Terapia Cognitiva

Beck propone que hay cinco áreas en la interacción de las personas consigo
mismos y el mundo: cognitiva, afectiva, biológica - genética, conductual y
social. Propone que no hay un área superior a otra y que cada disciplina elige a
qué darle mayor importancia. La evolución de las raza humana tiene como
máxima expresión la creación de un sistema de representación y simbolización
de todo lo existente que le permite a las personas asociar palabras a las cosas,
los contextos, las personas, las ideas, las emociones, los recuerdos, los valores
y hasta las conductas. Este sistema se construye bajo diferentes niveles de
complejidad, en el cual, los pensamientos automáticos son apenas el primer
elemento y no el más importante. Para poder representar al mundo, los seres
humanos generamos conceptos de representación que agrupan las saliencias
de un fenómeno y lo identifican con un concepto. Cada concepto va
asociándose con otros y va creando un sistema relacionado entre si, al cual
llamamos esquema. Este podría definirse como una unidad de memoria que
tiene dentro de sí el conocimiento del qué y del cómo de todo lo existente. Los
esquemas dan sentido, conocimiento, contexto y procedimiento para que la
persona interactúe con otros, consigo mismo o con los objetos que le rodean.
Cada esquema que va obteniendo mayor información, se va complejizando y
va uniéndose con otras unidades de información creando campos semánticos
(por eso sabemos más de Psicología que de cálculo diferencial). Los esquemas
pueden contener información medianamente fiable y otra que no lo es porque
se construyeron en ambientes poco confiables. Por ejemplo, en la depresión
las personas van construyendo conocimientos basados en interpretaciones
negativas de eventos basados en duelo de difícil elaboracion, soledad, desamor
o sesgo negativo. El proceso de interpretación del contexto social, personal y
emocional de la persona va creando un campo semántico acorde a un estado
de pérdida y tristeza y va generando una "verdad" para el sujeto: la vida es
difícil de vivir, la tristeza es invencible, soy un fracaso, no soy importante, la
vida no tiene sentido. Como puedes ver, estos conceptos no son de la inicial
complejidad de un pensamiento automático, sino de la complejidad de un
concepto, esquema o campo semántico. Por tal motivo, se emplean métodos
más cognitivos que de otro tipo para derrotar este tipo de interpretaciones. Los
métodos preferidos por los clínicos son de preeminencia cognitiva o de
preeminencia conductual pero todos apuntan a la modificación de conceptos
filosóficos profundos o a la creación de nuevos conceptos con mejor y mayor
contenido saludable. Lo conductual, entonces, se convierte en un vehículo de
restructuración cognitiva.
En el orden de complejidad, importancia, eficiencia e impacto están los
siguientes.
- De preeminencia cognitiva: la restructuración cognitiva, el diálogo socrático,
el debate lógico, la reinterpretación cognitiva, entre otros.
- De preeminencia conductual: el descubrimiento guiado, el reexperimento
conductual, el afrontamiento (pasos sucesivos o inundación), el aprendizaje
vicario o por experimentación directa, entre otros (no obstante, se conceptúa
que toda experiencia conductual empírica, genera modificaciones cognitivas,
por lo que lo conductual sería otro de los insumos de la cognición).
Rastreando en una base de datos accesible para todas las personas como es
Google Académico se encuentra que desde 1930 hasta 2014 hay cerca de
2.700.000 artículos de Terapia conductual general. Eso da un promedio de
33.750 artículos por año desde 1930 hasta la actualidad. Si se busca Terapia
Cognitiva general se encuentran alrededor de 2.160.000 artículos desde 1980
hasta la actualidad, lo cual da un promedio de 72.000 artículos por año que
demuestran la eficacia de la aplicación de terapias cognitivas.
Entre los diversos paradigmas en psicología, se ha visto que la mayor cantidad
de estudios de validación empírica de tratamientos psicológicos y de
investigación clínica provienen de modelos cognitivo-conductuales. La TCC
no desestima los estudios donde se debe demostrar la validez de sus
tratamientos y se apoya en la investigación científica, no en teorías o
supuestos impregnados de subjetividad.