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Derecho Político.

Unidad 1:
Los Alcances Conceptuales De Nuestra Disciplina, En Función De Su Nombre Derecho Político.
1°) El Derecho: Es la acción justa misma, nos dice Santo Tomás de Aquino. La ley humana tiene razón
de ley en tanto y cuanto se conforma con la recta razón. El Derecho es, pues, la prohibición de lo injusto
y la realización de lo justo. Etimológicamente los vocablos rectum y directum, de donde proviene la pa-
labra derecho, establece con precisión la idea contenida en la explicación de Santo Tomás, la cual ex-
cluye que el derecho pueda consistir en un orden injusto, aunque sea impuesto por el Estado.
2°) La Política: (su génesis). Aristóteles afirmó que “el hombre es un animal político” (un zoon politi-
kon). Se refería al hombre griego de la época clásica, para quien no existía vida civilizada fuera de los
muros de su ciudad. El hombre solitario “es una bestia o un Dios” porque sólo en el seno de la sociedad
organizada el hombre encuentra la posibilidad de realizar su plenitud personal.

Significados de la Palabra Política.


En su sentido etimológico el término política se origina en las palabras griegas:
Polis: Es la ciudad, el Estado, el recinto urbano, la reunión de los ciudadanos que forman la ciudad.
Politeia: El Estado, la constitución, el régimen político, la República, la ciudadanía.
Política: Las cosas políticas, las cosas cívicas, todo lo concerniente al Estado y la soberanía.
Politiké: El arte de la política.

Para los antiguos la política pragmática es el estudio de la vida en común de los hombres, según la es-
tructura esencial de esta vida, que es la constitución de la ciudad. La política en sentido clásico puede
definirse como: la ciencia del gobierno de los estados, es también el conocimiento de todo lo que se re-
laciona con el arte de gobernar un Estado.

Significado restringido de la Palabra Política.


Aristóteles y los seguidores de su línea de pensamiento, utilizan la palabra restringida a su sentido eti-
mológico originario. Para ellos, política es todo aquello que se refiere a la Polis o al Estado.
El ilustre publicista español Adolfo Posada, se inscribe entre los tratadistas que sostienen que “la activi-
dad y las relaciones que constituyen la realidad política, están referidas directa y exclusivamente al Es-
tado”.

Significado lato o amplio de la Palabra Política.


El concepto de lo político es mucho más amplio que el de lo estatal. Han existido actividades políticas y
formas de actividad política antes que hubiera Estados. Por eso, la política es, en el más eminente y
ejemplar sentido, la organización social en un territorio. La política y el Estado, se encuentran estrecha-
mente relacionados, tanto conceptualmente como en la realidad, pero no deben ser identificados. No es
sólo el Estado el que despliega puro poder político, sino también los grupos interestatales, tales como
los partidos, las alianzas, las iglesias y las asociaciones patronales y obreras.
Así pues, no todo poder que actúa políticamente es un poder estatal; pero todo poder político aspira a ser
tal según su función de sentido, es decir que todo poder político aspira a organizar y actuar la coopera-
ción social territorial según sus intenciones.

Derecho Político.
Es la disciplina que engloba como contenido esencial la teoría del Estado, de la Ciencia Política, de la
Historia de las ideas e instituciones políticas y la teoría de la Constitución. Pero excluye el estudio del
Derecho Constitucional positivo que se estudia en forma específica en otra materia.
La dignidad del Derecho Político radica en la entrañable unión que establece entre el Derecho (orden
normativo de la vida social que se basa en el Derecho Natural y la Justicia como valor fundamental) y la
Política, rechazando la neutralidad de una ciencia del poder y del Estado.
La tradición universitaria argentina, siguiendo la denominación española ha designado a nuestra disci-
plina como Derecho Político. Esta denominación no es universalmente aceptada. En la mayoría de las
universidades del mundo, la materia se conoce como Ciencia Política. Así se la denomina y cristaliza en
la renombrada Asociación Francesa de Ciencia Política. Los autores alemanes prefieren señalarla como
Teoría del Estado.

Ventaja e Inconveniente de La Denominación.


Ciencia Política es la denominación más difundida y que presenta la ventaja de ser su contenido abarca-
tivo de los diversos fenómenos relacionados con la política. Pero el inconveniente que presenta esta no-
menclatura es su neutralidad, su asepsia en el estudio de un sistema que se refiere al destino del hombre.

La política puede prescindir de las nociones de justicia, libertad y bien común señala Ambrosio Romero
Carranza. Pero el auténtico Derecho Político en cambio, acaba donde comienza la injusticia, la esclavi-
tud y el olvido del Bien Común. La denominación Derecho Político encuentra su fundamento en el he-
cho que intenta otorgarle a la política un régimen jurídico, trata de sellar una estrecha unión entre la po-
lítica y el derecho, como dos círculos que se han ido acercando paulatinamente a lo largo de los siglos
hasta superponerse en parte según la imagen de inspiración geométrica que concibió Adolfo Posada.
Es por estas razones que juzgamos necesario mantener la denominación tradicional. Esta se acuñó en los
cursos de Derecho Político dictados en el Ateneo de Madrid en 1820 y en las inolvidables "Lecciones de
Derecho Político" de 1836-1837, seguidas de las de Antonio Alcalá Galiano.

El Derecho Político como concepto, posee un sentido íntimamente coherente y bien diferenciado res-
pecto de la Ciencia Política, porque expresa un orden superior de valores y no pretende una asepsia ab-
soluta que no es dable en el ámbito de las ciencias del hombre. Al anteponer la palabra Derecho a la pa-
labra Política, se está indicando que debe existir una subordinación de lo político al derecho. Los princi-
pios superiores de convivencia se afianzan así en el constitucionalismo moderno, que exige la dignidad
humana como fin supremo de la organización estatal y de la actividad desarrollada en ella y en torno de
ella.

Unidad 2:
La Ciencia Política.
Platón y Aristóteles, que son los fundadores del pensamiento reflexivo en el ámbito político, habían di-
ferenciado el saber claro, preciso y cierto -la epísteme-, del saber genérico, incierto o difuso, que confi-
gura la mera opinión -la doxa-. La ciencia, hoy en día, presenta características similares al concepto de
epísteme.
En el siglo XX, se retorna en parte al concepto aristotélico de la ciencia. En efecto, Poincare, Von
Newman y otros físicos y matemáticos erosionaron la fe en la causalidad como una ley de inexorable
cumplimiento, donde dada una causa A se asegura necesariamente el efecto B.
En el campo de las ciencias sociales y especialmente en el de la política -donde la realidad está inte-
grada por el comportamiento humano-, no puede pretenderse la formulación de Leyes que respondan a
patrones rígidos o a secuencias causales estrictas.
En este ámbito, el hombre con su libertad, con sus valores, con su carga de irracionalidad y de lucidez,
con su personalidad irrepetible, es el protagonista que va tejiendo la urdimbre de la sociedad y participa
en todas sus instancias: toma el poder (faz agonal) y lo administra (arquitectónica) o lo sufre y acepta o
lo rechaza. En todas estas actitudes está motivado por finalidades, por valores y por sus características
espirituales y morales.
Por esta razón, nosotros creemos que una Ciencia Política que descarta valores y análisis culturales y
que pretende una objetividad matemática, es un absurdo.
Es por ello, que consideramos que nuestra disciplina debe perseguir un objetivo:
La búsqueda de aquellas regularidades sociales que se generan en la propia naturaleza del hombre y
cuyo análisis racional permitirá la formulación de un orden social y político justo, basado en el Derecho
Natural. Es decir, la ciencia de la política debe procurar como finalidad, establecer los principios y valo-
res que permitan configurar un sistema político tendiente al bien común, en procura del desarrollo pleno
de todos los hombres y de todo el hombre.
Comenzaremos por el estudio del pensamiento político a través de la historia y concluirá con el Estado
Moderno Occidental, tal como fue acuñado y desarrollado desde el Renacimiento Europeo hasta nues-
tros días.

Origen y desarrollo de la Ciencia Política.


En la Grecia clásica el pensamiento político llega, por primera vez a constituir un sistema. Las antiguas
culturas orientales habían producido regímenes sociales altamente desarrollados pero nunca lograron
formular una teoría política. Sólo en la libre atmósfera de Grecia podrían desarrollarse, de modo pleno
la discusión política y la literatura relativa a ella”. WALTER THEIMER, Historia de las Ideas Políticas.

En efecto, en Oriente sólo habían existido monarquías teocráticas y absolutas. En la Mesopotamia,


Egipto, China, India y Persia antiguos, se creía que el gobierno era de origen divino y los que lo ejercían
eran representantes o descendientes de los dioses. Esta concepción implicaba el despotismo y el menos-
precio del súbdito y la desvalorización absoluta de la persona humana.
La libertad del ciudadano griego deriva del hecho de tener la capacidad racional para convencer y ser
convencido mediante un trato libre y sin trabas con sus semejantes. SABINE. Historia de la teoría polí-
tica.
Esta actitud, que se reflejará en la originalidad de sus creaciones políticas -entre las que se destaca bri-
llantemente la forma democrática-, fue precedida por una revolución gigantesca en el ámbito de la cul-
tura y del pensamiento reflexivo.

Crisis y destrucción de la ciencia política.

La política sustituida por la ciencia económica.


La “Economía Política” como ciencia emergente, es un concepto acuñado por el mercantilista Montch-
retien, y señala el comienzo de la sustitución de la política por la economía, que pasa a ser el sustantivo,
el adjetivo sería política como equivalente de estatal. A partir del siglo XVIII la economía ha adquirido
una completa autonomía de orden intelectual, alcanzando su independencia respecto a las otras ciencias
y en especial, no quedan vestigios de su clásica dependencia respecto de la política.
Si bien el hecho de haber arrebatado a la política una vasta parte de su dominio era ya grave, el desarro-
llo de la economía le es aún más perjudicial, pues ésta manifiesta casi inmediatamente la pretensión de
reemplazarla. La economía no sólo quiere separarse de la política, sino desvalorizarla colocándola en un
segundo plano, poniendo en tela de juicio su importancia y su existencia.
El liberalismo nos conduce a una concepción minimalista del Estado, que queda reducido a su rol de
mero gendarme. Ese orden providencial, movido por la “mano invisible” a que aludía Adam Smith, se
autoregula mediante mecanismos automáticos como el mercado, que a través de los precios envía sus
mensajes vinculando a productores y consumidores, sin intervención del Poder Político.
Frente a este verdadero gobierno de las leyes económicas, al estado solo le resta mantener inalterable el
marco jurídico de respeto a los derechos de los individuos, asegurar la libertad de acción de los agentes
económicos y no intervenir en el amplio campo de la economía. El liberalismo ha reducido al Estado y a
la política a la mínima expresión.

La Política Sustituida Por La Sociología.


Se produce otro cisma, afirma Prelot que no deja de mostrar semejanzas en sus orígenes y en sus resul-
tados, con el de la economía. Es el que ahora separa lo político de lo social.
El autor alemán Robert von Mohl (siglo XIX) distinguió tajantemente la ciencia social de la ciencia po-
lítica. El concepto de social involucra a “las instituciones, las costumbres y los comportamientos no or-
ganizados directamente por el Estado”.
Prelot advierte que el orden de la sociedad es considerado infinitamente más rico que el orden jurídico
del estado. Es evidente que esta nueva percepción de lo social indica una severa desvalorización de la
ciencia política. Pero es mucho más grave para la integridad de la política la pretensión de lo social de
convertirse en ciencia autónoma y global bajo el nombre de sociología.
Augusto Comte fue quien acuñó el término sociología con la pretensión de que se trataría de la ciencia
por antonomasia. Primeramente la expresión física social no tuvo aceptación alguna, la palabra sociolo-
gía fue adoptada en la mayor parte de las lenguas con el sentido de un conocimiento general y objeto de
la constitución y del desarrollo de las sociedades.

La sociología así entendida se convierte en la ciencia de la arquitectura social, sustituyendo a la política


de su tradicional incumbencia en este vasto ámbito. Este hecho se agrava porque a la política, sólo se le
concede el papel de un arte de aplicación. La sociología la rechazó fuera de la ciencia y fuera de las fa-
cultades, porque en un medio universitario, decir que una rama del saber o de una actividad es un arte
implica arrojar el descrédito sobre ella”.
Durkheim, en cambio, consiguió que “la sociología fuera reconocida como ciencia y se le concedieran
cátedras”.

La Política Reemplazada Por La Ciencia Jurídica.


La escuela alemana será la que separe la política de lo jurídico, dando preeminencia al derecho.
Bluntschli marca esta ruptura en su obra Teoría del Estado Moderno. La política queda relegada a se-
gundo plano frente al Derecho, a quien competerá lo sustancial de la Teoría del Estado. El examen de la
constitución y los órganos del Estado le incumbirá al derecho público y el tema de los fundamentos del
Estado, a la Teoría General. A la política le restará el estudio de las actividades estatales y otros temas
meramente residuales.
A la política le resta el examen de la forma en que el Estado puede cumplir sus fines. Se convierte en un
estudio accesorio de carácter práctico y crítico. Como consecuencia directa de este retroceso y de esta
subordinación, queda asegurada la hegemonía del derecho público en la teoría general, frente a la polí-
tica y aislada y circunscripta, brilla con todo el prestigio que su rigor le confiere, explica Prelot.
Este proceso se ahondará hasta el punto que los autores inspirados en Paul Laband harán sólo derecho
público y no ciencia política, ciencia inferior e indigna de las cátedras universitarias.

La Política Desmembrada Y Abandonada.


Prelot señala que “la economía, la sociología y el Derecho público despojan de lo mejor de su sustancia
a lo que fue tradicionalmente el dominio de la política. El contenido de esta disminuye hasta desapare-
cer por completo, debido a la creciente especialización de las ciencias políticas”.
Existen ahora la sociología política, que estudia los fenómenos políticos en su aspecto social; la econo-
mía política que examina el Estado como agente o como marco económico; el derecho político, que
considera el aspecto jurídico de las instituciones y relaciones públicas, etc. Cada vez que aparece la polí-
tica es absorbida por alguna otra ciencia”. “A fines del siglo XIX la política desapareció como un sus-
tantivo que designa una ciencia autónoma y sólo quedó como calificación de otras disciplinas.

Como consecuencia de estos cambios el derecho deja de ser un orden normativo justo cuya finalidad ra-
dica en establecer la paz social para convertirse en una “pirámide de normas” que emanan del Estado y
pueden instaurar cualquier sistema de convivencia. Y se va en contra la tradición que tiene su origen en
Grecia y que partiendo de una valoración del hombre, fundamenta el Derecho y el Estado en un sistema
que pasa por la justicia y el bien común. Y esto implica la destrucción de un orden de conocimientos
que permitió a la humanidad el progreso de sus sistemas políticos y jurídicos. La irrupción de los tota-
litarismos del siglo XX, protagonistas de crímenes contra la humanidad, nos revela claramente lo que
podemos esperar de regímenes basados en la exaltación de lo irracional (deificación de la raza, de la his-
toria, etc.), y en el desprecio al Derecho Natural y la Justicia. Como dice el Evangelio: Por sus frutos los
conocemos.

Renacimiento de la Ciencia Política.


¿Que factores han permitido reconstruir, sobre bases firmes, a la ciencia política?
1- La restauración de la ciencia política a su jerarquía preeminente es hoy posible debido a la ardua tarea
preparatoria que se ha venido verificando desde el fin de la Primera Guerra Mundial.

2- El movimiento de reelaboración teórica de las ciencias del hombre y la sociedad que en forma pro-
gresiva comienzan la recuperación de los principios y los métodos propios de cada disciplina.
Cada ciencia debe estructurar su método de investigación de acuerdo al objeto de estudio y a sus pecu-
liares características. El modelo de la física no puede ser aplicado al estudio de estas últimas, que tiene
que ver con el hombre y con su conducta, y por ende con su libertad.

3- Herman Heller uno de los más destacados autores de esta corriente restauradora. Sus obras más recor-
dadas son “Los regímenes políticos contemporáneos” y “Soberanía”.
4- La Escuela Libre de Ciencia Política de Londres, pueden también ser señalados como centros de irra-
diación de la Ciencia Política.
5- El proceso de renacimiento de la política se afianza en la década decisiva 1945-1955, impulsado por
el ejemplo de las Universidades de los EEUU, que mantenían cátedras de estudio sobre el Gobierno
desde el siglo XIX y crearon a partir de esa realidad, sus departamentos de ciencias políticas.
6- Las casas de altos estudios norteamericanas vieron fortalecidas sus áreas de estudios políticos, mer-
ced al traslado de figuras de gran fuste como Carl Friedrich, que venían buscando el clima intelectual
propicio que no encontraban en Europa.

Este ejemplo cundió particularmente a través de la Unesco, donde el prestigio norteamericano actúa so-
bre muchos jóvenes espíritus que van directamente a tomar inspiración de la ciencia anglosajona.
Julliot de la Morandbere dirá impresionado por el renacimiento de la política, que se ha convertido en la
ciencia de moda. La primera y fatal consecuencia del renacimiento de la ciencia política debía ser nece-
sariamente un debate sobre su objeto. Jean Dabin proclama: “La ciencia política no es ni puede ser otra
cosa que la ciencia del estado. Tal era el objeto de la política en la antigüedad que no hay razones para
que el objeto de esta ciencia haya desaparecido desde Platón, Aristóteles y Cicerón.

El Método de La Ciencia Política.


Etimológicamente, método significa camino. En el ámbito del saber es la vía hacia el conocimiento de
un objeto. El método debe pues contemplar la naturaleza y las características propias del objeto y orde-
nar los pasos, las secuencias o procedimientos para hacer que el objeto sea comprensible.
En consecuencia, es claro que el objeto debe determinar el método. Este sencillo axioma no fue tenido
en cuenta por el Positivismo que había proclamado la aplicación de un único método en forma común al
conocimiento de las leyes o los fenómenos físicos y, también, a los objetos culturales.
Augusto Comte creador de la corriente positivista, descartó la exigencia de un método diferente que se
adecuara a cada núcleo de objetos. Propugnó la aplicación del método propio de las ciencias naturales y
físicas, a la sociología y a la política.
Guillermo Dilthey en su obra “Introducción a las ciencias del espíritu” , señaló la diferencia esencial y
tajante entre “Las Ciencias de la Naturaleza” y “Las ciencias del Espíritu”, y la necesidad de utilizar me-
todologías absolutamente distintas para cada ámbito. “La naturaleza la explicamos, la vida del alma la
comprendemos” .
Puede señalarse que el método del conocimiento de la realidad política, en función de su objeto, abar-
cará a grandes rasgos las siguientes etapas:
1.- Observación: se requiere la percepción sensible, el contacto directo con la realidad política.
2.- Descripciones de lo observado.
3.- Medición de los fenómenos:
a) mediante la cuantificación de los hechos: estadística, matemática.
b) mediante la clasificación y cualificación de los hechos.
4.- Aceptación o recusación de los resultados obtenidos.
5.- Generalización inductiva de la hipótesis práctica: la observación de los hechos políticos particulares
lleva a inducir y a generalizar una hipótesis.
6.- Hipótesis teórica: se explican los hechos particulares de los pasos 4 y 5.
7.- Se formulan las teorías o Las Leyes: luego de las comprobaciones y correcciones de las hipótesis y
de los resultados obtenidos.
Desde luego que cuando se habla de leyes en el campo de la política, se trata de formulaciones sobre de-
terminadas regularidades de los hechos políticos, que se fundan en la naturaleza del hombre.

El Objeto de La Ciencia Política.


El objeto de la ciencia política es la realidad que se intenta conocer y sistematizar. El problema que se
plantea está dado por la determinación y la delimitación de ese objeto.
Frente a esta cuestión se han intentado diversas soluciones:
1. Enumeración de los temas que abarcan la realidad política: es la solución provisional que surgió de la
reunión de especialistas promovida por la UNESCO en 1948, donde se elaboró una lista tipo de temas
que abarcan la realidad política total.
2. Otros autores han pretendido determinar el objeto mediante un solo concepto o una definición. La di-
ficultad estriba en la ambigüedad y extensión de la realidad política. La mayoría de los tratadistas se han
inclinado a señalar que ese concepto fundamental es o el Estado o el Poder.

Resumiendo, el objeto de esa disciplina según Heller es: El Estado moderno occidental (desde el Rena-
cimiento hasta nuestros días). Es decir que el objeto del conocimiento político consiste en el estudio del
Estado y de cierto tipo de actividad humana que se refiere a conquista del gobierno estatal (faz agonal) y
a lo que deberá construirse desde el Estado (faz arquitectónica). Esta descripción abarca, pues, el cono-
cimiento de las finalidades de la actividad política y de los temas mencionados en la lista tipo de
UNESCO de 1948, que reproducimos a continuación:

La lista tipo de UNESCO delimitó el contenido de la Ciencia Política, por la inclusión de los temas y
materias que resultaban importantes. Estos temas son:
1.) La teoría política:
• La teoría política.
• La historia de las ideas políticas.
2.) Las Instituciones Políticas:
• La Constitución.
• El gobierno central.
• El gobierno regional y local.
• La administración pública.
• Las funciones económicas y sociales del gobierno.
• Las instituciones políticas comparadas.
3.) Partidos, grupos y opinión pública:
• Los partidos políticos.
• Los grupos y asociaciones.
• La participación del ciudadano en el gobierno y en la administración.
• La opinión pública.
4.) Las relaciones internacionales:
• La política internacional.
• La política y la organización internacional.
• El derecho internacional.

Como puede apreciarse, la amplitud de los temas que en la práctica tienen que ver con la realidad polí-
tica excede a la teoría del Estado y también a una mucha más limi-tada teoría sobre el poder.
Jouvenel ha criticado la definición de la ciencia política por la enumeración que “evoca un trébol de
cua-tro hojas donde se ven bien las hojas, pero se busca en vano el tallo común. Una ciencia no puede
ser el resultado de una adición; sus diversos elementos deben integrarse en una teoría general”.
Sin embargo, no existe un pensador contemporáneo que haya sido capaz de elaborar esa síntesis.
Unidad 3:
El Hombre Como Protagonista De Las Ciencias Sociales.
No se puede desconocer que el hombre es un ser biológico. En cuanto a su “Bios” está sometido a las
leyes y determinismos de su naturaleza animal. Pero el hombre, tal como lo ha señalado Max Scheler, es
también un ser espiritual y en ese carácter pertenece por propio derecho al reino de la cultura de donde
emerge como ser libre, singular, dotado de una intimidad irreductible y de una intencionalidad transi-da
de razón.
El hombre, protagonista de las Ciencias Sociales no admite el reduccionismo unidimensional y biolo-
gista, que pretende practicar sobre él, la corriente Neopositivista y la Nuova Scienza.
H. Rickert ha expresado lúcidamente la advertencia de la necesidad de utilizar el método propio de las
ciencias de la cultura y del comportamiento a los fenómenos humanos y sociales. Las ciencias sociales
deben ocuparse del hombre y en última instancia el hombre es su sujeto y su objeto. Pero ¿a qué hombre
se refiere?, o mejor dicho, ¿qué es el hombre? objeto de nuestra ciencia. De la forma en que se conteste
esta pregunta esencial, depende la manera en que se estructurará nuestra ciencia. Esta pregunta no tiene
una respuesta unívoca. Cada época histórica ha presentado una concepción cultural, una idea sobre el
hombre, su misión y su naturaleza.

El Hombre Clásico (El Hombre Griego, El Romano).

En la antigüedad clásica se tenía una visión del cosmos como un todo finito cerrado sobre sí mismo,
perfectamente ordenado y sujeto a ciclos recurrentes. El hombre es parte armónica de ese orden cósmico
y su vida debe amoldarse a la norma del Estado que está regida por las mismas leyes que disciplinan el
universo. Los sofistas fueron los primeros filósofos que plantearon la existencia de una ley natural. La
actitud crítica de la Sofística llevó a Protágoras a proclamar desde una perspectiva relativista: El hombre
es la medida de todas las cosas.

Sócrates será un pensador que luchará contra el Relativismo moral de la Sofística y encontrará en el co-
nocimiento de sí mismo, realidad radical comprensiva del cosmos, la develación del misterio íntimo del
ser y el fundamento del crecimiento moral del hombre.

Platón a través de la Dialéctica intentará dilucidar las verdades resplandecientes que se encuentran en el
Topos Uranos: "son las ideas" - realidad final de las cosas y los entes- , a las que el hombre puede acce-
der mediante el intelecto. Su filosofar apuntará a restaurar la armonía del hombre con la Polis.
Aristóteles es quien retorna al hombre a la realidad, a su contexto de ser compuesto por cuerpo y alma y
rodeado de una circunstancia social. “El hombre es un animal político" -afirmará el Estagirita-. El hom-
bre solitario es una bestia o un Dios. Durante el período Helenístico, los estoicos pregonan que el hom-
bre es un "ciudadano del universo" y que su vida debe cumplirse dentro de una armonía plena con el or-
den del cosmos.

Pero a través de los siglos que abarca este largo período histórico, se va gestando y plasmando una idea
clara sobre el ser del Hombre, sobre su valor intrínseco y sobre su misión en el mundo.
Esta concepción sobre la dignidad eminente de la persona humana es el resultado de un largo proceso de
elaboración histórico cultural, cuyo movimiento inicial podemos reconocerlo en los poetas, filósofos,
artistas plásticos y políticos de la Grecia clásica.
Es en esa época Aurea en la que emerge una idea clara sobre el hombre como gran protagonista de la
política. Es el hombre dotado de libertad y de una voluntad propia que era impensable en los grandes
imperios orientales. En Asiria, Egipto, Persia, el hombre nada significaba. El único protagonista de la
historia era en esos países, el faraón, el monarca, representante de la divinidad en la Tierra.
En Atenas hemos visto imponerse, en el esplendor del siglo de oro s.v a. de c. -, la visión del hombre
como un ser autónomo, responsable de su destino y del destino de la polis y dotado por esta de los Dere-
chos correspondientes a su calidad de individuos libres: la Isegoria y la Isonomia, es decir, la igualdad y
la libertad de palabra.
La formulación categórica de estos derechos y libertades nos ha sido transmitida por el testimonio del
historiador Tucídides en su célebre reproducción del discurso fúnebre de Pericles, pronunciado en oca-
sión de despedir a los muertos en las primeras acciones de la Guerra del Peloponeso.
Este milagro, este viaje histórico que comenzó en Grecia, nos legó un tesoro invalorable y único que
será luego uno de los sillares de la cultura de Occidente.
El hombre de la Antigüedad tiene una idea clara de la armonía y de la proporción. Su visión del mundo
es limitada. El cosmos tiene contornos precisos, nítidos y finitos. El orden moral, la disciplina interior
del hombre debe guardar una estricta correspondencia con el orden social y cósmico. La Sofrosine es
una meta espiritual que se funda en la armonía del alma humana.
La Polis está ubicada entre el microcosmos humano y el macrocosmos universal. Su desenvolvimiento
justo depende de la virtud de sus ciudadanos. La Paideia, la Educación, debe tender a que cada hombre
refleje la armonía y la divina proporción de su espíritu y las proyecte desde su interior al orden social y
político.
El hombre clásico existe dentro de un orbe limitado y recurrente, que lo hace espantarse de traspasar
ciertos límites. El hombre antiguo no contempla el mundo “desde fuera”, sino que lo hace desde aden-
tro. La imagen de ese mundo es el resultado de una autolimitación que rechaza lo caótico infinito y re-
nuncia a lo desmesurado.
Es el resultado de un sentimiento de armonía que experimenta lo dado como “cosmos”: un todo bello y
ordenado. Por esta razón, no será capaz de reaccionar condenando lo injusto -no porque no lo percibiera,
sino porque acepta lo dado. Platón, no quiere una República numerosa, sino limitada en sus habitantes.
Un Estado cognoscible con la sola visión, con perfiles claros y precisos. Le aterran las naciones multitu-
dinarias donde la servidumbre masiva es ley. Tiene patente la imagen de los Persas. Los movimientos
intelectuales de los griegos no tendían pues a cambiar un mundo que aceptaban. Por el contrario, su pen-
samiento más bien quiso retornar siempre a una mítica Edad de Oro, preexistente y feliz, por ser ade-
cuada a la medida humana.

El Hombre Cristiano.
La cosmovisión cristiana iniciará una profunda y perdurable transformación cultural. El hombre no sólo
reconocerá su dignidad emanada de ser la obra cumbre de la naturaleza, sino que asumirá la realeza de
su condición de ser creado a Imagen y Semejanza de Dios. El hombre es Imago Dei, Criatura Divina po-
seedora de un destino trascendente y de una doble ciudadanía: por derecho propio es ciudadano de la
ciudad de los hombres y como hijo de Dios, es ciudadano de la civitas Dei.
La paternidad humana de Dios sobre todos los hombres, creó una nueva idea sobre la Fraternidad entre
los hombres y realzó la noción de igualdad. Al propio tiempo dio fundamentos trascendentes a la liber-
tad personal y a la incoercible e inviolable libertad de conciencia.

El Hombre Medieval.
La cultura resultante de la fusión del Dios judeocristiano y del pensamiento griego del mundo como
algo divino, que procede de un arché, de un Dios personal. El hombre en la nueva visión, cree en la re-
velación bíblica, que le da la seguridad de una realidad divina que está por encima del mundo. Dios está
en el mundo pero no pertenece a él, sino que está frente a él como soberano. Él es la personalidad pura y
lo auténticamente absoluto. La relación mítica del hombre con el mundo queda rota y se revela una
nueva libertad. Desde el punto de vista humano el misterio de la encarnación pone a su alcance un ar-
quetipo que moverá a su imitación. El cristiano ya no es un filósofo que carece de compromiso con el
mundo y con el prójimo. Él debe realizar a Cristo en sí, cristificarse. Al hacerlo en sí (microcosmos) es-
tará expandiendo voluntariamente el cuerpo místico de Cristo. Edificando la Civitas Dei en la tierra que-
rrá estar en todo de acuerdo con el macrocosmos ordenado por Dios. El hombre medieval tratará de re-
construir el mundo como un todo y asignar a cada ser un lugar de alguna manera necesario. El hombre
medieval se preocupa sobre todo por lo supraterrenal y se aleja de lo mundano.

El Hombre Renacentista.
El Renacimiento intenta plantear una reconciliación entre el mundo grecoromano y el cristianismo.
El planteo del retorno a la antigüedad tiende a insertar los valores mundanos, el arte libre, la irrupción
de la naturaleza, la aparición del amor humano, la libertad y los fines terrenales y sociales del hombre-
dentro de la gran concepción cristiana.
El Renacimiento abrió una corriente de exaltación del naturalismo y de los valores terrenales y sociales.
Nietzche sostiene que debe volverse a los presocráticos y que para restaurar al hombre en su esencia vi-
tal, debe lograrse que prevalezca la voluntad de poder que caracteriza al héroe, al superhombre. El hom-
bre común debe ser dominado por el superhombre, quien para serlo debe abandonar la moral cristiana.
Estas ideas condujeron al aplastamiento del hombre común, al holocausto de la Segunda Guerra Mun-
dial, cuyos ecos aún no se han extinguido. La línea pesimista sobre la condición humana será recepcio-
nada por el pensador inglés Hobbes que dirá que “El hombre es el lobo del hombre”.
A partir del Renacimiento se ha desarrollado un proceso de desintegración del concepto del hombre que
puede sintetizarse en las siguientes corrientes:

Pero el hombre no es una cosa reductible, un objeto unidimensional, “es una dirección del universo
mismo, más aún, de su fundamento".
El hombre tiene siempre aún en las peores circunstancias una reserva inexpugnable de su libertad, que
ningún poder de la Tierra puede allanar.
Ese hombre, restaurado, es al que debemos referirnos, sabiendo de antemano que nuestra visión res-
ponde sólo en parte a la pregunta ¿qué es el hombre?

La Concepción Cristiana Del Hombre. J Maritain.

Jacques Maritain, pensador católico contemporáneo dice: “el hombre antropológicamente es uno, pero
desde el punto de vista social puede ser considerado como individuo o como persona”.
Como individuo que pertenece a la especie humana, tiene necesidades y fines que se satisfacen a través
de la vida de relación, de su participación social y política. Éste es un ser social que debe sujetarse a las
normas y prescripciones estatales: jamás un hombre podrá tener un privilegio sobre los demás hombres.
El hombre como persona es un ser compuesto de cuerpo y alma y debe tener la libertad de elegir su des-
tino último para salvarse o para perderse. En esa dimensión, el poder no debe actuar ni interferir.
El Hombre Real.

El hombre concreto sujeto y objeto de las ciencias sociales es pues el hombre real y no el concepto abs-
tracto de hombre que puede aportar una ideología o una moda filosófica pasajera.
Miguel de Unamuno ha dicho que el hombre que a él le interesa es: el hombre de carne y hueso, el que
nace, sufre y muere, al que come, bebe, juega, duerme, piensa y quiere; el hombre que se va y a quien se
oye, el hermano, el verdadero hermano.

Unidad 4:
Realidad Social
Es obvio, que desde su origen el hombre se halla inmerso en la sociedad. Nace en el seno de una fami-
lia, vive, se forma y crece, contenido y estimulado por su permanente relación con otros hombres. Es
decir que el el hombre es el gran protagonista de la vida social y es quien construye esa realidad a través
de su actividad. Recibe la influencia permanente de la naturaleza, porque es un ser biológico y de la cul-
tura porque es un ser espiritual.
La realidad social es así una unidad dialéctica indestructible de naturaleza y cultura. La realidad social
es lo que ocurre cuando nos referimos a realidades habituales con las que tenemos que lidiar cotidiana-
mente. Esta realidad como tal se nos impone por su sola presencia y su aparente sencillez.

Los Escándalos Éticos. video

Este video causo en mi un impacto increíble, ya que me permite darme cuenta de las realidades tan ne-
fastas que se viven actualmente en muchas partes de nuestro mundo, es triste porque siendo seres hu-
manos pensantes y racionales, con grandes capacidades y habilidades para poder crear tantos recursos
para nuestro bienestar hagamos lo contrario, este vídeo nos muestra siete escándalos éticos los cuales
nos permiten ver la gravedad de lo ocurre en muchas partes , pero también las posibles soluciones y al-
gunos países donde estos escándalos están tratando de ser erradicados. Y dar solución a los problemas
sociales, culturales y políticos que se ven tan marcadamente y que afectan a una sociedad.

Dentro de estos siete escándalos se encuentran:

1° los excluidos (el hambre): este es impactante, ya que es increíble que teniendo tantos recursos tec-
nológicos, en biotecnología agricultura no los aprovechemos y en verdad se erradicara el hambre, la in-
formación que nos proporciona el Dr. Bernardo Kliksberg, (el cual es el padre del gerencia socia)l, es
increíble ya que nos dice que la tierra podría darnos para alimentar 10,000 millones de habitantes,
cuando solo hay 7000 millones de habitantes y a pesar de esto que hay una abundancia en comida están
padeciendo 1 millón 200 mil personas de hambre, ¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué sucede esto? ¿Por
qué Latinoamérica siendo un productor de alimentos sanos sus niños se encuentran desnutridos y pade-
cen obesidad?, 8 millones 200 mil personas mueren por año a que se debe al hambre.

Desde mi punto de vista siento que hay muchos factores que influyen en el hambre y desnutrición ya
que muchos de nuestros niños actualmente no tienen una adecuada educación sobre la alimentación
sana y otro punto que me parece importante es crear una conciencia de no desperdiciar alimentos ya
que muchas empresas desperdician tirando cuando podrían ser una fuente importante de proporcionar
alimento a quienes más lo necesiten.
2° Este escándalo es aberrante, pues saber que muchos niños mueren y que los hospitales se encuentran
llenos de gente enferma por el consumo de agua que no es limpia es absurdo, pero más absurdo es saber
que para la clase más baja el consumo de agua es económicamente más caro y ojo no siendo limpia, en
cambio el consumo en la clase media y alta es practicante gratis por el bajo precio que pagamos y
siendo potable, es muy egoísta esta situación porque el agua es un factor fundamental para todo ser hu-
mano y considero que todos deberían de gozar de de la misma manera el agua siendo potable y saluda-
ble.

3° instalaciones sanitarias, este escándalo ético nos permite darnos cuenta que en nuestra actualidad aun
existan personas que no tienen instalaciones sanitaria, lo cual trae consecuencias negativas para una
adecuada salud, aquí me pregunto ¿de qué manera apoya el gobernó de cada país? ¿Dónde se presentan
estas situaciones?, ¿Por qué no poner atención a cosas que son reales y que causan problemas inauditos
a las poblaciones y que pueden llevar hasta la muerte, es increíble la cantidad de 2 millones 400 mil
personas sin instalaciones sanitarias y las consecuencias catastróficas que esto conlleva.

Todos los escándalos anteriores, nos traen como consecuencia a uno de los más drásticos y dolorosos,
la mortalidad infantil, en este escando nos narra que se presentan infinidad de muertes infantiles, pero es
curiosa porque al nivel que se presenta en la medicina podríamos erradicar al nivel cero la muerte infan-
til, al igual que las muertes maternas, entonces mi pregunta no van tan lejos se queda aquí en México,
ocupamos el primer lugar en muertes maternas, a pesar del avance en la medicina, y pienso que hay mu-
chos factores que podrían presentarse para tal causa, yo aunaría unos cuantos más, como la falta de
atención de calidad hacia el paciente, la falta de información a las madres embarazadas como método de
prevención, la mala actitud y las deficiencias médicas y éticas que aún se presentan en muchos médicos,
y la gran pérdida de humanidad y de conciencia hacia el trato digno tomando en cuenta un parto huma-
nizado. Es triste darnos cuenta aun de tantas deficiencias y muertes cuando podrían ser realmente erra-
dicadas.

5° exclusión de jóvenes, escandalo nos permite ver cuantos jóvenes se encuentran sin un puesto laboral,
ver cuantos carecen de poder ejercer ya sea su profesión u oficios esto es preocupante porque al no ha-
ber recursos económicos y falta de puestos pues obviamente la delincuencia aumenta, la frustración en
jóvenes que pueden llevarlos hasta la toma de decisiones inadecuada por la falta de empleo, y los que
ocupan un puesto muchas veces no son remunerados de la mejor manera e incluso sufren muchos abu-
sos por partes de sus jefes, yo opino que aquí el gobierno debería poner mucha atención porque hay jó-
venes sumamente preparados, capacitados y con las bases éticas para poder mejorar nuestro país.

6° Discriminación de la mujer, nos permite ver un panorama donde en muchos lugares se presenta el
feminicidio, esto es algo sumamente preocupante como los diversos tipos de violencia que existen y
más marcadamente en Latinoamérica, ¿qué puedo decir? esto es una tristeza ya que aun en varios luga-
res de Latinoamérica aún no se erradica el machismo y solo se ve a la mujer como simple ama de casa,
donde tiene que estar dedicada a los hijos y hasta tiene que pedir permiso para trabajar o superarse ya
que si no lo hace puede ser castigada duramente. También es triste ver que para que la mujer hacienda
tenga que esforzarse el doble para alcanzar sus metas , pero lo bueno es que en diversos países ya están
erradicando muchas de estas formas machistas de pensar y considero que nosotras las mujeres no debe-
mos dejarnos caer sino ir en pro del conocimiento y de la preparación para poder afrontar cualquier as-
pecto de vida, y poder llevar a la par una familia que también es valido poder mantener un equilibrio en
tu parte profesional y personal.

7° medio ambiente, muchas personas no le dan el valor a la naturaleza y es uno de los principales recur-
sos que el ser humano tiene para sostenerse ya que de ahí se alimenta, proviene el agua y muchos de los
demás recursos que el ser humano necesita para sobrevivir y es triste ver como el propio ser humano
está acabando con la madre naturaleza y los ecosistemas, los ejemplo que nos mencionan es el calenta-
miento global que cada vez va en aumento. Y uno de los mayores asesinos del medio ambiente es el
capitalismo salvaje.

Kliksberg nos habla del último escándalo, probablemente el más importante ya que nos menciona que
es la causa central de todas las anteriores las desigualdades humanas que aún se presentan, la discrimi-
nación en las clases sociales que es un fa que factor que no nos permite tratarnos de igual manera ni
recibir de manera equitativa los beneficios y recursos que existen en nuestro mundo.

Se puede ver que aun en muchos países algunos escándalos éticos lo que hace que se consideren países
tercermundistas y por la tanto no haya aun un crecimiento global o un aumento en el índice de desarro-
llo humano, considero que deberíamos enfocarnos en nuestro país y trabajar todos como sociedad unida
comenzando con lo más importante eliminar las desigualdades sociales y humanas, para poder desarro-
llarnos más eficientemente y potencializarnos en el desarrollo humano y en los demás factores que po-
drían ayudar a nuestro crecimiento, persona, social y mundial, lo que meda la capacidad de creer que si
se puede es que vemos países donde quieren erradicar estos escándalos éticos , proporcionado la aten-
ción adecua, el valor hacia la mujer mostrando como han subido al gobierno y sus IDH han aumentado.

Deberíamos seguir los ejemplos que nos ayuden a crecer y a mejorar como país pero también como in-
dividuos y no olvidar que debemos de pensar en un bien común no solo individual. Considero que la si-
guiente frase de a Albert Einstein va de la mano “una vida dedicada a los demás merece ser vivida”.

La Mundaneidad, La Sociabilidad, La Politicidad


Se ha expresado que el hombre es el origen y el fin de la sociedad y del Estado. Esta afirmación es ver-
dadera partiendo del hombre real y concreto, integrado naturalmente en lo social y en la vida política.
Las dimensiones en que se mueve la vida del individuo y que emergen de su propia naturaleza son:
1) La Mundaneidad, 2) La Sociabilidad, y 3) La Politicidad. Estas dimensiones se refieren a la vida ex-
terior del ser humano.

1) El Hombre, Ser Mundano:


Es mundano porque el mundo es su sitio, su patria, y el escenario donde se desarrolla el drama de su
vida. En consecuencia, el hombre es un ser inexorablemente mundano porque él está en el mundo. No
existe otro espacio ni sitio donde el hombre pueda realizar la aventura de vivir. El contorno, circunstan-
cia o mundo es el contorno donde transcurre la existencia humana y en él están las cosas, los entes y los
seres humanos. Está abierto a la realidad y a lo otro que no es el mismo.
La vida del hombre se da pues en el mundo. El, en su vivir dramático, intransferible y libre, establece
diversas relaciones con las cosas y los seres. La relación de la persona con su contorno, es una relación
de sentido, de comprensión y de actuación inteligente sobre el mundo para aprovecharlo, disfrutarlo,
transformarlo o sufrirlo.
La vida del animal, en cambio es vía permanente de adecuarse pasivamente al medio. El animal -conti-
núa Ortega vive en perpetuo miedo del mundo y a la vez, en perpetuo apetito de las cosas que hay en él
y que en él aparecen, un apetito indomable que se dispara sin freno ni inhibición posibles.
Son los objetos y acaecimientos del contorno quienes gobiernan la vida del animal, le traen y le llevan
como una marioneta. El no rige su existencia, no vive desde sí mismo, sino que está siempre atento a lo
que pasa fuera de él, a lo otro que él.

2) La Sociabilidad Del Hombre.


Ortega y Gasset nuevamente viene en nuestro auxilio para esclarecer cómo se da naturalmente la vida
social, partiendo del hecho que el hombre es un ser esencialmente abierto a su prójimo. Su apertura es
una actitud innata y que se da necesariamente porque nace de la naturaleza profunda del hombre.
El hombre está abierto al otro, al ser extraño, a los que no son yo, los otros. El hombre es un ser social
porque convive y se relaciona con otros hombres.
El estar abierto al otro, a los otros es un estado permanente y constitutivo del hombre. Es el estado de
coexistencia y la matriz de cualquier posible relación social. Cuando la relación con el otro ser torna ac-
tiva, yo actúo sobre él y él actúa sobre mí.Esta relación social que nace de la acción recíproca entre las
personas, es una consecuencia inexorable de la naturaleza humana. El hombre es inexcusablemente so-
ciable. La sociabilidad humana es constitutiva del ser del hombre. El hombre está en el mundo y con-
vive con los otros hombres. La sociabilidad tiene su origen en mi vida que es la realidad radical y su-
prema.

3) La Politicidad Del Hombre.


No es otra cosa que la convivencia organizada. Podríamos agregar que la politicidad es una conditio
sine qua non de la convivencia; no es posible convivir sin que exista una forma, un cauce, un marco y
un orden previo. El hombre convive dentrode un orden del que forma parte. Si nos remontamos al preté-
rito del hombre lo encontraremos siempre encuadrado dentro de una organización social aunque sea de
carácter muy rudimentario. La afirmación categórica del Estagirita que el hombre es un animal político,
significa que es un ser constitutivamente político. el hombre originariamente convive en formal organi-
zada porque la politicidad integra y es parte de su ser.

Sociedad Y Comunidad
Toybee en su obra “Comunidad y Sociedad” distingue los dos conceptos. La comunidad se origina es-
pontánea y naturalmente sobre afinidades étnicas, culturales, religiosas, etc., entre los miembros que la
integran. Los ejemplos más nítidos de comunidades los encontramos en la familia, la más pequeña y la
Nación la comunidad de mayor radio.
En la comunidad los hombres están esencialmente unidos. Los tres tipos de comunidad según el autor
mencionado son:
1. La comunidad de sangre: nace del parentesco y su elemento nucleante es la casa. El hombre corriente
se encuentra o se siente más seguro cuando se encuentra rodeado de su familia.
2. La comunidad de lugar: deriva de la vecindad y se estructura en el poblado donde la proximidad de
las viviendas y los bienes comunales determina numerosas relaciones entre los hombres y hace que és-
tos se acostumbren a conocerse y tratarse mutuamente; el trabajo en común, impone el orden y el go-
bierno.
3. La comunidad de espíritu: proviene de la amistad y surge de Las Concepciones y actuaciones coinci-
dentes.

La sociedad, en cambio, se trata de de las sociedades comerciales, civiles, de fomento, se generan por
actos voluntarios y reflexiones de quienes las integran y tienen por fines el provecho, la utilidad y la ga-
nancia. La sociedad es pues un producto racional y mecánico.

Bidart Campos puntualiza que la comunidad es un organismo social, mientras que la sociedad es una
organización social; en la comunidad se da una comunión entre sus miembros, en tanto en la sociedad se
da un concurso de voluntades.

La Nación.
Ahora bien, la nación es una comunidad y no una sociedad. La nación es una de las comunidades más
importantes, y quizás la más compleja y completa que haya sido engendrada por la vida civilizada.
La palabra nación se origina del latín nasci, o sea de la noción de nacimiento; no obstante, la nación no
es algo biológico, como la raza. Es algo éticosocial: una comunidad humana basada en el hecho del na-
cimiento y el linaje, nacimiento a la vida de la razón y las actividades de la civilización, linaje en las tra-
diciones familiares, formación social y jurídica, herencia cultural, conceptos y maneras comunes, re-
cuerdos históricos, sufrimientos, aspiraciones, esperanzas, prejuicios y resentimientos comunes.

Una comunidad étnica puede definirse, hablando en general, como una comunidad de normas de senti-
miento, arraigadas en el suelo físico original del grupo así como en el suelo moral de la historia; se
convierte en una nación, cuando el grupo étnico se torna consciente del hecho de que constituye una co-
munidad de normas de sentimiento o mejor aún, tiene una psiquis común inconsciente poseyendo su
propia unidad e individualidad y su propia voluntad de perdurar en el tiempo. Una nación es una comu-
nidad de gentes que advierten cómo la historia las ha hecho, que valoran su pasado y que se aman a sí
mismas tal cual saben o se imaginan ser, con una especie de inevitable introversión.

Dinámica Y Estática Sociales


Lo social existe donde varios individuos entran en acción recíproca o interacción. El vínculo que se es-
tablece entre los hombres en esa interacción es la relación social. La combinación de interacciones y
relaciones se denomina proceso social y se encuadra dentro de la:
a) La dinámica social: es la actividad que realizan los hombres, -las conductas y los comportamientos-
en el seno de la sociedad. Esta actividad está constituida en gran medida por actos sociales.
El acto social tiene como requisitos indispensables:
1. La alteridad: la interrelación de una persona con otras.
2. La intencionalidad: yo y el otro al entrar en relación tenemos como propósito influenciarnos recípro-
camente.
Los actos sociales pueden ser actos sociales aislados y no dejar ninguna huella en el ámbito social. Ac-
tos interpersonales. No dejan ningún producto social; o pueden asumir una cierta regularidad, convir-
tiéndose en hechos sociales: la moda, el idioma, una institución.
b) La estática social: los hechos sociales corresponden conceptualmente a la estáti-ca social, porque de-
jan un producto objetivo o cristalizado, que puede estudiarse en una situación de reposo.

Movimientos Y Formaciones Sociales. Grupos E Instituciones.


El concepto de lo que es una formación social es muy amplio y poco preciso. Se re-fiere en general a
una organización social estructurada o una institución que tanto puede ser un club, o un gremio, una
clase social, los vecinos de un barrio, etc. El término formación social es similar por sus alcances y defi-
nición a Grupo.
Los movimientos sociales están identificados como el conjunto de interacciones, relaciones y procesos
sociales
La palabra masa definiría un conjunto de hombres reunidos en un espacio común, careciendo de la ca-
pacidad de decidir y de actuar, porque no existiría unidad de acción entre ellos.
Esta situación generalmente se daría en los pueblos muy primitivos donde el principio de aglutinación
responde a impulsos o reflejos provocados por amenazas, emociones o necesidades del conglomerado
humano. Pero no se verifica una unión voluntaria y reflexiva de los hombres que integran el conjunto.
En el instante que los hombres reunidos pueden comprender y decidir las acciones que van a emprender
en conjunto, nos encontramos ya en presencia de un grupo. El Grupo es un conjunto de personas que
tienen algo en común y que pueden eventualmente estar organizados o no y que pueden ser efímeros o
duraderos. Y si los Los grupos son organizados culminan en Instituciones: una universidad, el Estado,
la Iglesia, son instituciones.
Hauriov, jurista que desarrolló la “Teoría de la Institución”, define a esta formación como una idea que
se realiza y que dura en un medio social. La idea es la finalidad de la institución, la causa de su naci-
miento y desarrollo. Es la idea fundante que da vida y consistencia a la institución y también asegura su
identidad en el tiempo, aunque los hombres que la integran se sucedan y cambien.

Unidad 5 ideas políticas

Período De Las Comunidades Urbanas. Evolución de Atenas.


Los pueblos orientales.
La estructura social básica de los pueblos orientales era la tribu; ésta es el conglomerado humano unido
sobre la base de una religión concreta propia, que sirve de fundamento a todas las instituciones. El lazo
que une a los miembros de la comunidad con sus gobernantes sagrados y sus jerarquías, es ancestral y
constitucionalmente religioso. El individuo, la persona, no tiene vida propia. La ciudad no tenía un sig-
nificado vital, sino en cuanto era la morada de un dios.
Lo mismo ocurría con las ciudades cuyos nombres surgían de los dioses tutelares que residían en ellas.
El jefe sagrado era la fuente de donde manaba todo el poder y la propiedad de la sociedad.
Las civilizaciones históricas anteriores a Grecia no pudieron emerger de la estructura tribal donde la
pertenencia orgánica del individuo a la comunidad, desvaloriza a la persona e impide su desarrollo.

Egipto era una sociedad donde la tierra era propiedad de los reyes dioses.
Su sistema de creencias y de vigencias sociales lo definen como una teocracia. La religión muestra un
progreso enorme sobre la mentalidad primitiva.
La cultura Babilónica hace su irrupción en la historia hacia 1900 antes de Cristo. La estructura so-
cial era eminentemente tribal. El individuo era una astilla de la estructura teocrática y la propiedad per-
tenecía al monarca divino. Babilonia significa la Puerta de Dios
El plano religioso señala un progreso notable. Los dioses revisten una forma netamente humana y algu-
nos de ellos se representan como fuerzas cósmicas puras. Los planetas eran heraldos de la voluntad di-
vina. Los movimientos de los astros y sus posiciones revelaban los acontecimientos que tenían lugar en
el cielo; los que se registraban en la tierra eran un mero reflejo del acontecer celestial.
Los Persas (660 a.C.) consiguen trazar la primera religión superior. La estructura social todavía es de
carácter tribal, pero la religión se espiritualiza. La multiplicidad de dioses se reduce a dos potencias: la
Luz o el Bien y la Oscuridad o el Mal. La guerra entre las dos potencias que buscan el dominio de lo
material y espiritual, culminará con el triunfo del Bien. Al final de los tiempos habrá un juicio final y los
justos irán al paraíso. Persia se convierte así en la primera civilización con vocación de imperio univer-
sal.
Cuando el meridiano histórico se trasladó a Grecia comenzó una nueva fase en la historia humana: nació
el Estado y el primer atisbo de democracia como una forma más o menos autónoma de gobierno de un
pueblo libre y consciente de sí. Esta estructura social está ligada con una nueva concepción del ser hu-
mano: el individuo que se conoce a sí mismo y que intenta realizarse a través de la paideia. Los sofistas,
Sócrates, Platón, Aristóteles.

Importancia de Grecia.
En Grecia nace la reflexión política sobre la base del establecimiento de un Verdadero Estado y El
Principio de la Democracia, primera forma de autonomía de un pueblo libre y conciente de si.
Este hecho decisivo en la historia, se verifica dentro de un proceso más amplio: la lucha por la afirma-
ción de la individualidad humana y el conocimiento de sí mismo, que se articulaban a través de las
más diversas vertientes del pensamiento y del arte griego, conformando un conjunto de ideales educati-
vos (La Paideia), que apuntaban a la más alta excelencia del hombre individual. (La Areté)

Homero describe en "La Ilíada y La Odisea", un arquetipo humano, el ideal del noble, del héroe, del
individuo excelente, hacia cuyas virtudes debe enderezarse la formación humana.
Hesíodo en “Los Trabajos y los Días”, forja la ética de las clases medias, sobre el equilibrio, la justicia
y el trabajo.
Los Dioses del Panteón Griego son completamente humanos y los filósofos buscan los fundamentos de
la existencia humana en principios de Razón. Tales, Anaximandro y Heráclito se preocupan por explicar
las causas del mundo físico sin aludir a ninguna Teogonía (es una explicación de toda la realidad a partir
de las relaciones entre los dioses y otras fuerzas divinas como los titanes y los dioses olímpicos)

Solón había descubierto “las leyes naturales de la comunidad social y política”, señalando que el hom-
bre no es un objeto del Poder de origen divino, como creía el resto de los pueblos antiguos, que desvalo-
rizaban a la persona humana.
Sócrates se adentra en el alma misma de cada individuo para penetrar en el marav-lloso cosmos moral,
buscando la Eudemonia que significa la ARMONIA entre: La existencia moral del hombre y El orden
natural del universo.
La eudemonia se logrará indagando en el corazón del hombre, donde está escrita la ley natural, a la que
debe someterse, y mediante la cual logrará el individuo el dominio sobre sí mismo. Recordemos la ins-
cripción en el frontispicio del Templo de Delfos que indicaba “CONOCETE A TI MISMO” como un
imperativo de la perfección individual y social. Platón indica que el cuidado del alma es la tarea más im-
portante del hombre. Su obra "La República", es el primer gran tratado sobre Política y a la vez una
Teoría sobre la Educación.
Platón propone la imagen de un Estado cuyas “palancas, frenos y contrapesos” procedan del alma hu-
mana, del individuo educado. Se opone al “Estado de Derecho” ateniense, vaciado entonces de sustancia
moral, aunque formalmente respetuoso de los derechos políticos de los individuos que habían perdido su
sentido de pertenencia al cuerpo social. Este filósofo pretendía influir en Atenas, para arrancar a la Re-
pública de la demagogia, nacida del atomismo social y conducida por políticos corruptos, discípulos de
los sofistas.
En síntesis:
La herencia de Grecia significa que en “la esfera de lo humano, de las relaciones del hombre con su co-
munidad, se hizo patente un orden moral entre los seres humanos, un orden que afectaba al comporta-
miento de los hombres entre sí, y surgió el concepto de lo humano y del individuo humano”.
Desde el punto de vista estrictamente político, Grecia aporta como novedad la Teoría Política y las for-
mas paradigmáticas de Gobierno, entre las que, como primicia absoluta, surge la Democracia Ateniense.

La Polis.
La vida griega y romana se centra en la Ciudad-Estado Sagrada, la polis. Una polis no es sólo una ciu-
dad, sino al mismo tiempo una unidad política y religiosa completa, supone la soberanía religiosa y polí-
tica. La polis es efectivamente el cosmos social donde el hombre clásico desarrolla la totalidad de su
vida comunitaria. Fuera de sus murallas, carece de derechos y de deberes, es un extranjero que no perte-
nece a ningún otro ámbito social.

La Polis nació espontáneamente, naturalmente. Tuvo su fuente en la familia y la familia en la religión de


los antepasados. Nada tuvo que ver en su creación la razón, como sistema de ideas, ni la voluntad en la
formulación de un pacto. Las instituciones políticas y sociales nacieron con la ciudad porque los ciuda-
danos las contenían en germen en sí mismos, en sus genes, en su religión ancestral.

En el libro clásico “La ciudad antigua”, Foustel de Coulanges, afirma que la religión ha estructurado y
modelado la familia, el derecho y la Polis. El matrimonio sagrado ha enseñado a los hombres que la
unión conyugal es algo más que la unión efímera y caprichosa de los sexos. Al unir a los esposos en un
mismo culto, los hace compartir para toda la vida los derechos divinos y humanos, el mismo techo y el
mismo pan.

El individuo es sólo un eslabón en la cadena eterna de la familia, en la tierra están los que han muerto,
sobre ella los que viven, que la legarán a los que van a nacer. La propiedad es un derecho absoluto sobre
la tierra porque pertenece a ese ser eterno que es la familia.

El padre de familia tiene un poder absoluto sobre los miembros porque posee la posibilidad de engen-
drar la vida. Porque él es quien representa la continuidad del culto y del grupo y mantiene encendida
plenamente la llama del hogar, representación de la permanencia de la familia en el tiempo.

La familia, es pues, una monarquía bajo la autoridad del padre. Cuando se une a otras familias es para
formar la tribu, y la reunión de éstas constituye la ciudad antigua.

La polis era pues el marco de la reflexión de los pensadores griegos, donde surgen los principios de la
Ciencia Po-lítica.
En las 150 polis cuya organización investigó Aristóteles, con el propósito de esbozar la teoría sobre la
constitución del Estado, los ciudadanos participaban activamente en la vida política. El Estagirita ex-
plica que la polis nació para hacer posible la vida y para que fuese digna de vivirse.

En Grecia, por primera vez en la historia, la ley no resulta una imposición de un déspota, sino que pro-
viene de la decisión de los ciudadanos de la polis. La libertad política nace en el seno de las ciudades-
estado griegas, por la participación del ciudadano en la sanción de la ley, en la administración de la jus-
ticia y en la marcha del Estado. Se genera así, el germen de la democracia, desarrollándose en los ciuda-
danos una nueva conciencia del valor de cada persona y el respeto por su ámbito de libertad y su capaci-
dad de autogestión.
Otro hecho político de fundamental importancia aportado por los griegos, es el haber impuesto a los go-
bernantes la obligación de rendir cuenta de sus actos y responder por sus errores.
Pericles, el ilustre político que daría su nombre al siglo V a.C. define así al sistema ateniense:
Nuestro gobierno se llama democracia, porque la administración del Estado no pertenece a unos pocos
sino a muchos. Por lo cual, cada ateniense de cualquier condición que sea, si tiene algún conocimiento
de virtud, está obligado a procurar el bien y honra del Estado y siendo nombrado para las magistraturas
y las dignidades, será honrado y aceptado, no en razón de su linaje o solar, sino únicamente por su vir-
tud y bondad.
Como puede apreciarse, la noción de un gobierno encarnado en un hombre que representa la divinidad,
es reemplazada por el concepto de un Estado encarnado en leyes.
En el desarrollo de la Ciencia Política, es imprescindible detenerse a estudiar la evolución de Atenas,
porque esta ciudad dio origen a la democracia como régimen de gobierno y a la reflexión epistemoló-
gica acerca de la política.

Pericles: El Siglo de Oro de Grecia


Tucídides expresó su admiración hacia Pericles -hijo de Jantipo- señalando que fue el hombre más influ-
yente de Atenas, el que tenía más habilidad en la palabra y en la acción.
Había sido educado cuidadosamente por el sofista Damón quien lo inició en las artes oratorias.
Posteriormente se constituyó en su torno el círculo áulico de la intelectualidad Ática. En esa brillante
pléyade brillaron con luz propia el Sofista de Mileto -a quien Platón dedica uno de sus diálogos inmorta-
les-, Hipodamo de Mileto -padre de Aspasia, la esposa de Pericles y uno de los grandes urbanistas y po-
líticos teóricos de Grecia; Aristóteles lo consideraba original en todos los aspectos de su vida y que dio
la idea de una excelente constitución".
En su juventud Pericles abrazó la causa del partido democrático y conjuntamente con Efialtes, lograron
el poder tras dos décadas de ardua labor agonal, pudiendo realizar las reformas que condujeron a Atenas
a la plenitud de su vida democrática. Fue elegido para el cargo de estratega anualmente desde el año 458
al año 429 a.c.
Los objetivos del partido democrático bajo su conducción fueron:
1.- Perfeccionamiento del régimen democrático directo, fundamentado en la Constitución de Atenas, a
la que se le introdujeron algunas reformas.
2.- Como política externa, Pericles se propuso y consiguió que Atenas se convirtiera en un gran imperio
talasocrático marino bajo el lema “el porvenir de la ciudad está en el mar”.
3.- Propició el embellecimiento de la ciudad de Atenas y la convirtió en la ciudad “luz de Grecia”. El
auge de las artes, la filosofía y las ciencias fue de tal magnitud, que el siglo V a de c. ha sido denomi-
nado el Siglo de Oro de Grecia.
Pericles anuncia -en la célebre oración por los caídos en la Guerra del Peloponeso que transcribe Tucídi-
des-, la originalidad de las instituciones políticas de Atenas. “Nuestra Constitución no se siente celosa
de las leyes de nuestros vecinos, expresa. Por el contrario, es el prototipo de las leyes de los demás esta-
dos. Más que imitar a los demás, servimos de modelo” y la democracia ateniense se ha constituido en La
Escuela de Grecia.
Ha recibido el nombre de democracia, por no estar en manos de una minoría sino de la mayoría, sen-
tando así el principio de la soberanía popular-.
Según Pericles los principios y libertades que caracterizan a la Democracia ateniense son los siguientes:
La Isonomia: Todos los habitantes de Atenas “de acuerdo a las leyes, gozan de igualdad”. Los atenien-
ses son iguales en la solución de los diferendos entre los particulares, iguales en la obtención de los ho-
nores debidos a los merecimientos y no a la clase.
La Isegoria: Todos decimos libremente nuestra opinión sobre el interés público. No creemos que las pa-
labras perjudiquen las acciones.
Croiset señala que esta frase define el estilo de la Democracia Ática, que se halla regida por la “sobera-
nía de la palabra elocuente.
El contraste entre este estilo deliberativo y participativo con el laconismo espartano está intencional-
mente destacado por Pericles.
El modelo de constitución antitético al régimen político de Atenas es el fundado por Licurgo para Es-
parta Polis que es un arquetipo del régimen aristocrático.
El amor a los hombres como fundamento y causa de la democracia ateniense está expresado magistral-
mente por Pericles en este pasaje.
La Filantropía: Ofrecemos nuestra ciudad a todos los hombres: ninguna ley aparta a los extranjeros ni
los priva de nuestras instituciones y de nuestros espectáculos. Sólo nosotros somos serviciales sin reser-
vas mentales, sin cálculo interesado por el solo impulso de una generosidad sin desconfianza.
La visión de Pericles sobre la Democracia ateniense refleja una concepción equilibrada de la vida hu-
mana en un contexto de libertad personal y de desarrollo pleno de todas las potencias del hombre, que
sólo sería posible dentro de un régimen político como el ateniense.

Los Presocráticos VI - V A.C. Período Cosmogónico.


Hacia el siglo VII a.C. se produce un gran cambio de la actitud humana. Este fenómeno sucede en Gre-
cia por obra de una minoría de hombres peculiares, a los que se llamó filósofos.
Esta actitud novedosa consistió en la búsqueda racional de la verdad, primero acerca de la naturaleza del
universo (Jonios), luego del ser (Pitágoras-Parménides) y finalmente del hombre. (Sócrates)
La fuerza impulsiva que presidía esta nueva posición del individuo frente al cosmos, era la maravilla, el
deseo de conocer, de desentrañar el secreto de las cosas y los fenómenos que subyace bajo la apariencia
que perciben los sentidos.
Todos los pensadores presocráticos creyeron que tras las cosas mutables o cambiantes, existía un subs-
trato que permanece, una causa originaria que las hace nacer y a la cual retornan al corromperse.

Los Milesios
Tales de Mileto
Considerado el primer filósofo nació en el año 625 a.C. Se lo consideró uno de los 7 sabios de Grecia.
Tales confía en el Testimonio de los sentidos que atestiguan la realidad, la pluralidad de las cosas parti-
culares, y en la de la razón que busca por debajo de ellas un principio común inmutable. Ese primer
principio (El Arjé), es aquello de lo que están hechas todas las cosas. Según Tales, el Arjé era el agua.
Anaximandro
Llamó al arje, el ápeiron, una palabra que significa indefinido o ilimitado. Esa materia fue llamada di-
vina, porque siempre permanece, porque toda realidad es ella.
Todos los males surgen cuando el hombre se separa de la unidad. A medida que la división se adueña de
todas las cosas surgen los dolores de la separación, que destruyen la serenidad y la paz de lo uno.

La Dialéctica: Heráclito.
El primer representante del Pensamiento Dialéctico es Heráclito de Efeso “el Oscuro”. Según Diógenes.
Heráclito estaba en el apogeo de su genio hacia el año 504-503 a.C. Heráclito era del partido noble-mi-
noría áulica que respondía al imperialismo persa-. (Efeso era una ciudad jónica que estaba bajo la pro-
tección de Persia). Spengler dice: Vemos a un hombre, cuyos sentimientos y pensamientos estaban del
todo bajo el dominio de una desenfrenada inclinación aristocrática, tenía hacia ésta una fuerte disposi-
ción por nacimiento y educación, que había sido estimulada y aumentada por la resistencia y las desilu-
ciones. Nietzsche no lo consideró oscuro, sino que la considera el fundador de la verdadera filosofía.

Los rasgos distintivos de su doctrina son: Su antitradicionalismo. Se pronuncia contra los ideales de la
paideia griega (los ideales de la educación). Reprocha a Homero y Hesíodo por ser los que acuñaron los
arquetipos del hombre griego, sobre los que debía trabajar la educación de la niñez y la juventud.
Heráclito sostenía que “Está en poder de todos los hombres conocerse a sí mismos y ser sensatos”. El
pensar es común a todos. Ser sensato es la máxima virtud y es sabiduría decir la verdad y obrar con-
forme a la naturaleza.

La Metafísica. Parménides - El Ser


Parménides de Elea, se encuentra con el intento dialéctico de Heráclito, quien sostenía que una cosa era
y no era al mismo tiempo, puesto que el ser consiste en estar siendo, en el fluir, en el devenir.
La respuesta de Parménides, es que este punto de vista es absurdo. La idea del devenir implica necesa-
riamente que lo que ahora es, no será en un momento próximo.
El Ser de Heráclito está en un tránsito permanente hacia el no-ser, de lo que antes era. Ese postulado es
absurdo, ininteligible. Hay que oponer a esas contradicciones un principio de razón que no falle nunca,
pues es ilógico admitir que una cosa es y no es al mismo tiempo. Ese principio lo expresa en un axioma:
El ser es y el no ser no es. La lógica, la razón, es la única guía para conocer.
Las cosas fuera del sujeto son exactamente idénticas a sus pensamientos. Lo que yo no puedo pensar
porque es absurdo, no podrá ser en realidad. Se ha producido la identificación del Ser con el Pensar.
Parménides afirma haber recibido este principio de identidad por revelación de parte de la diosa. Ese
anuncio lo hace imitando el estilo órfico, como para resaltar su origen místico.

El Período Antropológico o Humanístico.


Se caracteriza fundamentalmente porque dirige la mirada hacia el hombre y los temas específicamente
humanos, abandonando progresivamente la especulación sobre el mundo físico y su origen.
Los nuevos temas versan sobre la ética, el Estado, las leyes, los valores, el mundo social, que en un pri-
mer momento plantean los sofistas.
Este período de esplendor filosófico comienza con Sócrates, que se alza contra los sofistas responsables
de la decadencia Ateniense según los deja entrever Platón y culmina con el sistema totalizador de Aris-
tóteles.

Los Sofistas
Los sofistas integran un grupo de personalidades representativas de una época que tiende al individua-
lismo extremo. Su florecimiento coincidió con la decadencia de la democracia ateniense y la aparición
de los demagogos, que en muchos casos eran discípulos de los sofistas. Esta simultaneidad histórica jus-
tificó la imputación de que fueron la verdadera lacra de Atenas. Platón les asigna el honor de haber vul-
garizado la retórica, la astronomía, el cálculo, y la música.
Se llamaron sofistas por cuanto eran profesores de sabiduría (sophia). Protágoras, sofista de enverga-
dura, había proclamado que: “el hombre es la medida de todas las cosas”, poniendo el centro de gravita-
ción de su enseñanza en las ciencias del hombre y en especial, de la política.
A ellos se deben también, los primeros estudios de derecho comparado: entre las leyes de Atenas y la de
otras polis o también con los países bárbaros. Uno de los métodos de la ciencia política es la compara-
ción que favorece la madurez del espíritu crítico y el progreso de las instituciones.

Los sofistas señalaron que: para gobernar un Estado no son ya suficientes los viejos usos y las leyes sa-
gradas, siendo necesario, ante todo, persuadir a los hombres y actuar sobre voluntades libres. La sofís-
tica entraña una pedagogía utilitaria que prepara a la clase dirigente para el triunfo. La democracia
griega requiere oradores flexibles, que dominen el arte retórico y la elocuencia, para poder imponer su
criterio en las asambleas multitudinarias.

Brinton dice que ellos: enseñan la manera de usar esa nueva herramienta que hemos llamado razón.
Consideran que ella constituye un instrumento admirable en manos de personas inteligentes y ambicio-
sas y de guiar a tales personas hacen su profesión. Sus discípulos podrán abrirse camino hacia el éxito
por encima de la gente corriente de moral rutinaria y limitada. Aristófanes, en su comedia “Las Nubes”,
presenta a los sofistas enseñando a un joven cómo debe hacer para no pagar sus deudas.
Los sofistas no eran científicos ni pensadores abstractos, querían realizar su influjo sobre la sociedad.
El espíritu griego, que se había revelado capaz de grandes realizaciones, se va deslizando, por causa de
la prédica de los sofistas, hacia una dialéctica sutil, capciosa, engañadora y a fin de cuentas, destructora
de todo.

Sócrates.
Werner Jaeger expresa: Desde el punto de vista histórico, la sofística constituye un fenómeno tan impor-
tante como Sócrates o Platón. Es más, no es posible concebir a estos sin aquella.
Sócrates y los sofistas tenían el mismo enfoque, penetrar en la ciencia de la naturaleza humana. Los pro-
blemas que motivaron sus elucubraciones y sus enseñanzas, versaban sobre la ética, la política y los va-
lores que dan sustento a sus acciones, la psicología, la pedagogía y la retórica.

La diferencia fundamental la indica el propio Sócrates en uno de los sutiles diálogos platónicos donde
dice al sofista Calicles, yo soy amante de la verdad, mientras que tú, amas a la masa del pueblo.
En su búsqueda de la verdad el filósofo descubre que ella reside en nuestra alma, en nuestra entrañable
intimidad. Su método la mayéutica, de la partera procuraba hacer nacer, hacer parir la verdad desde el
interior de su interlocutor a través de la dialéctica, del diálogo esclarecedor. Mi madre era partera de
cuerpos yo soy partero de almas.
Toda conversación socrática era un pequeño drama, casi siempre insignificante y tri-vial al comienzo;
pero el interlocutor que se dejaba cautivar sentía pronto la fuerza de una imaginación original que se
apoderaba de él y lo arrastraba con tal seguridad, que no le era dado sustraerse a su influjo. No quería
inculcar con habilidad propia del sofista teorías personales, sino despertar en ellos el gusto de pensar por
sí mismos, ayudándoles a expresar ideas innatas y a transformar en conscientes los elementos de verdad
que poseían inconscientemente.

A mí y a mis amigos, los discursos de Sócrates nos producen un efecto extraordinario. Cuando escucho
a Pericles, lo encuentro elocuente pero no me hace experimentar nada semejante: mi alma no se turba ni
se indigna, como me acontece cuando escucho a Sócrates, quien me hace entrar en mí mismo para con-
vencerme de lo que me falta. Decía el brillante político y estratega ateniense Alcibíades.

Era un sabio libre y feliz, que cumplió con todos sus deberes patrióticos, demostrando valor en la guerra
y entereza como ciudadano. Enseñó a sus conciudadanos la búsqueda de la verdad, la justicia y la moral.
Al sostener que el ser humano está integrado por cuerpo y alma, y que en esta última, residen las esen-
cias del bien, la verdad y la belleza, sentó una posición contraria al materialismo y utilitarismo de su
época dominada por la enseñanza de los sofistas.

En el año 399 a.C., tres atenienses Melito, Anito y Licón acusan a Sócrates de corromper a la juventud y
de desconocer a los Dioses del Estado. Platón, en su libro "Apología de Sócrates", narra la dramática y
serena defensa que el filósofo hizo de sí mismo ante el Tribunal de los Heliastas.
La grandeza de su espíritu, su temple, su ironía sutil, y sobre todo la coherencia entre su prédica y su
vida alcanzan una intensidad culminante en este proceso inicuo y en su muerte, que lo enaltece y lo pro-
yecta a la posteridad. Este hecho crucial impresionó tan vivamente a su discípulo Platón, que sus obras
más importantes tienen a Sócrates como protagonista y a sus diálogos como el vehículo más eficaz para
transmitir a la posteridad sus enseñanzas y reivindicar la figura de su maestro.

Platón: de La República a Las Leyes


“Hay que figurarse a Platón como un hombre robusto que respiraba profundamente, y de raza de reyes.
En el estilo de su pensamiento y de su vida, en sus aventuras, en su manera de entrar en los temas, de
tratarlos con pasión, con altivez, con una especie de indiferencia, de alargarlos excesivamente, y des-
pués, terminarlos por sorpresa, hay la desenvoltura de un señor.
Platón se presenta en estado de discípulo como si supiera que una cosa bella es más bella aún en estado
de reflejo. Sócrates era para él, como Jesús para Juan el Evangelista, la verdad encarnada en apariencias
difíciles de penetrar si no se goza de un impulso de amor.
Al morir Sócrates, su discípulo preferido, Platón, tomó su causa y dio testimonio de sus esclarecidas
ideas morales y políticas. Los nombres de Sócrates y Platón se han unido indisolublemente en Los Diá-
logos platónicos para la posteridad, señalando una línea permanente de pensamiento político.

Es aquella posición que pregona la necesidad de educar al hombre para la virtud, para el ejercicio cons-
tante de la moral, la que constituye el único fundamento del Estado y del Bien común.
Sócrates -como él mismo lo declara, según el diálogo platónico, “Apología de Sócrates”- no tenía un
interés específico en la política, sino en el perfeccionamiento de cada persona, Platón, en cambio, es un
pensador político que utiliza las enseñanzas morales de Sócrates, para su arquitectónica del Estado. Pla-
tón era ante todo un constructor de ciudades, la política era su vocación y quiso dar reglas para instituir
una ciudad perfecta.

La República
Es el diálogo más importante que escribió Platón sobre el Estado ideal. En griego su título era “Poli-
teia”, etimológicamente el Estado. En esta obra, Sócrates aparece descripto como el maestro por antono-
masia. Platón propone la creación de un Estado ideal, que es el espacio social adecuado, el marco que
necesita el hombre educado para vivir y desarrollar todas sus potencialidades.

El Estado es una obra de los ciudadanos, a la que se arriba tras un proceso de formación y educación hu-
mana.
La muerte de Pericles había dejado a las masas atenienses a merced de la seducción de demagogos ines-
crupulosos que instrumentaban la ley conforme a sus intereses. Los sofistas habían sido los responsables
de la formación de esa dirigencia corrupta.

La ciudad de Atenas antes esplendorosa, había sido vencida y humillada por su con-trincante, Esparta,
cuyo triunfo señaló las ventajas de la constitución aristocrática.
El derecho y la ley en el momento de la decadencia de la Polis eran la expresión del partido más fuerte.
Es por esa razón que Platón inaugura el diálogo sobre “la República” con un protagonista que es, en sí
mismo, “el hombre justo”. En efecto, Sócrates -ese protagonista- es quien rechaza las teorías de los so-
fistas representados en el libro por Trasímaco, quien sostiene que lo justo es lo que conviene al más
fuerte.
En contra de la actitud cínica antiética de los sofistas, Platón señala que el bien es una aspiración natural
del hombre y que el político debe aplicarlo como meta y arte del Estado. Sólo a través del bien puede
esperarse toda salvación.
Platón renuncia al modelo de Estado de Derecho ateniense, con su respeto por la ley y el postulado de
igualdad de derechos para los ciudadanos grandes y pequeños, por-que piensa que estas son simples for-
mas que tienen valor cuando existe una sustan-cia moral que las alimenta y mantiene. El hombre justo
no necesita el auxilio de las leyes ni de los tribunales, ya que se trata de un individuo que posee plena
conciencia de su responsabilidad.
La restauración del Estado se logrará mediante la perfección de las virtudes del ciudadano. Existe una
simetría perfecta entre las virtudes humanas y las funciones que deben cumplir las distintas clases. La
justicia del Estado se basará en las conductas virtuosas de los ciudadanos.
La Justicia que es el cimiento del Estado perfecto, se fundamenta en que cada ciudadano cumpla cabal-
mente con las tareas que debe desempeñar de acuerdo a su clase en el seno del Estado.
Estas categorías sociales no constituyen castas cerradas, sino que cada ciudadano debe ser ubicado en el
lugar que le corresponde de acuerdo a sus aptitudes y virtudes.

En la República, Platón quiere demostrar que sólo una esmerada educación es capaz de implantar la jus-
ticia -que engloba la prudencia, el valor y la templanza- en el alma individual, desde donde luego se es-
parce en toda la vida de la comunidad. La polis perfecta no puede brotar sino del modo de ser ideal cuya
noción existe en nosotros. De ahí que el primer paso hacia su advenimiento sea una educación construc-
tiva de la personalidad humana.
El Estado sano no requiere del rigor de las Leyes. En el Estado dominado por el vicio, las leyes son
inoperantes para curarlo. El Estado sólo puede salvarse por la Educación, porque ésta forma a los ciuda-
danos en la virtud y les revela que la justicia es la finalidad última de la vida social.
Establecer este orden en el alma del individuo es tarea del educador. La Educación es la base misma de
la política, porque en el Estado el orden debe asentarse en los mismos principios y asegurarse por los
mismos medios que en el individuo: sólo formando ciudadanos justos y jefes prudentes, se llega a esta-
blecer la paz y la justicia en la ciudad.
La novedad profunda que aporta Platón en La República es que su Estado no busca subordinar al hom-
bre, sino que debe ser un instrumento de la perfección moral y de la realización del individuo.

Las Leyes.
Es el último diálogo que Platón escribe sobre la Política y es una obra de su vejez.
La síntesis de Jean Touchard sobre su contenido es muy concisa y clara, razones por las que procedemos
a su transcripción:
"Las Leyes". "Las Leyes, obra de vejez, tiene, aunque sólo en apariencia, intenciones más realistas. Pla-
tón no intenta describir el Estado ideal, sino describir tan sólo el mejor que se pueda construir en la
práctica. El Estado será teocrático e intolerante y, en especial, el ateísmo será perseguido severamente.
Continuamente se mezclan con las disposiciones legales, prescripciones religiosas imperativas que ha-
cen que la religión y el derecho se apoyen constantemente.

Se garantiza así la unidad moral de la Ciudad. Platón obtiene en conclusión que el gobierno más estable
será una aristocracia agraria de base bastante amplia. Concibe en consecuencia la idea de una ciudad de
5.040 habitantes. De esta forma la estabilidad estaría asegurada.
Una serie de cuerpos de funcionarios controlan la existencia de los ciudadanos. El omnipotente “Con-
sejo Nocturno” dirige la vida moral y material de la Ciudad. El magistrado principal se ocupará de vigi-
lar la educación, que será extremadamente estricta. El matrimonio obligatorio, las comidas en común, la
minuciosa reglamentación de la vida cotidiana, la prohibición de los viajes al extranjero, la denuncia
obligatoria para todos, una rigurosa legislación sobre la moneda, meticulosas disposiciones sobre la mo-
ralidad privada, un estatuto especialmente duro para los esclavos; todas estas medidas tienen como obje-
tivo mantener elevado el nivel de las costumbres y sofocar cualquier veleidad de independencia.

El Cristianismo.
Cristo nace en un momento paradigmático: es la era de la plenitud de los tiempos: del Imperio inaugu-
rado por Augusto y celebrado por el poeta Virgilio en su 4 Égloga, como el instante de inflexión histó-
rica que anunciaba el novus ordo seculorum, es decir el nuevo orden mundial.
La decisiva influencia del cristianismo en el desarrollo de la cultura Mediterránea se realiza por una re-
novación espiritual profunda.
Esta transformación tiene su centro de gravitación en el interior del hombre. Cada Cristiano debe edifi-
car dentro de sí, el Reino de Dios, que es una realidad de orden espiritual y de carácter eterno, renun-
ciando a las pasiones carnales, a la ambición de poder y de riqueza.

El orden Político, la organización económica, las jerarquías políticas y sociales, se muestran en El Evan-
gelio como realidades terrenales de carácter relativo y efímero, sin valor desde la perspectiva de la sal-
vación. El orden legal, precisamente por esta característica de ser mero dato de la existencia terrenal en
cuanto RESULTE neutro para la salvación del alma, debe ser acatado por los cristianos.
El cristianismo alejado de toda vocación terrenal, carecía de un cariz revolucionario. Pero en el año 64 d
C. Nerón comenzó la era de las persecuciones que concluirán en el año 313, bajo la dominación de
Constantino.
Este emperador promulgó el edicto de Milán que dice: “Nos, Constantino y Licinio, Au-gusto, hemos
pensado que convenía establecer las reglas por las cuales deben organizarse el culto y el respeto debidos
a la Divinidad. Concedemos a los cristianos y a todos nuestros súbditos la libertad de practicar la reli-
gión que prefieren. Hacemos, pues, saber nuestra voluntad para que la libertad de abrazar y seguir la re-
ligión cristia-na no sea negada a nadie, sino que se considere lícita a cada cual consagrar su alma a la
religión que le convenga. Conviene que todos los hombres en lo relativo a las cosas divinas puedan se-
guir su propia conciencia.
Este proceso de lucha de los cristianos por la “Representatividad” que fue causado por las persecuciones
llevadas a cabo durante un siglo y medio, culmina el año 394 cuando Teodosio el Grande proclama el
Cristianismo como religión oficial del Imperio.

San Pablo y La Iglesia.


Saulo nació en la ciudad helénica de TARSO, ubicada en Asia Menor, en el seno de una familia hebrea,
que por su importancia social y económica había adquirido el goce de la ciudadanía Romana. En su per-
sona resumía tres vertientes culturales -griega, judía y romana- que se conjugarían para hacer posible
una rápida Evangelización del mundo civilizado.
Esas condiciones destinales le permitieron dirigirse a los atenienses -en el Aerópago y ante el altar le-
vantado “Al Dios Desconocido”- para anunciarles la buena nueva del Evangelio en su propia lengua y
de acuerdo a su más entrañable y auténtica Tradi-ción, le facilitó su acción persuasiva sobre los romanos
y judíos y le permitió llevar la luz de la Revelación a Macedonia, Grecia, Chipre a Asia menor y Gali-
cia. Estos viajes están narrados en los hechos de los Apóstoles por San Lucas.
Saulo fue -antes de su conversión en el camino a Damasco- un judío ortodoxo, que había aprendido a
leer el Texto Bíblico con los doctores de la Ley Mosaica de Jerusa-lén. Firme creyente había perseguido
tenazmente a los cristianos, hasta que Cristo se le apareció preguntándole: Saulo ¿Por qué me persigues?
Esta experiencia espiritual provocó su conversión y a partir de ella, su participación activa en la vida de
la nacien-te Iglesia. Estuvo presente en el primer concilio realizado en Jerusalén, donde sostuvo que la
Ley Mosaica era propia de un solo pueblo y que por esa razón sólo se debía seguir la Ley de Cristo, que
es común a todos los hombres. En esa oportunidad estaba ya proclamando la unidad del género humano
que luego explicitaría en la Carta a los Gálatas (“ya no hay Judío, ni gentil, ni libre, ni esclavo, ni varón,
ni mujer, porque todos sois una sola cosa en Cristo”).

En su Epístola a los Romanos San Pablo expresa que: “Todo Poder proviene de Dios” (nula potestas nisi
a Deo: No hay potestad que no provenga de Dios).
Esta frase ha tenido una fecunda Trayectoria en el pensamiento político a través de los siglos. Eusebio,
(260-337) la tomó como el fundamento Teológico de la conciliación entre el Imperio y la Iglesia.
Se utilizó el concepto durante el medioevo y luego, a la conclusión de esa etapa histó-rica, los monar-
quistas: -que justificaban el poder absoluto de los reyes -la asumieron con su fuerza iluminadora (Bos-
suet 1627-1704), y también para señalar los límites del Poder desde una perspectiva trascendente (La
Escolástica Española).
San Pablo pretende sentar las bases de la obediencia civil y explicar al ciudadano cristiano sus “deberes
para con las autoridades”.
Al poder, el ciudadano le debe -"no por temor del castigo, sino por obligación de conciencia”-, el cum-
plimiento de las Leyes positivas y de las cargas tributarias. Así cumpli-rá la prescripción del Salvador
de “Dar al César lo que es del César".
A Dios el hombre le debe el tributo de su amor y el deber de realizar en él, la perfección humana cuyo
modelo es el mismo Jesucristo. De esta manera realizará el precepto de “Dar a Dios lo que es de Dios”.
Al señalar esta doble esfera de los deberes de los hombres respecto de su condición de ciudadano del
Estado -realidad Terrenal- y de ciudadano del Reino de Dios (“Por-que nuestra ciudadanía en el Reino
de los cielos está” Filipenses 3.20), S. Pablo estaba también colocando una semilla que fructificaría, con
el abono de las teorías platónicas, en "La Civitas Dei" de S. Agustín, que constituyó la gran obra de ilu-
minación política durante la Edad Media. Las predicaciones y viajes de San Pablo son conocidos por el
libro llamado “Hechos de los Apóstoles”, que compuso su compañero San Lucas y se halla incorporado
al Nuevo Testamento. Su apostolado consiguió convertir al cristianismo a las poblaciones de una gran
parte del Imperio. Llevó el Evangelio al Asia Menor, a Macedonia y a Grecia, y según una tradición,
habló en Atenas ante el Areópago. En el año 62 fue apresado y enviado a Roma donde fue ejecutado al
mismo tiempo que San Pedro víctimas ambos de la persecución implacable de Nerón contra los cristi

San Agustín.
Nació en Tagaste, África el 13 de noviembre del año 354, y murió el 28 de agosto del 430.
San Agustín fue el más sabio y más profundo teólogo de la iglesia en la época patrística. San Ambrosio
fue su maestro. Su sensibilidad le hizo comprender mejor que a nadie, el sentido místico del Cristia-
nismo. Sus estudios filosóficos llevados a cabo con ardor durante toda su vida, le permitieron abordar
los más graves problemas de la teología. Al mismo tiempo su importancia es capital en materia política
porque en el libro que constituye su obra maestra, La Ciudad de Dios, definió con precisión cuáles eran
las relaciones entre el poder civil y el espiritual, problema éste, que si bien había sido considerado por
casi todos los apologistas y los Padres de la Iglesia anteriores a él, nunca había sido expuesto ni mucho
menos resuelto con la claridad y la altura, desenvueltas por tan ilustre doctor de la Iglesia.
Aunque su madre Mónica, era devota de la Iglesia de Jesús, él fue en su juventud discípulo de Manes y
abrazó las creencias de su secta maniqueísta, pero se convirtió estando en Italia por influencia principal
de su madre, a la religión de Cristo.
Entre tanto había llevado una vida de intenso estudio en materias religiosas y profanas y regenteó una
cátedra de retórica en Milán. La lista de sus obras es muy copiosa y son todas de carácter religioso. La
que lo ha inmortalizado es, sin embargo, Civitatis Dei que contiene la dilucidación fundamental de pro-
blemas atinentes al Estado, y dentro de él, a la posición del hombre católico. El motivo circunstancial
que lo llevó a redactar ése, su libro capital, al que dedicó catorce años de su vida, fue demostrar que el
Cristianismo no era el responsable de la ruina del Imperio, sino que ésta respondió a causas múltiples,
que cuidadosamente analizó.

La ciudad de Dios contra los paganos, es una obra escrita en 22 libros de Agustín de Hipona que fue
realizada durante su vejez y a lo largo de quince años, entre 412 y 426. Es una apología del cristianismo,
en la que se confronta la Ciudad celestial a la Ciudad pagana.

La ciudad de Dios es una obra de 22 libros, síntesis de la historia universal y divina, sin duda la obra
mas extraordinaria que haya podido suscitar el largo conflicto que, desde el siglo I al siglo VI, colocó
frente a frente al mundo antiguo agonizante con el cristianismo naciente.

Santo Tomas de Aquino.


Santo Tomás de Aquino (1227-1274) recepciona la ordenación jerárquica de las leyes, efectuada por
San Agustín. En efecto, el aquinatense distingue entre:
1) La ley eterna -que rige el universo-,
2) La ley natural que es la “participación de la ley eterna en la criatura racional”. Esa ley es cognoscible
por medio de la razón porque dimana de la naturaleza humana, conforme Dios la creó. Esa ley está in-
serta en el corazón humano y hace discernir lo justo de lo injusto.
3) Esta ley debe ser completada por la ley humana, que es “la ordenación racional dispuesta para el bien
común y sancionada por quien detenta el gobierno”.
Si la ley humana contradice a la ley natural no es obligatoria, porque vulnera el orden querido por Dios.
Si el gobernante legítimo o ilegítimo es injusto en sus actos, el pueblo no está obligado a obedecerle. Si
el gobernante es insoportable por su iniquidad, el pueblo puede desti-tuirlo y juzgarlo por sus crímenes.
Ese derecho -ius resistendi- sólo puede ejercerse cuando se han agotado los recursos normales para co-
rregir los abusos del poder.
Desde el punto de vista del derecho político Santo Tomás toma la tradición aris-totélica e inaugura un
período nuevo en la historia de la edad media. Con su aporte desplazará la línea Platónica-Agustiniana
que fue preeminente a lo largo de la edad histórica sub-análisis.
El aquinatense cree que el Estado es una institución de Derecho Natural, inser-tada por la providencia
divina para la perfección del hombre. Este, como ser ra-cional, requiere para su vida el apoyo de la co-
munidad. El Estado, para cumplir su destino natural, debe servir al bien común, que es el bien de todos
los hom-bres. La tiranía es precisamente el apartamiento por parte del gobernante del bien común, y la
búsqueda del interés o bienestar particular de la cúpula que circunda al poder.
El origen del poder se asienta en Dios. Pero éste no señala o delega el poder en ningún hombre concreto.
La designación del gobernante es un hecho humano, que tiene como fundamento al pueblo. La mejor
forma de gobierno es una forma mixta que permita la unidad de mando: complementada por el consejo
de la República -la aristocracia del espíritu- y la participación del pueblo en la marcha del Estado -la de-
mocracia-.
Santo Tomás inicia la Escuela Escolástica y rescata el pensamiento aristotélico, introducido en Europa a
través de pensadores árabes -como Avicena y Averroes- y judíos -como Maimonides-. Esta corriente de
pensamiento pasó desde España musulmana y tuvo profundas repercusiones en el plano del pensamiento
político y jurídico posterior.

Unidad 6.

Nacimiento Y Desarrollo Del Estado Moderno


La Quiebra Del Orden Medieval: Sus Causas Y Aspectos.

El hombre del siglo XVI descubre la tierra y el cielo. Por primera vez un hombre ha dado la vuelta al
mundo demostrando la circularidad del planeta.
Copérnico, Kepler y Galileo han destronado a la tierra del centro del universo, trans-formando las rela-
ciones de los astros con el orbe humano. El hombre deja de ser el gran protagonista del teatro central de
la creación. Asume su posición de pequeño rey de un mundo insignificante. Estos hechos resquebrajan
la ciencia aristotélica permitiendo el surgimiento de una nueva filosofía racional: la filosofía cartesiana.
Las guerras de religión acentúan la destrucción de la ciencia en la unidad de la verdad y hacen sentir la
necesidad de restaurarla mediante la razón.
Europa dejaba de mirar a su lago mediterráneo y se abría al mundo. El Océano Atlántico iría despla-
zando al Mar Mediterráneo como el escenario primordial de la Historia.
El hombre medieval al igual que el hombre antiguo no se proyecta más allá de su mundo conocido que
se desarrolla en torno al Mar Mediterráneo. Mar al que los Ro-manos con orgullo posesivo, habían de-
nominado “Mare Nostrum”.
El poeta florentino Dante Alighieri en su obra Magna, “La Divina Comedia”, explicita esta visión al se-
ñalar que Ulises debió pagar con penas infernales por su crimen de haber navegado allende las columnas
de Hércules (El Estrecho de Gibraltar); ver in-fierno 24-94-142.
Esta perspectiva circunscripta que se desarrolla sobre un espacio o escenario geográfico preciso, con-
trasta con la visión amplísima del Hombre Renacentista que siente una irresistible atracción por lo des-
conocido.
La conmoción del Descubrimiento de América y el ensanchamiento del cosmos, he-chos que aportan los
nuevos datos científicos sobre la infinitud del universo, aguijo-nean al hombre moderno para explorar
tierras ignotas y lanzarse sobre el dilatado mundo para arrancarle sus secretos y convertirse en su amo.

El conquistador, el navegante, el comerciante, protagonistas del siglo XVI están movi-dos por el afán de
gloria y riqueza.
A este movimiento desatado por el descubrimiento de América, se unió la reforma pro-testante, que
acentuó el fenómeno de la formación del espíritu capitalista europeo.

El Renacimiento.
La palabra Renacimiento como término definitorio del movimiento cultural de retorno a la antigüedad
clásica greco-romana -que se desarrolló principalmente en los siglos XV y XVI-, fue acuñado con inten-
ción denostadora contra la Edad Media, por Voltaire, filósofo de la Ilustración. En efecto, este nombre
constituye una verdadera posición frente a los "largos siglos de oscuridad", que según los pensadores de
la Enciclopedia habían caracterizado el período medieval.
Bidart Campos señala que "el clima histórico de la Modernidad" -que obviamente in-cluye al Renaci-
miento- "no aparece repentinamente". Su gestación incuba ya en la Edad Media, cuando las creencias
sociales y la organización medieval entran en crisis.
Lo novedoso del Renacimiento es la pretensión latente u ostensible de apartarse de Dios y de la Gracia
para aferrarse a la naturaleza y al hombre" apunta Bidart Campos glosando a Chevalier.

El Humanismo Cristiano
Erasmo de Rotterdam (1467-1536)
Las líneas del pensamiento de Erasmo están ubicadas en las antípodas de Maquiave-lo, pues se funda-
menta en la religión y el evangelio de Cristo. Es profundamente paci-fista y descarta totalmente los mé-
todos basados en la mentira y la violencia, conside-rando que los preceptos morales deben regir en la
vida pública tanto como en la inti-midad de la vida privada.
Su obra principal en el campo político es la “Institutio principis christiani” (1516) escrita para Carlos I
de España y V de Alemania. El “Elogio de la Locura” (1511) contiene profundas críticas a las formas y
conductas políticas de su tiempo.
Erasmo puede bien ser llamado la contrafigura de Maquiavelo. En su "Elogio de la Locura" -1.511-
"condena las fechorías sanguinarias y ruinosas del despostismo". La sabiduría y la caridad cristiana de-
ben regir la conducta pública y privada de las perso-nas como condición intrínseca del orden, el pro-
greso y la prosperidad.
Tomás Moro (1480-1535)
Fue un abogado insigne, diputado en los comunes y consejero-canciller del Rey Enri-que VIII, quien lo
mandó ejecutar por su fidelidad al catolicismo, cuando el monarca inglés se apartó de la iglesia Romana
y pretendió que su canciller jurara el "Acta de Supremacía", que declaraba al Rey Jefe Supremo de la
Iglesia Inglesa Reformada.
Su obra más importante es “Utopía” que se publicó en 1516, donde se pueden apre-ciar reflejos del pen-
samiento erasmita.
En la isla de Utopía -es una sociedad igualitaria donde todos trabajan para todos- no existe la propiedad
privada y el Estado regula la vida económica. Todos los magistra-dos y los sacerdotes son elegidos, es-
pecialmente entre los letrados y este hecho da a las élites abiertas el consenso y la representatividad para
consolidar la armonía ciudadana.
René Descartes (1596-1650).
Es el primer apóstol del principio inmanentista en el campo de la filosofía. La verdad trascendental del
ser y la realidad objetiva de los en-tes, será suplantada por el Yo que Piensa.
El punto de partida del pensar es el Yo, desde el que habrá que extraer, mediante la actividad espiritual
interior, la realidad del mundo exterior.
Este verdadero retorcimiento del sentido común, persigue como finalidad la certeza. El ser concreto, el
objeto de conocimiento deberá ser reducido a términos matemáticos, a formas geométricas que lo tornen
transparente para el espíritu, que lo conviertan en ideas “claras y distintas”.
Ese proceso de reducción supone eliminar elementos de la realidad que se resisten a ser penetrados por
la razón raciocinante. Pero las ideas carecen de plenitud, de di-mensión, de concreción, de color; son
elementos opacos al pensamiento. El mundo cartesiano carece de sustancia real, queda vacío de riqueza,
de profundidad, de la singularidad y de la vida verdadera.
Ese sistema de transposición reduce la realidad a formas geométricas, fórmulas alge-braicas, vectores y
curvas que desplazan el mundo del ser. El método de la duda sis-temática remueve toda adhesión a lo
singular e inmediato, rechaza la experiencia y trata de trascender hasta la certeza absoluta, hasta el prin-
cipio de razón. Desde esa
167
certeza, la razón discursiva irá deduciendo las realidades, las irá generando desde el propio pensar.
La razón cartesiana separa los elementos de la realidad resistentes al pensamiento matemático y reduce
la realidad a ideas claras. Ese proceso permite afirmar que el campo de la razón es infinito, y que ella
puede penetrar en todos los secretos del uni-verso.
El método está al alcance de cualquier hombre, pues “el buen sentido es la cosa mejor repartida del
mundo”, según Descartes. El sujeto común, el hombre abstracto, es puesto como fundamento de la ver-
dad del ser. Las leyes inmanentes del pensamiento, serán las mismas leyes del Ser (ésta premisa será
clara en la filosofía kantiana). El valor universal y el objetivo de la verdad nacerá del Yo que piensa,
cuya estructura es igual en todos los hombres.
Esta línea inmanentista será continuada por Spinoza, Liebnitz, Kant, Hegel y los hege-lianos de iz-
quierda: Feuerbach y Marx, y de derecha: Nietzche.
El siglo XVI vivió la quiebra de la filosofía permanente (Platónica-Agustiniana y Aristo-télico-To-
mista). Esa quiebra se produjo en parte por la esterilidad científica del método lógico de Aristóteles. Los
nuevos nombres de la ciencia positiva fueron: Copérnico, Galileo y Kepler, quienes destronaron a la tie-
rra de su posición de centro del Universo. El planeta se ve desplazado a ser un mero satélite del sol y
éste una de entre las estrellas incontables. El hombre también pierde su cetro y pasa a integrar, a ser una
parte de la naturaleza. La filosofía sufre la enorme conmoción que promueve el cambio de la imagen del
mundo. Se aparta de la teología, que en su forma escolástica, estaba mezclada con la física aristotélica,
ya desacreditada y abandonada.
El pensar filosófico buscó dentro de las ciencias de la naturaleza, recién nacidas, nue-vos métodos de
investigación. Por su parte las ciencias, se convirtieron en dominios autónomos, separándose de la uni-
dad, que estaba antes determinada por un orden jerárquico del conocimiento, cuya cima era la Ciencia
de los primeros principios: la Filosofía.
Descartes intentará volver a formar una filosofía totalizante, buscando una nueva fuente de certeza abso-
luta. Esa certeza será el propio pen-samiento, la razón que encuentra a Dios como su fundamento tam-
bién cierto y absoluto.
Desde ese punto de partida, el racionalismo filosófico se desarrollará hasta el extremo de la divinización
de la razón. La Enciclopedia de Diderot -y más tarde la Revolución Francesa- proclamaron la diviniza-
ción de la Razón Humana.
Descartes, en el afán de eliminar del pensamiento y de la vida todos los elementos no-racionales (la su-
perstición, el fanatismo, las pasiones) que se oponían a una era de conocimiento, progreso y felicidad,
en la que todos los hombres gozarían de los place-res de una vida racional e ilustrada, no podía dejar de
culminar en una negación y en una despiadada contienda contra lo místico-religioso, que contiene un
sustrato. (lo dionisíaco vs. lo apolíneo)

Nicolás Maquiavelo (1469-1527)


Nació en Florencia el 4 de mayo de 1.469, en el seno de una antigua familia burguesa, perteneciente a
los popolani grassi. (Que son aquellos que han heredado Bienes de Renta)
Como burgués florentino "ofrece los rasgos característicos" de su clase y de su época, que pueden resu-
mirse en un extremado gusto por la buena vida. Es un sibarita que "ama la belleza de las cosas y de los
seres, sobre todo de las mujeres a quienes fre-cuenta asiduamente. Gusta de la buena cocina, se divierte
y tiene la pasión de la intri-ga y el poder". Así lo describe Prelot.
Maquiavelo desempeñó el cargo de secretario de "la comisión de los X de guerra" o de "Libertad y paz",
durante el período en el que Pedro Soderini ejerció el cargo de Gon-falonielo perpetuo entre el 15 de ju-
nio de 1.498 y noviembre de 1.512, fecha en la que los Médicis son restablecidos en el poder por impe-
rio del apoyo español.
Maquiavelo es detenido bajo del cargo de conspiración y sometido a malos tratos y torturas y, aunque
no se prueban las imputaciones en su contra, se lo obliga a partir al ostracismo. Se retira a su villa de
Albergaccio y desde su destierro, reflexiona sobre los hechos políticos del pasado y el presente y pro-
duce sus obras fundamentales.
En una carta dirigida a su amigo Francesco Vettori, describe así su retiro: "Permanez-co siempre en la
aldea" -se refiere a Percussina- y desde que me "sucedieron aquellas cosas, no estuve en total más de 20
días en Florencia. Me dedico a cazar tordos con liga. Cazo entre 2 y 7 pájaros, y así pasó septiembre".
"Aunque elemental y aburrida, extraño ya que me falte esa distracción. Ahora me le-vanto con el sol y
voy a mi bosque que estoy haciendo talar; inspecciono durante dos horas el trabajo del día ante-
rior....Cuando dejo el bosque, voy a una fuente, y de allí a una pajarera que tengo. Llevo conmigo un
libro: Dante, Petrarca o alguno de los poe-tas menores como Tabulo, Ovidio u otro semejante. Leo de
sus pasiones, recuerdo de la mía, y gozo unos instantes con esas memorias.... Es hora de comer, y como
con los míos, lo que produce esta pobre viña y un patrimonio estrecho. Una vez comido, vuel-vo a la
Hostería donde están el hotelero, un carnicero, un molinero, un ebanista. Con ellos me lio en intermina-
bles partidas de naipes donde peleamos por una moneda, y nuestros gritos llegan hasta San Casciano.
Esa villanía impide que se enmohezca mi cerebro, y desafío mi mala fortuna, para que se avergüence de
tanto pisotearme".
Llegada la noche, vuelvo a casa. Antes de entrar a mi estudio, quito mis ropas rústi-cas, sucias y enloda-
das, y vestido con dignidad, comparezco ante los hombres de la antigüedad. Acogido amorosamente por
ellos, satisfago mis vigencias intelectuales con ese alimento, el único que me conviene y para el cual
nací. No temo pues, con-versar con ellos y pedirles cuentas de sus actos, pues siempre responden ama-
ble-mente. Durante 4 horas no sufro preocupación alguna, olvido las penas y ni me asusta la pobreza ni
me espanta la muerte".
Retrato de Nicolás Maquiavelo
En la explícita frecuentación de "Los hombres de la antigüedad", Maquiavelo había "conversado" espe-
cialmente con el historiador latino Tito Livio y desde muchos años venía glosando su obra "Las Déca-
das", en las que el autor clásico narra el desarrollo de la República Romana.
De estas anotaciones y de su honda reflexión a la luz de su propia experiencia política, surgió la obra
Magna de Maquiavelo: "Dicursos sobre la Primera Década de Tito Livio", a la que se dedicó con espe-
cial devoción registrándose como único intervalo en su redacción, el período comprendido entre Julio y
Diciembre de 1.513, lapso en el que escribió "El Príncipe" -su otra obra maestra que dedicó a Lorenzo
de Médicis, como un gesto conciliatorio-.
La Epístola que se ha transcripto en parte, muestra a Maquiavelo como un cabal hom-bre del Renaci-
miento. Su amor por los tiempos clásicos, su inclinación por la poesía de Dante y Petrarca, Tibulo y
Ovidio, su conformidad con la vida agreste y bucólica que debía llevar, su convicción sobre el rol de la
fortuna, su permanente actitud de mantener la mente abierta y viva, su declarada pasión por la belleza y
la añoranza de su patria, de su civitas, a la que sólo había visitado por 20 días, durante el tiempo del exi-
lio.
Sus otras obras tienen el mismo cuño. "La Mandrágora" es una comedia muy al estilo de Boccaccio, que
vio luz en 1.518. "El Arte de la Guerra", libro aparecido en 1.519, insiste en la necesidad de que los Es-
tados formen ejércitos ciudadanos -al estilo de las repúblicas antiguas- y no dependan de los contingen-
tes mercenarios, peligrosa-mente volubles porque no luchan por sus ideales o por la patria, sino por el
dinero que reciben del príncipe. A esta obra le siguió "Vida de Castruccio Castracani" y luego "Historias
Florentinas", aparecido en 1.525.
La fortuna política cambió en 1.527, cuando fue restablecida la República Florentina y expulsado Lo-
renzo de Médicis. Maquiavelo esperó ansioso el resultado de la sesión del Gran Consejo que trató su in-
corporación como Secretario de la Segunda Cancille-ría Florentina, el 10 de junio de ese año. El resul-
tado fue adverso: sólo apoyaron su candidatura 12 ciudadanos sobre un total de más de 1.000 electores.
Maquiavelo no pudo superar este nuevo revés de la fortuna esquiva y murió dos semanas después, en la
soledad de su retiro, rechazado por La República que había sido su amor más entrañable y no correspon-
dido (en una de sus frases el Florentino había dicho: "Amo a mi Patria más que a mi alma"). Irónica-
mente Maquiavelo esperaba una actitud más generosa de su gente, a pesar de sus ácidas ponderaciones
sobre el comportamiento humano descriptas en "El Príncipe": "Los hombres son ingratos, volubles, si-
muladores, escapan al peligro y aman las ganancias. Mientras nos necesitan nos ofrecen sangre, caudal,
vida e hijos; pero se rebelan cuando ya no les somos útiles". En esa oportuni-dad sus compatriotas se
comportaron como Maquiavelo había predicho en El Príncipe, negándole su reivindicación histórica.

La posteridad fue también ingrata con Maquiavelo y su fama universal es decidida-mente negativa. Sin
embargo, los florentinos en un gesto postrero al consignar su enigmático epitafio en su tumba de la Igle-
sia de la Santa Croce, expresan: "Nicolás Maquiavelo; ningún elogio podrá igualar este nombre".
Sabine afirma: "sus obras más importantes fueron "El Príncipe" y los "Discursos sobre la Primera Dé-
cada de Tito Livio", comenzados ambos en 1.513. Es significativo el dis-tinto modo de considerar el go-
bierno en ambas obras; algunos autores siguiendo a Rosseau, han creído que eran contradictorias.
Ello no nos parece ser cierto, en especial, si se toman en cuenta las circunstancias que rodean la compo-
sición de "El Príncipe", pero es lamentable que la mayor parte de los lectores haya conocido a Maquia-
velo a través de esta última obra. Ambas obras presentan aspectos del mismo problema: las causas del
auge y la decadencia de los Estados y los medios por los cuales pueden los estadistas hacer que perdu-
ren".

Touchard, en sus comentarios sobre "El Príncipe", expresa: "En esta obra, que no es un Tratado de Filo-
sofía Política, Maquiavelo no se pregunta cuál es el mejor gobierno o qué es lo legítimo.... sino, simple-
mente, pensando en la situación italiana: ¿cómo hacer reinar el orden, cómo instaurar un Estado esta-
ble?, y finalmente cómo lograr la unidad italiana".

Para cumplir esta magna tarea se requiere de un Príncipe dotado de la Virtud Maquia-vélica -combina-
ción de energías sutiles y de una voluntad de poder brutal- y que esté acompañado por "La Fortuna".
(Cuando Maquiavelo se refiere a La Fortuna tiene en mente lo mismo que los romanos entendían por
Hado, destino, Fortuna. César Borgia fue para Maquiavelo un arquetipo de príncipe dotado con la Vir-
tud y que careció de la Fortuna en su tarea de unificar Italia)

Lo que importa para medir la acción política del Príncipe es la eficacia y no la morali-dad intrínseca de
sus decisiones.

Prelot dice que la Razón de Estado es una de las claves del Maquiavelismo y su "le-gado fundamental a
la corriente política que va a suscitar".
La formulación explícita de la Razón de Estado no fue definida por Maquiavelo. Pero su amigo Gui-
chardini habla de "La Ragione e uso Degli Stati".
La Razón de Estado es precisamente el principio que absuelve al Príncipe en la toma de sus decisiones
políticas, de aplicar consideraciones morales e incluso la legislación vigente.

La Razón de Estado permitirá que el gobernante pueda aplicar la perfidia, la traición, la simulación, el
soborno, la crueldad o cualquier expediente que le permita cumplir con eficacia los fines del poder. Su
fórmula más cercana sería: "el fin justifica los me-dios".
La ley suprema que debe regir los actos del político es la eficacia y el éxito en el logro de los fines. Si
los medios resultan perversos o inmorales estarán justificados en tanto y en cuanto se logren los objeti-
vos del poder.
Esta manera de ver el tema político ha llevado a los autores a hablar del inmoralismo de Maquiavelo.
Sabine aclara que más que inmoralismo debe hablarse de amoralismo de las teorías del pensador floren-
tino, porque no se trata de un autor que ataque la moral, sino que simplemente prescinde totalmente de
ella.
En síntesis: en “El Príncipe”, obra que fue dedicada a Lorenzo de Médicis -duque de URBINO-Maquia-
velo tenía el propósito de inducirlo a emprender la tarea de unificar Italia y dotar al Estado Latino de la
solidez y estabilidad que presentaban España y Francia. En este aspecto Maquiavelo es contundente:
"Sin Príncipe no hay unificación" -afirma-.

El príncipe capaz de realizar la tarea de unificación, debería poseer una virtud excep-cional, una energía
despiadada, y actuar sin limitaciones de carácter moral. El criterio para la acción deberá ser el de la efi-
cacia, el de la obtención de los objetivos, frente a los cuales cualquier medio es justificado.

El patrón de medida y cualificación de la acción del príncipe es el resultado. Si logra el creci-


miento y la felicidad de su estado “los medios que haya utilizado se considerarán perfectamente
honorables”.

El arte político es una sutil combinación de engaño y ejercicio de la violencia pura.


El modelo humano concreto que Maquiavelo tuvo en mente al escribir el Príncipe, fue César Borgia,
hijo del Papa Alejandro VI, cuya estrella tuvo un brillo fugaz en el firma-mento italiano.

Maquiavelo sabe que la concepción de un Estado perfecto es una vana ilusión, porque la vida política
presenta un dinamismo que no puede ser contenido en moldes estáticos.
El estado Maquiavélico es laico, racionalmente construido y basado en el arquetipo romano. Es por ello,
que le hace considerar imprescindible -como genuino instrumento del poder del estado-, la creación de
un ejército nacional integrado por los ciudadanos. El servicio militar es imprescindible para dar a la Re-
pública la garantía de una fuerza armada que responda a los intereses de su pueblo. Por contraposición,
advierte que los mercenarios constituyen la fuente de la debilidad de los estados italianos de su tiempo,
por la característica voluble e inestable de sus pactos, ligados a los príncipes sólo por un contrato pecu-
niario.

El estado es un ente teleológico porque persigue fines que debe cumplir por cualquier medio, los ejecu-
tores de esos objetivos son hombres dotados de una virtud o fuerza especial y que tienen como guía la
eficacia y no la moral.
Maquiavelo fue el primer pensador que desligó la política de la moral y la religión, in-tentando com-
prender esta disciplina en su realidad, en su ser y no en su deber ser.
"El método de Maquiavelo es el método de la ciencia aplicado a la Política".
Maquiavelo se expresa de manera "cognoscitiva y científica". Analiza los hechos históricos buscando
las regularidades que surgen de una desapasionada y objetiva observación de la realidad. Establece las
relaciones entre las causas y los efectos de los hechos políticos sin ceder a sus prejuicios o inclinaciones
previas. Busca apasionadamente la verdad, despojando a las acciones humanas de sus ropajes ideológi-
cos, de sus motivaciones declamadas, de sus discursos retóricos de justifi-cación. No teoriza sobre el
deber ser, sobre ideales abstractos, sino sobre el ser, sobre el fenómeno tal como se presenta, indagando
el andamiaje fáctico de la realidad hasta sus últimas consecuencias.
No se deja arrastrar por la emoción o el sentimiento, las afinidades selectivas, las pul-siones de la subje-
tividad o la pasión -en contraposición a Dante, que es toda pasión, idealismo y parcialidad genial-

Maquiavelo describe y delimita con claridad el ámbito de la política, excluyendo del campo de esta
ciencia las adherencias metafísicas, teleológicas o valorativas.
Entiende que la política consiste en el estudio de las luchas por el poder -Faz Agonal- y de las actitudes
y acciones que permiten conservarlo y acrecentarlo.
En ese estudio el punto de partida son los hechos observados y no los principios de-ductivos, abstractos
y generales que se supone gobiernan "la naturaleza del hombre y la sociedad". Los pensadores que de-
ducen conclusiones basándose en principios apriorísticos fuerzan

Maquiavelo privilegia los hechos, "son los hechos lo que deciden" en su sistema
Cuando analiza la periodicidad de la elección de los Cónsules durante el período de esplendor de la Re-
pública Romana, concluye en que era una condición lógica para preservar las libertades ciudadanas y
asegurar la fortaleza de Roma. Abona su afir-mación conclusiva tras comprobar que la decadencia del
Estado latino y de otras re-públicas se verificó cuando se acudió a las prórrogas indefinidas de los man-
datos o al otorgamiento de mandos vitalicios en favor de hombres providenciales. (Estas refle-xiones las
consignó en su obra: "Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio".
Desde que Maquiavelo acuñó este concepto, la periodicidad de las funciones constitu-ye una de las no-
tas dominantes de la estructura republicana.

"En toda su obra está implícita una diferencia netamente acusada entre dos tipos de hombre político" -
dice Burnham-. Podríamos llamar a una de ellas el tipo gober-nante y a la otra, el tipo gobernado.
Los primeros son los que tienen la ambición, el deseo y la perseverancia para acceder al poder. Los se-
gundos, integran la mayoría de los que ni aspiran ni tienen la capaci-dad de gobernar. Esta distinción
supone que la lucha por el poder se circunscribe a pequeños núcleos de hombres que integran la "clase
gobernante" y no la pasiva clase gobernada, que no se involucra ni se interesa por los problemas del po-
der.
El tipo gobernante se caracteriza por lo que Maquiavelo denomina Virtú, que es un tipo de energía espe-
cial, mezcla de un impulso incoercible, de una ambición sin límites y de la férrea voluntad de acceder al
poder. "Es una energía a la vez brutal y prudente-mente calculadora, ajena a cualquier preocupación de
la moral ordinaria" -nos la des-cribe J. Touchard.

Para alcanzar sus propósitos el político -el tipo gobernante- no reconocerá límites éti-cos. Su cualidad
más generalizada será dominar las artes del fraude. "Se pasa de la pequeña a la gran fortuna más bien
por el fraude que por la fuerza" -acota el floren-tino-. Esta observación es válida para todos los tiempos
y lugares -toma como ejem-plos

Maquiavelo, con lúcida conciencia, plantea a los italianos de su tiempo la necesidad de la Unión Nacio-
nal, de la organización de Italia como un Estado moderno.

Maquiavelo no es un autor que haya sido leído y analizado sin pasión.


La posteridad lo ha denostado por su amoralismo de funestas y traumáticas consecuencias, o ha reali-
zado su panegírico como un precursor de la ciencia política y el espíritu nacionalista.

Si se intenta resumir lo expuesto podremos ver al pensador florentino como un hombre que encar-
naba el espíritu de la modernidad renacentista, porque:

- Se inspira en los modelos del mundo clásico. Su obra principal así lo atestigua (Discursos sobre la Pri-
mera Década de Tito Livio)
- Es un racionalista en cuanto aplica a sus reflexiones políticas el método científico.
- Es un humanista, pues su principal fuente de inspiración son los autores clásicos y además Dante, Pe-
trarca y Bocaccio. En cuanto a la ciencia política, continúa la tradi-ción de Bruneto Latini -venerado
maestro de Dante-.
- Es un pensador realista porque sus especulaciones reconocen la prioridad de los hechos, que constitu-
yen el andamiaje para la teorización.
- Es un hombre pragmático, porque sus propósitos -v.gracia- la unificación italiana, no son utópicos,
sino verosímiles y alcanzables.
- Es un nacionalista: porque advirtió con sus ojos zahoríes, como la Lechuza de Minerva, que la Nación
era la realidad que advenía.
- Es un patriota: porque todos sus escritos y actos están transidos del supremo amor por la patria, que
según su propia confesión, era más fuerte que el amor por su pro-pia alma.

La política, a partir de Maquiavelo, buscará criterios de eficacia, métodos de dominio y conserva-


ción del Poder, eliminando lo ético y lo axiológico; la economía, más tardíamente trata de encon-
trar sus leyes causales, que no dependen de ninguna manera del concepto de lo justo o injusto.

Erasmo de Rotterdam (1467-1536)


Las líneas del pensamiento de Erasmo están ubicadas en las antípodas de Maquiavelo, pues se funda-
menta en la religión y el evangelio de Cristo. Es profundamente pacifista y descarta totalmente los mé-
todos basados en la mentira y la violencia, considerando que los preceptos morales deben regir en la
vida pública tanto como en la inti-midad de la vida privada.
Su obra principal en el campo político es la “Institutio principis christiani” (1516) escrita para Carlos I
de España y V de Alemania. El “Elogio de la Locura” (1511) contiene profundas críticas a las formas y
conductas políticas de su tiempo.
Erasmo puede bien ser llamado la contrafigura de Maquiavelo. En su "Elogio de la Locura" -1.511-
"condena las fechorías sanguinarias y ruinosas del despostismo". La sabiduría y la caridad cristiana de-
ben regir la conducta pública y privada de las perso-nas como condición intrínseca del orden, el pro-
greso y la prosperidad.
La educación cristiana del Príncipe es un requisito previo a la instauración de un orden que se basa en
los preceptos evangélicos y que concuerda con un razonable orden natural. Traza las líneas generales de
una pedagogía para el príncipe, que debe ser sabio, fuerte y justo, ya que constituye la representación y
la imagen de Dios sobre la Tierra. Los pedagogos del Príncipe deben preferir los conocimientos técnicos
a las novelas de caballería y a la misma historia.
A Erasmo le parece inaceptable la idea de la soberanía absoluta. La elección del so-berano es preferible
a la herencia. Se inclina por un tipo mixto de gobierno, que com-bine las ventajas de cada una de las for-
mas y modere sus defectos. Manifiesta su pre-ferencia por los regímenes donde existe representación
popular o asambleas -como en los Países Bajos-.
Ensalza la libertad cristiana que debe morigerar el imperium y el dominium. Es un pa-cifista, y ataca
vivamente la plaga de la guerra. Señala que un buen gobierno no pue-de ser teocrático.
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Levanta la idea del control para limitar el capricho real y sus obras constituyen una constante apelación
a la libertad. Erasmo rechaza las construcciones sistemáticas al estilo escolástico o aristotélico.
Define a la República cristiana como una comunidad de cultura y rechaza la idea del Imperio. Desde el
punto de vista de las relaciones internacionales se inclina por una federación entre los países cristianos.

Tomás Moro (1480-1535)


Fue un abogado insigne, diputado en los comunes y consejero-canciller del Rey Enri-que VIII, quien lo
mandó ejecutar por su fidelidad al catolicismo, cuando el monarca inglés se apartó de la iglesia Romana
y pretendió que su canciller jurara el "Acta de Supremacía", que declaraba al Rey Jefe Supremo de la
Iglesia Inglesa Reformada.
Su obra más importante es “Utopía” que se publicó en 1516, donde se pueden apre-ciar reflejos del pen-
samiento erasmita.
En la isla de Utopía -es una sociedad igualitaria donde todos trabajan para todos- no existe la propiedad
privada y el Estado regula la vida económica. Todos los magistra-dos y los sacerdotes son elegidos, es-
pecialmente entre los letrados y este hecho da a las élites abiertas el consenso y la representatividad para
consolidar la armonía ciudadana.

Martín Lutero -1.483 / 1.546-


Nació en Aisleben, Turingia, en el seno de una familia de condición humilde. Sus padres, que habían
advertido su gran inteligencia, lo enviaron a estudiar Derecho a la Universidad de Magdeburgo, reali-
zando para sostenerlo, pe-nosos sacrificios. A los 20 años Martín Lutero recibió su anillo de "Magister".
El día 2 de Julio de 1.505, sobrecogido por un hecho prodigioso, -un rayo cayó cerca y no le hizo nin-
gún daño a pesar de su proximidad- formula votos para entrar en la or-den de los Agustinos.
En ese tiempo, Lutero lee ávidamente las obras de Juan Hus y Wiclef, compenetrán-dose de sus teorías.
En 1.511 viaja a Roma, donde recibe impresiones decisivas y una huella indeleble para su toma de posi-
ción contra la Iglesia Romana. Morruet describe ese momento con claridad: "La Roma del Renaci-
miento mostró a sus ojos los abusos religiosos y morales que eran la cizaña del mundo en aquella época.
Dolorosas experiencias deve-laron ante él la corrupción que reinaba a las orillas del Tíber".
Bajo el Papado de León X, este Pontífice había encomendado a la orden de Santo Domingo la venta de
las indulgencias para poder sufragar con su producto la cons-trucción de la Basílica de San Pedro.
En Alemania, Lutero asiste a la predicación de uno de los más conspicuos dominicos -el R.P Tetzel-
quien propugnaba con gran ardor y poder de persuasión la venta de las indulgencias emanadas del "Papa
Médicis".
Martin Lutero le contesta con un gesto tajante, fijando en la puerta de la Iglesia del Castillo de Wittein-
berg un escrito que contenía sus 95 tesis, el día 31 de Octubre de 1.517. Era el primer acto de proclama-
ción de la Doctrina Protestante y el inicio del Gran Movimiento Reformista.
El R.P Tetzel le contesta en forma contundente y pormenorizada, provocando una nueva respuesta de
Lutero, que se cristaliza en su obra "Resoluciones".
En Leipzig Lutero sostiene una encendida polémica con el teólogo Juan Eck, en 1.519. Posteriormente
el Padre de la Reforma escribe sus obras "Del mejoramiento del esta-do de la cristiandad", "Del cautive-
rio de Babilonia y de la libertad cristiana". En esta última obra su pensamiento aparece maduro y conso-
lidado.
León X, impasible hasta entonces, excomulga a Lutero. El Reformador le replica que-mando la Bula el
día de Navidad y publicando "Contra la Bula del Anticristo".
En el año 1.521 el Emperador Carlos V lo hace comparecer ante La Dieta de Worms, con el propósito
de zanjar definitivamente las diferencias entre Lutero y la Iglesia. El Reformador se abroquela en su po-
sición y rechaza sistemáticamente los intentos con-ciliatorios, que suponían una rectificación de sus
doctrinas. Sus tesis son condenadas por la Dieta y Lutero -protegido por el Elector de Sajonia- se refugia
en el castillo de Wartburgo. En el año 1.525 se casa dando "el ejemplo" sobre su rechazo al celibato sa-
cerdotal.
La ruptura con la Iglesia Católica se torna definitiva, y el protestantismo se difunde y arraiga en Alema-
nia y se extiende a los Países Bajos, Francia y Suiza. Estallan las guerras de religión que desgarrarán en
primer término a Alemania hasta que en 1.555 se celebra la Dieta de Augsburgo, en la que se arriba a
una fórmula conciliatoria: "cu-jus regio, ajus regio" -que en buen romance significa que los súbditos de-
ben seguir la fe de sus príncipes y reyes. Es lógicamente un principio absolutista que resuelve los pro-
blemas religiosos desde la cúpula del Poder, prescindiendo de la elección o la pre-ferencia de los súbdi-
tos en esta materia.
"Lutero muere en 1.546 triunfante y desesperado -nos apunta Prelot-. Triunfante, por-que la Nueva Igle-
sia que él ha instituido se ha implantado ampliamente en Alemania; desesperado, porque su tempera-
mento angustiado no le permite el descanso y porque la Iglesia que se ha constituido está bastante lejos
de lo que él había soñado".

La Reforma Protestante: Definición.


La reforma protestante también se conoce como reforma luterana porque Martín Lutero fue su principal
instigador. Este movimiento reformista apareció en el siglo XVI y promulgó un profundo cambio en la
iglesia católica que, hasta ese momento, había sido la única rama del cristianismo. Recordemos que los
católicos son los que consideran al Papa de Roma como el máximo representante religioso en el planeta
y, debido a esta supremacía, los reformistas rechazaron esta figura y buscaron una iglesia que retomara
los principios del cristianismo más tradicional y auténtico.

Pese a esta confrontación, actualmente el protestantismo ha conseguido convertirse en una rama del
cristianismo y cuenta con más de 500 millos de fieles.

Causas de la reforma protestante.


Ahora que ya conocemos qué fue esta reforma, comenzaremos analizando sus orígenes para determinar
las causas de la reforma protestante que tuvo lugar en la Europa del siglo XVI.

Causas religiosas de la reforma luterana.

De entre los principales motivos de que tuviera lugar esta reforma, los religiosos fueron los más impor-
tantes porque recordemos que Martín Lutero era sacerdote, es decir, estaba en el seno religioso cuando
decidió iniciar esta revolución. Los motivos fueron los siguientes:

Corrupción en la iglesia: el clero romano ponía a la venta lo que, supuestamente, eran reliquias sagra-
das pero que, en el fondo, era una estafa para poder ganar dinero. Por ejemplo, vendían las espinas que
coronaron a Cristo, astillas la cruz donde fue crucificado, etcétera. Además se comenzaron a vender las
Indulgencias de los Pecados, es decir, el perdón de los pecados a cambio de dinero, motivo que fue uno
de los principales para que estallara la reforma protestante.

Eclesiásticos con poca formación: en aquella época, muchos de los sacerdotes que defendían el catoli-
cismo desconocían muchos aspectos de la doctrina y no estaban en absoluto preparados para desempe-
ñar las tareas religiosas. Esto conllevó a que los representantes de Dios en la Tierra tuvieran un compor-
tamiento poco moralista y ejemplar.
Diferentes interpretaciones de la Biblia: con la aparición de la imprenta se pudieron imprimir más
ejemplares de los textos sagrados y, por tanto, la población y los estudiosos comenzaron a darle un
nuevo sentido a las palabras divinas, unas ideas que eran contrarias a las que defendía la Iglesia Cató-
lica.

Durante el medievo, la Iglesia condenaba que la sociedad se lucrara y defendía un precio justo y equita-
tivo entre todos los ciudadanos; pero en aquel momento apareció una nueva clase social, la burguesía,
que vieron cómo la Iglesia no les permitía lucrarse con su negocio ni aumentar sus ingresos.
Así pues, esta nueva clase social necesitaba una nueva moral religiosa que se adaptara a la realidad eco-
nómico social del periodo; los protestantes se identificaron con el espíritu moderno y acogieron a una
gran parte de comerciantes y empresarios dentro de su seno.

Durante la Edad Media, el poder de la Iglesia Católica fue mucho más influyente que el de los propios
reyes de los países; sin embargo, durante el XVI, las monarquías comenzaron a fortalecerse y, por tanto,
pudieron comenzar a ganarle terreno a la Iglesia.

Hasta entonces, Roma se consideraba el corazón de los pueblos cristianos pero, con el aumento del sen-
timiento nacionalista, esta visión tan universal comenzó a perder fuerza y cada territorio quería afirmar
sus diferencias particulares y, así, reafirmarse como pueblo único y unido. Un ejemplo de esto es que la
Iglesia Católica siempre apostó y apuesta porque el latín sea la lengua vehicular de la doctrina religiosa,
sin embargo, los protestantes divulgaron la religión en la lengua particular de cada nación.

La Reforma Luterana
Ya hemos dicho que la reforma protestante en Europa también se conoció con el nombre de reforma lu-
terana, principalmente, porque fue Martín Lutero, sacerdote alemán, quien la comenzó. Así pues el
inicio de esta reforma se dio en Alemania, país que prácticamente funcionaba como un estado feudal y
la iglesia tenía una tercera parte de las tierras.

Lutero fue el autor de las "95 tesis contra la venta de indulgencias", documento con el que se inició esta
reforma cristiana y que apareció en 1517; tres años más tarde, en el 1520, Lutero fue excomulgado por
el Papa de Roma que, en aquel entonces, era León X.

En estas tesis se defendían principios básicos del cristianismo que se habían perdido durante la Edad
Media como que, por ejemplo, la salvación del hombre únicamente se podía conseguir mediante la prác-
tica de la fe y nunca por el pago de dinero o la compra de las "indulgencias". También defendía que la
Biblia era la única fuente de la verdad de Dios y que, por este motivo, debía ser traducida a todos los
idiomas para así llegar a más personas; esto entraba en choque directo con la figura del Papa de Roma a
quien se le eliminaba cualquier poder divino para difundir la palabra de Dios.

Otro de los puntos más revolucionarios de la reforma de Lutero fue que defendía que la Biblia podía ser
interpretada de forma libre, es decir, que las personas podían leerla directamente sin la necesidad de que
un sacerdote la tradujera o interpretara. También rechazó las diferencias jerárquicas entre los religiosos
y omitió el celibato.

Hasta 95 principios fueron los que defendió Lutero en su tesis, documento que fue el instigador de una
de las reformas religiosas más importantes de nuestra historia.
Consecuencias De La Reforma Protestante.
Vamos a analizar ahora las consecuencias de la reforma protestante ya que este movimiento revolucionó
la religión que había predominado en Europa hasta el momento y además propició la aparición de gue-
rras santas que enfrentaron a los diferentes religiosos. A continuación vamos a darte un listado de las
consecuencias de la reforma luterana:

Intolerancia Religiosa: al aparecer esta voz contraria a la Iglesia Católica se comenzaron a enfrentar
los dos bandos diferenciados y, así, se iniciaron fuertes disputas que terminaron con varias guerras san-
tas. La Santa Inquisición comenzó a demostrar su fuerza y poder en países como España, Italia y Portu-
gal que se vieron obligados a continuar con su doctrina para no caer en manos de los inquisidores.

La Contrarreforma Católica: una de las consecuencias más inmediatas de la reforma protestante en


Europa es la respuesta católica a esta revuelta. Los ortodoxos procuraron impedir la ruptura de su hege-
monía en países europeos y americanos, por este motivo, convocaron el Concilio de Trento en el que se
promovieron diferentes medidas para conservar su poder, entre ellas, la reactivación de la Inquisición, la
organización militar religiosa, la publicación del Index (libros prohibidos), etcétera.
Guerras Santas: en muchos de los países europeos, debido al estallido de la reforma protestante apare-
cieron guerras religiosas que enfrentaban a los diferentes poderes eclesiásticos. Así pues, estalló una
guerra civil en Suiza, en Alemania hubieron también fuertes enfrentamientos, en Francia también y fue-
ron encabezadas por los protestantes calvinistas, etcétera.

Ideas Innovadoras: pero el estallido de esta reforma también trajo consigo una nueva apertura ideoló-
gica, sobre todo en aquellos países en los que ganó el protestantismo. Las cerradas ideas medievales fue-
ron abriéndose y adaptándose a la nueva realidad social donde la burguesía tenía cada vez más poder e
influencia. El poder económico de la Iglesia Católica fue perdiendo fuerza y el pueblo empezó a tenerlo
en su mano, algo que facilitó el camino a que, años más tarde, apareciera el sistema capitalista.

La Contrarreforma:
La Contrarreforma, o la también conocida como Reforma Católica, es un movimiento que surgió en la
segunda mitad del siglo XVI como respuesta de la Iglesia Católica a la Reforma Protestante de Martín
Lutero iniciada en los primeros años del siglo XVI que consistió en la creación de nuevas dogmas basa-
dos en el catolicismo. La figura puente entre la Reforma y la Contrarreforma fue Erasmo de Rotterdam.
A continuación en esta lección de unPROFESOR vamos a un resumen de la Contrarreforma para que
sepas en qué se basó este momento histórico y los cambios que se dieron con ella.

Causas De La Contrarreforma Católica.


La Reforma Católica se dio porque décadas atrás Martín Lutero inició una Reforma Protestante la cual
había dejado a una Europa cristianizada dividida en los cristianos protestantes y los cristianos católicos.
Tanto la Reforma como la Contrarreforma no difieren mucho en lo que a renovar la Iglesia se refiere sin
embargo si son completamente antagónicas en aspectos teológicos.

A todo esto hay que sumarle la cuestión política ya que siempre existió: una lucha entre los reyes y pa-
pas por ser los máximos representantes del poder. Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano
Germánico era quien debía mantener la cristiandad por entonces, sin embargo muchos de los príncipes
alemanes se afiliaron al dogma luterano para no depender del rey y conseguir tener más libertades ya
que la Iglesia era la que establecía la mayoría de los impuestos a pagar.

Entre muchas de las reformas que impuso Lutero era no tener que pagar por los sacramentos para conse-
guir el paraíso y aunque Lutero nunca tuvo que ver en cuestiones políticas, los príncipes alemanes se
apoyaron en esto para defenderse del rey y ser ellos los que pudieran controlar sus iglesias dentro de sus
dominios. A fin de detener el avance del protestantismo se llevó a cabo el Concilio de Trento para tratar
de fijar claramente cuál era la doctrina de la Iglesia y reformar la estructura y disciplina de la Iglesia.

Concilio De Trento (1545 – 1563)


Continuamos este resumen breve de la Contrarreforma hablando del Concilio de Trento que fue la
reunión de todas las autoridades de la Iglesia Católica así como los obispos para tratar de parar las refor-
mas protestantes dadas por Martin Lutero. Se dividió en tres sesiones, la primera iniciada por Paulo III
en 1545, la segunda por Julio III entre los años 1550 - 1555 y concluye con la sesión de Pío IV en 1563.
Algunas de las reformas llevadas a cabo en este concilio son:
Doctrina
La salvación de Cristo se consigue por la fe y obras, ya sean de caridad, devoción o penitencia. También
se confirma la doctrina del libre albedrío, donde el cristiano tiene libertad para hacer el bien y el mal,
siempre y cuando tuvieras fe en Dios.

Escritura y tradición
Defiende que la Biblia es el fundamento de la fe cristiana, pero completado con la tradición y eso signi-
fica las interpretaciones que dieron los antiguos autores, los primeros padres de la Iglesia, de los apósto-
les y la decisión de los concilios ecuménicos anteriores y de los Papas.

Sacramentos
Con Lutero se reconocían solo tres sin embargo la Iglesia reivindica siete; Bautismo; Matrimonio; Euca-
ristía; Orden Sacerdotal; Confirmación; Confesión y Penitencia. Dentro de la Eucaristía su naturaleza
está en la Transustanciación; que es la presencia real del cuerpo y sangre de Cristo bajo la apariencia del
pan y del vino, algo que negaban los protestantes.

Veneración a María y Santos


Aunque Cristo era el primero en venerarse, eso no quitaba de venerar a María y a los Santos quienes
también se consideraban intercesores y por ello había que rendirles culto.

Autoridad del Papa y de la Iglesia


Su poder era ilimitado, se fortaleció la figura del Papa ya que este se consideraba el sucesor de San Pe-
dro. El hecho de que la autoridad papal fuera competente es esa pugna entre reyes y papas que comentá-
bamos anteriormente y es que muchos reyes querían hacerse partícipe de los asuntos eclesiásticos y vi-
ceversa.

Características De La Contrarreforma.
En este resumen de la Contrarreforma también vamos a conocer exactamente en qué consistió esta pe-
riodo y, para ello, vamos a descubrir las características más importantes de este movimiento que tuvo
lugar en el sector religioso.
Las características de la Contrarreforma más destacadas son las siguientes:
Persecución de los infieles: el contexto en el que se desarrolló la Contrarreforma fue en un momento en
el que se perseguía a los infieles, es decir, a todas aquellas personas que no seguían la religión católica.
Esto conllevó que también se persiguieran a otras personas de la sociedad que se consideraban impuras
como es el caso de las supuestas brujas a las que les dieron caza de forma indiscriminada.
Inquisición: la Contrarreforma estableció la aparición de un órgano muy concreto, la Inquisición, que se
encargaba de perseguir a todo aquel que no comulgaba con el pensamiento cristiano. Esto hizo que este
periodo hoy en día sea considerado como uno de los más oscuros del catolicismo.
Movimientos misioneros: el ambiente de la Contrarreforma trajo como consecuencia la creación de mo-
vimientos que tenían como objetivo cristianizar a sociedades pertenecientes de otras culturas como la
americana, la africana o la asiática. Se establecieron diferentes colonias europeas alrededor del mundo
que, entre otras cosas, perseguían difundir la religión católica.
Periodo convulso: debido a la brutalidad con la que se imponía la religión, muchos pueblos y sociedades
se rebelaron y esto causó guerras y enfrentamientos entre las comunidades católicas y los protestantes.

La Compañía De Jesús.
Para seguir con este resumen de La Contrarreforma hablaremos de las creaciones de nuevas órdenes re-
ligiosas que constituyeron un papel importante en la Contrarreforma porque con ellas se defendía y di-
fundía la doctrina del Concilio de Trento.

Entre ellas destacamos la Compañía de Jesús fundada en 1540 por Ignacio de Loyola. Se trata de una
orden de educadores pues los jesuitas tenían una gran capacidad intelectual, ellos enseñan, crean cole-
gios y no conventos, saben escribir y gracias a ellos se van a reconocer todo lo que habían hecho tanto
eruditos, traductores, humanistas…. También se caracterizaron por su difusión evangelizadora por Amé-
rica y Asia y su vida espiritual a través de la meditación religiosa.

Consecuencias De La Contrarreforma.
Antisemitismo: una de las consecuencias más directas fue que tanto los protestantes como los católicos
comenzaron a tener un cierto rechazo a las comunidades judías
Guerras entre católicos y protestantes: ya hemos comentado que la Contrarreforma fue un periodo
muy convulso y que la Inquisición fue un brazo ejecutor muy violento y sanguinario. Esto hizo que co-
munidades protestantes se alzaran en contra de los católicos generando algunos enfrentamientos que tu-
vieron lugar, sobre todo, en Inglaterra y Francia.
Guerra de los campesinos en Alemania: es una de las consecuencias de la Contrarreforma más direc-
tas y es que entre el 1524 y el 25 tuvo lugar esta guerra promovida por los campesinos quienes se alza-
ron ante la autoridad eclesiástica. Esto conllevó a que, años más tarde, comenzara la Guerra de los
Treinta Años.
Persecución de los infieles: la matanza que se llevó a cabo durante la Contrarreforma fue realmente
brutal. En Europa y América se ejecutaban e incluso se quemaban vivas a personas acusadas de ser he-
rejes o de brujería.
Pérdida de poder de la iglesia: después de la Contrarreforma, la iglesia católica comenzó a perder
fuerza y en su lugar fueron los reyes y los soberanos los que fueron quedándose con el poder.

Escolástica.
La escolástica (del latín scholasticus, y este a su vez del griego σχολαστικός ‘aquel que pertenece a la
escuela’) es una corriente teológica y filosófica que utilizó parte de la filosofía grecolatina clásica para
comprender la revelación religiosa del cristianismo.

La Escolástica Española.
1. Introducción
La corriente de renovación de la Escolástica, que buscaba la recuperación del pensamiento de Santo To-
más y fue promovida en Italia por dominicos como el Cardenal Cayetano, produjo en España una serie
de teólogos, filósofos y juristas de categoría.

Los nuevos escolásticos españoles presentaron algunas características especiales:


Estudiaron e impartieron magisterio en las universidades, y ello se tradujo la producción de obras desti-
nadas a la enseñanza, muy marcadas por la preocupación pedagógica.
Influidos por el Humanismo, enriquecieron la doctrina de la tradición escolástica tomista con las ideas
de este nuevo movimiento cultural.
Además, su condición de humanistas les llevó a participar en los grandes debates sobre los temas políti-
cos y sociales de su época. Lejos de los planteamientos abstractos de la escolástica medieval, la gran
contribución de los nuevos escolásticos hispánicos consistió en la aplicación de los principios generales
de la teología, la moral cristiana y el derecho natural a las grandes cuestiones del momento, entre las que
destacó la problemática de la ocupación de América (el llamado “hecho americano”).

Podemos distinguir entre estos pensadores dos corrientes de pensamiento, relacionadas con dos
órdenes religiosas:
La corriente de los dominicos destacó por su fidelidad a su correligionario Santo Tomas de Aquino.
Tuvo su centro en la Universidad de Salamanca, ya que sus mejores representantes fueron catedráticos
de dicho centro, que enseñaron en el Colegio de San Esteban. Esta circunstancia les dio nombre: la Es-
cuela de Salamanca. Tuvo su momento de mayor actividad editorial durante la primera mitad del Qui-
nientos. El tema más tratado en sus obras fue la conquista de América. Y su principal figura fue Fran-
cisco de Vitoria.
La corriente de los jesuitas también se desarrolló dentro de la tradición escolástica tomista, aunque fue
menos fiel al pensamiento de Santo Tomás. Tuvo un mayor desarrollo a finales del siglo XVI y comien-
zos del XVII. Sus principales representantes, los profesores universitarios Luis de Molina y Francisco
Suárez, constituyeron la vanguardia intelectual de la Contrarreforma.

Unidad 7.
Thomas Hobbes.
Un hombre de gabinete, estudioso solitario y más bien timorato. Una obra de una am-plitud y de un ri-
gor sin paralelo posible en la filosofía política del siglo XVII, de una au-dacia tranquila que suscitó el
horror de los católicos, de los obispos anglicanos, de los defensores de la libertad política y hasta de los
partidarios de los Estuardos. Para Leibniz, “el Leviathan es una obra monstruosa, como su mismo título
indica”.
Firme partidario al principio de los Estuardos, Hobbes (1588-1679), fija su residencia en Francia en
1640 y pasa once años en exilio voluntario. No se halla en Inglaterra cuando Carlos I es ejecutado. "El
Leviathan" (1651) es la obra de un emigrado. Con frecuencia se ha afirmado que Hobbes, al escribir este
libro, pretendía presentar sus respetos a los poderosos del momento. Cuando regresa a Inglaterra, no re-
cobra la confianza que gozaba antes de 1640. Sospechoso tanto para unos como para otros, muere en la
semidesgracia.
Aparte del "Leviathan", las principales obras de Hobbes son:
- Elementos de derecho (1640)
- El Tratado del ciudadano (1642)
- El Tratado sobre la naturaleza humana y el cuerpo político
- El Tratado del hombre.
Una política racionalista. Materialismo científico, mecanicismo, positivismo: la filo-sofía de Hobbes
es fundamentalmente racionalista. Dotado de una sólida cultura cien-tífica, considera la política como:
Una ciencia que ha de fundarse en justas nociones y rigurosas definiciones.
Thomas Hobbes
Su filosofía y su política son igualmente antiaristotélicas. Niega la existencia de ideas innatas e insiste
en la importancia de las definiciones, los signos y el lenguaje: “Sin el lenguaje no hubiera habido entre
los hombres, ni Estado ni Sociedad ni Contrato de Paz, como tampoco existen entre los leones, los osos
y los lobos”.
Hobbes rechaza el recurso a lo sobrenatural. Toda su obra es un esfuerzo por reducir a las potencias in-
visibles. La ansiedad humana se encuentra en el origen de la reli-gión.
“El temor de una potencia invisible, sea una ficción del pensamiento o algo imaginado según las tradi-
ciones públicamente admitidas, es la Religión”.
De esta forma, la obra de Hobbes constituye una brillante manifestación de ateísmo político.
Una filosofía del poder. Como han señalado diferentes autores -especialmente Ferdinand Tonnies y
Leo Strauss-, el pensamiento de Hobbes sufrió una evolución. En los "Elements of Law" su filosofía po-
lítica es tradicionalmente monárquica; más tarde evoluciona hacia una especie de monarquismo social.
Su preferencia por la monarquía hereditaria, clara aún en el "Tratado del ciudadano", desaparece casi
por completo en el "Leviathan". Leo Strauss, por su parte, subraya la evolución de la moral de Hobbes y
discierne en su obra un relevo de las virtudes aristocráticas (honor, gloria) por las virtudes burguesas
inspiradas en el temor y la prudencia.
En realidad, Hobbes, desde el comienzo hasta el final de su vida, permanece fiel a ciertos principios. No
se trata de una fidelidad a la persona del monarca, ni de una fidelidad al principio mismo de la monar-
quía, sino de una fidelidad al Poder. Sin duda, resultaría exagerado decir que la filosofía de Hobbes es
una filosofía del ralliement, pero no que es, ante todo, una filosofía del poder. En la dedicatoria del "Le-
viathan" Hobbes indica claramente que busca, en política, una vía media, una especie de justo medio.
Aunque Hobbes defiende la causa del poder absoluto, no lo hace -como Jacobo I- en nombre del dere-
cho divino de los reyes, sino en nombre del interés de los individuos, de la conservación y de la paz. Se-
culariza el poder y muestra su utilidad, no su majestad.

Unidad 8.
El liberalismo.
Tocqueville (1805-1859),

Jurista, político e historiador francés, Alexis de Tocqueville destacó por sus teorías políticas y sociales
que lo convirtieron en uno de los ideólogos del liberalismo del siglo XIX.
Tocqueville fue diputado por Normandía y ocupó diversos cargos durante la II República francesa. Su
oposición al Segundo Imperio le llevó a la cárcel y, finalmente, al retiro de la vida pública, tiempo en el
cual finalizó su obra más conocida, La democracia en América.
Máximo escritor liberal de la época, se sitúa al margen de este orleanismo hipertrofiado. No es represen-
tativa de una amplia corriente de pensamiento; es el resultado de la reflexión, lo más a menudo solitaria,
de un espíritu no exento de prejuicios, pero dedicado a juzgar y a juzgarse con una rigurosa independen-
cia.

Es preciso distinguir en Tocqueville el instinto y la reflexión, el corazón y la razón. Es aristócrata de


instinto, pero la reflexión le lleva a aceptar como irreversible la evolución hacia la democracia, a adap-
tarse a un régimen que no le gusta: “Tengo una inclinación racional -escribe en una nota íntima encon-
trada por J.-P. Mayer- por las instituciones democráticas, pero soy aristócrata por instinto, es decir, que
desprecio y temo a la multitud. Amo con pasión la libertad, la legalidad, el respeto de los derechos, pero
no la democracia. Este es el fondo del hombre”.

Por último, y sobre todo, las cualidades morales, el sentido de las responsabilidades, la pasión por el
bien público; Tocqueville cree, como Montesquieu, en el primado de la moral sobre la política.
Estos remedios para los males de la democracia son muy tradicionales e incluso tradi-cionalistas; Taine
no dirá otra cosa, pero Taine no habría escrito seguramente la pági-na del Ancien Régime sobre el idea-
lismo revolucionario: “El 89 fue tiempo de inexperiencia, sin duda, pero también de generosidad, de en-
tusiasmo, de virilidad y de grandeza, etc.
Tocqueville sabe rendir homenaje al adversario; lleva al más alto grado el arte de comprender lo que le
repugna. En este sentido es realmente un liberal.

También como hombre, me subleva el espectáculo de la degradación del hombre por el hombre, y es-
pero ver el día en el que la ley garantice una libertad civil igual para todos los habitantes del mismo im-
perio, como Dios acuerda el libre arbitrio sin distinción a todos los que habitan sobre la tierra».
«Pues yo no creo que en alguna época la esclavitud haya sido útil a la vida y al bienestar social. Lo cree-
ría, si todavía no hubiera llegado a concluir que en ninguna época la institución de la esclavitud ha sido
buena y legítima.
No admitiré que un acto injusto, inmoral, atentatorio de los derechos más sagrados de la humanidad,
pueda justificarse jamás por una razón de utilidad. Sería admitir la máxima de que el fin justifica los
medios, y es una máxima que siempre he detestado y que detestaré siempre.
La esclavitud, contribuyó en efecto a salvar la vida de algunos hombres y aumentó la riqueza de algún
pueblo, no lo niego, pero no resta nada a mis ojos un horrible abuso de la fuerza, un menosprecio de to-
das las leyes divinas y humanas, que nos prohiben privar de la libertad a nuestro prójimo y hacerlo ser-
vir aún a costa de nuestro bienestar.
Condena del genocidio de los indios de América del Norte y de la esclavitud.«Es imposible dudar de
que antes de cien años no quedará en América del Norte, no una sola nación, sino un solo hombre perte-
neciente a la más notoria de las razas indias».

Citas
«La sociedades deben juzgarse por su capacidad para hacer que la gente sea feliz».[1]
«El hombre según Buffon y Flourens es, pues, de una sola especie y las variedades humanas están pro-
ducidas por tres causas secundarias y exteriores: el clima, la nutrición y la manera de vivir».
Resumen y sinópsis de La democracia en América de Alexis de Tocqueville.
«Las sociedades políticas son, no lo que les hacen las leyes, sino lo que les preparan a ser de antemano
los sentimientos, las creencias, las ideas, los hábitos de corazón y de mente de los hombres que las com-
ponen, lo que el temperamento y la educación han hecho de ellos. Si esta verdad no sale de todas las
partes de mi libro, si no lleva a los lectores a examinarse continuamente a sí mismos, si no les muestra a
cada instante, sin hacer alarde de tener la pretensión de enseñarles, cuáles son los sentimientos, las
ideas, las costumbres que únicamente pueden conducir a la prosperidad y a la libertad pública, cuáles
son los vicios y los errores que, por contra, les apartan irrefutablemente de ellas, no habré alcanzado el
principal y, por así decir, el único objetivo que tengo en vista».

Toda la obra de Alexis de Tocqueville (1805-1859) es una reflexión sobre la libertad o su ausencia, el
despotismo. Tanto en La democracia en América (1835 y 1840), como en El Antiguo Régimen y la Re-
volución (1856), obra que dejó inacabada, explora la forma de conseguir que el régimen democrático
posterior a 1789 sea tan igualitario como libre. Nadie como Tocqueville ha sabido defender la libertad y
anunciar los peligros que pueden ir unidos a construir una democracia basada exclusivamente en la
igualdad, el individualismo y el bienestar material.

La democracia en América ha pasado de ser «el mejor libro nunca escrito sobre los Estados Unidos» a
ser también «el mejor libro sobre la democracia». En esta edición crítica se reproducen notas, corres-
pondencias, comentarios, variantes y fragmentos inéditos que ayudan a comprender mejor el pensa-
miento de Tocqueville y el complejo proceso de redacción del libro.

Unidad 9.

EL ESTADO: la sociedad y el Estado

"Una Nación no es una Nación sino por la conciencia profunda y reflexiva de los elementos que la cons-
tituyen". Alberdi. Las Bases

Naturaleza De La Sociedad Política.


La sociedad política es esencialmente natural en su constitución. El movimiento que la funda no radica
en la voluntad libre y pura del hombre, ni en el instinto forzoso. Es un movimiento moralmente obliga-
torio, establecido sobre un conjunto de relaciones que emergen de la naturaleza humana.
De la misma manera que es un imperativo ético tender a la propia perfección, es natural al hombre la
vida en sociedad. Y su principio rector y ley fundamental de toda sociedad, es tender al Bien Común.

La Sociedad Anterior Al Estado.


La sociedad es el grupo humano que integra a personas, familias, asociaciones o instituciones de diverso
tipo, en vista al Bien Común. Su finalidad es el desarrollo pleno de las personas y las familias que la in-
tegran. Las instituciones sociales constituyen en algunos casos, por su importancia y presencia, verdade-
ros pilares de la estructura social. Por ejemplo: La familia y la Iglesia son anteriores al Estado Nacional.
El Estado es un ser de relación entre los hombres. Su unidad inmanente está reclamada por una Unidad
de fin, otorga a la persona la posibilidad de una vida plenamente civilizada. Sólo en la comunidad polí-
tica puede encontrar el hombre su plenitud. Los poderes del Estado emanan y pertenecen al hombre. El
ente debe su ser y su capacidad a los individuos. Es por ello, que el Estado tiene como fin último asegu-
rar las condiciones que permiten el desarrollo y la autoafirmación de las personas.

El Estado y sus funciones.


Las funciones esenciales tienden a establecer un orden social, donde imperen la justicia, la seguridad y
la paz, como requisitos “sine-qua non”. Estas misiones preeminentes, sin cuyo cumplimiento harían in-
justificable la existencia del Estado, se completan con los nuevos roles que ha debido ir asumiendo para
abarcar un ámbito de acción más amplio, requerido por las exigencias de un concepto más dinámico del
Bien Común.
Las funciones esenciales
 Seguridad interior
 Defensa externa
 Administración de Justicia

El Estado sería inconcebible si no fuera capaz de imponer el orden, asegurar la defensa externa, otorgar
seguridad proveyendo la legislación y la administración de justicia. Para su cumplimiento el Estado
debe tener un cierto grado de eficacia que permita señalar la presencia de un poder ordenador. La fun-
ción de tutelaje es básica porque de ella depende la protección y seguridad de las personas y de los bie-
nes, que es la primera condición del orden social.

Servicio de interés público


El Estado por razones que hacen a su fin -el bien común- también realiza otros servicios que pueden ca-
racterizarse como de asistencia. Estas tareas pueden ser cumplidas por otras personas o instituciones.
Esas funciones de asistencia son prestadas mediante diversos servicios. Los casos más típicos se refieren
a la educación, la cultura, y la salud pública.

Esta distinción sobre las funciones del Estado, apunta a delinear su esfera de acción, los temas que le
son propios y sus límites. Las funciones esenciales son de cumplimiento obligatorio por parte del Es-
tado, porque se refiere a su misión fundamental. No pueden delegarse porque emanan de la soberanía
que es uno de sus atributos más importantes.
El Estado tiene pues la obligación primera de realizar con eficacia las funciones esenciales. En segundo
término, puede y debe prestar servicio necesario para el bien común (la educación y la cultura). Final-
mente cuando el Estado ha cubierto las funciones de tutelaje y de asistencia, recién puede incursionar en
el campo económico productivo. Estos principios no fueron tenidos en cuenta en muchos países que cre-
yeron en un anhelo de Estado Providencia, produjeron el desarrollo de una maquinaria burocrática des-
mesurada. La administración se ocupó de tareas variadas y temas superfluos que dieron al Estado una
dimensión inadecuada. El Estado sin respetar los criterios rectores señalados, invadió el campo de ac-
ción de la actividad privada, socializando sectores importantes de la producción a un altísimo costo so-
cial. La ineficacia y el déficit fiscal crónico, con la corrupción administrativa y el descenso de la pro-
ductividad, fueron las consecuencias del alejamiento de la sana doctrina, en muchos países subdesarro-
llados.

Elementos del Estado


El Estado, es un ser accidental de relación, un ente moral cuya unidad de operación está ordenada por la
unidad de sus fines.
Puede definirse como un ser complejo, cuya realidad se fundamenta en sus elemen-tos, a los que rela-
cionan agregándoles perfección.
Los elementos que constituyen el sustrato del Estado son:

1) Un Territorio: que es el ámbito espacial de validez del orden jurídico estatal y el teatro donde se
ejerce la soberanía.
El concepto de territorio es la porción del espacio geográfico que abarca:
El suelo: Es la porción terrestre del territorio que no presenta problemas teóricos a resolver.
El subsuelo: Se acepta la vieja doctrina romana que señala que el territorio pro-yecta sus límites hacia
el centro de la tierra.
El espacio aéreo: Presenta el problema de establecer los límites de la soberanía sobre el espacio aéreo.
El mar territorial: Existen distintas teorías sobre la proyección del mar territorial.
La plataforma submarina.

2) La Población:
La palabra pueblo deriva del latín "populus" y se refiere al factor humano que da sustento a la realidad
del Estado.
“Coeutus multitudinis ivris consensu et utilitatis.”
El pueblo es la unidad de los hombres en torno al consenso sobre el derecho y el Bien Común. Cicerón
La población se integra:
a) Por los extranjeros que habitan en el territorio del Estado y que tienen sus derechos y obligaciones
civiles.
b) Por los nacionales que integran el pueblo y que además de sus derechos y obligaciones civiles tienen
también derechos y obligaciones políticas.

3) El Gobierno O Poder.
Aristóteles, en su política, había señalado el hecho constante de que en el seno de todas las sociedades
siempre se registra el fenómeno del mando y la obediencia -es decir del poder-.
En sus tratados sobre las constituciones, hoy lamentablemente desaparecidos, el estagirita había anali-
zado y comparado las estructuras de gobierno de diversas sociedades, logrando arribar a una síntesis que
nació clásica. Las formas fundamentales de organización del poder se reducirían a:
1) La Monarquía,
2) La Aristocracia,
3) La Democracia.

La discusión sobre las formas del poder es eternamente actual, puesto que en toda sociedad se ejerce un
mando y desde ese momento sus atribuciones, su organización y la manera de llevarse a cabo deben in-
teresar a todo el mundo”.
En toda sociedad, se ejerce el mando. En todo conjunto humano existe un gobierno, que su forma cam-
bie de una sociedad a otra, que sea diferente en el seno de una misma sociedad, todo ello es, en lenguaje
filosófico, accidentes de una misma substancia, que es el poder”.

Una Finalidad Común: El pueblo está asociado y organizado en forma estable y teniendo un fin que es
el Bien Común. Es de la naturaleza del Estado: que el pueblo esté potenciado en torno a una comunidad
de destino.
Esta asociación no es estática sino dinámica, dentro de una unidad y de un orden. El factor que convierte
al Estado en una empresa común, es el proyecto político que otorga el fundamento moral y la base de la
legitimidad de ejercicio del poder.
La fisonomía cultural y física del pueblo, la forma del territorio, la estructura del poder, tienen sus entra-
ñas de pasado, su sello y su tradición, que explican su presente y señalan líneas de acción hacia el fu-
turo.

La Soberanía.
No se conoce con certidumbre el origen etimológico de la palabra soberanía, pero se puede afirmar que
deriva del título que se le daba al rey -souverain- en la Francia Medieval.
Se ha debatido largamente sobre el momento de nacimiento del moderno concepto de la soberanía. Kel-
sen lo rastrea hasta la antigüedad clásica y considera que la autar-quía de los griegos y la majestas po-
puli romana son ideas similares.
En realidad el gran teórico de la soberanía fue Jean Bodin. En su obra “Six livres de la republique” de
1576 define a la soberanía, como el poder absoluto y perpetuo de una república. Es un poder supremo
que se ejerce sin restricciones sobre los súbditos de un Estado.
Es Un Poder:
Absoluto: Está sobre todos y sobre todo.
Supremo: No hay otro sobre él.
Es un poder Ilimitado: No admite restricciones legales indivisibles.
Perpetuo e imprescriptible: No puede prescribir por no ser usado.

Teoría Del Estado:

La Teoría del Estado estudia el origen, evolución, estructura, justificación funciona-miento y finalidad
del Estado. Toma el fenómeno estatal tanto en su generalidad como en su concreta realidad presente.
Indaga así, las condiciones permanentes que presenta el fenómeno estatal, en cuanto organización del
Poder o forma de agrupamiento político, y se detiene, particularmente, en la investigación de la realidad
de la vida estatal que nos entorna.
A ese respecto podemos ir adelantando, que la Teoría del Estado es “el conjunto de proposiciones logra-
das mediante la investigación del qué, por qué y para qué del Estado, es decir las tres posibilidades de
interrogación que afectan a los momentos reales de la existencia del Estado y que se vinculan con la
descripción, explicación y aplicación del fenómeno estatal, sometida a criterios lógicos y a la verifica-
ción de los hechos”.

Destaca acertadamente Fayt que el término Estado hasta el siglo XV no aparece registrado en la litera-
tura científica, y ello porque las organizaciones políticas anteriores a la Edad Moderna no la conocieron.
Los griegos llamaron a su organización política “polis”; los romanos “civitas” o “res pública”, quedando
la de “imperium” para el poder de dominación del príncipe; en la Edad Media durante la cual se hace
derivar el poder político de la propiedad del suelo, las expresiones “regnum” (tierra del rey) o “land”
(tierra), sirven para comprender los poderes territoriales existentes.

Así entonces, sólo cuando va definiéndose una nueva realidad política con un centro unitario de Poder,
independiente en lo exterior e interior; concentrando en una unidad de dominación los instrumentos de
poder efectivo en un ámbito territorial determinado, la palabra Estado es empleada para nominar esa
nueva realidad que tiene advenimiento durante el Renacimiento en las ciudades-repúblicas italianas, con
la aparición de un solo centro de dominación, con un gobierno efectivo, un sólo ejército, una administra-
ción jerarquizada, un orden jurídico unitario, con fuerza suficiente para imponer a los súbditos un deber
de obediencia general.

Ahora bien; si con carácter previo a profundizar nuestro estudio sobre el Estado nos preguntamos qué es
lo que percibimos de él, seguramente se nos ocurrirá pensar en el aparato político del poder; en el grupo
minoritario que manda; en el mayoritario que obedece; la cantidad de hombres que lo forman; el suelo
en que viven; el derecho formulado coactivamente por el Estado. Es decir, inicialmente tenemos idea
formada de que existe una realidad marcando los gobernantes y gobernados; que conviven en un territo-
rio; hacen cosas en común y están sujetos a un determinado orden de derecho. Pero... y entonces ¿qué es
el Estado? y cuales son la teoría explicativas de la naturaleza del Estado?.

Teorías:
Teorías Sociológicas.
Estas teorías consideran al Estado en la unidad de su naturaleza como una construcción social (Jellinek),
definiéndolo como “la unidad de asociación dotada originaria-mente de poder de dominación y formada
por hombres asentados en un territorio”.
Las teorías sociológicas son por lo general “teorías objetivas” porque estudian al Esta-do como un he-
cho real objetivo, exterior a los hombres. “El Estado tiene un ser que se radica en el mundo externo in-
dependientemente de los individuos”. El Estado, puntualiza Schmidt, “tiene una existencia objetiva pro-
pia, una existencia de hecho, de igual modo que cualquier otro cuerpo natural”.
Teorías Deontológicas.
Las teorías Deontológicas son las que comienzan proponiendo al Estado un fin que consideran debido, y
una vez que descubren y formulan ese fin, sostiene que él hace parte de la esencia del Estado, por ma-
nera que toda organización política real y con-creta debe, para tener naturaleza o esencia de Estado
(para “ser” Estado), cumplir aquel fin, careciendo de naturaleza de Estado las que no lo cumplen o lo
violan. Estado debe cumplir el mismo faltando a la esencia de Estado en cualquier organización política
que no tienda al Bien Común.

Teorías Jurídicas.
Si bien es cierto que existen diferentes facetas que impulsan este modo de ver , también lo es que Hans
Kelsen fue el máximo postulante de las teorías jurídicas sobre el Estado. El maestro de la Escuela de
Viena da una definición fundamental: “el Estado es la personificación del orden jurídico total”. Por
ello, privado el Estado de existencia real, disuelto en un sistema de normas jurídicas, el Estado equivale
al derecho. Toda persona jurídicamente considerada, es una parte del orden jurídico. La persona jurídica
Estado es la totalidad de ese orden.

Teorías Políticas.
Son las que presentan al Estado como una formación del orden político, esto es, como una entidad espe-
cífica de la vida social que está políticamente organizada. De este enfoque participan variadas gamas de
alternativas, de entre las cuales hemos selec-cionado aquellas que consideran al Estado:
Como Soberanía: si partimos del concepto de “soberanía” en el sentido de que ella es “la cualidad del
Poder del Estado que para organizarse jurídicamente no reconoce dentro del ámbito de relaciones que
rige, otro orden superior del cual provenga o derive su propia validez ”.
Como Empresa Política: si al Estado lo observamos como una cooperación planifi-cada, un quehacer
común que los hombres abordan para conseguir un fin, esta operación o quehacer colectivo, es una Em-
presa.
Como Régimen: Considera que el Estado es una ordenación de conductas que se cumplen para repartir o
asignar a los hombres derechos y obligaciones, que deben compartir en la convivencia social.

Origen Y Justificación Del Estado.


Determinar con exactitud en qué momento ha tenido origen el Estado, advierte Del Vecchio, es cosa im-
posible, no sólo porque nuestros conocimientos sobre las fases prehistóricas y protohistóricas de la vida
humana son altamente defectuosas, sino también porque la formación del Estado no se produce “ex
abrupto”, sino a través de un proceso gradual.
¿cuándo y cómo empezó?"
Así entonces, en el marco temático anunciado, y habiendo analizado en la unidad pre-cedente la “natu-
raleza del Estado” desde el punto de vista de las diferentes teorías que convocamos en esta elaboración,
corresponde ahora preguntarnos por el “origen y la justificación” de ese Estado que “es” y si debe nece-
sariamente existir, es decir, nos interrogamos sobre el “cómo” de la existencia del Estado, porqué debe
haber Estado, porqué los hombres debemos acatarlo, todo lo cual nos conduce a investigar sobre temas
que hacen a la “justificación del Estado como realidad social, a su legitimación como tal”.
Teorías.
Teorías religiosas: Las teorías religiosas son las que pretenden fundamentar al Estado en un ser supe-
rior al hombre, acudiendo al origen divino del poder como causa eficiente. Pregonan el origen divino del
gobernante, refiere a pueblos de la antigüedad, el monarca era Dios (Egipto o un representante o emisa-
rio de ellos (Asiria, Persia).
En conjunto en estas teorías y no obstante las críticas que se les formulan, se reconoce "el valor de dar
razón jurídica al ESTADO por medio del derecho natural". Si comprendemos al Estado como necesario
para desarrollar nuestra existencia, es porque lo instituyó Dios, en cuanto es autor de la naturaleza hu-
mana. Si Dios hizo nuestra naturaleza, y ésta reclama un orden político, Dios el único fundamento, la
última "ratio" del Estado y de su validez, o, en otros términos, su causa remota. Por eso, la fórmula "om-
nis potestas a Dios" -todo proviene de Dios- quiere significar que el fundamento mediato del Estado ra-
dica en Dios. La organización del Estado, su régimen, su gobierno, es obra puramente humana.

Teorías de la fuerza: Las teorías de la fuerza legitiman al Estado y al poder afirmando que en el inicio
del Estado existe un acto de fuerza, consistente en la imposición y dominación de un grupo sobre otro.
Esta concepción abarca tanto al Estado en abstracto como al empírico. Gumplowicz expresa: "la historia
no nos presenta ningún ejemplo de Estados que ha-yan nacido de otra manera que por algún acto de vio-
lencia. Lo que siempre ha dado origen al Estado ha sido un acto de fuerza de una tribu contra otra: la
conquista y su-misión de una tribu más fuerte, la mayor parte de las veces extranjera, sobre una po-bla-
ción más débil, la mayor parte de las veces autóctona.”. “Dominadores por un lado, dominados por otro,
dice el mismo autor; directores y dirigidos: tales son las eternas, las imprescindibles e inmutables notas
distintivas de los Estados. No ha habido ni hay ningún Estado en que no haya existido esta antítesis".
Teorías Éticas:
Las teorías éticas fundamentan al Estado en una “necesidad de carácter moral”, y esto es así, en tanto
afirman que la plenitud y el desarrollo del hombre se alcanzan en el Estado. Estas teorías se apoyan, en-
tre otros fundamentos, en el pensamiento de Aristóteles y Santo Tomás al proclamar que “el Estado no
es neutro a los fines últimos del hombre, y que para hacerlos posibles el hombre se ha de integrar al Es-
tado, que le facilita los medios de su propia perfección”.

Teorías jurídicas: Las teorías jurídicas acerca del fundamento racional o de la justificación del Estado
adoptan una institución o una figura del derecho para explicarlo y legitimarlo. Por su importancia las
que merecen cita son: A) TEORÍA PATRIARCAL: Esta opinión considera que el Estado deriva de la
familia. La familia ha sido la primera agrupación que hizo las veces de Estado (Fustel de Coulanges).
“La sociedad ha sido primero familia, y después Estado”. B) TEORÍA PATRIMONIAL: Pregona que el
propietario del suelo es a la vez titular del poder. C) TEORÍA CONTRACTUAL
La postura del contrato es la expresión máxima del voluntarismo. Considera que los hombres crean el
Estado libre y espontáneamente, y que su única justificación radica en el pacto político que le da naci-
miento. D) TEORÍA DE LA OCUPACIÓN: Acudiendo a la tesis romanista de que las cosas sin dueño
pueden ser adquiridas por aprehensión de las mismas, no ha faltado una corriente política que ha fun-
dado el título del Estado en la ocupación del poder. El poder se considera “res nullius” o vacante en su
origen; el modo también originario de adquirirlo es ocuparlo.

Teorías Negatorias:
Las teorías que aquí se consideran se ubican en otro campo de acción, “se niegan a justificar al Estado”,
y aún, comprobada su existencia, afirman que el Estado no debe existir, que es ilegítimo.
En realidad, y a modo de síntesis, estas teorías no encuentran razón bastante para que haya Estado, por
ello, genéricamente, podemos llamarlas “anarquistas”.
En el anarquismo muchas veces se impugna al poder político por su ineficacia o su mal desempeño, ale-
gando que no sabe cumplir con su función, otras se ataca determinada forma de gobierno; y las más se
niega directamente al Estado, suponiendo su maldad intrínseca. En toda posición anarquista late un sen-
timiento que, con lenguaje de Kelsen, podríamos llamar el "resentimiento contra la heteronomía"; es de-
cir, contra toda forma de autoridad trascendente, distinta a la del propio sometido. Al hombre moderno
le incomoda toda sumisión: la rebeldía es una posición inherente a su espíritu.
El “anarquismo” presenta distintas variantes. Ciertas corrientes postulan la destrucción del Estado por
“evolución”, y consideran su desaparición como el resultado de un proceso natural de reforma social y
política. Otras son “revolucionarias”, y procuran apurar la fase final mediante la fuerza y la violencia.

El Estado y Sus Funciones:


La teleología política se ocupa de investigar cual es el “fin del Estado”; esto es, se pregunta “para qué
existe la institución política”. Así pues, puede válidamente afirmar-se que “todo obrar humano, sea indi-
vidual, colectivo o social, tiene siempre un fin.
El orden político no escapa a esa regla. La comunidad política anticipa también en la intención de quie-
nes tienen a su cargo el plan o programa; el fin a conseguir a través de un proceso político dinámico”.
En las constituciones de los Estados empíricos, sus Preámbulos constituyen un enunciado, expreso o tá-
cito de fines a cumplir.
La actuación humana impulsada siempre por motivos obliga, ineludiblemente, a prestar la debida aten-
ción a la pregunta finalista del “para qué” existe la comunidad política.
En ese sentido, trayendo a cita la palabra de Dabin, éste enseña que “siendo el Esta-do una empresa, una
institución humana, no podría dejar de tener un fin. Es imposible, a pretexto de ciencia positiva, de mé-
todo histórico-empírico, querer hacer abstracción de todo finalismo". En materia de institución, el fin es,
en efecto, el principio especificador y animador de toda la organización formal. He aquí por qué no hay
medio de representar, inclusive científicamente, una institución, abordar el problema de su fin: quien
dice institución dice “finalidad”.
A los fines de abordar el punto que estamos desarrollando, Bidart Campos propone la siguiente clasifi-
cación:
A) FINES OBJETIVOS
Para este modo de ver el “fin” está ahí, en la misma naturaleza de la cosa, o sea, del Estado. Es la natu-
raleza del orden político, como expansión del orden individual y co-mo parte del orden natural, la que
da “objetivamente al Estado su fin”. El fin se prende, se adhiere, se inserta en la organización política.

B) FINES SUBJETIVOS
Rechazan la idea de la existencia de un “fin” objetivo dado por la naturaleza a “todo Estado”; defen-
diendo, por el contrario, que cada Estado empírico tiene el “fin” especí-fico y concreto que él mismo
elige y se atribuye. Si no hay un fin objetivo, resulta fácil suponer que el Estado se asigna artificial-
mente un “fin” subjetivo.

C) FINES PARTICULARES
Podría decirse que el “fin” subjetivo de cada Estado representa para él su “fin” particu-lar, aunque más
precisamente diremos con propiedad, que son “los que incumben a un Estado en un momento determi-
nado para los hombres que lo constituyen".
Según Jellinek, el fin particular es el fin que ha tenido o que tiene un Estado individual determinado en
la historia”.

D) FINES RELATIVOS
Pone de manifiesto que sobre el curso del tiempo y de la realidad histórica, el “fin del Estado” varía o se
acomoda a la circunstancia. El relativismo absoluto despoja al Es-tado de fines objetivos, dados por el
orden natural, y se los forja artificialmente al arbi-trio de las generaciones interesadas. El relativismo
parcial ajusta el “fin objetivo” a las contingencias cambiantes según las necesidades que surgen en el
devenir político.

El Bien Común.

Cuando los hombres se agrupan teniendo en miras un “fin”, hay “bien común”, expresa Dabin, “consis-
tente en este mismo fin querido y perseguido en común, así como todos los medios ordenados a él”, es
decir, que “todo grupo humano que persigue una finali-dad extensiva a sus miembros, tiene su “bien co-
mún”. Pero entonces ¿cuál es el ca-rácter distintivo del bien común como fin del Estado?
El bien común puede ser:
A) PARTICULAR
Cuando su cometido se relaciona sólo con los miembros del grupo y responde a sus intereses particula-
res, v.g., el bien perseguido por una institución cultural, vecinal, deportiva, etc. Es “común” porque per-
tenece a los miembros de ese grupo y porque se busca en común, pero es “particular” porque alcanza
únicamente a ellos y a los intereses de ese grupo.
B) PÚBLICO:
Cuando concierne a la masa total de individuos y grupos integrados en el Estado, que conviven en la en-
tidad política.

CONCEPTO DE BIEN COMÚN:


Siguiendo a Mario Justo López, en acuerdo con la corriente aristotélico-tomista, se suele declarar que el
fin propio, objetivo y necesario del Estado es el “bien común”.
La elaboración de la noción del “bien común” se debe en gran medida a teólogos cató-licos y en particu-
lar a las corrientes tomistas. Según el padre jesuita Francisco Suárez, el “bien común” es “un status en el
cual los hombres viven en un orden de paz y de justicia con bienes suficientes para la conservación y el
desarrollo de la vida material, con la probidad moral necesaria para la preservación de la paz externa, la
felicidad del cuerpo político y la conservación continua de la naturaleza humana”. Rommen, por su
parte, agrega: “es un status en el cual se alcanza la satisfacción de todos los deseos
de la comunidad y de sus miembros”; “es el principio que prevalece y controla cual-quier otro interés en
su orden”; “es el principio creador, el poder que conserva el cuer-po político” y que “convierte a la masa
amorfa externa, el mero conglomerado de individuos, en un cuerpo solidario de ayuda mutua e interés”
A ese respecto la encíclica Rerum Novarum indica con precisión: “y si los ciudada-nos, si las familias,
al formar parte de una comunidad, y sociedad humanas, halla-sen en vez de auxilio, estorbo, y en vez de
defensa, disminución de sus derechos, sería más bien de aborrecer que de desear la sociedad...” Ergo,
corresponde una función de sentido al poder del Estado, puesto que si esto no ocurriese, al decir de He-
ller, no sería posible “diferenciarlo de una gavilla de bandoleros, de un cártel del carbón o de un club
deportivo”.
Mas el “bien común” no se agota en la tutela de los derechos. Comprende, además, otros elementos, que
Dabin agrupa en tres categorías:

1) Orden Y Paz
En lo interno comprende: Regla de derecho, Policía, Justicia
En lo externo comprende: Protección diplomática, Protección militar
2) COORDINACIÓN DE ACTIVIDADES PARTICULARES
3) SUPLENCIA Y AYUDA a las iniciativas particulares o privadas, cuando una eventualidad así lo
exige.
En definitiva, no podemos concluir sin destacar la importancia que tiene la participación de la persona
en el “bien común”, válido para nosotros en épocas políticas como las que vive el país y que hace que su
pueblo asuma, de una vez por todas el protagonismo que por lo general le fue negado, a veces omitido, y
otras también rechazado por el mismo pueblo y/o sus dirigentes en nuestra democracia representativa.

Unidad 10.
1. La Dinámica Política
La dinámica política es, entonces “una parte” del conocimiento científico y de la asignatura (Derecho
Político, Ciencia Política o Politología), que se dedica a estudiar las fuerzas políticas, los cambios, los
procesos, etc.
El Estado, si bien representa un orden, integrado por hombres que conviven en un mismo territorio y
bajo un poder de un mismo gobierno, no permanece estático. Por el contrario esa institución, esa em-
presa, ese régimen vive y se orienta permanentemente tras la obtención del fin común que los aglutina.
Ahora bien, existiendo indudables factores, fuerzas e influencias que imprimen movimiento a la política,
debemos puntualizar cuáles son en la realidad esos agentes que toman participación.
En primer lugar corresponde mencionar al hombre, toda vez que es él el “único agente automotor o au-
tónomo que tiene en sí mismo fuerza propia para actuar como protago-nista originario del quehacer po-
lítico”; por ende, los demás elementos que inciden en la “dinámica política”, reciben el impulso vital del
hombre.

Factores, en sentido amplio, de la actividad política son todos los motores, causas, influjos, condiciones,
circunstancias, etc., que actúan o inciden en la política. Dentro de esos factores, algunos tienen el carác-
ter de fuerzas y otros el de influencias.

Fuerza política es la energía que, derivada del hombre y del obrar humano, En atención a lo expuesto,
tan “fuerza política” es el hombre individualmente considerado (ej. un líder, un presidente de la repú-
blica, un primer ministro, etc.), como el hombre agrupado (ej. un grupo de presión, un sindicato, el
cuerpo electoral, un partido político). Asimismo, también son “fuerzas políticas” como motores que de-
trás de sí, en su origen y formación tienen como sujeto a los hombres, la opinión pública, la prensa, las
ideas políticas, etc.

Sin embargo, existen otros factores que no son propiamente “fuerzas políticas” sino influencias que por
sí son inertes pero que al conectarse con los hombres repercuten o gravitan en la política o en el régimen
político, pudiendo indicarse entre otras:
1. La influencia demográfica de la raza, de la nación, de la población, de la edad, del sexo, etc., prove-
nientes de elementos preponderantemente biológicos;
2. La influencia socio-sicológica de la cultura, la educación, la mentalidad po-lítica;
3. La influencia geográfica del medio derivada de elementos como el territo-rio, el espacio, el clima, la
ubicación física, la estructura del suelo, etc.
4. La influencia económica, surgida de los recursos naturales, la tecnología, los modos de producción y
de consumo. La propiedad de los bienes de producción, la distribución de la riqueza, el dinero, etc.

La Opinión Pública:
En la antigüedad las formas de participación de las personas en la cosa pública y el marco exiguo donde
se desenvolvía la convivencia, aportaban una situación de intimi-dad e inmediatez a la expresión de la
voluntad política. En la actualidad, esa aprecia-ción ha variado radicalmente. “Los hombres no se cono-
cen entre sí, las relaciones políticas están mucho más impersonalizadas; un gran anonimato preside la
conviven-cia. La más de las veces los ciudadanos ni siquiera tienen trato con los candidatos por quienes
votan. Las discusiones, los debates y las luchas políticas no se efectúan di-rectamente, cara a cara; el
ágora y el foro han desaparecido. Tenemos, en cambio, la prensa, la radio, la televisión, los impresos. Y
una forma sutil, vaporosa y genérica, que es la llamada opinión pública”.
Por nuestra parte decimos que la opinión “es un saber intermedio entre la certidumbre y la ignorancia, y
en rigor, más que un saber propiamente dicho, es una probabilidad de saber y, más precisamente, un
modo particular de aserción”. Como decía Santo Tomás, “la opinión es un acto de entendimiento que se
inclina hacia una de dos contradictorias con temor de la otra”. (Pienso que es así, pero también pudiera
ser lo contrario)
Entonces, las “opiniones” son pareceres afectados de inseguridad. Ahora bien, cuando al término “opi-
nión” le añadimos el adjetivo “pública”, tenemos ya que preguntarnos cuál es el área u objeto de esa
“opinión”, y cuál es su “sujeto”; esto es sobre qué se opina y quién opina. No toda opinión es pública,
pero para serlo es necesario que revista tal carácter.

Grupos De Presión:

Otros autores definen al grupo de presión como aquel grupo organizado para la defen-sa de intereses
propios, de naturaleza diversa, que actúa sobre los órganos responsa-bles del Estado para obtener los
beneficios que pretende.
Un grupo de interés es un conjunto de individuos que tienen un interés común; ese grupo social puede
estar organizado en forma de institución, asociación, persona jurí-dica, etc., y puede no estar organi-
zado.
Por su parte, agregamos, que el grupo de interés (organizado o no) se convierte en grupo de presión o
actúa como grupo de presión cuando para conseguir la satisfacción de ese interés, utiliza la presión
como una fuerza política de influencia sobre el poder estatal.

Fernando de Lasalle enseña que Grupo de Presión y Factor de Poder no es lo mismo, y a propósito de
ello deja anotado: “pensemos en un sindicato que para mejorar la condición de sus afiliados presiona
fuertemente al gobierno a fin de que se modifique la legislación, las condiciones de trabajo, etc. Tal en-
tidad gremial no va más allá de un grupo o factor de presión. Pero pensemos en seguida en una central
obrera de gran potencia, que no sólo persigue intereses inmediatamente vinculados a la clase obrera sino
que tiene una visión política de conjunto y sustenta con esas miras toda una pla-taforma política y so-
cial, en cuya promoción persigue objetivos económicos, culturales, espirituales, etc. Si esa central
obrera se interesa por los problemas de educación, de legislación familiar, de economía y propiedad, y
hasta de política, en forma tal que el gobierno no pueda dejar de tener en consideración su existencia, su
acción, y su presión, es ya un Factor de Poder. Cada vez que el poder oficial se ve obligado a tener en
cuenta a ese factor para la generalidad de las decisiones que adopta, estamos ante un Factor de Poder; no
importa que lo tenga en cuenta positivamente, haciendo lo que él pretende, pide o exige; es suficiente
con que deba tenerlo en cuenta también si quiere denegar sus reclamos, porque en este caso, la decisión
del poder político está condicionada fuertemente, no ya por una presión, diríamos pura y simple, sino
por algo más complejo y vigoroso como lo es el Factor de Poder".

Partidos Políticos:

Un Partido Político conforma una asociación con fines políticos bien definidos. Tal grupo o asociación
de individuos se organiza sobre la base de una ideología política común y de un proyecto político, con
un fin específico que puede ser:
a) Llegar al Poder para cumplir desde él esa ideología y ese proyecto.
b) Influir sobre el Poder y participar en su dinámica de alguna manera, con aquella ideología y aquel
proyecto.
c) Controlar el ejercicio del Poder que está a cargo de hombres de otros partidos.

El Sufragio:

Para el diccionario de la Real Academia, Sufragio es sinónimo de voto, y equivale al parecer o dictamen
que se manifiesta en orden a la decisión que debe adoptarse en una congregación o junta.

En ese sentido puede afirmarse sin hesitación que “el sufragio se funda y legitima en el Estado contem-
poráneo por la necesidad y la justicia de dar a la comunidad un medio o procedimiento organizado de
expresión política. Los hombres han de poder canalizar su opinión política para participar activamente
en la dinámica política, en el régimen; y han de contar con medios a través de los cuales la obediencia
tenga voz y votos decisivos. La comunidad gobernada ha de ser sujeto de actos políticos en los que exte-
riorice la expresión organizada de sus opiniones”.
De este modo, podemos definir al Sufragio diciendo que “es una técnica o un procedimiento insti-
tucionalizado mediante el cual el cuerpo electoral hace manifestación o expresión de opiniones po-
líticas con dos finalidades distintas:
a) para elegir gobernantes;
b) para la adopción de decisiones políticas”.

El Cuerpo Electoral.
Al considerar que la función del Sufragio es individual, y que cuando el ciudadano la ejerce hace mani-
festación o expresión personal de su voluntad política, estamos alu-diendo a que el conjunto o la suma
de ciudadanos con derecho electoral activo es na-da más que una pluralidad de hombres, sin componer
ninguna unidad distinta y ningu-na persona jurídica. En realidad Cuerpo Electoral no es otra cosa que
“un nombre co-lectivo con el que se designa aquel sector del pueblo que es sujeto de votaciones”, en el
decir de Sánchez Agesta. Si bien al Cuerpo Electoral, por la función política que desempeñan sus com-
ponentes, puede considerárselo -al igual que los Partidos Políti-cos- como un sujeto auxiliar del Estado
o del Poder, toda vez que participa en la de-signación de los gobernantes o en la expresión de opiniones
políticas a través de las formas denominadas semidirectas, este sector del pueblo no es un órgano del
Estado.
Así las cosas, determinar qué individuos forman parte del Cuerpo Electoral, es una cuestión de derecho
positivo, o sea la organización legal de cada Estado determina quiénes lo componen, esto es, quiénes
son titulares del Sufragio.

Constitución: concepto.

Una aproximación al concepto pone de manifiesto que los entes, comunidades o instituciones en general
que forman parte del orden jurídico, se rigen por un arsenal de normas, jurídicas algunas y extrajurídicas
otras, que son impuestas o que los habitantes admiten voluntariamente. “Cuando estas normas rigen la
vida del Estado, organizando los poderes, delimitando sus funciones y estableciendo los derechos y ga-
rantías de los habitantes y del Estado, reciben el nombre de Constitución”.
En términos generales puede afirmarse que el vocablo Constitución, se refiere a la “esencia y calidades
de una cosa que la constituyen tal y la diferencian de las demás”.
Por ello, si se quiere llegar a determinada inteligencia, hay que limitar dicho signi-ficado a Constitución
del Estado, es decir, aquella que se refiere a la unidad política de un pueblo.
En realidad la palabra Constitución deriva del latín “statuere, statutum”, que significa ordenar, reglar,
regular, decidir con autoridad, establecer (cf. Rodolfo Rivarola “Diccionario Manual de Instrucción y
Práctica Constitucional Argentina”). En un sentido amplio, puede afirmarse que no existe un solo Es-
tado civilizado que no posea una Constitución, ya que “el acto primario de una comunidad que decide
constituirse en Estado organizando un gobierno para conducir sus asuntos políticos, consiste en la for-
mulación de un cuerpo definido de principios o disposiciones, determinando o desarrollando los princi-
pales aspectos del gobierno a crearse”.
Es decir, que la Constitución, en sentido específico y especializado, significa, a la vez instrumento de
gobierno, restricción de poderes y garantía de la libertad. Vale decir, que a la par que sienta las normas o
cánones fundamentales que estructuran la organización y el funcionamiento del gobierno, limita los po-
deres de éste frente a los individuos, a los cuales reconoce derechos esenciales anteriores y superiores a
la Constitución. No basta, entonces, que un Estado posea una Constitución para que merezca el califica-
tivo de constitucional; precisa que ésta, a la vez que organice el gobierno, con-tenga un sistema de ga-
rantías de la libertad individual mediante limitaciones al poder público, y es en este contexto que pode-
mos definir la Constitución como “un conjunto de normas que integra un ordenamiento jurídico, condi-
cionado por ideales y valoraciones políticas, a través de lo cual el poder político-social se convierte en
poder estatal”.

Tipología Constitucional Argentina.


La Constitución Argentina de 1.853 es escrita o codificada. La ubicamos por ello en la clase de la Cons-
titución formal. Como Constitución nueva con la que se daba ori-gen a la República Argentina, tomaba
del tipo racional-normativo la pretensión de planificar para el futuro el devenir de nuestro régimen polí-
tico. Pero no fue una Constitución elaborada con puras abstracciones mentales ni con racionalismo
apriorístico, sino todo lo contrario. Tuvo un sentido realista de compromiso con todos los elementos de
la estructura social: cultura, religión, tradición, ideologías, factores geográficos, etc.
La Constitución Argentina amalgama también algunos caracteres del tipo tradicional-historicista. Por
ello volvemos a decir que pese a ser una Constitución nueva para un Estado nuevo, la de 1.853 plasmó
contenidos que ya estaban afincados en la comunidad social que la preexistía, y que los legitimó a título
de la continuidad y permanencia que acusaban en la estructura social. De todo un repertorio de ideas,
principios y realidades que la tradición histórica prolongaba -por lo menos desde 1.810-, nuestra Consti-
tución consolidó determinados contenidos a los que atribuimos carácter “pétreo”.

Clasificación de las Constituciones.


Existe entre los autores variados métodos para encarar la clasificación de las Consti-tuciones, aspecto
que por nuestra parte lo asumiremos de la manera que desarrolla-mos a continuación:
Las constituciones pueden clasificarse en escritas o codificadas y no escritas o dispersas, según que las
normas de organización se encuentren reunidas en un texto único o en distintos documentos.

El Estado como sujeto de la política internacional.


A los tres elementos ya mencionados -población, territorio y gobierno- la doctrinal suele añadir un
cuarto: la capacidad de mantener relaciones con otros Estados. Este elemento está consignado en la
Carta de la Organización de los Estados Americanos y en la Convención Interamericana sobre Derechos
y Deberes de los Estados.
La capacidad de mantener relaciones con otros Estados debe entenderse en un sentido jurídico y en un
sentido moral. En un sentido jurídico, es necesario que el Estado sea plenamente soberano y disfrute,
por tanto, del ius legationis. Una unidad política que hubiere delegado en otra el poder de negociar no
podría ser considerada como Estado desde el punto de vista internacional.
En el sentido moral, es necesario que una unidad política posea un mínimo de aptitud para la conviven-
cia. Así, el requisito de que para ser miembro de las Naciones Unidas resulte necesario, como requisito
indispensable, ser “amante de la paz”, impone a los Estados una condición subjetiva, desde luego nece-
saria pero a veces susceptible de utilización política. Esa utilización ha tenido lugar en más de una oca-
sión desde 1.945 en adelante.

Los elementos que acabamos de mencionar son comunes a todos los Estados. Pero aparte de estas notas
definitorias, los Estados poseen características que los diferencian profundamente.

La comunidad internacional
El concepto naturalista de la soberanía, todavía vigente hoy, supone que los Estados son entes supremos
que no están sujetos a ninguna autoridad superior a la suya y que no obedecen a ninguna ley que ellos
mismo no hayan promulgado. Esta concepción de los Estados como universos independientes y extraños
los unos a los otros no es compatible con la existencia de una comunidad internacional.
Sin embargo, esa comunidad, aunque imperfecta, existe. Veamos sobre qué bases se funda.
Señalemos, ante todo, que recién en los últimos años la comunidad internacional ha llegado a abarcar a
todos los pueblos que habitan el planeta. En todas las épocas anteriores y hasta hace comparativamente
poco tiempo, la comunidad internacional era patrimonio de una reducida aristocracia de Estados. La ma-
yoría de la población de la tierra estaba al margen de ella.

Las organizaciones internacionales.


Las organizaciones internacionales son la expresión jurídica de la vocación comunita-ria que poseen los
Estados. En la segunda parte de esta obra, al estudiar la presente coyuntura internacional, examinaremos
las organizaciones mundiales y regionales hoy existentes. En este acápite nos limitaremos a considerar
los principios relativos a la organización de la vida internacional.

Derechos Humanos: introducción


En realidad, no entendemos la proyección de un curso de Derecho Político sin incluir entre sus conteni-
dos, referencias puntuales relacionadas con lo que nosotros nomi-namos como la “Ciencia de los Dere-
chos Humanos”. La humanidad ancestral en la fórmula paradigmática de “El Estado soy yo” de Luis
XIV, quedó relegada a una cate-goría histórica. El hombre, criatura significante de la propia naturaleza
divina, ocupa el lugar que Dios, creador de su existencia, dispusiera en su eternidad. Por ende, si con-
forme señala la Encíclica Rerum Novarum, “porque si los ciudadanos, si las familias al formar parte de
una comunidad y sociedades humanas, hallasen en vez de auxilio, estorbo, y en vez de defensa, dismi-
nución de sus derechos, sería más bien de aborre-cer que de desear la sociedad....”, constituye un deber
de nuestra parte, educadores en la Patria vieja de una juventud nueva, elaborar en estas guías, aunque
fuera de manera esquemática, la presente iniciación a la “Ciencia de los Derechos Humanos”.
La realidad, al menos en los textos institucionales de los Estados, se tiene proclamado que en el “fin de
la empresa política” se incluye, como elemento liminar, la protección de los derechos esenciales del
hombre, y, asimismo, el auspicio del plexo de circuns-tancias que le permitan progresar espiritualmente,
con bienes suficientes para proyectar su naturaleza y alcanzar la felicidad, y es con arreglo a esta manera
señera de ver, conforme lo expone con claridad Cecilia Medina Q. en la obra que hemos consignado en
las referencias bibliográficas a esta Unidad, elaboración autoral que glosaremos y seguiremos en el pre-
sente contenido, que las sociedades humanas sienten la necesi-dad de plasmar en normas legales los va-
lores éticos y sociales por los cuales quieren regirse.
El surgimiento del Derecho nacional e internacional para la protección de los “dere-chos humanos” es
un claro reflejo de ese fenómeno. El respeto a la dignidad humana, idea básica sobre la cual se funda
este derecho, creció a lo largo de los años hasta alcanzar un consenso de tal magnitud que se hizo im-
prescindible su expresión en normas legales, con el fin de proteger eficazmente a la persona humana.

El Derecho Internacional de los Derechos Humanos propiamente tal, empezó a surgir con posterioridad
a la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo parece haber sido el diseñar un sistema que previniera la ocu-
rrencia de violaciones tan horrendas como las que se habían producido durante la Segunda Guerra Mun-
dial. Así como el orden legal de cada Estado tenía normas de protección para sus habitantes frente a los
posibles daños que pudieran sufrir por actos ilegales cometidos por otros habitantes, por excelencia), la
comunidad internacional debía crear un sistema que protegiera a los individuos del exceso en el ejerci-
cio del poder por parte de los gobernantes; porque cuando ellos no respetan los derechos humanos, no
hay otra alternativa sino la intervención de esa comunidad. Se estimó que la manera de alcanzar este sis-
tema era acentuando el carácter universal de los derechos humanos a través de la consagración de un
catálogo de derechos humanos y de la promoción y protección internacionales de los derechos incluidos
en el catálogo.

Interrelación entre los conceptos Sociedad, Nación y Estado


El estado es un conjunto organizado de hombres, una realidad social y política, que extiende su poder
sobre un territorio determinado con soberanía y es reconocido como unidad en el concierto internacio-
nal, independiente en sus relaciones. Es la estructura y condición de posibilidad de una sociedad organi-
zada que puede desenvolverse tanto civil como políticamente.

Situaciones en las que el Estado tiene origen como tal.


La Sociedad y las relaciones interhumanas que en ella surgen a través del libre albedrío del hombre con
acuerdo a sus necesidades y circunstancias, con la conservación de la especie dentro de la comunidad, y
aquellas que aparecen como necesarias para la vida en grupo (la organización, la moral, las reglas jurídi-
cas y/o costumbres), que intentan mantener y asegurar el bienestar de la comunidad, la estructura y la
disciplina entre los hombres.

El Estado tiene su origen y existencia en una de esas formas de interacción, las relaciones políticas. Esto
lo convierte en una formación social, en una forma de convivencia entre otras formas de convivencia.
Un grupo social, la nación o comunidad nacional le sirve de substractum. Como organización, regula la
conducta humana y determinados procesos de interacción.

Por otra parte, como la actividad política es actividad humana y la dirección del Estado se encuentra en
manos de un grupo y en la realidad, distintos grupos participan en las etapas de decisión, acción y san-
ción inherente a la dirección política, estas formaciones que van desde el grupo nacional como elemento
estatal a los grupos de interés, pasando por el grupo dirigente, el tecnoburocrático y los partidos políti-
cos, son el nexo entre la Sociedad y el Estado.

La Nación, se la define como: “comunidad, determinada objetivamente por el nacimiento o su asimila-


ción y subjetivamente por nexos sociológicos como el lenguaje, la religión, los usos, costumbres y hábi-
tos de vida, y psicológicos, como la voluntad de pertenencia y conciencia de poseer un origen, un des-
tino común, que se resuelven en determinadas formas de vida en común, cooperación y solidaridad”.

La Nación resulta ser, una formación sociológica y no política, que se sitúa dentro de la organización
política estatal. Es una realidad de orden cultural, constituida por tradiciones, lengua, hábitos, y estilos
de vida compartidos.

El Estado puede definirse “como una relación social, como la instancia política que articula un sistema
de dominación social. Su manifestación material es un conjunto interdependiente de instituciones que
conforma el aparato en el que se condensa el poder y los recursos de la dominación política.

Un Estado se conforma a través de un sistema de relación social y una instancia política que articula el
sistema de dominación legal. Ese conjunto de instituciones interdependientes es su manifestación mate-
rial, condensados en el poder y las herramientas de dominación política.

La nación en es la que le da vida al estado al hacer delegación de su soberanía en los gobernantes que
instituye la Constitución.

Oscar Oszlak “Formación Histórica del Estado en América Latina: Elementos Teórico-metodológicos
para su estudio”. Proyecto Formación Histórica del Estado. CEDES.

ESTADO GOBIERNO y NACION. Diferencias.


El Estado se refiere a las instituciones permanentes que hacen que un país funcione, es el conjunto de
instituciones durables que conforman al gobierno de un país.
Gobierno se refiere al conjunto de personas que ejercen cargos dentro del Estado. Es decir, el Gobierno
está al servicio del Estado.
Nación se refiere al conjunto de los habitantes de un país que comparten un mismo origen, son regidos
por un mismo gobierno y por lo general tienen una tradición común. Por eso cuando nuestros jefes de
Estado y/o jefes de Gobierno quieren informar de algo importante a todos los habitantes es que dan un
mensaje a la Nación.
Por eso cuando hay elecciones y cambian quienes gobiernan, decimos que hay un cambio de Gobierno,
mas no de Estado. Y por eso es que cuando se atenta contra la institucionalidad –como cuando se su-
bleva el ejército- se dice que existe un golpe de Estado.

Estado y Nación
Estado es un concepto que se refiere a la organización política que integra a una población en un territo-
rio bajo una autoridad.
Estado Definición: Forma de organización política de un territorio, conformada por las instituciones,
leyes y autoridades que ostentan el poder.

Características
 Concepto jurídico y político.
 Territorio delimitado por fronteras.
 Tiene una población.
 Tiene un gobierno.

Según su sistema político- territorial:


 Estado unitario.
 Estado federal.
 Estado compuesto.
 Estado confederado.

Según su forma de gobierno:


 Monarquía.
 República.
 Aristocracia.
 Democracia.

Nación es un concepto histórico y cultural, que hace referencia al conjunto de personas que tienen en
común una lengua, una historia, una cultura y un conjunto de tradiciones.
Nación Definición: es el Grupo de habitantes de un territorio, que, en su conjunto, comparten vínculos
comunes, tradiciones, lengua, cultura, costumbres, etc.

Características:
 Concepto histórico y cultural.
 Conformado por una población con una historia común.
 No siempre tienen un Estado.

¿Qué es un Estado?
El Estado es una forma de organización política bajo la cual se cohesiona la población de un territorio
bajo una autoridad y leyes comunes, que se caracteriza por ostentar un poder soberano e independiente.
En este sentido, se refiere a la unidad política que constituye un país o a su territorio.

El de Estado es un concepto jurídico y político que se refiere a la soberanía social, económica y política
que detenta el conjunto de instituciones (poderes y órganos de gobierno) que regula la vida de una co-
munidad en un territorio delimitado por fronteras.
Para que un Estado sea reconocido como tal por el Derecho internacional debe cumplir con tres
condiciones fundamentales:

 Poseer un territorio delimitado por fronteras.


 Tener una población humana.
 Tener un gobierno, es decir, el conjunto de órganos de representación en los que reside la autori-
dad del Estado.

Tipos de Estado
Los Estados pueden clasificarse según su sistema político- territorial:
Estado Unitario: existencia de un poder central que irradia hacia todo el territorio.
Estado Federal: gobierno central con instituciones locales, regionales o estadales.
Estado compuesto: están subdivididos en colectividades. Cada una de ellas tiene soberanía política y ju-
rídica.
Estado confederado: conjunto de Estados soberanos con leyes propias, pero unidos por una o varias le-
yes en común.
También pueden clasificarse según su forma de gobierno:

Monarquía: una familia representa los intereses de un Estado, bajo la figura central de un monarca.
República: el representante del Estado es elegido por voto popular o parlamentario.
Aristocracia: el Estado está gobernado por una élite, generalmente vinculada con la realeza.
Democracia: la soberanía popular se ejerce a través del derecho al voto.
Ver también

Tipos de Estado.
Diferencia entre Estado y gobierno.
¿Qué es una nación?
Como nación, por su parte, nos referimos a un conjunto de personas que tienen en común cosas como la
lengua, la cultura, la raza, la historia y la religión, y que comparten ciertas costumbres y tradiciones.

La palabra nación proviene del latín natio, natiōnis, que significa ‘lugar de nacimiento’, o ‘pueblo,
tribu’.

De este modo, una nación está constituida por un conjunto de personas que tienen un mismo origen, ha-
blan el mismo idioma y tienen un identidad cultural y tradición comunes.

Nación, por otro lado, también puede referirse al territorio que ocupa una nación. Sin embargo, una na-
ción puede o no tener un territorio, como, por ejemplo, el pueblo judío hasta el año de 1948.
La nación, en cambio, sí se caracteriza por ser una comunidad de personas con una identidad, una len-
gua, una cultura y una historia comunes. De allí que el de nación sea también un concepto histórico y
cultural.

Nación también puede ser un concepto político, equivalente al de Estado en ciertos contextos, especial-
mente cuando se refiere a la nación definida como sujeto político en el cual reside la soberanía constitu-
yente de un Estado.

Sin embargo, es conveniente reafirmar que el concepto de nación está relacionado más que con un he-
cho político, con un conjunto de factores históricos y culturales que congregan, por distintas circunstan-
cias, a una comunidad bajo una serie de factores comunes. Así pues, una nación puede estar presente en
varios Estados o, por el contrario, un Estado puede contener en sí varias naciones.

El hombre griego es un hombre que ve el cosmos como algo limitado, ordenado y perfectamente trans-
parente. La Ciudad y el hombre deben estar de acuerdo con ese Cosmos limitado. Todo está sujeto a la
ponderación y a la medida. Lo ilimitado es el caos. Lo apolíneo es lo luminoso. Lo dionisíaco también
está reglado. Platón y Aristó-teles: El Estado está sujeto a la medida de lo humano, se teme a lo colosal.
El hombre es la medida de todas las cosas y es quien forma al Estado.

La Teoría: que es el resultado de la observación.


“La doctrina es el conjunto de dogmas, bien religiosos, bien filosóficos, que dirigen a un hombre en la
interpretación de los hechos y en la dirección de su conducta”.
“El Diccionario de Larousse da un concepto casi idéntico. Según estas definiciones, la doctrina política
es, por consiguiente”:
“Un sistema completo de pensamiento, que descansa sobre un análisis TEORICO del hecho político”.

En este sentido, se habla de la doctrina de Aristóteles, o de Montesquieu, de los “doc-trinarios” de la


Restauración o de la “doctrina radical”.
“El término de “Ideas Políticas” -tal como Thibaudet lo emplea cuando habla de las “ideas políticas de
Francia”- es más amplio. Aquí no se trata solamente de analizar los sistemas políticos elaborados por
algunos pensadores, sino de volver a”:
"Instalar estos sistemas dentro de un contexto histórico, de esforzarse para ver cómo nacieron y qué re-
presentaban para los hombres que vivían en esa época."

Prelot dice al respecto:


“El primer tema de la Lista Tipo, se denomina Teoría Política. Contiene dos subdivisio-nes: La Teoría
Política y la Historia de las ideas políticas. Esta clasificación es ade-cuada si las palabras no se usan con
una significación demasiada precisa, si se consi-dera que teoría e ideas son términos equivalentes”
Nos inclinamos decididamente por la posición de PRELOT y, respecto de nuestra ma-teria, tomaremos
estos fenómenos como equivalentes.
La Teoría: El término teoría en su sentido etimológico originario era contemplación (del griego theo-
reia). Hoy en día:
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“Designa una construcción intelectual que aparece como resultado del trabajo filosófico o científico”.
(Diccionario de Filosofía Abreviado - José Ferrater Mora)
En nuestra exposición nos atendremos a este concepto general.

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