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CRISTIANOS ACTIVOS EN POLÍTICA

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Ensayo Presentado A

Kyung Suk Chung, PhD

Seminario Evangélico del Caribe

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Como Requisito Parcial

del Programa

Doctorado en Ministerio

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por

Efran Yeguez
16 diciembre 2019
El asunto de la participación de los cristianos en los movimientos políticos locales,

estadales y nacionales de su nación tiene una cantidad de puntos a desarrollar que haría falta

muchos libros para intentar colmar esta discusión, sin embargo, en este ensayo se intentará

desarrollar los más álgidos puntos de vista de este hecho que pareciera que cada día inunda más y

más al mundo eclesiástico de nuestros países.

¿Debería un cristiano genuino inmiscuirse en el debate político, la lucha sociopolítica de

su país y aún más allá, ocupar cargos de elección pública? Esta pregunta generalmente es muy

controversial y ha causado mucho debate en las iglesias cristianas y en el mundo teológico y

académico de nuestros días. Es en ese punto donde se ha suscitado muchísimo debate ya que

existen experiencias deshonrosas donde el evangelio ha sido manchado por el mal testimonio de

los actores fraudulentos de la política mundana aprovechándose de la honorabilidad del nombre

de nuestro señor Jesús para atraer votantes a sus filas y lograr sus proyectos que distan en demasía

de los valores cristianos que dicta la Palabra de Dios. Por otro lado, si existen experiencias que

son dignas de resaltar en las cuales cristianos han llegado al poder político y han desarrollado

programas o acciones que van en pro de los valores fundamentales del cristianismo y han puesto

en evidencia que el evangelio es un factor determinante para empujar a las sociedades hacia la

libertad y el progreso. Y como argumento usado por Wogaman en pro de la participación de los

cristianos en la política: es muy claro que la era de la pasividad de los cristianos en la participación

en política esta terminando y eso indica que el mundo le pertenece a Dios y lo que hagamos por

este mundo si importa.1

1
Wogaman, Phillip. Christian Perspectives on Politics. (Kentucky: Westminster John Knox Press. 2000) p. 128
Hay diversos elementos adicionales que un genuino cristiano debe abordar en el momento

de decidir si involucrarse en política o no ya que determinaran la manera de como conducirse y

desarrollar su accionar y parlamento en su vida pública, cosas que en el caso de que un cristiano

no es participantes de la política quedaría automáticamente libre de esas decisiones. Beckwith

plantea asuntos tales como ¿a cuál partido político se debe afiliar el político cristiano?, y en el caso

de fundar un nuevo movimiento o partido político, ¿Su directiva o líderes principales deben ser

solo cristianos o pueden ser de otras tendencias religiosas e inclusive ateos? Es importante recordar

que el ejercicio de la política sugiere indefectiblemente la participación del mayor número de

personas para poder obtener y ejercer el poder ejecutivo o legislativo cualquiera sea el caso.

Emanan otras preguntas; en el inicio de la carrera política, ¿A cuál político apoyar y unirse?,

¿Cómo tratar con los cristianos que mantienen otra postura política y adversan al aspirante

político? ¿de que manera debe adversar aquellos puntos de vista que abiertamente están aprobados

por la inmensa mayoría de la población sin que sus principios bíblicos sufran daño? ¿Qué tanta

autoridad tendría la Biblia en la gestión política y pública en un mundo (el mundo político) donde

predominan las ideas, conceptos y acciones mundanas? ¿Qué tanto debe asociarse el político

cristiano con los políticos de turno que claramente tienen un alto prontuario de corrupción e

indolencia ante el sufrimiento del pueblo?2

Estas no son todas las interrogantes que saltan a la luz cuando nos aproximamos al tema

de la participación de los cristianos en la política, pero sin embargo es notable que todas ellas no

tienen una respuesta sencilla y absoluta ya que la política, sobre todo en los países

2
Beckwith, Francis J. Politics for Christians: Statecraft as Soulcraft. (Illinois: InterVarsity Press. 2010) p. 42
latinoamericanos, es muy cambiante y errática debido a la falta de valores que rigen a los

personeros de turno.

Por otro lado, se puede asegurar que la participación de verdaderos cristianos en política

es una posibilidad real para cambiar el destino de los países sucumbidos en crisis de valores éticos,

morales y espirituales donde cunde la injusticia, la inmoralidad, la corrupción y la anarquía, lo cual

ha ocasionado que los países adolezcan de un crecimiento armónico donde la paz y la justicia

social sean la distinción. En este sentido, no es un sueño ni irreal que la educación cristiana juega

un papel fundamental en la proyección de verdaderos líderes cristianos que transformen la

sociedad por medio de una acción política y social que esté enmarcada en los valores bíblicos. De

hecho Díaz Salazar plantea desde su enfoque de política de izquierda que todos los centros de

educación deben incluir dentro de su programa de formación la enseñanza de cultura religiosa ya

que esto es de provecho para la construcción de una sociedad con valores que ayudan a combatir

la injusticia y la solidaridad.3

En la medida que se eduque a los niños y jóvenes de la presente generación con los

principios bíblicos absolutos, será posible que genuinos cristianos tomen las riendas de una nación

sin desviarse hacia las sendas corruptas que este siglo ha construido. Es importante destacar que

la senda que debe construir el cristiano con anhelo político partidista está llena de obstáculos y

peligros, ya que esta ha sido transitada por muchos hombres desviados de la verdad y en la cual

existen ideas preconcebidas para el ejercicio de la política de una manera trastocada y que no

obedece a los valores mas nobles de la cristiandad. La construcción de esta senda luce casi

imposible, ya que la maldad en los últimos tiempos está en aumento y pareciera que por cada

3
Díaz-Salazar, Rafael. Refundación de la izquierda y cristianismo. (Santander: Sal Terrae. 1990) p. 31
cristiano que se levanta con una intención sana y loable para tomar el poder y regir los destinos

una nación con verdadera fuerza de valores cristianos, se saltan a la palestra pública una centena

de políticos que predican el interés por el enriquecimiento ilícito y la corrupción. En este sentido

Petruzzi plantea que los cristianos deben participar en política solo cuando asuntos relacionados

con la adoración a Dios, la oración o actos de testificar de la fe se vean amenazados ya que la arena

política se encuentra impregnada de rebeldía del hombre contra Dios y sus planes distan de obtener

aquello que Dios tiene para el ser humano.4

La tarea es titánica para el que aspira ejercer el poder político, sobre todo en los países

latinos ya que en aquellas latitudes anglosajonas pareciera que tienen un camino más avanzado en

esta materia. Sin embargo, es de destacar que estos países avanzados también tuvieron una era de

desgracia, dolor y pena en el ejercicio de su política como medio de alcanzar su progreso pleno.

Esa etapa fue dejada atrás cuando la educción cristiana pasó a regir los destinos de esas naciones

angloparlantes. Esta breve experiencia anima, sin el deseo de ser muy optimista, que a los países

latinoamericanos también le llegará su hora de progreso y cambio radical en la manera de hacer

política, pero esta etapa será forjada por la acción educativa de la iglesia en todos los estratos de

la sociedad.

En estas dos visiones y posturas en pro y contra de la participación de los cristianos en

política, la iglesia de Cristo está en el medio. Y debe ser en este espacio donde se busque la

dirección de Dios en cuanto a la incursión de genuinos cristianos en las esferas de poder. La iglesia

es la institución creada por Dios para ser los brazos y pies en la construcción del reino de Dios en

la tierra. Aunque algunos pudieran alegar que la tarea de la iglesia está bien tipificada en la Biblia

4
Petreuzzi, Christopher R. Christianity and Politics: The Attempted Seduction of the Bride of Christ. (Oregon: Wipf
and Stock Publisher. 2013) p. 45
y su rol es fundamentalmente el de la predicación, discipulado y la plantación de nuevas iglesias

alrededor del mundo, no es menos cierto que la iglesia, al hacer esta tarea de manera obediente y

esforzada, se topará con la realidad de que sus discípulos se encontrarán innegablemente en la

palestra de acción social y pública en la sociedad local, estadal y nacional y por ende incursionando

en la actividad política al lado de otros actores incrédulos que rechazarán su postulado cristiano.

Tal como lo afirma Neira: por más que se quiera compatibilizar la política terrenal que enarbola

por ejemplo el comunismo con los postulados del cristianismo, el divorcio es evidente y sus

diferencias irreconciliables ya que la política socialista tiene como primado lo material y el

primado del cristianismo es el del Espíritu.5

Es allí donde la iglesia tiene que dirigir a través de sus líderes a los hombres y mujeres que

incursionen en esta actividad para que sean verdaderos hijos de Dios y alumbren como luminares

en el mundo, accionando en pro de la construcción de una sociedad más justa y transparente y

donde la educación cristiana que ha trabajado en esos discípulos accionará para el bien de la

nación.

Pareciera que las palabras de Jesús irían en esa dirección al afirmar en Mateo 5:16 “Así

alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a

vuestro Padre que está en los cielos.” El pedido de Jesús va en dirección de iluminar la oscuridad

en la cual habita esta humanidad. La oscuridad puede ser interpretada en el contexto de este ensayo

como las penumbras reinantes en las esferas de los partidos políticos que se han prestado en

muchos casos para procrear, diseminar y sostener el ejercicio de la corrupción política. Jesús envía

a los suyos a irradiar de su luz en esos estratos y surge la pregunta ¿de que otra manera se pudiera

5
Neira, Enrique. ¿Cristianos Marxistas? (Caracas: Universidad Católica Andrés Bello. 1977) p. 109
hacer esto si no por medio de la incursión de sus discípulos en esas esferas del poder? Unos

versículos antes del antes mencionado pasaje, Jesús exhorta a sus seguidores con las siguientes

palabras “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No

sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” Mateo 5:13. Este texto

es alentador y desafiante para aquellos cristianos que desean incursionar en política ya que se

desprenden tres verdades de él. La primera es que Jesús exhorta a sus discípulos a ser sal de la

tierra, esto lleva la connotación de ser agentes que detengan la descomposición y la corrupción.

Como es una de las propiedades de la sal la de detener todo proceso de putrefacción, así se pudiera

aplicar este texto en el tema de la política y que los cristianos deberían incursionar en este ámbito

para detener la descomposición de la sociedad a través de la participación de los políticos

cristianos. La Segunda verdad que se desprende de este verso es que la sal da sazón a donde se

aplica. Esto implicaría que el involucramiento de los cristianos en la actividad cotidiana de la

política de sus países en todas las esferas donde tengan lugar a estar inundaría con la “sazón” del

evangelio ese mundo, dándole el sentido correcto, enderezando lo torcido y perfumando todo a su

paso con el evangelio, transformando la manera de hacer la política desde una perspectiva bíblica

y con una renovada ética y moralidad, haciendo verdad las palabras del apóstol Pablo en Romanos

15:19 “…de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del

evangelio de Cristo”. En tercer lugar, ser sal de la tierra implica que aquel que desee adentrarse al

mundo de la política en un mundo que contraría la fe y los principios de la Biblia, está obligado a

ser sal y a demostrar las credenciales verdaderas de su fe cristiana ya que, si no, sería inoperante e

ineficaz para el uso que fue creada y será desechada. Así los cristianos que están en el mundo

político están obligados por la palabra a ser agentes transformadores ya que de otro modo no son

útiles y son desechados por Dios.


Es de resaltar que la mayoría de los oponentes a la participación de los cristianos en la

política se fundamentan en la posibilidad de que los creyentes se contaminen con la inmundicia

del ambiente político y haciendo así traigan el mal testimonio a sus vidas y no solo esto, sino que

el testimonio del evangelio se vea empañado por el mal proceder de los evangélicos en política.

No en vano Pablo le advierte a los corintios lo siguiente “No erréis; las malas conversaciones

corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen

a Dios; para vergüenza vuestra lo digo” 1 Corintios 15:33-34. Y también Proverbios 14:16 advierte

que “El sabio teme y se aparta del mal, Pero el necio es arrogante y descuidado.” de tal modo que

debe existir cierto margen de distancia entre lo inmundo y lo impuro ya que existe la posibilidad

de que lo sano sea maltrecho por aquello que está contaminado y que lo puro sea hecho indigno

por la corrupción que hay en ello.

Evidentemente, la caída de un cristiano en actos ilícitos puede ocurrir ya que está rodeado

de gente vil y perversa, sin embrago, esto puede vendría en el caso de que el cristiano se descuide

en mantener firme sus valores y creencias y le de paso a las tentaciones del Diablo en su vida, por

lo que es importante tener presente la recomendación de Pedro en su epístola universal en cuanto

al peligro de descuidarse en la fe y dar paso a lo mundano en la vida “Sed sobrios, y velad; porque

vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual

resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros

hermanos en todo el mundo” 1 Pedro 5:8-9.

Jesús sostuvo que debe haber cierta separación de los creyentes y el estado y su política

cuando fue abordado por sus detractores para tenderle una trampa haciéndole una pregunta con el

fin de hacerle caer: “¿Nos es lícito dar tributo a César, ó no? Mas él, entendiendo la astucia de

ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la
inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de

César; y lo que es de Dios, a Dios.” Lucas 20:22-25. En este pasaje queda claro que la posición de

Jesús fue de no inmiscuirse en los avatares del poder de este mundo, sino solo honrar aquellos

compromisos (pagar el impuesto) que nos mantienen en paz con todos (Romanos 12:18) y

habilitados para poder desarrollar el proyecto de redención que Dios viene haciendo desde los

anales de la historia misma, para buscar y salvar aquello que se había perdido (Lucas 19:10), es

decir el alma del pecador.

Si el proyecto de Jesús hubiera sido el implantar su reino de justicia a través del poder

político humano, el desarrollo de su ministerio público hubiera tenido otro enfoque. De hecho,

Jesús no hubiera rechazado el deseo del pueblo judío de hacerle rey: “Pero entendiendo Jesús que

iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo”. El proyecto

salvífico y redentor de Dios es espiritual y con modos y maneras espirituales es que se ha de lograr.

Puede que exista cierta confusión de algunos grupos evangélicos en querer controlar el poder

político para así transformar la sociedad e implantar el reino de Dios aquí en la tierra, sin embargo,

los valores eternos y los asuntos espirituales nada tienen que ver con los entuertos de la política

terrenal y sus desviaciones.

¿Puede acaso la política terrenal facilitar la implantación del evangelio en este mundo caído

y corrupto? Una respuesta sencilla sería que sí, tal y como lo asegura Jelen al plantear que los

esfuerzos políticos de los factores evangélicos en Latinoamérica han propiciado el ascenso al poder

de presidentes y esto está ocasionando que se vea a los evangélicos como factores de interés para
ser usados en la política y además pronostica que a causa de esto, las libertades religiosas en el

continente serán garantizadas.6

Sin embargo, existe evidencia bíblica e histórica que demuestra que el pueblo de Dios se

ha engrandecido en medio de las persecuciones y tribulaciones. Cuando la iglesia primitiva entró

en persecución, se inició la primera diáspora cristiana por el mundo de aquella época y cristianos

de Jerusalén comenzaron a ser irrigados mundialmente, entonces creció la iglesia. Así lo registra

el libro de Hechos de los apóstoles: “Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran

persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de

Judea y de Samaria, salvo los apóstoles… Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes

anunciando el evangelio” (Hechos 8:1,4). Jesús de haber querido que el medio de propagación de

la fe cristiana fuera a través de posicionar sus cuadros políticos en las estructuras de poder del

imperio romano, así lo hubiese manifestado y procurado, pero sin embargo, los apóstoles distaban

con creces en ser hombres que calificaban para entrar en ese mundo político, antes bien, dice la

escritura que: “Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil

del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado

escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia"

(1 Corintios 1.27-28). El Señor Jesús escogió otro medio para implantar su reino en el corazón de

la humanidad, medios que son incomprensibles para la gente común e inaceptables para el mundo

político. Algunos alegan que Constantino el gran emperador fue usado por Dios para diseminar el

evangelio, sin embargo, como lo aduce Vilella “la actitud religiosa de Constantino encajaría bien

en un modelo ideológico de ambigüedad deliberada, que expresa un sincretismo religioso que

6
Jelen, Ted G. Religión y Política. (España: Akal. 2006) p. 270
impregnaba toda la obra política del emperador”.7 Desde allí que queda la duda y la apelación a la

verdadera conciencia cristiana de que la aspiración sea para servir con abnegación y amor por el

prójimo y no un medio para alcanzar sus propios deleites y pasiones.

7
Vilella M., Josep. Constantino, ¿el primer emperador cristiano? Religión y política en el siglo IV. (Barcelona:
Universidad de Barcelona. 2012) p. 93
Bibliografía

 Wogaman, Phillip. Christian Perspectives on Politics. (Kentucky: Westminster John Knox

Press. 2000)

 Beckwith, Francis J. Politics for Christians: Statecraft as Soulcraft. (Illinois: InterVarsity

Press. 2010)

 Díaz-Salazar, Rafael. Refundación de la izquierda y cristianismo. (Santander: Sal Terrae.

1990)

 Petreuzzi, Christopher R. Christianity and Politics: The Attempted Seduction of the Bride

of Christ. (Oregon: Wipf and Stock Publisher. 2013)

 Neira, Enrique. ¿Cristianos Marxistas? (Caracas: Universidad Católica Andrés Bello. 1977)

 Jelen, Ted G. Religión y Política. (España: Akal. 2006)

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