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Todos los años, Warren Buffett, considerado el inversionista más hábil del mundo, escribe una larga
carta, informativa y entretenida a la vez, dirigida a los inversionistas de Berkshire Hathaway. En la que
publicó en el año 2017, apuntaba a la que consideraba que era la causa de la destrucción masiva de
mucha de la riqueza en Estados Unidos.
Se refería a una fuerza que en apariencia se veía muy pequeña e intrascendente, un gasto que casi
todos los inversionistas pagan: las comisiones de los intermediarios.
Según las estimaciones de Buffett, las comisiones de los intermediarios han mermado el dinero de los
inversionistas por más de USD 100 mil millones durante la última década.
“En definitiva, cuando millones de millones de dólares están gestionados por agentes de
bolsa de Wall Street que cobran altas comisiones, en general serán los administradores,
y no los clientes, los que recojan ganancias enormes”.
Es muy sencillo. La mayoría de las personas no sabe cuánto paga por esas comisiones. Como si eso
fuera poco, saben muy poco acerca de cómo funciona el dinero y el sistema financiero.
Tomen, por ejemplo, las siguientes estadísticas que presenta Tony Robbins en su libro Inquebrantable:
Según el análisis de Tony, casi dos terceras partes de los ahorros para la jubilación pueden quedar
destruidos por los abusivos cargos extra que el inversionista promedio no sabe que está pagando. Tony
nos acerca el siguiente análisis de Jack Bogle, fundador de Vanguard, un fondo de inversión de bajo
costo:
En definitiva, el principal problema que tiene el inversionista promedio es que tiene poca inteligencia
financiera. De hecho, el dinero lo intimida. Entonces, en lugar de invertir en forma directa, elige darle
su dinero a un intermediario o dejarlo reposar en un ETF de bajo costo, de manera que el dinero quede
fuera de la vista y fuera de la mente.
Según los datos de un estudio reciente publicado por NerdWallet, el 87% de los estadounidenses tiene
su dinero en una cuenta bancaria y el 58% lo tiene en una cuenta de inversión.
En general, estiman que a lo largo de sus vidas pagarán USD 2.244 por comisiones bancarias y
relacionadas a las inversiones, pero la realidad es que a lo largo de sus vidas podrían llegar a pagar
más de USD 369.000 en comisiones por jubilarse dentro de los esquemas que les ofrecen sus lugares
de trabajo.
Casi como si le estuvieran rezando a un santo, las personas esperan a que su agente de bolsa haga
milagros con su dinero. Por desgracia, es probable que los santos tengan un mejor historial de resultados
que los agentes con el dinero de los ahorristas.
Mi padre rico solía hablarme acerca de los inversionistas sofisticados. Decía que “un inversionista
sofisticado es aquel que comprende cada uno de los diez controles que debe tener un inversionista”.
En la escuela, los exámenes solo tienen una respuesta correcta y los errores son siempre algo negativo.
Y no existe la financiera. Incluso hoy en día, cuando te gradúas y pasas a formar parte del mundo
real, implica mucho trabajo y dinero cambiar tu forma de pensar e instruirte para ser una persona con
educación financiera. De hecho, pocas personas lo logran, porque nos educan para convertirnos en
empleados.
Un inversionista sofisticado sabe que cualquier situación que se presente tiene muchas respuestas
correctas, que el mejor aprendizaje se alcanza cometiendo errores y que la educación financiera es
esencial para triunfar. No se inquieta cuando comete errores. Por el contrario, tiene control sobre sí
mismo para aprender de esos errores. Conoce su estado financiero y comprende cómo cada una de
sus decisiones impactará finalmente sobre él.
En mi caso, haber creado una empresa fue lo que realmente me ayudó a aumentar el control que
tenía sobre la generación de dinero. Una empresa tiene que hacer muchas cosas que un empleado o
un individuo no, como por ejemplo, pagar gastos antes de pagar impuestos. Es una experiencia muy
interesante.
El otro lado es el de los empleados, que cobran un salario y pagan impuestos, e intentan vivir con lo
que les queda.
Una empresa gana dinero, gasta todo lo que puede y paga impuestos sobre lo que queda. Sin dudas,
este es uno de los tecnicismos legales impositivos más importante que utilizan las personas ricas.
Son fáciles de poner en marcha y no son costosos si tienes inversiones que producen un buen flujo
de efectivo. Por ejemplo, si eres el dueño de una empresa –o creas una para poder hacer esto- tus
vacaciones pueden ser una reunión de directorio en un hermoso balneario. La compra, el seguro y las
reparaciones de tu auto, algunas cenas en un restaurante e incluso la cuota del gimnasio pueden ser
gastos de la compañía.
Cada país tiene su particularidad pero a trazo grueso hacer eso está dentro de la ley si lo haces de
forma ordenada.
El pobre gasta hasta el último centavo que tiene y no posee activos. El dinero simplemente ingresa y
se va.
La clase media se endeuda a medida que va teniendo más éxito. Un aumento de sueldo les permite
acceder a préstamos bancarios más grandes para poder comprarse autos, irse de vacaciones a lugares
lejanos y otras extravagancias. La idea es que a medida que sus ingresos aumentan, también lo hace
su deuda personal. Eso es lo que yo llamo la carrera de las ratas.
En cambio, el rico usa sus ingresos y pide préstamos para adquirir activos que trabajen para él. Tiene
control sobre sus gastos y tiene el foco puesto en adquirir o construir activos. Sus negocios pagan la
mayoría de sus gastos y tiene pocas –si es que tiene alguna- deudas personales que el flujo de efectivo
de sus activos no cubra.
Los inversionistas sofisticados dedican su tiempo y su energía a comprar activos que les hagan ganar
dinero y no van detrás de pasivos que les hagan perder dinero (como las comisiones de los intermediarios
de las que hablamos al comienzo).
La duda es cara.
Mi punto es que esas dudas y el cinismo son lo que mantienen a la mayoría de las personas empobrecidas
porque creen que están apostando a algo seguro. El mundo real honestamente está esperando que
te enriquezcas. Existen muchos medios para hacerlo. Las dudas son lo único que mantienen a las
personas empobrecidas. Como ya dije, escapar de la carrera de la rata técnicamente es sencillo. No se
necesita saber demasiado, pero las dudas paralizan a las personas.
Las habilidades que se aprenden al construir un negocio exitoso utilizando la parte de dueño de un
negocio a inversor, descritas en mi cuadrante del flujo del dinero, son esenciales para este tipo de
persona.
Una vez que el inversor tiene estas habilidades, puede realizar un mejor análisis de la efectividad de
otras inversiones potenciales. Si la gestión parece competente y exitosa, el inversionista se sentirá más
tranquilo al invertir sus fondos.
Generalmente sucede que las personas que se encuentran en los sectores D (dueño de negocio) e I
(inversionista) del cuadrante tienen muchas más ventajas impositivas que aquellos en los sectores E
(empleado) y A (autoempleado).
Mi recomendación es que consultes a la mayor brevedad posible a un especialista que te indique cómo
acceder a estos beneficios.
A veces me refiero a esa paciencia como “gratificación diferida”: un inversionista sofisticado comprende
que la verdadera recompensa financiera viene cuando la inversión o el negocio se vuelven rentables y
se pueden vender o, en el caso de un emprendedor, ser capaz de llevarlo a cotizar en la bolsa.
Como si fueran inversionistas externos en otras compañías, los inversionistas sofisticados siguen con
atención el rendimiento de sus inversiones y dan instrucciones apropiadas a sus brókers sobre cuándo
comprar o vender.
Los inversionistas promedio delegan en sus agentes la decisión sobre el momento de comprar o vender.
Eso no es nada sofisticado. Al contrario, es sencillamente ridículo.
Mi padre rico realmente conocía los beneficios que se obtenían al elegir la entidad adecuada con el
ejercicio correcto y que convierta la mayor cantidad de ingresos ordinarios en ingresos pasivos para un
portafolio de inversiones. Esta estrategia combinada con su capacidad para leer estados contables lo
ayudaron a construir más rápido su imperio financiero.
En ese caso no tuve que pagar impuestos sobre esa venta porque pude controlar los términos y
condiciones del contrato.
Otro ejemplo: en 1989 conseguí un buen acuerdo por una casa en un hermoso barrio de Portland,
Oregon. Pagué un anticipo de USD 5.000 por un negocio de USD 45.000. El flujo de efectivo no era muy
interesante (alrededor de USD $0 por mes en mi bolsillo), pero un año después de haberla comprado,
el mercado inmobiliario de Oregon, que había estado deprimido, comenzó a remontar.
Entonces vendí la casa por USD 95.000 y mi ganancia de capital de aproximadamente USD 40.000
la incluí como un pago diferido de impuestos. Luego busqué dónde colocar mi dinero y enseguida
encontré un edificio de departamentos con doce unidades al lado de la fábrica de Intel en Beaverton,
Oregon.
Los dueños vivían en Alemania, desconocían cuánto valía el lugar y solo querían sacárselo de encima.
Mi oferta fue de USD 275.000 por una propiedad que valía USD 450.000. Me pidieron USD 300.000 y
llegamos a un acuerdo. La compré y aguanté por dos años. Utilicé el mismo mecanismo para diferir el
pago de impuestos y luego vendí el edificio por USD 495.000 y compré un edificio de departamentos
de 30 unidades en Phoenix, Arizona. Al igual que lo que sucedió anteriormente en Oregon, el mercado
inmobiliario de Phoenix estaba deprimido.
El precio de este edificio de Phoenix era de USD 875.000, con un anticipo de USD 225.000. Y el flujo
de efectivo por las 30 unidades estaba apenas por encima de los USD 5.000 por mes.
Pero el mercado de Arizona comenzó a recuperarse y, unos años más tarde, un inversionista de
Colorado nos ofreció USD 1,2 millones por la propiedad.
Lo que quiero señalar con este ejemplo es cómo una pequeña cantidad de dinero puede convertirse
en una gran cantidad de dinero. Insisto en que es una cuestión de saber y entender sobre estados
contables, estrategias de inversión, leyes y además tener una buena intuición sobre el mercado.
Investiga y pregunta a tu contador. Estoy seguro de que en tu país hay mecanismos similares. El mundo
está hecho para los ricos en todas partes.
Sin embargo, dominar estos diez controles hace la diferencia entre prepararse para un retorno promedio
del 7% anual y obtener el mayor retorno posible.
Es tu decisión.
Robert Kiyosaki