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Reevaluación del peligro sísmico probabilístico en
Chile central
Chile es uno de los países más sísmicos del mundo, luego es imprescindible que toda obra
civil de cierta envergadura (en general, con períodos de vida útil sobre 50 años) contemple
un diseño que considere la sismogénesis de la subducción chilena.
Nuestro país, entre los 18° y 47°S, se encuentra en el contacto de las placas de Nazca y
Sudamericana, subductando la primera bajo la segunda. Bajo este ambiente tectónico,
Chile es afectado principalmente por tres tipos de terremotos o fuentes sismogénicas: de
contacto entre placas o interplaca, intraplaca de profundidad intermedia e intraplaca
superficial.
Cada una de estas fuentes sismogénicas posee características particulares, afectando de
manera diferente a las estructuras, por lo que para su análisis se debe considerar cada una
de ellas en forma independiente. Por otro lado, en las últimas décadas han quedado de
manifiesto las diferencias sismotectónicas de los distintos contactos entre placas,
mostrando las características peculiares que posee la sismicidad chilena.
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Lo que se busca entregar es una primera aproximación en la determinación de las zonas
que potencialmente pudiesen sufrir grandes daños producto de los distintos tipos de
terremotos que afectan la zona central de Chile, por lo que se utiliza la metodología
probabilística.
El peligro sísmico en Chile central debe ser una combinación de la influencia de las fuentes
interplaca, intraplaca de profundidad intermedia y cortical. Ello hace imprescindible una
adecuada caracterización de las fuentes sismogénicas mediante el uso de leyes de
Gutenberg-Richter y de atenuación que representen las características particulares de cada
una de ellas
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FIG. 2. Perfil esquemático con la sismicidad , registrada entre 1973 y 2007 de la zona en la
latitud 33,5°S (considerando 0,5° en dirección norte y sur), cada punto representa un sismo,
independiente de su magnitud o fecha de ocurrencia. El color azulado representa la
posición esquemática de la placa de Nazca y verde, la placa Sudamericana. Las líneas
punteadas indican la posición de las principales fuentes sismogénicas a. interplaca ; b.
intraplaca de profundidad intermedia; c. corticales y d. 'outer-rise‘ (exterior subida)
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• Se estima la velocidad de convergencia entre las placas en 6-7 cm/año, produciendo la
subducción de la placa de Nazca bajo la placa Sudamericana, siendo este proceso el
principal causante de la alta sismicidad observada en casi todo el oeste del continente
Sudamericano.
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c. Sismicidad cortical: es aquella sismicidad que ocurre en el interior de la placa
Sudamericana, principalmente en los sectores precordilleranos y cordilleranos, ubicándose
a una profundidad menor de 30 km.
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Terremotos interplaca.
En la zona central de Chile se tienen registros de grandes terremotos interplaca los años
1575,1647,1730,1822,1906 y 1985, siendo el mayor terremoto el de 1730 con una magnitud de 8¾.
Por otro lado, magnitudes mayores para grandes terremotos interplaca (M>8,0) no necesariamente se
traducen en un aumento en el valor de la aceleración horizontal máxima en un determinado sitio,
debido a que se ha observado que el valor de la aceleración máxima es principalmente controlado por
la distancia y tamaño de la aspereza dominantes y no por la magnitud, aunque su tamaño es
desconocido también.
Estudios detallados de la ruptura sísmica del terremoto de Chile central de 1985 han permitido
confirmar que la energía liberada fue controlada por las asperezas dominantes, situación que también
ha sido observada en otros terremotos interplaca ocurridos en Chile.
Por lo tanto, la potencial ocurrencia de un terremoto de magnitud mayor a 8,5 en la zona central de
Chile, se traduciría en un área de ruptura mayor, o sea, en una mayor cantidad de zonas de liberación
de energía sísmica (asperezas). Sobre la base de estas observaciones se ha limitado la magnitud
máxima de los terremotos interplaca a M=8,5
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Terremotos intraplaca de profundidad intermedia.
Terremotos superficiales.
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Educación y cultura sísmica en Chile: Una tarea pendiente
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Las transformaciones de conciencia deben partir sobre todo en las aulas, donde el
educando esté continuamente en contacto con acabados protocolos de seguridad,
simulacros, y sepa qué hacer ante una emergencia, tal cual como sus pares en Japón,
México o Nueva Zelanda.
El norte de Chile espera hace largo rato un gran terremoto con tsunami incluido, tan
grande como el del 27 de febrero de 2010. Por lo cual, los expertos en desastres señalan
que esta zona es la mejor preparada para enfrentar un gran movimiento sísmico de
estas características en nuestro país. Las autoridades a lo largo de los años han
implementado simulacros y recomendaciones para que la población sepa que hacer
antes, durante y después de un terremoto.
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La falta de educación y cultura sísmica en Chile es evidente no sólo en estos dos
hechos puntuales, sino también cuando ocurren otros sismos de gran magnitud.
La población muchas veces reacciona con histeria, gritos, empujones, desmayos y en
casos más graves, saqueos como fue el caso del pasado terremoto de 2010.
Chile es uno de los países más sísmicos del mundo y lo seguirá siendo por siempre.
Cabe preguntarse entonces, ¿cuántos terremotos más deberán pasar para que
tengamos una real cultura sísmica?
En Japón (otro país tan sísmico como Chile), los niños desde que son pequeños
aprenden los protocolos de actuación en caso de terremoto en sus escuelas. Los
simulacros son muy habituales en estos lugares, pero también en empresas y otros
lugares de trabajo.
Existen centros de entrenamiento que utilizan simulaciones reales y donde acuden
familias enteras. Aquí aprenden qué deben hacer y qué no deben en caso de un
terremoto y un tsunami. Los japoneses dedican importante tiempo en sus vidas para
saber cómo sobrevivir a la fuerza de la naturaleza porque saben que, tarde o temprano,
van a vivir “sí o sí” este tipo de catástrofes y que por esto hay que estar siempre
preparado. Y no sólo los japoneses: si eres extranjero y llegas a vivir o a estudiar a
Japón, las autoridades entregan un manual de prevención escrito en 5 idiomas.
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Cursos preventivos se dictan en los lugares de trabajo y todas las familias japonesas
siempre tienen en sus casas un “kit de emergencia” con una linterna, alimentos no
perecibles y todo lo que se pueda llegar a necesitar. Este ‘kit’ posee también pastillas
para purificar el agua, fósforos, sopas instantáneas, un botiquín de primeros auxilios,
una serie de herramientas esenciales para hacer frente a una catástrofe natural y una
radio-linterna, cuyas pilas se recargan haciendo girar una manivela, y que tiene
programada el canal de emergencias de la emisora pública japonesa, la NHK. Este kit
fue implementado por las autoridades luego del terremoto de Kobe en 1995 y se vende
en muchos supermercados. No es algo fuera de lo habitual, es lo común.
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El gobierno japonés además invierte en un moderno sistema de alerta. Cuando se
produce un sismo, la Agencia Meteorológica Japonesa difunde mediante la televisión
pública NHK y otras televisoras japonesas junto con las radios y mensajes de textos por
celulares, que en cierta cantidad de segundos vendrá un sismo para luego difundir su
magnitud y el lugar del epicentro. El país cuenta también con un Sistema de Alarma de
Tsunamis desde 1952, uno de los más avanzados del mundo. El sistema emite una señal
de advertencia mediante altavoces y sirenas en menos de 3 minutos desde que se
produce el terremoto en todas las ciudades costeras de Japón (y todos funcionan). La
ingeniería japonesa también construye edificios de gran calidad. El pasado 11 de marzo
de 2011, para el “gran terremoto y tsunami de Tohoku”, ningún edificio se cayó ni en
Tokio ni en Sendai, donde en esta última ciudad la percepción del terremoto fue de
grado X en la escala de Mercalli.
Otros países menos sísmicos como México o Nueva Zelanda, presentan grandes rasgos
de cultura sísmica: calma y orden, se siguen al detalle las instrucciones y protocolos de
seguridad de las autoridades, y la población conoce al detalle estos protocolos y confía
en la información entregada por sus autoridades, ya que sus autoridades conocen de
primera fuente que sucede y que puede suceder. Los simulacros preventivos son
comunes en aulas y lugares de trabajo.
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Lamentablemente, en nuestro país la falta de educación y cultura sísmica se ve
reflejada primeramente a nivel gubernamental, donde no existen aparatos
tecnológicos suficientes para prevenir situaciones y no existe una red sismológica
completa para realizar investigaciones acabadas sobre estos fenómenos naturales. La
población tampoco tiene la costumbre de prevenir situaciones ni tener kits de
emergencias y tampoco se informa de lo que se debe hacer en caso de terremoto o
tsunamis. Muchos muebles en nuestros hogares están mal ubicados, muchos pueden
caer encima nuestro en caso de terremoto. En las escuelas se habla muy poco o casi
nada de movimientos telúricos, en un país con larga actividad sísmica a lo largo de su
historia. No se enseñan acabadamente protocolos de cómo reaccionar ante una
emergencia y faltan contenidos con información técnica acabada de cómo se producen
estos fenómenos. En las escuelas se implementó la Operación Deyse, la cual nació en
1977 y se aplicó por más de veinte años en todos los colegios como parte de un plan
que implicaba cómo se debía proceder correctamente para reaccionar y evacuar las
salas de clases ante estados de emergencias.
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En un país como Chile se debe instaurar una educación y cultura sísmica para que la
población no reaccione violentamente, saqueando y robando todo lo que incluso no le
sirve en momentos de catástrofe. Además, un país donde parte de su población (y
algunos medios de comunicación) valida a ciertas personas o grupos que señalan
“predecir” sismos y terremotos por las redes sociales, donde se desacredita a los
científicos y a la evidencia científica porque “ellos tienen miedo de que los predictores
les quiten la pega” y donde la población le cree a pies juntillas a estos predictores
porque aciertan a uno o dos sismos, pero no toman en cuenta que fallan los otros 99
predichos, es una clara señal de que hay mucho que hacer en cuanto a cultura y
educación.
Las transformaciones de conciencia deben partir sobre todo en las aulas, donde el
educando esté continuamente en contacto con acabados protocolos de seguridad,
simulacros, y sepa qué hacer ante una emergencia, tal cual como sus pares en Japón,
México o Nueva Zelanda. El gobierno a su vez debe invertir recursos en mejorar las
herramientas tecnológicas disponibles para el estudio y análisis de sismos, procurar que
los organismos de emergencia funcionen adecuadamente, seguir invirtiendo en
sistemas de alertas y educar a la población en general mediante programas de
información, espacios educativos en televisión abierta, simulacros en todo el país y
modificar el curriculum escolar para que, desde niños, podamos entender cómo y
porque se producen estos fenómenos naturales y que hacer en caso de una
emergencia.
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Es casi imposible no sentir miedo o temor frente a un sismo. Las sociedades más
preparadas para este tipo de fenómenos también se asustan ante estos eventos, es
lógico. Pero la diferencia está en la cultura y la educación sísmica de cada país. La
necesidad de crear un país culturalmente sísmico y con conciencia de estos fenómenos
y que sepa reaccionar frente las catástrofes, no sólo es tarea de la educación, sino que
de todos nosotros
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Organizaciones sociales
“Levantemos Chile”
Un Techo Para Chile
Cruz Roja:
Desafío Levantemos Chile:
Apoyo psicológico
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PLAN NACIONAL DE PROTECCIÓN CIVIL
La experiencia de nuestro país frente al tema de los desastres de origen natural o provocados por el
hombre, tanto en su impacto inmediato como en sus repercusiones, es amplia y variada. Desastres
como, por ejemplo: terremotos, sequías, inundaciones, erupciones volcánicas, incendios urbanos y
forestales, accidentes químicos, deslizamientos, aludes, etc., son recurrentes en Chile. El ámbito de
experiencia que se asocia al impacto inmediato, sea en pérdidas humanas como materiales, ha
desarrollado en los chilenos la capacidad de sobreponerse a los innumerables eventos destructivos que
han afectado a la nación durante toda su historia.
El Presente Plan busca precisamente, potenciar las capacidades preventivas, sin descuidar el continuo
perfeccionamiento de las actividades de preparación y atención de emergencias o desastres, pasando a
constituirse en un instrumento indicativo para la gestión descentralizada, de acuerdo a las específicas
realidades de riesgos y de recursos de cada área geográfica del país.
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OBJETIVO GENERAL Y OBJETIVOS ESPECÍFICOS
Objetivo General
1 Disponer de una planificación multisectorial en materia de Protección Civil, de
carácter indicativo, destinada al desarrollo de acciones permanentes para la
prevención y atención de emergencias y/o desastres en el país, a partir de una
visión integral de manejo de riesgos
Objetivos Específicos
1. Disponer de un marco nacional de gestión en protección civil. Establecer el
ámbito general de las coordinaciones entre los distintos sectores y actores.
2. Delimitar las responsabilidades tanto políticas, legales, científicas, técnicas,
como operativas, del Sistema Nacional de Protección Civil, en cada una de las
etapas del ciclo del manejo de riesgos.
3. Establecer el marco de acción global para abordar sistematizadamente las
distintas etapas de ciclo de manejo del riesgo.
4. Normalizar los elementos básicos a considerar en un Plan de Respuesta ante
situaciones de emergencia o desastre.
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El Concepto de Protección Civil
• La protección no sólo debe ser entendida como el socorro a las personas una
vez ocurrida una emergencia o desastre. La misión de la Protección Civil abarca
la Prevención y la Mitigación, para reducir al máximo el impacto de un evento
destructivo.
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Concepto General de la Forma de Actuar
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Concepto General de la Forma de Actuar
Para una eficiente y efectiva gestión en emergencias y desastres, los niveles regional,
provincial y comunal deben trabajar coordinadamente con los organismos de Protección
Civil de su respectiva área jurisdiccional, a través del funcionamiento permanente de
Comités Locales de Protección Civil.
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El Comité de Protección Civil
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El Comité de Protección Civil
El Comité de Protección Civil representa los recursos humanos, técnicos y materiales del
Sistema de Protección Civil para la Prevención, Mitigación, Preparación y cumplimiento de
planes y programas.
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Comité de Operaciones de Emergencia
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Comité de Operaciones de Emergencia
Los elementos de trabajo, útiles de escritorios y demás que sean necesarios para
el funcionamiento de los comités de protección civil y centros de operaciones de
emergencia serán suministrados a nivel nacional por ONEMI y a nivel regional,
provincial y comunal, por la intendencia regional, gobernación provincial y
municipalidad respectiva.
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Presidencia, Coordinación y Funcionalidad
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Alarma
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Comunicación e Información
El plan debe reflejar claramente las relaciones de comunicaciones entre los organismos y
servicios involucrados. Esta cadena de comunicación se inicia con el organismo que recibe
la alarma y comienza a extenderse a los servicios de respuesta primaria. De acuerdo al nivel
de impacto del evento, se involucran escalonadamente otros organismos superiores en
resguardo al derecho a saber de las personas.
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Coordinación
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Evaluación (Primaria)
En esta fase se debe establecer una valoración de las consecuencias producidas por la
emergencia. Constituye una tarea destinada a objetivar las reales dimensiones del
problema.
Para tal efecto, el presente Plan dispone del Sistema de Evaluación de Daños y
Necesidades, Plan Dedo, el que apunta a objetivar respuestas para consultas claves, tales
como ¿Qué pasó? ¿Qué se dañó? ¿Cuántos y quiénes resultaron afectados? El énfasis de la
evaluación debe estar en las personas.
Como primera tarea es necesario clasificar el tipo de emergencia y su manifestación, lo que
determinará las acciones y recursos que se destinen. Luego se determinan los daños, se
constata con efectos sobre las personas (heridos, damnificados, etc.); en la infraestructura
(caída de puentes, edificios, cortes de caminos, etc.) y servicios básicos (suspensión de
energía eléctrica, comunicaciones, agua, etc.); y en el medioambiente (contaminación del
agua, polvo en suspensión, etc.)
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Decisiones
Evaluación (Secundaria)
La evaluación secundaria, tiene por objetivo contar con antecedentes más acabados sobre
las repercusiones del evento destructivo que afectó o aún se encuentra afectando un área
determinada.
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Readecuación (Reformulación de Planes)
Esta fase, a cargo del Comité de Protección Civil, permite un recordatorio de la importancia
de aprovechar la experiencia
La metodología ACCEDER debe ser utilizada por los integrantes del Comité de Protección
Civil para elaborar el Plan de Respuesta, con todos los antecedentes que ésta indica, como
los necesarios a tener en cuenta de acuerdo a cada realidad local.
El Comité debe abocarse al diseño del Plan de Respuesta de acuerdo a esta metodología,
determinando, en primer lugar, las capacidades y competencias de cada organismo.
Resulta pertinente en esta etapa, consultar esta metodología para los diversos tipos de
riesgos, puesto que las distintas variables de emergencia obligan a distintas acciones de
respuesta.
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Se debe tener siempre presente que el núcleo o soporte clave de una respuesta eficaz a
emergencias, es la evaluación oportuna de la misma, para disponer las acciones y recursos
que sean necesarios para el control de la situación.
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PROCEDIMIENTOS NORMALIZADOS DE EMERGENCIA
• 3. El director de protección civil y emergencia coordina la activación del sistema, teniendo presente
que los organismos y/o servicios directamente involucrados en la atención de una emergencia
ejecutarán automáticamente procedimientos de respuesta local, como también, medidas
preventivas.
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PROCEDIMIENTOS NORMALIZADOS DE EMERGENCIA
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PROCEDIMIENTOS NORMALIZADOS DE EMERGENCIA
C. Desactivación y Evaluación
• 3. Finalizado el evento generador que activó el plan de respuesta específico, éste debe
evaluarse a nivel de comité de protección civil y readecuarse, si es el caso, conforme a la
experiencia adquirida, optimizando las medidas de prevención, mitigación y respuesta.
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Informes de Emergencia.
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