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INTRODUCCION
Considera padres a los reyes de Israel que hicieron lo bueno y también los
emperadores romanos como Constantino y Teodosio. Están también los
padres que son venerables por su edad y los que lo son por su piedad.
Asimismo, menciona a los padres espirituales, los pastores y los
ministros. Y por último nombra al pater familias, el señor de la casa, al
que lo siervos deben honrar y por descontado, a los padres naturales,
padre y madre. sin embargo, no se trata solo de impedir que la sociedad se
suma en el caos; también son establecidas para promover la justicia:
Así mismo como Dios estableció la autoridad civil no importa que sean
malos la palabra sigue vigente y esta nos enseña que no hay autoridad si
no de parte de Dios, recordemos que El Señor sufrió bajo el gobierno de
poncio pilatos el peor gobernador que ha existido y el apóstol pedro
escribió Además una referencia al mismo asunto, al mismo principio en 1
Pedro 2:13: "Por causa del Señor someteos a toda institución
humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores,
como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza
de los que hacen bien". Luego continúa diciendo: "como libres,
pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer
lo malo, sino como siervos de Dios... Criados, estad sujetos con
todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y
afables, sino también a los difíciles de soportar". Ahora bien,
recuerden que estas instrucciones referidas a la obediencia a 'los poderes
establecidos' fueron escritas cuando el emperador no era otro sino aquel
cruel déspota llamado Nerón. Los cristianos fueron instruidos a sujetarse
inclusive a él y a todos los poderes de esa clase.
CONCLUSIONES
Afirmar esto es crucial en nuestro día, en el que incluso los cristianos son
propensos a ser arrebatados por un espíritu mundano de rebelión y
desprecio a la autoridad. Por supuesto, esto no implica que el creyente
renuncie a su derecho de condenar la legislación que se desvía de los
principios de la Escritura. Lo que quiere decir es que una parte significativa
de nuestro “adornar la doctrina de Dios” comprende nuestra voluntaria
sujeción a la autoridad legítima en cada esfera de la vida –ya sea en el
hogar, la escuela, la Iglesia o el Estado–.[6]