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Fernando Santander Ordóñez.

Los límites del paradigma kuhniano

Introducción

El presente ensayo tiene por objetivo llevar la crítica al construccionismo realizada por
Maurizio Ferraris a la noción de paradigma como construcción de la tradición en Thomas S.
Kuhn. La finalidad de esto consiste en revisar la noción de paradigma desde Ferraris a modo
de pensar en sus posibles implicaciones para la ciencia. Al ir esta crítica dirigida simplemente
a la delimitación del construccionismo lo que nos ofrece en relación con el paradigma
kuhniano es un aporte positivo en tres sentidos. En primer lugar, reestablece el status de la
ciencia por encima de la creencia de que sus conocimientos son sólo el resultado de una lucha
de voluntades de poder. En segundo lugar, nos permite sugerir la existencia de paradigmas
basados en un conocimiento por encima de la construcción conceptual, lo que le devolvería
a la ciencia su carácter de otorgar conocimientos objetivos. Por último, se podrá agregar a la
noción de revolución científica un alto, es decir que, al poder sugerir la existencia de
paradigmas que no sean construcciones conceptuales, se tomarán también como incapaces
de sufrir una guerra interna que pueda destituirlos. Con todo esto no se persigue hablar de
paradigmas correctos e incorrectos, de lo que se trata es de reconocer su sitio entre el
construccionismo y la realidad objetiva y con esto darles el uso que corresponde darles.

A primera vista parece haber una contradicción entre Kuhn y Ferraris. La noción de
paradigma utilizada por aquel reemplaza la idea de realidad objetiva que defiende éste. Para
Kuhn es indiscutible que la realidad-paradigma es producto de los esquemas conceptuales en
los que el científico se ha educado, mientras que para Ferraris se puede hablar de una realidad
independiente a estos esquemas. De acuerdo con este último autor, el construccionismo no
está equivocado del todo, por lo que su crítica va dirigida a señalar sus limitaciones. Además
(esto ya desde un ámbito social, pero con implicaciones al status de la ciencia) la afirmación
de que toda la realidad está construida ha traído como consecuencia para la ciencia su
descrédito, de ahí que haya escuelas enseñando creacionismo a la par de la teoría evolutiva,
pero no sólo esto, sino que se ha vuelto cómplice de la manipulación y por ende del
incumplimiento de la emancipación que prometía la ilustración con la adquisición del
conocimiento científico.

Al carecer de un punto fijo que no sea el construccionismo la ciencia perdió la capacidad de


enfrentarse a otros discursos y salir avante. El decir que un paradigma consiste en la
educación que ha recibido el científico es como decir que cualquier educación es válida, por
lo que, aquellos que han entendido esto se han aprovechado, de ahí la idea de manipulación
en Ferraris como consecuencia del construccionismo, si esto es así de lo que se trata
simplemente es de convencer a otros de mi forma de ver el mundo y listo. Esta idea ha llevado
a los gobiernos, instituciones religiosas y a la esfera económica a promover ideales en torno
a sus intereses sin recibir resistencia por parte de aquellos que se suponen sí saben cosas
cobre el mundo: los científicos.

Lo primero que se llevará a cabo en este ensayo será acordar términos entre Ferraris y Kuhn,
a modo de establecer un paralelismo que permita aplicar la crítica de aquel a éste. Lo segundo
será llevar a cabo una exposición de la crítica de Ferraris con la finalidad de ir extrayendo
conclusiones sobre la noción de paradigma en Kuhn. Por último, se pretende mostrar el
“tratado de paz perpetua” que propone Ferraris entre el construccionismo y el nuevo
realismo, lo que en última instancia nos otorgará una última consideración sobre el paradigma
kuhniano.
No hay hechos sólo paradigmas

El primer obstáculo al que nos enfrentamos cuando la crítica del construccionismo realizada
por Ferraris se lleva a la noción de paradigma en Kuhn consiste en la discordancia entre lo
que uno y otro entienden por “interpretación”. Lo que se sugiere aquí es que el paradigma de
Kuhn se puede enmarcar dentro de la noción de interpretación que maneja Ferraris, aunque
aquel no reconozca su noción de paradigma como una interpretación. En otras palabras, la
noción de paradigma en Kuhn es idéntica a la noción de interpretación en Ferraris.

A grandes rasgos, se puede decir de un modo negativo que el significado de “interpretación”


en Ferraris quiere decir que no hay hechos o que toda la realidad está construida
lingüísticamente. Mientras que para Kuhn la interpretación es un acto llevado a cabo por los
científicos luego de que se han puesto de acuerdo con respecto a un paradigma. Para Ferraris
la interpretación es lo que se toma por la realidad y para Kuhn la interpretación sólo es posible
una vez que se ha establecido lo que significa la realidad. Debido a esta discordancia entre lo
que uno y otro entienden por “interpretación” se podría pensar que la crítica de Ferraris no
encuentra en los paradigmas de Kuhn a un rival, sino que son cosas que responden a
momentos diferentes. Resulta pues importante esclarecer dicho término con la finalidad de
saber si efectivamente la crítica de aquel se puede aplicar a éste.

Para comprender la identificación entre “paradigma” e “interpretación” podemos partir de la


crítica de Ferraris a esta última. La interpretación, nos dirá el autor italiano, cobró significado
en relación con la tesis nietzscheana de “no hay hechos sólo interpretaciones”. El objetivo
del Nuevo Realismo que propone Ferraris va encaminado a limitar esta tesis. De lo que se
trata es de reconocer los límites entre epistemología y ontología, es decir, entre nuestros
esquemas conceptuales y la realidad. A la confusión entre estas dos categorías le llamará
Ferraris falacia del ser-saber, lo que significa no es lo mismo lo que sabemos de la realidad
y lo que la realidad es en sí misma. Esta crítica la dirige Ferraris a la hermenéutica, para la
cual la interpretación se da en el momento de la relación entre sujeto y objeto, en donde este
último es comprendido como algo incognoscible (no hay hechos), por lo que el único papel
del sujeto consiste en traducirlo (interpretarlo) a partir de sus esquemas conceptuales
heredados por la tradición (Hans-G. Gadamer, 2017). De este modo, la realidad es una
interpretación.
Ahora bien, Kuhn va a negar que un paradigma puede ser entendido en términos de
interpretación. Dado que no contamos con “un lenguaje de observación neutro” (Kuhn, 2012:
233) nos será imposible decir que se está interpretando algo, en otras palabras, al no haber
una objetividad sobre la cual se puedan comparar los diferentes paradigmas la interpretación
no tiene lugar: “Mas la empresa interpretativa [...] tan sólo puede articular un paradigma, no
corregirlo” (p. 228). Con base en esto, podemos comprender que para Kuhn la pertinencia de
la interpretación sólo es posible si hay una objetividad o paradigma que interpretar, de este
modo, el autor identifica paradigma con objetividad o hecho. De ahí que la interpretación
sólo será posible dentro de la ciencia normal, es decir, una vez que un paradigma se ha
establecido.

En cada uno de ellos, y en virtud de un paradigma aceptado, el científico sabía qué


era un dato, qué instrumentos habrían de utilizarse para obtenerlo y qué conceptos
eran pertinentes para interpretarlos. Dado un paradigma, la interpretación de los datos
resulta central en la empresa que lo explora.1

Cuando Kuhn niega la existencia de una realidad a partir de la cual se pueda juzgar como
errónea o equivocada la visión del científico, establece al paradigma como la realidad misma,
lo que bien puede traducirse a “no hay hechos sólo paradigmas”, pues de haberlos podríamos
decir que “Aristóteles y Galileo habrían visto péndulos, aunque divergían en su interpretación
de lo que cada uno había visto” (Kuhn, 2012: 216). He aquí la primera similitud con la noción
de interpretación hermenéutica: los paradigmas, así como la interpretación, son tomados
como la realidad misma.

Esta primera identificación trae consigo una segunda y definitiva, cuando nos preguntamos
de dónde vienen los paradigmas la respuesta que encontramos en Kuhn guarda una similitud
enorme con la respuesta de la hermenéutica a la pregunta de dónde vienen nuestras
interpretaciones. El surgimiento de un paradigma nos dirá Kuhn, se debe a la educación-
formación del científico:

1
(Kuhn, 2012: 228)
Con todo, el mundo al que tiene entonces acceso el estudiante no está fijado de una
vez por todas ni por la naturaleza del medio, por una parte, ni por la naturaleza de la
ciencia, por la otra. Más bien está determinado conjuntamente por el medio y por la
particular tradición de ciencia normal en la que el estudiante ha sido entrenado
[educado]2.

Como podemos apreciar el surgimiento de un paradigma consiste en la tradición en la que es


educado el científico, este es exactamente el significado que la hermenéutica tiene de
“interpretación”, a saber, herencia de la tradición, construcción lingüística heredada. Por lo
tanto, el paradigma de Kuhn puede enmarcarse perfectamente dentro de la crítica que Ferraris
realiza al construccionismo, ahí donde aquel ve paradigmas éste ve interpretaciones, la crítica
irá precisamente encaminada a delimitar el alcance de las interpretaciones-paradigmas, esto
significaría que la ciencia, a diferencia de lo que plantea Kuhn, no siempre se comporta a
partir de paradigmas-esquemas-conceptuales, la ciencia según podríamos entender desde
Ferraris estaría partiendo también de la realidad misma. Vamos entonces a la crítica del
construccionismo que realiza este último autor.

La falacia del saber-ser

El problema que ve Ferraris en la idea de que toda la realidad (paradigmas) ha sido construida
socialmente consiste en la reducción del conocimiento a una lucha de poderes. Esto
significaría para la ciencia que no hay conocimiento como tal, sino que asistimos al simple y
llano acuerdo entre científicos que desean el mundo se vea justo como ellos quieren verlo.
Así, el status del conocimiento científico cae en una desobjetivización, impidiéndole ser el
punto de apoyo a partir del cual se desarrolle, por ejemplo, la comprensión del ser humano
como el resultado de millones de años de evolución. Lo que en última instancia posibilita
discursos creacionistas que determinan al ser humano. La ciencia necesita recobrar su status
de conocimiento firme que le permite al ser humano emanciparse de otros conocimientos que
lo determinan y con los cuáles se controla su vida.

2
(Kuhn, 2012: 213) Los corchetes son míos.
En primer lugar, como ya hemos referido, hay una tradición nietzscheana que nos
ofrece múltiples variaciones de la tesis según la cual la verdad no es más que una
antigua metáfora, esto es, una especie de mito, o la manifestación de la voluntad de
poder, donde el saber no posee un valor emancipador, sino más bien constituye un
instrumento de dominio o de embrollo y, más radicalmente, que no existe algo como
"la verdad", sino solamente un campo de fuerzas y luchas3.

Al reducirse el conocimiento a una lucha de poder se pierde de vista la búsqueda de la


objetividad y nos vemos lanzados a la búsqueda de solidaridad con nuestro pensamiento, la
consecuencia de esto es la búsqueda de la seducción del otro antes que su convencimiento
vía argumentos sólidos. De ahí que para Ferraris el verdadero significado de no hay hechos
sólo interpretaciones sea el de “la razón del más fuerte siempre es la mejor” (Ferraris, 2012:
6). Esto ha traído según el autor una manipulación de los individuos vía los medios de
comunicación, de ahí que sea tan importante para Ferraris devolverle el carácter de
objetividad al conocimiento científico. “El resultado es, sin embargo, que veinte años
después, el argumento de Feyerabend ha sido empleado con total seriedad por Benedicto XVI
para afirmar que los mismos epistemólogos sostienen que Galileo no tenía razón en última
instancia” (Ferraris, 2012: 20).

Este problema al que se ve sujeto el conocimiento tiene su origen en lo que Ferraris llama
falacia del ser-saber, la cual tiene su origen en el pensamiento de Kant donde “eran necesarios
conceptos para tener una experiencia cualquiera, o sea que sirve un concepto también para
resbalar sobre una placa de hielo. Lo que no sólo es falso en sí, sino que pone en marcha un
construccionismo absoluto” (Ferraris, 2012: 37). Esta consideración termina por dotar al
esquematismo conceptual de un valor constitutivo con respecto a la realidad. No resulta de
ningún modo extraño que Kuhn haya identificado la realidad como una construcción basada
en la educación del científico en un esquema conceptuales específico, la noción de paradigma
en Kuhn encuentra aquí su tradición desde Kant, Nietzsche y todos los posmodernos que
vinieron a continuación a potenciar el construccionismo.

3
(Ferraris, 2012: 18-19)
los construccionistas confundirán sin resabios (esto es, aboliendo también el
noúmeno) la ontología con la epistemología, lo que hay (y no depende de esquemas
conceptuales) y lo que sabemos (y depende de esquemas conceptuales) [...] Las dos
circunstancias, obviamente, no son equivalentes, porque el hecho de saber que dicha
llave me hace abrir la puerta de casa (epistemología), no me permite abrir la puerta
de casa cuando haya perdido la llave en cuestión4.

Frente a este construccionismo absoluto Ferraris se dará a la tarea de diferenciar entre la


realidad construida y la realidad independiente de nuestros esquemas conceptuales. A esta
diferenciación se le reconocerá con el rótulo de inenmendabilidad:

Puedo saber o no saber que el agua es H2O, me mojaré de todas maneras, y no podré
secarme sólo con el pensamiento de que el hidrógeno y el oxígeno en cuanto tales no
son mojados. [la inenmendabilidad consiste en] el hecho que lo que está frente a
nosotros no puede ser corregido o transformado a través del mero recurso a esquemas
conceptuales, al revés de lo que ocurre en la hipótesis del construccionismo. [...] la
inenmendabilidad se manifiesta esencialmente como un fenómeno de resistencia y de
contraste5.

De este modo la inenmendabilidad que se resiste a los esquemas conceptuales pertenece al


rango de lo ontológico, y al persistir y no cambiar cumple con las características de la
objetividad científica. En este punto cabe recordar algo que ya se había dicho en un inicio, la
crítica de Ferraris no va dirigida a terminar con el construccionismo, sino simplemente a
delimitarlo. Esta delimitación ha significado hasta el momento no un perjuicio sino un
beneficio al conocimiento científico al encontrarle un suelo seguro por fuera de una sospecha
de construcción arbitraria en búsqueda de meros intereses y poder.

En este sentido, el reconocimiento de la inenmendabilidad implica necesariamente entender


al paradigma kuhniano no como un equívoco sino como una noción limitante del
conocimiento objetivo. Por ende, se puede sumar a los paradigmas de Kuhn una

4
(Ferraris, 2012: 39)
5
(Ibid: 48-49)
consideración que evita pensar en estos sólo como productos de la tradición del científico y
nos ayuda a comprender qué paradigmas son inenmendables y cuáles no lo son. Esto no
significa que unos sean más verdaderos que otros, lo que se dice simplemente es que habrá
paradigmas que no podrán cambiarse sólo por el hecho de que nuestros esquemas
conceptuales cambien. Lo que agrega a la noción de paradigma en contraposición a la idea
de revolución la idea de paz, es decir, de paradigmas que no verán luchas por cambiar su
realidad objetiva y a partir de los cuales podamos desarrollar pensamientos y descubrimientos
seguros.

La paz perpetua

No es de extrañar que Ferraris termine buscando un tratado de paz perpetua entre la intuición
construccionista y la realista. El construccionismo tiene la positiva característica de
permitirle al ser humano construir su realidad de acuerdo con aquello que considere digno de
construcción. Conceptos de justicia, igualdad, paz y demás no necesitan estar cimentados en
una realidad ontológica independiente a los esquemas conceptuales, al contrario, al estar
dirigidos al cuidado del ser humano necesitan incluir la mayor contingencia posible para que
la justicia pueda, en efecto, ser justa. El reconocimiento de aquello que resulta inenmendable
de ningún modo desconoce esta bella pretensión emancipadora del construccionismo:

Por una parte, se mantiene a firme el hecho de que haya un meollo inenmendable del
ser y de la experiencia que se da independientemente de los esquemas conceptuales
y del saber, dejando abierta la posibilidad de construir, en este nivel, el saber como
actividad conceptual, lingüística, deliberada y sobre todo, emancipadora6.

Conclusión

En cuanto al status de la ciencia en relación con el paradigma de Kuhn, lo que logra la


inenmendabilidad es evitar reconocer en el conocimiento que proyecta, en un paradigma, una
mera lucha entre voluntades de poder y le devuelve ese carácter que la relacionaba con la

6
(Ferraris, 2012: 82)
búsqueda de la verdad y la emancipación que ésta supone. Con respecto al conocimiento
certero de un paradigma la inenmendabilidad, en lugar de negarle este carácter a la ciencia
lo que hace es fortalecerlo ahí donde éste deba ser fortalecido. Y, por último, hemos podido
agregar a la idea de revolución científica un alto, y habrá que reconocer qué paradigmas serán
inenmendables y cuáles sólo se basan en construcciones, esto no con la finalidad de negarlos,
simplemente de reconocer su lugar y su aplicabilidad dentro de la ciencia.
Bibliografía

Ferraris, Maurizio, (2012), Manifiesto del nuevo realismo, Ed. Ariadna, Santiago de
Chile.

Gadamer, Hans-Georg (2017), Verdad y Método, Ed. Sígueme, Salamanca España.

Kuhn, S. Thomas, (2012), La estructura de las revoluciones científicas, Ed. Fondo


de cultura económica, México.

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