadie dirá que sí. Entonces, de la misma
manera, al bautizarnos en agua para perdón de pecados (Hch 2:38), no obramos para merecer
el perdón. No obramos en el sentido de Rom 4:4, texto que se refiere a las obras "que nosotros
hubiéramos hecho" (Tit 3:5), como las buenas obras de Cornelio (Hch 10:2; Hch 10:22). Al
obedecer al evangelio, obramos en el sentido de Stg 2:24; Gál 5:6; Tit 3:1; Tit 3:8; etc.

Los credos de varias denominaciones afirman que el hombre se salva por la fe sola, pero ¿qué
dice Heb 11:30? "Por la fe cayeron los muros de Jericó". Por la fe. Pero "por la fe" ¿cuándo?
¿Simplemente creyeron y los muros cayeron? ¿Cuándo cayeron? "Después de rodearlos siete
días". ¿Por qué no cayeron por la fe sola? ¿Por que no cayeron "antes de rodearlos siete días"?

Otra lección valiosa es que varios textos hablan de ciegos en sentido espiritual (Luc 6:39; 2Pe
1:9; Apo 3:18). Por eso, es lógico comparar este texto (Jua 9:7) con Mar 16:16, "el que creyere
y fuere bautizado será salvo". Los que pueden entender que el ciego tuvo que lavarse en el
estanque de Siloé para obtener su vista física, deben entender que el que creyere tiene que ser
bautizado para obtener su vista espiritual (Hch 26:18).

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