Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El espejismo de la libertad en la
era de las burbujas ideológicas,
la segmentación y la violación
de la intimidad
Las burbujas ideológicas y culturales catalizadas por el
desarrollo tecnológico y la omnipresencia de internet y
las redes sociales generan una sociedad dividida y
manipulable
Solo cuando se vulneran abiertamente nuestros
derechos fundamentales reaccionamos para
reconquistarlos como ocurrió con el art.58 bus, aptdo.1
de la LOREG, que aprobaron or unanimidad los partidos
para poder emplear nuestros datos con fines electorales
y que fue tumbado tras un recurso de
inconstitucionalidad
Marc Almeida / Fernando Valladares / Jorge García Herrero / Joaquín Hortal
28/10/2019 22:23h
El acceso pleno que tenemos a la información en nuestros
días nos da una falsa impresión de libertad. Es falsa
porque este acceso no es tan pleno. Lo hemos visto con
las denuncias de Edward Snowden, y las persecuciones
que sufren Julian Assange y Chelsea Manning. Pero más
falsa aún porque existen barreras más sutiles, aunque
sumamente eficaces, que nos alejan de la realidad. Entre
estas barreras se encuentra el fenómeno de las burbujas
ideológicas y culturales. Del mismo modo que nos
rodeamos de personas afines y tenemos poco contacto con
personas de niveles culturales, económicos o ideológicos
muy diferentes, las empresas tecnológicas nos envuelven
en una burbuja tecnológica que nos acompaña, nos guía y
nos aísla mientras navegamos y mientras usamos las redes
sociales, creando lo que se conoce como cámaras de
resonancia o cámaras de eco online. Poca gente es
consciente de esa pertinaz burbuja y eso es lo que le
confiere su efectividad. El creador del concepto, el
ciberactivista Eli Pariser, define esta burbuja como "el
ecosistema personal de información que ha sido provisto
por algoritmos". Este filtrado automatizado de la
información que nos llega conocido comofiltro burbuja se
nutre de todas las decisiones adoptadas y miguitas de
información dejadas por el usuario en la navegación de la
web y en interacciones con aplicaciones diversas. En la
confección de esos algoritmos se tienen muy en cuenta
informaciones como el perfil que el usuario sube al
registrarse en páginas, aplicaciones y redes, el historial de
búsquedas y la ubicación geográfica. La misma tecnología
que te hace llegar "información relevante para ti", sirve
igualmente para que equis productos y servicios que sin
duda te interesan, te salgan más caros en momentos de
especial necesidad (batería baja, dificultades financieras) o
vulnerabilidad (inseguridad, depresión, menstruación). El
coste (y la renovación o no) de algunos seguros de salud
dependen ya directamente de los hábitos "reportados" por
tu “wearable” o tu "ehealth service" favorito. Parece
ciencia ficción, pero no lo es.
Las burbujas han sido denunciadas y defendidas, pero no
son tan conocidas como debiera. Es evidente que estas
burbujas traen ventajastanto a la empresa, corporación o
entidad que las genera o las contrata, como al usuario
encapsulado en ellas al beneficiarse de una información
que puede serle muy útil para sus intereses. Pero no es
menos cierto que estas burbujas constituyen potentes
armas de doble uso en la arena política y generan espacios
cerrados de información (y desinformación) que hacen a
los ciudadanos más vulnerables a la manipulación. La
polémica está, por tanto, servida. Pero más allá de la
polémica está la evidencia de una sociedad polarizada
alrededor de temas sin duda controvertidos. Pero que
ignora que tanto el filtro de información, como la
exacerbación de las fracturas sociales, han sido
interesadamente inducidas desde fuera de España.
La base de la burbuja es la información y la propaganda
segmentada. Estasegmentaciónes aceptada y aceptable
para cuestiones como la talla del calzado o las preferencias
del fondo de pantalla, pero empieza a ser inaceptable
cuando se realiza a partir de nuestra identidad sexual,
religiosa o política. La sociedad no acaba de reaccionar
ante esta propaganda segmentada porque no es consciente
del origen y del uso de la información que se genera sobre
nosotros desde el mismo momento que buscamos un piso
de alquiler, leemos un periódico, o subimos una foto a una
red social. Nadie reacciona ante algo que ignora y en
este principio se ha movido Facebook durante lustros, por
ejemplo. Hasta que ha tenido que aclarar el uso que hacía
de la información de sus usuarios, cambiarlo y pedir
disculpas. Para dimensionar las implicaciones de esta
segmentación tengamos en cuenta que cada vez más gente
lee las noticias a través de las redes sociales. Este año, en
EE.UU. el 55% de los adultos leen las noticias en las redes
sociales, y la información que reciben por esta vía está
claramente segmentada. Para apreciar la magnitud de la
cuestión, algunas cifras:
1.El 93% de las búsquedas en internet se realizan a través
de Google.
2. El servicio te devuelve resultados distintos
dependiendo de quién seas.
3.Y más de la mitad de las veces, ni siquiera salimos de
Google para consultar la fuente original.
Las empresas que fabrican productos quieren venderlos y
para lograrlo emplean una herramienta básica e
imprescindible a día de hoy: la publicidad. En pleno siglo
XXI la publicidad online estáganando terreno
a los medios
tradicionales y no solo las empresas se han dado cuenta: la
política ha entrado en el terreno de la publicidad en la
web, siendo Facebook y Google sus mejores vallas
publicitarias. Tanto es así que ambas plataformas han
desarrolladopolíticas depublicidad específicas para este
tipo de propaganda e incluso portales de transparencia en
los que podemos observar cómo, por ejemplo, el partido
Unidas Podemos ha gastado 548.376 € desde marzo de
este año en anunciarse en Facebook, o que entre todos los
partidos políticos españoles en las distintas plataformas de
Alphabet (Google)se han gastado 553.600 € en 7.453
anuncios también desde marzo. ¿Está la política entrando
en internet como si del producto de una empresa que
quiere darlo a conocer se tratase? Es posible, aunque en
este punto hay que recordar el concepto de segmentación,
por el cual todos tenemos un ciberperfil que es y será
usado para orientarnos en nuestras próximas compras. La
introducción de la publicidad política en redes sociales e
internet es relativamente nueva y quizás por ello empieza
a toparse con varios problemas. La proliferación de fake
news y la capacidad de hipersegmentación que permite
enseñar "ese" mensaje a "ese" perfil de votante son hoy
por hoy, motivo de preocupación para cualquier
democracia.
Después de ver las barbas en Reino Unido y EEUU
cortar,la Unión Europea,Rusia e Israel pusieron las suyas a
remojar. Urge regular las campañas electorales online de
una forma sensata y flexible. Sólo hace falta examinar el
detalle maniático con el que está regulada la publicidad
electoral tradicional en la LOREG para entender su
importancia. Y no será fácil: la potencialidad de las nuevas
tecnologías, y las exiguas diferencias de intención de voto
entre bloques políticos en la actualidad sólo pueden
incentivar ese empujón extra que permita ganar en la
photo finish por una nariz. Quizás se trate sólo de una
tecnología que se tiene que pulir, pero es probable que,
además, se tenga que observar más de cerca por sus
profundas implicaciones éticas y socioeconómicas.
La sociedad no reacciona ante lo que desconoce, pero sí
que reacciona ante la vulneración de sus derechos
fundamentales tan pronto tienen la más mínima sospecha
de ello. Cuando se hace público y se explica con claridad
que se infringe nuestro derecho a la intimidad, surgen
movimientos de protesta que cuentan con apoyo social. Un
ejemplo reciente y clave en este sentido lo tenemos con
la lista viernes. Esta lista, análoga de la Lista Robinson,
fue creada por un grupo privado de especialistas en
protección de datos y en el Reglamento Europeo General
de Protección de Datos, y estuvo motivada por
el movimiento sincronizado de los partidos políticos
españoles de cruzar la línea roja entre el derecho a la
privacidad y el uso de la información personal que está
disponible en internet. Porque todos los partidos políticos
españoles se pusieron –hace ahora un año–
sorprendentemente de acuerdo para aprobar un precepto –
el 58 bis 1– que les permitiría clasificarnos en función de
nuestra ideología política. Y todo ello en nombre de un
inconcreto interés general y sin garantías específicas que
permitieran discernir hasta dónde llegaba tan generosa (y
arbitraria) habilitación legal. ¿Fue osadía? ¿ignorancia?
Afortunadamente, el precepto es historia.
Parte de este disparate se logró revertir gracias a la acción
de varios grupos de juristas que prepararon sendos
borradores de recursos con un moderado apoyo social. El
recurso definitivo fue interpuesto por el Defensor del
Pueblo y el tribunal Constitucional sentenció que se
violaba, ni más ni menos, la Constitución Española. Con
esta lista y el recurso que al final prosperó se
reconquistaron una parte de los derechos de algo que
nos afectaba a todos. La Declaración Universal de los
Derechos Humanos y la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europeaconsagran los
derechos a la intimidad y la defensa de la persona en su
totalidad impidiendo el dar a conocer datos sobre su
religión, su política o su vida íntima. En otras palabras,
todo ser humano tiene el derecho fundamental de
mantener su vida privada, la cual no puede ser revelada ni
siquiera a una persona muy cercana, ni al tutor legal, en el
caso de los menores de edad. Es triste constatar que los
distintos partidos políticos que nunca se ponen de acuerdo
para nada importante fueran capaces de pasar esta ley
por unanimidad y no tener el más mínimo reparo en
violar el derecho universal a la intimidad y a la privacidad
de las personas.
Con la declaración del Tribunal Constitucional se disolvió
la lista viernes, recuperándose en parte el equilibrio entre
tecnología y privacidad en nuestro país. Pero
debemos permanecer atentos. De hecho, solo se declaró
nulo el apartado 1 del artículo 58 bis (el que permitía a los
partidos recopilar información sobre las opiniones
políticas de los ciudadanos), mientras que otras partes del
artículo, que permiten a los partidos captar datos de
internet para enviarnos spam electoral, siguen en vigor.
Seguro que no será la última vez que se intenten forzar los
derechos a la privacidad de las personas para el beneficio
de un grupo o entidad concreta. La Unión Europea, a
través de su Reglamento General de Protección de Datos,
lidera a nivel internacional la legislación que protege la
privacidad de las personas, poniendo coto a las
pretensiones de la tecnológicas y las grandes
corporaciones de forzar a que los usuarios elijan entre el
acceso a la aplicación o a las redes sociales y su
privacidad, cuando la normativa obliga a garantizar ambas
cosas. El hecho de que sea la Unión Europea quien lidera
esta política de legislación protectora podría estar ligado al
hecho de que no existe en el ámbito europeo una
corporación con la capacidad de lobby como existe por
ejemplo en los EE.UU. con Facebook, Microsoft o Google
por ejemplo. Debemos permanecer atentos porque incluso
en Europa estos tres gigantes están haciendofuertes y
crecientes presionespara modificar en su favor la
protección de la privacidad de las personas. La falta de
empatía cada vez más patente en nuestra sociedad se nutre
del crecimiento de estas burbujas que nos aíslan no sólo de
personas desconocidas que viven en realidades que
ignoramos, sino incluso de nuestros vecinos, amigos y
familiares. Las situaciones polarizadoras que generan
facciones enconadas que no se comunican entre sí, como
el conflicto catalán, el Brexit o la segregación entre
Republicanos y Demócratas en EEUU, deberían hacernos
reflexionar sobre la deriva a la que nos está llevando la
sociedad de la (des)información.
Muchos cedemos nuestros datos alegremente en internet
("porque no tenemos nada que ocultar" decimos algunos),
sin ser conscientes de cómo y para qué son usados. Sin
saber que contribuyen a redefinir con precisión creciente
los límites de nuestra burbuja particular. Diferimos
mucho en nuestro celo por nuestra privacidad, pero
convergemos en al menos una cosa: a nadie le gusta que
le aíslen de la realidad.
https://www.eldiario.es/cienciacritica/espejismo-ideologicas-segmentacion-
violacion-intimidad_6_957564264.html