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Gracia a Vosotros :: desatando la verdad de Dios, un versículo a la vez

Los mensajeros del Maestro, 1ª Parte: Andrés, Jacobo el hijo de Zebedeo y Juan
Scripture: Mateo 10:2
Code: GAV-2272

Abra su Biblia si es tan amable, y acompáñeme a Mateo capítulo 10, Mateo capítulo 10. Conforme
continuamos progresando a lo largo del Evangelio de Mateo, y Mateo nos abre la majestad del Rey,
el Señor Jesucristo. Nos encontramos en el capítulo 10, familiarizándonos con los discípulos, para
cuando llegamos al décimo capítulo de Mateo, nuestro Señor ahora está designando y enviando a
los doce para ayudarle en el ministerio de predicar el reino de Dios.

Recordará usted, conforme el capítulo 9 concluyó que el Señor vio a la multitud, los vio en su
condición de perdición espiritual, su dolor, su frustración, su tristeza, él se dio cuenta de que habían
tantos que alcanzar y tan pocos obreros. En ese punto de hecho estaba él y solo él. Y entonces, él
les pidió a los discípulos que oraran al final del capítulo 9. Y después en el versículo de apertura del
capítulo 10 los llamó a ser la respuesta a su propia oración. Y él los envió para que fueran sus
enviados, porque eso es lo que apóstol en el versículo 2 significa. Comenzaron como discípulos,
eso significa aprendiz, fueron enviados como apóstoles. Se volvieron embajadores del Rey, sus
representantes en el mundo, sus obreros para alcanzar y advertir a la mies del juicio venidero, y de
cómo podían escapar al entrar a su reino glorioso.

Ahora, nos hemos estado concentrando entonces, conforme comenzamos a ver el capítulo 10, en la
preparación de los doce, los métodos, las técnicas, los principios del Señor conforme él llama,
prepara, desarrolla, envía a sus apóstoles. Esto en el capítulo 10 realmente es su primer envío. Su
envío final y oficial viene después de la resurrección y la ascensión, éste es un envío preliminar lo
cuál en esencia es un período de práctica, de preparación para ellos, salen, pero no muy lejos, y no
solos, sino más bien de dos en dos. Él por así decirlo está sobrevolando sobre ellos como un águila
madre sobrevolaría sobre las águilas que están aprendiendo a volar. Salen un poco, por un poco de
tiempo y regresan a él y aprenden en el proceso de la experiencia de campo para ser enviados más
tarde y de manera individual después de que él ya se fue. Y hacen las preguntas correctas cuando
ellos regresen, y su preparación se vuelve más intensa en los meses que siguen a esta preparación
de campo.

Ahora, conforme vemos el envío que ocurre en el capítulo 10, y conforme vemos si podemos
desarrollar los principios de discipulado que nuestro Señor nos da, en primer lugar, se nos
presentan los individuos involucrados. Y si usted ve los versículos 2 al 4, usted encuentra los
nombres de los doce apóstoles: Pedro, Andrés, Jacobo, Juan, Felipe, Bartolomeo, Tomás, Mateo,
Jacobo el hijo de Alfeo, Y Lebeo, quién también era conocido como Tadeo, Simón el zelote, y Judas
Iscariote. El versículo 5 dice, “A estos doce envió Jesús.” El versículo 6 les dijo que fueran a las
ovejas perdidas de la casa de Israel. El versículo 7 dice que conforme van, prediquen el reino.

Entonces, estos eran los obreros, los asociados, los embajadores del rey mismo. Ahora, como
señalamos la semana pasada su líder fue Pedro. Esa es la razón por la que dice en el versículo 2,
“Primero Simón, llamado Pedro”. Él no es el primero llamado, él primero llamado fue Juan y
asociado con él Andrés, en ese encuentro inicial en Juan 1. Pedro no fue el primer llamado, él es
primero en éste sentido, es la misma palabra usada en ésta afirmación hecha por Pablo, “Yo soy el
primero de los pecadores.” Significa el primordial, el más importante. Pedro era el líder, él era el
hombre que estaba al frente.

Y entonces, la última vez que estudiamos a Pedro y su capacidad de liderazgo y como el Señor
refinó y desarrolló a Pedro hasta que llegara a ser un líder que fue útil. Ahora, para nuestro estudio
en ésta mañana queremos llegar a esos tres que quedan en el primer grupo. ¿Se acuerda que le
dije que siempre hay tres grupos en toda lista de los apóstoles? Hay cuatro listas, Mateo, Marcos,
Lucas y Hechos, y siempre en todas las cuatro listas están los mismos tres grupos con los mismos
cuatro nombres en cada grupo. Y entonces, estamos viendo al grupo uno, y es el grupo más íntimo.
El grupo dos es el siguiente en términos de intimidad, y el grupo tres es el menos íntimo de los doce.
El Señor mismo no podía acercarse ni siquiera a doce hombres, pero él podía acercarse a cuatro, y
de los cuatro en particular a tres.

Y entonces, estamos viendo éste grupo más íntimo, todos salieron de la misma aldea, todos
tuvieron la misma profesión, y todos en el primer grupo llamados a Cristo. Y nos hicimos ésta
pregunta, y quiero que siga haciéndola conforme vemos estos tres nombres esta mañana, ¿qué tipo
de personas puede usar Dios? Eso es lo que importa. ¿Qué tipo de personas puede usar Dios en su
ministerio? ¿Qué tipo de personas pueden cambiar al mundo? ¿Qué tipo de personas pueden
predicar el evangelio del reino, para que las almas sean salvas? ¿Qué tipo de personas Dios ordena
para sus propósitos?

Ahora, normalmente cuando pensamos en Pedro, Andrés, Jacobo y Juan, tenemos esa idea de que
son santos de vitral, gente que está en un plano totalmente diferente del que vivimos. Y para
empeorarlo, lo llamamos San Pablo, y nombramos ciudades que usan ese nombre, San Pedro, San
Petersburgo, o San Andrés, lo cual es una ciudad en Escocia o San Jacobo, el cual es un nombre
común para ciudades, o lo que sea. Y, ¿sabía usted que hay más personas en los Estados Unidos
que se llaman Juan más que cualquier otro nombre? Es un nombre maravilloso. Y Pedro, Jacobo y
Andrés, tenemos a personas que llevan esos nombres con gran respeto, porque éstos son
individuos respetables, las catedrales son nombradas con los nombres de éstos individuos.

Y pensamos en estos cuatro en particular como algo diferente a nosotros, en una dimensión
diferente de tiempo y espacio, en otro mundo, hay un aura en ellos. francamente, realmente no
debería ser así, son hombres comunes y corrientes, con un llamado excepcional, pero son muy
parecidos a nosotros, y nos demuestran el tipo de personas que Dios usa. Vea si se encuentra entre
ellos. La última vez aprendimos que Dios usa a personas como Simón, impulsivo, dinámico,
intempestivo, fuerte, iniciadores, valientes y con frecuencia hablan más de lo que hacen, el tipo
dinámico de personas. Oh, usa ése tipo de personas.

Pero conozcamos al segundo en la lista, Andrés, su hermano. Andrés, el hermano de Pedro. Por
cierto, su nombre significa “varonil”, él también venía de Betsaida, esa pequeña aldea en Galilea, y
cómo su hermano, era un pescador. De hecho, en Mateo 4, él estaba en el mar. Cuando Jesús vino,
él ya había conocido a Jesús, ya había creído en Jesús, ya había afirmado que él era el Mesías,
pero después de regresar a su pesca, ahora él Señor le vuelve a aparecer en la costa, y lo llama
permanentemente a seguirlo para hacerlo un pescador de hombres. Antes de venir a seguir a
Jesucristo, él había sido un judío piadoso, él había sido un judío fiel, él había sido un judío que
temía a Dios, él también había sido un discípulo de Juan el Bautista.
De hecho, fue un día en el mensaje de Juan el Bautista que su vida fue cambiada. Ya que Juan el
Bautista vio a Jesús en Juan 1 y dijo, “He aquí el Cordero de Dios”. Y Andrés estaba ahí ese día
junto con Juan quien también era un pescador, y ciertamente un conocido, como también lo era
Jacobo. Y él y Juan oyeron a Juan el Bautista decir eso, y siguieron a Jesús inmediatamente y
Jesús se volteó y les dijo, “¿qué buscáis?” Y respondieron, “¿en dónde moras?” Y fueron a dónde
Jesús moraba, y pasaron el día entero con él, y esas horas fueron la crisis en su historia espiritual. Y
cuándo salieron de ese día, que habían pasado con el Cordero de Dios, inmediatamente dice que
Andrés abrió su boca y dijo éstas primeras palabras, “Hemos encontrado al Mesías”.

Poco después que Andrés descubrió la realidad de Jesucristo por sí mismo, él le anunció a su
hermano Pedro esa misma frase, “Hemos encontrado al Mesías”. Pedro y Andrés vivían juntos, dice
en Marcos 1:29, y sin duda compartían todo. Y especialmente Andrés quería compartir con él al
Mesías. Y entonces, a partir de éste comienzo mismo él se vuelve parte de ése grupo íntimo de los
cuatro, de hecho, si usted estudia a lo largo del Nuevo Testamento, es Jacobo y Pedro, y Juan y
Pedro y Jacobo y Juan, y Juan y Pedro y Jacobo, siempre son el círculo íntimo, y nadie jamás entra
en ese círculo interno, excepto cuando Andrés entra y es Pedro, Jacobo, Juan y Andrés. Él estuvo
en el grupo más íntimo de cuatro, pero él realmente no pudo entrar en ése grupo de tres.

Pero él era muy respetado. De hecho, Felipe, quién estaba en un grupo menos íntimo con el Señor,
en una ocasión hubieron unos griegos que vinieron a él, y dijeron: “Queremos ver a Jesús”, y, ¿sabe
usted adónde los llevó Felipe? los llevó a Andrés. ¿Por qué? porque me imagino que Felipe
pensaba que, si usted quería llegar a Jesús, lo único que tenía que hacer era llegar a Andrés.
Andrés estaba cercano a Jesús, y Andrés era respetado, y todavía ni siquiera es parte de los tres
más cercanos, pero de pronto en el cuarto evangelio, el evangelio de Juan, Andrés comienza a
emerger del trasfondo. Y vemos a Andrés tres veces en el evangelio de Juan, y las tres veces
Andrés está haciendo lo mismo. Es fácil caracterizarlo. La primera vez es en Juan capítulo 1,
versículo 40, lo cual lo acabo de mencionar.

Dice en Juan 1:40, “Uno de los dos que oyeron a Juan el Bautista hablar” y ese sería Juan y Andrés,
“le siguieron. Y era Andrés el hermano de Simón Pedro.” Y, por cierto, Andrés siempre es llamado el
hermano de Simón Pedro, creo que una o dos excepciones, quizás solo una, siempre es identificado
así. Y él encontró primero a su propio hermano Simón, y le dijo, “Hemos encontrado al Mesías, lo
cual interpretado es el Cristo, el Ungido” y él lo trajo a Jesús. Ahora, si usted quiere saber cómo
caracterizar la vida de Andrés, es muy simple, él es el que siempre estaba trayendo a gente a
Jesús.

La segunda vez que lo vemos, es en el sexto capítulo de Juan y el octavo y noveno versículo. Una
multitud enorme de personas están congregadas, Jesús está enseñando, ya es tarde en el día, la
multitud está hambrienta, no hay suficiente alimento, y Andrés trae a Jesús en ésta ocasión un
pequeño niño, y el niño pequeño tiene cinco panes y dos peces. No significa, cinco pedazos
grandes de pan, significa cinco pequeñas, una especie de galletas planas y dos pescados. Y
tomaban esos dos pescados y después se los comían con las galletas. Entonces, trajo al pequeño
con cinco galletas de cebada y dos pescados. Se los trajo a Jesús, me imagino que Andrés debió
haber pensado que el Señor podía hacer mucho de muy poco.

La tercera vez que lo volvemos a ver es en Juan 12, y ya hice referencia a ése incidente. Y en Juan
capítulo 12, versículo 20, Felipe es abordado por los griegos, o los gentiles, y quieren ver a Jesús. Y
Felipe le dice a Andrés, y ambos fueron a Jesús. La suposición es que llevaron ahí también a esas
personas. Y entonces, cuando usted ve a Andrés, él está involucrado en encontrar a Jesús, para
que Jesús pueda conocer a alguien, trayendo a gente a Jesús. Me imagino que él no pensó que
había alguien que Jesús no quería ver o que no había algo a lo que Jesús no podía responder, o
que no había algún problema que Jesús no podía resolver, porque él es caracterizado como el que
trajo a hombres a Cristo.

Ahora, en estos tres incidentes, y tan sólo puedo extraer algunos retratos para usted. En estos tres
incidentes, varias cosas se vuelven claras. En primer lugar, vemos la apertura de Andrés, él sabía
que debían ir a las ovejas perdidas de la casa de Israel, él sabía que primordialmente era primero el
judío y después al gentil. Sin embargo, él también tuvo el espíritu de nuestro Señor porque el Señor
originalmente había revelado su identidad como el Mesías, a una mujer samaritana. Entonces,
Andrés nunca se vio afectado por un híper-judaísmo, digo, él no tuvo ningún problema en absoluto
con traer algunos gentiles a Jesús. Entonces, percibimos en parte algo de la apertura de su corazón.
Simplemente no había nadie afuera, no había nadie que él pensara que Jesús no quisiera ver.

También vemos su fe. Él tuvo una fe simple, no sé lo que él estaba pensando cuando él trajo esas
cinco galletas y dos pescados, con una multitud tan grande. No sé lo que él estaba tratando de
hacer, corriendo por todos lados para quien quisiera comer. Pero él debió haber tenido una fe
excepcional para creer que el Señor pudiera hacer algo con eso, después de todo, él había visto a
Jesús hacer vino, ¿Por qué no podía él hacer alimento?

Una tercera cosa que vemos no es solo su apertura y su fe, sino que vemos su humildad, digo, él
pasó su vida entera siendo conocido como el hermano de Simón Pedro. Usted lo puede creer, y
ahora, cuando él había encontrado al Mesías, pudo haber habido una tentación para decir,
“Hombre, no le voy a decir a Pedro. Ésta es mi oportunidad para ser alguien.” Pero, no. No, él corre
por encontrar a Pedro, sabiendo que tan pronto como Pedro entre al grupo él va a estar a cargo del
grupo, porque ése es Pedro. Y Andrés va a estar de regreso adónde siempre ha estado como el
hermano de Simón Pedro. Pero él pensaba más en el trabajo que debía hacerse que quién estaba a
cargo. Él pensó más en la causa de la virtud eterna del reino, de lo que él pensó en sus problemas
personales y superficiales, insignificantes.

Lo que es triste es que hay algunas personas que no quieren tocar en el grupo, al menos que
puedan tocar el tambor grande. Jacobo y Juan tuvieron ese problema, ¿no es cierto? Pero no
Andrés. No encuentro a Andrés peleando por aquellos que van a recibir la gloria en el reino. Cómo
puede ver, Andrés es el retrato de todos aquellos que trabajan en silencio en lugares humildes. No
buscando agradar al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo
haciendo la voluntad de Dios desde el corazón. Andrés no es el pilar como Pedro, Jacobo y Juan, él
es una piedra más humilde. Él pudo haber esperado con expectativa el sentimiento de la poeta
Cristina Rossetti quién escribió: “Dame el lugar más bajo, no que me atrevo a pedir ese lugar más
bajo, sino que tú has muerto para que yo pueda vivir y compartir tu gloria a tu lado. Dame el lugar
más bajo, si vivir en el lugar más bajo es demasiado elevado, entonces haz uno más bajo en dónde
yo me pueda sentar y ver a mi Dios y amarlo así.”

Ése es Andrés, digo, después de todo él fue uno de los dos originales llamados. Sin embargo, él no
estuvo en los tres más íntimos, pero no pareció molestarle, él siempre fue el hermano de Pedro. Él
fue una de esas personas raras que está dispuesta a tomar el segundo lugar, una de esas personas
raras que quiere apoyar, una de esas personas raras que no le importa estar escondido, siempre y
cuando el trabajo se haga. Él es el tipo de hombre de quién dependen todos los líderes, él es el tipo
de personas que todo mundo conoce que es la columna vertebral de todo ministerio. La causa de
Cristo depende, amados, de almas que se olvidan de sí mismas, que están satisfechas con ocupar
una pequeña esfera y un lugar oscuro, libre de buscar la ambición personal. Sin embargo, él se va a
sentar en el trono juzgando a las tribus de Israel.

Daniel McLean, un escocés, quién tiene un afecto especial hacia Andrés, quién se ha convertido en
el santo principal de Escocia, escribe acerca de su amado apóstol, estas palabras: “Congregando
los rastros de virtud encontrados en las Escrituras, que vemos de Andrés, no encontramos ni al
escritor de una epístola, ni al fundador de una iglesia, ni a una persona primordial, un líder primordial
en la época apostólica, sino simplemente un discípulo íntimo de Jesucristo, siempre ansioso porque
otros conocieran la fuente de gozo espiritual y compartieran la bendición que él valoraba tanto. Un
hombre con dotes muy moderados, que rara vez redimió su promesa inicial, con una mente simple y
con empatía, sin poder dramático ni un espíritu heroico. Sin embargo, él tuvo esa confianza que se
aferra a Cristo, que lo llevó a ese círculo íntimo de los doce. Un hombre con un sentimiento religioso
profundo, con poco poder de expresión. Él era más magnético de lo que él era eléctrico. Mejor
preparado para las caminatas calladas de la vida, que los desfiles majestuosos. Sí, Andrés es el
apóstol de la vida privada.”

Dios usa gente así, y solo Dios puede calcular su valor porque algunas veces se necesita a un
Andrés para alcanzar un Pedro. Hay un predicador metodista de hace mucho tiempo atrás, y
encontré su biografía un libro muy oscuro, y nadie jamás ha oído de él, su nombre era Thomas
Mitchell. Usted nunca ha oído de él, yo nunca había oído de él, pero él era un Andrés. Y el murió, y
en la conferencia de ministros que ministraron con él, escribió su dedicatoria. Y esto es lo que
dijeron: “Thomas Mitchell, un soldado mayor de Jesucristo. Un hombre de capacidades no fuerte
como predicador, quién disfrutó únicamente de una preparación defectuosa.” ¿Qué tal eso como un
reconocimiento final? Capacidades débiles y una preparación limitada, o defectuosa.

Sin embargo, un amigo escribió esto: “Su obra amorosa y apasionada hizo que llevara muchas
personas a Cristo”. Un hombre de capacidades limitadas y una educación, una preparación
defectuosa, limitada. Sin embargo, él fue el medio en las manos de Dios para traer a Cristo a uno de
los predicadores más grandes llamado Tomás Oliver, el escritor del gran himno, “El Dios de
Abraham sea alabado”. Un hombre de capacidades limitadas, ése es el registro oficial, sin embargo,
una de las almas más fuertes y más fieles que jamás vivió.

Fue él quien fue a la pequeña aldea de Wrangle en Lincolnshire, y se levantaba a las cinco de la
mañana por la mañana, para predicar el evangelio en público. Y era tan encendida su predicación
que él fue arrestado, y en medio de su arresto una multitud lo atacó. Él fue llevado al lugar público, y
la autoridad de la aldea fue consultada para saber qué hacer con él. Dijeron, no lo suelten.
Entonces, decidieron meterlo a un charco. Lo llevaron a un charco que estaba lleno de suciedad y lo
aventaron ahí. Él trató de salirse y siete veces lo arrojaron de regreso ahí. Después, él fue llevado
de regreso al lugar público. Mientras tanto, había sido pintado de la cabeza a los pies con pintura
blanca. Después, sin saber qué hacer con él decidieron ahogarlo. Lo arrastraron y lo metieron en un
pequeño lago que estaba fuera de la aldea, el cual por lo menos tenía unos tres metros de
profundidad.

Y lo llevaron en sus brazos y lo aventaron al agua. Se hundió al fondo, y cuando él salió a la


superficie un hombre en la multitud con un palo largo y un garfio al final jugó con él como si fuera un
pez. Lo sacaron más muerto que vivo, y él fue llevado a una pequeña casa en la aldea en dónde él
fue cuidado por una mujer piadosa. Pero cuando la multitud descubrió que se estaba recuperando,
lo buscaron y fueron a la casa junto a su cama, y dijeron que lo iban a desmembrar hasta que él
prometiera nunca volver a predicar. A lo cual él dijo, no puedo prometer algo así. Y de alguna u otra
manera él se salió del lugar, y él escribió el registro de todo el incidente. Él escribió: “A lo largo de
todo esto, Dios me mantuvo en paz perfecta, y pude orar por mis enemigos.” No se oye como un
hombre de capacidades limitadas, para mí. Nadie sabe de él, nadie jamás oyó de él. El ministro en
la oscuridad. Él fue un hombre fiel. Dios necesita a Tomás Mitchells, Dios necesita hombres como
Andrés, personas quienes traen a otros a Jesús en la oscuridad, en silencio.

Hay un tercer nombre en el primer grupo, Jacobo, el hijo de Zebedeo. En dos listas de las cuatro
listas de los doce, él está junto a Pedro. Sin embargo, conocemos muy poco de él, de hecho,
escuche esto, él nunca aparece vivo en los evangelios, fuera de Juan su hermano, en ningún
incidente. Son inseparables en los evangelios. Ahora, yo creo que es importante señalar que él
siempre es mencionado antes de Juan. Y probablemente no solo indica que él era el mayor, sino
que él era el líder de éste dúo más bien dinámico. Él es la fortaleza, él es el celo, él es la pasión.

Ahora, estos hermanos, Jacobo y Juan también fueron pescadores, y su padre fue Zebedeo. Y
Zebedeo era un hombre que tenía bastantes recursos, porque él empleó a siervos contratados en
su negocio. Entonces, ellos tenían un negocio de pesca bastante bueno, ahí en la costa norte del
Mar de Galilea. Y Jacobo encaja en éste primer grupo, porque él estuvo en el primer grupo de
llamados. Juan y Andrés fueron los primeros dos, y ciertamente Jacobo también habría estado tan
cercano a Juan que él llegó hasta ese nivel de intimidad.

Ahora, conforme usted ve la Biblia en términos de incidentes, Jacobo aparece más como una silueta
que una fotografía. Y entonces, usted en cierta manera tiene que buscar la imagen sin la totalidad
de lo que pudo haber sucedido. Pero creo que la mejor manera de ver a Jacobo, es considerar
como lo nombró a él y a su hermano Juan. En Marcos 3:17, Jesús les dio un nombre, Él los llamó
Boanerges, lo cual significa “hijos del trueno” “hijos del trueno”. Si Jacobo es el líder, y eso es
indicado por el hecho de que él aparece primero, entonces él fue un hijo del trueno.

Ahora, él debió haber sido un hombre apasionado, celoso, ambicioso, con mucha iniciativa. Para
darle una razón clásica del porqué, en Hechos, Herodes decidió atacar a la iglesia y el primer
hombre a quien persiguió fue a Jacobo, y le cortó la cabeza. Y después tomaron a Pedro, y lo
metieron a la cárcel, lo cual indica que Pedro no era un problema tan serio como Jacobo. Digo,
cuando usted captura a Jacobo y a Pedro, y mata a Jacobo, y deja vivir a Pedro, eso dice algo
acerca del tipo de hombre que Jacobo debe haber sido, un hombre fuerte, hombre celoso. Quizás él
fue la contraparte del Nuevo Testamento de Jehú, quién dijo, venid y ved mi celo por el Señor y
después mató a la casa de Acab, y sacó a los adoradores de Baal de la tierra.

Éste hombre consiguió enemigos rápidamente. 14 años, él estaba muerto, digo, él fue el primer
discípulo que fue martirizado. Se deshicieron de él rápidamente, él fue un problema real, un
individuo lleno de relámpago. Él debió haber tenido su celo alimentado diariamente, por el que dijo,
“el celo de tu casa me consume”, digo, simplemente lo puedo ver cuando el Señor saca un látigo,
usted sabe, “hazlo Señor, hazlo”. Usted sabe, fuerte. Simplemente celoso, usted sabe.

El celo es una gran virtud. Usted ama a alguien quién es agresivo, y quien quiere que se hagan las
cosas, pero con frecuencia junto con el celo viene una falta de sabiduría. Y algunas veces usted
está ahí disparando, y ni siquiera ha pensado en lo que está haciendo. Dice usted, ¿acaso Dios
puede usar a alguien así? Bueno, sí. Así fue, de hecho. Varios incidentes sobresalen y le voy a
mostrar en dónde Jacobo es mencionado y cómo él actúa. Lucas 9, Lucas 9, versículo 51. “Sucedió
cuando el tiempo había llegado, que Jesús fuera recibido arriba” es tiempo para moverse hacia la
semana de la pasión, “Él puso su rostro para ir a Jerusalén. Y envió a mensajeros antes de él.” Los
mensajeros están saliendo y van a Samaria para preparar el camino, y entraron a una aldea de
Samaria para preparar todo para él.”

Querían que los samaritanos oyeran el mensaje, Cristo iba a venir, el Mesías iba a venir, y no lo
recibieron porque su rostro era como si fuera ir a Jerusalén. Escuche, los samaritanos simplemente
odiaban a los judíos, y a Jerusalén. Ellos tenían su propio lugar de adoración, el Monte Gerizim.
Probablemente expulsaron a estos mensajeros, con maldiciones y piedras, probablemente les
arrojaron piedras. Y entonces los mensajeros regresaron y dijeron, “No te van a recibir, en tal y tal
aldea.”

Y después en el versículo 54 conocemos a los hijos del Trueno, y cuando sus discípulos Jacobo y
Juan vieron eso, dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos fuego para que descienda del cielo y los
consuma, así como Elías lo hizo?” Señor, simplemente consumámoslo. Gran corazón misionero.
Simplemente reúne a todos los incrédulos, y consúmelos Señor, así como Elías lo hizo. Cómo
puede ver usted puede identificar quienes fueron los héroes de Jacobo. Y entonces, Jesús se volteó
y los reprendió y les dijo: “No sabéis que espíritu tenéis. Éste no es el espíritu para ahora. El espíritu
de Elías no se aplica ahora. Éste no es un tiempo para el juicio en contra de una nación impía,
hereje. Éste es un tiempo para la proclamación del Nuevo Pacto.”

Están fuera de frecuencia. Digo, su naturaleza básica está manifestándose. ¡Quémalos! Esa no es
la idea, porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las vidas de los hombres, sino para
salvarlas. Entonces, simplemente se van a otra aldea. Jesús los reprendió fuertemente. Mostraron
odio, intolerancia. Jacobo tenía tanto celo y tan poca sensibilidad, digo, ¿qué tipo de evangelista
habría sido él? Sin embargo, tengo que admitir que hay un toque de nobleza en eso, me da gusto
que se enojó cuando el Señor fue deshonrado. No me gustaría haberlo visto sin que hubiera
reaccionado en absoluto. Él fue celoso, él era explosivo, él era apasionado. Digo, él no nada más se
sentó y vio que pasaran las cosas.

Vea otro incidente en Mateo 20. Con mucha frecuencia la gente celosa también es gente ambiciosa.
Están muy concentrados en las metas, en las tareas. Entonces, éste es el incidente que vimos en
referencia a los discípulos en general, un par de semanas atrás, pero simplemente un recordatorio.
“Después, vinieron a él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos.” Van ahí siendo jalados por
la falda de su mamá, y querían algo y dijeron, entonces le dice al Señor, “concede que estos mis
dos hijos se sienten el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda en tu reino.” ¿Podrías poner a mis
dos niños en el trono junto a ti? Digo, la implicación es, es obvio para ti que son la cereza del pastel,
¿no es cierto? Una mamá, ¿verdad? Mis hijos están dotados, ¿no es aparente? Digo, lo podemos
ver, Zebedeo y yo. Digo, y son los que tienen el celo.

Dice usted, ¿y que hay acerca de Pedro? Escuche, Pedro tuvo mucho celo, pero él también tuvo
problemas. Digo, él negaría y daría la espalda. Jacobo no pareció haber tenido ese mismo
problema. Pedro, en, falló aquí y allá, pero parece como si Jacobo estaba simplemente
determinado. Él simplemente estuvo muerto en 14 años. Digo, tuvieron que deshacerse de él
rápidamente. Él no hizo concesiones, él no titubeo, y hombre, él podía ver su ambición, y yo voy por
todo, por el reino, y no solo por el reino, sino a la diestra. Y Jesús dijo, “Ni siquiera sabes lo que
estás pidiendo. ¿Puedes beber de la copa que voy a beber?” “Oh, claro que podemos”. Muy bien,
van a beber. Y versículo 24, el nivel de intensidad creció y empezaron a tener un argumento por
quién iba a recibir que, en el reino, y todos comenzaron a discutir, y Jesús entró una pequeña
lección de lo que el liderazgo real es. Pero eran ambiciosos.

Jacobo era ambicioso. Es algo terrible que sean esto, que alimentaran el espíritu de rivalidad,
clamar por honra por parte del Señor. Estos que fueron los perseguidores de los samaritanos, ahora
son cazadores ambiciosos de gloria personal, buscando el favor del Señor como si él fuera algún
tipo de líder autoritario que podía dar sus favores en base a algún tipo de principio de favoritismo.
Estaban menospreciando a Cristo y a su reino. Bueno, Jacobo tuvo celo, él tuvo gran pasión, y él
sabía del interés especial que tenía el Señor en él. Él estaba en el grupo íntimo. Él sintió que tenía
que tener una recompensa por igual por toda su capacidad. Y el Señor le recordó, vas a recibir una
recompensa Jacobo, pero no va a ser lo que tú piensas. Antes de que recibas tu trono, vas a recibir
una copa y vas a beberla a fondo. Y la copa es sufrimiento, porque el camino al trono es siempre el
camino de la cruz.

Y Jacobo, como dije, 14 años después recibió su petición. Él quería una corona, Jesús le dio una
copa. Él quería poder, Jesús le dio servicio. Quería gobernar, Jesús le dio la tumba de un mártir.
Observe un incidente en la Biblia dónde él aparece solo, Hechos 12, “Ahora, en ese entonces,
Herodes el rey estiró su mano para atacar algunos de la iglesia.” Y cuando Herodes quiso cazar a la
iglesia, él fue por el principal “y él mató a Jacobo, el hermano de Juan, con la espada.” Usted va por
esa persona en primer lugar, y metió a Pedro en la cárcel. Y aparentemente él ni siquiera pensó en
Pedro, hasta que se le dijo que agradaría a los judíos si él hiciera eso. Fue Jacobo a quien estaba
buscando. El hijo del Trueno.

Él estaba lleno de celo, él estaba lleno de ambición, él estaba lleno de sentimientos fuertes e
intolerantes, a él no le gustaban las cosas que estuvieran fuera de su propia empatía. Y Cristo tuvo
que domar todo eso, y hacer que todo eso fuera útil, y hacer una columna en la iglesia. ¿Qué tipo de
personas usa Dios? Bueno, Él usa a los grandes líderes como Pedro, Él usa a las personas
calladas, tras bambalinas, a oscuras y fieles como Andrés, y también puede usar a las personas
valientes, ambiciosas, celosas, algunas veces no muy sensibles, egoístas como Jacobo. Porque
Cristo controló su temperamento, él controló su lengua, él dirigió su celo, él le enseñó a no buscar la
venganza y no desear honor para sí mismo. Y finalmente llegó al lugar en el que Jacobo estuvo
dispuesto a morir por Jesús.

Entonces, ambos hermanos bebieron la copa. Para Juan la copa fue una vida larga de rechazo y
una muerte en el exilio. Para Jacobo fue una llama corta, y el martirio. Los romanos tuvieron una
moneda años atrás, y en la moneda había un buey. Y el buey estaba viendo hacia un altar y la
cosecha. Y debajo del buey decía, “Listo para cualquiera de los dos”. Y así es en el servicio para
Cristo. Y así fue para los hijos del Trueno. Está el momento del sacrificio dramático en el altar, ese
fue Jacobo; y está el trabajo largo de arar la tierra en la cosecha, ese fue Juan. Pero ambos
bebieron la copa. Jacobo tuvo que aprender la sensibilidad. Él tuvo que aprender a callar su
ambición, pero lo hizo, y Dios lo usó.

Sabe una cosa, una falta de sensibilidad simplemente puede destruir un ministerio. Hay muchas
personas que tratan de servir a Cristo, que son absolutamente insensibles, desconsideradas de sus
congregaciones, sus familias, de la gente que lo rodea. Un hombre así fue un pastor noruego, su
historia es muy interesante. Él tenía un lema, su lema era todo o nada, todo o nada. Y él iba por
todos lados predicando y gritando relámpagos en contra de todo mundo, él era fuerte, y poderoso, y
estricto, y absolutamente insensible. Digo, decían que su congregación ni siquiera se preocupaba
por él, porque él no se preocupaba por ellos. Él era tan ambicioso, él quería extender el reino, él
quería mantener en alto el estándar de Dios, y él simplemente estaba tan ciego al resto de la gente,
y llegó al punto de su propia familia.

Y él tuvo una pequeña niña, simplemente una pequeña niña que estaba enferma. El doctor le dijo,
“debes sacarla del frío de Noruega, para que pueda ir a un clima más caliente, para que pueda
recuperar su fuerza o va a morir.” A lo cual él respondió, “Todo o nada.” Y se quedó, y ella murió. Y
cuando ella murió, la madre estaba tan molesta, tan despedazada. No encontró amor en su marido,
sino que ella había invertido todo su amor en ésta pequeña vida, que ella se sentaba por horas en
una silla, sosteniendo la ropa de esa pequeña bebé. Alimentando su corazón muerto de hambre, de
esa ropa vacía. Esto no pasó por muchos días hasta que su marido le quitó esa ropa de la mano, y
se las dio a una mujer pobre en la calle. Pero su esposa había guardado su pequeño moño que ella
guardaba como el último vestigio de una memoria. Él encontró eso también, y lo regaló. Y le dio un
discurso de “todo o nada”. En meses, ella murió de tristeza.

¡Qué insensibilidad tan torpe! Ése tipo de actitud, simplemente es trágico. Usted puede ser
desconsiderado hacia la gente que lo rodea de una manera trágica. Pienso en Billy Sunday, el gran
evangelista, todos sus hijos murieron en incredulidad, todos ellos. Totalmente desconsiderado hacia
los que estaban a su alrededor mientras que él estaba ganando al mundo. Hay muchos pastores y
evangelistas y gente cristiana que ni siquiera están escuchando a lo que está pasando en su propia
casa y la gente que los rodea. Están tan orientados hacia la tarea que no ven a la gente. El celo con
insensibilidad es tan cruel. Y Jacobo tenía que ser refinado, digo, tenía que llegar al lugar en el que
él decía simplemente, “quémalos Señor sino cooperan, quémalos”, al lugar en dónde él se
preocupó.

Ahora, si usted me va a preguntar, si usted me va a forzar y me va a colocar en la esquina y me va a


pedir que escoja, voy a tomar a un hombre de entusiasmo ardiente, intolerante, apasionado, con un
potencial para el fracaso, en lugar de un hombre tibio que hace concesiones, frío, acerca de quién
su hermano Juan dijo, “Dios lo va a vomitar de Su boca.” Dame un corazón ardiente, dame un
corazón en llamas porque esas personas van a encender el mundo. Pero dame uno con
sensibilidad. ¿Qué tipo de hombres Dios usa? ¿Qué tipo de mujeres usa Dios? ¿Qué tipo de
personas encajan en el plan? Gente dinámica como Pedro, líderes que pueden hacer que todo
mundo haga algo. Gente humilde como Andrés que simplemente trabajó de manera callada, tras
bambalinas. Y Jacobo, que realmente no necesitan a otras personas, simplemente lo hacen con
celo y pasión.

Dice usted, ¿quieres decir que el Señor puede usar todo ese tipo de personas? Usted no tiene que
nacer con un aro en la cabeza, no tiene que estar en un vitral, puede ser simplemente una persona
común y corriente. Sí, éstas son personas comunes y corrientes, porque él puede transformar todas
esas cosas.

Finalmente, el último individuo. Y no vamos a pasar mucho tiempo con él, vamos a verlo. Él entra a
la historia a lo largo del Nuevo Testamento por el hecho de que él escribió el evangelio de Juan, 1ra,
2da y 3ra de Juan y Apocalipsis. Pero quiero que por lo menos conozca brevemente a Juan, su
hermano, el hermano de Jacobo.
Ahora, quiero apresurarme a añadir que pensamos en Juan y pensamos en un hombre manso hasta
afeminado, con piel pálida, que está ahí con la cabeza sobre el hombro de Jesús, en cierta manera
viéndose, así como con ojos de paloma, viendo al cielo con brazos delgaditos, usted sabe. Y usted
no ha entendido quién es Juan, si eso es lo que usted piensa. Él estuvo en todos esos incidentes
acerca de Jacobo, que le acabo de leer. Y él era uno de los hijos del Trueno. Él fue intolerante, que
dijo, quémalos Señor, fue ambicioso, quiero sentarme a tu mano derecha y a tu izquierda. Él fue
apasionado, él fue explosivo, pero no creo que lo fue tanto como Jacobo. Jacobo parece haber sido
el prominente, y Juan parece haber estado a su lado. Digo, por lo menos Juan duró. Él vivió hasta
casi al año 100, él vivió más que el resto. Él también fue explosivo.

Ahora, es interesante señalar que la única vez en la que él aparece solo por nombre, ¿sabe usted lo
que él está haciendo, en los evangelios? él está enojado con alguien. Es correcto, Juan. ¿Con quién
está enojado? Algún hombre que estaba echando fuera demonios, en Marcos 9. ¿Por qué estaba
enojado? Él le dio a Jesús, él dijo, “hay un hombre echando fuera demonios y él no está en nuestro
grupo. Él no está en nuestro grupo. Le prohibí que hiciera eso. Le dije, escucha: ‘guarda silencio.
Deja de hacerlo. No estás en nuestro grupo.’” Él dividía a la gente en grupos, digo, él era estrecho
de mente.

Hace un par de semanas atrás, una serie se hizo de una escuela en nuestro país, y el título de la
serie fue, “La herejía del MacArthurismo”. Y entonces, oí de esto y le pregunté a alguien, ¿cuál es la
herejía? Dijeron, “bueno, le preguntaron a la fuente que está involucrada y dijeron que no eras un
miembro de su grupo, por lo tanto, debes estar equivocado.” Y ése era el fondo. Bueno. Esa es una
postura extraña. Deben leer Marcos 9, 9:39 y 40 y Juan dice, “Señor les dije que guardara silencio
porque no estaba en nuestro grupo.” Ahora espera un minuto, eso es, eso es estrecho, eso es
intolerancia ridícula. Bueno, ese era Juan. Pero sabe una cosa, eso se volvió una fortaleza en su
vida, porque él también tuvo una capacidad tremenda para amar. Y muéstreme usted un hombre
quien tiene una gran capacidad para amar y ningún sentido de la verdad, sin límites, sin guías, sin
convicciones fuertes y le voy a mostrar a usted un desastre de tolerancia y sentimentalismo.

Entonces, Dios sabía que la fuente más grande de verdad en el Nuevo Testamento, desde el punto
de vista del autor humano, acerca del amor, tenía que ser un hombre que también era fuerte y que
no hacía concesiones, de lo contrario su amor lo habría llevado por el camino del sentimentalismo. Y
si él iba a hablar la verdad en amor, tenía que estar tan comprometido con la verdad como lo estaba
con el amor. Y entonces, usted encuentra dos cosas que sobresalen en la vida de Juan, la palabra
amar, y la palabra testigo. 80 veces él usa la palabra amor, más de 70 veces usa la palabra testigo
de una u otra forma. Él siempre fue un testigo de la verdad, y siempre el maestro del amor.

Y entonces, él es la personificación de hablar la verdad en amor. Es tan bueno que su amor estaba
controlado por su testimonio, por su verdad. Él era alguien que buscaba la verdad, él quería conocer
la verdad, él era alguien que quería descubrirla, él era un visionario. Él fue el primero que reconoció
al Señor junto a Galilea. Él es a quién el Señor reveló el futuro en el Apocalipsis. Él era el visionario,
él que buscaba la verdad, la razón por la que él estaba en el pecho de Jesús no era algún tipo de
sentimentalismo nauseabundo, lo que era, era que su corazón literalmente tenía hambre por la
verdad, cómo también un afecto profundo hacia Cristo. Él quería escuchar cada palabra que saliera
de los labios del Señor, cómo también deleitarse a la luz de su amor.

Entonces, él se volvió alguien que fue amoroso, pero un amor cuyo amor estuvo controlado por la
verdad. Y ese control nació de ese celo tremendo que tenía en su personalidad, esa pasión, esa
fortaleza, esa personalidad de trueno. Y en caso de que usted no piense que es así, usted trate de
leer 1, 2, y 3 de Juan y vea como él denuncia a aquellos que son anticristos, aquellos que quieren
pervertir y torcer a la iglesia, él es firme, él es fuerte. Usted lee en el evangelio de Juan, y ve como
él coloca al pueblo de Dios en contra del pueblo de Satanás, a los redimidos en contra de los
perdidos, como él habla acerca del juicio de los justos y de los injustos. Él hombre sabía en dónde
se trazaban las líneas, y su amor nunca es sentimentalismo. Pero él es caracterizado por el amor.

Usted simplemente no ve mucho acerca de él en los otros evangelios, a menos de que sea con
Jacobo como le mostré, o en la lista del grupo. Pero en dónde él emerge en su propio evangelio, y él
aparece en su propio evangelio varias veces, siempre de la misma manera. ¿Cómo? Escuche, Juan
13:23, “Ahora estaba reposado sobre el pecho de Jesús uno de sus discípulos, el discípulo a quién
Jesús amaba.” A quién Jesús amaba, el discípulo que Jesús amaba, ese es Juan. Él nunca usa su
nombre, él se llama a sí mismo el discípulo a quién Jesús amaba.

Ahora escuche, el hombre tenía un corazón de amor. Y un hombre que tiene un corazón de amor
entiende el amor y tiene una gran capacidad de dar y recibir amor. La gente que puede amar
mucho, y ser amada mucho, es así porque entiende. Y Juan literalmente recibió el amor de Cristo, y
dio el amor de Cristo. Y entonces, se llamó a sí mismo el discípulo a quién Jesús amaba. Esa es la
única cosa que jamás puede ser dicha de él.

Y en el capítulo 19, versículo 26 él aparece de nuevo. “Jesús vio a su mamá y al discípulo junto a
quien amaba”, mismo discípulo a quién Jesús amaba. Capítulo 20, versículo 2, “después corre y
llega Simón Pedro, María Magdalena, y al otro discípulo a quién Jesús amaba”. Capítulo 21,
versículo 7, la misma cosa, “por tanto el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro.” Versículo
20, “Pedro volviéndose ve al discípulo a quien Jesús amaba.” Versículo 24, “este es el discípulo que
da testimonio de éstas cosas, es el discípulo a quién Jesús amaba”, que escribió el evangelio de
Juan, eso es lo que él dice. Él literalmente estaba asombrado porque Jesús lo amaba.

Y no era un sentimentalismo nauseabundo, no era que él decía, oh soy tan maravilloso, el Señor me
ama tanto, simplemente quiero que sepan que soy el discípulo que Él amaba. No, no, no, no. Él era
lo opuesto, “Yo, el que quiso quemar a los samaritanos. Yo, que quería que Jesús me diera el lugar
que ni siquiera merecía. Yo soy a quién él ama.” Es una celebración de gracia. Jesús nunca tuvo
que preguntarle a Juan si lo amaba, pero le tuvo que preguntar a Pedro. Jesús nunca tuvo que
pedirle a Juan que lo siguiera, pero le tuvo que pedir eso a Pedro. Y cuando hablamos de transmitir
el trabajo, le dijo a Pedro alimenta mis ovejas, él le dijo a Juan, cuida a mi madre. Había algo
especial en Juan. La tradición nos dice que Juan nunca dejó la ciudad de Jerusalén hasta que María
la madre de Jesús murió, porque él guardó su voto al Señor.

Entonces, Juan fue un hijo del Trueno, pero él fue un hombre tierno, amoroso, quien jamás haría
concesiones con sus convicciones. Él enseñó del amor. Usted puede resumir la teología de Juan
acerca del amor en 10 afirmaciones. Él enseñó que Dios es un Dios de amor. Él enseñó que Dios
amó a Su Hijo, que Dios amó a los discípulos, que Dios ama a todos los hombres, que Dios es
amado por Cristo, que Cristo amó a los discípulos en general, que Cristo amó a los individuos, que
Cristo esperaba que todos los hombres lo amaran a Él, que Cristo enseñó que debemos amarnos
unos a otros, y que Cristo enfatizó que el amor es el cumplimiento de toda la ley. Y esos temas se
ven a lo largo de sus escritos. Y usted también puede ver la verdad ahí también.

Usted oye la palabra ‘testimonio’ de nuevo, de nuevo, de nuevo y de nuevo, conforme él afirma el
testimonio, el testimonio, el testimonio de la verdad. Él habla del testimonio de Juan el Bautista, el
testimonio de la Escritura, el testimonio del Padre, el testimonio de Cristo, el testimonio de los
milagros, el testimonio del Espíritu Santo, y el testimonio de los apóstoles. Siempre hablando la
verdad, hablando la verdad en amor.

Y entonces, el Señor puede usar ese tipo de hombre, el hombre con un gran amor. Están los
Jacobos, que simplemente viven su vida de manera apasionada, con celo, con fuego, haciendo que
haya chispas por todos lados. Y están los Juanes que pueden controlar la verdad en amor. Y ellos
durarán, y van a traer a la gente a Cristo, y Dios usa a todo tipo de hombres, al hombre que ama de
manera apasionada cuyo amor fue una devoción apasionada por la verdad. Él vivió hasta llegar a
ser un hombre mayor, pero él siempre fue el hijo del Trueno.

Permítame cerrar con esto. ¿Entonces, que tipo de gente usa Él? ¿Qué tipo de personas Él atrae, Él
lleva a la intimidad con Él? ¿aquellos que son santo de vitral? ¿qué tiene que hacer para acercarse
realmente a Jesús? Piense en esto ahora, cuando Dios vino al mundo y caminó en éste mundo,
Dios, el Dios del universo, el Dios viviente, eterno, todo poderoso, santo, cuando él caminó en éste
mundo, Él seleccionó a cuatro personas para que estuvieran cercanas a Él. Cuatro hombres para
que estuvieran cercanos a Él. Cuatro hombres para que fueran sus amigos íntimos. Uno fue un líder
dinámico, fuerte, valiente como Pedro, quién estuvo a cargo, quien tuvo iniciativa, que planeó, que
formuló una estrategia, que confrontó, que mandó a la gente para que fuera tras Cristo, y con
frecuencia fracasó.

Otro fue humilde, gentil, se veía anónimo, Andrés, que no veía a las multitudes, pero veía a los
individuos en las multitudes. Y mientras que él nunca atrajo una multitud, él siguió trayendo gente a
Jesús. Y después él escogió un hombre quién era apasionado, celoso, que no hacía concesiones,
insensible al principio, ambicioso, que podía ver una meta e ir tras ella con todas sus fuerzas y morir
en el proceso, Santiago. Y después estuvo Juan, amoroso, sensible, creyente íntimo, en todo
sentido un buscador de la verdad, que habló la verdad en amor, de tal manera que atrajo personas
a sí mismo. Y los hizo pescadores de hombres, a pesar de lo que eran.

Pedro, finalmente fue crucificado de cabeza por su propia petición, mientras que no titubeó en su fe
en Cristo. Andrés, la tradición nos dice que Andrés tuvo el privilegio de predicar en una provincia, y
la esposa del gobernador recibió a Jesucristo como su salvador, y el gobernador estaba tan molesto
que demandó que su esposa rechazara a Cristo, y cuando ella no quiso, crucificó a Andrés. La
tradición dice que lo crucificó en una equis. Esa es la razón por la que equis es el símbolo de
Andrés, una cruz en forma de equis. Y la historia tradicional nos dice que él estuvo en esa cruz
durante dos días. Y conforme él colgó vivo, durante todos esos dos días, él predicó sin cesar el
evangelio de Cristo en medio de su agonía. Todavía tratando de traer gente a Jesús.

La tradición nos dice que Jacobo, cuando él iba camino a ser decapitado por la espada romana,
junto con él venía un soldado que lo estaba cuidando. Y el soldado estaba tan impresionado con su
valentía y constancia y celo que se arrepintió de su pecado, cayó a los pies del apóstol y pidió si el
apóstol lo perdonaba por la parte que él había tenido en el trato duro que Jacobo recibió. En ese
punto, Jacobo levantó al hombre, lo abrazó, lo besó, y le dijo, “Paz, hijo mío. Paz para ti, y el perdón
de tus faltas.” Y la tradición dice que inmediatamente el oficial, de manera pública confesó que se
había rendido a Cristo, y por lo tanto fue decapitado junto con Jacobo.”

Juan, expulsado a la isla de Patmos después de una vida larga, murió alrededor del 98 DC, durante
el reinado de Trajano, y aquellos que mejor lo conocían dijeron que el eco de una frase constante
que tenía le recordaba a Juan. Y ésta fue la frase: “Hijitos míos, amaos unos a otros”. ¡Qué grupo!
Comunes y corrientes, con todas las luchas, todas las fortalezas, y debilidades de hombres como
nosotros. Sin embargo, en el poder de Cristo fueron transformados. ¿Qué tipo de gente usa Dios?
Todo tipo.

Escuche esto ahora, no es lo que usted es, es lo que está dispuesto a volverse, lo que importa. ¿Lo
ve? Los pescadores de Galilea se convirtieron en pescadores de hombres, a una escala
inmensamente grande, y por la ayuda de Dios, congregaron a muchas almas a la iglesia. En un
sentido, están arrojando sus redes al mar del mundo todavía. Y mediante el testimonio de Jesús
dieron el evangelio y las epístolas, y están trayendo a multitudes para que se vuelvan discípulos de
él, entre aquellos cuyos primeros seguidores tuvieron el privilegio feliz de ser contados. Escuche,
Cristo puede tomar una persona común y corriente y hacerla un apóstol excepcional. ¿Está usted
disponible para eso?

Oremos. Gracias Padre, por un vistazo de éstos queridos hombres, Pedro, Andrés, Jacobo, y Juan.
Cuán especiales. No lo que eran, sino lo que estuvieron dispuestos a volverse. Nos vemos a
nosotros mismos en ellos, y nos da esperanza, que nos puedes hacer lo que quieres que seamos, y
nos uses. Oramos Señor que podamos estar disponibles para ser discipulados, en el nombre de
Cristo, y para Su gloria. Amén.

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