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COMENTARIOS DE TEXTOS MEDIEVALES (I)

1) Lírica Popular

¿Con qué la lavaré


la flor de mi cara?
¿Con qué la lavaré,
que vivo mal penada?

Lávanse las casadas


con agua de limones:
lávome yo, cuitada,
con penas y dolores.
¿Con qué la lavaré,
que vivo mal penada?

Entra mayo y sale abril,


tan garridico le vi venir.
Entra mayo con sus flores,
sale abril con sus amores,
y los dulces amadores
comienzan a bien servir.

Contenido

El tema que desarrolla es el desasosiego de una muchacha porque ansía ser


amada.
En este villancico, una muchacha expresa su desazón porque, a pesar de que ha
llegado la primavera, ella no tiene aún ningún hombre que la haga feliz. Esta forma de
manifestar el amor por una joven, en primera persona, es típica de gran parte de las
composiciones de la lírica tradicional española. La hallamos en las jarchas y en las
cantigas de amigo, además de, por supuesto, en muchos villancicos castellanos,
similitud que se explica porque, muy probablemente, estos poemas escritos en distintas
lenguas romances provienen de un género anterior de poesía que debió de cantarse en
casi toda la Península.

Resumen

Una muchacha pregunta con angustia por el tipo de agua con qué se lavará. En
contraste con otras, como las mujeres casadas, se siente muy desgraciada. Tras repetir la
pregunta inicial, cuenta cómo abril deja paso a mayo, mes en que los enamorados
cortejan a sus amadas.

Estructura

-Primera parte (vv. 1º - 10º): lamento de la muchacha.


-1ª subparte (vv. 1º - 4º): pregunta por su amor.
-2ª subparte (vv. 5º - 8º): se compara con las mujeres casadas.
-3ª (subparte (vv. 9º - 10º): se repite la pregunta de la primera subparte.

-Segunda parte (vv. 11º - 16º): la primavera incita a amar.


-1ª subparte (vv. 11º - 14º): llega el mes de mayo.
-2ª subparte (vv. 15º - 16º): triunfa el amor.

Comentario estilístico

El estribillo inicial del villancico, con la angustia que expresan las


interrogaciones retóricas, apenas se distingue del comienzo de muchas jarchas y
cantigas. Incluso la estructura de esos versos imita el “leixa-pren” de las cantigas, ya
que el verso 3º repite íntegramente el 1º, “¿Con qué la lavaré”, mientras que el verso 4º,
que completa la oración del 3º de la misma manera que el 2º completa la del 1º, es
distinto del 2º. Pero en las jarchas y en las cantigas este tipo de preguntas se referían al
amado ausente; en este poema, las preguntas aluden a un hecho cotidiano, pero que aquí
parece carecer de sentido: los medios de que se servirá la joven para lavarse la cara.

La comparación entre la joven sin amor y las mujeres casadas, está realizada con
una singular maestría, puesto que en esta comparación se aclara el simbolismo de los
primeros versos. Al igual que los cuatro primeros versos, los cuatro siguientes se
estructuran con otro paralelismo:

Lávanse (verbo) las casadas (sujeto)


con agua de limones (complemento circunstancial):
lávome (verbo) yo, cuitada (sujeto)
con penas y dolores (complemento circunstancial).

En el paralelismo, además, se ha recurrido al hipérbaton para posponer el sujeto


en los versos 5º y 7º. El paralelismo y el hipérbaton se combinan para oponer, al final
del verso, la muchacha a las mujeres casadas. El poeta ha puesto mucho cuidado en
resaltar este contraste entre la protagonista y las casadas. ¿Por qué? Porque su causa,
que se explica en los versos 6º y 8º con una nueva oposición (“con agua de limones” vs.
“con penas y dolores”), adquiere un mayor relieve. En efecto, tras saber cómo se lavan
las casadas, todo oyente o lector del poema anhela saber, por fin, con qué se va a lavar
la joven para aliviar su padecimiento. Y nos encontramos con ese “con penas y dolores”
que, opuesto a “con agua de limones”, resulta fundamental para desvelar el sentido de
las interrogaciones iniciales del poema. Si las “penas y dolores” de la muchacha se
deben a que carece de “agua de limones” para lavarse y, por otra parte, el “agua de
limones” es con lo que “lávanse las casadas”, podemos deducir que “lavarse” tiene un
claro sentido erótico. Se referiría a gozar de un amante. El “agua de limones” sería, en
consecuencia, un símbolo del amante o, quizás, de la unión de éste con la amada.

Para ahondar más en este simbolismo, es necesario volver al 2º verso del poema.
En él aparece una metáfora, “la flor de la mi cara”, que es el objeto de la acción de
“lavaré”. Podría pensarse que esta imagen es un recurso simple y tópico para ensalzar la
belleza de la joven. Pero su sentido más profundo se aclara en los versos finales, donde
el poeta vuelve a servirse del paralelismo y del hipérbaton para situar el poema en un
marco temporal muy concreto:
Entra (verbo) mayo (sujeto) con sus flores (complemento circunstancial)
sale (verbo) abril (sujeto) con sus amores (complemento circunstancial)

Sorprende, en estos versos, que las “flores” tengan que atribuirse necesariamente
a mayo y los “amores” a abril, puesto que también podía haberse optado por lo
contrario. El florecimiento de la primavera no se da en abril en menor medida que el
nacimiento del amor en mayo. Además, si los “amores” son propios de abril, que “sale”,
no hay un motivo claro para que en mayo “los dulces amadores” comiencen “a bien
servir”, en lugar de consagrarse a esta actividad en abril, salvo que el poeta quiera
establecer una relación entre las flores de mayo y el servicio de los “amadores”. En ese
caso, las flores simbolizarían la madurez para amar de las muchachas.

La primavera del poema no es una estación elegida al azar: simboliza la edad de


la joven. La primavera es la primavera de la vida en la que, como en el mes de mayo, la
muchacha ha florecido, su belleza está en su esplendor y aguarda al amante que esté
dispuesto a recoger las “flores” que ella guarda para él. “La flor de la mi cara”
representa la edad en que la muchacha puede y desea ser amada, pero también alude al
cuerpo que está en sazón para el amor. La personificación del mes de mayo como un
galán al que contempla la muchacha, “tan garridico le vi venir” (v. 12º), evoca el
posible encuentro entre ella y uno de los “dulces amadores” del verso 15º. En
consonancia con esta imagen, y lejos de la triste incertidumbre de tantas jarchas y
cantigas, el villancico termina con un verso que sugiere la alegría y ternura que los
amantes emplearán para conseguir las “flores” de sus amadas: “comienzan a bien
servir”.
2) Poema de Mío Cid

Lo invitarían con agrado, pero ninguno lo osaba


el rey don Alfonso tenía muy gran saña;
antes de la noche entró en Burgos su carta,
en gran recaudo y debidamente sellada:
que a mío Cid Ruy Díaz, que no le diese nadie posada,
y aquel que se la diese supiese, por su palabra,
que perdería sus bienes, más los ojos de la cara,
y aun además los cuerpos y las almas.
Gran pesar tenían las gentes cristianas:
se esconden de mío Cid, no osan decirle nada.
El Campeador se encaminó a su posada;
cuando llegó a la puerta la encontró bien cerrada,
por miedo del rey Alfonso así la prepararan:
que si no la quebrantase a la fuerza, no se la abriesen por nada.
Los de mío Cid con altas voces llaman,
los de dentro no les querían replicar palabra.
Aguijó mío Cid, a la puerta se acercaba,
sacó el pie del estribo, un fuerte golpe le daba;
no se abre la puerta, que estaba bien cerrada.
Una niña de nueve años ante su vista estaba:
“Ya Campeador, en buena hora te ceñiste la espada.
El rey lo ha vedado, de él entró anoche su carta,
en gran recaudo y debidamente sellada:
que no os osaríamos abrir ni acoger por nada,
si no perderíamos nuestros bienes y las casas,
y además los ojos de las caras.
Cid, con nuestro mal, no vais a ganar nada;
mas el Creador os valga con todas sus virtudes santas”.
Esto la niña dijo y se volvió a su casa.
Ya lo ve el Cid que del rey no tenía gracia.
Apartóse de la puerta, por Burgos aguijaba,
llegó a Santa María, entonces descabalga.
Se hincó de rodillas, de corazón rogaba.
La oración hecha, entonces descabalga.
Mio Cid Ruy Díaz, el que en buen hora ciñó espada,
acampó en la glera, cuando no lo acoge nadie en casa;
a su alrededor, una buena compaña.
Así acampó el Cid, como si estuviera en la montaña.

Localización

El texto que se propone como comentario pertenece al Cantar del Destierro,


primero de los tres cantares que componen el Cantar de Mío Cid, uno de los mejores
exponentes de la épica castellana medieval. El Cantar de Mío Cid exalta la figura del
infanzón don Rodrigo Díaz de Vivar, tanto en su dimensión histórica como en las
circunstancias personales de la vida del héroe.
Métrica

Se trata de un texto en verso, con la estructura métrica típica del mester de


juglaría, es decir, tiradas de versos polimétricos con una cesura o pausa central que
divide al verso en dos hemistiquios. La rima es asonante (a-a) y continua a lo largo de
toda la tirada.

Contenido y estructura

El episodio recrea el momento en el que el Cid llega a Burgos de camino al


destierro y la reacción de los habitantes de la ciudad. Podría considerarse que el tema
que desarrolla es el de la nobleza del héroe ante la injusticia del rey.

El fragmento escogido presenta una anécdota narrada cronológicamente que


muestra la típica estructura narrativa: introducción, nudo y desenlace.

Los versos que corresponderían a la introducción irían del verso 1 (“Lo


invitarían de buen grado, pero ninguno lo osaba”) hasta el verso 10 (“se esconden de
mio Cid, no osan decirle nada”). En ellos se indican las instrucciones del rey a los
habitantes de Burgos prohibiendo proporcionar ayuda o posada al Cid bajo pena de
terribles castigos.

El nudo (vv. 11 “El Campeador se encaminó a su posada” al 29 “Esto dijo la


niña y se volvió a su casa”) relata cómo el Cid intenta entrar en su casa de Burgos y
encuentra la puerta fuertemente cerrada. Para evitar que el Cid logre entrar y el rey
cumpla sus amenazas, una niña sale al paso del Cid y le pide que se aleje.

El desenlace comienza en el verso 30 (“Ya lo ve el Cid que del rey no tenía


gracia”) hasta el final. Narra cómo el Cid decide salir de la ciudad y acampar en el
campo para no comprometer a nadie.

El Cantar de Mio Cid exalta, como se ha señalado, la figura de Cid. Todo el


texto está organizado de modo que se destaquen las virtudes del Cid como perfecto
caballero medieval. Ya desde el primer momento, el autor deja claras sus preferencias
por el Cid. La imagen que proyecta del rey es la de un monarca cruel y vengativo (“el
rey don Alfonso tenía muy gran saña, v.2), imagen que se refuerza con la descripción
detallada de la terrible amenaza que llega a Burgos por medio de una carta “en gran
recaudo y debidamente sellada”, demostrando con ello el interés personal que tiene el
rey en que se obedezcan sus órdenes.

Pese a todo, las simpatías de los ciudadanos de Burgos están con el Cid, como
recuerda varias veces el autor: “Lo invitarían con agrado, pero ninguno lo osaba” (v. 1),
“Gran pesar tienen las gentes cristianas” (v.9) o, de nuevo, en palabras de la niña: “mas
el Creador os valga con toda sus virtudes santas” (v.28)

El Cid presenta las virtudes típicas de un héroe medieval, es decir, es un


caballero fuerte (fortitudo), inteligente y sabio (sapientia), cuyas acciones están
dominadas por la mesura (la prudencia y la discreción).
Observamos, por ejemplo, su fortaleza física en su actitud al encontrar la puerta
de su casa de Burgos cerrada. El Cid espolea a su caballo y se dispone a derribar la
puerta a patadas. Todos los adjetivos que aparecen referidos al Cid o a sus caballeros
inciden en los conceptos de fuerza y potencia: “Los de mío Cid con altas voces llaman”
(v.15) y “sacó el pie del estribo, un fuerte golpe le daba” (v.18) El poeta se recrea en la
escena para hacer destacar la mesura del Cid y su comportamiento caballeresco cuando
aparezca la niña.

Un caballero fuerte y rodeado de sus amigos hubiera podido perfectamente


entrar a la fuerza en su propia casa. Sin embargo, el código caballeresco del héroe le
impide hacer daño a alguien más débil o indefenso, por ello, prefiere pasar la noche a la
intemperie antes que perjudicar a los habitantes de la ciudad.

El poeta eleva el patetismo de la escena colocando la figura de la niña “de nueve


años” que es la única que se atreve a hablar con el caballero. La niña se dirige al Cid
con todo respeto y le explica la situación en la que se encuentran repitiendo palabra por
palabra el contenido de la amenaza que ya antes nos había relatado el poeta.

La seriedad de la amenaza queda de manifiesto en la enumeración acumulativa


de las pérdidas que supondrá la desobediencia. Esta enumeración, además, va ganando
en intensidad, es decir, se va de menor a mayor. Se perderán primero “los bienes”, “las
casas”, después se producirá la pérdida de uno de los dones mas preciados del ser
humano, expresada con el pleonasmo “los ojos de la cara”. La última de las amenazas
resultaría, sin duda, la más terrible para la audiencia medieval, caracterizada por sus
hondos sentimientos religiosos: perder “además los cuerpos y las almas” supone la
muerte sin confesión, es decir, la condenación eterna. El poeta remarca la importancia
que se da a este hecho con el verso “Gran pesar tenían las gentes cristianas”.

La niña concluye su parlamento con una súplica directa al Cid que tiene la
brevedad de un aforismo y toda su fuerza: “Cid, con nuestro mal, no vais a ganar nada”

Ante semejante muestra de “saña” del rey, el Cid hace gala de su mesura.
Además de fuerte y sabio, el perfecto héroe medieval es un caballero cristiano. El Cid,
ante las dificultades, no reacciona con la violencia o la furia, sino que es capaz de
calmarse y rezar a la Virgen María (“llegó a Santa María, entonces descabalga. / Se
hincó de rodillas, de corazón rogaba. / La oración hecha, entonces cabalga”). El poeta
insiste en el orden de los acontecimientos para recordar que el Cid no ha querido ni
siquiera bajar del caballo en la ciudad para no perjudicar a nadie, de hecho ha pasado
por ella a galope (“Apartóse de la puerta, por Burgos aguijaba”) y sólo ha desmontado
para entrar en la iglesia y rezar de rodillas ante la Virgen.

El poeta recuerda que, pese al castigo del rey, el Cid no está solo, cuenta con la
simpatía de la gente que no le ayuda porque no puede, y con la compañía y la ayuda de
sus amigos “a su alrededor, una buena compaña” (v. 37) que parten con él al destierro.

El último verso, “Así acampó el Cid, como si estuviera en la montaña” guarda


cierto eco de la función conativa propia del modo de transmisión de estos poemas.
Como es sabido, los cantares de gesta solían ser recitados o cantados por un juglar ante
el público. No es la única muestra de que el texto está pensado para ser recitado en
público, el hecho de utilizar el estilo directo en el fragmento en el que interviene la niña
(Vv. 21-28) da una mayor vivacidad a la narración haciendo que resulte más amena y
fácil de seguir en la reproducción oral.

Forma

El texto contiene dos epítetos épicos (“Ya Campeador, en buena hora te ceñiste
la espada”, v.21 y “Mio Cid Ruy Díaz, el que en buen hora ciñó espada”) que son una
fórmula típica de la épica castellana y que se utilizaban para identificar
inequívocamente a los personajes y como recurso mnemotécnico del juglar.

La transmisión oral por medio del canto o del recitado se muestra en la aparición
de figuras retóricas relacionadas con la repetición que favorecen el ritmo. Es el caso de
los elementos binarios (“los cuerpos y las almas”, “los bienes y las casas”) o la
bimembración (“llegó a Santa Maria entonces descabalga” / “la oración hecha,
entonces cabalgaba”).

Los tiempos verbales muestran una alternancia de presente y pasado. El pasado


se utiliza en el relato de la historia, mientras que los verbos en presente aparecen en el
estilo directo de la niña y en algunos versos en los que el juglar “actualiza” ante su
auditorio la escena: “se esconden de mio Cid, no osan decirle nada” (v.10); “Los de mío
Cid con altas voces llaman” (v.15); “no se abre la puerta, que estaba bien cerrada”; “la
oración hecha, entonces descabalga” (v.34) y “acampó en la glera, cuando no lo acoge
nadie en su casa” (v. 36). En estos ejemplos, los verbos en presente sirven para hacer
más viva la escena a los ojos de los espectadores,

Conclusión

El fragmento escogido refleja a la perfección el modo en que el Cantar de Mío


Cid consigue la exaltación de un héroe popular que es presentado con todas las
características propias del caballero medieval, en una escena que es una muestra de su
mesura y su sentido del honor. El texto muestra también las características propias de la
transmisión oral y muchos de los rasgos estilísticos de la poesía épica.
3) Milagros de Nuestra Señora

Era un clérigo simple, pobre de clerecía,


a diario decía misa a Santa María;
decíala a diario porque otra no sabía,
la sabía por uso, no por sabiduría.

Fue este misacantano al obispo acusado


de que era él idiota, mal clérigo probado;
el Salve Sancta Parens sólo tenía usado,
no sabía otra misa ese torpe embargado.

Duramente movido fue este obispo a saña,


dijo: "Nunca de preste se supo tal hazaña".
Dijo: "Decid al hijo de mala putaña
que venga a mi presencia, no lo evite por maña".

Y vino ante el obispo el preste pecador,


había con el miedo perdido su color,
de vergüenza no osaba mirar a su señor,
nunca estuvo el mezquino en tan mala sudor.

Y le dijo el obispo: "Preste, dime la verdad,


si es como todos dicen tanta tu necedad".
El buen hombre le dijo: "Señor, por caridad,
si dijese que no, diría falsedad".

Y le dijo el obispo: "Cuando no tienes ciencia


de cantar otra misa, ni juicio ni potencia,
védote que no cantes, te lo doy por sentencia,
vive como mereces por otra inteligencia".

El preste fue su vía triste y desanimado,


tenía gran vergüenza, el daño muy granado;
volvió ante la Gloriosa lloroso y apenado,
que le diese consejo pues estaba aterrado.

Nuestra madre preciosa que nunca abandonó


a quien de corazón ante sus pies cayó,
el ruego de su clérigo en seguida escuchó,
no lo puso por plazo, luego lo socorrió.

Nuestra Virgen gloriosa que es madre sin dicción,


se apareció al obispo en seguida en visión;
díjole fuertes dichos, un bravillo sermón,
en ello descubrióle todo su corazón.

Díjole bravamente: "Don obispo lozano,


_contra mí por qué fuiste tan fuerte y tan villano?
Yo nunca te quité la valía de un grano,
y hasme tú quitado a mí mi capellano.

El que a mí me cantaba la misa cada día


creíste tú que hacía un yerro de herejía;
jusgástelo por bestia, todo majadería,
quitástele la orden de la capellanía.

Si tú no le mandares decir la misa mía


como decir solía, gran querella tendría
y tú serás finado el trigésimo día.
¡Así verás qué vale la saña de María!".

Con estas amenazas fue el obispo espantado,


mandó enviar en seguida por el preste vedado,
rogó que perdonase en lo que había errado,
porque fue en el su pleito duramente engañado.

Mandólo que cantase cual solía cantar,


fuese de la Gloriosa siervo para su altar;
que si algo le faltase en vestir o calzar,
él se lo mandaría del suyo propio dar.

Retornó el hombre bueno a su capellanía


y sirvió a la Gloriosa Santa María;
en su oficio finó de fin cual yo querría,
el alma fue a la Gloria, la dulce cofradía.

No podríamos tanto escribir ni rezar,


aun cuando pudiésemos muchos años durar,
que uno de diez milagros pudiésemos contar
de los que Dios se digna por la Virgen mostrar.

Localización

El texto que nos disponemos a comentar pertenece a uno de los episodios


escritos por Gonzalo de Berceo y que se puede recoger en su obra Milagros de Nuestra
Señora. Primero de los autores medievales que firman su autoría de principios del siglo
XIII, es un fiel representante del Mester de Clerecía, conjunto de escritores que
pretenden dar a sus creaciones una serie de rasgos que los diferencien claramente de los
que representaban por entonces el Mester de Juglaría.

Berceo es un religioso que vivió en los monasterios de de Yuso y de San Millán


de la Cogolla, que en aquellos tiempos eran centros importantes de romerías y
peregrinaciones. Tenía acceso a la cultura y, en especial, a los libros de autores clásicos,
pues esta obra bebe de fuentes latinas: escribió muchas obras, todas ellas de contenido
religioso, con las que pretendía realizar una misión evangelizadora y moralizadora. Para
ello utiliza la lengua romance, y no el latín, que hasta entonces se había utilizado como
única lengua escrita.
Contenido

El episodio que procedemos a comentar es el Milagro IX que lleva por título El


clérigo simple. Un oficiante de misa dedica un mismo oficio a la Virgen María, hasta
que es denunciado por algunos de sus feligreses al obispo, quien reclama
inmediatamente la presencia de tal clérigo. Éste, a quien el obispo le ha prohibido
volver a cantar misa, se encomienda a la ayuda de la Virgen. Actuando a su favor, la
Virgen amenaza al obispo y éste devuelve al clérigo a la situación anterior a la
denuncia.

El tema central de este relato escrito en verso es el auxilio de la Virgen María a


los desamparados. Entronca directamente con la tradición de su época, tiempos en los
que la figura de la Virgen es venerada por toda la Europa cristiana. Enlazado con el
tema religioso, no cabe duda que la intención de Berceo es evangelizadora, pues da a
conocer el poder de auxilio de una de las imágenes más populares de su tiempo, a la vez
que moralizante, ya que nos indica el camino a seguir en favor del culto religioso a la
madre del hijo de Dios como vía recta para una vida a tono con la doctrina cristiana, a la
vez que se insiste en el carácter altamente jerarquizado de la iglesia que debe tener su
reflejo en la sociedad. También nos acerca a la obra y hechos de la Virgen, lo que le da
al texto un fuerte contenido mariano.

Está claro que, aun escrito en verso, se trata de un texto narrativo que posee
todos y cada uno de sus elementos que quedan reflejados en el resumen efectuado en
líneas anteriores. Los personajes principales son el clérigo, en su calidad de
protagonista, y el obispo, como antagonista. La Virgen es un personaje protagonista
aliado con el clérigo. Entre líneas se puede leer la figura del denunciante entre los
feligreses. Todos ellos son personajes estereotipados: el clérigo representa al devoto
mariano, inocente; el obispo a la jerarquía eclesiástica que vela por un clero formado y
obediente. Por su parte, la Virgen, en una faceta altamente humana, auxilia al clérigo
que le pide ayuda.

Estructura

En cuanto a la estructura de este episodio narrativo obedece a una concepción


que se repite en cada uno de los veinticinco relatos versificados que conforman los
Milagros de Nuestra Señora. En primer lugar se plantea el problema del clérigo
(cuadernas 1-3); una segunda parte, que ocupa las cuadernas de la 4 a la 12, se ocupa de
la llamada de auxilio a la Virgen y la intercesión de ésta ante el obispo. Una parte final,
conformada por las cuadernas 13 y 14 trata de la solución dada al conflicto gracias a la
intercesión de la Virgen por uno de sus devotos.

Berceo usa el verso para contarnos una historia. Se trata, pues, de narración
versificada. La forma métrica utilizada por el autor es la innovadora y desafiante
cuaderna vía, conjunto de cuatro versos alejandrinos monorrimos consonantes o
tetrásforos, forma métrica considerada culta en contraste por la métrica anisosilábica y
asonante empleada por los juglares que recitaban los cantares de gesta; son, pues, 56
versos agrupados en torno a 14 cuadernas. Cada cuaderna supone una unidad de
contenido por sí misma que va enlazando con el resto de las cuadernas gracias al eje
temático.
Forma

Por las formas como por las intenciones, el texto pertenece a la poesía culta
religiosa que nace como alternativa a la lírica popular y a los cantares de gesta.

Los recursos que utiliza Berceo en este episodio no son lo suficientemente


abundantes para pretender diferencias cultas frente a otras producciones. Destacan en el
plano morfosintáctico los paralelismos y los verbos de lengua, ya que abunda el estilo
directo. En el plano semántico destaca la personificación del personaje de la Virgen a
quien se le otorga características humanas. El lenguaje es más rico y variado que en los
cantares de gesta, pero eso no supone crear un texto inaccesible, sino todo lo contrario.
Se trata de un texto sencillo con inserciones del habla popular, lo que indica su interés
de tener en cuenta un destinatario inculto: he ahí su misión evangelizadora. Aunque en
este episodio no aparezca ningún ejemplo, Berceo utiliza recursos juglarescos para
mantener la atención de su público.

Conclusión

Se trata, en definitiva, de un texto de su época, inmerso en el teocentrismo


dominante. En ese aspecto sigue la tradición, ahora centrada en el objetivo de
popularizar a la Virgen y ampliar la devoción mariana. Por otra parte, este tipo de
producción literaria pretende ser un referente alternativo a la producción popular: para
ello utiliza formas más pensadas y cultivadas, influidas por los textos latinos, con lo que
se va abriendo lentamente la puerta a la influencia del mundo clásico que la Iglesia
medieval supo conseguir.

Amigos e vasallos de Dios omnipotent,


si vos me escuchásedes por vuestro consiment,
querríavos contar un buen aveniment:
terrédeslo en cabo por bueno verament.

Yo Maestro Gonzalo de Berceo nomnado, 5


yendo en romería caecí en un prado
verde e bien sencido, de flores bien poblado,
lugar codiciadero para ome cansado.

Daban olor sobejo las flores bien olientes,


refrescaban en ome las caras e las mientes, 10
manaban cada canto fuentes claras corrientes,
en verano bien frías, en ivierno calientes.

Habie hí grand abondo de buenas arboledas,


milgranos e figueras, peros e manzanedas,
e muchas otras fructas de diversas monedas, 15
mas no habie ningunas podridas nin acedas.

La verdura del prado, la odor de las flores,


las sombras de los árbores de temprados sabores
refrescáronme todo e perdí los sudores:
podrie vivir el ome con aquellos olores. 20

Nuncua trobé en sieglo lugar tan deleitoso,


ni sombra tan temprada, nin olor tan sabroso:
descargué mi ropiela por yacer más vicioso,
poséme a la sombra de un árbor fermoso.

Yaciendo a la sombra perdí todos cuidados, 25


odí sonos de aves dulces e modulados:
nuncua udieron omes órganos más temprados,
nin que formar pudiesen sones más acordados.

Unas tienien la quinta e las otras doblaban,


otras tenien el punto, errar no las dejaban, 30
al posar, al mover todas se esperaban,
aves torpes nin roncas hí non se acotaban.

Non serie organista, nin serie vïolero,


nin giga nin salterio, nin manoderotero,
nin instrument nin lengua, nin tan claro vocero, 35
cuyo canto valiese con esto un dinero.

Peroque vos disiemos todas estas bondades,


non contamos las diezmas, esto bien lo creades:
habíe de noblezas tantas diversidades,
que no las contaríen prïores ni abades. 40

El prado que vos digo habie otra bondat,


por calor ni por frío non perdie su beldat,
siempre estaba verde en su integridat,
non perdie la verdura por nula tempestat.

Manamano que fui en tierra acostado, 45


de todo el lacerio fui lüego folgado:
oblidé toda cuita, el lacerio pasado,
qui allí se morase serie bien venturado.

Los omes e las aves cuantas acaecíen,


levaban de las flores cuantas levar queríen, 50
mas mengua en el prado ninguna non facíen,
por una que levaban tres e cuatro nacíen.

El fructo de los árbores era dulz e sabrido,


si Don Adam hobiese de tal fructo comido,
de tan mala manera non serie decibido, 55
nin tomarien tal daño Eva ni su marido.

Señores e amigos, lo que dicho habemos


palabra es oscura, exponerla queremos:
tolgamos la corteza, al meollo entremos,
prendamos lo de dentro, lo de fuera dejemos. 60

LOCALIZACIÓN

Se trata de un texto literario: el mensaje literario se caracteriza porque su fin


primordial es crear una sensación de belleza a través de una lengua expresiva en la que
predomina el valor connotativo de la palabra.

Este texto corresponde al prólogo de los Milagros de Nuestra Señora, una obra
poética del mester de clerecía que pertenece al género narrativo caracterizado por la
existencia de un narrador que cuenta una serie de acontecimientos que le suceden a unos
personajes en un lugar y tiempo determinados.

La obra Milagros de Nuestra Señora está compuesta por 25 milagros que el


poeta toma de la tradición medieval europea, relacionada con la figura de la Virgen
María. Su autor es Gonzalo de Berceo, que fue un clérigo vinculado al monasterio de
San Millán de la Cogolla, en la Rioja. Ha sido el primer autor conocido en lengua
castellana, en el siglo XIII.

ANÁLISIS DEL CONTENIDO

El tema es el amor y respeto hacia la Virgen.

El texto narra como Gonzalo de Berceo se va de romería y encuentra un prado


maravilloso donde decide quedarse a descansar. También describe con todo detalle el
prado y todos los elementos que se encuentran en él. Posteriormente explica el
verdadero significado del prado y de su contenido.

ESTRUCTURA

El texto se puede dividir en dos partes:

Primera parte: comprende las 4 primeras estrofas en las que el narrador cuenta
que yendo de romería se encontró con un bonito prado y describe todo lo que hay en
este, usando el tópico literario “locus amoenus” ya que hace una descripción de un
paisaje hermoso, de un lugar idealizado.

Segunda parte: estrofas 8-15, en ellas se describe el verdadero significado del


prado y de sus elementos.

Por lo que se refiere a la estructura externa- métrica- la estrofa utilizada es la


característica del mester de clerecía: la cuaderna vía o tetrásforo monorrimo. Se
compone esta estrofa de 4 versos alejandrinos ( de 14 sílabas) y monorrimos, divididos
en dos hemistiquios por una pausa o cesura: AAAA / BBBB / CCCC…

ANÁLISIS DE LA FORMA

El lenguaje que utiliza Berceo es claro y sencillo.

El recurso estilístico más destacado por el poeta es la alegoría, serie de


metáforas encadenadas. El poeta explica su significado, recordemos que la intención
del mester de clerecía es didáctica. Las metáforas son estas: El prado es la Virgen
Gloriosa; las cuatro fuentes claras, los evangelios; los árboles, los milagros de la
Virgen; las aves, los santos y las flores, los hombres.

Encontramos otros recursos estilísticos, así por ejemplo la hipérbole” nunca


encontré en el siglo lugar ten deleitoso, ni sombra tan templada, ni un olor tan sabroso”,
hay personificación en “las aves dicen cosas leales”.

Los adjetivos, elementos embellecedores de la lengua literaria, abundan en el


fragmento. Aparecen epítetos en “flores olientes”, ”fuentes claras corrientes”, “sombra
dulce y donosa”, “santos milagros”, “azúcar sabrosa”… El léxico empleado tiene
connotaciones positivas pues están al servicio del tema: despertar la devoción a la
Virgen, así por ejemplo: apetecible, deleitoso, sabroso, hermoso, dulces, modulados,
bondad, beldad, integridad, gracia, bendición, dulces, leales…

CONCLUSIÓN

Hemos podido comprobar algunos de las características peculiares de la obra


Milagros de Nuestra Señora, una de las composiciones más importantes de Berceo, y
una de las más significativas del mester de clerecía del siglo XIII.
4) El Libro de Buen Amor

DE LAS PROPIEDADES QUE LAS DUEÑAS CHICAS HAN

Quiero abreviarvos, señores, la mi predicación,


ca siempre me pagé de pequeño sermón
e de dueña pequeña e de breve rrasón:
ca lo poco e bien dicho finca en el coraçón.

Del que mucho fabla rríen, quien mucho rríe es loco,


tyene la dueña chica amor grand e non de poco:
dueñas dy grandes por chicas, por grandes chicas non troco;
mas las chicas por las grandes non se rrepiente del troco.

De las chicas, que bien diga, el amor me fiso rruego,


que diga de sus noblesas e quiérolas dezir luego:
direvos de dueñas chicas, que lo tenedes en juego.
Son frías como la nieve e arden más que'l fuego:

son frías de füera; en el amor ardientes,


en cama solaz, trebejo, plasenteras e rrientes.
En casa cuerdas, donosas, sosegadas, bienfasyentes;
muncho ál fallaredes, ado byen paredes mientes.

En pequeña girgonça yase grand rresplandor,


en açúcar muy poco yase mucho dulçor:
en la dueña pequeña yase muy grand amor:
pocas palabras cunple al buen entendedor.

Es pequeño el grano de la buena pimienta;


pero más que la nues conorta e más calyenta:
así dueña pequeña, sy todo amor consienta,
non ha plaser del mundo qu'en ella non se sienta.

Como en chica rrosa está mucha color,


e en oro muy poco grand preçio e grand valor,
como en poco bálsamo yase grand buen olor:
ansý en chica dueña yase muy grand amor.

Como rroby pequeño tyene muncha bondad,


color, vertud e precio, noblesa e claridad:
asý dueña pequeña tiene muncha beldad,
fermosura e donayre, amor e lealtad.

Chica es la calandria e chico el rroysyñor;


pero más dulçe canta, que otra ave mayor:
la muger, por ser chica, por eso non es pior;
con doñeo es más dulce, que açúcar nin flor.
Son aves pequeñuelas papagayo e orior;
pero cualquiera dellas es dulçe gritador,
adonada, fermosa, preçiada, cantador:
bien atal es la dueña pequeña con amor.

En la muger pequena non ha conparación:


terrenal paraýso es e consolaçión,
solás e alegría, plaser e bendiçión,
¡mijor es en la prueva qu'en la salutaçión!

Ssyempre quis' muger chica, más que grand' nin mayor:


¡non es desaguisado de grand mal ser foydor!
Del mal, tomar lo menos: díselo el sabidor:
¡ por end' de las mugeres la menor es mijor!

LOCALIZACIÓN

El fragmento que vamos a comentar pertenece al Libro de Buen Amor, obra del
mester de clerecía dentro del periodo de la Edad Media.

Está fechado en 1330 y de su autor, un tal Arcipreste de Hita, no hay datos


concluyentes. Narra, a través de una autobiografía ficticia, sus aventuras amorosas que
acaban siempre en fracaso.

Parece que la intención del autor era moralizante, enseñar a los hombres que
deben seguir el Amor Divino y no el amor carnal, pero a lo largo de la obra observamos
la ambigüedad en su intención ya que parece ofrecer técnicas para disfrutar de los
placeres carnales más que para evitarlos.

Se trata de un texto narrativo escrito en verso que corresponde al mester de


clerecía.

Los autores del Mester de Clerecía eran conscientes de estar escribiendo para la
posteridad y por tanto cuidan el lenguaje.

La finalidad del mester de clerecía era didáctica y, en este sentido, esta obra
pretende enseñar el buen camino a los jóvenes para que no pequen. Esta actitud está
ligada al contexto en el que se inscribe, donde el poder de la iglesia lo abarcaba todo y
amedrentaba al pueblo analfabeto.

TEMA Y ESTRUCTURA

El tema de la obra es la búsqueda del amor carnal que no se llega a alcanzar. En


este fragmento el tema es el encanto de la mujer pequeña; en cuanto a su estructura, está
formado por 48 versos, es decir, por 12 estrofas. Las tres primeras estrofas son una
introducción donde el Arcipreste se dirige al lector mediante una fórmula épica para
hablarle de las virtudes de las damas chicas. De la estrofa 4 a la 11 se enumeran las
virtudes de las damas chicas comparándolas con los distintos elementos de la naturaleza
(flores, aves, piedras preciosas...) y en la estrofa 12 concluye el autor explicando por
qué prefiere a las dueñas chicas donde apreciamos el tono humorístico que utiliza el
autor a lo largo de la obra.

En este fragmento, el autor describe las virtudes de las damas chicas usando la
sátira, para, en la última estrofa, hacerles ver a los que quieran pecar cual es el
verdadero motivo de elegir mujeres pequeñas para amar.

Como texto del mester de clerecía utiliza la cuaderna vía, estrofas de cuatro
versos alejandrinos, monorrimos, con rima consonante que varía de una a otra estrofa.

FORMA

En cuanto a los recursos literarios, en la primera estrofa observamos el uso de


una fórmula épica de llamada de atención al hipotético receptor, señores, que es un
vocativo, en el primer verso; en los versos 2, 3 y 4 encontramos polisíndeton (ca, e);
además hay un encabalgamiento entre el primer y segundo verso.

La segunda estrofa empieza con un hipérbaton (Del que mucho fabla rríen) y
encontramos otro en el segundo verso (tyene la dueña chica). También podemos
observar el juego de palabras que realiza el autor con los adjetivos grandes y chicas
hasta el punto de llegar a confundir al lector u oyente.

En la tercera estrofa, de nuevo se dirige al lector (tenedes). Se personifica al


amor que ruega al autor alabe a las damas chicas. En el último verso encontramos una
comparación y una antítesis (Son frías como la nieve e arden más que'l fuego), además
de un sentido hiperbólico.

La cuarta estrofa es una enumeración de las cualidades de las damas: solaz,


trebejo, plasenteras e rrientes / cuerdas, donosas, sosegadas, bienfasyentes.
Nuevamente se dirige al lector (fallaredes) y vemos una anáfora entre el segundo y
tercer verso (en).

En la quinta estrofa hay un anáfora en los tres primeros versos (en), además de
realizar un hipérbaton en cada uno de estos versos que comienzan con el complemento
del verbo. En el último verso se utiliza un refrán, lenguaje popular (pocas palabras
cunple al buen entendedor).

Pasamos a la sexta estrofa que se abre con un hipérbaton (es pequeño el grano) y
cuyo último verso es una hipérbole (non ha plaser del mundo qu'en ella non se sienta).

En la séptima estrofa hay dos comparaciones (rosa, oro y bálsamo con la chica)

En la octava estrofa, encontramos otra comparación, entre los rubies y las damas
chicas, para lo que utiliza dos enumeraciones: una sobre las características del rubí
(tyene muncha bondad, color, vertud e precio, noblesa e claridad) y sobre las
características de las damas chicas (beldad, fermosura e donayre, amor e lealtad). En la
enumeración a cerca de las características de la dama observamos que utiliza la
polisíndeton para unir rasgos que tienen una relación más precisa.

De nuevo encontramos el hipérbaton al comienzo de la novena estrofa (Chica es


la calandria) y de la décima (Son aves pequeñuelas papagayo). En el segundo verso de
ambas estrofas observamos una sinestesia (dulce canta/ dulce gritador) y en el verso
tercero de la décima estrofa volvemos a encontrar una enumeración y asíndeton
(adonada, fermosa, preçiada, cantador).

En la estrofa once hay otra enumeración cuyos elementos aparecen unidos de


dos en dos por la conjunción e (terrenal paraýso es e consolaçión, solás e alegría, plaser
e bendiçión,), se trata además de una metáfora del tipo A es B: las dama chica es paraíso
terrenal, es consolación....

Para terminar, en la última estrofa utiliza la ironía y recurre a un argumento de


autoridad para convencer al lector de que es mejor la dama chica no por sus virtudes
sino porque de lo malo es mejor tomar lo menos.

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