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Moisés

Concordancia bíblica
Exo_2:1-Deu_34:12;
Act_7:20-44. Nace, Exo_2:1-4;
adoptado por la hija de Faraón, Exo_2:3-10;
educado en la corte egipcia, Act_7:22;
mata a un egipcio, Exo_2:11-12;
huye a Madián, Exo_2:15-20;
se casa con Séfora, Exo_2:21-22;
llamado por Dios, Exo_3:1-4:17;
vuelve a Egipto, Exo_4:18-31;
Moisés y Faraón, Exo_5-11;
cruza el Mar Rojo, Exo_14:1-31;
su cántico de triunfo, Exo_15:1-18;
nombra jefes, Exo_18:13-26;
habla con Dios en Sinaí, Exo_19:3-13;
Exo_ 24:9-18;
construye el tabernáculo, Exo_25-31;
Exo_ 36-40;
airado por la idolatría del pueblo, Exo_32;
habla con Jehová, Exo_33-34;
hace un censo del pueblo, Num_1;
criticado por Aarón y María, Num_12:1-8;
manda espías a Canaán, Num_13:1-20;
consagra a Josué como su sucesor, Num_27:18-23;
Deu_31:23;
relata la historia de Israel, Deu_1-3;
exhorta a Israel a la obediencia, Deu_4:1-40;
cántico de Moisés, Deu_32:1-43;
ve la tierra de Canaán, Deu_3:25-27;
Deu_ 32:48-52;
Deu_ 34:1-4;
bendice a cada tribu, Deu_33:1-29;
muere y es enterrado en Moab, Deu_34:5-7.
Jos_1:5 como estuve con M, estaré contigo; no te
Psa_77:20 condujiste a tu pueblo .. mano de M
Psa_103:7 sus caminos notificó a M, y .. sus obras
Psa_105:26 envió a su siervo M, y a Aarón, al cual
Psa_106:23 no haberse interpuesto M su escogido
Jer_15:1 M y Samuel se pusieran delante de mi
Mic_6:4 envié delante de ti a M, a Aarón y a
Mat_17:3; Mar_9:4; Luk_9:30 M y Elías, hablando
Luk_ 19:8; Mar_10:4 M os permitió repudiar a
Luk_16:29 Abraham le dijo: A M y a los .. tienen
Luk_16:31 dijo: Si no oyen a M y a los profetas
Luk_24:27 comenzando desde M, y siguiendo por
Joh_1:17 la ley por medio de M fue dada, pero la
Joh_3:14 como M levantó la serpiente en el desierto
Joh_5:46 si creyeseis a M, me creeríais a mí
Joh_6:32 no os dio M el pan del cielo, mas mi
Joh_9:29 sabemos que Dios ha hablado a M; pero
Act_3:22 porque M dijo a los padres: El Señor
Act_7:22 fue enseñado M en .. la sabiduría de los
Act_21:21 enseñas a .. judíos .. a apostatar de M
Rom_5:14 reinó la muerte desde Adán hasta M
Rom_10:5 justicia que es por la ley M escribe así
1Co_10:2 y todos en M fueron bautizados en la
2Co_3:7 no pudieron fijar la vista en el .. de M
2Co_3:15 cuando se lee a M, el velo está puesto
2Ti_3:8 que Janes y Jambres resistieron a M, así
Heb_3:3 de tanto mayor gloria que M es estimado
Heb_7:14 Judá, de la cual nada habló M tocante
Heb_9:19 anunciando M .. mandamientos de la ley
Heb_11:23 por la fe M, cuando nació .. escondido
Jud_1:9 disputando con él por el cuerpo de M
Rev_15:3 y cantan el cántico de M, siervo de Dios

MOISÉS
Mini biografías bíblicas

MOISÉS. Moisés, levita, fue hijo de Amram y Jocabed. Nació en Heliópolis,


famosa ciudad del bajo Egipto. Fue adoptado por la hija de Faraón y educado "en toda la
sabiduría de los egipcios" (Éxodo 21:1-15). Llegó a ser varón "poderoso en sus palabras y
obras". Este primer período de su vida terminó cuando mató a un egipcio y tuvo que huir
a Madián (Éxodo 2:15-4:31). Durante su exilio (período de 40 años) se casó con Séfora,
hija de Jetro. Era pastor cuando se acercó a la zarza ardiendo y recibió el llamado de
Dios. Cuando regresó a Egipto se convirtió en emancipador y dirigente de Israel (período
de 40 años). Moisés, líder del éxodo (Éxodo 5:1=15: 21), llevó el pueblo al Sinaí después
de pasar junto al Mar Muerto (Éxodo 15:2219:2). Allí se convirtió en legislador (los diez
mandamientos constan en Éxodo 20: 1-17 y Deuteronomio 5: 6-21). Guió a los israelitas
desde el Sinaí a las fronteras de la Tierra Prometida, pero murió en Nebo. Moisés fue un
gran profeta, general, administrador, legislador, estadista, liberador, prosista, poeta e
historiador hebreo.

MOISÉS
COMENTARIO BIBLICO CERTEZA
K. A. Kitchen, B.A., Ph.D., Profesor de Egipcio y Copto en
la Universidad de Liverpool, Inglaterra.

El gran líder y legislador por cuyo medio Dios sacó a los hebreos de Egipto, los
convirtió en nación dedicada a su servicio, y los acercó a la frontera de la tierra que les
fue prometida a sus antepasados.

I. Nombre

En Ex. 2.10 se dice que “le puso por nombre Moµsûeh, diciendo: Porque de las
aguas lo saqué (mƒsûéÆt_é÷huÆ)”. La mayoría de los intérpretes supone que la
persona que le puso el nombre fue la hija del faraón, y esto ha llevado a muchos a
suponer que el nombre Moµsûeh es de origen egp., y que el egp. ms, ‘niño’, “(uno que ha)
nacido”, es el vocablo más plausible. No obstante, el antecedente del pronombre
femenino singular (tácito en español) podría, igualmente, ser “la mujer”, es decir la
propia madre y nodriza de Moisés, que “le había puesto por nombre …” (así W. J.
Martin). Ex. 2.10 claramente liga el nombre de Moµsûeh con el hecho de que fue sacado
de las aguas del río (maµsûaÆ, ‘retirar’, ‘sacar’), Este juego de palabras le resultaría fácil
a un hablante heb. pero no a un egipcio: hecho que favorecería el punto de vista que se
acaba de mencionar de que fue la propia madre de Moisés la que primero le dio su
nombre, y no la hija de Faraón.

La forma Moµsûeh, tal como aparece, es un participio activo que significa “el que
saca”, y podría ser forma elíptica de una frase más larga. En los ss. XIV/XIII a.C. el egp.
mÔsÒ, “niño” (y la forma gramatical relacionada en nombres tales como Ramose, ‘Re ha
nacido’) se pronunciaba aproximadamente maÆs, y no existe razón filológica ni de otro
tipo para suponer que la madre adoptiva egp. de Moisés no hubiese podido asimilar un
aµsûi o Moµsûeh semítico a la palabra/nombre común MÔsÒ, Moµsûeh en su propia
lengua. En nuestros propios días se hacen equiparaciones parecidas en todas las lenguas.
Por ello el nombre de Moisés podría ser sencillamente el semítico asimilado al egp.
estando en Egipto. El punto de vista mayoritario, empero, es que la hija de Faraón le
puso el nombre de Moµse, ‘niño’ (o, menos probablemente, un nombre teofórico en
-mose), que pasó al habla heb. como Moµsûeh. Este parecer, sin embargo, no da cuenta
adecuadamente del juego de palabras semita, y no hay razón objetiva para rechazarlo
como no histórico, ya que se trata de una práctica común en Egipto y otras partes
(incluso en el AT) mucho antes de Moisés; este punto de vista, aun más, se enfrenta con
serias dificultades fonéticas en relación con la ssss y (versículos[s], etc.) siguiente(s) egp.
que aparece como š en Moµsûeh pero como ssss en Ramsés y Finees en hebreo, como lo
señaló hace mucho A. H. Gardiner, JAOS Journal of the American Oriental Society 56,
1936, pp. 192–194; este problema no ha sido adecuadamente resuelto por J. G. Griffiths,
JNES Journal of Near Eastern Studies 12, 1953, pp. 225–231, que es la mejor
presentación de este punto de vista.

II. Vida y antecedentes

a. Linaje

Moisés pertenecía a la tribu de Leví, al clan de Coat, y a la casa o familia de


Amram (Ex. 6.16ss). Se insinúa que era descendiente lejano, no hijo, de Amram por
Jocabed, ya que sus padres no se mencionan en el relato detallado de su infancia (Ex. 2),
y esta posibilidad se vuelve prácticamente segura por la circunstancia de que Amram y
sus 3 hermanos tenían numerosos descendientes al año de iniciarse el éxodo (Nm.
3.27s). (* Cronología del AT, III. b. bar/ben (arm./heb), hijo de )

b. Crianza egipcia

Para salvar a su pequeño hijo del edicto de Faraón, que mandaba matar a los
niños hebreos de sexo masculino, la madre de Moisés lo puso en un canastillo de juncos
o papiro, revestido de brea, en el carrizal a orillas del río y le pidió a la hermana del niño,
María, que lo vigilase. Pronto llegó una hija del faraón con sus doncellas a bañarse en el
río, encontró al niño y tuvo compasión de él. Con toda discreción María se ofreció a
buscar una nodriza para el niño (en realidad, su madre) y de este modo Moisés se salvó.
Cuando fue destetado, fue entregado a su “madre” adoptiva, la princesa egipcia (Ex. 2.1–
10). De la vida de Moisés hasta llegar a la madurez adulta en la sociedad de la corte
egipcia no se dan detalles, pero un muchacho en esa posición en los círculos cortesanos
del período del reino nuevo no podía dejar de estar sometido a una formación básica
integral en esa “sabiduría de los egipcios” que le atribuye Esteban (Hch. 7.22).
Lo que se sabe modernamente sobre el antiguo Egipto proporciona un rico fondo
para el conocimiento de la vida de Moisés en Egipto en su infancia. Los faraones del
período del reino nuevo (ca.), aproximadamente, alrededor de 1550–1070 a.C.)
mantenían residencias y haréÆm no sólo en las grandes capitales de Tebas, Menfis y Pi-
Ramesse (Ramsés) sino en otras partes de Egipto. Típico es el haréÆm de larga data en
el Fayum, donde las damas reales supervisaban un activo centro de industrias
domésticas (A. H. Gardiner, JNES Journal of Near Eastern Studies 12, 1953, pp. 145–
149, especialmente pp. 149). Un haréÆm de este tipo tiene que haber sido el primer
lugar de residencia egipcio de Moisés.

Antiguamente, los hijos de las damas del haréÆm podían ser educados por el
supervisor del haréÆm (“el maestro de los hijos del rey”, F. Ll. Griffith y P. E. Newberry,
El Bersheh, 2, 1894, pp. 40). A su debido tiempo se les asignaba un tutor a los príncipes,
generalmente una persona de alto rango en la corte, o un militar retirado próximo al rey
(H. Brunner, Altägyptische Erziehung, 1957, pp. 32–33); indudablemente Moisés tuvo
una crianza semejante.

Más todavía, como semita en Egipto, Moisés no habría tenido dificultad alguna
para aprender a leer y usar las aproximadamente 20 letras del alfabeto lineal
protocananeo, especialmente si fue sometido a la disciplina mucho más exigente de
ejercitarse en la multitud de caracteres y signos de la escritura egipcia (aunque estos
tampoco requieren gran ingenio, sino sólo aplicación, para aprenderlos). El hecho de que
Egipto y no Palestina era donde residía no sería obstáculo para que se familiarizara con
esta escritura lineal sencilla. Las inscripciones “protosinaíticas” de la primera parte del
ss. XV a.C. son evidentemente nada más que dedicaciones informales, notas de trabajo y
breves epitafios (para ofrendas) por cautivos semitas del delta oriental egipcio (o
asentamientos en Menfis) empleados en las minas de turquesa (cf. W. F. Albright,
BASOR Bulletin of the American Schools of Oriental Research 110, 1948, pp. 12–13, 22),
e ilustran el uso liberal de dicha escritura por los semitas bajo la dominación egipcia casi
2 siglos antes de Moisés. Manifestación más elocuente todavía del uso liberal de la
escritura lineal por los semitas en Egipto es un óstraca del valle de las Reinas en Tebas,
unos 560 km. al SS de Palestina, el Sinaí, o el delta (J. Leibovitch, Annales du Service des
Antiquités de l’Égypte 40, 1940, pp. 119, fig(s). 26, y lam. 16, 19:50); la única palabra
conservada plenamente puede leerse razonablemente como <mht, ‘criadas’ (Albright, op.
cit., pp. 12, n. nota 33).

c. Extranjeros en la corte egipcia

En todos los niveles de la sociedad egipcia podían encontrarse semitas y otros


asiáticos durante el curso del reino nuevo. Además de miles de prisioneros traídos de
Canaán como esclavos (cf. ANET J. B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts, 1950; ²
1965; ³ 1969, pp. 246b, 247b), artesanos extranjeros, guerreros sirios al servicio de
Egipto (p. ej. ANEP J. B. Pritchard, The Ancient Near East in Pictures, 1954; ² 1965,
fig(s). 157), jóvenes asiáticos que actuaban de sirvientes, sostenedores de abanicos, etc.,
en la corte (R.A. Caminos, Late-Egyptian Miscellanies, 1954, pp. 117, 200–201), los
semitas en Egipto podían escalar hasta los niveles más altos de la pirámide social.
Hacían de correos entre Egipto y Siria (ANET J. B. Pritchard, Ancient Near Eastern
Texts, 1950; ² 1965; ³ 1969, pp. 258b), de aurigas que poseían sirvientes ellos mismos (J.
Cerný, JEA Journal of Egyptian Archaeology 23, 1937, pp. 186) y mercaderes (Caminos,
op. cit., pp. 26: Aperbaal); la hija de un capitán marítimo sirio, Ben-Anat, pudo casarse
con un príncipe real (W. Spiegelberg, Recueil de Travaux, 16, 1894, pp. 64).
Bajo los reyes ramesidas los asiáticos ocuparon un lugar todavía más prominente.
Así, uno de los coperos de confianza del rey Merneptah fue el sirio Ben-ozen de Sur-
Basán (“roca de Basán”), que acompañó al visir en la supervisión del trabajo en la tumba
de dicho faraón en el valle de los Reyes JEA Journal of Egyptian Archaeology 34, 1948,
pp. 74). Más aun, al final mismo de la dinastía 19ª, un sirio se hizo cargo brevemente del
control de Egipto mismo: muy posiblemente se trataba del inmensamente poderoso
canciller Bay (Cerný en Gardiner, JEA Journal of Egyptian Archaeology 44, 1958, pp.
21–22).

En el Egipto del reino nuevo se aceptaban deidades cananeas y asiáticas diversas


(Baal, Resef, Astarot, Anat, etc.; cf. ANET J. B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts,
1950; ² 1965; ³ 1969, pp. 249–250); y además de los numerosos préstamos de palabras,
los temas literarios cananeos eran corrientes, ya sea prestados o asimilados a los egipcios
(W. F. Albright, Archaeology and the Religion of Israel, 1953, pp. 197–198 (violación de
Anat); T. H. Gaster, BO Bibliotheca Sacra 9, 1952, pp. 82–85, 232; y G. Posener,
Mélanges Isidore Lévy, 1955, pp. 461–478 (la avidez del mar); y referencia a un relato de
Qazardi, ANET J. B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts, 1950; ² 1965; ³ 1969, pp.
477b). Algunos funcionarios egp. se jactaban de poder hablar la lengua popular de
Canaán, como también de conocer su geografía (ANET J. B. Pritchard, Ancient Near
Eastern Texts, 1950; ² 1965; ³ 1969, pp. 477b), sin mencionar a los que tenían que
aprender el cuneiforme babilónico con fines diplomáticos (cf. Albright, Vocalization of
the Egyptian Syllabic Orthography, 1934, pp. 13, n. nota 50, y JEA Journal of Egyptian
Archaeology 23, 1937, pp. 191, 196–202).

d. En Madián y Sinaí

Moisés se compadecía de sus hermanos de raza debido a sus sufrimientos (cf.


Hch. 7.24), y mató a un capataz egp. a quien encontró maltratando a un hebreo (Ex.
2.11s); pero el hecho llegó a conocimiento de Faraón, de modo que Moisés huyó hacia el
este, pasando la frontera con Madián en busca de seguridad (Ex. 2.15ss). Huir pasando la
frontera oriental fue el camino elegido por Sinué 600 años antes (ANET J. B. Pritchard,
Ancient Near Eastern Texts, 1950; ² 1965; ³ 1969, pp. 19) y por los esclavos que
escapaban posteriormente en el ss. XIII a.C. (ANET J. B. Pritchard, Ancient Near
Eastern Texts, 1950; ² 1965; ³ 1969, pp. 259b). Moisés ayudó a las hijas de un sacerdote-
pastor madianita Reuel/Jetro a sacar agua para sus ovejas, y terminó casándose con una
de ellas, Séfora, que le dio un hijo, Gersón (Ex. 2.16–22).

Por medio del arbusto maravilloso que ardía pero no se consumía le vino a
Moisés el llamado de Dios, el Dios de sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob (Ex. 3.6) y
no simplemente de sus parientes políticos madianitas/ceneos, excepto en tanto ellos
también eran descendientes de Abraham (cf. Gn. 25.1–6) y pueden haber conservado el
culto al Dios de Abraham. Luego de cierta dilación, Moisés obedeció el llamado (Ex. 3–
4). Aparentemente Moisés había omitido circuncidar a uno de sus hijos, tal vez por
influencia de Séfora. De todos modos, bajo pena de muerte para Moisés por
determinación de Dios, la madre circunsidó al niño, llamando a su marido “esposo de
sangre” (Ex. 4.24–26), por cuanto la circuncisión era obligatoria para él y su pueblo
(pero quizá no para los de ella [?]). Es posible que Moisés haya continuado su viaje solo a
partir de ese momento, porque luego Séfora vuelve a unirse a Moisés después de haber
estado al cuidado de Jetro (Ex. 18.1–6).

e. En vísperas del éxodo


Después de reunirse con su hermano y los ancianos de Israel (Ex. 4.27–31),
Moisés y Aarón fueron a entrevistarse con Faraón con el fin de pedirle que dejara en
libertad al pueblo para ir a celebrar una fiesta al Señor en el desierto. Pero Faraón los
despidió desdeñosamente: ya había suficientes fiestas religiosas y días festivos en los que
no se trabajaba, y el pedido no era más que una excusa para estar ociosos (Ex. 5.8, 17).

El que Moisés pudiese lograr el acceso al faraón no es de sorprender,


especialmente en el caso de que el faraón del éxodo fuese Ramsés II. P. Montet
(LÕÉgypte et la Bible, 1959, pp. 71), a propósito de esto, menciona el papiro Anastasi III,
que describe cómo los “jóvenes de (Pi-Ramesse) Grande de victorias … se ubican al lado
de sus puertas … el día en que hace su entrada Wosermaetre-Setepenre (e. d. es decir
Ramsés II) …, haciendo conocer todos por igual sus peticiones” (e. d. al rey), cf. ANET J.
B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts, 1950; ² 1965; ³ 1969, pp. 471b. Para la
fabricación de ladrillos por los israelitas y el uso de paja, véase *Ladrillo. La organización
del trabajo en grupos de obreros bajo capataces responsables ante los supervisores
resulta a la vez auténtica y natural.

En cuanto a ausencia del trabajo, los óstraca egp. (* Papiros) incluyen diarios de
trabajo que ofrecen un registro diario de los ausentes, con nombres y motivos. Un
óstraca muestra que los obreros de la tumba real estuvieron sin trabajar durante un
período de 30 días de un total de 48. Un diario de ausencias anota como motivo de que
varios obreros estuviesen ausentes, “sacrificando a su dios” (A. Erman, Life in Ancient
Egypt, 1894, pp. 124–125), y la anotación lacónica wsf, ’ocioso’, es bastante frecuente en
dichos registros diarios. El hecho de que los hebreos pudiesen andar 3 días de camino
hacia el desierto para celebrar su fiesta y no despertar el antagonismo religioso egipcio
(Ex. 8.26s; 10.9, 25s) es, también, perfectamente realista, como lo señala Montet (op. cit.
pp. 99–101 con referencias), en relación con los animales sagrados, especialmente el
culto al toro en las provincias del delta egipcio (* Becerro de oro).

Después del rechazo de Faraón, Moisés recibió confirmación de parte de Dios de


que cumpliría su pacto en sus descendientes, sacándolos de Egipto y trasladándolos a
Palestina (Ex. 6.2–9). Debe notarse que Ex. 6.3 no niega el conocimiento del nombre de
YHWH por parte de los patriarcas, aunque es posible que les niegue un real
conocimiento de la significación del mismo: sobre esto véase, W. J. Martin, Stylistic
Criteria and the Analysis of the Pentateuch, 1955, pp. 16–19, y J. A. Motyer, The
Revelation of the Divine Name, 1959, pp. 11–17. *Plagas sucesivas demostraron a Faraón
el poder del Dios de Israel para castigar (Ex. 7.14–12.36). La víspera de la última plaga, la
muerte de los primogénitos, las familias de Israel tenían que matar un cordero sin
mancha y marcar los postes y dinteles de las puertas de sus casas con sangre, a fin de que
Dios no destruyese a sus primogénitos también: “la víctima de la pascua de Jehová” (Ex.
12.27). Se ha sugerido por B. Couroyer (RB Revue Biblique 62, 1955, pp. 481–496) que el
hebreo psh deriva del egipcio p(')-shÉ, ‘el golpe’ (e. d. de Dios), pero este significado no
encuadra adecuadamente con todas las evidencias hebreas, y por consiguiente
permanece dudoso.

f. De Sucot al Sinaí

Sobre la fecha del éxodo, véase *Cronología del AT; tamb. J. J. Bimson, Redating
the Exodus and Conquest, 1978; para la ruta de Ramsés a Sucot al salir de Egipto, véase
*Campamento junto al mar, *Pitón; para viajes en Sinaí, véase *Campamento junto al
mar. Cuando Israel acampó junto al yam suÆf, ‘mar de juncos’, el faraón y su gente
imaginaron que los hebreos estaban arrinconados (Ex. 14.1–9). Para la cifra de más de
600 carros (Ex. 14.7), compárense las cifras de 730 y 1.092 (e. d. 60 + 1.032) carros sirios
capturados en Canaán en 2 campañas por Amenofis II (ANET J. B. Pritchard, Ancient
Near Eastern Texts, 1950; ² 1965; ³ 1969, pp. 246–247); sobre el papel de los carros en
el ejército egipcio, cf. R. O. Faulkner, JEA Journal of Egyptian Archaeology 39, 1953,
pp. 43. Pero Dios dividió las aguas, condujo a su pueblo a lugar seguro, e hizo que las
aguas cubrieran a las fuerzas egipcias. Luego Moisés y los hebreos elevaron un cántico
sobre el triunfo de Dios (Ex. 15).

Israel acampó al pie del mte. Sinaí y Moisés subió a hablar con Dios y a recibir los
términos del pacto (los “10 mandamientos” de Ex. 20), que sirvieron de fundamento
para el subsiguiente papel de Israel como pueblo de Dios (siendo él su gran Rey),
también la serie de estatutos que reglamentaban los mandamientos (Ex. 21–23).

Después de la caída idolátrica en relación con el *becerro de oro y la restauración


del pacto tan rápidamente quebrantado (Ex. 32.1–35.3), el tabernáculo, el arca, y el
moblaje fueron hechos e inaugurados para el culto a Dios (Ex. 35.4–40.33). Las técnicas
empleadas para el tabernáculo portátil reflejan la formación egipcia de Moisés, en la
medida en que dichas técnicas se venían usando en Egipto para estructuras portátiles
(religiosas y de otros tipos) desde hacía más de 1000 años antes de su época (cf. K. A.
Kitchen, THB Tyndale House Bulletin (hoy TynB) 5/6, 1960, pp. 7–13). Sin embargo, el
carácter representacional y didáctico de los sacrificios del tabernáculo se destaca
claramente de los ritos egipcios. Los sacrificios hebreos hablan en lenguaje objetivo de lo
ofensivo que es el pecado a la vista de Dios, y de la necesidad de la expiación para su
cancelación, y no constituían meramente una representación mágicamente eficaz de la
vida diaria necesaria para que el dios se mantuviese siempre bien alimentado y próspero
como en el ritual egipcio.

En el Sinaí se realizó un censo, y se determinó la forma en que debían acampar y


marchar. Se dispuso la atención levítica del tabernáculo y su contenido (Nm. 1–4), entre
otras cosas, el día antes de partir de Sinaí (Nm. 5.1–10.10). La disposición de las tribus
según sus estandartes en un “rectángulo hueco” alrededor del tabernáculo es también
probablemente señal del uso que Dios estaba haciendo de la formación egipcia de Moisés
(cf. Kitchen, op. cit. 11). Las largas trompetas de plata, y su uso para las asambleas
civiles, como también para fines religiosos y militares (Nm. 10.1–10), se ilustran por el
uso egipcio contemporáneo de trompetas similares (cf. H. Hickmann, La Trompette
dans l’Égypte Ancienne, 1946, especialmente pp. 46–50). Los faraones usaron carros
tirados por bueyes en forma habitual en sus campañas en Sina a partir de Tutmosis III
(ca. 1470 a.C.) (ANET J. B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts, 1950; ² 1965; ³ 1969,
pp. 240a, “chariot”), p. ej. por Ramsés II, ca. 1270 a.C. en Cades (C. Kuentz, La Bataille
de Qadesh, 1928/34, lám. lámina (ilustración) 39, centro izquierda). Con los carros de
Moisés, cada uno tirado por una yunta de bueyes en el Sinaí, compárense los 10 carros
(egp. <grt del heb. >glt, la misma palabra, en Nm. 7.3, 6–7) cada cual tirado por 6 yuntas
de bueyes que llevaban suministros para 8.000 picapedreros de Ramsés IV (ca. 1160
a.C.) del valle del Nilo a los desiertos del uadi Hammamat entre el Nilo y el mar Rojo, en
condiciones muy similares a las del Sinaí (ARE J. H. Breasted, Ancient Records of
Egypt, 5 t. 1906–7., 4, § 467).

g. Desde el Sinaí al Jordán

En su 2º año fuera de Egipto (Nm. 10.11), Israel partió del Sinaí y llegó a Cades-
barnea. Desde allí Moisés mandó espías a Canaán. El país era excelente, pero sus
habitantes eran poderosos (Nm. 13.17–33). Ante este informe, los israelitas infieles se
rebelaron, pero Moisés rogó a Dios que perdonara a Israel (Nm. 14.5–19). Por ello Dios
decretó, en cambio, que los viajes de Israel en el desierto durarían 40 años, hasta que la
generación rebelde hubiese muerto y dado lugar a una nueva (Nm. 14.20–35).

Es muy fácil olvidar que, antes de este trágico episodio, Israel debía cruzar desde
Egipto—por el Sinaí—directamente a la tierra prometida en el lapso de unos cuantos
años; los 40 años en el desierto representaban sencillamente una sentencia conmutada
(Nm. 14.12, 20–30, 33), y no parte constitutiva del plan “original y más conveniente”
para Israel. Esto debe tenerse en cuenta cuando se leen las leyes en Ex. 22–23, relativas a
la agricultura, los viñedos, etc.; al llegar al Sinaí Israel había experimentado 4 siglos de
Egipto en un contexto pastoril y agrícola (cf. Dt. 11.10); ni ellos ni sus antepasados
patriarcales fueron nunca verdaderas nómadas del desierto (cf. Gn. 26.12 y 37.6–8), y en
Sinaí bien podían calcular que estaban a una distancia suficiente de la tierra prometida
como para atacarla, y se trataba de una tierra donde dichas leyes tendrían aplicación
inmediata. Israel no tenía necesidad de establecerse en Canaán para que pudiesen
dársele dichas leyes, como se afirma con tanta frecuencia (cf. Kitchen, op. cit., pp. 13–
14).

Sobre la rebelión gemela de Coré contra el papel eclesiástico (Nm. 16.3), y de


Datán y Abiram contra la autoridad civil (Nm. 16.13), de Moisés y Aarón, véase *Desierto
de la peregrinación. Esta doble rebelión fue seguida por la amenaza de una revuelta
general (Nm. 16.41–50). De vuelta en Cades-barnea, donde murió María, Moisés mismo
y Aarón pecaron, tomando sobre sí el papel de Dios en forma blasfema: “¡Oíd ahora,
rebeldes! ¿Os hemos [nosotros, no Dios] de hacer salir aguas de esta peña?” (Nm. 20.10);
el castigo para ellos fue que ninguno de los 2 entraría en la tierra prometida, y Moisés
posteriormente sintió mucho que así fuera (Dt. 3.24–27). Los edomitas (Nm. 20.14–21;
también Moab, cf. Jue. 11.17) le negaron paso a Israel por su territorio, de modo que
tuvieron que rodear sus fronteras. Fue entonces cuando murió Aarón y fue sepultado en
el mte. Hor (Nm. 20.22–29). Nuevamente Israel se rebeló. Dios los castigó mandándoles
serpientes, y una vez más Moisés intercedió por ellos. Dios mandó levantar una
*serpiente sobre un asta (Nm. 21.4–9), a la que las personas mordidas podían mirar para
vivir, mediante la fe en el Sanador. Luego Israel llegó al reino amorreo de Sehón. Sehón
marchó—sin provocación—contra Israel, en cuyas manos Dios, por lo tanto, entregó
tanto a Sehón como su tierra; Og de Basán, igualmente hostil, tuvo un final similar (Nm
21.21–35).

Por fin, Israel acampó en los llanos de Moab (Nm. 22.1; 25.1). Se llevó a cabo un
segundo censo y comenzaron los preparativos para asignar la tierra prometida a las
tribus. Se llevó a cabo una guerra punitiva contra Madián, y las tribus de Rubén, Gad y la
media tribu de Manasés recibieron autorización para apoderarse de la Transjordania
como porción para ellas, con la condición de que ayudaran a sus hermanos del otro lado
del Jordán después de la muerte de Moisés.

*Deuteronomio contiene los discursos de despedida de Moisés a su pueblo; el


pacto entre Dios e Israel fue renovado y puesto bajo sanciones de bendición y maldición
de un modo calculado como para que fuese ampliamente entendido en los ss. XIV/XIII
a.C. (como se comprueba mediante *pactos o tratados de los archivos oficiales hititas de
la época, cf. G. E. Mendenhall, BA Biblical Archaeologist 17, 1954, pp. 53–60 y pass.
Finalmente, Moisés se encargó de que Israel contara con el pacto-ley en forma escrita,
adecuadamente ubicado al lado del arca del pacto (Dt. 31.24), les dejó una canción para
alentarlos a obedecer dicha ley (Dt. 32, especialmente vv. 44–47), y les dio su bendición
final (Dt. 33), antes de subir al mte. Nebo para ver la tierra que estaba destinado a no
conocer, y antes de ser sepultado en la tierra de Moab (Dt. 32.48–52; 34.1–8).

III. La obra de Moisés

a. El líder

Como conductor de su pueblo, Moisés no sólo estaba habilitado técnicamente en


razón de su educación y formación egipcias (Hch. 7.22), sino que también, en un nivel
mucho más fundamental, fue un líder supremo por el hecho de ser fiel seguidor de su
Dios dada la fe que tenía (He. 11.23–29; cf. Hch. 7.23–37). Repetidamente Israel dejó de
tener fe en su Dios en diversas circunstancias, quebrantó los mandamientos y rechazó el
liderazgo de Dios al rebelarse contra Moisés (a veces Moisés y Aarón), a través del cual se
manifestaba dicho liderazgo (p. ej. Nm. 14.4, 10; 16.41s). La propia familia de Moisés le
falló (Ex. 32.1ss, 21; Nm. 12.1s). Grande por cierto fue la paciencia de Moisés (Nm. 12.3);
estaba constantemente intercediendo ante Dios por esa Israel pecadora (p. ej. Nm.
14.13ss; 16.46, etc.) y rogándole a Israel que fuese fiel a su Dios libertador (p. ej. Nm.
14.5–9). Sólo el hecho de que era hombre de fe firme y duradera en el Dios invisible (He.
11.27b), y tan celoso por el nombre de Dios (cf. Nm. 14.13ss), explica el éxito que tuvo (cf.
Fil. 4.13).

b. Profeta y legislador

Como persona especialmente destacada por su función de declarar y enseñar la


voluntad, los mandamientos, y la naturaleza de Dios, Moisés sirvió característicamente
de modelo para todos los verdaderos profetas posteriores hasta la venida de Aquel de
quien era precursor (Dt. 18.18; Hch. 3.22s), de quien todos los profetas dan testimonio
(Hch. 10.43). Fue llamado por Dios (Ex. 3.1–4.17), no sólo para sacar al pueblo de la
esclavitud, sino para dar a conocer la voluntad de Dios. Típico es Ex. 19.3, 7: Dios le
habla a Moisés, y él al pueblo.

Moisés hablaba mucho con Dios (Ex. 24.18) y con frecuencia (p. ej. Ex. 33.7–11),
como lo hicieron profetas posteriores (cf. la vida de oración de Samuel, 1 S. 7.5; 8.6;
12.23; 15.11). Así como el pacto fue declarado y renovado (Dt. 29.1) por medio de Moisés,
también los profetas posteriores a su turno reprocharon repetidamente a Israel el que
quebrantara el pacto y sus cláusulas (p. ej. 1 R. 18.18; 2 R. 17.15, 35–40; 2 Cr. 15.1s, 12;
Jer. 6.16, 19; 8.7s; 11.1–5, 6–10; Os. 6.7; Am. 2.4; Hag. 2.5; Mal. 2.4ss), aunque Jeremías
(31.31–34) también podía mirar hacia adelante, hacia un nuevo pacto.

El término “código” que a menudo se usa en relación con diversas partes del
Pentateuco resulta engañoso: Moisés no fue simplemente promulgador de algún tipo de
“code Napoleón” civil ideal para Israel. Hay documentos-tratados contemporáneos del
Cercano Oriente pertenecientes al ss. XIII a.C. que muestran que Moisés fue movido por
Dios para expresar la relación de Israel con Dios en la forma de un tratado o *pacto de
“soberanía”, por el que un gran rey (en este caso, Dios, el Rey de reyes) ligaba consigo
mismo un pueblo vasallo (aquí, Israel), siendo dicha forma trasmutada de un modo
único al plano religioso y espiritual. Se trata de un tipo de formulación que sería
comprendido universalmente en esa época. Para Israel, las estipulaciones básicas de su
pacto fueron los 10 Mandamientos, en realidad una ley moral como expresión de la
voluntad de Dios; y las obligaciones pactuales detalladas adquirieron la forma de un
estatuto “civil” arraigado en la ley moral de los 10 Mandamientos (p. ej. Ex. 21–23; Dt.
12–26, etc.), e incluso la de prescripciones que gobernaban los tipos permitidos y
autorizados de prácticas religiosas (p. ej. Ex. 25.1ss; 35.10ss; Lv.); la vida de Israel en
todas sus formas debía caracterizarse por la justicia y la santidad basadas en la
obediencia al pacto o, en otras palabras, en el cumplimiento de la ley. El éxito, empero,
requería provisiones divinas adicionales; cf. Gá. 3.23ss (tamb. 15–22, esp. 21s).

En razón de que el pacto de Israel no se limitaba a ser un tratado de obligaciones


políticas sino que regulaba su vida diaria delante de Dios, sus ordenanzas servían
también como base mínima de ley “civil” para el pueblo. La existencia de largas series de
leyes promovidas por jefes de estado individuales a partir de fines del 3º milenio a.C.
hace que resulte superfluo fechar la entrega de las leyes pentateucas con posterioridad a
Moisés (s. XIII a.C.).

En cantidad o el número de leyes “civiles” en el Pentateuco no es en modo alguno


excesiva o excepcional cuando se la compara con otras colecciones. En Ex. 21–23 pueden
detectarse alrededor de 40 “parágrafos”, en Lv. 18–20 más de 20 “parágrafos”, y en Dt.
12–26 casi 90 “parágrafos”, de longitud muy variable, desde un capítulo o medio capítulo
de la división actual del texto, hasta una sola frase; digamos, alrededor de 150
“parágrafos” en dichas secciones en conjunto, dejando a un lado las prescripciones más
obviamente religiosas. Esta cifra se compara muy razonablemente con los 282
parágrafos de las leyes de Hamurabi, los 115 parágrafos existentes de las leyes asirias del
período medio (muchas más se han perdido), o los 200 parágrafos de las leyes hititas.

c. El autor

En épocas modernas las estimaciones del papel de Moisés como autor han
variado, pasando por toda suerte de opiniones entre puntos extremos, el de atribuirle
hasta la última sílaba del Pentateuco actual, o el de negar su misma existencia.

El que el nombre de Moisés estaba ligado a ciertas partes del Pentateuco desde el
comienzo mismo se evidencia claramente por el texto bíblico mismo. Así, como mínimo
absoluto, a Moisés como escritor se le acredita innegablemente lo siguiente: un breve
documento sobre el juicio de Dios contra Amalec (Ex. 17.14); el “libro del pacto” (Ex.
24.4–8; sobre la base de los paralelos externos, este libro debe incluir Ex. 20 y 21–23, los
mandamientos y las leyes relacionadas con los mismos); la restauración del pacto (Ex.
34.27, con referencia a 34.10–26); un itinerario (Nm. 33.1s, con referencia al documento
que proporcionó 33.3–40); la mayor parte de Dt. hasta 31 (Dt. 31.9–13, 24ss, con
referencia a la renovación del pacto y la reimplantación de sus leyes que precede a 31); y
2 poemas (Dt. 32; cf. 31.22; y Sal. 90 por el título, no habiendo pruebas objetivas que lo
pongan en duda). Referencias posteriores a Moisés en el AT y el NT en relación con esto
han sido reunidas por diversos especialistas, p. ej. E. J. Young, IOT Introduction to the
Old Testament, 1949, pp. 50s.

La capacidad para escribir relatos históricos, registrar leyes, y componer poesías


en un solo hombre no es algo inusual. Un ejemplo egipcio de este tipo de habilidad 7
siglos antes de Moisés lo proporciona probablemente Khety (o Akhtoy), hijo de Duauf,
escritor de la época del faraón Amenemhat I (ca. 1991–1962 a.C.), que aparentemente
era educador, propagandista político, y poeta. Escribió la Sátira de los oficios para uso en
las escuelas de escribas, probablemente fue comisionado para darle forma literaria a la
“Doctrina de Amenemhat I”, panfleto político, y puede haber sido autor de un conocido
himno al Nilo, frecuentemente copiado por escribas juntamente con las otras 2 obras (cf.
Gardiner, Hieratic Papyri in the British Museum, Third Series, 1935, 1, pp. 40, 43–44, y
Posener, Littérature et Politique dans l’Égypte de la XIIe Dynastie, 1956, pp. 4–7, 19, n.
7; 72–73). Sin embargo, más allá del “mínimo absoluto” ya mencionado arriba, no
existen razones objetivas para dudar de que Moisés pueda haber escrito, o haber hecho
escribir (al dictado: de allí los pronombres en tercera persona), una proporción mucho
mayor del contenido del Pentateuco actual, aunque no es posible determinar cuánto más,
siendo esto cuestión de opinión.

d. Fama posterior

Desde Josué (8.31; cf. 1 R. 2.3; 2 R. 14.6; Esd. 6.18, etc.) hasta la época del NT
(Mr. 12.26; Lc. 2.22; Jn. 7.23), el nombre de Moisés se ha asociado con el AT,
especialmente el Pentateuco; nótese 2 Co. 3.15, donde “Moisés” representa, la parte por
el todo, el AT. Moisés y Elías, los representantes de la ley y la profecía
veterotestamentarias, fueron justamente los que estuvieron con Cristo en el monte de la
transfiguración (Mt. 17.3s).

Bibliografía.
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 O. Skrzypczak, “Moisés”, °EBDM Enciclopedia de la Biblia (en 6 t), dirigida por
A. Díez-Macho y S. Bartina, 1965, tomo V, cols. 244–266;
 W. F. Albright, De la edad de piedra al cristianismo, 1959, cap(s). IV;
 J. Bright, La historia de Israel, 1970;
 R. de Vaux, Historia antigua de Israel, 1975, tomo I, pp. 315ss;
 H. Seebass, “Moisés”, °DTNT L. Coenen, E. Beyreuther, H. Bietenhard,
Diccionario teológico del Nuevo Testamento, en 4 t. (título original en alemán
theologisches Regriffslexicon zum Neuen Testament, 1971), edición preparada
por M. Sala y A. Herrera, 1980–85, t. III, pp. 110–113;
 W. Eichrodt, Teología del Antiguo Testamento, 1975, t. I, pp. 263ss;
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 M. Buber, Moisés, 1949;
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 O. T. Allis, God Spake by Moses, 1951;


 G. von Rad, Moses, 1960;
 H. H. Rowley, Men of God, 1963, pp. 1–36; id. el mismo autor, From Moses to
Qumran, 1963, pp. 35–63;
 R. Smend, Das Mosebild von Heinrich Ewald bis Martin Noth, 1959;
 H. Schmid, Mose, Überlieferung und Geschichte, 1968.

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