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EXPLICACION DE LAS LETANIAS A SAN JOSE

Santa María, ruega por nosotros

Luego de las invocaciones a Dios, abre las letanías esta invocación a la Santísima
Virgen María, Esposa de José de Nazaret.

San José, ruega por nosotros

La primera invocación al santo Patriarca es la de su nombre a secas, al que más


abajo se añadirán otras virtudes que le son propias. Etimológicamente, el nombre
de José (Lc. 1, 27) tiene que ver con la idea de crecimiento, de aumento. La
grandeza de la misión del santo se condice con este nombre.

Ilustre descendiente de David, ruega por nosotros

Esta invocación da cuenta del linaje de San José: Es verdadero y preclaro (en
latín, inclytus) descendiente del rey David (Ibíd. supra), figura de Cristo, el Ungido.
Es la filiación adoptiva de Jesús, la que Lo incorpora legalmente a la estirpe de
David, con lo que se cumplen las profecías acerca del Mesías esperado.

Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros

Litúrgicamente, San José encabeza la lista de los Patriarcas del Antiguo


Testamento. Es el más glorioso de ellos, el único que tuvo en sus brazos a Aquel
a Quien todos prefiguraron.

Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros

El título de "Esposo" de María (Mt. 1, 19), exclusivo de este santo, quiere significar
que su purísima unión con la Madre de Dios, fue verdadero desposorio, según la
ley antigua, y por lo tanto, es padre legal de Jesús. Dicho título es obligatorio en la
mención del santo Patriarca, prescripta ahora para las cuatro Plegarias
Eucarísticas.

Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros

El título de "guardián" casto de la criatura más casta es solamente propio de San


José. Él es no solamente guardián y garante de la perpetua virginidad de su
Esposa, sino de toda la persona de la Madre de Dios.

Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros

Tan cierto es que José fue padre adoptivo (esto es, no carnal) de Jesús, como lo
es que ejerció plenamente la legítima paternidad legal sobre Él. El mismo Señor lo
reconoció como tal, lo amó más que a ninguna otra criatura después de su Madre,
le obedeció y lo respetó hasta el último día de su vida.

Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros

El Evangelio de Mateo, que narra la Huida a Egipto (Mt. 2, 13-15), es el máximo


fundamento para considerar a José por antonomasia como el solícito "Protector" y
el celoso "Defensor" de Cristo. A esto debemos añadir también los desvelos de
José y los cuidados que prodigó a Jesús y a María durante toda la vida.

Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros

Padre y esposo, José se convirtió en "Jefe" de la más santa de las familias.Y en


ella ejerció la plena autoridad como imagen de Dios mismo.

José, justísimo, ruega por nosotros

La serie de superlativos que comienzan a partir de esta invocación, expresan las


principales virtudes de San José. Ante todo, se le llama "justísimo", como
retomando las palabras que le dedican las mismas Sagradas Escrituras ( Mt. 1,
19). En la Biblia, se le llama "justos" a los hombres que viven en plena sintonía
con la Ley de Dios. José es el "justo entre los justos", la imagen más perfecta de
Cristo, el Justo por excelencia.

José castísimo, ruega por nosotros

La liturgia y la piedad gustan llamar a José con el adjetivo calificativo "casto", o


mejor, con el superlativo "castísimo", expresando la común y universal creencia de
la Iglesia: Él es el Esposo virgen de la Madre-Virgen.

José, prudentísimo, ruega por nosotros

El varón prudente es aquel que sabe cuándo y como actuar, cuándo y cómo callar,
siempre de acuerdo con la Palabra de Dios. José es, por tanto, más que prudente,
"prudentísimo". En él, Dios mismo ha confiado, "se ha puesto en sus manos", por
decirlo de alguna manera.

José, fortísimo, ruega por nosotros

San José, revestido de la virtud cardinal de la fortaleza que le venía del mismo
Espíritu Santo, hizo frente a todas las fuerzas del mal que de diferentes maneras,
atentaban contra la integridad de Jesús y de María, sus dos grandes tesoros.
José obedientísimo, ruega por nosotros

Las Sagradas Escrituras no conservan palabras pronunciadas por San José. Él no


habla. Actúa. Cumple absolutamente la Voluntad de Dios, sin dilaciones. El fiat de
José no es la palabra y la acción, como en la Santísima Virgen. Él, permaneciendo
a "la sombra del Padre" (para usar la metáfora del título de una de las más bellas
historias noveladas que leí sobre el santo Carpintero), solamente obedece, "hace
lo que el ángel le ordena", como repiten las Escrituras.

José, fidelísimo, ruega por nosotros

José fue ante todo, fiel a Dios Padre que lo eligió para "hacer sus veces", como
dice el Prefacio propio de la solemnidad de hoy; a Dios Hijo, que quiso
considerarlo su propio padre, y llamarlo con tan dulce nombre; a Dios Espíritu
Santo, a cuyas inspiraciones siempre respondió con docilidad; a María, a la que
consideró su prenda más preciosa, después de Jesús; a la Iglesia, a la que
acompaña a lo largo de los siglos; y a la humanidad toda, a la que socorre como
verdadero padre, humilde icono del Padre Eterno. Esta suma fidelidad se expresa
con el superlativo "fidelísimo".

Espejo de paciencia, ruega por nosotros

Así como la letanía lauretana llama a María con el título de "Espejo de justicia",
estas letanías invocan a San José, como "Espejo de Paciencia", es decir el
modelo de todo aquellos que aceptan plenamente la Voluntad de Dios, con la
certeza de que Él siempre quiere lo mejor para sus hijos.

Amante de la pobreza, ruega por nosotros

José es amante de la pobreza evangélica. Vivió en una actitud de total


desprendimiento, en total abandono a la Providencia de Dios.

Modelo de trabajadores, ruega por nosotros

Como artesano de oficio, José se convierte en modelo y protector de todos los


trabajadores. En el año 1955 el venerable Papa Pío XII instituyó la festividad de
San José Obrero, para cristianizar el Día internacional del Trabajo. Este título de
"Obrero" es el único que en el calendario litúrgico actual se atribuye a un santo, y
que se aparta de aquellos que agrupan a las diferentes categorías de santos
(Ángeles, Patriarcas, Profetas, Apóstoles, Mártires, Doctores, Pastores, Vírgenes,
Religiosos).
Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros

José es protector, honor y galardón en todo hogar. Aquellos que lo entronizan y lo


invocan en familia, se benefician de su poderosa intercesión.

Custodio de Vírgenes, ruega por nosotros

El que fue custodio de la Virgo virginum, lo es de "todas las vírgenes" de las que
aquélla es modelo.

Sostén de las familias, ruega por nosotros

San José, que fue Jefe y baluarte de la Familia de Nazaret y alimentó con su
propio esfuerzo a María y a Jesús, el Pan de Vida, es el bondadoso "sostén" de
todas las familias, el socorro en los momentos de dificultad.

Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros

Si María es "Consuelo de los afligidos", su Esposo lo es de los "desgraciados", de


aquellos que son los más pequeños a los ojos del mundo. ¡Cuántas veces el
Pequeño Jesús en llanto habrá hallado consuelo en los brazos de su padre! De la
misma manera, José consuela a los que han sido redimidos por la Sangre del
Salvador.

Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros

Si María es "Salud de los enfermos", José es aquel que mantiene encendida en


ellos la llama de la esperanza, el que los ilumina para que puedan ver más allá de
la enfermedad, el misterio del dolor que, unido a la Pasión del Señor, purifica a la
humanidad.

Patrón de los moribundos, ruega por nosotros

San José es considerado "patrono de los moribundos" y "de la buena muerte", es


decir de los que se preparan para el viaje hacia la eternidad, y de los que dejan la
vida terrena, pues él fue acompañado y asistido en sus últimos momentos por
Jesús y María, y murió, según se cree, en compañía de Ellos. ¿Puede haber
agonía y muerte más preciosas que éstas?
Terror de los demonios, ruega por nosotros

José es el hombre más semejante a Jesús de cuantos hayan pisado y vayan a


pisar la Tierra. ¿Cómo no iba a ser "terror de los demonios" aquel a quien el
Redentor, Vencedor de Satanás, ha querido llamar "padre", como a su mismo
Padre Eterno? Nunca las fuerzas del mal pudieron contra José, ni siquiera en el
momento de la incertidumbre, porque este varón justo siempre se abandonó
totalmente en manos de Dios.

Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros

En 1870 el beato Papa Pío Nono declaró a San José "Patrono universal de la
Santa Iglesia". En efecto, aquel que había cuidado del Cuerpo Santísimo de
Jesús, que redimiría a todos los hombres, es justo que cuidara también de su
Cuerpo Místico, la Iglesia, Esposa de este Cordero de Dios al que se invoca a
continuación, como tradicional conclusión de toda letanía:

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.

V.- Lo constituyó señor de su casa.


R.- Y jefe de todas sus posesiones.

Oremos

"Oh, Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por
Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos
tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la Tierra.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén".

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