Palenqueras reunidas todas: la mamá, las hijitas, las vecinitas, las primitas y las amiguitas; Cuando el reloj marca las seis de la en cuanto se instaló la oscuridad, se tarde, y cuando el reloj marca las 6 de la despertó el temor que durante los días mañana, en San Basilio de Palenque se anteriores habían suscitado los rumores encienden las historias, las leyendas y de la aparición de la Mohana, temor que los cuentos que lo convierten en un inmediatamente intentó ser mitigado lugar para soñar e imaginar. El Mohan y con los juegos y las rondas que la mamá la Mohana, Catalina Luango y los demás y las hermanas mayores empezaron a personajes que parecieran componer el idear para las más pequeñas: el teléfono árbol genealógico de las familias roto; intentando transmitir un mensaje palenqueras, aparecen tras la ventana cualquiera, podía tratarse de un de las anécdotas y los relatos de los trabalenguas o una frase en Lengua mayores que con picardía rememoran y Palenquera que casi siempre terminaba transmiten lo que vieron, lo que les siendo transformado por Sharik, una de contaron o lo que alguna vez, detrás de las más pequeñas y quien parecía la puerta, lograron escuchar. disfrutar su papel protagónico al No había pasado mucho tiempo desde el romper el teléfono. día en que por el pueblo empezó a Luego del teléfono apareció el sapo merodear el rumor de que la Mohana sapito sapo, un juego de palmas al que había vuelto a aparecer en el arroyo, se debe acudir con velocidad y destreza. rumor que logró despertar la curiosidad Después de los juegos, llegaron las en unos y el temor en otros, canciones que todas entonaban con el particularmente en los niños y las niñas propósito inicial de acelerar el tiempo al hasta quienes había llegado aquel ritmo de la música, pero que yo quise murmullo con el afán de disciplinarlos, entender como una excusa para atemorizarlos o simplemente hacerlos compartir, para abrazarse, para morirse partícipes de una de las historias que de la risa, para tejer historias y para mayor eco ha tenido en el Pueblo: La terminar de espantar los miedos que Mohana, cuentan los mayores, para ese momento ya nadie parecía corresponde al espíritu de una mujer recordar. que con sus encantos busca capturar a niños y a hombres del pueblo de Cuando regresó la luz, una de las niñas Palenque para llevarlos a vivir a su me confesó que a pesar de la oscuridad, fantástico mundo [1]. uno de sus momentos favoritos, era cuando se iba la luz en Palenque, pues Cuando justo esa noche, en medio de los las canciones y los juegos a los que me comentarios y barullos, y como a referí con anterioridad no habían sido menudo suele suceder, se fue la luz en el una casualidad de esa noche; es decir, -y de acuerdo a lo que quisiera seguir creyendo- se convierten en una suerte de ritual gestado por las mujeres de la comunidad, que como muchos otros, cumple la función ancestral de cuidar y acompañar al compás de la música, las carcajadas y la jarocheria [2].
Entendí que en las casas de Palenque se
comparte la alegría, el temor y el infortunio, que así como las plantas y los santiguos cumplen una labor sanadora para los cuerpos, los juegos, la música y los arrullos se comportan como un bálsamo para los males del espíritu y la exaltación de la vida.
Fue así como esa noche, el temor se
disipó y la casa se convirtió en un mundo, el mundo de los cuidados y de los afectos; es decir, el mundo pedagógico por excelencia, si tenemos en cuenta que nada enseña tanto y de manera tan profunda como el juego, las caricias, los susurros, el abrazo, y arrullo y la’ cucullita.