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ADORACIÓN MATUTINA

Christopher Mavor Abrahán fue amigo de Jehová (Is. 41;8)

El texto de hoy destaca un tipo de relación muy importante. Se trata de la amistad


con nuestro Dios, Jehová. Abrahán fue un buen ejemplo de lo que significa ser
amigo de Jehová. En varias ocasiones, la Biblia dice que Jehová lo llamó “amigo”.
Y, sin duda, para él fue un gran honor que Jehová lo considerara su amigo. ¿Por
qué se sentía Jehová tan cerca de Abrahán como para considerarlo su amigo?
En el libro de Santiago, en el capítulo 2, versículo 23, se destacan algunas
razones por las que Jehová llegó a querer tanto a Abrahán, razones que lo
llevaron a sentirse cerca de él y llamarlo “amigo”. El versículo 23 concluye con
estas palabras: “Y vino a ser llamado ‘amigo de Jehová’”. Si nos fijamos en el
contexto de este versículo, vemos que Abrahán vivió una vida de fe; no solo tenía
fe en Jehová, sino que demostró esa fe por el modo en que vivió. Hizo todo lo que
Jehová le pidió, lo hizo con fe absoluta y exactamente tal como Jehová le había
mandado. Por ejemplo, pensemos en la prueba de fe más grande por la que pasó
Abrahán. Fue cuando Jehová le pidió que sacrificara a su hijo Isaac.
Si reflexionamos un poco más sobre este relato, nos damos cuenta del gran
privilegio que tuvo Abrahán al representar el papel del propio Jehová sacrificando
a su hijo, Jesús. Eso nos muestra lo cerca que se sentía Jehová de Abrahán y
también que confiaba plenamente en que su amigo lo obedecería. Jehová usó a
Abrahán para enseñarnos lo profundo que es su amor por la humanidad.
Amistades de este tipo, como la que tuvo Abrahán con Jehová, nos hacen muy
felices y nos benefician. Ahora bien, Abrahán pudo comprobar que, a veces, estas
amistades también pueden implicar un gran reto, ya que, en varias ocasiones, tuvo
que realizar tareas muy difíciles para seguir siendo amigo de Jehová. La Biblia nos
pinta una imagen muy interesante de lo que es la amistad. La encontramos
especialmente en Proverbios. Por ejemplo, Proverbios 18:24 dice que “existen
compañeros dispuestos a hacerse pedazos, pero existe un amigo más apegado
que un hermano”. También, el capítulo 17, versículo 17, menciona que “un
compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando
hay angustia”. Y el capítulo 27, versículo 6, dice que las heridas que nos causa un
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amigo son fieles. Cuando pensamos en estos versículos, entendemos mucho


mejor lo que significa la verdadera amistad, la amistad desde el punto de vista de
Jehová, y no desde el punto de vista de los hombres. La verdadera amistad es
estar al lado de nuestros amigos —nuestros hermanos y hermanas—,
demostrarles que los queremos, en especial cuando es difícil, e incluso ofrecerles
guía y consejos útiles si los necesitan. Tener amigos no solo nos hace felices, sino
que es una necesidad. Jehová no nos creó para estar solos, pues nos creó a su
imagen. Él también eligió a algunos de sus siervos como amigos, así que nosotros
debemos seguir su ejemplo y hacer buenas amistades. En la Biblia hay varios
ejemplos de personas que tuvieron amistades muy estrechas. Recordemos el
caso de David y Jonatán, el de Pablo y Timoteo, y el de Jesús y sus apóstoles.
Además, Jesús también tuvo algunos amigos íntimos, como Pedro, Juan y Lázaro
y sus hermanas. Y, por supuesto, no podemos olvidar lo buenas amigas que
fueron Rut y Noemí. Desde un punto de vista humano, podríamos preguntarnos
por qué esas personas tuvieron tan buena amistad. En algunos casos, había una
gran diferencia de edad o diferencias culturales. En otros casos, tener esas
amistades no les reportaba ninguna ventaja social ni política. Aún así, siguieron
siendo grandes amigos. ¡Y qué bonito fue ver esto mismo en el programa mensual
de JW Broadcasting® de marzo de 2017! El joven Akil se hizo amigo de un
hermano mayor de su congregación. ¿Qué ayudó a todos ellos a tener amistades
tan sólidas? Sin duda, fue el amor y la devoción que cada uno sentía por Jehová.
Esa es la base de una verdadera amistad. Y ahí está la clave, ¿no creen? Cuando
analizamos los relatos de estos siervos de Dios, vemos que su amistad fue muy
fuerte porque amaban mucho a Jehová, y no solo porque se caían bien.
Su inquebrantable fidelidad a Dios les permitió ser la clase de amigos que Jehová
describe en su Palabra, la Biblia. Las amistades en el mundo son todo lo contrario.
Muchas veces, las personas se hacen amigas por las circunstancias o hasta por
interés. Por ejemplo, pensemos en los niños. Ellos se hacen amigos de sus
compañeros de clase porque están allí juntos. Los compañeros de trabajo quizás
se llevan bien trabajando juntos, y por eso se consideran buenos amigos. Algunas
personas incluso desarrollan un estrecho vínculo emocional con otras porque han
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vivido juntas algún momento difícil o algo emocionante. Puede que todas estas
personas crean que serán amigas para siempre, pero sabemos que, si no basan
su amistad en el amor a Jehová, esa amistad se desvanecerá pronto. Jehová es
eterno, existirá para siempre, y todas las amistades que se basan en el amor a él,
también. Igual que hizo con Abrahán y con todos los que considera sus amigos,
Jehová nos da trabajo para hacer. Él espera que, para seguir siendo sus amigos,
hagamos lo que nos pide siguiendo sus instrucciones. Pensemos por un momento
en quienes están dispuestos a ir a lugares donde hay más necesidad. Se ofrecen
de buena gana y obedecen el mandato de Jehová de predicar las buenas noticias
y poner el Reino en primer lugar. Y lo hacen incluso aunque eso requiera muchos
sacrificios. ¡Qué bonito es ver esto! Hace poco, tuve el privilegio de visitar la
sucursal de la India. Estando allí, me contaron detalles sobre algunas campañas
especiales que habían organizado y los resultados que habían obtenido.
Es impresionante ver los esfuerzos que hacen los hermanos para seguir siendo
amigos de Dios y poner el Reino en primer lugar, y cuánto los bendice Jehová por
ello. Veamos, por ejemplo, qué ocurrió hace poco durante una campaña especial.
En ella participaron unos doscientos cincuenta hermanos de Norteamérica y de
Europa occidental. Todos eran de origen indio y se desplazaron para participar en
esta campaña. Y recibieron bastantes bendiciones, bueno, muchas bendiciones.
En un pueblo muy alejado de la congregación, se dirigían varios cursos bíblicos
por teléfono. Gracias a esta campaña especial, se mandaron hermanos a ese
pueblo para que visitaran a los estudiantes y para ver cómo les iba. Bueno,
cuando llegaron, se sorprendieron al ver que en cada una de las casas de los
estudiantes había de quince a veinte personas reunidas que querían escuchar
más acerca de las buenas noticias del Reino. Después, este grupo de hermanos
fue a otro pueblo. Cuando llegaron allí, unas 275 personas les dieron la bienvenida
en la casa de un estudiante de la Biblia. Todos deseaban saber más de la verdad.
Los publicadores los dividieron en grupos de veinte para enseñarles acerca de la
Biblia. Una de esas personas dijo: “Tengo una familiar en otra ciudad. Me gustaría
que la visitaran. Ella es sacerdote”. Cuando los hermanos visitaron a la mujer en
su vivienda, había 70 personas reunidas para escuchar del Reino. Algo parecido
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sucedió cuando los hermanos predicaron a las personas sordas en la India. A un


hermano le dieron los datos de contacto de una persona, así que viajó unas cuatro
horas en tren hasta el pueblo donde vivía. Cuando llegó a la estación, había más
de ciento treinta personas sordas esperándolo porque querían saber más de la
verdad. Se formó un grupo y, ahora, un año más tarde, ya asisten a la reunión
más de cincuenta personas. Está claro que los hermanos están llevando a cabo la
labor que Jehová les ha asignado de predicar las buenas noticias del Reino y
están fortaleciendo su amistad con él. ¡Y cuántas bendiciones reciben! Eso nos
recuerda las palabras de David registradas en el Salmo 63:3, que dicen: “Tu
bondad amorosa [sí, tu amistad] es mejor que la vida”.

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