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Las energías renovables, aún muy

costosas
Bjørn Lomborg Profesor De La Escuela De Administración De Empresas De
Copenhague, Director Del Centro De Consenso De Copenhague
Todavía muchos creen que las energías renovables nos liberarán de los
combustibles fósiles en breve. Pero por desgracia, todo indica lo contrario. Según
datos de la Agencia Internacional para la Energía, en 1971, el 13,12% de la
energía mundial procedió de fuentes renovables. En 2011, esa cuota disminuyó al
12,99%. Pero una encuesta reciente señala que los estadounidenses creen que
en 2035 el uso de energías renovables ascenderá al 30,2% del total, cuando
en realidad, es probable que la cifra sea 14,5%.
En la actualidad, la energía solar y la eólica constituyen una fracción ínfima de las
fuentes renovables: alrededor de un tercio de punto porcentual (0,33%).
La enorme mayoría de la energía renovable procede de la biomasa, es decir,
madera y otros materiales vegetales, la fuente de energía más antigua de la
humanidad. Y si bien la biomasa es renovable, a menudo su uso no es ni
conveniente ni sostenible.
En los países de Europa occidental antes de la industrialización, el uso de madera
como combustible provocó un proceso masivo de deforestación (lo mismo que
ocurre en la actualidad en gran parte del mundo en desarrollo). La contaminación
doméstica producto de la biomasa mata cada año a más de tres millones de
personas. Asimismo, los cultivos energéticos modernos aumentan la
deforestación, compiten con la agricultura por el uso del espacio y empujan al alza
los precios de los alimentos.
Los lugares del mundo donde más se usan energías renovables son también
los más pobres.
África obtiene de fuentes renovables casi el 50% de su energía, en comparación
con el 8% de la OCDE. Incluso los países europeos de la OCDE, donde la cuota
es 11,8%, están debajo de la media mundial. La realidad es que la humanidad se
pasó los últimos siglos tratando de abandonar las energías renovables. En 1800,
el mundo obtenía de este tipo de fuentes el 94% de su energía, pero esa cifra
no ha dejado de disminuir desde entonces.
La adopción de los combustibles fósiles fue un cambio trascendental que produjo
grandes beneficios. Por supuesto, trajeron sus propios problemas ambientales. Y
si bien hay diversas innovaciones tecnológicas que redujeron considerablemente
la contaminación atmosférica local, el problema de las emisiones de CO2 sigue
en pie. De hecho, es el principal motivo del clamor mundial en pos de una
vuelta a las energías renovables.
Pero estamos lejos de ello. Las políticas ecologistas actuales fallan por una razón
muy sencilla: las energías renovables son demasiado caras.
La solución es lograr innovaciones para abaratarlas. Necesitamos aumentar
drásticamente la financiación en investigación y desarrollo, para que las próximas
generaciones de tecnología eólica, solar y biomásica sean más baratas y eficaces.
Copyright Project Syndicate, 2013.

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