Sei sulla pagina 1di 150

Primera edición, 2009

¿É l te engañó? ¡Es su problema!


5 Vanessa de Oliveira

Título original
Ele te traiu? Problema dele!: Como superar a traído ontem mesmo
DMatrix editora

ISBN: 978-612-45562-3-4
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional
N° 2009-14770

dirección editorial
Alvaro Lasso Díaz
editor
O. Angelo Agüero
diseño de cubierta
Dany Salvatierra
diagramación
Miguel Gonzales

traducción
1 Gabriel Puentes

Para esta edición:


Calato editores
Los Fresnos - Dpt 1004, Residencial San Felipe
Lima 13, Perú
calatoeditores@gmail.com
teléfonos (511) 6516178
No importa en cuántos pedazos se haya roto tu
corazón. El mundo no se detendrá para que lo
repares.

Anónimo
Agradecimientos

Mi primer agradecimiento es para mi hija, esencialmente por ser lo me­


jor que hay en mi vida. También porque debe haberle costado compar­
arme con este libro durante mi escaso tiempo libre, que normalmente
dedico a estar con ella y pasarla bien juntas. Como suele pasar cuando
las personas conviven, mi hija es como mi “marida”. Pero durante este
tiempo ella tuvo que salir sola al cine, a la playa y hasta a comer (porque
yo soy una “esposa” pésima que nunca aprendió a cocinar). Muchas
veces me reclamó que le preste más atención, y yo respondía:
—Lo siento, Princesa, pero Mamá tiene que salvar a las mujeres del
mundo.
Y ella entendía. Así que este libro te lo dedico a ti, por ser tan ma­
ravillosa.
Inmediatamente después viene mi editor, Paulo el Grande, por creer
en mí y publicar todo lo que escribo. Estoy segura de que llegaremos a
ser best-sellers mundiales. Espero que tú también lo estés.
Del mismo modo quiero dar las gracias a mi papá, mi mamá y mis
hermanos, por haberme dado la vida y por haber hecho todo lo que
han hecho por mí. No debe haber sido fácil ser parte de mi vida, con
todo lo que me ha pasado, pero tampoco creo que haya sido lo más te­
rrible del mundo, ¿verdad? Es decir, siempre pude acabar peor. Podría
estar matando, robando o traficando, y sin embargo estoy aquí, tratan­
do de ayudar a las personas. Sea como sea, los amo.
Otra persona que tengo que mencionar es mi gran amiga Carine
Winx, quien me ha acompañado desde un momento determinante en
mi vida, ha oído con mucha paciencia fragmentos de mis escritos y
me ha dado su sabia opinión. Ella fue la primera en leer el manuscrito
de este libro y en decirme que le encantó. Mujer, eres tan especial que
pareces de otro planeta. Tú me entiendes.
Un agradecimiento especial a mi amiga Toalá, con quien he habla­
do mucho sobre la vida, el mundo, la relación de los hombres con las
mujeres y la de las mujeres con los hombres. Nunca te lo he dicho con
todas sus letras, pero admiro que seas tan guerrera, y nuestras con­
versaciones por Internet me han hecho y me siguen haciendo mucho
bien. Todavía recuerdo el primer e-mail que me enviaste, diciendo que
acababas de leer mi libro y que te gustaría ir a la firma de autógrafos.
Fue ahí que encontré una bella amistad.
Muchas gracias, además, a todas las mujeres que circulan por mi
vida, llenándola de color: Carla, Cris, Du, Lu, Graci, Fran, Jana, Marisa,
Ro, las dos Sandras, Sol... Cada una está más loca que la otra, pero
todas son muy ricas por dentro y tienen muchas historias que contar.
Sepan que este libro dene algo de cada una y que eso no hay cómo evi­
tarlo, porque es algo más fuerte que yo. Como ya les dije, si no quieren
acabar como ejemplos, no sean mis amigas.
Un súper agradecimiento, por supuesto, a todos los lectores que estu­
vieron dispuestos a pardcipar en mis invcsdgaciones, que respondieron
a los cuesüonarios en mi biog y que me enviaron todos sus desahogos
y dudas. También a aquellos con los que hablé personalmente y que me
contaron algo de sus vidas. Yo sé que a menudo cuesta mucho revivir
algo que dolió, pero hacerlo también es comprobar que existe la posi­
bilidad de superarlo. Aplaudo y doy gracias a todas estas personas que
lucharon contra sus obstáculos personales. Este libro no sería lo mismo
sin ustedes.
Y agradezco a los hombres, naturalmente. Más específicamente, a to­
dos los que solicitaron mis servicios cuando era dama de compañía, pues
al hacerlo me lo enseñaron todo, todito. Así me convertí en lo que soy:
esa mosquita que las mujeres siempre desearon ser para entrar en donde
sea y oír todo lo que ellos hacían, decían y pensaban en relación a ellas.

10
Presentación

No, este libro no propone alternativas de venganza, ni busca crear una


oportunidad para que nos riamos de los que alguna vez nos traiciona­
ron. No niego, sin embargo, que la idea me pasó por la cabeza. ?
Sucede que por lo pronto tenemos cosas más importantes que ha­
cer. Por ejemplo, mejorar tu autoestima, lograr que sigas adelante y
hacerte ver que SI ÉL TE ENGAÑÓ, ES SU PROBLEMA.
En todo caso, debes estar preguntándote por qué escribí este libro.
Estoy cansada de ver mujeres increíbles quedar destruidas por una in­
fidelidad y no poder recuperarse fácilmente.
Tengo una madre, una hija, una hermana, primas, tías y amigas, y no
quiero que eso le pase a ninguna de ellas. Conozco una fórmula secreta
para superarlo rápidamente. ¿Por qué no compartirla con otras mujeres
también?
Hasta las mujeres más fantásticas, como lo somos tú y yo, podemos
ser engañadas en algún momento de nuestras vidas. Créeme: la culpa
no es nuestra.
Cosas que es importante que sepas

Primero que nada, mujer, tengo una noticia muy importante que darte:
¡NO TE VAS A MORIR! ¿No es maravilloso saberlo? Estoy segura de
que creías (y quizás aún crees) que te estabas muriendo.
Y hay más: ¡LO VAS A SUPERAR! Porque también estoy segura de
que pensaste que ese dolor tan grande te iba a durar toda la vida. ¿Me
equivoco? No va a durar para siempre, ¿okey? Te lo prometo. Y ahora
que ya sabes que la vida no se acabó y que todo va a terminar bien, te
puedo contar lo que sigue.
Una infidelidad es algo que le puede suceder a cualquier persona.
No digo que sea una cosa normal, pero se ve muy comúnmente por
ahí. En todo caso, es más la regla que la excepción. Hay investigaciones
que dicen que el 75% de las personas son engañadas en algún momen­
to de sus vidas. Yo sospecho que esa cifra debe ser mayor, pero me
imagino que no todos llegan a enterarse de que fueron traicionados.
Otra cosa que tengo que decirte es que si fuiste engañada (y lo más
probable es que lo hayas sido, puesto que estás, leyendo este libro), la
culpa no es tuya. Lamentablemente, el ser engañada no depende de
una, y el hecho de que los hombres no nos sean fieles no se debe a
que no seamos lo suficientemente lindas, maravillosas, inteligentes o
adorables. Nada impide que a Gisele Bündchen y Paris Hilton las enga­
ñen sus novios. (Si no me equivoco, a la Hilton ya le ha pasado). Que
nos sean fieles depende de las personas con las que nos relacionamos
y no de cuán hermosas seamos; depende del carácter del otro y no del
nuestro. Mientras lees esto, las personas más buenas y atractivas están
siendo engañadas por todas partes.
Para empezar, lo más importante es que me creas, porque sé bien de lo
que hablo. He estado casada, he sido engañada y he sido dama de compa­
ñía. Soy toda una experta en este asunto. Lo he experimentado personal­
mente y desde ambas posiciones, y lo que estoy compartiendo contigo lo
conozco a la perfección. Y si no crees en mí, ¿en quién vas a creer?
La verdad es que en este momento soy la mejor opción que tienes
para despejar tus dudas*y entender la infidelidad. Entre las mujeres que
conoces, soy la que más veces ha estado involucrada en historias de
engaños y engaños múltiples. Como dama de compañía, atendí a más
de cinco mil hombres y oí a muchos de ellos desahogarse, y así aprendí
por qué engañan, cómo se comportan cuando engañan y cómo reac­
cionan cuando son descubiertos.
Antes de ser dama de compañía estuve casada, pero luego de un
tiempo descubrí la serie de infidelidades que mi mando había venido
cometiendo. Quedé muy mal tras eso, pero me separé y pude superarlo.
De modo que sé cómo aconsejar y responder a las personas cuando me
preguntan por qué les ha pasado algo así, y decirles cómo enfocar las
cosas cuando descubren que fueron engañadas. Sé que la verdad duele
y que no todos quieren escuchar lo que tengo que decir. Pero he apren­
dido a decir las cosas de manera objetiva. Ya no tengo la necesidad de
maquillar mis opiniones y de decir las cosas a medias, y prometo que
hablaré de lo que sé con la verdad. Y tú tienes que prometer que mi
sinceridad no te molestará.
Yo creo que prefieres que te hable de forma clara, franca e impar­
cial. No vas a tomar como verdad lo que te diga alguien que te engaña,
¿verdad? El, que te engañó, nunca va a asumir responsabilidad alguna
ni te va a decir la verdad, porque tiene miedo. Si no lo tuviese, habría
hablado contigo antes de traicionarte.
Y, por supuesto, antes que nada tengo que ayudarte a entender lo
que es la infidelidad, por qué se comete y todo lo que conlleva, porque
el primer paso para superarla es entenderla.
Las mujeres tenemos un defecto muy grande: mientras no termi­
namos de armar el rompecabezas, nos quedamos dándole vueltas a

14
la pieza que queda por encajar. Parece que necesitamos una respuesta
lógica como requisito indispensable, y sin ella no podemos cambiar de
sintonía ni hacer nada. Esa es una de las razones por las cuales tanta
gente pasa muchos años sin poder sobreponerse a un engaño. Ahora
que voy a mostrártelo todo del modo más directo y que vas a ver qué
hay detrás de lo que experimentaste, no te van a quedar excusas para no
dar vuelta a la página rápidamente e ir en busca de aquello que te hará
bien de verdad. Una mujer tan especial como tú no puede desperdiciar
su tiempo tontamente en cuestiones que ya llegaron a donde tenían
que llegar.
Quiero que aproveches este libro y que pongas en práctica mis con­
sejos. No, no soy psicóloga. Considérame tu nueva amiga: una amiga
bienintencionada y experimentada que te ayudará a encontrar la direc­
ción correcta. Todavía tienes muchas cosas buenas por vivir, y nada
tiene por qué impedírtelo, porque SI ÉL TE ENGAÑÓ, ES SU PRO­
BLEMA.

Observación
Querida lectora:
Si por casualidad encontraras entre los ejemplos de este libro la
confesión que me hiciste a través del Internet, o tus respuestas al cues­
tionario sobre infidelidad que subí a mi blog y que mostré a algunos
de mis lectores, no te sientas ofendida. Tu historia está siendo puesta
al servicio de otras mujeres que atraviesan la misma situación que tú
atravesaste un día. Tu seguridad va por descontada, por supuesto: tu
verdadero nombre está oculto bajo siete llaves, y te he disfrazado con
un seudónimo muy lindo.

Besos,
Vanessa

15
COMPRENDIENDO LO INCOMPRENSIBLE
(O aceptando la verdad, mejor dicho)

Descubres que fuiste engañada. De inmediato la adrenalina empieza a


correr por tu cuerpo, dejas de sentir tus manos y tienes una sensación
de hormigueo a lo largo de tu espina dorsal. Lo que llegó a tus oídos (o
a tus ojos, o a donde fuera) y luego se convirtió en información en tu
cerebro recorre tu cuerpo en redondo y regresa para estallar dentro de
tu cabeza como un grito: jEL ME ENGAÑO!
Te entran mil confusiones. Aunque has perdido la capacidad de ra­
ciocinio, intentas pensar con claridad. Sientes desesperación. Sientes
rabia. Te sientes frágil, pero al mismo tiempo posees la fuerza destruc­
tiva suficiente para matarlos a él, a ella y a todos los que lo sabían, tanto
a los que callaron como a quien te lo dijo (si dicha persona cometiera la
tontería de intentar detenerte).
Un sentimiento horrible, que quizás nunca hayas experimentado
antes (o, quién sabe, que tal vez hayas experimentado muchas veces),
parece empeñado en acompañarte a todo lugar al que vayas, desde la
ducha hasta tus sueños. No te sientes capaz de librarte de esa sensación
y, al mismo dempo, una lluvia torrencial de preguntas se vierte sobre tu
cabeza: ¿Será verdad? ¿Cuándo me engañó? ¿Fue la primera vez? ¿Con
quién? (Puede ser que ya conozcas la respuesta; si ya la conoces, te pre­
guntarás por qué con ella). Pero la pregunta principal, la que no puedes
callar y la que no podrás callar en mucho tiempo, es: ¿POR QUE ME
ENGAÑÓ?
Créeme: esa pregunta te la harás muchas veces, hasta dar con una
respuesta que te satisfaga sin dejar la más pequeña laguna. Es imposible
para las mujeres no devanarse el cerebro tratando de dar con las causas
exactas que provocaron la infidelidad dentro de la relación. La respues­
ta que una mujer busca es un rompecabezas de millares de piezas, y
todas deberán ser analizadas una por una. Una mujer engañada repasa
hasta los más mínimos detalles, desde el momento en que ella y el trai­
dor se conocieron (quizás planeaba engañarla desde entonces) hasta las
situaciones más simples que puedan ser relacionadas al engaño, como
ese cumpleaños en que él se fue al baño del restaurante y demoró mu­
cho en regresar (debe haber escapado para telefonear a la otra).
Lo más inusitado de esta historia no será la traición que él cometió,
sino los procesos que empezarán en tu cerebro. Buscarás tanto una
respuesta a ese “por qué me engañó” e imaginarás tantas variantes que
acabarás más confundida todavía.
La fertilidad de la mente de una mujer a la hora de buscar esa ex­
plicación es increíble: suponemos que el traidor arrastra problemas
psicológicos desde la infancia, o' que mantiene una mala relación con
su madre (y que esta explica su actual relación con la totalidad de las
mujeres); imaginamos que las culpables somos nosotras mismas (si ese
es tu caso, déjame decirte que te has vuelto loca); o inventamos histo­
rias llenas de coincidencias descabelladas: él asistió inocentemente a
una fiesta, se olvidó de avisar sin querer, se tomó una copita en la que
alguien había puesto un viola-fácil y entonces una rubia bustona, que
naturalmente es una rompehogares (porque en la infancia desarrolló
una mala relación con su padre), abusó de él y la cosa terminó como
terminó.
Si dudas de lo que digo, examínate a ti misma. Fíjate cuánto tiempo
pasas imaginando todas las explicaciones que puedes para el hecho tan
absurdo de haber sido engañada.
Lo que sucede es que estás tan empeñada en protegerlo a él, a
la relación y a ti misma, y en no pensar que FUE SU CULPA, que
tu habilísimo cerebro trabaja a toda marcha en esa dirección. Y es
ahí cuando tu neurosis entra en acción. Porque dedicada a encon­
trar estas respuestas, desolada por lo sucedido y embargada por ese

18
sentimiento que consume todas tus fuerzas, vas a acabar por llamar
a tus amigas y contarles lo que pasó. ¿Para qué? Para que te ayuden a
descubrir las respuestas que tanto necesitas
Una mujer engañada piensa desequilibradamente. Una mujer
engañada ayudada por una amiga piensa más desequilibradamente
todavía. Una mujer engañada con muchas amigas a su disposición
se dirige directo al manicomio. Es un espectáculo único en la natu­
raleza: se forma un caudal de ideas y variantes tan abundante que
los hombres quedarían boquiabiertos si pudieran ver la historia de
su traición desde el ángulo femenino. No creerían lo que la mente
de una mujer desesperada puede inventar, cuando en realidad hasta
ellos mismos conocen la respuesta, única, simple y exacta, que hay
para esta cuestión.
Mujer, date cuenta: ÉL TE ENGAÑÓ PORQUE ES UN IMBÉ­
CIL. Punto.
No debes pensar en nada más. ES UN IMBECIL. Solo a esa con­
clusión debes llegar y solo en ella debes apoyarte. Todo lo demás que
imaginaste, investigaste y descubriste es completamente desechable.
Despeja tu mente de todo lo que tú y tus amigas llegaron a inventar,
porque lo único que importa es el hecho comprobado de que él es un
imbécil. Razona de forma puntual y directa.
Hazme caso: nada hay sobre la faz de la tierra que le dé el derecho
de serte infiel. NADA. Nada explica ni justifica el que no haya sido
honesto contigo.
No te quedes ahí tratando de convencerte de que lo hizo porque
fue engatusado, pues de ser así la culpa fue única y enteramente suya.
Y aquí entre nos, hasta una persona engatusada sabe muy bien lo que
debe y lo que no debe hacer.
Tampoco pienses que la culpa es de la mujer con la que te engañó,
porque ella es la que menos culpa tiene en este asunto. Al final, ella no
tenía ningún contrato verbal, religioso o civil contigo, ¿verdad? Ella no
tenía que rendirte cuentas ni satisfacer tus expectativas.
Tampoco pienses en sus problemas psicológicos de infancia, por­
que si las cosas funcionaran así, tú también andarías por ahí siendo
infiel, ¿no? Es decir, ¿quién no tiene taras psicológicas que superar?

19
Tenerlas no da a nadie el derecho de ser cruel, deshonesto, irrespetuoso
e imbécil.
Y, por el amor de Dios, no fantasees con píldoras que al ser tragadas
por accidente nos llevan a una realidad paralela en la que no somos
conscientes de lo que hacemos. No hay hombre ni mujer que engañe
inconscientemente.
Mira los hechos a la cara: por más que te duela en este momento,
la verdad es que te engañó y que no hay justificación alguna para ello,
porque NUNCA HAY JUSTIFICACIÓN PARA EL ENGAÑO. Y
ahora, repitiendo, métete una cosa a la cabeza: hay una sola explicación
para lo sucedido, y es que él es un imbécil.
Así que es hora de bajarle la velocidad a tu cerebro y cancelar la re­
unión del Club de las Histéricas, porque acabas de descubrir la simple
verdad. No necesitas desperdiciar más de tu precioso tiempo ni el de
tus amigas tratando de encontrar justificaciones donde no las hay, pues
la respuesta es una sola: ES UN IMBECIL.
Repite conmigo: ES UN IMBÉCIL. Una vez más: ES UN IM­
BÉCIL.
¿Y sabes qué es lo más triste, mujer? Que ellos saben que tu mente
se esforzará para salvarlos. ¿Sabes cómo lo sé? Porque ellos mismos me
lo contaron. Muchos me hablaron sobre sus infidelidades, sobre cómo
fueron perdonados y sobre lo que tuvo que pasar para que retomaran
sus relaciones sin mayor problema. Date cuenta: luego del perdón, sus
hábitos infieles continuaron. La prueba: estaban ahí conmigo, contán­
dome sus historias.
Sabiendo cómo funcionan nuestras mentes, cómo somos suaves
de carácter y buenas de corazón y cómo tendemos naturalmente a la
maternidad, sus estrategias resultan perfectas: adoptan el papel de víc­
timas, de niños arrepentidos, cuentan historias tristes sobre sus vidas
(incluyendo algunas que no podrías imaginar) y atacan directamente al
objetivo: reblandecer las defensas de tu corazón.
Para entonces estás desesperada por acabar con las sensaciones
abrumadoras del rechazo, la decepción y la humillación, y eres capaz
de aceptar cualquier explicación que lo libre de culpa y te libre de la
obligación de separarte y de aceptar el hecho de que él no es hombre

20
para ti. Así no tienes que acabar con tus sueños, tus proyectos y la fe­
licidad de una unión aparentemente estable. En ese momento quieres
tanto que las cosas sigan como estaban que no importa si todo no era
más que una fantasía.
Yo sé que es difícil escuchar todas estas cosas de forma tan fría y di­
recta. Tu corazón ha sido herido, y en un momento así todo el mundo
quiere oír algo que nos haga sentir mejor, y no más verdades dolorosas.
Pero créeme, es necesario que alguien tenga esta conversación contigo,
aunque sea de esta forma, porque de otro modo nos arriesgamos a que
empieces a vivir en un mundo aparte.
Ahora duele, pero ver las cosas como son es parte del proceso de
recuperarte. Y mostrarte cuáles son los caminos que de ningún modo
debes tomar es parte de mi papel de amiga. Entre ellos, la ilusión de las
justificaciones inventadas es uno de los más peligrosos.
Perdóname si soy dura, pero prefiero ser honesta contigo. Sécate las
lágrimas y escúchame: a partir de ahora todo va a ser distinto y mejor.
Y dime una cosa: en el fondo, ¿no se siente bien admitir que él es un
imbécil?
ENTENDIENDO LO QUE ES LA TRAICIÓN

Ahora vamos a aclarar las cosas.


LA TRAICIÓN ES LA DESTRUCCIÓN DE LA CONFIANZA.
Eso, básicamente.
La traición no tiene atenuantes. Que la relación lleve poco tiempo
de empezada o que los dos vivan en ciudades distintas no justifica el
quiebre de la confianza. No se puede decir que un hombre haya sido
menos deshonesto solo porque la infidelidad se dio con una ex novia
que reapareció luego de muchos años, revelando sentimientos inconfe-
sados. Igual si fue con una mujer despampanante que no paró de per­
seguirlo la noche entera. No importa que haya sido con otro hombre,
o estando drogado. Da lo mismo.
Pero presta atención: al mismo tiempo, nadie puede ser recriminado
por sus sentimientos. En realidad nadie escoge amar, desamar, exci­
tarse, estar triste o alegre. Los sentimientos son sentimientos, y como
tales pertenecen al plano subjetivo y no al plano práctico y objetivo de
la vida. Todos ellos pueden aflorar dentro de cualquiera de nosotros
de manera involuntaria, lo cual no nos hace culpables ni inocentes de
nada. Sin embargo, sí somos responsables de lo que hacemos a partir
de nuestros sentimientos. Aunque estos surjan inconscientemente, eres
tú quien escoge engañar o no engañar.
Tú, naturalmente, debes estar queriendo recordarme que también
existen personas muy, muy impulsivas. Lo que yo creo es que las per­
sonas así deben aprender a lidiar con su enorme impulsividad, y que
no deben recibir ninguna licencia especial por poseer esa caracte­
rística. Te voy a plantear una analogía bien simple: una persona so­
cialmente marginada puede desarrollar deseos de agresión y rebelión
contra las personas socialmente favorecidas, ¿verdad? Esto no solo
es posible sino que sucede a menudo. Sin embargo, existe una gran
diferencia entre tener estos sentimientos y dejar que ellos nos lleven
a ejercer la violencia contra alguien. Tomar acciones en este sentido
nunca es justificable.
Que te quede claro: una traición es una traición. No importa cuán­
do, dónde, con quién, cuántas veces ni por qué. Nada es buen argu­
mento en el tribunal del corazón.
Y no caigas en la tontería de creer que el engaño fue algo que suce­
dió y ya. Estas cosas no “suceden y ya”; un engaño nunca es un acci­
dente. Siempre es planeado, aunque sea cinco minutos antes de que la
ropa empiece a caer al suelo. Ten por seguro que la posibilidad de que
la aventura terminara con su relación pasó por la cabeza de él, al menos
por un instante, y que él la consideró menos importante que la satis­
facción del momento. ¿Y qué puedes esperar de un fulano que pone su
relación contigo (y te pone a ti, por ende) en el último lugar?
Los hombres inventan las cosas más estúpidas para usarlas como
justificación. Mira bien: NUNCA HAY MOTIVOS DETRÁS DE
UNA INFIDELIDAD. Si él dice que te traicionó porque estaba atra­
vesando un momento difícil, lleno de problemas personales y profe­
sionales, debes saber que todo son inventos, porque cuando uno la
está pasando mal no quiere otra cosa que estar junto a la gente que
quiere. Una persona con buena salud mental en esa situación buscará
a la gente que ama. Hasta hoy, además, no he sabido de una infidelidad
que resuelva dificultades financieras ni profesionales, ni problemas de
incompatibilidad en la pareja. Eso él lo sabe muy bien, porque no es
estúpido; muy por el contrario, lo que quiere es despistarte de forma
deliberada. Y si le creiste fue solo por tu miedo desesperado a tener que
aceptar que él no es para ti.
Del mismo modo que es posible para ti no engañarlo porque lo
amas, también es posible para él no engañarte si te ama. Es un hecho
que los hombres y las mujeres tenemos características psicológicas, fí­

24
sicas e inclusive espirituales diferentes. No creas, sin embargo, que los
hombres son primates sujetos a instintos desarrollados hace millones
de años, porque hace ya mucho tiempo que dejaron de caminar en
cuatro patas y habitar en cavernas. Ellos han evolucionado tanto como
nosotras, y solamente no lo han hecho en los aspectos que no les in­
teresan. Los insdntos no son excusa para la traición, ¿y sabes por qué?
Porque somos una especie capaz de dominarlos. Si él no realiza ningún
esfuerzo para controlar sus impulsos es porque en realidad no quiere
hacerlo, es decir, porque no es hombre para ti. ¿No te parece extraño
que no se manifieste en él el instinto de comerse un toro cuando tiene
hambre? ¿Puedes imaginártelo en mitad de la calle, apuntando a un ani­
mal con una lanza? El instinto de alimentarse es mucho más fuerte que
el de reproducirse y, hasta donde yo sé, los hombres han evolucionado
lo suficiente como para poder esperar a la hora del almuerzo sin atacar
a la mascota de la vecina.
Y entonces, ¿por qué nos engañan?
Los factores no son genéticos. Son únicamente culturales. La enor­
me mayoría de los hombres ha crecido con la creencia de que un hom­
bre, para ser aceptado en su sociedad, debe tener muchas mujeres,
saber conquistarlas y disfrutar de una amplia variedad sexual. Dicha
conducta se les incentiva desde pequeños hasta que por costumbre la
repiten al crecer. Y un hábito de muchos años es difícil de romper.
Un hábito, sin embargo, es algo muy distinto de un instinto primi­
tivo.
Así que olvídate de resignarte a que los hombres sean infieles por­
que lo lleven en la sangre. Esa es una tontería sin lógica.

■————— ———————— ———— —*


I
Las cosas como son I
I
Si un sinvergüenza te engaña es porque quiere. Nada ni nadie lo obli- J
ga a hacerlo. Recuerda: una mujer no puede violar a un hombre.
Un hombre que confiesa haberte engañado y que no sabe darte |
una explicación es un asno. ¿V quién quiere estar con un asno? I

25
Si un sinvergüenza íe dice que te engañó a causa de sus proble- ■
mas psicológicos originados en la infancia, está tratando de hacerse
la víctima. I
Si un hombre que te engañó te pide perdón alegando que era la
primera vez que lo hacía, cree que tiene derecho a un hábeas corpus.
Si un sinvergüenza te engaña con tu amiga es un sinvergüenza i
asqueroso. Si te engaña con la esposa de su amigo es un asqueroso ■
de la peor especie.
Un hombre que te engaña con damas de compañía es un pen- ¡
denciero, no muy distinto a cualquier otro pendenciero. I
Si un hombre dice que te engañó porque se sentía minimizado, es
porque ninguna explicación sirvió y esa es la única que le queda.
Si un sinvergüenza dice que te engañó por tu propia culpa, tiene I
problemas mentales muy serios.
Si un hombre te dice que te engañó en un momento de flaqueza,
lo que quiere decir es que ese día estaba con la glucosa baja. ¿Te |
parece que eso tiene sentido? i
Un hombre que te engañó y que dice que no lo mereces está
diciendo nada menos que la verdad más absoluta. Ahora, si tuviera |
la desvergüenza de decirte que te engañó porque no io mereces, lo 1
que pasa es que el descarado es un cobarde que no tiene el coraje ■
para decirte en tu cara que no quiere continuar con la relación, y que
prefiere poner sobre ti la responsabilidad de terminarlo todo. I
Si un descarado te dice que te engañó porque no está seguro 1
acerca de su relación contigo, es porque no tiene el más mínimo in- .
terés en pasar el resto de su vida contigo, pero que no sabe cómo |
decírtelo. ■
Recapitulando: no hay justificación aceptable para el engaño.
Ninguno de sus argumentos pasa de ser una excusa de tres por |
cuarto. ■

He conocido hombres que me dieron los motivos más rebuscados


para ser infieles. En el fondo, la razón siempre es la misma: el tipo es
un imbécil. Claro que los imbéciles son así por motivos diversos. Por
ejemplo, un sinvergüenza puede engañar a una mujer maravillosa preci-

26
sámente por ser tan maravillosa y contrastar con lo mediocre que es él,
como una especie de venganza inconsciente. Porque, créeme, también
los hay de esos: hombres acomplejados que no saben lidiar con mujeres
especiales.
Es como en esa vieja historia, ¿te acuerdas? No debemos arrojar las
perlas a los cerdos, porque no sabrán qué hacer con ellas.

27
CREYENDO EN PAPÁ NOEL

Hay una cosa horrible que he visto suceder muchas veces. Un sinver­
güenza es infiel, la mujer lo descubre y lo deja. El la llama tres veces y
ella no le contesta, entonces él empieza a llamarla todo el tiempo, mil
veces, a su casa y a su celular, se arrastra tras ella, se muestra arrepenti­
do, dice que jamás cometerá el mismo error nuevamente, que esa fue la
primera vez, que ella es la mujer de su vida, que la otra no tuvo ninguna
importancia y que fue solo sexo (mira tú, qué poca cosa, «¿no?), que él
fue un idiota (eso ni qué decirlo), que arrastra problemas desde la in­
fancia, que se va a suicidar (qué bueno fuese), que anda perdiéndose en
la calle y bebiendo de más, que la culpa es suya (¡pero por supuesto!);
y allí vas, dejas que se reblandezca tu corazón (que estará hecho una
gelatina), porque a fin de cuentas no se deja a un indigente en la calle y
no todos los días alguien se arrastra por ahí haciendo declaraciones de
amor por una, y él ya se ha humillado tanto públicamente que sientes
que por lo menos has tenido tu desquite. Y ahí estás, otra vez junto a
él. Perdónalo, muy bien, pero tarde o temprano acabará por hacer lo
mismo nuevamente. Solo habrá una diferencia: de aquí en adelante,
tendrá mucho más cuidado.
Todos los entrevistados para este libro me lo han confirmado: luego
de ser perdonados, volvieron a traicionar, siñ excepción. La explicación
más común fue que estaban seguros de que serían perdonados nueva­
mente.
¿Qué puedo decirte para convencerte de que dejes de creer en Papá
Noel? Date cuenta: las cosas no van a cambiar. Si es falto de carácter
por naturaleza y asimiló esos hábitos por crianza, nada va a detenerlo.
Nada. Volverá a traicionarte. Puede que nunca lo descubras y pases el
resto de tu vida creyendo que fue solo una vez, pero es un hecho que
sucederá de nuevo.
Dicen que Papá Noel existe para los que realmente creen en él. Si
quieres puedes conservar tu imaginación y tu inocencia, seguir creyen­
do que los hombres se vuelven honestos después de haber engañado,
devolverle la confianza y la credibilidad y después ver qué sucede. Pero
luego no me digas que xio te lo advertí, ni vengas preguntando:
—Ay, Vanessa, ¿y ahora qué hago?
¿Que si yo no creo en los milagros de Navidad? Si te soy sincera,
chica, sí, creo en ellos. Yo creo que los milagros suceden, sean estos de
Navidad, Pascua o en día laboral. Sinceramente, pienso que el agua se
puede transformar en vino en determinadas situaciones, y que nadie
está perdido para siempre. Creo en el desarrollo de los seres humanos.
Solo que las transformaciones así suceden con tan poca frecuencia que
de verdad me parecen milagros.
Otra cosa que creo es que nuestras expectativas de la vida no pue­
den apoyarse en las posibilidades más remotas, sino en las más reales.
Regresar con el descarado que te engañó porque tienes la esperanza de
que vaya a cambiar es lo mismo que dejar de trabajar y vivir de jugar
a la lotería por estar segura de que eventualmente vas a ganar. Y hasta
puedes ganar, pero las proba-
bilidades de que realices tus
sueños, basadas en la condi­ ¿Sabías que...
ción de haber ganado la lo­
...un infiel se siente menos culpa­
tería, habrán sido muchísimo
ble con cada traición que comete?
menores de lo que habrían
Es verdad: la persona se va acos­
sido si las hubieras basado en tumbrando, y el hincón del remor­
las condiciones de ser realista dimiento termina por desaparecer.
y esforzarte mucho. Lo que Inclusive hay algunos que son hipó­
trato de decirte es que no te critas consigo mismos y andan di­
dejes llevar por la esperanza ciendo que en realidad no les gusta,
de que él va a cambiar (yo lo aunque no dejen de hacerlo.
sé: tu corazón duele tanto que

30
necesitas aferrarte al primer asomo de esperanza que veas aparecer),
porque es muy poco probable que eso suceda.
Una regla: los hombres infieles no se transforman en hombres fie­
les. La excepción: los hombres infieles pueden volverse fieles si sucede
un milagro.
Y tú, ¿te quieres apoyar en la regla o en la excepción? Porque si te
basas en la regla, tendrás muchas más oportunidades de vivir una re­
lación saludable como te mereces (con otra persona, claro está). Si te
basas en la excepción, en cambio, te arriesgas a pasar el resto de tu vida
esperando que las cosas cambien. En ese caso, avísame, que yo prendo
una velita por ti.
Lo más doloroso de todo es que cuando un descarado cambia, no lo
hace por la mujer a la que engañó, sino por una nueva.
Mira, yo no quiero que dejes de soñar, ni que te vuelvas una mujer
radical, fría y calculadora. Solo creo que es posible y mejor no dejarse
llevar por las ilusiones y concretar los sueños (yo les doy el nombre en
clave “proyecto de vida”), y para ello es necesario encontrar un equili­
brio entre los deseos y la realidad.
Amiga mía, Papá Noel solo fue inventado para hacer nuestro mundo
más colorido. Los hombres infieles que se vuelven buenos no pueden
pasar a formar parte de tu idea de la vida real, porque de lo contrario
esta se transformará en una pesadilla. No existe estrategia alguna para
hacer que un hombre deje de ser infiel. O lo es, o no lo es.
Piénsalo.

Algo increíble:
El 90% de los hombres cuyas esposas los dejaron por haberles
sido infieles se dedicaron a perseguirlas desesperadamente, in­
tentando volver con ellas y diciendo que se habían convertido en
hombres nuevos.

Algo importante:
El arrepentirse profundamente, llorar, demacrarse, suplicar y
prometer convertirse en un buen hombre no son cosas que val­
gan como disculpa.

31
Algo triste:
El 70% de las parejas que pasan por una infidelidad retoman la
relación, y nada menos que el total de este porcentaje asegura
que de ahí en adelante la relación no volvió a ser la misma. Es
decir, luego de la traición, ya todo estaba dicho.

SOS. Vanessa: Una preguntita

I Vanesita, ¿podrías iluminarme un asunto? Yo me involucré con mi g


I actual novio siendo muy joven. En ese entonces yo tenía 16 años y él, 1
22. Ocho años después, seguimos siendo novios. Yo lo amo y tene­
mos planeado casarnos dentro de tres meses. He decidido hacerlo a g
I pesar de que sé que me engañó. Lo perdoné porque tomé en consi- 1
1 deración que era la primera vez que me engañaba; además, me dije
que una relación de hacía tanto tiempo y a las puertas del matrimonio
I no podía acabarse así por así, de la noche a la mañana. Sena muy I
■ inconsecuente de mi parte terminarlo todo, porque ya tenemos la
casa construida, nuestras familias se llevan muy bien, todos aprueban
I nuestra unión y ya se ha gastado mucho dinero en los preparativos |
I de la boda. Solo que ahora me siento confundida, y por eso te pido *
consejo.

I María Al Pie Del Altar I

I Me resultó interesante la parte en la que hablaste de tus familiares, g


I ¿Por casualidad les has preguntado a ellos qué es lo que piensan I
1 de la escapada de tu novio? Igual puede ser que la aprueben; al
. final, no son ellos quienes se van a casar con él. Hablando de eso,
g mujer, déjame recordarte que es contigo con quien él va a dirigirse g
* al altar. De modo que la única aprobación importante para la reía- >
ción es la tuya. Si realmente pretendes tener una buena vida con
g él, la aprobación de los padres no debe ser un factor primordial en g
I tu decisión. I
Por otra parte, ¿fue la primera vez que te engañó, o la primera vez
• que te enteraste? Si lo perdonas esta vez, ten por seguro que habrá ■

32
otras veces. ¿De verdad quieres empezar esta unión con una marca ■
así pesando sobre ustedes? I
Me doy cuenta de que te preocupa desperdiciar todo el dinero in- I
vertido en los preparativos. Amiga mía, déjame decirte que divorciarte
te va a resultar más caro todavía.
Supongo que ahora estás pensando que no te vas a separar de |
él, porque lo amas, ¿verdad? Te quiero hacer una pregunta: ¿tú te ■
amas? Y otra más: ¿un tipo que te ama de verdad va a ponerte los .
cuernos justo a puertas del matrimonio? Ten en cuenta que ni siquiera |
era su despedida de soltero; por como van las cosas, yo diría que lo ■
mínimo que puede haber planeado para esa noche es una orgía. De ¡
hecho, creo que si te engaña en su despedida de soltero también lo |
vas a perdonar. Después de todo, él es un hombre, y esa es su des- I
pedida de soltero. Pasará lo mismo que acaba de suceder cuando tú *
lo justificaste por ser la primera vez, y antes del matrimonio. Adivina |
cómo creo que lo vas a justificar cuando ya estén casados. I
—Lo perdono —dirás—; después de todo, es la primera vez que •
pasa desde que nos casamos.
¡Puedo apostarlo! I
Finalmente, hay una cosa más que me está dando vueltas en la •
cabeza. Me dices que la relación comenzó cuando tenías apenas 16
años, es decir, cuando probablemente todavía no te habías involucrado |
con nadie más. ¿Estás segura de que estás lista para casarte? En rea- I
lidad, yo no creo que las mujeres deban andar por ahí teniendo todas
las experiencias sexuales y amorosas que puedan tener para así poder ¡
encontrar el amor y casarse. Sí creo, sin embargo, que cuando me- I
nos deberían tener alguna experiencia a partir de la cual desarrollar un *
parámetro, y solo entonces decidir si es con tal o cual hombre que se |
quieren casar, y si lo quieren hacer ahora. En este asunto, yo me guío I
de las enseñanzas de Buda: el mejor camino siempre es el del medio. ■

El final no es un vaivén

Por favor, de todo corazón, no caigas en la GRANDÍSIMA ESTUPI­


DEZ (no está en mayúsculas por gusto) de creer que la relación puede

33
comenzar otra vez, que superarán el problema juntos y que todo estará
bien, porque NO ES ASÍ. Cúbrete los oídos si alguien viene a decirte
que el matrimonio queda más fortalecido después de una infidelidad.
Esa es cosa de gente idiota que anda repitiendo las idioteces que oye
decir por ahí.
Lee bien, mujer: tu matrimonio, noviazgo o como sea que quieras
llamar a tu relación no va a ser mejor después de una infidelidad. ^Aca­
so te sientes mejor ahora que antes?
Cuando una relación es dañada de este modo y la pareja se propone
evitar la separación, suele suceder que sus miembros dan todo de sí en el
primer momento, tanto que posiblemente parecerá que los buenos tiem­
pos vuelven y que todo es nuevamente espléndido y maravilloso como al
comienzo. Pero despertarás, mujer: tu confianza habrá sido quebrada, y
tarde o temprano empezarás a dudar de él, a sospechar que está con ella
de nuevo, a suponer que ahora tiene otra, a imaginar que está con varias
al mismo tiempo, etc. No pasará mucho tiempo antes de que pienses
que ir a la panadería será una excusa para ir a llamarla en la esquina, que
cuando diga que va a verse con sus amigos estará yendo a encontrarse
con ella en un hotel, y así sucesivamente. La infidelidad es un golpe tan
grande que quiebra la relación en mil y un pedacitos tan pequeños que es
imposible volverlos a juntar como antes. Y aunque lograras realizar esta
proeza, la tarea será durísima y el resultado muy frágil.
Uno se encuentra mucha gente que dice haber “superado” la infide­
lidad. “Superado”. La verdad es que después las cosas no son las mis­
mas. NUNCA vuelven a ser las mismas, para ser más directa. Engañar
no es lo mismo que discutir, olvidar la fecha del primer beso ni roncar
a la hora de dormir. Todos estos problemas forman parte de cualquier
relación saludable y pueden ser superados, porque nadie puede ser ni
hacer todo lo que su pareja quiere el 100% del tiempo. A diferencia de
ellos, la traición es algo GRAVE.
No hay por qué perdonar la traición.
Es verdad que ser engañada duele. Eso lo sé por experiencia. Cuan­
do hemos sido heridas, las personas intentamos detener el dolor de
muchas formas, y una de ellas, invariablemente, es evitar enfrentar el
hecho de haber sido engañadas en nuestra vida.

34
Esto no es algo que haya visto suceder solo una o dos veces. Sé de
muchas amigas y lectoras que se perdieron en un laberinto, buscando
el modo de hacer como si aquello nunca hubiera sucedido. Una se dice
tonterías a sí misma: ¿Y si solo estaban conversando en el hotel y nada
sucedió? ¿Y si aquel papeiito no era para él sino para su amigo, y acabó
en su maletín por casualidad? ¿Y si alguien me ha hecho creer toda esta
historia solo porque quiere separarnos? ¿Y si esjé mensaje que decía
“Encontrémonos hoy a las 6, te amo” me lo había enviado a mí, sino
que había llegado al celular de ella por un error de la operadora?
Una no piensa claro cuando el corazón duele. Una no reacciona
como debería y anda muy mal. Una persona en condiciones normales
puede ver las cosas de forma objetiva, con más facilidad, e inclusive
encuentra salidas más racionales para todo. Una persona que sufre solo
quiere una cosa: parar de sufrir, y para ello hará lo que sea, incluyendo
engañarse con justificaciones y posibilidades lejanas. Lamentablemen­
te, por más inteligente que sea una mujer, sus esperanzas pueden lle­
varla a intentar tapar el sol con un dedo. La esperanza puede hacer que
hasta las mujeres más espectaculares queden ciegas.
¿Es posible que la infidelidad no haya sucedido realmente, que todo
haya sido un engaño? Por supuesto: las confusiones existen, y también
la gente con ganas de sabotear una relación fabulosa. Pero si tú los
viste, si leiste los mensajes de ella en el celular de él, si los escuchaste
hablar o si recibiste una foto de los dos entrando de la mano en un
hotel, por favor, no huyas de la realidad. No entres en negación solo
para evitar el sufrimiento. La mejor solución es ver las cosas por lo que
son, asumir el hecho de que por desgracia (o para bien) la infidelidad es
ahora una realidad en tu vida, y aceptar que ese idiota no es para ti. Lo
que te toca es intentar recuperarte y seguir adelante. Recuerda: SI TE
ENGAÑÓ, ES SU PROBLEMA.
Y no caigas en la trampa de quedarte pensando que si te engañó fue
por alguna razón: tal vez porque dejaste de hacer alguna cosa, hiciste
algo que no debías hacer, dijiste algo que pudo hacerle daño, dejaste de
decir algo que pudo haberle hecho más daño todavía, no fuiste como
debiste haber sido... ¡Basta! El te engañó porque quiso y tú no tienes
nada que ver.

35
Aun si fueras una mujer estúpida, inútil, egoísta, cruel, o cualquiera
de esas cosas que sabemos que no eres, es decir, aun si te lo merecieras,
él no habría tenido el derecho de engañarte. No hay justificación para
el engaño. Ninguna en absoluto.

I Confesión de un infiel

* Siempre es así: uno* conoce a una persona nueva y se pone a con-


I versar. Todo el mundo lo necesita: hacer nuevas amistades, conocer
* nuevas personas, compartir sobre sus vidas, sus experiencias, dar
y recibir consejos, escuchar. Es parte de la vida. Yo creo que nací
I con un don: el de hacer que las personas se sientan a gusto y se
I abran conmigo. Es por eso que muchas mujeres se me acercan para
conversar, especialmente para saber mi opinión acerca de tal o cual
I tema. Siempre es así que comienza la historia. Una conversación in-
I ofensiva que empieza sentados a una mesa y que casi siempre ter­
mina en la cama.
¿Sabes qué es lo que pasa conmigo? Siempre termino por enga-
I ñar a mi mujer con mis amigas o con amigas suyas que me buscan
1 para desahogarse. Nunca lo planeo, no me digo "Ahora me voy a
acostar con Fulana”; la situación simplemente llega y yo no puedo
I negarme a la oportunidad. Eso es lo que sucede. No busco alguien a
I quien amar, porque ya tengo a mi esposa. Mi mujer es buena y bonita.
Tampoco me quiero separar. Solo pasa que me fascinan las mujeres,
. todas me parecen lindas, cada una tiene algo que me gusta y que a la
I otra le falta. Ninguna fue nunca más especial que las otras y no hace
* falta que me enamore para ser infiel. Todas ocupan mi corazón, y al
mismo tiempo ninguna. ¿Me entiendes?
I Te voy a decir una cosa: que yo sea infiel no me hace un ganador
I y el galán de la historia. Yo engaño porque soy débil. La infidelidad es
una debilidad; el hombre poderoso es el que no engaña.
Yo he estado casado y he sido fuerte y fiel por mucho tiempo. Me
I resistía con mucho esfuerzo a los encantos de las muchas mujeres
■ que se me acercaban. Hasta que un día no resistí y lo hice por primera
* vez. Luego de eso vinieron cientos de veces más.

36
AI final, la infidelidad se volvió una parte tan común de mi vida que
I ya no la considero un problema. Sinceramente, han sido pocas las |
■ veces que me arrepentí. I
I I

Lo mejor que puedes hacer en este momento es enfrentar la realidad y-


comenzar a levantarte como una guerrera. Ver las cosas con lucidez es
un preciado tesoro. ¿No es maravilloso tenerlo todo iluminado delante
de los ojos en este momento? ¿No es sensacional ver que si las cosas
llegaron a este punto fue porque no eran satisfactorias, y que esto te da
la opción de decidir lo que es mejor para ti, elegir lo que te hará feliz,
sin él y con alguien nuevo en su lugar? Estoy segura de que esa será tu
elección.
Ser libre de las ataduras de lo irreal te hace una mujer VICTO­
RIOSA. Aun si tu corazón ha sido herido, siéntete VICTORIOSA por
haberte librado de lo que no te servía más y haber dejado de creer que
tu relación era algo que no era.
Se acabó porque se acabó.
[No desperdicies energía tratando de salvar un barco que ha sido
perforado! ¡Lucha y navega en uno nuevo!

Las mujeres son poderosas, pero pocas parecen saberlo

En el fondo, todas mis entrevistadas sabían que estaban siendo enga­


ñadas, pero sacar lo más desagradable al sol es difícil para la mayoría
de las personas, pues esto les da la sensación equivocada de que han
fracasado. Para muchos, el descubrimiento de una infidelidad o, en ge­
neral, el fin de una relación es, lamentablemente, la demostración de
que se falló. Es una verdadera pena que no se den cuenta de que el
cobrar conciencia de haber atravesado una relación insatisfactoria es
algo totalmente distinto a haber fracasado en la vida. Ya que estamos
en ello, ¿qué es fracasar en la vida para ti?

37
r■
I
1 En este momento, toma lo siguiente como un compromiso:
I
I —No hay justificación posible para el engaño. Es por eso que no voy
J a imaginar hipótesis descabelladas.
—No le daré la oportunidad de pasar por encima de mí nue-
I vamente.
—No voy a creer en milagros ni. a esperar que los infieles se trans-
I formen en caballeritos al relacionarse conmigo, porque eso no va a
I pasar.
—Mejor que creer en él es creer en Papa Noel.
—Si él me engañó, es su problema.

Fracasar en la vida para mí es no tener el coraje de perseguir nuestras


metas. Mi concepto del fracaso es así de simple. Yo creo que quien
intenta y no consigue no ha fracasado. Porque la dinámica de la vida
siempre conlleva algún aprendizaje. Es el quedarnos estáñeos lo que
nos lleva al fracaso. Quedarnos parados delante de lo que queremos en
la vida es el ejemplo perfecto de inercia. Es como si los días pasaran
sin surtir efecto alguno en la esencia de lo que somos. Inclusive los que
intentan y no consiguen se convierten en personas que han crecido.
Una cosa más: lamenta­
blemente, otra cosa de la que
no nos damos cuenta las per­ ¿Sabías que...
sonas es que si las cosas no
...la mayoría de hombres confesó
resultaron antes de la infide­
haber descubierto luego de los 40
lidad, menos resultarán des­
años que eran infelices en el amor,
pués de ella. Entonces insisti­ y se lo atribuyeron al hecho de ha­
mos, insistimos e insistimos. ber escogido a sus compañeras no
En realidad, aceptar que por amor sino de manera racional?
SE TERMINÓ es liberador. Uno de los criterios fue el tener la
Porque ser conscientes de la seguridad de que ellas nunca los
realidad nos deja libres para engañarían.
navegar en otros mares y

38
nos salva de seguir perdiendo el tiempo en la vida, abriéndonos las
puertas para encontrar a otra persona.
Conocer la realidad te da poder. Ser consciente de todo lo que su­
cede te da la oportunidad de tener el control de la situación y te hace
sentir poderosa en relación a tu destino. Ahora eres tú quien lleva las
riendas de tu vida.
Las mujeres somos mucho mejores que los hombres a la hora de
sobreponernos. Nosotras caemos con más facilidad, pero nos levan­
tamos mucho más rápido. Cuando ellos caen, necesitan mucho más
tiempo para poder lidiar con la situación.
¡Chicas: el poder de la recuperación es nuestro! Cuando digo que
las mujeres son poderosas pero no saben usar su poder, me refiero
precisamente a esa fuerza interior desconocida. Yo he conocido a mu­
chísimas mujeres poderosas. Y puedo decir lo mismo de muy pocos
hombres. Conforme vayas pasando las páginas de este libro, te darás
cuenta exactamente de lo que estoy hablando.

Algo importante:
Si nunca le gustaste lo suficiente, sigue de frente, porque no vale
la pena que inviertas tu tiempo en él.

Algo increíble:
Todos los hombres entrevistados creen que encontrar alguien a
quien amar es fundamental en la vida.

Algo triste:
No todos los que quieren encontrar alguien a quien amar saben
lo que es amar.

SOS. Vanessa: ¿De quién es la culpa?

I Mi novio y yo tuvimos muchos buenos meses ¡untos, pero nuestra ¡


I convivencia ha empeorado progresivamente. Peleamos por tonterías, I
¡ e/ sexo ya no es tan bueno como antes y, finalmente, descubrí que ¡

39
• me engañó. Mientras conversábamos, o mejor dicho discutíamos, él *
me dijo que había sido por causa de todos los problemas cotidianos
que habíamos estado teniendo, además de la falta de sexo. Acerca I
de eso, también me dijo que desde que engordé él ya no siente deseo
por mí. ¿Es mi culpa? Porque ahora eso es lo que siento. ¿Debería .
perdonarlo? I

María Peso De La Conciencia

Así sea que hayas subido quince kilos, que peleen todo el tiempo, *
que hayas, dejado de ser cariñosa con él, que él le tenga alergia a tu
perrito, que sus familias no se lleven bien, que no tengan tan buen |
sexo como antes, que detestes ir a ver el fútbol, o que a él no le I
agrade ninguna de tus amigas, créeme que él no va a resolver ningún
problema metiendo su pene en otra vagina. Eso él lo sabe muy bien. ¡
Y encima de haberte engañado, te dice gorda. (Solo por curiosidad: I
¿acaso se tomó la molestia de hablar contigo acerca de tu peso antes ¡
de enredarse con otra? ¿No, verdad?). Si él hubiera subido veinte
kilos, ¿tú lo habrías engañado con el instructor del gimnasio, o lo ha- I
brías ayudado a adelgazar? Es muy fácil culpar a los demás e inventar
justificaciones tiradas de bs pelos simplemente para no asumir un (
error. Pero el hecho es que no va a poder inventar nada que justifique l
su traición. Si él tuviera razón, tú podrías estar ausente, enferma, en- 1
vejecida, con la regla, embarazada, deprimida o encontrarte en cual­
quier otra condición que afecte tu cuerpo, así sea temporalmente, y |
esa sería la excusa perfecta para que él salga con otra nuevamente. 1
¿Tú qué piensas?
Nunca le permitas a ningún hombre culparte por su infidelidad. g

Posdata: ¡Imperdonable! ¡Ningún hombre que llame gorda a una mu­


jer merece ser perdonado! g
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

Sé que es difícil creer lo que te voy a decir, pero es un hecho: es posible


que esta traición DE VERDAD sea lo mejor que te ha pasado en la
vida.
Ahora debes creer que estoy bromeando. Pero no lo hago. Sucede
que a menudo no nos damos cuenta de que todo lo que nos rodea, sean
personas, circunstancias, un empleo u objetos, nos hace sentir una es­
pecie de dependencia, entrar en ciclos y estancarnos en ellos a pesar de
que nos hacen bien. (Vaya contradicción, ¿verdad?) ¿Y sabes qué bus­
camos en ello? Seguridad. Creemos que si las cosas continúan siendo
de la misma forma, tendremos el control sobre lo que sucede. Habien­
do seguridad, automáticamente gozaremos de estabilidad y tendremos,
por lo tanto, mayor poder sobre lo que nos rodea y, en consecuencia,
también sobre nuestra vida y nuestro futuro. Solo que la seguridad es
una ilusión. Nada es seguro en esta vida, y no tenemos poder sobre
nada de lo que hay en ella. Las personas que te importan pueden irse
hoy, tu casa se puede derrumbar, la empresa en la que trabajas puede
quebrar, e inclusive tú puedes morir (no por haber sido engañada, eso
sí). Tendemos a desear esta seguridad, cuando el hecho es que solo hay
una cosa en todo el universo respecto de la cual podemos sentirnos
seguros y tener el control: NUESTRAS EMOCIONES. Y más nada.
A partir de este libro vas a aprender a controlar tus emociones, para
así tener poder sobre ti misma y orientar tu rumbo hacia aquello en lo
que quieres convertir tu vida. Ser una guerrera.
No solo vas a sobreponerte, sino que después verás que te habrás
convertido en alguien mejor. Todas las personas que atraviesan el lago
de la superación salen sintiéndose más fuertes y mejor preparadas para
lidiar con sus nuevas relaciones de una forma mejor y más madura.
Todos los que logran la superación se convierten en personas mejores
y más felices. Luchar por la superación es igual a esforzarse remando
para salir del mar de la confusión.
Hay muchas maneras de traer adrenalina y emoción a tu vida. Hay
personas que tienen up gusto por los problemas, a quienes una vida
tranquila no satisface porque creen que la tranquilidad es lo mismo que
la falta de emoción. La emoción es muy importante en nuestras vidas,
es lo que les da color, pero sufrir problemas amorosos no significa lle­
var una vida emocionante. Lo que las personas necesitan aprender es
que quien vive bien experimenta la paz, sentimientos fuertes, sólidos
y más duraderos. La montaña rusa de las emociones desenfrenadas y
cargadas de altos y bajos por las idas y venidas de los problemas de
relaciones, traiciones y celos en el fondo solo causan desgaste. No solo
de la relación sino también de la persona. Antes que nada, debes desear
vivir bien. Comprométete a hacerlo Créeme: he oído las confesiones
de personas realmente estancadas en círculos viciosos de traiciones y
que ni siquiera eran conscientes de ello. Hay gente que se envicia con el
peor tipo de adrenalina. El mundo está lleno de gente a la que le gusta
mucho cavar su propio túmulo.
Y tú, ¿quieres cavar tu túmulo, o el túnel para salir de la prisión?
No serás la misma luego de terminar este libro, ni estarás dispuesta
a tolerar determinadas circunstancias en tu vida. Cerrarás este libro
siendo más poderosa, pues después de haber superado una situación
difícil, los contratiempos de la vida nos resultan cada vez más fáciles de
enfrentar. Aprenderás cómo romper con los ciclos indeseables de las
infidelidades, la victimización, la elección de los hombres equivocados
y otros que, si lo piensas bien, verás que están asimilados en tu vida
diaria.
Estamos tan estancados en los ciclos que creamos en nuestras vidas
que acabamos por no darnos cuenta de que existen otras cosas allá
afuera, posiblemente mucho mejores.

42
Cuando digo “vicio” me refiero a todo aquello que no puedes de­
jar de hacer de ningún modo. Comer solo chocolates de determinada
marca, ver solamente determinado canal de televisión, usar solamente
el baño de tu casa, etc. Es natural que, estando imbuida en la búsqueda
de esa seguridad y estabilidad, no conozcas o no quieras enterarte de
que existen otras opciones, otras marcas, otras personas. Y hay perso­
nas tan aferradas a sus rutinas que solo hay una forma de romper sus
ciclos: que sea el ciclo el que rompa con ellas, como cuando una fábrica
deja de producir esos chocolates en específico, el canal sale del aire,
un dolor de barriga te sorprende muy lejos de casa o descubres que tu
novio o esposo te engaña. Entonces te verás obligada a buscar alterna­
tivas. A mirar para todos lados, a probar con otra marca de chocolate,
sentarte en otros retretes, conocer nuevas personas y besar otras bocas.
Así sea que al comienzo eso no sea precisamente lo que busques.
De modo que la infidelidad puede representar para ti la ruptura de
un círculo vicioso y el descubrimiento de todas las otras cosas maravi­
llosas que tal vez están a tu alcance. Lo más increíble de todo es darse
cuenta de que en realidad sí se puede vivir sin aquello que es un vicio
para nosotros, aunque no nos diéramos cuenta.
¿Y quieres saber qué es lo más genial de todo esto? Las personas
siempre acaban por descubrir algo mejor, o, lo que es más genial toda­
vía, a ALGUIEN mejor. Y cuando digo siempre, quiero decir SIEM­
PRE. Todas las personas que entrevisté por haber sido engañadas dicen
que, luego de que pasara la tempestad, descubrieron que podían vivir,
y muy bien, sin aquella persona, que a fin de cuentas no era la persona
correcta para ellos. Lo que es mejor, vieron que en el mundo no solo
existían otras posibilidades, sino que eran mucho mejores.
Si un hombre te engañó y te dejó sintiéndote destrozada, puedes
estar segura de que no era la persona para ti. Quien te engaña no es una
persona buena, y tú, siendo como eres de maravillosa, te mereces estar
junto a la mejor persona del mundo.
Debes haber oído esa frase que dice que después de la tormenta
viene la calma. Yo creo que está muy bien dicha. Luego de que pasa
lo peor, viene lo mejor. No solo porque te merezcas una tregua, como
recompensa por todo el sufrimiento tolerado, sino porque después de

43
la traición empiezas a atravesar un proceso muy grande que te llevará
a lugares mucho mejores en la vida. No hablo de otra cosa que de lec­
ciones aprendidas.
En este momento debes estar insultando a mi madre. “Esta chica”,
te debes estar diciendo, “viene justo ahora que me ahogo en lágrimas
y tengo el corazón triturado, y pretende decirme que tengo que verlo
todo por el lado positivo, como si fuese el Dalai Lama. ¿Será que no
tiene nada mejor que decir?”.
Yo sé que en este n\omento es difícil tratar de comprender precisa­
mente aquello que te parece lo peor en la vida, y encima desde el ángulo
más visionario y trascendental. Pero por más reacia que estés ahora
(porque ahora todo lo que quieres es un remedio de efectos inmediatos,
que haga que ese sentimiento horrible de pérdida y rechazo desaparez­
can), cuando menos acepta lo siguiente como una verdad: LO MEJOR
TODAVÍA ESTÁ POR LLEGAR.
Tienes dos opciones para vivir mejor: puedes curarte de aquí a diez
años o puedes curarte ahora mismo.
Vas a superarlo en algún momento. Nadie que haya sido engañado
a los 20 años siguió sufriendo por ello hasta la tercera edad: llegará
un momento en que pasará. Solo que depende de ti dentro de cuánto
tiempo. Si dependiera de mí, sería ya mismo. ¿Y dependiendo de ti,
cuándo? {Decídete!
Puedo ayudarte, si aceptas mi ayuda, lees este libro hasta el final
(la única excusa para que no lo termines sería haberte curado del todo
antes de lo planeado) y te comprometes a intentar todo lo que te pro­
pongo. Las cosas como son, mujer: ambas sabemos que o haces algo
por ti misma, incluido seguir los consejos de este libro, o te quedas a la
deriva, esperando que el dolor se desaparezca. Solo ten cuidado de no
cogerle vicio al dolor también, ¿okey?
Este libro está lleno de casos de mujeres que fueron engañadas y que
sintieron un dolor y una decepción tan grandes que creyeron que iban
a morir. Sus sueños se desmoronaron y sus corazones fueron rotos. Al­
gunas adelgazaron horrores (si quieres perder peso, sin embargo, no te
recomiendo ser engañada, porque a menudo el efecto es el contrario),
y todas se sintieron como un trapo. Fueron humilladas, abandonadas,

44
tratadas injustamente, rechazadas y encima de todo se convirtieron en
motivo de burla. Pero todas ellas se sobrepusieron. Hay quienes hoy se
sienten más bonitas, otras se casaron con hombres mejores e inclusive
algunas descubrieron que eran más felices solteras. Y si ellas pudieron,
amiga, tú también puedes.
Las mejores oportunidades surgen en la peor adversidad.
Claro que todo este proceso de superación se dio porque ellas de­
cidieron no dejar que el dolor desaparezca por sí solo quién sabe en
cuánto tiempo. Ellas hicieron de todo para sobreponerse al engaño
cuanto antes. En el trayecto, por supuesto, no solo tuvieron aciertos,
sino también desaciertos. Pero lo importante es que se pusieron en
marcha e hicieron algo por sí mismas. Y aquí están junto a mí, en este
libro, para decirte todo lo que hay que hacer; y lo que hay que evitar,
también.
Ninguna gran recompensa se logra sin haber atravesado un gran
desafío. Y tú quieres tu recompensa, ¿verdad? Una con intereses y be­
neficios, de preferencia.
Repite conmigo: YO (es decir, tú, evidentemente) SOY PODERO­
SA Y NADA ME IMPEDIRÁ SER UNA MEJOR MUJER DE LO
QUE ERA.
De nuevo: SOY PODEROSA Y NADA ME IMPEDIRÁ SER
UNA MEJOR MUJER DE LO QUE ERA.
Una vez más.
Y otra.
Eso, otra vez.
Más fuerte.
Repite: PODEROSA. Cuantas más veces, mejor.
r —————————————————————————————*

¡ EJERCICI01
I I
Haz una lista de todas las cualidades (no vale ser modesta) que hacen *
que te merezcas toda la felicidad del mundo. Tiene que ser una lista
I enorme, sin ningún tipo de humildad; tú eres lo máximo y te mere- |
J ces todo lo bueno que la vida pueda ofrecerte (incluyendo al mejor ■

45
■ hombre del mundo), así que encapríchate y empieza ahora. Mientras ■
- más cualidades encuentres, más rápidamente empezarás a sentirte -
I mejor. Quiero ver esa lista colgada al borde de tu espejo, de modo ¡
I que al arreglarte y ponerte espectacular todos los días recuerdes lo I
1 PODEROSA, LINDA, MARAVILLOSA, BUENA COMPAÑERA, TALEN- 1
TOSA, LUCHADORA, CARIÑOSA, SENSIBLE y HONESTA que eres
.| (entre muchas otras cualidades), te sientas como la mejor persona |
I del mundo y no pierdas de vista que SI ÉL TE ENGAÑÓ, ES SU PRO- I
J BLEMA.
fc————— ————— —————4

Observación: Yo tengo una lista así sobre mi espejo, escrita en tinta lila.
Me esmeré y me quedó tan linda que la conservo desde hace mucho
tiempo.

Extreme make-over

¿Sabes cuál es una de las cosas más difíciles que vienen después de una
traición? Tener que reconstruir dentro de ti la imagen de la persona de
la que estabas enamorada y que creías que era alguien que no era. Antes
de reconstruir esa imagen, por supuesto, vas a tener que deconstruir la
que te habías inventado. Este es un proceso que toma tiempo, porque
tendrás que volver a trabajar fundamentos que ya fueron formados,
elaborados y detallados dentro de ti para componer tu idea de esa per­
sona. Tanto es así que al hacerlo también estarás deconstruyéndote a
ti misma. Construirás una imagen nueva de él y al mismo tiempo te
construirás a ti misma nuevamente. Es por eso que olvidar un amor
demora mucho más de lo que demoró empezar a sentirlo. Antes ibas,
por así decirlo, vacía, y probablemente solo asimilaste las mejores cosas
que veías en esa persona; tal vez también te encontraste con datos no
tan atractivos que decidiste ignorar, adoptando un punto de vista más
“positivo” (si no fuera así, enterarte de su infidelidad no te habría gol­
peado tanto), y elaborando una imagen ilusoria a partir de ahí.

46
r — — — — — — — — — — — — — — — — — - - — — — - — — — — — - i

SOS. Vanessa: La exorcista

1 No sé lo que sucede, Vanessa. Estoy aturdida, me siento como en 1


una isla perdida, no solo porque fui engañada sino porque ya no re-
I conozco a mi enamorado. Se ha transformado en otra persona. El |
I chico del que me enamoré era muy distinto del patán que me engañó I
■ y con el que estoy en este momento. Él era educado, serio, cariñoso,
iba a misa y me trataba muy bien. Hoy me grita, pierde los papeles ,
I cada vez que toco el tema de su traición y tiene actitudes que me i
■ dejan muy triste. Inclusive sale de noche sin darme explicaciones y ha 1
dejado de ir a la iglesia conmigo. ¿Será que está atravesando algún
I problema espiritual? Sé de personas que fueron poseídas por espí- ¡
I ritus malignos y que por ello perdieron la noción de lo que hacían. Si I
ese fuera su caso, creo que él no tendná la culpa. Te agradecería que
me ayudes con tu opinión.

1 María Perdida

I Mujer, lamento mucho informarte que tu enamorado no se transformó ¡


I en otra persona al engañarte. En realidad, él se transformó al cono- I
1 certe, y solo ahora empieza a mostrar el espíritu maligno que realmen­
te es. Solo empezó a cuidar su imagen a propósito para conquistarte, |
I y pasado un tiempo se cansó de actuar. Es cierto, él necesita un exor- l
1 cista, pero uno que lo libre de ia falta de sangre en la cara. Esa es un *
. alma perdida, amiga mía, y no vale la pena desperdiciar tus mejores
I velas y oraciones en alguien así. Y ahora vamos a misa, que tal vez en |
I otra parroquia recibimos alguna revelación. I

47
CUANDO TE SIENTES COMO UNA BASURA
(O cuando, luego de descubrir que te engañó, la
autoestima se te cae al suelo)

Una cosa que es importante que entiendas es que, sí él te engañó con


otra, eso no quiere decir que ella sea mejor que tú. Así que, aunque sea
perfectamente compresible que te sientas disminuida, no reacciones
así. ELLA NO ES MEJOR QUE TÚ, DE VERDAD.
Ten por seguro que quien te engañó lo hizo modvado por la curiosi­
dad, las ganas de aventura o la pura costumbre de engañar. (La verdad,
no sé cuál posibilidad es la peor). Los hombres no engañan porgue una
mujer sea mejor que la otra. ¿Te acuerdas de este actor inglés, Hugh
Grant, que engañó a la que era su esposa (la increíble y hermosa actriz
y modelo Elizabeth Hurley) con una chica de la vida llamada Divine
Brown (sin comentarios) dentro de su carro por 60 dólares?
¿Te acuerdas del príncipe Carlos (ese imbécil patético) que engaña­
ba a su esposa (la poderosa) Diana con nada más y nada menos que
Camila? (¡Dios es grande!). Te acuerdas, ¿verdad? A eso me refiero. Si
él te engañó fue por un defecto de carácter SUYO, y no por una falla
de fabricación tuya.
El idiota de la historia es él, que cometió un error: no ser lo suficien­
temente inteligente y sensible para darse cuenta de que estaba al lado
de la mejor mujer del mundo (¡tú!), jugándosela a la suerte, perdiendo y
dejando el premio mayor para el afortunado e inteligente jugador que
sepa ganarlo.
No caigas en la trampa de creer que el problema está en ti, por­
que no es cierto. He visto suceder lo mismo muchas veces: un idio­
ta se encapricha con determinada muchacha, decide que le parece
interesantísima, se le acerca, se le echa encima, engaña a su pareja
de verdad y luego se da con la sorpresa de que la otra no era nada
de lo que se imaginó en un principio; en caso contrario, mata su
curiosidad y punto. Ten eso en cuenta y ponte a pensar conmigo.
El motivo que lo llevó a hacer lo que hizo es en verdad muy burdo,
y en el fondo no importa. Lo que a ti te concierne de esta historia
es lo siguiente: un hombre infiel es un hombre que no te sirve, y
haberlo descubierto es algo bueno. Ahora todo ha sido comproba­
do en la práctica, y no tienes por qué seguir preguntándote si él es
el hombre indicado para ti. Siguiendo con esta idea, espero de todo
corazón que no estés cometiendo la idiotez de pensar que pierdes
lo mejor que hay en tu vida.
Ese es un buey que tiene que irse a pastar bien lejos de tu campo,
porque tú no tienes tiempo que perder con gente deshonesta y propen­
sa a sucumbir en aventuras pasajeras, ser presa fácil de la curiosidad, su­
frir de debilidad de carácter y salir por ahí experimentando con otras.
Lo que él te ofrece es muy poco para ti, querida. Un hombre así es
de una personalidad muy pobre para estar a tu lado. Tú eres mucho más
grande que todas esas pequeñeces que conforman su mundo. Lee bien:
su mundo. Porque esa pequeñez asfixiante es solo de él. No es parte de
tu vida, porque tú no ves las cosas ni actúas de esa manera. Aleja de ti
a cualquiera que no esté a la altura de relacionarse contigo y respetarte
como mujer.
Necesitas aprender a elegir mejor de quiénes te rodeas.
Tú tienes mucha riqueza interior, amiga, tu mundo personal es muy
grande. No es un mundo de conformidad, sino que quieres lo mejor
para ti y no aceptas estar al lado de un cualquiera común y corriente,
con una relación común y corriente, interrumpida por una trampa por
acá y otra allá...
No, no, no. Nada de eso te va. Nada de eso combina con la súper
mujer que eres.

50
Así que no te vuelvas a sentir como una basura, porque la basura se
encuentra donde él está.

Aprendiendo con la tía Vanesscr. Todos los hombres que engañan fracasan
en su vida personal y en el fondo son infelices.

No seas ninguna santa

Olvídalo: de nada sirve hacer borrón y cuenta nueva y empezar todo


de nuevo. Hay una cosa que tienes que aprender: no todo en esta vida
tiene arreglo. Y algunas no hace falta que lo tengan. Tu relación con él
es una de ellas.
No es necesario que lo perdones, que sigas viviendo con él ni que
te obligues a darle los buenos días sin sentir rabia ni resentimiento solo
porque te enseñaron que no son sentimientos católicos y que esa no
es actitud de gente adulta y madura. A decir verdad, yo sí me propon­
go lograr que puedas verlo sin experimentar ninguna sensación de ese
tipo. Pero todo a su tiempo. Eso no te lo voy a pedir ahora, porque sería
poco realista.
Haya o no haya intimidad, es muy difícil convivir con quien nos
engañó. Yo misma no sería capaz de hacerlo. Boté al padre de mi hija
cuando ella era todavía una bebé y estoy segura de que eso es lo mejor
que pude haber hecho. Lo más preciado que hay en una relación (sea
esta amorosa, amical o de negocios) es LA CONFIANZA, y quien la
quiebra mintiéndonos no debe ser parte del círculo de gente que nos
rodea.
A veces es inevitable tener a esa persona delante todo el día, como
por ejemplo cuando ambos trabajan en el mismo edificio. Pero que
se crucen en el pasadizo de ninguna manera quiere decir que él sea
una entidad viviente en tu mundo. Ahora él está por allá y tú por acá,
¿ves?
Sería maravilloso que todos pudiéramos ser como la Madre Teresa,
amar y perdonar hasta al mismo idiota que nos hizo daño. Sería her­
moso, la verdad. Pero así no funciona. Eso sería parte de una evolución

51
posterior a los primeros momentos que siguen a la traición y la sepa­
ración. Sinceramente, yo no podría pedirte ese nivel de superación de
inmediato.
Pero sí te puedo pedir que hagas un esfuerzo en esa dirección para
intentar olvidarlo. Es algo urgente. Ya luego, habiéndolo olvidado, lo
cual llevará un cierto tiempo, te darás cuenta de que ya no sientes rabia
y que eres capaz de pasar por el mismo corredor sin tener ganas de
matarlo, porque en ese momento no será más que alguien que pasa por
el corredor. Ahí sí podrás sentirte muy adulta y superior, y hasta muy
católica. Doblemente superior, de hecho, porque la primera sensación
de superioridad será la que venga con la recuperación de tu amor pro­
pio. Eso, claro, cuando superes todas las porquerías que se cruzaron
en tu vida.
Y si eres una mujer caritativa, capaz de perdonar a quien te engañó
porque sientes pena por él y les quieres mostrar un nuevo mundo y una
forma de actuar más ética, debes saber que tu perdón no hará de él un
mejor hombre. Por desgracia, es la pérdida la que nos enseña más.

52
COSAS QUE DEBES HACER
PARA MANTENERTE VIVA
(Igual vas a sobrevivir si no las haces,
pero es mejor que las hagas)

Estar acompañada siempre que sea posible

Es muy importante que estés con tus amigas la mayor cantidad de tiem­
po posible. En ese momento descubrirás lo bueno que es tenerlas cer­
ca, y también podrás ver cuáles son tus verdaderas amistades. Así que
nada de aislarse, preciosa, porque estar sola no es otra cosa que darte
tiempo para pensar en él.
Cuando hablo de amigas me refiero a esos “parientes” que las per­
sonas sí tenemos capacidad de escoger. Pero tu familia de verdad tam­
bién es muy importante, y si puedes contar con sus miembros y tener­
los cerca, considérate privilegiada, porque serán un refuerzo más. Así,
en los momentos en que tus amigas estén trabajando, podrás tocar la
puerta de tus parientes. Entonces te darás cuenta de lo importantes
que son en tu vida y sentirás que los lazos que hay entre ustedes están
siendo reforzados.
Mi objetivo no es “doparte” para evitar que pienses en el engaño
y no puedas analizar lo que sucedió. Creo que reflexionar sobre ello
es muy importante, pero eso vendrá después y no ahora. Porque
ahora estás rebosante de emociones, y no podrás ver las cosas de
manera clara. Ya después podrás analizar todo lo que haga falta,
pero te darás cuenta de que en cuanto seas capaz de hacerlo ya no
vas a tener ganas de perder más tiempo dándole vueltas a lo que
pasó. Todo eso te parecerá tan trivial que te dirás que no vale la pena
recordarlo.
Lo que necesito que hagas ahora es evitar sentir el dolor de tu he­
rida. Quedamos en que superarías el problema ya mismo, ¿recuerdas?
Para eso necesitas distraerte de esa historia y dejar de pensar en ella.
Tienes que salir con una amiga, pero no para conversar exclusivamen­
te sobre lo que te pasó (si esa es tu actitud, es mejor que ni se vean),
sino para hacer las cosas que hace mucho tiempo no hacen, precisa­
mente porque andabas muy ocupada con él. Vayan al cine, júntense
con un par de amigas más, váyanse a comer algo rico y tómense unos
tragos. Caminen por las partes más bonitas de su ciudad (siempre y
cuando no te hagan pensar en él), vayan al parque de diversiones, a un
centro comercial, al planetario, a cualquier lugar donde puedan pasarla
bien. Revivan los buenos tiempos del Club de las Histéricas, pero solo
chismorrear como Dios manda y no para freírse las neuronas dándole
vueltas a lo que pasó. Si alguna de tus amigas llega diciendo que acaba
de enterarse de la historia y que quiere detalles, así sea por puro inte­
rés en cómo te sientes, resístete a las ganas de contarlo todo desde el
comienzo y dile que prefieres no hablar de eso porque te aburren las
pequeñeces. Recuerda que repasar y repasar los hechos no es más que
reforzarlos como un círculo vicioso.
Y la idea es salir del círculo, ¿verdad?

¡Un viaje!

¿Sabes qué otra cosa sería genial? Si pudieras viajar. Si no puedes tomar
vacaciones, siempre puedes hacerlo el fin de semana, ¿verdad? Te con­
viene mucho alejarte de la rutina, de las cosas que te hacen pensar en
él y de las circunstancias que rodearon su engaño. Si fuese posible, ave­
rigua en una agencia de viajes cuál es el costo de pasar algunos días en
un lugar bonito. Hay paquetes espectaculares en las agencias de viajes,

54
con los que hasta el pobre puede sentirse rico por un par de días. Tú te
lo mereces: es tu regalo en celebración de tu libertad.
Este es uno de los mejores consejos que vas a recibir. Imagínate le­
jos de toda la energía negativa que los rodea a ti y a él en este momento.
¿No crees que mereces un poco de paz, completamente lejos de todo
aquello?
Cuando viajamos tendemos a pensar menos en nuestros proble­
mas, precisamente porque ellos no están estampados en el cuarto
nuevo en el que vamos a dormir, ni en el bonito paisaje ni en las per­
sonas que vamos a conocer. Lo que más necesitas ahora es escapar de
la rutina y de la sensación de que cada centímetro de tu vida guarda
un pedazo de él y de la situación que viviste. Esa calle te recuerda el
momento en que lo viste; el teléfono te recuerda sus llamadas a es­
condidas; los amigos te hablan de él; tu vecina, que en realidad está
enterada de todo, te pregunta si estás bien mientras pone su mejor
cara de Sé lo que hicieron el verano pasado. La panadería te recuerda los
panes que llevabas a casa para los dos, el auto te recuerda los momen­
tos en que él iba a encontrarse con ella, la cama te recuerda que él se
acostaba contigo después de haberse visto con ella, y así por estilo.
Toda esa carga tiene que disiparse, y es mejor si se disipa mientras tú
estás alejada. Mientras más tiempo te vayas, mejor, y sea cual fuere el
efecto, será beneficioso. Cuando regreses te darás cuenta de que los
recuerdos no serán tan fuertes como eran cuando te fuiste. Es nuestra
presencia en el centro de la situación y del ciclo lo que alimenta la
carga de la traición. La carga que buscamos ahora es la de la novedad,
las cosas buenas y la alegría.
Créeme: que no te parezca raro sentir un imán andándote a tu casa
si todo lo que haces es esconderte en tu cama y hundirte en la depre­
sión. Resístete, desperézate y viaja.

Piensa en ti y en tu nueva novia

Tu nueva novia eres tú misma, evidentemente. Preséntate. Mírate en


el espejo y dite quién es la nueva novia que tienes delante y cuáles

55
son tus objetivos para con ella en este momento. Dile que le vas a
mostrar una lista con todas las cosas que siempre quisiste hacer pero
que no pudiste porque tu última relación no te lo permitía. También
dile lo feliz que te hace estar con ella, dile que por fin encontraste
tu alma gemela, alguien exactamente igual a ti, que comparte los
mismo gustos y que no va a andar haciendo esas cosas irritantes
con las que no soportabas convivir. Tu nueva novia es perfecta y en
este momento te vas a dedicar más a ella que a ti misma. De aquí
en adelante, cuando te pregunten cuál es el gran amor de tu vida,
responderás “¡YO!”.
En esta etapa de la superación no pensarás más en él, en lo que debe
estar pensando, en la traición que cometió, en la posibilidad de que esté
arrepentido, si acaso querrá volver (en el caso de que ya se haya efec­
tuado la separación), en dónde puede estar, si está con alguien, ni en
nada. Ahora solo pensarás en ti misma y en tu nueva novia.

Wofking girl

Ve derecho al trabajo, recógete las mangas y entrégate de cuerpo y alma


a ese proyecto profesional que dejaste parado o que se encuentra en
marcha en este momento. Trabaja, trabaja y trabaja, porque cuanto más
trabajes, menos pensarás en él y en lo que pasó. Cuanto más trabajes,
además, te sentirás más productiva, y serás más consciente de lo que es
ser una GUERRERA. Quien tiene valor tiene todavía mucho mundo
por conquistar. Aún si tu sueño es algo tan sencillo como poner un
puesto de revistas, es tuyo, y nada te impedirá hacerlo realidad.
Vas a recogerte las mangas y hacer de todo menos quedarte en la
cama estancada en el ciclo del “¿Por qué?, ¿por qué? y ¿por qué?” mien­
tras el mundo sigue girando. Hay preguntas que no tienen razón de ser
y que no tienen mayor explicación que el hecho de que él es un imbécil.
Por otra parte, nada podemos hacer para cambiar lo que ya sucedió,
pero sí podemos crear un futuro muy diferente, aprender de las expe­
riencias y evitar que lo malo se repita.

56
Limpieza mental

Todo lo que piensas se refleja en tu cuerpo, en tu medio, en las per­


sonas que conviven contigo y, en general, en el mundq que creas a tu
alrededor y con el que interactúas.
Puedes sentirte muy amargada hoy, pero estoy segura de que no
quieres continuar así mañana, ¿verdad? Entonces, hace falta eliminar de
nuestra mente aquello que no nos favorece y que reflejará en nuestro
interior, nuestro cuerpo y nuestro entorno cosas que no queremos.
La depresión y los pensamientos propician las enfermedades. No­
sotras queremos una vida saludable.
Podemos, además, contagiar nuestra tristeza a la gente que nos ro­
dea, y nosotras queremos ser personas felices con amigos felices.
La rabia y el odio nos hacen envejecer más de prisa. Queremos
tener el espíritu joven y lograr que nuestro cuerpo vea pasar los años
con dignidad.
Cómo estaremos mañana es el resultado de lo que pensamos hoy.
Todas estas son cosas súper simples y muy, muy fáciles de hacer.
Empezaremos a limpiar nuestras mentes en este momento; sustitui­
remos la suciedad con la limpieza. Si quieres evitar convertirte en una
persona amargada, tienes que empezar a decirte a ti misma cosas como
las siguientes:

—Todo pasa.
-Mañana es otro día.
-D e todo se aprende.
—Soy una mujer fuerte.
-Lo mejor todavía está por venir.
Retira las siguientes frases de tu vocabulario:
-Quien a hierro mata, a hierro muere.
-Hoy por d y mañana por mí.
—El que la hace, la paga.
-E l que ríe al último ríe mejor.

57
Esas ideas corresponden a personas rencorosas que se concentran
en un objetivo pequeño: el de la venganza. Las cosas que se agrandan
en tu vida son aquellas en las que te concentra*. ¿Quieres concentrarte
en la tristeza y hacerla crecer en tu vida? Es un hecho que no. ¿Quieres
hacer que pasen cosas buenas en tu vida? Entonces concéntrate en la
esperanza, el entusiasmo, la felicidad, la conquista, el amor verdadero y
todas esas cosas en las que piensas cuando tu corazón se alegra.
Concéntrate en todo lo que sientes que te hará prosperar. Si aparece
un pensamiento tris te,, sustituyelo de inmediato por un pensamiento
alegre o por una imagen mental de la naturaleza. Convéncete de que el
mundo es muy grande, que tienes muchas cosas ultraimportantes que
hacer en esta vida, y que las harás siempre y cuando mantengas las ideas
y recuerdos pequeños y mediocres fuera de tu mente. ¡Concéntrate so­
lamente en lo bueno!

Hacerte una liposucción

¡Por Dios, te mereces una liposucción! Toda mujer engañada debería


tener derecho a una liposucción. El Seguro Social debería pagarle el
procedimiento a toda mujer que haya quedado devastada por una trai­
ción y que se encuentre a puertas de la depresión. Después de todo, la
depresión es causa de otras enfermedades, ¿verdad?
¡Además, las únicas lágrimas en el rostro de una mujer que sale de
una liposucción son lágrimas de alegría!
Estoy bromeando, naturalmente. Pero también estoy hablando en
serio. Veamos.
Lo que quiero decir es que necesitas cosas diferentes en tu vida, y eso
implica hacer cambios en ella, en lo que la rodea y también en ti misma.
No hace falta que tires este libro a un lado y corras al quirófano, pero
puedes empezar por algo más pequeño, como hacer algo con tu cabe­
llo. Córtalo, ponle extensiones, tíñelo, rápalo (eso mejor no), qué se yo,
pero haz alguna cosa. A las mujeres nos pasa que cuando algo cambia en
nuestra imagen propia, también cambia la imagen que los demás tienen
de nosotros, y viceversa; me parece que son cosas Ínterrelacionadas. Y, la

58
verdad, jamás en mis 34 años de vida me he encontrado con una mujer
que no disfrute sentarse frente a un buen estilista y entregarse en cuerpo
y alma hasta salir radiante, por lo menos durante los primeros minutos.
Hasta hidratar y cortar las puntas tiene un valor significativo en ese mo­
mento. Un psicólogo diría que una empieza a reaccionar.
Solo te pido una cosa: al salir de la peluquería, que no se te ocurra ir
a dejarte ver con tu nuevo peinado, llamar su atención y restregarle en
la cara lo que perdió en busca de un indicio de remordimiento, celos,
ganas de llamarte o cualquier cosa.
Voy a compartir una creencia muy personal contigo: a mí me parece
que cuando una se corta un pedazo del cabello, se deshace de una parte
interior de sí misma. Es increíble, ¿no?
Otra cosa que puedes hacer es irte de compras a tu tienda favorita al
salir de la peluquería. Si no contaras con mucho efectivo, siempre hay al­
guna promoción que aprovechar; nadie quiere que te ahogues en deudas,
pero encontrar una linda blusita a un buen precio es un arma infalible
para subir los ánimos. [A mí esas cosas”me dan una alegría! En momentos
como esos, un poco de ropa nueva la pone a una como Dios manda.
Yo diría que no solo puedes renovar tu ropero, sino que debes ha­
cerlo. En realidad, ese es un buen ejercicio en el arte de desligarte de
todo aquello que ya no tiene más razón cié ser en tu vida. Aprovecha
la oportunidad para regalar todo aquello que ya no te sirva, y asegúrate
de hacer espacio para las nuevas bellezas que van a aparecer de aquí en
adelante. Es un gesto de valor simbólico y psicológico. Al librarte de
aquello que ya no quieres estás diciéndote a d misma que deseas que lo
nuevo llegue a tu vida.

Escríbele una carta

Haz lo siguiente: escríbele una carta desahogándote por completo y


diciéndole lo triste que te dejó toda esta historia. Cuéntale lo mucho
que te dolió ver que tenía la capacidad, el cinismo y la falta de vergüen­
za necesarios para hacerte una estupidez de esas. Háblale de todo lo
que habías soñado para los dos y recuérdale todo lo que hiciste por él

59
alguna vez, todo lo bueno que vivieron juntos y también lo malo. Pue­
des hasta dejar que tus lágrimas caigan sobre el papel; siempre resulta
emocionante ver las huellas ahí.
Entonces puedes empezar a insultarlo de la peor manera, usando
las palabras más peludas y horribles, sin preocuparte de abreviarlas o
censurarlas de ningún modo. Escribe a dónde quieres que se vaya, por
dónde quieres que le den, qué quieres que se trague y de quién es hijo
en realidad. Dile todo lo que tengas ganas de decirle. Tu carta puede ser
kilométrica; la idea es que la escribas de un tirón, sin preocuparte por
los espacios, los párrafos ni la estética. Solo tiene que ser la expresión
de tu estado de ánimo, reflejar lo que hay dentro de ti en este momento,
todo lo que necesita salir. La caligrafía puede estar mal; así él se dará
cuenta de cómo te sientes. Y con las huellas de tus lágrimas quedará
perfecta. Recuerda que esta es la última carta que vas a escribirle en tu
vida, así que desahógate.
Luego de insultarlo empieza la otra parte. Acuérdate de él y de ti
misma, y piensa en todas las veces que tuviste que soportar sus manías
horrorosas: hurgarse la nariz mientras veían la televisión, comer en la
cama, dejar sus calzoncillos por los rincones, eructar en la sala y delan­
te de las visitas, hablar mal de los otros a sus espaldas, robar del bolso
de su patrón. Tú ve y bótalo todo, preciosa. Bótalo todo en esa carta.
Bota en el papel todas las cosas irritantes, mezquinas y vergonzosas que
hacía y que tú tenías qúe soportar. Y no me vengas con la cantaleta de
que no sabrías qué decir porque él era perfecto, pues eso solo me dice
que quedaste ciega o mal de la cabeza. Todos tenemos defectos, y el
estúpido que te engañó üene más todavía. Además, si fuera perfecto no
te habría engañado.
Listo. ¿Acabaste de escribir sobre cómo fuiste guerrera al aguantar
todas esas cosas y sobre cómo él te dejaba sola para irse a jugar fútbol
o lo que fuera que hacía? ¿Te acordaste de todas esas manías y razones
raras que tenía para salir, que en realidad solo eran excusas para ir a en­
gañarte? ¿Se lo escribiste con todas sus letras? ¿Vomitaste todo enterito
en la carta? Excelente, preciosa.
Despídete de él diciendo: “Agradezco a Dios el que estés lejos de
mí y el haber podido descubrir que no me sirves; así quedo libre para

60
encontrar el verdadero amor”, y termina con el insulto que mejor le
vaya a él y a su moralidad.
Firma como LA PODEROSA xxx (tu nombre). Ahora dobla la
carta, colócala en el sobre, ciérralo con goma, un sticker de Helio
Kitty o con tu saliva (o mejor, escupe dentro del sobre) y, por supues­
to, quémala. Porque tú nunca le vas a dejar saber todo el daño que
te hizo. No lo merece. El objetivo de la carta era expulsar todos los
demonios que seguían dentro de ti. Y créeme que hacer eso en vivo
con él sería horrible; además de verte en tin pésimo estado emocio­
nal, cosa de la que más tarde te arrepentirías terriblemente, lo más
probable es que él no te dejaría terminar de exponer ni la mitad de lo
que piensas y haría más bien el papel de víctima, al punto de dejarte
pensando que tú también tuviste algo de culpa. Discudr y discudr por
algo que ya no tiene arreglo no es más que un desperdicio de energía.
Lo único que necesitabas era echarlo todo para afuera. Es necesario
descargarse. No importa que él no haya estado ahí para escucharte.
Lo importante es que al escribir sobre ello adquiriste mayor concien­
cia sobre todo lo que él es y todo lo que hizo y tuviste la oportunidad
de ver las cosas más a la cara. Es una carta liberadora, y te sendrás
mucho mejor luego de escribirla.

Observación: Nunca cometas el crimen de enviarle lo que hayas escrito.


Ninguna carta dramádca hará que un hombre quiera volver a acercarse
a d. Muy por el contrario, ellos huyen de la idea de una mujer rabiosa
llorando, porque es algo que no saben manejar. No es algo que vaya a
hacer que se arrepienta; solo hará que tú te sientas muy mal. Tú quédate
tranquila, que su arrepentimiento y tu venganza son temas que serán
tratados en un capítulo posterior.

Diviértete viendo comedias

Por Dios, ¿qué remedio es mejor que la risa para superar la tristeza? Yo
lo sé por experiencia propia. Una vez vi una pieza tan buena que pude
reír por dos horas a pesar de haber sido engañada poco tiempo antes.

61
Pero tiene que ser una comedia. Una comedia, y no otra cosa. Para
que liberes endorfinas y llenes tu cuerpo con ellas. Además, ¿sabías
que la piel queda excelente cuando las endorfinas corren por nuestra
sangre?
Ve a ver una comedia en el teatro. No me vengas con que no hay
teatro en tu ciudad; debe haber uno en la, ciudad más próxima. Si no
vas a ver una obra de teatro, ve a ver una película cómica. Pero asegú­
rate de ir con otras personas, porque así es más gracioso: una acaba
riendo por el solo hecho de escuchar a los demás reír; es por eso que
en el cine siempre es más divertido. También puedes escuchar el CD
de algún comediante, leer alguna tira cómica o buscar videos graciosos
en YouTube.

Visita un orfanato

¿Qué?
Sí, leiste bien. Visita un orfanato. Uno no solamente va al orfanato
para adoptar un niño. Puedes participar de alguna forma en la vida de
los huérfanos en ese momento. Siente su presencia y percibe cómo te
necesitan. Créeme que no serás tú quien les estará haciendo un bien,
sino ellos a ti, al hacerte sentir importante y útil.
Ayuda a quienes necesiten de tu ayuda, aunque te sientas la persona
más desgraciada y necesitada del universo en ese momento. El hecho es
que, además de distraerte del hecho de haber sido engañada, empezarás
a cobrar conciencia de que el mundo es muy grande y de que todavía
hay muchas cosas por hacer en él. Sentirás que no tienes tiempo que
perder con pequeñeces y personas mediocres, sino que puedes invertir­
lo en ser productiva emocional y físicamente, tanto para ti como para
otros.
Si te gustan los perros, excelente: puedes ir a un albergue de perros
abandonados. Si te gustan los ancianos, visita un asilo. Lo que importa
es que tu actitud sea filantrópica y que tengas afinidad con el lugar
escogido. ¡No hay quien vuelva de un orfanato sin la certeza de que su
vida es maravillosa!

62
Trasciende espiritualmente

Estoy hablando muy en serio. Refugíate en Dios. No te quedes ahí eon


la boca abierta; yo sé que resulta un poco contradictorio leer una cosa
así viniendo de mí. Pero fue increíble el número de personas que com­
partieron relatos de superación en los que se apoyaban en la espirituali­
dad como base, sea esta de la opción que fuere. La mirada hacia lo que
hay más allá de este plano ha ayudado a muchas personas cuando atra­
vesaron por urr momento tan difícil. No es algo que pueda ser probado
científicamente, pero sí comprobado en la práctica. Las personas que
creen en un ser supremo atraviesan las barreras gracias a la confianza y
el amparo que sienten que reciben de él. Así que imagina a Dios como
un gran amigo tuyo y conversa con él en este momento. Lo que él te
ofrece es la expectativa de un paraíso que te espera más adelante.
Aprovecha esta oportunidad y hazte preguntas para las cuales antes no
tenías tiempo y tal vez ni siquiera interés, como saber quién eres realmente
y todo de lo que eres capaz. Mira en tu interior. Enfócate; para eso puedes
recurrir a la meditación, al yoga, a la oración o a cualquier otro método de
autoconocimiento que se relacione a la trascendencia espiritual.
Es cierto que estás usando a Dios como una especie de faro en este
momento. Pero si el faro ayuda, ¿por qué no aprovecharlo?
Vuélvete hacia todo lo que hay en tu yo interior; es de esta forma
que las personas crecemos y nos volvemos mejores. Lo que digo es que
te entiendas a ti misma, no los detalles de la traición. Son dos cosas
muy distintas. Prepárate para descubrirte nuevamente, porque lo que
encontrarás ahí será una mujer muy fuerte, que tal vez ni siquiera ima­
ginaste que existía. Las personas y su buena actitud pueden ayudarte,
pero nadie te va a curar sino tú misma.
Yo he leído historias increíbles de mujeres que no imaginaban que
tenían tamaña capacidad de persistencia en la vida, mujeres traiciona­
das que no solo se separaron de quienes creían eran los hombres de sus
vidas, sino que también perdieron sus casas, sus amigos, sus trabajos,
sus hijos y se hubieran perdido a sí mismas si se hubieran permitido
desequilibrarse después de la traición. Para ellas, el factor DIOS estuvo
presente en cada momento de su relato de superación.

63
COSAS QUE NO DEBES HACER NI MUERTA

Lo que sigue es una lista de prohibiciones que espero que cumplas,


porque respetándolas asegurarás tu supervivencia. Estoy segura de que
con el tiempo me agradecerás el dártelas.

Jamás corras tras él

Pedirle que vuelva después de que te haya engañado y se hayan separa­


do, ya sea por voluntad propia o porque lo echaste, solo o con otra, es
algo que no debes hacer ni muerta (ni siquiera bien muerta).
Si volviera luego de haberse ido solo (lo que sería pésimo para ti),
ten la certeza de que estarás permitiéndole que te haga cualquier cosa.
Porque si te engañó y aún así lo llamas para que participe nuevamente
de tu vida, lo que estás diciendo es que estás dispuesta a cederle tu
amor propio, tu autoestima y tu dignidad. Pedirle que vuelva es pedirle
que pase por encima de ti nuevamente. Un psiquiatra iría más a fondo
y diría que estás pidiéndole que vuelva y pase por encima de ti nueva­
mente, porque la última vez no quedaste satisfecha.
Imagina la siguiente situación: un ladrón roba en un mercado, cau­
sando grandes perjuicios a su propietario. Un tiempo después, el pro­
pietario llama al ladrón para que pase por ahí de nuevo y haga las com­
pras que necesite.
Me imagino que coincidirás conmigo en pensar que el dueño del
mercado está loco.
Ahora pensemos como el ladrón.
¿Tú crees que solo porque el dueño del mercado fue buena gente
con él, perdonándolo e invitándolo a hacer unas compras, él va a pri­
varse de robar si tiene la oportunidad?
Si has estado pensando en buscarlo para que vuelva contigo, dé­
jame decirte que estás muy mal, querida. Una mujer inteligente, llena
de oportunidades, que se quiere y que está dispuesta a salir adelante,
nunca, ni muerta, va a abrir las puertas de su corazón, su casa y su vida
a un sinvergüenza de esos por segunda vez.
Que haya hecho el esfuerzo necesario para traicionarte y salir con
otra mujer en lugar de dedicarse a ti es prueba de su deshonestidad y la
liviandad de sus sentimientos. ¿Por qué una mujer como tú va a correr
detrás de un caradura como ese?
Y si no se fue solo sino con la otra, entonces con mayor razón la po­
sibilidad no debe pasar por tu mente, ni siquiera como una leve brisa.
Por favor, evita las recaídas, porque recaer es lo mismo que retroce­
der. Es lo mismo que decir que te contentas con migajas y que aceptas
de buen grado lo que él te hizo, sin importar que te hayas quejado en
su momento. Tener una recaída, además, supone tener que comen­
zar todo el tratamiento de autosuperación de nuevo, porque estarás de
vuelta en el punto cero y, por tanto, más lejos del punto al que quieres
llegar: la superación de tus propios límites, la felicidad y la posibilidad
de un nuevo amor.
Sí, bueno, en este momento debes estar diciéndote a ti misma que
no quieres saber nada de relaciones. Pues, por lo pronto, dejaré que me
engañes y que te engañes un poquito. Pero sé que en el fondo todo lo
que quieres es un nuevo y bello amor.

Estar ligada de alguna forma a su vida: jamás, jamás, jamás

Otra cosa que no puedes hacer ni muerta es ir a su encuentro “acciden­


talmente” en los lugares donde sabes que estará. La calle de su casa, por

66
ejemplo, por obra de una coincidencia increíble, especialmente de ser a
1¿ hora en que él acostumbra salir para el trabajo. Olvídate de esa calle.
De aquí en adelante, ella no figura en tu mapa. Aun si la dirección del
volante gira espontáneamente en dirección de su casa, obliga a tu brazo
a llevarte en la dirección contraria.
Sé consciente de que ambas estamos aquí con el objetivo de ayudar­
te, y el que lo logremos depende enteramente de que realmente dejes
de hacer aquello que estabas habituada a hacer y considerabas normal.
Aunque duela, debemos encarar la verdad: su vida ya nada tiene que
ver con la tuya.
De modo que no puedes seguir actuando como si fueras parte de su
vida. ¡Ni lo pienses!
Cada minuto que pases pensando en él o reviviendo las cosas que
viviste con él supone un inmenso desperdicio de tiempo. Cada minuto
que pierdas es un minuto que podrías pasar con aquella persona que dé
verdad te merece, con quien realmente vas a ser feliz. Así que ese es un
camino que ya no puedes seguir. Revivir el pasado de manera mental,
visual o física siempre es lo mismo que retroceder. Lo que tú necesitas
ahora es proyectarte hacia adelante, hacia el futuro.
Así que nada de pasar por su calle. Nada de llamar a su celular, ni
siquiera desde un número restringido, solo para oír su voz (inclusive
si estás totalmente segura de que él no va a saber que eres tú). Nada
de pedir a una amiga que averigüe cómo está, dónde está o si está con
alguien. De aquí en adelante tienes que vigilarte a ti misma y reprimir
cualquier impulso que pueda llevarte hacia él. Estás en proceso de re­
cuperación, mujer, y dejarte llevar sería sabotearte a ti misma. Te hace
falta estar física, mental y espiritualmente separada de todo lo que man­
tiene a tu mente focalizada en él. Viéndolo desde otro ángulo, te hace
falta salir de su mundo.
Te voy a dar como ejemplo una situación muy parecida a la tuya en
este momento: la de un drogadicto.
Al igual que un drogadicto, estás luchando para desvincularte de la
droga que apareció en tu vida en determinado momento, y que aunque
al principio creiste que era algo maravilloso, ahora sabes que no lo es.

67
Si un adicto se somete a un tratamiento de rehabilitación y, sin em­
bargo, continúa dándose dosis ocasionales, por pequeñas que sean,
nunca va a terminar su proceso de cura. Porque va a condnuar alimen­
tando su vicio y no se podrá limpiar. Y en eso no hay términos medios,
mujer. Tanto en el caso del drogadicto como en el tuyo, disminuir las
dosis progresivamente hasta dejar el hábito del todo no es una estrate­
gia que funcione. Esos son cuentos chinos, la excusa mediocre de quien
quiere evitar hacer lo necesario. Cosas de dependientes que necesitan
ayuda y que se engañao a sí mismos diciéndose que podrían dejar la
droga si se lo propusieran. Dime una cosa; ¿has visto algún centro de
rehabilitación que administre pequeñas dosis a sus pacientes o les per­
mita conseguirlas hasta el día que no dejen de serles necesarias?
¡No, evidentemente! Eso no funciona. Lo que hay en la fase inicial
es un periodo de abstinencia durante el cual el usuario, atormentado y
convencido de que la droga lo venció y que no puede más con la situa­
ción, atraviesa sus peores momentos. Y en ese momento la dependen­
cia no solamente se siente, sino que está en todo el cuerpo, en la mente,
los pulmones, en todas las células.
Lo mismo pasa contigo. Necesitas atravesar un periodo de absti­
nencia para poder limpiarte. Tienes que mantener lejos de ti el objeto
de tu adicción para no arriesgarte a retroceder en el proceso. Y para
ello tienes que ser fuerte. Estoy aquí para ayudarte, pero yo sola no te
puedo salvar; al final, la persona de cuyo apoyo vas a precisar más serás
tú misma. Grábatelo en la cabeza: necesitas ser fuerte y hacer algo por
ti misma.
Ahora anda y borra el número de ese cretino de tu celular. Ponlo en
ese espacio que cada una guarda para la gente que no quiere ver más
en la vida, mándalo a la basura y “hasta luego, no te quiero ver más por
aquí, se te hace tarde”.
Borra su correo electrónico de tu computadora. Si puedes, bloquea
las llamadas que lleguen desde su número de teléfono. No importa si
vive con su madre, una mujer buena que podría querer hablarte y pe­
dirte alguna cosa que solo tú puedes hacer por ella. Esas son tonterías,
mentiritas que te inventas para poder dejarle algún modo de ponerse en

68
contacto contigo, para decirte que quiere morirse y pedirte por el amor
de Dios que lo perdones. Pero ninguna promesa suya viene al caso. SI
TE ENGAÑÓ, ES SU PROBLEMA.
Y su madre, que también es mujer, sabrá entenderte.
Olvida la existencia de las redes sociales (como el Hi5, el Orkut, el
MySpace y el Facebook), esa porquería que inventaron para que cual­
quiera pudiera exhibirse de la forma en que quiere ser visto, y no como
realmente es. ¿Me preguntas por qué? ¿Has visto que alguien se mues­
tre demacrado, llorando y arrancándose los pelos por un amor perdido
en un perfil de esos? ¿O que muestre videos de sí mismo en sus mo­
mentos más solitarios y psicóticos, cogiendo un arma y metiéndosela
a la boca mientras se fuma una cajetilla entera de Marlboros y bebe
alcohol industrial? ¡Yo nunca!
Es más: estoy harta de ver solo gente sonriente que muestra fotos
de carros importados (que por cierto nunca han conducido en sus vi­
das) con rótulos como “Mi carro”, siempre abrazados de gente linda
rotulada como “Mis amigos”, mientras la vida transcurre con un vaso
de Johnnie Walker, keep walkáng.
¡Siendo así las cosas, cualquiera diría que todo el mundo es feliz!
Así que deja de obsesionarte con su Orkut o su Facebook, porque
ver su felicidad virtual, sea esta verdadera o no, no nos interesa y solo
hará que sufras más. Tienes prohibida esa especie de droga de Internet.
Si fuera posible, mantente alejada del Hi5, el Facebook, el Flickr, el
Fotolog y demás servicios de ese tipo hasta que te sientas bien con la
vida nuevamente y lo suficientemente fuerte como para evitar visitar
sus perfiles por cuenta propia. Porque nadie se cura colgándose del
Facebook de su ex y leyendo todos los mensajes que recibe para saber
qué hace con su tiempo ahora que una no está cerca. Y no me vengas
con la tontería de que haciendo eso a diario le cogerás más rabia, que tú
a mí no me engañas. Mientras más dempo pases viendo sus perfiles en
Internet, más vicio le cogerás a vigilar su vida, cuando en verdad tienes
una más importante que cuidar: LA TUYA.
Contarás los días como los cuenta un alcohólico: “Ya hace x días
que estoy sobrio”. Hasta que lo superes por completo. Solo habrá una
diferencia: un día, tú te podrás reír de lo acontecido.
Tienes que entender que será un paso a la vez, solo uno al día, todos
los días. Solo hoy, solo pasarás el día de hoy sin beber de la copa de la
depresión. Solo pasarás el día de hoy sin acercarte al brazo la jeringa
de la recaída.
Necesitas librarte de esa droga para vivir. ¡Y vas a conseguirlo!
¿Quedan todavía cosas suyas en tu casa, como fotos, discos o ropa?
Empaquétalas. Manda a alguna amiga a que se las entregue, envíaselas
por correo o simplemente dáselas a quien las necesite. Deshazte de
todo lo que te traiga recuerdos de él o de ustedes dos juntos. Pero,
sobre todo, no conviertas esa caja de recuerdos en una excusa para
encontrarte con él, verlo y volver a discutir sobre lo que sucedió. Si
estuvieron casados y todavía les quedan propiedades por dividirse,
como casa, carros o terrenos, yo te sugiero que contrates un abogado,
porque de ese modo conversarás con él lo menos posible. ¿Te pre­
ocupa el dinero que vas a gastar? Es cierto, vas a tener que ocuparte
de los costos del abogado, pero recuerda que tu paz personal no tiene
precio.
Si tuvieran hijos, métete en la cabeza que la conversación no debe ir
más allá del asunto del bienestar de aquellos. Evita por todos los me­
dios enterarte o hacer suposiciones sobre cómo se siente y cómo está
en su nueva vida. Por último, lo que sucedió entre ustedes no es asunto
a discutir con los hijos, ni tampoco delante de ellos.

Ser amiga del idiota

Déjame hablarte de otra cosa que jamás debe pasar por tu cabeza: in­
tentar ser su amiga o aceptar serlo luego de que cualquiera de los dos
termine con la relación. No, no y no. Lo tienes terminantemente pro­
hibido.
Escúchame: eso nunca funciona. Es un desastre desde el primer
momento. Sí, hay personas que se separan y que se vuelven buenas
amigas, pero solo después de un buen tiempo. Además, esas son las
personas que se separan civilizadamente, sin razones tan complicadas
como una infidelidad. Son las personas que se separan simplemente

70
porque se dieron cuenta de que su amor ya no era un lazo lo bastante
fuerte como para mantenerlos juntos.
Tu intento de amistad no es más que una excusa tuya para man­
tener el contacto, probablemente porque, aun después de haber sido
traicionada, herida, decepcionada, humillada, amargada, acomplejada y
golpeada, sigues amándolo. Es perfectamente posible, y ni siquiera me
sorprende tanto que quieras mantener el contacto con él bajo la excusa
de que después de todo decidieron seguir siendo amigos, porque a fin
de cuentas son adultos maduros y con la cabeza en su sido. Las cosas
claras, querida. Si tuvieras la cabeza en su sido ni siquiera te habrías
acercado a este libro. Ese imbécil te hizo sendr pésima; tú respóndeme:
¿un tarado así va a ser tu amigo? ¿Y qué vas a hacer con él? ¿Confiarle
lo herida y devastada que quedaste por dentro? ¿Tú crees que él va
a acariciarte la cabeza y decirte que el impresentable que te hizo eso
nunca te mereció?
¿Qué pretendes al condnuar siendo su amiga?
Seamos realistas: él es la última persona a la que debes verle la cara,
especialmente en este momento de tu recuperación. Si pueden ser ami­
gos quizás sea dentro de muchas décadas, cuando ambos sean muy an­
cianos, hayan perdido las facultades mentales y hayan olvidado buena
parte de todo lo que pasó.
Un día podrás hablar con él diplomáticamente, de manera educada
y sin sentir nada. Pero existe una gran diferencia entre conversar civili­
zadamente y ser amigos.
Te doy un consejo: son amigos las personas que nos quieren bien,
que hacen cosas buenas por nosotros y que nos respetan. Son las per­
sonas en las que podemos confiar y que nos extienden la mano cuando
nos ven caer o nos encuentran ya en el suelo. No son amigos quienes
nos empujan al hoyo, nos engañan y hacen cosas que nos faltan al
respeto. De modo que no tienes ninguna razón para querer ser su ami­
ga. Hay personas tan necesitadas que prefieren rodearse de conocidos
todo el tiempo, aunque no sean muy confiables, solo para no estar so­
las. Y eso es exactamente lo que trato de mostrarte entrelineas y a veces
de forma directa en este libro: la importancia de la selección. Necesitas
aprender a elegir mejor las personas con las que te relacionas. Eso in­

71
cluye alejarte de los que no están hechos para ti y también del que te
engañó. ¿Por qué dejar que alguien en quien no puedes confiar perma­
nezca en tu círculo íntimo? Los hombres sin palabra no te sirven.
Tienes que exigir un hombre que esté a la altura necesaria para es­
tar contigo. Si no te sientes motivada a hacerlo por ti misma, cuando
menos hazlo por todas las mujeres del planeta. Porque si los hombres
tratan a las mujeres como las tratan, es porque son ellas las que permi­
ten que así suceda.

Recuperar el tiempo perdido de los últimos años


en solo 15 días

Otra cosa que no puedes hacer NI MUERTA es lanzarte por los bares
de la vida buscando echarte encima de cuantos desconocidos puedas
para mejorar tu autoestima. Existe una gran diferencia entre sobrepo­
nerte y estar ofreciéndote a diestra y siniestra.
Sí, te he dicho que necesitas salir, divertirte y conocer nuevos luga­
res y personas. Y es verdad que, si lo que quieres es seguir sintiéndote
deseable, un buen polvo porque sí es algo que puede estar muy bien y
que no te va a perjudicar en nada.
Lo que no puede suceder es que salgas por ahí buscando hombres,
conocidos y desconocidos, a la mala, solamente para tapar el hueco de
tu corazón. Ambas sabemos que no es así que tu hueco será tapado.
Estarás de acuerdo conmigo si te digo que acostarte con todo el equi­
po de fútbol no es lo mismo que acostarte con el jugador estrella del
momento, ¿verdad? Una actitud así solo propiciará que te sientas como
una mujer más de las que se acuestan con el equipo de fútbol, cuando
en realidad el objetivo de todos mis esfuerzos es probarte que ERES
MUY ESPECIAL.
Imagínate a d misma, todavía frágil emocionalmente y en medio de
tu proceso de recuperación, involucrándote en una relación complica­
da, que empiece con una de las partes todavía un tanto desequilibrada.
O lo que es peor, que no empiece de ningún modo, por no ser más que

72
un polvo al final de una fiesta, haciendo que te sientas aún más recha­
zada porque nadie del equipo de fútbol te llamó ni te llevó a comer el
día siguiente. ¿Sabes a qué otra actitud se parece esta? A la de alguien
que, estando todavía curándose de una pulmonía, decide exponerse al
temporal nuevamente. Es seguro que esa persona tendrá que volver
a la cama, atravesar una recuperación mucho más larga y tomar dosis
reforzadas de su medicina.
Así que tienes terminantemente prohibido andar por ahí ligándote
a uno y a otro durante tu proceso de recuperación. Eso no puede ser, a
pesar de todo lo liberal que hayas sido antes. Involucrarte solo sexual-
mente con un hombre con el único fin de distraerte es algo muy dis­
tinto que hacerlo con un tipo distinto cada día. Si tenemos un poco de
sentido común, recordaremos que el sexo es una cosa íntima, y ya que
nuestro objetivo a largo plazo es establecer una relación duradera con
alguien bueno, tenemos que mantener actitudes que sean consecuentes
con lo que queremos. Y no me acuses de haberme vuelto moralista de
la noche a la mañana, porque eso no tiene nada que ver. Mi antigua
profesión es una cosa y tu vida personal es otra. Además, yo no quería
encontrar un hombre con cual casarme, ni sentirme mejor acerca de
mí misma, sino simplemente ganar dinero. No era nada personal, sino
puramente negocios.

Volverte Amy.Winehouse

No funciona, mujer. Eso simplemente no funciona y nunca funcionó.


Beber litros de whisky, comerte los cigarrillos enteros o ahogarte en
drogas no va a hacer que te sobrepongas a la traición. Muy por el con­
trario, tu autoestima se va a caer por un tubo. Aun si lograras escribir
las canciones más lindas inspirándote en tu dolor, ni el dinero de las
regalías te hará transformarte en la gran mujer que eres en el fondo.
Corres el riesgo de perder los dientes, adelgazar y enfermar de enfi­
sema pulmonar mientras tu cuenta bancaria se llena de millones, lo que
de nada te sirve si no puedes aprovecharlos.

73
Lo mismo va para la comida o para cualquier hábito poco saludable,
o inclusive saludable pero compulsivo. Porque hasta comer lechugas
frenéticamente acabará por hacer que te sientas mal acerca de d misma,
que te mires al espejo y te digas: “¿Pero qué me estoy haciéndo?”
También tengo que incluir el reírte demasiado. ¿Conoces esa
canción de Frejat inspirada en el poema “Deseos” de Víctor Hugo?
“Deseo que descubras que reír es bueno, pero que reírse de todo es
muestra de désesperación”.
No pierdas el buen sentido. Esfuérzate, pide a tus amigas que
no te permitan beber más de la cuenta, fumar más de la cuenta,
hablar más de la cuenta, flojear más de la cuenta, etc. No compres
ninguna porquería que vaya a alterar tu percepción de la realidad.
Gasta tu dinero en cosas inofensivas como esa blusa tan linda que
está de oferta, una buena crema para el rostro o en un nuevo color
de pintalabios, y deja de hacer cualquier cosa que sepas que no ne­
cesitas hacer. Ese tipo de hábitos son señal de peligro y aviso de que
necesitas centrarte más. Recuerda que todo en esta vida es cuestión
de equilibrio.

Enloquecer a tus amigas con cantaletas interminables

En este momento tienes que ver a tus amigas como la cosa más im­
portante de tu vida. Tú relación con él ya se acabó, así que no termines
la que tienes con ellas. A lo que voy es a que ellas están para ayudarte,
pero no para que las vuelvas locas.
Estoy segura de que al principio te escucharán con devoción, buena
voluntad y de todo corazón. En esos momentos siempre tenemos una
amiga que nos da la mano (o toda una banda, en su defecto), nos presta
el hombro (y que nos prestaría los dos si tuviéramos dos cabezas que
necesitaran apoyo) y los dos oídos para escucharnos. Es un hecho que
ellas estarán dispuestas de cuerpo y alma a escucharte. Pero no abuses.
En los primeros momentos les parecerá normal. Puedes ahogar tus
penas en la solidaridad de tus amigas por un mes o como máximo dos
meses. Para eso sirve la amistad, después de todo. (Eso sí, no te olvides

74
de retribuírselo cuando ellas lo necesiten^ Pero como todo en la vida,
tus amigas denen límites. Ellas encontrarán los suyos cuando se den
cuenta de que estás obsesionada por el hecho de haber sido engañada^
por todo lo relacionado a tu ex y a la mujer con la que se enredó, y que
hace meses que no hablas de otra cosa.
Hay una cosa que tienes que tener siempre en cuenta: tienes que
conversar con ellas, no recitarles. Es decir que es un intercambio: una
habla y la otra escucha, procesa y responde, de modo que la primera
ahora la escucha, procesa y responde a su vez, para que la segunda
hable nuevamente. Procura escucharlas también y enterarte de'cómo
están y de lo que les ha pasado. Recuerda que ellas tienen vidas propias
y que también son personas que necesitan ser escuchadas, aun si no
están viviendo un drama tan grande como el que tú estás viviendo.
Además, hay una muy buena razón para evitar quedarte hablando
sin parar. Necesitas detenerte para oír las cosas que solo ella puede sa­
ber por haberlo presenciado todo desde otro ángulo: el del observador.
El observador tiene mucho que ofrecer, porque entre los tres (es decir,
entre él, ella y tú) es tu amiga quien está menos emocionalmente invo­
lucrada y quien es capaz de pensar con mayor claridad. Eso hace de tu
amiga una importante y excelente consejera.
No puedes buscarla solamente para desahogar una historia que ya
desahogaste, retomando todo desde el principio, desde el momento en
que lo descubriste hasta por qué te hizo lo que hizo, pasando por lo
muy patán que es, etc. Las personas se hastían, y con razón. Necesitas
de su apoyo, y lo peor que puedes hacer es causar que quieran huir en
cuanto te vean cruzar la puerta.
¿Sabes qué es lo mejor de hablar con una buena amiga y de mante­
nerla cerca? Su papel en ese momento será fundamental, y su apoyo,
mucho mejor que el de cualquier terapeuta al que puedas pagar para
que te ayude a sobreponerte, pues ella no te cobrará un centavo ni se va
a quedar ahí repitiendo “Ajá, ajá... S í... ¿Y eso como la hace sentirse?”.
(Yo creo que eso lo hacen mientras todavía empiezan a conocerte y aún
no tienen idea de qué decir).
Cuando comiences con esa letanía de que no entiendes por qué te
engañó, cuando eran tan felices y tenían un matrimonio tan perfecto,

75
una buena amiga te mirará y te dirá: “Despierta, tonta. ¿Ya te olvidas­
te que él te dejaba sola en casa para irse a jugar fútbol tres veces por
semana?”
En cierto modo, las amigas viven la relación junto con una, de
modo que llegan a tener una idea bastante clara de lo que realmente
sucedía cpn esa relación que tú creías perfecta. Pero lo más increíble
es que tú hayas empezado a encontrarla perfecta ya después del des­
engaño, porque antes no era nada de eso. Y es que la gente tiene la
necesidad inexplicable, de embellecer las cosas en momentos como
ese. Como ya dije, las mujeres somos unas criaturas muy locas.
Para comenzar, cualquier terapeuta que puedas contratar solo co­
nocerá la historia según como tú la cuentes. Y cuando una no está
bien emocionalmente, no ve las cosas como realmente son. Eso el
psicólogo lo sabe, por supuesto. Solo que el dempo que a él le toma
reconstruir la realidad de tu anterior situación es mucho mayor que
el que necesitará tu amiga, que ya la conocía antes de que se diera el
problema. Y lo que tú necesitas es que alguien te diga hoy que él era
un perro, y no de aquí a un démpo. El terapeuta nunca usará esas
palabras, claro está. El te dirá que lo que necesitas es descubrir si tus
circunstancias anteriores te satisfacían realmente, si coincidían con
tus intereses personales y si él estaba de acuerdo con lo que tú espe­
rabas de un compañero.
Tu mejor amiga te repetirá todo el día que él es un perro, un ser
abominable y un imbécil, y eso te resultará muy provechoso.
La verdad es que es muy bueno ir con el psicólogo; yo misma
visité uno por dos años y le agradezco mucho por todo lo que me
ayudó. Pero las buenas amigas siguen siendo indispensables en ese
momento. Si pudieras contar con las dos formas de apoyo, debes sen­
tirte muy afortunada, pues en ese caso tu recuperación será mucho
más rápida.
Y si empiezas a sentir que te estás volviendo lo suficientemente
paranoica como para que tus amigas se alejen, busca ayuda profesional.
No tengas recelos ni lo pienses dos veces. A mí un terapeuta me salvó
la vida.

76
Llevar a otro banco el cheque sin fondos

No, NI MUERTA. No funciona recibir un cheque sin fondos de A y


desquitarte con B. Cada hombre es un ser único e independiente que,
aunque conviva con otros de la misma especie, no es necesariamen­
te igual a ellos. Muchas mujeres no solo experimentan sentimientos
revanchistas con aquel que las engañó, sino con cualquier hombre
que se les acerque en ese periodo. Tu papá no es el caradura que te
engañó, ni lo son tu jefe, el novio de tu mejor amiga ni el chico que
te lava el carro. Así que no los juzgues ni los trates como si hubieran
sido ellos quienes destruyeron tus sueños. Aun si te enteraras de que
alguno de ellos fue infiel a su esposa, mantente imparcial. Es una
cuestión de sentido común: no puedes salir por el mundo enemistada^
con todos y cada uno de los hombres. Solo tienes derecho a adoptar
esa actitud con quien te traicionó, y cuando mucho con uno que haya
engañado a una amiga tuya, o a otra persona muy cercana a d, a quien
quieras mucho. Y la excepción a esta última regla es tu padre. Porque
antes de ser el esposo de tu madre, es tu padre, y esa relación debe
ser preservada.
Otra cosa que no puedes hacer NI MUERTA es usar a tus hijos, si
los tuvieran, para atormentarlo. Eso ni hablar. Los chicos nada denen
que ver con las bajezas de él; aunque sea un pésimo marido, es posible
que sea un excelente padre. En este caso, tus hijos son lo primero.
Tengo la seguridad de que dentro de unos años te darás cuenta de
que fue lo mejor haberlos mantenido fuera de la guerra, pues así no
habrán asumido el problema como suyo, no habrán necesitado rebe­
larse contra su padre ni habrán quedado con un trauma por el resto
de sus vidas. Piensa un poco: tú ya eres adulta y ya debes haber atra­
vesado momentos muy difíciles en la vida, y aun así esta situación te
resulta muy complicada. Imagina, entonces, lo que debe ser para tus
hijos. Ellos pueden saber que ustedes se van a separar o que cuando
menos están pasando por momentos difíciles, y que eso es algo que
puede suceder en cualquier matrimonio. Pero no hace falta que sepan
que el motivo fue que su padre se metió en la cama con otra.

77
Tampoco metas a tu suegra en el problema. No la llames para
contarle los detalles e involucrarla emocionalmente más de lo ne­
cesario, aun si tuvieras una relación cercana con ella y necesita­
ras contárselo. Recuerda que ella siempre va a ser su madre y, te
guste o no, una mujer siempre tendrá una tendencia a proteger a
sus hijos. Nunca te pongas como objétivo el poner el mundo en
su contra. Esto es entre él y tú, no entre ustedes y el resto de la
humanidad.

Ponerte de espía

NI MUERTA te pongas a excavar y excavar hasta dar con todos los


detalles de su engaño: cuándo y a qué hora fue, dónde se encontraron,
cómo estaba vestida ella, de qué hablaron, en qué poses lo hicieron,
qué se dijeron mientras lo hacían, cuánto se demoraron, qué creyó
ella, qué pensó él, cómo se sintió ella, cómo se sintió él, si se vieron
veinte veces, si se vieron cuatro, si se vieron solo una, si fueron en el
carro de él o en el de ella, si ella usaba hilo dental, si él usó la ropa
interior que le regalaste por su aniversario... jNada de eso importa!
Enterarte de los detalles no te lleva a ninguna parte; debes evitarlo,
porque así lo único que consigues es causarte más dolor y entorpeced
tu recuperación. Contar con esa información no mejorará nada. Muy
por el contrario, solo son dosis de sufrimiento que te irás aplicando
tú misma, yo diría que masoquistamente. Lo que queremos es que la
tristeza se vaya ya y que no deje restos que perduren en tu corazón.
Si alguien viniera a darte más datos de estos, tápate los oídos y di que
no quieres saber. Si te dieran ganas de conocer a cabalidad los hechos,
detente a ti misma y piensa en otra cosa que hacer. Vas a tener ganas,
sí, pero lo que necesitas es resistirte para salir del ciclo de sufrimiento
en el que te encuentras.
Tienes que aceptar que muchas de tus preguntas quedarán sin res­
puesta. Hay porqués que quedan sin explicación. Mejor dicho, hay
porqués cuya explicación no debemos buscar.

78
¡Oh, cielos! ¡Oh, vida cruel!

Destierra de tu vocabulario la palabra víctima. No te veas a ti mis­


ma de ese modo. No te victimices y NI MUERTA te conviertas
en la protagonista de un drama de traición, dolor y muerte. No
tengas pena de ti misma, porque esa es una de las peores cosas que
cualquiera puede sentir. Las personas que se victimizan quedan a
la merced de lo que sea que se les cruce en el camino de la vida.
Quienes se victimizan son vulnerables frente a la fatalidad. Una
mujer que se adjudica el papel de víctima es una mujer sin la menor
oportunidad de sobreponerse. Porque victimizarse es decirse a una
misma que no tiene capacidad de acción dentro de su propia vida
y que solo puede esperar a que las cosas lleguen, sin asumir res­
ponsabilidad de nada de lo que le pase, ni siquiera del solo hecho
de reaccionar. Asumir el rol de víctima es culpar a los demás por el
sufrimiento propio. Una víctima se acobarda, se entrega fácilmen­
te, no reacciona.
Ahora, es cierto que las personas podemos hacernos daño las
unas a las otras, pero al final es una misma quien decide ceder ante
las circunstancias o no. Y tú NI MUERTA vas a hacerlo.
“Aquí yace Santa Enga-
ñada. Cambiada, amargada y |
EJERCICIO 2
derrotada”.
Métete esta idea en la B Cada vez que empieces a recordarlo
cabeza: cuando empieces a I y extrañarlo, ponte automáticamen-
sendr pena de ti misma, reac- J te a pensar en todas esas cosas irri-
ciona, grítate a ti misma si es | tantes que él hacía cuando estaba
necesario y evita caer dentro * conti9° Vcon las 9ue ya no vas a
de ese hoyo. Repítete a ti mis- ! tener ^ue convivir
ma lo siguiente: I Ahora ,ienes Perm,so Para P®nsar
, , ■ en su Lado B, por asi decirlo, pero no
Aunque no tengo la culpa 1
. . .7 , I por mucho tiempo. Porque el objeti-
de lo que me sucedió, me me- ■ . . . .
n ■ vo es que de aquí adelante dejes de
go a verme como una vícti- ■ perder el tiempo con el pasado.
ma. Soy la única responsable

79
de mi propia superación, y no voy a perder el tiempo llorando por mí
misma”.

Posdata,: Nadie que se haya visto a sí misma como una víctima ha po­
dido sobreponerse a una traición, dejarlo todo atrás y encontrar un
nuevo amor mientras no dejó de sentir pepa por sí misma.

SOS. Vanessa: ¡Creo que me gusta!

Querida Vanessa: Ya debes estar acostumbrada a que todas las per­


sonas que respondieron el cuestionario confiesen haber sido enga­
ñadas. Pues aquí estoy: una más entre toda la multitud de gente que
debe haberte mandado sus confesiones. La diferencia es que yo creo
que mi historia es más triste. Cuando menos, creo haber llorado más
por lo que me pasó que cualquier otra engañada que conozco. Es
que yo soy muy llorona, ¿sabes? B hecho es que yo tenía un novio
que me engañó. Era una persona maravillosa, y me engañó con su
prima, que por desgracia también era maravillosa: yo habría preferido
que me engañe con otro hombre, porque por lo menos asi habría
sabido que el problema no era conmigo. Los encontré besándose en
el garaje de la casa de su tía, en una parrillada familiar. Los interrumpí
allí mismo. Lloré y grité mucho, y me habría lanzado encima de ella
de no ser porque toda la familia me lo impidió. Entonces me quité el
anillo de compromiso y lo arrojé a la parrilla, se coló y cayó en medio
del carbón ardiente. Todo estaba dicho. Todos quedaron horroriza­
dos, aunque tuve la impresión de que eso era más por el anillo que
por el incesto. (De hecho, me gustaría saber si eso es un crimen y si
ellos van a tener hijos anormales). Pero confieso que luego de unas
semanas me arrepentí profundamente y pensé que debí haber habla­
do con ellos y haberlo resuelto todo de una vez en lugar de acabar
con la parrillada y destruir mi anillo de compromiso. Intenté regresar,
pero él había quedado muy humillado luego de lo que hice. Le envié
muchos e-mails, lo llamé e intenté salvar nuestro futuro matrimonio.
Pero no había manera de que me perdone. Logré volver a acostarme

80
con él algunas veces, pero él no volvió a verme ni a tratarme como su
novia. Llegué de sorpresa a una de las parrilladas que siempre había
en la casa de su tía y hasta saludé a su prima, pero todos me miraban
como si fuera lo peor y se notaba que algunos me tenían pena. É no
me dirigió la palabra en toda la reunión. Hasta fui más amable de lo
que suelo ser, lavé todos los platos yo sola, serví la sobremesa, barrí
y acompañé a su abuelo a la salida. Pero todo fue inútil. Ahora él no
contesta mis llamadas. Uoro todo el tiempo, Vanessa, he perdido al
hombre de mi vida y ya no sé cómo recuperarlo.

María Del Suplicio

Ay, ay, ay. Mujer, si él fuese el hombre de tu vida, en primer lugar nun­
ca habría permitido que te humilles tanto. Y mucho menos te habría
transformado en la amiga a la que siempre llama cada vez que quiere
tener sexo, sin ofrecerte un compromiso de ningún tipo. Es más, yo
creo que soto te buscaba cuando su prima no estaba disponible. Por
favor, no llores. El hombre de tu vida no va a meter la lengua en la
boca de su prima ni te va engañar bajo la protección de esa mafia que
es su familia. El hombre de. tu vida te va a respetar, te va a amar, y va
a hacer todo lo necesario para que te sientas del mejor modo posible
teniéndolo cerca. ¿Y qué era lo querías resolver, a todo esto? ¿El he­
cho de que se estuvieran besando? Por supuesto, lo que tenías que
hacer era traer tres banquitos, formar con ellos un pequeño círculo y
hacerlos entender de la mejor manera que tenían que respetarte y no
hacerte quedar como una idiota, especialmente con el matrimonio tan
cerca. Si te das cuenta, estás empezando a convencerte de que el
verdadero problema no fueron ellos, sino el que tú arrojaras tu anillo
de compromiso al carbón.
¿Sabes? Ese es un gran error que cometemos las mujeres: luego
de un tiempo, empezamos a pensar que fuimos nosotras las que hici­
mos algo mal, y entonces regresamos para intentar arreglar las cosas.
Soto que humillarnos, rogar y perdonar al descarado nunca hizo a nin­
gún hombre empezar a respetarnos. Si no nos respetaron antes, no
empezarán a hacerlo luego de que les digamos “Sí, mi amor, puedes
pisotearme, que yo te dejo”. Muy por el contrario, muchos valoran a

81
las mujeres luego de que ellas se hacen respetar siendo selectivas
con los hombres que aceptan en su vida personal.
¿Es un crimen lo que ellos hicieron? No lo es. ¿Van a tener hijos i
anormales? Tampoco. ¿Te interesa?

Confesión de Vanessa

Un día fui engañada. Quedé devastada, decepcionada y todas esas cosas


que tú ya conoces muy bien. Estaba tirada en la cama sin comer, con
una caja de bombones vacía desde hacía una semana, a oscuras, sin de­
pilarme hacía veinte días, sin bañarme hacía por lo menos dos, y muy,
muy triste, preguntándome por qué me habían engañado otra vez.
Hacerme esa pregunta hizo una diferencia crucial en mi proceso de
recuperación. Me di cuenta de algo muy importante: el padre de mi hija
(que me había engañado), mi ex Fausto (que me había engañado mu­
chas veces) y mi enamorado de entonces (en realidad, mi ex, a esas altu­
ras), eran iguales en el fondo, y tenían características muy similares.
Lo único que pensaba era que no quería ser engañada, que eso era
una cosa muy ruin y que estaba acabando con mis sueños. ¿Pero por
qué me habían engañado otra vez?
En ese momento una luz se encendió en mi mente, y una voz en mi
interior me dijo: “Es porque tú siempre te involucras con el mismo tipo
de hombre: el tipo de hombre que engaña”.
No, no fue ninguna experiencia trascendental. Ni Buda ni un ángel
alado se habían aparecido delante de mí. Solo fuimos mi conciencia
que despertaba y yo que estaba dispuesta a oírla. Y mi conciencia tenía
razón. O, mejor dicho, yo la tenía. Si había sido engañada más de una
vez, era posible que yo lo hubiera propiciado de algún modo. Quizás
yo les había permitido que me engañaran. Era como ser dueña de un
supermercado y no querer que me roben, pero no cerrar nunca la puer­
ta al llegar la noche. Podía ser (era, en realidad) que yo siempre escogía
hombres que tenían el perfil de ser infieles, guardando la esperanza de
que no lo fueran conmigo.

82
En ese momento de iluminación repentina, me dije: “No voy a per­
mitir que hombres así entren en mi vida; prefiero mil veces estar sola a
relacionarme con uno de esos. Su patrón de comportamiento es poco
confiable. No me expondré más a ser engañada ni tendré cerca a per­
sonas en las que no confío”.
Habiendo tomado esa decisión, me levanté de la cama, recogí las co­
sas tiradas, me duché, me depilé y salí a tomar las riendas de mi vida.
Fue cuando decidí ser exigente, elegir bien y ver a la cara la reali­
dad de los hombres que se me acercaban.que comencé a ser feliz. No
volví a permitirme relacionarme con tipos de esos. Lee bien: no me lo
permití. No somos un caballo desbocado que va en la dirección en que
lo lleven sus emociones, las circunstancias y sus sentimiéntos. Somos
conductores que dirigen sus emociones y avanzan por donde quieren.
Si somos conscientes de que no vamos por un buen camino, nos de­
tenemos y cortamos lazos con todos aquellos que consideremos poco
adecuados para ser parte de nuestra vida. Y si empezáramos a actuar así
desde el comienzo del camino, todo sería mucho más fácil.
¿Sabes qué fue lo mejor de asumir este compromiso conmigo mis­
ma? Empecé a verme involucrada en muchos menos problemas. Co­
mencé a salir con tipos mejores. Tenía menos citas, sí, pero eran citas
que valían la pena.
Piénsalo. ¿Será que los tipos con los que te relacionabas y que te
engañaban correspondían a un mismo perfil? ¿No serás tú la que anda
dando pie para que le pasen estas cosas? Si la respuesta fuera sí, es hora
de cambiar y de asumir un compromiso contigo misma. Es más, la
regla de selección se aplica en todos los ámbitos de la vida, pero prin­
cipalmente en las cosas del corazón. Después de todo, es ahí donde las
consecuencias de no hacer una buena selección son peores.

. . . . . . — — — — — — — — i — ,
I I
I Lista de Alertas de Peligro I
I I
Para que no tengas la excusa de ser engañada por no saber identifi­
car a los imbéciles, esta es una pequeña lista de perfiles y conductas ,

83
■ comunes entre los hombres que engañan. Espero que no te hagas la *
I tercia cuando suene tu alarma.
I I
No te permitas involucrarte:
I I
I -Si engañó a su enamorada más reciente. (¿Por qué iba a ser |
distinto contigo?). I
-Si todo el mundo dice que es un mujeriego. (La voz del pueblo
l es la voz de la razón).
-Si se pasa la vida de parranda. (Es decir, no se sabe junto a quién I
se despierta cada día).
3 -Si se te acercó diciendo que había sido amor a primera vista, .
■ pero te llamó después de muchos días para saber de quién era |
el teléfono que encontró en un papelito en el bolsillo de su saco. I
I (Eso se lo dice a la primera que aparezca).
I -Si afirma que no existen los hombres fieles. (El pez por la boca ■

¡ muere). I
-Si se proclama MACHO, Hombre con H mayúscula y un verda-
I dero conquistador. (Ese no hace ni la mitad de lo que dice, pero
hace alharaca tratando de probarse a sí mismo algo que nunca ¡
conseguirá). ■
■ ■
I -Si te jura que nunca engañó a mujer alguna mientras deja caer
una lágrima de su ojo. (Ese lleva la culpa a cuestas).
-Si tiene la costumbre de acusarte de serle infiel o se la pasa I
I hablando mal de los infieles que conoce. (Ese está tratando de *
despistarte).
-Si su vida social le resulta mucho más importante que su vida |
I privada. (Sus cimientos son. fáciles de roer y no se va a resistir a i
* las ilusiones).
i . - - -----------*------------ -- --------------------------------------- -■

¿Sabes? Una vez, cuando era dama de compañía, tuve un cliente muy
lindo. Recuerdo muy bien la escena: yo acababa de llegar y estaba sen­
tada, quitándome las sandalias, mientras él, desnudo y echado en la
cama, respondía a las preguntas de rutina que le iba haciendo: ¿Cómo
te llamas?, ¿dónde vives?, ¿en qué trabajas...? Lo de siempre, hasta que
le pregunte si tenía novia. ¿Sabes qué me respondió?

84
—Sí, Tengo tres, de hecho. Y mira que las tres y yo vivimos en la
misma ciudad.
Yo quedé espantada, y le pregunté cómo hacía para no tener proble­
mas con ellas. El me respondió:
—Ninguna sabe nada de la otra. Y yo no les doy mayor confianza:
no dejo que se metan en mis cosas ni que me impongan ninguna regla.
Si quiero, puedo ir a alguna fiesta, y ellas tienen que aceptarlo. No dejo
que toquen mi celular. Yo doy las reglas y ellas obedecen. Son estúpidas
y se someten a cualquier cosa para seguir conmigo. Si ellas mismas no
se respetan, ¿por qué yo las voy a respetar?

Nota importante:

■ Tengo algo que contarte, mujer: el sustento del matrimonio no es la .


I belleza, la simpatía ni el dinero. Y, al contrario de lo que mucha gente i
1 piensa, tampoco es el amor. El sustento del matrimonio es la amis- I
tad. Donde no hay confianza no puede haber amistad verdadera, ni
l un matrimonio que se pueda realmente llamar matrimonio. ¡
i Un matrimonio o una relación entre dos personas que no com- I
: parten una amistad sincera es solamente un pacto con el propósito 1
I de conseguir un beneficio mutuo.
I No condeno lo que cada persona pueda querer; solo digo que i
1 me parece un error continuar un matrimonio solo porque se quiere
compañía. Lo que uno quiere para sí mismo es su ideal de vida.
¡ Hay personas para las que encontrar y vivir un gran amor no ¡
* es un objetivo en la vida. Esas personas pueden sentirse bien I
y realizadas sin vivir un matrimonio como lo estoy describiendo, J
I sino simplemente una relación de convivencia por comodidad y ¡
I compañía. i
Eso a mí no me sirve, pero a otros sí. Tú necesitas definir lo que
quieres en la vida y ¡o que te resulta fundamental. ¿Quieres vivir un
I MATRIMONIO y una RELACIÓN dignos de todo aquello con lo que |
1 siempre soñaste?
■ a1

85
Si tu respuesta es sí, entonces toma como regla el que él sea uno *
de tus mejores amigos, y viceversa. Sí, es posible que sean mejores R
amigos y al mismo tiempo mejores amantes. La gente tiende a pen- i
sar equivocadamente que no hay espacio para ambos sentimientos.
¿Pero cómo dormir con alguien a quien no puedes confiarle tus te- -
mores y debilidades? ¿Cómo se puede vivir en paz con una misma ¡
si hace falta fingir lo que una no es y anclar participando en juegos ■
para seguir al lado del otro? ¿Cómo no hacerle confidencias y encima
temer ser traicionada por quien se supone es tu mejor amigo?
La infidelidad es inaceptable para quienes queremos vivir un MA- I
TRIMONIO y una RELACIÓN como tiene que ser. Yo creo que si estás
aquí conmigo es porque te interesa ese sector de tu vida y quieres
sobreponerte a lo que te pasó, para luego salir en busca de alguien |
que represente todo lo que quieres y mereces. *

Y tú, mujer, ¿vas a ser una de esas mujeres que se someten a cual­
quier cosa para quedarse con un hombre? ¿O vas a elegir bien el tipo
de relaciones que tendrás de aquí en adelante?
Respetar a alguien que exige respeto de una no es algo tan difícil.
Admirables son las personas que respetan a las otras, aun cuando estas
otras no se respetan a sí mismas. Presta atención, valora y admira a los
hombres que te respetan antes de que tú se los exijas.
Un hombre que te habla abiertamente sobre lo que piensa hacer
con su vida, a dónde le gustaría ir y con quién es alguien que está com­
partiendo parte de sí mismo contigo. Un hombre que te invita a acom­
pañarlo y que te pregunta si es lo que tú quieres es alguien que está
dispuesto a compartir su vida condgo.
Un hombre que no se abre respecto de sí mismo es un hombre cu­
yos planes no te involucran, sino que solo está pasando el momento y
que te va a causar desilusiones. Porque un hombre que no hace planes
contigo tiene la vacante abierta para que llegue otra con la cual hacer
planes.
Las relaciones no son negocios en los que tú tengas que invertir y
luego esperar para recoger los frutos. Una no se arriesga en las relaciones.

86
Porque cuando tu bolsa se rompe, tu corazón se rompe junto con ella. Y
un corazón es una cosa demasiado delicada como para tener que estarla
reconstruyendo una y otra vez. Tienes que escoger con seguridad.
Este es un consejo muy simple para empezar a escoger a los hom­
bres con los que te relacionarás a partir de ahora. Recuerda: solo debes
relacionarte con hombres que cumplan lo que digan, por más pequeño
que sea, como, por ejemplo, quedar de salir el próximo feriado contigo.
Si él no es de palabra, no esperes que cumpla nada de lo que dice acerca
de tenerte consideración y asumir responsabilidades. Si no logra poner
ni el primer ladrillo, ten por seguro que todo el resto de la casa que es
su relación será precario.

SOS. Vanessa: ¿Súper novio?

Fui engañada y no sé qué hacer. Mi novio era un súper novio. Un buen


tipo, ¿sabes? Es cierto que las cosas no eran perfectas, no salíamos
a comer porque él siempre estaba cansado (él vive muy ocupado por­
que tiene un cargo, muy importante), pero siempre estaba dispuesto
a salir a jugar fútbol, y tenía el pésimo hábito de gritarme delante de
otras personas. También muchas veces quería tener sexo cuando yo
no quería, yo aceptaba y las cosas seguían bien entre nosotros. Pero
fuera de eso, era un buen tipo, de esos que la mayoría de mujeres
quiere tener a su lado, lindo. A veces creo que nuestra relación fue la
envidia de muchas mujeres. He perdido a un excelente novio. ¿Dónde
voy a encontrar a un tipo como él, con ese cuerpo tan fuerte y con un
puesto tan bueno en una multinacional? Me da tanta pena que estoy
pensando en perdonarlo.

María Engañada

¿Un buen tipo? ¿Has dicho un buen tipo? Mira, BUENO es el tipo
que quiere estar contigo siempre que puede. BUENO es el tipo que
te encuentra linda, que te hace sentir súper sexy, que te respeta y que
te lleva a comer. UN BUEN TIPO es el que se preocupa por cómo te

87
■ sientes, con lo que piensas y que de ningún modo querrá hacer cosas B
¡ que puedan decepcionarte o dejarte triste.
I Los hombres que debes considerar buenos no son súper muscu- |
losos, ricos, súper populares y súper ocupados, súper activos sexual- I
I mente y súper conquistadores. Esos no son hombres buenos, sino
I hombres de los que se dice que son buenos. Y lo que necesitas para ¡
1 dejar de creerlos buenos es mirarlos con un poco más de atención y I
darte cuenta de que siempre están pensando en sí mismos y que sus *
I músculos, su fama, sus aficiones y su ego siempre estarán en primer
1 plano y por encima de ti. I
Lamentablemente, la mayoría de mujeres es ciega y tiene la eos- I
I tumbre de elegir ídolos pésimos. No caigas en eso. Los más desea- 1
1 dos no son necesariamente los mejores. Haz lo siguiente: acaba con
I ese engaño, y escoge un chico que no sea súper por fuera, pero que |
I sí lo sea por dentro. I

¡Nunca aceptes de ningún hombre menos


de lo que mereces!

Un buen hombre hará que te sientas especial e importante en su vida.


Un buen hombre se esforzará en demostrarte que eres su única rela­
ción y en tenerte tranquila en relación a tener su confianza. Un hombre
bueno y que te quiere se preocupa por lo que piensas. Lo que quiere es
hacerte sentir bien y no ponerte en situaciones que te lleven al malestar
emocional o a la frustración amorosa. Un hombre que te merece no es
un hombre egoísta obsesionado con la satisfacción de su pene y de su
ego. Un hombre de 20 puntos es un hombre que te protege.

Nota importante:

De verdad espero que uses la Lista de Alertas de Peligro, porque no


tengo manera de estar junto a ti para protegerte de todos los inde­
seables; lo único que puedo hacer es describirte el tipo de escenas

88
■ que nunca verás suceder con un hombre fiel. Con un hombre fiel
I nunca discutirás a causa de un mensaje de texto enviado a una mujer |
I desconocida a las .3 de la mañana. Nunca contestarás la llamada de I
■ alguna mujer que pregunte con voz sexy si tu esposo está en casa, *
refiriéndose a él con algún sobrenombre íntimo. Nunca sabrás que .
I haya ido a alguna fiesta dejándote a ti en casa, ni sentirás la nece- i
i sidad de llamarlo cada 15 minutos para saber qué está haciendo,
dónde y con quién. Todo porque estarás demasiado ocupada siendo
I amada y adorada por tu hombre fiel. I
I Recuerda que al conocer al hombre indicado, nada será compli- I
8 cado, sino que todo avanzará de forma simple y sin dolor. Nada será
I oscuro, nebuloso e indefinido, ni mucho menos su ausencia te causa- |
I rá nervios e inseguridad, sino cuando mucho añoranza. El hombre ¡n- I
* dicado aparecerá de manera agradable y con naturalidad. El hombre
indicado no mantendrá contigo uno de esos vaivenes indefinibles que (
I acaban y vuelven a comenzar, que parece que funcionan y de pronto I
■ se arruinan, ni tampoco vivirás esa historia en la que él está un poco
¡ con ella y un poco contigo para decidir cuál le gusta más, mientras tú
I te quedas ahí muriéndote por ser la elegida. El tipo indicado te va a i
I ver, le vas a gustar, te va a querer y te va a respetar. Así de simple. *
UNA MANSA PALOMA
(Cuando él te traiciona a escondidas,
tú lo sabes y aun así sigues con él)

Si ese es tu caso, mujer, entonces la culpa no es de él. ¡ES TUYA!


Si estás enterada <^e que te engaña y de que te sigue engañando, sea
con una o con varias, termina la relación. Si te quedas ahí, bien acomo­
dada (yo diría que bien hundida) er. esa relación, llorando tus penas y
enganchada en el papel de víctima y depresiva, puedes estar segura de
que la culpa del problema es tuya.
Estás metida en la situación, sabes muy bien que el buldócer va a
pasar por encima de ti (o está pasando en este preciso momento) y, sin
embargo, ahí te quedas, tirada en medio de la avenida, con los brazos
y las piernas extendidos, como si no quisieras perderte la oportunidad
de ser aplastada.
¿Eres masoquista, mujer? ¿Estás investigando las nuevas técnicas
del sufrimiento puro? ¿Estás buscando una que haga sufrir mucho y
que demore mucho en aliviarse? Es la única explicación que imagino.
Porque tu innovación es la prueba definitiva de que tú sola estás des­
truyendo tu amor propio, tu dignidad y tu cordura.
Lo único peor que haber sido engañada y tener que recuperarse es
estar siendo engañada y no tener el valor de dejar de serlo.
La primera pregunta que te tengo que hacer es: ¿qué te motiva a
seguir en esa relación?
Respóndeme. Mejor dicho, respóndete a ti misma. Yo creo que
cuando una se involucra en una relación lo hace buscando ganar algo.
Aun cuando el 50% de factores en ella no marchen bien, las partes pue­
den continuar juntas, y eso es porque reciben algún beneficio. Status,
seguridad financiera, seguridad física, sexo, qué se yo, cualquier cosa
que te puedas imaginar. Y la separación se da bajo dos condiciones:
cuando dejan de percibir ninguna ganancia (en cuyo caso resulta más
fácil separarse) o cuando la balanza entre lo que dan y lo que reciben
se desequilibra a un punto que resulta dañino. Eso es lo que te quiero
preguntar: ¿cómo anda tu balanza?
Yo tengo la total seguridad de que está en negativo. ¿Sabes cómo?
Porque nada que puedas obtener de él compensará el hecho de estar
siendo irrespetada y humillada.
Hay mujeres que están casadas con tipos aburridos que nunca las
llevan a comer, pero que no tienen problemas con que sus esposas
salgan a comer con sus amigas. Otras están casadas con tipos tacaños,
pero como ellas mismas ganan bien eso no llega a convertirse en un
problema.
Esos son ejemplos de balanzas equilibradas: no estás recibiéndolo
todo, no tienes el 100% de las cosas que querías o que mereces, pero no
pierdes tanto, ¿verdad? Tu hombre puede ser aburrido o tacaño, pero
te ama y no te falta el respeto ni te humilla. No creas que promuevo el
conformismo, ni que quiero convencerte de que andes saltando de una
relación mediocre a otra simplemente por mantener los pies sobre la
tierra. No promuevo las utopías, pero tampoco el conformismo. Cada
caso es distinto, excepto cuando hay irrespeto. Si lo hay, por regla, él
no es para ti. Y una infidelidad es un caso serio de irrespeto y humilla­
ción.
¿Por qué permites que eso suceda?
Si tu relación está atravesando una infidelidad y ustedes continúan
juntos, entonces lo que tienen no es una relación, sino simplemente un
pacto de convivencia. Por increíble que te parezca, la verdad es que has
entrado en ese círculo vicioso en el que nos damos justificaciones a no­
sotras mismas para no experimentar la separación y continuar en la co­
modidad acostumbrada, aunque esta se haya convertido en un infierno.

92
Pueden ser muchos los motivos que te enumeres para no reaccionar.
No querer pasar la Navidad sola, no querer dejar de andar en carro, no
poder imaginarte siendo reemplazada por otra (ya estás siendo reem­
plazada en la práctica, solo que todavía no lo aceptas). Una amiga mía
tuvo una vez suficiente cara de palo para decirme que no se separaba de
él porque se sentía segura a su lado. Yo no entiendo cómo, cuando era
ella la que mantenía el hogar. De cualquier forma, las personas somos
capaces de llenarnos de excusas para evitar la despedida.
Por lo tanto, enfrenta la verdad. Si tu relación se ha convertido
en una relación de a tres sin tu autorización, dala por terminada;
bromeando un poco, velo como el principio del fin. Y postergar
ese fin con excusas no es más que una pérdida de tiempo. Ese es
tiempo que podrías estar aprovechando para recuperarte, o, en un
futuro, estar en los brazos de otro que sí te dé todo lo que esperas
recibir de un hombre.
¿Para qué evitar lo inevitable?

I SOS. Vanessa: Un caso común l

Estoy muy bien casada, tengo tres hijos y un marido que me ama,
I compartimos una buena situación económica y amigos en común, |
1 llevamos una vida perfecta. Sin embargo, el año pasado me enteré ■
de que mi marido tiene una amante, que inclusive la lleva a reuniones
I sociales y que todos nuestros amigos lo saben. Peleamos mucho y lo |
I amenacé con separarnos; él prometió abandonarla, pero he descu- I
1 bierto que todavía se siguen viendo. ¿Qué hago?

I María Llena De Gracia I

Muy bien, Sra. Contradicción. Vamos por partes: ¿estás segura de


I estar muy bien casada? Si lo estuvieras, no estarías siendo engañada.
I Date cuenta: los buenos esposos no tienen amantes. Una cosa más: I
1 ¿dices que te ama, no? Querida, si él te amara no estaría enredado *
, con la otra desde hace más de un año. ¿No estás de acuerdo? ¿Ellos a

93
■ van a reuniones sociales juntos? ¿Y tú qué haces mientras tanto? ¿Te *
quedas en casa? Lamento decirte que quienes sabían lo que pasa- ¡
I ba no eran tus amigos sino solamente tus conocidos, y quién sabe, I
quizás hasta tus enemigos, porque si tuvieras amigos que supieran J
de las relaciones extramaritales de tu esposo, te lo habrían contado ¡
I hace tiempo. I
Es una pena, pero estás muy lejos de la vida perfecta que dices
vivir. No solo tu esposo y tus amigos te esconden la verdad, sino que
I has conseguido engañarte a ti misma. Creo que si ya lo amenazaste l
1 una vez con separarte de él, no será una segunda amenaza lo que
lo hará cambiar. No será siguiendo casada y en tu casa, mientras él |
l sigue con su vida perfecta (porque créeme una cosa: él sí lleva la vida i
1 perfecta que siempre quiso), que harás que las cosas cambien. Si
yo fuera tú, habría dejado de estar casada hace mucho tiempo. Solo |
I podrás tener la vida perfecta de la que hablas con otra persona, con |
I otros amigos y sin uná segunda mujer en el mapa. Tienes tres salidas 1
! posibles: continuar engañándote, cortarte las venas o separarte y salir
l en busca de lo que te mereces de verdad. I

Ya debes haberte dado cuenta de que en este libro prácticamente no


hablo de la posibilidad de superar la traición dentro de un matrimonio
que pretende continuar, en el que la mujer se queda a la espera del día
maravilloso en que la mentira, la humillación y el quiebre de la confian­
za dejen de tener importancia.
Lo lamento mucho, pero no creo estar en condiciones de ayudar a
estas mujeres. Siendo sincera, no tengo mucho que decirles; yo me he
separado de todos los idiotas que me fueron infieles y estoy segura de
haber tomado la mejor decisión en cada caso. Sí, ha habido traiciones
que he perdonado: tuve una relación en la que fui engañada más de una
vez, pero terminé por vivir en un verdadero infierno psicológico y no
pasó mucho hasta que me di cuenta de que no valía la pena luchar para
conseguir la paz, porque la confianza ya se había perdido. No soy una
mujer rencorosa. Olvido muy rápidamente los males que me puedan
hacer, de modo que no le tengo rabia a ninguno de los hombres que

94
me fue.infiel. En realidad, los olvidé, y dejaron de tener presencia en mi
vida diaria, precisamente porque son tan pequeños y yo tengo todavía
tantas cosas lindas por vivir que no me puedo dar el lujo de desperdi­
ciar mi tiempo con niñerías de ese tipo. Mi desligamiento del pasado
es tan grande que tengo que confesar haber recordado experiencias
al escribir este libro que no podía creer que me hubieran pasado a mí
y que me parecía que le habían pasado a alguien más. No lo digo por
decir, sino que soy completamente sincera. Y si pude sobreponerme
hasta ese punto, tú también puedes.
Pero como no me sobrepuse estando casada, ni tampoco conozco
a nadie que haya logrado recuperar la confianza al 100% y retomarlo
todo como si nada hubiese sucedido, no puedo aconsejarte ni hablarte
de experiencias parecidas.
Aunque sigas casada con él, por favor, lee este libro hasta el final,
porque de ese modo tendrás algunos parámetros más para decidir lo
que será mejor para tu vida. Puedes ir con un terapeuta y preguntarle
qué piensa él al respecto, puedes comprar otros libros, puedes leer so­
bre el asunto en Internet, qué se yo, pero el cómo superar la traición
y al mismo tiempo continuar casada es algo de lo que no te puedo
hablar.
No es la intolerancia lo que quiero enseñar, sino la selectividad. Las
personas de pos sí son intolerantes: no toleran la opción sexual del ve­
cino, la opción religiosa del compañero de trabajo, la ropa del familiar
que vive con ellos ni los hábitos de sus propios hermanos (claro que
hay algunos que son realmente deplorables), y es muy incosecuente que
sean tan intolerantes con las cosas de todos los días y tan tolerantes
cuando el asunto es el respeto por sí mismas.
¿Por qué las mujeres son tan permisivas con las faltas de respeto de
los hombres?
Mi vida cambió por completo el día que empecé a exigir que me
respeten. POR COMPLETO. Hasta conseguí mejores asientos en el
teatro. ¡Sí se puede! Y SÍ, tiene mucho que ver, porque el día que em­
pecé a elegir bien todo lo que entraba en mi vida, empezando por las
cosas más simples, y que empecé a decirme a mí misma que merecía los
mejores lugares y los hombres más maravillosos, las cosas empezaron

95
a darse de manera distinta a mi alrededor, de forma dinámica. No es
que estuviera dispuesta a pagar más por la butaca, sino que fui capaz de
identificar las que tenían una mejor vista del escenario de entre todas
las que había disponibles.
La verdad, no te puedo decir que nunca haya oído hablar de un
caso en el que un hombre haya engañado a su esposa, se haya arrepen­
tido profundamente y nunca lo haya vuelto a hacer. Tampoco puedo
decirte que nunca sobre la faz de la tierra haya habido una mujer que
supiera seguir adelante como si nada hubiera sucedido. Y también creo
que, entre los millones de hombres que hay en el mundo, puede haber
alguno que haya engañado una sola vez, haya sido perdonado y nunca
haya vuelto a cometer el mismo error. Pero, sinceramente, esos casos
son tan, tan raros, que me veo obligada a pedirte que no te aferres a la
remota posibilidad de que el tuyo sea uno de ellos. Pienso que un buen
marido que un día se dejó llevar por la debilidad de la carne y se acostó
con otra mujer, solo una vez durante toda la relación, sin sentimiento
alguno (una cuestión solamente de sexo), no puede recibir un castigo
tan grande; después de todo, son años de unión contra una sola metida
de pata. Sería demasiado radical de mi parte decir que un hombre así es
un verdadero canalla. ¿Pero sabes cuál es la cuestión? La inmensa ma­
yoría de las veces la historia no es la de un buen esposo que comete el
error una única vez. La mayoría de las veces son engaños consecutivos
de hombres mediocres y pequeños que irrespetan a las mujeres egoís­
tamente, robándoles cosas tan valiosas como su tiempo, sus energías,
su amor y sus oportunidades de estar con otros hombres que las harían
mucho más felices.
Ahora detente a pensar en tu relación, con sinceridad e imparcia­
lidad: ¿qué tipo de hombre es él? ¿El te apoya y te incentiva a crecer?
¿Se muestra imparcial en relación a tu vida, o te subestima? ¿Te ayuda
o te confunde en la vida? ¿Ultimamente has tenido beneficios o per­
juicios emocionales? ¿Sientes que eres una mejor mujer, o tienes la
impresión de que te habrían pasado mejores cosas si no estuvieras con
él? ¿Cuánto has llorado y cuánto has sonreído desde que lo conoces?
¿Qué sentimiento experimentas más desde que están juntos: paz o
inseguridad?

96
Al responder a estas preguntas, sabrás cuál de las dos historias es
la que estás viviendo. Y entenderás por qué soy tan radical. Lamenta­
blemente, la mejor de las opciones es la excepción, y la peor es regla.
Las mujeres, en medio de nuestra tristeza y nuestras esperanzas rotas,
tendemos a aferramos de la posibilidad de ser parte de la excepción.
Pero esa cuerda difícilmente será la que nos salve.

97
CUANDO LO HACE EN TU CARA
(A la luz de! día o bajo tus narices)

Eso sólo tiene una explicación: la relación se terminó. Solo que tal vez
todavía no han hablado sobre eso.
Es triste, pero cierto. Muchos hombres evitan terminar directamen­
te con las mujeres, solo porque temen lidiar con la situación. A fin de
cuentas, son inseguros (yo siempre digo que los hombres tienen miedo
de las mujeres), y evitan por todos los medios el ver a la mujer llorando
delante de ellos o por los rincones, eso cuando no salen por ahí fanfa­
rroneando la historia con otras mujeres.
Los hombres no tienen el coraje para enfrentarse a la verdad. Noso­
tras sí. Después de todo, ¿cuál r — — — — — — — — — — — — — — — i
es el sexo fuerte?
Por más sinvergüenza que Descubrimiento impresionante:
sea un hombre, nunca va a
-La mayoría de las mujeres engaña­
asumirlo ni a querer que mu­
das que fueron entrevistadas ya se
jer alguna lo sepa. De modo
imaginaban que serían engañadas
que lo mejor (en la cabeza de por sus parejas
los idiotas, por supuesto) es ir -La mayoría de ellas ya sabía cómo
con la corriente, o lo que es iba a estallar delante del tipo cuando
peor, a la deriva, dejando que lo descubriera.
la relación se deteriore hasta -Todas calificaron esta previsión
que ella asuma la responsabi­ como “intuición femenina”.
lidad de terminarlo todo con
él. Como Pondo Pilatos al lavarse las manos, todo es más fácil para él.
No se hablará mal de él, no escuchará quejas ni lágrimas y será perfec­
tamente capaz de asumir el papel de víctima y ganarse las condolencias,
pues habrá sido ella quien lo dejó sin molestarse en pensar el modo de
salvar la relación o el matrimonio.
Si un hombre te engaña en tu cara pelada, créeme que lo que quiere
es dañar su relación. Esa es la verdad.

SOS. Vanessa: ¡Sin palabras!

Vanessa: Yo vivo con mi enamorado desde hace algunos meses,


y éi acaba de salir a verse con otra chica. Yo ahora estoy sola en
nuestro departamento, llorando y sin saber qué hacer, así que de­
cidí escribirte. Siempre me entero de la existencia de alguna mu­
chacha, y parece que él no se toma la más mínima molestia en
esconderlas. Algunas llaman al teléfono fijo y hablan con él, y a
veces soy yo quien contesta y le pasa a él la llamada. Uno de estos
días discutí con una de ellas, y ella me dijo que estaba loca. Es peor
cuando él las llama desde aquí, porque compartimos la cuenta del
teléfono. Dime, Vanessa: ¿qué hago?

María Enloquecida

Querida loquita, una sola pregunta: ¿qué haces ahí todavía?


CUANDO ÉL NO SE ARREPIENTE DE LO QUE
HIZO Y TÚ QUIERES VER CORRER SU SANGRE

Si él no se arrepiente de lo que hizo y no tiene la más mínima intención


de pedir disculpas, rogar y mucho menos llorar, entonces está claro que
no era el hombre para ti. Si no se da el trabajo de ir tras de ti ni siquiera
una vez, entonces lo siento mucho, pero lo que pasa es que ni siquiera
le gustabas un poquito.
Pero escúchame: no te pongas triste. Para comenzar, un hombre
para ti no te va a engañar, y si llega a hacerlo y perderte sin querer
echarse una soga al cuello, entonces no tiene idea de lo mucho que
vales y cree que no harás mayor diferencia en su vida. Y si un hombre
es el indicado, tú harás MUCHA diferencia en su vida.
Es posible que estés preguntándote por la existencia de hombres de
personalidad muy fuerte, que no están dispuestos a dar'el brazo a torcer
y que no se arrastrarían a pesar de estar arrepentidísimos. Pues yo te
digo lo siguiente: hasta el hombre más firme, cuando está realmente
enamorado, hace cosas que desafían el pensamiento, y que van más
allá de los límites que él mismo se pone, en relación a cuán lejos puede
llegar por una mujer. Si hablamos de amor, no importa que un hombre
sea de signo Leo (orgullo), que sea nórdico (frialdad), o que ocupe un
puesto de alto rango: si ve que está a punto de perder el amor de su
vida, va a quebrar sus propias reglas de comportamiento. Claro que si
realmente fueras ese gran amor, si él fuera plenamente consciente de lo
que es amar y si además fuera una buena persona, NUNCA te habría
engañado.
Sé de tipos muy firmes que, al ver que su novia se iba de la ciudad, lo
dejaban todo y se iban tras ella. ¿Sabes por qué? Porque la amaban.
Y tú, por una cuestión de principios, solo te mereces estar con un
hombre que te ame. No me vengas con la cantaleta de aceptar a un
tipo cualquier solo para pasar el tiempo. Tienes que estar con alguien
que realmente sea para ti, y no solo para matar el rato mientras esperan
que aparezca la persona indicada, porque de ese modo se van a acabar
matando. (Lo digo en el sentido de estar perdiendo el tiempo con una
persona que no es la indicada; sin embargo, sí los hay quienes se matan
literalmente). De lo contrario estarás dejando la vacante abierta para
que otro la tome.
Ahora debes estar imaginando la escena de tus sueños: El inútil se
arrastra tras de ti o se arrodilla delante de ti, llorando e implorando que
le des una oportunidad, o siquiera que lo mires por un instante. Mien­
tras tanto, tú pasas por encima de él como si no lo vieras, y vas al en­
cuentro de tu nuevo amor, que es* diez veces mejor que él, y él se queda
ahí, destrozado. Pues bien, retira esa película de tu cabeza. Excepto por
la parte en que encuentras un amor diez veces mejor que él. Esa pelícu­
la en la que él se arrastra mientras tú lo ignoras puede llegar a suceder
(y, hablando en serio, a todas nos encantaría verla), pero no quiero que
pases tus días esperando que ese momento llegue. Lo que quiero es que
el día que suceda (porque sucede muchas veces) tú no estés en platea,
sino que estés ocupada representando la escena en que tú y tu amor son
felices y son los únicos personajes que importan en la película.
Es muy importante que no confundas Ego con Amor. Aunque son
dos cosas completamente diferentes, la mayoría de las personas no sabe
diferenciar cuándo se habla de uno y cuándo se habla del otro. Es igual
a cuando la gente confunde matrimonio con pose.
Aquí la pregunta es: ¿lo que está herido es tu ego o tu amor
propio?
¿Sabes cómo lo puedes descubrir? Si lo que quieres es dar con el
modo de vengarte para dejar de sufrir, entonces lo que tienes es el ego
herido. El ego tiene que ver con el sentimiento de estar por encima

102
o por .debajo de los demás. El ego habla de ti en relación al resto del
mundo. Según tú, una venganza podría volver a levantar tu ego dismi­
nuido, pero en realidad eso no hará que te sientas mejor. Tal vez lo haga
solo por un tiempo, solo mientras dure esa carcajada vengativa.
Ahora, si lo que quieres es encontrar el modo de sobreponerte y
volver a sentirte bien con la vida, lo que te han herido es el amor pro­
pio. Este no tiene que ver con el sentirse menos o más que los demás,
sino con tus sentimientos en relación a ti misma. Quien tenga el amor
propio herido y cobre conciencia de ello, buscará hacer cosas para me­
jorarlo. Debes saber que si tu amor propio está herido, no necesitas
vengarte de él para volver a sonreír. Que él, se encuentre mal no hará
que consigas un nuevo amor, tengas más alegría de vivir, te sientas más
bonita o seas mejor persona.
No me gustaría escuchar que te pusiste en forma, te cortaste el ca­
bello, te inscribiste en un curso interesante y renovaste todo tu guarda­
rropa solo para que él te vea, piense que estás maravillosa y se pregunte
cómo te dejó ir. Es posible que llegue a pensarlo, pero no lo demostra­
rá, y tú te quedarás esperando un premio que puede ser que no venga.
Así que transforma tu vida solo por aquella que siempre reconocerá
su valor y sonreirá sorprendida por haber superado todas las expecta­
tivas: TÚ MISMA.

r — — — — — — — — — — — ------------------------ ■------------------ i
I I
I Hechizo para superar ei engaño: I
I I
I l
I Vas a necesitar: I
l Ropa interior del traidor I
Una foto suya
I Una rosa blanca
I Una vela amarilla I
Una vela rosada
Una vela blanca
I Dos colas de gato I
Un espejo

103
Dos copas para champán
Una botella de champán (de buena calidad)

Instrucciones:

Debes realizar el hechizo en una noche de luna llena. Primero reza un


Padrenuestro y un Avemaria. Luego, enciende la vela amarilla, la vela
rosada y la vela blanca, en ese orden. Pon la vela amarilla al pie de
quien sea en quien creas y rézale para tener mucho dinero que gastar
haciendo compras, con la vela rosada reza para encontrar un nuevo
amor y con la vela blanca reza para que haya paz en el mundo. Ya
que las divinidades han escuchado tus deseos, pasemos a lo que
nos interesa: llena las dos copas de champán hasta el borde y llama
a tu mejor amiga. Brinda por tu decisión de sobreponerte a esta fase
y quedar muy bien. Beban todo lo que quieran, rían a carcajadas y
recuerden cómo su amistad ha sido buena e importante para ambas.
Luego, mira en el espejo lo linda que eres (quizás debas hacer esto
antes de beberte todo el champán, porque borracha puede que no te
veas tan linda). Después toma su foto y échala al retrete, mientras tu
amiga tira sus calzoncillos inmundos a la basura. Finalmente, regálale
la rosa a tu amiga, porque se lo merece. ¿Y las colas de gato? Me­
jor dejamos a los gatos tranquilos, que nada tienen que ver en esta
historia.

SOS. Vanessa: No te engañes

Descubrí que mi novio me engañaba con una compañera de trabajo


desde hacía dos meses. Abrí su correo electrónico y encontré los |
mensajes que intercambiaban los dos. Le reclamé que me dijera la
verdad y él lo negó todo. Por fin lo insulté y le dije que todo había |
terminado entre los dos, y nunca más lo vi, ni me buscó, ni me llamó, |
Creí sinceramente que correría detrás de mí arrepentido y que me pe- 1
diría que vuelva con él. Los primeros días inclusive llegué a imaginarlo
queriendo matarse por haberme perdido. Y confieso que luego fui |
yo la que se quiso matar al ver que no se arrepentía ni corría tras de

104
■ mí. Estoy muy triste, porque todavía me gusta mucho. ¿Será posible
que él quiera regresar, pero que tenga vergüenza de buscarme por (
lo que hizo? I

María Sin Consuelo

La verdad, querida, deberías estar muy feliz de que un imbécil como i


ese no vuelva a buscarte. ¿Quieres saber lo que pienso? Que te hace
un gran favor al no dejarse ver. ¿Si creo que tiene vergüenza de bus- ¡
carte por haberte engañado? Escúchame: si no tuvo vergüenza al I
momento de hacerlo, menos la va a tener después. ¿Quieres saber 1
la verdad? A él no le preocupa en lo más mínimo lo que puedas es­
tar sintiendo. Su única preocupación es la de no salir manchado, es |
decir, mantener su reputación ante las otras personas, y no tus sentí- 1
mientos. La más mínima muestra de preocupación de quien se inte­
resa en una persona querida es pedir disculpas al cometer un error. |
Me imagino que eso no sucedió, ¿verdad? I
¿Quieres ver que se arrepienta un día? ¿Que se rasgue las vesti­
duras? Entonces dedícate a cuidar tu vida, ponte cada vez más linda ¡
y consigue un novio que esté a tu nivel. Entonces te verá pasar (y es- I
pero que ya no estés interesada en el arrepentimiento de tu ex), verá 1
lo maravillosa que es ¡a mujer que perdió y se dará cuenta de que ya
no tiene la menor oportunidad contigo. ¡Porque los hombres idiotas |
solo valoran lo que tienen cuando lo han perdido! Y los hombres infie- *
les son hombres idiotas.
Él no vale ni la cuerda que estabas pensando amarrarte al cuello |
para colgarte. I

Conclusión: No se conoce en ningún lugar de la tierra a hombre alguno


que se haya vuelto fiel, haya empezado a respetar a una mujer y se haya
arrepentido de haberla dejado porque ella haya intentado suicidarse, le
haya rogado, haya llorado mucho o haya amenazado con matarlo. ¡Es­
tas tácticas son inútiles! No pierdas tu tiempo con ellas.

105
Confesión de una loca

Él me había engañado. Yo estaba en el edificio en el que vivía, espe- _


rando que salga para ir a la facultad. Debían ser las siete y media de ¡
la mañana. Quería saber por qué me había engañado y, lo que era I
peor, por qué me había abandonado, si yo siempre había sido una
buena enamorada para él. Encima, él me decía que ni siquiera estaba |
arrepentido. Yo sé que mi situación era decadente. Había adelgazado I
mucho, no había comido en días, estaba muy mal vestida y mi cabello
no había visto champú en mucho tiempo. La verdad, no había tenido |
fuerzas para arreglarme en los últimos dos meses. I
Lo esperé en la recepción del edificio; el portero ya me conocía 1
y me dejó entrar. Él ya no contestaba mis llamadas y no respondía a .
ninguno de los e-mails diarios que le escribía. Necesitaba hablar con |
él, él me tenía que escuchar, arreglar el error que había cometido o i
que tal vez yo había cometido en primer lugar. Qué se yo. Quería ser
escuchada y hacer que él sintiera también el dolor que yo sentía, por- ¡
que yo no tenía la culpa, no lo merecía y no aceptaba que las cosas I
hubieran terminado así. En el fondo, quería que supiera que lo había
perdonado, que todo estaba bien y que estaba dispuesta a comenzar |
de nuevo, como si nada hubiera sucedido. Se abrieron las puertas del I
ascensor y él salió, arreglado, perfumado y lindo, y tan pronto como ■
me vio empezó a gritar: “¡¿Pero qué haces aquí de nuevo?! ¡¿No te he
dicho que ya no te quiero ver?!". Me tomó con fuerza por el brazo y |
me jaló hacia el espejo del ascensor: "Mira tu cara, tu ropa; estás aca­
bada, horrorosa. ¿Hasta cuando vas a seguir así? ¿Hasta matarte?". .
Me puse a llorar. Él me sacó del edificio del brazo y le dijo al porte- ¡
ro que ya no me permitiera entrar. Luego, me soltó y empezó a cami- I
nar en dirección a la facultad. Yo empecé a seguirlo y a gritar su nom- ¡
bre, y él me decía que estaba loca y que tenía que salir de su vida. |
Pasábamos por o! viaducto de la Avenida 9 de Julio, en Sao Paulo. Yo I
solo quería que me escuchara, pero creo que él ya no aguantaba más
mis quejas. Entonces le dije que si no me hacía caso me arrojaría. B
“Hazlo", me dijo. Estaba tan desesperada y mis ganas de morir eran |
tan grandes que me subí a la baranda y me quedé ahí, manteniendo 1
el equilibrio. No recuerdo bien qué pasó después. Tengo imágenes ,
■ mentales de un carro de bomberos, de muchas personas que mira- B
ban, de! tráfico deteniéndose y de una voz pidiéndome que le diera la
I mano, que no hiciera eso. Desperté en un hospital psiquiátrico, y una I
enfermera me preguntó si quería quedarme.
Le respondí que sí.
Él nunca fue a visitarme.

107
LA MEJOR MANERA DE VENGARTE

En la mayoría de los casos, luego de la tristeza y el sentimiento de


rechazo, viene la sed de venganza. En otros casos, esta llega en el mis­
mo momento del descubrimiento de la infidelidad. No todas queremos
necesariamente derramar la sangre de quien nos apuñaló (aunque unas
pocas sí lo hacen), pero sí cuando menos tener una buena revancha con
el traidor, hacer que se “desangre” de arrepentimiento (las más de las
veces) y hasta que se lleve una buena lección (las menos de las veces): el
no hacer a los demás lo que no quiere que le hagan. Estos sentimientos
son inherentes a todo ser humano.
Vengarse para causar el arrepentimiento del otro tras una infide­
lidad tiene una única y verdadera motivación: NUESTRO EGO. Lo
escribo en mayúsculas porque en ese momento tiende a hacerse muy
grande. Si uno quiere vengarse tras una infidelidad es porque su ego fue
herido, pisoteado y quedó adolorido. Sí, el ego duele. Tanto como un
corazón apuñalada El siguiente es el relato de una de las lectoras que
respondieron a un cuestionario que subí a mi blog:

No me pude contener. Fue másfuerte queyo. No pude aceptar sin más el que me
fuera infieL No podía quedarme en casa sin hacer nada. Comoy o lo veo, eso es
cosa de moscas muertas, cosa quey o no soy. ¿No era suficiente con ser engañada
y cambiada p or otra? ¿También hacia falta que me lo tragara todo callada? De
ninguna manera. De modo que tomé una decisión: hacer de su vida un infirmo,
hasta que viniera de rodillas a pedirme clemencia. Lo primero que hice fu e es­
cribirle a su madre, contándole que él fumaba marihuana todos los dias, y que
inclusive llegaba a fumarse un porro los fines de semana luego de almorzar con
ella en su casa, mientras ella descansaba. También le dejé saber que un nieto
suyo habla sido asesinado antes de nacer, pues él había hecho que una antigua
enamorada suya tuviera un aborto. Sus padres son evangélicos; imagínate el es­
cándalo que debe haberse armado. No quedé satisfecha, evidentemente, y decidí
también perjudicarlo en el trabajo. Envié un carr& de mensajes de amor en su
nombre, declarándole su amor a su jefe, Todo el mundo en el banco paró en seco.
Yo, queriendo ver el espectáculo en primera fila, me estaba haciendo pasar por
una persona más que hacía la cola para hacer un pago; inclusive llegué a ponerme
un par de lentes oscuros, una peluca y una boina. El personal entero se puso a
aplaudiry algunos dijeron que admiraban su coraje. No sé en qué acabó todo
aquello, pero sí me enteré de que luego del episodio él no volvió a mostrar la cara
en el trabajo. Después de eso busqué a su nueva novia, la misma con la que me
había engañado, tina rubia falsa con las puntas del cabello partidas. Empecé
a seguirla a todas partes: a la panadería, al centro comercial, al supermercado.
Cada ve* que me la cruzaba le sonreía sarcásticamente y le mostraba la punta
del puñal que llevaba escondido en el bolso. Verla entrar en pánico me resultaba
muy cómico. U egué a averiguar dónde se hacía las uñas, y un día me la encontré
ahí. Le comenté a la manicurista que tomaba medicina para los nervios y que
visitaba a un siquiatra regularmente. Y luego de eso nunca la volví a ver en la
ciudad. ¿Será que al final se mudó?

¿A qué conclusión llegaste luego de leer esta historia? ¿Pudiste ver


más a fondo el reflejo de la actitud vengativa de esta lectora? Es ver­
dad que la historia es más bien graciosa; no puedo negar que tiene
su lado cómico. Inclusive me reí al leerla, y supe desde el primer
momento que la incluiría en este libro. Las que tengan ganas de ver
correr la sangre del traidor deben haberla disfrutado mucho. Proba­
blemente pensaron que esas serían cosas divertidas de hacer y que
también serían buenas maneras de vengarse para ellas.
Apuesto a que has imaginado la escena: tu ex allí, muriendo de
miedo de lo que puedas hacerle a ella. Seguro te has imaginado
feliz, victoriosa y sonriente en ese momento, al igual que ella en su
momento.

110
Tengo que aclararte una cosa, mujer: ella solo se sintió así hasta el
momento en que llegó a casa.
El hecho es que muchas historias del cine, los libros y lo que nos
cuentan los demás nos parecen maravillosas. Pero pueden ser verdade­
ramente desastrosas cuando las vive una misma en la vida real. Algunas
cosas es mejor que no salgan de la pantalla. ¿Quieres un ejemplo? Tita­
nio. ¿Quién no quiso ser Rose, el personaje de Kate Winslet, en Titanio?
Yo misma quería ser ella mientras veía la película. Ahora, en la realidad,
si pudieras escoger qué vida llevar, ¿sería la de ella, subida a un barco
que se hunde, con miles muriendo a tu alrededor, viendo al amor de tu
vida congelarse en el mar helado y quedando expuesta a que te coman
los tiburones? Jamás!
¿Te das cuenta? La historia de Titanio es linda cuando nos la cuen­
tan, pero terrible si la viviéramos en carne propia. Del mismo modo,
los disparos en la televisión nos resultan muy emocionantes, pero en
la vida real dudo que nadie disfrute mucho el estar en medio de una
balacera.
Y a ese punto quiero llegar. La querida lectora que me envió su his­
toria, y a quien agradezco de todo corazón por compartirla, rio mucho
en el momento de ejecutar su venganza. Estoy segura de que la enorme
sonrisa que se le dibujó en el rostro entonces fue su primera sonrisa es­
pontánea desde que descubrió que había sido engañada. Pero también
estoy segura de que solo le duró hasta que llegó a casa. Y que después
las cosas ya no fueron así de divertidas. Estoy segura de que se puso a
llorar una vez que todo hubo terminado, y que llegó a la conclusión de
que sí, había una cosa mucho mejor que podía haber hecho.
Créeme: la siguiente es una regla de la vida tan importante que has­
ta ahora no he visto suceder excepción alguna. Siempre que hacemos
cosas solamente para demostrarle algo a alguien, en el primer momen­
to tenemos la satisfacción de haberlo conseguido, pero a largo plazo
quien acaba por sentirse mal y arrepentirse es una misma.
Esta es una regla seria. Yo la tomo en mi vida como uno de mis
principios y la aplico en todo. Realmente sirve para todo. Tanto para la
situación de querer desquitarnos paseándonos en frente de quien nos
engañó al costado de un pendenciero más pendenciero que él, solo

111
para demostrarle que somos más atractivas que él, como para aquella
en la nos apuntamos a una carrera universitaria de exigencia particu­
larmente alta en el examen de ingreso solo para demostrar que somos
más capaces.
jY bien, preciosa! Qué bien se siente haber conseguido tu objetivo,
¿verdad? ¿No es genial esta sensación de superioridad? Pero yo te pre­
gunto: ¿y después? ¿Cómo quedas después, cuando llegas a casa y te
tiras a llorar en la almohada, porque en el fondo no quieres otra cosa
que estar con el hombre que amas, y no colgada del cuello de un galan-
cito que al final no es más que un galancito cualquiera? Especialmente
con lo horrible que es acostarse con alguien cuando todavía se piensa
en otra persona, aun así sea por rabia. Lo mismo que llevar cinco años
de una carrera que nada tiene que ver con una solo porque los demás
nos creerán más inteligentes.
¿Sabes cuál es la peor de las venganzas amorosas? El tiempo que
dedicas a imaginar lo que harás, cómo lo harás y ejecutando tu ven­
ganza es un tiempo durante el Cual te mantendrás atada al pasado y
a circunstancias decadentes en las cuales ya ambas decidimos que no
estarías más.
El tiempo que pierdes prologando esa situación viene además con
un gasto de energía innecesario, que podrías estar invirtiendo en algo
mucho mejor para ti. Además del hecho de que sigues dedicándote a
una vida que no es tuya, sino de alguien que no te demostró respeto; es
decir, sigues enfocada en la vida de él. Es más: corres el riesgo de que­
dar obsesionada por la venganza, paranoica, sin siquiera darte cuenta
que lo estás. ¿Recuerdas esa película en la que Meg Ryan se pasa casi
toda la historia como una neurótica, planeando maneras de vengarse
del novio que la engañó? Imagina que pasas la mitad de tu vida hacien­
do tonterías para vengarte del imbécil. ¿Y sabes en qué momento Meg
sale ganando? Cundo se cansa de intentar vengarse, decide dar vuelta a
la página y se da cuenta de que un gran amor la esperaba muy de cerca,
sin que ella lo notara antes por lo obsesionada que estaba con su ven­
ganza. Había estado tan dolida, de hecho, que hasta había conseguido
que otras personas participaran de sus estrategias.

112
Sí, estoy de acuerdo contigo. Tal vez el imbécil que traicionó a Meg
se merecía lo que le cayó encima, y estoy totalmente segura de que
tu imbécil también se lo merece. Después de todo, el idiota dene que
pagar lo que hizo. ¿Qué justicia es esa en la que uno nos hace daño y
encima de todo sale por ahí feliz y con otro amor, o en busca de otro
y de propina con fama de conquistador? Coincido contigo en pensar
que eso es algo muy injusto. [Además de desesperante! ¿Él se equivoca
y la que sale perdiendo eres tú? También estoy de acuerdo en que debe
de haber una justicia divina, una divina providencia, un karma, o como
sea que llames a la creencia de que toda causa tiene un efecto. No hace
falta que quedes toda nerviosa, creyendo que nada malo le va a suceder,
si eso es lo que te preocupa. Lo que te quiero decir es que cuando la
retribución caiga sobre él, tú ya no debes estar ahí esperando verlo. Eso
tienes que aceptarlo.
No quiero que pierdas el tiempo queriendo ser la justiciera de las
relaciones, porque ya perdiste suficiente tiempo con él. Ni quiero (me­
jor dicho, no queremos las dos) que pierdas más tiempo elucubrando
estrategias para hacerle daño ni pensando calamidades en tu afán de ha­
cer justicia. No quiero eso porque tienes que ocupar tu mente en cosas
más constructivas. Para que te hagas una idea, hasta decidir qué correa
nueva comprarle a tu perrito me parece más productivo e importante
que pensar en él.
Quiero que tu venganza sea no pensar en él en ningún momento.
Eso por obvias razones: vengarse es de gente mediocre, y tú eres increí­
ble. Esas son cosas innecesarias, una pérdida de tiempo. Hazte a la idea
de que la venganza ya cayó sobre él, sin que tú tengas que mover un
dedo, gastar un milésimo de tu energía ni un segundo de tu tiempo. Y
es que te ha perdido a ti, la mejor mujer del mundo. ¿Ah, te engañó? ¡Ya
sabes de quién es el problema! El animal se ha dado un buen disparo
en su propio pie.
Aquí entre nos, ya ha caído sobre él el peor castigo del universo:
va a seguir siendo un imbécil a donde quiera que vaya, hasta el último
rincón del universo; y tendrá su propia compañía, la de un completo
imbécil, todo el tiempo. Eso no va a cambiar. Punto final. Los hombres
que engañan son infelices, aunque tengan la ilusión de estar viviendo

113
el mejor momento de sus vidas. Toda ilusión se acaba. Los hombres
que engañan no viven relaciones verdaderas, y por eso no viven rela­
ciones verdaderamente felices, ¿entiendes? Los hombres que engañan
se sabotean a sí mismos, y encima se las dan de inteligentes. En el
fondo es para tenerles pena. Pero ni siquiera quiero que sientas eso por
ellos; estando toda sensible como ahora, eres capaz de tener ganas de
llamarlo y consolarlo sin que él tenga idea de por qué. ¡Los hombres
que engañan son despreciables! Que te vengues de él no lo hará quedar
como un idiota, porque idiota ya es.
La mejor venganza es seguir adelante con tu vida, muy bien, sin él,
sin mirar atrás y con la cabeza en alto. Ser engañada no depende de una
misma, ¿recuerdas? Ahora, conservar la dignidad, independientemente
de la situación en la que nos encontremos, es algo que sí depende ente­
ramente de nosotras. Y tú vas a salir de esta, te sobrepondrás al engaño,
y con mucho estilo. En tacones altos y usando Chanel N° 5. ¡Porque tú
eres LA mujer!
¿Quedamos en eso, entonces? Sabía que aceptarías.
¿Sabes qué le va a doler de verdad? No tu actitud de venganza,
que demostrará que le tienes rabia y que lo hará pensar que todavía lo
amas. Ni que te enredes con su mejor amigo, cosa que lo hará pensar
que todavía lo amas y que lo haces a propósito. Mucho menos que te
pongas a hablar mal de él a todo el vecindario, porque eso querrá decir
que todavía lo amas y que estás despechada.
Lo que más duele, amiga mía, es la indiferencia. Lo contrario del
amor no es el odio sino la indiferencia. Muchas veces somos capaces
de odiar y amar al mismo tiempo, por no saber lidiar con la situación,
el sentimiento y el dolor de haber sido rechazadas y engañadas; en
fin, de que no nos trataran como creemos que debemos ser tratadas.
Quien desprecia demasiado, habla mal demasiado, vigila demasiado y
critica demasiado está diciendo que determinada persona o circuns­
tancia todavía tiene mucha importancia en su vida. Así sea una im­
portancia que tú y yo no querríamos manifestar. El hecho es que la
importancia está ahí.
Cuando algo te es indiferente y actúas de forma consecuente, no
te preocupas por ello, no te detienes a prestarle atención y hasta lo

114
olvidas, eso significa que esa persona o circunstancia no tiene ninguna
importancia, significado ni relevancia para ti.
¿Qué mensaje te gustaría darles a él, al mundo y, lo que es más
importante, a ti misma? ¿Que lo amas rabiosamente y que estás despe­
chada, o que has superado esa pequeñez que no corresponde a tu vida
ni a tu modo de ser, y que has seguido en dirección hacia horizontes
más promisorios?

I I
I Confesión de una sanguinaria I
I I
. Cuando supe que había estado siendo engañada, decidí que no se lo :
I iba a dejar barato. Ninguna cualquiera me iba a hacer quedar como ¡
> una idiota. Quedé de encontrarme con ella para conversar y le dije que I
! quería ofrecerle un empleo dentro de mi negocio. No éramos amigas
I pero ya nos conocíamos, y en realidad no había habido ningún roce
I entre nosotras. Yo conocía su fama de salir por ahí con hombres ca- l
sados solo por diversión. De modo que sabía que no quería nada 1
serio con mi marido, sino que soloestabadisfrutando el momento.
I Igual hice que lo pagara bien caro. I
En lo que llegó al lugar acordado, hice que los dos matones que 1
. había contratado la cogieran y la metieran al carro por la fuerza. Le
I taparon la boca con cinta y le amarraron las manos con una soga. Yo |
I conduje y cada uno de los dos se sentó a un costado de ella. Le dije I
: que ahora iba a pagar caro por lo que había hecho y que iba a quemar
I su cuerpo con ácido.
I Llegamos a un barranco y la sacamos del carro. Ella lloraba sin I
1 parar. Saqué unas tijeras gigantes de mi bolso y le hice un corte de
I pelo súper moderno mientras mis matones la mantenían quieta: dejé
I un lado bien largo y le hice una franja irregular que comenzaba en |
1 la mitad de su cabeza. Entonces pedí que le arrancaran la cinta de 1
la boca y le dije que si gritaba íbamos a ser peores. Le mostré una !
I botella llena de agua y le dije que era ácido y que su única manera ¡
I de salir ilesa era hacer exactamente lo que yo dijera, si no, le daría I
un baño que jamás olvidaría. Ella accedió; tendría que haber estado
■ loca para no acceder. Cogí mi celular, lollamé a élcon el número ■

115
1 restringido y le pedí a ella que le dijera lo siguiente: “Eres uno de los J
peores hombres con los que me he acostado, tu pene minúsculo no
I me hace ni cosquillas. Nunca más me llames, o si no contaré a todo |
el mundo el fracaso que eres en la cama”.
Quedé impresionada con lo directa y decidida que fue. Pedí que
I le volvieran a tapar la boca. Hice que rasgaran toda su ropa y enton- |
ces vertí sobre ella toda el agua de la botella; ella se echó al suelo I
l rodando y sacudiéndose de forma desesperada, convencida de que
I era ácido. La dejamos ahí, rapada, sin cinta sobre la boca y con las .
• manos desatadas. Alejándonos del barranco, vimos una placa que |
I decía “Cuidado, perro feroz”. Una vez, mi esposo y yo la encon- 1
I tramos en un restaurante. Ella no se atrevió a levantar la mirada y
1 se fue luego de menos de tres minutos. Seguí casada con él dos ¡
años más, pero decidí separarme antes de cometer algún crimen. I
I No pasó mucho tiempo antes de descubrir otra de sus aventuras.
• Y luego otra, otra y otra... Ya me estaba causando muchos dolores -
• de cabeza enseñar a tanta mujer lo que pasa cuando se mira al |
I marido ajeno. ¡

Entonces, querida, retrae esas garras. No hacer nada en su contra


luego de ser engañada no quiere decir que seas una mansa paloma
que lo acepta todo. Quiere decir que eres una mujer inteligente y con
clase.
Como dirían nuestras abuelitas: “La venganza es un plato que se
come frío”. Y como te dice Vanessa: “Debes evitar comértelo cuando
te lo sirvan, porque estarás ocupado saboreando las nuevas delicias que
aparecerán en tu vida”.
Así que ya sabes, ¿no, preciosa? La mejor venganza es seguir adelan­
te sin él, cuidando de tu vida con mucha dignidad, porque te quieres a ti
misma, dejándolo con la boca abierta y friéndose las neuronas, tratando
de entender la frialdad con la que te fuiste, al igual que Lady Di se fue
cuando la cambiaron por Camila (ella, que esta tan lejos de ser una be­
lleza), como una verdadera princesa. Y haciendo que se pregunte quién

116
es esa mujer tan decidida y segura de sí misma a quien tuvo la infeliz
idea de engañar. Que te dediques a vengarte no lo hará pensar: “Qué
mujer tan grande perdí”.
Si te coge la locura, haces escenas, tratas de vengarte, y sales por ahí
desquiciada reclamando su sangre, rompiendo sus discos, quemando
su ropa y llegando a la puerta de su trabajo con un megáfono para
comunicar a todos que su pene es más pequeño que su dedo meñique,
apenas les estarás dando a él y a quienes presenciaran esa escena tan
cómica de ver (pero tan triste de vivir) la seguridad de que eres una
loca de atar y que él es afortunado de no seguir contigo. Hasta él estará
aliviado de haberte engañado y de haber acabado con la relación antes
de despertar una noche y encontrarte amenazándolo con un cuchillo.
Y eso no es lo que queremos, ¿verdad, princesa?

La matemática de la vida

Resultado de la suma e interacción de todas estas palabras:


Cuanto más tiempo pases haciéndote la víctima, llorando por los
rincones, cocinándote en tu rabia y pensando en la venganza, menos
tiempo te quedará para gozar de las cosas buenas de la vida y expe­
rimentar relaciones maravillosas.

Autocompasión + llanto + rabia + sed de venganza = pérdida de tiempo x 2

Algo absurdo:
Ponerte a pegarle a la otra, cuando quien te engañó fue él, nunca
hizo que ningún infiel se redimiera.

Algo novedoso:
Hasta parece que la culpa fuera de la otra.

117
Algo impresionante:
Hay hombres que adoran que les peguen cuando sus infidelida­
des son descubiertas. Les gusta tanto que propician ser descu­
biertos solo para que les den unas cuantas. Créeme: un hombre
así se siente más hombre, más deseado y más amado.

El sueño de todo imbécil:


Ser cacheteado y acusado de mujeriego por su enamorada en
público.

SOS. Vanessa: No pude más

Vanessa: Tengo 23 años de casada, y la semana pasada descubrí


que mi marido tenía una relación con su secretaria y que tienen un hijo
de 4 años. Nosotros tenemos dos niños preciosos, de 8 y 16 años.
Muchas veces él viajaba los fines de semana con ella y privaba a sus
hijos de su atención y compañía. Además de eso, me enteré de que
él le había dado a ella un carro mucho mejor que el que me había
dado a mí. Estoy asqueada, porque este año él decidió que nuestros
hijos empezaran a ir a la escuela pública, y a pie, para ayudar con los
gastos de la casa. Esa fue la gota que derramó el vaso. Decidí sepa­
rarme. ¿Sabes qué me dijo? Que nosotros tendríamos que irnos; que
él se quedaría en la casa con ella. Anoche, al ver que no quería irme
con mis hijos, me agredió. No pude más y hoy hice una cosa horrible:
le he prendido fuego a su carro.

María Gota

¡Tienes todo mi apoyo!

Posdata: Realmente hay cosas absurdas que traspasan todos los


límites. Yo no estoy a favor de actitudes agresivas y violentas. Y creo
que siempre hay una forma de abandonar una relación rota por una
infidelidad de manera digna. Pero en este caso, estoy segura de que
todas apoyamos la actitud de María Gota, ¿verdad, chicas?

118
Confesión de un traidor arrepentido

g Yo era joven cuando llegué a mi pico de infidelidades. Sí? yo sé que


i haber sido joven no justifica nada. Pero en serio, yo era todavía muy
inmaduro, tenía 32 años y no sabía b que quena de la vida. Tenía
I una novia fantástica, bonita, divertida y muy buena. Digamos que no
I era Miss Universo ni tampoco una genio, pero tenía cosas que eran
encantadoras y que hacían que un tipo como yo se sintiera muy bien.
Pero como dije, yo todavía era inmaduro y estaba buscando divertir-
I me más que cualquier otra cosa. Y eso significaba experimentar con
* lo que tuviera delante: otras mujeres, amigas suyas, lo que hubiera
en las fiestas que frecuentaba. Era capaz de despistar a mi novia fá-
I cilmente y hacer que se quedara en casa diciéndote que estaba muy
I cansado. El hecho es que Susana tenía muchas amigas que también
¡ eran bonitas y divertidas, y era difícil resistirse: algunas hasta se me
I acercaban descaradamente, supongo que porque yo tenía fama de
I mujeriego y, a decir verdad, a muchas mujeres les gustan bs hombres
así. Y me salía con la mía: siempre que Susana empezaba a descon­
fiar yo me iba por las ramas, y la relación llegó a su tercer año sin que
I ella llegara a saber de ninguna de mis escapadas. Hasta el día que
■ me encontró besando a una amiga suya. Entonces no hubo despiste
. que pudiera salvarme.
I Fue muy doloroso, y creo que para ella todavía más. Porque ya
I nunca quiso volver a hablarme. Su mejor amiga me db una cacheta-
J da el día que fui a darte explicaciones y a pedirle ayuda para recuperar
I a Susana. Le mandó flores y ella las devolvió a la florería. Yo estu-
I ve triste, pero no tuve mayores problemas para recuperarme: había
muchas chicas y fiestas a las que ir, y así fue pasando la vida. Poco
I después Susana se mudó de barrb. Sí sentí que me hizo falta en al-
I gunas situaciones, como en mi cumpleaños. Mientras poca gente se
• acordaba de mí en esa fecha, ella nunca b olvidaba y siempre hacia
que sucedieran cosas geniales y sorprendentes. Recuerdo que en
I esa época ya sentía remordimiento por b que hice, pero no era tan
I grande comparado con el que siento el día de hoy. Sucedió que un
J día conocí a otra persona a la que me pareció que podía querer como
■ a Susana, pero que resultó que me era infiel. Descubrí que estaba lia-
j da con uno ae mis compañeros de trabajo desde hacía cuatro meses. 1
uuando supe la verdad sentí todo el dolor que debió sentir Susana |
I en cada parte de mi cuerpo; pensé mucho en ella en ese momento. |
■ Cada día me convencía más de que no debí haber actuado de esa 1
forma con ella, y que difícilmente encontraría a otra mujer así.
Comencé a tener nostalgia de los momentos maravillosos que ¡
I pasé con ella, pero el golpe fatal de mi arrepentimiento se dio a prin- I
cipios del año pasado, cinco años después de la separación. Iba por J
la calle, soltero nuevamente y con el corazón amargado, cuando vi
I a Susana del otro lado de la calle, de la mano de un hombre. Esta- |
■ ba increíble, linda, bien vestida, hablaba gesticulando de ese modo
suyo tan encantador, y sobre todo reía igual que cuando estábamos
I juntos, muy espontánea. La encontré mucho mejor que cuando nos ¡
I separamos, y me causó mucho dolor ver que una oportunidad tan I
I grande había aparecido en mi vida sin que yo la aprovechase y darme
cuenta de que yo debía estar a años luz de aparecer por un segundo
I en sus pensamientos. La mujer de mi vida estaba como se merecía |
I estar: feliz y sin mí. j

120
LO QUE EL VIENTO (O, MEJOR DICHO.
LA OTRA) SE LLEVÓ

¿No te parece genial? ¡Te engañó, y encima se fue con la otra! Eso solo
puede ser cosa del Señor. ¿Ya viste cómo es bueno contigo?
No solo te mostró claramente que no era para ti y te expuso todas
sus verdades, sino que también hizo que saliera de tu vida con sus pro­
pios pies y del brazo de una loca que está convencida de que un hom­
bre así puede ser bueno para ella. Todo sin que tú tuvieras que hacer
el menor esfuerzo. ¿Quieres un consejo, querida? Manda un ramo de
flores a la incauta. Y que Dios la coja confesada.
Una amiga mía fue engañada. Varias veces, además, y por el mismo
imbécil. El hecho es que ellos vivían en un triángulo amoroso con otra
mujer, y él inclusive había tenido una hija con cada una de sus amantes.
Me refiero a ambas como amantes porque en realidad ninguna de las
dos era su esposa. Nadie sabe a ciencia cierta cuál de las dos se involu­
cró con él primero, ni cuál era la preferida y la que recibía más atencio­
nes. Aunque habría estado muy bien que al menos una recibiera verda­
deras atenciones, porque ambas relaciones eran una mentira tras otra.
Y aquí viene el detalle: en medio de todo el drama que se desarrollaba
entre ambas mujeres, apareció una tercera. El tipo parecía ser la prueba
viviente de que ningún infiel compulsivo puede recuperarse. Dentro de
mi experiencia, en la cual se basa todo este libro, eso no existe, nunca
lo conocí. Resumiendo, los descarados no tienen remedio.
¿Y sabes por qué no lo dejaba mi amiga? Te vas a caer de espaldas,
pero la verdadera razón de que ella nunca lo dejara y se fuera a buscar
algo mejor era el no querer dejárselo con lazo de regalo a la “otra”
(resulta difícil saber cuál de las dos era la “otra”, en realidad). Su mo­
tivo para no alejarse de algo que le estaba haciendo daño a diario era
esencialmente su ego. Su orgullo y sus ganas de no perder le estaban
arruinando la vida. El eje de la relación era vencer a la otra y demostrar
que ella era la número 1. Yo no creo que hubiera amor en esa relación;
lo que la alimentaba era el conflicto. ¿Te das cuenta de hasta qué punto
el ego puede hacer daño a una persona e impedirle ser feliz?
No dudes en dejar ir a alguien que nunca te perteneció, que no te
hace feliz y que ya dejó muy en claro que no merece estar contigo. En
la vida, a veces se gana cuando se pierde.

SOS. Vanessa: Sobreponiéndote

I Vanessa, me han engañado y dejado por otra. ¿He sido totalmente %


■ rebajada o hay algo que puedo hacer para sobreponerme? •

I María Corintiana I

f Hay miles de cosas que puedes hacer para sobreponerte. Por ejem- J
I pío, concentrarte en olvidar a ese kíota cuanto antes. Si lo consigues, |
I te habrás sobrepuesto, básicamente. I
Pero puedes comenzar por salir del asunto con dignidad. Es decir,
I no pedirle que la deje para volver contigo. Date cuenta de que te está |
I haciendo un favor al llevarse de tu vida a un hombre que no entra en I
lo que tú te mereces y salvándote de seguir perdiendo tiempo valioso
I de tu vida. También te está haciendo el favor de no ir detrás de los |
I pocos hombres honestos que andan disponibles por ahí. Matemáti- I
carneóte hablando, tus posibilidades de conseguir un buen tipo ahora 1
I son mayores, ya que ella está ocupada con un impresentable.
I De modo que no llores por él, no reniegues de tu suerte ni tengas l
¡ ataques de rabia que él pueda ver; y déjalo pensando que ha come- ¡

122
• tido la más grande burrada de su vida. ¿Quieres dejarlo con la boca ■
I abierta y quemando las pocas neuronas de su cerebro? Míralo con
I cara de paisaje y dile con mucha calma: “Si te soy sincera, querido, I
esperaba que fueras mucho más inteligente".
No te conviertas en tema de conversación entre ellos. Además, |
I hay una posibilidad que puede sorprenderte: es posible que ella pier- I
da interés en él. Si no luchas por él, puede ser que ella empiece a
I creer que él no es tan especial después de todo. Me he cruzado con |
I muchas mujeres que se metieron en una disputa de estas solo para I
J probarse a sí mismas que eran capaces de llevarse el premio. En 1
I ese caso, se están llevando una bomba, convencidas de que están |
I haciendo el mejor negocio. I
— _ — — — — ~ — m.wm — m m w m i — w m S

123
ENCONTRÁNDOTE DE FRENTE CON ELLA

En ese momento hace falta tener clase. Clase, amiga, CLASE. Lady Di
y yo estaremos orgullosas de ti, y tú estarás todavía más orgullosa de
d misma, luego de comprobar que podías estar en el mismo lugar que
ella, pasar junto a ella en la calle o verla llegar a la fiesta de fin de año
de la oficina sin dejar de comportarte como una princesa, como si no
pasara nada, con cara de paisaje, sin decir “pío” ni querer cortarle la
yugular.
Ella puede ser lo que sea, puede hasta merecer unas buenas cache­
tadas, especialmente si es del dpo de mujer que adora participar de una
infidelidad solo para sentirse como el centro de atención y que nece­
sita demostrar a los demás todo “de lo que es capaz”. Aquí entre nos,
hay muchas mujeres así, con muchos complejos, que se interesan en
hombres comprometidos solo porque representan un desafío, y porque
ellas tienen la necesidad de probarse que son mejores que el resto de las
mujeres. Como yo lo veo, chicas de esas se merecen una buena tunda.
Y créeme que tarde o temprano les caerá una. Pero no hace falta que tú
pongas tus finas manos a la obra, porque la manos de una princesa solo
sirven para ser besadas. Deja que ella sola se sabotee. Personalmente,
yo no ensuciaría las mías con algo tan bajo.
Ahora, la cuestión es cómo quedas tú frente a ella. Tienes que
actuar como si ella no tuviese la menor importancia. Como si fuese
algo tan pequeño que casi no lo notas. ¿Y eso por qué? Porque así
es: ella es realmente insignificante en tu vida. Ella solo fue la bala del
revólver. ¿Y cuál es la diferencia entre la bala y el revolver que causó
la herida? Lo importante es quién jaló el gatillo. Por otra parte, si ella
fuera realmente del tipo de mujer que describí hace un momento, lo
que le pasa es que tiene un fuerte complejo de inferioridad, de modo
que le va a encantar que le armes una escenita. Y no. le vamos a dar
ese gusto, evidentemente.
¿Sabes, mujer? La experiencia me ha mostrado lo competitivas que
somos las chicas entre nosotras. Es una idea que me entristece, porque
creo que sería mejor que no fuera así.
Pero, al final, ¿por qué existe una competitividad femenina tan gran­
de? No podría decirlo con seguridad. Tal vez fue la idea de que los
hombres son escasos en el mercado fue pasada de generación en ge­
neración, de modo que el instinto de supervivencia nos hace luchar
por siquiera un pedazo de ellos. O algo por el estilo. Una forma de
pensar muy pobre, y también equivocada, porque ellos no son la cosa
más importante del universo, ni están en peligro de extinción, ni son
la única fuente posible de felicidad. Sea como fuere, la idea ha tenido
siglos para propagarse, tanto que-ahora la tenemos por ley. Y de ella los
hombres han sabido aprovecharse y sacar ventaja. De modo que en su
huerto llueve y crecen los frutos sin que ellos tengan que hacer esfuer­
zo alguno. Con todo a su favor, ¿qué motivación denen para mejorar su
cosecha, si esta tiene demanda de cualquier modo?
En verdad, a mí mé parece que la competitividad femenina es, éii
la mayoría de las veces, algo que se da inconscientemente, guiada por
los impulsos y propiciada por el ego. No existe una necesidad real de
practicarla, pero sí una psicológica' en la mayoría de las mujeres. Y son
pocas las mujeres que se salvan. ¿Sabes por qué? Porque la mayoría de
personas en este planeta todavía está dormida, sin levantarse para revi­
sar sus valores y sin tomar verdadera consciencia de nada, viviendo de
alguna manera colgadas del piloto automático de la vida.
La mayoría de las mujeres que ha sido parte activa de una infidelidad
se sentirá lo máximo y el centro de las miradas. Después de todo, ella
demostró estar tan por encima de la otra que hizo al hombre preferirla
por encima de su esposa. Como dije, esa es muestra de una mentalidad
muy estrecha, pero que muchas mujeres comparten. Y ten esto muy en

126
cuenta: en los triángulos amorosos, la competitividad femenina es una
motivación más grande que el amor en sí. La mayoría de mujeres que se
involucran en situaciones así lo hacen más motivadas por la presencia
de otra mujer, que por amarlo. Por esa razón los hombres casados, o
los no están disponibles de alguna otra manera, son siempre los más
asediados.
¿Quieres un ejemplo? Imagina que estás caminando por Hollywood,
cerca del Paseo de la Fama. A pocos metros ves pasar a una pareja des­
lumbrante, que se hace más bella conforme se va acercando. Ella es una
morena increíble de ojos verdes y él un rubio de ojos azules que por
momentos parecen verdes, muy guapo y encantador. Van de la mano,
y finalmente los reconoces: Son Brad Pitt y Angelina Jolie. Te parece
que ella tiene la boca más perfecta del mundo y los ojos más luminosos
que jamás viste; es el ejemplo de mujer que hasta tú, heterosexual bien
definida, besarías. Además, estarías más que satisfecha con siquiera el
10% de su dinero. Y en el momento en que pasas junto a ellos, Brad se
vuelve hacia ti, te mira de arriba para abajo y te sonríe. Y ahí caes muer­
ta, ¿sí o no, mujer? Quedas bien muerta de la pura emoción. Porque
en ese momento toda tu imagen de ti misma, tu ego, tu autoestima y
todo aquello que asimilaste por condicionamiento te dirán lo siguiente:
si Brad Pitt me ha mirado así, entonces debo resultarle más interesante
que la beldad que tiene a su lado.
Eso te hará volar. Te llevará a las estrellas. Ese día y los días siguien­
tes te sentirás más linda que Angelina, más sexy que Angelina, mejor
que Angelina en todos los sentidos y le hablarás a todas tus amigas de
la miradita de Brad, que a su vez contarán a otras que eres mucho mejor
que esa mujer a la que todos tú creían mejor que las otras. En todo caso,
eso pensará una mujer inconsciente. Una mujer sin un sentido realista
de cómo son las cosas en verdad reaccionará así y se comportará como
si fuera mejor que las otras. Para ser sincera, la inmensa mayoría de las
mujeres tendrá esa reacción. Y una pequeña minoría, la minoría que es
consciente, se dirá: “Qué estúpido es Brad, queriendo traicionar a esa
mujer tan maravillosa con la que está casado”.
Sí, mujer: eres bella y poderosa y quiero que te sientas mejor que
Angelina. Quiero que te veas siempre al espejo y que solo tengas ganas

127
de ser tú misma. Quiero que todos los días, al verte al espejo, te digas
a ti misma cuánto te amas, qué linda eres, cuán ardientes son tus besos
y qué maravillosa es tu boca. Quiero de todo corazón que hagas eso y
que seas una mujer segura de d misma, pero que nunca busques sentir­
te superior so precio de rebajar a otra mujer. Para que tú asciendas no
hace falta que otra descienda.
Volvamos a la protagonista de la historia, que está en la misma fiesta
que tú, sintiéndose la última gaseosa del desierto y disfrutando ser el
centro de los rumores que circulan acerca de ti y de tu relación. ¿Quie­
res romperle las piernas? No le des el gusto de saberlo. Muy por el
contrario, si estás linda, calmada, centrada, sonriente y pasándola bien
con tus amigos, no satisfarás sus expectativas, y por ende la harás sen­
tirse muy despreciada. Hasta es posible que en ese momento ella quiera
aproximárseles y reír con todos ellos, que le parecerán gente muy buena
y divertida. Es más, también le parecerá que tú lo eres, y que todos te
adoran. Pero no podrá acercarse a ustedes y estará como un pez fuera
del agua, ¿viste? ¿Y sabes por dónde estará su ego entonces? Pues ni
ella misma lo sabrá bien.
Lee con atención: bajo ninguna circunstancia intentes poner a nadie
en su contra si quieres salir bien parada de esta historia. Permite a todos
hacer sus propias elecciones, ya sea que quieran mantenerse al margen,
apoyarte o ser amigos de ella. Deja a todos los que tengas al lado sentir­
se libres, porque las personas más buscadas y queridas son las que dan
libertad a sus seres cercanos. La otra posibilidad (hablar sobre la otra,
criticarla, poner de relieve sus defectos, hacer averiguaciones sobre su
vida personal y sobre todo lo que la rodea, querer enterarte de los úl­
timos sucesos e infortunios en su vida, etc.) no es más que manifestar
tu propia neurosis y darle más importancia de la que merece. Ella no es
asunto que te importe. No te interesa, no aporta en nada a tu vida y tú
estás muy por encima de todo aquello. Recuerda que las personas gran­
des discuten ideas, las personas medianas se ocupan de cosas y solo las
personas pequeñas se preocupan por las otras personas. ¿Y qué dase
de persona eres tú, mujer?
p

Confesión de una mujer sensata

Un día mi marido llegó a casa y me contó que me había engañado.


Hasta hoy no logro comprender por qué hizo eso. No me refiero a
engañarme, sino a contármelo. No había desconfiado de él en primer
lugar, pero si él mismo me lo estaba diciendo ahora, ¿quién era yo
para no tomármelo en serio? Le pregunté con quién había sido y me
dijo que con la recepcionista de un edificio en construcción. Él había
ido a dar un vistazo a la obra, la química resultó prometedora y ter­
minaron haciéndolo ahí mismo, en el departamento de demostración.
Le pregunté si habían usado un preservativo. Me respondió que no.
Fue ahí que todo se me vino abajo. Quedé en shock. ¿Cómo pudo
engañarme sin cuidarse? ¿Y si me contagia una enfermedad? ¿Y si la
embaraza? ¿Cómo le iba a explicar eso a nuestros hijos? Nos pusi­
mos a discutir y él parecía muy arrepentido. No sé si era por haberme
engañado, habérmelo contado o no haberse protegido.
Al día siguiente desperté furiosa. Él salía para el trabajo, pero le
dije que me llevara a una florista y después a la farmacia. No se atrevió
a negarse ni a pedirme explicaciones. Me arreglé tan bien como siem­
pre y luego hice que me llevara a donde ella. Entré a donde trabajaba
mientras él me esperaba en la puerta. Le di un jarrito con orquídeas
y una tarjeta con mi número de teléfono, y le dije: “Estas flores son
para ti. Y muchas gracias, querida, pero mi esposo no va a comprar
un departamento de este edificio porque no quedó satisfecho con tu
servicio. Hazlo mejor la próxima”. Ella empezó a gritar que yo estaba
loca, pero yo le dije: "Cálmate, querida, contente, y si tienes algún
problema puedas llamarme. Esta es mi tarjeta". Ahora ella estaba
pálida y mirándome. Dejé las flores sobre su mesa y me fui. Pero
antes de llegar a la puerta me volví, saqué de mi bolso el paquete de
preservativos y regresé a su mesa: “Esto también es para ti. Se llama
preservativo, y suelen usarlo las personas inteligentes. Adiós". Ella
se quedó sentada y yo salí sin volver a escuchar su voz. Un tiempo
después, me separé. Nunca me gustaron los burros.

129
CUANDO ES TU AMIGA, O PEOR, TU MEJOR AMIGA

Esa ya es otra historia. Ella no es una pieza suelta y hasta tal vez ino­
cente en medio de una infidelidad, sino que es parte activa y consciente.
Como tu amiga, o como tu mejor amiga, está muy obligada a darte
explicaciones. Ella tenía un compromiso serio contigo y, por lo tanto,
carga con una culpa, y se encuentra en un lugar tan bajo como el mis­
mo imbécil que te engañó.
La amistad es una relación hermosa y muy seria. En ese caso, quien
es engañada por su mejor amiga termina llevándose un golpe bastante
mayor, por ser todavía más inesperado (o, quién sabe, siempre hay ex­
cepciones). El hecho es que perder la confianza en la persona que tú
misma escogiste para confiar en ella nos deja, además del disgusto y la
desesperanza por el ser humano, la sensación de ser incompetentes a la
hora de elegir a quienes nos rodean.
Si esto te pasara, lo primero que necesito preguntarte es si por
casualidad no tiendes a equivocarte con las amistades que eliges, o si
te privas de ser selectiva con quienes te rodean por miedb a sentirte
sola y a no tener compañía para ir a determinados lugares. La verdad
es que la mayoría de personas en este planeta se sienten solas, y por
ello buscan encontrar un alma gemela, sea en el amor o en sus amis­
tades, porque quieren estar junto a alguien que sea un complemento
para ellas y que les permita sentir una sincronía en el modo de vivir.
La mayoría de las personas detesta estar sola, y uno de los motivos de
eso es el no haberse dado cuenta de que la compañía de uno mismo
puede ser agradable, además de no haber asumido como filosofía el
que cantidad no sea calidad, y que más vale tener un solo buen amigo
que compañías variadas. Tenemos recelo a estar solos, y la situación
resulta tan incómoda que preferimos arriesgarnos y aferramos a per­
sonas que podrían acarrearnos sorpresas desagradables, solo para no
sentirnos solos.
Guiándome por las confesiones que he escuchado y leído, la ma­
yoría de las mujeres que fueron engañadas por sus amigas coincide en
que ya se esperaba esa clase de comportamiento de ellas. Yo siempre
les hice una pregunta: ¿por qué, entonces, se permitieron permanecer
en la compañía de amistades tan dudosas? Y lo gracioso es que ninguna
sabía qué responderme. Una llegó a decirme que su amiga le caía muy
bien y que la hacía reír mucho (yo diría que, en compensación, la haría
llorar mucho después); otras, que simplemente no se querían quedar
sin una amiga. Todo eso está muy bien, pero yo sigo preguntando: ¿qué
clase de amistad es esa?
Una historia así bien podría tener el mismo título de aquella película,
Durmiendo con el enemigo. Del misino modo que la mayoría de mujeres en­
gañadas confiesan haberse imaginado que sus compañeros cometerían
una infidelidad, al no confiar en ellos al 100%, también las que fueron
traicionadas por sus amigas revelaron haber tenido la expectativa de
serlo, y sin embargo, en su momento, no hicieron nada. Las hay, de he­
cho, quienes mantuvieron el contacto con una amistad aún después de
sospechar de sus intenciones, por temor a que el distanciarse provocara
que finalmente las pusiera en práctica, so pretexto de que ya no habría
una amistad que considerar. Esto es razonamiento vacío: una amistad
que no es fortalecida con la confianza es siempre una amistad frágil, y
si una persona no tiene respeto por su amiga, poca diferencia tendrá el
traicionar su confianza antes o después. De modo que es una actitud
ridicula la de quien se somete a la “amistad” de alguien por miedo a su
enemistad.
Para ser más directa: aceptar una amistad así es propiciar la situa­
ción. Quien no selecciona a las personas de las que se rodea, se sa­
botea a sí mismo y facilita el que sucedan estas cosas. Por otra parte,
las declaraciones me llevaron a realizar un descubrimiento que me im­

132
presionó mucho: para muchas, ser engañadas no supuso una sorpresa
muy grande. La mayoría de mujeres engañadas se imaginaba que los
hombres con los que mantenían una relación les harían eso. Tampoco
les fue sorprendente el descubrir la traición de sus amigas. Si esto era
así, ¿por qué estuvieron con hombres en los que no confiaban? ¿Para
qué permitírselo?
Ahora la traición ya sucedió. Lo que haremos será cambiar de acti­
tud de aquí en adelante, aprovechando lo acontecido como un apren­
dizaje. En este momento empiezas a ser una mujer de decisiones. No
puedes continuar permitiéndote la compañía de personas poco confia­
bles, ir a lugares inadecuados para ti ni tampoco aceptar menos de lo
que te es debido.
De hoy en adelante, tendrás una actitud distinta en relación a la
vida y a todo lo que te rodea. De hoy en adelante dirás que no a todo
aquello que no concuerde con tu manera de vivir, de tratar a las per­
sonas, de ser tratada, de relacionarte y de trabajar. No aceptarás más
migajas en ningún aspecto de tu vida. De hoy en adelante te liberarás
de todo lo que te resulte obsoleto, que no haga mejor tu vida, que
no tenga valor. En otras palabras, te estás deshaciendo de todo el
peso muerto que arrastrabas, pues solo en cuanto este desaparezca te
sentirás ligera y tendrás el espacio suficiente como para dejar que lo
bueno entre. ¿Tienes una amiga poco confiable? ¿De cháchara idiota
y sin sentido? Deja de verla. ¿Tienes un sentimiento de amargura en
tu corazón? Deshazte de él. ¿Vas a un curso que no te gusta y que no
necesitas? Déjalo. ¿Tienes ropa que ya no te gusta y que no piensas
usar más? Regálala. No conserves nada que no te corresponda y que
no te sirva más. Acostúmbrate a actuar de esta forma: purgándote.
Como diría mi amiga Toalá, aplica el Yetig Sbui dentro de tu pro­
pia vida. Tienes dos opciones: aprender de tus errores u observar
los errores de los otros (leer un libro sobre infidelidad como este,
por ejemplo), cosa que duele mucho menos. Y ahora, ¿qué actitud
adoptarás con esta amiga tan buena? Dado que ella está en el mismo
pantano que él, la tratarás de la misma manera.
Ni él ni ella son para ti y sus vidas ya no te interesan. Ahora per­
seguirás amistades y amores que tengan algo que aportar a tu vida y

133
que no te causarán daño emocional. Todos los consejos referidos a
él que has venido leyendo también los puedes aplicar en relación a
ella. Aunque ambas sabemos que no será fácil, yo estoy segura de que
conseguirás olvidarlos. No desperdicies tu belleza con gente que no
vale la pena.
Pero en el fondo, la cosa realmente esencial que quiero que este
capítulo te meta en la cabeza es que no es ella la que te debe la ex­
plicación más importante que debes recibir, porque no es ella la que
tenía el compromiso más importante contigo. Así que es mejor que
no le reclames. Deja que continúe con su vida y obtén tus lecciones
de lo sucedido.

importante:
Hay algo más a tener en cuenta: la posibilidad de que ella no supiera que
tú eras parte de la vida de él, o que él tuviera una relación de cualquier
especie con nadie. En ese caso ella es totalmente inocente, porque cual­
quiera puede creerle a un hombre cuando dice que es soltero. Después
de todo, nadie es detective como.para estar haciendo averiguaciones y
sacando fotos y videos de los hombres con los que salimos. Ella puede
ser una persona muy buena y, créeme, conozco historias en las que dos
engañadas terminan volviéndose grandes amigas. Ninguna se quedó
con el idiota, claro, pues ambas eran personas inteligentes que supieron
separar las cosas y aplicar disciplina sobre sus egos.

r —————————————————————————————^
I I
I Confesión de superación I
I I
La vida puede encontrar maneras dolorosas de enseñarnos las cosas
I más ciertas. Hoy eso lo veo claramente. En la época en que fui enga- ,
I ñada, me sentí impotente, una víctima injustificada. Aunque creía en i
Dios, no entendía cómo Él había permitido que yo viviera semejante 1
historia. Hasta ese momento, yo había sido lo que se podía describir .
I como una mujer bien casada, con dos hijas y un marido tradicional. |
i Me había casado con el hombre que amaba y había construido una i
¡ vida estable con él.

134
En el aniversario del fallecimiento de mi hermana, fui al ce­
menterio a hacer una oración y colocar unas flores sobre su tú­
mulo. Estando allí, tuve muchas ganas de leer la Biblia. La abrí
en una página al azar, y leí: “Así como el sol quema y el agua
lava, así de claramente pongo hoy la verdad en tus manos” . En
ese momento, supe dentro de mí que estaba siendo engañada
y que me separaría. Volví muy impaciente a mi casa, cuidó a mis
hijas y llamó a mi prima para que me acompañara a la misa en
conmemoración de la muerte de Ana, ya que se había criado con
nosotras, pero ella no podía porque su marido volvía de viaje esa
noche. Le dije a mi marido que viniera conmigo, pero él tenía que
visitar a un proveedor de la empresa. Dejé a mis hijas en casa de
una amiga y fui sola.
En la iglesia, me sentí enormemente incómoda. Algo me decía
que saliera de ahí, que tomara el carro y me fuera. Todo en la
iglesia me fastidiaba: hasta la voz el padre, que hasta entonces
me gustaba, me resultaba estridente e irritante. Algo avasallador
se apoderó de mi voluntad, y de pronto me di cuenta que estaba
conduciendo de vuelta a casa sin haber esperado siquiera a la
mitad de la misa. En cuanto di vuelta a la esquina de mi casa,
pude ver el auto de mi esposo y el de mi prima estacionados en
mi garaje. Me estremecí. Me parqueó unas cuatro casas antes,
entró por detrás y me encontré con la escena más chocante de
mi vida: los dos haciéndolo sobre mi cama. Fue horrible. Después
de eso, pasé los peores momentos de mi vida. Me separé. Lo
que vi fue imperdonable, y espero nunca más sentir nada pareci­
do. Ella también se separó de su marido; luego me enteré de que
el mío había tenido muchas amantes antes de ella. Me mudó a
Sao Paulo, lejos de él y de todos, para rehacer mi vida.
Dos años después, recibí la llamada del ex marido de mi pri­
ma, que decía que me había encontrado en el directorio telefó­
nico y que me pedía que testimoniara a favor de la nulidad de
su matrimonio por la Iglesia, pues él todavía tenía la esperanza
de casarse algún día. Estuve de acuerdo. Había hablado con él
muy pocas veces, y cuando descubrí el engaño estaba sufriendo
tanto que no tenía cómo aproximármele. Supe que él también
sufría.

135
Entonces él vino a Sao Paulo con la documentación, y nos encon- J
I tramos para conversar. Resultó que nos enamoramos. Descubrí en él |
I un hombre maravilloso, sincero y dispuesto a vivir un matrimonio real. I
* Hoy estoy casada con mi mejor amigo, mi mejor amante y el mejor
l padre que podrían tener mis hijas. Soy cincuenta veces más feliz de (
I lo que era. Mi prima y mi ex marido se casaron, y lo único tiue sé de i
• ellos es que viven engañándose.
- - - - - - - - - - - - - - -

Cortando el mal de raíz

Dos amigas engañadas conversan en un bar.


—Sería excelente que todo descarado que cometa una infidelidad
perdiera un pedazo del pene —dice una, sorbiendo su copa de vino.
—¿Por qué no se le ocurrió eso a Dios? —pregunta la otra.
—Porque sabía que las mujeres serían fuertes y sabrían sobreponer­
se —responde la primera, vaciando su copa.
—Es estúpido poner tantas expectativas sobre las personas, ¿no?
—se lamenta la segunda, sirviéndose más vino.
—Tendría que ser como en Arabia Saudita, donde si robas, pierdes
la mano. Si engañas, pierdes el pene.
—Si siguiera casada con él, haría la de Lorena Bobbit —dice la se­
gunda, tratando de decapitar el cuello de la botella con la punta de un
cubierto.
—¿Y eso para qué? Después su pene reconstruido lo vuelve estrella
porno internacional, y él se hace millonario.
—El error de Lorena fue arrojar el pedazo de pene por la ventana
del auto, como para que pudieran encontrarlo. El negocio sería cortarlo
y dárselo de comer al perro.
—¿No querrás decir “a la perra”?
—Claro, como un último recuerdo de su antojo favorito.
—Yo se lo mandaría por delivery. Pene Asado en Salsa Blanca.
—{Buena! ¡Mozo, más vino para esta mesa! —ambas brindan y va­
cían sus copas.
r —————————————————————————————^

SOS. Vanessa: Ojo por ojo, diente por diente

Vanessa, él me engaña, de modo que lo que yo hago es engañarlo


. también. A cada muchacha que conoce, yo escojo un fulano para
I ligármelo también, e inclusive he llegado a salir con dos amigos
• suyos.
Así me vengo y me siento mucho mejor y más aliviada. Ya intenté
I conversar con él sobre el hecho de que salga con otras, pero él se
I niega a hablar de ello y por ende a dejar de hacerlo. De modo que
andamos viviendo así. ¿Qué piensas tú de mi táctica?

I Maná Dame-que-te-doy

. Sinceramente, creo que tu táctica es una estupidez. Ven para acá.


I ¿Se ha resuelto algo entre ustedes? ¿Ha dejado él de verse con
I otras? ¿Se han vuelto más cómplices de lo que eran antes? ¿Son
¡ mejores compañeros o amigos? Yo creo que no, precisamente por-
I que con tanto vaivén y ojo por ojo no debe quedarles mucho tiempo
I para estar juntos.
Dime una cosa: ¿hasta cuándo durará esta historia? Lo que va
a suceder el día que sepa que sales con otros será que te engañará
I todavía más, para seguir con el “diente por diente” y sentirse aliviado
■ también. De hecho, estoy segura de que “aliviada" no es la palabra
que mejor describe cómo te sientes. Puedo creerte que ya no te sien-
I tas en desventaja en relación a él, pero estarías “aliviada" si estuvieras
I al lado de un buen chico, que te respete, te deje tranquila y a quien
J no necesites engañar para sentirte bien.
¿Quieres mi opinión sobre tu táctica? Cámbiala, cambia tus ideas
I sobre las relaciones y, sobre todo, cambia de enamprado. Entonces
• las cosas marcharán mejor.

137
¿Y POR QUÉ ME SIGUE DOLIENDO?

Porque te has saltado muchas páginas y has comenzado a leer el libro


por aquí, probablemente. Si hubieras empezado por el principio, a estas
alturas del partido no seguirías sufriendo. La otra posibilidad es que no
hayas prestado mucha atención a lo que te he dicho y a los ejercicios
que te he propuesto. O, lo que es peor, que te hayas enviciado con el
sufrimiento. Cosa que en verdad no es tan rara, dada la cantidad de
gente que tiene una inclinación hacia el masoquismo.
Si le has cogido vicio al sufrimiento, es preciso que lo pierdas. Si
realmente estás dispuesta a dejarlo todo atrás c ir tras tu propia felici­
dad, tienes que estar decidida a ayudarte a ti misma. Lo cual se traduce,
en este caso, en hacer exactamente lo que te digo que tienes que hacer.
Porque si sigues a cabalidad el “método antisufrimiento postraición”
que describe este libro, pronto gozarás de sus efectos. Y aun si el efecto
no es completo, por lo menos el dolor que sientes será mucho, mucho
menor. Eso te lo prometo.

i
SOS. Vanessa: Directo al grano i
i
¿Si me engañó, fue porque ya no me quiere? l
l
i
María Objetiva i

• Seré muy directa: la idea de este libro es que un descarado que ¡
I te engaña es un descarado que no te quiere de verdad. Hay que |
I aclarar que el concepto del amor es muy subjetivo. Lo que pasa I
con los hombres que engañan pero que dicen que aman es que :
I esa cosa tan pequeña que sienten es todo lo que pueden sentir ¡
I por alguien. En la cabeza de ellos, lo que sienten es amor, pero en •
el fondo no lo es, ¿me entiendes?
I Piénsalo y respóndeme: ¿El que ama de verdad engaña? ¿El |
• que ama de verdad humilla a la otra persona? ¿El que ama de •
¡ verdad hace algo que pueda perjudicar al otro o decepcionarlo?
I Si tu concepto del amor incluye el cariño, la protección, la l
• protección, el respeto, la entrega, la dignidad y el apoyo, en otras
, palabras, si tu concepto del amor es el mismo que el mío, y dis- (
I tinto del de los infieles, entonces tu respuesta para todas estas I
• preguntas debe haber sido NO.
Escúchame bien: ya sabemos que abundan las personas que |
I aman, pero que no tienen la misma capacidad de amar que te- I
nemos mujeres como nosotras. Es decir, personas que no aman
I lo suficiente como para hacerlo entregándose. Cuando digo “en- |
I fregarse" no hablo de perder la razón, sino de estar dispuesto a ■
hacer concesiones por del otro. Hacerlas no sólo es aceptable,
I sino que es necesario, en tanto todas las personas somos dife- |
I rentes, tenemos valores distintos y atravesamos experiencias de
forma individual. Al mismo tiempo, no podemos contentarnos ni
I conformarnos con las migajas que el otro nos ofrece como amor |
I sólo porque son todo lo que puede ofrecer. Tus necesidades se *
satisfacen con ío que recibes efectivamente, no con lo que te di- |
I cen que “podrían" darte. I
i Tengo un principio personal: el amor escaso no me interesa.
. Yo ni siquiera lo llamo amor, porque el amor es abundante y no |
I escaso. O me amas de verdad, o me dejas. Así quedaré libre para I
• encontrar a quien pueda darme lo que yo creo que merezco.

140
SOS Vanessa: Hablando con una buena amiga

No puedo creer que me hayan engañado. Mi mundo se vino abajo y


K no sé por dónde empezar a reconstruirlo. He hecho todo lo que he
■ podido: fui a que me leyeran las cartas, estoy haciendo yoga para re­
lajarme (este momento es muy estresante), visito un psicoterapeuta,
I escucho música tranquila, hago caminatas y procuro llenar todo mi
I tiempo con distintas actividades para no enloquecer. Por suerte tengo
a mi familia y amigas buenas que me apoyan. Pero no puedo negar
I que me siento triste y que estoy pensando en volver con él. Una vez
I hablaba con una amiga y ella me dijo b siguiente: "¿Qué marido no
• le dice una que otra mentirita a su mujer? Si te separas de un hom­
bre cada vez que saca los pies del plato, entonces no te vas a casar
I nunca. Una mujer inteligente sabe cuándo hacerse de la vista gorda".
■ Puede estar en lo cierto, ¿no?

I María Tontita

Necesito rebuscar en la cabeza de tu amiga en cuanto pueda verla.


Si ella te reclama, dile que yo te mandé para que me diera ex-
I plicaciones. (Le voy a dar una doble dosis). Escúchame bien: los
■ hombres fieles sí existen. Y también las personas que no mienten.
Si digo eso y llego al punto de defender a los hombres, puedes
I estar segura de que digo la verdad, porque sino simplemente no
I hablaría. Soy una de esas chicas que tienen por hobby hablar mal
de los hombres y burlarme de ellos: lo encuentro divertidísimo, y no
I dejaría pasar una oportunidad para hacerlo. Solo que a ti no puedo
I mentirte; no me sentiría bien haciéndolo. Los hombres fieles no
existen solo en los cuentos de hadas: los he conocido personal-
• mente, y están por ahí, buscando una buena persona para quedar-
I se con ella. Sí es necesario tener en cuenta que son una minoría,
• pero no tan escasos como se dice por ahí. Tú no puedes ser una
mujer conformista. No puedes entrar en el comodismo y en el ha-
I cerse de la vista gorda. Eso no es lo que haría una mujer inteligente,
I a no ser que esté casada con un millonario y tenga por objetivo
¡ quedarse con él el tiempo suficiente para sacarte todo el dinero que
■ pueda antes de irse con alguien más joven. Una mujer inteligente ■
I elige cuidadosamente el tipo de relación que quiere tener, sin men- ,
I tiras y sin traiciones. De la misma manera, elige el tipo de persona l
1 de la que va a aceptar consejos. Cuando tu amiga, por más buena
que sea, llegue a verte nuevamente y te hable otra vez de ignorar |
I un engaño o una mentirita, cúbrete los oídos y ponte a cantar bien i
1 alto. Después de que termine, sigue conversando tranquilamente, 1
¡ Chao, y besos, tontita.

SOS. Vanessa: El perro, el mejor amigo de una engañada

Ouenda Vanessa, mi decepción no podría haber sido peor. Un día


llegué a casa y encontré a mi marido y a mi mejor amiga en la cama.
Además, mi perrito estaba con elios en ei cuarto, ladrando y mirándo­
lo todo. Ahora no soporto mirarlos a éi, a ella ni a mi cachorro. ¡Fue
una decepción tan grande!

María, ia mejor amiga de una perra

Querida, de verdad siento mucho lo de tu perrito. Claro que no puedo


decir lo mismo de los otros dos. Que esos perros (tu amiga y tu ex)
salgan ladrando de una vez de tu vida, porque lo que hicieron fue
nada menos que un ultraje. Sé que en este momento estás dolida
porque fuiste doblemente traicionada, y ahora ni siquiera tienes el
hombro de tu mejor amiga para llorar. Pero mira las cosas por el lado
amable: jhas matado dos perros... digo, dos pájaros de un tiro! Y
ahora tienes motivos para hacer nuevas amistades y encontrar un
nuevo amor, porque la amistad y el amor que tenías no eran los que
merecías.
Pero por favor perdona tu perro, que estoy segura que solo esta­
ba ahí ladrando para defenderte. Me imagino al pobre ladrando des­
esperadamente cada vez que llegabas a casa, pero no para que le
des de comer, sino para contarte lo que sabía. Pero tú no le prestabas
atención, diciéndole: "¡Calla la boca, Rexi".

142
i SOS. Vanessa: La chica de la limpieza

I Vanessa, estos últimos días han sido los peores de mi vida. No acepto
I que todo esto me haya pasado. Mi esposo parecía ser perfecto y es­
taba convencida de que habíamos nacido el uno para el otro. Yo ha­
cía todo lo posible para hacer agrandar y prolongar nuestra felicidad.
I Hasta que un día descubrí que me engañaba. Ahora, ¿qué hombre
• no engañó nunca a su mujer? Pero fue terhble, porque descubrí que
no sólo fue una canita al aire, sino que había mantenido una relación
I fuera de la casa por más o menos un año y medio. La vagabunda me
I llamó y me lo contó todo; yo creo que él no quiso dejarme para que­
darse por ella y que por eso ella lo vendió. Ahora él se pone a llorar y
I me dice que está arrepentido y que siempre me amó, pero que sólo
I en este momento es plenamente conciente de ello. Siempre fui una
* buena esposa y ama de casa, limpiaba todo, hacía bien la comida,
I planchaba su ropa, hasta sacaba el perro a pasear, iba a hacer lo
I necesario en el banco, siempre llevaba a su madre al hospital cuando
■ hacía falta (ella tenía diabetes) y los fines de semana lavaba y secaba
su carro. Siempre lo cuidé bien y lo atendí, la cerveza que le gustaba
I tomar al volver del trabajo nunca faltaba en las compras del mercado.
I Todo lo hacía pensando en él. Y ahora él viene y me hace esto; no
deja de dolerme, como si me hubiesen dado mil azotes, ahora me
I siento flagelada. ¿Qué puedo hacer?

1 María Autocompasión

I ¡Anda! ¿Qué te parece la idea de venir a vivir a mi casa? Están las


i ventajas de que tengo un gato, que sale a pasear solo, y una madre
bastante saludable. Todo lo que tendrías que hacer sería lavar, plan-
I char, hacer las compras, ir al banco y cocinar para mí. Yo te prometo
I que nunca te seré desleal, porque sé apreciar a una buena doméstica
■ como se merece.
I Yo creo que si él no te llegó a cambiar por ella es porque no
I es un completo imbécil, sino solo hasta la mitad. Solamente un
completo idiota dejaría ir a la excelente sirvienta que tenía, o que
, todavía tiene en casa. Además, tú por lo visto haces justicia a la
• etiqueta, porque creo que ella no haría ni una tercera parte de lo j
I que tú hacías por él. I
I Eso pasa con muchos hombres, querida. Dividen a las mujeres en l
• dos clases: las que son para la casa y las que son para la cama. Está
claro en qué categoría encajas tú, ¿verdad? Es duro saber que una |
I fue engañada, tanto como oír a los hombres decir siempre la misma |
i estupidez de darse cuentá de que están enamorados solo después •
de haber sido infieles. ¿Acaso se casó contigo sin saber que te que-
I ría? Si ese fuera el caso, ¿se casó contigo por conveniencia, buen |
I negocio o comodidad? (La opción más adecuada, en realidad, sería ■
* facilidad). Ese desgraciado no es para ti; déjaselo a la fulanita que no
■ lava, plancha ni cocina. Necesitas tener más tiempo para ti misma. |
I Estás siendo mal remunerada y tienes que dar con un hombre a tu I
1 nivel, porque cada día al lado de tu esposo es un día menos al lado
de alguien realmente especial. Y por favor no me vengas con esa can- |
I taleta de que una escapadita no es nada excepcional, porque todo I
* comienza siempre por ahí: nadie cree que una canita al aire sea el co­
mienzo de una bola de nieve, pero después de la primera el caradura
I termina formando todo un monte. Es como quien dice: "¿Pero quién |
I no roba cien reales? Sería terrible robar cien mil, pero cien reales no *
es nada; cualquiera puede hacerlo." Y las cosas no funcionan así.

SOS. Vanessa: La fila avanza

■ Vanessa, estoy muy fastidiada. Estuve casada por doce años, pero i
mi marido me engañó y me separé de él hace un mes. Ahora me he
g enterado de que él ya está saliendo con otra, y ni siquiera es la chica g
I con la que lo descubrí. ¿Cómo puede él estar detrás de otra mujer tan I
rápido? ¿ Y por qué no puedo yo hacer lo mismo? Todavía pienso en *
- él todos los días, y soy yo quien debería estar viéndose con alguien .
g más mientras el piensa en mí, ¿no crees? I

I María Despreciada i

Estas cosas suceden. No todos llegamos al mismo grado de pro-


■ fundidad en nuestras relaciones. Para algunas mujeres es más fácil ■
■ desapegarse, y para otras es más dificultoso. Eso depende de los 1
sentimientos que una persona tuvo por la otra durante la relación.
Quien quiere mucho establece lazos más profundos y necesita más I
tiempo para seguir adelante.
Las personas somos diferentes, y dentro de las muchas caracte- ,
rísticas que podemos tener, está la superficialidad. Hay personas real- |
mente superficiales. No puedo decir con seguridad que tu ex sea una ■
de ellas, hay otros factores y variantes a tener en cuenta, pero es una
hipótesis que no viene mal considerar. Existen hombres (y también |
mujeres) que son incapaces de establecer lazos emocionales pro- I
fundos con alguien. Para estas personas que no pueden involucrarse
emocionalmente, desvincularse resulta lo más fácil del mundo. Las
personas superficiales no desarrollan vínculos afectivos, y les importa I
un rábano lo que los demás sienten. Son personas que dejan atrás *
sus relaciones con mucha facilidad, sean estas amicales, familiares o .
amorosas. I
De hecho, también hay gente que practica la filosofía de la fila •
avanza" con una facilidad increíble. Eso tiene sus ventajas individua- ¡
les, porque las personas así o no sufren nada, o cuando menos sufren |
muy poco. No es malo ni es un problema adoptar la postura de que I
la fila avanza”. Claro que es distinto que la fila avance a la velocidad
del sonido, es decir, cuando la persona a pasa de una relación a la |
siguiente como quien se cambia de ropa: eso sí es el súmum de la I
superficialidad. ¿Y sabes una cosa? No es bueno relacionarse con
gente así.
Repito: no afirmo que ese sea tu caso. Lo que puede haber pasa- l
do, mujer, es que cuando él te engañó y su relación se terminó, él ya •
estaba, digamos, desconectado de ti, en el sentido de que ya tenía
tiempo pensando en separarse. De modo que ya estaba familiarizado |
con la idea y le resultó más fácil. Aún si no te diste cuenta, es posible •
que él ya no estuviese viviendo la misma relación que tú desde hace
algún tiempo. Y ese puede haber sido uno de los motivos por los |
cuales se desligó de ti tan fácilmente. ¿Si él piensa en ti? Eso no te lo I
sabría decir. Pero sí te puedo afirmar con toda la certeza del mundo
que el quedarte preguntándote si él piensa o no en ti no te va a llevar
a ninguna parte. I

145
MIS PALABRAS FINALES, AHORA QUE ESTÁS
CURADA, O A UN PASO DE ESTARLO

Bien. El engaño se ha llevado tus sueños, tu tranquilidad, tus lágrimas


y un pedazo de tu alma. Pero ya basta, ¿no? Ya has dado mucho de ti a
causa de esta situación ruin que no tiene lugar en la vida que planeas­
te. De modo que ha llegado el momento de no darle nada más: ni un
minuto de tu tiempo, ni un poco de tu felicidad, ni un cachito de tus
pensamientos.
Ahora quiero que tomes el control de la situación. Aunque sientas
que no lo tienes, yo te digo que sí lo tienes; desde este momento, asume
eso como una verdad. La felicidad y la tristeza nunca son responsabi­
lidad de alguien más, sino únicamente nuestra. No puedes decir que
eres infeliz por haber sido engañada. No puedes decir que eres infeliz
porque no tienes el carro que querías, no estudias en la facultad de tus
sueños, no vives en tal o cual ciudad o porque no has encontrado ai
amor de tu vida. La felicidad no es otra cosa que un estado indepen­
diente de nada que no seamos nosotros mismos. Los únicos culpables
de nuestra infelicidad somos nosotros mismos, independientemente de
lo que nos haya pasado. Ser feliz es una responsabilidad que no depen­
de de tu situación financiera ni tu estado civil.
Hay gente feliz sin una pierna, gente feliz soltera, gente feliz sin
carro, gente feliz sin dinero. Hay mucha gente que es feliz a pesar de no
tener todo aquello que algún día deseó o planeó tener. Y además hay
gente que es feliz sin darse cuenta.
Yo quiero que tú seas feliz; mejor dicho, que te sientas feliz. Y es
mejor que tú también lo quieras. El ser feliz de aquí en adelante es una
decisión enteramente tuya. Tuya y únicamente tuya.
Permitirte ser feliz o pasar años sentada cocinándote en tu amargu­
ra, rebobinando y reproduciendo continuamente el drama de tu vida, es
algo que depende totalmente de ti. Y si la opción que eliges es Ja primera,
no dejes para mañana lo que podrías estar haciendo ahora mismo.
Estoy segura de que quieres salir de esta situación de manera digna
y rápida, ¿verdad? Salir a la pasarela de la vida en taco aguja y con la
cabeza en alto, aun después de haber tropezado.
Hoy puedes haberte levantado sintiéndote como un carro viejo,
pero ahora quiero que te sientas como un BMW nuevo. Y quiero que
seas consciente de que la autosuperación te convertirá en una versión
mejorada de ti misma. Esa es la razón por la que vivimos: ser cada vez
mejores. Aprender a superarlo todo, todo el tiempo, es el desafío y el
motivo por el que estamos aquí. Y tú, que eres una buena alumna, vas
a pasar esa prueba, así como ya pasaste por tantas otras y aprendiste de
ellas tantas cosas que hicieron de ti una persona mejor.
Una persona con mas experiencia no es necesariamente una persona
más vieja ni una persona más amargada. Una persona que atravesó mu­
chas experiencias en la vida, aun cuando la mayoría hayan sido tristes,
tiene todo el potencial necesario para convertirse en una persona mejor y
más feliz. La madurez viene de lo que aprendiste con esas experiencias, y
no del número de arrugas que acumulaste sufriendo por su causa.
El camino al cielo pasa por el infierno. Aunque lo sepas, debes es­
tarte preguntando: “¿Y si no llego?” Pero vas a llegar.
¿Te das cuenta ahora de que el drama que viviste fue una tontería?
¿No es igual de tonta tu tristeza? ¿No estás ya cansada de todo esto?
¡Entonces deja de sufrir! Es maravilloso sentirse bien con la vida, y tú
eres una mujer demasiado fantástica como para quedar amargada y
traumatizada por lo que te pasó.
Ahora eres una mujer nueva. Eso lo hemos decidido las dos. Eres
distinta de cuando empezaste a leer este libro: en ese momento se­
guías amargada, tenías muy pocas esperanzas de superar el desengaño
pronto, estabas segura de que eso era algo muy difícil de conseguir y

148
suponías-que tendrías que convivir con el dolor todavía un tiempo. La
nueva mujer con la que hablo ahora es más experimentada, está lista
para volver a relacionarse con un hombre, se quiere y se pone a sí mis­
ma en primer lugar en su nueva vida. Ponerse en primer lugar a una
misma es la clave para ser feliz. Esta mujer que eres, la que quiere ser
feliz, ésta en el camino correcto, decidida a superar todo obstáculo y a
ser la heroína de su propia vida.
Tu felicidad no debe depender más de factores externos, sino sola­
mente de los internos. Ten en mente que naciste completa, que tu pro­
pia compañía no es nada menos que excelente y que tú misma puedes
ser tu mejor amiga y la mejor compañera posible. Y date cuenta de que
el objetivo principal de sobreponerte no es encontrar a alguien más
con quien compartir tu vida, sino que debes hacerlo todo por ti misma.
Crece y sé mejor para ti, sin pensar en nadie más, y verás algo mágico
suceder en tu vida: se te acercarán mejores personas que antes, atraídas
por la energía que empezarás a desprender. La ley de la afinidad fun­
ciona de verdad: las buenas personas se encuentran espontáneamente
y tienen a andar juntas. Déjalo todo atrás, sé lo mejor que puedes ser y
verás que te acompañará gente que se corresponda con eso.
De modo que todo lo que necesitas ahora es vivir feliz, hacer lo que
te gusta, quererte, vivir cada día intensamente y perseguir tus metas
profesionales, académicas o del tipo que quieras. Eres dueña de ti mis­
ma y no puedes quedarte ahí con cara de estar esperando que aparezca
de pronto un príncipe bueno y fiel. Si aparece, será como consecuencia
del nuevo estilo de vida que adoptarás de hoy en adelante.
Tú eres tus experiencias y todo lo que has aprendido de ellas. Lo
que define esa gran persona que eres no es la diferencia entre la can­
tidad de tropiezos y la cantidad de victorias que hayas tenido durante
tu vida, sino todo lo que aprendiste de ellos y cómo manejaste lo in­
esperado. Ni los sacrificios que hiciste en nombre de otros, ni el anillo
de compromiso que llevaste, ni la persona con la que estuviste casada
te definen. Tú no eres esas cosas que solo formaron parte de tu vida
por algún tiempo. Lo que tú eres es la lección que aprendiste luego
de haberte sacrificado, haberte casado y haber atravesado distintas si­
tuaciones. De modo que haber sido engañada no te marca ni te hace

149
«na perdedora. Por el contrario, si logras sobreponerte con dignidad,
sin rencores y conservando el equilibrio emocional entonces se puede
decir que eres una ganadora.
Y existe un premio muy especial para la mujer que sea lo bastante
poderosa como para salir de una situación tan delicada del mejor modo
posible: las recompensas de la vida y del amor.
Es cierto: en este momento hay alguien buscándote, Madame Su­
peración. Él pasa sus días preguntándose por dónde andará esa mujer
maravillosa que tanto quiere encontrar y con la que pretende pasar el
resto de sus días. Y hace falta que tú le salgas al encuentro, porque él no
tiene manera de llegar a tu casa. Necesitas darle una oportunidad tanto
como darte una oportunidad a ti misma. Así que lo que tienes que ha­
cer es seguir adelante con tu vida, pues es adelante donde él está.
Hay una gran diferencia entre el idiota que te engañó y este hombre
increíble con el que todavía no te involucras. (Créeme: cuando lo en­
cuentres, darás gracias al cielo por haber sido engañada). Nunca desis­
tas de encontrar un amor grande y verdadero como el que te mereces.
No pierdas más tiempo y supera esa traición en este instante. Como ya
dijo alguien:

No importa en cuántos pedamos se baya roto tu corazón


El mundo no se detendrá para que lo repares
No se puede regresar en el tiempo
A sí que llena de plantas tujardín y embellece tu alma
En ve* de esperar que alguien te traiga flores
Aprende que puedes aguantar, que en realidad eres mity fuerte
Y que puedes ir mucho más lejos aunque sientas que no puedes más
¡Aprende que la vida tiene valory a tener valorfrente a la vida!
Nuestras dudas son traidorasy nos alejan del bien que podríamos lograr
Si no tuviéramos miedo de intentarlo

150
ÍNDICE

Agradecimientos 9
Presentación 11
Cosas que es importante que sepas 15
Comprendiendo lo incomprensible
(0 aceptando la verdad, mejor dicho) 17
Entendiendo lo que es la traición 23
Creyendo en Papá Noel 29
No hay mal que por bien no venga 41
Cuando te sientes como una basura (0 cuando, luego
de descubrir que te engañó, la autoestima se te cae al piso) 49
Cosas que debes hacer para mantenerte viva (Igual vas a
sobrevivir si no las haces, pero es mejor que las hagas) 53
Cosas que no debes hacer ni muerta 65
Una mansa paloma (Cuando él te traiciona a escondidas,
tú lo sabes y aun así sigues con él) 91
Cuando lo hace en tu cara
(A la luz del día o bajo tus narices) 99
Cuando él no se arrepiente de lo que hizo
y tú quieres ver corres su sangre 101
La mejor manera de vengarte 109
Lo que el viento (o la otra, mejor dicho) se llevó 121
Encontrándote de frente con ella 125
Cuando es tu amiga, o peor, tu mejor amiga 131
¿Y por qué me sigue doliendo? 139
Mis palabras finales, ahora que estás curada,
o a un paso de estarlo 147
■SI
* 1

. .,ÍJH
PPPfa
||9 B
tt\\'^ t x\ # ' ...

’fytk^ ' i BB
Wm* . ¿¿P m

» £ * * *

A VA ^ ' tp ,iR 1
ttV# X0
E'iV*

www.FreeLibros.com
5012345678900

5 0 1 2 3 4 5 67890(T

Potrebbero piacerti anche