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El Desarrollismo en Argentina:

la presidencia de Arturo Frondizi.

Materia: Economía
Fecha de entrega: 13/11
Alumno: Olivera, Leonel
Docente: Varela, Andrea
¿Cómo era la situación política y económica hacia 1958?

En la segunda mitad de la década del 30 y en los comienzos de los cuarenta, la


política económica y social de corte keynesiana aplicada por el presidente
norteamericano Roosevelt, fue seguida con atención en varios países de
América Latina, entre los que se contaba la Argentina. El peronismo fue tributario
de ese ambiente de época; es decir, profundizó el proceso de intervención del
estado en la esfera económica, propició la participación sectorial, se caracterizó
por una redistribución del ingreso que tenía como objetivo fomentar el consumo
de los sectores populares y de ese modo poder consolidar el mercado interno y
favorecer el crecimiento de la economía.

Esta política comenzó a evidenciar sus propios límites a comienzos de la década


del ´50. El rápido crecimiento de las industrias implico un aumento de las
importaciones destinadas a ese sector, que se financiaban en parte a través de
las exportaciones de productos tradicionales. Argentina no había logrado
diversificar sus exportaciones y el mercado interno ligado al consumo ampliado
de los sectores populares, comenzaba a mostrarse ineficiente. De esta manera,
la crisis del comercio externo, junto con el descenso de los precios de los
productos agropecuarios y la pérdida de cosechas afecto seriamente la
economía

La prioridad otorgada a la industrialización durante el peronismo coincidió con


los trabajos elaborados por la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL) sobre los problemas que aquejaban a las economías de la región y las
vías aconsejadas para superarlos. Los expertos de la CEPAL destacaron las
limitaciones de las economías basadas en la exportación de productos
alimenticios y materias prima cuyos precios en el mercado internacional se
deterioraban frente a los precios de los productos manufacturados. Una
economía basada en este tipo de exportación resultaba insuficiente para
asegurar el crecimiento económico; era imprescindible, por lo tanto que el Estado
fomentara y protegiera la industrialización, destinada en principio a abastecer el
mercado interno.
Las políticas de industrialización protegida encontraron dificultades no previstas
en su origen. El atraso tecnológico resultaba difícil de superar y la protección
estatal debía mantenerse e incluso incrementarse, dada la escasa
competitividad de la industria.

En este contexto la polarización política y social que habían acompañado al


surgimiento del peronismo se agudizo a comienzos de la década del 50. El
peronismo, a su vez, endureció drásticamente el trato hacia la oposición y limito
las libertades individuales. En septiembre del 55, tras el fracaso de algunos
intentos previos, un golpe militar derrocó al peronismo y el nuevo gobierno tomo
el nombre de Revolución libertadora. Luego de la caída del gobierno muchos
apostaron a una rápida desintegración de la identidad peronista e incluso,
aplicaron una serie de medidas para acelerar su extinción: no solo se proscribió
el peronismo sino se prohibió mencionar sus nombres. Con el paso del tiempo,
la pervivencia de la identidad peronista se fue transformando en una certeza en
la política argentina, a la vez que las Fuerzas Armadas, decididas a impedir el
retorno del peronismo a cualquier precio, se convirtieron en un factor decisivo en
la escena política.

Frondizi presidente

En 1958 Arturo Frondizi gano las elecciones presidenciales como candidato de


la Unión Cívica Radical Intransigente con el aporte de los votos peronistas, luego
de negociar con Perón el levantamiento de las proscripciones en el futuro.
Gobernó entre 1958 y 1962; y como otros líderes contemporáneos de la región
puso en primer plano la cuestión del desarrollo.

Escenario político: Frondizi llega al poder condicionado, por un lado, por una
obligación contraída con Perón que necesariamente debía respetar para
viabilizar su gobernación y por el otro flanco por las Fuerzas Armadas artífices
de la Revolución Libertadora que se encargarían de reprimir cualquier intento de
acercamiento a tendencias peronistas y/o comunistas. Esta disyuntiva constituyó
el dilema fundamental en el cual el presidente electo debía desarrollar la gestión
de gobierno. Además se sumaban reclamos de otros sectores como la izquierda
que confrontaba al gobierno en el plano educacional en contra de la injerencia
clerical y la educación privada. El sector agropecuario, representado por la
Sociedad Rural, elevó sus reclamos por el rol secundario asignado en el plan de
desarrollo y hasta la Unión Industrial presentó resistencia al hecho de devolver
a los sindicatos el pleno ejercicio de sus derechos. La UCRP también se presentó
como una dura oposición al gobierno durante toda su gestión.

Escenario económico: Desde principios de década la economía estaba sumida


en una considerable recesión con breves períodos de crecimiento. Si bien el
sector industrial funcionaba al tope de su capacidad, dependía de una fuerte
protección y demandaba incipientes insumos importados, que habitualmente se
financiaban con deuda externa. Junto con ello, la situación agropecuaria estaba
estancada y los términos de intercambio se presentaban desfavorables para la
Argentina. La balanza comercial había sido deficitaria en siete de los diez años
del período 1949-1958 solo era respetable el saldo positivo de 1953.

Modelo de gobierno

El desarrollo se identificaba con la construcción de un país industrial y moderno,


siguiendo el modelo de las experiencias de los Estados Unidos y de la Europa
de posguerra. Los desarrollistas sostenían la inviabilidad del modelo
agroexportador tradicional y postulaba la profundización de la sustitución de
importaciones ya que hasta ese momento la industrialización se había limitado a
la industria liviana. Para los defensores de este proyecto, el proceso de
desarrollo requería una rápida apertura de la economía argentina a las
inversiones extranjeras. Fue de esa manera que se establecieron en el país
empresas privadas internacionales de la industria petroquímica, automotrices,
eléctricas y de bienes de capital. El resultado de la aplicación de estas políticas
económicas fue el establecimiento del capital privado extranjero en la estructura
productiva interna y un endeudamiento creciente.

Para Frondizi, la Argentina a través de un Estado fuerte, debía robustecer su


poder de decisión afirmando una economía basada en un creciente potencial de
la industria pesada y que emprendiera obras de infraestructura con la
participación de capitales extranjeros. Baso su plan de gobierno en tres pilares.
1) La explotación del petróleo fue considerada la prioridad número uno,
relacionándola con la demanda del agro, de la industria y de la petroquímica. La
segunda prioridad fue el acero: la fórmula «Petróleo más carne igual acero»,
utilizada por el desarrollismo, propiciaba el ahorro de divisas mediante el
autoabastecimiento de petróleo y la producción de nuevas divisas a través de las
exportaciones ganaderas. Para ello, era necesario entonces alcanzar el
autoabastecimiento de petróleo e incrementar la producción de carbón y acero
para la siderurgia y la petroquímica.

2) Ello implicaba una movilización de los recursos humanos, cuya educación


en todos los niveles debía garantizarse. Procurarían el acceso del pueblo a la
cultura, a la educación y a la capacitación técnica y promover la formación de
investigadores, técnicos y profesionales que permitan colocar al país en el alto
nivel de las naciones más adelantadas del mundo.

3) Completaban su plan con proyectos integracionistas de la Nación, una


política de paz social edificada en base al entendimiento entre trabajadores y
empresarios y una política internacional independiente

Estrategia económica del modelo desarrollista

Frondizi, junto con su colaborador de mayor influencia R. Frigerio, habían


avanzado en una crítica al enfoque de la industria sustitutiva de importaciones
(ISI) encarado por Perón argumentando una fuerte dependencia de los recursos
provenientes de las exportaciones agropecuarias y sostenidas con un
permanente estímulo de la demanda interna y el gasto público. Tales políticas
solo alcanzaron a promover el desarrollo de la industria liviana que se sustentaba
en la capacidad (creciente incapacidad) de importar del país que lo situaba
cíclicamente en un "cuello de botella".

Sin embargo, lejos de abandonar el modelo ISI era necesario ampliar el ámbito
de la sustitución de importaciones al sector de la industria de base, es decir a
lograr una expansión vertical que integrara los procesos productivos de insumos
y bienes de capital a las ramas livianas ya desarrolladas. Para ello, el capital
extranjero desempeñaría un rol protagónico en la financiación y la dotación de
tecnologías de punta. El Estado debía ser el órgano que orientara la inversión
extranjera y proyectara la realización de obras de infraestructura y
comunicaciones. El objetivo prioritario de incrementar la producción de petróleo
y gas natural tendría un doble efecto, por un lado, reduciría las ataduras de las
importaciones de esos recursos y por otro lado estimularía la industria
petroquímica. La agricultura no figuraba dentro de la lista de prioridades puesto
que según la estrategia, la producción agrícola se beneficiaría de los avances
técnicos y la mecanización de sus actividades previo desarrollo de la industria
siderúrgica.

La política económica frondisista tuvo éxitos considerables: la producción de


petróleo se triplico, la cantidad de automóviles producidos o ensamblados en el
país también se triplicó, la producción de tractores se duplicó y la red vial creció
en diez mil kilómetros. Sin embargo, esta política industrial tenia bases endebles.
Las nuevas plantas producían para un mercado interno protegido frente a las
importaciones. Las plantas eran ineficientes, en comparación con las
equivalentes en países desarrollados, pero la protección arancelaria y los
beneficios fiscales permitían a sus propietarios despreocuparse de su eficiencia.

La puesta en marcha del plan desarrollista.

- La etapa de políticas populistas: En un primer momento el modelo desarrollista


debió adaptarse para hacer frente a las necesidades más urgentes, no de
carácter económico sino político. Muchos de estos condicionantes se derivaban
del compromiso contraído con Perón y sus militantes. Como resultado de las
políticas expansivas se reanimaron las crisis inflacionarias, entre mayo y
diciembre de 1958 los precios minoristas crecieron a un promedio de 68% anual
15, y se agravaron las dificultades en el balance de pagos. Para contrarrestar
este efecto se fortalecieron las prohibiciones a la importación, limitando la
entrada de bienes sólo a aquellos prioritarios según el programa desarrollista. El
objetivo de apaciguar los ánimos irritados del pueblo se volvió contradictorio y
las políticas sociales solo empeoraron la situación económica del país. Se estaba
preparado el terreno para el "plan de estabilización".

- La batalla del petróleo: En 1954, el presidente había publicado su obra “Petróleo


y política” donde defendía enérgicamente la nacionalización de las industrias
claves, entre ellas la industria petrolera y su rol preponderante en el desarrollo
de la nación; sin embargo al llegar al gobierno tuvo que modificar la forma en
que el objetivo de fondo del autoabastecimiento petrolero se llevaría a cabo.

La lucha se realizó en varios frentes. Se consiguieron descuentos en el precio


de las importaciones de barriles de crudo. Se reestructuró YPF, despojándola de
"hipertrofias burocráticas" y acentuando aspectos ejecutivos y operativos. El
resultado fue exitoso, se consiguió el autoabastecimiento en tan sólo 30 meses,
pasando de 5,6 millones de metros cúbicos a producir 16 millones.

- La etapa de políticas de estabilización: El 29 de diciembre del '58 fue anunciado


por cadena nacional el "Programa de estabilización para afirmar el plan de
expansión de la economía argentina". Para aquel entonces el país se encontraba
al borde de la cesación de pagos, la deuda externa era diez veces mayor que las
reservas de divisas, tan solo el 50% del gasto público nacional era financiado
con la recaudación tributaria mientras que la otra mitad se solventaba mediante
nuevas deudas y emisión monetaria.

Era necesario, pues, virar el rumbo hacia la moderación de las políticas fiscales
y monetarias y, liberar las políticas cambiarias y de sector externo. El entonces
Ministro de Economía, Emilio Donato del Carril presentó con éxito, en
Washington, las políticas de estabilización y obtuvo el otorgamiento de un crédito
stand-by por 75 millones de dólares. Además se acordó junto con otros
prestamistas diversos préstamos que totalizaron la suma de 329 millones de
dólares. La estabilización de la economía se consideraba un requisito previo
para la atracción de las inversiones extranjeras que permitiría estimular y
modernizar el aparato productivo. El resultado macroeconómico de corto plazo
no fue estimulante. Para 1959 el producto bruto interno cayó 6,5% interanual, la
generación de empleo se estancó y se ampliaron las brechas entre los sectores
de mayores y menores ingresos. Se disparó la inflación minorista llegando a un
pico histórico del 129,5%. La devaluación, que había llevado al tipo de cambio a
rondar los 100 pesos por dólar, incitó a los particulares a deshacerse
rápidamente de pesos acentuando el aumento de precios. El salario real se
derrumbó casi un 20% comparado con 1957.
Con esta realidad se agitaron los ánimos sociales y el gobierno sufrió reclamos
gremiales y un sinfín de huelgas. Se puso en ejecución el plan CONINTES
(CONcomoción INTerna del EStado) y se declaró zona militar a La Plata y se
intervinieron varios gremios. También hubo levantamientos de las Fuerzas
Armadas, en junio y septiembre que mostraron su malestar. Para calmar los
ánimos se presentaron cambios en el gabinete presidencial, el 22 de junio se
designa Ministro de Economía y de Trabajo a Álvaro Alsogaray. El nuevo
encargado de la Cartera de Economía, agradable a los ojos militares, continuó
los lineamientos restrictivos y la política de austeridad. Apeló a la paciencia de
los distintos sectores e hizo célebre su frase: "hay que pasar el invierno". Se puso
énfasis en la reducción del déficit presupuestario, se disminuyó el aparato
estatal, se cancelaron los aumentos salariales.

En los años 1960 y 1961 la perfomance económica presentó un rebote positivo,


creció un 8% en promedio. La inversión extranjera había sido el elemento
dinamizador y respaldaba la política oficial. Era factible la ilusión de un nuevo
rumbo al cual el país podía dirigirse, el desarrollo de una economía integrada.
Sin embargo, como había ocurrido anteriormente, cada vez que la economía
comenzaba a expandirse, crecía la demanda de insumos importados y el peligro
de una crisis en la balanza de pagos. La dependencia de las exportaciones
agrícolas, por ende de los términos de intercambio, y la inclinación no-
exportadora de los bienes industriales argentinos completaba el complicado
panorama.

- El final de un programa.: Los indicadores macro del año 1961 volvieron a


preocupar, la deuda externa se había triplicado, el balance de pagos se
presentaba deficitario, las reservas se desmoronaban y los problemas
inflacionarios comenzaron a renacer. El presidente decidió probar con una vieja
receta, traer nuevos aires al Ministerio de Economía y en abril del '61 reemplaza
a Alsogaray, con quien había tenido serias diferencias, y nombra a Roberto
Alemann. El ministro entrante prosiguió con la política ejecutada hasta el
momento, austeridad presupuestaria, liberación del mercado, negociación de
préstamos en el exterior

La salud económica era endeble, Frondizi insistía con medidas drásticas para
salvar la economía y con ello la política. El mandatario apostó, en lo que sería
su última vez, al voto popular y habilitó al peronismo a participar políticamente
terminando con largos años de proscripción. La victoria del candidato peronista
Andrés Framini para la gobernación de Buenos Aires, el 18 de marzo de 1962,
resultó ser el golpe de knockout para sus aspiraciones de fortalecer la situación
política. El triunfo peronista disparó las alarmas de las Fuerzas Armadas.
Frondizi fue depuesto, por un nuevo golpe militar el 29 de marzo de 1962.

Conclusión

En total fueron 1428 días en los que, con aciertos y errores, se intentó llevar a
cabo un novedoso programa de desarrollo nacional que no pudo o no supo lograr
gran parte de sus objetivos. Pero que de no haber actuado bajo tantos
condicionamientos y finalmente derrocado, tal vez hubiera aproximado al país a
un nivel superior de desarrollo.
Bibliografía

Bruno P; Kwiatkowsky, N; Tauber, R. 2000. “Sociedad en red. 9.” A-Z Editora.


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Geli, P; Prislei L. 1997. “Sociedad espacio cultura. La argentina – América
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Luna, Félix. “Historia Integral de la Argentina”. La Nación. Fascículo 90-91-92-
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Merega, Herminia. 1999. “Historia del mundo contemporáneo”. Santillana
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Routier, Gerardo. “El desarrollismo en la Argentina. Gobierno de Arturo
Frondizi. (1958-1962)”. Disponible en:
https://www.monografias.com/trabajos94/desarrollismo-argentina/desarrollismo-
argentina.shtml
Texto trabajado en clase. El desarrollismo. Aique Grupo Editor.

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