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José Néstor Mevorás

CLASES DE PALABRAS

En cada enunciado, las palabras desempeñan variadas funciones, y, atendiendo a la


función que desempeñan, se clasifican en diferentes clases o categorías. Existen unas,
denominadas autónomas o independientes, que pueden cumplir por sí solas una determinada
función, y otras, que sólo pueden aparecer en un enunciado combinadas con alguna de las
autónomas: las dependientes. A las primeras también se las denomina palabras léxicas,
porque pueden ser definidas utilizando otras palabras del léxico común. A las últimas, que sólo
pueden ser explicadas utilizando conceptos gramaticales, se las conoce igualmente como
palabras gramaticales. El sustantivo, el adjetivo, el adverbio y el verbo, pertenecen al primero
de estos grupos; la preposición y la conjunción, al último. El artículo no se considera una clase
de palabras, sino un morfema libre del sustantivo. Por lo que respecta a los pronombres,
palabras de significado ocasional, no se estudian en esta clasificación como categorías aparte,
sino que se incluyen entre los sustantivos, adjetivos o adverbios como subtipos.

Clases de palabras Género Número Artículo Grado Persona Tiempo/aspecto Modo


Sustantivo + + + - - - -
Palabras Adjetivo + + - + - - -
léxicas Adverbio - - - ? - - -
Verbo - + - - + + +
Palabras Preposición - - - - - - -
gramaticales Conjunción - - - - - - -
José Néstor Mevorás
EL SUSTANTIVO
La gramática funcional define al sustantivo como palabra de inventario abierto capaz de
cumplir en las oraciones la función de sujeto explícito o la de complemento directo sin necesidad
de ningún otro elemento.
Viene Yolanda. (S)
Martín apesta. (S)
¿Tienes fuego? (CD)
Hay clase. (CD)
Las funciones del sustantivo se tratan en la sección El sintagma nominal; su estructura
interna consiste, en general, en la combinación de un signo léxico (la raíz o lexema) y unos
signos morfológicos (accidentes o morfemas) que lo caracterizan: género, número y artículo.

Morfemas del sustantivo


Género
Aunque generalmente no puede cambiar su género, todo sustantivo comporta este
morfema. Por tradición llamamos masculino (término no marcado) y femenino (término
marcado) a los dos géneros posibles del sustantivo. La distinción entre uno y otro se reconoce
principalmente por la oposición –o /–a (perro / perra) o la ausencia y presencia de la a final (león
/ leona). Pero esto no es así en todos los casos: mano, radio, moto, foto, día, clima, mapa,
fantasma, poeta, programa.
En ocasiones, el femenino se presenta de forma irregular mediante el incremento o
modificación total del significante masculino: reina, princesa, abadesa, poetisa, actriz,
emperatriz, madre, nuera, yegua, vaca, oveja. Otras veces la discriminación entre los dos
géneros sólo es posible gracias al artículo o el resto de las concordancias: artista, suicida,
testigo, mártir, árbol, cárcel, coche, noche, espíritu, tribu, cariz, nariz.
No hay que olvidar que género no equivale a sexo en la mayoría de las ocasiones. Sólo
ocurre así en algunas parejas que se refieren a individuos sexuados: niño / niña, suegro /
suegra, tigre / tigresa; pero entre los sustantivos llamados epicenos podemos encontrar de una
parte hormiga, liebre, pulga, y de otra mosquito, vencejo, ruiseñor e, incluso, caracol.
Las diferencias de género pueden aludir a otros aspectos de la realidad ajenos a la
diversidad sexual, como la dimensión o la forma de un objeto: jarro / jarra, cesto / cesta, cubo /
cuba; o la diferencia entre usuario e instrumento: trompeta, espada; o entre árbol y fruto:
cerezo / cereza.
Algunos sustantivos alteran completamente su significado con la variación genérica, de
forma que pueden ser considerados como homófonos: frente, editorial, corte, orden, margen,
cometa, coma, cólera, parte. Contrario es el caso de los sustantivos ambiguos, que, sin
modificar su significado, admiten la combinación con los dos géneros: mar (en plural sólo admite
el masculino), arte, azúcar.
Así pues, la variedad de significados de los géneros y la arbitrariedad de la asignación
de masculino o femenino a los sustantivos impiden determinar con exactitud lo que significa
realmente el género. Hay, pues, que considerarlo como un morfema que clasifica los sustantivos
en dos categorías combinatorias diferentes. Es un mero indicio de ciertas relaciones del
sustantivo con otras palabras del enunciado, que, curiosamente, nos sirve a veces para
discriminar el núcleo de un determinado adyacente: el candelabro de plata vieja / el candelabro
de plata viejo.
De los dos géneros, el masculino es el de mayor extensión, y el femenino el de mayor
intensión; así los padres se refiere tanto a varones como a mujeres cuando el término se opone
a hijos, aunque mantiene su carácter masculino cuando se opone a madres. Resulta una
afectación ridícula, a la vez que una incongruencia gramatical, la costumbre muy extendida
actualmente entre los hablantes “políticamente correctos” de duplicar el masculino con el
femenino de un sustantivo para referirse a un plural que incluya a varones y mujeres: los
profesores y las profesoras, los alumnos y las alumnas, los ciudadanos y las ciudadanas. No
hay que olvidar que la lengua sólo es sexista si lo son sus hablantes; no se puede tachar a
nadie de machista por decir:
En tu casa vivís como reyes.
José Néstor Mevorás
¿Quién puede pretender que es menos sexista decir la siguiente estupidez?
*En tu casa vivís como reyes y como reinas.

Número
Desaparecido el dual, el sustantivo suele presentar dos posibilidades de variación
numérica: singular y plural. El primero se refiere a un solo individuo de una clase, y el segundo
denota varios objetos de una misma clase.
El significante de estas diferencias suele corresponderse con la oposición Ø / – s, –es:
perro / perros, león / leones. Pero la distinción se manifiesta a veces sólo por el artículo u otras
concordancias: crisis, atlas, jueves. En general se asigna –s a los sustantivos terminados en
vocal y –es a los terminados en consonante; pero si el significante del singular termina en –i
tónica la formación del plural fluctúa: jabalíes / jabalís, esquíes / esquís (se considera más culta
la primera forma).
Por lo que respecta a los latinismos y extranjerismos resulta recomendable la
adaptación rápida a la morfología española: currículos, mejor que currículums; yogures mejor
que yoghourts.
Entre las peculiaridades del significado del número se puede señalar el caso de los
singularia tántum, que aparecen sólo con la forma del singular, y los pluralia tántum, sólo
admisibles en plural: el caos, la salud, la sed frente a los víveres, los comestibles, las afueras.
En ocasiones, las referencias del singular y el plural son equivalentes: muralla, escalera,
intestino. No obstante, a menudo hay entre ambos diferencias de tipo expresivo: barba, pelo,
espalda; o, incluso, otros matices significativos: interés, imaginación, razón, locura, polvo, trigo.
Como vemos, el significado de singular y de plural no se corresponde siempre con la
definición que ofrecíamos más arriba. Mientras que el plural se refiere siempre a varios objetos
de una clase, el singular puede aludir tanto a uno solo como al conjunto total de ejemplares de
una clase:
El hombre se sentó a descansar en el alféizar de la ventana. / El hombre es mortal.
José Néstor Mevorás
ARTÍCULO
Llamaremos artículo sólo al que tradicionalmente se ha llamado determinado o definido
y que únicamente puede desempeñar la función de determinante, es decir, a las formas el, la,
los, las, lo, que, como se sabe, conciertan en género y número con el sustantivo, por lo que
permite discernir el género y el número de los sustantivos invariables: el flautista, la penitente,
los atlas. Las formas un, una, unos, unas deben ser considerados pronombres indefinidos,
aunque a veces desempeñen también la función de determinante. Las diferencias son notables:
por un lado los indefinidos son formas tónicas y, por tanto, pueden desempeñar función sin
apoyarse en otros elementos; en cambio, los artículos son formas átonas y dependientes de la
palabra a la que acompañan, de la que no pueden separarse por constituir con ella un solo
grupo fónico. Aunque se escriba separado del sustantivo, el artículo desempeña una función
análoga a la de los morfemas de género y número [ALARCOS, 1994, § 79].
Por motivos explicables históricamente los sustantivos femeninos singulares cuyo
significante empieza por /á–/ tónica (escrita a– o ha–) utilizan el artículo el: el agua, el hambre.
Por analogía, muchos hablantes extienden esta regla a otros determinantes como los
demostrativos: *este agua. En realidad, la norma afecta sólo al artículo, y es incorrecto aplicarla
a otras formas. Ejemplos correctos son: esta acta, toda el aula.
Un solo artículo puede servir para actualizar dos sustantivos coordinados; el artículo, en
este caso, suele concertar con el primero de los sustantivos: las torturas y asesinatos:
Pinochet ya está pagando por los crímenes y abusos que cometió.
Ya se ha hablado del papel sustantivador del artículo, que puede afectar a una palabra,
a un sintagma completo o a toda una proposición:
El bajito tenía más éxito que el alto.
De todas las clases de hoy, la de matemáticas ha sido la más divertida.
Los que más molestaban han abandonado los estudios.
Existe, incluso, un artículo especializado en esta función sustantivadora: lo. Puede
llamarse neutro porque es indiferente a las variaciones de género y número: Me admira lo lista
que es / Me admira lo listo que es.
El mismo valor que se consigue con el artículo (Trae cerveza / Trae la cerveza, Ladran
perros / ladran los perros) lo consigue por sí mismo un tipo especial de sustantivos que se
conocen tradicionalmente como nombres propios. Frente a los sustantivos comunes, que
clasifican los objetos físicos o mentales como pertenecientes a una determinada clase, los
nombres propios identifican con su etiqueta a un objeto dado, que resulta así inconfundible para
los interlocutores. Son objetos únicos en absoluto (el Sol, la Luna, Jaén) o únicos en la situación
de habla (Nuria, Aurora, Bernardo).
La mayoría de los nombres propios rechazan el artículo (Jaén, Júpiter), pero algunos lo
llevan siempre (los Pirineos, el Duero) y, por último, otros alternan las dos posibilidades (China /
la China, Perú / el Perú).
En conclusión, mientras el sustantivo común sin artículo es clasificador, tanto el
sustantivo común con artículo como el nombre propio son identificadores. Así pues, el artículo
es un morfema libre que transforma el sustantivo clasificador en sustantivo identificador.
José Néstor Mevorás
ADJETIVO
Los adjetivos son palabras de inventario abierto que aparecen junto al núcleo el
sintagma nominal. Desde un punto de vista funcionalista, no podemos ofrecer una definición
unívoca válida para los dos tipos de adjetivos: calificativos y determinativos. Los calificativos
pueden constituirse en núcleos de sintagmas adjetivos (SAdj), admiten cualquier posición
respecto del núcleo del sintagma nominal al que acompañan y pueden coordinarse con otro
adyacente. Los determinativos, también llamados pronombres adjetivos, se caracterizan por
exigir estar antepuestos y nunca pospuestos a los calificativos cuando aparecen juntos (*El
Nuevo este Instituto también tiene goteras).
Dentro del sintagma nominal, los adjetivos calificativos son núcleos de sintagmas
adjetivos (SAdj). Fuera de él, aisladamente, pueden cumplir por sí solos la función de atributos
(Atr) de un núcleo verbal atributivo o semiatributivo y la de complementos predicativos (CPred)
dependientes de un núcleo verbal predicativo.
Los adjetivos determinativos únicamente pueden desempeñar la función de
determinantes (Det).
En el adjetivo se combina un lexema con tres morfemas: género, número y grado. Las
diferencias de género y número son análogas a las de los sustantivos: inquieto, inquieta,
inquietos, inquietas.
Alarcos, sin embargo, observa que no coincide su valor referencial con los morfemas del
sustantivo. En el sustantivo el género y el número modifican la referencia: perro designa un
animal macho; perra, uno hembra; perros y perras, un determinado conjunto de esos animales.
En cambio, con el adjetivo, el género y el número no modifican la referencia real: inquieto
designa la misma cualidad que inquieta. Las variaciones de género y número que se observan
en el adjetivo son simples repercusiones de los morfemas que afectan al sustantivo con el que
se pone en relación, por un fenómeno que recibe el nombre de concordancia: el perro inquieto,
la perra inquieta, las perras inquietas. Así pues, los morfemas del adjetivo no añaden
información al sintagma y son meros índices funcionales de la relación entre el sustantivo y el
adjetivo.

Género
Muchos adjetivos distinguen la variación de género con la oposición /–o/, /–a/ en su
significante: bueno/buena, amarillo/amarilla, duro/dura. Otros no poseen característica propia en
el masculino y sólo se distingue el femenino: francés/francesa, registrador/registradora,
ladrón/ladrona, creador/creadora, grandote/grandota, feote/feota. Y otros carecen de esta
variación genérica: verde, cortés, celta, vinícola, azul, cruel, feliz, atroz, fácil, virgen.

Número
La formación del plural en el adjetivo coincide con la del sustantivo: blanco / blancos,
blanca / blancas, holgazán / holgazanes. Es raro que el adjetivo sea indiferente al número: el
triángulo isósceles / los triángulos isósceles. Esto es algo más frecuente en español coloquial:
viejales, rubiales, frescales, vivales, que no varían de número y que suelen usarse como
sustantivos.

Grado
El morfema de grado es característico –aunque no exclusivo– de esta categoría de
palabras y marca otra diferencia entre los adjetivos calificativos y los pronombres adjetivos. Sólo
los primeros, tanto en la función de adyacente como en la de atributo, pueden incrementarse
con elementos cuantitativos que producen gradación: mujer delgada, más delgada, menos
delgada, tan delgada, muy delgada, casi delgada, algo delgada, poco delgada, etc.
El sistema de gradación del español, aunque de origen latino, es fundamentalmente
analítico, es decir, se compone mediante palabras añadidas al adjetivo; no obstante quedan
algunos restos de comparativos y superlativos sintéticos latinos. Unos son relativamente
frecuentes en español coloquial: mejor, peor, mayor, menor, máximo, mínimo, último; otros se
usan casi exclusivamente en registros cultos y, con frecuencia pierden su sentido primitivo
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convirtiéndose en meros adjetivos intensivos: inferior, superior, anterior, posterior, íntimo, ínfimo,
supremo, postremo, óptimo, pésimo, sumo.

Como se sabe, el sistema gradual está compuesto por comparativos de superioridad,


igualdad e inferioridad, y superlativos absolutos y relativos.

de superioridad: Nuria es más guapa que Yolanda.


Comparativos de igualdad: Nuria es tan guapa como Yolanda.
de inferioridad: Nuria es menos guapa que Yolanda.

absolutos: Nuria es muy guapa / guapísima.


Superlativos
relativos: Nuria es la más guapa

Para el superlativo absoluto o elativo se puede utilizar un sistema analítico, con el


cuantificador muy o el sintético, con los sufijos ísimo y érrimo, de carácter más culto,
especialmente el segundo: velocísimo, crudelísimo, amicísimo y amiguísimo, nobilísimo,
ardentísimo, corrientísimo, certísimo, fortísimo, buenísimo y bonísimo, celebérrimo, misérrimo,
integérrimo, paupérrimo, etc.

Apócope del adjetivo


Varios adjetivos adoptan un significante reducido mediante la supresión de /–o/ del
masculino cuando se anteponen a un sustantivo, si bien se mantienen intactos en los demás
casos: buen día / día bueno, mal momento / momento malo, tercer curso / curso tercero. Ocurre
un fenómeno anómalo sólo explicable históricamente con san / santo: San Pablo / Santo
Domingo / santo varón. La reducción del adjetivo grande sólo se produce si el adjetivo no va
precedido de cuantificador o se combina con otro adjetivo: la más grande ocasión, grande y
glorioso suceso.

Metábasis del adjetivo


Los dos casos de metábasis que se pueden dar en el adjetivo son la sustantivación y,
con menor frecuencia, la adverbialización.

Sustantivación
El adjetivo puede funcionar en el enunciado como lo hace el sustantivo; entonces
adquiere la posibilidad de combinarse con el tercer morfema del sustantivo: el artículo.
Un tipo especial de sustantivación se produce cuando el sustantivo se elude por ser
consabida de los interlocutores; su función pasa a desempeñarla entonces el adjetivo precedido
del artículo pertinente. En una conversación en la que, por ejemplo, se hable de camisas, puede
aparecer este tipo de sustantivación: Dame las limpias. Otros ejemplos de este tipo de
sustantivación son: De esos trajes prefiero el negro. Esa actitud me parece la mejor.
Otras veces, la sustantivación existe sin necesidad de que el contexto o la situación
sugieran un sustantivo elidido: el móvil, el portátil, los accesorios, la locomotora, la lavadora, son
plenamente sustantivos, aunque originalmente eran adjetivos (el teléfono móvil, el ordenador
portátil, la máquina locomotora, etc.).
Cuando el adjetivo se sustantiva con el artículo, puede adoptar una tercera variación
genérica, la del neutro; el artículo es el que confiere al adjetivo sustantivado esa triple variación:
el nuevo / la nueva / lo nuevo, el verde / la verde / lo verde. El neutro no participa de las
distinciones de género ni de número: Lo nuevo es esa noticia.Lo nuevo son esos artículos.

Adverbialización
Para que se produzca la adverbialización del adjetivo basta con la eliminación de sus
posibilidades de variación morfemática: Los de segundo trabajan duro para los exámenes.

Posición del adjetivo


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El adjetivo adyacente de un sintagma nominal puede anteponerse o posponerse al
núcleo del sintagma. Su valor semántico cambia según su posición: muchos gramáticos
consideran en general que el adjetivo antepuesto es de significado explicativo mientras que el
pospuesto señala una especificación que restringe la referencia propia del sustantivo.
Compárese, por ejemplo, la blanca nieve con la pared blanca. El antepuesto, por su importancia
estilística, atrae la atención del hablante y del oyente, con lo que es más subjetivo y afectivo; en
él se intensifica el matiz cualitativo del sintagma nominal. Cuando va pospuesto, la frase
adquiere un carácter más descriptivo y objetivo; antepuesto, por su valoración cualitativa, será
idóneo para formar proposiciones exclamativas e interrogativas.
Alarcos opina, sin embargo, que el valor de la anteposición y la posposición del adjetivo
depende de la intención del hablante más que de criterios objetivos.
En algunos casos, el uso ha fijado ciertas combinaciones de adjetivo y sustantivo que
funcionan casi como sustantivos compuestos: fuego fatuo, ideas fijas, alta mar, libre albedrío,
sentido común, largo plazo, etc., que no admiten la inversión de sus componentes sin modificar
su sentido. Otras veces predomina uno de los órdenes: buena suerte, rara vez, alta frecuencia,
onda larga. Alguno sólo aparece en anteposición: la mera intención.
Resultan curiosos estos ejemplos:
triste funcionario / funcionario triste
mujer pobre / pobre mujer
simple tutor / tutor simple
alto ejecutivo / ejecutivo alto
ciertas propuestas / propuestas ciertas
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EL VERBO
Se llama verbo a una clase de palabras de inventario abierto que funcionan como
núcleo del SP. Frente a sustantivos, adjetivos o adverbios, el verbo tiene la particularidad de
poder representar por sí solo a toda la oración sin necesidad de otras unidades; así ocurre en:
Llovía, Venid, Voy.
Esto es así porque el verbo contiene los dos componentes fundamentales de la oración:
sujeto y predicado. En efecto, el verbo combina un signo de referencia léxica y un signo
complejo de referencia gramatical (con significado, entre otros, de persona, que es el sujeto
gramatical). Ambos signos se presuponen mutuamente y son imprescindibles para que haya
verbo. Sus respectivos significantes no siempre son separables: con cierta frecuencia se hallan
amalgamados.
La división de los significantes verbales en segmentos menores lleva a separar lo que
se conoce como raíz (el contenido léxico), característica (lo que expresa los morfemas
exclusivamente verbales) y desinencia (lo que representa los morfemas de número y persona
propios del sujeto gramatical). Suele aludirse al conjunto de raíz y característica con el término
de tema.
Como no siempre es posible aislar los tres componentes, es más seguro limitarse a dos:
la raíz (contenido léxico) y la terminación (conjunto de contenidos gramaticales).
La conjugación
El conjunto de significantes diversos que resulta de combinar una raíz con las variadas
terminaciones constituye la conjugación de un verbo. Aunque los significados gramaticales de
cada forma son constantes (p. ej.: imperfecto de indicativo es siempre imperfecto de indicativo),
sus respectivos significantes pueden cambiar (p. ej.: -aba unas veces, y otras -ía). De esta
diversidad se desprende que existen varios tipos de conjugación verbal. Según sus
terminaciones, los verbos se distribuyen en tres tipos de conjugación. Para designar el conjunto
de formas de la conjugación de un verbo, se utiliza el significante del infinitivo: cantar, comer,
vivir, son los paradigmas de la primera, segunda y tercera conjugación respectivamente. La
conjugación verbal puede ser regular, si no hay alteraciones en la raíz ni en la terminación en
ninguna de sus formas, o irregular, cuando se producen alteraciones en la raíz o las
terminaciones de alguna de sus formas.

Morfemas no exclusivamente verbales


En la terminación verbal se manifiestan variaciones de los morfemas de persona y
número, que cumplen la función de sujeto gramatical y hacen referencia al sujeto lógico. Los
morfemas de persona y número no son exclusivos del verbo sino que los comparten con los
pronombres personales.

Persona
El morfema de persona hace alusión a uno de los entes que intervienen en un acto de
comunicación. El verbo lleva primera persona cuando el hablante coincide en la realidad con el
ente a que se refiere el sujeto gramatical; se habla de segunda persona cuando lo denotado por
el sujeto gramatical coincide con el oyente; se considera que hay tercera persona cuando la
referencia del sujeto gramatical no coincide ni con el hablante ni con el oyente. Esta tercera
persona se manifiesta también cuando no interesa o no se puede puntualizar en la realidad la
referencia del sujeto gramatical; en este caso no hay sujeto explícito. Así pues, la tercera es la
persona cero, la no marcada, la que posee en menor medida la referencia personal.

Número
El morfema de número es solidario con el de persona dentro del verbo. La oposición
singular/plural en el morfema de número verbal es de índole distinta a la del sustantivo:
cantamos, en plural, no se refiere a un conjunto de varias primeras personas, sino que su sujeto
gramatical abarca simultáneamente la referencia a la primera persona y a otras personas no
primeras; cantáis denota la segunda persona del oyente junto con otras; sólo cantan alude a un
conjunto de terceras personas, de modo semejante al del plural de los sustantivos.
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Morfemas exclusivamente verbales
Dejando aparte, pues, persona y número, que no son exclusivamente verbales, quedan
otros morfemas que oponen entre sí las diferentes variaciones de la conjugación del verbo; son:
anterioridad, modo, perspectiva (tiempo) y aspecto.

Anterioridad
Si comparamos las formas simples con las formas compuestas de la conjugación verbal,
en las que se funden una forma del verbo haber y un participio, observamos que las
compuestas señalan respecto de las otras un contenido de anterioridad.

Modo
Dejando aparte el imperativo y las formas no personales, el resto de las formas verbales
se reparte en dos grupos dependiendo de su compatibilidad con las modalidades del enunciado:
Uno reúne las formas compatibles con la modalidad interrogativa: cantas,
cantabas, cantaste, cantarás y cantarías.
El otro engloba las que carecen de esta posibilidad: cantes, cantases,
cantaras y cantares.

También se han distinguido ambos grupos por su diferente dependencia sintáctica en las
oraciones subordinadas: de un lado las que aparecen en:
Creo que viene,
Creo que venía,
Creo que vino,
Creo que vendrá,
Creo que vendría,
y de otro las que ocurren en:
No creo que venga,
No creo que viniera,
No creo que viniese.

Se trata de los modos denominados indicativo y subjuntivo respectivamente. También


se ha utilizado el término condicional o potencial para denominar el modo particular de la
forma cantarías. Pero, puesto que su comportamiento combinatorio es análogo a las formas del
indicativo y sus peculiaridades son compartidas con la forma cantarás, también incluida en el
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indicativo, será más razonable dejar a las dos dentro de ese modo, o bien segregar a ambas
(futuro y condicional) en un modo especial intermedio entre el indicativo y el subjuntivo.
Por otra parte, estos dos criterios no son suficientes a veces para explicar el
comportamiento de los dos modos. En ocasiones es exclusivamente la libre elección del
hablante la que determina la elección de un modo u otro. Compárense las siguientes oraciones:

Aunque ganas, ese negocio no es bueno.


Aunque ganabas, ese negocio no era bueno.
Aunque ganarás, ese negocio no es bueno.
Aunque ganarías, ese negocio no es bueno.
Aunque ganes, ese negocio no es bueno.
Aunque ganaras, ese negocio no era bueno.

En la primera pareja, la ganancia se considera real, en la segunda se estima posible y


en la tercera la ganancia se manifiesta como ficticia (es decir, el hablante cree que lo real es que
no se gana). Este triple enfoque depende exclusivamente de cómo considera el hablante los
hechos, esto es, de su actitud al evaluar el grado de realidad que atribuye a los hechos
denotados.

Por consiguiente, el significado del modo queda configurado gramaticalmente en tres


zonas diferenciadas por significantes distintos:

La de los hechos ficticios, cuya


La de los hechos estimados eventual realidad se ignora o
La de los hechos cuya realidad
reales o cuya realidad no se cuya irrealidad se juzga
es factible siempre que se
plantea por ser indiferente en evidente (hechos que se
cumplan ciertas condiciones.
la situación del hablante. imaginan, se desean, se
sospechan, etc.
Indicativo Condicional Subjuntivo
cantas, cantabas, cantaste, Cantarás, cantarías, con suscantes, cantaras, cantases,
con sus variaciones de variaciones de persona ycantares, con sus variaciones
persona y número número de persona y número

Las oposiciones modales así establecidas se corresponden con su comportamiento


respecto de las modalidades oracionales: así, la modalidad interrogativa sólo tiene sentido para
preguntar por la realidad de los hechos y no cabe aplicarla para lo que ya se estima como
ficticio. No tendría sentido, por ejemplo, preguntar *¿Quién cante?
Ocurre también que las diferencias modales se suprimen en beneficio de la más general
(la marcada por el indicativo) cuando el contexto manifiesta ya algún elemento que presupone la
no realidad de lo comunicado. Por ejemplo, la conjunción si (cuyo contenido implica un
condicionamiento) puede eliminar la posibilidad de variación modal:
*Si llueva, nos quedaremos en casa,
*Si lloverá, nos quedaremos en casa.

Perspectiva (tiempo)
Se suele decir que los rasgos de significación que separan a cantas de cantabas y
cantaste tienen que ver con el tiempo en el que el hablante sitúa la noción denotada por el
verbo. Pero el uso de estas formas temporales no es tan simple, porque no indican siempre una
referencia concreta y precisa a un momento del tiempo objetivo.
Nuestra interpretación psicológica del transcurso temporal discierne tres zonas:
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Reflejando esta concepción del tiempo externo, se han fijado en la terminología tres
etiquetas para las formas verbales que señalarían la situación de los hechos que comunicamos
en la secuencia temporal: el presente, el pretérito y el futuro.
Pero la referencia de estos tiempos verbales no alude siempre al tiempo real respecto
del acto de habla:
Llaman a la puerta. PASADO.
Ahora mismo subo. TIEMPO REAL: FUTURO.
Así, el presente no significa la mera coincidencia de la noción verbal con el acto de
habla, sino un segmento temporal en que ese acto está incluido.

 Se llama presente histórico al empleo de las formas de presente para aludir a


hechos del tiempo real pasado: Colón descubre América en 1492.
 El presente habitual se utiliza para referirse a hechos que ocurren
periódicamente y que se espera sigan ocurriendo en el futuro: El Ave llega a Jaén a
las 17 horas.
 El presente gnómico o presente científico se utiliza para denotar acciones a
las que no afecta el paso del tiempo, acciones que ocurrían en el pasado, ocurren en
el presente y seguirán ocurriendo en el futuro: El sol se pone por el Oeste. La paloma
es un ave.
 El presente de anticipación denota hechos no ocurridos, pero cuyo
cumplimiento se espera con seguridad en el porvenir: En junio me suspenden las
Matemáticas

Del mismo modo, el futuro cantarás y el condicional cantarías no restringen su


referencia a los hechos posteriores al momento del habla, sino que pueden señalar una
posibilidad simultánea o anterior: Serían las doce cuando Margarita se sintió enferma. Serán
ahora las doce más o menos.
Por último, las formas verbales denominadas pretéritos pueden aludir a hechos o
nociones que se incluyen en la zona del porvenir real: Llegaba mañana, pero ha tenido un
accidente.
Se llama imperfecto de cortesía al uso de esta forma para acciones presentes,
especialmente peticiones, a las que el hablante quiere conferir un tono respetuoso: Yo quería
una caja de pastillas Juanola.
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Por todo ello, Alarcos prefiere el término perspectiva temporal para designar estos
morfemas verbales.

Aspecto
Es el morfema verbal más difícil de definir, no sólo porque su significante se presenta
amalgamado con el de otros morfemas, sino porque en el aspecto de una forma verbal
intervienen también algunos rasgos significativos de la raíz verbal (modo de acción del verbo).
No nos vamos a ocupar con detalle de esta última cuestión, pero es conveniente saber que
según el significado del verbo, los diferentes morfemas aspectuales cobran un valor semántico u
otro. Así pues, un determinado aspecto no produce el mismo valor significativo con todos los
verbos, sino que se combina con el modo de acción para producir su significado. El aspecto es
un morfema mediante el cual el hablante indica cómo considera el transcurrir de la acción. Es
independiente del momento en que se ubica la acción en el eje cronológico. Afecta a la acción o
proceso considerados en sí mismos. Las oposiciones fundamentales se establecen entre los
siguientes valores aspectuales:

El hablante considera la acción


Perfectivo o proceso como acabados, como Cerré la carpeta.
realizados totalmente.
No indica si la acción terminó o
se está realizando todavía. La Catalina vivía en
Imperfectivo
considera en su desarrollo, sinValencia.
expresión de término.
El morfema que indica el tiempo verbal incluye a la vez el aspecto perfectivo o
imperfectivo. Estos valores dependen también del significado de la raíz verbal. Los
restantes valores aspectuales o bien están implícitos en la raíz verbal, o bien se
plasman mediante perífrasis verbales.
Miguel
Suele coincidir con el aspecto
enjabonaba a su hijo.
imperfectivo. La acción es considerada
Durativo María Jesús y su
por el hablante en su transcurrir, en su
novio estaban besándose
duración.
en la entrada.
La acción es asimilada a un
Puntual proceso instantáneo, de duración Saltó la valla.
desdeñable. Es siempre perfectiva.
Se señala la inminencia de la
acción, es decir, el momento Va a tocar el
Incoativo
inmediatamente anterior a sutimbre.
comienzo.
Se indica el comienzo mismo
Ingresivo Se echó a llorar.
de la acción
Fernando dejó de
Egresivo Se marca el cese de la acción llorar cuando lo cogió su
madre.
Contempla la acción como ya
Tengo escritos
Resultativo realizada. Es una variante enfática del
dos libros.
aspecto perfectivo.
Considera la acción como Disparaba a los
Iterativo
repetida varias veces. cristales del cine.
Se indica que la acción se Volvió a leer el
Reiterativo
realiza de nuevo. libro.
La voz no es un morfema en español
José Néstor Mevorás
La voz (diátesis) hace patente el tipo de relación que se establece entre el significado
del verbo y el del sujeto. Muchas veces, la experiencia comunicada comporta un actor de la
actividad designada por el verbo, y un paciente afectado por ella. Cuando actor y sujeto
coinciden se habla de sujeto agente, cuando no coinciden se habla de sujeto paciente.
Hay lenguas, como el latín o el griego, en que estas diferencias se reflejan en los
morfemas verbales. En español no es así, puesto que la expresión de los contenidos activo y
pasivo no afecta a la estructura de la forma verbal, sino sólo a la construcción de la oración.
Muchos gramáticos actuales identifican incluso las estructuras pasivas con las atributivas;
compárense estas oraciones:
Domingo fue vencido.
Domingo fue vencedor.
Con todo, por motivos prácticos debemos seguir hablando de estructuras pasivas
perifrásticas y analizarlas como tales.
Tampoco presenta características especiales la forma verbal en las construcciones que
se llaman pasivas reflejas: Se construyen casas. El hecho de que el objeto designado por el
sujeto (casas) sea en realidad el paciente de la actividad no impone en la estructura gramatical
ningún rasgo particular. Se trata de una forma verbal incrementada por la partícula se, que alude
a la misma persona designada por la terminación verbal y por el sujeto explícito.
Sucede lo mismo en los casos, denominados a veces de «voz media» o incluso en las
reflexivas, de estos ejemplos:

Antonio Burgos se levanta.


Silvia se arrepiente.
Ignacio se lava.
José Néstor Mevorás
PRONOMBRES PERSONALES

Enclisis de los pronombres átonos


Los pronombres átonos, que carecen de acento fonético, se pronuncian siempre
apoyados en el verbo al que complementan. Su posición, actualmente, es bastante fija: se
colocan enclíticos sólo en el infinitivo (comprarlo), gerundio (comprándolo) e imperativo
(cómpralo), y se anteponen a todas las demás formas verbales (lo compré, lo compraréis, etc.).
Hasta el siglo XIX era bastante común la enclisis del pronombre átono con todas las formas
verbales; hoy sólo quedan restos de este uso en fórmulas fijas (discurso repetido): érase una
vez.
Tilde diacrítica en las formas tú, él, mí, y sí
La Ortografía de la R.A.E.

PRONOMBRES DEMOSTRATIVOS
Observaciones sobre la tilde diacrítica
AÑADIR Errores de posesivos con adverbios delante, detrás, encima, debajo

Cosas poseídas
Pronombres posesivos
Una Varias
(adjetivos y sustantivos)
Masculina Femenina Masculina Femenina
Yo mío (mi)mía (mi)míos (mis)
Tú tuyo (tu)tuya (tu)tuyos (tus)
Él, ella, ustedsuyo (su)suya (su)suyos (sus)
Poseedores
Nosotros, nosotrasnuestro nuestra nuestros
Vosotros, vosotrasvuestro vuestra vuestros
Ellos, ellas, ustedes suyo (su) suya (su) suyos (sus)

Pronombres Posesivos
Observaciones sobre la tilde diacrítica
AÑADIR Errores de posesivos con adverbios delante, detrás, encima, debajo

Cosas poseídas
Pronombres posesivos
Una Varias
(adjetivos y sustantivos)
Masculina Femenina Masculina Femenina
Yo mío (mi)mía (mi)míos (mis)
Tú tuyo (tu)tuya (tu)tuyos (tus)
Él, ella, ustedsuyo (su)suya (su)suyos (sus)
Poseedores
Nosotros, nosotrasnuestro nuestra nuestros
Vosotros, vosotrasvuestro vuestra vuestros
Ellos, ellas, ustedes suyo (su) suya (su) suyos (sus)

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