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9 ª edición
COMPENDIO DE DERECHO DE
LA PERSONA Y DEL PATRIMONIO
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:Edición' r.evisada,confonne a: Ley 5/2019, contratos de crédito inmobiliario; ,
Re~i-6~~reto-Ley 7/2Ó19.~de medidas urgentes en materia de 'vivienda Y:atqui/er,
Real Decreto-Ley 6/2019, de medidas urgentes para garantía de ta' fgualdad°cle trato
r.,ge oportunidades entre mujeres y hombres; Ley Orgánica 3/2018, de protección
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,modificación yac:tualizacióhde la Compilación de Navarra. Asimismo se incorpora :un
actualizado rami llete de jurisprudencia, del que se da cuenta en el prólogo··
'-" .c:!e la obra. '
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Carlos Lasarte González
www.lasar.tv
ISBN: 978-84-1324-209-5
Depósito Legal: M-28232-2019
Preimpresión por:
Besing Servicios Gráficos S.L.
e-mail: besingsg@gmail.com
A mis queridos Marisa, Remi, Elena y Lucía,
siempre cercanos y dilectos afines, en sentido propio
y en el profundo afecto y cariño que nos profesamos
ÍNDICE
PRÓLOGO....................... .. ................... ... ...... .................................... ... ........ ... ... ... .............. XXIII
ABREVIATURAS ........ ...... .......... ...... ..................... ... ......... ... ... ............... .. ..... ........... ... ..... XXVII
SEMBLANZA DEL PROF. CARLOS LASARTE .. .... ...... ... ....... ..... ...... .... .... ....... .. .. ....... XXXI
CAPÍTULO2
LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD
l. INTRODUCCIÓN : DERECHOS FUNDAMENTALES Y DERECHOS DE LA
PERSONALIDAD .. ........... ...... ... .... ... ... .................................. ....... ...... ... .. .... ....... ... ... 18
1111 ' mpendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
CAPÍTULO 3
LA CAPACIDAD DE OBRAR: LA EDAD Y EL SEXO
1. LA MAYORÍA DE EDAD Y LA PLENA CAPACIDAD DE OBRAR................. 48
1.1. Introducción: la reducción a los dieciocho años ...... .. ...... .... .. .. ...... .. .. .. ....... .. .. . 48
1.2. La occasio legis de la reducción a los dieciocho años.... ...... .... ...... ...... ........... 48
1.3. La constitucionalización de la mayoría de edad.............................................. 49
2. LA MINORÍA DE EDAD......................................................................................... 50
2.1. La adquisición gradual de la capacidad: la Ley 11/1981 ............ ......... ............ 51
2.2 La Ley de protección del menor.... ..... .... ............................................... .......... 52
Índice XI
CAPÍTUL04
CAPACIDAD, DISCAPACIDAD Y CARGOS TUITIVOS
l. LA INCAPACITACIÓN .... ................. ......................................... ..................... ... ..... 66
1.1. La redacción originaria del Código Civil...... ............................ ... .......... .... ...... 66
1.2. La Ley 13/1983, de 24 de octubre, y la nueva redacción del Código Civil...... 66
1.3. La Ley 41/2003: protección de las personas con discapacidad .. .. ..... ....... ........ 67
1.4. La declaración judicial de incapacitación ...... ........... .......... ........ ... .... ...... ...... .. 69
1.5. El internamiento del presunto incapaz.......... ........... ........ .......... .. ............. .... ... 70
1.6. Las sentencias 131/2010, 132/2010 y 141/2012 del Tribunal Constitucional.. 71
1.7. El ingreso de menores con problemas de conducta en centros de protección
específicos ....... ................................. ........................... .................................... 72
1.8. La Convención de Nueva York de 2006, la Ley 1/2009 y la Ley de
Jurisdicción Voluntaria ........... ....... .. .. ...... ..... ............ .......... ........... ..... .. ... .. ...... 73
1.9. La Ley 26/2011, de adaptación normativa a la Convención.. ....... ...... ... ...... .. .. 75
2. LA PRODIGALIDAD.............. ....... ......... .. ... ...... ..... .. .... .............. ............................. 76
3. LOS CARGOS TUITIVOS O TUTELARES ......... .. ............................................. .. 77
3.1. La tutela ....... ... ............... ........ ... ...... .. ......... ......... ...... ............................ .. ...... ... 77
3.2. La curatela ...... ............. ......... .... ..... .................... ... ...................... ........... .... .. .. .. 78
3.3 . El defensor judicial... ..... .................... .................. ......................... ........ .. .... ..... 79
3.4. La guarda de hecho ..... ........................... ........................... .......... .. .... ....... ........ 80
3.5. La administración del patrimonio de la persona con discapacidad. .............. .. . 81
4. OTRAS PERSONAS CAPACES CON FACULTADES JURÍDICO-
PATRIMONIALES RESTRINGIDAS.... ... ........ .......... .. ................. ........................ 82
4.1. La regulación tradicional del concurso y la quiebra. ..... ....... .... .. ........... ... .... ... 83
4.2. La Ley Concursa! y la unificación del procedimiento .. ... ...... .......... .............. . 84
5. SUPUESTOS PRÁCTI COS .. ... .. ........ ................ ....... .... ......... .................. .. ............. 86
XII CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
CAPÍTULO 5
LA AUSENCIA Y LA DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO
l. FUNDAMENTO DE LAS INSTITUCIONES RELATIVAS A LA AUSENCIA
EN SENTIDO AMPLIO... ................... ............ ... .... ... .............. .................................. 90
2. MEDIDAS PROVISIONALES EN CASO DE DESAPARICIÓN DE LA
PERSONA.............. ... ....................... ........... .............. .. ...... ... .............. .. ............. ........ . 91
2.1. En general: presupuestos y requisitos...... ................. ....... .. ..... .... ...... ............. .. 91
2.2. El defensor del desaparecido.... .......... ............ ...................... ....... ........ .. ... .. ..... 92
3. LA DECLARACIÓN DE AUSENCIA LEGAL................................................. ..... 93
3.1. Requisitos exigidos para proceder a la declaración de ausencia legal ............. 94
3.2. Personas legitimadas para promoverla ........ ... .............. ............................... .... 94
3.3. Efectos de la declaración legal de ausencia.......... ........ ............................... .. .. 95
3.4. El representante legal del ausente .. .. ................................ .... .. ....... ..... ......... ..... 95
4. LA DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO....................... .......................... ....... 98
4.1. Requisitos exigidos............. ...................... ........................... .... ........................ 98
4.2. Efectos de carácter patrimonial ... ........... .............. ........... ........... .. .... ............... 100
4.3. Efectos de índole personal: en particular, el matrimonio del declarado
fallecido ........... ............... .... .. .. .. ........... .. ......... ...... ... .... .... .. .............. ........ ........ 100
4.4. La reaparición del declarado fallecido.................. ... .... ... ... ............. ....... .......... 1O1
5. RECAPITULACIÓN SOBRE LA LEY 15/2015, DE LA JURISDICCIÓN
VOLUNTARIA........... ................................................................. ................................ 102
6. SUPUESTOS PRÁCTICOS. ............... ............................. ........................ .. .............. 105
CAPÍTULO 6
LA NACIONALIDAD
l. LA NACIONALIDAD...... ............... ................ ......................... ....... ....... ....... ...... ..... 108
1.1. Significado y concepto: nacionalidad y apatridia ....... ........... ... ..... ........ .......... 108
1.2. Nacionalidad y ciudadanía............................ ............. .......... ............ ....... .. ....... 109
1.3. Regulación normativa ..... ....... .......... ................ ...... .... ..... ............ ....... .... ...... .... 11 O
1.4. Adquisición originaria y derivativa: la naturalización................... ............. ... .. 111
2. LANACIONALIDADDEORIGEN ...... .... .. ........................... ........................... .... . 111
2.1. lus sanguinis o filiación.... .......... .. ............ ....... ............. ....... ........... .... ............ 111
2.2. lus solio nacimiento en España... ................... ................................... ............. 112
2.3. Adopción de menores extranjeros por españoles.... ......... .................... ............ 113
2.4. Consolidación de la nacionalidad o posesión de estado.. .................. .. ....... ... ... 113
2.5. La descendencia de personas exiliadas o represaliadas:
la Ley 52/2007 .... ............ .............. .... .................... .. .. ......... ........ ..... ....... ... ....... 113
3. LA NACIONALIDAD DERIVATIVA ........ ............... .. .... ....... ......... ..... ........ ..... ... ... 114
3.1. La opción ................... .. ........ ............ .. ....... ........... .. .. .. ............... ....... ....... .... ..... 115
3 .2. La carta de naturaleza... ... ............................ .... ...... .. ............. .... ....... ... ... .......... 116
Índice Xlll
3.3. La naturalización por residencia. ... ........ ............... .. ................ .. ... .... ........ ........ 119
3.4. Requisitos comunes a la adquisición derivativa ...... ................... .... ..... ............ 121
4. LA CONSOLIDACIÓN DE LA NACIONALIDAD POR POSESIÓN DE
ESTADO ................ ......... .... ..... ..... .... ...... .... ...... .. .... ... ... ........ ................ .... .. .. .. ...... ...... 122
5. LA PÉRDIDA DE LA NACIONALIDAD ESPAÑOLA ..... ... .. .. ..... ... ... ....... .......... 123
5.1. La pérdida voluntaria de nacionalidad....... .............. .......... ................. ......... .... 124
5.2. La privación de la nacionalidad ... .... .................. .. ... .. .... ..... .. ........................... . 124
6. LA RECUPERACIÓN DE LA NACIONALIDAD ESPAÑOLA...................... .... 125
7. LA DOBLE NACIONALIDAD. .. ......... ............... ...... .... .............. ........... ......... ..... ... 125
8. NACIONALIDAD Y MATRIMONIOS DE COMPLACENCIA..... .... .. ............ ... 127
9. SUPUESTOS PRÁCTICOS ..... ... .... ...... ......... ................. ......................... ................ 128
CAPÍTULO?
LA VECINDAD CIVIL Y EL DOMICILIO
l. SIGNIFICADO DE LA VECINDAD CIVIL.... ... ...... ................... ................. .. ...... . 132
1.1. Vecindad civil, condición política y vecindad administrativa de los espafíoles .. 132
1.2. Regulación normativa de la vecindad civil.......... ................. ....... ......... ........ ... 133
2. LA ATRIBUCIÓN DE LA VECINDAD CIVIL........ .. .................. ... ........... ............ 134
3. LA COINCIDENCIA DE VECINDAD EN LOS PADRES O
PROGENITORES: IUS SANGUJNIS ...... ..... ..... ............. ..................... .... .... ... ......... 134
4. LA DISTINTA VECINDAD DE PADRES O PROG ENITORES ... ....... ............... 135
4.1. La atribución de la vecindad civil por los padres ... ....... .... .. .. .. ...... ... ...... .... .. .... 135
4.2. Los criterios legales de atribución de la vecindad civil ....... ................. ..... ...... 136
5. ADQUISICIÓN DE LA VECINDAD CIVIL EN VIRTUD DE OPCIÓN ..... ... ... 137
5.1. La opción por matrimonio.............. ... ... .................... ....... ................. ............... 137
5.2. La opción propia de los hijos .................. .................. ..... ... ............ ............. ...... 138
5.3. La opción por adquisición de la nacionalidad espafiola......... ....... .............. ..... 138
6. LA ADQUISICIÓN POR RESIDENCIA. .... ........ ............. .... .. .. ....... ........ ... ... ... ...... 138
7. LA VECINDAD CIVIL Y LA NACIONALIDAD ............... .............. ..... ........ .... ... 139
7.1. La vecindad civil subsiguiente a la adquisición de la nacionalidad española. . 140
7.2. La recuperación de la nacionalidad y de la vecindad civil.... ..... .... .... ........ ...... 142
8. EL DOMICILIO: CONCEPTO Y SIGNIFI CADO ..... .. ........ ................ .... ...... .. .. .... 142
9. CLASES DE DOMICILIO .................... .. ..... .. .... ..... .. ....... ............. ........... ........ ........ 143
9.1. El domicilio real o voluntario ....... ........ ..... ..... ..... ....... ... .. ............ ............ ..... ... 143
9.2. Los domicilios legales.. ........................ .... ....... ....... ... .................... .......... ........ 144
9.3. El domicilio de los litigantes en la Ley de Enjuiciamiento Civil de 2000.................. 145
9.4. El domicilio electivo ..... .... ... ... ....... ... .... ........... ... .......... ........................... .... .... 145
10. SUPUESTOS PRÁCTICOS....... ............................ .... .... .......... .. ........ ........ .. ... .. .. ..... 146
XIV CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
CAPÍTULO 8
EL REGISTRO CIVIL
l. EL REGISTRO CIVIL: NOCIONES FUNDAMENTALES ............ ..................... 150
1.1. Introducción........................................... ............... ........ .... ...................... ......... 150
1.2. Datos inscribibles ... ......... ................... .. .. ..................... .................. ........ .......... 150
1.3. El nombre .......... ....................... ... ........ ......................... ........................... ........ 152
1.4. Los apellidos. .... ........................ .................. .. .......... ....... ....... ........................... 153
2. LEGISLACIÓN REGULADORA .................... ............ ......... ........... .............. ......... 155
3. ORGANIZACIÓN DEL REGISTRO CIVIL... ............................................. .......... 157
3.1 . Secciones del Registro Civil............ ....... ........... ............ .................................. 157
3.2. La organización territorial............... ........................................ .... ............ ...... .. 159
4. LOS DIVERSOS ASIENTOS DEL REGISTRO ... ....... ......... ..................... .......... .. 160
4.1. Inscripciones ......................... ........... ... ....... ......... ... ......... ........... ... ................ ... 160
4.2. Anotaciones..... .............................. ............................................. ..... .......... .... .. 16 l
4.3. Notas marginales .. ................ ..... ............... .............. ................... ...................... 161
4.4. Indicaciones...... ....................................... .............. ....... ....... ......................... ... 162
4.5. Cancelaciones........................ ......... .... .... ... ........................................... ....... .... 162
5. LAS INSCRIPCIONES REGISTRALES , EN PARTICULAR ....... ... ................... 162
5.1. Inscripciones declarativas y constitutivas.............. ......... ......... .... ............ ....... . 163
5.2. El valor probatorio de las inscripciones.. ............................................. ............ 163
6. LA PUBLICIDAD FORMAL ...... ..... ............ ...... ........... .. ......................................... 164
6.1. Los medios de publicidad: la gratuidad de las certificaciones ......... .......... ...... 164
6.2. El carácter público del Registro ................................ ... ... .. ................ ....... ........ 165
6.3. Informatización y acceso telemático a los Registros civiles.... ........ ... ............. 167
6.4. Referencia al Libro de familia ......................... ..................................... ........... 167
6.5. La Ley 20/2011, de 21 de julio, del Registro Civil ......... ... .. .......... ..... ............. 167
6.6. Características fundamentales del nuevo Registro Civil ............................... .. 168
7. SUPUESTOS PRÁCTICOS. .......... ....... ...... ...... ........................... ... ... ... ................... 172
CAPÍTULO 9
LAS PERSONAS JURÍDICAS: ASOCIACIONES Y FUNDACIONES
l. IDEAS GENERALES SOBRE LA PERSONIFICACIÓN DE LAS
REALIDADES SOCIALES ...... .... ....... ........ .. ..................... .. ... ... .. ............... ...... .. .... 176
2. LAS PERSONAS JURÍDICAS EN EL CÓDIGO CIVIL ......... ................... .... ...... 176
2.1 . Las corporaciones: las personas jurídicas públicas ................ ........................ .. 177
2.2. El interés público de asociaciones y fundaciones ........ ... ... .. ........ ........ ............ 177
2.3 . Asociaciones y sociedades: el interés particular ..... ...... ..... ............. ........ ......... 178
3. LAS ASOCIACIONES .... ... ......... .... ....... ... ..... ..... ....... .... ........ ............. ......... ............ 178
3 .1. Legislación aplicable............. ... ............................ ......... .......... .... .................... 179
Índice XV
CAPÍTULO 10
LA REPRESENTACIÓN
l. IDEAS GENERALES ..... ...... ........ ............. ...................................... ........ ....... .......... 196
2. LA REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA O CONVENCIONAL Y LA
REPRESENTACIÓN LEGAL: DIFERENCIA FUNDAMENTAL........... ......... .. 196
3. LA ACTUACIÓN EN NOMBRE AJENO O CONTEMPLAT/0 DOM/NI: LA
REPRESENTACIÓN DIRECTA................... ............. ................. ..................... ........ 197
4. EL PODER O LA LEGITIMACIÓN DEL REPRESENTANTE........................... 198
5. LA INADECUACIÓN ENTRE ACTUACIÓN REPRESENTATIVA Y
APODERAMIENTO: EL DENOMINADO FALSUS PROCURATOR..... ... ...... ... 198
5.1. Inexistencia de poder............................ ......... ....... ......... ................. .. ....... ........ 198
5.2. Exceso en la actuación representativa .... ......... ......... .......... .... .... ... .. .. ...... ........ 199
5.3. La nulidad de la actuación delfalsus procurator ................ ................ ............ 199
6. LA RATIFICACIÓN DE LA FALSA O INADECUADA ACTUACIÓN
REPRESENTATIVA................................. ........ ..................... ...... ........... ... ............. ... 200
6.1 . Carácter y consecuencias de la ratificación... ................. ... ....... .... .... ............... 200
6.2. La inexistencia de ratificación........ ................................................. ................ 200
7. LA ACTUACIÓN POR CUENTA AJENA .............. .... ...... .......... ... ........... .............. 201
7. 1. En general .. ... .. .. .. .. .. ...... .. .... .. ............... ............................................................ 201
7.2. La inadmisibilidad del autocontrato o contrato consigo mismo.. ...... .............. 201
8. LA DENOMINADA REPRESENTACIÓN INDIRECTA..................................... 203
9. MEMORANDUM........... .................. .. ......... .... ... ......... ... .. ................ ................ .. ... .... . 204
10. SUPUESTOS PRÁCTICOS........ .. ....... ... ....... .............................. ..... .. ...... ..... .. ....... . 205
XVI CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
CAPÍTULO 11
EL CONTRATO EN GENERAL
1. APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE CONTRATO......................... ........ ........ 209
1.1. El contrato como medio de intercambio de bienes y servicios .... .... .......... ... ... 209
1.2. La patrimonialidad de la relación contractual.... .. .................................... ....... . 209
2. LAAUTONOMÍAPRIVADA ...................... ........ ..... ....... .... ..... ..... ......... ................. 210
2.1. Libertad de iniciativa económica privada y autonomía privada ......... ............. 210
2.2. Ámbito propio de la autonomía privada.... ......... ..... ........................................ 211
3. EL PRINCIPIO ESPIRITUALISTA O LA IMPORTANCIA DEL
CONSENTIMIENTO EN LA CELEBRACIÓN DEL CONTRATO Y LA
LIBERTAD DE FORMA...... .. .. ..... ....................... .... ................ ........................... ...... 211
3.1. El principio de libertad de forma: contratos verbales y contratos escritos....... 212
3.2. Observación sobre la prueba de los contratos............. ............. .. ...... ........ ........ 212
3.3. Documentos públicos y documentos privados............ .... ........ .......... ............... 212
3.4. La forma complementaria o ad probationem : alcance y significado de los
artículos 1.279 y 1.280 del Código civil ..... ... .. .............................................. .. 213
3.5. La forma solemne o sustancial, como excepción............ ... .... ........ ... ....... ... ..... 215
3.6. La categoría de los contratos formales ..... ................................................... ..... 215
3.7. La primacía del consentimiento: los contratos consensuales como regla y el
papel marginal de los contratos reales .. ............... ........... .. .... ..... ... .. .. .. .... .... ..... 215
4. EL PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA PRIVADA Y EL CONTENIDO DEL
CONTRATO ...................... .. ........ ..... ........... .. ... .... .. ........... ................. ...... .... ........... ... 216
4.1. La libre determinación del contenido del contrato.. .......... .......................... ..... 216
4.2. Los contratos típicos. ....... ............................ ........... ....... ........... .................. ..... 216
4.3. Los contratos atípicos.... ......... ....................... .. ................ ... ................. ..... ....... 217
5. ALGUNAS NOTAS SOBRE LA CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS ...... 218
5.1. Contratos gratuitos y contratos onerosos.. ....... ........... .......................... .. .... .... . 219
5.2. Contratos bilaterales y contratos unilaterales .................. ... .. .... .......... ... .......... 220
6. SUPUESTO PRÁCTICO..... .............. ..... ................ .. ..... .. ....... ... ..... ......... ................. 220
CAPÍTULO 12
LAS FIGURAS CONTRACTUALES TÍPICAS:
LOS CONTRATOS DE FINALIDAD TRASLATIVA
l. LA COMPRAVENTA: IDEAS GENERALES ............... .......... ............. ............. ... .. 222
1.1 . Noción y caracteres ........ ............. .. .... ...... .. ...... ....... ..... ........ .... ..... ...... .... .. ....... 222
1.2. Capacidad para celebrar el contrato de compraventa: las prohibiciones .. ....... 223
1.3. El objeto de la compraventa: cosas futuras y cosas esperadas......................... 224
Índice XVII
CAPÍTULO 13
OTRAS FIGURAS CONTRACTUALES TÍPICAS
l. LOS ARRENDAMIENTOS: NOCIÓN GENERAL DE ARRENDAMIENTO..... 236
1.1. La regulación del arrendamiento de cosas por el Código Civil ........ ............... 236
1.2. Los arrendamientos urbanos.. .............................. ...... ............ ................ .. ........ 236
1.3. Los arrendamientos rústicos ........ .. ............... ......................... .................. ...... .. 239
1.4. El arrendamiento de servicios.......................................................... ......... ....... 240
2. EL CONTRATO DE OBRA.................................... .... .. .................. .. ............. ........... 241
2.1. Contenido del contrato de obra............................................ .............. .............. 242
2.2. Extinción............. ... .. ..................... ............... ........................................... ....... .. 242
3. EL CONTRATO DE SOCIEDAD: IDEAS GENERALES...... ....................... .. ..... 243
3.1. Caracteres del contrato de sociedad ............ ................ ....... .............................. 243
3.2. La personalidad jurídica de las sociedades civiles..................... .... .................. 244
4. EL CONTRATO DE MANDATO.. .... ... ................................................................... 245
4.1. Concepto y caracteres .. ... .. .... .. .............................. ........................................... 245
4.2. Clases de mandato .. .. ...... ...... ........ .... ...................... .... .. .. .... .. .. ............ .... ......... 246
4.2.1. Mandato simple y mandato representativo.. ......... ............ ........ ............. 246
4.2.2. Por la extensión de las facultades conferidas........................................ 246
5. EL CONTRATO DE PRÉSTAMO.......... ................................................................. 247
5.1. El comodato o préstamo de uso .. .... .. ............ .. .. .... .. .... .. ... ...... .. .. .. .. .. ..... .. ......... 24 7
5.2. El mutuo o simple préstamo................ ...... ........ .... .. ............ ............................ 248
6. EL CONTRATO DE DEPÓSITO.... .................. ....................................................... 248
7. EL CONTRATO DE FIANZA........................ ........... ............................... ......... ....... 249
111 ( 111 O ASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
CAPÍTULO 14
LOSELEMENTOSDELCONTRATO
l. ELEMENTOS ESENCIALES Y ELEMENTOS ACCIDENTALES DEL
CONTRATO.......................... ...... ..................... .... ............................ ........................ .. 262
2. EL CONSENTIMIENTO CONTRACTUAL.. ........................... .... ......... ...... ........ .. 262
2.1. La capacidad para contratar..... ..... ...................................... .. ... ........................ 263
2.2. Las prohibiciones de contratar.................................................... ... .................. 263
3. LA LIBRE FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO Y LOS VICIOS DE LA
VOLUNTAD .......... .. ............... ...... .................... ..... ...... ........... ................................... 264
3.1. El error como vicio del consentimiento ....... .... ......................... ....................... 264
3.2. La violencia. .......... ........... ..... ................ ..... ... .. .......................... ...................... 266
3.3. La intimidación........... ... ...... ....... ....................... ..................... ......... ................ 266
3.4. Régimen común de la violencia y la intimidación .. ...... ..... .............. ............. ... 267
3.5. El dolo..... .. ... ......... .... .............. ....... ........ ................. .............. .... ...................... 267
4. EL OBJETO DEL CONTRATO............... ...................................... ....... .............. ..... 269
5. LACAUSADELCONTRATO ......................... ... .... ......... ................... ........ .......... .. 271
5.1. El artículo 1.274 del Código Civil y la causa en sentido objetivo.................... 271
5.2. La causa atípica ....... ......... ..................... ..................................... ... ................. . 272
5.3. Causa y motivos: la irrelevancia de los motivos... ......................................... .. 272
5.4. La causa ilícita del artículo 1.275: los motivos ilícitos y la causa en sentido
subjetivo ........ .. ....... .. ........ ....... ...................... ......... ........ ...................... ........ .. . 272
5.5. Contratos causales y contratos abstractos..... ............... ..... .................... .... ....... 273
Índice XIX
CAPÍTULO 15
LA FORMACIÓN DEL CONTRATO
1. LA IGUALDAD DE LAS PARTES CONTRATANTES Y LA FORMACIÓN
DEL CONTRATO........ ....... .... .......... ...... .. .. ..... ............ ........ .......... ....... ... ............. ..... 280
2. LA GÉNESIS PARADIGMÁTICA CLÁSICA.......................... ............................. 281
2. 1. La oferta y la aceptación............................................................. .... ................. 281
2.2. La perfección del contrato entre ausentes .... .. ........................... .. .... .......... .. ..... 282
2.3. Los tratos preliminares........................ ............................ ........ .. ...... .. .............. 282
3. LA CRISIS DEL ESQUEMA CODIFICADO: SUPUESTOS VARIOS .. .. .......... . 283
4. LAS CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN Y LOS
CONTRATOS DE ADH ESIÓN ........ ....... ..... ..... .. ........ ....... ... .... .. ... ................ ......... 284
4.1. Noción general. ....................... .. .. ...... .... ... ..... ............. ... ........ .. ................... .. ... . 284
4.2. La eficacia obligatoria de los contratos de adhesión...... ...... .... ....... .. .... ........ .. . 284
4.3. Las condiciones generales de la contratación en derecho español bajo la
regulación del Código civil .... ......... ... .. .......................... ................................. . 285
4.4. La Ley general para la defensa de los consumidores y usuarios.. .................... 285
4.5. La Ley sobre condiciones generales de la contratación:
Ley7/1998 ............................. .. .......... .... ...... ..... ........ .... .... ....................... ........ 286
4.6. La Ley 44/2006, de mejora de la protección de los consumidores y
usuarios ..... ................................................. .. .......... .. .......... ......... ........... .......... 288
4.7. El Texto Refundido de 2007 ...... .. ................. .... ...................... ................ .. ....... 288
4.8. La Ley de Crédito inmobiliario de 201 9 y la protección de los consumidores ... 288
5. LOS CONTRATOS FORZOSOS ........ .. .......................................... .. .. .. ............ ....... 289
6. LOS CONTRATOS NORMADOS...... .......................... ....... .................................... 290
7. SUPUE STOS PRÁCTI COS ......... ....... ............ ...... ......................... ...................... ... . 291
CAPÍTULO 16
LA INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN
DEL CONTRATO
l. INTRODUCC IÓN: INTERPRETACIÓN, CALIFI CACIÓN E
INTEGRACIÓN DEL CONTRATO ... ........... .. ........................ ......................... ....... 294
2. LA INTERPRETA CIÓN DEL CONTRATO.. ......................................................... 294
Compendio de Der ho de la Persona y del Patrimonio
CAPÍTULO 17
LA INEFICACIA DEL CONTRATO
l. LAINEFICACIADELCONTRATO.... ......................................................... .. ........ 306
2. LA NULIDAD DEL CONTRATO........................................................................... 306
2.1 . Causas de nulidad.............. ......................................... ..................................... 306
2.2. La acción de nulidad.... .................... ............................... .............................. ... 306
2.3. Consecuencias de la nulidad... ...... .......... .. ................................... ................. ... 307
2.4. La nulidad parcial del contrato ............ ............................................................ 308
3. LAANULABILIDAD DEL CONTRATO...... ....................................................... .. 309
Causas de anulabilidad ...... .. ........ ............... ...... .. .............. .... ........... ........ ........
3 .1. 309
La acción de anulabilidad ............. ... ... .... ...... .. .......... ... . .. ........... .... .. ....... .. .......
3 .2. 31 O
Efectos de la anulabilidad.... .. ..... .... .. .. .. .. ............ .. .. .. ... ........... ....... .... .. ...... ... .. .
3 .3. 311
3.4.Referencia especial a los proyectos de unificación europea en materia
contractual y al provecho excesivo o ventaja desleal... ... ............................... .. 311
4. LA PERVIVENCIA DE LOS CONTRATOS INVÁLIDOS ...... ....................... .. ... 313
4.1 . La confirmación del contrato anulable .............. .................... .......................... 314
4.2. La denominada conversión del contrato nulo....... ...... ...... ............................. .. 314
5. EL MUTUO DISENSO................ ........ ............................ ....... .................... .............. 315
6. EL DESISTIMIENTO UNILATERAL ........... .......................... ..... ................ ....... ... 315
7. LA RESOLUCIÓN DEL CONTRATO POR INCUMPLIMIENTO: EL
ARTÍCULO 1. 124 DEL CÓDIGO CIVIL............ .................................................... 317
7 .1. Requisitos de ejercicio de la facultad resolutoria.. ..... ............................. ... ...... 317
7 .2. Ejercicio de la acción resolutoria........ ............................................ ............. .... 318
7.3. Efectos de la resolución ..... ............ .................. ....... ........ .. ............. .................. 319
8. LA RESCISIÓN DEL CONTRATO....................... ......... ............................ ............. 319
8.1. Las causas de rescisión en el Código civil.... ... .............. .................................. 319
8.2. La acción rescisoria. .... .............................. .................... .. ................................ 320
Índice XXI
CAPÍTULO 18
LA RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRA CONTRACTUAL
1. LOS ACTOS ILÍCITOS COMO FUENTE DE LAS OBLIGACIONES...... .... .... 324
2. LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL.... ..... ......... ....... ......... .... .... 324
LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA POR HECHOS PROPIOS ...... ............ .. 325
3.1. Los presupuestos de carácter objetivo.. ...... ... ..... ..... .......... .... ... .......... ....... ...... 325
3.2. El presupuesto subjetivo: la culpa o negligencia. ................ ....................... ..... 327
3.3. El presupuesto causal: la relación de causalidad .............. ... ... ......... ................ 328
4. LA RESPONSABILIDAD POR HECHO AJENO. ........................................ ........ 329
4.1. El carácter subjetivo de la responsabilidad por hecho ajeno. .. .............. .......... . 329
4.2. Los supuestos de responsabilidad por hecho ajeno en el artículo 1.903 del
Código civil............. ....... .... ............ .. ..... ... ............ .................. .......... ............ ... 330
4.3. Otros posibles supuestos de responsabilidad por hecho ajeno..... ....... ... .. ........ 330
5. LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA O SIN CULPA....... ................ ............. ... ... 331
5.1. En el Código civil. .. ...... .............................. .......... ............. ... ..... ..... .. ......... ...... 331
5.2. La evolución de la responsabilidad subjetiva a la objetiva.... .... ............. ......... 333
5.3 . Principales supuestos de responsabilidad objetiva en Derecho español ......... . 334
5.4. En particular, la responsabilidad civil del Estado y la Administración.... .. ...... 337
6. LA OBLIGACIÓN DE REPARAR EL DAÑO CAUSADO .............. ................. ... 338
6.1 . Reparación específica y pecuniaria... .......................... ............... ............ .... ...... 338
6.2. Los topes indernnizatorios en la circulación de vehículos a motor .............. .. .. 339
6.3. Pluralidad de responsables: el carácter solidario de la obligación
extracontractual .. .......... ........... .. .. ........ .... .......... .. ... .... ........... .... .. ........ ...... ...... 341
6.4. Prescripción de la acción............ ............................. .............. ........... ... ....... ..... 341
7. SUPUESTOS PRÁCTICOS..... ................. ..... ... ...... .................. ........................... ... . 342
PRÓLOGO
Este Compendio, que aborda las cuestiones fundamentales del Derecho de la per-
na, así como los temas centrales del ámbito contractual y de la responsabilidad civil
xtracontractual, aparece ahora como octava edición, aunque realmente sea la déci-
moquinta, pues procede de una obra creada hace más de una década para los estudios
de Derecho Civil en las titulaciones de Trabajo Social y Relaciones Laborales y que,
omprendiendo además, los capítulos más importantes del Derecho de familia, ha ve-
nido siendo publicada como Compendio de Derecho Civil. La diversificación de planes
de estudio, acentuada por el proceso denominado de Bolonia, nos aconsejó dividir la
obra en dos: Compendio de Derecho de la persona y del patrimonio, de una parte, y, de otra,
Compendio de Derecho de familia.
La redacción de ambas obras, como la propia del Compendio del que ambas traen
causa, ha estado presidida en todo momento por consideraciones de orden didáctico y
de facilitación del estudio a las personas inscritas en los diferentes Grados universitarios
en los que se deban cursar las materias aquí expuestas, con notoria concisión, pero sin
perder de vista la formación integral que debe caracterizar a todo universitario que,
cuando lo estime conveniente, debería consultar obras de mayor extensión y calado, si
le parece necesario.
La edición se presenta revisada y actualizada de manera íntegra, tal y como suele
ser habitual, en nuestro caso, procurando recoger las novedades legislativas y jurispru-
denciales más sobresalientes y de necesaria consideración. Entre las primeras, deberían
destacarse las oportunas consideraciones y referencias a las siguientes disposiciones
legislativas, que se incorporan ex novo a la presente edición: de especial relevancia en el
marco de contratación con consumidores es la Ley 5/2019, de 15 de marzo, reguladora
de los contratos de crédito inmobiliario, que ha entrado en vigor con anterioridad a la dis-
tribución de esta nueva edición; el Real Decreto-Ley 7/ 2019, de 1 de marzo, de medidas
urgentes en materia de vivienda y alquiler, que entró en vigor el día 6 de marzo pasado,
día siguiente a su publicación en el BOE; el Real Decreto-Ley 6/ 2019, de 1 de marzo,
de medidas urgentes para garantía de la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y
hombres en el empleo y la ocupación, con la finalidad de dar a la sociedad un marco jurídico
que permita dar un paso más hacia la plena igualdad de los seres humanos, con inde-
pendencia de su sexo; la Ley Orgánica 3/ 2018, de 5 de diciembre, de protección de datos
personales y garantía de los derechos digitales; y, finalmente, como disposición autonómica,
la Ley Foral 21 / 2019, de 4 de abril, de modificación y actualización de la Compilación del
Derecho Civil Foral de Navarra o Fuero Nuevo. Por cuanto se refiere a la jurisprudencia,
entre otras, se incorporan como novedades, entre otras, las siguientes resoluciones:
STC 25/ 2019, de 25 de febrero, aseverando que "la Constitución excluye, por regla
111 ASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
llr cción electrónica en la Universidad, así como las páginas propias del Departamento
ti Derecho Civil de la UNED, en las que normalmente se cuelgan novedades y comen-
• rios de general interés.
Madrid,julio de 2019
CARLOS LASARTE
Facultad de Derecho/ UNED
C/ Obispo Trejo, 2. 5ª Planta
Ciudad Universitaria - 28040 Madrid
clasarte@der.uned.es- www.uned .es/ dpto-dcivil/
r 1
i
ABREVIATURAS
Estando dirigida esta obra al alumnado de primer curso, que acaban de ingresar en la
Universidad, acaso no estén de más un par de observaciones:
l. ª ) Resultará bastante infructuoso el estudio de la asignatura (o, mejor, de cualquier
asignatura jurídica) si la lectura de este Compendio no se compleme nta con la consulta y
manejo habituales de los textos legales. Al menos de aquellos que resultan fundamentales:
Constitución y Código Civil. Por tanto, el alumnado debería tener siempre a mano un ejem-
plar de los mismos, a efectos de habituarse al método jurídico de inducción/ deducción y
aplicación de la norma correspondiente, más que a tratar de m emorizarlos.
2ª) A lo largo del libro se citan las referencias legales de forma común: con todas sus
le tras en el texto y mediante el recurso a las abreviaturas (que ha d e consultar el alumnado
en la página siguiente, entretanto se habitúa a las mismas) cuando van entre paréntesis.
Por lo general, los artículos que no van seguidos de referencia a una disposición legal han
de entenderse pertenecientes al Código civil, que constituye el cuerpo legal fundamental a
efectos de esta obra. Sin embargo, a veces, cuando se considera de forma monográfica una
institución regulada por una ley especial (Ley Hipotecaria, Ley de Registro Civil, etc.) sufi-
cientemente reiterada en el texto, también se omite la referencia expresa a dicha Ley.
ad. adicional.
ADC Anuario de Derecho Civil.
arg. argumento.
art. artículo.
BOGC Boletín Oficial de las Cortes Generales.
B.O.E. Boletín Oficial del Estado.
e.e.A.A. Comunidades Autónomas.
e.e.E.E. Comunidades Europeas.
C.E.C.A. Comunidad Europea del Carbón y del Acero.
C.E.E. Comunidad Económica Europea.
C.E.E.A. Comunidad Europea de la Energía Atómica.
e.e. Código civil.
C.Com. Código de Comercio.
cfr. confróntese.
comp. compárese.
Comp. Compilación.
Const. Constitución española, de 29 de diciembre de 1978.
C.P. Código penal.
D. Decreto.
D.G.R.N. Dirección General de los Registros y del Notariado.
disp. disposición.
D.L. Decreto-Ley.
o.o.e.E. Diario Oficial de las Comunidades Europeas.
E.E.F.A. Estatuto de la explotación familiar agraria y de los agriculto-
res jóvenes; Ley 49/ 1981, de 24 de diciembre ( derogada por la
L.E.A.).
E.M. Exposición de motivos.
1 ,111111111,//,1 d1 /J tt" ho de la Persona y del Patrimonio
Orden.
parágrafi .
prin ipi .
Preámbulo.
Real Decreto.
R al Decreto-Ley.
Reglamento de Disciplina Urbanística, Real Decreto 2187/1978,
de 23 de junio.
R.H. Reglamento Hipotecario.
R.M.H. Reglamento del Mercado Hipotecario, aprobado por Real
Decreto 685/1982, de 17 de marzo.
R.R.C. Reglamento del Registro Civil, aprobado por Decreto de 14 de
noviembre de 1958.
R.T.O. Reglamento sobre transplante de órganos.
s. Sentencia.
Sent. Sentencia.
SS. sentencias.
S.T.C. Sentencia del Tribunal Constitucional.
S.T.S. Sentencia del Tribunal Supremo.
T.C. Tribunal Constitucional.
T.C.E.E. Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea, he-
cho en Roma el 25 de marzo de 1957.
tr. transitoria.
T.R.L.C.U. Texto Refundido de la Ley de Consumidores y Usuarios aproba-
do por Real Decreto Legislativo 1/2007 de 16 de noviembre
TR-1964 Texto Refundido de la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1964,
aprobado por D. 4.104/ 1964, de 24 de diciembre.
T.S. Tribunal Supremo.
UE Unión Europea.
últ. último, últimamente.
v. gr. verbigracia.
vid. véase.
SEMBLANZA DEL PROF. CARLOS LASARTE
DERECHO DE LA PERSONA
CAPÍTULO 1
DERECHO DE 1A PERSONA: 1A PERSONA
Por el contrario, las denominadas personas jurídicas son tales sólo en cuanto
sean reguladas y admitidas por el Derecho positivo. No obstante, conviene ya
advertir que, por razones de operatividad y reconocimiento social de las entida-
des vivas y operantes en el tráfico económico, en la política, en el deporte, en la
caridad y beneficencia... y como reconocimiento del derecho de asociación de
las personas físicas, todos los sistemas jurídicos acaban aceptando la existencia
de un amplio abanico de personas jurídicas que analizaremos más adelante, en
capítulo separado.
Así pues, sea por la inmanente personalidad del ser humano o por la asimila-
ción al mismo, mediante la personificación de ciertas entidades o agrupaciones
de individuos, el Derecho acaba reconociendo o atribuyendo personalidad tanto a
las personas naturales cuanto a las jurídicas.
Conviene observar, finalmente, que aunque la doctrina ha impuesto la expre-
sión de personas fisicas para referirse a los seres humanos (sin duda por influencia
de la doctrina alemana), nuestro Código civil sólo utiliza al respecto el giro personas
natural,es ( cfr. la rúbrica del cap. 1., Tít. II del Libro 1), que provoca mayores simpa-
tías en quienes entienden (entendemos) que las personas en sí mismas considera-
das sólo deben adjetivarse cuando resulte absoluta y estrictamente necesario.
2. LAPERSONALIDAD
Las restantes situaciones, cualidades o condiciones de las personas no deberían ser con-
sideradas estados civiles, dada su transitoriedad o accidentalidad en relación con la capa-
cidad de obrar de la persona. Así, por ejemplo, ajuicio del maestro F. DE CASTRO, entre
otros, no deberían considerarse estados civiles:
1) La ausencia declarada.
2) Las restricciones de capacidad impuestas al concursado y al quebrado.
3) El desempeño de cargos y funciones, aun en el caso de compartir un determinado
régimen de derechos y obligaciones, como ocurriría en el desempeño de la patria potestad
o en el ejercicio de la representación legal.
El mencionado artículo 325 CC fue derogado por la Ley 20/ 2011, del Registro Civil,
que sin embargo no entrará en vigor hasta el día 30 de junio de 2020, conforme a lo estable-
cido de reciente por la Ley 5/ 2018, de 11 de junio, si es que, con posterioridad, no se amplía
nuevamente la vacatio legi,s de la indicada LRC.
4. EL NACIMIENTO
siempre y cuando el nacido llegara a vivir extrauterinamente veinticuatro horas -por tanto,
el cumplimiento del plazo operaba técnicamente como una conditio iurir.
Dicho plazo ha regido en nuestro Derecho hasta la aprobación de la nue-
va Ley 20/ 2011, de 21 de julio, del Registro Civil, cuya disposición final tercera
prevé que, de manera inmediata, a partir del día siguiente de la publicación
en el BOE de dicha Ley (22 de julio de 2011), la redacción del artículo 30 del
CC pase a afirmar que "la personalidad se adquiere en el momento del naci-
miento con vida y enteramente desprendido del seno materno". En consecuen-
cia, la supresión del plazo de vida extrauterina anteriormente vigente supone,
como es obvio, que las personas nacidas vivas, aunque no lleguen a superar
las veinticuatro horas de vida independiente, adquirirán personalidad y, por
tanto, habrán de ser consideradas a todos los efectos como personas nacidas e
inmediatamente fallecidas, lo que -ajuicio de muchos especialistas- no mejora
en mucho la perspectiva normativa previamente vigente, que quizá debía ser
considerada más cauta y prudente.
Por tanto, en la redacción vigente del precepto, incorporada por la Ley
20/ 2011, cualquier consideración a la anteriormente denominada figura huma-
na debe considerarse radicalmente innecesaria e inoportuna, pues el texto vigen-
te sólo exige el entero desprendimiento del seno materno. Según ello, cualquier
ser nacido mediante parto de una mujer, una vez separado de ella, alcanza de
manera inmediata la personalidad.
como ya indicara el prof. DE CASTRO, la posibilidad de que el nacido con daños que tengan
su origen en una negligencia médica durante la gestación, pueda reclamar una indemniza-
ción por los defectos físicos o lesiones orgánicas que le fueran ocasionadas; pero también
por los daños sufridos en los bienes que le correspondan o en su situación familiar (muerte
del padre o de la madre al dar a luz). También se ha considerado "efecto civil favorable" y
aplicable, por tanto, el artículo 29 CC, que una madre embarazada pueda solicitar la pen-
sión de alimentos antes de que el hijo nazca y, precisamente, en previsión de su nacimiento
(Sentencia de la Audiencia Provincial de Cuenca, de 27 de mayo de 1999, y Sentencia de la
Audiencia Provincial de La Coruña, de 26 de abril de 2012).
5.3. La conmoriencia
La determinación del momento de la muerte adquiere tintes de particular
complejidad cuando fallecen simultáneamente dos o más personas que tuvieran
recíprocamente derecho a heredar a las otras, como ocurriría en el supuesto tí-
pico de nuestros días: accidente aéreo, automovilístico, etc., en el que fallecen
padres e hijos.
En tales casos, tradicionalmente (desde el Derecho romano, pasando por las Partidas,
hasta la aprobación del CC.) se solucionó el tema recurriendo a una serie de presunciones,
basadas en la fortaleza física de los conmorientes, de forma tal que:
- Entre marido y mujer, se consideraba premuerta a ésta, atendiendo a su mayor
debilidad.
- Entre progenitores e hijos, dependía de si éstos eran mayores de catorce años o no,
estimándose que en el primer caso fallecerían antes los padres y en el segundo los descen-
dientes impúberes, etc.
Nuestro Código introdujo, sin embargo, una regla distinta en el artículo 33,
conforme al cual, en defecto de prueba en contrario, se reputa que los conmo-
rientes han fallecido de forma simultánea y, por ende, «no tiene lugar la transmi-
sión de derechos de uno a otro ». El tenor literal del artículo 33 es tributario de
Capítulo 1 Derecho de la persona: La persona 13
la occasio legis de la norma; esto es, parte de la base de que los conmorientes son
herederos entre sí ( «dos o más personas llamadas a sucederse») y, sin duda, fue
redactado atendiendo a una muerte simultánea y por la misma causa de los con-
morientes (incendio, ruina, terremoto, etc.).
No obstante, la aplicación del artículo 33 debe mantenerse incluso en el su-
puesto de que, siendo la muerte simultánea, su causa y lugar sean diferentes.
La razón de ello estriba, según indicación del Prof. PUIG FERRIOL, en que el
artículo 33 no se refiere al fallecimiento de personas en supuestos de catástrofe.
Ergo, la norma deberá aplicarse a todo caso de duda sobre la supervivencia entre
dos personas fallecidas simultáneamente, tanto en circunstancias normales cuan-
to excepcionales.
La presunción del artículo 33 juega, pues, cuando existe cualquier estado de duda acer-
ca de quién ha muerto primero y será alegada tal presunción siempre y cuando a quien
interese pruebe la existencia de la duda, acreditando los hechos de los que resulte. Señera
es, este sentido, la ya vieja STS de 4 de diciembre de 1948, en la que dos cónyuges, sin hijos,
fallecen en el mismo fusilamiento . Aunque en el Registro Civil constaba la muerte anterior
de la mujer respecto a la del marido, el Supremo dice que al ponerse en entredicho la ver-
dad del Registro (por parte de las sobrinas de la mttjer que pretendían que se declarase la
muerte simultánea de los dos cónyuges para evitar, así, que la hermana del varón heredase) ,
no despliegan sus efectos las inscripciones registrales y entra en juego la presunción de con-
moriencia y sus efectos.
6. SUPUESTOS PRÁCTICOS
NACIMIENTO Y PRIMOGENITURA
Paco y Pepe son dos hermanos mellizos, siendo Paco el primero que nació y, por tanto, el mayor
de ambos. Siempre han pensado que por el hecho de ser mellizos, eran iguales en todos los derechos y
obligaciones. Sin embargo, su tío Pascual considera que el mayor de ellos, Paco, tiene ciertas ventajas y
privilegios legales que el menor no tiene.
¿Es esto cierto? ¿En qué casos o situaciones esto puede ser cierto? Fundamente jurídicamente su
respuesta.
Violeta y Florencia son una joven pareja que cada fin de semana viajan a la Alcarria a visitar a la tía
de Violeta. Un sábado, de vuelta a casa, tienen un trágico accidente de tráfico, a consecuencia de la im-
prudencia de otro vehículo y Florencia fallece en el acto. Tres meses después de este fatídico accidente,
Violeta da a luz, naciendo Flora, hija de ambos. Violeta considera que una parte de la indemnización que
los padres de Florencia han cobrado por el fallecimiento de su hijo corresponde a Flora. Los padres de
Capítulo I Derecho de la p ersona: La persona 15
lorencio se niegan, sin embargo, ante tal pretensión basándose en que Flora no había nacido cuando se
produjo el accidente. ¿Qué cree usted? Fundamente, por favor, su respuesta.
CONMORIENCIA
Javier y Daniel, casados y sin hijos, son amigos desde la infancia. Desgraciadamente cuando se diri-
glan a pasar el fin de semana a la casa que tiene Javier en Torremolínos tuvieron un accidente automovilís-
tico en el que fallecieron ambos. Se da la circunstancia de que Javier había otorgado testamento en el que
dejaba su casa de la playa a su amigo Daniel. Este hecho ha generado un conflicto entre las familias de los
dos amigos fallecidos. La esposa de Daniel, única heredera de su marido (los padres de éste fallecieron
hace años), reclama la propiedad de la casa de Javier. Por su parte, la esposa y padres de Javier sostie-
nen que la mujer de Daniel no tiene ningún derecho sobre la citada vivienda ¿Qué opina Vd.? Esgrima las
razones que se le ocurran a favor de cada una de las posiciones en conflicto.
NACIMIENTO Y PERSONALIDAD
Sebastián, padre de tres hijos que tuvo de un primer matrimonio y, ahora, casado en segundas nup-
cias con Elena, fallece de un infarto cuando su actual mujer está embarazada de cinco meses.
Las dudas que nos plantea este caso son las siguientes. ¿Cree Ud. que el hijo póstumo de Sebastián
y Elena tendría algún derecho en la herencia de su padre, o sólo correspondería a los tres hijos de
Sebastián? ¿Qué tendría que ocurrir para que así fuera? ¿En qué momento se produciría la adquisición de
derechos por el futuro hijo?
Conteste razonadamente a estas preguntas.
3. EL DERECHO A LA VIDA
Por tanto, cualquier acto relativo a la integridad física no puede considerarse direc-
1,11ne nte atentatorio contra dicho derecho, salvo que realmente ponga en peligro injusti-
1 cadamente la vida de la persona en cuestión. Con semejante planteamiento, se superan
,dgunas paradojas planteadas por la doctrina del siglo XIX que llevan todavía hoy a pregun-
1.u e a algunos autores si las extracciones dentarias, el corte de uñas o el arreglo de cabellos
11ponen actos atentatorios contra el derecho a la integridad física. La respuesta negativa a
di has preguntas parece hoy día indiscutible: el derecho a la integridad física se encuentra
ubordinado a la vida propiamente dicha. En consecuencia, las intervenciones higiénicas o
quirúrgicas deben ser analizadas como lo que son: actuaciones subordinadas a la subsisten-
' i o, si se prefiere, mejor calidad de vida de las personas.
Mayores dificultades origina la polémica sobre la negativa de algunas religiones a reci-
bir transfusiones de sangre amparándose en la libertad religiosa (art. 16 CE), aun cuando
l 1 conclusión determine riesgo la vida de las personas que pertenecen a esos credos. A fina-
l s del año 2014, un Juzgado de Guadalajara, en sentencia de 8 de noviembre, tuvo oportu-
nidad de analizar la jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre el conflicto entre la libertad
r ligiosa y de conciencia del paciente y el derecho a la vida, contemplando las excepciones
que limitan la libertad personal, como son la protección de menores o quienes carecen de
apacidad para expresar su consentimiento informado y la protección de la salud pública
y los derechos de los demás ciudadanos. No obstante, considera el Juzgado que, en el caso
particular, no concurre ninguna de estas excepciones al consentimiento, por lo que, estan-
do el paciente (testigo de jehová) en pleno uso de sus facultades cognitivas y volitivas, no está
justificada la imposición obligatoria de la transfusión sanguínea, debiendo respetarse lavo-
luntad del paciente de no prestar su consentimiento a la intervención médica.
encefálica de la actividad cardiorrespiratoria. Dicho Real Decreto 2070/ 1999, a su vez, fue
~erogado por el Real Decreto 1723/ 2012, de 28 de diciembre. Tales disposiciones legisla-
tivas toman como idea motriz que el altruismo y la solidaridad que deben caracterizar las
relaciones sociales conllevan la permisividad y licitud de la cesión de órganos siempre que
se respeten los principios legales en la materia, que básicamente son los siguientes:
l) Finalidad terapéutica o científica de la cesión de órganos o elementos fisiológicos.
2) Carácter gratuito de la cesión, con la evidente finalidad de evitar la indignidad de
1ª comercialización de órganos vitales.
3) Confidencialidad y protección de datos: ni los donantes ni sus familiares podrán
co~ocer la identidad del receptor o la de sus familiares y viceversa. Esta limitación no será
aphcable a los directamente interesados en el trasplante de órganos de donante vivo entre
personas relacionadas genéticamente, por parentesco o por amistad íntima.
4) El donante ha de ser mayor de edad, gozar de plenas facultades mentales y de un
e stado de salud adecuado. En consecuencia, no podrá realizarse la obtención de órganos de
menores de edad, ni siquiera con el consentimiento de los padres o tutores .
. 5) Intervención judicial en el caso de donante vivo, en garantía de que el consenti-
miento a la extracción se realiza d e forma absolutamente libre y consciente, aparte de cons-
tar expresamente por escrito. El procedimiento judicial para la extracción de órganos de
1ºnantes vivos se regula en la nueva Ley 15/ 2015, de 2 de julio, de la Jurisdicción Voluntaria
arts. 78 a 80), tratando de garantizar que el consentimiento prestado por el donante sea
r~stado libre, consciente y desinteresadamente, sin que en tales expedientes sea necesaria
ª llltervención de Abogado o Procurador, sino que bastará la solicitud del donante ante el
Juez de 1ª Instancia de la localidad donde haya de realizarse la extracción o el trasplante, a
elección del solicitante.
6) Respecto de las personas fallecidas, la legislación (art. 5 LTO y art. 9 RD 1723/ 2012)
e stablece que la extracción de órganos u otras piezas anatómicas de fallecidos podrá reali-
zarse con fines terapéuticos, en el caso de que éstos no hubieran dejado constancia expresa
de s;1_ oposición. Para ello, el responsable de la coordinación hospitalaria de trasplantes de-
be~a mvestigar si el donante hizo patente su voluntad a alguno de sus familiares o a los pro-
fesionales que le han atendido en el centro sanitario, así como examinar la documentación
YPertenencias personales que el difunto llevaba consigo.
Por consiguiente, el requisito establecido legalmente radica en que la persona (hipotético o
eventual donante somos todos) haya manifestado expresamente en vida su voluntad contraria a
la cesión o extracción. De no existir oposición expresa, la extracción de órganos es lícita y posi-
te, ª~_nque la persona en cuestión no hubiera expresado nunca en vida su voluntad favorable a
ª cesion. Una vez fallecido, la voluntad de los familiares al respecto resulta intrascendente según
1~ley.Al Profesor GORDILLO el planteamiento legal de la cesión post mortem le genera escasas
simpatías por entenderlo escasamente funcional; no obstante, posiblemente la opción legislati-
~ ~ea la más adecuada a las circunstancias y valores socialmente asumidos en la materia. En defi-
mtiva, la LTO no priva a nadie de la facultad de excluir la aplicación de la norma antes transcrita
ª su futuro cadáver. Con todo, conviene observar que, en la práctica hospitalaria, la oposición
de ~os familiares a la extracción de órganos del difunto suele conllevar de facto la inaplicación del
articulo 5 LTO y, a la postre, la imposibilidad de obtención de órganos.
En esta materia, hay que tener en cuenta la modificación introducida en el artículo 4
~e la Ley 30/1979 por la ley 26/ 2011, de 1 de agosto, de adaptación normativa a la Convención
:n_ternacional sobre los derechos de las personas con discapacidad, consistente en establecer que
dsi el donante fuese una persona con discapacidad ... , la información y el consentimiento
ebe~án efectuarse en formatos adecuados, siguiendo las reglas marcadas por el principio
del diseño para todos, de manera que le resulten accesibles y comprensibles a su tipo de
Capítulo 2 Los derechos de la personalidad 23
4. LAS LIBERTADES
sona de forma tal que su libertad quede excluida de forma vitalicia (cfr., por ejemplo, art.
1.583 ce in fine).
3) La libertad de ftjación de residencia y de circulación por el territorio nacional, in-
cluyendo la entrada y salida del país, en los términos que la ley establezca (art. 19).
4) La libertad ideológica y de expresión [arts. 16 y 20.l.a)].
5) La libertad de producción y creación literaria, artística, científica y técnica art.
20.l.b); en cuanto punto de arranque de las -propiedades- intelectual e industrial.
6) La libertad de cátedra [art. 20.l.c)], desarrollada por el artículo 3 de la Ley Orgánica
8/ 1985, de 3 de julio, reguladora del derecho a la educación; por el artículo 2.º de la Ley
Orgánica 11/ 1983, de 25 de agosto, de reforma universitaria y, posteriormente, por los artí-
culos 2.3 y 33.2 de la Ley Orgánica 6/ 2001, de 21 de diciembre, de Universidades (preceptos
que no han sido objeto de modificación por la LO 4/ 2007, de 12 de abril, de Universidades).
7) La libertad informativa [art. 20.l.d)], que recibe el oportuno contrapeso en la Ley
Orgánica 2/ 1984, de 26 de marzo, reguladora del derecho de rectificación. En su virtud
«toda persona, natural o jurídica, tiene el derecho de rectificar la información difundi-
da, por cualquier medio de comunicación social, de hechos que la aludan, que considere
inexactos y cuya divulgación pueda causarle perjuicios» (art. 1) . En desarrollo de la libertad
de los profesionales de la información, la Ley Orgánica 2/ 1997, de 19 de junio, desarrolla
una denominada cláusula de conciencia a su favor.
8) Las tradicionales «libertades públicas», concretadas en el derecho de reunión y ma-
nifestación (art. 21) y de asociación (art. 22). Tras la publicación de la Constitución, el dere-
cho de reunión ha sido regulado por la Ley Orgánica 9/ 1983, de 15 de julio, modificada por
la Ley Orgánica 9/ 1999, de 21 de abril; en cambio, el derecho de asociación, incompren-
siblemente, ha seguido estando regulado en lo fundamental por la Ley 191/1964, hasta la
publicación de la LO 1/2002, cuyo análisis realizaremos en uno de los capítulos siguientes.
9) La libertad de enseñanza y de creación de centros docentes (art. 27.1 y 6).
10) La libertad de sindicación y de huelga (art. 28).
Todas las manifestaciones de la libertad que han sido objeto de reseña
constituyen sin duda alguna derechos fundamentales derivados del principio
general de la libertad, genéricamente considerada. En nuestra Constitución,
como es sabido, la libertad constituye uno de los principios inspiradores del
ordenamiento jurídico, según indica el primer párrafo del artículo primero (el
cual utiliza textualmente la expresión «valores superiores del ordenamiento
jurídico»).
Según ello, la libertad se manifiesta en todos y cada uno de los sectores sis-
temáticos del Derecho, desempeñando un importantísimo papel tanto en el
Derecho público cuanto en el Derecho privado, aunque prima facie parezca que
su concreción y funcionalidad sólo tenga relevancia en cuestiones puramente
políticas. No es así, sin embargo; ni lo ha sido desde los tiempos de la Revolución
francesa. Es más, hasta las Constituciones posteriores a la segunda guerra mun-
dial, realmente la idea de libertad individual se hizo realidad antes en los textos
legales de Derecho privado que en lo~ de Derecho público. «De este modo -
afirma lúcidamente P. CRUZ VILIALON- la libertad (al menos determinadas
libertades) ... se afirmaron en el ámbito de las relaciones privadas al margen y sin
ayuda del concepto de derechos fundamentales ».
Capítulo 2 Los derechos de la personalidad 25
5. l. Introducción
El artículo 15 de la Constitución, junto a la integridad física, considera el
erecho que tenemos todos a la integridad moral, esto es, al reconocimiento de
la propia dignidad y al respeto y consideración por parte de los demás miem-
bros de la comunidad. Tal derecho genérico se plasma y concreta en la propia
onstitución en el artículo 18.1: «Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad
personal y familiar y a la propia imagen»; precepto que, a su vez, ha sido objeto
de desarrollo por la Ley Orgánica 1/ 1982, de protección civil del derecho al ho-
nor, a la intimidad de las personas y a la propia imagen . Por su parte, los restantes
párrafos del artículo 18 de la Constitución realizan una concreción inicial de la
intimidad personal y familiar, al garantizar la inviolabilidad del domicilio (pár.
2); el secreto de la correspondencia y de las comunicaciones telegráficas y telefó-
nicas (pár. 3) y la limitación del uso de la informática (pár. 4). (La STS Sala 2. ª de
19 de noviembre de 1994, relativa a un paquete de cocaína enviado por correo
desde Colombia, propugna -a mi entender, indebidamente- la extensión del se-
creto de las comunicaciones a los paquetes postales).
La denominación oficial de la referida Ley ( «de protección civil... » res-
ponde al hecho de que el honor, la intimidad y la propia imagen se encuen-
tran también protegidos por la legislación penal, que tipifica ciertos delitos
al respecto (injuria, calumnia, allanamiento de !llorada, etc.), aunque en los
últimos tiempos -como ha resaltado el Prof. LOPEZ JACOISTE- parece ob-
servarse un cierto abandono de los procesos penales frente al incremento de
los civiles. Con todo, debe advertirse que la verdadera importancia de la Ley
Orgánica del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia
imagen radica en que, haya delito o no, las reglas indemnizatorias aplicables
a quien desconozca la integridad moral de los demás son las mismas: las esta-
blecidas en su artículo 9. \ las cuales, por cierto, se separan de las reglas ge-
nerales aplicables en materia de responsabilidad extracontractual antes de la
aprobación de la Ley Orgánica del Derecho al Honor, a la Intimidad Personal
y a la Propia Imagen.
gislativo (y dad que, con buen criterio, la Ley Orgánica del Derecho al Honor,
a la Intimidad Personal y a la Propia Imagen regula tales derechos, pero no los
defin ) pa n a ser jurídicos y, por tanto, resulta necesario concretar qué en-
ti nd 11 gislador por honor, intimidad y propia imagen.
n primer lugar, la Ley Orgánica del Derecho al Honor, a la Intimidad
P r onal y a la Propia Imagen se encarga de subrayar que las ideas sobre el honor,
la intimidad y la imagen son contingentes y variables, dependiendo del momento
y de las circunstancias sociales de cada época. A tal idea responde, creo, el artícu-
lo 2.º de la Ley, conforme al cual «la protección civil del honor, de la intimidad y
de la propia imagen quedará delimitada por las leyes y por los usos sociales, aten-
diendo al ámbito que, por sus propios actos, mantenga cada persona reservado
para sí misma o su familia». Si hubiéramos de realizar una exégesis aproximativa
de dicho precepto, deberían destacarse los siguientes puntos:
1) La esfera reservada de la persona debe analizarse prima facie en términos objetivos,
quedando excluidas las consideraciones subjetivas que cada cual tenga respecto de su ho-
nor, intimidad o imagen.
2) Los criterios generales para acceder a dicho análisis son de dos tipos: unos genera-
les y de marcado carácter objetivo; y otro de acusado cariz subjetivo.
3) Los criterios objetivos vienen determinados por las propias leyes vigentes y por los
usos sociales de carácter general. Ambos «delimitan» la protección del honor, intimidad e
imagen.
4) Junto a ellos, debe considerarse igualmente un dato de carácter subjetivo que per-
mitirá -y de hecho, ya ha permitido- a la jurisprudencia adecuar los criterios objetivos ge-
nerales a las circunstancias concretas de cada caso. Dicho elemento consiste en definitiva en
considerar que cada persona queda vinculada por sus propios actos en relación con el ám-
bito que considera reservado e íntimo. Si la persona ha decidido p ertenecer al papel cuché
o a las tertulias audiovisuales y está presente todo el día en la vida cotidiana del resto de los
ciudadanos, lógicamente está restringiendo su ámbito íntimo (aunque éste, o lo que quede
de éste, deberá ser tambié n objeto de respeto general), si se le compara con cualquier ciu-
dadano. Esta idea, creo, subyace en la ley y en la jurisprudencia sobre el tema, como iremos
viendo.
Aunque efectivamente es difícil definir el honor en términos positivos, cabe
afirmar sencillamente que se trata de la estimación y el respeto que la persona se
profese a sí misma y que le reconozca la comunidad en que se desenvuelve. Por
ello se considera que debe «abrazar todas las manifestaciones del sentimiento de
estimación de la persona (honor civil, comercial, científico, literario, artístico,
profesional, etc.) .. . », como afirmara la sentencia del Tribunal Supremo de 7 de
febrero de 1962. Desde el punto de vista negativo es más fácil identificar los actos
en cuya virtud una persona queda deshonrada, tal y como ocurre en la mayor
parte de los supuestos sometidos a conocimiento de los Tribunales, de cuyo estu-
dio cabe concluir que «la jurisprudencia, pues, sin dar un concepto teórico y ge-
neral del honor, lo identifica con la fama, consideración, dignidad, reputación,
crédito, sentimiento de estimación, prestigio, etc. ».
Capítulo 2 los derechos de la personalidad 27
por los comentarios vejatorios contra el director de comunicación del Consejo General de
Enfermería de España. Considera el Alto Tribunal que la realización de comunicaciones
públicas de las que resulte un descrédito para el afectado, en un contexto ajeno al ámbito
de interés público, e innecesarias para transmitir el mensaje relacionado con estas cuestio-
nes de interés público, no cumple la función constitucionalmente otorgada a la libertad de
expresión, por lo que no puede justificar la prevalencia de esta libertad sobre el derecho al
honor. Sobre la identificación del destinatario de unas determinadas expresiones cuando
su autor no lo mencione de una forma inequívoca, cabe apreciar la existencia de una intro-
misión ilegítima siempre que la identificación de dicho destinatario resulte posible, incluso
para las personas de su círculo más próximo, por las referencias indirectas o las circunstan-
cias concurrentes. Por tanto, dispone nuestro TS que la libertad de expresión no justifica
expresiones vejatorias centradas en la vida privada del afectado y ajenas del todo al asunto
que sí pueda ser de interés general.
Así pues, la libertad de información de los medios de comunicación prevalece sobre los
derechos al honor, intimidad y propia imagen de una persona, siempre que se den -según
ha fijado nuestro Tribunal Constitucional- dos presupuestos: la relevancia pública de la in-
formación y la veracidad de la información transmitida, entendiendo por veracidad la razo-
nable diligencia por parte del informador para contrastar la noticia aun cuando la informa-
ción, con el transcurso del tiempo, pueda ser desmentida o no resultar confirmada (SSTC
139/ 2007 y 29/ 2009) . En este sentido, se aprecia tanto la veracidad en la información como
la relevancia pública de aquellos artículos periodísticos que sacaban a la luz las circuns-
tancias en las que se había perfeccionado la contratación pública por la Administración
autonómica y, específicamente, en el seno de un partido político, habida cuenta de que la
sociedad tiene interés en conocer las circunstancias que rodean la gestión de los asuntos
públicos por parte de quienes han recibido el correspondiente mandato del que han de dar
cuenta (STS 474/ 2014, de 30 de septiembre).
Por el contrario, son muchos los casos que han llegado a nuestros tribunales en los
que falta uno de los dos presupuestos anteriores para que la libertad de información pre-
valezca sobre la intimidad. En concreto, la noticia, publicada por el suplemento de El
Mundo , sobre la concepción por medios artificiales de la pareja de un famoso actor de
cine fue considerada como atentatoria del derecho a la intimidad de la pareja de actores
en la medida en que tal información, fuera cierta o no, no se refería a un acontecimiento
social, carecía de interés público y su divulgación solo buscaba satisfacer la curiosidad
ajena (STS 3525/ 2014, de 29 de julio). Y en cuanto a la veracidad, ésta falla en la informa-
ción publicada por el periódico ABC en la que se inserta erróneamente una fotografía de
una persona al pie de una noticia, provocando que se asocie esa persona con un episodio
de corrupción de gran relevancia. El Tribunal Supremo, en Sentencia 538/ 2014, de 30
de septiembre, estima que debe darse prevalencia al derecho al honor del demandante
dado que no es veraz la información transmitida por el periódico, bajo el título "Olegario
intentó comprar los favores de 15 políticos", en la que el rostro del demandante aparece
como el de una persona investigada por corrupción en el "caso Gürtel". Respecto a la falta
de veracidad, es especialmente significativa la reciente STS 545/ 2015, de 12 de enero de
2015, en la que en un reportaje televisivo sobre terrorismo islámico, en Telemadrid, bajo
el título "Los 12 imanes de la yihad" , se atribuye, de forma individual y colectiva, hechos
falsos como participar en la yihad y ser terroristas islamistas, peligrosos, radicales o apoyar
a Al Quaeda, adoctrinar a sus fieles y convertirlos en potenciales terroristas. El TS conside-
ra que falta la veracidad de la información cuando se transmiten como hechos verdaderos
simples rumores carentes de constatación o meras invenciones; y tal es lo que se aprecia
en el presente caso, en el que no se discute el interés relevante de la información que se
Capítulo 2 Los derechos de la personalidad 31
ti I nde pero el reportaje no contrasta, por las fuentes que se citan (Fiscalía o Policía),
,p1 los demandantes participaran en esas actividades.
La STS 719/ 2018, de 4 de diciembre, considera que hay intromisión ilegítima en un
11 p rtaje de investigación grabado con cámara oculta y emitido en televisión, que denun-
c ,Iba el intrusismo profesional. Se transmitió a la opinión pública que dos médicos gene-
1,tl (licenciados en medicina general y cirugía) y que, por lo tanto, no eran especialistas
, ,1 "Cirugía Plástica, Estética y Reparadora" (denominación oficial de la especialidad tras la
11 l·orma del 2003), estaban haciéndose pasar por especialistas con la finalidad de captar a
I'• ientes a través de la clínica que regentaban para, por ejemplo, realizar implantaciones
d1• prótesis mamarias. Esta información sirvió a su vez de sustento a las opiniones y juicios
1I< valor, que se deslizaron a lo largo del programa. La información ofrecida no podía con-
d rarse veraz, al afirmarse sin ambages, de forma inequívoca, que los demandantes eran
mpostores, intrusos profesionales, y se les presentó ante la opinión pública junto con per-
nas cuyas circunstancias no eran en absoluto equiparables, y tales imputaciones, pese a su
~l vedad y potencial lesivo para la reputación de los afectados, se hicieron sin agotar la di-
1 ncia mínimamente exigible al informador. Por tanto, la información no podía conside-
1• rse un reportaje neutral, dado que la presentadora no se limitó a transmitir objetivamente
1 dicho por otro, sino que hizo suya la versión de la paciente, como si fuera la única cierta, y
lu asumió como propia, faltando, a partir de ese momento, una transmisión neutral e impar-
ial de lo dicho por otro. El hecho de que la presentadora acudiera al uso recurrente de la
1• presión "presunto" antes de la imputación de intrusismo y de los calificativos de impostor
de falso cirujano plástico debe considerarse un recurso estereotipado que en absoluto pri-
v ba de intensidad ofensiva a la información. Aunque no quepa desconocer el importante
alor de los reportajes-denuncia, tampoco puede minusvalorarse su potencial lesivo para los
el rechos fundamentales, cuando se opta por una línea sensacionalista y tendenciosa que
d ja indefensos a los demandantes, dos médicos perfectamente identificables, al señalarlos
orno sujetos de una práctica médica reprobable y destacar únicamente los casos en que su
intervención no había dado los resultados deseados.
También el conflicto entre los derechos de la personalidad referidos alcanza a Internet
onfigurando lo que podríamos llamar un "derecho al olvido digital". La STS 2010/2016,
de 5 de abril de 2016, confirma la condena a Google a indemnizar a un particular por no
r tirar datos personales del buscador. La Sala considera que Google Spain está legitimada
pasivamente para soportar la acción ejercitada por una persona afectada por el tratamiento
de esos datos personales realizado por el buscador Google en defensa de sus derechos de la
personalidad y de su derecho a la protección de datos personales. En cuanto al fondo del
sunto, el TS pondera el ejercicio de la libertad de información consistente en que los datos
obre la concesión de indultos puedan encontrarse a través de un buscador como Google,
y el respeto a los derechos al honor y a la intimidad cuando la información versa sobre el
indulto por un delito que afecta negativamente a la reputación del afectado. Al respecto,
existe un interés público en que la sociedad pueda estar adecuadamente informada sobre
los indultos otorgados por el Gobierno, la identidad de los afectados y los delitos que han
cometido. Pero, una vez transcurrido un plazo razonable, si el afectado ejercita su derecho
de oposición, el tratamiento de datos consistente en que cada vez que se realiza una consul-
ta en un motor de búsqueda generalista, utilizando el nombre y apellidos de una persona,
aparezca entre los primeros resultados el enlace a la página web donde se publica el indulto,
deja de ser lícito porque es inadecuado para la finalidad con la que se hizo el tratamiento. El
daño provocado a los derechos al honor y a la intimidad del afectado resulta desproporcio-
nado en relación al interés público que ampara el tratamiento de esos datos, cuando no es
una persona de relevancia pública, ni los hechos presentan un interés histórico. Además, el
32 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
111, gen sean lesionados en virtud de otras circunstancias que, pese a no encon-
11 111 , legalmente determinadas, han de ser consideradas intromisiones ilegítimas.
• 1elenco legal de éstas es el siguiente:
1) El emplazamiento en cualquier lugar de aparatos de escucha, de filmación, de dis-
111 tivos ópticos o de cualquier otro medio apto para grabar o reproducir la vida íntima de
1,, p rsonas.
2) La utilización de aparatos de escucha, dispositivos ópticos o de cualquier otro me-
,1 r para el conocimiento de la vida íntima de las personas o de manifestaciones o cartas
111 vadas no destinadas a quien haga uso de tales medios, así como su grabación, registro o
11 rr ducción.
En este sentido, la STS 5215/ 2014, de 20 de noviembre, considera que la grabación
11 atizada por una trabajadora de la conversación mantenida con el empleador en la puerta
rlc•I entro de trabajo, en un contexto de conflicto laboral, no constituye una intromisión
l<•gftima en el derecho a la intimidad del empleador. El TS entendió que no se había lesio-
11:1do la intimidad personal del demandante, pues utilizar una grabación sin autorización
11 licial no implica intromisión ilegítima si no va destinada al conocimiento de la intimidad
p 'onal o familiar de las personas. Por ello, el TS concluye afirmando que quien graba una
ronversación de otros atenta contra el derecho reconocido en el art. 18.3 CE; por el contrario,
q11ie n graba una conversación con otro no incurre, por este solo hecho, en conducta contraria
,ti precepto constitucional citado.
En el mismo sentido se ha pronunciado la STS 634/ 2017, de 23 de noviembre, al con-
lcle rar que el reportaje emitido en televisión y que fue grabado con cámara oculta no se
· nsidera una intromisión ilegítima ya que existen métodos de la obtención de la informa-
¡ ' n y, en su caso, de la manera de difundirla en que no queden comprometidos y afectados
o u·os derechos con rango y protección constitucional, conviniendo que el procedimiento
de la cámara oculta puede no ser ilegítimo si resulta proporcionado al interés público de
J s hechos re gistrados, pues no cabe descartar que mediante el mismo se descubran hechos
de lictivos como los casos "de corrupción política o económica, que deban ser conocidos y
transmitidos a la opinión pública con la contundencia y poder expresivo inherentes a la
grabación de la imagen y la voz" . En este caso, la información fue veraz porque el deman-
dante se atribuía unos poderes curativos, a modo de don especial, que podía generar falsas
speranzas en personas enfermas, quienes además pagaban al demandante cantidades muy
onsiderables y a las que se incitaba a alejarse de su familia y círculos más cercanos. Además,
considera el TS que es una circunstancia especialmente relevante que el propio recurrente
grabara las entrevistas con sus clientes y entregara a estos una copia de la grabación, lo que
indica que , por sus propios actos, no ponía obstáculos a la eventual difusión de su imagen.
En definitiva, la prevalencia del derecho a la información sobre el derecho a la imagen es
mayor que sobre los derechos al honor y a la intimidad, y no se discute que la información ,
incluida la gráfica, tenía interés general, al tratar de alertar de prácticas fraudulentas, enga-
ñosas, generadoras de riesgos para la salud .
Recientemente, la STC 25/ 2019, de 25 de febrero, señala que "la Constitución excluye,
por regla general, la utilización periodística de la cámara oculta en cuanto constituye una
grave intromisión ilegítima en los derechos fundamentales a la intimidad personal y a la
propia imagen". Ahora bien, "su utilización podrá excepcionalmente ser legítima cuando
no existan medios menos intrusivos para obtener la información". En esta Sentencia se re-
coge que "el método utilizado para obtener la captación intrusiva (cámara oculta) no fue
necesario y proporcionado para el objetivo de averiguación de la actividad desarrollada por
el demandante de amparo en su consulta profesional y para la realización constitucional
34 'ARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
tl,1$ e identificadas por los ciudadanos, responde a la finalidad de averiguación del delin-
111 nte, que el ordenamiento jurídico atribuye a las fuerzas y cuerpos de seguridad, como
1• 1 caso de los Mossos d'Esquadra, por lo que goza de amparo legal y no se considera una
11tromisión ilegítima en sus derechos fundamentales, tal y como sostenía el detenido cuya
lot fue publicada. Consta en el procedimiento que hubo un control judicial durante las
11v stigaciones, y la publicación solo se acordó tras varias semanas de investigaciones, en las
que no fue posible averiguar la identidad de muchos de los participantes y por un tiempo li-
111itado (un mes). En consecuencia, sostiene el TS en este fallo, la afectación de los derechos
ltindamentales del demandante resultó escasa, mientras que los beneficios para la sociedad
lu ron mayores, pues iban dirigidos a la identificación de las personas que habían participa-
d en hechos delictivos que habían supuesto graves alteraciones de la convivencia pacífica
del disfrute por los ciudadanos de sus derechos a la libertad y a la seguridad, entre otros.
Por supuesto que la LO 1/ 1982 precisa los supuestos en que la captación o
utilización de imágenes de personas famosas o personas desconocidas (o irrelevantes
J' specto de cualquier acaecimiento público) pueden resultar admisibles, repre-
. ntando así excepciones respecto de las reglas anteriormente consideradas. En
tal sentido, el artículo 8 de dicha Ley prevé una serie de categorías sobre dicha
t mática, estableciendo que:
•' tado, interpretando correctamente el interés público de" ... asegurar la con-
ivencia ciudadana, la erradicación de la violencia y la utilización pacífica de las
vías y espacios públicos, así como de prevenir la comisión de delitos, faltas e in-
fracciones relacionados con la seguridad pública" (art. 1.1), establece en su ar-
tículo 2.1 que «la captación, reproducción y tratamiento de imágenes y sonidos,
en los términos previstos en esta Ley, así como las actividades preparatorias, no
se considerarán intromisiones ilegítimas en el derecho al honor, a la intimidad
personal y familiar y a la propia imagen».
Cuestión diferente es la instalación de cámaras de videovigilancia por particulares, por
ejemplo desde su vivienda, enfocando la vía pública. El TJUE, en sentencia de 11 de diciem-
bre de 2014, tuvo ocasión de pronunciarse sobre un caso en el que un ciudadano instaló y
utilizó un sistema de videocámara situado bajo los aleros del tejado de su vivienda familiar
para proteger los bienes, la salud y la vida de los propietarios de la v.ivienda. La cámara, ins-
talada en una posición fúa en la que no podía girar, filmaba por tanto no sólo imágenes de
la entrada de la propia vivienda, sino también de la vía pública y de la entrada a la vivienda
situada enfrente. Las imágenes se almacenaban en un dispositivo de grabación continuada y
ello no debía considerarse, según el TJUE, una actividad exclusivamente personal o domés-
tica y, por tanto, podría vulnerar la protección de los datos personal,es de los viandantes o de
otros vecinos .
La STS 13/ 2018, de 12 de enero, anula la condena por intromisión en el derecho al
honor de un entrenador de gimnasia denunciado por abusos sexuales a menores cuando
el delito ya había prescrito. Considera el TS que para que una vulneración en el honor,
como la que supone la imputación de haber cometido abusos sexuales en personas meno-
res de edad, resulte legitimada por el ejercicio de la libertad de información, se requiere la
concurrencia de los requisitos de la relevancia pública de los hechos sobre los que versó la
información y la veracidad de tal información y, en este caso, el hecho de que la denuncia
se presente cuando el supuesto delito ha prescrito y por tanto no pueda condenarse penal-
mente al supuesto autor de los abusos sexuales no supone que la conducta de quien de-
nuncia públicamente los hechos pueda ser considerada maliciosa, en especial en este tipo
de delitos en los que puede pasar mucho tiempo porque la víctima debe superar el trauma
sufrido, más aún cuando se trata de una persona menor de edad.
6. LA INDMDUALIDAD DE LA PERSONA
11 • •como una derivación concreta del derecho a la propia imagen. Con todo,
1•m jante argumentación resultaría excesivamente forzada y lo más seguro es
1,ncluir que el derecho al nombre puede considerarse en nuestro sistema jurídi-
1 o orno un atributo de la personalidad, pero que carece del rango especialísimo
d( derecho fundamental.
En España la identificación de la persona se realiza mediante la existencia del
11 mbre propio, estrictamente dicho, o nombre de pila, y los apellidos correspon-
tl i ntes a ambos progenitores (encomiable rasgo peculiar de nuestro ordena-
111i nto, pues en general todos los sistemas han respetado únicamente el apellido
d I padre).
La regulación de tales aspectos se encuentra en la Ley del Registro Civil, cuyo estudio
ll rdaremos en uno de los capítulos siguientes, en los que se desarrollará la materia. No
11bstante, conviene advertir ya que tanto la cuestión del nombre cuanto la de los apellidos
hu sido objeto de una profunda reforma por la Ley 40/ 1999, (y, después, de modificaciones
li1 nores por la L.O. 1/2004, de violencia de género, y la Ley 3/ 2007, sobre mención del sexo de las
/Jersonas), que consideraremos con el debido detalle en los correspondientes epígrafes de-
di adosa sendas cuestiones (nombre y apellidos) en el capítulo 8 de esta obra. Finalmente
1 beríamos destacar que la Ley de 8 de junio de 1957 del Registro Civil y la Ley 38/ 1998,
(\ 28 de diciembre, de Planta y Demarcación Judicial, han sido derogadas por la nueva Ley
/ 2011, de 21 de julio, del Registro Civil cuya entrada en vigor (salvo algunos artículos que
a han ido entrando en vigor sucesivamente) ha sido finalmente pospuesta hasta el 30 de
junio de 2020, por establecerlo así la Ley 5/ 2018, de 11 de junio.
6.2. El seudónimo
Como es sabido, el prefijo seudo (hasta no hace mucho, escrito en castellano pseu-
do, como en griego) significa falso. Por tanto, el seudónimo es, sencilJamente, un
nombre falso, distinto al verdadero, utilizado normalmente por los autores literarios
n tiempos de censura o de falta de libertades. En el Diccionario de la Real Academia
d la Lengua, las distintas acepciones del término se encuentran todas ellas referidas,
t davía a los autores literarios en sentido estricto. Sin embargo, desde hace tiempo,
la utilización del seudónimo es una práctica que se ha ido extendiendo a otros gru-
pos de personas más amplios (o colectivos, se dice hoy) que, por tener relevancia
pública, desean una de dos: reservar su identidad personal para su vida privada; o
acudir a una identificación personal más llamativa que la verdadera. Así, autores lite-
rarios aparte, recurren igualmente al seudónimo un sinnúmero de creadores en senti-
do amplio: cantantes, actrices y actores, decoradores, peluqueros ...
La relativa generalización social del seudónimo no encuentra correspondencia en nues-
Lro Derecho positivo, en el que la contemplación del tema es muy limitada:
- Por una parte, la LRC-1957 establecía que estaba prohibida la conversión en nombre
de los seudónimos (art. 54.2), pero en su redacción actual, establecida por la Ley 3/ 2007,
ha desaparecido tal referencia. La nueva LRC de 2011 omite igualmente toda mención del
·eudónimo. Con todo, como es natural, semejante estado normativo en absoluto va a impli-
car la desaparición de su uso, bastante generalizado, pues es sabido que autores, músicos,
modistas, peluqueros, decoradores . .. de renombre prefieren utilizar seudónimos llamativos
38 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
antes que su propio nombre oficial que dejan en el olvido frente al seudónimo que, muchas
veces, suelen incluso registrar como marca o nombre comercial.
- Por otra parte, la vigente Ley de propiedad intelectual, en su artículo 6, contiene
alguna indicación relativa a las obras (literarias, artísticas o científicas) divulgadas bajo seu-
dónimo, estableciendo que, mientras el autor no revele su identidad, el ejercicio de los
derechos de autor corresponderá a quien haya divulgado la obra (si lo ha hecho con el con-
sentimiento del autor, claro).
Por tanto, resulta obvio que la utilización de seudónimos es perfectamente lícita y ad-
misible para nuestro ordenamiento jurídico, siempre y cuando el seudónimo no pretenda
suplantar o excluir al nombre propiamente dicho en actos de naturaleza oficial o admi-
nistrativa. Se trata, pues, en cierto sentido de un ámbito más de libertad de la persona; la
cual, mediante la reiteración en el uso del seudónimo, puede acabar siendo conocida por la
generalidad e incluso por las generaciones futuras por el seudónimo y no por su verdadero
nombre (piénsese, por ejemplo, en literatos o en toreros de hace unas décadas).
Siendo así, parece natural que si la individualidad de la persona acaba identificándose
con el seudónimo, éste merezca ser protegido jurídicamente en alguna medida, para evitar
homonimias innecesarias y situaciones abusivas. Dicha protección consiste, según la mayo-
ría, en equiparar el seudónimo al nombre; afirmación a mi juicio excesiva, aunque fuera
por un solo dato (pero incontestable): cualquiera puede exigir de los demás que le llamen
por su nombre, pero no por su seudónimo.
Por lo demás, no cabe duda de que el seudónimo no es, en modo alguno, un derecho
de la personalidad; mucho menos un derecho fundamental. Es sencillamente una situación
fáctica que merece ser protegida frente a situaciones abusivas de terceros que pretendan sa-
car provecho o beneficio del seudónimo consolidado por cualquier persona, en aplicación
del principio general del derecho de exclusión del enriquecimiento injusto o, según propone
DÍEZ-PICAZO, injustificado.
1 e, pues, que jurídicamente hablando los títulos nobiliarios siguen formando parte del
ordenamiento jurídico español.
Curiosamente y en contra de lo apuntado en el párrafo anterior, en los últimos años, el
1rtfculo 14 de la Constitución ha sido utilizado ante el Tribunal Supremo en pkitos entre no-
lile , argumentando que la sucesión tradicional en los títulos nobiliarios, en base al principio
d masculinidad, atenta contra la igualdad entre hombres y mujeres. El Tribunal Supremo
adicionalmente había mantenido los criterios históricos sin asomo alguno de discusión
bre el particular, pero posteriormente, a partir de mediados de 1987, en reiteradas ocasio-
11 s (siendo Ponente de las primeras sentencias el Profesor LÓPEZ VILAS durante el trienio
n que desempeñó plaza de Magistrado) estableció que la sucesión nobiliaria debía corres-
( nder por igual a hombres y mujeres.
La cuestión, interesante, no puede desarrollarse con detenimiento en esta exposición
( fr. SSTS de 20 de junio de 1987, de 27 de julio de 1987, 28 de abril de 1989, 21 de diciem-
bre de 1989 y 22 de marzo de 1991), aunque conviene subrayar que pese a la reiteración de
l. jurisprudencia del Tribunal Supremo, la sentencia del Tribunal Constitucional número
126/ 1997, de 3 de julio, se h a pronunciado en el sentido de que la primacía del sexo mas-
ulino en cuanto regla histórica que asienta sus raíces en los siglos medievales, no puede
onsiderarse inconstitucional.
Así pues, apenas transcurrida una década desde el cambio de criterio jurisprudencia!, el
n ·ibunal Supremo se vió abocado a proceder a un nuevo giro en la materia, adecuando su
doctrina a la propia del Tribunal Constitucional y, en particular, a la naturaleza m e ramente
honorífica de los títulos nobiliarios en los que insiste de forma particular la STC 126/1997.
Por consiguiente, tanto el Tribunal Constitucional cuanto el Supremo (SSTS de 11 y 25 de
noviembre de 1997 y cuantas le siguen) insisten en que en materia de títulos nobiliarios
~el planteamiento sucesorio es distinto a las normas sucesorias del Código Civil», debiendo
regirse por las determinaciones de la Real Carta de Concesión y por la «sucesión regular de
1 s títulos nobiliarios», y, «en particular, la Partida 2.15.2, de la que deriva la regla o criterio
de la preferencia del varón sobre la mujer en igualdad de línea y grado aplicable en virtud
de lo dispuesto en el artículo 13 de la Ley de 11 de octubre de 1820 y el artículo 1 de la Ley
de 4 de mayo de 1948».
Curiosamente y como si se tratara de una cuestión de interés general para el conjunto
de la ciudadanía española, una de las primeras iniciativas legislativas del Gobierno presi-
dido por D. José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2008) estuvo destinada a la cuestión que
venimos considerando y se materializó en la Ley 33/2006, de 30 de octubre, sobre igualdad
del hombre y la mujer en el orden de sucesión de los títulos nobiliarios.
La explícita ratio legi,s de dicha disposición estriba en conseguir la "plena igualdad
del hombre y la mujer en todas las esferas jurídicas y sociales" tal y como se reconoce
en la Convención para la eliminación de todas las formas de discrimin ación contra la
mujer, adoptada en Nueva York el 18 de diciembre de 1979, y ratificada por España en
1984.
Por ello, afirma el último párrafo de la exposición de motivos que "el principio de plena
igualdad entre hombres y mujeres debe proyectarse también sobre las funciones meramen-
te representativas y simbólicas, cuando éstas son reconocidas y amparadas por las leyes. Los
sucesivos poseedores de un título de nobleza perpetuo se limitan a mantener vivo el recuer-
do de un momento de nuestro pasado histórico. Es justo que la presente Ley reconozca que
las mujeres tienen el mismo derecho que los varones a realizar esta función de representar
simbólicamente a aquél de sus antepasados que, por sus méritos excepcionales, mereció
ser agraciado por el Rey". Eso sí, como ya hemos adelantado, la primogenitura continúa
siendo criterio hábil para la determinación del mejor derecho al título nobiliario. Por tanto,
40 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
da igual ser varón o mujer, fémina u hombre, pero eso sí, hay que contar con el favor de la
primogenitura.
De otra parte, para finalizar este punto, conviene recordar que en algún caso el Tribunal
Supremo ha considerado aplicable el artículo 7.º.6 de la LOHIP (textualmente referido al
nombre) a los títulos nobiliarios. Así, la sentencia del Tribunal Supremo del 26 de enero de
1990 considera que la utilización del título nobiliario «Marqués de Bradomín» (existente
en la realidad, aunque inicialmente fuera sólo un personaje literario de VALLE-INCLÁN)
para designar una marca de vino implica una intromisión ilegítima que es protegible por el
derecho a la imagen.
1¡11 el ejercicio de la patria potestad respecto de los hijos menores, calificado de forma uná-
11 m como personalísimo, no es considerado por nadie como derecho de la personalidad.
En cuanto derechos personalísimos, los derechos de la personalidad gozan de una serie
,1(aracterísticas generales a dicha categoría que suelen enunciarse recurriendo a las ideas
w·nerales de inalienabilidad, indisponibilidad, irrenunciabilidad e imprescriptibilidad.
7.4. La extrapatrimonialidad
Otra de las características fundamentales de los derechos de la personalidad consiste
n su extrapatrimonialidad, en cuanto, en sí mismos considerados, deben ser excluidos «del
omercio de los hombres» (cfr. art. 1.271 CC), porque carecen de valoración económica
oncreta. Es decir, su reconocimiento por el ordenamiento jurídico parte de la base de que
su finalidad no estriba en incrementar el patrimonio del sujeto de derecho que ostenta su
titularidad, sino en reconocer ámbitos de seguridad y de libertad necesarios para el desarro-
llo personal.
Por ende, la falta de valoración económica implica que los derechos de la personalidad
no pueden ser objeto de expropiación (cfr. el art. 1. de la LEF), ni de embargo, ni de ejerci-
cio por otro (art. 1.111 CC); ya que nada aportarían a un tercero y, sin embargo, privarían al
titular de facultades inherentes a la persona que el sistema jurídico considera indisponibles.
La referida nota de extrapatrimonialidad de los derechos de la personalidad, indiscu-
tible en términos técnicos, encuentra en la práctica un talón de Aquiles sumamente co-
nocido: el hecho de que muchas personas (aunque, por fortuna, no la mayoría) «cedan»
algunos de sus derechos de la personalidad a cambio de una contraprestación cualquiera
(normalmente ,jugosa cantidad de dinero). Tal realidad, innegable, cuestiona seriamente la
vivencia efectiva de la característica estudiada, pues, además, socialmente no se encuentra
generalizada la idea de que comerciar con la intimidad o la propia imagen, por ejemplo,
atente contra el orden público, como parece suponer el propio sistema jurídico. ¡El becerro
de oro entierra incluso al propio yo de quienes caen en sus tiernas lanas!
CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
!Idas a través d e Twitter, condena al autor d e tales expresiones atentatorias contra el derecho
,11 honor a una indemnización de 4000 euros por daño moral y, además, a eliminar de su
p rfil de Twitter los comentarios lesivos, así como, a publicar el fallo de la sentencia a través
ti su propia cuenta twittera, mediante la transcripción d el fallo en un tweet, usando una
h rramienta creada al efecto para aumentar el número de caracteres p ermiúdos, publicán-
lolo durante 30 días en determinado horario de mañana y en otro de tarde. Por su parte,
la STS 4836/ 2016, de 10 de noviembre, conden ó a Radiotelevisión de la Región de Murcia
: indemnizar con 25.000 euros a una mttjer, vícúma de violencia de género, por entender
que se había vulnerado su derecho a la inúmidad y a la p ropia imagen, al haber emiúdo en
un informaúvo un conjunto de datos que permitían idenúficarla, en concreto, la imagen d e
u cara, el nombre de pila y la ciudad donde se produjeron los hechos. La demandante con-
sideró vulnerados sus derechos por el contenido de dos informativos de la televisión mur-
iana que se emiúeron el 16 de junio de 2009, en los que se informó del juicio oral que se
eguía en aquellas fec h as contra la expareja de la mujer por delitos de malos tratos y otros,
de los que ella era vícúma.
Debe subrayarse que las acc iones protectoras frente a las intromisiones ilegitimas en
1 s derech os de la personalidad tienen un plazo estricto de caducid ad : en concreto, el
tales acciones caducarán transcurridos cuatro años desde que el legiúmado pudo ejerci-
tarlas (art. 9.5 LOHIP) .
CÁMARAS DE VIDEOVILIGANCIA
El pasado mes de febrero fueron instaladas en la madrileña calle de la Montera unas cámaras de
videovigilancia por parte de los cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado para prevenir la comisión de
posibles delitos en esa "agitada" zona de la capital de España. Los vecinos del barrio se sienten espiados
y consideran que se vulnera su derecho a la intimidad.
¿Cree usted que tienen razón? Razone la respuesta.
DONACIÓN DE ÓRGANOS
Mario Castaño, de 50 años, casado y padre de dos hijos, un buen día cuando acudía al trabajo tiene
un grave accidente y es llevado de inmediato al hospital. A consecuencia de las graves heridas cerebra-
les, fallece a las pocas horas. El personal sanitario registra sus pertenencias entre las cuales encuentra
un carnet de donante. Pese a todo, los facultativos que le atendieron tratan de localizar a la familia para,
entre otras cosas, solicitar el permiso para proceder a la extracción de los órganos. Consiguen localizar a
su esposa que se niega rotundamente a que el cuerpo de su marido sea manipulado. Los médicos tratan
de convencerla por todos los medios, pero sin resultado. Ante tal situación, resignados no extraen ningún
órgano a Mario. ¿Cree usted que ésta es una situación legal?
DONACIÓN DE RIÑÓN
Tras conocer que su hermano mayor, Roberto, necesita urgentemente un trasplante de riñón para
poder sobrevivir, Miguel Díaz Martínez expresa y firma seguidamente un documento hospitalario de cesión
de uno de sus riñones para que sea implantado a su hermano. El problema es que Miguel, aunque ya es
46 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
un chicarrón y un magnífico deportista, con una forma física envidiable, todavía no tiene 18 años y los
responsables del hospital le preguntan a Vd. si no deberían autorizar semejante donación sus padres, si es
que no existe algún requerimiento complementario más.
Rafa Orozco es una joven promesa de la canción española que vive en Madrid aunque pasa los vera-
nos en su pueblo natal, Villaconejos. Un buen día, desayunando en el bar del pueblo se encuentra con que
en la portada de VíllaDiario, el periódico local, sale publicada una foto suya de una actuación musical del
verano pasado en los festejos del pueblo, dentro del recuadro de un anuncio que promociona los famosos
melones de Villaconejos. Rafa se queda perplejo, dobla el periódico y se lo mete en el bolsillo y, cabizbajo,
nos pregunta qué puede hacer.
PLEITOS DE NOBLES
Bonifacio De la Cuadra Mayor es el segundo hermano de los tres que tuvo el Marqués de la Cuesta
Arriba. Al fallecer su padre, y dado que él era el ojito derecho del Marqués, pretende que el marquesado
sea ostentado por él. Su hermano pequeño no tiene ningún problema, ya que reconoce que él es el digno
sucesor del título, pero su hermana mayor, Petronila, no está de acuerdo y no se lo pondrá nada fácil.
¿Quién cree usted que tiene razón? Razone jurídicamente su respuesta.
CAPÍTUL03
LA CAPACIDAD DE OBRAR: LA EDAD Y EL SEXO
""11 I , .,d n de edades», dada la dificultad del tema, que debería ser abordado, sin embar-
140, vez culminada la aproba ión de la Constitución y dejando a cada una de las ramas
11nt1
d1°I I recho el establecimiento de la edad capacitadora del libre desenvolvimiento de la
1 r: na en la actividad so ial por aquélla regulada. Naturalmente, para apostillar dichos
'\rgumentos se insistía sobremanera en el carácter rígido de nuestra Constitución (superrí-
gida, según otros) y se argumentaba con la hipótesis de que resultaría cuanto menos asom-
broso tener que reformar la Constitución por mor de una simple cuestión cronológica.
Sin embargo, la constitucionalización de la mayoría de edad merece un juicio franca-
mente positivo y la «originalidad» de nuestra Constitución (aunque nacida, como hemos
visto, por razones coyunturales) quizá merezca la fortuna de ser modelo de textos constitu-
cionales futuros. El tiempo lo dirá.
En la historia jurídica reciente, las Constituciones se han ido convirtiendo en textos
cada día más completos y variopintos. La larga metamorfosis de las viejas Declaraciones de
Derechos hasta nuestras actuales Constituciones han venido caracterizadas por la notoria
ampliación objetivo-material de los textos constitucionales (y, en ese sentido, la Constitución
española de 1978 es particularmente significativa) y, a la postre parece haberse llegado al
convencimiento de que cualquier extremo social de importancia merece al menos una re-
ferencia constitucional. Pues bien, desde este punto de vista, nadie negará la trascendencia
del establecimiento del momento temporal en que se produce la independencia personal
(¿o es que tiene mayor importancia objetiva, por ejemplo, el llamado «derecho de funda-
ción» recogido en el art. 34?), sin necesidad de entonar canto retórico alguno a la adquisi-
ción de la capacidad de obrar.
Finalmente, es acertada la regulación constitucional de la mayoría de edad atendiendo
a la coherencia interna del Ordenamiento jurídico. Por lo general, se ha aceptado siempre
como un paso adelante la concepción codificadora de fijar una mayoría de edad frente a las
múltiples edades capacitadoras o habilitadoras características del ancien régi,me.
Ubicada, no obstante, la mayoría de edad en los Códigos Civiles, la vocación de gene-
ralidad de la misma comienza a perder su significado propio desde el momento en que la
aparición de nuevas ramas del Derecho y sus consiguientes textos legislativos optan por
señalar barreras cronológicas de capacitación no coincidentes con la mayoría de edad gene-
ral establecida en el Código Civil. El fenómeno, como ya hemos visto, resultaba en nuestro
ordenamiento particularmente significativo si se consideraban las disposiciones penales, la-
borales y administrativas,justificando la afirmación de que la mayoría de edad, en cuanto es-
tado civil de las personas, no dejaba de ser en gran medida un huidizo espejismo, por mucho
que se insistiera en tal calificación técnica. Conocida semejante evolución y dado el carácter
de ley de leyes que tiene la Constitución (y, por consiguiente, su eficacia absolutamente
general), la ftjación de una mayoría de edad con vocación de generalidad debe enjuiciarse
positivamente.
2. LA MINORÍA DE EDAD
Tradicionalmente la exposición de este punto solía comenzar resaltando que
el menor de edad era total y absolutamente incapaz (término que conviene no
confundir con incapacitado, como en seguida veremos) para realizar actos con
eficacia jurídica. A dicha conclusión avocaba la consideración del artículo 1.263.1
del Código Civil, conforme al cual «no pueden prestar consentimiento ... los me-
nores no emancipados». Dicha norma, inserta en la regulación de la capacidad
contractual, se elevaba a regla general en relación con la capacidad del menor,
Capítulo 3 La capacidad de obrar: La edad y el sexo 51
LA EMANCIPACIÓN
Por ello, la mejor doctrina ha lamentado que la Ley 11/1981 no planteara la cuestión
en términos precisos distinguiendo de una vez por todas la mayor edad y la emanci-
pación como instituciones diversas (así, L. PUIG FERRIOL), tal y como se deduce de
la situación jurídica o posición que generan respectivamente m_ia y otra:
A) La mayoría de edad atribuye de forma automática la plena capacidad de
obrar a quien la alcanza, como ya sabemos, sin que coloquial o intuitivamente
nadie dice que su hijo «se ha emancipado por mayoría de edad», sino que «es
mayor de edad» a secas.
B) La emancipación propiamente dicha sitúa al menor emancipado en una
posición intermedia de capacidad entre el menor propiamente dicho y el mayor
de edad, como en seguida veremos.
Hoy día, reconocida una cierta capacidad limitada al menor y rebajada lama-
yoría de edad a los dieciocho años, la operatividad y necesidad de la emancipa-
ción es sin duda claramente marginal y se dará con escasa frecuencia, en compa-
ración con épocas anteriores (en las que, también, ha desempeñado un papel de
escasa relevancia práctica).
le supuesto el menor emancipado podía llegar a serlo antes de los 16 años, dada la posibi-
Hdad de dispensa de edad para la celebración del matrimonio contemplada en el artículo
.2 del Código Civil, hasta la aprobación de la Ley 15/ 2015, de jurisdicción voluntaria, que ha
<l rogado también -desde nuestro punto de vista, con buen sentido- dicha dispensa de edad.
4.1. Introducción
El sexo ha sido considerado tradicionalmente como una de las causas modificativas d e
1, capacidad de obrar, en el sentido de que las diferencias existentes entre hombre y mujer
hacían aconsejable restringir la libre iniciativa d e esta última. El sexo masculino, por des-
CARLOSLASART ( '11111p •11dlo de Derecho de la Persona y del Patrimonio
l'undaba en la igualdad de sexos (art. 43) y la admisibilidad a los empleos y cargos públicos de
t dos los españoles, según mérito y capacidad y sin distinción de sexo (art. 40).
Por obvias razones, no fue mucho lo que pudo hacer la República en desarrollo de tales
preceptos constitucionales, si bien el último de los artículos citados constituyó el punto de
partida para establecer, a través de diversos Decretos, algunas conquistas parciales para la
mujer (por muy nimias que hoy día parezcan): que pudiera presentarse a las oposiciones
,l Notarías y Registros (29 de abril de 1931), a los Cuerpos Técnicos de Prisiones (29 de
tubre de 1931), a las Secretarías de los Tribunales de Justicia (19 de mayo de 1932) , que
pudiera ejercer libremente la profesión de Procurador de los Tribunales, etc.
ahora, el marido ve limitada su libérrima actuación a través de diversos controles que esta-
blece la nueva redacción del artículo 1.413.
2. Ley de 22 de julio de 1961: Retocada después, si bien levemente, por la Ley de 28 de
diciembre de 1966, es una disposición de ámbito general de gran importancia, en la que se
reconoce a la mujer (casada o no, aunque para la primera todavía se mantiene la necesidad de
la licencia marital) los mismos derechos que al varón para el ejercicio de toda clase de activi-
dades políticas, profesionales y de trabajo. En su artículo 4.0 .2 sienta ya, de forma tajante, que
«las disposiciones laborales reconocerán el principio de igualdad de retribución de los traba-
jos de valor igual; precepto que, años después, se ve confirmado y desarrollado por el Decreto
de 20 de agosto de 1970, regulador de los derechos laborales de la mujer casada.
3. Ley de 22 de julio de 1972: Fija la mayoría de edad en los veintiún años para hombre
y mujer, la cual a partir de dicho momento podrá dejar la casa paterna, aunque su proyecto
de inmediato futuro no sea casarse, ni tampoco entrar en convento.
4. Ley de 2 de mayo de 1975: A pesar de que el Ministro de Justicia a la sazón no fuera
un encendido partidario de la equiparación entre ambos sexos, como evidenció al presen-
tar el proyecto de Ley a las Cortes, lo cierto es que esta Ley introduce sustanciales reformas
en el Código Civil y en el de Comercio. De un lado, al regular el domicilio, la nacionalidad
y los derechos y deberes recíprocos entre los cónyuges, la mujer deja de ser considerada
como un mero satélite del marido. De otra parte, tanto respecto de la capacidad de obrar en
general (regulada en el CC), cuanto para actuar como comerciante (aspecto regulado, cla-
ro en el CCom), la mujer casada deja de estar supeditada a la eterna licencia o autorización
marital ya referida antes. Esto es, en las materias señaladas queda situada la mujer en plano
de igualdad con el hombre, sin necesidad de solicitar continuamente la anuencia de éste
para la realización de un buen número de actos jurídicos.
Pero la equiparación se produce sólo en los márgenes vistos y no obsta a que, todavía a fina-
les de los setenta, sigan existiendo discriminaciones de hecho y de derecho en el tratamiento de
ambos sexos y ciertas normas de protección femenina de acusado cariz paternalista (fundamen-
talmente, en el campo del Derecho penal). Se demuestra así que las disposiciones legislativas
apenas vistas han sido reformas parciales coyunturales que, como el «parcheo» de las carreteras,
sólo limaban las discriminaciones más «irritantes», pero no atajaban el fondo de asunto.
5. REFERENCIA A 1A TRANSEXUALIDAD
Descrita sumariamente, la transexualidad puede identificarse con la convicción de algu-
nas personas que, de manera persistente y continuada, entienden pertenecer al sexo opues-
to a sus condiciones biológicas o de nacimiento. Aunque todavía no se encuentran muy
definidos ni siquiera los términos gramaticales para referirse a las cuestiones con ella rela-
cionadas, parece que el término transexual o transexualidad (popularizado hacia la mitad
del siglo XX por el endocrinólogo H. Benjamín) se va imponiendo, frente por ejemplo a la
disforia de género (en definitiva, falta de concordancia entre la identidad de género psíquica-
mente vivida por alguien y el sexo biológico propio), incluso entre las personas que forman
parte activa de la denominada comunidad de personas transexual,es.
Así las cosas, a nadie asombrará que hasta tiempos bien recientes el tema haya sido objeto
de análisis por parte de los tribunales de justicia. En nuestro caso, la STS pionera en el tema
fue la 436/1987, de 2 de julio, en la que nuestro Alto Tribunal declaró que, ante la falta de una
norma expresa que contemplara las consecuencias jurídicas de la transexualidad, debía admi-
tir, basándose en el artículo 10.1 CE, que las personas transexuales, quirúrgicamente opera-
das, pudieran cambiar su nombre y mención de sexo en el Registro Civil aunque no obstante
ello no podrían casarse con personas de su mismo sexo cromosómico, por considerar que se
trataría de un matrimonio homosexual en tal eventualidad (entonces radicalmente prohibido
y solo permitido tras la Ley 13/ 2015, de 1 de julio).
Dicho ello, desde el punto de vista jurídico, tras la promulgación de la Ley 3/2007, de
15 de marzo, relativa a la rectificación registra[ de la mención del sexo, la constancia registra! de
cambio de sexo no requiere una previa cirugía de reasignación sexual y basta con acreditar
mediante la presentación de un informe médico o psicológico que se sufre disforia de género,
es decir, disociación entre el sexo cromosómico y el que siente como propio; sentimiento
de disociación que debe ser permanente y no deberse a un mero y pasajero trastorno de la
personalidad. De otro lado, el solicitante debe acreditar que ha sido tratado médicamente
durante, al menos, dos años para ajustar sus características físicas a las correspondientes al
sexo reclamado.
La rectificación registra! del cambio de sexo permitirá a las personas ejercer todos los
derechos inherentes al nuevo sexo registrado y, en concreto, el de contraer matrimonio con
una persona de su mismo sexo cromosómico, si bien este efecto ha perdido relevancia desde
la entrada en vigor Ley 13/2015 al permitirse contraer matrimonio entre personas del mismo
sexo. El cambio de sexo no alterará la titularidad de los derechos y obligaciones jurídicas que
pudieran corresponder a la persona con anterioridad a la rectificación registra! del cambio de
Capítulo 3 La capacidad de obrar: La edad y el sexo 63
11 1i bien el interés del menor puede modular el derecho del transexual a relacionarse con
11 hijos. Tal fue el caso enjuiciado por la STC 176/ 2008, de 22 de diciembre, al considerar
1 1111 titucional la restricción del régimen de visitas acordado inicialmente a favor de un padre
11111 posteriormente se somete a una cirugía de reasignación sexual, convirtiéndose en mujer.
l lh ha limitación se fundamentó en informes periciales psicológicos que encontraban eleva-
,t, 1 ri sgos para la integridad psíquica del n iño debido a la inestabilidad emocional de quien,
111 inariamente, fuera su padre. Tal resolución fue confirmada por el Tribunal Europeo de
l h•1 chos Humanos, en una sentencia de 30 de noviembre de 201 O.
Respecto del cambio de nombre de un menor transexual, a falta de una normativa que
11 p rmita solicitar la sustitución d e su nombre registra! por un nombre acorde con el sexo
-• 11 lido, la Instrucción de la DGRN de 23 de octubre de 2018, permite hacer coincidir el
1111mbre asignado con el sexo sentido por el menor transexual, a petición de sus padres,
,111uando conjuntamente, o de quienes ejerzan la tutela sobre los mismos.
Esta petición será atendida en el Registro Civil con tal de que, ante el Encargado del
1 c•gistro Civil, o bien en documento público, los representantes del menor declaren que el
11 1I mo siente como propio el sexo correspond iente al nombre solicitado de forma clara e
11 ontestable. La solicitu d será tam bién firmada por el menor si tuviera más de doce años.
i el menor tuviera una edad inferior deberá en todo caso ser oído por el Encargado del
1 gistro Civil, mediante una comunicación comprensible para el mismo y adaptada a su
l'dad y grado de madurez.
h. SUPUESTOS PRÁCTICOS
MINORÍA DE EDAD
Julia, peluquera del barrio, envía a su hijo Pedrito, de 14 años, a cobrar una factura de escasa entidad a
casa de su clienta Juana del Río, quien en las últimas tres visitas a la peluquería no ha pagado ni un céntimo.
Pedrito cobra íntegramente el importe adeudado pero, tras encontrarse con algunos amigos, se lo
gasta alegremente tomando unos refrescos y snacks en un salón de juegos.
Julia, mater amantísima, aunque riñe un poco a Pedrito, pretende que Juana le vuelva a pagar, ale-
gando que el pago ha sido nulo dada la minoría de edad de Pedrito.
¿Cómo enfocaría Vd. la solución del caso?
María es una chica de 16 años que convive con su madre viuda, quien lógicamente, ejerce la patria
potestad; la madre de María, Dª. Rosario, convive desde hace unos meses con un hombre con el que
64 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
María tiene muchos problemas, pues no acepta que su madre haya rehecho su vida amorosa olvidándose
de su padre.
Por ello recurre a usted para que le asesore respecto de lo que puede hacer para poner fin a tan des-
agradable convivencia.
EMANCIPACIÓN
Basilio tiene diecisiete años y ha dejado la casa paterna para independizarse, aprovechando que ha
comenzado a trabajar recientemente y tiene ya unos ingresillos. Basilio quiere vender la vieja motocicleta
de segunda mano que le ha regalado su tía Ariadna. No sabe si puede hacerlo. ¿Qué le diría usted y con
qué fundamento?
EMANCIPACIÓN
Pedro Ruiz Menéndez es un emancipado, de 17 años, que se ha quedado sin padres. Quiere pedir un
crédito al Banco para comprarse un ordenador portátil y no sabe cómo puede hacerlo. ¿Podría ayudarle
usted?
EMANCIPACIÓN
Antonio, de 17 años, y Ana, de 22, están casados en régimen de separación de bienes. Antonio quiere
vender un cuadro de Matisse que heredó de su abuela materna. Sus padres se oponen, pero su mujer le
apoya. ¿Podrá Antonio vender el cuadro tal y como pretende? Razone jurídicamente su respuesta.
VIOLENCIA FILOPARENTAL
Petra y Ulises tienen una hija de 17 años que les insulta y falta al respeto de modo permanente,
convirtiendo en insoportable la convivencia familiar. Petra y Ulises se plantean "olvidarse" de su hija y
se preguntan si la emancipación sería una buena opción. ¿Qué cree usted? Fundamente, por favor, su
respuesta
CAPÍTUL04
CAPACIDAD, DISCAPACIDAD Y CARGOS TUITIVOS
l. La incapacitación
1.1. La redacción originaria del Código Civil
1.2. La Ley 13/ 1983, de 24 de octubre, y la nueva redacción del Código Civil
1.3. La Ley 41/ 2003, de 18 de noviembre, de protección de las personas con
discapacidad
1.4. La declaración judicial de incapacitación
1.5. El internamiento del presunto incapaz
1.6. Las sentencias 131 / 2010, 132/ 2010 y 141 / 2012 del Tribunal Constitucional
1.7. El ingreso de menores con problemas de conducta en centros de protección
específicos
1.8. La Convención de Nueva York de 2006, la Ley 1/ 2009 y la Ley de
Jurisdicción Volun taria
1.9. La Ley 26/ 201 1, de adaptación normativa a la Convención
2. La prodigalidad
3. Los cargos tuitivos o tutelares
3.1. Latutela
3.2. La curatela
3.3. El defensor judicial
3.4. La guarda de hecho
3.5. La administración del patrimonio de la personas con discapacidad
4. Otras personas capaces con facultades jurídico-patrimoniales restringidas
4.1 . La regulación tradicional del concurso y la quiebra
4.2. La Ley Concursa! y la unificación del procedimiento
5. Supuestos prácticos
l. LA INCAPACITACIÓN
11t •mpladas en el artículo 200 del Código Civil y de que, concurriendo, tales personas
h yan sido o no judicialmente incapacitadas».
Asímismo, la Ley 41 / 2003 regula por primera vez en nuestro Derecho priva-
do la figura de la autotutela, introduciendo cambios en el Código Civil consisten-
tes en habilitar a las personas capaces para adoptar las disposiciones que conside-
re oportunas en previsión de su propia incapacitación.
Así, se regulan las facultades parentales respecto de la tutela (art. 223 CC) y se
altera el orden de delación de la misma (art. 234 CC).
La Ley 41 / 2003 fue modificada por la Ley 1/ 2009, de 25 de marzo, procu-
rando mejorar la comunicación y conocimiento de la constitución del patrimo-
nio protegido por parte del Ministerio Fiscal; la determinación del domicilio en
función del cual se fija la competencia de éste y la aclaración legal del concepto
de acto de disposición de determinados bienes integrados en los patrimonios
protegidos.
En general, el reconocimiento de los derechos de las personas en situación
de dependencia por razones de enfermedad y otras causas de discapacidad o
limitación se ha incrementado en las últimas décadas de forma notoria, hasta
el extremo de que ha sido necesario proceder a la elaboración del Real Decreto
Legislativo 1/ 2013, de 29 de noviembre, que representa en la actualidad el Texto
Refundido de la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y su Inclusión
social. Conforme a su disposición adicional única, las referencias normativas efec-
tuadas en otras disposiciones a la Ley 13/ 1982, de 7 de abril, de integración social
de las personas con discapacidad, a la Ley 51 / 2003, de 2 de diciembre, de igualdad de
oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapaci-
dad, o a la Ley 49/ 2007, de 26 de diciembre, de infracciones y sanciones en materia
de igualdad de oportunidades, se entenderán efectuadas a los preceptos correspon-
dientes del texto refundido que se aprueba. De otro lado, su disposición dero-
gatoria única establece que quedan derogadas cuantas disposiciones de igual o
inferior rango (de ley) se opongan a lo dispuesto en el texto refundido, y en
particular, por integrarse en él: las leyes 13/ 1982, de 7 de abril; 51 / 2003, de 2 de
diciembre; y 49/ 2007, de 26 de diciembre.
Uno de los actuales objetivos y prioridades legislativas del Ministerio de Justicia
es la modificación de la Ley de Enjuiciamiento Civil, así como el Código Civil, en
materia de discapacidad, para adaptar su regulación a la Convención Internacional
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, hecha en Nueva York el 13 de di-
ciembre de 2006. Pretende que la ley contemple una igualdad real en el ejercicio
de la capacidad de obrar por parte de las personas con discapacidad, y el paso de
un sistema de sustitución en la adopción de decisiones por uno de mera asistencia
que respete la autonomía, la voluntad y las preferencias de la persona.
Finalmente, y con la finalidad de garantizar el derecho de sufragio de todas las personas
con discapacidad, la LO 2/ 2018, de 5 de diciembre, ha modificado la LO 5/ 1985, de 19 de
junio, del régimen general el,ectora~ cuyo artículo 3, punto segundo, queda redactado en los
siguientes términos: "2. Toda persona podrá ejercer su derecho de sufragio activo, conscien-
Capítulo 4 Capacidad, discapacidad y cargos tuitivos 69
1 , libre y voluntariamente, cualquiera que sea su forma de comunicarlo y con los medios de
, poyo que requiera".
~- 1A PRODIGALIDAD
La prodigalidad es una conducta personal caracterizada por la habituali-
dad en el derroche o disipación de los bienes propios, malgastándolos de forma
desordenada.
Actualmente, la prodigalidad no constituye, propiamente hablando, una causa
de incapacitación. En los trabajos parlamentarios previos a la Ley 13/ 1983 estuvo
a punto de ser suprimida del Código Civil. Finalmente, se optó por mantenerla,
si bien limitando notoriamente la posibilidad de reclamarla: sólo podrán promo-
ver la correspondiente declaración judicial «el cónyuge, los descendientes o ascen-
dientes que (por no poder atender a su propia subsistencia) perciban alimentos
del presunto pródigo o se encuentren en situación de reclamárselos» (art. 294 CC,
derogado por la LEC 2000). En caso de que tales familiares no existan o, existien-
do, no tengan derecho a alimentos (cfr. arts. 142 y ss. CC), cada uno es libre de gas-
tar o malgastar (en el estúpido bingo, por ejemplo) cuanto le venga en gana, como
de alguna manera requiere la sociedad de hiperconsumo que nos ha tocado vivir.
Por ello y, como ejemplo del cambio de concepción acerca de la prodigalidad, la STS
l' de 8 de marzo de 1991 , e n un caso en el que queda acreditado que un hombre casado
llega a gastar millones de pesetas a favor de "otra mujer", razona afirmando la inexistencia
de prodigalidad, en cuanto del relato fáctico (es decir, de los hechos concretos del caso) " ...
nada se desprende sobre la existencia de parie ntes que perciban alimentos o se encuentren
en trance de reclamárselos. Sólo se intuye el deseo de la esposa de evitar los peligros que
para la sociedad de gananciales puedan provenir del «interés d el demandado hacia la otra
mujer», cuestión ésta que tiene adecuado tratamiento a través de las acciones protectoras de
la sociedad de gananciales ... ", pero no mediante la qeclaración de prodigalidad.
El pródigo, reiterémoslo, no es técnicamente un incapacitado, ni se encuentra
sometido a tutela, sino a curatela respecto de los actos de carácter patrimonial que,
casuísticamente, se determinen en la correspondiente sentencia, como señalara J.
PÉREZ DE VARGAS. Por tanto, el pródigo no se ve privado de la capacidad de obrar
ni actúa a través del curador, sino que sencillamente ha de contar con la asistencia de
éste para realizar aquellos actos determinados en la sentencia (supongamos venta de
inmuebles y de valores) que válidamente no puede realizar sin el consentimiento del
curador (art. 298). Los demás actos podrá realizarlos por sí mismo.
Tras la aprobación de la LEC-2000, los artículos 294 a 296 y 298 CC fueron derogados,
pero la situación de fondo en relación con los pródigos se mantiene inalterada, aunque
ciertamente el Código Civil sufre de nuevo la «agresión procesal » puesta ya de manifiesto en
varias ocasiones:
- Conforme al artículo 757.5 LEC, la declaración de prodigalidad sólo podrá ser ins-
tada por el cónyuge, los descendientes o ascendientes que perciban alimentos del presunto
pródigo o se encuentren en situación de reclamárselos y los representantes legales de cual-
quiera de ellos. Si no la pidieren los representantes legales, lo hará el Ministerio Fiscal.
- De otra parte, conforme al artículo 760.3 LEC-2000, «la sentencia que declare la
prodigalidad determinará los actos que el pródigo no puede realizar sin el consentimiento
de la persona que deba asistirle».
Capítulo 4 Capacidad, discapacidad y cargos tuitivos 77
3.1. La tutela
La consideración detenida de la tutela (y del resto de las instituciones tutelares) será
objeto de estudio en la parte dedicada al Derecho de familia. Sin embargo, razones de or-
den pedagógico aconsejan una aproximación a ella, al menos atendiendo al dato de que,
1 kt 11 1 kit 'ompendío de Derecho de la Persona y del Patrimonio
,,11 t(•t 111in s g n rales, el régimen jurídico de la tutela (muy extenso: arts. 222 a 285 CC) es
apli abl upletoriamente a la curatela (cfr. art. 291.1) y al defensor judicial (art. 301).
El nombramiento del tutor debe realizarlo el Juez atendiendo inicialmente al orden
de preferencia establecido en el artículo 234.1, que ha sido ligeramente modificado por la
Ley 41 / 2003, en previsión de que una persona capaz decida quien debe asumir su tutela en
caso de ser incapacitado en el futuro. Conforme a dicha reforma, «para el nombramiento
de tutor se preferirá:
1. 0 Al designado por el propio tutelado, conforme al párrafo segundo del artículo 223.
2. 0 Al cónyuge que conviva con el tutelado.
3. º A los padres.
4. 0 A la persona o personas designadas por éstos en sus disposiciones de última voluntad.
5. 0 Al descendiente, ascendiente o hermano que designe el juez.»
No obstante ello, la tutela puede ser desempeñada por una sola persona o por varias
simultáneamente (cfr. art. 236), e incluso por las personas jurídicas que no tengan finalidad
lucrativa y entre cuyos fines figure la protección de menores e incapacitados (art. 242) .
3.2. La curatela
Como ya sabemos, la Ley 13/ 1983 ha hecho resurgir la curatela como cargo u organis-
mo tuitivo de segundo orden, si bien la institución resulta aplicable a supuestos tan diversos
que, pedagógicamente, quizá convenga distinguir entre:
1) Curatela propia: La correspondiente a los supuestos de hecho que determinan sólo el
nacimiento de la curatela. Tales supuestos son los contemplados en el artículo 286:
Los emancipados cuyos padres fallecieren o quedaran impedidos para el ejercicio
de la asistencia prevenida por la Ley.
Los que obtuvieren el beneficio de la mayor edad.
Los declarados pródigos.
En tales casos, las funciones del curador como órgano tutelar se deben considerar ago-
tadas en «la intervención del curador en los actos que los menores o pródigos no pueden
realizar por sí solos» (art. 288). Esto es, el curador se debe limitar a prestar su asistencia en
sentido técnico, pero no sustituye la voluntad de la persona sometida a curatela .
2) Curatela impropia: Según el artículo 287, «igualmente procede la curatela para las
personas a quienes la sentencia de incapacitación o, en su caso, la resolución judicial que la
modifique coloquen bajo esta forma de protección en atención a su grado de discernimien-
to» . Por ende, la existencia de tutela o curatela en este caso no depende del supuesto de
hecho, sino de la valoración judicial. El Juez, como sabemos, puede decretar que la incapa-
citación no comporte la constitución de la tutela, sino de la curatela. En tal caso, el objeto
del organismo tuitivo consistirá en la «asistencia del curador para aquellos actos que expre-
samente imponga la sentencia ... » (art. 289 y cfr., como regla supletoria, art. 290).
En todo caso, trátese de una u otra curatela, se les aplican a los curadores «las normas
sobre nombramiento, inhabilidad, excusa y remoción de los tutores» (art. 291.1). En este
sentido, por tanto, también puede ser nombrada curadora una persona jurídica, tal como
sucede en la STS 4767 / 2014, de 27 de noviembre, en la que se nombra como curadora d e la
persona incapaz a la Comisión de Tutelas y Defensa Judicial de Adultos de la Diputación General
de Aragón, por considerar que es la persona jurídica más adecuada para ejercer tal cargo.
De otro lado, parecidas consideraciones a las real izadas respecto de la adecuación entre
el sistema tutelar del Código civil y la Convención de Nueva York de 2006, debemos hacer
ahora en relación con la curatela, de la mano de la STS-1' 617 / 2012, de 11 de octubre que,
precisamente, razona en sus fundamentos partiendo de lo establecido con anterioridad por
la propia Sala en la STS-1 ª 282/ 2009, de 29 de abril.
Capítulo 4 Capacidad, discapacidad y cargos tuitivos 79
1\) 1'01 ualquier causa, l 111101 o I curador no desempeñen las funciones que les son
l""I' .1 , linsca que cese la causad •( rminante o se designe otra persona para desempeñar
1 l 1,11go.
') Y, ahora, tras la 11111• a / de la jurisdicción Voluntaria de 2015, también cabe el nom-
1 ramiento de un deknso1 Jn li ial cuando sea necesario administrar los bienes de una per-
. na respecto a la qlll' dl h nstituirse la tutela o la curatela y mientras el correspondiente
órgano protector 110 Sl' ha a constituido.
Así pues, el anicl ·r sporádico u ocasional del defensor y el hecho de tratarse indiscu-
tiblemente d un « 'argo de nombramiento judicial para un determinado asunto» excluye
la posibilidad d • nsiderarlo propiamente como un representante legal del menor para la
defensa y dm i1 istración de su patrimonio (cfr. STS de 10 de marzo de 1994).
Modi(i ado por el número 52 de la disposición final 1ª de la LJV, el artículo 299 bis
del Códig ivil ha pasado a tener la siguiente redacción: "Cuando se tenga conocimiento
de que un persona debe ser sometida a tutela o curatela y en tanto no recaiga resolución
judi ial que ponga fin al procedimiento, asumirá su representación y defensa el Ministerio
Fiscal. En tal caso, cuando además del cuidado de la persona hubiera de procederse al de los
bienes, el Letrado de la Administración de Justicia (hasta octubre de 2015, Secretario Judicial)
podrá designar un defensor judicial que administre los mismos, quien deberá rendirle cuen-
tas de su gestión una vez concluida". En consecuencia, el defensor judicial pasará a asumir,
además de las dos funciones anteriormente señaladas, también la de la administración de
los bienes de la persona respecto a la que debe constituirse tutela o curatela.
Además de las tareas señaladas, el artículo 27 de la nueva LJV atribuye al defensor ju-
dicial funciones de representación judicial cuando el menor no emancipado o la persona
con capacidad modificada judicialmente haya sido demandado por un tercero o se le ori-
gine un gran perjuicio de no promover la demanda y se encuentre en alguno de los casos
siguientes:
a) se hallen los progenitores, tutores o curadores en ignorado paradero;
b) se nieguen ambos progenitores, tutores o curadores a representar o asistir enjuicio
al menor o persona con capacidad modificada judicialmente;
c) se hallen los progenitores, tutores o curadores en una situación de imposibilidad
de hecho para la representación o asistencia en juicio.
d l':q>'l idad u otras personas a su favor, generándose así una panoplia de posibilidades qu
11 , ·m nta el abanico abierto por la Ley 13/ 1983 en relación con la tutela.
, n el caso de que el constituyente del patrimonio protegido sea el propio e hipoté-
ti o beneficiario, establece el primer párrafo del artículo citado que "su administración,
cualquiera que sea la procedencia de los bienes y derechos que lo integren, se sujetará a
las reglas establecidas en el documento público de constitución". Esto es, el constituyente•
beneficiario es muy libre para establecer las normas que considere convenientes de admi-
nistración y disposición de los bienes y derechos que integren el patrimonio protegido. En
definitiva, puede tratarse de una persona con discapacidad, pero con plena capacidad de
obrar que, por consiguiente, podrá actuar en el tráfico con plena libertad y autonomía por
sí misma, sin necesidad de recurrir a representante legal alguno.
En los demás casos, salvo que el propio beneficiario tenga capacidad de obrar suficiente,
dispone el articulo 5.2, que las reglas de administración deberán prever la obligatoriedad de
autorización judicial en los mismos supuestos que el tutor la requiere respecto de los bienes del
tutelado, conforme a los artículos 271 y 272 del Código Civil o, en su caso, conforme a lo dis-
puesto en las normas de derecho civil, foral o especial, que fueran aplicables. Si a ello se añade
que no pueden ser administradores las personas o entidades que, en su caso, son inhábiles para
desempeñar la tutela (art. 5.5 LPPD), es obvio que en el supuesto de que el constituyente no
coincida con el beneficiario, el régimen de la administración del patrimonio de la persona con
discapacidad se desarrolla en paralelo con el esquema de la tutela, del que es tributario.
El administrador en estos últimos supuestos debe considerarse representante legal de
la persona con discapacidad, sea simultáneamente o no incapacitado. Por ello afirma el
artículo 5.7. que "el administrador del patrimonio protegido, cuando no sea el propio be-
neficiario del mismo, tendrá la condición de representante legal de éste para todos los actos
de administración de los bienes y derechos integrantes del patrimonio protegido, y no re-
querirá el concurso de los padres o tutor para su validez y eficacia".
El párrafo tercero de la disposición adicional única de la Ley 1/ 2009, de 25 de marzo,
incrementando la parificación o igualdad de trato entre tutela y guarda de hecho, ha de-
jado establecido que "la persona física o jurídica, pública o privada, que ejerce la función
tutelar o, en su caso, el guardador de hecho estarán legitimados para solicitar y obtener de
los organismos públicos la información jurídica y económica de relevancia patrimonial y
contable que resulte de interés para el ejercicio de sus funciones".
, i1111 d las facultades jurídi <. -p lrimoniales del quebrado o concursado, en interés de sus
,u t • dores.
"fresh starl' ch• 1111 • del concurso, s d · i , una suerte de condonación de las deudas pen-
dient<'N, 011 1 < pción de algunas e 111 1 prestaciones alimenticias que el deudor concur-
sad I p1wd I tdeudar a su ex eón ug I hij u otros familiares.
1)1111: ladas reformas en 11 11:1 llli ma legislatura (al igual que ocurrió ya en la prece-
dt 1111•) para acabar produ Ít'nd I· desnaturalización y d eformación de la propia reforma
< n ursal de 2003 ... hai,ta d · tr mo de que -por decirlo con palabras d el insigne prof.
livencia de este mismo 1111 2 15- " ... Esto no es ya un sistema, porque carece de armonía
y racionalidad, sin 1111 puzl uyas piezas no encaj an. Algo parecido a la restauración del
Ecce Romo de B ~ja . S r mpe la unidad del procedimiento que caracterizó a la reforma de
2003 porqu al (rro dimiento) judicial del concurso se anteponen otros extrajudiciales y
preconcursalt., ou intervención muy limitada del juez. Pero se rompe también la unidad
d dis ip li11a (un olo procedimiento para toda clase de deudores ... )". ¿H abría algo más
qu 1 • i •n unas pocas líneas, expresivas d el status quaestionis?
UPUESTOS PRÁCTICOS
INTERNAMIENTO NO VOLUNTARIO
El pasado 3 de abril, los padres de Macarena Rodríguez, a la que se le ha diagnosticado una esqui-
zofrenia hace dos años, llaman al Servicio de Urgencias del Hospital más cercano a su domicilio para
solicitar que se interne a su hija por encontrarse en un estado de extrema agresividad que la ha llevado a
intentar suicidarse. De hecho, se ha cortado las venas del brazo izquierdo, aunque sus padres, tirando la
puerta del cuarto de baño, han logrado cortarle la hemorragia. El correspondiente servicio sanitario decide
llevarse e internar, en contra de su voluntad, a Macarena Rodríguez.
¿Considera usted válida la actuación del servicio médico?
DIAGNÓSTICO: ALZHEIMER
Gilberto Almeida padece una enfermedad degenerativa desde hace unos cuantos años. En previsión
de su posible incapacitación futura ha designado, en documento público, a la Fundación "Amigos de la
alegría", como tutora de su persona y bienes. Con el transcurso del tiempo, la enfermedad merma las
facultades mentales de Gilberto hasta el punto de que sus padres deciden incapacitarlo, para poder ven-
der alguno de sus bienes, con el objeto de pagar un centro especializado en la atención de personas que
sufren la enfermedad de Gilberto. Pero los padres de Gilberto se encuentran con que su hijo ha designado
tutora a una Fundación de la que nada conocen. Se oponen, ante el Juez, a ese nombramiento tutorial.
¿Prosperará la pretensión de los padres de Gilberto?
Capítulo 4 Capacidad, discapacidad y cargos tuitivos 87
PRODIGALIDAD
Mariano Alonso lzaguirre Menéndez es un rico empresario casado con Marisa de la Fuente Fría,
rtdera de un abundante patrimonio familiar y, también, rica empresaria. Un día, Mariano comienza a
pllfarrar todo su patrimonio personal en el juego y en otros vicios. Diga si se puede hacer algo y, en
afirmativo, si cabe algún tipo de protección para el Sr. lzaguirre.
PRODIGALIDAD
Rosendo Martínez es un señor de 56 años que, tras divorciarse de su esposa, ha rehecho su vida al lado de
Mirtina Calvin, a la que constantemente hace valiosos regalos. El único hijo de Rosendo, Valerio, de 33 años y rico
n1presario del mundo de la televisión, decide demandar a su padre por estar derrochando su fortuna con Martina,
11 d trimento de la herencia que como hijo le corresponde. ¿Qué podría argumentarValerio ajuicio de Vd?
CAPÍTUL05
LAAUSENCIA Y LA DECLARACIÓN DE
FAI .I.ECIMIENTO
No obstante, aunque hoy el tratamiento de la materia pueda llevarse a cabo con mayor
111 vedad, conviene no olvidar la verdadera importancia del tema y sobre todo la angustia
di quienes dependen del desaparecido o ausente. Por ello, la trascendencia de las cuestio-
11 a considerar tras la desaparición de la persona se ponen de manifiesto recurrentemente
,11 n sin necesidad de guerra propiamente dicha o verdadero cataclismo.
Así, es sobradamente conocido que la importancia del tema renace en cualquier mo-
111 nto de perversidad política o autoritarismo dictatorial que desconozca los más elementa-
l,• derechos de la persona (piénsese, por un momento, en las «desapariciones» chilenas o
,, g ntinas habidas bajo los regímenes de Pinochet o Videla, como dramáticos ejemplos) o
1,I n porque el legislador decida reconsiderar el tema de los plazos exigidos para declarar la
111sencia o la presunción de muerte.
En este último sentido, nuestra Ley 4/ 2000, de 7 de enero, ha tenido como de-
rnio central acortar los plazos establecidos en la regulación anterior del Código
1ara llevar a efecto la declaración de fallecimiento, tratando de evitar sobre y ante
1 do las consecuencias perniciosas para las familias de los pescadores muertos en la
mar, sea por naufragio propiamente o por caídas al mar ( «hombre al agua»).
En relación con las normas procesales debe tenerse en cuenta que el artículo
749 y normas concordantes de la LEC-2000 insisten en la línea de que la interven-
ión del Ministerio Fiscal es preceptiva, entre otros casos, cuando en los proce-
limientos sobre capacidad, filiación, matrimonio o menores, pueda encontrarse
interesada una persona que se encuentre en situación de ausencia legal.
La regulación procedimental de tales aspectos se encuentra contemplada ac-
tualmente (tras un retraso en su aprobación de casi quince años) por la reciente
ey 15/ 2015, de 2 de julio, de la jurisdicción Voluntaria, en el Título II, Capítulo
(X (artículos 67 a 77), que otorgan al Letrado de la Administración de Justicia
(hasta octubre de 2015, Secretario Judicial) un papel destacado en estos procedi-
mientos, en los que, antes, toda la competencia quedaba atribuida en exclusiva a
la decisión del Juez.
Asimismo, la nueva LJV prevé la modificación de diversos artículos del Código
Civil que son de interés en este capítulo, relativos a la ausencia y a la declaración de
fallecimiento, y a los que nos referiremos a continuación. En concreto, se trata de
los artículos 181, 183, 184, 185, 186, 187, 194, 196 y 198 del Código Civil.
Ante la importancia del cambio normativo, además, al final de este capítulo,
incluimos un epígrafe relativo a los cambios más sustanciales que incorpora esta
Ley relativos a la ausencia legal y a la declaración de fallecimiento.
las competencias decisorias que antes recaían sobre eljuez), ha dejado sin con-
tenido la vieja polémica doctrinal sobre si el mismo debía entenderse derogado
tácitamente por los artículos 299 y siguientes, incorporados al Código Civil por
la Ley 13/1983, de 24 de octubre, de la que ya hemos tenido ocasión de hablar
antes, postura que no considerábamos correcta pero era mantenida por algunos
autores.
Inicialmente las funciones propias del defensor deben entenderse limitadas al amparo
y representación del desaparecido «enjuicio o en los negocios que no admitan demora sin
perjuicio grave» (art. 181.1). Asume, pues, el defensor funciones puramente cautelares y
legalmente muy delimitadas. Sin embargo, en contra de semejante planteamiento del tema,
el propio artículo 181.3 faculta al Letrado de la Administración de Justicia para «adoptar
las providencias necesarias a la conservación del patrimonio del desaparecido, según su
prudente arbitrio». Según ello, parece que en definitiva será el propio auto judicial el que
delimitará la extensión de las facultades del defensor, en dependencia de las circunstancias
concretas del caso. Como ha afirmado el Profesor CABANILLAS SÁNCHEZ, «el Juez po-
drá conferir al defensor la administración de todo o parte de los bienes del desaparecido,
y establecer las cautelas que juzgue oportunas en relación con la conservación de dicho
patrimonio».
B) El representante dativo
En caso de inexistencia (o ineptitud) de los familiares reseñados, el artículo 184.2 facul-
ta al Letrado de la Administración de Justicia para designar, a su prudente arbitrio, repre-
sentante dativo del ausente a cualquier «persona solvente de buenos antecedentes». El re-
presentante dativo, pues, no ha de tener entronque familiar con el ausente (aunque puede
tenerlo) y su nombramiento es de segundo orden (o subsidiario), ante la eventualidad de que
los familiares más allegados al ausente no puedan desempeñar la representación de éste.
A los representantes dativos se les aplican, mutatis mutandis, los preceptos que regulan el
ejercicio de la tutela y las causas de inhabilidad, excusa y remoción de los tutores (art. 185.2
CCy71.1 LJV).
111 nde desde luego la administración de los bienes y el cumplimiento de las obligaciones
11 rrespondientes al ausente.
La referencia normativa a «la pesquisa de la persona del ausente» significa sencillamen-
1 • que el representante debe procurar seguir las huellas de su representado, dada la pro-
\' i nalidad de la situación de ausencia legal, tratando de contrastar su paradero o, en su
1··1so, su efectivo deceso. Pero ello no puede significar que el representante deba ser consi-
d ·rado como «guardador de la persona del ausente».
Las obligaciones básicas del representante del ausente, cualquiera que sea su condición,
, nsisten en inventariar y administrar correctamente los bienes que conforman el patrimo-
nio del ausente, obteniendo los rendimientos normales de aquéllos (arts. 185 CC y 73 LJV).
Los «representantes legítimos propios» han contado siempre con amplias fa-
e ultadesde administración (cfr. art. 2.046.1 LEC-1881). En cambio, los «represen-
t'mtes legítimos impropios» y los dativos deben prestar la garantía o fianza que el
L trado de la Administración de Justicia considere pertinente (arts. 185.2.º CC),
1 ben rendir cuentas semestralmente al Juzgado, y sólo pueden realizar actos de
administración hasta la cuantía que señale el LAJ en cada caso (art. 71.2 LJV).
El artículo 186.2 establece que a los representantes legítimos impropios no podrá con-
cederles el Letrado de la Administración de Justicia «más de los dos tercios de los productos
líquidos» (o, en su caso, rendimiento neto), porcentaje desde luego nada desdeñable, aun-
que se encuentre legalmente tasado.
Es llamativo que el Código Civil no haga referencia alguna en el artículo 186 a la posi-
ble consideración del representante del ausente como heredero del mismo para facilitar al
Letrado de la Administración de Justicia la determinación de la cuantía de los productos
líquidos que aquél pueda retener. Sin embargo, entiendo que puede considerarse implíci-
tamente acogida en la propia prelación de personas llamadas a ser representante legítimo
del ausente: en cuanto a éstas coinciden con los sucesores legitimarios (esto es, las personas
con derecho a la legítima en la herencia del ausente) se explica o justifica la retención de
los productos líquidos del patrimonio del ausente, aparte el hecho evidente de que la re-
muneración encuentra fundamento en la actividad de administración desempeñada por el
representante.
En caso de representante dativo, la remisión general de los artículos 185.2 del Código
Civil y 71.2 de la Ley de Jurisdicción Voluntaria a las reglas sobre la tutela, conlleva que
aquél sólo tiene derecho a la retribución ftjada para el tutor. Actualmente se encuentra esta-
blecida en el artículo 274 que, más realistamente, obliga al Juez a fijarla teniendo en cuenta
«el trabajo a realizar y el valor y la rentabilidad de los bienes, procurando en lo posible que
la cuantía de la retribución no baje del 4 por 100 ni exceda del 20 por 100 d el rendimiento
líquido (obsérvese, no producto) de los bienes».
4. LA DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO
La declaración de fallecimiento supone la tercera y definitiva fase de la pro-
blemática que consideramos. En virtud de ella, no es que se contraste la desapa-
rición de la persona, ni que se declare su condición de ausente legal, sino que,
finalmente, se le da por muerto, aunque realmente no haya garantía cierta de que
el ausente haya fallecido. La declaración de fallecimiento, por tanto, supone una
presunción: no excluye la reaparición del declarado fallecido, pero mientras tal
no ocurra se le considera muerto. Como dijera el Profesor F. DE CASTRO, ca-
biendo siempre dudar de la posible supervivencia del ausente, «la declaración
(de fallecimiento) significa que oficialmente se le desconoce o niega su existen-
cia (efecto más grave que la incapacitación y la muerte civil)».
Ahora bien, aunque en cierto sentido la declaración de fallecimiento consista en la ter-
cera fase de la institución de la ausencia, conviene subrayar que, realmente, las m edidas pro-
visionales, la declaración de ausencia y la declaración de fallecimiento no constituyen fases
necesariamente concatenadas: puede promoverse la declaración de ausencia legal sin haber
instado medidas provisionales, igual que procede la declaración de fallecimiento sin previa
declaración de ause~cia legal (cfr. art. 74 LJV) .
mente amplios como para presumir la efectiva desaparición del mundo de los
ivos del ausente.
Los artículos dedicados por el Código Civil (193 y 194) a los plazos de ausen-
ia son enormemente prolijos y detallados. Por tanto, remitiéndonos a su lectura
d tenida y advirtiendo la necesidad de atender al momento cronológico de la
1 saparición de la persona de que estemos tratando, pues a partir del día 11 de
nero de 2000, ha de considerarse aplicable la Ley 4/2000, cabe realizar una sín-
sis de los mismos para no alargar en exceso la exposición:
A) En caso de que la desaparición de la persona haya tenido lugar en con-
diciones de peculiar riesgo, consideraba el Código Civil antes de la actual modi-
ficación, que, transcurrido el plazo de dos años, procedía la declaración de falle-
imiento. Tales supuestos serían los siguientes: siniestros de peculiar gravedad
( terremoto, tifón, etc.); subversiones políticas o sociales; participación en campa-
tias bélicas; naufragios y accidentes aéreos.
Actualmente, tras la aprobación de la Ley 4/2000 y, posteriormente, la Ley
15/ 2015, de la jurisdicción voluntaria, el plazo de dos años (aunque se mantiene
n vigor respecto de la participación e n campañas bélicas: art. 194.1 CC) ha
sido drásticamente recortado; siendo sustituido por el actual d e un año como
plazo general para los supuestos de violencia contra la vida; por el de tres meses,
en caso de siniestro, sin tenerse noticias, desde su cesación, entendiendo por si-
niestro, en contraposición a la violencia, cualquier suceso ajeno a la acción del
hombre como catástrofes naturales, accidentes laborales, incencios, explosio-
nes ... ; y por el de un mes en caso de presunción de siniestro de nave por naufragio
o desaparición por inmersión en el mar o siniestro de aeronave. Si el naufragio
o desaparición por inmersión en el mar de la nave o el siniestro de la aeronave
se hubieran comprobado y hubiera evidencias racionales de ausencia de su-
pervivientes, la declaración de fallecimiento podrá ser inmediata, o bien a los
ocho días si se hubieran encontrado restos humanos y no hubieran podido ser
identificados.
B) En cualesquiera otros supuestos, la exigencia temporal se eleva diez años, si
bien dicho plazo se reduce a la mitad si al expirar los cinco primeros años el ausen-
te hubiere cumplido ya setenta y cinco años. Estos plazos se computarán desde la
expiración del año natural en que se tuvieron las últimas noticias, o, en su defecto,
en que ocurrió la desaparición, tal y como se recoge en el artículo 193 CC.
La diversificación de supuestos de h echo realizada por el Código Civil lleva a algunos
autores a denominar a los primeros ausencia cualificada, mientras que los comprendidos sub
B) deberían englobarse en la llamada ausencia simpl,e. Sin embargo, realmente, tal confronta-
ción conceptual resulta innecesaria, salvo que se le otorgue un puro valor descri ptivo (en tal
caso, es obvio, la adjetivación de ausencia cualificada ve ndría a resaltar que la brevedad del
plazo se asienta e n la situación de especial riesgo), pues verdaderamente no hay consecuen-
cia alguna de orden normativo, una vez transcurridos los plazos reseñados.
100 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
«cónyuge presente»- una disolución del matrimonio, por divorcio, incluso pre-
via a la declaración de fallecimiento.
1 cuarto grado y cualquier persona que fundadamente pueda tener sobre los bienes del
1 saparecido algún derecho ejercitable en vida del mismo o dependiente de su muerte", sin
¡ue se haya modificado el artículo 182 del CC que establece las personas obligadas, estable-
iéndose por tanto una aparente contradicción entre ambas regulaciones.
En relación con el nombramiento del representante del ausente, competencia ahora
del Letrado de la Administración de Justicia, mediante decreto, establece el artículo 71 de
1, Ley que:
"1. Practicadas las pruebas que se hayan estimado necesarias y .finalizada la comparecencia, el
ecretario judicial, si por el resultado de la prueba procediera, dictará decreto de declaración legal de
ausencia, nombrará el representante del ausente con arreglo a lo dispuesto en el artículo 184 del Código
ivil a quien le corresponderá la pesquisa de la persona del ausente, la protección y administración
de sus bienes y el cumplimiento de sus obligaciones, y dispondrá cuanto proceda con arreglo a dicho
ódigo, según el caso de que se trate.
2. Serán aplicables a los representantes dativos del ausente, en cuanto se adapten a su especial re-
presentación, las disposiciones establecidas en los capítulos IV y VIII sobre nombramiento de los tutores,
la aceptación, excusa y remoción de su cargo, la prestación de fianza y la fijación de su retribución, así
como la obtención de autorizaciones y aprobaciones para la realización de determinados actos referidos a
bienes y derechos del ausente, y su rendición de cuentas una vez concluida su gestión, que se tramitarán
y decidirán por el Secretario judicial'.
Asimismo, modifica la nueva Ley el tenor literal del artículo 181 del CC, atribuyendo
1 nombramiento de las mismas personas que ya mencionaba dicho precepto al Letrado
de la Administración de Justicia; además de prever que, en defecto de ellas, no presencia o
urgente necesidad podrá nombrar el Letrado de la Administración de Justicia a "persona
solvente de buenos antecedentes, oído el Ministerio fiscal" . Al representante le competen
las siguientes obligaciones, según regula el artículo 184 que también ha sido retocado por
esta Ley: " . .. salvo motivo grave apreciado por el Secretario judicial, la representación del
declarado ausente, la pesquisa de su persona, la protección y administración de sus bienes y
el cumplimiento de sus obligaciones".
Las obligaciones básicas del representante de inventariar y administrar correctamen-
te los bienes, obteniendo los rendimientos normales (reguladas con anterioridad en los
arts.185 CC y 2.045 LEC-1881), también han sido modificadas, encontrándose recogidas
a hora en los artículos 71.1 y 73 de la LJV.
En cuanto a la fianza o garantía a prestar por los representantes dativos y los "legítimos
impropios", se tramitará por el Letrado de la Administración de Justicia y será la que pruden-
cialmente fije ( vid. art. 71.2 LJV, así como la modificación del artículo 185 CC). Se modifican
asimismo los artículos 186 y 187 CC para que sea el Letrado de la Administración de Justicia,
y no el Juez, quien establezca la cuantía de los productos líquidos del patrimonio del ausente
que puedan "hacer suya" los representantes del ausente, determinando el porcentaje en con-
cepto de retribución del representante. Igualmente se modifica el artículo 187 del CC.
Finalmente, respecto de las modificaciones previstas relativas a la declaración de falleci-
miento, hay que señalar que será el Letrado de la Administración de Justicia quien declare
el cese de la situación de ausencia legal, si fue previamente decretada, así como el falleci-
miento de la persona expresando la fecha a partir de la cual se entienda sucedida la muerte
(y no el Juez a través de un auto, como hasta ahora) .
En dicha línea, se acortan sustancialmente los plazos en varios supuestos que modifican
la regulación anterior del Código Civil:
"De los que resulte acreditado que se encontraban a bordo de una nave cuyo nau-
fragio o desaparición por inrr;iersión en el mar se haya comprobado, o a bordo de una aero-
104 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
nave cuyo siniestro se haya verificado, y haya evidencias racionales de ausencia de supervi-
vientes": art. 194.2º ce.
- Así mismo, se modifica el supuesto del artículo 194.3º: "De los que no tuvieren
noticias después de que resulte acreditado que se encontraban a bordo de una nave cuyo
naufragio o desaparición por inmersión en el mar se haya comprobado o a bordo de una ae-
ronave cuyo siniestro se haya verificado, o, en caso de haberse encontrado restos humanos
en tales supuestos, y no hubieren podido ser identificados, luego que hayan transcurrido
ocho días": art. 194.3º CC.
- Asimismo, se modifica el párrafo 4º: "De los que se encuentren a bordo de una
nave que se presuma naufragada o desaparecida por inmersión en el mar, por no llegar a su
destino, o si careciendo de punto fijo de arribo, no retornase y haya evidencias racionales de
ausencia de supervivientes, luego que en cualquiera de los casos haya transcurrido un mes
contado desde las últimas noticias recibidas o, por falta de éstas, desde la fecha de salida de
la nave del puerto inicial".
- Finalmente, se acortan también los plazos del párrafo 5º: "De los que se encuentren a
bordo de una aeronave que se presuma siniestrada al realizar el viaje sobre mares, zonas desérti-
cas o inhabitadas, por no llegar a su destino, o si careciendo de punto fijo de arribo, no retoma-
se, y haya evidencias racionales de ausencia de supervivientes, luego que en cualquiera de los ca-
sos haya transcurrido un mes contado desde las últimas noticias de las personas o de la aeronave
y, en su defecto, desde la fecha de inicio del viaje. Si éste se hiciere por etapas, el plazo inclicado
se computará desde el punto de despegue del que se recibieron las últimas noticias":
En la LJV hay también novedades en la tramitación y la publicidad del expediente de
declaración de fallecimiento, pues su artículo 74 incorpora una previsión significativa en el
sentido de acortar los plazos en el supuesto del artículo 194.2º CC (supuesto de naufragio
de nave o desaparecidos por inmersión en el mar, así como siniestro de aeronave, "con
evidencias racionales de ausencia de supervivientes"), estableciendo que "se instará por el
Ministerio Fiscal inmediatamente después del siniestro". Por tanto el plazo de tres meses
propio del Código Civil, se ha reducido drásticamente a la inmediatez para su solicitud.
Y en el supuesto del artículo 194.3º (supuesto de naufragio de nave o desaparecidos por
inmersión en el mar, o siniestro de aeronave, en los que se haya encontrado restos humanos
que no hayan podido identificarse) , se acorta a los "ocho días del siniestro si no se hubieran
identificado los restos". A continuación dispone el arúculo 74 LJV: "Aportadas o practicadas
las pruebas que se hayan estimado necesarias para acreditar la concurrencia de cuantos
requisitos exigen los mencionados apartados dentro del plazo máximo de cinco días, con
la colaboración, en su caso, de las Oficinas diplomáticas o consulares correspondientes, el
Letrado de la Administración de Justicia competente dictará en el mismo día la resolución
oportuna. El decreto dictado por el Letrado de la Administración de Justicia declarará el
fallecimiento de cuantas personas se encontraren en tal situación, expresando como fecha a
partir de la cual se entiende sucedida la muerte, la del siniestro".
En la reforma del artículo 196 del CC se mantiene que firme la declaración de falleci-
miento, se procederá a la apertura de la sucesión de los bienes del mismo, adjudicándose
conforme a lo legalmente dispuesto, salvo las excepciones y cautelas que recoge este pre-
cepto (las mismas que ya existían) por si reapareciera el declarado fallecido; aclarándose
que "será obligación ineludible de los sucesores, aunque por tratarse de uno solo no fuese
necesaria partición, la de formar notarialmente un inventario detallado de los bienes mue-
bles y una descripción de los inmuebles". Del mismo modo, se regula en el artículo 74.3º
LJV que "firme la declaración de fallecimiento del ausente, se abrirá la sucesión en los bie-
nes del mismo, procediéndose a su adjudicación por los trámites establecidos en la Ley de
Enjuiciamiento Civil o extrajudicialmente, según los casos".
Capítulo 5 La ausencia y la declaración de fallecimiento 105
De otro lad o, los artículos 75 y 76 LJV regulan la posibilidad d e existencia d e "h echos
p teriores a la declaración de ausencia o fallecimiento"; esto es, la reaparición, así como la
1 qnstancia de l fallecimiento del declarado fallecido, respectivamente, que deberá tramitar
trtmbién el Letrado de la Admin istración de Justicia. Finalmente, se prevé una modifica-
1 lón del artículo 198 del Código Civil en e l sentido de hacer constar en el Registro Civil las
ti •claraciones de desaparición , ausencia legal y fallecimiento, así como las representacio-
11 ·s legítimas y dativas y su extinción. Igualmente, recoge expresamente este precepto que
"asimismo se anotarán los inventarios de bienes muebles y descripción de inmuebles que
t 11 este título se ordenan; los decretos de concesión y las escrituras de transmisiones y gravá-
menes que efectúen los representantes legítimos o dativos de los ausentes; y la escritura de
descripción o inventario de los bienes, así como de las escrituras de partición y adjudicación
r ·alizadas a virtud de la declaración de fallecimiento o de las actas d e protocolización de los
uadernos particionales en sus respectivos casos".
Así pues, e l cambio fundamental que inspira la nueva LJV rad ica en la atribución de com-
petencias al Letrado de la Administración de Justicia para la tramitación de los expedie ntes,
así como en el recorte sustancial de algunos plazos temporales y trámites complementarios.
6. SUPUESTOS PRÁCTICOS
Julia Santos y Pedro Suárez están casados desde el año 1980. Hace ahora doce años, Pedro des-
aparece sin dejar rastro y Julia llora desconsoladamente al tiempo que busca durante muchos años a su
marido. Un día de otoño del año pasado reaparece en su vida un viejo novio del que estuvo locamente
enamorada. Como ha perdido toda esperanza de encontrar con vida al que todavía es su marido, ha de-
cidido contraer matrimonio con su "viejo" novio. ¿Podría hacerlo? Si su respuesta fuese positiva, explique
por qué y con qué fundamento.
AUSENCIA LEGAL
Don Eustaquio López, de 40 años de edad, soltero, ha decidido tomarse unas vacaciones y hacer un
crucero por el Mediterráneo. Antes de partir, nombra un apoderado general para que atienda sus asuntos.
Transcurridos dos años de su partida sin tener noticias suyas, sus padres pretenden promover la declara-
ción de ausencia legal ¿Cree usted que pueden hacerlo?
AUSENCIA
Cristina Matos salió un buen día de copas con sus antiguos amigos de la Facultad, se despidió de
ellos y, supuestamente, regresaba a casa de sus padres para dormir. Pero, desde que salió de casa, sus
padres no volvieron a tener noticias suyas. Tras una intensa búsqueda, al cabo de dos meses, siguen sin
conocer su paradero. El problema es que Cristina ha dejado unos asuntos urgentes que atender y no ad-
miten demora. Su familia no sabe qué hacer en esta situación, por eso acude a usted para que le asesore
al respecto. ¿Qué le diría?
106 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
Pedro Pérez Franco, viudo y sin hijos, desaparece un día sin dejar noticias. Cuando transcurren dos
años de su desaparición, el hijo de su esposa fallecida , Beltrán, considera que está obligado por ley a pedir
la declaración de ausencia e iniciar el procedimiento. ¿Qué cree usted?
CAPÍTUL06
LA NACIONALIDAD
1. La nacionalidad
1.1. Significado y concepto: nacionalidad y apatridia
1.2. Nacionalidad y ciudadanía
1.3. Regulación normativa
1.4. Adquisición originaria y derivativa: la naturalización
2. La nacionalidad de origen
2.1 . Ius sanguinis o filiación
2.2. Jus solio nacimiento en España
2.3. Adopción de menores extranjeros por españoles
2.4. Consolidación de la nacionalidad o posesión de estado
2.5. La descendencia de personas exiliadas o represaliadas: la Ley 52/ 2007
3. La nacionalidad derivativa
3.1. La opción
3.2. La carta de naturaleza
3.3. La naturalización por residencia
3.4. Requisitos comunes a la adquisición derivativa
4. La consolidación de la nacionalidad por posesión de estado
5. La pérdida de la nacionalidad española
5.1. La pérdida voluntaria de nacionalidad
5.2. La privación de la nacionalidad
6. La recuperación de la nacionalidad española
7. La doble nacionalidad
8. Nacionalidad y matrimonios de complacencia
9. Supuestos prácticos
1. LA NACIONALIDAD
1 das aquellas personas que no tienen nacionalidad alguna. Dicho rechazo inter-
nacional ha sido fruto de los excesos de ciertos regímenes políticos que provo-
t•aron desnacionalizaciones masivas de millones de ciudadanos durante la primera
mitad del siglo XX (Decreto de los Comisarios soviéticos de 1921, desnacionali-
1.t ción de los judíos por Hitler y Mussolini, etc.), y se hizo realidad normativa a
11ivel internacional desde la firma el 10 de diciembre de 1948 de la Declaración
niversal de Derechos Humanos (cuyo art. 15 dispone: «l. Toda persona tiene
l recho a una nacionalidad. 2. A nadie se le privará arbitrariamente de su nacio-
nalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad»). Por supuesto, incluso en
la actualidad sigue habiendo países cuyo sistema jurídico desconoce semejante
onvenio y los principios que sienta, aunque no se cuenta entre ellos España,
uya regulación de la materia es plenamente homologable con la de los restantes
países evolucionados.
En concreto, respecto de los apátridas considera el Código Civil que les será
de aplicación, como ley personal, la ley del lugar de su residencia habitual (art.
9.10), también denominada técnicamente lex loci. Por tanto, conforme a ello, los
apátridas residentes en España, en caso de desearlo, podrían acceder a la nacio-
nalidad española a través de la naturalización por residencia, que seguidamente
estudiaremos.
El Reglamento de reconocimiento del Estatuto de Apátrida vigente en el mo-
mento de cerrar la pre sen te edición es el aprobado por el Real Decreto 865/ 2001,
de 20 de julio, y la Ley 12/ 2009, de 30 de octubre, reguladora del derecho de asi-
lo y de la protección subsidiaria a cuyos preceptos hemos de remitir.
probar si los solicitantes reúnen los requisitos exigidos en el artículo 22 del Código Civil, sin
que sea preciso el consentimiento de los interesados."
8) La Ley 12/ 2015, de 24 de junio, en materia de concesión de /,a nacionalidad españo/,a a
los sefardíes origi,narios de España.
2. lA NACIONALIDAD DE ORIGEN
Actualmente, los supuestos de hecho que acarrean la atribución de la nacio-
nalidad española de origen son de diversa índole, como ya se ha advertido. Por
tanto, conviene estudiarlos separadamente.
dente que los nietos no son descendientes de primer grado y, por tanto, indiscuti-
ble la inconveniencia de la exposición de motivos:
1) Los hijos de padre o madre que originariamente hubieran sido españo-
les (pár. 1º).
2) Los nietos "de quienes perdieron o tuvieron que renunciar a la naciona-
lidad española como consecuencia del exilio".
Ambos grupos de personas pudieron optar a la nacionalidad española de origen, for-
malizando "su declaración en el plazo de dos años desde la entrada en vigor de la presente
disposición adicional", pero como ésta no se produjo hasta el 28 de diciembre de 2008 (la
ley, en su conjunto, está en vigor desde el 28 de diciembre de 2007) , en realidad el pla-
zo efectivo es de tres años, aparte de que puede ser prorrogado por otro año más por el
Consejo de Ministros, como se ha llevado a efecto por la &solución de 17 de marzo de 2010,
de la Subsecretaría del Ministerio de Presidencia, por la que se dispone la publicación del Acuerdo del
Consejo de Ministros de 22 de enero de 201 O, por el que se amplía un año el plazo para ejercer el derecho
de optar a la nacionalidad española recogi,do en la disposición adicional séptima de la Ley 52/ 2007, de
26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establ,ecen medidas a favor de quienes
padecieron persecución o viol,encia durante la guerra civil y la dictadura.
Conclusión: una forma rocambolesca y engañosa de legislar, lo que es más llamativo si
se atiende a que la generalidad de la ciudadanía no discute la bondad sociopolítica de la
reforma, ni los designios perseguidos. Otra cosa es que sepamos con una cierta seguridad el
número de descendientes que puedan haber optado a la nacionalidad de origen por esta vía
especial o excepcional, aunque haya tenido un período de caducidad bastante corto, pues
al parecer lo mismo pueden haber sido medio millón que millón y medio de personas.
En esta misma línea de beneficiar a los descendientes de quienes padecieron persecu-
ción o violencia durante la guerra civil y la dictadura, la disposición final 6ª de la LRC (Ley
20/ 2011) permite que los nietos de las exiliadas españolas que conservaron la nacionalidad
española tras haber contraído matrimonio con un extranjero (siempre que no transmitie-
sen la nacionalidad española a sus hijos, por seguir la del padre) formalicen su derecho de
opción a la nacionalidad española dentro del plazo de un año desde la entrada en vigor de
esta disposición . No obstante, habida cuenta de que esta disposición ya entró en vigor, el
plazo de opción, por esta vía, ha expirado ya.
En todo caso, la técnica y fórmula legislativas seguidas, una vez más, quedan en entre-
dicho y ponen de manifiesto las fisuras del quehacer legislativo contemporáneo, en el que
nuestros parlamentarios confunden las declaraciones y guerrillas políticas con su conversión
en norma: el primer supuesto contemplado en la Ley 52/ 2007 era total y absolutamente
innecesario, atendiendo a lo establecido con anterioridad por el artículo 20.1.b del Código
civil, que dice exactamente lo mismo, como vamos a ver en seguida.
3. LA NACIONALIDAD DERIVATIVA
Como ya he advertido, con dicha expresión pretendo únicamente agrupar
aquellos procedimientos que permiten adquirir la nacionalidad española a per-
sonas que originariamente tenían otra nacionalidad o, en supuestos excepciona-
les, carecían de nacionalidad alguna. Tales procedimientos son tres: la opción, la
carta de naturaleza y la naturalización por residencia, que seguidamente veremos
por separado.
Capítulo 6 La nacionalidad 115
3.1. La opción
La adquisición de la nacionalidad española mediante opción permite facilitar
dicha finalidad a aquellas personas que, no obstante encontrarse conectadas con
España, carecen de los requisitos necesarios para ostentar la nacionalidad espa-
ñola de origen. En el actual sistema normativo los supuestos de adquisición de la
nacionalidad española en virtud de opción son los siguientes:
1) La filiación o el nacimiento en España cuya determinación se produzca
después de los dieciocho años de edad del interesado (art. 17.2).
2) La adopción del extranjero mayor de dieciocho años de edad (art.
19.2).
3) Estar o haber estado el interesado sujeto a la patria potestad de un espa-
ñol (art. 20.1.a).
4) Las personas que sean descendientes de padre o madre que hubiera sido
riginariamente español y nacido en España (art. 20.1.b).
En general, la declaración de optar por la nacionalidad española deberá ser
realizada en el plazo de dos años, a contar desde el momento en que se da el
upuesto de hecho propio de la adquisición de la nacionalidad española por op-
ción . Sin embargo, la opción fundamentada en la sujeción a la patria potestad de
un español permite igualmente que el optante pueda hacerlo con anterioridad
a los dieciocho años y, en tales casos, el plazo de dos años no entra en juego. La
habilitación especial contemplada por la letra b) del artículo 20.2, en cuya virtud
1mayor de catorce años puede formular por sí mismo la declaración de opción,
asistido simplemente de su representante legal, evidencia una vez más cuanto
hemos indicado al hablar de la minoría de edad.
Los plazos legalmente previstos para el ejercicio de la opción son naturalmente
de caducidad. Por tanto, una vez transcurridos, el eventual optante pierde todo
derecho a utilizar dicha vía de adquisición derivativa de la nacionalidad española.
Dicha consecuencia, sin embargo, apenas reviste gravedad, pues el eventual optan-
te podrá naturalizarse mediante el plazo de residencia de un año [art. 22.2.b)].
La adquisición de la nacionalidad española mediante opción ha experimen-
tado un notorio impulso en virtud de lo establecido en la disposición adicional
éptima de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre (BOE 27 de diciembre), por la
que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en Javor de quienes padecieron
persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura. Conforme a dicha dispo-
sición (cuya rúbrica es precisamente la de Adquisición de la nacionalidad española):
l. Las personas cuyo padre o madre hubiese sido originariamente español podrán
optar a la nacionalidad española de origen si formalizan su declaración en el plazo de dos
años desde la entrada en vigor de la presente Disposición adicional. Dicho plazo podrá ser
prorrogado por acuerdo de Consejo de Ministros hasta el límite de un año.
2. Este derecho también se reconocerá a los nietos de quienes perdieron o tuvieron
que renunciar a la nacionalidad española como consecue ncia del exilio .
Según los cálculos oficiales y periodísticos al respecto, semejante previsión normativa, de
innegable fundamento histórico conllevará un notorio increm ento de la ciudadanía española
116 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
Estas pruebas serán diseñadas y administradas por el Instituto Cervantes en las condicio-
0 que se establezcan reglamentariamente ... "
, ontraba en cambio expresamente prevista, en relación con los delitos contra la seguridad
,. t rior del Estado (cfr. arts. 39 y 141 CP derogado).
2) Cuando en el procedimiento seguido para la obtención derivativa de la naciona-
l Jad española (opción, carta de naturaleza y residencia) se haya incurrido por parte del
p , licionario en falsedad, ocultación o fraude (art. 25.2). Dicha conducta podrá motivar la
1111lidad de la naturalización a través del juicio declarativo ordinario (sentencia civil, pues),
p •ro en relación con la naturalización por residencia parece que cabrá igualmente la vía
1 un tencioso-administrativa (cfr. art. 22.5).
3) Cuando quienes hayan adquirido la nacionalidad española por vía derivativa «en-
tren voluntariamente al servicio de las armas o ejerzan cargo político en un Estado extran-
1 ro contra la prohibición expresa del Gobierno». En este supuesto, no habría, pues, una
•ntencia judicial privativa de la nacionalidad, sino que se trataría sencillamente de una
anción de carácter administrativo o, mejor, gubernativo, siempre y cuando existiera pre-
viamente una prohibición gubernamental de realizar las actividades contempladas en el
precepto. Dicha prohibición puede ser tanto individual, cuanto general a través de un Real
D cre to en cuya virtud se vetara a todos los españoles naturalizados servir, marcial o política-
mente, a cualquier otro Estado o Gobierno .
La reforma introducida por la Ley 36/2002 trae consigo que, a partir de su entrada en
vigor (9 de enero de 2003), haya perdido vigencia lo considerado bajo el número 1 anterior,
manteniéndose íntegramente lo dicho en relación con el sometimiento a un Estado extran-
jero en la letra b) del artículo 25. En cambio, en relación con la obtención fraudulenta de la
nacionalidad española, la letra a) del artículo 25 ha sufrido una profunda modificación , pues
según su tenor literal, perderán la nacionalidad los españoles que no lo sean de origen "cuan-
do durante un período de tres años utilicen exclusivamente la nacionalidad a la que hubieran
declarado renunciar al adquirir la nacionalidad española". Quizá hubiera sido más correcto
omitir la exigencia a dicha exclusividad en la utilización de la nacionalidad renunciada y pro-
bablemente el precepto no alcance una existencia prolongada, siendo objeto de nueva modi-
ficación en el futuro, pues su aplicación práctica y concreta resultará virtualmente escasa.
7. LA DOBLE NACIONALIDAD
Hemos tenido ya oportunidad de ver que la existencia de especiales e histó-
ricos lazos de índole cultural y de mestizaje entre los ciudadanos de España y los
nacionales de otros países ha traído consigo determinadas consecuencias en la ac-
tual regulación del Código Civil: así, para obtener la nacionalidad por residencia,
los nacionales (de origen) de países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea
Ecuatorial o Portugal (además de los sefardíes, con independencia de su nacionali-
dad) deben cumplir un plazo de residencia de sólo dos años (art. 22.1, in.fine).
126 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
De otra parte, el actual artículo 24.1 párrafo segundo prevé que la adquisi-
ción de la nacionalidad propia de tales países no conlleva la pérdida de la nacio-
nalidad española de origen. Conforme a ello, resultaría que una misma persona
puede ostentar legítima y simultáneamente dos nacionalidades diversas: la espa-
ñola y cualquiera de las «iberoamericanas» (expresión que utilizaré en adelante
con valor entendido, por mor de la brevedad). Sin embargo, ello no es realmen-
te así y conviene precisarlo, aunque sea correcto hablar de doble nacionalidad
(o, quizá mejor, doble nacionalidad convencional, como propugna en particular el
Profesor J. C. FERNÁNDEZ ROZAS para referirse al tema).
La idea de doble nacionalidad de los españoles y de los ciudadanos de los
Estados iberoamericanos (entendiendo hoy por tales no sólo los «sudamerica-
nos», sino todos los comprendidos en el art. 24.1.2) procede del artículo 24 de
la Constitución republicana de 1931, que establecía en sus dos últimos párrafos
lo siguiente: «A base de una reciprocidad internacional efectiva y mediante los
requisitos y trámites que ftjará una ley se concederá ciudadanía a los naturales de
Portugal y países hispánicos de América, comprendido el Brasil, cuando así lo so-
liciten y residan en territorio español, sin que pierdan ni modifiquen su ciudada-
nía de origen. » «En estos mismos países, si sus leyes no lo prohíben, aun cuando
no reconozcan el derecho de reciprocidad, podrán naturalizarse los españoles
sin perder su nacionalidad de origen. »
La falta de desarrollo legislativo de dicho precepto constitucional y el cambio de régi-
men político provocado por la guerra civil no trajeron consigo el olvido de la idea, que fue
objeto de debate entre los internacionalistas, en los años cuarenta/ cincuenta y propósito
de particular defensa por parte del influyente Profesor F. DE CASTRO, hasta que la doble
nacionalidad convencional pasó a formar parte del cuerpo del Código Civil con ocasión de
la reforma operada en la materia por Ley de 15 de julio de 1954.
nivel e uropeo, unos años antes, se dictó la Resolución del Consejo de 4 d e dicie mbre d
1997, sobre las medidas que de berían adoptarse e n materia d e lucha contra los matrimo-
nios fraudulentos (DOCE nº C-382, de 16 de diciembre d e 1997).
9. SUPUESTOS PRÁCTICOS
NACIONALIDAD
Yasmine Ayharad, de nacionalidad iraní vive en Barcelona desde hace algunos meses. Su marido,
fallecido hace cuatro años, era español residente en Irán. Ella desearía que su hijo, recién nacido en
Teherán y de padre iraní, tenga la nacionalidad española. ¿Podría conseguir Yasmine que su deseo se
convirtiese en realidad?
NACIONALIDAD
Jorge Martínez de Zúñiga y Blanquete nació en Cuemavaca (México) el 14 de febrero de 1970. Toda su
familia cercana es mejicana, salvo su abuelo paterno, que fue originariamente español. Desde el pasado mes de
febrero del presente año, Don Jorge reside en España, donde se ha traído a su esposa y a sus hijos, por motivos
laborales, pues lidera un famosísimo grupo de mariachis de gran éxito en España y en otros países de Europa.
Don Jorge quiere saber si puede conseguir la nacionalidad española ¿Qué le respondería y con fun-
damento en qué?
NACIONALIDAD
Fahtema acaba de nacer en un centro de la Cruz Roja de Fuerteventura. Sus padres, ambos nacidos
y residentes en Senegal, llegaron ayer a España a través de un cayuco procedente de su país, por supues-
to sin papeles y sin autorización administrativa o contrato de trabajo alguno.
¿Qué nacionalidad considera usted que tiene Fahtema? Razone la respuesta.
NACIONALIDAD
Benito Pérez nace en Madrid de madre francesa y padre español. Los padres no están casados,
pero el padre reconoce en el Registro civil la filiación extramatrimonial del hijo, con lo cual éste ostenta
la nacionalidad española. Cuando el niño contaba la edad de 12 años, el padre descubre unas pruebas
que le hacen dudar de su paternidad. Ante tal situación decide realizarse las pruebas de paternidad, cuyo
resultado es, sin lugar a dudas, que él no es el padre de Benito, por lo que decide impugnar su paternidad,
con lo que se anula el título de atribución de la nacionalidad española. Ante esto, ¿cree que Benito puede
seguir ostentando la nacionalidad española?
Razone la respuesta
NACIONALIDAD
lbrahim El Qantawi es un periodista chadiano muy reivindicativo con el régimen presidencial allí es-
tablecido. Hace cuatro años tuvo que huir de su país porque su vida corría un grave peligro, dado que
el Gobierno en el poder le había amenazado de muerte en reiteradas ocasiones. Ante esta situación, el
Gobierno de España de aquel momento le protegió y le permitió residir en nuestro país para que no fuera
Capítulo 6 la nacionalidad 129
y tima de abusos por parte de sus compatriotas. En España lbrahim está muy contento, lleva una vida
n rmal y se está planteando no volver a Africa nunca más, así que pretende solicitar la nacionalidad espa-
nla. ¿Podrá esté refugiado político solicitarla?
NACIONALIDAD
Gabriel Vargas, conocido escritor guatemalteco, amante de España y de los toros, ha obtenido la
n clonalidad española por carta de naturaleza. Una de sus hijas, Carolina Vargas Herrera, con las mis-
11 s aficiones que su padre, se plantea si tendrá alguna posibilidad de obtener la nacionalidad española.
Justifique su respuesta.
CAPÍTUL07
1A VECINDAD CIVIL Y EL DOMICILIO
de una u otra vecindad civil no puede llevarse a cabo mediante el criterio del ius sangui-
nis, pues tan progenitor seria-por ejemplo-el padre catalán cuanto la madre gallega.
En consecuencia, hoy día el criterio del ius sanguinis sólo puede ser conside-
rado un criterio prioritario de atribución de la vecindad civil en los casos de coin-
cidencia de vecindad civil en los progenitores (lo que, según lo dicho, constituía
la regla con anterioridad a la Ley 11 / 1990). En cambio, en caso de disparidad de
vecindad civil entre los padres o progenitores, el ius sanguinis no desempeña pa-
pel relevante alguno, siendo otros criterios diversos los que habrán de ser tenidos
en cuenta, como veremos en el epígrafe siguiente.
De otra parte, la Ley 11 / 1990 ha incorporado al artículo 14 un nuevo inciso,
en cuya virtud la vecindad civil común de los adoptantes hace que dicha vecin-
dad sea atribuida, ope legis, a los adoptados no emancipados.
1111 mo, al tiempo que subrayar una vez más el desconocimiento general de la im-
p rtancia de la materia para la generalidad de los ciudadanos, que en más de un
1 ,l o puede originar sorpresas inesperadas:
9. CLASES DE DOMICILIO
ría dicha conclusión, pues tanto el artículo 40.1 del Código Civil cuanto las normas reseñadas
de la LEC-1881 procedían de un mismo bloque prenormativo del Anteproyecto isabelino.
No obstante, otros relevantes autores (cuya opinión comparto), consideran que, en la
Interpretación actual de los preceptos comentados, deben primar otros criterios interpretati-
vos sobre el puramente historicista. De tal manera, cabría entender que los domicilios legales
rían meras presunciones, que podrían verse desvirtuadas por la acreditación de que la resi-
dencia habitual no coincide con los datos legalmente establecidos. En esta línea argumentati-
va parece moverse predominantemente el T1;bunal Supremo, según el cual el domicilio real
debe prevalecer sobre el domicilio legal, incluso respecto de los menores no emancipados.
Mayores dificultades representa la superación de la verdadera ficción l,egal establecida
por el artículo 40.2 en relación con el domicilio de los diplomáticos, pues precisamente la
disposición normativa parte de la base de que en este caso el domicilio no puede coincidir,
por principio, con la residencia habitual.
En tales casos, la utilización del término domicilio no deja de ser una licencia lingüísti•
ca, pues realmente no hay consideración alguna del lugar de residencia habitual de pers
na alguna, sino una mera utilización instrumental de un lugar determinado como espacio
físico de imputación de una concreta actividad de relevancia jurídica. En tal sentido, suel
insistirse, el llamado domicilio electivo no es un verdadero domicilio .
El Código Civil no regula con carácter general dicho domicilio electivo, ni utiliza para
nada semejante expresión, que tiene un claro origen doctrinal . No obstante, es evident .
que, en la práctica, el denominado domicilio electivo es objeto de profusa utilización y ti •
ne una gran importancia; hasta el extremo de que, desde antiguo, el Tribunal Supremo ha
declarado que en las relaciones contractuales el domicilio real carece de relevancia cuando,
voluntariamente, se ha pactado otro cualquiera. Por otra parte, es evidente que, aunqu
el Código Civil no lo regule de forma expresa, la licitud de ftjación de cualquier domicilio
electivo es innegable en relación con todas las actividades humanas que, por no vulnerar
el orden público, pueden regularse a través del principio de la autonomía privada o de la
libertad contractual.
VECINDAD CIVIL
Juan Mendieta y de Ostos, nacido en Navarra de padres navarros, lleva viviendo en Navacerrada, un
pueblo de la Comunidad de Madrid, desde hace casi año y medio. A los pocos meses de instalarse, decide
empadronarse como vecino de Navacerrada para tener la posibilidad de acceder a la compra de pisos de
protección oficial que sortea el Ayuntamiento de esta localidad. Por este motivo, en las elecciones genera-
les del pasado marzo de 2008 Juan ha ejercido su derecho al voto en Navacerrada.
¿Cuál cree usted que es la vecindad civil de Juan? Razone la respuesta.
José Manuel, de vecindad civil gallega, ejerce la patria potestad de su hijo de tres meses, Mario, dado
que desgraciadamente la madre del niño y esposa de José Manuel, María, se encuentra en estado vege-
tativo a consecuencia de una grave complicación en el parto. José Manuel, amantísimo esposo, acude al
Registro Civil con la intención de que le sea otorgada a Mario la vecindad civil común, por ser la correspon-
diente a la abuela de su querida esposa, quien por cierto ostenta la vecindad civil aragonesa.
Teniendo en cuenta los datos de hecho, ¿es posible que José Manuel otorgue a su hijo la vecindad
común?
Capítulo 7 La vecindad civil y el domicilio 147
VECINDAD CIVIL
Luis Sampedro Yáñez nació en Londres durante una estancia laboral de sus padres -él soriano y
r t lana ella- en la capital británica. Sus padres quieren volver cuanto antes a España. ¿Qué vecindad
, IV I tendría Luis?
VECINDAD CIVIL
Bruno nació en Madrid en 2008. Sus padres, Paula y Miguel, son gallegos de nacimiento y origen fa-
111 llar, si bien ambos viven y residen oficialmente en Madrid desde el año 2000. ¿Qué vecindad civil tendrá
1runo? ¿Por qué y con qué fundamento?
CAPÍTULOS
EL REGISTRO CML
1.1. Introducción
Las relaciones sociales requieren frecuentemente acreditar de forma segura
indiscutible las condiciones de capacidad y el entorno familiar de la persona: la edad,
el hecho de estar soltero o casado (entre otras cosas, para evitar la bigamia, que con
tituye un delito: art. 217 CP) o de no haber sido sometido a incapacitación, etc.
Al mismo tiempo, los modernos Estados, sumamente intervencionistas y ado-
radores de la estadística, han mostrado un enorme interés por contar con un
«fichero» de sus ciudadanos, de gran utilidad para las más diversas cuestiones
(servicio militar, censo electoral, protección de la familia numerosa, etc.).
Semejante «fichero » viene representado por el Registro Civil, un Registro
que -parafraseando el art. 325 CC- está destinado al efecto de que consten en
él «los actos concernientes al estado civil de las personas». Conviene advertir ex-
presamente que, en términos coloquiales (y en impresos y formularios, incluso
oficiales), la expresión estado civil se hace coincidir con el hecho de estar casa-
do o no (soltero, divorciado o viudo); sin embargo, en términos propiamente
técnico-jurídicos, la significación del estado civil es mucho más amplia. Para la
gran mayoría de los autores, como sabemos, son estados civiles de la persona cua-
lesquiera cualidades o circunstancias estables de la misma que, de una forma u
otra, afecten a su capacidad de obrar.
Ahora bien, aunque se acepte la categoría del estado civil, es evidente que el Registro
Civil no sólo comprende circunstancias o situaciones integrables dentro del concepto de
estado civil, sino que extiende su competencia propia a otras que indiscutiblemente no son
estados civiles. Así lo manifiesta el artículo 1.1 de la vigente Ley de Registro Civil de 1957:
«En el Registro Civil se inscribirán los hechos concernientes al estado civil de las personas
y aquellos otros que determina la Ley. » En consecuencia, la denominación ofrecida por el
CC (Reg;istro del estado civil:. cfr. rúbrica del título XII del Libro I, art. 326) debe abandonarse y
sustituirse por la más correcta del Reg;istro civil a secas (cfr., incluso, arts. 329 y 331 CC).
Desde la perspectiva contraria, no es susceptible de inscripción en el Registro Civil
la mayoría de edad (estado civil indiscutible para quienes admiten tal categoría) por una
evidente razón práctica: dado que su acaecimiento se encuentra regulado legalmente (en
nuestro Derecho, constitucionalmente: art. 12) , basta con proceder a realizar la correspon-
diente operación aritmética de sumar al año -y fecha- de nacimiento el número de años
requeridos para determinar la mayor edad.
l.º El nacimiento.
2.º La filiación.
3. 0 El nombre y apellidos.
4.º La emancipación y habilitación de edad.
5. 0 Las modificaciones judiciales de la capacidad de las personas o que éstas han sido
di' !aradas en concurso, quiebra o suspensión de pagos.
Por mandato expreso de la LPPD (Ley 41 / 2003 que, no obstante, no ha modificado la
I.RC aunque después sí lo ha hecho la Ley 1/ 2009, de 25 de marzo), deben constar también
1•n el Registro Civil el nombramiento del administrador del discapacitado (art. 8 LPPD) y
l,1designación de cualesquiera personas que hayan de desempeñar funciones relacionadas
r n la tutela o la administración del patrimonio de la persona de cuya hipotética incapaci-
1 ión se trate.
6.º Las declaraciones de ausencia o fallecimiento.
7.º La nacionalidad y vecindad.
8.º La patria potestad, tutela y demás representaciones que señala la Ley.
9. 0 El matrimonio, y
10.º La defunción.
La enumeración realizada por el artículo l.º de la Ley del Registro Civil evi-
dencia que el Registro Civil constituye el soporte de la que podríamos denomi-
nar «biografía jurídica» de la persona: desde que ésta nace hasta que muere será
bligatorio inscribir cualquier circunstancia que afecte a su capacidad de obrar o
a su situación dentro de la comunidad.
Las circunstancias personales contempladas en la norma transcrita constituyen
una enumeración exhaustiva y completa de las cualidades o situaciones persona-
les que al Derecho interesan. En tal sentido, la enumeración del artículo 1 LRC
se califica técnicamente de numerus clausus, en cuanto los particulares no pueden
pretender la constancia en el Registro Civil de hechos o cualidades personales dis-
tintas de las preestablecidas legalmente (por ej., abortos -cfr. arts. 171 y ss. RRC-;
sustitución plena de nombres y apellidos por seudónimo título nobiliario -aunque
éste puede recogerse también en el asiento registra!: art. 135.3 RRC-, etc.).
De otro lado, interesa destacar que, conforme a lo establecido en el artículo 15 de la
LRC, el Registro Civil no afecta sólo a los españoles propiamente dichos, sino que en el
Registro constarán los hechos inscribibles que afectan a los españoles y los hechos acaecidos
en territorio español, aunque afecten a extranjeros (por ejemplo, nacimientos, matrimonio
o defunciones de inmigrantes o residentes) .
Asimismo, se inscribirán en todo caso los hechos ocurridos fuera de España, cuando
las correspondientes inscripciones deban servir de base a inscripciones marginales exigidas
por el Derecho español.
Debe destacarse que conforme a lo dispuesto conforme a lo dispuesto en la
disposición final primera de la Ley 5/ 2018, de 11 de junio, de modificación de
la Ley 1/ 2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, en relación a la ocupa-
ción ilegal de viviendas, se pospone la entrada en vigor, hasta el 30 de junio de
2020, de la nueva Ley 20/ 2011, de 21 de julio, del Registro Civil, de la nueva Ley
20/ 2011, de 21 de julio, del Registro Civil, que supone un cambio radical respec-
152 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
1.3. El nombre
El nombre o «nombre de pila» (esto es, bautismal, dada las profundas raíces
católicas de España) es el dato identificador inicial y posiblemente principal de
toda persona. En tiempos históricos, cuando las admoniciones de los prelados y
servidores de la Iglesia Católica eran prácticamente impuestas al conjunto de la
ciudadanía e incluso al poder civil, el nombre era directamente extraído del san-
toral y, por lo general, observando la fecha de nacimiento. De tal manera si un
varón nacía, supongamos el día 23 de marzo, no era extraño que se le impusiera
«el santo de la fecha» que, en este caso, se trata de Santo Toribio de Mogrovejo.
De otra parte, los compromisos con Dios y con los hombres, trajeron consigo
durante siglos que buena parte de los españoles llevaran varios y plurales nom-
bres, pues así se podía cumplir socialmente con los abuelos, los padrinos, etc.
No era extraño así que, hasta la Ley de Registro Civil de 1957, fuera corriente
ser portador de tres, cuatro o cinco nombres (supongamos, Antonio Jesús de los
Sagrados Corazones Arnaldo o Manuel Joaquín Jesús). Por su parte, las personas
de sexo femenino se encontraban condenadas a llevar inicialmente el nombre de
María seguido de una o varias advocaciones virginales, quisieran o no los padres.
Tras la aprobación de la Ley de Registro Civil de 8 de junio de 1957 es claro
que al dar nombre al nacido «no podrá consignarse más de un nombre compues-
to, ni más de dos simples» (art. 54, en su redacción actual) , lo que parece más
que suficiente pues ni siquiera los más cercanos o afectos a una persona cual-
quiera suelen mencionarla por el nombre compuesto existente en su caso, sino
que se suele recurrir a formas abreviadas del mismo o giros familiares de mayor
brevedad aún. Por ello la opción legislativa señalada parece plausible con carác-
ter general y no ha sido modificada por la Ley 40/ 1999, de 5 de noviembre, por
la que se regulan los nombres y apellidos y el orden de los mismos (BOE del 6),
desarrollada a su vez por el Real Decreto 193/ 2000, de 11 de febrero.
La Ley 40/ 1999, en relación con el nombre, tiene especial importancia en
cuanto permite sustituir el nombre que obre inscrito en el Registro Civil en cas-
Capítulo 8 El Registro Civil 153
Finalmente, la nueva Ley del Registro Civil, Ley 20/2011, regula de modo completa•
m nte diverso esta materia, prescindiendo de la histórica prevalencia del apellido paterno
frente al materno y permitiendo, por tanto, que ambos progenitores sean los que decidan
el orden de los apellidos. En caso de desacuerdo o cuando no se hayan hecho constar lo
apellidos en la solicitud de inscripción, el Encargado del Registro Civil requerirá a los pro-
genitores, o a quienes ostenten la representación legal del menor, para que en el plazo
máximo de tres días comuniquen el orden de los apellidos. Transcurrido dicho plazo sin co-
municación expresa, el Encargado acordará el orden de los apellidos atendiendo al interés
superior del menor (art. 49 LRC-2011).
Pues bien, teniendo en cuenta el espíritu de la nueva Ley del Registro Civil, en cuanto
al orden de los apellidos, se aplica a un caso planteado con anterioridad al año 2011 si bien
resuelto con posterioridad, En concreto, se trata del caso resuelto por la STS 76/2015, de 17
de febrero (Pon. Sr. Baena), en el que el menor de edad llevaba dos apellidos de la madre
desde que nació pero, cuando tenía dos años y medio, el padre interpuso una demanda re-
clamando la paternidad y el cambio de orden de los apellidos para que (a falta de acuerdo)
el primero fuese el suyo y el segundo el de la madre. La sentencia de instancia aplicó la nor-
ma general vigente en aquella fecha, según la cual la filiación determina el orden de los ape-
llidos y el apellido paterno se antepone al materno (art. 109 CC). El Tribunal Supremo, por
el contrario, señala que cuando está en cuestión el interés superior del menor la respuesta no
puede ser de interpretación literal de las normas y, aunque la Ley de Registro Civil 20/ 2011
no haya enu·ado en vigor por razones estructurales y organizativas, ésta autoriza una inter-
pretación correctora de la antigua norma aplicable al caso, acabando con la prevalencia del
apellido paterno frente al materno, con el fin de avanzar en la igualdad de trato de hom-
bres y mujeres (Ley Orgánica 3/ 2007). En consecuencia, el TS considera que el progenitor
reclamó la paternidad de forma tardía cuando el hijo estaba escolarizado y que, además de
emplear el primer apellido de su madre desde el nacimiento, el hijo no había tenido ningu-
na relación personal con su padre. En tales circunstancias, es perfectamente identificable
el interés del menor en seguir manteniendo su nombre y su primer apellido materno, al ser
conocido por el mismo en los diferentes ámbitos familiar, social o escolar.
En la misma línea, las SSTS 15/ 2016, de 1 de febrero, y 659/ 2016, de 10 de noviembre
(Pon. en ambas: Sr. Baena), consideran que si no se acredita ninguna circunstancia que, siem-
pre bajo el interés superior del menor, aconseje el cambio de apellido con el que aparece
identificado desde su inscripción de nacimiento la cuestión debe resolverse no tanto valoran-
do si existe un perjuicio para el menor por el cambio de los apellidos, sino más bien, partien-
do del que tiene como primero, si le sería beneficioso el cambio, de forma que el primero
fuese el paterno y el segundo el materno. Por lo que, si no consta tal beneficio, no existe razón
para alterar el primer apellido (materno) con el que se viene identificando el menor.
Así también Jo ha considerado la STS 638/ 2017, de 23 de noviembre, en la que tampoco
se aprecia la vulneración del interés superior del menor que daría lugar al cambio del orden
de los apellidos en defecto de acuerdo de los progenitores. Este es el criterio seguido por
nuestro TS en supuestos de reclamación de filiación paterna. Finalmente, en idéntico sentido,
la STS 299/ 2017, de 16 de mayo, en el que el Tribunal se pregunta, para el caso de que exista
desacuerdo por parte de los progenitores sobre el orden de los apellidos, si con el cambio
se va a producir un beneficio para el menor. Por tanto, la discrepancia sobre el orden de los
apellidos debe decidirse de acuerdo con el interés del menor y que para ello se debe tener en
cuenta si se ha afianzado por el transcurso del tiempo el uso del apellido del menor, de modo
que el cambio en el orden de los apellidos pudiese suponer un menoscabo de su derecho a
la propia imagen. Concluye que tal menoscabo no existe teniendo en cuenta la corta edad
del hijo, lo que implica que no ha hecho un uso prolongado de sus apellidos anteriores. Por
Capítulo 8 El Registro Civil 155
1anto, la Sala considera que la pregunta que se ha de responder en estos supuestos no es tanto
xiste perjuicio para el menor por el cambio de apellidos como si, partiendo del que tiene
roo primero, le sería beneficioso el cambio, de forma que el primero fuese el paterno y el
gundo el materno. Si no consta ese beneficio no existe razón para alterar el primer apelli-
c1 con el que viene identificado el menor. En este caso no consta ese beneficio, y a ello cabe
añadir que el menor tiene ya cuatro años, tiempo suficiente como para haberse asentado en la
vida familiar, social y sanitaria con el primer apellido con el que aparece inscrito.
Recientemente, la STS 496/ 2018, de 14 de septiembre, ha tenido ocasión de analizar
tro asunto relativo a los apellidos, en el que ha establecido que el orden de los apellidos
uede cambiarse, pero no puede suprimirse los de un progenitor, si la filiación ha sido
,\ eptada o determinada respecto de ambos. Conforme a nuestra tradición normativa y a la
Ley 20/ 2011, el derecho de la personalidad del nacido exige como elemento de su identi-
dad que aparezca inscrito con nombre y apellidos.
Dichos apellidos vienen determinados por la filiación y con el fin de avanzar en la igual-
lad de género se prescinde de la histórica prevalencia del apellido paterno frente al mater-
no permitiendo que ambos progenitores sean los que en acuerdo decidan el orden. "En de-
~ cto de acuerdo, el Encargado del registro decidirá el orden de los apellidos ponderando
dos derechos de especial relevancia, el de igualdad por razón de sexo y el de interés supe-
rior del menor. Si ello se traslada al caso de autos la conclusión es que la conformidad inicial
sobre los apellidos solo puede venir referida a su orden y no a la supresión de los de un pro-
genitor, pues ello, en principio, iría en contra de la previsión legal y del interés del menor".
Por tanto, a partir del interés superior del menor y en aras a su protección, se entiende que
al nombre del menor en el registro acompañe los apellidos de ambos progenitores, por no
apreciar motivo legal para suprimir el del padre. Respecto al orden entre ellos se considera
que ha de tener preferencia el de la madre respecto al del padre para que la declaración de
paternidad cause el menor impacto en la vida y entorno que ahora envuelven al niño desde
su nacimiento.
2. LEGISLACIÓN REGULADORA
Durante la segunda mitad del pasado siglo XX, la Ley del Registro Civil ha
sido la de 8 de junio de 1957. Dicha Ley vino a sustituir a la Ley «provisional» de
Registro Civil, dictada el 17 de junio de 1870 ( vid., todavía hoy, art. 332 CC), con
ocasión de la parcial renovación legislativa de «La Gloriosa», ante el retraso de la
tarea codificadora.
A su vez, la Ley de 1957 ha sido sustituida por la nueva regulación de la mate-
ria, contenida en la Ley 20/ 2011, de 21 de julio, del Registro civil, a la que dedi-
camos el epígrafe 6.5. de este mismo capítulo.
Hasta la promulgación de la Ley de 1870 no hubo Registro Civil propiamente
dicho, sino Registros parroquiales dependientes de la Iglesia Católica.
Cuanto acaba de afirmarse puede resultar llamativo a primera vista. Sin embargo, si bien se
piensa responde a situaciones histó1icas de todos conocidas: la omnipresencia en Europa de la
Iglesia Católica hace que el poder civil o poder estatal sienta muy tardíamente la necesidad de es-
tructurar un Registro Civil y que, de hecho, las funciones propias de éste fueran desempeñadas
por los libros parroquiales de bautismos, matrimonios y defunciones (estrictamente regulados
por el Derecho canónico desde siglos antes, al menos desde el famoso Concilio de Trento, cele-
ARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
brado, en distintas sesiones, entre 1545 y 1563). Por tanto, sólo cuando la Constitución de 1869
declara la lihertad de cuUos salta a la palestra el problema: el Estado no puede depender de los
libros parroquiales, sino que necesita de un propio Registro Civil, estructurado con cierta urgen-
cia -de ahí el calificativo de «provisional»- por la citada Ley de 17 de junio de 1870.
La Ley de 8 de junio de 1957 ha sido generalmente alabada por su perfección técnica
y por ser superadora de ciertas deficiencias de la Ley de 1870 (inexistencia de calificación
y de control de legalidad y limitación del contenido del Registro). No obstante el hecho de
que sus disposiciones resultaron profundamente afectadas por las leyes postconstitucionales
de modificación del CC (en materia de filiación, matrimonio, incapacitación y tutela, nacio-
nalidad y vecindad civil), hasta 2011 el legislador ha preferido actuar por vía reglamentaria,
modificando reiteradas veces el RRC para adecuarlo a la regulación civil posconstitucional
y, en particular, a la LOPJ. Baste recordar a tal efecto, aparte de lo apenas dicho sobre nom-
bre y apellidos en los anteriores epígrafes, que el Real Decreto 1917 / 1986, de 29 de agosto,
ha modificado la mayor parte del texto articulado del RRC, pese a que la fecha oficial de
éste siga siendo la de 14 de noviembre de 1958.
La necesidad de la revisión de la LRC, a la que acabamos de hacer referencia, quizá se
acentuó cuando diversas y sucesivas leyes aprobadas bajo el gobierno presidido por D.José
Luis Rodríguez Zapatero incidieron sobre diversos aspectos de ella y, por cierto, no siempre
con la corrección debida:
- La Ley 12/ 2005, de 22 de junio, por la que se modifica el artículo 23 de la Ley de 8 de ju-
nio, del Registro Civil, representa, en efecto, una mera modificación que, siendo importante,
es no obstante de puro detalle aunque de inusitado alcance general ya que añade un nuevo
párrafo al citado artículo para establecer los que "los asientos [en el Registro Civil] se reali-
zarán en lengua castellana o en la lengua oficial propia de la Comunidad Autónoma en que
radique el Registro Civil, según la lengua en que esté redactado el documento o en que se
realice la manifestación. Si el documento es bilingüe, se realizará en la lengua indicada por
quien lo presente al Registro .. .". Este último aserto determina bien claramente que, a partir
de ahora, el bilingüismo no podrá considerarse la regla y que, por tanto, la lengua común,
la castellana pierde, una vez más, representatividad en este mundo globalizado en el que
vivimos y al que pretendemos ponerle continuas puertas dentro de las fronteras nacionales.
- La Ley 13/ 2005, de 1 de julio (publicada en el BOE del sábado 2 de julio coinci-
diendo con la caravana del día del orgullo gay) ha dado nueva redacción al artículo 53 de
la LRC, cuyo tenor literal es ahora el siguiente: "las personas son designadas por su nom-
bre y apellidos, correspondientes a ambos progenitores, que la Ley ampara frente a todos".
Dada la admisión del matrimonio entre personas del mismo sexo, cuyos componentes o
miembros no serán progenitores en un elevadísimo porcentaje, y la necesidad (real?) de
erradicar el calificativo de paterno y materno respecto de los apellidos, al final la condición
universal de progenitores a todos nos iguala¡¡¡
- La Ley 15/ 2005, de 8 de julio, en materia de separación y divorcio, ha afectado
también, si bien levemente, al párrafo primero del artículo 20 LRC.
- La disposición final cuarta de la Ley 54/ 2007, de 28 de diciembre, de Adopción
Internacional, además de imponer ciertos deberes complementarios de los Encargados del
Registro civil en relación con las adopciones internacionales, ha modificado el apartado
2 del artículo 63 de la Ley de 8 de junio de 1957, del Registro Civil, que ha pasado a te-
ner la siguiente redacción: «2. Las autoridades competentes para la tramitación y resolu-
ción de las solicitudes de adquisición de la nacionalidad por residencia, para la exclusiva
finalidad de resolver la solicitud presentada por el interesado, recabarán de oficio de las
Administraciones Públicas competentes cuantos informes sean necesarios para comprobar
Capítulo 8 El Registro Civil 157
! los solicitantes reúnen los requisitos exigidos en el artículo 22 del Código Civil, sin que sea
reciso el consentimiento de los interesados. »
Particular relevancia tienen las reformas introducidas por la Ley 1/2009, de 25 de
marzo, en materia de incapacitaciones, cargos tutelares y administradores <;le patrimonios
protegidos, cuyo preámbulo manifiesta, entre otras cosas, que " ... la propia organización
del Registro Civil dificulta la obtención de datos generales sobre el número y alcance de las
incapacitaciones que tienen lugar en nuestro país, ya que es muy difícil obtener informa-
ión sobre las personas en las que recae una sentencia de modificación de la capacidad de
brar, con el consiguiente sometimiento a tutela o a curatela, si no se conoce previamente
la identidad de las mismas. Además el principio competencia! de territorialidad que rige el
Registro Civil ocasiona la dispersión de los asientos pudiendo existir información relativa
a un mismo individuo en distintos Registros Civiles Municipales. Por ello, en la actualidad,
amplios sectores implicados en la promoción y protección de los derechos de las personas
con discapacidad demandaban la introducción de las reformas legales necesarias a fin de
que el Registro Civil pueda actuar en este ámbito como un mecanismo fiable de publicidad
que permita supervisar la efectiva aplicación de la normativa relativa a la incapacitación
judicial de personas que no pueden gobernarse por sí mismas, así como facilitar la efectiva
puesta en práctica de la figura del patrimonio protegido como mecanismo de protección
patrimonial de las personas con discapacidad". Atendiendo a ello, se modifican los artículos
18, 38 y 39 de la Ley de 8 de junio de 1957, sobre el Registro Civil, a la que se añaden los
artículos 46 bis y 46 ter.
Probablemente la norma fundamental al respecto sea la contenida en el párrafo cuarto
del nuevo tenor literal del artículo 18: "Asimismo se llevarán en el Registro Central los libros
formados con los duplicados de las inscripciones sobre modificaciones judiciales de la capa-
cidad de obrar, constitución y modificación d e cargos tutelares, prórroga o rehabilitación de
la patria potestad, medidas judiciales sobre guarda o administración de presuntos incapaces
o menores no sujetos a patria potestad, vigilancia o control de tales cargos, y constitución
de patrimonios protegidos y designación y modificación de administradores de patrimo-
nios protegidos practicadas en los distintos Registros Municipales, bajo la denominación de
"Libro de Incapacitaciones, cargos tutelares y administradores de Patrimonios Protegidos".
el objeto principal de las inscripciones que han de anotarse en dicha Sección viene repre-
sentada por el nacimiento, que sin duda alguna constituye el asiento principal no sólo de la
Sección del Registro considerada, sino del Registro Civil contemplado en su cortjunto.
En efecto, desde el punto de vista registra!, el nacimiento es el más importante de todo
los hechos, datos o circunstancias susceptibles de inscripción: la inscripción del nacimiento
representa el punto medular de todo el sistema registra!, asumiendo el papel de inscripción
central que proporciona información sobre las restantes inscripciones de la persona. Por tan-
to, a efectos prácticos, bastará en principio con saber dónde ha nacido una persona y con
consultar su inscripción de nacimiento, para poder rastrear el resto de los datos inscritos en
los correspondientes Registros (el del lugar en que contrajo matrimonio o donde murió).
La centralización desempeñada por la inscripción de nacimiento se consigue mediante
la práctica de unas notas de coordinación que, de oficio, deben llevar a cabo los Jueces en-
cargados de los diversos Registros (vid. Circular DGRN de 26 de octubre de 1971), para qu e
en el Registro de destino (el del nacimiento) se lleve a cabo la correspondiente nota margi-
nal o de referencia, de conformidad con lo dispuesto en la Ley.
Mas, junto a la inscripción de nacimiento, en la Sección l." del Registro Civil han de
anotarse también todos aquellos hechos inscribibles para los que la legislación no establece
especialmente que sean inscritos en otra Sección (art. 46 LRC-1957). Así pues, tiene interés
resaltar que muchas de las materias objeto de estudio en el presente volumen pueden ser
igualmente objeto de inscripción al margen de la inscripción principal de nacimiento:
Modificaciones judiciales de capacidad.
La adopción.
Declaraciones de concurso.
Declaración legal de ausencia.
Declaración de fallecimiento.
Hechos relativos a la nacionalidad o vecindad.
Cuantos hechos afecten a la patria potestad, salvo la muerte de los progenitores.
Como ya hemos dicho, deben constar igualmente en el Registro las nuevas previsio-
nes de la LPPD relativas a la tutela y a la administración patrimonial de las personas con
discapacidad.
Por otro lado, el artículo 39 LRC-1957 prevé que, igualmente, al margen de la inscrip-
ción de nacimiento se pondrá nota de referencia de las inscripciones de matrimonio, tutela,
representación y defunción del nacido y, en esas inscripciones, se hará constar, a su vez,
referencia a la de nacimiento.
La Sección 2." , denominada «De matrimonios» tiene evidentemente por objeto la ins-
cripción «del acto del matrimonio y de la fecha, hora y lugar en que se contrae» (art. 69) .
Como anotaciones marginales a dicha inscripción principal de matrimonio, la propia Ley
de Registro Civil considera las siguientes:
1) Las sentencias y resoluciones sobre validez, nulidad o separación del matrimonio y
cuantos actos pongan término a éste (art. 76).
2) La existencia de pactos, resoluciones judiciales y demás hechos que modifiquen el
régimen económico de la sociedad conyugal (art. 77 LRC-1957, cfr. art. 1.322 del CC).
La Sección 3.", rubricada «De las defunciones» (arts. 81 y ss.), tiene por objeto inscri-
bir la muerte de la persona, con indicación de la fecha, hora y lugar en que acontece. La
inscripción del óbito se practica en virtud de declaración de quien tenga conocimiento de
ella y, particularmente, de los parientes del difunto o habitantes de su misma casa (art. 84) .
Conviene subrayar que en la Sección 3.º se inscribe exclusivamente el hecho físico y real
de la muerte y no así la declaración de fallecimiento pese a la equivalencia entre ambas,
pues como hemos visto antes, el artículo 46 establece que la declaración de fallecimiento
Capítulo 8 El Registro Civil 159
misión diplomática. La finalidad de tales Registros consulares es que los residentes fue
del territorio nacional puedan inscribir los datos y circunstancias exigidos por el artículo l ,ª
de la LRC-1957. En la práctica, sobre todo en años de emigración laboral, ha sido enorm
mente frecuente la inscripción de españoles nacidos en el extranjero. Pero, naturalment ,
la función de los Registros Consulares no acaba ahí, pues cualesquiera hechos que afecten
a las cualidades personales de los españoles residentes en el extranjero deben ser anotado
o inscritos en los Registros Consulares, a efectos de que éstos posteriormente den cuenta al
Ministerio de Justicia de tales hechos o circunstancias.
Por esta razón, una de las características principales de las inscripciones realizadas en
los Registros Consulares es que se extenderán por duplicado, con el objeto de que uno d
los ejemplares se remita al Registro Central, mientras que el otro ejemplar queda depo-
sitado en el propio protocolo del Registro Consular. El artículo 118 del Reglamento del
Registro Civil, redactado según Real Decreto de 6 de marzo de 1985, ha suprimido la nece-
sidad de remitir los duplicados a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, permitiendo
la comunicación directa entre los Registros Consulares y el Registro Central, admitiendo
al mismo tiempo que los duplicados de las inscripciones puedan ser extendidos por medio
de fotografía o procedimiento análogo, debiendo cuidar el remitente que la impresión sea
indeleble y la letra claramente legible, al mismo tiempo que en su tamaño coincida con el
de los folios de los libros de inscripciones.
3) El Registro Central: Se encuentra a cargo de la propia Dirección General de los
Registros y del Notariado del Ministerio de Justicia y por tanto es un Registro único para
todo el territorio nacional, estando radicado en Madrid en cuanto oficina u organización
administrativa.
Por lo apenas dicho, se comprenderá que una d e las funciones principales del Registro
Central radica en concentrar o centralizar todas las inscripciones relativas a las circuns-
tancias personales de los españoles que hayan sido objeto de inscripción en los Registros
Consulares. Pero además de dicha función, el Registro Central cumple también el impor-
tante cometido de acoger todos aquellos hechos para cuya inscripción no resulte competen-
te ningún otro Registro, así como aquellos que no puedan inscribirse por concurrir circuns-
tancias excepcionales de guerra y cualesquiera otras (incendio, inundación, asalto, etc.),
que impidan el funcionamiento del Registro territorialmente competente, como indica el
propio artículo 18 de la LRC-1957.
4.1. Inscripciones
Las inscripciones propiamente dichas constituyen el tipo de asiento fundamental en nues-
tro sistema registra! y se caracterizan, básicamente, por ser asientos de naturaleza permanente
y sustantiva (en el sentido de que no dependen de ningún otro asiento, ni constituyen añadi-
dos o datos complementarios del mismo). El artículo 130 del RRC considera inscripciones prin-
Capítulo 8 El Registro Civil 161
4.2. Anotaciones
Las anotaciones registrales representan una serie de asientos caracterizadas, en general,
por la nota de la provisionalidad y de mucha menor importancia que las insc1;pciones tan-
LO en la teoría cuanto en la práctica. La relación básica de los hechos y circunstancias que
pueden ser objeto de anotación se encuentra en el artículo 38 de la LRC-1957, cuyo primer
párrafo establece de forma paladina que las anotaciones tienen «valor simplemente infor-
mativo», mientras que el último insiste en que «en ningún caso las anotaciones constituirán
la prueba que proporciona la inscripción».
Según ello, es innegable que las anotaciones (introducidas ex novo, y con cautelas sufi-
ientemente expresadas en la propia exposición de motivos, por la Ley de 1957) son asien-
Los de carácter secundario, aun en el caso de que instrumenten declaraciones con valor de
·imple presunción (cfr. art. 96 LRC-1957) y adquieran, en consecuencia, un valor probato-
rio iuris tantum del hecho o circunstancia que a través de la anotación publique el Registro.
La Ley 1/2009, de 25 de marzo ha añadido un nuevo apartado sexto al artículo
38 LRC-1957. De tal manera, a partir de ella, "A petición del Ministerio Fiscal o de cualquier
interesado, se anotará, con valor simplemente informativo y con expresión de sus circuns-
tancias: . .. 6.º La existencia de un guardador de hecho y de las medidas judiciales de control
y vigilancia adoptadas respecto del menor o presunto incapaz" .
el lugar de enterramiento puede hacerse constar por nota marginal cuando la inscripción d
defunción se haya realizado previamente sin indicarlo (cfr. art. 282 RRC).
La Ley 1/ 2009, de 25 de marzo ha añadido un nuevo artículo 46 bis a la LRC-1957 del
siguiente tenor: «Los encargados de los Registros Civiles Municipales extenderán por du-
plicado las inscripciones marginales de la Sección I sobre las modificaciones judiciales d
capacidad, así como las inscripciones de la Sección IV sobre constitución y modificación
de organismos tutelares, prórroga o rehabilitación de la patria potestad, medidas judicia-
les sobre guarda o administración de presuntos incapaces o menores no sujetos a patria
potestad, vigilancia o control de tales cargos, documentos públicos de autotutela, y las d
constitución de patrimonio protegido y de designación y modificación de administradores
de patrimonios protegidos, uno de cuyos ejemplares será remitido al Registro Civil Central
para su extensión en el "Libro de Incapacitaciones, cargos tutelares y administradores de
Patrimonios Protegidos".
Las inscripciones a que se refiere el párrafo precedente se practicarán en virtud de co-
municación remitida de oficio,junto con testimonio bastante de la resolución recaída, por el
Juez competente, de conformidad con lo previsto por la Ley de Enjuiciamiento Civil, o bien
mediante testimonio bastante de la escritura de constitución del patrimonio protegido o de
designación y modificación de administradores de patrimonios protegidos que el juez o el
notario autorizante deberá remitir en el plazo máximo de tres días al Encargado del Registro
Civil competente, que lo será, respecto de las inscripciones que se hayan de practicar en la
Sección IV, el del domicilio del incapacitado o beneficiario del patrimonio protegido. »
4.4. Indicaciones
Otra novedad incorporada a la ley vigente es la constancia en el Registro Civil del régi-
men de bienes del matrimonio (gananciales, separación, comunidad absoluta, participa-
ción, etc.), a través de un asiento de carácter especial legalmente denominado indicación
(cfr. arts. 77 LRC-1957, 1.333 y 1.436 CC, y 266 RRC). Su estudio, sin embargo, por evidentes
razones sistemáticas, debe ser pospuesto hasta que abordemos el régimen económico-matri-
monial en Derecho de familia.
4.5. Cancelaciones
En técnica registra!, cancelar significa privar de eficacia a una inscripción o cualquier
otro asiento que con anterioridad publicaba un hecho o circunstancia susceptible de re-
gistración. Por ende, las cancelaciones son asientos de carácter negativo que conllevan la
anulación de un asiento anterior «por ineficacia del acto, inexactitud del contenido u otra
causa» (cfr. art. 163 RRC).
La cancelación puede constar marginalmente o abrir folio independiente (con la con-
siguiente nota de referencia) y, por su parte, el asiento totalmente cancelado será cruzado
(esto es, tachado) con tinta de distinto color en el libro registra!; mientras que, si se cancela
parcialmente, se subrayará la parte cancelada cerrándose entre paréntesis con llamada mar-
ginal al asiento cancelatorio (arts. 163.2 y 164 RRC).
111 nte secundario, en general sólo informativo o instrumental, aunque no por ello privado
11 consecuencias prácticas.
En todo caso, conviene resaltar algunos datos complementarios respecto de las inscripciones.
6. LA PUBLICIDAD FORMAL
Al hablar de publicidad formal se pretende hacer referencia a todos los aspectos relacio-
nados con el conocimiento de los asientos del Registro y con los medios a través de los cua-
les se consigue dicho conocimiento. Así pues, la expresión publicidad formal es un corolario
del carácter público del Registro Civil y del hecho de que su contenido puede ser conocido
a través de formas especiales reguladas por la ley.
El artículo 375 RRC (formalmente no derogado) establece que «el peticionario de certi-
licaciones anticipará su total importe y el de los gastos de correo, giro y auxilio registra!, en
u caso, contra entrega de recibo ... », pues en el sistema registra! civil instaurado por la ley
de 1957 las certificaciones (aunque con algunas excepciones) no tenían carácter gratuito.
in embargo, actualmente, casi todas las disposiciones relativas al régimen económico del
Registro Civil contenidas en la LRC-1957 y en el RRC han quedado sin contenido, _pues
diversas medidas legislativas impulsadas por los Gobiernos presididos por F. GONZALEZ
han declarado la completa gratuidad de todas las actuaciones del Registro Civil (cfr. Ley
25/1986, de 24 de diciembre, de supresión de las tasas judiciales), si exceptuamos los ho-
norarios correspondientes a los informes periciales de los médicos del Registro Civil (que,
con todo, «no se devengarán ... si son pobres las personas obligadas a su pago»: cfr. art. 406
RRC).
La gratuidad de las certificaciones, unida a su particular valor probatorio como docu-
mentos públicos, comporta su generalizada utilización en la práctica, siendo por tanto el
medio habitual de acreditación del contenido de los asientos.
Atendiendo al conjunto de datos que proporcionan, las certificaciones pueden ser lite-
ral,es o en extracto, cuyo contenido respectivo describe el propio artículo 28 RRC:
«Las literales comprenden íntegramente los asientos a que se refieren, con indica-
ción de las firmas ».
«Las certificaciones en extracto u ordinarias, contienen los datos de que especialmen-
te hace fe la inscripción correspondiente ... ». Insistiendo en la misma idea, el artículo 32 del
RRC preceptúa que «las certificaciones referirán, literalmente o en extracto, según su clase,
las anotaciones del mismo folio en cuanto se relacionan con el hecho de que se certifica».
Aunque el propio RRC califica de ordinarias a las inscripciones en extracto, según aca-
bamos de ver, lo cierto es que hoy día las certificaciones suelen ser comúnmente literales,
pues la autorización de fotocopias de los libros registrales (art. 26 RRC) hace que sea más
fácil proporcionar el contenido íntegro del folio correspondiente que entresacar del mis-
mo algunos datos . Naturalmente, dichas fotocopias se realizan en papel oficial y con una
diligencia de compulsa a u ten ti cada con la firma del Secretario del Juzgado (y, en su caso,
además del Juez de Paz. Vid. sobre el tema la Orden de 6 de abril de 1984 y las Circulares de
la DGRN de 14 de febrero de 1977 y la de 1 de marzo de 1984) .
Existirá un único Registro Civil para toda España, informatizado y accesible electrónica-
mente, cuyo objetivo principal es el de eximir al ciudadano de la carga de tener que acudir
presencialmente a las oficinas del Registro .
Existirán Oficinas Generales, Oficina Central y Oficinas Consulares, dependiendo todas
Has de la DGRN. Existirá una Oficina General por cada Comunidad Autónoma o Ciudad
Autónoma y otra más por cada 500.000 habitantes, al frente de la cual se encontrará un
Encargado al que se le asignan las funciones de recepción de declaraciones y solicitudes, la
tramitación y resolución de expedientes, la práctica de inscripciones y, en su caso, la expedi-
ión de certificaciones. La solicitud de inscripción y la práctica de la misma se podrán efectuar
n cualquiera de las Oficinas Generales del Registro Civil con independencia del lugar en que
se produzcan los hechos o actos inscribibles (art 10 LRC) y se podrá hacer en cualquiera de las
lenguas oficiales del lugar donde radique esa Oficina General del Registro Civil.
El régimen de publicidad del Registro Civil se articula a partir de dos instrumentos: la
certificación electrónica y el acceso de la Administración, en el ejercicio de sus funciones
públicas, a la información registra!. Este último instrumento se considera el preferente de
publicidad, de modo tal que , solamente en casos excepcionales, el ciudadano deberá pre-
sentar certificaciones de datos del Registro Civil. Aunque el Registro Civil está excluido de
la Ley Orgánica 15/ 1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal,
se presta una especial protección a los datos, en cuanto contengan información que afecte
a la esfera de intimidad de la persona. Los datos protegidos solo pertenecen a su titular y a
él corresponde autorizar que sean facilitados a terceros . Los datos especialmente protegidos
sometidos a publicidad restringida son la filiación adoptiva y la desconocida, los cambios
de apellido autorizados por ser víctima de violencia de género o su descendiente, así como
otros cambios de identidad legalmente autorizados; la rectificación del sexo, las causas de
privación o suspensión de la patria potestad; y el matrimonio secreto (art. 83).
En cuanto a los hechos y actos inscribibles, se producen modificaciones sustanciales.
Respecto a la inscripción de nacimiento, se prevé la remisión de los datos del nacido a través
de un documento oficial por parte de los responsables de los centros sanitarios. A cada naci-
do se le abrirá un registro individual y se le asignará un código personal.
El artículo segundo de la Ley 19/ 2015, de 13 de julio, de reforma administrativa
en el ámbito de la Administración de justicia y Registro Civi, dispone, entre otras mu-
chas cuestiones la modificación del artículo 44 (Inscripción de nacimiento y filiación) de
la Ley 20/2011, de 21 de julio, del Registro Civil, ya en vigor, que queda redactado
así, en sus primeros números:
"l. Son inscribibles los nacimientos de las personas, conforme a lo previsto en el artícu-
lo 30 del Código Civil.
2. La inscripción hace fe del hecho, fecha, hora y lugar del nacimiento, identidad, sexo
y, en su caso, filiación del inscrito.
3. La inscripción de nacimiento se practicará en virtud de declaración formulada en
documento oficial debidamente firmado por el o los declarantes, acompañada del parte
facultativo. A tal fin, el médico, el enfermero especialista en enfermería obstétrico-gineco-
lógica o el enfermero que asista al nacimiento, dentro o fuera del establecimiento sanitario,
comprobará, por cualquiera de los medios admitidos en derecho, la identidad de la madre
del recién nacido a los efectos de su inclusión en el parte facultativo. Los progenitores reali-
zarán su declaración mediante la cumplimentación del correspondiente formulario oficial,
en el que se contendrán las oportunas advertencias sobre el valor de tal declaración confor-
me a las normas sobre determinación legal de la filiación.
170 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
lización del Registro Civil ya consagrada en la ley actual, y con el objetivo de lograr un incre•
mento de las economías organizativas, de gestión y de escala, así como una mayor eficacia y
celeridad en el funcionamiento del sistema registra! civil.
En relación con el matrimonio civil, se producen cambios significativos a raíz de
la entrada en vigor LJV-2015 (23 de julio y 30 de junio de 2017), según qué preceptos.
Respecto de la competencia notarial en materia matrimonial, por obra y gra-
cia de lo establecido en la LJV (disp. final 4ª) se presentaban aspectos llamativos,
pues parecía que los Notarios podían divorciar en los supuestos de mutuo acuer-
do a partir del 23 de julio de 2015, pero no podrían celebrar matrimonio hasta
la plena vigencia de la LRC, ftjada para el día 30 de junio de 2017. Sin embargo,
lo cierto es que, ante el problema generado por el complicadísimo solapamiento
normativo del verano de 2015, de inmediato, la Instrucción DGRN de 3 de agos-
to de 2015 vino a interpretar, entre otras cosas, lo siguiente:
"2 . Una vez resuelto favorablemente el expediente matrimonial [compe tencia del Juez
Encargado del Registro Civil hasta el 30 de junio de 2017] la cel ebración del matrimonio
podrá tener lugar, a elección de los contrayentes, ante cualquiera de las autoridades ... ".
3. Por tanto, además del Juez Encargado del Registro Civil,jueces de Paz por su delega-
ción, Alcalde ... o Concejal, o del funcionario diplomático o consular ... , la ley prevé que a
partir del 23 de julio de 2015 (fecha de entrada en vigor de la Ley 15/ 2015) también pue-
den celebrar bodas el Secretario Judicial o el Notario, que sean competentes en el lugar de
celebración .. . "; conclusión que ha sido ratificada posteriormente por la propia DGRN en la
Aclaración de 28 de abril de 2016.
Por tanto, el matrimonio civil se celebrará ante el Juez de Paz, Alcalde o
Concejal en quien éste delegue, Secretario judicial (o, a partir del 1 de octu-
bre de 2015, LA]), Notario, o funcionario diplomático o consular Encargado del
Registro Civil. La tramitación del acta, previa a la celebración del matrimonio,
será competencia del Notario del lugar del domicilio de cualquiera de los cón-
yuges y la instrucción del expediente previo será competencia del Secretario
Judicial o Encargado del Registro Civil del domicilio de uno de los contrayentes.
Tras la celebración del matrimonio se extenderá el acta o se autorizará la co-
rrespondiente escritura pública (en caso de matrimonio notarial) y se remitirá por
medios telemáticos al Registro Civil para su inscripción (artículo 58 CC, tras la
modificación efectuada por la LJV).
7. SUPUESTOS PRÁCTICOS
REGISTRO CIVIL
¿Puede ser inscrita en el Registro Civil la simple existencia de un guardador de hecho? Fundamente
su respuesta.
Capítulo 8 El Registro Civil 173
Cándido Rosaleda es un adolescente que acaba de cumplir 17 años y se ha ido de la casa paterna
para vivir con su novia, Rosa Candidez, también menor de edad, en un pequeño apartamento de alquiler.
Ambos trabajan desde hace años y medio (peluquero él y modista ella) y han pensado en casarse en
octubre del próximo año natural ante el Juez civil de Villalodones que es pareja de hecho de la tía de Rosa
desde hace ya muchos años. Diga, de acuerdo, con la nueva Ley del Registro Civil, qué actos de la vida
de Cándido y Rosa se inscribirán en el Registro Civil y cómo se practicará esa inscripción. Fundamente su
respuesta.
Inés tiene 6 años y ha vivido siempre con su madre y abuelos maternos en la creencia de que no tenía
padre. Sus apellidos son los mismos que los de su madre: Roca Clifón. Un buen día de la pasada prima-
vera del año en curso, el presunto padre de Inés Roca Clifón, Pedro Bravo Rico, interpuso una demanda
reclamando la paternidad y el cambio de orden de los apellidos para que el primero fuese el suyo y el se-
gundo el de la madre y María Inés dejase de apellidarse Roca Cliff para apellidarse Bravo Roca. Se le da la
razón en cuanto a la paternidad, pero ¿qué debería pasar con el orden de los apellidos de María Inés?
Razone y fundamente la respuesta, por favor.
SUSTITUCIÓN DE APELLIDO
Montserrat Pérez Mallorca tiene ahora 28 años. Desde que tenía tres, no tiene contacto alguno con
su padre quien, al parecer, emigró a Argentina abandonando a toda la familia. La madre de Montse rehizo
su vida sentimental con Paul Ramos Santo, que se ocupó de dar soporte económico y afectivo a la madre
de Montse y a sus tres hijos. Montse se plantea la posibilidad de eliminar del Registro Civil y de su DNI el
apellido "Pérez" y sustituirlo por el de "Ramos", porque Paul ha sido, realmente , su verdadero padre. Si
ello no fuera posible, se plantea el eliminar "Pérez" y poner en su lugar el segundo apellido de su madre,
"Ibiza". ¿Cómo ve la situación para Montse? ¿Qué opciones tendria?
CAPÍTUL09
LAS PERSONAS JURÍDICAS:
ASOCIACIONES Y FUNDACIONES
tranjera). Por tanto, aunque quizá no sea una expresión afortunada en exceso,
no vamos a realizar digresión terminológica alguna.
El párrafo primero del artículo 35 enuncia la existencia en nuestro sistema
jurídico de tres tipos fundamentales de personas jurídicas: corporaciones, asocia-
ciones y fundaciones.
La contraposición entre asociaciones y fundaciones se encuentra perfecta-
mente fundada, en cuanto ambos tipos de personas jurídicas tienen un compo-
nente básico sustancialmente diferente: la asociación es un conjunto de personas
unidas por la consecución de un fin; la fundación es un conjunto de bienes (un
patrimonio) adscrito a un fin. Por supuesto que lo dicho no obsta a que la asocia-
ción, conceptualmente, requiera también la existencia de un patrimonio social;
ni a que el funcionamiento efectivo de la fundación presuponga la colaboración
de ciertas personas, encargadas de su gestión. Pero lo cierto es que en la funda-
ción es primordial el componente patrimonial; mientras que, al contrario, en la
asociación lo verdaderamente relevante es el substrato personal.
3. lAS ASOCIACIONES
4. LAS FUNDACIONES
B) La dotación patrimonial
De otra parte, es obvio que no basta la mera voluntad del fundador para que
la fundación pueda entenderse constituida. La fundación es un patrimonio ads-
crito a un fin y, por tanto, no nacerá al mundo del Derecho mientras que el fun-
dador no la dote de los bienes necesarios para atender a los fines previstos. Por
consiguiente, la dotación patrimonial es una condición sine qua non de la existen-
cia y constitución de la fundación .
De no seguir tal criterio, se personificarían no sólo las entidades u organizaciones, sino
también las meras declaraciones de buena voluntad aunque se encontraran privadas de base
patrimonial alguna. En nuestro Derecho, desde luego, se requiere ab initio la dotación pa-
trimonial de la fundación y en dicha línea se mueve inequívocamente el artículo 12 de la
Ley 50/2002, cuyo primer párrafo establece taxativamente que «la dotación [ ... ] ha de ser
adecuada y suficiente para el cumplimiento de los fines fundacionales», si bien presume la
suficiencia cuando la dotación alcance los 30.000 euros, cifra probablemente demasiado
baja, aunque ciertamente "suficiente" para el legislador, quien considera además que, en
caso de que la aportación tenga un valor inferior al anterior, "el fundador d eberá justificar
su adecuación y suficiencia a los fines fundacionales mediante la presentación del primer
programa de actuación,junto con un estudio económico que acredite su viabilidad utilizan-
do exclusivamente dichos recursos". Por si alguna duda cupiera, llega a explicitar la Ley que
«en ningún caso se podrá considerar como dotación el mero propósito de recaudar dona-
tivos» (art. 12.5). Por su parte, el Tribunal Supremo considera que la dotación es «requisito
esencial, sea cual fuere su naturaleza jurídica, para la existencia de la fundación » (S.T.S. de
22 de marzo de 1983).
Lo dicho no obsta, desde luego, a que la dotación patrimonial inicial se confi-
gure por el fundador como un mero paso instrumental para conseguir una dota-
Capítulo 9 Las personas jurídicas: Asociaciones y fundaciones 187
, specto de las asociaciones) para que se previera la inscripción registra} con ca-
1 .c ter constitutivo, al menos si dicho requisito se establecía mediante ley en sen-
tido formal.
En tal sentido, el artículo 4 de la L.F. preceptúa en efecto que «las fundacio-
1 s tendrán personalidad jurídica desde la inscripción de la escritura pública de
, u constitución en el correspondiente Registro de Fundaciones», aclarando in-
luso que «sólo las entidades inscritas en el Registro al que se refiere el apartado
anterior podrán utilizar la denominación de Fundación». La previsión normativa
f arece loable y aclara finalmente complejos problemas en la materia, respecto
d los cuales también las normas forales (o autonómicas) se han pronunciado en
•l sentido de requerir la escritura pública y posterior inscripción registra!.
En la actualidad, hay que considerar el Real Decreto 1611/2007, de 7 de di-
iembre, por el que se aprueba el R.eglamento del R.egistro de Fundaciones de compe-
tencia estatal. En su artículo 11 se establece que deben inscribirse en este Registro:
) Las fundaciones, incluso laborales, que desarrollen su actividad en todo el
erritorio del Estado o principalmente en el territorio de más de una comunidad
utónoma; b) Las delegaciones de fundaciones extranjeras que tengan el mismo
ámbito de actuación; c) Las fundaciones del sector público estatal, con indepen-
dencia del ámbito territorial de actuación de las mismas.
11 s fines estatutarios. La Ley catalana, con buen sentido, somete dicha decisión a la legali-
dad , estableciendo imperativamente que «a la realización de la finalidad fundacional debe
r destinado, al menos el 80 por 100 de las rentas que obtenga la Fundación y de los otros
ngresos que no formen parte de la dotación de la Fundación» (art. 5.2).
Posteriormente, la Ley 5/ 2001, de 2 de mayo, redujo el porcentaje al 70 por 100 (art.
tt8), si bien dicha norma fue derogada después por la Ley 4/ 2008, de 24 de abril, del Título
IJl del Código civil de Cataluña; que, a su vez, ha sido modificada por la Ley 7/ 2012, de
15 de junio, de modificación d el Título III del Código civil de Cataluña, con el objetivo de
r >fundir, sistematizar y armonizar la legislación de asociaciones y fundaciones en la mencio-
nada Comunidad y la Ley 21 / 2014, de 29 de diciembre, del protectorado de las fundaciones
y de verificación de la actividad de las asociaciones declaradas de utilidad pública. En la
\ tualidad, el artículo 333-2 ("Aplicación obligatoria"), mantiene el porcentaje del 70% que
no se ha visto modificado con posterioridad.
En parecida línea, el artículo 27 de la Ley 50/2002 establece que deberá ser
destinado a la realización de los fines fundacionales «al menos, el 70 por 100 de
las rentas o cualesquiera otros ingresos netos que, previa deducción de impues-
tos, obtenga la Fundación, debiéndose destinar el resto, deducidos los gastos de
administración, a incrementar la dotación fundacional. Las aportaciones efec-
tuadas en concepto de dotación patrimonial, bien en el momento de su consti-
tución, bien en un momento posterior, no serán computables a los efectos de lo
prevenido en este apartado. »
4.5. El protectorado
Junto al Patronato, las disposiciones legales prevén la existencia del
Protectorado, término con el que se indica el Departamento administrativo que
tiene encomendada la vigilancia y control del devenir de la fundación.
192 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
5. SUPUESTOS PRÁCTICOS
ASOCIACIONES
Rodolfo y Sebastián, amigos desde la más tierna infancia, quieren fundar (entre ellos dos) una asocia-
ción, confiando en la futura adhesión de más miembros. La finalidad de la asociación sería la de proteger
determinadas especies animales de su querida tierra cántabra. Quieren saber si el acta fundacional ha de
reunir determinadas formalidades para que su asociación quede válidamente constituida.
PERSONAS JURÍDICAS
Don Marcelo Valcárcel, hombre acaudalado, viudo tras haber perdido a su esposa de un cáncer de
pulmón a temprana edad, y sin hijos, otorga testamento destinando toda su fortuna, dado que carece de
legitimarios, para financiar la investigación de la lucha contra el cáncer.
Díganos si esto es posible, y de ser así, ante qué figura jurídica nos encontraríamos o podríamos
encontrarnos.
Esteban Pattinson, cirujano plástico de cierto renombre y fama , posee una gran fortuna , gracias a
su trabajo y a una herencia recibida. Un buen día, decide dedicar parte de su patrimonio a constituir una
fundación que otorgaría becas para cursar estudios en medicina en Universidades de Estados Unidos
destinadas a estudiantes con brillantes expedientes académicos y también para sus sobrinos. ¿Qué opina
usted de estos fines de la fundación?
CAPÍTULO 10
LA REPRESENTACIÓN
l. Ideas generales
2. La representación voluntaria o convencional y la representación legal: diferencia
fundamental
La actuación en nombre ajeno o contemplatio domini: la representación directa
El poder o la legitimación del representante
La inadecuación entre actuación representativa y apoderamiento: el denominado
fa"lsus procurator
5.1. Inexistencia de poder
5.2. Exceso en la actuacion representativa
5.3. La nulidad de la actuación del falsus procurator
6. La ratificación de la falsa o inadecuada actuación representativa
6.1. Carácter y consecuencias de la ratificación
6.2. La inexistencia de ratificación
A) La actuación contra el sedicente representante
B) El resarcimiento de daños: el interés contractual negativo
7. La actuación por cuenta ajena
7.1. En general
7.2. La inadmisibilidad del autocontrato o contrato consigo mismo
8. La denominada representación indirecta
9. Memorandum
1O. Supuestos prácticos
l. IDEAS GENERALES
Por lo general, las personas se desenvuelven en el tráfico jurídico por sí mismas, realizan•
do aquellos actos o negocios que estiman de su interés de forma directa o personal. Ahor.
bien, tampoco resulta infrecuente que la actuación personal sea imposible (lejanía del lugar
adecuado) o desaconsejable (gran pérdida de tiempo para el interesado, personaje impo
tante de la política o la economía) y sea necesario buscar una tercera persona que despli
gue la actividad de que se trate en lugar del directamente interesado, sustituyéndolo.
Ante ello, desde tiempos bien antiguos, la práctica ha impuesto la utilización de ter-
ceros que gestionan y resuelven las gestiones de otros, convirtiéndose en algunos casos en
gestores profesionales, mientras que en otros casos se trata de actuaciones individualizad
por encargo del «principal» o «representado». De otra parte, el hecho de que toda persona,
incapaces incluidos, sea o pueda ser titular de derechos y obligaciones hace necesario qu
la ley atienda a la gestión de tales derechos y obligaciones imponiendo a ciertas personas 1
desempeño de los mismos en nombre del incapaz.
Diferenciadas pues en su origen y significado tal y como hemos visto, sin em-
bargo, en el fondo, la representación voluntaria y la representación legal consti-
tuyen dos caras de una misma moneda, cuya funcionalidad es idéntica en ambos
asos: una persona (representante), especialmente facultada convencional o le-
galmente para ello, actúa en nombre y por cuenta de otro (representado), de
forma tal que el resultado de su gestión o actuación incide y recae directamente
n la esfera jurídico-personal del representado.
En efecto, tanto el representante legal cuanto el voluntario, han de actuar
en nombre del representado, de forma tal que los terceros contratantes sepan
desde el primer momento que su intervención formal no conlleva sin embargo
que queden vinculados personalmente con el tercero, sino que éste se limita
a actuar por otra persona: el representado (o, según giro arcaizante, dominus
negotii) .
La utilización del nombre ajeno (el del representado) o, mejor la actuación en
nombre ajeno, es pues el dato inicial y característico de la representación (com-
pra o vende el menor, aunque intervengan en el contrato sus padres, en cuanto
representantes legales; se obliga a levantar un edificio la sociedad «Constructora,
S. A. », aunque firme el correspondiente contrato D. Antonio Antón en cuanto
gerente de la misma), que evidencia ante la comunidad la existencia del fenóme-
no sustitutorio y, por consiguiente, la relativa intrascendencia en el futuro de la
persona del representante (encaso de discusión, por ejemplo, sobre la calidad de
materiales del edificio, no se podrá reclamar indemnización alguna a D. Antonio
Antón, como persona física o natural, sino a «Constructora, S. A. »).
Quedan vinculados tercero y representado, ya que la actuación del represen-
tante tuvo lugar en nombre y por cuenta del representado y los derechos y obli-
gaciones nacidos del acto habido ingresan directamente en el patrimonio del
representado, tal y como si hubiera intervenido personalmente él mismo.
198 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
7 .1. En general
Aunque no se haya explicitado suficientemente hasta ahora, es claro que la
actuación por cuenta ajena que la representación conlleva, supone y requiere
que el representante gestione y defienda el interés del representado, en nombre
de quien interviene, y se olvide del suyo propio en tanto desenvuelve la actuación
representativa. Por consiguiente, para actuar correctamente, en el caso de que
exista conflicto de intereses entre poderdante o representado y representante,
éste debería atender más al provecho y beneficio del representado que al suyo
propio.
No es admisible que el tutor, sobre la base de los depósitos a plazo ftjo del
capital del pupilo y rebajando el interés de los mismos, consiga para sus propios
fondos bancarios un tipo de interés superior. Tampoco resulta de recibo, por
ejemplo, que el representante venda la mercancía recibida del representado a
bajo precio (por no haberse indicado expresamente el precio mínimo en el po-
der) a una sociedad de la que él mismo es socio importante.
derada de dos personas distintas que quieren realizar actos que resultan conver-
gentes a la postre: una quiere vender y otra comprar, por ejemplo), celebra 1
contrato asumiendo roles diversos y aparece, aunque sólo lo sea formalmente,
como comprador y vendedor o como arrendador y arrendatario. En pocas pala-
bras y por decirlo plásticamente, el apoderado firma en las dos casillas del contra-
to: en una como representante de X; en la otra como representante de Y o bien
en su propio nombre y derecho.
En Derecho español no existe regulación específica de la figura a la qu
nos venimos refiriendo. Sin embargo sí existen algunos preceptos en los que
se evidencia la prohibición de celebrar actos jurídicos por los representantes
cuando dicha celebración suponga conflicto de intereses con sus respectivos
representados:
- Así, el artículo 1.459 del Código civil, en sus dos primeros números, pro-
híbe comprar a tutores y mandatarios bienes de sus representados.
- El artículo 163 del Código civil exige que cuando los progenitores de
hijos no emancipados tengan intereses contrapuestos a éstos (por ejemplo, he-
rencia del otro progenitor, ya fallecido) se nombre judicialmente un defensor de
los intereses del menor.
- Por su parte, el artículo 244.4.º prohíbe ser tutores a quienes «tuvieren
importantes conflictos de intereses con el menor o incapacitado ... » .
Finalmente, el artículo 267 del Código de comercio expresa con suficiente
claridad que ningún «comisionista (representante) comprará para sí mismo o
para otro lo que se le haya mandado vender, ni venderá lo que se le haya encarga-
do comprar, sin licencia del comitente» (representado).
Así pues, parece razonable concluir que el autocontrato no es admisible en
Derecho español y que debe ser considerado como anulable en los casos de re-
presentación voluntaria y nulo de pleno derecho en la representación legal (por
subyacer en ella un interés público o ser de orden público), salvo que resulte in-
dudable que no hay conflicto de intereses alguno en su celebración.
En efecto, la jurisprudencia, en el ámbito de la representación voluntaria, ha
admitido la validez del autocontrato, como un canal de simplificación de las ope-
raciones jurídicas, en tres supuestos:
a) Cuando haya una previa autorización (expresa o tácita) del representado.
Es el caso, por ejemplo, del artículo 28 de la vigente Ley 50/2002, de Fundaciones,
que permite a los patronos contratar con la fundación, en nombre propio o de
terceros, previa autorización del Protectorado.
En todo caso, se exige siempre que el representante a quien se haya autorizado
para autocontratar no abuse del ejercicio de la facultad concedida. En este sentido,
la STS 10262/ 2001, de 22 de diciembre, consideró que había incurrido en abuso de
derecho la representante autorizada para autocontratar, que había comprado para sí
misma una finca de la representada (su hija), por un precio muy inferior al valor de
mercado, sin probarse, además, que dicho precio llegara a ingresar en el patrimonio
Capítulo 10 La representación 203
de la demandante. Caso similar fue el enjuiciado por la STS 4427 /2009, de 30 de ju-
nio, en el que dos ancianos habían autorizado a uno de sus hijos "para hacer y acep-
tar donaciones", facultándole para contratar consigo mismo. El representante cons-
tituyó una sociedad a la que aportó dos inmuebles de sus padres y, posteriormente,
se donó a sí mismo y a su hija la totalidad de las participaciones sociales. El Supremo
consideró nulas las donaciones por extralimitación del representante.
b) Cuando, aun no existiendo una previa autorización, el representado lo
ratifique posteriormente, cumpliendo el contrato o aprovechándose de sus efec-
tos (cobrando, por ejemplo, el precio de la venta realizada por quien autocontra-
ta). Véase la STS 6765/ 2012, de 8 de octubre.
c) Cuando, pese a no haber previa autorización o posterior ratificación del
representado, se constate que, en el caso concreto, no concurren intereses con-
trapuestos que pongan en peligro la imparcialidad del representante. También
en la sentencia anterior se contempla esta situación.
9. MEMORANDUM
A modo de explicación en clase, conviene ftjar gráficamente las ideas centrales expues-
tas: la representación directa supone una relación triangular entre representante, repre-
sentado y tercero, que tiene por finalidad vincular entre sí a los dos últimos. Por tanto, la
relación representativa se traduce en un triángulo cerrado por todos sus lados.
Por el contrario, manteniendo el mismo esquema explicativo, en el caso de la represen-
tación indirecta, uno de los lados del triángulo brilla por su ausencia (las líneas discontinuas
significan la actividad fáctica habida entre los intervinientes; las continuas las relaciones ju-
rídicas dimanantes de la representación).
Representación directa Representación indirecta
Representado Representado
*, / *
~epresentante /
~*/
/
/
/
/
*/
Tercero
*
Tercero
La representación 205
REPRESENTACIÓN
Pedro, mayor de edad y residente en Galicia, otorga un poder a Olegario, también mayor de edad
pero residente en Andalucía, para que le venda una de sus fincas y adquiera otro terreno ubicado cerca de
su residencia andaluza. Olegario vende la finca , pero por error adquiere otro terreno distinto del señalado
por Pedro. ¿Qué puede hacer Pedro ante esta situación?
REPRESENTACIÓN
Roberto encarga a Marisa, que se va a visitar a su abuela a Jaén, que le compre diez garrafas de
aceite de oliva virgen extra. Marisa acepta el encargo y Roberto le adelanta parte del precio. ¿Qué tipo de
relación jurídica vincula a los dos amigos?
REPRESENTACIÓN
Ricardo quiere comprar una parcela para hacerse un chalet en un pequeño pueblecito costero, pero
se da la circunstancia de que la que le gustaría por su ubicación y tamaño adecuado, que además está en
venta, pertenece a su enemigo de toda la vida, con lo cual difícilmente va a querer vendérsela. Para ello
habla con su mejor amigo encargándole que la compre para él al objeto de que el vendedor no sepa que
la finca va a parar a manos de su enemigo. Diga usted ante qué figura nos encontramos y los efectos de
la misma.
AUTOCONTRATACIÓN
Don Mariano Solozábal, hombre de gran prestigio social, se encuentra en la actualidad pasando por
una delicada situación económica, por lo que se ve obligado a vender una de sus propiedades: un gran so-
lar que posee en la costa levantina adquirido por herencia de su abuelo materno. Como las circunstancias
apremian, el precio es muy ventajoso. Dada su posición social, apodera a su amigo de la infancia, Juan de
la Cierva, para que venda la finca . Éste acepta el encargo. Una vez visto el solar y dado que a él siempre le
ha gustado construir un chalet en la zona, decide comprarlo él para sí mismo.
¿Cree usted que esto es posible? Razone la respuesta.
PARTE SEGUNDA
CONTRATOS Y
RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
CAPÍTULO 11
EL CONTRATO EN GENERAL
2. LA AUTONOMÍA PRIVADA
a) «El contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse [... ],.,
dispone el artículo 1.254.
b) «Los contratos serán obligatorios -establece el artículo 1.278-, cualquiera que e·
la forma en que se hayan celebrado, siempre que en ellos concurran las condiciones esen•
ciales para su validez».
La respuesta a tal pregunta requiere, al menos, considerar el número l.º del aró ul
1.280 (de los demás hago gracia en esta exposición). Según él, «los actos y contratos c¡u
tengan por objeto la creación, transmisión, modificación o extinción de derechos real
sobre bienes inmuebles» deberán constar en documento público.
¿Para transmitir la propiedad de una finca, es necesaria escritura pública? Com
por la propia experiencia práctica cotidiana sabemos, bastaría con un contrato privad
de venta acompañado de la tradición en cualquiera de sus formas (por ejemplo, entr M
de la cosa o puesta a disposición de ella; entrega de llaves; documentos; inscripción
registro público ... ). En este sentido, ya la STS de 19 de mayo de 1988 establecía qu 1
falta de otorgamiento de escritura pública no exime al comprador de pagar el precio,
lo cual es lógico ya que el contrato es válido y plenamente eficaz entre las partes. En
consecuencia, el presunto carácter imperativo del mandato del artículo 1.280 no es real
mente tal , ni llega por tanto a desvirtuar el principio de libertad de forma recogido n
el artículo 1.278.
Hay que concluir que, al exigir la forma documental pública para ciertos actos y contra•
tos, el artículo 1.280 del Código civil no pretende en absoluto afirmar que tales contratos no
sean válidos en caso de que lleguen a celebrarse en forma diversa.
En efecto, el Código pretende únicamente señalar que por razones probat
rias frente a terceros (la expresión que deban o haya de «perjudicar a tercero•
la utiliza el art. 1.280 en sus números 2.º y 5. 0 expresamente), o por el hecho d
que la publicidad del acto o contrato exija su ingreso en un Registro a través d
documento público (como ocurre respecto de los números l.º, 2.º, 3.º y 5. 0 con
carácter general), las partes contratantes quedan obligadas a otorgar el corres-
pondiente documento público (arg. ex arts. 1.097 y 1.258).
Por ello, el aparentemente paradójico artículo 1.280 viene precedido de otro
(el 1.279, claro), en el que se dispone que, para los casos en que la ley exija una
forma especial, «los contratantes podrán compelerse recíprocamente a llenar
aquella formalidad desde que hubiese intervenido el consentimiento y demás
requisitos necesarios para su validez».
Queda claro ahora el juego de los artículos 1.279 y 1.280. Aun en el caso de
que la ley requiera una forma especial, el contrato es en principio válido con
anterioridad al cumplimiento de tal forma. Por tanto, ésta no añade ni quita va-
lidez al contrato preexistente, no tiene carácter sustancial respecto del acuerdo
habido; sino que se limita a desempeñar un papel auxiliar en beneficio de ambas
-o de alguna de las-partes del contrato, para que puedan acreditar ante terceros
de forma directa o a través de un Registro público la existencia y, no se olvide, la
fecha de celebración de un determinado contrato.
Por tanto, no es extraño que para referirse a la forma documental pública
impuesta por el artículo 1.280 la doctrina hable de forma ad probationem o de
forma complementaria, ya que realmente el documento que pueden requerir de
la otra cualquiera de ambas partes contratantes debe partir del reconocimiento
(o, mejor, autorreconocimiento) de la preexistencia de un contrato válido ce-
lebrado entre ambas que, sin embargo, ha quedado formalmente incompleto
frente a terceros.
Capítulo 11 El contrato en general 215
Consentimiento Q CONSENSUALES
l) Elemento determinante
en el proceso formativo {= Entrega de la cosa
Forma solemne
Q
Q
REALES
FORMALES
Q
GRATUITOS
ONEROSOS
Q
ABSTRACTOS
CAUSALES
{ - Único
Q INSTANTÁNEOS
5) Momento o período - Continuado no periódico Q DURADEROS
Periódico Q DE EJECUCIÓN PERIÓDICA
6. SUPUESTO PRÁCTICO
Eloísa es una conocida baronesa madrileña, soltera y sin hijos, coleccionista de arte. En su colección
destacan dos cuadros de Picasso y Modigliani. Pretende dejarle a uno de sus ahijados favoritos estos dos
cuadros, pero desconoce si debe hacerlo en documento público para que la donación sea válida.
Díganos, por favor, si es necesaria la forma solemne en esta hipotética donación. Si además Eloísa
quisiera donarle también Villa Preciosa, una finca ubicada en la costa levantina con vistas al Mediterráneo,
¿podría hacerlo en documento privado o requiere de alguna forma solemne para la validez de esta
donación?
CAPÍTULO 12
LAS FIGURAS CONTRACTUALES TÍPICAS:
LOS CONTRATOS DE FINALIDAD TRASLATIVA
puede tenerse en cuenta, según el TS, pues ello determinaría que el retraso se extendin
de igual forma a todas las promociones. La falta de financiación particular que dio lugai
que no se pudiera hacer frente, por parte de la promotora, al pago que exigía el convenl
alcanzado con el Ayuntamiento y que supuso la paralización de la obra, no resultaba tot
mente imprevisible para dicha promotora ya que se desenvolvía en el ámbito propio del 11
gocio emprendido. Es más: aun cuando pudiera exonerarse al deudor de responsabilid.i
derivada de incumplimiento -por caso fortuito o por fuerza mayor- en todo caso hab1 í
quedado alterado sustancialmente el cumplimiento del contrato de compraventa, con ele·,
to tan negativo para el comprador como es un retraso tan notable para la entrega, lo qu
le facultaría para pedir la restitución de la parte del precio satisfecha y renunciar definiti
mente a la entrega del inmueble.
El vendedor responde del saneamiento por vicios ocultos aunque los ignoras , a 111 •no,
que se hubiere estipulado lo contrario, desconociendo el vendedor los vicios o defi ~ s
cultos de lo vendido (art. 1.485 CC.).
Como consecuencia de la obligación de sanear por vicios ocultos, el com-
rador podrá optar entre resolver el contrato ( acción redhibitoria) con restitución
de los gastos que pagó; o rebajar una cantidad proporcional del precio (acción
timatoria o quanti minoris). Si el vendedor actuó de mala fe -conocía los vicios
cultos y no los manifestó al comprador-, en caso de que el comprador opte por
la primera solución, se le indemnizará, además, de daños y perjuicios; no en el
tro caso, porque para la rebaja del precio se habrán tenido en cuenta los perjui-
ios sufridos (art. 1.486 CC.).
La acción redhibitoria o de resolución del contrato de compraventa fue apreciada por
la SAP de Zaragoza, de 24 de febrero de 2017, por estimar que existen vicios ocultos en un
automóvil. El vicio oculto, en este caso concreto, consistía en una avería interna en la UCE
( unidad de control electrónico) de inyección que origina una pérdida de potencia relevante.
Además, ha de añadirse el dato de que el vehículo vendido tenía un kilometraje muy supe-
rior al que marcaba el indicador del panel, como lo acredita la estación oportuna de ITV, lo
ual, y al margen de la voluntariedad o no de tal alteración, pone de relieve un mayor uso
del vehículo que el representado por el comprador al tiempo de su adquisición.
Para que haya lugar a saneamiento por vicios ocultos, la acción habrá de ejer-
itarse en el plazo de seis meses contados desde la entrega de la cosa vendida
(art. 1.490 del CC.).
Teniendo en cuenta la brevedad de este plazo, que hace inviable el ejercicio
de la acción, porque puede suceder que el comprador se percate del vicio cuando
las acciones ya han caducado, la jurisprudencia ha elaborado la llamada doctrina
del aliud pro alio. Consiste esta doctrina en que si la cosa tiene un defecto tan grave
que la hace totalmente inhábil para el uso al que se la destina, se entiende que lo
entregado no es lo debido, facultándose, entonces, al comprador para ejercitar las
acciones generales de incumplimiento (incluida la de resolución del contrato) en
el plazo de cinco años del art. 1964 CC. Esto es lo que ha sucedido, por ejemplo,
cuando se vendió una remesa de relojes de marca internacionalmente conocida,
resultando ser relojes transformados para dar apariencia de la referida marca (STS
6779/ 1996, de 29 de noviembre); o cuando el papel entregado, por carecer de re-
sistencia a la humedad, no podía servir a la finalidad de transformarlo en etiquetas
para adherirlas a botellas de vino (STS 7523 / 2005, de 15 de diciembre).
En relación con la compraventa de inmuebles, debe tenerse en cuenta que la
Ley 37 / 2003, de 17 de noviembre, del ruido, establece en su disposición adicional
quinta (Saneamiento por vicios o defectos ocultos) que, "a efectos de lo dispuesto por
los artículos 1484 y siguientes del Código Civil, se considerará concurrente un
supuesto de vicios o defectos ocultos en los inmuebles vendidos determinante de
la obligación de saneamiento del vendedor en el caso de que no se cumplan en
aquellos los objetivos de calidad en el espacio interior ftjados conforme al artícu-
lo 8.3 de esta ley". ("El Gobierno ftjará objetivos de calidad aplicables al espacio
228 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
1. 7. Compraventas especiales
1. 7.1. Compraventa a prueba y compraventa ad gustum
«La venta hecha a calidad de ensayo o prueba de la cosa vendida, y la venta d
cosas que es costumbre gustar o probar antes de recibirlas, se presumirán siem-
pre hechas bajo condición suspensiva» (art. 1.453 CC.).
En la venta hecha a calidad de ensayo o prueba la compraventa está perfeccionada, aun-
que ha de comprobarse (suele suceder en las ventas de maquinaria) si reúne las cualidades
necesarias a fin de prestar el servicio para el que se compró. Se trata de una comprobación
objetiva, que no queda al libre arbitrio del comprador (por ejemplo, en el caso de la maqui-
naria, podría llegarse a utilizar un peritaje).
En las ventas ad gustum (cosas que es costumbre gustar o probar) , se deja al arbitrio del
comprador la aceptación de la cosa comprada, pero obligándole el contrato si, gustada o
probada la cosa, es de la calidad y reúne las circunstancias expresadas (vid. art. 1.115 CC.).
2. EL CONTRATO DE PERMUTA
muta es un contrato por el cual cada uno de los contratantes se obliga a dar un·
cosa para recibir otra» (art. 1.538).
Es un contrato consensual, bilateral y oneroso.
La diferencia esencial con la compraventa radica en la intervención o no del pr
cio en dinero. Pero, aun en la permuta, puede mediar la entrega de dinero a título
de vueltas: «Si el precio de la venta consistiera parte en dinero y parte en otra cosa,
calificará el contrato por la intención manifiesta de los contratantes. No constando
ésta, se tendrá por permuta, si el valor de la cosa dada en parte del precio excede al
del dinero o su equivalente; y por venta en el caso contrario» (art. 1.446) .
Una modalidad contractual frecuente en la realidad económica contempo-
ránea es el llamado contrato de permuta de solar por obra futura, que en lo esencial
se caracteriza por el hecho de que el titular de un solar transmite su propiedad o
un derecho de vuelo a un tercero (generalmente, promotor empresarial o inmo-
biliario) a cambio de una contraprestación futura en especie, o mixta de especi
y dinero, consistente en la entrega (normalmente en propiedad, pero puede ser
en arrendamiento) de determinados pisos o locales en la construcción futura.
3. LA DONACIÓN
La donación es la transmisión voluntaria de una cosa o de un conjunto de
ellas que hace una persona, donante, a favor de otra, donatario, sin recibir nada
como contraprestación. El Código civil la define como: «el acto de liberalidad
por el cual una persona dispone gratuitamente de una cosa en favor de otra que
la acepta» (art. 618).
Aunque el Código no la califica como contrato, el carácter contractual le viene dado por
la exigencia de la aceptación por parte del donatario (art. 630) , lo que supone el acuerdo
de los dos contratantes; y, de otra parte, por la sujeción a las disposiciones generales de los
contratos y obligaciones en todo lo que no se halle determinado en sus normas específicas.
Además de un contrato, la donación es un modo de adquirir que, según se afirma, ope-
ra sin necesidad de tradición simultánea o posterior, como establece el artículo 609 del
Código civil al decir que «la propiedad y los demás derechos sobre los bienes se adquieren
y transmiten [ ... ] por donación [ ... ] y por consecuencia, de ciertos contratos mediante la
tradición ». Esto es, la donación produce efectos reales desde el mismo momento en que
ha tenido lugar su perfección por la aceptación del donatario, conforme a las reglas que en
seguida veremos. Se puede concluir, por tanto, que la donación es un contrato en virtud del
cual se adquiere directamente el dominio.
El empobrecimiento del donante puede ser perjudicial para el propio donante, para
us familiares con derecho a legítima y para sus acreedores. Por ello, el Derecho impone
iertos límites a la donación:
a) La donación no podrá comprender los bienes futuros (art. 635).
b) El donante deberá reservarse en plena propiedad o en usufructo lo necesario para
vivir en un estado correspondiente a sus circunstancias (art. 634).
c) La protección de los derechos de sus legitimarios lleva al Código civil a establecer
que nadie podrá dar por vía de donación más de lo que pueda dar por vía de testamento (art.
636), debiendo ser reducidas en cuanto excedan de las posibilidades de libre disposición del
donante (art. 654), a petición de los herederos forzosos. En tal caso, se habla de «donación
inoficiosa». Para saber si es inoficiosa la donación, habrá que estar al momento de la muerte
del donante, teniendo en cuenta el valor de los bienes dejados por el mismo, al que se sumará
el que tenían los donados en el momento de la donación y, sobre la suma así obtenida, se de-
terminará la parte de que el donante podía disponer libremente a favor del donatario.
d) Al suponer la donación una enajenación de bienes a título gratuito, si con ella
se defraudan los derechos de los acreedores, se presume fraudulenta, autorizándose a los
acreedores anteriores a la donación solicitar su rescisión; no así a los posteriores, ya que
cuando éstos contrataron con el donante se había producido la disminución patrimonial.
La donación de cosa mueble puede hacerse verbalmente o por escrito, requi-
riéndose en el primer caso la entrega simultánea de la cosa y en el segundo que
la aceptación conste igualmente por escrito. La donación de cosa inmueble ha
de hacerse necesariamente en escritura pública, al igual que su aceptación (arts.
632 y 633 CC.). A la donación de inmueble realizada en escritura pública habría
de equipararse la donación realizada en el convenio regulador aprobado en el
correspondiente proceso de separación o divorcio, por tener también valor de
documento público.
Tal es el caso contemplado por la STS 438/2014, de 18 de julio (Pon. Sr. Seijas),
en la que se trataba de una promesa de donación de un inmueble contenida en
un convenio regulador de separación matrimonial (en concreto, compromiso de
donación, a favor del hijo, de la vivienda que tenía carácter de domicilio conyu-
gal), estando el hijo debidamente representado en dicho acto por sus padres, a
los efectos de la aceptación que se realiza a su favor. La declaración de donante y
donatario incluida en el convenio regulador aprobado por el juez, tratándose de
inmuebles, cumplimenta lo dispuesto en el art. 633 del Código civil, respecto de
la exigencia de escritura pública, por tener el convenio valor de documento público.
Considera, pues, el TS que no es necesario el ulterior otorgamiento de escritura
pública para su formalización, al tratarse de una medida que afecta a la vivienda
familiar tomada en el marco propio de la solución de la crisis familiar objeto del
convenio, con acceso directo al Registro de la Propiedad para su inscripción.
4. SUPUESTOS PRÁCTICOS
COMPRAVENTA
El Mago Maravillas, conocido por todos nosotros, vende un piso que tiene en el centro de Madrid a
su prima Paquita, que vive en Ayllón, provincia de Segovia, y que recientemente ha heredado de su tia
Remedios a la que estuvo cuidando durante años. Paquita harta de su vida en el pueblo se ha decidido
a invertir parte del dinero en la compra del pisito, pues precisamente en la zona tiene algunas amigas. El
Mago Maravillas ha asegurado a su prima que el piso está libre de cargas y que tampoco tiene ningún
inquilino. Y así lo ha ratificado en la venta ante notario.
Paquita, que había confiado en la honradez de su primo, y ni siquiera había ido a ver el piso, se en-
cuentra a los pocos días con la desagradable sorpresa de que el piso está alquilado. Cuando el inquilino
se entera de la venta acude a los Tribunales para que Paquita le transmita la propiedad del piso en virtud
de la preferencia que la Ley de Arrendamientos Urbanos concede a los arrendatarios de vivienda. La pobre
Paquita, compungida por el engaño de su primo, finalmente pierde el pleito y se queda sin el piso por el que
tenía tanta ilusión. Aunque recupera el precio que había pagado, la sentencia la condena a pagar todas las
costas del juicio. Ante está situación tremendamente injusta qué cree usted que puede hacer Paquita.
DONACIÓN DE INMUEBLE
Dª Eduvigis, ante el próximo enlace de su hijo, decide regalarle un piso. Ante el principio general de
libertad de forma que impera en nuestro Derecho y para ahorrarse los gastos de notario, hace la donación
en documento privado. El hijo, al que le gusta dejar las cosas atadas y bien atadas, le queda la duda de si
esa donación ha sido correctamente hecha, para lo cual se dirige a su despacho profesional para que le
asesore al respecto.
COMPRAVENTA
Rodrigo Martín vende a Juan Velarde una finca rústica de 1000 metros cuadrados (o al menos eso
cree él) por un precio de 25.000 €. Después de realizada la venta, comenta la operación con su padre,
quien le ha donado la finca disimulada bajo forma de compraventa, y éste le dice que en realidad mide
Capítulo 12 Las.figuras contractuales típicas: Los contratos de.finalidad traslativa 2
1300 metros y, por supuesto, el precio debería ser superior. Ante esta situación. Rodrigo acude a usted
para que le asesore respecto de lo que puede hacer, porque tampoco es cuestión de de regalar 300 me-
tros de terreno por una simple equivocación. ¿Qué le diría usted?
DOBLE VENTA
lker tiene un gato persa llamado Lion, que ya no puede cuidar a causa de sus múltiples desplaza-
mientos laborales. lker vende su gato a Úrsula, su vecina, pero el gato, aprovechando un viaje de Úrsula,
vuelve a casa de lker, por lo que éste decide venderlo a Martín que, inmediatamente, inscribe a Lion en
el registro de mascotas del Ayuntamiento de Fuenteleona. Lion se escapa, de nuevo, y vuelve a casa por
Navidad, naturalmente a la de lker. ¿Quién es el dueño de Lion? Fundamente, por favor, su respuesta.
CAPÍTULO 13
OTRAS FIGURAS CONTRACTUALES TÍPICAS
Antes de dicha reforma, las variopintas y plurales situaciones arrendaticias de los bie-
nes inmuebles urbanos fueron reguladas, básicamente, por el Texto refundido de 1964
(Decreto 4104/ 1964, de 24 de diciembre) y por el Real Decreto-Ley 2/ 1985, de 30 de abril,
sobre medidas de política económica, pues la legislación especial de arrendamientos, prác-
ticamente desde el Decreto de 16 de junio de 1920, había privado de verdadera virtualidad
normativa al correspondiente articulado del Código civil.
Las mencionadas disposiciones legislativas, derogadas después de manera radical por la
Ley 29/ 1994 (aunque han pervivido durante años, conforme a lo establecido en las disposi-
ciones transitorias), se asentaban en directrices normativas contradictorias o, mejor aún, cla-
ramente antagónicas: el Texto refundido de 1964 situaba como estrella polar de su peculiar
contemplación de las cosas la prórroga legal forzosa en favor del arrendatario, generando
contratos de duración tendencialmente infinita, cuyas rentas en muchos casos se encontraban
muy por debajo de los verdaderos precios de mercado, si es que no eran irrisorias (ineconómi-
cas, dice el Preámbulo de la Ley); el R.D.L. 2/ 1985, dando un giro de ciento ochenta grados,
suprimió la obligatoriedad de dicha prórroga legal y en su breve período de vigencia dio lugar
a contratos de corta duración (generalmente, anual) y rentas comúnmente muy elevadas.
La L.A U. de 1994 estableció, pues, una regulación de nueva planta que, al menos
de cara al futuro, se caracteriza por la extraordinaria sencillez de sus planteamientos.
El cuerpo central de la regulación de futuro de la LA.U.-1994 viene constituido por
el Título II; lo que, a su vez, es una consecuencia de una opción legislativa que con-
viene subrayar: el legislador procuró un régimen relativamente tuitivo y sometido
a regulación imperativa del arrendamiento de vivienda (cfr. art. 4.1), mientras que
cualesquiera otros arrendamientos quedan reservados al libre pacto de las partes
(art. 4.3). Los últimos párrafos del punto 1 del Preámbulo lo explican paladinamen-
te: «La regulación sustantiva del contrato de arrendamiento debe partir de una clara
diferenciación de trato entre los arrendamientos de vivienda y los destinados a cual-
quier otro uso distinto del de vivienda, por entender que las realidades económicas
subyacentes son sustancialmente distintas y merecedoras, por tanto, de sistemas nor-
mativos disímiles que se hagan eco de esa diferencia [... ]», aunque lo hagan sin re-
clamar el apoyo expreso del mandato constitucional establecido en el artículo 47, en
cuya virtud «los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establece-
rán las normas pertinentes para hacer efectivo» el comúnmente denominado dere-
cho a la vivienda (rectius, «derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada»).
La Ley-1994, en efecto, considera arrendamiento de vivienda exclusivamente
el alquiler «cuyo destino primordial sea satisfacer la necesidad permanente de
vivienda del arrendatario» (art. 2.1, in fine). Se define, pues, de forma directa y
positiva el arrendamiento de vivienda, mientras que el arrendamiento para uso
distinto del de vivienda se caracteriza por vía negativa: se considera tal «aquel
arrendamiento que recayendo sobre una edificación tenga como destino primor-
dial uno distinto del establecido en el artículo anterior» (art. 3.1). Así pues, la
Ley circunscribe los aspectos tuitivos de la nueva regulación exclusivamente a los
bienes inmuebles que sirvan para atender la necesidad permanente de vivienda.
Salen, pues, del ámbito propio del arrendamiento de vivienda y se consideran
«de uso distinto», a partir del 1 de enero de 1995, todos los contratos de inquili-
238 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
artículo 13, sobre "fijación de la renta": "l. La renta se fijará en dinero y será la qu
libremente estipulen las partes. No obstante, si la fijaran en especie o parte en din
ro y parte en especie, llevarán a cabo su conversión a dinero.- 2. Las partes pod
establecer el sistema de revisión de renta que consideren oportuno. En defecto d
pacto expreso no se aplicará revisión de rentas.- En caso de pacto expreso entre 1·
partes sobre algún mecanismo de revisión de valores monetarios que no detall
el índice o metodología de referencia, la renta se actualizará para cada anualida
por referencia a la variación anual del Índice de Garantía de Competitividad.- . ,
Cuando el precio se fije en una cantidad alzada para todo el tiempo del arrenda-
miento, a falta de pacto entre las partes, se dividirá por la duración anual pactada
para determinar la cantidad que habrá de ser pagada cada año".
2. EL CONTRATO DE OBRA
2.2. Extinción
A las causas generales de extinción de las obligaciones, añade el Código civil, para este
contrato, las siguientes:
1) el desistimiento unilateral del dueño de la obra, aunque se haya empezado, indemnizan-
do al contratista de todos los gastos, trabajo y utilidad que pudiera obtener de ella (art. 1.594 CC.);
Capítulo 13 Otras figuras contractuales típicas 243
con la propia sociedad, que será quien pueda reclamar en caso de incumplimiento, no sien-
do de aplicación la excepción de contrato incumplido ni la compensación de la mora (arts.
1.124, 1.100, pár. 2, 1.681, pár. 1, y 1.682 del CC.) .
En el contrato de sociedad no nos encontramos, sin embargo, dos partes contrapuestas,
con intereses individuales distintos (como, por ej., en el contrato de compraventa, donde
el comprador desea obtener la cosa del vendedor a cambio de un precio, mientras que el
vendedor persigue el fin opuesto, conseguir el precio a cambio de la cosa), sino dos o más
partes con intereses afines, existiendo un fin que las partes pretenden alcanzar, un mismo
interés, por lo que la idea que guiará a las partes será la de cooperación. Los socios para
nada quieren cada uno la prestación de los otros, sino que las coordinan de un modo fun-
cional para obtener un fin común. Por ello también se dice que el contrato de sociedad es
un contrato de gestión colectiva.
3) Es un contrato oneroso y conmutativo, pues todas las partes han de aportar algo (el
art. 1.681, pár. 2, CC. establece la obligación de saneamiento por evicción cuando se trata de
la aportación de cosas ciertas y determinadas) y desde el inicio se establece la prestación que
ha de realizar cada socio.
4) Es un contrato preparatorio, en el sentido de que tiene por objeto crear una enti-
dad destinada a celebrar otros contratos. Es el substrato de otros contratos (por ejemplo,
compraventas, arrendamientos, mandatos, etc.), mediante los cuales se desarrollará la acti-
vidad económica tendente a obtener aquel fin de lucro que es esencia de la sociedad.
5) Es un contrato de tracto o ejecución sucesiva, porque no se agota ni consume por el
cumplimiento d e una o varias prestaciones determinadas, como los contratos instantáneos,
sino que está destinado a desplegar efectos reiterados y escalonados durante un período de
tiempo más o menos largo.
6) Es, finalmente, un contrato de confianza, basado en la intuitu personae de cada uno
de los socios, por lo que el artículo 1.696 del Código civil establece que cada socio puede
por sí solo asociarse un tercero en su parte, pero el asociado no ingresará en la sociedad sin
el consentimiento unánime de los socios (ver arts. 1.700 y 1.704, pár. 2, CC.).
La falta de personalidad jurídica de las sociedades civiles no impide que estemos ante
una sociedad (las llamadas sociedades irregulares o sociedades de hecho), si bien los que
contratan con los socios exigirán a éstos el cumplimiento de las obligaciones contraídas por
ellos. Las relaciones jurídicas existirán directamente entre los socios, individualmente consi-
derados, y las personas que con ellos han contratado.
En la STS 517 / 2014, de 14 de enero de 2015, se estimó que es doctrinajurisprudencial
que la disolución de la sociedad no equivalía, única y exclusivamente, a su completa extin-
ción inmediata, pues determina la apertura del pertinente periodo de liquidación en el que
la sociedad subsiste y conserva, si con anterioridad la tuviera, su personalidad jurídica como
sociedad en situación de liquidación. La cuestión que centra el recurso es precisamente la
determinación del momento valorativo del patrimonio social. Habrá que estar por tanto a
lo establecido por los socios en cuanto a la distribución de pérdidas y ganancias en la fase de
liquidación, por tanto, deberán seguirse en las operaciones liquidatorias lo estipulado en el
contrato social, o en su defecto, a lo pactado posteriormente en los acuerdos sociales sobre
la liquidación y partición de la sociedad, respetando los límites impuestos por la norma al
respecto, y conforme al principio de buena fe.
No obstante, cuando nada se ha convenido, como en e l presente caso, e l Código Civi l
establece como régimen subsidiario, el relativo a la partición de la herencia (art. 1.708
CC). De este modo el momento determinante para la valoración del patrimonio de la
sociedad será la fase de liquidación "pues su relevancia no deriva de la oportunidad que
presenta la necesidad de optar por un único momento de valoración del patrimonio so-
cial, disolución o liquidación, sino por ser la fase en la que, de forma natural, pueden ma-
terializarse los principios y reglas del fundamento de comunidad que informa la caracteri-
zación básica que define el contrato de sociedad, ya como existencia de un fondo común
y lucro común partible, o bien, respecto de la regla de la proporcionalidad, conforme a
lo aportado en e l fondo común, como criterio en la distribución de ganancias o pérdidas
ante la ausencia de pacto al respecto; de forma que, en principio, los incrementos o dismi-
nuciones que afecten al valor del patrimonio social resultan de riesgo y ventaja de todos
los socios".
Por tanto, para el avalúo de los bienes habrá que considerar su valor en la fecha en que
se practique la liquidación de la sociedad y no en el momento de la disolución de la socie-
dad, a pesar de haber transcurrido casi once años entre una fecha y otra, como ocurrió en
este caso.
4. EL CONTRATO DE MANDATO
Por lo dicho, tanto el mandato general -para todos los asuntos del mandante-,
como e l mandato especial -para uno o varios asuntos del mandante- puede conferirse
en términos generales, en cuyo caso el mandatario solamente podrá llevar a cabo actos
de administración; o también autorizar al mandatario a realizar actos de enajenación o
gravamen.
5. EL CONTRATO DE PRÉSTAMO
Dice el artículo 1.740 del Código civil que «por el contrato de préstamo, una
de las partes entrega a la otra, o alguna cosa no fungible para que use de ella por
cierto tiempo y se le devuelva, en cuyo caso se llama comodato, o dinero u otra
cosa fungible, con condición de devolver otro tanto de la misma especie y cali-
dad, en cuyo caso conserva simplemente el nombre de préstamo». Esta segunda
figura recibe también la denominación de mutuo.
Es el préstamo un contrato real, en cuanto se perfecciona por la entrega de la
cosa; y unilateral, al producir sólo obligaciones para una de las partes, el prestata-
rio, que es quien recibe de la otra parte (prestamista) la cosa objeto de préstamo.
De acuerdo con lo expresado, el contrato de préstamo, por razón de su obje-
to, puede ser: comodato o préstamo de uso y mutuo o préstamo de consumo. Los
consideraremos separadamente.
5.1. El comodato o préstamo de uso
Es el contrato por el cual una persona (comodante, conservando la propie-
dad de la cosa prestada: cfr. art. 1.741) entrega gratuitamente a otra (comoda-
tario) una cosa no fungible (o entregada como no fungible) para que use de
ella durante cierto tiempo, con la obligación de devolver la misma cosa recibida
(como ocurre, por ejemplo, cuando se presta al vecino una cama plegable, o
sillas para celebrar un cumpleaños). La nota de la gratuidad es de esencia en el
comodato: si interviene alguna remuneración que haya de pagar quien adquiere
el uso, habría en tal caso un arrendamiento de cosa.
El comodatario adquiere el uso de la cosa prestada, aunque sin poder recibir
los frutos (art. 1.741) y como consecuencia de ello debe satisfacer los gastos nece-
sarios para su uso y conservación.
El comodatario debe devolver la cosa al concluir el uso para el que se le pres-
tó, si bien en caso de urgente necesidad de ella, el comodante podrá reclamarla
antes y el comodatorio está obligado a restituirla (cfr. art. l. 749 CC).
El comodatario que destine la cosa prestada a un uso distinto de aquel para que
se prestó o la conserva en su poder por más tiempo del convenido, será responsa-
ble de su pérdida, aunque está sobrevenga por caso fortuito (vid. art. 1.744 CC).
Sin embargo, no responderá el comodatario de los deterioros que sobrevengan a
la cosa prestada por el solo efecto del uso y sin culpa suya (así, art. 1.746 CC).
Un caso muy frecuente, en la praxis judicial contemporánea, es el de la concesión "en
comodato" de uso de un inmueble, por parte de su propietario, a su hijo y al cónyuge de
248 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
este, para que instauren en él la vivienda familiar. Se interpreta que el propietario comodan-
te puede pedir la devolución de la vivienda en el caso de crisis conyugal, por entender qu
la misma determina el fin del uso para el que se prestó y considerando, así, que el cónyuge a
quien se atribuye el uso de la vivienda en el correspondiente juicio de separación o divorcio
(yerno o nuera del comodante) , queda convertido en un mero precarista (el que disfruta de
una cosa sin título) al que se le puede desahuciar.
5.2. El mutuo o simple préstamo
Es el contrato por virtud del cual una persona (prestamista o mutuante) entr -
ga a otra (prestatario o mutuatario) dinero u otra cosa fungible, para que se sirva
de ella y devuelva después otro tanto de la misma especie y calidad (art. l. 753).
El contrato de mutuo puede ser gratuito o retribuido, esto es, con pacto de
pagar interés, que normalmente será proporcional a su duración, y que tiene el
límite establecido por la Ley de usura. El pacto de interés no modifica su carácter
unilateral. En todo caso, no se deberán intereses sino cuando expresamente se
hubiesen pactado (art. 1.755 CC).
En el mutuo, a diferencia del comodato, se transfiere la propiedad de la cosa
prestada (art. 1.753) al mutuatario, estando éste obligado únicamente a devolver
el género. Pero ¿qué es lo que se ha de devolver? Aquí hay que distinguir entre el
préstamo de dinero y el de las demás cosas fungibles. En el primer caso, se tiene
en cuenta el «valor» nominal, pues la devolución ha de hacerse en la moneda de
curso legal (art. 1.754 en relación con art. 1.170); en el segundo, se atiende a la
identidad de «materia», pues el deudor debe una cantidad igual a la recibida y de
la misma especie y calidad, «aunque sufra alteración en el precio».
6. EL CONTRATO DE DEPÓSITO
Es el contrato en virtud del cual una persona (depositante) entrega una cosa
mueble a otra (depositario), para que ésta la guarde y se la devuelva, cuando
aquélla se la reclame.
No existirá obligación de restituir la cosa cuando se haya perdido por caso fortuito o
fuerza mayor (art. 1770 CC) . En este sentido, el robo en una joyería de los efectos deposi-
tados por una persona para su tasación, por haber sufrido aquella un atraco, no constituye
un suceso imprevisible e inevitable que exonere de la restitución de la cosa entregada e n
depósito, según la SAP de Álava, de 29 de mayo de 2009.
Son elementos distintivos del depósito la entrega de la cosa y la finalidad es-
tricta de custodia. Esta última nota es tan esencial que diferencia a este contrato
de aquellos otros en los que la custodia de la cosa es una obligación necesaria,
pero no el fin exclusivo o, cuando menos, principal, de la operación, como suce-
de en el comodato, arrendamiento, transporte, prenda, etc.
El depósito es un contrato real, que sólo se perfecciona con la entrega de la
cosa (art. 1.758); es naturalmente gratuito, aunque en virtud de pacto puede ser
retribuido (art. l. 760); y unilateral o bilateral, según sea gratuito o retribuido.
Capítulo 13 Otras figuras contractuales típicas 249
7. EL CONTRATO DE FIANZA
del propio deudor). Dado que, en tales supuestos, deudor y fiador se hallan .
lidariamente obligados al pago, se habla de fianza solidaria, que es admitida p
el Código civil (cfr. arts. 1.822.2 y 1.831.2) aunque ciertamente no constituya t
eventualidad el nervio central de la regulación codificada.
Frente a ello, conviene advertir que, en la práctica, es más abundante la fian
za solidaria que la subsidiaria, en cuanto aquella garantiza de forma más compl
ta y precisa los derechos del acreedor.
capital no tiene que proceder necesariamente del beneficiario, pero desde luego
la general admisibilidad del contrato a favor de tercero y la explicación suminis-
trada en la Exposición de motivos no dejan lugar a duda alguna al respecto.
Casilda Pérez, de 87 años de edad, viuda y sin hijos vive sola en un piso de Badajoz. Ante su precaria
salud, decide transmitir la propiedad de la citada casa a su sobrino Enrique y a su esposa Magdalena, con
la condición de que éstos le proporcionen los cuidados necesarios y le procuren todo lo que necesite para
su subsistencia, así como compañía, afecto y cariño.
Doña Casilda desconoce sin embargo la posibilidad de realizar tal acto y por ello acude a usted para que
le diga si ello sería posible conforme a derecho y, de ser así, le diga qué tipo de contrato estaría realizando y si
ella puede recuperar el piso si sus sobrinos no le proporcionan los cuidados y atenciones que necesite.
PRÉSTAMO
Si saco un libro de la biblioteca municipal ¿Qué tipo de contrato estoy celebrando? ¿En qué se dife-
rencia este contrato del que celebro cuando pido un crédito a un banco?
ARRENDAMIENTO DE VIVIENDA
Don Valentín Eustaquio Córdoba y Doña Enriqueta Vázquez han firmado el día 14 de febrero de 2003
un contrato de arrendamiento de vivienda de un piso propiedad de la segunda, con una duración de un
año. El día 14 de febrero de 2004 Doña Enriqueta comunica a Don Valentín que debe abandonar la vi-
vienda, de manera inmediata, por haber finalizado el contrato. Don Valentín se dirige a usted para saber si
puede prorrogar el contrato durante algún tiempo más ¿Qué ley aplicaría usted para resolver el problema?
¿Podría prorrogarse el contrato de arrendamiento?
258 CARLOS L ASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
ASESORAMIENTO
Si teniendo problemas con los inquilinos del piso que les he alquilado, solicito a un abogado que me
asesore al respecto, ¿estoy celebrando algún tipo de contrato?. Por favor, de ser así, díganos qué tipo
sería.
¿ARRENDAMIENTO?
Don Recaredo, tras haber sido demandado por impago de deudas, acudió al despacho de Dofla
Leonor, prestigiosa abogada, que aceptó hacerse cargo de la defensa procesal de Don Recaredo.
Abogada y cliente no acuerdan el precio que habrá de pagarse a cambio de la correspondiente actividad.
Doña Leonor se sirve de uno de los pasantes de su despacho para realizar unos informes que le permitan
contestar a la demanda interpuesta contra su cliente. Don Recaredo se entera de que su abogada, en
quien tanto confiaba, no ha redactado ella sola el escrito de contestación a la demanda y se plantea una
serie de dudas al respecto. ¿Nos encontramos ante algún contrato pese a que no se haya pactado precio
alguno? ¿Puede Doña Leonor servirse de colaboradores en la ejecución del servicio contratado? ¿Será,
pues, válido o no este acto jurídico?
¿MEDIACIÓN CIVIL?
Si a Leandro le debe el empresario para el que trabaja las cinco últimas pagas mensuales, ¿podría
acudir a un procedimiento de mediación, al amparo de la Ley 5/2012, para conseguir, sin necesidad de ir a
juicio, cobrar lo que se le debe? Razone su respuesta.
¿CONTRATO TÍPICO?
Pedro Arroyo encarga a un famoso pintor, Pablo Saenz de Santamera, que le pinte un retrato.
Acuerdan el precio, el plazo para terminarlo (6 meses) y que Pablo aporte los materiales, incluidos en el
precio final. Al mes, Pedro se arrepiente y le dice a Pablo que no continúe, que ya no está interesado en
el retrato, por lo que se quiere desentender. Pablo le dice que un compromiso es un compromiso, y que le
entregará la obra quiera o no, en el plazo fijado y cobrándole el importe acordado.
¿Quién cree usted que lleva razón? ¿Puede Pedro desentenderse sin más, ni más? Razone su
respuesta.
ARRENDAMIENTO DE VIVIENDA
Ramón de la Fuente Fría, divorciado y sin hijos, quiere arrendar una casa en la localidad toledana de
Talavera de la Reina durante el período de los seis años que dura su contrato laboral en unos grandes al-
macenes de la ciudad. A la ciudad se quiere trasladar con sus padres, ya mayores y con algunos achaques
de salud. El dueño y arrendador de la casa, Miguel del Río Templado, está dispuesto a arrendársela por
seis años pero en caso de fallecimiento de Ramón quiere que el contrato finalice ahí porque, en ese hipo-
tético caso, querrá poner en venta la casa. Don Ramón se está planteando si está obligado o no a firmar un
contrato con una cláusula de esta naturaleza. ¿Qué le diría usted?
Capítulo 13 Otras figuras contractuales típicas 2S9
DEPÓSITO
La antigua bailaora flamenca Aitana Romero se va de viaje durante cinco meses y decide llevar
al Banco CountryPark su magnífica colección de rubíes para que el Banco la custodie. Pero el Banco,
además, ha conseguido la autorización de Aitana para poder exponerlas en la Feria Exposición de
Piedras Maravillosas que se va a celebrar en la localidad la próxima semana.
¿Han realizado Aitana y el Banco algún acto con trascendencia jurídica? En caso afirmativo, diga
cuál.
CAPÍTULO 14
LOS ELEMENTOS DEL CONTRATO
2. EL CONSENTIMIENTO CONTRACTUAL
Ya sabemos que, sintéticamente, el contrato es definido como acuerdo de voluntades.
Esto es, como decisión de dos (o más) personas de realizar un determinado negocio, una
vez que están de acuerdo en las circunstancias del mismo.
Por tanto, es evidente que el punto de partida del contrato (o su momento genético)
viene representado por la voluntad coincidente de las partes contratantes. Si yo quiero ven-
der, pero nadie m e quiere comprar, es claro que no llego a celebrar contrato alguno. La
manifestación d el consentimiento de cada una de las partes puede darse de muy diferen-
tes maneras (firmando un extenso contrato redactado por escrito o levantando la mano
para detener un taxi), pero requiere en todo caso que el consentimiento se haya formado
libre y conscientemente y, además, por persona que tenga capacidad de obrar o capacidad
negocial.
Capítulo 14 Los elementos del contrato 263
por el que la entidad Excavaciones El Copo S.L. vendía a la sociedad Francisco Ramos e Hijos,
S.L. una determinada finca rústica "libre de cargas, gravámenes y limitaciones, según ma-
nifiesta la parte vendedora". Poco después, en 2008, la sociedad compradora tiene conoci-
miento de una sanción impuesta por el Ayuntamiento a la sociedad vendedora, consistente
en la restitución de los terrenos a su estado anterior, por indebido movimiento de tierras.
El TS considera que no se puede imputar al comprador falta de diligencia por no haber
investigado y comprobado en el Ayuntamiento la existencia del expediente. No se puede
exigir a una parte una conducta previsora en grado extremo, del mismo modo que no se po-
dría exigir una exhaustiva comprobación de datos en el Registro de la Propiedad, sino que
bastaría la fiabilidad en el folio registra! vigente y en la buena fe de la parte transmitente. Se
entiende, pues, que se trata de un error esencial y excusab/,e, lo cual da lugar a la anulabilidad
del contrato (materia que se considera en el capítulo 17 este Manual).
Mayor proyección aún del error como vicio del consentimiento se aprecia en el ámbito
de la contratación bancaria, pues para la práctica jurisprudencia! contemporánea el error
más frecuentemente invocado es el que recae sobre productos financieros complejos, como
los denominados swaps, o permutas financieras, y las participaciones preferentes, que un
importante número de pequeños ahorradores confundieron con seguros o depósitos, debi-
do a una incorrecta información de los bancos al ofrecérselos. La SAP de Orense, de 31 de
julio de 2014, anuló diversos contratos de inversión en participaciones preferentes de NCG
Banco S.A, al apreciar la existencia de un error esencial y excusable en el consentimiento,
favorecido por la relación de confianza entre las partes, al ser uno de los perjudicados her-
mano del empleado de la entidad bancaria, considerando irrelevante la titulación universi-
taria de los actores, considerados inversores de perfil conservador. También la SAP de Lugo,
de 3 de septiembre de 2014, anuló, por apreciación de error, el mismo tipo de contratos co-
mercializados por la precitada entidad bancaria que habían sido celebrados con un "matri-
monio de avanzada edad, sin formación, y con una relación de confianza en los empleados
de la entidad".
En cuanto a los denominados swaps o contratos de permuta financiera, son muchas las
sentencias del TS, a lo largo de estos últimos años, en las que se aprecia un error vicio en el
consentimiento prestado por el cliente ante el incumplimiento de la obligación de informa-
ción de las entidades financieras en la comercialización de productos complejos, ante los
que existe una asimetría informativa. El incumplimiento del deber de información al clien-
te sobre los riesgos derivados de la bajada del euríbory sobre los riesgos asociados al coste de
cancelación es lo que propicia un error en la prestación del consentimiento. Este deber que
pesa sobre la entidad financiera incide directamente -según el TS- en la concurrencia del
requisito de excusabilidad del error, ya que el conocimiento equivocado sobre los concretos
riesgos asociados al producto financiero contratado en que consiste el error le es excusable
al cliente (STS 1657 / 2017, de 5 de mayo, y otras muchas dictadas el 12 de mayo de 2017).
Respecto del error sobre la persona con que se contrata, el artículo 1.266.2 establece que «sólo
invalidará el contrato cuando la consideración a ella hubiese sido la causa principal del mismo».
Como se ve, en este caso, el parámetro de «substancia de la cosa» (art. 1.266.1) se sus-
tituye por la identidad propiamente dicha o por las cualidades personales de la otra parte
contratante, en base a cuya consideración se ha celebrado el contrato: por ejemplo, con-
trato con el Señor Balenciaga, creyendo que es el famoso modisto, y resulta tratarse de un
primo lejano que se ha limitado a hacer un cursillo de corte y confección.
Tradicionalmente, se ha entendido que el error sobre la persona limitaba su campo de
acción a los contratos denominados intuitu personae (esto es, en contemplación de la perso-
na). Bajo dicha categoría se incluirían aquellos contratos que implican una cierta relación
de confianza entre los contratantes (sociedad, mandato, depósito, donación ... ) o conllevan
266 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
3.2. La violencia
Frente a cuanto ocurre en el caso del error, el Código civil es suficientemente explícito
en definir las situaciones en que se violenta la voluntad o la manifestación del consentimien-
to de una de las partes contratantes: «Hay violencia cuando para arrancar el consentimiento
se emplea una fuerza irresistible», dice el artículo 1.267.1.
Tal fuerza irresistible se dará en todos aquellos casos de violencia fisica absoluta en que
la voluntad del contratante es sustituida por la del agente violentador: el ejemplo típico y,
por cierto, también verídico, es obligar físicamente a quien no sabe firmar a estampar su
huella digital en un contrato escrito (lo que, vulgarmente, se llama «firmar con el dedo»).
Pero cabe también pensar en los casos de hipnosis o sugestión en que, una vez sustituida su
voluntad por la del hipnotizador, el contratante hace cuanto le indican.
Si bien se piensa, en tales casos no es que la voluntad o el consentimiento del contratante se
encuentren «viciados». Sencillamente, no hay consentimiento, ya que la manifestación de la volun-
tad de contratar se debe en exclusiva a la violencia ejercida sobre quien acaba exteriorizándola.
3.3. La intimidación
La intimidación es otro de los «vicios de la voluntad» o deficiencia del consentimiento
que puede comportar la invalidez del contrato. Se encuentra perfectamente descrita en el
segundo párrafo del artículo 1.267.2 del Código civil, según el cual consiste en «inspirar a
uno de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave en su
persona y bienes, o en la persona o bienes de su cónyuge, descendientes o ascendientes».
La transcrita noción legal es de por sí bastante significativa y resalta suficientemente la
«coacción moral» que la intimidación supone; por lo cual, bastará realizar una breve glosa
del precepto para determinar el alcance y el significado propios de la figura.
La amenaza de que sea objeto una de las partes contratantes ha de ser de tal naturaleza
que «inspire un temor racional y fundado » que le lleve a prestar un consentimiento inicial-
mente no deseado.
Por tanto, habrá de atenderse ante todo a la entidad de la amenaza y a su incidencia
sobre el presuntamente intimado, o atemorizado. Será necesario, pues, atender también «a
la edad, al sexo y la condición de la persona», como indicaba el párrafo tercero del artículo
1.267, ya que evidentemente, no todas las personas tienen un idéntico grado de temor, ni son
igualmente impresionables. La Ley 11/ 1990, de 15 de octubre, sobre reforma del CC. en apli-
cación del principio de no discriminación por razón de sexo, ha suprimido del artículo 1.267
la referencia «al sexo»; opción legislativa que, a mi juicio, no es plenamente acertada.
La amenaza ha de estribar en el anuncio de un mal inminente y grave, ya que otro tipo
de «advertencias» no merecen el calificativo de intimidación.
Requiere el Código expresamente que el mal anunciado recaiga directamente sobre la
persona o sobre los bienes del contratante o sobre los de sus familiares más cercanos (cón-
yuge, descendientes o ascendientes), aunque puede resultar discutible que dicho círculo de
personas haya de ser asumido restrictivamente y a la letra. Si la capacidad intimidatoria de
la amenaza sobre el contratante se asienta en la cercanía entre él y la persona amenazada,
Capítulo 14 Los elementos del contrato 267
ésta no tiene por qué tener un vínculo familiar tan restringido como resulta de la letra de la
ley (que excluye incluso a los hermanos, obsérvese). Es más, ni siquiera debería requerirse
un vínculo familiar propiamente dicho, sino que habría de bastar con cualquier otro tipo de
vinculación entre contratante y persona amenazada (por ejemplo, un sobrino huérfano que
conviva con el contratante, su «madre de leche», etc.).
La noción de "intimidación" adquiere en la realidad social contemporánea nuevas di-
mensiones, tal como ha puesto de manifiesto la STS 497 / 2013, de 29 de julio, según la cual,
la idea actual de intimidación alcanza a las relaciones comerciales y económicas, que pueden
causar un daño mucho más trascendente que el mal inminente y grave en el que pensaba el
legislador del siglo XIX. De este modo, la exigencia de una declaración o, de lo contrario,
un perjuicio (mal) que no puede evitar (inminente) y que es importante (grave), integra el
actual concepto de intimidación. En el caso enjuiciado por la citada sentencia, una de las
partes contratantes exige la aceptación de una modificación del contrato originario que fue
celebrado libremente por ellas. Tal modificación agrava notablemente la posición contrac-
tual de la otra parte, ya que de no aceptarla, no se le entregará el material que debe cargar
en el avión fletado para una fecha inminente, lo que le causaría un perjuicio, mal, frente a
un tercero que es el contratante sito en Perú. El ventajismo o prepotencia de una parte que
se aprovecha de la debilidad o de determinadas circunstancias en las que se encuentra la
otra parte delimitan los nuevos contornos de la "intimidación" contemporánea.
El último párrafo del artículo 1.267 contempla el denominado temor reverencial o me-
tus reverentialis: «el temor de desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respeto
no anulará el contrato». Esto es, el temor reverencial no es relevante para el derecho, en
tanto no tenga naturaleza intimidatoria. O, lo que es lo mismo, las personas a quienes se
debe sumisión y respeto pueden dar origen a intimidación; pero, mientras no lo hagan , el
contrato celebrado bajo temor reverencial será válido y eficaz. Lo será por ejemplo cuando
un dependiente acceda a venderle su moto, ante la insistencia del mismo, a su patrón; si
éste, por el contrario, le ha amenazado con despedirlo, el contrato -en caso de llegar a cele-
brarse- será anulado a causa de la existencia de intimidación.
3.5. El dolo
Actuar dolosamente (con dolo) significa tanto como malévola o maliciosamente, ya sea
para captar la voluntad de otro, ya incumpliendo la obligación que se tiene contraída.
Aquí nos vamos a referir al dolo como vicio del consentimiento, consistente en indu-
cir a otro a celebrar un contrato mediante engaño o malas artes. Ni que decir tiene que el
268 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
contratante engañado incurrirá en una falsa valoración o representación del contrato que
finalmente celebra y que, por tanto, incurre en error.
Lo que ocurre es que, como dicho error ha sido provocado por la otra parte, el Ordenamiento
jurídico considera al dolo como un supuesto específico de vicio del consentimiento.
Así, afirma el artículo 1.269 que «hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insi-
diosas de parte de uno de los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que,
sin ellas, no hubiere hecho ». Por su parte, el artículo 1.270 completa la regulación del dolo
como vicio del consentimiento disponiendo que «para que el dolo produzca la nulidad de
los contratos, deberá ser grave y no haber sido empleado por las dos partes contratantes. El
dolo incidental sólo obliga al que lo empleó a indemnizar daños y perjuicios». En este sen-
tido, por ejemplo, la STS 671 / 2000, de 30 de junio, calificó de incidental, y no de causal o
grave, el dolo del vendedor que ocultó al comprador la denegación de una licencia de aper-
tura, con la consecuencia de la indemnización de daños y pe1juicios y no de la anulación o
ineficacia del contrato.
Por tanto, para que el dolo sea causa de anulabilidad del contrato se requie re:
A) Que el dolo sea grave, llevado a cabo con la intención, con la mala inte nción cons-
ciente y d eliberada, de engañar a la otra parte.
En cambio, el denominado dolus bonus o dolo bueno, consistente en cantar las excelen-
cias del bien o del servicio que se oferta, no se considera como dolo propiamente dicho. Sea
a través de negociaciones particulares ( «me dice el pescadero que la merluza ha llegado esta
mañana saltando ») a través de la publicidad y propaganda ( «con Iberia ya habría llegado»
«Blancol lava más blanco»), las alabanzas a los productos ofertados se consideran moneda
corriente que, cada uno, sabrá valorar en su justa medida.
B) El dolo ha de inducir a la otra parte a celebrar el contrato. Es decir, ha de tratarse
de un dolo determinante, sin cuya existencia la parte que lo sufre no hubiera contratado. La
relación de causalidad entre la conducta engañosa o insidiosa de una parte y la voluntad de
celebración del contrato de la otra, se encuentra nítidamente recogida en el artículo 1.269.
El dolo determinante se contrapone así al dolo incidental, que no resulta caracterizado
por el Código, el cual se limita a disponer que no tendrá consecuencias anulatorias del contra-
to celebrado, sino que sólo dará lugar a indemnización de daños y perjuicios (art. 1.270.2).
No obstante la falta de definición legal, la noción de dolo incidental es clara: es la con-
ducta engañosa que lleva a quien , libre y conscientemente, está decidido a contratar, a acep-
tar unas condiciones desfavorables o perjudiciales que no hubiera aceptado de no intervenir
el dolo incidental. Por ejemplo, necesito que me arreglen el coche en el pueblo donde se
me ha averiado; pero el astuto mecánico, argumentándome que es la romería de la comarca
(lo que es falso), hace que acepte un precio desorbitado por la reparación.
C) Que el dolo no haya sido empleado por las dos partes contratantes (art. 1.270.1),
ya que en tal caso la actuación malévola de ambos excluye la protección a la buena fe que
fundamenta la regulación positiva del dolo. En el caso de dolo por ambas partes suele ha-
blarse de compensación de dolo, para poner de manifiesto que el de una parte compensa,
anula o destruye la relevancia del dolo de la otra parte.
Por lo general, el contratante que pretenda engañar a la contraparte llevará a cabo una
conducta activa. Pero ¿cabrá también hablar de dolo por omisión}
Pese a que la enseñanza clásica del tema supusiera la exclusión del dolo por omisión,
realmente no puede extraerse dicha consecuencia del artículo 1.269. Éste se limita a hablar
de «palabras o maquinaciones insidiosas» para identificar a la conducta engañosa y, si bien
se piensa, tal resultado lo mismo puede lograrse mediante una conducta activa cuanto omi-
siva del que la lleva a cabo.
Capítulo 14 Los elementos del contrato 269
A) Licitud
Según cabe deducir fácilmente del artículo 1.271, tanto las cosas cuanto los servid,
objeto de contrato han de ser lícitos:
a) Respecto de las cosas, el Código excluye del ámbito contractual «las cosas que
tán fuera del comercio». Con dicha expresión, procedente del Derecho romano (res, I
commercium), se refiere el Código a todas aquellas que, por razones de interés o de ordc·n
público, quedan excluidas del tráfico patrimonial (ya se trate, por ejemplo, de bienes el
dominio público; o de tráfico oneroso de partes del cuerpo humano, de apellidos, o título
nobiliarios, etc.).
b) En relación con los servicios, el artículo 1.271.3 excluye del contrato «todos los s ·1
vicios que sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres».
B) Posibilidad
El Código civil, en vez de plantear este requisito de forma positiva, dispone en el a,
tículo 1.272 que «no podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios imposibles».
Si la licitud engloba la «posibilidad jurídica» de convertir a un bien determinado 11
objeto del contrato (y, por ello, admite el Código que puedan realizarse contratos recay n
tes sobre cosas futuras: art. 1.271.1, excepción hecha de la herencia futura: art. 1.271.2), la
posibilidad o imposibilidad contemplada en el artículo 1.272 ha de quedar circunscrita ;1
la «posibilidad física» o material de entregar la cosa o ejecutar el servicio que constituyan
objeto del contrato. Así, resultaría imposible vender la Luna o comprometerse a volar si11
auxilio de artilugio alguno.
Buena muestra de la necesidad de que el objeto sea posible es la STS 85/ 2008, de 10 de
enero, en la que se considera nula, por imposibilidad del objeto, la venta d e una plaza d
garaje, ya que "la composición formada entre el espacio de estacionamiento y los derechos
de utilización de zonas y elementos que son instrumentalmente necesarios para el aprove-
chamiento, tal y como ha sido prevista en el contrato, ha devenido imposible" .
C) Determinación o determinabilidad
Aunque el Código se refiera en el artículo 1.273 exclusivamente a las cosas, este requi-
sito es igualmente aplicable a los servicios. Una vez perfeccionado el contrato, se requiere
que la cosa o el servicio que constituyan su objeto queden determinados. En caso contrario,
sería necesario un nuevo pacto o acuerdo de las partes para estar conformes en el objeto del
mismo (con lo que sería necesario concluir que, hasta entonces, no había habido propia-
mente contrato, sino conversaciones preparatorias).
De ahí que el Código no requiera como condición sine qua non que el objeto contrac-
tual quede absolutamente determinado (venderme esta bicicleta que está en el escaparate;
hacerme la endodoncia del incisivo inferior izquierdo ... ); sino que le baste con que el obje-
to sea determinable «sin necesidad de nuevo convenio entre los contratantes» (art. 1.273,
in fine): venderme una bicicleta de tal modelo o hacerme la endodoncia de las piezas que
tenga cariadas cuando me corresponda la visita al dentista, etcétera. Ahora bien, es inad-
misible que la cosa sea o quede indeterminada: en tal sentido, la STS 2158/ 2011, d e 31 de
marzo, estimó nula la promesa de donación de la finca que elig;iera la mujer, en el caso de separarse los
cónyuges (con el límite de que el valor de la misma no supere los 30 millones de pesetas), por tratarse
de "donación de una cosa futura indeterminada".
Capítulo 14 Los elementos del contrato 271
no aparece de modo claro y directo en la escritura pública (STS Pleno, 822/ 2007, de 11 de
enero)
5.4. La causa ilícita del artículo 1.275: los motivos ilícitos y la causa en
sentido subjetivo
El anterior planteamiento de objetivación u objetivización de la causa contractual no puede
llevarse, sin embargo, a sus últimas consecuencias dentro del marco del Código civil español.
Lo impide la letra (y el espíritu) del artículo 1.275: «los contratos sin causa, o con causa
ilícita, no producen efecto alguno. Es ilícita la causa cuando se opone a las leyes o a la moral».
Con tal mandato normativo, la pregunta salta a la vista: ¿cómo puede haber causa ilícita
(al menos en los contratos típicos) si la causa se identifica con la objetiva función socioeco-
nómica del tipo contractual? Si la causa de la compraventa es el intercambio de cosa por
precio ¿habrá causa ilícita en el caso de que yo venda por cinco mil euros un riñón? ¿O
habrá sencillamente causa típica? Legalmente pueden donarse riñones (luego el objeto es
inicialmente aceptable), pero está prohibido venderlos o enajenarlos mediante precio.
La causa entonces no puede entenderse sólo y exclusivamente como objetiva función
socioeconómica del tipo contractual utilizado por las partes, sino como algo más.
El sentido del artículo 1.275 es permitir que, en su caso, la función socioeconómica del
tipo contractual, abstractamente considerada, no excluya de forma necesaria la valoración
del fin práctico perseguido por las partes. Con lo cual, el artículo 1.275 está dando entrada a
que en determinados casos incluso los motivos contrarios al Ordenamiento jurídico puedan
originar la ilicitud de la causa concreta.
Capítulo 14 Los elementos del contrato 273
Así pues, el acaecimiento de la condición voluntariamente aceptada por las partes pue-
de traer consigo:
A) ora la eficacia del contrato, en el supuesto de condición suspensiva,
B) ora la ineficacia del contrato, en el caso de que sea resolutoria, aunque para ambos
tipos de condición la regla de máxima establecida por el Código sea la de que el acaeci-
miento de la condición opera con efecto retroactivo (cfr. art. 1.120) : esto es, los derechos y
obligaciones de las partes se consideran adquiridos y asumidos, respectivamente, desde el
mismo momento de celebración del contrato.
Puede apreciarse el concreto funcionamiento de una condición resolutoria en el caso
abordado en la STS 682/ 2018, de 4 de diciembre. En ella, se entiende que el incumpli-
miento de la condición resolutoria que se incluye en un contrato de permuta de solar por
obra futura desencadena la anulación en el Registro de la Propiedad de las inscripciones de
las fincas registrales efectuadas con ocasión de dicha transmisión a favor de la demandada,
ordenando nueva inscripción a favor de la demandante. La condición resolutoria consistía,
en este caso, no solo en la petición de licencia de obra al ayuntamiento en un plazo deter-
minado sino también en el hecho de entregar los elementos individuales correspondientes
al 25 por ciento de la totalidad de la edificabilidad. El incumplimiento de ambas condicio-
nes establecidas como resolutorias desencadena la resolución de un contrato que ya había
desplegado efectos con la transmisión del dominio y correspondiente inscripción registra!.
7. EL TÉRMINO O PLAZO
Para el Código civil, «entiéndese por día cierto aquel que necesariamente ha de venir,
aunque se ignore cuándo» (art. 1.125.2) . Esto es, el término puede consistir (visiones cata-
clísmicas aparte) tanto en la ftjación de una fecha concreta futura (el 31 de enero de 2039);
cuanto en un período temporal determinado, contando a partir del día de la celebración
del contrato (cuyo día no se computa: vid. art. 1.130 CC.): «dentro de veinte días»; cuanto,
finalmente, en la ftjación de una fecha indeterminada pero determinable por referencia a
un evento que «ha de venir» o producirse necesariamente (fallecimiento de alguien, v. gr.).
Es necesario, pues, para que pueda hablarse de término que no haya incertidumbre so-
bre la llegada del mismo. El acaecimiento del suceso contemplado como condición queda
276 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
8. SUPUESTOS PRÁCTICOS
Juan Antonio, funcionario público del Ministerio de Agricultura, reside en Madrid y es propietario de
un piso en Jaén. Juan Antonio, soltero y sin hijos, desea vender el piso de Jaén por un precio ventajoso
a Rodrigo, su único sobrino y ahijado, que tiene proyectado casarse este año. No obstante, Juan Antonio
tiene dudas; existe la posibilidad remota de que dentro de unos años le destinen a Jaén, y en ese caso,
desearía recuperar su piso. Imagínese que Usted debe asesorar a Juan Antonio ¿Qué elemento podría
introducir en el contrato de compraventa para asegurarse de que si le destinan a Jaén podrá recuperar la
propiedad del piso?
Capítulo 14 Los elementos del contrato 277
CAUSA CONTRACTUAL
Penélope, que pasó sus últimas vacaciones en Formentera, tuvo un intenso romance con su ins-
tructor de buceo, Nathan. Está tan ilusionada con esta relación que se ha "liado la manta a la cabeza" y
ha comprado una casita en la isla que pertenece a Sally, una inglesa amiga de Penélope que conoce los
pormenores de su romance con Nathan. Entusiasmada, lo primero que hace Penélope es darle la "buena
nueva" a Nathan.
Sin embargo, Nathan se sincera con ella y le dice que lo suyo no fue más que un amor de verano y
que prefiere seguir soltero y sin compromiso. Desolada Penélope habla con su amiga Sally para que le de-
vuelva el precio de la la venta pues rota su relación con Nathan ha perdido todo interés en la casa. Sally se
niega en redondo alegando que la venta está ya hecha y que ya es tarde. Penélope enfurecida la amenaza
con ir a los Tribunales.
¿Quién cree Ud. que tiene razón? Por favor fundamente jurídicamente su respuesta y cite el o los
preceptos en que se basa.
Julieta Romeo, de 68 años, tenía concertado desde el año 2008 un préstamo hipotecario con la Caja
de Veronamor a un tipo de interés variable. En atención a ese crédito, el Bank Shakespeare and Company
le ofreció un contrato de permuta de tipos de interés (denominado swaps) como instrumento de cobertura
de riesgo del incremento del tipo de interés variable.
Con la suscripción de este contrato, pensaba Julieta ponía a cubierto del riesgo de incremento de
los intereses del préstamo hipotecario dado su interés variable, de forma tal que durante los seis años de
vigencia del contrato swaps tenía la certeza de que pagaría siempre un mismo tipo de interés, con inde-
pendencia de las variaciones del Euribor.
Poco después Julieta Romeo demanda al Bank Shakespeare and Company alegando infracción de
los deberes de información que corresponde a la entidad financiera que comercializa productos complejos
de riesgo, como el que ella ha contratado. El Juzgado considera que, aun siendo complejo el producto
financiero que ha contratado Julieta, cualquier persona con capacidad media puede leer que en el propio
contrato, de 58 páginas en letra de mínimo tamaño, hay una cláusula relativa a los riesgos de liquidaciones
negativas que conllevaba y Julieta no ha probado que no sepa leer ni que tenga discapacidad alguna.
¿Qué cree usted a la vista de lo sucedido? Fundamente, por favor, su respuesta.
CAPÍTULO 15
1A FORMACIÓN DEL CONTRATO
En dicha línea, el artículo 51 de la Constitución española de 1978 establece que los pode-
res públicos garantizarán la defensa de los consumidores y usuarios, protegiendo, mediante
procedimentos eficaces, la seguridad, la salud y los legítimos intereses de los mismos.
El desarrollo de dicho mandato constitucional se llevó a cabo por la Ley General para
la defensa de los consumidores y usuarios, Ley 26/ 1984, de 19 de julio, y normas concor-
dantes. Dicha Ley (en adelante L.C.U.), bastante alejada de ser un dechado de perfección
técnica, tiene no obstante una innegable importancia y ha modificado o complementado
numerosos preceptos de los Códigos civil y de comercio, al igual que ha ocurrido con otras
muchas leyes posteriores dictadas en defensa de los consumidores, cuyo texto refundido ha
sido redactado por el Real Decreto Legislativo 1/ 2007, de 16 de noviembre (T.R.L.C.U.),
posteriormente modificado por la Ley 3/ 2014, de 27 de marzo, de gran importancia en re-
lación con la defensa y protección de los consumidores y usuarios.
go, cuando dichos tratos preliminares han sido llevados a cabo por una de las partes sin
observancia del principio general de buena fe (que debe presidir el ejercicio de cualquier
derecho -art. 7.1-, y por tanto el de libertad contractual o autonomía privada) , para des-
pués provocar injustificadamente la ruptura de los mismos, ésta dará lugar a la denominada
responsabilidad precontractual. Dicha expresión, con todo, no tiene un significado técnico
propio, aunque sí la plasticidad suficiente como para retratar el fenómeno habido; cuya
reparación habrá de conseguirse con base en el ya citado artículo 7.1 o, en todo caso, en
el artículo 1.902 que después veremos como soporte fundamental de la responsabilidad
extracontractual.
En este sentido, la STS 3673/ 1988, de 16 de mayo, consideró procedente que un ban-
co indemnizara, con 4 millones de pesetas, a un empleado, a quien había hecho creer, de
modo fundado, que, en breve, sería trasladado a una sucursal de Miami, ante lo cual vendió
todos los automóviles y su mujer pidió la excedencia voluntaria en su puesto de auxiliar de
clínica de la Seguridad Social. Posteriormente, el banco no le concedió el traslado.
su posición dominante y se atiende, por el contrario, a velar por los intereses de los econ(
micamente débiles, por entender que su posición contractual es realmente subordinada,
pese al principio dogmático de igualdad de las partes contratantes.
A continuación veremos algunas de las categorías contractuales que, según el común
sentir, constituyen supuestos que evidencian la crisis del esquema contractual ínsito en 1011
Códigos civiles decimonónicos.
a los que, en todo caso, deberá hacerse referencia expresa en el documento contractual»
[pár. l.a)].
2. Entrega de recibo, justificante, copia o documento acreditativo de la operación,
salvo renuncia del interesado [pár. 12.b)].
C) Requisito material: la equidad contractual
La letra C del párrafo primero exigía que las condiciones generales de la contratación
estén presididas por la «buena fe y justo equilibrio de las contraprestaciones» para, a con-
tinuación (¡en doce apartados!), declarar prohibidas una serie de cláusulas que, acertada-
mente, considera que atentan contra la idea de equidad contractual que rezuma a lo largo y
ancho de la ley (vid., por tanto, art. 3. 0 2 del CC.). Veamos las fundamentales al respecto:
- facultad de resolver discrecionalmente el contrato (n.º 2);
las cláusulas abusivas ( «las que perjudiquen de manera desproporcionada o no
equitativa [sic] al consumidor, o comporten en el contrato una posición de desequilibrio
entre los derechos y las obligaciones de las partes en perjuicio de los consumidores o usua-
rios: n.º 3);
«las limitaciones absolutas de responsabilidad frente al consumidor o usuario» (n.º 6);
«la inversión de la carga de la prueba en perjuicio del consumidor o usuario» (n.º 8);
«la negativa expresa al cumplimiento de las obligaciones o prestaciones propias
del productor o suministrador, con reenvío automático a procedimientos administrativos o
judiciales de reclamación » (n. 0 9).
Tal conducta, por parte del suministrador, en términos clásicos, merece la calificación
de dolosa, en cuanto manifiesta una resistencia consciente y deliberada de incumplimiento
de las obligaciones que tiene asumidas;
«la imposición de renuncias a los derechos del consumidor y usuario» (n.º 10) .
D) La interpretación «contra stipulatorem»
Las dudas que plantee la interpretación de las condiciones generales del contrato «se resol-
verán en contra de quien las haya redactado» (pár. 2.2); mandato que sustancialmente coincide,
aunque reforzándolo, con lo dispuesto en el ya aludido arúculo 1.288 del Código civil.
E) La primacía de las cláusulas particulares
La contratación por impresos o formularios, presupuesta en el párrafo 1.a), no excluye
la inclusión o el añadido de otras de carácter particular, es decir, redactadas para un caso
concreto de contrato de adhesión. En tal caso, establece la ley que prevalecerán «las cláusu-
las particulares sobre las condiciones generales, siempre que aquéllas sean más beneficiosas
que éstas» (pár. 2.2).
F) La sanción de nulidad
La Ley general para la defensa de los consumidores y usuarios, además de reglamentista
en algunos aspectos que debieran haberse omitido, es fundamentalmente imperativa. Por
tanto, conforme a lo dispuesto en el artículo 6.º3 del Código civil y en el artículo 10.4 de la
Ley general para la defensa de los consumidores y usuarios:
a) Serán nulas de pleno derecho las cláusulas que contravengan los requisitos
expuestos.
b) Será nulo (la L.C.U. habla de «ineficaz») el contrato que contravenga la equidad
contractual.
de 1993, han traído consigo que, en las dos últimas décadas del siglo XX, los trabajos legis-
lativos sobre las condiciones generales de la contratación y la erradicación de las cláusulas
abusivas se hayan convertido en objetivo prioritario de los poderes públicos.
En efecto, la Comisión General de Codificación (en concreto, su sección segunda) ha
venido trabajando los últimos lustros en un texto normativo que, al estilo de algunas leyes
especiales de otros ordenamientos europeos (como el alemán), diera como resultado una
ley reguladora de las condiciones generales.
Por su parte, la referida Directiva 93/13 tiene por objeto, como reza su denominación
oficial, evitar la utilización de las «clásulas abusivas en los contratos celebrados con consumi-
dores». Al ser aprobada, su artículo 10 establecía que «los Estados miembros adoptarán las
disposiciones legales, reglamentarias y administrativas necesarias para dar cumplimiento a
lo establecido en la presente Directiva, a más tardar, el 31 de diciembre de 1994». No fue así,
sin embargo. Los avatares políticos trajeron consigo que, una vez más, España incumpliera
el término establecido por una Directiva y que haya regulado la materia con retraso. De otro
lado, la circunstancia de que el estado normativo previo se caracterizara por la regulación
de las condiciones generales de la contratación, y sobre todo de las cláusulas abusivas, en la
L.C.U., requería de alguna manera proceder a la reforma de la Ley 26/1984, General para
la Defensa de los Consumidores y Usuarios.
En consecuencia, la Ley 7/ 1998, de 13 de abril, sobre condiciones genera/,es de la contratación
(modificada después por las Leyes 39/2002, de 13 de octubre; y 44/2006, de 29 de diciem-
bre y Ley 3/2014, de 27 de marzo) afronta ambas cuestiones:
a) La disposición adicional l." de la L.C.G.C. modifica ampliamente la L.C.U. , de tal ma-
nera que da nueva redacción al artículo 10 originario, que anteriormente hemos analizado. De
otro lado, añade el artículo 10 bis, que sienta las bases de desarrollo de la relación o elenco que,
con toda parsimonia y gran amplitud (aunque, a mi entender, indiscutiblemente ad exernplum),
realiza la nueva disposición adicional l.ª de la L.C.U. de las cláusulas contractuales que han de
entenderse abusivas. Atiéndase, pues, al juego de ambas disposiciones adicionales primeras.
Como consecuencia de la sentencia del TJUE, de fecha 14 de marzo de 2013, relativa a la
inadecuación entre la normativa española relativa al procedimiento ejecutivo y la protección
de los consumidores reclamada por la Directiva 93/13, de la que hemos partido en este epígra-
fe, la Ley 1/2013, de 14 de mayo, de medidas para reforzar la protección a /,os deudores hipotecarios,
reestructuración de deuda y aú¡ui/,er social ha modificado diversos preceptos de la LEC-2000 rela-
tivos al procedimiento ejecutivo, con la pretensión de que, en defensa de los consumidores,
los jueces y tribunales puedan apreciar (sea a instancia de parte o de oficio) la existencia de
cláusulas abusivas en el título ejecutivo, procediendo bien a decretar la improcedencia de la
ejecución o bien la continuidad de la ejecución, pero sin que resulten aplicables las cláusulas
que hayan de considerarse abusivas (en concreto, se trataría, fund., de los siguientes artículos
de la LEC: nuevo primer párrafo del art. 552; nueva causa 7ª del art. 557; nueva previsión 3ª
del art. 561; nuevo aptdo. l bis del art. 575; y nueva causa 4ª del art. 695.1).
b) De otra parte, regula la Ley en su primera parte los aspectos requeridos por el aná-
lisis de las condiciones generales, afecten o no a los consumidores, introduciendo ex novo un
Registro de condiciones generales de la contratación (art. 11) que ha sido sumamente discutido.
Igualmente, sobre todo por algunos sectores judiciales, ha sido criticada ácidamente la circuns-
tancia de que las sentencias de casación puedan vincular a los jueces inferiores (vid. art. 20.4).
En el ámbito bancario, son varios los pronunciamientos judiciales en los que se decla-
ran nulas, por abusivas, las denominadas cláusulas suelo introducidas por entidades banca-
rias. Puede verse, a título de ejemplo, la STS 1498/ 2017, de 20 de abril, en la que se declara
la nulidad de cláusulas suelo en préstamos hipotecarios, estableciendo la retroactividad de
288 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
los efectos jurídicos y la devolución de todas las cantidades indebidamente cobradas como
consecuencia de su aplicación, con sus intereses desde la fecha de cobro.
ria. "El objetivo último es reforzar las garantías para los prestatarios en el proceso
de contratación y evitar en última instancia - señala el preámbulo de la norma,
tal vez con cierta ambición - la ejecución de este tipo de préstamos en vía judicial
con la consiguiente pérdida de la vivienda".
Con claro propósito de síntesis podríamos afirmar que son tres los ámbitos de
la norma en los que se produce una especial litigiosidad en los últimos tiempos:
las cláusulas suelo, los gastos de formalización de las hipotecas y las cláusulas de
vencimiento hipotecado en las hipotecas. Comenzando por estas últimas, se esta-
blecen unos mínimos legales (impago de al menos doce anualidades en la prime-
ra mitad de la vida del préstamo, por ejemplo) que un banco debe observar para
declarar el vencimiento anticipado de un préstamo hipotecario y con ello se trata
de zaajar la polémica sobre la consideración sobre los Juzgados acerca de si las
cláusulas de los préstamos hipotecarios eran o no abusivas. El vencimiento antici-
pado de los préstamos inmobiliarios está regulado en el artículo 24 de la Ley de
2019 y se introduce un nuevo artículo 129 bis en la Ley hipotecaria que da cabida
a la nueva regulación del vencimiento anticipado.
En relación con los gastos de formalización de las hipotecas, se establece que
los gastos fiscales, notariales, registrales y los de gestoría serán siempre a car-
go del banco, mientras que los gastos de tasación y de copias notariales serán a
cuenta del prestatario. Todo ello está regulado en el artículo 14 de la nueva nor-
mativa, bajo el título de Normas de transparencia en la comercialización de préstamos
in mobiliarios.
Y respecto a la prohibición de las cláusulas suelo, se extiende tal prohibición
no solo a los consumidores, sino también a otras personas físicas como los autó-
nomos. Ya no estamos ante cláusulas legales en caso de que sean oportunamente
informadas y aceptadas por el cliente, sino que su prohibición, a raíz de la nueva
ley, es radical. Así lo expresa el artículo 21.3 de la Ley de 2019, estableciendo que
"en las operaciones con tipo de interés variable no se podrá fijar un límite a la baja del tipo
de interés".
En todo este nuevo marco normativo, los notarios asumen una importante
función ftjada en la propia ley: la de asesorar imparcialmente al prestatario, acla-
rarle todas las dudas que pudiera suscitarle el contrato, así como comprobar que
se cumplen los plazos y los demás requisitos sobre información y transparencia
en la contratación de créditos hipotecarios.
5. LOSCONTRATOSFORZOSOS
Con semejante denominación se suele hacer referencia a aquellos supuestos en que la
ley, atendiendo a razones de interés general, limita la autonomía privada de una de las par-
tes, obligándola necesariamente a contratar.
Entre tales supuestos podrían resaltarse los siguientes:.
A) La obligación de contratar que pesa sobre los concesionarios de servicios públicos
en situación oligopolista o monopolista; aunque yo haya demandado reiteradas veces a Iberia,
por ejemplo, dicha compañía no tiene libertad para venderme o negarme el billete que so-
290 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
licito. Está obligada a contratar y su negativa supondría un acto ilícito (art. 10.1.9.º L.C.U. y,
después, art. 89.6 TRLCU estableciendo que "la negativa expresa al cumplimiento de las obli-
gaciones o prestaciones propias del empresario, con reenvío automático a procedimientos
administrativos o judiciales de reclamación" tiene la consideración de cláusula abusiva).
B) Bajo la vigencia de la L.A.U. de 1964, era común recordar el alquiler obligatorio de
viviendas que, susceptibles de ser ocupadas, no lo fueran por nadie estando vacías. En tal caso,
el Gobernador civil -tras determinados requisitos- podía acordar que una persona se convir-
tiese en inquilino «aunque el arrendador se niegue a otorgarle contrato, en cuyo caso la renta
se determinará conforme a los datos fiscales que se expresan» ( vid. disp. ad. 2. ª T.R.-1964).
C) En general, los supuestos de subrogación y sucesión de la posición arrendaticia que
prevén tanto la Ley de arrendamientos urbanos cuanto la Ley de arrendamientos rústicos.
Como se observará, la obligación de contratar legalmente impuesta afecta a la libertad o
autonomía contractual del contratante fuerte, en beneficio del débil. Propiamente hablan-
do, la categoría de los contratos forzosos no conlleva d e forma necesaria que el contenido
del contrato haya de encontrarse legal o convencionalmente (por una de las partes) prede-
terminado. Puede ser que ello ocurra (el contrato de transporte con Iberia está sometido a
las condiciones generales homologadas por la Administración); pero también puede darse
la convencional formación del contenido del contrato aunque una de las partes está obli-
gada a contratar (pacto con el taxista el día y la hora en que ha de venir a recogerme para
llevarme al pueblo vecino).
6. LOSCONTRATOSNORMADOS
Se habla de contrato normado cuando el conjunto de derechos y obligaciones de las
partes (o contenido del contrato) se encue ntra legal o reglamentariamente determinado
por los poderes públicos.
La razón de utilizar semejante calificativo ( «normado») estriba fundamentalmente en
expresar que el contenido contractual se encuentra sometido a una «norma» (en sentido
amplísimo, aquí) siendo extraño pues a la voluntad de ambas partes contratantes. Según
ello, éstas serían libres para contratar o no contratar, siempre y cuando aceptasen el conte-
nido propio del contrato normado o reglamentado.
La distinción teórica entre contrato forzoso y contrato normado es, pues, relativamen-
te clara. Ahora bien, lo cierto es que la gran mayoría de contratos normados son simultá-
neamente contratos forzosos; sobre todo por cuanto se refiere al suministro de servicios
públicos ( transporte regular, teléfono, electricidad, etc.), cuyas tarifas y condiciones fun-
damentales de suministro se encuentran determinadas por los poderes públicos mediante
reglamentos, en sentido técnico, estableciendo que "la negativa expresa al cumplimiento
de las obligaciones o prestaciones propias del empresario, con reenvío automático a proce-
dimientos administrativos o judiciales de reclamación" tiene la consideración de cláusula
abusiva).
Pero, no siempre es así; la regulación del contenido contractual puede dejar liber-
tad a las partes a que se refiera para contratar o no. Así ocurre, por ejemplo, cuando las
Administraciones Públicas regulan préstamos bonificados en algunos puntos de interés, en
beneficio de emigrantes, agricultores, estudiantes, etc. Tales grupos de ciudadanos no quedan
obligados a solicitar préstamos, ni las entidades financieras a librarlos, de forma automática.
Si deciden contratar, en cambio, quedan obligados a respetar el contenido contractual ftjado
normativamente (cfr. S.T.S. de 16 de septiembre de 1986, referida a los préstamos bonificados
por la repatriación de españoles residentes en Marruecos al finalizar el Protectorado).
Capítulo 15 La formación del contrato 291
7. SUPUESTOS PRÁCTICOS
El día 14 de abril del presente año, un negocio de discos realiza, por correo electrónico, una oferta de
venta a Cipriano. La oferta consiste en la posibilidad de comprar "una colección de discos a entregar a domici-
lio dentro del plazo máximo de 24 horas de confeccionarse el contrato. Cipriano decide aceptar la oferta y ese
mismo día, a las 16:10 PM envía, con acuse de recibo, un correo electrónico al oferente. La empresa envía a
Cipriano, a las 18:30 PM, acuse de recibo del mensaje de aceptación. El 30 de abril, la empresa envía, a las
09:00 AM, un correo a Cipriano diciéndole que ha leído el mensaje que éste le envió el 14 de abril, aceptando
la magnífica oferta, y que el plazo máximo de 24 horas recibirá en su domicilio, contra reembolso, la colección
de discos. Cipriano, comunica a la empresa que ya no los quiere porque el plazo de 24 horas para recibirlos
en su domicilio comenzaba desde el acuse de recibo del día 14 ¿Tiene razón Cipriano? ¿Por qué?
Juan pone un cartel en la Facultad de Derecho, donde estudia, anunciando que vende un Volkswagen
escarabajo por 1.500 euros. En el anuncio de venta deja su correo electrónico para que se ponga en con-
tacto con el quien pueda estar interesado. María manda un correo a Juan diciéndole que efectivamente le
compra el coche por el precio estipulado pero que le gustaría que Juan se lo entregase en su casa de la
Sierra de Madrid donde vive.
Comente aquellas cuestiones con relevancia jurídica que le suscita el supuesto planteado y sobre
todo explique cuándo se ha perfeccionado el contrato a su juicio.
Mercedes Muñoz el verano pasado viajó con Iberia a Cancún para pasar unas vacaciones. Una vez
en el punto de destino, cuando fue a recoger su maleta, ésta no apareció. Hizo la correspondiente recla-
mación en la compañía aérea y le dijeron que cuando apareciese, le llevarían la maleta al hotel en el que
se alojaba. La maleta nunca apareció; Mercedes se dirigió a la compañía aérea donde expuso su caso y
su intención de que le indemnizaran por la maleta y su contenido. Rellenó el correspondiente formulario
y la indemnización ascendía a 2000 €. Al cabo de un tiempo la llamaron de Iberia diciéndole que ellos
únicamente le daban 100 € por la pérdida del equipaje, cosa que Mercedes no aceptó, y decidió demandar
a la compañía ante los Tribunales que, por cierto, le dieron la razón. Para el puente de la Constitución,
Mercedes quiere hacer otro viaje a Roma y le gustaría hacerlo con Iberia, pues de todas las compañías
que ha mirado, es la que tiene mejores ofertas, pero como la ha llevado ante los tribunales, duda que
quieran venderle un billete.
¿Cree usted que tiene razón y que Iberia puede negarse a venderle el billete?
Si cuando voy a firmar el préstamo para comprar mi casa, el Banco Roof Floor me presenta una es-
critura de préstamo hipotecario, sobre la que me informa en detalle, que contiene una cláusula vigésima
octava con la siguiente redacción: «En ningún caso el tipo de interés nominal anual resultante
de cada variación podrá ser superior al 12% ni inferior al 2%» , ¿ante qué tipo de cláusula me
encuentro?
CAPÍTULO 16
LA INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN
DEL CONTRATO
la interpretación -en palabras de OSSORIO MORALES- tiene mucho de arte [ ... )»; un arte
que, como es natural, no se adquiere uno ictu con el estudio del contenido normativo de los
artículos 1.281 a 1.289.
A) La interpretación sistemática
La regla que establece la necesidad de atender a una interpretación sistemática del con-
junto contractual, se encuentra acertadamente formulada en el artículo 1.285: «las cláusulas
de los contratos deberán interpretarse las unas por las otras, atribuyendo a las dudosas el
296 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
sentido que resulte del conjunto de todas»; y r~iteradamente contemplada por lajurispru-
dencia ( «un contrato [... ] es un todo coherente y unitario que no admite radicales separa-
ciones [ ... ] puesto que cada cláusula encuentra su razón de ser y justificación en el conjunto
armónico de todas las demás: S.T.S. Sala 6. ª de 16 de julio de 1984»).
do ... »), aparecen los usos normativos que sí tienen valor de norma en cuanto costumbres.
Pero la función propia de los usos normativos no es de carácter interpretativo, sino integra-
dor, como a continuación veremos.
también a todas las consecuencias que, según su naturaleza, sean conformes a la buena f ,
al uso y a la ley».
Establece pues la segunda parte del artículo 1.258 el alcance obligatorio del contrato y
no es, en absoluto, un precepto interpretativo (pese a que tal carácter se le siga atribuyendo
por la doctrina más conservadora, técnicamente hablando).
Veámoslo con ayuda de un ejemplo. Un juez desea pasar la Semana Santa dedicado,junto
con los suyos, al do/ce far niente. Celebra un contrato de alquiler de un precioso bungaló, con
piscina, hípica, golf, atracciones nocturnas ... ; servicios que efectivamente pone a su disposición
la cadena con que ha contratado. Pero hay un pequeño fallo: no hay mobiliario alguno en el
bello chalecito. Al gerente de la urbanización, Licenciado en Económicas que recuerda bien las
lecciones de Derecho y que teme ser despedido por no tener a punto los bungalós, se le ocurre
mirar el clausulado del contrato y resulta que en él no hay compromiso alguno relativo al mo-
biliario del habitáculo vacacional. Repasa los artículos 1.281-1.289 del Código civil y ve el cielo
abierto: puede defender la continuidad del contrato aunque los temporales inquilinos, por esta
vez, tengan que dormir en el suelo ... El juez, con razón, monta en cólera, y le arguye:
l.º Que ha olvidado la segunda parte del artículo 1.287 (usos normativos en función
integradora).
2.º Que el artículo 1.258 ...
3.º Que la legislación vigente en la materia dispone que se configuran como turísticos
y en su consecuencia quedan sujetos a lo dispuesto en la presente ordenación ... los conjun-
tos de villas, chalets, bungalós y similares que sean ofrecidos empresarialmente en alquiler,
de modo habitual, debidamente dotados de mobiliario, instalaciones, servicios y equipo
para su inmediata ocupación, por motivos vacacionales o turísticos [ ... ].
Casi superfluo es decir que al juez le asiste toda la razón y que , le seguiría asistiendo, so-
bre la base de lo dispuesto en el artículo 1.258 del Código civil; ya que la función caracterís-
tica y propia de esta norma no radica en reinterpretar el contrato o el acuerdo contractual
dentro de los márgenes de la autonomía privada. Muy al contrario: el sentido normativo del
artículo 1.258 es el de delimitar la autonomía contractual impidiendo que sean d esconoci-
dos los efectos contractuales impuestos por las más elementales reglas del tráfico jurídico.
Así pues, la norma considerada es un precepto de carácter imperativo (ius cogens) que se
aplica con independencia de la voluntad de las partes. De añadidura, su aplicación no requiere
inexcusablemente que haya laguna contractual, sino que puede entrar en juego incluso cuando
las partes hayan previsto extremos que son indisponibles por los particulares (por ser, señalada-
mente, contrarios a ley imperativa) . En tal caso, las cláusulas pactadas habrían de ser sustituidas
por las legalmente aplicables (como si nuestro hotelero del ejemplo pretendiera, de forma ex-
presa en el contrato, burlar la obligación legal de dotar del mobiliario al bungaló).
A) La /,ey
La norma imperativa aplicable a un supuesto contractual de terminado conformará e
integrará el régimen del mismo con primacía incluso sobre el acuerdo o clausulado contrac-
tual (prórroga legal de arrendamientos rústicos; entrega en contratos reales, etc.).
300 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
Las normas dispositivas, en cuanto son disponibles por las partes, sólo integrarán el con-
trato cuando contemplen un elemento natural del mismo que no haya sido contemplado o
regulado de forma diversa a la legalmente prevista (art. 1.455: gastos de escrituras; art. 1.478:
contenido típico del saneamiento por evicción; art. 1.760 gratuidad del depósito, etc.).
C) La buena fe
El último medio integrador del contrato (en sentido práctico, no axiológico), la buena
fe, es simultáneamente un principio general del Derecho, hoy legalmente formulado (art.
7. 0 ) . Por consiguiente, la buena fe no puede ser extraña a la propia conformación de los
usos normativos y de los mandatos legales. Se ha de presuponer inserta en ambos grupos de
normas o, al menos, debe ser inspiradora de aquellos.
Pero, al mismo tiempo, su virtualidad de principio general de l Derecho comporta, por
definición , que su plasmación no puede reducirse a lo establecido en la ley o en los usos. Va
más allá; es el último canon hermenéutico que, entendido en sentido objetivo, utiliza el le-
gislador para tratar de que en todo momento los efectos del contrato se adecuen a las reglas
de conducta socialmente consideradas como dignas de respeto.
Entre los medios de integración del contrato, y especialmente vinculado con la buena
fe, se encuentra el valor contractual de la publicidad comercial. Buen ejemplo de ello es el
caso del contrato de compraventa de una vivienda reflejado en la STS 616/ 2017, de 20 de
noviembre. Las ofertas fundamentales y destacadas que aparecen en un folleto publicitario
no son accesorias sino esenciales y el incumplimiento de alguna de ellas no se puede com-
pensar con una indemnización sino con la resolución del contrato, en la medida en que ello
da lugar a la frustración de las expectativas del comprador.
En el supuesto concreto que da lugar a este pronunciamiento del Supremo, el compra-
dor se encontró con una vivienda que no se hallaba junto al campo de golf ofrecido, ni con
las vías de comunicación proyectadas ni con la urbanización ofrecida y esperada, de manera
tal que la circulación no será fluida, el espacio verde se reducirá notablemente y la categoría
del campo también. Todos estos compromisos contraídos en el contrato a través de la oferta
publicitaria fueron incumplidos y dicho incumplimiento debe calificarse de sustancial pues
afecta a circunstancias esenciales y definidoras del objeto contractual, lo cual puede dar
lugar a la resolución del contrato, como se verá en el siguiente capítulo de este Compendio.
propia de la cláusula rebus sic stantibus (adecuar el contenido contractual a las nuevas cir-
cunstancias o declarar su ineficacia para el futuro) no se deriva de pacto entendido alguno,
ni de la voluntad presunta de las partes, ni por supuesto es una «cláusula contractual», en el
sentido convencional de regla prevista e insertada en el contrato por las partes.
Al contrario, se trata sencillamente de una aplicación concreta a los contratos de eje-
cución temporalmente diferida de las reglas de integración contractual imperativamente
establecidas por el artículo 1.258 del Código civil que, por principio, son indisponibles para
la voluntad (presunta, implícita, tácita o declarada) de las partes.
Por consiguiente, para explicar su operatividad concreta -largamente conocida en la
jurisprudencia española-, es innecesario acudir a esquemas de otros Derechos (la «excesiva
onerosidad de la prestación» de los arts. 1.467 a 1.469 del Código civil italiano de 1942; la
teoría de «la base del negocio» -Geschiiftgrundlagff- creada por OERTMANN y K. LARENZ
para el Derecho alemán), como se complacen en hacer algunos de nuestros mejores civilis-
tas actuales.
6. SUPUESTOS PRÁCTICOS
Ante la próxima celebración en Munich de una conocida Feria Internacional dedicada al mobilia-
rio infantil , la numerosa y acomodada familia Soldevilla alquila un bungalow en un complejo turístico
de la localidad germana para el período correspondiente a las vacaciones de Navidad. Cuando la
familia llega a la capital de Baviera el día 20 de diciembre se encuentra con la sorpresa de que no
está amueblado. El Sr. Soldevilla monta en cólera y exige que se amueble en el menor plazo posible .
La agencia inmobiliaria le contesta que si él hubiese querido un bungalow amueblado que se hubiese
preocupado de que así constase en el contrato. Como en el contrato no hay ninguna referencia al
mobiliario, según la Inmobiliaria, el contrato es perfectamente válido y eficaz y la familia Soldevilla
queda obligada a pagar el precio convenido quiera o no irse del lugar ¿Cómo ve usted las cosas para
la familia Soldevilla?
Rosario y Mauro se trasladaron a Cuenca, por razones laborales, hace ya un año. Han decidido comprarse
una casa nueva en esa ciudad, en la zona de los Matorrales. El 13 de junio del año pasado firmaron un contrato
con una promotora que en los folletos de publicidad les ofreció una vivienda en una urbanización con tres pistas
de tenis, aire acondicionado, insonorización y otros elementos de confort en la vivienda. En la escritura de obra
nueva y declaración horizontal se encuentran, sin embargo, con que no se incluye la tercera pista de tenis y
tienen miedo a que no haya ni aire acondicionado. ¿Pueden exigir algo? Justifique su respuesta.
CAPÍTULO 17
LA INEFICACIA DEL CONTRATO
un BMW por haber pasado a la firma del Sr. Ministro una subvención por valor de 230 mi-
llones, pese a que S.U.V.S.A. no cumplía los requisitos establecidos en la correspondiente
Orden Ministerial. Otro supuesto: el Mago Maravillas, que habita un magnífico piso en la
madrileña Puerta del Sol, mediante hipnosis total, consigue que su dueña, Daría, le firme
un contrato de venta por él preparado ad hoc. Huelga decir que Federico y Maravillas se
considerarán dueños de los bienes referidos y actuarán frente a terceros como tales, mien-
tras que los contratos no sean efectivamente impugnados y se siga dilatando en el tiempo la
«apariencia contractual ».
Para evitarla, el Derecho dota a la acción de nulidad (vehículo procesal tendente a lo-
grar que el Juez decrete la nulidad del contrato) de una serie de caracteres que conviene
retener:
A) Es imprescriptible, es decir, puede ser ejercitada en cualquier momento.
B) Puede ejercitarla cualquier persona interesada en deshacer el contrato nulo (p.
ej ., el padre de Federico, que piensa, con razón, que su hijo va a acabar en la cárcel y prefie-
re darle «una lección» ahora, antes que su hijo siga semejante camino; los legitimarios de
Daría; etc.). En efecto, en el ejercicio de la acción de nulidad «la jurisprudencia no excluye
a los terceros, si a ellos les puede perjudicar el negocio jurídico que impugnan » (S.A.P. de
Valladolid de 11 de junio de 1985).
Es más, en la práctica, es más frecuente (dentro de la escasez de supuestos de nulidad
radical) el ejercicio por terceros que por las partes, dado que quien genera la causa de nuli-
dad no está legitimado para impugnar el contrato (S.T.S. de 20 de junio de 1983). Por tanto,
sólo la parte que sufra una causa de nulidad que sea exclusivamente imputable a la contra-
parte (Daría) podrá actuar judicialmente.
renuncia a los planos que es preceptivo entregar conforme al artículo 13.2 de la L.C.U. y 64
del T.R.L.C.U., etc.
La coexistencia de cláusulas nulas -por ilegales- con los restantes pactos válidos del contrato
plantea el problema de determinar si la invalidez de la cláusula nula debe afectar al conjunto
contractual. El Código civil no se detiene en dicho problema con carácter general, aunque a lo
largo de su articulado existen normas concretas de las que se deduce el principio general que ha
de inspirar su solución: las cláusulas nulas deberán tenerse por no puestas, como inexistentes;
al tiempo que se debe preconizar la eficacia del contrato (principio de conseroación del contrato).
Semejante criterio de evitar la trascendencia de las cláusulas nulas a la totalidad del contrato es
el utilizado comúnmente por el Tribunal Supremo ante los supuestos que ha analizado.
El mismo resultado que es favorable al interés del menor y de la persona con la capa i-
dad modificada judicialmente y sometida a tutela, puede alcanzarse mediante la aplicación
del régimen de la anulabilidad, puesto que es posible la confirmación del acto (art. 1.309
CC) . Además, la aplicación del régimen de la anulabilidad conduce a algunas consecuen-
cias más ponderadas en atención a los intereses en juego, excluye que el otro contratante
revoque el contrato y somete el ejercicio de la acción de impugnación del contrato a un
plazo (de cuatro años), de manera coherente con la exigencia constitucional de seguridad
jurídica, que se computa «desde que salieren de tutela» lo que parece pensar, para las perso-
nas con la capacidad modificada judicialmente, en la recuperación de la capacidad.
La aplicación del régimen de la anulabilidad viene respaldada ahora, también, por el
tenor del art. 61 de la Ley 15/ 2015, de 2 de julio, de la jurisdicción voluntaria, que se refiere
literalmente a la tramitación del expediente en los casos en que el representante legal «ne-
cesite autorización o aprobación judicial para la validez de actos de disposición», porque
es lo que mejor concilia el interés del menor o del incapacitado y la seguridad jurídica. La
anulabilidad y la posibilidad de confirmación son compatibles también con el control judi-
cial posterior al otorgamiento del acto, lo que excluiría la ulterior acción de impugnación.
amante actual. Arsenio vende en 2004, al Capitán de la Guardia Civil. Al ascender éste y ser
destinado a Bilbao, vende en 2012 al Alcalde de Benidorm; año en el que , con setenta y cin-
co años y dejando desconsoladas a su viuda y a una nueva amante, fallece donjuan. Todas
las transmisiones referidas se han realizado en documento privado. Por tanto, al solicitar la
nota registra! de los bienes a nombre del difunto, reaparece el chalet como bien ganancial.
(¿Cuenta María con cuatro años, a partir del fallecimiento de Don Juan , para ejercitar la
acción de anulabilidad, que conllevaría la anulación de todas las transmisiones habidas?) .
B) El círculo de personas legitimadas para el ejercicio de la acción de anulabilidad
queda limitado a las personas que hayan sufrido el vicio del consentimiento o fueren inca-
paces para realizar el contrato; así como quienes, sin ser parte propiamente hablando del
mismo, asumen obligaciones a causa de dicho contrato (por ejemplo, me constituyo en fia-
dor de las obligaciones de un préstamo que mi hermana recibe del Banco Benefactor, pero
que se encuentra viciado por error). A semejante eventualidad se refiere el artículo 1.302.1.ª
hablando de «los obligados principal o subsidiariamente en virtud de los contratos».
En cambio, por aplicación de la buena fe, excluye el Código que puedan ejercitar la
acción de anulabilidad los causantes del error, violencia, intimidación o dolo o las personas
capaces que contraten con incapaces (art. 1.302.2.ª).
es una pieza indispensable en la formación del contrato y, por tanto, sin necesidad
de regularla se puede llegar al mismo resultado práctico con la prohibición de
que el contrato vaya contra leyes imperativas, moral u orden público ... Tanto en
los PECL como en el DCFR (Draft of Common Frame Referente) basta con la voluntad
de obligarse jurídicamente para alcanzar un acuerdo "suficiente". Lo cierto es que
todo esto ha calado en la Propuesta de Modernización del Código civil español en materia
de obligaciones y contratos que ha elaborado la Sección 1ª de la Comisión General de
Codificación en sesiones celebradas entre 1994 y 2008 y publicada por el Boletín
de Información del Ministerio de Justicia en enero de 2009.
En dicho marco de renovación normativa de futuro, en el apartado de pa-
tologías del consentimiento y, por ende, de la anulabilidad contractual, puede
resultar oportuna una referencia a un supuesto que, si bien no existe, como tal,
en nuestro actual ordenamiento, puede tener una especial trascendencia cuan-
do uno de los contratantes es persona con discapacidad o "inferior", o de inferior
preparación, respecto al otro: el provecho excesivo o ventaja desleal.
En efecto, hay situaciones en las que sin llegar a producirse una amenaza
(presión psicológica), un contratante se aprovecha, de modo ilícito, de la situa-
ción en que se encuentra el otro contratante, para celebrar un contrato ventajo-
so. Estamos ante una nueva causa de anulabilidad (art. 4:109 PECL) cuando se
dan estos dos requisitos: 1) que el contratante que la invoque se encuentre en
alguna de las situaciones en las que resulta la actuación bajo indebida influencia
(situaciones de dependencia o confianza o situaciones de carencia de medios
o de necesidad, o de debilidad del contratante); 2) que tales circunstancias de
influencia indebida le consten al otro contratante; 3) que exista una ventaja o
provecho ilícitos en el contrato celebrado para el otro contratante (si no ha ge-
nerado ninguna desventaja en la parte débil o, al celebrarlo, esta lo ha entendido
y querido, el contrato no será anulable).
Esta causa de anulabilidad puede recordarnos a la rescisión por lesión, no
permitida en muchos ordenamientos.
En el Código Civil español, a diferencia de los PECL y de otras propuestas y
reformas (la francesa) en Europa, no se establece ningún mecanismo para im-
pugnar el contrato celebrado por alguien en estado de necesidad que determine
una ventaja patrimonial excesiva a la parte "fuerte" del contrato (recordemos
que deben darse, juntos, ambos requisitos). El Derecho español, a partir del
Proyecto de 1851, ha sido enemigo de la posibilidad de rescindir el contrato por
la desproporción entre las prestaciones de las partes, aunque tal desproporción
tenga su origen en la situación de necesidad del perjudicado. Ahora bien, resul-
ta evidente que argumentos del siglo XIX difícilmente pueden seguir vigentes en
el Siglo XXI y que, hoy, resulta manifiesta la necesidad de proteger a la parte dé-
bil del contrato frente a los abusos de la otra. Por eJlo, algunos autores (BOSCH
CAPDEVILLA) proponen que se dé paso en el ordenamiento español al estado
de necesidad y se proteja al contratante que lo ha sufrido a través de tres vías:
Capítulo 17 La ineficacia del contrato 313
5. EL MUTUO DISENSO
Es claro que el contrato supone, básicamente, un acuerdo de voluntades mediante el
cual los contratantes se vinculan, obligándose a observar cierto comportamiento y, en con-
secuencia, atribuyéndose el derecho de exigirse la observancia de semejante conducta. El
sustrato elemental del contrato se encuentra, entonces, en la voluntad de obligarse manifes-
tada por los contratantes.
Por ese motivo es razonable entender que, aunque el Código civil no lo mencione, los
contratantes tienen la posibilidad de celebrar un nuevo contrato encaminado a privar de
efectos al contrato inicialmente concluido. Pues bien, ese contrato que tiene por objetivo
poner fin a una relación obligatoria preexistente se conoce habitualmente con el nombre,
no excesivamente feliz, de mutuo disenso. Se quiere expresar con ese término que los con-
tratantes están de acuerdo en romper el consenso inicialmente existente, esto es, están de
acuerdo en disentir, donde antes habían consentido.
Son susceptibles de extinción por mutuo disenso cualesquiera relaciones obligatorias,
ya sean instantáneas o duraderas, ya se hayan comenzado a cumplir o no. La distinción tiene
su importancia a la hora de establecer los efectos del mutuo disenso que serán, lógicamen-
te, los pactados; mas, si el mutuo disenso afecta a una relación instantánea aún no ejecuta-
da, sus efectos normalmente se limitarán a suponer la mera extinción de las obligaciones
generadas por el contrato inicial. Si, por el contrario, se trata de una relación duradera que
ha venido siendo cumplida por las partes, se plantearán los oportunos problemas para de-
terminar si la desvinculación tiene o no efectos retroactivos, si han de efectuarse reintegros
liquidatorios, si nacen obligaciones de restitución, etcétera.
En suma, el alcance del mutuo disenso es difícilmente reconducible a unos principios
generales, más allá de la constatación de que su objetivo primordial es dar por concluida
una relación preexistente. Por lo demás, en cada caso, atendiendo al contenido del contra-
to de disenso y a las características de la relación a extinguir habrán de precisarse con mayor
exactitud su alcance y consecuencias, a la vista de lo pactado y de las vías generales de inte-
gración del contenido del nuevo contrato (art. 1.258 CC.).
6. EL DESISTIMIENTO UNILATERAL
Perfeccionado un contrato, quedan los contratantes vinculados por el mismo si concu-
rren los requisitos propios para que surta su eficacia normalmente. El compromiso asumido
por los contratantes los vincula, siéndoles jurídicamente exigible la observancia de la con-
ducta debida a cada una de las partes. Por eso, no puede quedar al capricho de cada una
de las partes determinar si el contrato celebrado produce o no sus efectos; consecuencia
que viene descrita por el artículo 1.256 del Código civil cuando dispone que «La validez y el
cumplimiento de los contratos no pueden dejarse al arbitrio de uno de los contrantes».
316 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
Esta regla, sin embargo, parece ser ignorada o flexibilizada por el legislador en una serie
concreta de supuestos, que se caracterizan porque en determinados contratos se reconoce
a una o a cada una de las partes contratantes la posibilidad de extinguir la relación contrac-
tual por su libre decisión. No se recoge así con carácter general una categoría de extinción
de la relación obligatoria que pudiera llamarse desistimiento unilateral en la regulación del
Código civil; pero sí se regulan supuestos concretos lo suficientemente importantes como
para demandar su análisis, con la finalidad de, por una parte, deslindar los casos de otras hi-
pótesis de extinción del contrato parecidas pero diferentes y, en segundo lugar, determinar
(o intentarlo) los presupuestos comunes a esos supuestos que pueden hacer extender esa
modalidad de extinción de los contratos (o de ciertos contratos) a supuestos diferentes res-
pecto de los cuales nada dice el legislador. De particular relevancia en este último sentido es
el caso de algunos contratos, no regulados específicamente por nuestro legislador, pero que
son de extraordinara trascendencia en la práctica: tal ocurre, por ejemplo, con el contrato
de agencia mercantil.
Los principales casos en los cuales el legislador consiente que una o cada una de las par-
tes, por una sola decisión unilateral y sin necesidad de causa que lo justifique, ponga fin a una
relación contractual son dificilmente reconducibles a categorías generales, razón por la cual
parece preferible considerarlos aisladamente, extrayendo al final las conclusiones apropiadas,
pero sin perder de vista el carácter asistemático de la categoría del desistimiento unilateral.
Siguiendo el orden de los preceptos del Código civil destaca, en primer lugar, la facultad
de desistimiento regulada por el artículo 1.594 en el contrato de obra. Según este precepto
el dueño de la obra o comitente puede «por su sola voluntad» dar orden al contratista para
que cese la construcción, poniéndose fin al contrato. En tal caso, el comitente habrá de abo-
nar al contratista una «indemnización» que comprende los gastos tenidos en la ejecución
de lo hecho y el beneficio que normalmente el contratista obtendría de haber concluido la
obra (el llamado por la jurisprudencia beneficio industrial).
Cualquiera de los socios de la sociedad civil concluida por tiempo indeterminado pue-
de, por su sola voluntad, renunciar a la sociedad, poniendo así fin a la relación social (arts.
1.700.4.º, 1.705 y 1.706 CC), sin necesidad de indemnizar a nadie, salvo que la renuncia se
haya hecho de mala fe. Producida la renuncia, se abre el período liquidatorio de la sociedad.
El mandante, libremente y por su decisión, puede revocar el mandato, que deja de pro-
ducir sus efectos sin que se establezca ningún efecto indemnizatorio (arts. 1.732 ss.).
El mandatario por su parte puede renunciar al mandato, pero debiendo indemnizar al
mandante, salvo que el desempeño del mandato cause grave detrimento al mandatario (art.
l. 736). El efecto de la renuncia puede verse demorado, pues ha de darse tiempo al mandan-
te para adoptar las oportunas medidas, durante el cual el mandatario debe continuar con la
gestión encomendada (art. l.73~
Pactado el comodato por tiempo indeterminado, el comodante puede reclamar la de-
volución de la cosa prestada a su libre voluntad (art. l. 750).
Finalmente, el depositante, se haya o no pactado tiempo de duración del depósito, pue-
de reclamar la restitución de la cosa depositada en cualquier momento y dependiendo de
su libre decisión (art. 1.775).
Tales son los casos más claros en los que, insistamos, se autoriza a alguno de los contra-
tantes a poner fin a la relación contractual existente por su libre arbitrio. Junto a ellos hay
otros supuestos en los cuales cabe extinguir unilateralmente una relación obligatoria, pero
no libremente, sino ante la concurrencia de causa que lo justifique; mas estos otros casos no
deben confundirse con los primeros, guardando cierto parecido con la resolución regulada
en el artículo 1.124, que estudiaremos en el epígrafe siguiente.
Capítulo 17 La ineficacia del contrato 317
3) La partición de herencia, siempre que la lesión sea en más de la cuarta parte, aten-
diendo al valor de las cosas cuando fueran adjudicadas (art. 1.074).
Fuera de los casos indicados, «ningún contrato se rescindirá por lesión » (art. 1.293).
9. SUPUESTOS PRÁCTICOS
Una compañía de taxis aéreos, AlaDelta.com, anuncia en su bolsa de trabajo, temporal y ocasional,
según el requerimiento de sus clientes, que los auxiliares de vuelo deben ser solteros.
Ariadna que ha desempeñado la función de auxiliar durante años, pretende seguir haciéndolo tras
contraer matrimonio, considerando que es una condición o cláusula nula y se dirige a Vd. para que, aten-
diendo a sus conocimientos de Derecho Civil y sin tener en cuenta precepto laboral alguno, le indique Vd.
¿quién tiene razón? y ¿por qué?
Mariana es tutora de Silvia, una adolescente de 16 años que ha quedado huérfana desde muy peque-
ña. Un día determinado, ayer, Mariana vendió una vieja colección de muñecas antiguas de Silvia (algunas
de ellas heredadas dé sus abuelas) por un precio muy inferior al de su valor real. ¿Se podría hacer algo?
Resalía De Castro Castelao celebra un contrato con Curro Sancho a causa de las maquinaciones
fraudulentas empleadas por este último. A Resalía no le convence en absoluto el resultado alcanzado con
el contrato y se siente engañada. Quiere saber si puede hacer algo y, en general, cómo actuar.
INEFICACIA CONTRACTUAL
Amanda Colorado es la primera vez que compra ropa por internet. Después de pensárselo mucho,
porque no está del todo convencida, finalmente decide comprar un fabuloso vestido que no estaba mal de
precio, pero una vez que lo recibe en casa, no le convence del todo. Quiere devolverlo pero desconoce si
puede hacerlo, ya que no tiene ningún fallo, es de su talla y es tal y como decía la descripción, solo que no
le gusta. ¿Cree usted que podrá devolverlo?
322 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
CONSENTIMIENTO CONTRACTUAL
lldefonso lbáñez ha sido obligado a firmar un contrato que no quería, pero que le reporta grandes
ventajas económicas, bajo la amenaza de que de no hacerlo su hija será despedida del trabajo. lldefonso
querría saber si ese contrato es válido y de no serlo qué podría hacer.
CAPÍTULO 18
LA RESPONSABILIDAD CML EXTRACONTRACTUAL
2. LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
Por tanto, en oposición a la culpa contractual (art. 1.101), hay una responsa-
bilidad extracontractual (o aquiliana: sancionada en Roma por la Lex Aquilia),
que se caracteriza por la inexistencia de vínculo obligatorio o relación jurídica
preexistente entre el autor del daño y la víctima del mismo; es decir, que en tal
caso la obligación de reparar no surge del incumplimiento de una obligación
previamente existente, sino del mero hecho de haberse producido un daño. Así
afirma el artículo 1.902, al consagrar el principio fundam e ntal de la responsabili-
dad extracontractual, que «el que por acción u omisión causa daño a otro, inter-
viniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado».
Ahora bien, para la imposición de la responsabilidad extracontractual, caben
en principio dos criterios distintos:
Capítulo 18 La responsabilidad civil extracontractual 325
B) La ilicitud o antijuridicidad
Para que la acción u omisión produzca la obligación de reparar el daño, es
necesario que sea ilícita, es decir, contraria a Derecho, aunque el artículo 1.902
no haga mención de este elemento. La razón de semejante «laguna» radica en
que, en principio, todo acto u omisión que cause daño a otro, se presume que es
antijurídico. Sólo dejará de serlo cuando concurra a su favor alguna de las causas
que excluyen la antijuridicidad:
326 CARLOS LASARTE Compendio de Derecho de la Persona y del Patrimonio
poseedora- del animal, en la medida en que tal invasión generó una clara situación de peli-
gTO ante la que la reacción de la ciclista de frenar puede calificarse de correcta y adecuada.
cios que se causaren a las personas» a consecuencia de los delitos cometidos por
persona o personas integradas en grupos o bandas organizadas y armadas y sus
conexos». La denominada responsabilidad del Estado por los actos terroristas
se reguló después por el Real Decreto 1311/1988, de 28 de octubre, que desa-
rrolló los pormenores relativos al pago de la indemnización que ha de afrontar
el Estado en beneficio de quienes sufrieran lesiones corporales (o sus familiares
en caso de fallecimiento~ de la víctima) a consecuencia de actos realizados por
terroristas o bandas armadas. Posteriormente la cuestión fue regulada por la Ley
32/1999, de 8 de octubre, que, por cierto, fue aprobada por unanimidad tanto
en el Congreso de los Diputados cuanto en el Senado, y fue ligeramente mo-
dificada por la Ley 2/ 2003, de 12 de marzo, de solidaridad con las víctimas del
terrorismo.
Al cierre de la presente edición, la materia se encuentra regulada por la Ley
29/ 2011, de 22 de septiembre, de reconocimiento y protección integral de las víctimas del
terrorismo, que ha sido, a su vez, modificada, en determinados aspectos (arts. 5, 20.4,
22.1, 38, 54.1 y 65; así como con la adición de los arts. 22 bis y ter,junto con una
nueva disposición transitoria) por la disposición adicional 17ª de la Ley 2/2012, de
29 de junio, de Presupuestos generales del Estado para el año 2012 y por la disposi-
ción adicional octogésima segunda (¡manda bigotes!) de la Ley 17 / 2012, de 27 de
diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2013.
6. El artículo 25 de la L.C.U. (Ley 26/1984, de 19 de julio) parecía sentar una
responsabilidad objetiva en favor de los conswnidores y usuarios «por los daños y
perjuicios demostrados que el consumo de bienes o la utilización de productos o
servicios les irroguen, salvo que aquellos daños o perjuicios estén causados por su
culpa exclusiva o por la de las personas de las que deba responder civilmente» (cfr.
art. 1.903, ya visto). No obstante, dicho mandato se veía contradicho por lo dispues-
to en el artículo siguiente, que exoneraba de responsabilidad a los suministradores
de bienes y servicios siempre «que conste o se acredite que se han cumplido debi-
damente las exigencias y requisitos reglamentariamente establecidos y los demás
cuidados y diligencias que exige la naturaleza del producto, servicio o actividad»
(art. 26 L.C.U.). Mas, pese a que este artículo pareciera introducir factores culpa-
bilistas en la responsabilidad del fabricante, la L.C.U. recuperaba el sentido de res-
ponsabilidad objetiva en beneficio de los consumidores y usuarios en los artículos
27 y 28. En el mismo sentido se pronunciaba la Directiva de la CEE de 25 de julio
de 1985, adaptada al Derecho español a través de la Ley 22/ 1994, de 6 de julio, de
responsabilidad civil por los daños causados por productos defectuosos.
Pues bien, la materia considerada debe presentarse actualmente de ma-
nera renovada, dado el hecho de que en el Texto Refundido de la Ley de
Consumidores y Usuarios (para nosotros, abreviadamente, TRLCU), aprobado
mediante Real Decreto Legislativo 1/ 2007, de 16 de noviembre, según expresa
declaración de su preámbulo "el libro tercero armoniza el régimen de respon-
sabilidad civil por daños causados por productos defectuosos, previsto en la Ley
22/ 1994, de 6 de julio, y las disposiciones sobre responsabilidad contenidas en
Capítulo 18 La responsabilidad civil extracontraclual '17
como una responsabilidad indirecta o responsabilidad por hecho ajeno, sino como
una responsabilidad directa y no subordinada a la ilicitud del acto o hecho produc-
tor del daño patrimonial, ni a la culpabilidad del funcionario causante del mismo.
B) Responsabilidad de los funcionarios del Estado: la L.RJ.A.E. estableció,
por un lado, que la Administración podrá exigir de sus autoridades o funciona-
rios la responsabilidad en que hubieren incurrido por culpa o negligencia gra-
ves, sin perjuicio de que el Estado indemnice a los terceros lesionados; y por otro
lado, que los particulares podrán también exigir a las autoridades y funcionarios
civiles, cualquiera que sea su categoría, el resarcimiento de los daños y perjuicios
causados a sus bienes o derechos, irrogados por culpa o negligencia graves en el
ejercicio de sus cargos.
Ni que decir tiene que, no obstante haber considerado sólo la responsabilidad de la
«Administración estatal», el transcrito precepto constitucional (art. 106.2 Const.) arroja
consecuencias similares respecto del cortjunto de las restantes Administraciones Públicas:
Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales, pues el «sistema de responsabilidad de
todas las Administraciones públicas» es una cuestión reservada a la competencia legislativa
exclusiva del Estado, tal y como declara el artículo 149.1.18." Const.
Este último extremo ha determinado la promulgación de la Ley 30/ 1992, de 26 de no-
viembre, oficialmente intitulada de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común (en adelante, L.RJ.A.P.), cuyo Título X (arts. 139 a
146) se dedica íntegramente a regular «la responsabilidad de las Administraciones públicas
y de sus autoridades y demás personal a su servicio », al tiempo que el número segundo de su
disposición derogatoria declara expresamente derogados, entre otros, los artículos 40 a 43
de la L.RJ.A.E. anteriormente considerados.
Sin embargo, en contra de cuanto cupiera pensar, la Ley 30/ 1992 y su posterior modifi-
cación por la Ley 4/ 1999, de 13 de enero, no alteran los criterios legislativos anteriormente
mantenidos y constitucionalmente consagrados. Es más, pese a la derogación expresa de los
referidos artículos de la LRJAE, lo cierto es que los preceptos relativos a la responsabilidad del
Estado de esta Ley han sido prácticamente reproducidos en los correspondientes de la LRJAP,
que lo que sí hace es referirlos a todas las Administraciones públicas y no sólo al Estado, de
acuerdo con el mandato constitucional antes señalado. Salvado dicho aspecto, los artículos
139.1 y 144 de la L.RJ.A.P. coinciden sustancialmente con los artículos 40 y 41 de la L.RJ.A.E.
7. SUPUESTOS PRÁCTICOS
Un niño de 9 años, en la hora del recreo del colegio, ha dado un balonazo a otro niño de la misma
edad y le ha roto las gafas, lesionándole levemente el ojo. La madre del niño perjudicado exige a la madre
del niño causante el valor de las gafas y a reparar el resultado lesivo. La madre del niño causante desea
saber si debe pagar ella o el Colegio ya que piensa que no se debe permitir por parte del profesorado que
un niño con gafas juegue al balón en el recreo u otros juegos que puedan conllevar que se le rompan y
pueda causarle incluso, lesiones graves.
Roberto Rufino está judicialmente incapacitado desde hace dos años. Desde entonces vive con su
hermano Porfirio, designado tutor personal y patrimonial de Roberto. Un día, desde el balcón de la casa
donde vivía, Roberto tira una maceta de flores con la mala suerte de que en ese mismo instante pasaba un
perro que sufre lesiones en la pata delantera.
La dueña del perro, Rosario, quiere saber si puede exigir a alguien responsabilidades por los daños
causados.
La finca rústica de Don lldefonso Saramago ha sufrido importantes daños a causa del incendio pro-
vocado por un vecino en el mes de enero de 2009. Quiere saber si, a fecha de hoy, puede demandar al
vecino para exigirle una reparación del daño.
CAÍDA DE OBJETOS
El viento huracanado provoca la caída de una maceta con geranios situada en el alféizar de la venta-
na de un tercer piso donde vive Juan Domínguez con toda su familia. Su caída causa lesiones en un brazo
a Marieta que por allí pasaba en ese desafortunado instante. Marieta está valorando la posibilidad de exigir
indemnizaciones. ¿Qué le diría usted?
RIFIRRAFE ESCOLAR
Al salir del colegio, varios compañeros de clase suelen ir a jugar a un parque cercano, mientras los
padres suelen reunirse y charlar un rato. Una tarde, Benjamín comienza una pelea con Paco, cuando sus
padres intervienen y los separan, ya le ha roto la mochila y la camisa de su, hasta entonces, amigo Paco. La
madre de Paco pretende que los padres de Benjamín se hagan cargo de los daños. Sin embargo, los padres
de Benjamín consideran que son chiquilladas sin más importancia. ¿Quién cree usted que tiene razón?
Don Casimiro tuvo un accidente de tráfico cuando circulaba por las inmediaciones de Altea en su
ciclomotor, el 17 de diciembre de 2007, al impactar contra un camión que circulaba a una alta velocidad. A
consecuencia de tal accidente resultó gravemente lesionado.
El día 5 de agosto de 2008 recibió el alta médica, a pesar de lo cual continuó recibiendo tratamiento: el
8 de noviembre de 2008 le realizaron una resonancia magnética y el 5 de junio de 2011 le practicaron una
operación quirúrgica en la pierna izquierda. Recibió el alta un día después, o sea, el 6 de junio de 2011 .
Don Casimiro formula la demanda para exigir la correspondiente indemnización el 18 de diciembre de
2012. El juzgado de Alicante consideró que la acción formulada por Don Casimiro había ya prescrito. ¿Qué
considera usted y con qué justificación?
Este Compendio de Derecho de la persona y del patrimonio ha sido
redactado con las miras puestas en suministrar unos buenos, aunque sin-
téticos , conocimientos de las materias en él expuestas, con objeto de que
la reducción del número de créditos en buena parte de los actuales Grados
universitarios de los actuales tiempos no signifique preterir la arquitectu-
ra conceptual propia del sector del Derecho privado considerado. Así,
aparte de la realidad contractual , la obra aborda fundamentalmente todos
los aspectos propios del Derecho de la Persona requerido a los agentes
sociales, aunque no hayan de ser propiamente especializados en el mun-
do del Derecho.
La nueva edición contempla , entre otras d isposiciones normativas, la
Ley 5/ 2019, reguladora de los contratos de crédito inmobiliario; Real De-
creto-Ley 7/2019 , de medidas urgentes en materia de vivienda y alquiler,
Real Decreto-Ley 6/ 2019, de medidas urgentes para garantía de la igual-
dad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y
la ocupación; la Ley Orgánica 3/2018, de protección de datos personales
y garantía de los derechos digitales; y , finalmente, como disposición au-
tonómica , la Ley foral 21/2019, de modificación y actualización de la Com-
pilación de Navarra. De otro lado, se ofrece un actualizado ramillete de
jurisprudencia, del que se da cuenta en el prólogo de la obra.
Carlos Lasarte, Vocal Permanente de la Comisión General de Codifica-
ción , fue Catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Sevilla (1980-
1989) y Vocal de la Comisión Gestora encargada de la instauración de la
Universidad Carlos 111 de Madrid (1989-1992). Desde octubre de 1992 de-
sempeña la Cátedra de Derecho Civil en la Universidad Nacional de Edu-
cación a Distancia, en Madrid. Durante el sexenio 2004-2010 fue Presiden-
te de la Sección Española de la Comisión Internacional del Estado Civil,
organismo internacional del que fue Presidente en 2010.
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