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Introducción
El presente ensayo tiene por objetivo llevar la crítica al construccionismo realizada por
Maurizio Ferraris a la noción de paradigma como construcción de la tradición en Thomas S.
Kuhn. La finalidad de esto consiste en revisar la noción de paradigma desde Ferraris a modo
de pensar en sus posibles implicaciones para la ciencia. Al ir esta crítica dirigida simplemente
a la delimitación del construccionismo lo que nos ofrece en relación con el paradigma
kuhniano es un aporte positivo en tres sentidos. En primer lugar, reestablece el status de la
ciencia por encima de la creencia de que sus conocimientos son sólo el resultado de una lucha
de voluntades de poder. En segundo lugar, nos permite sugerir la existencia de paradigmas
basados en un conocimiento por encima de la construcción conceptual, lo que le devolvería
a la ciencia su carácter de otorgar conocimientos objetivos. Por último, se podrá agregar a la
noción de revolución científica un alto, es decir que, al poder sugerir la existencia de
paradigmas que no sean construcciones conceptuales, se tomarán también como incapaces
de sufrir una guerra interna que pueda destituirlos. Con todo esto no se persigue hablar de
paradigmas correctos e incorrectos, de lo que se trata es de reconocer su sitio entre el
construccionismo y la realidad objetiva y con esto darles el uso que corresponde darles.
A primera vista parece haber una contradicción entre Kuhn y Ferraris. La noción de
paradigma utilizada por aquel reemplaza la idea de realidad objetiva que defiende éste. Para
Kuhn es indiscutible que la realidad-paradigma es producto de los esquemas conceptuales en
los que el científico se ha educado, mientras que para Ferraris se puede hablar de una realidad
independiente a estos esquemas. De acuerdo con este último autor, el construccionismo no
está equivocado del todo, por lo que su crítica va dirigida a señalar sus limitaciones. Además
(esto ya desde un ámbito social, pero con implicaciones al status de la ciencia) la afirmación
de que toda la realidad está construida ha traído como consecuencia para la ciencia su
descrédito, de ahí que haya escuelas enseñando creacionismo a la par de la teoría evolutiva,
pero no sólo esto, sino que se ha vuelto cómplice de la manipulación y por ende del
incumplimiento de la emancipación que prometía la ilustración con la adquisición del
conocimiento científico.
Lo primero que se llevará a cabo en este ensayo será acordar términos entre Ferraris y Kuhn,
a modo de establecer un paralelismo que permita aplicar la crítica de aquel a éste. Lo segundo
será llevar a cabo una exposición de la crítica de Ferraris con la finalidad de ir extrayendo
conclusiones sobre la noción de paradigma en Kuhn. Por último, se pretende mostrar el
“tratado de paz perpetua” que propone Ferraris entre el construccionismo y el nuevo
realismo, lo que en última instancia nos otorgará una última consideración sobre el paradigma
kuhniano.
No hay hechos sólo paradigmas
El primer obstáculo al que nos enfrentamos cuando la crítica del construccionismo realizada
por Ferraris se lleva a la noción de paradigma en Kuhn consiste en la discordancia entre lo
que uno y otro entienden por “interpretación”. Lo que se sugiere aquí es que el paradigma de
Kuhn se puede enmarcar dentro de la noción de interpretación que maneja Ferraris, aunque
aquel no reconozca su noción de paradigma como una interpretación. En otras palabras, la
noción de paradigma en Kuhn es idéntica a la noción de interpretación en Ferraris.
Cuando Kuhn niega la existencia de una realidad a partir de la cual se pueda juzgar como
errónea o equivocada la visión del científico, establece al paradigma como la realidad misma,
lo que bien puede traducirse a “no hay hechos sólo paradigmas”, pues de haberlos podríamos
decir que “Aristóteles y Galileo habrían visto péndulos, aunque divergían en su interpretación
de lo que cada uno había visto” (Kuhn, 2012: 216). He aquí la primera similitud con la noción
de interpretación hermenéutica: los paradigmas, así como la interpretación, son tomados
como la realidad misma.
Esta primera identificación trae consigo una segunda y definitiva, cuando nos preguntamos
de dónde vienen los paradigmas la respuesta que encontramos en Kuhn guarda una similitud
enorme con la respuesta de la hermenéutica a la pregunta de dónde vienen nuestras
interpretaciones. El surgimiento de un paradigma nos dirá Kuhn, se debe a la educación-
formación del científico:
1
(Kuhn, 2012: 228)
Con todo, el mundo al que tiene entonces acceso el estudiante no está fijado de una
vez por todas ni por la naturaleza del medio, por una parte, ni por la naturaleza de la
ciencia, por la otra. Más bien está determinado conjuntamente por el medio y por la
particular tradición de ciencia normal en la que el estudiante ha sido entrenado
[educado]2.
El problema que ve Ferraris en la idea de que toda la realidad (paradigmas) ha sido construida
socialmente consiste en la reducción del conocimiento a una lucha de poderes. Esto
significaría para la ciencia que no hay conocimiento como tal, sino que asistimos al simple y
llano acuerdo entre científicos que desean el mundo se vea justo como ellos quieren verlo.
Así, el status del conocimiento científico cae en una desobjetivización, impidiéndole ser el
punto de apoyo a partir del cual se desarrolle, por ejemplo, la comprensión del ser humano
como el resultado de millones de años de evolución. Lo que en última instancia posibilita
discursos creacionistas que determinan al ser humano. La ciencia necesita recobrar su status
de conocimiento firme que le permite al ser humano emanciparse de otros conocimientos que
lo determinan y con los cuáles se controla su vida.
2
(Kuhn, 2012: 213) Los corchetes son míos.
En primer lugar, como ya hemos referido, hay una tradición nietzscheana que nos
ofrece múltiples variaciones de la tesis según la cual la verdad no es más que una
antigua metáfora, esto es, una especie de mito, o la manifestación de la voluntad de
poder, donde el saber no posee un valor emancipador, sino más bien constituye un
instrumento de dominio o de embrollo y, más radicalmente, que no existe algo como
"la verdad", sino solamente un campo de fuerzas y luchas3.
Este problema al que se ve sujeto el conocimiento tiene su origen en lo que Ferraris llama
falacia del ser-saber, la cual tiene su origen en el pensamiento de Kant donde “eran necesarios
conceptos para tener una experiencia cualquiera, o sea que sirve un concepto también para
resbalar sobre una placa de hielo. Lo que no sólo es falso en sí, sino que pone en marcha un
construccionismo absoluto” (Ferraris, 2012: 37). Esta consideración termina por dotar al
esquematismo conceptual de un valor constitutivo con respecto a la realidad. No resulta de
ningún modo extraño que Kuhn haya identificado la realidad como una construcción basada
en la educación del científico en un esquema conceptuales específico, la noción de paradigma
en Kuhn encuentra aquí su tradición desde Kant, Nietzsche y todos los posmodernos que
vinieron a continuación a potenciar el construccionismo.
3
(Ferraris, 2012: 18-19)
los construccionistas confundirán sin resabios (esto es, aboliendo también el
noúmeno) la ontología con la epistemología, lo que hay (y no depende de esquemas
conceptuales) y lo que sabemos (y depende de esquemas conceptuales) [...] Las dos
circunstancias, obviamente, no son equivalentes, porque el hecho de saber que dicha
llave me hace abrir la puerta de casa (epistemología), no me permite abrir la puerta
de casa cuando haya perdido la llave en cuestión4.
Puedo saber o no saber que el agua es H2O, me mojaré de todas maneras, y no podré
secarme sólo con el pensamiento de que el hidrógeno y el oxígeno en cuanto tales no
son mojados. [la inenmendabilidad consiste en] el hecho que lo que está frente a
nosotros no puede ser corregido o transformado a través del mero recurso a esquemas
conceptuales, al revés de lo que ocurre en la hipótesis del construccionismo. [...] la
inenmendabilidad se manifiesta esencialmente como un fenómeno de resistencia y de
contraste5.
4
(Ferraris, 2012: 39)
5
(Ibid: 48-49)
consideración que evita pensar en estos sólo como productos de la tradición del científico y
nos ayuda a comprender qué paradigmas son inenmendables y cuáles no lo son. Esto no
significa que unos sean más verdaderos que otros, lo que se dice simplemente es que habrá
paradigmas que no podrán cambiarse sólo por el hecho de que nuestros esquemas
conceptuales cambien. Lo que agrega a la noción de paradigma en contraposición a la idea
de revolución la idea de paz, es decir, de paradigmas que no verán luchas por cambiar su
realidad objetiva y a partir de los cuales podamos desarrollar pensamientos y descubrimientos
seguros.
La paz perpetua
No es de extrañar que Ferraris termine buscando un tratado de paz perpetua entre la intuición
construccionista y la realista. El construccionismo tiene la positiva característica de
permitirle al ser humano construir su realidad de acuerdo con aquello que considere digno de
construcción. Conceptos de justicia, igualdad, paz y demás no necesitan estar cimentados en
una realidad ontológica independiente a los esquemas conceptuales, al contrario, al estar
dirigidos al cuidado del ser humano necesitan incluir la mayor contingencia posible para que
la justicia pueda, en efecto, ser justa. El reconocimiento de aquello que resulta inenmendable
de ningún modo desconoce esta bella pretensión emancipadora del construccionismo:
Por una parte, se mantiene a firme el hecho de que haya un meollo inenmendable del
ser y de la experiencia que se da independientemente de los esquemas conceptuales
y del saber, dejando abierta la posibilidad de construir, en este nivel, el saber como
actividad conceptual, lingüística, deliberada y sobre todo, emancipadora6.
Conclusión
6
(Ferraris, 2012: 82)
búsqueda de la verdad y la emancipación que ésta supone. Con respecto al conocimiento
certero de un paradigma la inenmendabilidad, en lugar de negarle este carácter a la ciencia
lo que hace es fortalecerlo ahí donde éste deba ser fortalecido. Y, por último, hemos podido
agregar a la idea de revolución científica un alto, y habrá que reconocer qué paradigmas serán
inenmendables y cuáles sólo se basan en construcciones, esto no con la finalidad de negarlos,
simplemente de reconocer su lugar y su aplicabilidad dentro de la ciencia.
Bibliografía
Ferraris, Maurizio, (2012), Manifiesto del nuevo realismo, Ed. Ariadna, Santiago de
Chile.