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Martínez, Amira Karim

Lenguas Clásicas II
Prof: Emilio Pieri

Fragmento: “Encuentro de Odiseo con Aquiles en el


Hades”
Homero, “La Odisea”, Canto XI (465-497)

Sinopsis Canto X y XI

Después de haber transcurrido un largo y tortuoso viaje a causa de la


maldición que Poseidón había depositado en él, Odiseo llega a la isla
de Eolia junto a sus compañeros. Al explorar, los hombres se topan
con quien moraba el lugar, la diosa Circe, la cual los convierte en
animales y los encierra en repulsivos chiqueros. Al correr en busca de
sus acompañantes, Odiseo se encuentra con la hechicera y esta al
verlo manifiesta una fuerte atracción por él proponiéndole salvar a sus
hombres a cambio de caer en sus acogedores brazos; Odiseo acepta
y frecuenta de ahí en más un enamoramiento carnal con la bella y
exótica bruja. Tras un año de estadía en la isla, Odiseo decide
reanudar la marcha hacia su tierra y, a pesar de que Circe no quiera
que él se vaya, lo ayuda brindándole instrucciones para que pueda
llegar a su patria y reencontrarse con su amada Penélope y su hijo
Telémaco.
Por indicación de la hechicera, Odiseo y sus hombres deben dirigirse
al Hades donde se halla la entrada del mundo infernal y pedirle
consejos al principio vital de Tiresias. Allí el héroe de esta historia
debe realizar una serie de libaciones y sacrificios que atraerán a los
muertos sedientos de aquella sangre derramada.
Los griegos vuelven a iniciar este viaje esperanzados por obtener
respuestas y una guía que los lleve a su anhelada Ítaca. Recién
llegados a su destino mencionado por la hechicera, Odiseo realiza los
ritos derramando la sangre caliente que debe atraer a aquellas ánimas
que osen olerla. Y en efecto, reaccionando al dulzor del fluido vital, las
almas comienzan a emerger y a pesar del miedo que lo envuelve,
espera hasta que distingue de todas a la silueta de el adivino.
Tiresias, luego de beber la sangre, le informa que en muy poco tiempo
se encontrará en su pueblo con su mujer y su hijo. También le narra
como se desencadenó el destino de muchos guerreros de Troya,
como el mismísimo Agamenón. Odiseo observa el sitio y ve a su
alrededor a cada uno de los hombres que han compartido con él la
extensa guerra, incluyendo a aquellos que él admiraba por su
presencia y su heroico protagonismo, como lo fue Aquiles.
El regreso de Odiseo ya podía ser emprendido finalmente, pues el
vidente Tiresias le había revelado que pronto se encontraría con su
familia. Sin embargo, sintió necesario demorarse y para darle de beber
la sangre al gran Aquiles.

El héroe de la Ilíada frente al héroe de la Odisea

En este fragmento de la narración de Homero se conectan ambas


obras dando un giro transversal en la concepción del héroe. De un
lado el de la Ilíada, el héroe clásico (sus grandes virtudes la fuerza, el
coraje y el valor) enfrentándose al héroe de la Odisea, el cual impacta
de manera muy atípica (sus virtudes son la astucia y principalmente la
inteligencia).
Este enfrentamiento replantea también otra idea diferente a la
concepción que los griegos tenían sobre la vida después de la muerte
(un limbo) frente a la posibilidad de que la nada sea igual a un infierno.
Odiseo imaginaba que iba a ser recompensado con una vida después
de la muerte serena y colmada de significado por todo su heroísmo a
lo largo de tantos años sacrificados, pero Aquiles, orgulloso, le hizo
saber lo contrario: “ –No le des tu consuelo a mi muerte, Odiseo
magnánimo. Más quisiera ser un labrador en la tierra de otro, de quien
bienes no tiene y apenas procura a su vida, que ser el rey y mandar
sobre todos los que fenecieron.”
Aquiles representa toda la celebridad de un guerrero de la antigua
Grecia y lo que le plantea a Odiseo en esencia es que toda gloria de
nada vale, como no lo fue haber muerto con nobleza en la batalla
porque había perdido todo lo que realmente importaba en la vida: estar
con los suyos, compartir, disfrutar de la diversión, de la comida, de la
vida social y sexual, de más historias. Todo lo que realmente
engrandecía su corazón quedó lejos aquel día que decidió ir a buscar
la gloria a la guerra de Troya.
La tensión que desata este fragmento resuelve el gran conflicto que de
manera implícita atraviesa la Ilíada: Desde joven, Aquiles sabe que
puede elegir entre una vida breve y de gran gloria (recordada por el
resto de los siglos y admirada por todos los hombres) o una vida
prolongada pero sin gozo de grandeza, fama y gloria.

Mientras Aquiles estuvo vivo no dudó de qué manera quería morir,


eligiendo el deceso que lo llevara a impresionar a las generaciones
futuras. En tanto, la conversación con Odiseo lo anima a confesarse
brutalmente y a lamentarse por no haber podido vivir más, sin
riquezas, sin fama, pero con lo esencial para sentir gratitud.
El espacio donde se produce esta conversación es lúgubre, frío y
aterrador. La oscuridad de los muertos son las sombras de lo que
vivos fueron, por eso el ambiente refuerza la desdicha de ambos
Héroes los cuales aceptan que en el mundo de los muertos solo hay
penumbras pero los vivos, como Odiseo, tienen que continuar con la
vida.
En cuanto a los caracteres que tiene este fragmento, son muy pocos,
lo suficiente para destruir una concepción absoluta sobre el héroe
griego tradicional. Según el breve discurso, por más triste y pobre que
sea cualquier vida es mejor que una muerte joven.

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