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“HÉROES MAPUCHE, LO QUE NOS CUENTA LA ARAUCANA”

27/12/16 por reveduc

Se trata de un breve recorrido por las vidas de los mapuches más famosos. Se destacan citas del
poema “La Araucana”, de Alonso de Ercilla y Zúñiga, que aluden a su valentía e inteligencia.

Se destacan citas del poema “La Araucana”, escritos por Alonso de Ercilla y Zúñiga, que aluden a
ellos.

Por ejemplo, en el capítulo Lautaro, el gran líder, se destaca:

“Ercilla no ahorra alabanzas en la descripción de Lautaro. Lo califica de: industrioso, sabio, presto,
de gran consejo, manso de condición y hermoso gesto.

Y nos cuenta que este guerrero era:

Un hijo de cacique conocido, que a Valdivia de paje le servía”.

¿Quién fue Alonso de Ercilla y Zúñiga, autor de “La Araucana?


Nació en Madrid, en 1533. Sus padres —Fortún García de Ercilla, jurista del Consejo Real, y Leonor
de Zúñiga— eran oriundos de Bermeo (Vizcaya, País Vasco). Alonso fue el menor de los seis hijos y
su madre quedó viuda cuando él apenas tenía un año. Más tarde, la familia se desplazó a Bermeo,
Nájera y Bobadilla, en medio de una situación económica complicada. Aunque su madre recibió
como herencia el señorío de la villa de Bobadilla, que García de Ercilla había adquirido de su
suegra y del marido de ésta, finalmente lo perdió en 1545, después de largos y engorrosos pleitos.

Sin embargo, ella fue favorecida por el Emperador Carlos V y contratada como guardamayor de la
infanta doña María, esposa de Maximiliano, Rey de Hungría y de Bohemia, y futuro Emperador,
todo lo cual le permitió introducir a su hijo en la corte.

Así fue que a los 15 años comenzó a trabajar como paje del Príncipe don Felipe (después Felipe II),
que se hallaba en Valladolid ocupado en alistarse para ir a Flandes donde estaba su padre El
Emperador.

Ercilla solicitó del Príncipe, en 1555, autorización para dirigirse a América, a fin de defender la
corona real. Viajó primero a Indias en la expedición de Jerónimo de Alderete y después a Chile,
con García Hurtado de Mendoza, el recién nombrado gobernador y capitán general de Chile,
donde se habían sublevado los araucanos.

Estuvo en nuestro país 17 meses, entre 1557-1559. Participó en las batallas de Lagunillas, Quiapo y
Millarapue, siendo testigo de la muerte de Caupolicán, protagonista de su poema: “La Araucana”,
poema épico de exaltación militar en 37 cantos, donde narra los hechos más significativos de la
guerra de Arauco contra los araucanos (mapuches) y que empezó a escribir en campaña.

“Relata Ercilla que durante las penosas campañas de Arauco anotaba cada noche los combates y
avatares del día. Así fue formando el material para escribir después su famosa obra La Araucana.
En cuanto a los sucesos ocurridos con anterioridad a su llegada a nuestro país y que describe en
ella, recogió los datos en conversaciones sostenidas con los primeros españoles que penetraron en
Chile, y los expuso en la forma más natural “siguiendo cronológicamente el orden de los sucesos,
fijando a veces las fechas con la más escrupulosa precisión” como anota Barros Arana, quien
afirma que es La Araucana la primera historia de Chile en el orden cronológico y añade que los
cronistas antiguos que escribieron poco después de él, estuvieron de acuerdo para reconocerle
“su indisputable valor histórico”. La Araucana fue escrita en verso, en octavas reales, combinación
métrica de ocho versos endecasílabos. Se publicó en Madrid, en tres partes sucesivamente, 1569,
1578 y 1589”.

También se ha dicho de esta creación literaria de Alonso de Ercilla: “Su obra es el primer poema
épico de nuestros tiempos, el que mejor canta la epopeya castellana en las tierras de América, el
primer texto escrito en elogio de nuestro suelo y de sus pobladores, el primero en enaltecer lo
mejor y más noble de nuestra condición humana (…)”.

(Sergio Martínez Baeza, en su artículo “La Araucana de Ercilla y el Teatro Español”. Se puede leer
en: http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0011372.pdf)

Más información sobre Alonso de Ercilla:


(Fernando Campos Harriet, académico de número, en artículo “Don Alonso de Ercilla y La
Araucana”. Se puede leer en: http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0011372.pdf)

Elección de Caupolicán como toqui[editar]

Caupolicán sosteniendo el tronco de árbol durante su elección de toqui.

Estatua retratando la elección de Caupolicán.

Después de estas derrotas los mapuches se reunieron en un gran Consejo en la Sierra


de Pilmaiquén, este Consejo tenía por objetivo unificar en un solo mando a las fuerzas
mapuche, con la elección de un toqui. Caupolicán fue elegido por su gran fortaleza física y
valentía. Era de rostro severo y tuerto desde la niñez. Según cuentan las tradiciones,
Caupolicán tuvo que demostrar su fuerza ante los caciques, entre los que se
encontraba Tucapel y Rengo, presididos por Colo Colo, sosteniendo un grueso tronco de árbol
sobre sus hombros durante dos días y dos noches sin desmayarse antes de ser elegido toqui;
Caupolicán fue el vencedor entre otros candidatos tales como Paicaví, Lincoyán y Elicura.
Alonso de Ercilla lo inmortalizaría en La Araucana:
Con un desdén y muestra confiada,
asiendo el tronco duro y nudoso,
como si fuera vara delicada,
se lo pone en el hombro poderoso:
la gente enmudecía maravillada
de ver el fuerte cuerpo tan nervoso.
El color a Lincoya se le muda
poniendo en su victoria mucha duda.
El bárbaro sagaz despacio andaba,
y a toda prisa entraba el claro día;
El sol las largas sombras acortaba,
más él nunca decrece en su porfía:
al ocaso la luz se retiraba,
ni por eso flaqueza en él había;
las estrellas se muestran claramente,
y no muestra cansancio aquel valiente».

Lautaro

Fuga del campamento español[editar]


Después de aprender sobre táctica y estrategia militar española, se fugó en algún momento a
caballo, el maestro de campo de Valdivia, regresando con su pueblo. La fuga de Lautaro, paje
de Valdivia, pasó desapercibida para los españoles ya que lo consideraban un hecho casi
habitual por lo que nunca lo persiguieron. Según se cuenta en el poema épico La Araucana,
Lautaro se presentó ante los sorprendidos loncos presididos por Colo Colo y alguno de sus
"capitanes": Pelantaro, Fresia, Lincoyán, Guacolda, Tucapel y Elicura.
Ya vencidos los naturales recelos, Lautaro demostró resueltamente sus naturales dotes de
líder innato y le enseñó a su gente a perder el miedo a los caballos. Aprendieron a montar y a
utilizar el caballo como un solo ser, tomándolo como una extensión corpórea para combatir.
Así, gracias a Lautaro, aparecieron los primeros escuadrones de caballería mapuche, lo que
resultaría de enorme efectividad a la hora de combatir a las huestes españolas.
Convocó reuniones en campo abierto y les enseñó a los mapuches las artes militares y el uso
de armas nuevas. También diseñó una serie de tácticas militares: el uso de escuadrones.
Propuso dejar el ataque masivo y enfrentarlos directamente en bloques o grupos sucesivos,
eligiendo de esta manera el terreno, las tácticas de emboscada y de guerrillas como método
de combate. Gracias a sus victorias, y teniendo la autoridad de los loncos, fue elegido toqui,
jefe máximo en estado de guerra y dirigió una gran sublevación militar contra los españoles,
quienes, hasta ese momento, se paseaban victoriosos en todo el ámbito entre el río Valdivia y
el Biobío.
El liderazgo de Lautaro[editar]

Tríptico "El joven Lautaro" de Pedro Subercaseaux.

Lautaro demostró tener condiciones innatas de líder y pronto, además, demostraría tener
condiciones de estratega militar. Con un elocuente discurso, enseñó a su pueblo, basándose
en demostraciones propias, a luchar en escuadrones, aprovechando el terreno y usando
formas defensivas contra las cargas de caballería. Les enseñó que la retirada no era cobardía,
sino una forma táctica de combate. Asimismo, inculcó el uso del toque de corneta, como
elemento de obediencia táctica de los escuadrones, como hacían los españoles. Además creó
un verdadero servicio de "investigaciones e inteligencia", utilizando hombres, mujeres y
adolescentes. A ellos se les brindaba una preparación profesional. Por ejemplo en
caracterizaciones simulaban ser borrachos, locos, cristianos o traidores de su pueblo con el fin
de trabajar como falsos colaboradores, sirvientes o esclavos de los españoles, simulando no
entender el idioma español y así sacar información vital, además de difundir noticias o datos
incorrectos sobre los posibles ataques del ejército mapuche; además, realizaban
entrenamientos de visibilidad nocturna, sometiendo al agente a vivir durante días sin ver la luz
del sol, con el fin de que posteriormente en las noches, hiciera el trabajo de espionaje
nocturno; también se les enseñaba el exclusivo sistema de comunicación mediante el
movimiento de ramas de árboles. Lautaro eligió e instruyó a comandantes para las diversas
secciones de su completo y jerarquizado ejército; Incluyendo a un toqui jefe del servicio de
investigaciones, quien supervisaba y daba cuenta de las acciones de su servicio.
Físicamente, Lautaro era un joven no muy alto, más bien grueso, de unos ojos negros
penetrantes, cuerpo robusto y rostro lleno. Espaldas anchas y torso levantado, de agradable
apariencia.
Vestía una camiseta colorada española, un bonete de cuero grana. La cabeza rapada era
coronada con un copete que se dejaba como insignia de generalato; además portaba la
simbólica Toki Kura, emblema de piedra que cuelga del cuello, además de la Clava que
portaba en su mano, símbolos del jefe de guerra o Toki.

Emboscada y muerte del Gobernador Pedro de Valdivia[editar]


Artículo principal: Batalla de Tucapel
Busto de Lautaro' en la plaza de Cañete.

Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la


versión actual de este artículo o sección.
En la página de discusión puedes consultar el debate al respecto.

Lautaro sabía que las fuerzas bajo su mando, recién entrenadas, estaban ahora en una
denominada "Línea interior", es decir, entre dos fuerzas, las del fuerte Purén por el sur y las de
Concepción por el norte. Para ello elige neutralizar una de ellas y usó una estratagema:
engañó a Gómez de Almagro en el fuerte Purén y se aseguró de que sus tropas no se
juntaran con las de Valdivia en el fuerte de Tucapel.
Lautaro capturó un emisario, del que se enteró que Valdivia marchaba hacia el sur y
necesariamente tienía que pasar por Tucapel. En efecto, Valdivia a mediados de diciembre de
1553 sale de Concepción y se dirije a Quilacoya, donde tomó algunos soldados en su marcha
a Arauco. Los espías mapuches siguieron la columna desde las alturas de los cerros y no
presentaban batalla, dejándole hacer su camino. Valdivia mostró extrañeza debido a que no
recibía noticia alguna del fuerte de Tucapel, además de que no era hostigado en el camino.
El día 24 de diciembre, decide tomar rumbo a Tucapel, esperando encontrar a Gómez de
Almagro en el camino. La tranquilidad y los esporádicos avistamientos de indígenas a lo lejos
le despertaron sospechas y envía, en una avanzada, a Luis de Bobadilla con cinco hombres
para que exploren el camino y den información de la presencia del enemigo. No los vuelve a
ver. Extrañado Valdivia de no tener más noticias de Bobadilla pernocta a media jornada del
fuerte de Tucapel.
El día de Navidad de ese año, se pone temprano en marcha y al llegar a las inmediaciones, le
extraña el silencio absoluto reinante. Al arribar a la loma donde está el fuerte, lo encuentra
totalmente destruido. No aparecían ni Gómez de Almagro ni Bobadilla por ningún lado.
Valdivia aun así decide seguir y hacer campamento en las ruinas humeantes del fuerte.
Cuando ya avanzaban los preparativos, de súbito, el bosque se llenó de chivateos y, sin más
aviso, una masa se precipitó hacia el enclave español.
Valdivia, experto militar, apenas pudo armar sus líneas defensivas y aguantar el primer
choque, mientras la caballería cargaba sobre la retaguardia mapuche. Los mapuches,
previendo esta maniobra, habían dispuesto lanceros y contuvieron la carga. Los españoles
lograron descomponer la carga mapuche, que, volviéndose a los bosques, se retiraron de la
loma. Los españoles celebraron la victoria. Pero un nuevo escuadrón indígena se presentó al
combate y de nuevo hubo que armar líneas y nuevamente dar carga con la caballería.
Los mapuches, además de los lanceros, llevaban hombres cargando mazas, boleadoras y
lazos con los que lograban desmontar al jinete y asestarle un definitivo mazazo en la cabeza
una vez en el suelo. Se repitió la misma escena, y al toque de un lejano cuerno, el escuadrón
se retiró, no sin dejar algunas bajas. Un tercer escuadrón se presentó a la batalla, esta vez
liderado por Lautaro. Valdivia, viendo desesperada la situación, dado el cansancio y las bajas,
reunió a los hombres disponibles y se discutió si seguir o no con la lucha, que ya adquiría
ribetes muy encarnizados: la mitad de los españoles yacían en el campo y las tropas auxiliares
del Imperio mermaban.
Valdivia se dirige a quienes aún le rodean y les pregunta:
"¿Caballeros qué haremos?". El capitán Altamirano responde: "¡Qué quiere vuestra señoría que
hagamos si no que peleemos y muramos!".

Valdivia, al ver lo innecesario de tanta muerte, dispuso una retirada ordenada, pero se
encontró de frente con Lautaro, que descargaba toda la furia de su caballería contra las
agotadas tropas españolas. Pasaba la batalla a la etapa de persecución y los mapuche se
dejaron caer uno a uno sobre los españoles aislados. Sólo Valdivia y el clérigo Pozo, que
montaban muy buenos caballos, lograron tomar camino de huida pero, al cruzar unas
ciénagas, los caballos se empantanaron y los mapuches los capturaron.
Después de ser capturado en la batalla de Tucapel, comenzó una larga discusión sobre qué
hacer con Valdivia. Unos decían que había que cortarle las piernas, a la usanza española.
Otros proponían matarlo y usar su cráneo como trofeo. Otro grupo decía que lo mejor era
negociar una paz estable. Mientras todos discutían, un Cacique llamado Leucotón se puso de
pie, caminó tranquilamente hacia Valdivia y extinguió su vida propinándole un fuerte mazazo
en la nuca.
La multitud enmudeció y Leucotón se limitó a decir que los españoles no cumplían promesas,
así que no valía negociar con ellos. Y de esta forma la discusión llegó a su fin, sin haberse
derramado una gota de sangre. Es posible que el corazón de Valdivia haya sido consumido
por los mapuches, pues acorde a su tradición, es ahí donde se encuentra el valor en los
grandes guerreros, y al consumirlo absorbes ese valor y a la vez honras su recuerdo.

Según la versión española,[cita requerida] Valdivia fue llevado al campo mapuche, donde le dieron
muerte después de tres días de atroces torturas. Primero le echaron tierra mezclada con polvo
de oro en la boca y lo baquetearon como a un arcabuz, para que se hartara de aquello que
con tanta inmisericordia buscaban los llegados desde allende los mares; después, en un acto
de justicia por las mutilaciones y masacre a los indígenas que ordenó, luego de la Batalla de
Andalién, le hicieron cercenamientos similares a los realizados por el conquistador para
escarmentar a los Araucanos en aquella batalla. El martirio continuó con la amputación de sus
músculos en vida, usando afiladas conchas de almeja, y comiéndolos ligeramente asados
delante de sus ojos. Finalmente extrajeron a carne viva su corazón para devorarlo ritualmente
entre los victoriosos toquis, mientras bebían chicha en su cráneo, que fue conservado como
trofeo.
El vencedor mapuche arrasó luego sistemáticamente las ciudades españolas. Por dos veces
saqueó e incendió Concepción, centro neurálgico de los asentamientos españoles en el sur
de Chile.

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