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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN CIVIL

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ


Magistrado Ponente

STC8751-2014
Radicación nº 68001-22-13-000-2014-00266-01
(Aprobado en sesión de dos de julio de dos mil catorce)

Bogotá D.C., cuatro (4) de julio de dos mil catorce


(2014).

Decide la Corte la impugnación formulada frente al


fallo proferido el diecinueve de mayo de dos mil catorce por
la Sala Civil-Familia del Tribunal Superior de Bucaramanga,
en la acción de tutela promovida por Miguel Antonio
Villamizar Rincón contra el Banco Popular S.A. y los
Juzgados Segundo de Ejecución Civil Municipal y Primero de
Ejecución Civil del Circuito de la mencionada ciudad,
trámite al que se vinculó a el Juzgado Once Civil Municipal
del mismo Distrito Judicial.

I. ANTECEDENTES
A. La pretensión

El ciudadano solicitó el amparo de sus derechos


fundamentales a la igualdad, información, debido proceso,
Radicación nº 68001-22-13-000-2014-00266-01

defensa, vivienda digna, propiedad y acceso a la


administración de justicia, que considera vulnerados por
los accionados en el trámite del proceso ejecutivo
hipotecario instaurado en su contra, porque se libró
mandamiento de pago y se profirió auto que ordenó seguir
adelante la ejecución, sin tener en cuenta que el Banco
demandante no realizó la reestructuración del crédito y al
haber negado la nulidad que interpuso argumentando dicha
circunstancia.

En consecuencia, pretende, que se revoque la orden


de apremio y se deje sin efectos todo lo actuado en el litigio.
[Folio 14, c.1]

B. Los hechos

1. Refiere, el accionante, que en el Juzgado Cuarto


Civil del Circuito de Bucaramanga cursó juicio ejecutivo con
garantía hipotecaria del Banco Popular en su contra por el
pagaré No. 481-15-0014-2, el cual se dio por terminado en
virtud de la Ley 546 de 1999. [Folio 1]

2. En el año de 2012, la entidad financiera presentó de


nuevo demanda contra el acá tutelante, por el mismo
crédito, a fin de que éste le cancelara el saldo insoluto de la
mencionada obligación. [Folio 6, c.12]

3. El Conocimiento del asunto correspondió al


Juzgado Once Civil Municipal de la referida ciudad, que en
auto de 12 de febrero de 2013, libró mandamiento de pago,

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en la forma solicitada. [Folio 10, c.2]

4. Notificado el ejecutado, guardo silencio. [Folio 70,


c.2]

5. En virtud de lo anterior, el Juzgado en proveído de


26 de abril de 2013, decretó la venta en pública subasta del
bien objeto de la garantía hipotecaria. [Folio 72, c.2]

6. El 27 de noviembre de 2013, el demandado


presentó nulidad constitucional, bajo el sustento que no se
había realizado la reestructuración del crédito previo a
interponer la acción ejecutiva y en consecuencia, solicitó se
dejara sin efecto todo lo actuado a partir de la orden de
apremio, por cuanto los documentos soportes de la acción
no eran exigibles. [Folio 38, c.2]

7. En providencia de 9 de diciembre de 2013, se corrió


traslado a la parte demandante del incidente. [Folios 51,
c.2]

8. En decisión de 17 de febrero de 2014, se resolvió


negar la solicitud de invalidez, luego de considerar el
Juzgador que no vulneró el debido proceso al incidentante,
toda vez que «no se ha presentado ninguna nulidad legal o
constitucional, pues el interesado no ejerció el derecho de
defensa, toda vez que se vislumbra una nulidad sustancial, por
cuanto el requisito de procedibilidad por la reestructuración del
crédito, hace parte de la validez del título para que preste mérito
ejecutivo a las voces del artículo 488 del C. de P.C ., presupuestos

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que no fueron atacados por parte del accionado en su momento


procesal, a través de los recursos de ley o de las excepciones de
fondo, si fuere el caso». [Folio 56, c.2]

9. Inconforme el tutelante, interpuso recurso de


reposición y subsidio de apelación, en los que insistió en
que la actuación estaba viciada por violación al debido
proceso, como quiera que la entidad financiera no llevó a
cabo la reestructuración y el litigio no podía tramitarse.
Negado el primero se concedió el de alzada. [Folio 60, c.2]

10. En proveído de 24 de abril de 2014, el Juzgado


Primero de Ejecución Civil del Circuito de Bucaramanga,
inadmitió la impugnación, tras advertir que la decisión que
niega la declaración de nulidad, no es susceptible de tal
medio de defensa. [Folio 65, c.2]

11. En criterio del peticionario del amparo las


autoridades judiciales vulneraron sus derechos deprecados
porque, (i) el Juez municipal no debió librar mandamiento
de pago y proferir auto que ordenó seguir adelante la
ejecución, sin que el Banco demandante acreditara la
reestructuración del crédito, toda vez que la obligación sin
el agotamiento de dicho procedimiento no es exigible; y (ii)
el Juzgado Primero Civil de Ejecución del Circuito, al « haber
negado el Recurso de Apelación interpuesta por mi apoderado »,
incurrió en «una vía de hecho sustantiva», toda vez que debió
tener en cuenta la sentencia de constitucionalidad C-491 de
1995 y remitirse al artículo 8 de la Ley 153 de 1997 y
artículo 5 del Código de Procedimiento Civil, para aplicar lo

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establecido en el artículo 137 y el numeral 5º del artículo


351 de la norma adjetiva civil, y así resolver de fondo su
petición. [Folios 11 y 14, c.1]

C. El trámite de la instancia

1. El 26 de mayo de 2014, se admitió la acción de


tutela, ordenándose el traslado a los involucrados para que
ejercieran su derecho de defensa. [Folio 24, c.1]

2. El Juzgado Segundo de Ejecución Civil Municipal de


Bucaramanga, luego de hacer un recuento de lo actuado
ante dicho Despacho, indicó que no ha incurrido en vía de
hecho alguna o vulnerado los derechos fundamentales
alegados por la parte actora, pues sus decisiones se han
ajustado a las normas consagradas en la legislación procesal
como sustantiva. [Folio 33, c.1]

Po su parte el Juzgado Segundo de Ejecución Civil del


Circuito de la referida ciudad, manifestó que no observaba
queja contra dicho ente judicial, pues el trámite en tal
instancia se limitó a declarar inadmisible el auto que negó la
nulidad. [Folio 30, c.1]

Finalmente el Banco Popular S.A. pidió denegar el


amparo, por cuanto no existía transgresión alguna a las
garantías constitucionales del tutelante, por el contrario, lo
que pretendía el actor era revivir una oportunidad ya
fenecida dentro del proceso ejecutivo que adelantaba la
entidad financiera, pues atacaba el mandamiento de pago

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contra el cual ningún reparo había expuesto dentro del


litigio y además que con anterioridad a la presentación de la
demanda se había invitado al deudor reestructurar su
crédito, quien no dio contestación o reportó interés al
respecto. [Folio 34, c.1]

3. Mediante providencia de 19 de mayo de 2014, el


Tribunal negó la protección de los derechos invocados,
porque no se cumplían los principios de inmediatez y
subsidiariedad, como quiera que el actor pese a considerar
vulneratorios de sus derechos el auto de mandamiento de
pago y el proveído que ordenó seguir adelante la ejecución,
dejó transcurrir más de un año de proferidos éstos para
acudir a la jurisdicción constitucional, sumado a que no
interpuso los recursos de ley contra las decisiones referidas,
pese a que contó con todas las garantías al interior del
proceso. [Folio 71, c.1]

4. Inconforme con dicha providencia, el reclamante la


impugnó, para lo cual adujo, en síntesis, que la
jurisprudencia ha establecido que la inmediatez en el caso
de los procesos ejecutivos hipotecarios, se contabiliza de una
manera diferente, teniendo en cuenta que el juicio continúe
vigente y que no se haya rematado el bien objeto de la
garantía. [Folio 88, c. 1]

Sumado a lo anterior, indicó, que el a-quo no hizo


ningún pronunciamiento respecto a los hechos que daban
cuenta de que el Juez Primero de Ejecución Civil del
Circuito, incurrió en una vía de hecho sustancial, al

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inadmitir la apelación contra el auto que denegó la nulidad,


toda vez que desconoció el precedente constitucional
dispuesto en la sentencia C-491 de 1995, violando el
principio de congruencia y del debido proceso.

II. CONSIDERACIONES

1. Ha sido invariable la posición de la jurisprudencia


de esta Corte al señalar que los principios esenciales que
orientan la acción consagrada en el artículo 86 de la
Constitución Política son la inmediatez y la subsidiariedad
de dicho mecanismo.

Visto desde la perspectiva de la finalidad del amparo,


el primero de los presupuestos señalados impide que la
tutela se convierta en factor de inseguridad jurídica y en
fuente de vulneración de garantías constitucionales de
terceros, como también que se desnaturalice el trámite
mismo, en tanto la protección que constituye su objeto, ha
de ser efectiva e inmediata ante una vulneración o amenaza
actual.

Frente a este tema, la jurisprudencia de esta Sala ha


sostenido que:

En punto al requisito de la inmediatez, connatural a esta


acción pública, precisa señalar que así como la Constitución
Política, impone al Juzgador el deber de brindar protección
inmediata a los derechos fundamentales, al ciudadano le
asiste el deber recíproco de colaborar para el adecuado
funcionamiento de la administración de justicia (ordinal 7,
artículo 95 Superior), en este caso, impetrando

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oportunamente la solicitud tutelar, pues la demora en el


ejercicio de dicha acción constitucional, puede tomarse, ora
como síntoma del carácter dudoso de la lesión o puesta en
peligro de los derechos fundamentales, o como señal de
aceptación a lo resuelto, contrario en todo caso la urgencia,
celeridad, eficacia e inmediatez inherente a la lesión o
amenaza del derecho fundamental.

Precisamente, en orden a procurar el cumplimiento del


memorado requisito, la Sala en reiterados pronunciamientos
ha considerado por término razonable para la interposición
de la acción el de seis meses . (CSJ STC, 29 Abr 2009,
Rad. 2009-00624-00).

Así las cosas, el eventual afectado debe procurar


acudir oportunamente a esta herramienta excepcional, pues
no se puede convertir en generador de incertidumbre e
incluso de quebranto de los derechos de otras personas.

En relación a los presupuestos en mención, cuando se


trata de procesos ejecutivos por créditos de vivienda, se ha
hecho énfasis por parte de la jurisprudencia constitucional
en que el Juez debe revisar para conceder la protección
que: (i) la acción haya sido interpuesta oportunamente y (ii)
que se hayan ejercido los mecanismos de defensa con los
que se cuenta dentro del proceso como una diligencia
mínima.

Así, que en la Sentencia SU-813 se estableció:

Los jueces que estén conociendo de acciones de tutela


relativas a la terminación de procesos ejecutivos que se
refieran a créditos de viviendas iniciados con anterioridad
al 31 de diciembre de 1999, deberán seguir, entre otros, el
precedente sentado en la presente sentencia de unificación.
Por lo tanto, a) deberán conceder la acción de tutela cuando
i) este haya sido interpuesta de manera oportuna antes de
que se haya registrado el auto aprobatorio del remate o de

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adjudicación del inmueble y ii) cuando el demandante en


dicho proceso ejecutivo haya actuado con una diligencia
mínima dentro del mismo. (Sentencia SU-813 de 2007,
reiterada en Sentencia T-1240-08). (Subrayado fuera
del texto)

En un reciente pronunciamiento, el Alto Tribunal de lo


Constitucional indicó:

En tratándose de procesos ejecutivos hipotecarios iniciados


antes de 1999, esta Corporación ha especificado que el
principio de inmediación se cumple –para efectos de
proteger a terceros adquirientes de buena fe– si la acción de
tutela ha sido instaurada antes de que el bien rematado en
pública subasta sea registrado. (Sentencia T-881-2013)

2. En el caso sub-judice, se advierte que el actor alegó


la ausencia de reestructuración mediante objeción a la
liquidación del crédito que presentó la entidad financiera, y
después insistió en dicho pedido, a través de incidente de
nulidad, antes de que se adelantara la diligencia de remate,
actuación que se sabe, no ha ocurrido, por tanto, se cumple
con el principio de inmediatez, echado de menos por el juez
de primera instancia.

En tal sentido, cabe aclarar que por ser un proceso


ejecutivo hipotecario, que efectivamente no termina con la
ejecutoria de la sentencia, para el cotejo de la oportunidad
temporal en la interposición de la tutela, debe atenderse al
hecho de que después del fallo siguen cursando actuaciones
en busca de su realización y del cumplimiento del objeto del
juicio, que es la efectividad de la garantía para satisfacer el
crédito cobrado, antes del remate, y que mientras ello

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ocurre, como ha advertido la jurisprudencia 1, el accionante


debe agotar los medios procesales para que cese la posible
vulneración a sus derechos fundamentales, como acá
ocurrió, pues la última actuación realizada, a efectos de
exponer la falta de reestructuración del crédito, se dio el 24
de abril de 2014.

3. En cuanto al requisito de subsidiariedad, encuentra


la Sala que también fue atendido, porque pese a que no se
expuso el reclamo mediante las excepciones de mérito, lo
cierto es que el ejecutado ha hecho uso dentro del proceso
de otros mecanismos de defensa judicial, tales como el de la
objeción al crédito y el incidente de nulidad, en los que
planteó la imposibilidad de continuar con el cobro, en tanto
que no existía título exigible para ello.

Lo que demuestra que tal como lo requiere la


jurisprudencia, el deudor ha actuado con un mínimo de
diligencia, en especial cuando la controversia no ha
trascendido a terceros, porque la almoneda no se ha llevado
a cabo.

De tal suerte, que contrario a lo afirmado por el


Tribunal Superior, el accionante no ha sido negligente ni
descuidado, a efectos de alegar la falta de reestructuración
del crédito, sino que ha actuado de manera diligente en
busca de la protección de sus derechos dentro del proceso
ejecutivo.

1
Sentencia T-7108 de 2012.

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4. Por otra parte, aún si los mencionados requisitos no


se reunieran, lo que no ocurre en el caso- se itera-,
excepcionalmente esta Corporación ha admitió la concesión
del amparo, en algunos casos, en los que la decisión
judicial vulneró de manera protuberante los derechos
fundamentales o las normas de orden público, en tanto que
no resultaba conveniente anteponer tales exigencias, pues
no constituían un obstáculo insuperable que impidiera
otorgar la protección.

En tal sentido, en oportunidad anterior, ante la


evidente vulneración de las garantías constitucionales, la
Sala concedió la tutela, a pesar de que no se agotaron los
mecanismos ordinarios de defensa judicial, ni se promovió
en forma oportuna el amparo, con el fin de « proteger los
derechos reclamados por la parte accionante, en aras de
garantizar la prevalencia del derecho sustancial sobre el
procesal». (ST de 12 de octubre de 2012. Exp. 2012-1545-
01)
Igualmente, se aceptó que en atención a la esencia de
la acción bajo análisis, «ésta no puede verse limitada por
formalismos jurídicos, porque aunque no se pone en duda que su
viabilidad está supeditada a la verificación de ciertas condiciones
de procedibilidad, la jurisprudencia constitucional ha
determinado que la mera ausencia de un requisito general de
procedencia, no puede erigirse en parámetro absoluto para privar
al actor del goce efectivo de sus derechos superiores, ni para
prohijar su quebranto con la actitud silente del juez que conoce
del reclamo dirigido a obtener su protección ». (ST de 13 de
agosto de 2013. Exp. 2013-093-01)

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De manera, que a pesar de que no se cumplan los


presupuestos de subsidiariedad e inmediatez, si es evidente
que el funcionario acusado, vulneró los derechos
fundamentales del accionante, como consecuencia de un
defecto material, al haber ordenado seguir adelantado la
ejecución sin la existencia de un título exigible, con
desconocimiento de lo establecido en el artículo 42 de la Ley
42 de 1999, se amerita la concesión excepcional de la
tutela.

5. Sentado lo anterior, establecido que se reunieron


los requisitos de procedibilidad, debe decirse que
tratándose de la reestructuración de créditos de vivienda,
como requisito esencial para promover un nuevo cobro
compulsivo, luego de haberse terminado uno anterior en
virtud de lo previsto por el artículo 42 de la Ley 546 de
1999, esta Corte ha definido como obligatorio el
cumplimiento de dicho presupuesto, por incumbir
propiamente a la exigibilidad del título, de modo que no
consumar con esa premisa impide la segunda ejecución.

En tal sentido, ha expresado la Sala que:

“En efecto, la citada reestructuración es obligación de las


entidades crediticias, a efectos de ajustar la deuda a las
reales capacidades económicas de los obligados, cuestión
exigible a los cesionarios si se tiene en cuenta que aquéllos
reemplazan en todo al cedente. Esta Corporación en casos
de contornos similares, ha sido coherente en predicar la
imposibilidad de continuar con una ejecución cuando no se
encuentra acreditada la reestructuración del crédito. (CJS
STC 31 oct. 2013, Rad. 02499-00)

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Este mismo criterio se expresó en sentencias de 20 de


Mayo de 2013, Rad. 00914-00, 22 de junio de 2012, Rad.
00884-01, 19 de septiembre de 2012, Rad. 00294-01 y 13
de febrero de 2014, Rad. 2013-0645-01.

De ahí, que la falta de la realización del procedimiento


mencionado, se convierte en una limitación insuperable
para que se presente una nueva demanda y se continúe con
la ejecución del juicio hipotecario que específicamente se
cobran créditos de vivienda.

6. En estricta sujeción a los anteriores lineamientos,


deviene evidente que la segunda ejecución adelantada por el
Banco Popular, no podía llevarse a cabo, sino una vez que
hubiera finalizado el proceso de reestructuración del
crédito, pues de no hacerse, como se ha dicho, hace que la
obligación sea inexigible, toda vez que desconoce la expresa
condición impuesta por el artículo 42 de la Ley 546 de
1999, que previó que terminada la primera ejecución, la
entidad financiera debía proceder en la forma en que se ha
explicado.

Sin embargo ello no ocurrió, toda vez que el mismo


ejecutante, admitió que no realizó la reestructuración del
crédito, porque el demandado no se acercó a su llamado
para optar por uno de los mecanismos de financiamiento
ofrecidos por la entidad, razón por la que considera no le
son exigibles dichos parámetros.

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Lo que resulta injustificable, pues se itera, ese fue el


fin primordial por el cual se declaró la terminación del
primer cobro compulsivo, tal como puede desprenderse lo
dicho por el demandante, quien a sabiendas de la
obligación que le asistía citó a su deudor y le indicó que:
«comprenderá (n) que de no obtener, dentro del plazo antes
indicado respuesta positiva a nuestro ofrecimiento, el Banco
deberá continuar las acciones ordenadas por la Corte
Constitucional enviando a la Superintendencia Financiera la
petición para esa entidad defina lo relativo a la reestructuración
del crédito, dentro de los treinta (30) días siguientes contados a
partir de nuestra solicitud. Terminado el proceso de
reestructuración el Banco iniciará las acciones legales pertinentes
para el cobro de la obligación». [Folio 49, c.1]

En tal sentido debe recordar la Sala que la Corte


Constitucional también previó la imposibilidad de que el
deudor y la entidad financiera no llegaran a un acuerdo en
cuanto a la modificación de las condiciones del crédito, por
lo cual indicó varias posibilidades en la Sentencia SU-787
de 2012, en la que se señaló:

En ausencia de un acuerdo de voluntades, ello supone que


la ley, o en su defecto, la jurisprudencia, deben fijar las
condiciones en las que esa reestructuración resultaría
imperativa.
Para ese efecto era preciso fijar unos criterios, derivados de
la Constitución y de la naturaleza de las cosas, el primero
de los cuales sería el de que la reestructuración tiene como
propósito restituir al deudor en su capacidad de pago, al
menos en relación con el momento en el que inició la mora.

De este modo, una primera posibilidad, sería reconstituir


las condiciones del crédito, asumiendo, para ese efecto, que
no se hubiese presentado la mora. Ello implicaría que una

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vez reliquidado el crédito y aplicados los abonos, el deudor


pagase, con sus respectivos intereses, las cuotas que para
ese momento estuviesen en mora, y prosiguiese pagando el
saldo de la obligación por lo que restase del tiempo
inicialmente pactado. Así por ejemplo, en un crédito
pactado, como en este caso, en 1996, a 15 años, a partir
del 7 de julio de ese año, si el deudor entró en mora en
marzo 7 de 1999 y se le inició un proceso ejecutivo en el
mes de julio de ese año, que por virtud de la ley debía
darse por terminado en el año 2000, para normalizar su
situación, una vez reliquidada la obligación y realizados los
abonos correspondientes, el deudor tendría que pagar la
cuotas vencidas, que serían al menos 12, y luego seguir
pagando las cuotas reliquidadas, por los restantes once
años.

La anterior solución, sin embargo, resulta insuficiente para


el propósito de restablecer al deudor en su capacidad de
pago que se vio alterada por unas condiciones
inconstitucionales en la liquidación de los créditos.

Una segunda posibilidad, entonces, sería reestructurar la


obligación, tomando como referencia la fecha en la que el
deudor incurrió en mora, pero sin exigirle el pago inmediato
de las cuotas atrasadas, sino proyectando la totalidad del
saldo por el plazo que para ese momento estuviese
pendiente conforme a las condiciones inicialmente
pactadas. Aquí cabría, incluso, tomar el tiempo pendiente
para el momento de la reestructuración, o el que estuviese
pendiente en el momento en el que el deudor incurrió en
mora.

Una tercera posibilidad sería aquella en la cual, sin


perjuicio de los acuerdos a los que pudiesen llegar las
partes, la reestructuración se hiciese tomando para ello el
plazo máximo previsto en la ley, que es de quince años,
contados a partir del momento en el que se realice la
reestructuración. Las demás condiciones serían las del
crédito reliquidado, con los ajustes que quepa hacer de
acuerdo con la ley, y aplicando, en cualquier caso, el que
resulte más beneficioso para el deudor.

7. En ese orden, es claro que el Juzgado Segundo de


Ejecución Civil Municipal de Bucaramanga transgredió el
derecho al debido proceso del tutelante, pues continuó con

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la ejecución del crédito hipotecario sin que se reunieran los


requisitos indispensables para que la deuda fuera exigible,
de conformidad con la Ley y la jurisprudencia, a pesar de
que como lo ha referido esta Corte, el Juez tiene el deber de
volver sobre los presupuestos procesales, al momento de
dictar sentencia, para examinar si los requisitos exigidos
para que se librara el respectivo mandamiento de pago se
encuentran presentes -art. 497 del Código de
procedimiento civil-, y así verificar si existen las
condiciones que le dan eficacia al título base del recaudo,
sin que en tal caso se encuentre el fallador restringido por
la orden de apremio proferida al comienzo de la actuación
procesal, para optar no continuar con la misma, si fuera el
caso. (CSJ STC 8 ago. 2012, Rad. 00134-01)

Al respecto esta corporación, en un caso de similares


características precisó que:

“Del contenido de la enunciación anterior se deduce la


procedencia de la protección extraordinaria demandada en
este caso, por cuanto del repaso de la sentencia aquí
cuestionada se establece, que ciertamente la Corporación
acusada incurrió en un proceder opuesto al ordenamiento
jurídico, puesto que la interpretación del Tribunal se aparta
de los pronunciamientos que la Corte ha emitido sobre la
exigencia de reestructurar el crédito cobrado en un juicio
terminado en virtud del artículo 42 de la Ley 546 de 1999,
como requisito para adelantar la nueva ejecución” (CSJ STC
13 feb. 2013, Rad. 02956-00).

8. No obstante, en relación a la decisión del Juzgado


Primero de Ejecución Civil del Circuito de Bucaramanga, de
inadmitir la apelación interpuesta en contra del auto que
denegó la nulidad, se advierte que dicha decisión no es

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constitutiva de una abierta u ostensible irregularidad, que


haga necesaria la intervención del juez constitucional.

Nótese que la autoridad judicial, con fundamento en


la interpretación de las normas legales aplicables al caso,
esto es, cardinalmente lo preceptuado en los artículos 147
y 351 del Código de Procedimiento Civil, expuso los motivos
para arribar a la conclusión criticada, deduciendo, en su
orden, que la determinación del a-quo atacada, no era
susceptible del recurso de alzada, como quiera que no está
prevista como apelable en las normas citadas y en ninguna
otra disposición de la norma adjetiva civil.

Esta Sala, referente a la apelabilidad del proveído que


niega una nulidad, ha sostenido que:

(…) en razón de la reforma de que fuera objeto el precepto


que determina las decisiones susceptibles de ese medio de
defensa, en virtud de lo normado por el artículo 14 de la
[L]ey 1395 de 2010, […] el auto en contra del cual procede
formular el recurso que se comenta, es aquel que ‘declare la
nulidad total o parcial del proceso’ (numeral 5° artículo 351
C.P.C.), lo cual se encuentra en perfecta consonancia con lo
previsto en el artículo 147 de la codificación procesal, que
establece que ‘el auto que decrete la nulidad de todo el
proceso, o de una parte del mismo, sin la cual no fuere
posible adelantar el trámite de la instancia, será apelable
en el efecto suspensivo. El que decrete la nulidad de una
parte del proceso que no impida la continuación del trámite
de la instancia, lo será en el efecto diferido».

Es palmario, entonces, que con la entrada en vigencia de la


Ley 1395 de 2010, se suprimió del ordenamiento jurídico, la
procedibilidad del recurso de apelación frente al proveído
que, al resolver de fondo la solicitud de invalidez, la
deniega. (SCSJ STC, 18 Abr 2012, Rad. 00705-00).

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De ahí, que el fundamento expuesto en la


determinación constituye una interpretación judicial válida
y razonable, por lo que no se avizora la configuración de
ninguno de los requisitos para que prospere la acción de
tutela contra las providencias judiciales y, por tanto, se
itera, no se advierte violación a los derechos fundamentales
de la tutelante, por parte de esa Corporación.

9. Bajo ese panorama, la Sala concluye que la


protección debía otorgarse en relación a la actuación
surtida ante el Juzgado Segundo de Ejecución Civil
Municipal de Bucaramanga, razón por la cual se revocará el
fallo impugnado, se concederá el amparo suplicado y para
poner a salvo los derechos reclamados, se ordenará a dicho
Despacho que dentro de las 48 horas siguientes a la
notificación de este fallo, deje sin valor y efecto el auto que
ordenó seguir adelante la ejecución de 26 de abril de 2013,
así como las actuaciones que de éste se desprendan, con el
propósito de que el fallador accionado examine la temática
relacionada con la exigencia de reestructurar el crédito
cobrado en un juicio terminado en virtud del artículo 42 de
la Ley 546 de 1999, como requisito para adelantar la nueva
ejecución, teniendo en cuenta las precedentes reflexiones.

II. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley,

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Radicación nº 68001-22-13-000-2014-00266-01

RESUELVE:

PRIMERO. REVOCAR la sentencia impugnada.

SEGUNDO. TUTELAR el derecho fundamental al


debido proceso, invocado por el accionante en relación a la
actuación surtida ante el Juzgado Segundo de Ejecución
Civil Municipal de Bucaramanga.

TERCERO. ORDENAR en consecuencia, Juzgado


Segundo Civil de Ejecución Municipal de Bucaramanga que
dentro de las 48 horas siguientes a la notificación de este
fallo, deje sin valor y efecto el auto que ordenó seguir
adelante la ejecución de 26 de abril de 2013, así como las
actuaciones que de éste se desprendan, con el propósito de
que el fallador accionado examine la temática relacionada
con la exigencia de reestructurar el crédito cobrado en un
juicio terminado en virtud del artículo 42 de la Ley 546 de
1999, como requisito para adelantar la nueva ejecución,
teniendo en cuenta las precedentes reflexiones.

Comuníquese telegráficamente lo aquí resuelto a las


partes; y, en oportunidad, remítase el expediente a la Corte
Constitucional, para su eventual revisión.

JESÚS VALL DE RUTÉN RUIZ

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Radicación nº 68001-22-13-000-2014-00266-01

MARGARITA CABELLO BLANCO

RUTH MARINA DÍAZ RUEDA

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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