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EDITOR ASOCIADO

JUAN GRANICA EL SEMINARIO


TRADUCCION DE
JUAN-LUIS DELMONT-MAURI
Y DIANA SILVIA RABINOVICH
DE JACQUES LACAN
UNICA EDICION
AUTORIZADA LIBRO 3
LA REVISION DE LA TRADUCCION
ES DE DIANA S. RABINOVICH
CON EL ACUERDO DE
JACQUES-ALAIN MILLER LAS PSICOSIS
RESPONSA13LES DE LA EDICION
EN CASTELLANO DE EL SEMINARIO:
JACQUES-ALAIN MILLER Y
1955-1956
DIANA S. RABINOVICH

TEXTO ESTABLECIDO POR


JACQUES-ALAIN MILLER

EDICIONES PAIDOS
Diseño de la Colección
Rolando & Memelsdorff
BUENOS AIRES - B ARCELONA
MEXICO
INDICE
Título del original francés
Le Sémínaíre de Jacques Lacan. Lívre III
Les Psychoses, 1955-1956

Publicado en francés por Éditions du Seuil, París, 1981

© Éditions du Seuil. París, 1981

150.195 Lacan, Jacques


LAG El seminario de Jacques Lacan : libro 3 : las
psicosis.- 1' ed. 17 ª reimp.- Buenos Aires : Paidós,
2009.
464 p. ; 22x16 cm.• (El seminario de Jacques
Lacan)
Traducción de: Juan Luis Delmont-Mauri y Diana
Silvia Rabinovich INTRODUCCION A LA CUESTION DE LAS PSICOSIS
ISBN 978-950-12-3973-7
l. Titulo 1. Psicoanálisis I Introducción a la cuestión de las psicosis 11
11 La significación del delirio 29
III El Otro y la psicosis 47
1 ª edici6n. 1984 IV « Vengo del fiambrera» 69
17ª reimpresión. 2009

Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita
de los titulares del cop_yrighl. bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducci6n parcial� total
de esta obra por cualquier medio o procedimiento. incluidos la reprografía y el tratamiento infotmáttco.
TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO
© 1984 de todas las ediciones en castellano,
Editorial Paidós SAICF, V De un Dios que engaña y de uno que no
Defensa 599, Buenos Aires engana 89
e-mail: difusion@areapaidos.com.ar
www.paidosargentina.com.ar VI El fenómeno psicótico y su mecamsmo 107
VII La disolución imaginaria 129
Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina VIII La frase simbólica 149
IX Del sin-sentido y de la estructura de Dios 169
Impreso en Gráfica MPS,
Santiago del Estero 338, Lanús, en junio de 2009
X Del significante en lo real, y del milagro del
Tirada: 2000 ejemplares alarido 187
XI Del rechazo de un significante primordial 207
ISBN: 978-950-12-3973-7

7
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO

XII La pregunta histérica 229


XIII La pregunta histérica (II): «¿Qué es una
mujer?» 247
XIV El significante, en cuanto tal, no significa
nada 261
XV Acerca de los significantes primordiales y de
la falta de uno 279 INTRODUCCION A LA CUESTION
DE LAS PSICOSIS
XVI Secretarios del alienado 295
XVII Metáfora y metonimia (I): «Su gavilla no era
ni avara ni odiosa» 307
XVIII Metáfora y metonimia (II): Articulación sig-
nificante y transferencia de significado 319
XIX Conferencia: Freud en el siglo 333

LOS ENTORNOS DEL AGUJERO

XX El llamado, la alusión 355


XXIEl eunto de almohadillado 369
XXII«Tú eres el 9.ue me seguirás,> 387
XXIIILa carretera principal y el significante «ser
eadre» 407
XXIV «Tú eres» 421
XXV El falo y el meteoro 441

8
XII

LA PREGUNTA HISTERICA

El mundo preverbal.
Preconsciente e inconsciente.
Signo, huella, significante.
Una histeria traumática.

Llegamos a un punto en que el análisis del texto schrebe­


riano nos condujo a enfatizar la importancia de los fenómenos
de lenguaje en la economía de la psicosis. En este sentido
podemos hablar de estructuras freudianas de la psicosis.

¿Qué función tienen esos fenómenos de lenguaje en las


psicosis?
Sería sorprendente que el psicoanálisis no aporte un nue­
vo modo de tratar la economía del lenguaje en las psicosis,
modo que en todo difiere del abordaje tradicional, cuya refe­
rencia eran las teorías psicológicas clásicas. Nuestra referencia
es otra: es nuestro esquema de la comunicación analítica.
Entre S y A, la palabra fundamental que el análisis debe
revelar, tenemos la derivación del circuito imaginario, circuito
que resiste a su paso. Los polos imaginarios del sujeto, a y
a', recubren la relación llamada especular, la del estadio del
espejo. El sujeto en la corporeidad y la multiplicidad de su

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DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO LA PREGUNTA HISTERICA

organismo, en su fragmentación natural, que está en a', toma Pues bien, analizando la estructura del delirio de Schreber
como referencia esa unidad imaginaria que es el yo, a, donde en el momento en que se estabilizó en un sistema que vincula
se conoce y se desconoce, y que es aquello de lo que habla; el yo del sujeto a ese otro imaginario, ese extraño Dios que
a quién no sabe, puesto que tampoco sabe quién habla en él. nada comprende, que no responde, que engaña al sujeto,
Esquemáticamente, lo decía yo en los tiempos arcaicos de supimos reconocer que hay, en la psicosis, exclusión del Otro
estos seminarios, el sujeto comienza hablando de él, no les donde el ser se realiza en la palabra que confiesa.
habla a ustedes; luego les habla a ustedes, mas no habla de Los fenómenos en juego en la alucinación verbal, mani­
él; cuando les haya hablado de él -que habrá cambiado fiestan en su estructura misma la relación de eco interior en
sensiblemente en el intervalo-- a ustedes, habremos llegado que está el sujeto respecto a su propio discurso. Llegan a
al final del análisis. volverse más y más insensatos, como se expresa Schreber,
Si queremos colocar al analista en este esquema de la vaciados de sentido, puramente verbales, machacaduras, estri­
palabra del sujeto, puede decirse que está en algún lado en billos sin objeto. ¿ Qué es pues esta relación especial con la
A. Al menos, allí debe estar. Si entra en el emparejamiento palabra? ¿ Qué falta para que el sujeto llegue a verse obligado
de la resistencia, lo que precisamente le enseño a no hacer, a construir todo ese mundo imaginario? ¿Para que padezca
habla entonces desde a', y se verá en el sujeto. Si no está en su interior este automatismo de la función del discurso?
analizado, lo que cada tanto acontece, esto se produce con El discurso no sólo lo invade y lo parasita sino que él está
toda naturalidad, y aun diría que, desde cierto ángulo, el suspendido de su presencia.
analista nunca es completamente analista, por la sencilla razón Que el sujeto en la psicosis sólo pueda reconstituirse en
de que es hombre y que participa él también en los mecanis­ lo que denominaré la alusión imaginaria, se los mostré in
mos imaginarios que obstaculizan el paso de la palabra. Se vivo en una presentación de enfermos. A ese punto preciso
trata para él de no identificarse al sujeto, de estar muerto lo llegamos. El problema que debemos indagar es la constitución
suficiente· como para no ser presa de la relación imaginaria, del sujeto en la alusión imaginaria.
en cuyo seno siempre se ve solicitado a intervenir, y permitir Hasta el presente, los psicoanalistas se han contentado
la progresiva migración de la imagen del sujeto hacia S, la con ella. La alusión imaginaria parecía muy significativa. Vol­
cosa que revelar, la cosa que no tiene nombre, que no puede vían a encontrar en ella todo el material, todos los elementos ·
encontrar su nombre a menos que el circuito culmine directa­ del inconsciente. Al parecer, nunca se preguntaron qué signi­
mente de S hacia A. Lo que el sujeto tenía que decir a través ficaba, desde el punto de vista económico, el hecho de que
de su falso discurso encontrará paso con mayor facilidad esta alusión no tuviese en sí misma poder resolutivo alguno.
mientras más la economía de la relación imaginaria haya sido A pesar de todo se percataron de ello, cual si fuese un miste­
menguada progresivamente. rio, esforzándose por borrar con el andar del tiempo las
Voy rápido porque no voy a volver a hacer hoy toda la diferencias radicales de esta estructura respecto a la estructura
teoría del diálogo analítico. Quiero simplemente indicarles de las neurosis.
que la palabra -escúchenla con el acento que implica: palabra En Estrasburgo me hicieron las mismas preguntas que en
clave, solución de un enigma, función problemática- se sitúa Viena. Personas que parecían bastante sensibles a ciertas pers­
en el Otro, por cuyo intermedio toda palabra plena se realiza, pectivas que yo abría terminaban diciéndome -¿ Cómo opera
ese tú eres en que el sujeto se sitúa y se reconoce. usted en las psicosis?- como si, ante un auditorio tan poco

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DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO
LA PREGUNTA HISTERICA
preparado como ése, acentuar el abe de la técnica no fuese ya
trabajo suficiente. duda se entreteje la relación del lenguaje, pero que es infinita­
Respondí: La pregunta es un poco apresurada. Habrá que mente más concreta.
intentar buscar algunos hitos antes de hablar de técnica, inclu­ No critico en lo más mínimo lo que enseña Fran�oise
so de receta psicoterapéutica. Seguían insistiendo -¿De todos Dolto. Ella hace un excelente uso de su técnica y de su
modos, no puede no hacerse nada por ellos?- Pero sí, cierta­ extraordinaria aprehensión de la sensibilidad imagin�ria del
mente. Para hablar de eso esperemos hasta haber precisado sujeto. Habla de todo eso y también enseña a quienes la
algunas cosas. escuchan, a hablar de ello. Pero hacer este comentario no
Para ahora dar otro paso, debemos, como ocurre a menu­ resuelve el asunto.
do, dar un paso atrás, y retomar el carácter fascinante que No me sorprende que aún quede por d��ipar cierto �alen-
presentan los fenómenos de lenguaje en la psicosis, carácter tendido entre las personas que creen seguirme. No piensen
cuya índole puede reforzar lo que acabo de llamar un que expreso así una decepción, hacerlo sería estar en desacuer­
malentendido. do conmigo mismo puesto que les enseño que el malenten­
Según oigo decir, yo sostengo que el sujeto articula ver­ dido es el fundamento mismo del discurso interhumano.
balmente todo lo que tiene que comunicarnos, y así yo nega­ Pero no es ésta la sola razón por la que no me sorprende
ría la existencia, a la cual tienen en mucha estima, de lo que mi discurso suscite cierto margen de malente�dido. Sino
.
preverbal. que además, si se ha de ser cohere�te con las pr?pias nocion�s
Esta posición extrema no deja de provocar en quienes la en la práctica, si todo discurso válido debe ser Juzgado pr�ci­
comparten abjuraciones asaz vivaces, que se manifiestan me­ samente en base a los principios mismos que produce, dir�a
diante dos actitudes: la mano en el corazón por lo que llama­ que, con expresa intención aunque no absolutamente deli­
remos una atestación auténtica mediante un desplazamiento berada, desarrollo de manera tal este discurso que les ofrez­
hacia arriba, y la inclinación de cabeza, la cual se supone co la oportunidad de no comprenderlo cabalmente. E�te
debe pesar en el platillo de la balanza, que según el criterio margen permite que ustedes mismos diga� 9 ue creen sef':1ir­
,
de mi interpelador yo descargo demasiado. me, vale decir que permanecen en una posicion probl�matica,
que siempre deja la puerta abierta a una progresiva rec-
tificación.
En otras palabras, si me las arreglara para ser fácilmente
comprendido, es decir, para qu� tuviese? ca�alment� la cert�­
2 za de que están al tanto, pues bien, segun mis propias prerm­
_
sas en lo tocante al discurso interhumano, el malentendido
sería irremediable. Al contrario, dada la manera en que creo
También me suelen decir: Por suerte usted no está solo en tener que abordar los problemas, tienen siempre abierta la
la Sociedad de psicoanálisis. Existe también una mujer genial, posibilidad de una revisión de lo dicho, sobre todo porque el
Franroise Dolto, quien muestra la función esencial de la ima­ hecho de que no hayan estado al tanto antes es de mi entera
gen del cuerpo, y aclara el modo en que el sujeto se apoya en responsabilidad: pueden cargarlo a mi cuenta.
ella en sus relaciones con el mundo. Nos contenta mucho En base a esto me permito retomar hoy un punto esencial.
volver a encontrar ahí una relación sustancial con la que sin No digo que lo comunicado en la relación analítica pase
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DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO LA PREGUNTA HISTERICA

por el discurso del sujeto. No tengo por qué distinguir en ab­ responden. Es el mundo del niño, donde ustedes se sienten
soluto en el fenómeno mismo de la comunicación analítica, cómodos, sobre todo porque se han familiarizado con sas
el dominio de la comunicación verbal del de la comunicación fantasmas: lo de arriba vale por lo de abajo, el revés por el
preverbal. Es indudable que la comunicación pre o incluso derecho, etcétera. La ley de este mundo es la equivalencia
extra-verbal es permanente en el análisis, pero se trata de ver universal, y por eso mismo no lo sentimos suficientemente
qué constituye el campo propiamente analítico. seguro como para fijar en él las estructuras.
Lo que constituye el campo analítico es idéntico a lo que Este discurso de la significación afectiva alcanza de entra­
constituye el fenómeno analítico, a saber, el síntoma. Y tam­ da las fuentes de la fabulación, mientras que el discurso de la
bién gran número de otros fenómenos llamados normales o reivindicación pasional, por ejemplo, es a su lado pobre y
sub-normales, cuyo sentido no había sido elucidado hasta el chocheante, en él ya está presente el tropiezo de la razón. El
análisis, y que se extienden mucho más allá del discurso y de sostén preverbal de la comunicación imaginaria se expresa,
la palabra, puesto que son cosas que le ocurren al sujeto en con toda naturalidad, en discurso. Nos encontramos aquí en
su vida cotidiana. Vienen luego los lapsus, trastornos de la un ámbito familiar, explorado desde siempre tanto por la
memoria, sueños, sumémosle la agudeza, la cual tiene un va­ deducción empírica como por la deducción categórica a prio­
lor esencial en el descubrimiento freudiano puesto que per­ ri. La fuente y el reservorio de ese preconsciente, de lo que
mite palpar la perfecta coherencia que tenía en la obra de llamamos imaginario, es bastante conocida, ya fue abordada
Freud la relación del fenómeno analítico con el lenguaje. felizmente por la tradición filosófica, y puede decirse que las
Comencemos diciendo qué no es el fenómeno analítico. ideas-esquemas de Kant se sitúan en el umbral de ese dominio
El análisis arrojó grandes luces sobre lo preverbal. En la ... allí al menos es donde encuentran sus credenciales más
doctrina psicoanalítica está vinculado esencialmente al pre­ brillantes.
consciente. Es la suma de impresiones, internas o externas, Evidentemente, la teoría clásica de la imagen y la imagina­
de informaciones que el sujeto recibe del mundo en que vive, ción es de una insuficiencia sorprendente. A fin de cuentas,
de las relaciones naturales que tiene con éste, siempre y este dominio es insondable. Hemos hecho notables progresos
cuando existan en el hombre relaciones que sean cabalmente en su fenomenología, pero estamos lejos de dominarlo. Si el
naturales, pero por más pervertidas que ellas estén, sí exis­ análisis permitió revelar el problema de la imagen en su valor
ten. Todo lo perteneciente al orden preverbal participa así de formativo, que se confunde con el problema de los orígenes,
lo que podemos denominar una Gestalt intramundana. En su incluso de la esencia de la vida, de quienes ciertamente pode­
seno, el sujeto es la muñeca infantil que fue, es objeto excre­ mos esperar progresos es de los biólogos y los etólogos. El
mencial, es cloaca, es ventosa. El análisis nos impulsó a explo­ inventario analítico permite mostrar determinados rasgos eco­
rar ese mundo imaginario, que participa de una especie de nómicos esenciales de la función imaginaria, mas no por ello
poesía bárbara, como nos lo hicieron sentir primero ciertas está agotado el problema.
obras poéticas, y no el análisis. Nunca dije, entonces, que ese mundo preconsciente, siem­
Estamos ahí en el tornasol innumerable de la gran signifi­ pre dispuesto a surgir en la conciencia, a disposición del
cación afectiva. Para expresarlo las palabras acuden en abun­ sujeto -salvo contraorden- tuviese en sí mismo estructura
dancia al sujeto, están a su disposición, tan accesibles y tan de lenguaje. Digo, porque es evidente, que se inscribe en él,
inagotables en·sus combinaciones como la naturaleza a la que que se vuelve a fundir en él. Guarda, empero, sus propias

234 23.S
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO LA PREGUNTA HISTERICA

vías, sus comunicaciones particulares. El análisis no aportó psicología más neo-espiritualista de las facultades del alma, se
su descubrimiento esencial a ese nivel. escuchó nunca nada igual. Nunca nadie pensó hacer de la
Resulta sorprendente ver cómo el énfasis que se da a la voluntad una instancia que se situase en un imperio no con­
relación de objeto en análisis se pone a cuenta de una exclusi­ flictivo. Claramente vemos qué los conduce a ello. Para ellos
va preponderancia del mundo de la relación imaginaria, eli­ el yo es el marco prevalente de los fenómenos, todo pasa
diéndose así, el campo del descubrimiento analítico propia­ por el yo, la regresión del yo es la única vía de acceso al
_ inconsciente. ¿Dónde situar, entonces, el elemento mediador
mente dicho. Puede rastrearse la progresiva dominación de
esta perspectiva leyendo lo que, desde hace algún tiempo, indispensable para concebir la acción del tratamiento analíti­
escribe el susodicho Kris. Enfatiza, en lo tocante a la econo­ co? A no ser en esa especie de yo, verdaderamente ideal, en
mía de los progresos del análisis, lo que llama -ya que leyó el peor sentido de la palabra, que es la esfera no-conflictiva,
a Freud- los procesos mentales preconscientes, y el carácter que se transforma así en el lugar mítico de las entificaciones
fecundo de la regresión del yo, lo que equivale a ubicar por más increíblemente reactivas.
entero en el plano imaginario las vías de acceso al inconscien­ ¿ Qué es el inconsciente en relación al preconsciente tal
te. Si· seguimos a Freud, por el contrario, resulta claro que como acabamos de situarlo?
ningun� exploración del preconsciente, por profunda, por Si digo que todo lo que pertenece a la comunicación
exhaustiva que sea, nos llevará jamás a un fenómeno incons­ analítica tiene estructura de lenguaje, esto no quiere decir
ciente en cuanto tal. La prevalencia desmedida de la psicolo­ que el inconsciente se exprese en el discurso. La Traumdeu­
gía del ego en la nueva escuela americana induce un espejismo tung, la Psicopatología de la vida cotidiana y el Chiste lo
_ transparentan. Es imposible explicar nada en los rodeos de
qu � se aseme1a al de un matemático, que suponemos ideal,
qmen, habiéndose percatado de la existencia de las magnitudes Freud si no es porque el fenómeno analítico en cuanto tal,
neg��ivas, se pusiese a dividir indefinidamente una magnitud cualquiera sea, tiene no que ser un lenguaje en el sentido de
positiva, esperando al cabo superar la línea del cero, y entrar un discurso -nunca dije que era un discurso- sino que
en el dominio soñado. tiene que estar estructurado como un lenguaje. Este es el
Error tanto más grosero, por cuanto no hay cosa sobre la sentido en que podemos decir que es una variedad fenoméni­
que Freud insistiese más que sobre la diferencia radical entre ca, y la más reveladora, de las relaciones del hombre con el
inconsciente y preconsciente. Creen, empero, que por más ámbito del lenguaje. Todo fenómeno analítico, todo fenóme­
_ no que participa del campo analítico, del descubrimiento ana­
que diga que hay barrera, ésta, al igual que cuando en un
granero ponemos una separación, terminará dejando pasar a lítico, de aquello con que tenemos que vérnosla en el síntoma
las ratas. La creencia fundamental que parece regir actualmen­ y en la neurosis, está estructurado como un lenguaje.
te la práctica analítica es que algo comunica a neurosis y Quiere decir que es un fenómeno que siempre presenta la
psicosis, preconsciente e inconsciente. Hay que empujar, roer duplicidad esencial del sígnificante y del significado. Quiere
y se logrará perforar la pared. decir que el significante tiene en él su coherencia y su carácter
Llevados por esta idea, los autores un tanto coherentes propios, que lo distinguen de cualquier otra especie de signo.
realizan agregados teóricos francamente sorprendentes, como Vamos a seguirle la huella en el dominio del preconsciente
la noción de esfera no conflictiva, como suele decirse, noción imaginario.
exhorbitante, no regresiva sino transgresiva. Ni siquiera en la Partamos del signo biológico. Hay en la estructura misma,

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DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO LA PREGUNTA HJSTERICA

juego a través del que


en la morfología de los animales, algo que tiene ese valor entrega do a todas las vicisitude� de un
cautiv ante g racias al cual el que es el recep tor, el que ve el llega rá a si gnifi car cosas
muy diversas.
modo esencial todo
roj? del petirrojo, por ejemplo, y quien está hecho para Este carácter del significante marca de
. . La obra de F_re�d _ con
re cibi rlo , entra en una seri e de comp ortamientos, en un com­ lo que es del orden del inconsciente
ando hasta la mumidad
portami en to de ahí en más unitario que vincula al p ortador su enorme armazón filológico jug
mente impensable si no
de ese signo con q uien lo perc ibe. Esto da una idea precisa misma de los fenómenos, es absoluta
cia del significante en
de lo que puede llamarse la signifi cación natural . Sin in vesti­ se coloca en p rimer plano la dominan
gar más cóm o se elabora esto en el hombre, es claro que los fenóm enos analíticos.
vanzar un poco más.
podemos llegar med ian te una serie de transiciones a una dep u­ Esta recapitulación debe hacernos a
ración, a una neutralización del signo n atural.
Vea1:1os ahor � la huella, �l pa�o sobre la arena, signo que
no engana a Robmson. Aqm el signo se separa de su obj eto. 3
La huella, en lo que tiene de neg ativo, lleva el signo natural a
un límite en que ést e es evanes cente . La distinción entre el
sign? y el objeto es aquí muy clara puesto que la huella es Les hablé del Otro de la palabra, en tanto el sujeto se
pre�is�mente lo que deja el objeto que se fue a otra parte. reconoce en él y en él se
hace reconocer. Ese es en una
nante, y no la perturbación
de
(?b¡ euvamente, no se necesita sujeto alguno que recono zca el neurosis el elemento determi
it . Sab m os
tal o cual relación oral, anal o inclusive g
en al e
signo para que esté, la huella existe aú n cuando no haya
nadie p ara m irarla . demasiado bien lo incómodo
que es el manejo de la relación
su J? erma?en�ia
¿A parti r de qué momento pasamos al orden del signifi­ homosex ual, ya que ponemos en evidencia
cante ? El significan te puede extenderse a muchos el ementos en sujetos cuya diversidad en
el plano de las relaciones mstm­
de una p regunta que se le
�el dominio del sig tivas es muy grande. Se trata
_ no. Sin embargo, el significante es un en el plano del
signo que no remite a un objeto, ni siq uiera en esta do de plantea al sujeto en el plano del significante,
to be or not to be, en el plano de su se
r.
huel la, aunque la huella anuncia de todos modos su carácter
Quiero ilustrár selos mediante u n eje mplo, una vieja obser -
esencial. Es, también, signo de una ausencia . Pero en tanto de e lementos
forma part: d el lenguaje, el significante es un signo que remi­ vación de histe ria traumática, sin huella alguna
, alucinatorios.
te a otro signo , e�ta estructurado co mo tal para sign ifi car la
primer plano
_
ausencia de otro signo, en otras p alabras, para oponerse a él Si la elegí es por que pone en su juego en
ue es dominan te
en un par. ese fantasma de embara zo y procreación q
Les hablé del día y de la noche. El día y la noche no son en la historia del p residente Sc
hreber, ya que su delirio culmi­
nueva humanidad de espíritu
algo que p ueda definirse a p arti r de l a exp eriencia. La ex­ na del siguiente modo : una
p eriencia sólo puede ind icar una serie de modulaciones sc hreberiano deberá ser engendra da por él.
c ólogo de la
de transfor maciones, incluso una pulsac ión, una alternancia d; Esta observación es de J oseph Hasler, un psi
de la guerra del
lu � y oscuridad, con todas sus transiciones. El len gua je co­ escuela de B udapest, fue recogida al final
uarda de tran vías
mien za con la oposi ción : el día y la noche. A partir de l 14-18, y relata la historia de un tipo que es g
momento en que ex iste el dí a como signifi cante, ese día está durante la revolución húngara.

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DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO LA PREGUNTA HISTERICA

ele men­
Tiene treinta y tres años, es protestante húngaro : aust eri ­ sobre el carácter anal, tiene pre sent e la idea de que los
eden jugar un pap l d ecisi v o
tos ec onómicos de l a libido pu
e
dad, solidez, tradición campesina. D ejó su familia al final de
ente que se interes a m ucho por
la ad olescencia para ir a la ciudad. Su vida profesional está en la formación del y o. S e si
marcada por cambios no ··carentes de significación : prim ero el y o del sujeto , por su estilo
de comport�miento , por las
ivos, e� tanto se
es p anadero, luego trabaja en un l aboratorio químico y, por cosas que traducen en él los elementos re?res
mbi_ en en la
_ es guarda de tranvía. Hace sonar el timbre y marca los
fm, i nsc ri b e n n o s ólo en los sínto mas smo ta
boletos, pero estu vo también al volante. estruct ura.
udes del su-
Un día, baja de su vehículo, tropieza, cae al suelo, es I ndica con su ma pertinencia las curiosas actit
brusc�mente se
arra strad o o algo así. Tiene un chichón, le du ele un poco el j eto. D espués de la primera sesión,_ el sujeto
a mirarlo con los OJ OS como
lado izquierdo. L o ll evan al hospital donde no le encuentran sienta en el di ván y se pone
mon_struo inespe ­
nada. L e h acen una sutura en el cuero cabell udo para cerr ar platos, boquiabierto, cual si descub�iese un
s oca siones, el SUJ� to presenta
la herida. Todo transcurre bien. Sale luego de haber sido rado y enigmático. En otra
cia. Una ve z,
examinado de p unta a punt a. Se le h icieron m uchas ra diogra ­ mani festaciones asaz sorprenden tes de transferen
za repenti?�m ente , para caer
fí as, están seguros de que no tiene nada. El mism o colabora en particular, el su¡ eto se en?ere _
id c a i , la na nz c ontra el divan, ofreciendo al
bastante. en sent o ontr r o

Luego, progresivam ente, tiene crisis que se caracterizan analista sus piernas colgantes en
un cuadro cuya significación
por la aparición de un dol or a la altura de la pri mera costilla, general no escapa al analista.
con sus
dolor que se difunde a partir de ese punto y que le crea al Este sujeto está bast ante bien adaptado. Tiene
, algo líder, Y
sujeto un estad o cre cient e de mal estar. Se echa, se ac ues ta camaradas una relación de sindicalista militante
vincula socialm con ellos.
se interesa mu cho en lo que lo
ente
sobre el lad o i zquierd o, tom a una almohada que lo bloquea .
tor señala el
Las cosas persisten y se agravan con el tiempo. Las crisis Go za de un prestigio indudable. Nuestro au
sm o , t o� os sus
si guen durante varios dí as, re aparecen con regularidad. Avan- modo peculiar en que se ejerce su autodidacti
e Hasler mte nta
. zan cada vez más, hasta llegar a producir pé rdidas de conoci­ papeles están bien ordenados. Ven ustedes qu
ter anal, y progresa. Pero la
m iento en el suj eto. encontrar los rasg os de un c arác
ole al suj eto sobre sus tenden­
Lo exam inan nuevamente de punt a a punt a. N o encuen­ interpretación que termina dánd
éste, nada se
tran absolutam ente nada. Se piensa en una histeria tra umática cias h om osexualizante s ni le v a ni le viene a
ba F reud con
y lo envían a nuestro autor , quien lo analiza. mueve. Existe ahí el mismo tope que encontra
El hombre forma parte de la primera generación analítica, el h o mbre de los lob os añ os ant
es , y cuya cla ve completa no
v e los fenómenos con mucha fres cura, los explora de arriba a nos da en su caso, pues su invest
igación tenía entonces otro
aba jo. N o obst ante, esta obs ervación es de 1921, y part icipa objeto.
esencade-
ya de esa especie de si stem ati zación que comienza a afect ar Examine m os esta observac ión más de cerca. El d
aspecto sinto mático , aspec to
correlativam ente, según parece, la obser vación y la práctica, namiento de la neurosis en su
a, s up?ne sin
y que producirá ese viraje del que nacerá el vuelco que enfati­ que h iz o necesaria la intervención del analist _
n la mfa�cia
zará el anál isis de las resistencias. Hasler ya e stá muy impre­ duda un trau ma, el cual debió despertar algo. E
_ Era pequeñito ,
s10 nado por la nueva psicol ogía del ego. En cambio, conoce del sujet o encontramos traumas a montones.
re le pisó el
bi en las cosas más antiguas, los pri meros análisis de Freud co men zab a a arrastrarse p or el suelo, su mad

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DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO LA PREGUNTA HISTERICA

pulgar. Hasler no deja de señalar que en ese momento algo el material del que han sido tomados prestados, éstos cobran
decisivo debió producirse, ya que, según la tradición familiar, valor de formulación, de reformulación, de insistencia inclusi­
después de este incidente empezó a chuparse el dedo. Como ve de esa pregunta.
ven - castración - regresión. Hay otros. Pero hay �n pe­ Esta clave no se basta a sí misma. Se confirma a partir de
queño inconveniente, a medida que se va presentando el ma­ elementos de su vida pasada que conservan para el sujeto
terial se observa que lo decisivo en la descompensación de la todo su relieve. Pudo observar un día, escondido, una mujer
neurosis no fue el accidente, sino los exámenes radiológicos. de la vecindad de sus padres que emitía gemidos sin fin. La
El analista no percibe todo el alcance de lo que nos sorprendió en contorsiones, las piernas levantadas, y supo de
aporta, y si tiene una idea preconcebida, va en sentido contra­ qué se trataba, sobre todo que al no culminar el parto, debió
rio. El sujeto desencadena sus crisis durante los exámenes intervenir el médico, y vio en un corredor llevar al niño en
que lo someten a la acción de misteriosos instrumentos. Y pedazos, que fue todo cuanto se pudo sacar.
estas crisis, su sentido, su modo, su periodicidad, su estilo, Más aún, el carácter feminizado del discurso del sujeto se
se presentan muy evidentemente como vinculadas con el fan­ percibe tan de inmediato que, cuando el analista informa al
tasma de un embarazo. sujeto los primeros elementos, obtiene de él el siguiente co­
La manifestación sintomática del sujeto está dominada mentario: el médico que lo examinó le dijo a su mujer: -No
por elementos relacionales que colorean sus relaciones con llego a darme cuenta de lo que tiene. Me parece que si fuese
los objetos, de modo imaginario. Se puede reconocer en ellas una mujer lo comprendería mejor. Percibió el lado significati­
la relación anal, u homosexual, o esto o lo otro, pero estos vo, pero no percibió -por la sencilla razón de que carecía
elementos mismos están incluidos en la pregunta que hace: del aparato analítico, que sólo puede concebirse en el registro
¿Soy o no capaz de procrear? Esta pregunta se sitúa evidente­ de las estructuraciones de lenguaje--, que todo esto no era
mente a nivel del Otro, en tanto la integración de la sexuali­ sino un material, indudablemente favorable, que utiliza el
dad está ligada al reconocimiento simbólico. sujeto para expresar su pregunta. Podría asimismo usar cual­
Si el reconocimiento de la posición sexual del sujeto no quier otro, para expresar lo que está más allá de toda relación,
está ligada al aparato simbólico, el análisis, el freudismo, actual o inactual, un ¿Quién soy? ¿un hombre o una mujer?
pueden tranquilamente desaparecer, no quieren decir nada. y ¿Soy capaz de engendrar?
El sujeto encuentra su lugar en un aparato simbólico prefor­ Toda la vida del sujeto se reordena en su perspectiva
mado que instaura la ley en la sexualidad. Y esta ley sólo le cuando se tiene esta clave. Se habla, por ejemplo, de sus
permite al sujeto realizar su sexualidad en el plano simbólico. preocupaciones anales. ¿Pero en torno a qué gira su interés
El Edipo quiere decir esto, y si el análisis no lo supiese no por sus excrementos? En torno a saber si puede haber en los
habría descubierto nada. excrementos carozos de frutas capaces todavía de crecer una
Lo que está en juego en nuestro sujeto es la pregunta vez plantados.
¿Qué soy? ¿soy?, es una relación de ser, un significante funda­ El sujeto tiene una gran ambición, dedicarse a la cría de
mental. En la medida en que esta pregunta en tanto simbólica gallinas y muy especialmente al comercio de huevos. Se inte­
fue despertada, y no reactiva�a en tanto imaginaria, se desen­ resa en todo tipo de cuestiones de botánica centradas en
cadenó la descompensación de su neurosis y se organizaron torno a la germinación. Puede incluso decirse que toda una
sus síntomas. Cualesquiera sean sus cualidades, su naturaleza, serie de accidentes que le ocurrieron en su profesión de con-

242 243
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO LA PREGUNTA HISTERICA

ductor de tr anvías están ligados a la fr agmentación del niño que se haya hecho desp ués, las muj eres especial� ente, para
de la que fue testigo. Este no es el origen último de la reestablecer la simetría. Sin embargo, la desventa¡ a en que se
pregunt a del sujeto, pero es particularmente expresivo. encue ntra l a m ujer en cuanto a l acce so a la identid ad de s,u

Terminemos por donde empezamos, el último accidente. propio sexo , en cuanto a su sex�aliz aci? n com� tal,. se c�?­
_
C ae de l tranvía que ·se ha vuel to para él un aparato significati­ vierte en l a histeria en una venta¡a, gracias a s u 1dent1f1c ac10n
vo, cae, se pare a sí mism o. El tema único del fantasma de imaginaria al padre, que le es perfect a���te acc esi? le, debido
embaraz o domin a, pero ¿ en tant o qué? En tant o que signifi­ especialmente a su lug ar e n la compos1c10n del Ed1po . .
cante -el contexto lo muestra- de la preg unt a de su integra­ P ara el hombre, en cambio, el camino será más comp le¡o.
ción a la función viri l, a la función de padre. Puede señ alarse
que se las arregló para casarse con una mujer que ya tenía un
hijo, y con la cual sólo pudo tener relaciones ins uficientes. 14 DE MARZO DE 1956
E l carácter problemático de su identificación simbólica
sostiene t oda comprensión posible de la observación. Todo
lo dicho, todo lo expresado, todo lo gestualizad o, tod o lo
manifest ado, sól o cobra su sentido en función de la respuesta
que ha de formularse sobre es a re lación fund amentalm ente
simbólica : ¿Soy hombre o mujer?
C uando expongo así las cosas, no pueden ustedes dejar
de compararlas con lo que subrayé en el caso de Dora. Dora
culmina en efecto en una pregunta fundament al acerca del
tema de su sexo. No sobre q ué sexo ti ene sino: ¿Qué es ser
una mujer? Los dos sueños de Dora son, al respect o, absolu­
tamente transparentes, no se habla de otr a cosa: ¿Qué es ser
una mujer? y específicamente: ¿Qué es un órgano femenino?
Observen que nos encontr amos aqu í ante algo singular: la
mujer se pregunt a qué es ser una mujer; del mismo modo el
sujeto m asculino se pregunta qué es ser una mujer.
Retom arem os la vez próxima a partir de este punto. Des­
tacaremos la disimetría que Freud siempre subrayó en el
compl ejo de Edipo, que confirma la distinción de lo simbóli­
co y lo imaginario que retomé hoy.
Para la mujer la realización de su sexo no se hace en el
complejo de Edipo en forma simétrica a la del hombre, por
ide ntificación a la m adre, sino al contrario, por identificación
al obje to paterno, lo cual le asigna un rodeo adicional . Fre ud
nunca dio marcha atrás respecto a est a concepción, por más

244 245
XIII

LA PREGUNTA HISTERICA (II): «¿QUE ES UNA


MUJER?»

Dora y el órgano femenino.


La disimetr:ía significante.
Lo simbólico y la procreación.
Freud y el significante.

¿Cuál es el sentido de mi conferencia de anoche sobre la


formación del analista? Que lo esencial consiste en distinguir
cuidadosamente el simbolismo propiamente dicho, o sea el
simbolismo en tanto estructurado en el lenguaje, en el cual
nos entendemos aquí, y el simbolismo natural. Resumí esto
en una fórmula: leer en la borra del café no es leer en los jeroglí­
ficos.
Tal cual era· ese auditorio, había que darle un poco de vi­
da a la diferencia del significante y el significado. Di ejem­
plos, algunos humorísticos, hice el esquema y pasé a las apli­
caciones. Recordé que la práctica fascina la atención de los
analistas sobre las formas imaginarias, tan seductoras, sobre
la significación imaginaria del mundo subjetivo, cuando el
asunto está en saber -esto es lo que interesó a Freud- qué
organiza ese mundo y permite desplazarlo. Indiqué que la di­
námica de los fenómenos del campo analítico está vinculada
a la duplicidad que resulta de la distinción del significante y
del significado.
No por azar fue un junguiano quien allí introdujo el térmi­
no símbolo. En el fondo del mito junguiano existe el símbolo
concebido como una flor que asciende del fondo, un floreci-

247
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO «QUE ES UNA MUJER»

miento de lo que está en el fondo del hombre en tanto ideal del yo. Su función no es de objetividad, sino de ilusión,
típico. El problema es saber si el símbolo es esto, o si en es fundamentalmente narcisista, y el sujeto da acento de reali­
cambio es algo que envuelve y forma lo que mi interlocutor dad a cualquier cosa a partir de ella.
llamaba bellamente la creación. . De esta tópica se desprende cuál es, en las neurosis típicas,
La segunda parte de mi conferencia se refería al resultado el lugar del yo. El yo en su estructuración imaginaria es
del olvido en el análisis de la estructuración significante-signi­ como uno de sus elementos para el sujeto. Así como AristÓ'­
ficado. Allí no tuve más remedio que indicar en qué la teoría teles formulaba que no hay que decir ni el hombre piensa, ni
del ego actualmente promovida en los círculos neoyorquinos el alma piensa, sino el hombre piensa con su alma, diríamos
cambia por completo la perspectiva desde donde deben abor­ que el neurótico hace su pregunta neurótica, su pregunta
darse los fenómenos analíticos y participa de la misma oblite­ secreta y amordazada, con su yo.
ración. En efecto, ésta culmina en la colocación en primer La tópica freudiana del yo muestra cómo una o un histé­
plano de la relación yo a yo. La simple inspección de los rico, cómo un obsesivo, usa de su yo para hacer la pregunta,
artículos de Freud entre 1922 y 1924 muestra que el yo nada es decir, precisamente para no hacerla. La estructura de una
tiene que ver con el uso analítico que de él se hace neurosis es esencialmente una pregunta, y por eso mismo fue
actualmente. para nosotros· durante largo tiempo una pura y simple pre­
gunta. El neurótico está en una posición de simetría, es la
pregunta que nos hacemos, y es justamente porque ella nos
1 involucra tanto como a él, que nos repugna fuertemente for­
mularla con mayor precisión.
Lo ilustra la manera en que desde siempre les hablo de la
Si lo que llaman el reforzamiento del yo existe, no puede histeria, a la que Freud da el esclarecimiento más eminente
ser otra cosa que la acentuación de la relación fantasmá­ en el caso de Dora.
tica siempre correlativa del yo, y más especialmente en el ¿ Quién es Dora? Alguien capturado en un estado sinto­
neurótico de estructura típica. En lo que le concierne, mático muy claro, con la salvedad de que Freud, según su
el reforzamiento del yo va en sentido exactamente opuesto al propia confesión, se equivoca respecto al objeto de deseo de
de la disolución, no sólo de los síntomas -que están, hablan­ Dora, en la medida en que él mismo está demasiado centrado
do estrictamente, en su significancia, pero que pueden dado en la cuestión del objeto, es decir en que no hace interve­
el caso ser movilizados- sino de la estructura misma. nir la intrínseca duplicidad subjetiva implicada. Se pregunta
¿Cuál es el sentido de lo que introdujo Freud con su qué desea Dora, antes de preguntarse quién desea en Dora.
nueva tópica cuando acentuó el carácter imaginario de la Freud termina percatándose de que, en ese ballet de a cuatro
función del yo? Precisamente la estructura de la neurosis. -Dora, su padre, el señor y la señora K.- es la señora K.
Freud coloca al yo en relación con el carácter fantasmáti­ el objeto que verdaramente interesa a Dora, en tanto que ella
co del objeto. Cuando escribe que el yo tiene el privilegio misma está identificada al señor K. La cuestión de saber
del ejercicio de la prueba de la realidad, que es él quien da fe dónde está el yo de Dora está así resuelta: el yo de Dora es
de la realidad para el sujeto, el contexto está fuera de dudas, el señor K. La función que cumple en el esquema del estadio
el yo está ahí como un espejismo, lo que Freud llamó el del espejo la imagen especular, en la que el sujeto ubica su

248 249
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO «QUÉ ES UNA MUJER»

sentido para reconocerse, donde por vez primera sitú a su yo, · A qué se debe esa disimetría? A la relación de amor
ese punto externo de id entificación imaginaria, D ora lo colo
­ pri�aria con la madre, me dirán, pero F reud e sta ba aú n lejos
ca en el señ or K. E n tan to ell a es el señor K. todos s
us de haber llegado a eso en la época en que comenzaba a
síntomas cobran su sentido definitivo. ord enar los hechos que constataba en l a exp
eriencia. Evoca,
La afonía de D ora se produce durante las ausencias del entre ot ros ' el elemen to anatómico, que h
ace que p ara la
. .,,.
señor K., y F reud lo explica de un modo bastante bonito: mujer los dos sexos sean idénticos. ¿Pero es esta sm mas
,,

ella ya no necesita hablar si él no está, sólo queda escr


ibir. la razón d e la disimetría?
Esto de todos modos nos deja algo pensativos. Si ella se calla Los est udios de detalle que F reud hace sob re este tema
así, s e d eb e d e hecho a que el modo de objetivación no
está son muy densos. Nombraré algunos: Consideracione� acerca
puest? en �ingún otro l ado . La afonía aparece porque D ora de la diferencia anatómica entre los sexos, El declinar del
es deJ ada di rec tamente en presencia de la señora K. Tod
o lo complejo de Edipo, La sexualidad fe_n:enin�. ¿Q�é, hacen s� r­
que pudo escuchar acerca de las relaciones de ésta con su gir? Tan solo que la razón de l a d1S1met_na s� situa esencial -
padre gira en torno a la fel latio, y esto es algo infinitamente _
mente a nivel simbólico, que se debe al sigmfica�te. . . ,
más significativo para comprender la intervención de los sín­ H ablando estrictamente no hay, diremos, simbohzacion
tomas orales. del sexo de l a mujer en cuanto tal. En todos los casos, la
La identificación de D ora con el señor K. es lo que simbolización no es la misma, no tiene la misma fuente, el
sostiene esta situación hasta el momento de la descompensa­ mismo modo de acceso que la simbolización del sexo del
ción neurótica. Si se qu eja de esa situación, eso también
hombre. Y esto, porque lo imaginario sólo proporciona una
forma parte de la sit uación, ya qu e se q ueja en tan to id
entifi­ ausencia donde en otro lado hay un símbolo
muy prevalente.
cada al señor K.
Es la prevalencia de la Gestalt fálica l� que, en la realiza­
¿Qué dice D ora mediant e su neurosis? ¿ Q ué dice la histé­ ción del complejo edípico, fuerza a l a ?'1uJ er a
tomar el rodeo
rica -m ujer? S u p regun ta es la siguiente : ¿Qué es
ser una de la identificación al padre, y a seguir por ende durante un
mujer? tiempo los mismos caminos qu � el ��r�-- El_ acc�so _de l a
Por ahí nos adentramos más aún en la dialéctica de lo mujer al complejo edípico, su idenuficacion imagmana, se
ima ginario y lo simbólico en el complejo de Edipo. hace pasando por el padre, exactame?te a� ig�al que el v arón,
En efecto, la aprenhensión freudiana de los fenómenos se debido a la prevalencia de la forma imagma na del falo, pero
caracteriza porqu e muestra siempre los pla nos de estruc mo el elemento
tura en t anto que a su v ez ésta está tomada co
del sínt�ma, a pesar del e?t usiasmo ?e los psicoanalistas por simbólico central del Edipo. , .
l os fenom en os im _ agm
_ a n os removidos en la experiencia Si tanto para la hembra como para el varon el c��pleJ o
_
analítica.
de castración adquiere un valor-pivote en la reahzac10 n del
A propósito del complejo de Edipo, las buenas voluntades Edipo, es muy precisamente en función de� padre_, po �que el
no dejaro n de s ubrayar anal ogías y simetrías en el
camino fal o es un símbolo que no tiene correspondien
te m _ eq��valen­
q ue ti�ne? que seguir el varón y l a hembra, y el propio el sigmficante.
_ te. Lo que está en ju ego es una disimetría en
F reud mdico muc hos rasgos comu nes. Nunca dejó de insistir, Esta disimetría significante determina las vías por donde �asa­
empero, en la disimetría fundamental del Edipo an por el mismo
en ambos rá el complejo de Edipo. Amb as vías llev
sexos. sendero : el sendero de la castración.

250 251
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO �QUE ES UNA MUJER»

La experiencia del Edipo testimonia la predominancia del es indudable. Mi comparación con los fósiles estaba, hasta
significante en las vías de acceso de la realización subjetiva, cierto punto, totalmente indicada. Pero de todos modos care­
ya que la asunción por la niña de su situación no sería en cen de una existencia sustancial en sí.
modo alguno impensable en el plano imaginario. Están allí
presentes todos los elementos para que la niña tenga de la
posición femenina una experiencia que sea directa, y simétrica
de la realización de la posición masculina. No habría obstácu­ 2
lo alguno si esta realización tuviera que cumplirse en el orden
de la experiencia vivida, de la simpatía del ego, de las sensacio­
nes. La experiencia muestra, empero, una diferencia llamativa: Consideremos las paradojas resultantes de determinados
uno de los sexos necesita tomar como base de identificación entrecruzamientos funcionales entre los dos planos de lo sim­
la in_iagen del otro sexo. Que las cosas sean así no puede bólico y lo imaginario.
considerarse como una mera extravagancia de la naturaleza. Parecería, por una parte, que lo simbólico es lo que nos
El hecho sólo puede interpretarse en la perspectiva en que el brinda todo el sistema del mundo. Porque el hombre tiene
ordenamiento simbólico todo lo regula. palabras conoce cosas. El número de cosas que conoce corres­
Donde no hay material simbólico, hay obstáculo, defecto ponde al número de cosas que puede nombrar. No hay dudas
para la realización de la identificación esencial para la realiza­ al respecto. Por otra parte, tampoco hay dudas acerca de que
ción de la sexualidad del sujeto. Este defecto proviene de la relación imaginaria está ligada a la etología, a la psicología
hecho de que, en un punto, lo simbólico carece de material' animal. La relación sexual implica la captura por la imagen
.
pues necesita uno. El sexo femenino tiene un carácter de del otro. En otras palabras, uno de los dominios se presenta
ausencia, de vacío, de agujero, que hace que se presente abierto a la neutralidad del orden del conocimiento humano,
como menos deseable que el sexo masculino en lo que éste el otro parece ser el dominio mismo de la erotización del
_ objeto. Esto es lo que se manifiesta en un primer abordaje.
tiene �e provocador, y que una disimetría esencial aparezca.
_ Ahora bien, la realización de la posición sexual en el ser
Si debiese captarse todo en el orden de una dialéctica de las
pulsiones, no se vería el por qué de semejante rodeo, por humano está vinculada, nos dice Freud -y nos dice la expe­
qué una anomalía semejante sería necesaria. riencia-, a la prueba de la travesía de una relación fundamen­
Este señalamiento dista mucho de ser suficiente en lo talmente simbolizada, la del Edipo, que entraña una posición
tocante a la pregunta en juego, a saber la función del yo en que aliena al sujeto, vale decir que le hace desear el objeto de
los histéricos masculinos y femeninos. La pregunta no está otro, y poseerlo por procuración de otro. Nos encontramos
vinculada simplemente al material, a la tienda de accesorios entonces ahí ante una posición estructurada en la duplicidad
del significante, sino a la relación del sujeto con el significan­ misma del significante y el significado. En tanto la función
te en su conjunto, con aquello a lo cual el significante puede del hombre y la mujer está simbolizada, en tanto es literal­
responder. mente arrancada al dominio de lo imaginario para ser situada
Si ayer hablé de seres de lenguaje, era para impactar a mi en el dominio de lo simbólico, es que se realiza toda posición
auditorio. Los seres de lenguaje no son seres organizados, sexual normal, acabada. La realización genital está sometida,
pero que sean seres, que impriman sus formas en el hombre, como a una exigencia esencial, a la simbolización: que el

253
252
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO «QUÉ ES UNA MUJER»

hombre se virilice, que la m uj er acepte verdad erament e su Indudab lemente, la situación es mucho más complej a en
ica e stá me ­
función femenina. la histeria masculina. E n tanto la realización edíp
pr g histéri ca tien_e
.
I��ers�1? ente, cos_ a no menos paradój ica, la relación de j or estructurada en el homb re, la e u� ta
identificacion a parti r de la cual el obj eto se realiz a como menos posibilidad es d e formularse . P ero si se _f o
rmula .¿ c;1�l
o : el histe n­
obj e�o d e ri valid ad e� tá situada en el ord en ima ginario. El
_ es? Hay aq uí la misma disimetría que en el Edip
.
domin10 del conocimiento está inserto fundamentalmente en co y la histérica se hacen la mis�� pregunt�. La pregunta del
la primitiva dial éctica pa ranoi ca de l a identifi cació n al seme ­ histérico también atañe a la posicion fememna.
j ante. De ahí parte la primera apertura de id entificación al La pregunta del suj eto que evoqué la vez pasada giraba
otro, a saber un obj e to. Un obj eto se aisla , s e neut raliza , y s e en torno al fanta sma de emb arazo. ¿ B asta e sto
para agotar la
erotiz a p articularm ente en cuanto tal. Esto h ace entra r en el pregu nta? Sab emos desde hace m ucho que la fragm�nt��ión
meno h1st enco.
campo del deseo humano infinitam ente más obj etos materia­ anatóm ica, en t anto fanta smática, es un fenó
les que los que entran en la experienci a anim al. Esta anatomía fantasmática tiene un caráct er estructural ; no
•E n · ese entrecruzamiento de lo im aginario y lo si mbólico, se hace una parálisis, ni una anestesia, según las vías y la t�­
yace la fuente de la función esenci al que desempeñ a el yo en pografía de las ramificaciones nerviosas. Nada en la anaton_ua
ucen en los sm­
la e�tructurac ió� de las neu�osis. C
. _ uando Dora se pregunta nerviosa recub re cosa alguna de las que se prod
¿que es una mu¡er? intenta simbolizar el órgano femenino en tomas histéricos. S iempre se trata de una anatomía imaginaria .
cuanto t al . S u ��entific ació? al hombre, portad or del pene, le
_ · Podemos precisar ahora el factor común a la posici ón
es en esta ocas10n un m ed1 0 de aproxim arse a esa definición fem� nina y a la pregunta m asculina en la hi_steria: Factor 9ue
que se le escapa. El pene le si rve literalmente de instrumento se sitú a sin duda a nivel simbólico, pero sm qmzá reducirse
ima ginario p ara apreh ender lo que no logra simb oliz ar. totalmente a é l. S e trata de la pregunta de la procreación. La
H ay muchas más histéricas que histé rico s -es un hecho paternidad al igual que la maternid�d tiene una e_sencia pro­
de experiencia clínica- porque el camino de la realizació n blemática ; son términos que no se sitúan pura y simplemente
simbólica de la muj er es más_ com plicado. Volverse muj er y a niv el de la experiencia.
_
preguntarse que es una muJ er son dos cosas esencialmente Charlaba no hace mucho con uno de mis alumnos sob re
a propós ito de
dif erentes. Diría aú n más, se pregunta porque n o se llega a
_ los prob lema s, f ormulados de sde hace tie°:p�
ap_ortados
serlo y, hasta cierto punto, preguntarse es lo contrario d e la couvade, y él me recordaba los es clarec1m1ento�
llegar a serl_o. �� meta�ísi�a de su posición es el rodeo impues­ últimamente por los etnógrafos. Hechos 1e expenenc1a obte�
a, pues es ah1
t� a l a reahz acion subJ etlva en la muj er. S u posición es esen ­ nido s a part ir de una inv estigación continuad
ci al mente problemática y, hasta ci erto pun to, inasimilable . donde esto se ve claramente, en alguna tribu de América
Pero una ve z comprometida la muj er en la histeria, debemos C entral, permiten en ef ecto zanj ar ciertas cuestiones que se
reco �� cer tambi �n que su p osició n presenta una particular plantean en torno a la significació n del fenómeno. Se observa
e stabilidad, en virtud de su sencillez estructural : cuanto más aho ra un cuestionamiento de la f unción del
padre y su aporte
sencilla es una estructura, menos puntos de ruptura revela. a la creació n del nuevo indiv iduo. L a couva
de se sitúa a nivel
C: uando su pregunt a cobra forma baj o el aspecto de la histe­ de una pregunta que atañe a la procreación masculina.
n a, le es muy fácil a la muj er hacerla por la vía más corta' a En la misma dirección, tal vez no les pare zca for zada la
saber, la identificación al pa dre . elaboración siguiente.

254 255
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO «QUE ES UNA MUJER»

Lo simbólico da una forma en la que se inserta el sujeto desaparecer? El significante es incapaz de darle la respuesta,
a nivel de su ser. El sujeto se reconoce como siendo esto o lo por la sencilla razón de que lo pone precisamente más allá de
otro a partir del significante. La cadena de los significantes la muerte. El significante lo considera como muerto de ante­
tiene un valor explicativo fundamental, y la noción misma de mano, lo inmortaliza por esencia.
causalidad no es otra cosa. Como tal, la pregunta sobre la muerte es otro modo de la
Existe de todos modos una cosa que escapa a la trama creación neurótica de la pregunta, su modo obsesivo. Lo
simbólica, la procreación en su raíz esencial: que un ser indiqué anoche, y hoy lo dejo de lado, porque este año
nazca de otro. La procreación está cubierta, en el orden de examinamos las psicosis y no las neurosis obsesivas. Las con­
lo simbólico, por el orden instaurado de esa sucesión entre sideraciones de estructura que aquí propongo no son más
los seres. Pero nada explica en lo simbólico el hecho de su que preludios al problema planteado por el psicótico. Si me
individuación, el hecho de que un ser sale de un ser. Todo el intereso especialmente por la pregunta planteada en la histe­
simbolismo está allí para afirmar que la criatura no engendra ria, es precisamente porque se trata de saber en qué ella se
a la criatura, que la criatura es impensable sin una fundamen­ diferencia del m'ecanismo de la psicosis, principalmente la del
tal creación. Nada explica en lo simbólico la creación. presidente Schreber, en quien la pregunta de la procreación
Nada explica tampoco que sea necesario que unos seres también se dibuja, y muy especialmente la de la procrea­
mueran para que otros nazcan. Los biólogos dicen que hay ción femenina.
una relación esencial entre la reproducción sexuada y la apari­
ción de la muerte, y si esto es cierto, muestra que ellos
también giran en torno a la misma pregunta. La cuestión de
saber qué liga dos seres en la aparición de la vida sólo se 3
plantea para el sujeto a partir del momento en que está en lo
simbólico, realizado como hombre o como mujer, pero en la
medida en que un accidente le impide acceder a ello. Esto Quisiera terminar indicándoles los textos de Freud que
puede también ocurrir debido a los accidentes biográficos de justifican lo que dije anoche.
cada quien. Mi trabajo es comprender qué hizo Freud. En consecuen­
Estas son las mismas preguntas que Freud plantea en el cia, interpretar incluso lo implícito en Freud, es legítimo ·a
trasfondo de Más allá del principio del placer. Así como la mi modo de ver. Quiero decirles que si les ruego remitirse
vida se reproduce, ella se ve obligada a repetir el mismo a lo que algunos textos han articulado poderosamente, no es
ciclo, para alcanzar el objetivo común de la muerte. Para para retroceder ante mis responsabilidades.
Freud éste es el reflejo de su experiencia. Cada neurosis Vayamos a esos años, alrededor de 1896, en los que el
reproduce un ciclo particular en el orden del significante, propio Freud nos dice que montó su doctrina; necesitó mu­
sobre el fondo de la pregunta que la relación del hombre al cho tiempo para soltar lo que tenía que decir. Freud señala
significante en tanto tal plantea. claramente el tiempo de latencia, que es siempre de tres o
En efecto, hay algo radicalmente inasimilable al significan­ cuatro años, que hubo entre el momento en que compuso
te. La existencia singular del sujeto sencillamente. ¿Por qué sus principales obras y el momento en que las publicó. La
está ahí? ¿De dónde sale? ¿Qué hace ahí? ¿Por qué va a Traumdeutung fue escrita tres o cuatro años antes de su

256 2,1
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO «QUE ES UNA MUJER»

publicación. Ocurre lo mismo con la Psicopatología de la memoria pura, en tanto inscripción, y adquisición por el
vida cotidiana y el caso Dora. sujeto de una nueva posibilidad de reacción, debía permanecer
Comprobamos que la doble estructuración que es la del completamente inmanente al mecanismo, y no hacer interve­
significante y el significado no aparece retroactivamente. A nir captación alguna del sujeto por sí mismo.
partir, por ejemplo, de la carta 46, Freud nos dice que comen­ La etapa Wahrnehmung está ahí para indicar que hay que
zó a ver surgir en su experiencia, y a poder construir las suponer algo simple en el origen de la memoria, concebida
etapas del desarrollo del sujeto, así como a relacionarlas con como formada por una pluralidad de registros. El primer
la existencia del inconsciente y sus mecanismos. Es impactan­ registro de las percepciones, también inaccesible a la concien­
te verlo emplear el término Ubersetzung para designar tal o cia, está ordenado por asociaciones de simultaneidad. Tene­
cual etapa de las experiencias del sujeto en tanto se traduce mos ahí la exigencia original de una instauración primitiva de
o no. Se· traduce, ¿ qué quiere decir esto? Se trata de lo que simultaneidad.
ocurre en niveles definidos por las edades del sujeto: de uno Esto se los mostré el año pasado en nuestros ejerc1c1os
a cuatro años, luego de cuatro a ocho años, luego el período demostrativos a propósito de los símbolos. Recuerden que
prepubertal, y por fin el período de madurez. las cosas se volvían interesantes a partir del momento en
Es interesante destacar el énfasis que Freud da al signifi­ que establecíamos las estructuras de grupos de tres. Colocar
cante. La Bedeutung no puede ser traducida como especifi­ juntos grupos de tres es, en efecto, instaurarlos en la simulta­
cando al significante en relación al significado. De igual mo­ neidad. El nacimiento del significante es la simultaneidad, y
do, en la carta 52, ya destaqué una vez que Freud decía lo también su existencia es una coexistencia sincrónica. De Saus­
siguiente: Trabajo con la suposición de que nuestro mecanismo sure enfatiza este punto.
psíquico nació siguiendo una disposición en capas, mediante La Bewusstsein es del orden de los recuerdos conceptuales.
un ordenamiento en el cual cada tanto, el material que se La noción de relación causal aparece ahí en cuanto tal por vez
tiene a mano sufre una reorganización según nuevas relaciones primera. Es el momento en que el significante, una vez cons­
y un trastocamiento en la inscripción, una reinscripción. tituido, se ordena secundariamente respecto a algo distinto,
Lo esencialmente nuevo en la teoría, es la afirmación de que es la aparición del significado.
que la memoria no es simple, que es plural, múltiple, registra- Sólo después interviene la Vorbewusstsein, tercer modo de
da bajo diversas formas. reordenamiento. A partir de este preconsciente se harán cons­
Les hago notar el parentesco de lo allí dicho con el esque­ cientes las investiciones, de acuerdo a ciertas reglas pr�cisas.
ma que comenté el otro día. Freud subraya que esas diferen­ Esta segunda conciencia del pensamiento está ligada probable­
tes etapas se caracterizan por la pluralidad de las inscripciones mente a la experiencia alucinatoria de las representaciones
mnésicas. verbales, a la emisión de palabras. El ejemplo más radical es
Primero está la Wahrnehmung, la percepción. Es una po­ la alucinación verbal, vinculada al mecanismo paranoico por
sición primera, primordial, que permanece hipotética, puesto el cual hacemos audibles las representaciones de palabras. La
que de algún modo no sale a la luz en el sujeto. Después está aparición de la conciencia está ligada a esto; si no seguiría sin
la Bewusstsein, la conciencia. lazo alguno con la memoria.
Conciencia y memoria en cuanto tales se excluyen. Acer­ En todo lo que sigue, Freud manifiesta que el fenómeno
ca de este punto Freud jamás varió. Siempre le pareció que la de la Verdrangung consiste en la caída de algo que es del
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DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO

orden de la expresión significante, en el momento del pase XIV


de una etapa de desarrollo a otra. El significante registrado
en una de esas etapas no pasa a la siguiente, con el modo EL SIGNIFICANTE, EN CUANTO TAL, NO
de reclasificación retroactiva que necesita toda nueva fase de SIGNIFICA NADA
or�aniza'ción significante-significación en la que entra el
suJeto.
A partir de esto hay que explicar la existencia de lo
reprimido. La noción de inscripción en un significante que
domina el registro, es esencial para la teoría de la memoria,
en tanto ella está en la base de la primera investigación por
Freud del fenómeno del inconsciente.
La noción de estructura.
La subjetividad en lo real.
Cómo situar el comienzo del delirio.
21 DE MARZO DE 1956 Los entre-yo (je).

Ad usum autem orationis, incredibile est, nisi diligenter


attenderis, quanta opera machinata natura sit.
Cuántas maravillas esconde la función del lenguaje si quie­
ren diligentemente prestarle atención: como saben a eso
nos dedicamos aquí. No les extrañará entonces que ponga
como epígrafe esta frase de Cicerón, ya que sobre ese tema
vamos, este trimestre, a retomar el estudio de las estructuras
freudianas de las psicosis.
En efecto, se trata de lo que Freud dejó en lo concernien­
te a las estructuras de las psicosis, y por lo cual las calificamos
de freudianas.

La noción de estructura merece de por sí que le prestemos


atención. Tal como la hacemos jugar eficazmente en análisis,
implica cierto número de coordenadas, y la noción misma de
coordenadas forma parte de ella. La estructura es primero un
grupo de elementos que forman un conjunto ca-variante.

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