Sei sulla pagina 1di 3

Texto N° 15- La profesionalización del gobierno de guerra- Fernandez Conti

■Aborda la tradición militarde la monarquía hispánica, la mas poderosa de la cristiandad durante el siglo XVI.

■Si bien hubo epopeyas bélicas durante las reformas de los Tercios cuyo origen se encuentra en el reinado de los reyes católicos y se
consolida con Carlos V.

■El autor marca un cambio en la segunda mitad del reinado de Felipe II, el cual tuvo que afrontar levantamientos de ejércitos y armadas.
Entre el campo de honor y las batallas cortesanas se encontraba don Alonso de Vargas, capitán legendario que paso a la historia.

Caballero extremeño, originario de una comunidad autónoma situada en la zona suroeste de la península ibérica llamada Extremadura.
Compuesta por las dos provincias más extensas de España: Cáceres y Badajoz.

Se inició en el arte de la guerra desde los puestos más humildes hasta convertirse en uno de los soldados más reputados del ejército de
Flandes.

Su carrera militar fue meteórica. Su comienzo en el oficio de las armas es la típica de un personaje de la baja nobleza en el siglo XVI:
como “particular” en los Ejércitos reales.

Fue apadrinado por el III duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, con quien mantendrá ya para siempre una relación de lealtad,
reconociéndose asimismo como su deudo.

Vargas ambicionaba un cargo de prestigio

Experiencia y Reputación

Su vida era servir al rey, asistiendo como particular en los ejércitos reales, ocupado como soldado raso sin sueldo, la situación le permitía
adquirir practicas y hacerse un nombre, con la esperanza de ir subiendo puestos.

Su nombre aparece en las listas de mando intermedios, disponibles en la corte hacia 1565, comenzando una vida de riesgos, aventuras
y peregrinaje típicas de un soldado español del siglo XVI.

Al servicio del Duque de Alba en Flandes

Durante este periodo la preocupación central de los ministros del rey a mediados de la década de los 60 era la situación en Flandes, que
se estaba degradando progresivamente, se decidido una intervención militar para reestablecer el orden.

Don Alonso de Vargas, que fue el primero que quemándose las barbas y vestidos cruzo el puente en persecución del enemigo.

Luego de la Batalla de Jemmingen y del ultimo intento de invasión por parte del duque de orange. Alba, se dispuso a encarar cuatro
años de gobierno, que le costaron su reputación y el favor del rey.

En 1569, el duque de Alba le ofreció a don Alonso el cargo de Veedor General del ejército, este no acepto ya que no estaba dispuesto a
ejercerlo sin la aprobación del rey, y además conocía las dificultades, que terminarían por convertirle en un personaje impopular.

Optó por volver a su casa a finales de 1569.

Interludio Cortesano

El nombre de Alonso de Vargas volvió a sonar en relación con Flandes, a finales de 1571 cuando Felipe II decidió la destitución de
Alba como Capitán General, nombrando al duque de Medinaceli.

Alonso de Vargas, a finales de marzo de 1573 comparecía en Madrid, contentanto el Rey al Duque de Alba. Se le ofreció el puesto de
Veedor General del Ejercito, en principio acepto, pero luego terminó por no aceptar por que al momento de redactar las normas Felipe
II, no tuvo en cuenta las sugerencias de Vargas tendentes a suavizar los rasgos que habían motivado su rechazo en Flandes. Chocando
sus pretensiones con la actitud de Felipe II.

Partió nuevamente para los Países Bajos a mediados de abril de 1574 y llegó a Amberes justo cuando el nuevo gobernador, Luis de
Requesens, trataba de apaciguar a las tropas amotinadas tras la batalla de Moock.

Comprendió entonces que iba a necesitar todos los recursos materiales y humanos de los que pudiera echar mano, y la experiencia de
don alonso no eran absoluto desdeñable.

Acto seguido, volvió a sus quehaceres militares, tanto en campaña, como formando parte del Consejo de Guerra del gobierno de Flandes,
acatando la orden del Rey.

Gobernador de la caballería ligera en Flandes

Enzarzado de nuevo en la contienda con los orangistas, Don Luis de Requesens reclamaba la presencia de Vargas.
Las tropas se plantaron por la falta de pagas y tomaron Amberes como rehén para negociar. Abriendo uno delos períodos más turbulentos
en la historia del ejército español, debilitando la posición de la monarquía.

Finalmente, Vargas acudió al llamado de Requesens, y comenzó las negociaciones con los amotinados. Finalizando el mismo y comenzó
su actuación en campaña.

Y tras la muerte de Juan de Mendoza. consiguió su primer puesto de importancia, como gobernador de la caballería ligera. El paso
siguiente era acceder al mando de un Tercio como Maestre de Campo.

Tras la toma de Zierikzee, las tropas se vuelven a amotinar por falta de pagas y toman por la fuerza la ciudad de Aalst, haciéndose
fuertes en ella.

Las arcas de Felipe II estaban ya exhaustas. El monarca dio permiso a su Capitán General entablar conversaciones con el Príncipe de
Orange. Pero la intransigencia religiosa de ambos termino por romper el dialogo en 1575.

La caballería ligera se había decidido no acatar órdenes superiores. Requesens al no poder alcanzar un acuerdo con los sublevados pensó
en combatirlos. Pero ello no se concreto.

Mientras tanto, Requesens fallece repentinamente y el gobierno de los Países Bajos pasa de forma interina al Consejo de Estado, mientras
el Rey decide quién va a ser el nuevo gobernador general.

La incapacidad de los mandos para contener a las tropas españolas amotinadas hizo que los Estados generales declararan a los españoles
fuera de la ley y por tanto susceptibles de ser perseguidos.

En Amberes, donde se formó un comité de crisis, se decidió reunir a todas las fuerzas españolas para defenderse contra las tropas
levantadas por los Estados contra los españoles.

A Vargas se le encargó la misión de convencer a los soldados españoles amotinados para que volvieran a la obediencia.

Cuando iba al encuentro de esta misión fue interceptado por las tropas de los Estados, a quienes venció en combate en Tienen, cerca de
Lovaina. Mientras, los flamencos empezaron a reunir tropas para tomar la ciudad de Amberes.

Jerónimo de Roda escribió a Alonso de Vargas para que acudiera inmediatamente con sus hombres para impedir la intentona de los
Estados. A la llamada respondieron también los amotinados de Aalst, quienes al ver en tal peligro a sus compañeros, decidieron levantar
el motín y dirigirse a Amberes.

Entraron en la ciudad por la fuerza y protagonizaron el triste suceso que se conoce como el “saco de Amberes”, el 4 de noviembre de
1576. Vargas fue testigo de las atrocidades cometidas por la soldadesca durante tres días, sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

Mientras tanto, el nuevo gobernador general de los Países Bajos, Juan de Austria, llegaba a Flandes. El 12 de febrero de 1577 firma
con los Estados el Edicto Perpetuo, por el que se comprometía a desalojar de los territorios flamencos a todo el ejército por exigencias
del acuerdo alcanzado en la Pacificación de Gante.

Alonso de Vargas volverá a su casa en Jerez, donde recibirá del Rey el hábito de Santiago y la encomienda de Socobos.

Portugal

En 1579, cuando Felipe II se aprestaba a enviar un ejército a Portugal para tomar posesión del trono, Vargas presta sus servicios
recabando información concerniente a la zona limítrofe entre ambos reinos.

En 1580, cuando el ejército reunido en Extremadura se disponía a entrar en Portugal, ante la decepción de Vargas que aspiraba a un
cargo importante dentro del ejército, el Rey le dio sólo el mando de una milicia levantada en Jerez y su zona circundante.

Herido en su orgullo, Vargas no quiso tomar parte en la campaña de Portugal, y permaneció durante cinco años retirado en su casa sin
el menor contacto con la Corte.

En la Cúspide del Gobierno Militar

Felipe II volverá a solicitar a mediados de los ochenta los servicios de su viejo colaborador militar con ocasión de los preparativos de
la “Empresa de Inglaterra”.

El Consejo de Guerra de la Monarquía Hispana

Institución situada al frente del entramado administrativo que se ocupaba de los aspectos defensivos de la Península Ibérica, África e
islas adyacentes: justicia militar, reclutamientos, ascensos, logística, armamento, etc.

La historia nos muestra que nunca llego a cuajar como tal.


Por las ausencias del emperador y el obligado uso reiterado de la formula de la regencia para el gobierno de los reinos hispánicos, y en
las instrucciones pertinentes a los asuntos de guerra se adscribieron a los consejeros de Estado.

Consejero de guerra

Fue convocado para el Consejo de Guerra de la Monarquía como especialista en campañas terrestres.

Convocado por el Rey se presentó en el Escorial a mediados de Julio de 1586, donde tuvo la oportunidad de intervenir en las instancias
más altas del gobierno militar, si bien se traslado de inmediato a Madrid para reunirse con sus colegas.

De este modo se conformó la nueva forma de gobierno con dos polos de actuación: Madrid y El Escorial.

La actuación de Don Alonso de Vargas en el Consejo de Guerra se caracterizó por la competencia y la sinceridad con que expuso sus
opiniones sobre algunos de los males endémicos de la organización militar de la monarquía.

Apoyado por los demás consejeros: Velasco y Cardona.

Con asistencia continuada y regular. Participando no solo del Consejo de Guerra sino también de las diferentes Juntas.

Último destino: Capitán General del ejército del rey de Aragón

En 1591, Alonso de Vargas será nombrado capitán general del ejército que se formó en la raya de Aragón para ir a controlar los recientes
disturbios originados en ese reino y ocasionados por la huida de Antonio Pérez. Vargas se vio impelido a actuar contra su voluntad
contra “cristianos y vasallos de Su Majestad”.

La política de rigor diseñada por el máximo responsable en temas aragoneses en la Corte, el conde de Chinchón, y avalada por el Rey,
indispuso a Vargas con éste y con aquél al considerar la represión innecesaria y contraproducente.

No obstante, a Alonso no le quedaba otra alternativa que cumplir con las órdenes que venían del gobierno central, por lo que su misión
en Aragón se convirtió en una penosa tarea ya al final de su vida.

La amargura de Vargas se tradujo en una serie de explosivos memoriales dirigidos al Rey en los que criticaba sin ambages muchas de
las decisiones que se tomaban, así como a algunos de sus compañeros del ejército.

El resultado fue que Felipe II acabó por tener una opinión muy desfavorable de su capitán general, a quien destituyó de su cargo, por lo
que tuvo que volver a la Corte caído en desgracia.

Vargas no volvió a participar en reuniones del Consejo de Guerra, por lo que se supone que se retiró a su casa de Jerez.

A mediados de 1595 parece que se intentó una rehabilitación de su persona, ofreciéndole el Rey el virreinato de Navarra, cargo del que
no pudo disfrutar por sorprenderle la muerte.

Potrebbero piacerti anche