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1. Introducción
· Siglo XIX “El siglo de la Historia”. Momento en que los estudios históricos
alcanzaron su despegue definitivo. “Profesionalización” de la Hª. Pasa a
enseñarse en escuelas y universidades. Fundación por doquier de Academias
de Hª. Sería históricamente erróneo situar en un plano de igualdad la
historiografía emanada de un siglo tan prolífico: diferencias entre historiadores
y corrientes de pensamiento histórico Marco histórico
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· Convulsiones sociales, políticas e ideológicas Influencia en el terreno
específico de la historiografía: liberalismo, romanticismo y socialismo
configuran formas de hacer y de interpretar la historia. Muy pronto surgieron
también nuevos métodos historiográficos que pretendieron avalar el
cientificismo de cada una de estas corrientes: mientras la historiografía liberal
seguía siendo heredera de los presupuestos definidos por la Ilustración, el
positivismo dio contenido metodológico y bases teóricas a buena parte de la
historia romántica, en especial a la que tuvo por sede Alemania; y la corriente
socialista no tardó en hallar su fundamentación teórica y metodológica en el
materialismo histórico.
Gran Bretaña.
El carácter del liberalismo inglés era muy diferente del francés No habrá
ninguna revolución que justificar. El poder se hallaba compartido desde el siglo
XVII por la alta burguesía en alianza con la aristocracia, como consecuencia
del terror que ambas sentían hacia el radicalismo popular Carácter mucho
más conservador del liberalismo ingles que en Francia.
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· Junto al liberalismo empezó a desarrollarse el romanticismo (movimiento
surgido a fines del s. XVIII como reacción al racionalismo de la Ilustración). Sus
bases teórico-filosóficas se formularon en Alemania, donde configuraron el
movimiento nacionalista alemán que surgió durante y después de la expansión
napoleónica. Pionero: Herder La diversa evolución de cada sociedad y cada
hª particular era producto del espíritu o alma colectiva de cada pueblo.
Contrapuso a la idea de una naturaleza humana universalmente uniforme y
homogénea, la diversidad de naturalezas humanas, que se presentan
inmutables y previas al propio desarrollo histórico. Las naciones y su propia
evolución hca no se diferencian tanto por las peculiaridades de su economía,
de su organización social o política, sino por las peculiaridades de su “alma
colectiva“(Volkgeist), cuyas manifestaciones se concretan en el lenguaje, la
literatura, etc. El “alma colectiva“explica la hª de cada colectividad
Repercusiones importantes para los estudios históricos, puesto que, en plena
vorágine romántica y en los inicios de los movimientos nacionalistas
contemporáneos, incitaron a muchos historiadores románticos a buscar en el
pasado los rasgos de la identidad nacional colectiva. Fichte.
- Niebuhr
- Ranke. Creador de la historiografía contemporánea.
Exponente máximo de la corriente positivista de la hª.
Representante radical del positivismo en historia: “objetivismo”,
“neutralismo” e “imparcialidad” (el historiador tiene que
esforzarse, por mucho trabajo que le cueste, en captar con
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toda imparcialidad el objeto mismo de sus investigaciones, y
nada más). El positivismo de Ranke está al servicio del
autoritarismo prusiano (Fontana).
- Meinecke
- Mommsen. Se desvincula de la admiración hacia la nobleza
alemana y el autoritarismo bismarckiano, para abrazar la
causa del liberalismo (excepción).
3. El materialismo histórico
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período cuando Marx y Engels sentaron las bases fundamentales del
materialismo histórico.
1. El ser humano es un ser social. Son las sociedades en las cuales nacen
las personas las que condicionan las acciones humanas. La naturaleza
del hombre es, por tanto, social.
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clasistas: la explotación del hombre por el hombre. Diferente concreción
en el modo de producción feudal y en la sociedad capitalista.
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conciencia y con ella se constituye en “clase para sí”. La conexión entre
condiciones objetivas y conciencias activa el proceso histórico a base de
luchas sociales.
1. Introducción
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espectaculares. De hecho, los inicios de los años 60 marcan el
despegue de una nueva historiografía marxista, la nueva hª social.
· Vamos a ver un proceso que tiene una doble vertiente. Se trata, por un lado,
de culminar la destrucción de la ciencia histórica, que ya había iniciado el
neokantismo a finales del siglo XIX. Pero, al mismo tiempo, se va a proceder a
diversas, pero paralelas, formas de reconstrucción, al cobijo de la sociología, la
antropología y la economía, o de combinaciones eclécticas de estas
influencias, como la que representa la escuela de Annales (Fontana).
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Pero, mientras la ciencia natural a partir de generalizaciones
extrae leyes y consigue un conocimiento general de la
realidad, la hª se ocupa de lo individual, particular e irrepetible,
con lo cual es imposible extraer leyes y generalizaciones.
Nuevas formulaciones idealistas que si, por una parte, pretendían suplantar al
positivismo en la producción historiográfica académica, por otra parte se
enfrentaban abiertamente al materialismo hco., cuya presencia en el terreno de
la política y de las luchas sociales había crecido enormemente desde la Rev.
soviética de 1917: la primera ruptura hca que sufrió el capitalismo durante el
siglo XX comportó sin duda una reacción no sólo política, sino también una
reacción que se concretó en el campo del pensamiento y de la teoría de la hª.
El florecimiento idealista que defendía la hª entendida como singularidad no era
desinteresado. La hª explicativa, la que buscaba leyes sociales, resultaba
incómoda para el orden social que la historiografía oficial había de reproducir.
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3. La Escuela de los Annales
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para sus propios fines. Con este planteamiento, Vidal de la Blanche,
establecía la existencia de una interdependencia, una interacción entre
el hombre y su medio) y la sociología de Durkheim o Simiand, quienes
proponían superar la singularización y explicar estructuras y pautas
sociales.
· Trayectoria.
Hasta los años setenta en que F. Braudel se retira, más o menos, se han
sucedido tres “generaciones” de historiadores que se han identificado
comúnmente, la primera, con la época de los fundadores, Febvre y Bloch,
la segunda representada por Braudel y por otros hombres de su generación
como Morazé, Mandrou, etc., mientras que la tercera resulta bastante más
difícil de identificar en su aspecto generacional y en el científico. En la
descendencia de Braudel aparecen figuras como Le Roy Ladurie, Furet,
Duby, Le Goff, Ferro, principalmente. Es la etapa de la fragmentación del
objeto de análisis (la “Historia en migajas”) y la búsqueda de nuevos
caminos que pasan por nuevos temas o nuevos métodos, que tienen en el
estudio de las mentalidades o el “imaginario colectivo” (“l’imaginaire”) su
nexo de unión. Este grupo de hdores se ha identificado a menudo con el
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desarrollo del fenómeno “Nueva Historia” (Nouvelle Histoire). Braudel,
como expone Dosse, actúa en la frontera entre los “padres fundadores”,
Bloch y Febvre, y los herederos.
· Aportaciones
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4. Los avances de la historia económica
· Si “la historia económica nace con la economía política burguesa, junto con el
capitalismo y la Revolución Industrial”, no es extraño que a lo largo siglo XIX
creciese enormemente el interés por la economía y la historia económica. En
Inglaterra y Alemania, sobre todo, se produjo un gran desarrollo de la historia
económica, vinculada a los problemas políticos y económicos de su momento.
En Inglaterra, donde prosiguió la tradición inaugurada por Adam Smith y la
escuela escocesa, el centro de los debates se situaba en el llamado “derecho
de los pobres” y en la libertad de comercio; mientras en Alemania el interés por
la economía lo constituyó el proceso de unificación, sobre todo a partir del
momento en que se formó la “Unión aduanera” (1833) entre los distintos
estados alemanes.
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en la que las series de precios, de producción, de salarios, etc., se
relacionaban directamente con las hipótesis planteadas por el historiador y su
marco teórico y metodológico. De esta manera surgió una historia económica,
metodológicamente y técnicamente renovada, que dio lugar a diversas
corrientes:
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5. Marxismo e historia en el siglo xx: la nueva historia social
Desnaturalización y dogmatismo.
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Son también estos años de tránsito de un siglo a otro aquéllos en que, por
primera vez, se hace un esfuerzo para difundir a escala del mov. obrero un
pensamiento marxista que hasta entonces sólo era conocido por muy pocos. La
necesidad de fijar la ortodoxia frente a la herejía revisionista reforzará aun esta
tendencia a la codificación en compendios de fácil asimilación (Labriola o
Plejánov).
Renovación
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· Karl Kautsky y “la cuestión agraria” (1899), donde analizaba también
la introducción de las relaciones capitalistas en el campo.
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- Gordon Childe es el arqueólogo y prehistoriador más
importante del siglo XX. Los conceptos hoy habituales entre
los prehistoriadores de “revolución neolítica” y “ revolución
urbana” fueron acuñados por este autor y buena parte de los
estudios arqueológicos posteriores se han basado en sus
interpretaciones e hipótesis.
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pasando por History Work-shop, da la medida de la
importancia cualitativa del marxismo británico.
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Sweezy, Mandel, Jameson o Fontana. Pero seguramente ninguna otra gran
escuela experimentó el impacto de la crisis general como la marxista.
Para Fukuyama la Historia había llegado al final del trayecto y todos los países
del mundo se unificarían alrededor del sistema político democrático y de la
“economía de mercado”. El enfoque de Fukuyama acomete contra el
paradigma clásico pasado/presente/futuro (estudiamos el pasado para
comprender el presente y construir un futuro mejor), porque si no tenemos
nada que decir sobre el futuro es que tampoco tenemos nada que decir sobre
el pasado (la investigación sobre el pasado ya no interesa socialmente). Niega
un porvenir alternativo porque asegura que la Historia ha llegado a su fin, y por
lo tanto, el futuro como algo esencialmente distinto del presente desaparece; su
futuro es, pues, un presente continúo.
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muerte de la modernidad, es decir, del proyecto intelectual basado en la
valoración sobre todo de la racionalidad teórica e instrumental. La “condición
posmoderna” se basa en la negación vigorosa de que el pensamiento
racionalista de la modernidad conduzca al progreso humano. La
posmodernidad significaría, pues, el abandono del discurso ideológico y de
todas las formas de representación del mundo que construyó la modernidad
europea, el proyecto global intelectual y cultural que nace en los siglos XVIII y
XIX. En una medida muy amplia, el posmodernismo representaba la “muerte de
la teoría” al tiempo que la de las grandes concepciones del mundo y de la
historia.
Pero existe una dimensión más, y muy importante, de todo este cambio
cultural. El fenómeno a que nos referimos es el conocido como giro lingüístico,
que tendrá, a su vez, una determinante proyección sobre la teoría social e
histórica. En líneas generales, por giro lingüístico se entiende aquella dirección
de la filosofía orientada hacia una atención primordial al lenguaje; es decir,
orientada a la proposición radical de que hablar del mundo es hablar y
comprender mejor los términos en que hablamos de él. La lengua sería la
plasmación última en todo conocimiento humano, que crea incluso la realidad
exterior pues no puede ser captada de otra forma que no sea el signo
lingüístico. Una postura de enorme relevancia para la consideración del texto y
que, en consecuencia, ha trascendido ampliamente el ámbito filosófico estricto
para pasar a impregnar en la práctica el campo completo de las especulaciones
humanísticas y científico-sociales. Una visión que ha llegado a plantear una
forma de entendimiento nuevo del texto histórico. El análisis del lenguaje
llevará al análisis del discurso, y de ahí al de la escritura de la Historia como
una forma particular de tal discurso. De ahí que esa forma especial del discurso
que es la “Historia escrita” haya pasado a ser ampliamente considerada dentro
del problema general de la naturaleza y significado del lenguaje, y
especialmente, del lenguaje literario.
La historia cuantitativa recibió siempre muy severas críticas. Una de las más
llamativas fue la dirigida por Lawrence Stone en un artículo de 1979 acerca
del retorno de la “narrativa” en la escritura historiográfica. El artículo de Stone
merece recordarse aquí por ser el levantamiento de acta de lo que estaba
ocurriendo en la historiografía: el fin de una época, aquella que intentó aportar
“una explicación coherente y científica de la evolución del pasado” (Stone).
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En definitiva, la época de desarrollo de algunos grandes paradigmas en la
historiografía, que se desenvolvió entre los años cuarenta y ochenta, ha dado
paso a una época de crisis de paradigmas y de búsqueda de formas nuevas de
investigación y de expresión. Teniendo en cuenta la gran crisis aparecida
también en el siglo XVII, con el carácter igualmente de debate sobre la
posibilidad del conocimiento hco. objetivo, puede hablarse de una “segunda
crisis de la conciencia histórica” (Peter Burke). Esta segunda tiene su origen
en el empuje del posmodernismo y su rechazo de la concepción cartesiana de
la certeza, y del giro lingüístico, que hacen aparecer nuevas propuestas de
entendimiento de lo hco. Durante algo más de veinte años lleva ocurriendo que
la dispersión de la historiografía se hace más notable. La historiografía ha
extendido sus campos de interés en todas las direcciones, hasta conformar un
complejo tramado cuya intercomunicación es tan difícil que resulta cuanto
menos problemático ver el conjunto como una disciplina integral
(“desmigajamiento” de la disciplina).
La microhistoria.
La historia sociocultural.
La historia socioestructural.
La historia oral.
La historia de la vida cotidiana.
La historia de los conceptos.
La historia del tiempo presente.
La Microhistoria
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historia local parece, en principio, un campo privilegiado para la historia “micro”.
La corriente tiene su medio de expresión científica en la revista Quaderni
Storici. Representantes de la escuela: Ginzburg, Ramella, Levi, etc.
Especialistas máximos en España: J. Serna y A. Pons.
La Historia socioestructural
La época de transición entre los dos siglos será relativamente fértil en trabajos
de reflexión historiográfica, que reflejaron casi siempre la diversidad de las
corrientes europeas. Se produce una interesante profusión de debates y de
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derivaciones conectados con la efervescencia que en toda Europa produce el
alumbramiento de esa una nueva ciencia de la historia. Sin duda, la figura más
representativa es, con mucho, la de Rafael Altamira (1866-1951), personalidad
que en sí mismo ejemplifica tanto la calidad y el nivel logrado por el saber
histórico en estas décadas, como también el impulso cultural y político que
significó la Institución Libre de Enseñanza. Autor de numerosos estudios, como
“Historia de España y de la civilización española”, (1901-1906, ampliada en
1928-1929).
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antropológicos de J. Caro Baroja. Todos ellos brillantes ejemplos individuales
cuyas obras influyeron sobremanera en las generaciones posteriores. Por otra
parte, reaparece con fuerza un nuevo ámbito de renovación, el hispanismo,
especialidad organizada en universidades extranjeras, con una sólida tradición
de escuela incluso desde finales del siglo XIX, y que ahora en los años sesenta
aporta referentes imprescindibles gracias a investigaciones del calibre de las
realizadas por Vilar, Carr y Tuñón.
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- Ausencia de escuelas metodológicas y de debates teóricos. Es propio
de tal panorama la ausencia de trabajos de contenido teórico o metodológico,
salvo las excepciones de Carreras, Fontana, Aróstegui, Casanova o Santos
Julià, o las aportaciones a la reflexión teórica en revistas especializadas (Ayer,
Historia social, Hispania,…) o en coloquios y congresos (Historia a debate, útil
referente historiográfico).
Bibliografía
Fontana, J.: La historia después del fin de la historia, Crítica, Barcelona, 1992.
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