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SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y SOCIO-ECONÓMICA DE LA CUENCA

INTERREGIONAL DE CHILLÓN, RÍMAC Y LURÍN

Los recursos hídricos de las tres cuencas provenientes de los ríos Chillón, Rímac y Lurín-
Chilca nacen en la Cordillera de los Andes y recorren la franja desértica de la costa
peruana antes de su desembocadura en el Océano. Políticamente, estas cuencas se
encuentran en el departamento de Lima, abarcando las provincias de Callao, Lima, Canta
y Huarochirí; así como los ámbitos del Gobierno Regional del Callao, el Gobierno
Regional de Lima Metropolitana y el Gobierno Regional de Lima. Por esta razón, las
cuencas representan el ámbito territorial del Consejo de Recursos Hídricos de Cuenca
Interregional Chillón-Rímac y Lurín (CRHC CHIRILU) y éste pertenece a la
Administración Local del Agua (ALA) Chillón-Rímac-Lurín. (AQUAFONDO, 2016)

En la parte baja de estas tres cuencas, se encuentra la zona metropolitana de Lima y Callao
considerada como la segunda ciudad más grande del mundo que se ha desarrollado en un
desierto (después de la ciudad de El Cairo, Egipto). La precipitación es de 9 milímetros
al año y la escasez de agua es una de las principales condicionantes ambientales que ha
acompañado el crecimiento de la ciudad. Actualmente Lima y Callao tienen una
población de casi 8,5 millones de habitantes, siendo una de las cinco mayores urbes de
Sudamérica junto con Sao Paulo, Río de Janeiro, Buenos Aires y Bogotá. Esta zona
concentra casi la tercera parte de la población del país y depende de los recursos hídricos
superficiales y subterráneos disponibles en las cuencas de Chillón, Rímac y Lurín –
Chilca, así como del transvase proveniente de la cuenca del Mantaro (Zuchetti, et al.,
2012).
CARACTERISTICAS DE LA CUENCA DEL RIO CHILLÓN

Longitud: El Río Chillón se origina en la laguna de Chonta a 4.850 msnm, con un


recorrido de 126 Km.

El Río Chillón cuenta con un área de drenaje de 2,444 Km², de los cuales 1,040 Km² es
de la cuenca húmeda, lo que representa el 42% del área sensible al escurrimiento
superficial. Tiene una pendiente de 2% donde se encuentra la zona agrícola más
importante.

Esta cuenca debe su nombre al río Chillón, que nace en la laguna de Chonta, en las alturas
de la Cordillera de La Viuda, y recorre una distancia de 126 kilómetros hasta su
desembocadura en el Océano Pacífico. El río presenta un régimen de descargas irregular
en extremo y torrentoso. Éstas son parcialmente reguladas por un grupo de lagunas de las
partes altas, que sirven para complementar las necesidades de riego de los agricultores en
las partes media y baja de la cuenca (ámbito que cubre la JU) en el período de estiaje.

El estiaje del río Chillón cubre los meses de mayo a diciembre, siendo el promedio
mínimo del cauce de 1,5 m3 /s. En dicho período se genera el mayor déficit de este
recurso. El período de avenida va de enero a abril, meses en que el río carga agua por las
lluvias y deshielos en las partes altas de la cuenca]. Adicionalmente en la zona superior y
media-alta del ámbito de la Junta de Usuarios (JU) existen puquiales que contribuyen
comparativamente en pequeña medida a la descarga total del río, pero que son vitales para
el riego de algunas Comisiones. Las precipitaciones en la parte alta son insignificantes;
en la parte media y baja inexistentes, lo que ocasiona que la agricultura sea totalmente
dependiente del sistema de riego. (CENEPRED, 2015)

De los tres valles de la Gran Lima el que conserva las mayores áreas cultivadas es
justamente el valle del Chillón. En la actualidad hay alrededor de 8,000 hectáreas bajo
riego. Los cultivos predominantes son las hortalizas, que demandan mayor cantidad de
agua que los antiguamente existentes (maíz y algodón). Este cambio en los cultivos
reclama una mayor dotación de agua por parte del sistema de riego, exigiéndolo en
extremo. La actividad agropecuaria resulta de suma importancia pues constituye una de
las fuentes abastecedoras de productos alimenticios para la población de la megalópolis
limeña.
El relieve general de la cuenca es el que caracteriza prácticamente a la mayoría de las
cuencas de la vertiente occidental, es decir, el de una hoya hidrográfica alargada de fondo
profundo y quebrado de pendiente fuerte, con una fisiografía escarpada en partes
abruptas, cortadas por quebradas de fuerte pendiente y estrechas gargantas. (CENEPRED,
2015)

http://sigrid.cenepred.gob.pe/docs/PARA%20PUBLICAR/OTROS/Informe%2057%20
Monitoreo%20de%20sectores%20criticos%20ChillOn%20MML%20Julio%202013.pdf

Ilustración 1. Cuenca del Rio Chillón

PROBLEMÁTICA DEL RIO CHILLÓN

Durante las últimas décadas, las tres cuencas de Lima y Callao han sufrido una
significativa disminución de la calidad y volumen de sus aguas. En las partes alta y media,
la actividad agrícola causa severos impactos en los ecosistemas naturales, principalmente
por la tala de bosques, sobrepastoreo, quema de pastizales. Los ecosistemas afectados,
como los bosques nativos, humedales alto andinos y pastizales naturales, son esenciales
para la regulación del flujo del agua. Su degradación significa un aumenta de desastres
naturales como sequias, inundaciones y huaycos.
Además, a lo largo de los ríos la contaminación es agresiva, creando un riesgo para la
salud humana y para la flora y fauna acuática. En la parte alta del Rímac y Chillón existe
minería (formal e informal) cuyos vertimientos forma uno de los principales
contaminantes. Gran parte de los distritos ubicados a lo largo de los ríos vierten sus aguas
servidas doméstica e industrial al río sin tratamiento previo.

Podemos nombrar 4 problemas en particular:

Oferta de agua: La oferta de agua de los ríos de las tres cuencas para la ciudad de Lima y
Callao se distribuye de la siguiente manera: 75% de aguas del río Rímac, 13% del río
Chillón y 12% del río Lurín. El trasvase de la cuenca del río Mantaro, que pertenece a la
vertiente Amazónica, contribuye con más del 60% de las reservas de agua de la ciudad
de Lima, dependiendo de un solo túnel trasandino con un potencial riesgo de colapso ante
sismos de alta intensidad, situación que pone en riesgo la provisión de agua a la ciudad.
En caso de sequía prolongada, la provisión de agua a la ciudad es altamente vulnerable,
pues las reservas hídricas, de aproximadamente 330 millones de m³, son limitadas
tomando en cuenta las características de la ciudad.

Demanda de agua: El consumo de agua potable por persona en Lima y Callao, en


promedio viene a ser unos 250 litros por habitante al día; de estos 250 litros, entre 35% y
40% corresponde a pérdidas físicas del agua en el sistema de distribución de SEDAPAL.
El consumo real restante por persona es de 150 litros/día, siendo un consumo muy elevado
en comparación con otras grandes ciudades en la región. Evidentemente, el consumo de
150 litros/ habitante/día no es uniforme. Existe una polarización entre los distritos de
bajos y altos ingresos, con conflictos relativos a la disponibilidad de recursos básicos.
Existe también una limitada valoración del agua y no se (re)conoce el costo real de los
servicios de agua y alcantarillado (su producción, purificación, distribución y
tratamiento). Tampoco existe una cultura de ahorro del agua. Esta situación, sumada a un
déficit en los servicios de agua potable y alcantarillado, crea una situación compleja para
una ciudad capital que constituye el principal centro urbano de Perú.

Calidad de agua: En el año 2011, menos de 15.6% de las aguas residuales urbanas fue
tratada. Las principales fuentes de contaminación están relacionadas con la actividad
minera formal e informal, pasivos mineros, residuos de agroquímicos, vertimientos
legales e ilegales de desagüe doméstico e industrial, y arrojo de desmonte y residuos
sólidos. A todos estos elementos contaminantes, se suman las altas cargas de sedimentos
provenientes de la erosión ocasionada por procesos de degradación ambiental, producidos
por la deforestación, el sobrepastoreo, ocupación de las fajas marginales, quema, entre
otros.

Según análisis propios hechos en el curso de Contaminacion de aguas, se pudo determinar


los siguientes parámetros:

La Gobernanza en las Cuencas: En la actualidad, la sectorización, la institucionalidad


pública y un marco regulatorio en proceso de consolidación constituyen las principales
limitaciones para llegar a una gestión integral y eficiente del agua en las cuencas. Las
autoridades involucradas en la gestión del agua son numerosas, con competencias muchas
veces difusas, y con una debilidad respecto a la labor de fiscalización y monitoreo del
recurso. La creación de la Autoridad Nacional del Agua y la nueva Ley de Recursos
Hídricos fueron los primeros pasos hacia un fortalecimiento de la institucionalidad.

La gestión del agua en las cuencas ha estado marcada por la desarticulación de los actores
de las partes bajas, medias y altas, la falta de coordinación entre las diversas autoridades
competentes, los operadores y usuarios (de consumo humano, agricultura, y el uso
energético, industrial y minero). Actualmente, existen numerosas instituciones públicas
y privadas que tienen presencia en la zona, realizando diversos trabajos con limitada
coordinación entre ellas y que no obedecen a un plan integral de manejo. Se requieren
espacios de participación de entidades gubernamentales y actores locales.

La calidad, la escasez de los recursos hídricos y la débil gestión del agua son causa de
tensiones y disputas entre los diferentes usuarios, así como la falta de servicios adecuados
de agua y saneamiento representan un riesgo para la salud humana y para la calidad de
los cultivos. Los conflictos se dan a lo largo de las cuencas y presentan una tendencia de
incremento.
Cifras de impacto

Aunque pareciera un recurso muy abundante, es importante destacar que menos del 1%
de toda el agua en el mundo es agua dulce disponible para usos domésticos, industriales,
comerciales y turísticos. - Se estima que en el año 2040 Lima Metropolitana tendrá 14
millones de habitantes. - La periferia metropolitana avanza aceleradamente hacia los tres
valles. Ya se apropió del 68% del Chillón (12,400 hectáreas del total de 18,000) y el 90%
del Rímac (13,500 hectáreas de un total de 15,000.) Las áreas urbanas en la cuenca de
Lurín ocupan el 16.6% (998 de 6,000 hectáreas).

También necesitamos un nuevo concepto de ciudad. Siempre ha sido considerada ésta


como el espacio construido obviando su entorno natural. ¿Cómo sustentar dos millones
de personas del cono norte sin pensar en la cuenca del Chillón? No es sostenible, es
inviable.

¿Qué nos da la cuenca del Chillón? Agua potable para el 10% de la población limeña;
Una aprovechable zona de recreación, descanso y turismo; producción de alimentos como
hortalizas, leche y ganado; generación de energía eléctrica; entre otras. También es una
prolífica fuente hídrica: Tiene 75 lagunas, 845 pozos y 27 manantiales.

SOLUCIONES

La ciudad no está creciendo considerando las diferencias de nuestra geografía. “Hay que
cambiar los patrones de ocupación. No se trata de impedir que la población siga habitando
el territorio, sino de transformar nuestro crecimiento poblacional en base a un plan para
ocuparlo de manera distinta”, explica Sofía Hidalgo, arquitecta del equipo técnico que
elaboró el Plan de Ordenamiento Territorial Ambiental del río Chillón.

Para las zonas que sufren de erosión de laderas o deterioro de cauces, los cuales representa
un serio peligro para los pobladores que habitan en las riberas de este río, La ANA
recomendó que se realicen trabajos de limpieza, descolmatación y encauzamiento del río
Chillón, así como el mejoramiento de obras de protección y de diques de tierra, rocas u
otro material; mejoramiento de defensas ribereñas, la estabilización de taludes con
vegetación y la desocupación de áreas aledañas al cauce considerando la faja marginal y
obras anexas.

Además, resalta una manera distinta de ver Lima: “Hay que comenzar a mirar la ciudad
de arriba, desde nuestras cabeceras de cuenca, porque lo que pasa en ellas afecta a las
zonas bajas, donde la mayoría de la población se encuentra”. Para ella, no estamos
valorando áreas naturales que después, por el cambio climático, serán totalmente
importantes y necesarias para nuestra ciudad.

Sonia Rodríguez, miembro del Consejo Directivo de la ONG Alternativa, agrega que
“tenemos que gestionar a partir del conocimiento de nuestro territorio. Existen
mecanismos para conservar y aprovechar lo que nos ofrece la cuenca del Chillón. Por
ejemplo, recuperar las riveras de los ríos, donde pueden hacer proyectos turísticos y de
recreación para sus habitantes”.

Por otro lado, según Sonia Rodríguez hay altos grados de contaminación y desmontes que
la ciudad genera. Esto tiene que reducirse y manejarse. A la fecha ha habido varias
campañas de limpieza del río pero se trata de acciones temporales. En estas campañas ella
ha notado que la población está sensibilizada: “Bastantes jóvenes y vecinos de la zona
participan en estas actividades, pero necesitamos una organización más planificada para
recuperar el Chillón”.

Está convencida de que es necesario “garantizar el agua y reducir el déficit de áreas


verdes. Establecer una economía de acuerdo a la geografía y nuestros recursos cambiando
los patrones de ocupación”. Sofía Hidalgo agrega que tenemos que integrar las cabeceras
a nuestra idea de ciudad: “estudiar nuestro territorio más allá de la última casa del
distrito”.

https://aquafondo.org.pe/wp-content/uploads/2015/11/2._Las_Cuencas_de_Lima_-
_Chillon_Rimac_y_Lurin.pdf

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