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“…la escuela es una tecnología de época.

Aunque hoy parezca tan “natural” y obvio algo cuya


inexistencia seria inimaginable, lo cierto es que esa institución no siempre existió en el orden
de una eternidad improbable, como el agua y el aire, ni siquiera como las nociones del niño,
infancia, hijo o alumno, igualmente naturalizadas pero también pasibles de historización. Muy
por el contrario, entonces: el régimen escolar fue inventado algún tiempo atrás y en el seno de
la cultura bien definida; es decir, en una confluencia espacio-temporal bastante concreta e
identificable, hasta se diría que demasiado reciente para verse arraigado al punto de volverse
incuestionable. De hecho, esa institución fue ideada con el fin de responder a un conjunto de
demandas específicas del proyecto histórico que la diseño y se ocupó de ponerla en práctica:
La modernidad. “

(Sibila, Paula (2012). ¿Redes o paredes? La escuela en tiempos de dispersión. Capítulo


1.pp.14.)

Pineau sostiene que, la escuela es una conquista social pero también un aparato disciplinador,
en donde las clases hegemónicas inculcan su ideología. Pero cabe aclarar que el triunfo de la
escuela está en la socialización de los conocimientos, la alfabetización y la institucionalización
educativa.

(… la escuela es una tecnología de época)

En su hipótesis sostiene además que “la constitución de la escuela no es un fenómeno que


resulta de la evolución lógica y natural de la educación, sino de una serie de rupturas y
acomodaciones en su devenir. Pero, a su vez, la escuela puede considerarse el punto culminé
de la educación entendida como empresa moderna, en tanto proceso sobre el que se apoya su
naturalización

Pineau también cuestiona los análisis explicativos del fenómeno “escuela”, desde aquellos que
la consideran la escuela como un resultado lógico del desarrollo educativo evolutivo y lineal de
la humanidad, hasta los que han buscado problematizarla. Los cuestionamientos son los
siguientes:

• Muchas de las interpretaciones sobre el proceso de escolarización lo funden con otros


procesos sociales y culturales como la socialización, la educación en sentido amplio, la
alfabetización y la institucionalización educativa. Para Pineau, están en sintonía pero no en
homología con la historia de la escolarización. Si bien todos están muy imbricados, cada uno
de ellos goza de sus especificidades.

• La mayoría de estas lecturas ubican el sentido escolar fuera de la escolarización, en una


aplicación de la lógica esencia/apariencia o texto/contexto. Así, la significación del texto
escolar está dada por el contexto en que se inscribe. Son los fenómenos extraescolares los que
explican la escuela, que se vuelve “producto” de estas causas externas. Para Pineau,
históricamente es demostrable que si bien estos contextos cambiaron, el texto escolar resistió.
La eficacia escolar parece residir entonces en su interior y no en su exterior, ya que este último
se modificó fuertemente durante su reinado educativo sin lograr destronar a la escuela

(Aunque hoy parezca tan “natural” y obvio algo cuya inexistencia seria inimaginable, lo cierto
es que esa institución no siempre existió en el orden de una eternidad improbable)
El pensamiento educativo moderno, se construyó en base a tres discursos del siglo XIX:

El liberalismo: Plantea la constitución de sujetos libres por medio de la educación como


condición para existir en el mercado, y también para la ciudadanía (y en ejercicio de sus
derechos). De este modo se configura la formación del ciudadano como portador de derechos
y obligaciones, en donde la educación pasa a ser un problema del Estado.

También aporta la comprensión de que la educación permitiría el ascenso social, generando


una tensión constante entre la desigualdad de oportunidades y el mérito para poder ascender
socialmente.

El positivismo: Aportó a la comprensión de la escuela como una institución superior de


difusión de la “cultura válida”, como instancia de disciplinamiento social que permitiera el
desarrollo y el progreso ordenado de la humanidad. El positivismo estableció la cientificidad
como el único criterio de la validación pedagógica. Y, consecuentemente, la pedagogía fue
reducida a la psicología, y esta a su vez a la biología, lo cual conlleva a que desde el comienzo
se podía saber quiénes triunfarían o no desde el terreno educativo, y los menos afortunados
serían organismos enfermos.

Esta corriente dio a la didáctica el llamado “detallismo metodológico”, un método que lograría
alcanzar los resultados pedagógicos esperados (la receta). Pero este currículum científico fue
un fracaso, y paradójicamente dio lugar a la repetición y no a la investigación de la ciencia.

El aula tradicional: Esta ordenó las prácticas cotidianas. Otorgándosele al docente un lugar
privilegiado en el proceso de aprendizaje, dejando a los alumnos inmovilizados para lograr la
máxima expansión de sus mentes.

(Muy por el contrario, entonces: el régimen escolar fue inventado algún tiempo atrás y en el
seno de la cultura bien definida; es decir, en una confluencia espacio-temporal bastante
concreta e identificable, hasta se diría que demasiado reciente para verse arraigado al punto
de volverse incuestionable)

El problema es que a los educadores modernos, les resulta difícil ver a la escuela como un ente
no fundido en el pasaje educativo, lo que demuestra que su construcción social es producto de
la modernidad.

El plus de significación tiene que ver con la consolidación de la escuela como forma educativa
hegemónica que fue capaz de hacerse cargo de la definición moderna de la educación.

A modo de breve cierre, digamos que Pineau aporta el pensar la escuela no como un
fenómeno natural y evolutivo, sino histórico y contradictorio, como una de las tantas, y no la
única opción posible. De tal modo, el autor deconstruye el concepto “escuela” desde lo
histórico-social, invitándonos a tratar de separar la escuela del paisaje exterior que la rodea, la
modernidad, poniendo a rodar lo natural de la escuela, que no es algo dado, sino una
construcción a desarmar. Y luego de esta deconstrucción, nos invita a confiar en la escuela
como una alternativa posible.

(Todos los hechos sociales fueron explicados como sus triunfos o fracasos esa institución
fue ideada con el fin de responder a un conjunto de demandas específicas del proyecto
histórico que la diseño y se ocupó de ponerla en práctica: La modernidad)

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