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En las sesiones pasadas revisamos algunos ejes de un debate -aun abierto- sobre los juicios
de valoración de la música. Vimos como en los extremos de este debate están, por un lado
los que plantean que hay obras musicales que pueden considerarse superiores por sus
cualidades intrínsecas, las cuales las hacen obras universales, de un valor indiscutible, más
allá del tiempo histórico y las culturas específicas en las que sean apreciadas. En el otro
extremo estaría la visión que señala que la valoración de las obras musicales es un proceso
social, contingente o históricamente situado (por tanto relativo), que no se desprende
automáticamente de cualidades internas a las mismas, sino de los criterios y gustos históricos
dominantes en ese momento y esa cultura específica.
A esto es necesario agregar y citar a Kant (1724-1804), quién menciona que un juicio estético
es de base subjetiva que muchas veces se hace con pretensión de universalidad. Por lo que
va más allá de una simple sensación de placer, ya que se pretende que todo el mundo también
esté de acuerdo con ciertos juicios de valor estéticos que el mundo global ha permitido que
los grupos hegemónicos impongan para de esta manera tener una música también
globalizada.
En conclusión, pienso que así como hay diversas culturas, muchas de ellas aglomeradas en
naciones o estados y diversos pensamientos e ideologías pienso que hay diversos juicios de
valoración estética de las artes que deben ser respetados en el marco de la globalización por
lo que las músicas deben tener unos juicios de valoración propios de sus culturas y no verse
en la necesidad de buscar la aprobación o legitimación de un solo grupo hegemónico, que
pueda hacerlas perder sus esencias y su valor artístico o étnico, por ejemplo, pienso que es
un error hacer una legitimación o tratar de hacer una valoración estética de la música de
tradición oral o étnica con juicios de valoración estéticos occidentales así como sería un error
hacer dichos juicios de valoración estéticos y buscar su aprobación de la manera opuesta.
Por lo tanto debemos luchar por un mundo multipolar en el cual se respeten las culturas, las
ideologías, la política, lo político, el arte, los idiomas, la gastronomía y todo el conjunto de
etcéteras que forman parte de cada pueblo o grupos humanos que si bien es cierto estamos
separados por líneas imaginarias, somos iguales en cuanto a especie aunque muy diversos en
cuanto a pensamiento por lo que las músicas de cada cultura no deben buscar la aprobación
estética con un solo juicio de valor estético, político o sociocultural sino que todas se
desarrollen con sus propios juicios y logren una coexistencia artística en el marco del respeto.