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El pensamiento crítico es una herramienta fundamental para el ser humano en su búsqueda de

confort y mejoramiento de su calidad de vida. Cuando leemos, transcribimos las palabras en


significados; previamente, el autor ha traducido ideas y experiencias que han sido expresadas en
palabras. Tomando esas mismas palabras debemos transcribirlas nuevamente al significado original
propuesto por el autor, ayudándonos con nuestras propias ideas y experiencias. Interpretar con
precisión el significado intencionado involucra un conjunto de actos analíticos, evaluativos y
creativos. Desafortunadamente, pocas personas traducen con habilidad; pocas pueden reflejar con
precisión el significado intencionado del autor, pues proyectan en el texto su propia interpretación;
teniendo como consecuencia una distorsión y no entender el significado original escrito por los
autores.
Uno de los autores más representativos de este campo de estudio es Richard Paul, quien afirma que
“la calidad de nuestra vida y lo que producimos, hacemos o construimos depende precisamente de
la calidad de nuestro pensamiento. Un pensamiento de mala calidad, pobre, es costoso, tanto en
términos de dinero como de calidad de vida. La excelencia en el pensamiento, sin embargo, debe
ser cultivada de manera sistemática”.
Tener un pensamiento crítico nos permite resolver problemas académicos, laborales o incluso de
nuestra vida diaria; tiendo como referencia y patrón una pregunta, la manera en que se abarca, los
diferentes procesos y finalmente una conclusión o respuesta a lo planteado anteriormente. La mejor
forma de leer es analizando la lógica de lo que se está leyendo, evaluarla mediante estándares
intelectuales tales como: claridad, precisión, certeza, relevancia, significado, profundidad, amplitud,
lógica y equidad. La enseñanza y el aprendizaje del pensamiento crítico son entonces objetivos
importantes para la educación en todos los niveles. Por eso, como estudiantes necesitamos
preguntar, explorar y compartir lo que sabemos, imaginamos e ignoramos, así como aprender a
aplicar nuestro conocimiento y nuestros sentimientos sin temor al ridículo o al bullying que nos
pueden hacer nuestros compañeros y profesores. Ahora si no tenemos esta forma de interacción en
el aula, casa o hasta en la calle, no tendríamos herramientas para evaluar nuestro propio
pensamiento y, en consecuencia, no podríamos cambiar nuestras ideas o emociones

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