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EL ESQUEMA NARRATIVO PUESTO A PRUEBA

Para poder entender el esquema narrativo debemos de abordar desde la


epistemología, sin embargo, resulta deficiente en muchos aspectos; por otro lado, debemos
de tomar en cuenta el enfoque para abordar el concepto. De acuerdo a Propp, puede ser
inscrito como un "resultado definitivo", y si la cientificidad consiste en discernir las
verdaderas regularidades, y en las ciencias humanas, las regularidades significantes, el
esquema narrativo puede ser aceptado como auténticamente científico. El hecho es
bastante raro para señalarlo de entrada. Ahora bien, para entender el esquema narrativo
debemos de preguntarnos ¿Desde qué punto de vista estamos enfocando el esquema
narrativo? Si no comenzamos a responder esta pregunta nos encontraremos en una
tendencia a conjuntar y armonizar corrientes de pensamiento o ideas opuestas, como la
teoría está inscrita en la lengua, es por lo mismo susceptible de los mismos accidentes. Sin
embargo, la relación del "punto de vista" con el objeto no está clara. Desde un punto de
vista operativo, esto equivale a admitir que el esquema narrativo es "visto" desde las
llamadas estructuras profundas; que, en lo esencial, la dirección asumida por las
estructuras profundas es suficiente para dar cuenta Reflexionando sobre la continuidad
lingüística y sobre sus inevitable de la progresión de las estructuras narrativas de superficie;
que las estructuras narrativas ele superficie expanden las estructuras profundas e, incluso,
que estas últimas concentran, resumen, reúnen el contenido esparcido de las estructuras
narrativas.

En primer lugar, la universalidad del esquema narrativo es doblemente condicional:


tiene por base la universalidad de las estructuras profundas, es cierto; pero si la
universalidad no fuera como se la supone, o si fuera de otro orden, tal ajuste repercutiría,
por solidaridad entre estructuras, sobre el esquema narrativo.

En segundo lugar, la universalidad del esquema narrativo reposa en un axioma no


declarado: la exclusividad de las estructuras profundas. La universalidad, siempre de
hecho, nunca de derecho, es una verdadera violencia, ya que reposa sobre una exclusión
inconfesada, pues, en parte, es inconfesable.

Así mismo el esquema narrativo extrae lo necesario, pero no lo posible. Y al insistir


en un cierto determinismo desvía, en parte, a la semiótica de su tarea más propia, a saber.
hacer el inventarío de las posibilidades esquemáticas, las únicas que pueden dar cuenta de
la diversidad de las culturas, de su probable invención y su relativa precariedad. En efecto
el esquema narrativo no se puede separar de una "fonologización de la semántica” ya que
asume, el hecho la predilección de la fonología por las relaciones de contrariedad. Por otro
lado, la esquematización del esquema narrativo es, por tanto, una exigencia formal.

Seguidamente el esquema narrativo se presenta como el camino real de la


narrativídad, comporta, no obstante, otras dimensiones. Trataremos de examinar ahora
aquéllas que se apuntan en Semiótica 1, así corno la relación del esquema narrativo
greimasiano con el modelo propuesto por Lévi-Strauss. En consecuencia, el esquema
narrativo resulta adecuado al objeto que se propone, a saber, la descripción de la
efervescencia de relaciones que surgen en los relatos basados en la opción del devenir,
pero presenta desde el mismo instante los defectos de sus cualidades, es decir, una
ineptitud virtual para abordar relatos basados en una opción diferente, como son las del
sobrevenir y el revenir, e incluso en la combinación de ambos.

Consecuentemente resulta claro que las "grandes" categorías, las categorías


extensas de Hjelmslev, son convertidas en narratividad en virtud de las consideraciones
siguientes.

En efecto la temporalidad y la espacialidad intervienen no solamente al final del


recorrido generativo, sino desde un comienzo. es decir, desde las estructuras profundas,
las cuales deberían ser calificadas de figúrales por una teoría sermonea que se reclama
partidaria del principio de inmanencia, si pretende ser consecuente. Por otro lado, la
duración aspecto la diferenciación o la identificación de la temporalidad y de la
aspectualídad es para los lingüistas un asunto de punto de vista o de convención, mas no
de verdad y la modalización juegan, al parecer, en función de los contextos, un rol de
interfaces entre el tempo y el espacio. Según la expresión de H. Parret afirma que serían
reconocidas como las manifestantes, corno las efigies de los valores críticos que genera la
incidencia arcana del tempo sobre el espacio: relacionadas con el tempo. las modalidades
sirven como detención o como impulso; relacionadas con el espacio, se imponen en cuanto
oclusión o en cuanto apertura Sí las modalidades formaran el plano de la expresión de
valores críticos o de desniveles entre salientes, su emergencia y su de separición
ostentarían una analogía con las transiciones de fase.

Sin embargo, existen contradicciones de Lévi-Strauss y de Propp. En primer lugar,


regula no solamente la relación entre las partes, sino también la que interviene entre partes
de partes. Invocando la jerga de la secta, podríamos decir que el campo de ejercicio. sino
de desolación, de la contradicción comprende lo inter y lo intra al mismo tiempo. En segundo
lugar, la contradicción debe vincularse a la aspectualidad; no a la aspectualidad procesal
reconocida por las gramáticas, sino a una aspectualidad crítica, que reduce las propiedades
del objeto a sus límites

Por otro lado, la reflexión de Lévi-Strauss. como la de Greimas por lo demás, se


inscribe en una problemática no tanto lógica, o logícista, cuanto semiótica, sino serniósica.
En el estudio que consagró a Victor Hugo, Baudelaire se pregunta: ¿Cómo es que el padre
uno ha podido engendrar la dualidad y se ha metamorfoseado en una población
innumerable? Misterio la totalidad infinita de los números, ¿debe o puede concentrarse de
nuevo en la unidad original?

Así mismo, las incertidumbres relativas al esquema narrativo se hallan inscritas en


la dependencia del esquema con relación a las estructuras profundas, donde los inventarios
menos abiertos dan cuenta de los inventarios más abiertos; la recurrencia, el
reconocimiento, la identificación, son los obreros del sentido.

Seguidamente si tratáramos de delimitar en pocas palabras lo que se ha llamado el


estructuralismo de los años sesenta, se puede notar que se han confundido dos
problemáticas: Una problemática existencial: la postulación de estructuras elementales de
la significación, otra problemática predicativa: la postulación de tales estructuras
elementales de la significación (y no de otras).

Ahora bien, resulta difícil seguir avanzando en la investigación de estos temas sin
abordar, en un momento o en otro, la problemática de la realidad semiótica, o del realismo
semiótico.

A diferencia del abordaje filosófico, que procede decididamente a priori y que admite
la existencia de lo que llama "lo dado", el contenido de la problemática sólo es aquí la
resultante de las condiciones de acomodación. Esta problemática debe ser homogénea e
integrante en cuanto a las dimensiones conservadas, a saber, el valor, la totalidad y, puesto
que la relatividad no da tregua, la intensidad.

En consecuencia, el objeto semiótico se sitúa en el punto de intersección de las gran


des funciones semióticas, y en ese punto, el consenso está menos alejado de lo que parece:
este reconocimiento no significa el desalojo puro y simple de las "cosas", sino simplemente
su encuadramiento, es decir, que estas últimas forman parte del plano de la expresión.
Ahora bien, tratando de centrar la discusión, es claro que esquema narrativo no es
más que. un esquema narrativo; en segundo lugar, que un esquema narrativo es solidario
de un régimen de valores, o de un sistema de valores, que lo manifiesta: por último, que el
contenido de los valores es tributario de su extensión y de lo que podríamos llamar su grado
de distinción.

Por otro lado, Para el pensamiento científico, la afectividad se considera


embarazosa, superflua y, para colmo de infamia, irracional; pero esta objeción es como un
negativo que revela, si se le da vuelta, los límites, sino las anteojeras, del intelectualismo.
El pensamiento racional sólo es operante en los límites que se empeña en mantener,
mientras que lo propio del pensamiento consiste con frecuencia en echar una ojeada más
allá de los límites.

Finalmente, no podríamos examinar la validez del esquema narrativo sin aludir al


interés sostenido, a las observaciones penetrantes, a los aportes constructivos que P.
Ricoeur no ha cesado de hacer a la "gramática narrativa" de Greimas y a su obra en general.

“El esquema narrativo resulta deficiente en muchos aspectos definitivos”

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