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En la historia del mundo contemporáneo, la revolución francesa significó el tránsito de

la sociedadestamental, heredera del feudalismo, a la sociedad capitalista, basada en


una economía de mercado. La burguesía, consciente de su papel preponderante en la vida
económica, desplazó del poder a la aristocracia y a la monarquía absoluta. Los revolucionarios
franceses no sólo crearon un nuevo modelo de sociedad y estado, sino que difundieron un
nuevo modo de pensar por la mayor parte del mundo.
INTRODUCCIÓN:
Antes de comenzar a hablar de la Revolución francesa, nos es indispensable hacer una breve
referencia a las ideas que la gestaron:
El final del siglo XVIII fue una época de trastornos en muchas partes de hemisferio occidental,
trastornos que se pueden atribuir, directa o indirectamente, al fermenrto de las ideas conocidas
como la Ilustración. Estas ideas, reflejo de las necesidades y tensiones de una sociedad
cambiante se basan en el nuevo conocimiento científico del siglo XVII, que engendró una nueva
fe en la razón y en el progreso. por un lado, esto llevó a un rechazo de la autoridad y a una
afirmación de los Derechos del Hombre, expresados en la famosa declaración de Rousseau de
que el hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado. Por otro lado, las nuevas ideas
fueron una inspiración para los monarcas, que , al ternar el siglo XVII, empezaron a concentrar
el poder en sus propias manos y a gobernar mediante agentes burocráticos nombrados por
ellos. Sin embargo, estas actividades centralizadoras encontraron resistencia en todos aquellos
que tenían intereses creados en el Antiguo régimen, Iglesias, gremios y corporaciones y, sobre
todo, la aristocracia. Sus líderes recurrieron a las teorías de Montesquieu y Burke para
demostrar que la sociedad era una forma orgánica y que sus agrupaciones tradicionales no sólo
conferían derechos inalienables a sus miembros sino que producían un equilibrio de poder que
resguarda los individuos de la tiranía. Esto junto al deseo de autonomía de la provincias dio
origen al descontento. Quedó muy claro entonces que el fermento no se detendría ahí.
Era más probable que ocurriera una rebelión en las regiones en que la aristocracia podía contar
con el apoyo de los campesinos; pero en Europa Oriental estos últimos aún eran ciervos, y era
poco probable que se revelaran para apoyar a los terratenientes que eran sus opresores
directos. Sin embargo, a los campesinos también les desagradaban las innovaciones y a veces
luchaban tenazmente por conservar su forma de vida tradicional.
Las revoluciones aparecieron por primera vez en gran escala en las colonias inglesas
de América. Recurriendo a la filosofía de Locke sobre el derecho natural, los colonizadores se
negaron a pagar un impuesto establecido por el parlamento en Londres, en el que no estaban
representados. Para 1775 la disputa había llegado a una guerra declarada. Los hombres
moderados que habrían mantenido la antigua estructura de la sociedad fueron sustituidos por
otros con objetivos más democráticos y la guerra por la independencia nacional ganó apoyo en
todos los estratos sociales. El ejemplo norteamericano fue una inspiración para los rebeldes de
los países bajos, así como en Francia, cuyas tropas habían peleado en el lado norteamericano
en la guerra.
La Revolución Francesa se encuadra dentro del ciclo de transformaciones políticas y
económicas que marcaron el fin de la Edad Moderna y el comienzo de la Edad
Contemporánea. La independencia de EEUU y el desarrollo de la Revolución Industrial,
iniciada en la Gran Bretaña, son los otros dos grandes procesos que señalan esta transición
histórica.
El proceso revolucionarios francés es, sin duda, el más importante dentro del agitado
panorama político del siglo XVIII. Es, además, uno de los más polémicos. La historiografía se
ha preocupado constantemente de él y son muchos los escritos y los libros que presentan la
revolución francesa como una gran gesta o, por el contrario, un acontecimiento perjudicial y
hasta innecesario para Francia y la cultura occidental.
Es difícil tratar de sacar a la luz los motivos que nos llevan a esta pasión por el tema. Muchos
son los factores que se amontonan en torno a Francia y a la revolución, presentándola como un
tema apasionante y tremendamente complejo.
En este trabajo trataremos de explicar y enumerar lo mejor posible las causas y los principales
hechos de este proceso que trascendental en la historia de la humanidad.
OPOSICIÓN AL ANTIGUO RÉGIMEN EN FRANCIA
Se denomina Antiguo Régimen al conjunto de costumbres e instituciones políticas y
económicas existentes en Francia y en Europa hasta fines del siglo XVIII.
LA VIDA POLÍTICA
La organización política de Francia, hacia 1789, era monárquica. El rey pretendía que su poder
derivaba de Dios, a quien únicamente debía cuenta de sus actos. Sus súbditos no tenían ningún
derecho, pero sí el deber de obedecer.
El rey declaraba la guerra y hacía la paz; comandaba los ejércitos; determinaba los gastos y
fijaba los impuestos; nombraba y destituía a los funcionarios y dirigía la administración entera.
Las provincias eran administradas por los intendentes, con poder omnímodo y arbitrario.
El rey hacía las leyes, que eran la expresión de su voluntad personal, pues si bien debía tener en
cuenta las "costumbres fundamentales del reino", tales costumbres eran contradictorias y
vagas, y hubiera sido difícil definirlas claramente. Además, el rey dirigía
la administración de justicia, pues esta se dictaba en su nombre y por funcionarios que el
designaba. Se usaba el tormento para lograr la confesión de los acusados, a quienes se juzgaba
en secreto y a los que se aplicaban las penas bárbaras de las marcas con hierros candentes, de la
picota, del látigo y de la horca.
La libertad individual estaba amenazada constantemente por la policía, que podía aprender a
cualquiera con una simple orden del rey, la "carta sellada". No se daba la causa de la detención
porque "tal era la voluntad del rey".
Existía la censura previa y no existía la libertad de consciencia.
LA VIDA SOCIAL
En la sociedad francesa se distinguían tres estados o clases:
1) El clero: era la primera de las clases sociales privilegiadas. Conservaba un gran prestigio e
influencia. Además recibía los diezmos de los fieles, poseían extensas propiedades, que
abarcaban la cuarta parte de la superficie de Francia, y como si fuera poco, no pagaban
impuestos.
2) La nobleza: esta era la segunda clase privilegiada formada por un número de personas
análogo al del clero, que poseían tierras de parecida importancia y extensión. Percibían de los
campesinos, que vivían en sus tierras, los antiguos derechos feudales, y sólo pagaban impuestos
en casos especiales.
3) En El Tercer Estado se distinguían distintas categorías, alguna de las cuales había logrado
privilegios. La capa superior del estado llano era la burguesía; la inferior, los obreros y
campesinos. Estos últimos soportaban pesadas cargas que, en la generalidad de los casos, les
privaban de las cuatro quintas partes del fruto de su trabajo. Debían pagar los impuestos al
estado, el diezmo a la iglesia y los derechos feudales al señor.
LA VIDA ECONÓMICA
La industria estaba entorpecida con excesivas reglamentaciones e impuestos.
Existían aduanas internas; las pesas y medidas variaban según las regiones; algunos artículos,
como los cereales, debían consumirse en el lugar de producción; se aplicaban derechos de
aduna que en muchos casos anulaban el intercambio.
CAUSAS Y ASPECTOS BÁSICOS:
La revolución francesa abarca un período de 10 años (1789-1799), durante los cuales se
establecieron en toda Europa nuevas formas de organización política, social y económica,
surgieron nuevos usos y costumbres y triunfaron nuevos modos del pensamiento y nuevas
tendencias espirituales.
Las causas substanciales de la revolución francesa fueron en primer término la arbitrariedades
y abusos del antiguo régimen, ya mencionadas, y en segundo lugar la acción de los filósofos y
enciclopedistas.
Las causas ocasionales de la revolución. francesa fueron la debilidad de carácter del nuevo rey
Luis XVI y la grave crisis financiera.
Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el Estado francés había
sufrido periódicas crisis económicas motivadas por las largas guerras emprendidas durante el
reinado de Luis XIV, la mala administración de los asuntos nacionales en el reinado de Luis
XV, las cuantiosas pérdidas que acarreó la Guerra Francesa en India (1754-1763) y el aumento
de la deuda generado por los préstamos a las colonias británicas de Norteamérica durante la
guerra de la Independencia estadounidense (1775-1783). Los defensores de la aplicación de
reformas fiscales, sociales y políticas comenzaron a reclamar con insistencia la satisfacción de
sus reivindicaciones durante el reinado de Luis XVI.
Luis XVI, quién contaba con apenas 20 años de edad carecía de condiciones como gobernante
pues su carácter era débil, su inteligencia era mediana y se dejo influenciar por su esposa María
Antonieta de Austria y por su primo el Duque de Orleans. Dada la grave crisis financiera el rey
se vio obligado a llamar al gobierno a dos personajes de reconocida honestidad: R. Jaques
Turgot, un hombre de ideas liberales que instituyo una política rigurosa en lo referente a los
gastos del estado, y a Malesherves.
Turgot, ministro de hacienda, resumió su plan en esta frase: "Ni banca rota, ni empréstito, ni
aumento de impuestos" . Como el plan económico molestaba a la corte Turgot lo presentó
gradualmente, pero en 1776, cuando estableció un impuesto que debía ser pagado por todos los
dueños de tierras, fuesen o no privilegiados el rey, por instancia de los afectados, lo obligó a
renunciar.
Malesherves intentó garantizar los derechos de los ciudadanos, pero también se vio forzado a
renunciar. Entonces el antiguo régimen se restableció con todo su vigor.
Para aplacar los ánimos, Luis XVI designó como sucesor de Turgot a Nécker, un banquero
ginebrino de sólida fortuna personal y gran reputación como financista. Obtuvo grandes
empréstitos que pasajeramente aliviaron la situación financiera. pero estos remedios resultaron
ineficaces, porque simultáneamente, aumentaron los gastos públicos como consecuencia de la
guerra que estallo entre Inglaterra y Francia, al apoyar esta última a las colonias inglesas de
América del Norte. Como los privilegiados no deseaban una reforma de fondo provocaron la
caída de Nécker en 1781.
LOS ESTADOS GENERALES:
En 1788, la gravedad de la situación obligó a Luis XVI a llamar nuevamente a Nécker, este
sugirió al rey la convocatoria de los Estados Generales (una asamblea formada por
representantes del clero, la nobleza, y el tercer estado), exigida también por el pueblo.
Luis XVI accedió finalmente a celebrar unas elecciones nacionales en 1788. La censura quedó
abolida durante la campaña y multitud de escritos que recogían las ideas de
la Ilustración circularon por toda Francia. Nécker, a quien el monarca había vuelto a nombrar
interventor general de Finanzas en 1788, estaba de acuerdo con Luis XVI en que el número de
representantes del Tercer estado (el pueblo) en los Estados Generales fuera igual al del primer
estado (el clero) y el segundo estado (la nobleza) juntos, pero ninguno de los dos llegó a
establecer un método de votación.
A pesar de que los tres estados estaban de acuerdo en que la estabilidad de la nación requería
una transformación fundamental de la situación, los antagonismos estamentales
imposibilitaron la unidad de acción en los Estados Generales, que se reunieron en Versalles el 5
de mayo de 1789. Las delegaciones que representaban a los estamentos privilegiados de la
sociedad francesa se enfrentaron inmediatamente a la cámara rechazando los
nuevos métodos de votación presentados. El objetivo de tales propuestas era conseguir el voto
por individuo y no por estamento, con lo que el tercer estado, que disponía del mayor número
de representantes, podría controlar los Estados Generales. Las discusiones relativas
al procedimiento se prolongaron durante seis semanas, hasta que el grupo dirigido por
Emmanuel Joseph Sieyès y el conde de Mirabeau se constituyó en Asamblea Nacional el 17 de
junio. Este abierto desafío al gobierno monárquico, que había apoyado al clero y la nobleza, fue
seguido de la aprobación de una medida que otorgaba únicamente a la Asamblea Nacional el
poder de legislar en materia fiscal. Luis XVI se apresuró a privar a la Asamblea de su sala de
reuniones como represalia. Ésta respondió realizando el 20 de junio el
denominado Juramento del Juego de la Pelota, por el que se comprometía a no disolverse
hasta que se hubiera redactado una constitución para Francia. En ese momento, las profundas
disensiones existentes en los dos estamentos superiores provocaron una ruptura en sus filas, y
numerosos representantes del bajo clero y algunos nobles liberales abandonaron sus
respectivos estamentos para integrarse en la Asamblea Nacional.
LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE Y EL INICIO DE LA REVOLUCION:
El rey se dirigió en persona a la "pretendida Asamblea Nacional" cuyos actos declaró nulos y
sostuvo que los tres ordenes debían secionar por separado. La asamblea no acató la indicación .
Esto significaba que la monarquía había sido vencida por la asamblea, pues el poder legal
quedaba virtualmente limitado por el de ésta.
Los revolucionarios fundaron en Versalles una sociedad política a la moda inglesa,
popularmente conocido como el Club de los Jacobinos, porque se reunía en el antiguo y
deshabitado convento de ese nombre.
El rey se vio obligado a ceder ante la continua oposición a los decretos reales y la predisposición
al amotinamiento del propio Ejército real. El 27 de junio ordenó a la nobleza y al clero que se
unieran a la autoproclamada Asamblea Nacional Constituyente. Luis XVI cedió a las presiones
de la reina María Antonieta y del conde de Artois (futuro rey de Francia con el nombre de
Carlos X) y dio instrucciones para que varios regimientos extranjeros leales se concentraran en
París y Versalles. Al mismo tiempo, Nécker fue nuevamente destituido. El pueblo de París
respondió con la insurrección ante estos actos de provocación; los disturbios comenzaron el 12
de julio, y las multitudes asaltaron y tomaron La Bastilla —una prisión real que
simbolizaba el despotismo de los Borbones— el 14 de julio.
Antes de que estallara la revolución en París, ya se habían producido en muchos lugares de
Francia esporádicos y violentos disturbios locales y revueltas campesinas contra los nobles
opresores que alarmaron a los burgueses no menos que a los monárquicos. El conde de Artois y
otros destacados líderes reaccionarios, sintiéndose amenazados por estos sucesos, huyeron del
país, convirtiéndose en el grupo de los llamados émigrés. La burguesía parisina, temerosa de
que la muchedumbre de la ciudad aprovechara el derrumbamiento del antiguo sistema de
gobierno y recurriera a la acción directa, se apresuró a establecer un gobierno provisional local
y organizó una milicia popular, denominada oficialmente Guardia Nacional. El estandarte de
los Borbones fue sustituido por la escarapela tricolor (azul, blanca y roja), símbolo de los
revolucionarios que pasó a ser la bandera nacional. No tardaron en constituirse en toda Francia
gobiernos provisionales locales y unidades de la milicia. El mando de la Guardia Nacional se le
entregó al marqués de La Fayette, héroe de la guerra de la Independencia estadounidense. Luis
XVI, incapaz de contener la corriente revolucionaria, ordenó a las tropas leales retirarse. Volvió
a solicitar los servicios de Nécker y legalizó oficialmente las medidas adoptadas por la
Asamblea y los diversos gobiernos provisionales de las provincias.
Otras de las consecuencias de la toma de la bastilla fue la revolución agraria y social en la
campiña francesa. Los campesinos en armas asaltaron castillos y residencias señoriales;
incendiaron los edificios de las oficinas de recaudación de los impuestos, que tan
desconsideradamente les gravaban. Los campesinos destruyeron así, violentamente el
régimen feudal; la asamblea al saberlo lo aniquiló legalmente.
La redacción de una constitución
La Asamblea Nacional Constituyente comenzó su actividad movida por los desórdenes y
disturbios que estaban produciéndose en las provincias (el periodo del 'Gran Miedo'). El clero y
la nobleza hubieron de renunciar a sus privilegios en la sesión celebrada durante la noche del 4
de agosto de 1789; la Asamblea aprobó una legislación por la que quedaba abolido el régimen
feudal y señorial y se suprimía el diezmo, aunque se otorgaban compensaciones en ciertos
casos. En otras leyes se prohibía la venta de cargos públicos y la exención tributaria de los
estamentos privilegiados.
A continuación, la Asamblea Nacional Constituyente se dispuso a comenzar su principal tarea,
la redacción de una Constitución. En el preámbulo, denominado Declaración de los Derechos
del hombre y del ciudadano, los delegados formularon los ideales de la Revolución, sintetizados
más tarde en tres principios, "Liberté, Égalité, Fraternité" ("Libertad, Igualdad, Fraternidad").
Mientras la Asamblea deliberaba, la hambrienta población de París, irritada por los rumores de
conspiraciones monárquicas, reclamaba alimentos y soluciones. El 5 y el 6 de octubre, la
población parisina, especialmente sus mujeres, marchó hacia Versalles y sitió el palacio real.
Luis XVI y su familia fueron rescatados por La Fayette, quien les escoltó hasta París a petición
del pueblo. Tras este suceso, algunos miembros conservadores de la Asamblea Constituyente,
que acompañaron al rey a París, presentaron su dimisión. En la capital, la presión de los
ciudadanos ejercía una influencia cada vez mayor en la corte y la Asamblea. El radicalismo se
apoderó de la cámara, pero el objetivo original, la implantación de una monarquía
constitucional como régimen político, aún se mantenía.
El primer borrador de la Constitución recibió la aprobación del monarca francés en unas
fastuosas ceremonias, a las que acudieron delegados de todos los lugares del país, el 14 de julio
de 1790. Este documento suprimía la división provincial de Francia y establecía un sistema
administrativo cuyas unidades eran los departamentos, que dispondrían de organismos locales
elegibles. Se ilegalizaron los títulos hereditarios, se crearon los juicios con jurado en las causas
penales y se propuso una modificación fundamental de la legislación francesa. Con respecto a
la institución que establecía requisitos de propiedad para acceder al voto, la Constitución
disponía que el electorado quedara limitado a la clases alta y media. El nuevo estatuto confería
el poder legislativo a la Asamblea Nacional, compuesta por 745 miembros elegidos por un
sistema de votación indirecto. Aunque el rey seguía ejerciendo el poder ejecutivo, se le
impusieron estrictas limitaciones. Su poder de veto tenía un carácter meramente suspensivo, y
era la Asamblea quien tenía el control efectivo de la dirección de la política exterior. El poder
judicial sería desempeñado por jueces elegidos por el pueblo. Se impusieron importantes
restricciones al poder de la Iglesia católica mediante una serie de artículos denominados
Constitución civil del Clero, el más importante de los cuales suponía la confiscación de
los bienes eclesiásticos. A fin de aliviar la crisis financiera, se permitió al Estado emitir un
nuevo tipo de papel moneda, los asignados, garantizado por las tierras confiscadas. Asimismo,
la Constitución estipulaba que los sacerdotes y obispos fueran elegidos por los votantes,
recibieran una remuneración del Estado, prestaran un juramento de lealtad al Estado y las
órdenes monásticas fueran disueltas.
Durante los quince meses que transcurrieron entre la aprobación del primer borrador
constitucional por parte de Luis XVI y la redacción del documento definitivo, las relaciones
entre las fuerzas de la Francia revolucionaria experimentaron profundas transformaciones.
Éstas fueron motivadas, en primer lugar, por el resentimiento y el descontento del grupo de
ciudadanos que había quedado excluido del electorado. Las clases sociales que carecían de
propiedades deseaban acceder al voto y liberarse de la miseria económica y social, y no
tardaron en adoptar posiciones radicales. Este proceso, que se extendió rápidamente por toda
Francia gracias a los clubes de los jacobinos, y de los cordeliers, adquirió gran impulso cuando
se supo que María Antonieta estaba en constante comunicación con su hermano Leopoldo II,
emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Al igual que la mayoría de los monarcas
europeos, Leopoldo había dado refugio a gran número de émigrés y no había ocultado su
oposición a los acontecimientos revolucionarios que se habían producido en Francia. El recelo
popular con respecto a las actividades de la reina y la complicidad de Luis XVI quedó
confirmado cuando la familia real fue detenida mientras intentaba huir de Francia en un
carruaje con destino a Varennes el 21 de junio. El grupo más exaltado de revolucionarios halló
en la traición del rey un argumento decisivo para abolir la esclavitud y establecer la república,
pero la asamblea quiso limitar los poderes del rey sin suprimir la monarquía.
Luego de más de 2 años de trabajo para poder redactar una constitución
moderada, para una monarquía liberal, el rey aceptó la constitución y juró
solemnemente acatarla y cumplirla en todos sus detalles. Finalmente, el 30 de
setiembre de 1791, los constituyentes declararon terminada su misión,
iniciándose el nuevo régimen.
LA ASAMBLEA LEGISLATIVA (1791/1792):
Dentro del nuevo sistema de gobierno, el poder legislativo lo desempeñaba la Asamblea
Legislativa, compuesta por una sóla cámara por 745 diputados, políticos, noveles sin la
experiencia de los constituyentes, ya que a propuesta de Robespierre, la anterior asamblea
aprobó la prohibición de reelegir a sus miembros.
A la asamblea legislativa le tocó aplicar la constitución de 1791.
La monarquía constitucional no alcanzó a durar un año, pues la inestabilidad interior y el
comienzo de las guerras de la Revolución con Europa, provocaron una segunda revolución en
agosto de 1792, que acabó con la reyecía y estableció la primera república.
Diversas circunstancias crearon un ambiente desfavorable para la consolidación de la
monarquía constitucional.
En primer término, el propio rey, quien buscó ayuda extranjera para acabar con la revolución.
En segundo lugar, los nobles difamaron el nuevo régimen y trataron de conseguir la invasión de
Francia por las fuerzas imperiales.
En tercer lugar, los católicos, indignados con la constitución civil del clero, se sublevaron en
algunas regiones de Francia.
Por último, los mismos revolucionarios estaban divididos. Los constitucionales o fudenses,
sostenían la aplicación estricta de la constitución y el mantenimiento integral de los poderes
del rey. Los jacobinos buscaron reformar la constitución, reduciendo los poderes del rey. Entre
los jacobinos se destacó un núcleo de diputados llamados girondinos, que provenían del
departamento de la Gironda, y se convirtieron en dirigentes de la Asamblea Legislativa. Los
llamados cordeleros o franciscanos, de tendencia republicana, acaudillados por Danton, joven
abogado de gran popularidad, y por el periodista Marat, carecían de influencia en la asamblea,
pero la tenían entre el pueblo de París.
El grupo girondino desarrolló una política cada vez más violenta contra Luis XVI. Para
desenmascarar al rey, y con la ilusión de extender por Europa los principios revolucionarios,
los girondinos propiciaron la guerra, convencidos de que con ella unificarían a los patriotas
frente a enemigos comunes.
El deseo de entablar una guerra se extendió rápidamente entre los monárquicos, que confiaban
en la derrota del gobierno revolucionario y en la restauración del Antiguo Régimen, y entre los
girondinos, que anhelaban un triunfo definitivo sobre los sectores reaccionarios tanto en el
interior como en el exterior. El 20 de abril de 1792 la Asamblea Legislativa declaró la guerra al
Sacro Imperio Romano.
La lucha por la libertad
Los ejércitos austríacos obtuvieron varias victorias en los Países Bajos austríacos gracias a
ciertos errores del alto mando francés, formado mayoritariamente por monárquicos. La
posterior invasión de Francia provocó importantes desórdenes en París. El gabinete de Roland
cayó el 13 de junio, y la intranquilidad de la población se canalizó en un asalto a las Tullerías, la
residencia de la familia real, una semana después. La Asamblea Legislativa declaró el estado de
excepción el 11 de julio, después de que Cerdeña y Prusia se unieran a la guerra contra Francia.
Se enviaron fuerzas de reserva para aliviar la difícil situación en el frente, y se solicitaron
voluntarios de todo el país en la capital. Cuando los refuerzos procedentes de Marsella llegaron
a París, iban cantando un himno patriótico conocido desde entonces como La Marsellesa. El
descontento popular provocado por la gestión de los girondinos, que habían expresado su
apoyo a la monarquía y habían rechazado la acusación de deserción presentada contra La
Fayette, hizo aumentar la tensión. El malestar social, unido al efecto que generó el manifiesto
del comandante aliado, Charles William de Ferdinand, duque de Brunswick, en el que
amenazaba con destruir la capital si la familia real era maltratada, provocó una insurrección en
París el 10 de agosto. Los insurgentes, dirigidos por elementos radicales de la capital y
voluntarios nacionales que se dirigían al frente, asaltaron las Tullerías y asesinaron a la
Guardia suiza del rey. Luis XVI y su familia se refugiaron en la cercana sala de reuniones de la
Asamblea Legislativa, que no tardó en suspender en sus funciones al monarca y ponerle bajo
arresto. A su vez, los insurrectos derrocaron al consejo de gobierno parisino, que fue
reemplazado por un nuevo consejo ejecutivo provisional, la denominada Comuna de París.
La revolución popular del 10 de agosto tuvo grandes consecuencias:
1.- Se suspendió al rey , cesando por consiguiente la vigencia de la constitución de 1791.
2.- Se nombró un consejo Ejecutivo provisional, encargado de las funciones ejecutivas, dirigido
por Dantón, verdadero jefe del nuevo gobierno.
3.- Se elegiría, por sufragio universal una convención encargada de revisar la constitución.
4.- Se reconocía la Comuna de París como poder legítimo del estado. Esta comuna estaba en
mano de los jacobinos , dirigidos por Roberspierre y Marat.
Entre el 2 y el 7 de septiembre, más de mil monárquicos y presuntos traidores apresados en
diversos lugares de Francia, fueron sometidos a juicio y ejecutados. Los elementos
desencadenantes de las denominadas 'Matanzas de Septiembre' fueron el temor de la población
al avance de los ejércitos aliados contra Francia y los rumores sobre conspiraciones para
derrocar al gobierno revolucionario. Un ejército francés, dirigido por el general Charles
François Dumouriez, obtuvo una importante victoria en la batalla de Valmy frente a las tropas
prusianas que avanzaban hacia París el 20 de septiembre.
LA CONVENCIÓN:
Un día después de la victoria de Valmy se reunió en París la Convención Nacional recién
elegida. La primera decisión oficial adoptada por esta cámara fue la abolición de la monarquía
y la proclamación de la I República. El consenso entre los principales grupos integrantes de la
Convención no fue más allá de la aprobación de estas medidas iniciales. Sin embargo, ninguna
facción se opuso al decreto presentado por los girondinos y promulgado el 19 de noviembre,
por el cual Francia se comprometía a apoyar a todos los pueblos oprimidos de Europa.
Las noticias que llegaban del frente semanalmente eran alentadoras: las tropas francesas
habían pasado al ataque después de la batalla de Valmy y habían conquistado Maguncia,
Frankfurt del Main, Niza, Saboya y los Países Bajos austríacos. Sin embargo, las disensiones se
habían intensificado seriamente en el seno de la convención, donde el Llano dudaba entre
conceder su apoyo a los conservadores girondinos o a los radicales montagnards. La primera
gran prueba de fuerza se decidió en favor de estos últimos, que solicitaban que la Convención
juzgara al rey por el cargo de traición y consiguieron que su propuesta fuera aprobada por
mayoría. El monarca fue declarado culpable de la acusación imputada con el voto
casi unánime de la Cámara el 15 de enero de 1793, pero no se produjo el mismo acuerdo
al día siguiente, cuando había de decidirse la pena del acusado. Finalmente el rey fue
condenado a muerte por 387 votos a favor frente a 334 votos en contra. Luis XVI fue
guillotinado el 21 de enero.
La influencia de los girondinos en la Convención Nacional disminuyó enormemente tras la
ejecución del rey. La falta de unidad mostrada por el grupo durante el juicio había dañado
irreparablemente su prestigio nacional, bastante mermado desde hacía tiempo entre la
población de París, más favorable a las tendencias jacobinas. Otro factor que determinó la caída
girondina fueron las derrotas sufridas por los ejércitos franceses tras declarar la guerra a Gran
Bretaña, las Provincias Unidas (actuales Países Bajos) el 1 de febrero de 1793, y a España el 7 de
marzo, que se habían unido a la Primera Coalición contra Francia. Las propuestas de los
jacobinos para fortalecer al gobierno ante las cruciales luchas a las que Francia debería
enfrentarse desde ese momento fueron firmemente rechazadas por los girondinos. No
obstante, a comienzos de marzo, la Convención votó a favor del reclutamiento de 300.000
hombres y envió comisionados especiales a varios departamentos para organizar la leva. Los
sectores clericales y monárquicos enemigos de la Revolución incitaron a la rebelión a los
campesinos de La Vendée, contrarios a tal medida. La guerra civil no tardó en extenderse a los
departamentos vecinos. Los austríacos derrotaron al ejército de Dumouriez en Neerwinden el
18 de marzo, y éste desertó al enemigo. La huida del jefe del ejército, la guerra civil y el avance
de las fuerzas enemigas a través de las fronteras de Francia provocó en la Convención una crisis
entre los girondinos y los montagnards, en la que estos últimos pusieron de relieve la
necesidad de emprender una acción contundente en defensa de la Revolución.
El Reinado del Terror
El 6 de abril, la Convención creó el Comité de Salvación Pública, que habría de ser el órgano
ejecutivo de la República, y reestructuró el Comité deSeguridad General y el Tribunal
Revolucionario. Se enviaron representantes a los departamentos para supervisar el
cumplimiento de las leyes, el reclutamiento y la requisa de municiones. La rivalidad existente
entre los girondinos y los montagnards se había agudizado durante este periodo. La rebelión
parisina, organizada por el periodista radical Jacques Hébert, obligó a la Convención a ordenar
el 2 de junio la detención de veintinueve delegados girondinos y de los ministros de este grupo,
Pierre Henri Hélène Marie Lebrun-Tondu y Étienne Clavière. A partir de ese momento, la
facción jacobina radical que asumió el control del gobierno desempeñó un papel decisivo en el
posterior desarrollo de la Revolución. La Convención promulgó una nueva Constitución el 24
de junio en la que se ampliaba el carácter democrático de la República. Sin embargo, este
estatuto nunca llegó a entrar en vigor. El 10 de julio, la presidencia del Comité de Salvación
Pública fue transferida a los jacobinos, que reorganizaron completamente las funciones de este
nuevo organismo. Tres días después, el político radical Jean-Paul Marat, destacado líder de los
jacobinos, fue asesinado por Charlotte de Corday, simpatizante de los girondinos. La
indignación pública ante este crimen hizo aumentar considerablemente la influencia de los
jacobinos en todo el país. El dirigente jacobino Maximilien de Robespierre pasó a ser miembro
del Comité de Salvación Pública el 27 de julio y se convirtió en su figura más destacada en poco
tiempo. Robespierre, apoyado por Louis Saint-Just, Lazare Carnot, Georges Couthon y otros
significados jacobinos, implantó medidas policiales extremas para impedir cualquier acción
contrarrevolucionaria. Los poderes del Comité fueron renovados mensualmente por la
Convención Nacional desde abril de 1793 hasta julio de 1794, un periodo que pasó a
denominarse Reinado del Terror.
Desde el punto de vista militar, la situación era extremadamente peligrosa para la República.
Las potencias enemigas habían reanudado la ofensiva en todos los frentes. Los prusianos
habían recuperado Maguncia, Condé-Sur-L'Escaut y Valenciennes, y los británicos mantenían
sitiado Tolón. Los insurgentes monárquicos y católicos controlaban gran parte de La Vendée y
Bretaña. Caen, Lyon, Marsella, Burdeos y otras importantes localidades se hallaban bajo el
poder de los girondinos. El 23 de agosto se emitió un nuevo decreto de reclutamiento para toda
la población masculina de Francia en buen estado de salud. Se formaron en poco tiempo
catorce nuevos ejércitos —alrededor de 750.000 hombres—, que fueron equipados y enviados
al frente rápidamente. Además de estas medidas, el Comité reprimió violentamente la
oposición interna.
María Antonieta fue ejecutada el 16 de octubre, y 21 destacados girondinos murieron
guillotinados el 31 del mismo mes. Tras estas represalias iniciales, miles de monárquicos,
sacerdotes, girondinos y otros sectores acusados de realizar actividades contrarrevolucionarias
o de simpatizar con esta causa fueron juzgados por los tribunales revolucionarios, declarados
culpables y condenados a morir en la guillotina. El número de personas condenadas a muerte
en París ascendió a 2.639, más de la mitad de las cuales (1.515) perecieron durante los meses de
junio y julio de 1794. Las penas infligidas a los traidores o presuntos insurgentes fueron más
severas en muchos departamentos periféricos, especialmente en los principales centros de la
insurrección monárquica. El tribunal de Nantes, presidido por Jean-Baptiste Carrier, el más
severo con los cómplices de los rebeldes de La Vendée, ordenó la ejecución de más de 8.000
personas en un periodo de tres meses. Los tribunales y los comités revolucionarios fueron
responsables de la ejecución de casi 17 mil ciudadanos en toda Francia. El número total de
víctimas durante el Reinado del Terror llegó a 40.000. Entre los condenados por los tribunales
revolucionarios, aproximadamente el 8% eran nobles, el 6% eran miembros del clero, el 14%
pertenecía a la clase media y el 70% eran trabajadores o campesinos acusados de eludir el
reclutamiento, de deserción, acaparamiento, rebelión u otros delitos. Fue el clero católico el
que sufrió proporcionalmente las mayores pérdidas entre todos estos grupos sociales. El odio
anticlerical se puso de manifiesto también en la abolición del calendario juliano en octubre de
1793, que fue reemplazado por el calendario republicano. El Comité de Salvación Pública,
presidido por Robespierre, intentó reformar Francia basándose de forma fanática en sus
propios conceptos de humanitarismo, idealismo social y patriotismo. El Comité, movido por el
deseo de establecer una República de la Virtud, alentó la devoción por la república y la victoria
y adoptó medidas contra la corrupción y el acaparamiento. Asimismo, el 23 de noviembre de
1793, la Comuna de París ordenó cerrar todas las iglesias de la ciudad —esta decisión fue
seguida posteriormente por las autoridades locales de toda Francia— y comenzó a promover
la religión revolucionaria, conocida como el Culto a la Razón. Estaactitud, auspiciada por el
jacobino Pierre Gaspard Chaumette y sus seguidores extremistas (entre ellos Hébert), acentuó
las diferencias entre los jacobinos centristas, liderados por Robespierre, y los fanáticos
seguidores de Hébert, una fuerza poderosa en la Convención y en la Comuna de París.
Durante este tiempo, el signo de la guerra se había vuelto favorable para Francia. El general
Jean Baptiste Jourdan derrotó a los austríacos el 16 de octubre de 1793, iniciándose así una
serie de importantes victorias francesas. A finales de ese año, se había iniciado la ofensiva
contra las fuerzas de invasión del Este en el Rin, y Tolón había sido liberado. También era de
gran relevancia el hecho de que el Comité de Salvación Pública hubiera aplastado la mayor
parte de las insurrecciones de los monárquicos y girondinos.
La lucha por el poder
La disputa entre el Comité de Salvación Pública y el grupo extremista liderado por Hébert,
concluyó con la ejecución de éste y sus principales acólitos el 24 de marzo de 1794. Dos
semanas después, Robespierre emprendió acciones contra los seguidores de Danton, que
habían comenzado a solicitar la paz y el fin del reinado del Terror. Georges-Jacques Danton y
sus principales correligionarios fueron decapitados el 6 de abril. Robespierre perdió el apoyo de
muchos miembros importantes del grupo de los jacobinos —especialmente de aquéllos que
temían por sus propias vidas— a causa de estas represalias masivas contra los partidarios de
ambas facciones. Las victorias de los ejércitos franceses, entre las que cabe destacar la batalla
de Fleurus (Bélgica) del 26 de junio, que facilitó la reconquista de los Países Bajos austríacos,
incrementó la confianza del pueblo en el triunfo final. Por este motivo, comenzó a extenderse el
rechazo a las medidas de seguridad impuestas por Robespierre. El descontento general con el
líder del Comité de Salvación Pública no tardó en transformarse en una auténtica conspiración.
Robespierre, Saint-Just, Couthon y 98 de sus seguidores fueron apresados el 27 de julio de
1794 (el 9 de termidor del año III según el calendario republicano) y decapitados al día
siguiente. Se considera que el 9 de termidor fue el día en el que se puso fin a la República de la
Virtud.
La Convención Nacional estuvo controlada hasta finales de 1794 por el 'grupo termidoriano'
que derrocó a Robespierre y puso fin al Reinado del Terror. Se clausuraron los clubes jacobinos
de toda Francia, fueron abolidos los tribunales revolucionarios y revocados varios decretos de
carácter extremista, incluido aquél por el cual el Estado fijaba los salarios y precios de
los productos. Después de que la Convención volviera a estar dominada por los girondinos, el
conservadurismo termidoriano se transformó en un fuerte movimiento reaccionario. Durante
la primavera de 1795, se produjeron en París varios tumultos, en los que el pueblo reclamaba
alimentos, y manifestaciones de protesta que se extendieron a otros lugares de Francia. Estas
rebeliones fueron sofocadas y se adoptaron severas represalias contra los jacobinos y sans-
culottes que los protagonizaron.
La moral de los ejércitos franceses permaneció inalterable ante los acontecimientos ocurridos
en el interior. Durante el invierno de 1794-1795, las fuerzas francesas dirigidas por el general
Charles Pichegru invadieron los Países Bajos austríacos, ocuparon las Provincias Unidas
instituyendo la República Bátava y vencieron a las tropas aliadas del Rin. Esta sucesión de
derrotas provocó la desintegración de la coalición antifrancesa. Prusia y varios estados
alemanes firmaron la paz con el gobierno francés en el Tratado de Basilea el 5 de abril de 1795;
España también se retiró de la guerra el 22 de julio, con lo que las únicas naciones que seguían
en lucha con Francia eran Gran Bretaña, Cerdeña y Austria. Sin embargo, no se produjo
ningún cambio en los frentes bélicos durante casi un año. La siguiente fase de este conflicto se
inició con las Guerras Napoleónicas.
Se restableció la paz en las fronteras, y un ejército invasor formado por émigrés fue derrotado
en Bretaña en el mes de julio. La Convención Nacional finalizó la redacción de una nueva
Constitución, que se aprobó oficialmente el 22 de agosto de 1795. La nueva legislación confería
el poder ejecutivo a un Directorio, formado por cinco miembros llamados directores. El poder
legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos
(250 miembros) y el Consejo de los Quinientos. El mandato de un director y de un tercio de la
asamblea se renovaría anualmente a partir de mayo de 1797, y el derecho al sufragio quedaba
limitado a los contribuyentes que pudieran acreditar un año de residencia en su distrito
electoral. La nueva Constitución incluía otras disposiciones que demostraban el
distanciamiento de la democracia defendida por los jacobinos. Este régimen no consiguió
establecer un medio para impedir que el órgano ejecutivo entorpeciera el gobierno del ejecutivo
y viceversa, lo que provocó constantes luchas por el poder entre los miembros del gobierno,
sucesivos golpes de Estado y fue la causa de la ineficacia en la dirección de los asuntos del país.
Sin embargo, la Convención Nacional, que seguía siendo anticlerical y antimonárquica a pesar
de su oposición a los jacobinos, tomó precauciones para evitar la restauración de la monarquía.
Promulgó un decreto especial que establecía que los primeros directores y dos tercios del
cuerpo legislativo habían de ser elegidos entre los miembros de la Convención. Los
monárquicos parisinos reaccionaron violentamente contra este decreto y organizaron una
insurrección el 5 de octubre de 1795. Este levantamiento fue reprimido con rapidez por las
tropas mandadas por el general Napoleón Bonaparte, jefe militar de los ejércitos
revolucionarios de escaso renombre, que más tarde sería emperador de Francia con el nombre
de Napoleón I Bonaparte. El régimen de la Convención concluyó el 26 de octubre y el nuevo
gobierno formado de acuerdo con la Constitución entró en funciones el 2 de noviembre.
Desde sus primeros momentos, el Directorio tropezó con diversas dificultades, a pesar de la
gran labor que realizaron políticos como Charles Maurice de Talleyrand-Perigord y Joseph
Fouché. Muchos de estos problemas surgieron a causa de los defectos estructurales inherentes
al aparato de gobierno; otros, por la confusión económica y política generada por el triunfo del
conservadurismo. El Directorio heredó una grave crisis financiera, que se vio agravada por
la depreciación de los asignados (casi en un 99% de su valor). Aunque la mayoría de los líderes
jacobinos habían fallecido, se encontraban en el extranjero u ocultos, su espíritu pervivía aún
entre las clases bajas. En los círculos de la alta sociedad, muchos de sus miembros hacían
campaña abiertamente en favor de la restauración monárquica. Las agrupaciones políticas
burguesas, decididas a conservar su situación de predominio en Francia, por la que tanto
habían luchado, no tardaron en apreciar las ventajas que representaba reconducir la energía
desatada por la población durante la Revolución hacia fines militares. Existían aún asuntos
pendientes que resolver con el Sacro Imperio Romano. Además, el absolutismo, que
por naturaleza representaba una amenaza para la Revolución, continuaba dominando la mayor
parte de Europa.
El ascenso de Napoleón al poder
No habían pasado aún cinco meses desde que el Directorio asumiera el poder, cuando comenzó
la primera fase (de marzo de 1796 a octubre de 1797) de las Guerras Napoleónicas. Los tres
golpes de Estado que se produjeron durante este periodo —el 4 de septiembre de 1797 (18 de
fructidor), el 11 de mayo de 1798 (22 de floreal) y el 18 de junio de 1799 (30 de pradial)—,
reflejaban simplemente el reagrupamiento de las facciones políticas burguesas. Las derrotas
militares sufridas por los ejércitos franceses en el verano de 1799, las dificultades económicas y
los desórdenes sociales pusieron en peligro la supremacía política burguesa en Francia. Los
ataques de la izquierda culminaron en una conspiración iniciada por el reformista agrario
radical François Nöel Babeuf, que defendía una distribución equitativa de las tierras y
los ingresos. Esta insurrección, que recibió el nombre de 'Conspiración de los Iguales', no llegó
a producirse debido a que Babeuf fue traicionado por uno de sus compañeros y ejecutado el 28
de mayo de 1797 (8 de pradial). Luciano Bonaparte, presidente del Consejo de los Quinientos;
Fouché, ministro de Policía; Sieyès, miembro del Directorio y Talleyrand-Perigord
consideraban que esta crisis sólo podría superarse mediante una acción drástica. El golpe de
Estado que tuvo lugar el 9 y 10 de noviembre (18 y 19 de brumario) derrocó al Directorio. El
general Napoleón Bonaparte, en aquellos momentos héroe de las últimas campañas, fue la
figura central del golpe y de los acontecimientos que se produjeron posteriormente y que
desembocaron en la Constitución del 24 de diciembre de 1799 que estableció el Consulado.
Bonaparte, investido con poderes dictatoriales, utilizó el entusiasmo y el idealismo
revolucionario de Francia para satisfacer sus propios intereses. Sin embargo, la involución
parcial de la transformación del país se vio compensada por el hecho de que la Revolución se
extendió a casi todos los rincones de Europa durante el periodo de las conquistas napoleónicas.
Las transformaciones producidas por la Revolución
Una consecuencia directa de la Revolución fue la abolición de la monarquía absoluta en
Francia. Asimismo, este proceso puso fin a los privilegios de la aristocracia y el clero. La
servidumbre, los derechos feudales y los diezmos fueron eliminados; las propiedades se
disgregaron y se introdujo el principio de distribución equitativa en el pago de impuestos.
Gracias a la redistribución de la riqueza y de la propiedad de la tierra, Francia pasó a ser el país
europeo con mayor proporción de pequeños propietarios independientes. Otras de las
transformaciones sociales y económicas iniciadas durante este periodo fueron la supresión de
la pena de prisión por deudas, la introducción del sistema métrico y la abolición del carácter
prevaleciente de la primogenitura en la herencia de la propiedad territorial.
Napoleón instituyó durante el Consulado una serie de reformas que ya habían comenzado a
aplicarse en el periodo revolucionario. Fundó el Banco de Francia, que en la actualidad
continúa desempeñando prácticamente la misma función: banco nacional casi independiente y
representante del Estado francés en lo referente a la política monetaria, empréstitos y
depósitos de fondos públicos. La implantación del sistema educativo —secular y muy
centralizado—, que se halla en vigor en Francia en estos momentos, comenzó durante el
Reinado del Terror y concluyó durante el gobierno de Napoleón; la Universidad de Francia y
el Institut de France fueron creados también en este periodo. Todos los ciudadanos,
independientemente de su origen o fortuna, podían acceder a un puesto en la enseñanza, cuya
consecución dependía de exámenes de concurso. La reforma y codificación de las diversas
legislaciones provinciales y locales, que quedó plasmada en el Código Napoleónico, ponía de
manifiesto muchos de los principios y cambios propugnados por la Revolución: la igualdad
ante la ley, el derecho de habeas corpus y disposiciones para la celebración de juicios justos. El
procedimiento judicial establecía la existencia de un tribunal de jueces y un jurado en las
causas penales, se respetaba la presunción de inocencia del acusado y éste recibía asistencia
letrada.
La Revolución también desempeñó un importante papel en el campo de la religión. Los
principios de la libertad de culto y la libertad de expresión tal y como fueron enunciados en la
Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano, pese a no aplicarse en todo momento en
el periodo revolucionario, condujeron a la concesión de la libertad de conciencia y de derechos
civiles para los protestantes y los judíos. La Revolución inició el camino hacia la separación de
la Iglesia y el Estado.
Los ideales revolucionarios pasaron a integrar la plataforma de las reformas liberales de
Francia y Europa en el siglo XIX, así como sirvieron de motorideológico a las naciones
latinoamericanas independizadas en ese mismo siglo, y continúan siendo hoy las claves de la
democracia. No obstante, los historiadores revisionistas atribuyen a la Revolución unos
resultados menos encomiables, tales como la aparición del Estado centralizado (en ocasiones
totalitario) y los conflictos violentos que desencadenó.

Se conoce con el nombre de revolución francesa al movimiento político,


social, económico y militar, que surgió en Francia en 1789; el mismo que
trajo como consecuencia el derrumbe de la monarquía absolutista, que hasta
entonces había regido en Francia, a la vez que originó el establecimiento de
un gobierno republicano democrático y asimismo, la iniciación de una nueva
época llamada como La época contemporánea. La revolución francesa
difundió por el mundo los ideales de libertad y fraternidad, así como el
de la soberanía popular; y divulgó, primordialmente el conocimiento de los
derechos fundamentales del hombre y del ciudadano.

Causas de la Revolución Francesa


1. Las causas fundamentales que originaron la revolución francesa fueron:
El absolutismo monárquico, que se caracterizó por el ilimitado poder del
soberano, cuya autoridad no estaba sujeta a control alguno.
2. La desigualdad social política y económica.
3. La falta de libertades y derechos. A estas causas hay que añadir un
importante factor: la poderosa influencia de las nuevas ideas.

Antecedentes:
El antiguo régimen
Se denomina antiguo régimen al estado político, social y económico por el
que atravesó Francia antes de la revolución. Dicho estado se caracterizó por
el predominio del absolutismo real, así como de las injusticias, las
desigualdades y los privilegios, que constituyeron, como ya dijímos, las
causas verdaderas de la revolución francesa.

Antiguo Régimen

En lo político
Francia se hallaba regida por una monarquía absoluta que gobernó con un
poder ilimitado. El rey, que se creía designado por Dios para gobernar,
procedía en forma arbitraria, pues no daba cuenta de sus actos a nadie;
gastaba como y cuando quería las rentas del Estado; nombraba los
funcionarios; declaraba la guerra y firmaba la paz; dictaba leyes; creaba
impuestos y hasta podía disponer de los bienes de sus súbditos cuando así
lo estimaba convenientemente. No había libertad individual, pues el soberano
podía ordenar la detención de cualquier ciudadano sin causa justificada;
tampoco existía libertad de conciencia y ningún libro ni periódico podía
publicarse sino bajo el control de censura. Por otra parte, las leyes, que eran
diversas, no se aplicaban por igual ni con el mismo rigor: así tenemos que por
un mismo delito la pena no era la misma tratándose de un noble y de un
labriego.

En lo social
La organización social de Francia estaba basada en la desigualdad y los
privilegios. Se distinguían pues tres clases sociales, a saber: Clero, Nobleza
Y Estado Llano siendo las dos primeras privilegiadas.

El clero
Era la primera clase social debido a su gran prestigio e influencia como a sus
cuantiosas riquezas. Sus extensas propiedades abarcaban precisamente la
cuarta parte de la superficie total de Francia, y, por otra parte, dicho
patrimonio económico fue creciendo considerablemente gracias a los
diezmos que aportaban los fieles como a la exoneración del pago de
impuestos fijos de que disfrutaban. Se dividía en Alto y Bajo Clero. La mayor
parte de las riquezas beneficiaban solo al Alto Clero formado por obispos y
abades, quienes eran mayormente de origen noble y vivían en Versalles en
la corte del Rey. El bajo Clero, formado por curas y vicarios, ejercía su misión
en provincias, eran de modesta condición económica y procedían del Estado
Llano, debido a ello, simpatizaron con la Revolución.

La nobleza
Los nobles formaban la segunda clase privilegiada de Francia; poseían
grandes extensiones de tierra, y, asimismo, percibían de los campesinos que
laboraban en ellas, los llamados derechos feudales; pagaban impuestos solo
en determinados casos. Ocupaban los principales cargos en el gobierno y en
la iglesia, así como en las fuerzas armadas. La nobleza se dividían en Gran
Nobleza, que llevaba una vida de lujo, pompa y riquezas en el palacio de
Versalles junto al rey, y la pequeña nobleza o nobleza de provincias. Esta
última era de medianos recursos y residía en sus posesiones en contacto con
el pueblo cuyas necesidades conocía y con cuyos ideales igualmente
simpatizaba.

El Estado Llano
Estaba constituido por la población más numerosa de Francia, pero, a su vez,
por la que menos privilegios y riquezas poseía. A la cabeza de esta clase
social se hallaba la burguesía, formada por industriales, comerciantes y
profesionales; quienes con el correr de los años, habían logrado conquistar
una sólida situación económica y una vasta preparación cultural, que hizo de
ellos, precisamente, los promotores de la revolución.
En grado inferior se hallaban los artesanos y los labriegos o campesinos, que
llevaban una vida verdaderamente miserable, pues tenían que soportar
pesadas cargas económicas impuestas por el gobierno, la iglesia y los nobles,
tales como el pago de los diezmos al clero, el del censo y de otros tributos a
los señores y al estado, quedándose con solo un 20 por ciento de la totalidad
de sus ingresos. La burguesía fue la clase social que hizo la revolución. Se
calcula que de la población de Francia (1789), estimaba en 23 millones de
habitantes, solo 300 mil pertenecían a las clases privilegiadas (Clero y
Nobleza).

En lo económico
Desde el punto de vista económico, la situación de Francia presentaba las
características siguientes:

 Monopolio de las riquezas, sobre todo de la tierra, en beneficio solamente


del Clero y la Nobleza.
 Pago de impuestos, como de otros gravámenes fiscales, exclusivamente
por el tercer estado o estado llano.
 Decadencia del comercio e industria, debido a la falta de medios de
producción como a la existencia de trabas aduaneras internas que
dificultaban el intercambio comercial. Se unían a tales causas: los reducidos
salarios, como la falta de libertad para la agricultura, la industria y el
comercio.
 Excesivo derroche del dinero fiscal en el sostenimiento, principalmente, de
la corte de Versalles.

Etapas de la Revolución francesa


Distinguimos las siguientes etapas en el desarrollo de la revolución francesa.

Etapas de la Revolución Francesa


Etapa Monárquica (1789 – 1792)
Comprende desde el estallido de la revolución (Junio de 1789) hasta el 21 de
septiembre de 1792, fecha en que quedó abolida la monarquía.

Estados Generales (1789)


Los Estados Generales fue convocado por Luis XVI, rey de Francia. Se
reunieron en Versalles el 5 de abril de 1789. Los Estados Generales eran una
especie de asamblea (parlamento) integrada por 1200 diputados (300 por el
clero, 300 por la nobleza y 600 por el Tercer Estado o Estado Llano).
La crisis económica obligo al soberano francés a reunirlos, para que
adoptaran así las medidas mas convenientes. El Tercer Estado quiso
aprovechar de dicha asamblea para presentar peticiones favorables al
pueblo; el rey y la nobleza no tomaron en cuenta estas reformas. La petición
que no tomaron en cuenta fue el derecho del voto por cabeza, que les era
favorable ya que eran mayoría, pues querían que subsistiera el voto por orden
(que favorecía a las clases privilegiadas:el clero y la nobleza). Entonces el
Tercer Estado desacato la orden de Luis XVI y se reunió separadamente.

Asamblea Nacional (1789)


La Asamblea Nacional se creo el 17 de junio de 1789, es la que marco el
estallido de la revolución. El rey clausuro la sala de sesiones a la Asamblea
Nacional la cual ocupo la sala del juego de la pelota en la que los diputados
juraron no separarse hasta haber dado una constitución a Francia.

Asamblea Constituyente (1789 – 1791)


El soberano francés cedió ante los acontecimientos de la Asamblea Nacional,
invitando a que sesionaran las tres clases sociales. Así surgió la Asamblea
Constituyente. El rey había perdido su autoridad y la Monarquía absoluta
llegaba a su fin. Los principales acontecimientos fueron:
La Toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789 el pueblo de París atacó la
fortaleza de la Bastilla y la ocupó. La Bastilla era el símbolo del despotismo.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, fue
promulgada por la Asamblea, el 26 de agosto de 1789. Antes habían sido
abolidos los derechos feudales, el 4 de agosto de 1789. La declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano consta de 17 artículos. Se refieren
principalmente a que todos los hombres son iguales; que la soberanía reside
en la nación; que los derechos naturales, como la libertad, la igualdad, la
propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión no deben ser violados,
como tampoco la libertad de pensamiento y creencia.
Se Promulgó la Constitución de 1791, de tendencia monárquica que
sanciono la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, como
también la existencia de tres poderes:Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Se promulgó la Constitución Civil del Clero, por la que los bienes de la
Iglesia pasaban a poder del Estado y el nombramiento de las autoridades
eclesiásticas se harían en adelante por la elección del pueblo.
Huida del Rey, Luis XVI pretendió huir al extranjero pero fue descubierto en
Varennes y luego detenido y encerrado en la Tullerias.

La Asamblea Legislativa (1791 – 1792)


Esta asamblea se mostró mas hostil a la monarquía los principales
acontecimientos que surgieron durante ellas fueron:
Declaratoria de Guerra a Austria, donde las primeras acciones favorecieron
a los Austroprusianos; pero los ejércitos revolucionarios, al mando de
Doumouriez, obtuvieron grandes victorias en Valmy y Gemapes (1792).
El Asalto a las Tullerias y la prisión definitiva de Luis XVI.
Aparición de Partidos Políticos, los fuldences (monárquicos), los
girondinos (republicanos moderados) y los jacobinos y de la
montaña(izquierda radical).

Toma de la Bastilla
Etapa Republicana (1792 – 1804)
Etapa que comprende desde el 21 de septiembre de 1792 hasta el 9 de
noviembre de 1799, en que Napoleón Bonaparte da el golpe de estado,
llamado el 18 de Brumario y establece el consulado en provecho suyo. El
gobierno del consulado, con Napoleón como dueño absoluto de Francia, fue,
propiamente, una etapa de transición de la república al imperio y se prolongó
hasta 1804.

La Convención (1792-1795)
Disuelta la Asamblea Legislativa se formo la Convención Nacional. Los
principales actos de dicha Convención fueron:
– Decreto la abolición de la monarquía y proclamo la república.
– Sanciono el sufragio universal (derecho a voto para todo ciudadano).
– Proceso y condeno a muerte a Luis XVI. Ejecución que se realizo en enero
de 1793.
Surge la época del terror.
La Época del Terror; en esta se formo un gobierno revolucionario que bajo
la dirección de Robespierre implanto la época del terror y envió al patíbulo a
millares de detenidos y sospechosos. Reino la violencia y la crueldad, pues
hasta los propios caudillos como Marat, Dantón, etc.,sucumbieron
violentamente, como también María Antonieta, el sabio Lavoisier y
finalmente el propio Robespierre, fue también ejecutado por sus enemigos de
la convención. El gobierno del terror estuvo conformado por tres comités: El
de la salvación publica, el de seguridad general y el tribunal
revolucionario.

El Directorio (1795 – 1799)


La Convención Nacional promulgo la constitución del Año III, que establecía
el Directorio, gobierno republicano moderado que tubo la siguiente
organización:
El Poder Ejecutivo, a cargo del directorio, integrado por 5 miembros o
directores.
El Poder Legislativo, formado por dos consejos: el de los 500 y el de
los ancianos. El directorio tubo que hacer frente a los ejércitos extranjeros;
es entonces cuando comienza a destacarse la figura de Napoleón. El 9 de
noviembre de 1788 (golpe de estado del 18 brumario), el gran corso se
apodera del gobierno y establece el consulado, gobierno de transición al
imperio.

El Consulado (1799 – 1804)


Por el golpe de estado del 18 de Brumario (9 de noviembre de 1799)
Napoleón abolió el Directorio y estableció el consulado, de apariencia
republicana, pero de tendencia monárquica propiamente. El establecimiento
del Consulado fue sancionado por la Constitución del Año III. El Consulado
constaba de dos poderes:
El Poder Ejecutivo, formado por tres cónsules, siendo la figura principal el
primer Cónsul (Napoleón) dueño del gobierno.
El Poder Legislativo, que constaba de un Consejo de Estado, del Tribunado
y un Cuerpo Legislativo (300 representantes y de un senado).

Muerte de Luis XVI


Etapa Imperial (1804 – 1815)
Comprende desde el 18 de mayo de 1804, en que se establece el imperio,
siendo proclamado Napoleón emperador por el senado con el nombre de
Napoleón I.
En adelante, fue anhelo del Gran Corzo establecer la monarquía
universal. Inauguró un gobierno personal, absoluto. Se rodeó de una brillante
corte integrada por sus familiares y generales, a quienes otorgó títulos
nobiliarios.
Dio gran impulso a la actividad cultural, a la industria y comercio, dictó sabias
leyes (Códigos). Soñó con hacer de Francia la Primera Nación del Mundo.

Acciones Militares
Muchas grandes victorias militares le dieron fama y predominio.Fueron las
siguientes:

 Batalla de Trafalgar (1805)


Donde fue destruída, por el Almirante Nelson, la flota francesa que
pretendía invadir Inglaterra, hasta el año de 1805, en que fuera derrotado
definitivamente en Waterloo y luego tomado prisionero por los ingleses,
acontecimiento que marco el fin de la Etapa imperial o Era Napoleónica.
 Batalla de Austerlitz (1805)
Donde Napoleón derrotó completamente a los ejércitos austro-rusos
considerablemente superiores. Fue su batalla modelo por la formidable
táctica empleada.
 Batalla de Jena (1806)
Batalla en que le permitió a Napoleón ocupar Berlín.

El Bloque continental
Napoleón pensó someter por hambre a Inglaterra, para ello decretó el
bloqueo continental, prohibiendo a las naciones europeas todo comercio con
Inglaterra; los resultados le fueron adversos.
Como el Papa Pío VII no se sumara a tal bloqueo, Napoleón lo encarceló y
ocupó los Estados de la iglesia. Portugal también fue invadido por los
franceses, Juan VI huyó al Brasil.

Invasión a España
Comenzó en 1808 y duró la ocupación hasta 1813, año en que los invasores
fueron expulsados del país con la ayuda de los ingleses. La Traición de
Godoy y la ineptitud y cobardía de Carlos IV y Fernando VII, facilitaron el
encumbramiento de José I, como rey de España. La lucha fue heroica. Toda
España se convirtió en un campo de batalla. Los franceses sufrieron derrotas
en Bailén y, finalmente, en la batalla de Vitoria.
Los invasores perdieron más de 300 mil hombres.

Campaña de Rusia
Se inició en 1812 y concluyó con la retirada francesa a fines del mismo
año, mas de 400 mil soldados, al mando de Napoleón, invadieron Rusia y
consiguieron ocupar Moscú.Pero los rusos emplearon la táctica de «tierra
arrasada», privando de todo medio, da todo recurso al enemigo; además, el
crudo invierno y la fiera resistencia y ataque de los cosacos, determinaron la
desastrosa retirada de Napoleón rumbo a Francia. Las batallas más
importantes fueron: La de Moscowa, que facilitó a Napoleón la ocupación de
Moscú y, finalmente, la de Beresina, desfavorable a los invasores.

Batalla de Leipzig
Un poderoso ejército coaligado (de ingleses, rusos, prusianos, austríacos,
suecos, etc.) se enfrentó a Napoleón en Leipzig (1813), derrotándolo. Luego
ocuparon París, Napoleón abdicó la corona y se le designó soberano de la
isla de Elba. Se restableció la monarquía con Luis XVIII como rey de Francia.

Batalla de Waterloo
Napoleón no se resignó a continuar como rey de la pequeña isla de Elba. La
impopularidad de Luis XVIII facilitó su retorno a Francia, en marzo de
1815. Permaneció en el gobierno CIEN DÍAS (Los cien días de
Napoleón). Las potencias europeas le declararon «fuera de la ley como
enemigo y perturbador de la paz del mundo». Un poderoso ejército de los
coaligados se enfrentó a Napoleón en Waterloo (Bélgica) y lo derrotó (1815).
El gran Corzo abdicó la corona y luego fue apresada por los ingleses.
Conducido prisionero a la isla de Santa Elena, murió en 1821. El imperio y
Napoleón habían llegado a su fin.
Coronación de Napoleón

La Revolución francesa (en francés, Révolution française) fue un conflicto social y político,
con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus
implicaciones, a otras naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del
sistema conocido como el Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer
Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de Estado de Napoleón
Bonaparte en 1799.
Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón
Bonaparte, la organización política de Francia durante el siglo XIX osciló
entre república, imperio y monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución marcó el final
definitivo del feudalismo y del absolutismo en ese país,2 y dio a luz a un nuevo régimen donde
la burguesía, apoyada en ocasiones por las masas populares, se convirtió en la fuerza política
dominante en el país. La revolución socavó las bases del sistema monárquico como tal, más
allá de sus estertores, en la medida en que lo derrocó con un discurso e iniciativas capaces de
volverlo ilegítimo.
Según la historiografía clásica, la Revolución francesa marca el inicio de la Edad
Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna, lo que la sitúa en el corazón
del siglo XIX. Abrió nuevos horizontes políticos basados en el principio de la soberanía
popular, que será el motor de las revoluciones de 1830, de 1848 y de 1871.3
Índice

 1Antecedentes ideológicos
 2Causas
 3Estados Generales de 1789
 4Asamblea Nacional
 5Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791)
o 5.1Toma de la Bastilla
o 5.2El Gran Miedo y la abolición del feudalismo
o 5.3Pérdida de poder de la Iglesia
o 5.4Composición de la Asamblea
o 5.5Camino a la constitución
o 5.6Desde la Fiesta de la Federación hasta la Fuga de Varennes
o 5.7Últimos días de la Asamblea Nacional Constituyente
 6La Asamblea Legislativa y la caída de la monarquía (1791-1792)
o 6.1Guerra de Austria y Prusia contra Francia
o 6.2La «segunda Revolución»: Primera República francesa
 7La Convención (1792-1795)
o 7.1Ejecución del rey y Primera Coalición contra Francia
o 7.2El reinado del Terror
 8El Directorio (1795-1799)
o 8.1Napoleón y la toma del poder
 9El Consulado (1799-1804)
 10La bandera francesa y los símbolos de la Revolución
 11La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
 12Las mujeres y la Revolución francesa
 13Véase también
 14Notas y referencias
 15Fuentes
 16Bibliografía complementaria
 17Enlaces externos

Antecedentes ideológicos
Los escritores ilustrados del siglo XVIII, filósofos, politólogos, científicos y economistas,
denominados comúnmente philosophes, y a partir de 1751 los enciclopedistas, contribuyeron
a minar las bases del derecho divino de los reyes. La filosofía de la Ilustración ha
desempeñado pues un rol significativo en el giro que tomaron estos eventos históricos pero su
influencia debe relatarse de modo más matizado: acordarle demasiada importancia a los
preceptos filosóficos nacidos durante ese siglo se revelaría como una carencia mayúscula de
fidelidad historiográfica.
La corriente de pensamiento vigente en Francia era la Ilustración, cuyos principios se basaban
en la razón, la igualdad y la libertad. La Ilustración había servido de impulso a las Trece
Colonias norteamericanas para la independencia de su metrópolis europea. Tanto la influencia
de la Ilustración como el ejemplo de los Estados Unidos sirvieron de «trampolín» ideológico
para el inicio de la revolución en Francia.
Causas
Artículo principal: Causas de la Revolución francesa

El Tercer Estado cargando al Primer y al Segundo Estado.

En términos generales fueron varios los factores que influyeron en la Revolución: 4

 un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de un mundo


cambiante, y que, tras varios intentos de adoptar medidas destinadas a atajar la crisis
política y económica, capituló ante la violenta reacción de la nobleza y de
algunos parlamentos provinciales como el de Grenoble (Jornada de las Tejas);
 una aristocracia (la nobleza y el alto clero) aferrada a sus privilegios feudales, que bloqueó
todas las reformas estructurales (de Machault, de Maupeou, de Turgot) que se intentaron
implantar desde la Corte;
 el auge de una clase burguesa nacida siglos atrás, que había alcanzado un gran poder en
el terreno económico y que ahora empezaba a propugnar el político. Su riqueza y su
cultura la había elevado al primer puesto en la sociedad, posición que estaba en
contradicción con la existencia de los estamentos privilegiados, nobleza y clero;
 la exasperación de las clases populares urbanas y del campesinado, empobrecidos por la
subida de los precios –en particular de los cereales y del pan, base de la alimentación— y
por el incremento continuo de los impuestos y derechos señoriales y reales. El diezmo que
cobraba el clero, apenas servía para mantener el culto y socorrer a los pobres. El
campesinado contestaba además el origen de la propiedad de los derechos y
servidumbres feudales (recogidos en los llamados «libros terriers»), que les parecían
abusivos e injustos;
 la expansión de las nuevas ideas ilustradas;
 la regresión económica y las crisis agrícolas cíclicas (la que estalló en 1788 fue la más
violenta de todo el siglo XVIII), agravados por las malas cosechas en los años que
precedieron a la Revolución;
 la quiebra financiera provocada por los vicios del sistema fiscal, la mala percepción y la
desigualdad de los impuestos, los gastos de la Corte, los costes de las guerras, y por los
graves problemas hacendísticos causados por el apoyo militar a la guerra de
Independencia de los Estados Unidos. Esta intervención militar se convertiría en arma de
doble filo, pues, pese a ganar Francia la guerra contra Gran Bretaña y resarcirse así de la
anterior derrota en la guerra de los Siete Años, la hacienda quedó en bancarrota y con
una importante deuda externa. Los problemas fiscales de la monarquía, junto al ejemplo
de democracia del nuevo Estado emancipado precipitaron los acontecimientos.
Desde el punto de vista político, fueron fundamentales ideas tales como las expuestas
por Voltaire, Rousseau, Diderot o Montesquieu (como por ejemplo, los conceptos
de libertad política, de fraternidad y de igualdad, o de rechazo a una sociedad dividida, o las
nuevas teorías políticas sobre la separación de poderes del Estado). Todo ello fue rompiendo
el prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen, ayudando a su desplome.
Desde el punto de vista económico, la inmanejable deuda del Estado fue exacerbada por un
sistema de extrema desigualdad social y de altos impuestos que los estamentos
privilegiados, nobleza y clero no tenían obligación de pagar, pero que sí oprimía al resto de la
sociedad. Hubo un aumento de los gastos del Estado simultáneo a un descenso de la
producción agraria de terratenientes y campesinos, lo que produjo una grave escasez de
alimentos en los meses precedentes a la Revolución. Las tensiones, tanto sociales como
políticas, mucho tiempo contenidas, se desataron en una gran crisis económica a
consecuencia de los dos hechos puntuales señalados: la colaboración interesada de Francia
con la causa de la independencia estadounidense (que ocasionó un gigantesco déficit fiscal) y
el aumento de los precios agrícolas.
El conjunto de la población mostraba un resentimiento generalizado dirigido hacia los
privilegios de los nobles y del alto clero, que mantenían su dominio sobre la vida pública
impidiendo que accediera a ella una pujante clase profesional y comerciante. El ejemplo del
proceso revolucionario estadounidense abrió los horizontes de cambio político entre otros.

Estados Generales de 1789


Artículo principal: Estados Generales de 1789

Los Estados Generales estaban formados por los representantes de cada estamento. Estos
estaban separados a la hora de deliberar, y tenían solo un voto por estamento. La
convocatoria de 1789 fue un motivo de preocupación para la oposición, por cuanto existía la
creencia de que no era otra cosa que un intento, por parte de la monarquía, de manipular la
asamblea a su antojo. La cuestión que se planteaba era importante. Estaba en juego la idea
de soberanía nacional, es decir, admitir que el conjunto de los diputados de los Estados
Generales representaba la voluntad de la nación.
El tercer impacto de los Estados Generales fue de gran tumulto político, particularmente por la
determinación del sistema de votación. El Parlamento de París propuso que se mantuviera el
sistema de votación que se había usado en 1614, si bien los magistrados no estaban muy
seguros acerca de cuál había sido en realidad tal sistema. Sí se sabía, en cambio, que en
dicha asamblea habían estado representados (con el mismo número de miembros y con un
solo voto) el clero (Primer Estado), la nobleza (Segundo Estado) y el resto de la población
(Tercer Estado, principalmente la burguesía y el campesinado). Inmediatamente, un grupo de
liberales parisinos denominado «Comité de los Treinta», compuesto principalmente por gente
de la nobleza, comenzó a protestar y agitar, reclamando que se duplicara el número de
asambleistas con derecho a voto del Tercer Estado (es decir, los «Comunes»). El gobierno
aceptó esta propuesta, pero dejó a la Asamblea la labor de determinar el derecho de voto.
Este cabo suelto creó gran tumulto.
El rey Luis XVI y una parte de la nobleza no aceptaron la situación. Los miembros del Tercer
Estamento se autoproclamaron Asamblea Nacional, y se comprometieron a escribir una
constitución. Sectores de la aristocracia confiaban en que estos Estados Generales pudieran
servir para recuperar parte del poder perdido, pero el contexto social ya no era el mismo que
en 1614. Ahora existía una élite burguesa que tenía una serie de reivindicaciones e intereses
que chocaban frontalmente con los de la nobleza (y también con los del pueblo, cosa que se
demostraría en los años siguientes).

Asamblea Nacional
Artículo principal: Asamblea Nacional

El Juramento del Juego de Pelota, obra de Jacques-Louis David.

Cuando finalmente los Estados Generales de Francia se reunieron en Versalles el 5 de


mayo de 1789 y se originaron las disputas respecto al tema de las votaciones, los miembros
del Tercer Estado debieron verificar sus propias credenciales, comenzando a hacerlo el 28 de
mayo y finalizando el 17 de junio, cuando los miembros del Tercer Estado se declararon como
únicos integrantes de la Asamblea Nacional: esta no representaría a las clases pudientes sino
al pueblo en sí. La primera medida de la Asamblea fue votar la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano. Si bien invitaron a los miembros del Primer y Segundo Estado a
participar en esta asamblea, dejaron en claro sus intenciones de proceder incluso sin esta
participación.
La monarquía, opuesta a la Asamblea, cerró las salas donde esta se estaba reuniendo. Los
asambleistas se mudaron a un edificio cercano, donde la aristocracia acostumbraba a jugar el
juego de la pelota, conocido como jeu de paume. Allí es donde procedieron con lo que se
conoce como el Juramento del Juego de la Pelota el 20 de junio de 1789, prometiendo no
separarse hasta tanto dieran a Francia una nueva constitución. La mayoría de los
representantes del bajo clero se unieron a la Asamblea, al igual que 47 miembros de
la nobleza. Ya el 27 de junio, los representantes de la monarquía se dieron por vencidos, y por
esa fecha el rey mandó reunir grandes contingentes de tropas militares que comenzaron a
llegar a París y Versalles. Los mensajes de apoyo a la Asamblea llovieron desde París y otras
ciudades. El 9 de julio la Asamblea se nombró a sí misma Asamblea Nacional Constituyente.

Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791)


La Libertad guiando al pueblo, pintura de Eugène Delacroix, erróneamente asociada a la Revolución
de 1789 pese a que corresponde a los sucesos revolucionarios de 1830. Museo del Louvre, París.

Artículo principal: Asamblea Nacional Constituyente

Toma de la Bastilla
Artículo principal: Toma de la Bastilla

El 11 de julio de 1789, el rey Luis XVI, actuando bajo la influencia de los nobles conservadores
al igual que la de su hermano, el conde D'Artois, despidió al ministro Necker y ordenó la
reconstrucción del Ministerio de Finanzas. Gran parte del pueblo de París interpretó esta
medida como un autogolpe de la realeza, y se lanzó a la calle en abierta rebelión. Algunos de
los militares se mantuvieron neutrales, pero otros se unieron al pueblo.
El 14 de julio el pueblo de París respaldó en las calles a sus representantes y, ante el temor
de que las tropas reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza de la Bastilla, símbolo del
absolutismo monárquico, pero también punto estratégico del plan de represión de Luis XVI,
pues sus cañones apuntaban a los barrios obreros. Tras cuatro horas de combate, los
insurgentes tomaron la prisión, matando a su gobernador, el marqués Bernard de Launay. Si
bien solo cuatro presos fueron liberados, la Bastilla se convirtió en un potente símbolo de todo
lo que resultaba despreciable en el Antiguo Régimen. Retornando al ayuntamiento, la multitud
acusó al alcalde Jacques de Flesselles de traición, quien recibió un balazo que lo mató. Su
cabeza fue cortada y exhibida en la ciudad clavada en una pica, naciendo desde entonces la
costumbre de pasear en una pica las cabezas de los decapitados, lo que se volvió muy común
durante la Revolución.

El Gran Miedo y la abolición del feudalismo


Véase también: Gran Miedo

La Revolución se fue extendiendo por ciudades y pueblos, creándose


nuevos ayuntamientos que no reconocían otra autoridad que la Asamblea Nacional
Constituyente. La insurrección motivada por el descontento popular siguió extendiéndose por
toda Francia. En las áreas rurales, para protestar contra los privilegios señoriales, se llevaron
a cabo actos de quema de títulos sobre servidumbres, derechos feudales y propiedad
de tierras, y varios castillos y palacios fueron atacados. Esta insurrección agraria se conoce
como la Grande Peur (el Gran Miedo).
La noche del 4 de agosto de 1789, la Asamblea Nacional Constituyente, actuando detrás de
los nuevos acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres personales (abolición
del feudalismo), los diezmos y las justicias señoriales, instaurando la igualdad ante el
impuesto, ante penas y en el acceso a cargos públicos. En cuestión de horas, los nobles y el
clero perdieron sus privilegios. El curso de los acontecimientos estaba ya marcado, si bien la
implantación del nuevo modelo no se hizo efectiva hasta 1793. El rey, junto con sus
seguidores militares, retrocedió al menos por el momento. Lafayette tomó el mando de
la Guardia Nacional de París y Jean-Sylvain Bailly, presidente de la Asamblea Nacional
Constituyente, fue nombrado nuevo alcalde de París. El rey visitó París el 27 de julio y aceptó
la escarapela tricolor.
Sin embargo, después de estos actos de violencia, los nobles, no muy seguros del rumbo que
tomaría la reconciliación temporal entre el rey y el pueblo, comenzaron a salir del país,
algunos con la intención de fomentar una guerra civil en Francia y de llevar a las naciones
europeas a respaldar al rey. Estos fueron conocidos como los émigrés (emigrados).

Pérdida de poder de la Iglesia


La revolución se enfrentó duramente con la Iglesia católica, que pasó a depender del Estado.
En 1790 se eliminó la autoridad de la Iglesia de imponer impuestos sobre las cosechas, se
eliminaron también los privilegios del clero y se confiscaron sus bienes. Bajo el Antiguo
Régimen la Iglesia era el mayor terrateniente del país. Más tarde se promulgó una legislación
que convirtió al clero en empleados del Estado. Estos fueron unos años de dura represión
para el clero, siendo comunes la prisión y masacre de sacerdotes en toda Francia.
El Concordato de 1801 entre la Asamblea y la Iglesia finalizó este proceso y establecieron
normas de convivencia que se mantuvieron vigentes hasta el 11 de diciembre de 1905,
cuando la Tercera República sentenció la separación definitiva entre la Iglesia y el Estado. El
viejo calendario gregoriano, propio de la religión católica, fue anulado por Billaud-Varenne, en
favor de un «calendario republicano» y una nueva era, que establecía como primer día el 22
de septiembre de 1792.

Composición de la Asamblea

Honore Gabriel Victor Riqueti, conde de Mirabeau (1749-1791).

Véanse también: Izquierda y Derecha.

Maximilien Robespierre (1758-1794), líder revolucionario francés.


En una Asamblea que se quería plural y cuyo propósito era la redacción de una constitución
democrática, los 1200 constituyentes representaban las diversas tendencias políticas del
momento.

 La derecha representaba a las antiguas clases privilegiadas. Sus oradores más brillantes
eran el aristócrata Cazalès, en representación de la nobleza, y el abad Jean-Sifrein Maury,
en representación del alto clero. Se oponían sistemáticamente a todo tipo de reformas y
buscaban más sembrar la discordia que proponer medidas. 5

 En torno al antiguo ministro Jacques Necker se constituyó un partido moderado, poco


numeroso, que abogaba por el establecimiento de un régimen parecido al británico: Jean-
Joseph Mounier, el conde de Lally-Tollendal, el conde de Clermont-Tonnerre y el conde de
Vyrieu, formaron un grupo denominado «demócratas realistas»[cita requerida]. Se les llamó
más tarde «partido monárquico».5

 El resto (y mayoría) de la Asamblea conformaba lo que se llamaba el «partido de la


nación». En él se dibujaban dos grandes tendencias, sin que ninguna tuviera
homogeneidad ideológica. Mirabeau, Lafayette y Bailly representaban la alta burguesía,
mientras que el triunvirato compuesto por Barnave, Duport y Lameth encabezaba los que
defendían las clases más populares; los tres procedían del Club Breton y eran portavoces
de las sociedades populares y de los clubes. Representaban la franja más izquierdista de
la Asamblea, dado que aún no se manifestaban los grupos radicales que iban a aparecer
más adelante.5
En ese primer periodo constituyente, los líderes indiscutibles de la Asamblea eran Mirabeau y
el abad Sieyès.5
El 27 de agosto de 1789 la Asamblea publicó la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano inspirándose en parte en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y
estableciendo el principio de libertad, igualdad y fraternidad. Dicha declaración establecía una
declaración de principios que serían la base ineludible de la futura Constitución.

Camino a la constitución
La Asamblea Nacional Constituyente no era solo un órgano legislativo, sino la encargada de
redactar una nueva constitución. Algunos, como Necker, favorecían la creación de una
asamblea bicameral en donde el Senado sería escogido por la Corona entre los miembros
propuestos por el pueblo. Los nobles, por su parte, favorecían un Senado compuesto por
miembros de la nobleza elegidos por los propios nobles. Prevaleció, sin embargo, la tesis
liberal de que la Asamblea tendría una sola cámara, quedando el rey solo con el poder de
veto, pudiendo posponer la ejecución de una ley, pero no su total eliminación.
El movimiento de los monárquicos para bloquear este sistema fue desmontado por el pueblo
de París, compuesto fundamentalmente por mujeres (llamadas despectivamente «las Furias»),
que marcharon el 5 de octubre de 1789 sobre Versalles. Tras varios incidentes, el rey y su
familia se vieron obligados a abandonar Versalles y se trasladaron al palacio de las
Tullerías en París.

Desde la Fiesta de la Federación hasta la Fuga de Varennes


Artículos principales: Fiesta de la Federación (Francia) y Fuga de Varennes.

Los electores habían escogido a los miembros de los Estados Generales por un periodo de un
año, pero de acuerdo al Juramento del Juego de Pelota, los miembros del Tercer Estado,
también llamados los «comunes», acordaron no abandonar la Asamblea en tanto no se
hubiera elaborado una constitución.
Durante 1790 se produjeron movimientos antirrevolucionarios, pero sin éxito. En este periodo
se intensificó la influencia de los «clubes» políticos, entre los que destacaban los jacobinos y
los cordeliers. En agosto de 1790 existían 152 clubes jacobinos.
A principios de 1791, la Asamblea consideró introducir una legislación contra los franceses
que emigraron durante la Revolución (émigrés). Se pretendía coartar la libertad de salir del
país para fomentar desde el extranjero la creación de ejércitos contrarrevolucionarios, y evitar
la fuga de capitales. Mirabeau se opuso rotundamente a esto. Sin embargo, el 2 de marzo de
1791 Mirabeau fallece, y la Asamblea adopta esta draconiana medida.
El 20 de junio de 1791, Luis XVI, opuesto al curso que iba tomando la Revolución, huyó junto
con su familia de las Tullerías. Sin embargo, al día siguiente cometió la imprudencia de
dejarse ver, fue arrestado en Varennes por un oficial del pueblo y devuelto a París escoltado
por la guardia. A su regreso a París el pueblo se mantuvo en silencio y, tanto él como su
esposa, María Antonieta, sus dos hijos (María Teresa y Luis-Carlos, futuro Luis XVII) y su
hermana (Madame Elizabeth) permanecieron bajo custodia.

Últimos días de la Asamblea Nacional Constituyente

Moneda francesa de 1791. En el anverso aparece el rey Luis XVI con el epígrafe: «Luis XVI rey de los
franceses». El reverso lleva un haz de lictor con un gorro frigio, símbolos de la Revolución, y la
inscripción «la nación, la ley, el rey».

El 3 de septiembre de 1791, fue aprobada la primera constitución de la historia de Francia.


Una nueva organización judicial dio características temporales a todos los magistrados y total
independencia de la Corona. Al rey solo le quedó el poder ejecutivo y el derecho de vetar las
leyes aprobadas por la Asamblea Legislativa. La Asamblea, por su parte, eliminó todas las
barreras comerciales y suprimió las antiguas corporaciones mercantiles y los gremios; en
adelante, los individuos que quisieran desarrollar prácticas comerciales necesitarían una
licencia, y se abolió[cita requerida] el derecho a la huelga.
Aun cuando existía una fuerte corriente política que favorecía la monarquía constitucional, al
final venció la tesis de mantener al rey como una figura decorativa. Jacques Pierre
Brissot introdujo una petición insistiendo en que, a los ojos del pueblo, Luis XVI había sido
depuesto por el hecho de su huida. Una inmensa multitud se congregó en el Campo de
Marte para firmar dicha petición. Georges-Jacques Danton y Camille Desmoulins pronunciaron
discursos exaltados. La Asamblea pidió a las autoridades municipales guardar el orden. Bajo
el mando de Lafayette, la Guardia Nacional se enfrentó a la multitud. Al principio, tras recibir
una oleada de piedras, los soldados respondieron disparando al aire; dado que la multitud no
cedía, Lafayette ordenó disparar a los manifestantes, ocasionando más de cincuenta muertos.
Tras esta masacre, las autoridades cerraron varios clubes políticos, así como varios periódicos
radicales, como el que editaba Jean-Paul Marat. Danton se fugó a Inglaterra y Desmoulins y
Marat permanecieron escondidos.
Mientras tanto, la Asamblea había redactado la Constitución y el rey había sido mantenido,
aceptándola. El rey pronunció un discurso ante la Asamblea, que fue acogido con un fuerte
aplauso. La Asamblea Nacional Constituyente cesó en sus funciones el 29 de septiembre de
1791.

La Asamblea Legislativa y la caída de la monarquía


(1791-1792)

Georges-Jacques Danton.

El calendario republicano.
Toma del palacio de las Tullerías en 1793.

Bajo la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía constitucional. El rey
tenía que compartir su poder con la Asamblea, pero todavía mantenía el poder de veto y la
potestad de elegir a sus ministros.
La Asamblea Legislativa se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791. La componían 264
diputados situados a la derecha: feuillants (dirigidos por Barnave, Duport y Lameth),
y girondinos, portavoces republicanos de la gran burguesía. En el centro figuraban 345
diputados independientes, carentes de programa político definido. A la izquierda 136
diputados inscritos en el club de los jacobinos o en el de los cordeliers, que representaban al
pueblo llano parisino a través de sus periódicos L´Ami du Peuple y Le Père Duchesne, y con
Marat y Hebert como portavoces. Pese a su importancia social y el apoyo popular y de la
pequeña burguesía, en la Asamblea era escasa la influencia de la izquierda, pues la Asamblea
estaba dominada por las ideas políticas que representaban los girondinos. Mientras los
jacobinos tenían detrás a la gran masa de la pequeña burguesía, los cordeliers contaban con
el apoyo del pueblo llano, a través de las secciones parisienses.
Este gran número de diputados se reunían en los clubes, germen de los partidos políticos. El
más célebre de entre estos fue el partido de los jacobinos, dominado por Robespierre. A la
izquierda de este partido se encontraban los cordeliers, quienes defendían el sufragio
universal masculino (derecho de todos los hombres al voto a partir de una determinada edad).
Los cordeliers querían la eliminación de la monarquía e instauración de la república. Estaban
dirigidos por Jean-Paul Marat y Georges-Jacques Danton, representando siempre al pueblo
más humilde. El grupo de ideas más moderadas era el de los girondinos, que defendían
el sufragio censitario y propugnaban una monarquía constitucional descentralizada. También
se encontraban aquellos que formaban parte de «el Pantano», o «el Llano», como eran
llamados aquellos que no tenían un voto propio, y que se iban por las proposiciones que más
les convenían, ya vinieran de los jacobinos o de los girondinos.
En los primeros meses de funcionamiento de la Asamblea, el rey había vetado una ley que
amenazaba con la condena a muerte a los émigrés, y otra que exigía al clero prestar
juramento de lealtad al Estado. Desacuerdos de este tipo fueron los que llevaron más adelante
a la crisis constitucional.

Guerra de Austria y Prusia contra Francia


Artículo principal: Primera Coalición

Mientras tanto, dos potencias absolutistas europeas, Austria y Prusia, se dispusieron a invadir
la Francia revolucionaria, lo que hizo que el pueblo francés se convirtiera en un ejército
nacional, dispuesto a defender y a difundir el nuevo orden revolucionario por toda Europa.
Durante la guerra, la libertad de expresión permitió que el pueblo manifestase su hostilidad
hacia la reina María Antonieta (llamada la Austriaca por ser hija de un emperador de aquel
país y Madame Déficit por el gasto que había representado al Estado, que no era mayor que
la mayoría de los cortesanos) y contra Luis XVI, que casi siempre se negaba a firmar leyes
propuestas por la Asamblea Legislativa.
La «segunda Revolución»: Primera República francesa
El 10 de agosto de 1792, las masas asaltaron el palacio de las Tullerías, y la Asamblea
Legislativa suspendió las funciones constitucionales del rey. La Asamblea acabó convocando
elecciones con el objetivo de configurar (por sufragio universal) un nuevo parlamento que
recibiría el nombre de Convención. Aumentaba la tensión política y social en Francia, así
como la amenaza militar de las potencias europeas. El conflicto se planteaba así entre una
monarquía constitucional francesa en camino de convertirse en una democracia republicana, y
las monarquías europeas absolutas. El nuevo parlamento elegido ese año abolió
la monarquía y proclamó la república. Creó también un nuevo calendario, según el cual el
año 1792 se convertiría en el año 1 de su nueva era.
El gobierno pasó a depender de la Comuna Insurreccional. Cuando la Comuna envió grupos
de sicarios a las prisiones, asesinaron a 1400 víctimas, y pidió a otras ciudades de Francia
que hicieran lo mismo, la Asamblea no opuso resistencia. Esta situación persistió hasta el 20
de septiembre de 1792, en que se creó un nuevo cuerpo legislativo denominado Convención,
que de hecho se convirtió en el nuevo gobierno de Francia.

La Convención (1792-1795)
Artículo principal: Convención Nacional

Ejecución del rey Luis XVI.

El poder legislativo de la nueva República estuvo a cargo de la Convención Nacional, mientras


que el poder ejecutivo recayó sobre el Comité de Salvación Pública.

Ejecución del rey y Primera Coalición contra Francia


Véase también: Primera Coalición

En el manifiesto de Brunswick, los Ejércitos Imperiales y de Prusia amenazaron con invadir


Francia si la población se resistía al restablecimiento de la monarquía. Esto ocasionó que Luis
XVI fuera visto como conspirador con los enemigos de Francia. El 17 de enero de 1793, la
Convención condenó al rey a muerte por una pequeña mayoría, acusándolo de «conspiración
contra la libertad pública y la seguridad general del Estado». El 21 de enero el rey fue
ejecutado, lo cual encendió nuevamente la mecha de la guerra con otros países europeos. La
reina María Antonieta, nacida en Austria y hermana del emperador, fue ejecutada el 16 de
octubre del mismo año, iniciándose así una revolución en Austria para sustituir a la reina. Esto
provocó la ruptura de toda relación entre ambos países.

El reinado del Terror


Artículo principal: El Terror
La guillotina, que fue el instrumento de ejecución de entre 35 000 a 40 000 personas durante la época
del terror.

9 de Thermidor, la caída de Robespierre.

Masacres de septiembre.

Guerra de la Vendée.

El mismo día en el que se reunía la Convención (20 de septiembre de 1792), todas las tropas
francesas (formadas por tenderos, artesanos y campesinos de toda Francia) derrotaron por
primera vez a un ejército prusiano en Valmy, lo cual señalaba el inicio de las llamadas guerras
revolucionarias francesas.
Sin embargo, la situación económica seguía empeorando, lo cual dio origen a revueltas de las
clases más pobres. Los llamados sans-culottes expresaban su descontento por el hecho de
que la Revolución francesa no solo no estaba satisfaciendo los intereses de las clases bajas,
sino que incluso algunas medidas liberales causaban un enorme perjuicio a estas (libertad de
precios, libertad de contratación, Ley Le Chapelier, etc.). Al mismo tiempo se comenzaron a
gestar luchas antirrevolucionarias en diversas regiones de Francia. En la Vandea, un
levantamiento popular fue especialmente significativo: campesinos y aldeanos se alzaron por
el rey y las tradiciones católicas, provocando la llamada guerra de Vandea, reprimida tan
cruentamente por las autoridades revolucionarias parisinas que se ha llegado a calificar
de genocidio. Por otra parte, la guerra exterior amenazaba con destruir la Revolución y la
república. Todo ello motivó la trama de un golpe de Estado por parte de los jacobinos, quienes
buscaron el favor popular en contra de los girondinos. La alianza de los jacobinos con
los sans-culottes se convirtió de hecho en el centro del gobierno.
Los jacobinos llevarían en su política algunas de las reivindicaciones de los sans-culottes y las
clases bajas, pero no todas sus reivindicaciones serían aceptadas, y jamás se cuestionó
la propiedad privada. Los jacobinos no pusieron nunca en duda el orden liberal, pero sí
llevaron a cabo una democratización del mismo, pese a la represión que desataron contra los
opositores políticos (tanto conservadores como radicales).

Charlotte Corday tras asesinar a Marat, obra de Paul Baudry.

Se redactó en 1793 una nueva Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y
una nueva constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio universal. El Comité de
Salvación Pública cayó bajo el mando de Maximilien Robespierre y los jacobinos desataron lo
que se denominó el Reinado del Terror (1793-1794). No menos de 10 000 personas
fueron guillotinadas ante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. La menor
sospecha de dichas actividades podía hacer recaer sobre una persona acusaciones que
eventualmente la llevarían a la guillotina. El cálculo total de víctimas varía, pero se cree que
pudieron ser hasta 40 000 los que fueron víctimas del Terror.
En 1794, Robespierre[cita requerida] procedió a ejecutar a ultrarradicales y a jacobinos
moderados.678 Su popularidad, sin embargo, comenzó a erosionarse. El 27 de julio de 1794,
ocurrió otra revuelta popular[cita requerida] contra Robespierre, apoyada por los moderados que
veían peligroso el trayecto de la Revolución, cada vez más exaltada. El pueblo, por otro lado,
se rebela contra la condición burguesa de Robespierre que, revolucionario antes, ahora
persigue a Verlet, Leclerc y Roux[cita requerida]. Los miembros de la Convención lograron
convencer al Pantano, y derrocar y ejecutar a Robespierre junto con otros líderes del Comité
de Salvación Pública.

El Directorio (1795-1799)
Artículo principal: Directorio (Francia)

Napoleón liderando a sus tropas en la batalla del puente de Arcole.

La Convención aprobó una nueva constitución el 17 de agosto de 1795, ratificada el 26 de


septiembre en un plebiscito. La nueva Constitución, llamada Constitución del Año III, confería
el poder ejecutivo a un Directorio, formado por cinco miembros llamados directores. El poder
legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos
(250 miembros) y el Consejo de los Quinientos. Esta Constitución suprimió el sufragio
universal masculino y restableció el sufragio censitario.

Napoleón y la toma del poder

Napoleón Bonaparte, primer cónsul.

La nueva Constitución encontró la oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo


diferentes revueltas que fueron reprimidas por el ejército, todo lo cual motivó que el
general Napoleón Bonaparte, retornado de su campaña en Egipto, diera el 9 de
noviembre de 1799 un golpe de Estado (18 de Brumario), instalando el Consulado.

El Consulado (1799-1804)
Artículo principal: Consulado (Francia)

La Constitución del Año VIII, redactada por Pierre Daunou y promulgada el 25 de


diciembre de 1799, estableció un régimen autoritario que concentraba el poder en manos de
Napoleón Bonaparte, para supuestamente salvar la república de una posible restauración
monárquica. Contrariamente a las constituciones anteriores, no incluía ninguna declaración
sobre los derechos fundamentales de los ciudadanos. El poder ejecutivo recaía en tres
cónsules: el primer cónsul, designado por la misma Constitución, era Napoleón Bonaparte, y
los otros dos solo tenían un poder consultivo. En 1802, Napoleón impuso la aprobación de
un senadoconsulto, que lo convirtió en cónsul vitalicio, con derecho a designar su sucesor.
El cargo de cónsules lo ostentaron Napoleón Bonaparte, Sieyès y Ducos temporalmente hasta
el 12 de diciembre de 1799. Posteriormente, Sieyés y Ducos fueron reemplazados por Jean
Jacques Régis de Cambacérès y Charles-François Lebrun, quienes siguieron en el cargo
hasta el 18 de mayo de 1804 (28 de floreal del año XII), cuando un
nuevo senadoconsulto proclamó el Primer Imperio y la extinción de la Primera República,
cerrando con esto el capítulo histórico de la Revolución francesa.

La bandera francesa y los símbolos de la Revolución

Escarapela tricolor.

Los tres colores azul, blanco y rojo eran ya frecuentes en diversos pabellones, uniformes y
banderas de Francia antes del siglo XVIII. El azul y el rojo eran los colores de la villa de París
desde el siglo XIV,9 y el blanco era en aquella época el color del reino de Francia, y por
extensión de la monarquía borbónica.
Cuando Luis XVI visitó a la recién creada Guardia Nacional en el Ayuntamiento de París el 17
de julio de 1790, aparece por primera vez la escarapela tricolor, ofrecida al Rey por el
comandante de la Guardia, el marqués de La Fayette. Unía la escarapela de la Guardia
Nacional que llevaba los colores de la capital, con el color blanco del reino. No fue sin
embargo hasta el 20 de marzo de 1790 que la Asamblea Nacional mencionó en un decreto los
tres colores como "colores de la nación: azul, rojo y blanco". 10 Pero la escarapela no era aún
un símbolo nacional, y el primer emblema nacional como tal fue la bandera diseñada para la
popa de los buques de guerra, adoptada por decreto de la Asamblea Nacional el 24 de
octubre de 1790. Constaba de una pequeña bandera roja, blanca y azul en la esquina superior
izquierda de una bandera blanca. Esta bandera fue modificada posteriormente por
la Convención republicana el 15 de febrero de 1794, a petición de los marineros de la marina
nacional que exigieron que se redujera la predominancia del blanco que simbolizaba todavía la
monarquía.11 La bandera adoptó entonces su diseño definitivo, y se cambió el orden de los
colores para colocar el azul cerca del mástil y el rojo al viento por motivos cromáticos, según
los consejos del pintor Louis David.
Otro símbolo de la Revolución francesa es el gorro frigio (también llamado gorro de la
libertad), llevado en particular por los Sans-culottes. Aparece también en los Escudos
Nacionales de Francia, Haití, Cuba, El
Salvador, Nicaragua, Colombia, Bolivia, Paraguay y Argentina.
El himno «La Marsellesa», letra y música de Claude-Joseph Rouget de Lisle, capitán de
ingenieros de la guarnición de Estrasburgo, se popularizó a tal punto que el 14 de
julio de 1795 fue declarado himno nacional de Francia; originalmente se llamaba «Chant de
guerre pour l'armée du Rhin» («Canto de guerra para el ejército del Rin»), pero los voluntarios
del general François Mireur que salieron de Marsella entraron a París el 30 de
julio de 1792 cantando dicho himno como canción de marcha. Los parisinos los acogieron con
gran entusiasmo y bautizaron el cántico como «La Marsellesa».
El lema Liberté, égalité, fraternité («Libertad, igualdad, fraternidad»), que procede del lema no
oficial de la Revolución de 1789 Liberté, égalité ou la mort («Libertad, igualdad o la muerte»),
fue adoptado oficialmente después de la Revolución de 1848 por la Segunda República
Francesa.

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La Marsellesa, himno nacional de Francia desde 1795.

Bandera de Francia.

La Declaración de los Derechos del Hombre y del


Ciudadano
Artículo principal: Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

Véase también: Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana


Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Uno de los acontecimientos con mayor alcance histórico de la revolución fue la declaración de
los derechos del hombre y del ciudadano. En su doble vertiente, moral (derechos naturales
inalienables) y política (condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos naturales e
individuales), condiciona la aparición de un nuevo modelo de Estado, el de los ciudadanos,
el Estado de Derecho, democrático y nacional. Aunque la primera vez que se proclamaron
solemnemente los derechos del hombre fue en los Estados Unidos (Declaración de Derechos
de Virginia en 1776 y Constitución de los Estados Unidos en 1787), la revolución de los
derechos humanos es un fenómeno puramente europeo. Será la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano francesa de 1789 la que sirva de base e inspiración a todas las
declaraciones tanto del siglo XIX como del siglo XX.
El distinto alcance de ambas declaraciones es debido tanto a cuestiones de forma como de
fondo. La declaración francesa es indiferente a las circunstancias en que nace y añade a los
derechos naturales, los derechos del ciudadano. Pero sobre todo, es un texto atemporal,
único, separado del texto constitucional y, por tanto, con un carácter universal, a lo que hay
que añadir la brevedad, claridad y sencillez del lenguaje. De ahí su trascendencia y éxito tanto
en Francia como en Europa y el mundo occidental en su conjunto.
La declaración sin embargo excluyó a las mujeres en su consideración de ciudadanas y se
olvidó de las mujeres en su proyecto igualitario. Dos años más tarde de la redacción de
la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano la activista política Olympe de
Gouges escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1793) que se
convierte en uno de los primeros documentos históricos que plantea la equiparación jurídica y
legal de las mujeres en relación a los varones.12

Las mujeres y la Revolución francesa


Artículo principal: Las mujeres en la Revolución francesa
Olympe de Gouges autora de la Declaración de los derechos de la Mujer y de la Ciudadana y precursora
del feminismo

Las mujeres ocupan la calle durante las semanas precedentes a la insurrección y tuvieron un
papel protagonista en el inicio de la Revolución. El 5 de octubre de 1789 fueron ellas quienes
iniciaron la marcha hacia Versalles a buscar al rey. Sin embargo cuando las asociaciones
revolucionarias dirigen el alzamiento las mujeres quedan excluidas del pueblo deliberante, del
pueblo armado -la guardia nacional- de los comités locales y de las asociaciones políticas.
Al no poder participar en las asambleas políticas toman la palabra en las tribunas abiertas al
público y crean los clubes femeninos en los que leen y debaten las leyes y los periódicos.
Entre los más reconocidos estaba la Sociedad Patriótica y de Beneficencia de las Amigas de
la Verdad (1791-1792) fundada por Etta Palm en el que se reclamaba educación para las
niñas pobres, divorcio y derechos políticos.
Entre las revolucionarias más destacadas esta la dramaturga y activista política considerada
precursora del feminismo, Olympe de Gouges que escribió la Declaración de los Derechos de
la Mujer y la Ciudadana (1793) reivindicando la equiparación de derechos entre hombres y
mujeres. Olympe se enfrentó a Robespierre y publicó la carta Pronostic de Monsieur
Robespierre pour un animale amphibie13 que la llevó a ser acusada de intrigas sediciosas. Fue
juzgada, condenada a muerte y guillotinada. 14
El 30 de septiembre de 1793 se prohibieron los clubes femeninos. En 1794 se insistió en la
prohibición de la presencia femenina en cualquier actividad política y en mayo de 1795, la
Convención prohibió a las mujeres asistir a las asambleas política ordenando que se retiraran
a sus domicilios bajo orden de arresto si no cumplían lo prescrito. 15 Finalmente el Código
Napoleónico aprobado en 1804 consagró la derrota femenina en la lucha por
la igualdad, libertad y fraternidad que la revolución significó para los varones. 16

Véase también
 Cronología de la Revolución francesa
 Debate historiográfico sobre la Revolución francesa
 Descristianización de Francia durante la Revolución
 Estados Generales
 Guerras Napoleónicas
 Historia de Francia
 Ideologías de la Revolución francesa
 Irreligión en Francia
 Napoleón Bonaparte
 Revoluciones burguesas
 Anexo:Cronología de Francia

Notas y referencias
1. ↑ «Notice bibliographique. [Prise de la Bastille] : [dessin] / Hoüel pinxit». Catalogue général (en
francés). Biblioteca Nacional de Francia. Consultado el 28 de septiembre de 2019.
2. ↑ Michel Vovelle. Introducción a la historia de la Revolución francesa, Cap. I Nacimiento de la
Revolución, 1. La crisis del Antiguo Régimen, pág. 11-23. Editorial Crítica, Barcelona, 2000,
224 págs, ISBN 84-8432-086-3
3. ↑ 100 fiches d'histoire du XIXe siècle, Sophie Kerignard. Editions Bréal, 2004, 334 págs. ISBN
9782749503400. Introducción pág. 9. Consultado el 12 de noviembre de 2014. (en francés)
4. ↑ Albert Soboul. Compendio de la historia de la Revolución Francesa, Cap. I La crisis de la
sociedad y Cap. II Prólogo de la Revolución burguesa: la rebelión de la aristocracia (1787-
1788). Tecnos, 1994, 464 págs. ISBN 9788430905522.
5. ↑ Saltar a:a b c d François Mignet, History of the French Revolution from 1789 to 1814, capítulo
II, From the Night of the 4th of August to the 5th and 6th of Octobre, 1789 (De la noche del 4 de
agosto a los 5 y 6 de octubre 1789), en línea en historion.net [1], consultado el 11/10/2010.
6. ↑ Georges-Jacques Danton#La revolución
7. ↑ Hebertistas#Los hebertistas después del juicio de 1794
8. ↑ Enragés#Historia
9. ↑ Historia del escudo de París (Histoire du blason de París), artículo de Robert Louis, consejero
técnico de la Sociedad francesa de heráldica y sigilografía. En jacques.cuny.pagesperso-
orange.fr, consultado el 6/10/2010 (en francés)
10. ↑ En la página oficial del Senado francés, senat.fr, consultado el 7/10/2010 [2] (en francés)
11. ↑ La France maritime por Amédée Gréhan, ediciones Postel, 1837, páginas 116-120,
consultado el 7/10/2010 (en francés)
12. ↑ «Histoire des femmes. Les femmes et la Révolution de 1789 : un espoir pour les femmes.
Luttes et revendications, Militantes et revendications des femmes en 1789. Histoire des femmes
et République, Florence Brissieux, Aurore Rubio». www.thucydide.com. Consultado el 9 de
noviembre de 2016.
13. ↑ Olympe de Gouges. «Pronostic sur Maximilien Robespierre par un animal
Amphibie». www.olympedegouges.eu. Consultado el 9 de noviembre de 2016.
14. ↑ Valadés, Patricia Galeana de (1 de enero de 2004). Los derechos humanos de las mujeres en
México. UNAM. ISBN 9789703212378. Consultado el 9 de noviembre de 2016.
15. ↑ Eduardo Montagut. «El papel de la mujer en la Revolución Francesa». Nuevatribuna.
Consultado el 9 de noviembre de 2016.
16. ↑ Caine, Barbara; Sluga, Glenda (24 de junio de 2000). Género e historia: mujeres en el cambio
sociocultural europeo, de 1780 a 1920. Narcea Ediciones. ISBN 9788427713215. Consultado el 9
de noviembre de 2016.

Fuentes
Este artículo incorpora material de las siguientes fuentes bajo dominio público:

 XI edición de la Encyclopedia Britannica, de 1911;


 History of the French Revolution from 1789 to 1814, de François Mignet (1824), tal como
es provista por el Proyecto Gutenberg.
Bibliografía complementaria
 Calatrava Escobar, Juan: Estudios sobre la Revolución Francesa y el final del Antiguo
Régimen. Tres Cantos: Akal, 1980. ISBN 978-84-7339-504-5
 Chartier, Roger: Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII. Los orígenes
culturales de la Revolución Francesa. Barcelona: Editorial Gedisa, 1995. ISBN 978-84-
7432-509-6
 Cobban, Alfred: La interpretación social de la revolución francesa. Madrid: Narcea de
Ediciones, 1971. ISBN 978-84-277-0003-1
 Furet, François: La revolución a debate. Madrid: Encuentro, 2000. ISBN 978-84-7490-558-
8
 Kropotkin, Piotr: Historia de la Revolución Francesa
 Reichardt, Rolf E.: La Revolución Francesa y la cultura democrática: la sangre de la
libertad. Madrid: Siglo XXI, 2002. ISBN 978-84-323-1081-2
 Soboul, Albert: La Francia de Napoleón. Barcelona. Crítica. 1993. ISBN 978-84-7423-564-
7
 Soboul, Albert: La revolución francesa. Vilassar de Mar: Oikos-Tau, 1981. ISBN 978-84-
281-0485-2
 Souchal, François (1993). Le vandalisme de la Révolution. Nouvelles Editions
Latines. ISBN 9782723304764.
 Vovelle, Michel: Introducción a la historia de la Revolución Francesa. Barcelona: Editorial
Crítica, 2000. ISBN 84-8432-086-3

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