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Los principios básicos de la Doctrina Espírita II El Espiritismo cristiano

Publicado el 12/10/2011 por centroespiritaleondenis

¿Quién es Jesús para los espíritas? ¿Qué significa el Evangelio?¿Por qué sigue el Espiritismo la moral
cristiana?¿Qué es el Espiritismo cristiano? ¿Cuál es la misión del Espiritismo? ¿Por qué se llama al
Espiritismo el Consolador Prometido?

Al profundizar en el conocimiento de la Doctrina Espírita y en sus principios básicos comprendemos que su


carácter y esencia es cristiano.

Siguiendo a Jesús

En el Libro de los Espíritus podemos encontrar una de las preguntas más importantes que Kardec realizó a
los Espíritus:

Pregunta 625. ¿Cuál ha sido el arquetipo más perfecto que Dios haya otorgado al hombre para servirle de
guía y modelo?
– Ved a Jesús.

Comentario de Allan Kardec: Es Jesús para el hombre el arquetipo de la perfección moral a que puede
aspirar la humanidad en la Tierra. Dios nos lo ofrece como el modelo más perfecto, y la doctrina que ha
enseñado es la más pura expresión de su ley, porque estaba animado del Espíritu divino y fue el Ser más
puro que haya aparecido en la Tierra.

Los Espíritus nos enseñan que todos somos hermanos en proceso de evolución. Pero, ¿cómo saber a quién
seguir como modelo? Jesús es la respuesta. Por eso los espíritas seguimos a Jesús como a nuestro Maestro
y Señor.

La moral cristiana
El Espiritismo sigue a Jesús como guía y también sigue su Evangelio. La moral que Jesús nos enseñó y que
recogen los Evangelios es la enseñanza más sublime para el ser humano. El Espiritismo nos permite
comprender mejor estas enseñanzas, y también comprender mejor a Jesús.

El Espiritismo, lejos de negar o destruir el Evangelio, llega para confirmarlo, explicarlo y desarrollarlo,
ayudado por las nuevas leyes naturales que revela. Clarifica los puntos oscuros de la doctrina de Cristo, de
manera que para quienes no entendían o resultaban inadmisibles ciertos pasajes del Evangelio ahora
podrán comprenderlos y admitirlos gracias al Espiritismo. Sabrán mejor su alcance y diferenciarán lo real de
lo alegórico. Cristo les parecerá más grande: ya no será para ellos un simple filósofo, sino el Mesías divino.
(Allan Kardec, El Génesis)

Estudiar y conocer el Espiritismo nos ayuda a interiorizar y vivir el Evangelio. Los Espíritus nos explican
cómo las decisiones morales que tomaron en su vida, cómo el bien o el mal que realizaron, han tenido
consecuencias en su vida espiritual. Así, comprendemos mejor las palabras de Jesús y nos resulta más fácil
seguir sus enseñanzas en nuestra vida.

El Espiritismo posee, además un poder moralizador incalculable en razón de la finalidad que asigna a todas
las acciones de la vida y de las consecuencias que nos demuestra respecto a la práctica del bien y del alma.
Asimismo nos brinda, en los momentos penosos, gracias a una inalterable confianza en el futuro, fuerza
moral, valor y consuelo. El poder moralizador está, también, en la fe de saber que tenemos cerca de
nosotros a los seres que hemos amado, la seguridad de reencontrarlos y la posibilidad de relacionarnos con
ellos. En resumen: la certeza de que todo lo que hemos hecho o adquirido en inteligencia, conocimientos o
moral, hasta el último día de nuestras vidas, no se perderá, nos ayudará a progresar. (Allan Kardec, El
Génesis)

El Espiritismo cristiano

El Espiritismo es en su esencia cristiano porque la moral que enseña no es sino el desarrollo y la aplicación
de la moral de Cristo, la más pura de todas y cuya superioridad nadie discute, lo que constituye una prueba
contundente de que está en la ley de Dios y la moral es para todo el mundo. (Allan Kardec, El Espiritismo en
su más simple expresión)

El Espiritismo es cristiano porque sigue la moral cristiana, la moral que Jesús enseñó y vivió. Todas las
nuevas enseñanzas que los Espíritus nos dan nos sirven para comprender mejor las enseñanzas de Jesús y
comprender mejor la moral cristiana.

Lo que la enseñanza de los espíritus agrega a la moral de Cristo es el conocimiento de los principios que
unen a los vivos con los muertos y, asimismo, completa los rasgos vagos que Aquél había dado acerca del
alma, de su pasado y su porvenir y prueba, además, que su doctrina se basa en las leyes de la Naturaleza.
Con la ayuda del Espiritismo y los Espíritus, el hombre comprende la solidaridad que entrelaza a los seres.
La caridad y la fraternidad se convierten en necesidades sociales. Se hace por convicción lo que antes se
hacía sólo por deber y, así, todo resulta mejor. (Allan Kardec, El Génesis).

Orad, entonces, de manera que los demás puedan decir al veros, que el verdadero espírita y el cristiano
verdadero son una sola y misma cosa, porque todos los que ponen en práctica la caridad son discípulos de
Jesús, sea cual fuere el culto al que pertenezcan. (Pablo, apóstol. París, 1860, El Evangelio según el
Espiritismo).

¿Cuál es la misión del Espiritismo?

El Espiritismo llega a un ser humano lleno de problemas y desafíos. La vida en la Tierra es para nosotros un
reto, muchas veces lleno de dolor. El Espiritismo tiene como misión ayudar al hombre a encontrar un
camino y un sentido espiritual a su vida. Para que el ser humano pueda mirar más allá de esta vida material,
y pueda alcanzar otros conocimientos y otra vida más elevada, como Espíritu inmortal en evolución.

El Espiritismo tiene como objetivo volver a vivir el Cristianismo puro siguiendo fielmente las enseñanzas de
Jesús, explicando con claridad estas enseñanzas espirituales para que podamos comprenderlas y así
nuestra fe se base en la razón. El Espiritismo quiere la transformación del ser humano en un ser de bien y
de paz y ayudar a la renovación y al progreso espiritual de toda la humanidad.

Por eso no se puede entender el Espiritismo si le quitamos su parte moral. Cuando solo nos fijamos en los
fenómenos o en la mediumnidad, nos perdemos la parte más importante y esencial, la luz espiritual que los
Espíritus quieren mostrarnos, la guía para nuestra evolución personal y para la evolución de toda la
humanidad.

Así como Cristo dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley (…) no he venido para abrogar, sino
para cumplir”, de igual modo afirma el Espiritismo: “No vengo a destruir la ley cristiana, sino a cumplirla”.
Porque él no enseña nada que sea contrario a lo que Cristo enseñó, sino que desarrolla, completa y explica
en términos claros para todo el mundo aquello que sólo se había dicho bajo formas alegóricas. El
Espiritismo viene a realizar, en los tiempos predichos, lo que Jesús había anunciado, y a preparar el
cumplimiento de las cosas futuras. En consecuencia, es la obra de Cristo, que Él mismo preside, así como
preside lo que también anunció: la regeneración que se está operando y que prepara el advenimiento del
reino de Dios sobre la Tierra. (Allan Kardec, El Evangelio según el Espiritismo).

La revelación espírita

Revelar tiene su origen en el vocablo latino revelare. Su raíz, velum, significa velo. Literalmente, significa:
salir debajo del velo, y en su sentido figurado: descubrir, hacer conocer una cosa secreta o desconocida. Las
revelaciones nos desvelan la información sobre la vida espiritual a la que el ser humano no tiene acceso.
Estas revelaciones le muestran la verdad espiritual.

Una revelación importante tiene lugar en nuestra época: la que nos revela la posibilidad de comunicarnos
con los seres del mundo espiritual. (…)
El hecho de poder establecer comunicación con los seres del mundo espiritual trae consigo consecuencias
de la mayor gravedad: es un mundo nuevo que se nos revela, un acontecimiento de la mayor importancia,
puesto que ese mundo nos espera a todos, sin excepción. Ese conocimiento, al generalizarse, ocasionará
profundas modificaciones en los hábitos, el carácter, las costumbres y las creencias, todo lo cual tiene una
influencia enorme sobre las relaciones sociales. Es una revolución total que habrá de operarse en las ideas,
revolución tanto mayor y poderosa ya que no está circunscrita a un pueblo o a una casta determinada, sino
que abarca simultáneamente el alma de todas las clases, nacionalidades y cultos.
Es con razón, pues, que el Espiritismo es considerado como la tercera de las grandes revelaciones. (Allan
Kardec, El Génesis).

El Espiritismo nace dentro de la tradición judeocristiana, tradición que parte de la revelación de Moisés y
sigue con las enseñanzas de Cristo La primera revelación fue la de Moisés. La segunda, la de Cristo.

Moisés, como profeta, reveló a los hombres la existencia de un Dios único, Señor soberano y creador de
todas las cosas. Promulgó la ley del Sinaí y creó las bases de la fe verdadera. Como hombre, fue el legislador
de su pueblo. La fe primitiva de ese pueblo, al depurarse, habría de expandirse por el mundo entero.
Cristo tomó de la antigua ley lo que es eterno y divino y desechó lo que sólo era transitorio, meramente
disciplinario y de hechura humana, y agregó la revelación de la vida futura, aquella de la que Moisés no
había hablado, la relacionada con las penas y recompensas que esperan al hombre después de la muerte
(Allan Kardec, El Génesis).

La tercera revelación, es la revelación de los Espíritus. Las dos primeras revelaciones fueron individuales, la
tercera es colectiva. En el Espiritismo no hay un profeta exclusivo. La revelación fue hecha
simultáneamente a través de numerosos médiums de distinta condición y en distintos lugares. Esta
revelación de los Espíritus nos trae nuevas enseñanzas para completar y continuar nuestro camino. Y
seguirán trayéndolas en el futuro. La revelación espírita no ha terminado, es una revelación progresiva. Los
Espíritus siguen comunicándose con nosotros, y el camino sigue abierto para nuevas aportaciones en el
futuro. A medida que el ser humano esté preparado va recibiendo nuevos conocimientos.

¿Por qué se llama al Espiritismo el Consolador Prometido?

Jesús prometió la llegada de un Consolador que vendrá a enseñar y a recordar las palabras de Jesús y su
Evangelio.
Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté
con vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni lo
conoce. Pero vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. […] Mas el Consolador,
el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo
lo que yo he dicho” (San Juan, 14:15 a 17 y 26, y San Mateo, 17:11).

Sabemos que en la elaboración de El Libro de los Espíritus y del resto de las obras de Allan Kardec se
utilizaron numerosas comunicaciones de muchos Espíritus diferentes que colaboraron con sus testimonios
y enseñanzas. Entre estas comunicaciones también encontramos al Espíritu de Verdad, que viene a
recordarnos las palabras de Jesús. Algunas de sus comunicaciones están recogidas en El Evangelio según el
Espiritismo:

Vengo, como en otro tiempo, entre los hijos descarriados de Israel, a traeros la verdad y a disipar las
tinieblas. Escuchadme. El Espiritismo, como otras veces mi palabra, debe recordar a los incrédulos que
sobre ellos reina la verdad inmutable, el Dios de bondad, el Dios grande que hace crecer la planta y levantar
las olas. Yo revelé la doctrina divina; yo, como un segador, até en haces el bien esparcido por la humanidad,
y dije: Venid a mí, vosotros los que sufrís. (…)
¡Espiritistas! amaos: he aquí el primer mandamiento; instruíos: he aquí el segundo. Todas las virtudes se
encuentran en el Cristianismo; los errores que se han arraigado en él son de origen humano; y he aquí que
desde más allá de la tumba donde creíais encontrar la nada, hay voces que os gritan: ¡Hermanos! nada
perece: Jesucristo es el vencedor del mal; sed vosotros los vencedores de la impiedad. (El Espíritu de
Verdad. París, 1860, El Evangelio según el Espiritismo)

El Espíritu de Verdad viene a nosotros de nuevo a hablarnos como en otro tiempo hizo en Israel. Sus
palabras sirvieron para recordar la verdad inmutable, el Dios de bondad. El Espíritu de Verdad anima al
Espiritismo a que continúe con esta labor de recordar las enseñanzas de Jesús.

El Espiritismo llega, en el tiempo señalado, para cumplir la promesa de Cristo: el Espíritu de Verdad preside
su establecimiento. Llama a los hombres a la observancia de la ley. Enseña todas las cosas, haciendo que se
comprenda aquello que Cristo sólo expresó por medio de parábolas. Dijo Jesús: “El que tiene oídos para oír,
oiga”. El Espiritismo acude para abrir los ojos y los oídos, porque habla sin metáforas ni alegorías. Levanta
el velo arrojado intencionadamente sobre ciertos misterios. Viene, en suma, a traer una suprema
consolación a los desheredados de la Tierra y a todos aquellos que padecen, dando una causa justa y una
finalidad útil a todos los dolores. (Allan Kardec, El Evangelio según el Espiritismo).

Por esta labor de traer consuelo a la humanidad y de volver a recordarnos el Evangelio, la moral cristiana y
las palabras de Jesús, el Espiritismo cumple la promesa de Cristo. Por eso, el Espiritismo cumple y realiza
todo lo que Cristo dijo sobre el Consolador y se convierte para la humanidad de nuestros días en la Tierra,
en el Consolador prometido por Jesús.

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