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La fe y la multiplicación

Mateo 14:14-18 relata: Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo
compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Cuando
anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y
la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y
compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles
vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos
peces. El les dijo: Traédmelos acá.

Muchos critican la construcción de un templo grande pero no han leído que


en las Escrituras siempre se habla de multitudes. El único momento que
habla de un grupo pequeño es cuando dice: “no temáis manada pequeña
porque a vosotros le ha placido a Dios darles el Reino”. Construimos un
templo más grande porque tenemos la bendición de ser cada vez más los
que compartimos el testimonio y los creyentes se multiplican.

Entonces, en este pasaje, los apóstoles intentaban darle consejo al Señor


que les pidió que solucionaran el problema, además de darles la forma de
hacerlo. Todo lo que Jesús pide y ordena es posible, todo se puede hacer si
le creemos. Pero los discípulos le respondieron con su mente humana y Él
les pidió que le llevaran lo que tenían. Nunca se trata de cuánto tienes,
sino de a quién se lo entregas.

Mateo 14:19-21 continúa el relato: Entonces mandó a la gente recostarse


sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando
los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los
discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo
que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron
como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

De nuevo vemos que la multitud es atendida a través de los discípulos, por


eso en Casa de Dios seguimos el modelo de Jesús y organizamos grupos en
casa. Lo que ellos tenían era muy poco pero el Señor puede obrar con lo
que tengas, sea poco o mucho. Imagina lo que significa darle de comer a
tanta gente, tomando en cuenta que incluso hay personas que comen por
dos. La abundancia fue tal que incluso recogieron canastas llenas con lo que
sobró.
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Hace muchos años, cuando mi esposa Sonia y yo aún éramos novios, ella
ministraba en un grupo que se llamaba Pan y Palabra porque reunían
personas para compartirles las buenas nuevas y además, les daban de
comer. Cierta vez que la hermana Tere, nuestra amiga que preparaba la
comida, hizo unos tacos muy sabrosos, nos dimos cuenta que al parecer, no
alcanzarían. Sonia estaba muy angustiada pero yo le dije que fuera a
repartirlos. Cuando me quedé solo, me postré ante el Señor y le pedí que
multiplicara los tacos y que incluso alcanzaran para quienes trabajábamos
en el equipo. El Señor que hace mucho más abundantemente, proveyó para
que ¡yo comiera doble!, porque dice la Escritura que “el obrero es digno de
doble salario”.

El Reino sobrenatural de Dios funciona solamente con fe. Yo estudié


economía y no hay números humanos que puedan explicar la multiplicación
que el Señor hace y que se activa con fe. Mis conocimientos me sirven para
mantener el orden en el ministerio pero no para hacer la obra que el Señor
me manda. Cuando me pide hacer algo y yo le digo que sólo tengo cinco
panes y dos peces, me doy cuenta que Él tiene el control y todo funcionará.
Al actuar por fe, muchas veces sientes que tu mente secular será
ridiculizada pero no debes temer. Cada vez que alguien pasa por la
construcción del nuevo templo me dice que es impresionante y que seguro
en la iglesia tenemos un espectacular flujo de efectivo, pero no es así. Yo
logro dormir en paz porque sé que todo es y será obra del Señor.

Lo que tienes es suficiente para Su obra

Mateo 15:30-38 narra un nuevo milagro: Y se le acercó mucha gente que


traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y
los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se
maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos
andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel. Y Jesús, llamando
a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres
días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no
quiero, no sea que desmayen en el camino. Entonces sus discípulos le
dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para
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saciar a una multitud tan grande? Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y
ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. Y mandó a la multitud que
se recostase en tierra. Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias,
los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron
todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete
canastas llenas. Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin
contar las mujeres y los niños.

La gente tenía tanta hambre de Dios que acampaba alrededor de Jesús


para escucharle. Búscalo con ese mismo deseo que incluso te haga olvidar
que debes comer. Nota que en el milagro anterior recogieron doce
cestas con lo que sobró y en este milagro fueron siete. Donde hay fe
no hay métodos, fórmulas ni matemáticas humanas que funcionen. Una
vez alimentó a cinco mil con cinco panes y la siguiente vez, alimentó a siete
mil solamente con cuatro. De nuevo descubrimos que Dios obra milagros
con lo que tienes, sea mucho o poco, lo importante es que no digas “no
tengo” porque debes estar convencido que todo lo tienes y todo lo puedes
en Cristo que te fortalece. Nunca veas lo que no tienes, preséntale lo
que tengas porque el Señor lo usará para hacer milagros en tu
vida. Lo mismo sucedió con el profeta que le preguntó a la viuda “¿qué
tienes?”. Los milagros ocurren cuando vemos lo que tenemos y
dejamos de quejarnos por lo que no tenemos. Una queja nunca ha
producido bendición de Dios.

Discípulo obediente

Mateo 16:5-8 cuenta lo que sucedió en otra oportunidad: Llegando sus


discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan. Y Jesús les dijo:
Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos
pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. Y
entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros,
hombres de poca fe, que no tenéis pan?
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En este pasaje, los discípulos tenían miedo porque no se habían preparado.


El Señor era un maestro exigente que venía a establecer un reino y no salía
por las calles tirando besos y saludando suavemente con la mano. Cuando
te acercas a Él y te pide hacer algo pero tu respuesta es “no tengo”, estás
en serios problemas. Lo mismo sucede en Casa de Dios, algunos dicen que
quisieran formar parte de mi equipo pero no saben que soy muy exigente y
nunca acepto un “no” por respuesta.

Jesús te dirá “hombre de poca fe” si le responde “no tengo”. Deja de


pensar con tu mente humana y activa tu fe. Dentro de tu corazón
debes pensar “todo lo tengo y todo lo puedo porque soy hijo del Dios
todopoderoso”. Eres digno de reprensión si piensas de otra forma y te
lamentas por lo que no tienes. Como empresario cristiano posees una
ventaja frente a tu competencia porque la fe es tu capital de trabajo más
importante. Demuestra que eres un discípulo obediente, presenta tus
panes y peces ante el Señor, autor y consumador de la fe.

Mateo 16: 9-12 reprende la falta de fe: ¿No entendéis aún, ni os acordáis
de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis?
¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis?
¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os
guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces
entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del
pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.

En el original, la palabra “entender” se define como la capacidad de


aceptar o discernir una verdad divina. El entendimiento es
espiritual, no mental y está dentro de cada uno. Jesús les
recordó a Sus discípulos sobre Su gran poder y les demostró que
aún no comprendían Su mensaje. Abre tu entendimiento y nota que
siempre sobrará cuando le damos al Señor. Él siempre nos dará más de lo
que le presentamos. No olvides que eres hijo de Dios y debes creerle,
confiar en Su bondad y misericordia. Él hará los milagros porque es el
mismo de ayer hoy y siempre. Nunca será escaso para ninguno de Sus
hijos.
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El Señor nos recuerda que es capaz de bendecirnos siempre. Créele ahora


tal como le creíste por tu primer salario, por tu matrimonio y tu familia.
Ahora que tienes tu empresa, créele que te bendecirá también en lo grande
porque no es un Dios de escases sino de abundancia. Nunca dejes de
practicar tu fe ya que en tu propia carne no tendrás las fuerzas necesarias
para salir adelante. Dios estará contigo sin importar el tamaño del
desafío, es el mismo que nos dio al inicio y ahora.

La segunda enseñanza que golpeó severamente mi alma y espíritu es la


medida de fe que cada uno tiene. Él me dijo que tuvo una persona
capaz de creer por darle de comer a miles pero dentro de esa multitud aún
había gente que no creía. Dentro de una empresa, hay un dueño que
puede creerle por el pago de una planilla de mucha gente y arriesga hasta
su casa por esa fe, pero hay trabajadores que no pueden creer porque el
Señor les abunde lo que ganan. Dentro de la iglesia, hay personas que
creen porque obtendrán miles pero otros que escuchando el mismo
mensaje, no son capaces de creer por obtener cientos.

El Señor dice que a todos nos ha dado una medida de fe pero no


todos la utilizamos. Unos desean avanzar y crecer mientras otros se
conforman. Deja esa actitud pasiva que no ejercita tu fe, no te acomodes
para que otros trabajen por ti. No desperdicies ese mundo
sobrenatural que se activa por fe. Yo me conmuevo y no me siento
digno de toda la bendición que el ministerio recibe. Le pregunto al Señor
por qué hacemos cruzadas, porqué construimos otro templo más grande
cuando algunos no tienen donde congregarse y Su respuesta es que cada
quien recibe según utiliza Su medida de fe.

Tú decides cómo usar la fe que has recibido, que es certeza en lo


que se espera y convicción de lo que no se ve. Úsala sin pensar en
las limitaciones humanas. No hagas cálculos, imita al niño que presentó
lo que tenía y fue testigo de un gran milagro de provisión. Jesús usará lo
que tienes, no lo que te falta. Preséntale todo lo que posees para que lo
multiplique, así funciona la fe. Casa de Dios es un ejemplo de la fe que el
Señor multiplica. Alégrate por tener quien te enseñe a ser hombre de fe
y recuerda que la Biblia dice: “acuérdate de tus pastores que te enseñaron
la Palabra, considerad cual ha sido el resultado de su conducta e imitad su
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fe”. La fe es impulso para actuar. No esperes más y ponla a


trabajar, no te quedes encerrado en un cuarto orando porque, creer
es hacer.

En las primeras Noches de Gloria en Cancún, el Señor me pidió que le


entregáramos los ingresos completos y así lo hicimos. Repartimos toda la
ofrenda a quienes no tenía qué comer, sin detenernos a pensar cómo
financiaríamos las siguientes cruzadas. No hay mejor cosa que estar en las
manos de Dios que nos manda actuar y nos provee para que podamos
cumplir Sus órdenes. Entrégate a Él por completo, no a medias. Pídele que
te enseñe a usar la fe que te ha dado para Su gloria y honra. Dale gracias
porque con Su hijo recibimos todo lo demás que necesitamos. No lo
pienses más y abandónate en Sus manos.

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