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Cuando el frío se hizo más intenso, el camello metió su cabeza en la cama: —Maestro —
susurró—. ¿Podría meter mi nariz dentro de la cama? Hace mucho frío afuera.
—Mi amo, si no introduzco mis patas delanteras mañana no podré hacer el viaje.
—Está bien —respondió el hombre de mala gana—. ¡Pero no más que eso!
Dice el relato que el camello no molestó más por esa noche. Claro, no había razón para
molestar. Cuando amaneció, el animal estaba dentro de la cama, y el hombre estaba
afuera.
Algo parecido ocurre en la vida espiritual: «Si le das un dedo al diablo, se agarrará todo
el brazo».
¿Hay en tu vida algún espacio donde se pueda observar «la nariz del camello»? ¿Tienes
alguna amistad cuestionable? ¿Algún hábito o vicio dañino (alcohol, cigarrillo, drogas)?
¿Te has acostumbrado a ver películas donde abundan las palabras obscenas o las
escenas sensuales? ¿Dices mentirillas blancas? ¿Hay caricias atrevidas en tu noviazgo?
Lleva al Señor en oración cualquier situación de tu vida en la que ahora mismo sientas
que las cosas no están bien. Si has hecho algo malo, él te perdonará, gracias a la
preciosa sangre de Cristo. Y si no has caído, pero estás pisando terreno prohibido,
recuerda nuestro texto de hoy: «No le des oportunidad al diablo». A este engañador, si
le das un dedo, se agarrará todo el brazo.
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