Sei sulla pagina 1di 19

FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

INFORME
Principales Trastornos del Neurodesarrollo

AUTOR:

Marroquín Córdova, Olenka

Asesora:

Mg. Luna Castillo, Kris Azucena

TRUJILLO – PERU
2019
De acuerdo a Martínez y Rico (2014) los trastornos del neurodesarrollo se definen como
un grupo de trastornos que tienen su origen en el periodo de desarrollo y se caracterizan
por déficits que producen limitaciones en áreas específicas o globales (personal, social,
académico o en el funcionamiento ocupacional).

La clasificación aportada por la Asociación Americana de Psiquiatría (2013) en su


manual de criterios diagnósticos DSM – V y CIE - 10 proponen la siguiente
clasificación dentro de los trastornos del neurodesarrollo:

A. Trastorno del Desarrollo Intelectual


La discapacidad intelectual, también conocida como retraso mental, es un término
utilizado cuando una persona no tiene la capacidad de aprender a niveles
esperados y funcionar normalmente en la vida cotidiana; en los niños, los niveles
de discapacidad intelectual varían ampliamente, desde problemas muy leves hasta
problemas muy graves, en muchos de los casos puede que tengan dificultad para
comunicar a otros lo que quieren o necesitan, así como para valerse por sí mismos,
esta discapacidad podría ocasionar que el niño aprenda y se desarrolle de una
forma más lenta que otros niños de su misma edad, por lo que requieren de más
tiempo para aprender a hablar, caminar, vestirse o comer sin ayuda y también
podrían tener problemas de aprendizaje en la escuela. La discapacidad intelectual
puede ser la consecuencia de un problema que comienza antes de que el niño
nazca hasta que llegue a los 18 años de edad, la causa puede ser una lesión,
enfermedad o un problema en el cerebro, en muchos niños no se conoce la causa
de la discapacidad, aunque se sabe que las causas más frecuentes pueden ser las
afecciones genéticas, defectos congénitos e infecciones que ocurren antes del
nacimiento. En otros casos, las causas de la discapacidad intelectual no se
presentan sino hasta cuando el niño es mayor, tales como lesiones graves de la
cabeza, accidentes cerebro-vasculares o ciertas infecciones (Schalock, 2016).

Simeonsson (2008) propone una clasificación que toma en cuenta las necesidades
del individuo y sus limitaciones particulares, se ubican aquí dos categorías:
1.Limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual.
2.Limitaciones significativas en la conducta adaptativa: Donde se
incluyen las habilidades conceptuales, sociales y prácticas.
Peredo (2016) propone una clasificación más actualizada en la que se encuentran
cinco categorías, estas son:
1.Deficiencia Intelectual límite o borderline: Esta es una clasificación
reciente en la que tan sólo se manifiesta un retraso en el aprendizaje o
algunas dificultades concretas de aprendizaje.
2.Deficiencia Intelectual ligera: Es un grupo mayoritario y, al igual que
el anterior, no hay deficiencias claras. La mayoría de las veces tienen
origen cultural, familiar o ambiental más que orgánico, presentan retraso
mínimo en áreas perceptivas y motoras, pueden desarrollar habilidades
sociales y de comunicación, logran autonomía personal en alimentación,
vestimenta, aseo y transporte, tienen capacidad para adaptarse e integrarse
a un mundo laboral y en su ambiente familiar y social no suelen presentar
problemas de adaptación. Presentan mayores dificultades con materias
como lectura, escritura y matemáticas.
3.Deficiencia Intelectual moderada: Existe un significativo retraso del
desarrollo durante la edad preescolar, hablan tardíamente y con notable
dificultad en el lenguaje expresivo y comprensivo, pueden adquirir hábitos
de autonomía personal y social, con más dificultad en la adquisición de
éstos últimos, presentan un aceptable desarrollo motor y pueden adquirir
habilidades pretecnológicas básicas para desempeñar algún trabajo.
Difícilmente llegan a dominar materias como lectura, escritura y
matemáticas.
4.Deficiencia Intelectual severa: El nivel de autonomía social y personal
es muy pobre, suelen presentar un importante deterioro psicomotor,
pueden aprender algún sistema de comunicación, pero su lenguaje oral
siempre será muy pobre y su comprensión muy limitada. Difícilmente se
logra la autonomía en desplazamiento, aseo, alimentación y otras
actividades del cuidado personal.
5.Deficiencia Intelectual Profunda: Presentan un grave deterioro en los
aspectos sensorio-motrices y de comunicación con el medio. La autonomía
personal está seriamente afectada, no es capaz de ocuparse de sus
necesidades físicas y carece parcial o totalmente de movilidad
independiente.
Finalmente, Iglesias (2017) identifica una clasificación tomando en cuenta la edad
mental del individuo, siendo así su categorización la siguiente:
1.Deficiencia Intelectual leve: La edad mental esta entre los 9-12 años.
2.Deficiencia Intelectual moderada: La edad mental oscila entre los 6-9
años.
3.Deficiencia Intelectual grave: La edad mental se ubica entre los 3-6
años.
4.Deficiencia Intelectual profunda: La edad mental es inferior a los 3
años.

De acuerdo a los parámetros mundiales establecidos podemos encontrar que tanto


la Organización Mundial de la Salud como la Asociación Estadounidense de
Psiquiatría proponen una clasificación en base a criterios de cumplimiento que se
detallan a continuación.

Para la Organización Mundial de la Salud (2001) encontramos que la discapacidad


intelectual se divide de acuerdo a los siguientes criterios:

1. Retraso Mental leve: Se considera que un cociente intelectual de 50 a 69


corresponde a un retraso mental leve.
2. Retraso Mental Moderado: Los pacientes con retraso mental moderado
muestran una lentitud en el desarrollo de la comprensión y el uso del
lenguaje, teniendo en esta área un dominio limitado. Los avances escolares
son limitados, y aprenden sólo lo elemental para la lectura escritura y
cálculo. Tienen dificultad para su cuidado personal. Sus funciones
motrices son pobres, y necesitan de una supervisión permanente. Se
considera que un cociente intelectual comprendido entre 35 y 49.
3. Retraso Mental Grave: Se considera que un cociente intelectual entre 20
y 34, corresponde a retraso mental grave. Presenta un cuadro clínico
mucho más severo que el anterior; básicamente, su etiología es orgánica,
asociada a otros trastornos con escaso o nulo nivel del desarrollo del
lenguaje, necesitándose, generalmente, de una anamnesis indirecta. La
gran mayoría de los pacientes presenta marcado déficit motor, o la
presencia de otras carencias que dan evidencia clínica de un daño o
anormalidad del desarrollo del Sistema Nervioso Central.
4. Retraso Mental Profundo: Se considera que el C.I. es inferior a 20.
De acuerdo a la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (2000) en el manual
DSM V se proponen los siguientes criterios y clasificaciones utilizando el
coeficiente intelectual como criterio. De esta manera, existen cinco niveles o
grados de deficiencia mental:

1. Discapacidad cognitiva leve (CI de 50-55 a 75): Este tipo de retraso se


sitúa en un 85% de la población que padece de retraso mental y está
caracterizado por reflejar de un 50-55 a un 70-75% de coeficiente
intelectual en las pruebas estandarizadas. Suelen desarrollar habilidades
sociales y de comunicación durante los años preescolares (0-5 años de
edad), tienen insuficiencias mínimas en las áreas sensorio-motoras y con
frecuencia no son distinguibles de otros niños sin discapacidad cognitiva
hasta edades posteriores. Acostumbran a adquirir habilidades
2. Discapacidad cognitiva moderada (CI de 35-40 a 50-55): Compromete
a un 10% de la población diagnosticada con retraso mental y está
caracterizado por reflejar de un 35-40 a un 50-55% de coeficiente
intelectual en las pruebas estandarizadas. Con respecto al área sensorio-
motora presenta insuficiencias moderadas, adquieren habilidades de
comunicación durante los primeros años de la niñez. Pueden aprovecharse
de una formación laboral y, con supervisión moderada, atender a su propio
cuidado personal.
3. Discapacidad cognitiva grave (CI de 20-25 a 35-40): Este tipo de retraso
mental tiene una prevalencia de un 3 a 4 % de la población diagnosticada
y está caracterizado por reflejar de un 20-25 a un 35- 40% de coeficiente
intelectual en las pruebas estandarizadas. Durante los primeros años de la
niñez adquieren un lenguaje comunicativo escaso o nulo. Durante la edad
escolar pueden aprender a hablar y pueden ser adiestrados en habilidades
elementales de cuidado personal. variado. Consiguen hablar y aprenden a
comunicarse, pero no pueden desarrollar el lenguaje escrito.
4. Discapacidad cognitiva profunda (CI de 20-25): Este tipo de retraso
mental se sitúa en un 1 a 2 % de la población diagnosticada con retraso
mental y está caracterizado por reflejar un coeficiente intelectual menor
del 20-25% en las pruebas estandarizadas. En la mayoría de las ocasiones
la causa del retraso mental de este tipo es una enfermedad neurológica
identificada que conlleva al bajo coeficiente intelectual.
5. Discapacidad cognitiva de gravedad no especificada: Se utiliza cuando
existe claridad sobre la discapacidad existente, pero no es posible verificar
el nivel de gravedad mediante los test.

B. Trastornos del desarrollo


Según el CIE-10 (OMS, 2000) son aquellos que se caracterizan por alteraciones
en la interacción social, comunicación y del comportamiento, que puede ser
repetitivo, estereotipado y restrictivo, entre ellos tenemos los siguientes:
1. Autismo:
Se trata de un trastorno del desarrollo definido por la presencia de un
desarrollo alterado que se manifiesta antes de los tres años, con un
funcionamiento anormal en tres áreas: Interacción social, comunicación y
comportamiento restringido, repetitivo y estereotipado.
Los síntomas que se presentan son el uso escaso de signos convencionales, la
falta de reciprocidad socio-emocional, la no utilización de la función social
del lenguaje, su falta de creatividad y fantasía en los procesos de pensamiento
y las actividades restringidas y estereotipadas.
De acuerdo al CIE -10 (OMS, 2000) los criterios para el diagnóstico del
trastorno del espectro autista son los siguientes:
A. Presencia de un desarrollo anormal o alterado desde antes de los tres
años de edad, que se presenta en una de las siguientes áreas:
1. Lenguaje receptivo o expresivo utilizado para la comunicación
social.
2. Desarrollo de lazos sociales selectivos o interacción social
recíproca.
3. Juego simbólico y funcional.
B. Deben estar presentes al menos seis síntomas de 1, 2 y 3, incluyendo
al menos dos de 1, uno de 2 y otro de 3:
1. Alteraciones cualitativas en la interacción social que se
manifiestan al menos en dos de las siguientes áreas:
a. Fracaso en la utilización adecuada del contacto visual, la
expresión facial, la postura corporal y los gestos para
regular la interacción social. '
b. Fracaso en el desarrollo (adecuado a la edad mental y a
pesar de tener ocasiones para ello) de relaciones con
personas de su edad que impliquen compartir intereses,
actividades y emociones.
c. Ausencia de reciprocidad socioemocional, puesta de
manifiesto por una respuesta alterada o anormal hacia las
emociones de otras personas, o falta de modulación del
comportamiento en respuesta al contexto social o débil
integración de los comportamientos social, emocional y
comunicativo.
d. Falta de interés en compartir las alegrías, los intereses o los
logros con otros individuos (p. ej., falta de interés en
mostrar, traer hacia sí o señalar a otras personas objetos de
interés para el niño).
2. Alteraciones cualitativas en la comunicación que se
manifiestan en al menos una de las siguientes áreas:
a. Retraso o ausencia del desarrollo del lenguaje hablado,
aunque no se acompaña de intentos de compensación
mediante el recurso de la utilización de gestos alternativos
para comunicarse (a menudo precedido por la falta de
balbuceo comunicativo).
b. Fracaso relativo para iniciar o mantener una conversación
(cualquiera que sea el nivel de competencia en la
utilización del lenguaje alcanzado), en la que es necesario
el intercambio de respuestas con el interlocutor.
c. Uso estereotipado y repetitivo del lenguaje o uso
idiosincrásico de palabras o frases.
d. Ausencia de juegos de simulación espontáneos (en edades
tempranas) o de juego social imitativo.
3. Patrones de comportamientos, intereses y actividades restringidas,
repetitivas y estereotipadas, que se manifiestan en al menos una de las
siguientes áreas:
a. Preocupación limitada a uno o más comportamientos
estereotipados que son anormales en su contenido. En
ocasiones, el comportamiento no es anormal en sí, pero sí
lo es la intensidad y el carácter restrictivo con que se
produce.
b. Existe, en apariencia, una adherencia a rutinas o rituales
específicos y carentes de sentido.
c. Manierismos motores estereotipados y repetitivos que
pueden consistir en palmadas o retorcimientos de las
manos o dedos, o movimientos complejos de todo el
cuerpo.
d. Preocupaciones por partes de objetos o por elementos
carentes de funcionalidad de los objetos de juego (tales
como el olor, la textura)
e. El cuadro clínico no puede atribuirse a otras variedades del
trastorno generalizado del desarrollo, a un trastorno
específico del desarrollo de la comprensión del lenguaje
(F80.2) con problemas socioemocionales secundarios, a
trastorno reactivo de la vinculación de la infancia (F94.1),
a trastorno de la vinculación de la infancia tipo desinhibido
(F94.2), a retraso mental (F70-72) acompañado de
trastornos de las emociones y del comportamiento, a
esquizofrenia (F20) de comienzo excepcionalmente
precoz, ni a síndrome de Rett (F84.2)

2. Asperger
El Síndrome de Asperger es un trastorno generalizado del desarrollo que fue
descrito por Hans Asperger en 1944 que se caracteriza por marcada alteración
social, dificultades en comunicación, déficit en capacidad de juego y un rango de
comportamiento e intereses repetitivos, sin un retardo significativo en el lenguaje,
ni cognitivo. (Zuñiga, 2009)
Algunas manifestaciones del síndrome de Asperger según Naranjo (2014) son:
A. Alteración social
B. Dificultades en la comunicación
C. Déficit en capacidad de juego
D. Comportamiento e intereses repetitivos
E. Torpeza motora
F. Ausencia de un retardo significativo en el lenguaje ni cognitivo
G. Se perturban fácilmente cuando sus expectativas no se cumplen, o sus
rutinas son alteradas

De acuerdo al CIE-10 (OMS, 2000) los criterios diagnósticos son los siguientes:

A. Ausencia de retrasos clínicamente significativos del lenguaje o del


desarrollo cognitivo. Para el diagnóstico se requiere que a los dos años
haya sido posible la pronunciación de palabras sueltas y que al menos a
los tres años el niño use frases aptas para la comunicación. Las
capacidades que permiten una autonomía, el comportamiento adaptativo y
la curiosidad por el entorno deben estar al nivel adecuado para un
desarrollo intelectual normal. Sin embargo, los aspectos motores pueden
estar de alguna forma retrasados y es frecuente una torpeza de
movimientos (aunque no es necesaria para el diagnóstico). Es frecuente la
presencia de capacidades especiales aisladas, a menudo en relación con
preocupaciones anormales, aunque no se requieren para el diagnóstico.
B. Alteraciones cualitativas en la interacción social (mismo criterio que para
el autismo).
C. Un interés inusualmente intenso y circunscrito o patrones de
comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitivos y
estereotipados (criterio igual que en el autismo. No obstante, son menos
frecuentes en este cuadro los manierismos y las preocupaciones por
aspectos parciales de los objetos o por partes no funcionales de los objetos
de juego).
D. El trastorno no es atribuible a otras variedades de trastorno generalizado
del desarrollo, esquizofrenia simple (F20.6), trastorno esquizotípico (F21),
trastorno obsesivo compulsivo (F42.-), trastorno de personalidad
anancástico (F60.5), trastorno reactivo y desinhibido de la vinculación en
la infancia (F94.1 y F94.2, respectivamente)
3. Síndrome de Rett
El Síndrome de Rett fue descrito en 1966 por el austríaco Andreas Rett como una
atrofia cerebral propio del sexo femenino. Hoy en día sabemos que afecta
fundamentalmente a niñas de todas las razas y que es una de las causas conocidas
más frecuentes de retraso mental grave en el sexo femenino, no obstante, también
puede afectar a varones (Campos, Fernandez-Mayoralas, Muñoz-Jareno, & San
Antonio, 2007) (Pantaleón & Juvier, 2015).
Existe una forma clásica caracterizada por un período de normalidad seguido de
pérdida parcial de la habilidad manual, el lenguaje y la motricidad amplia y
aparición de estereotipias, y 4 formas atípicas: regresión tardía, lenguaje
conservado, epilepsia precoz y variante congénita. (Pantaleón & Juvier, 2015)
Hagberg, Hanefeld, Percy, & Skjeldal (2002) señalan las siguientes
manifestaciones clínicas.
A. Desarrollo prenatal y perinatal aparentemente normal.
B. Desarrollo psicomotor aparentemente normal durante los primeros 6
meses. Puede estar retrasado desde el nacimiento
C. Perímetro cefálico normal al nacer
D. Desaceleración del crecimiento cefálico postnatal en la mayoría.
E. Pérdida de las adquisiciones propositivas manuales entre los 6 meses y los
2 años y medio.
F. Aparición de estereotipias manuales intensas tales como retorcimiento,
estrujamiento, palmeando, golpeando, ensalivando, lavado de manos y
automatismos de fricción.
G. Aparición de suspensión de la interacción social, disfunción de la
comunicación, pérdida de palabras aprendidas y afectación cognoscitiva.
H. Anomalías de la marcha (dispraxia) o no adquisición de la misma.

Los siguientes criterios son los señalados en el CIE-10 (OMS, 2000)


A. Existe, aparentemente, normalidad en los períodos prenatal y perinatal, en
el desarrollo en los cinco primeros meses de vida y en el perímetro cefálico
en el momento del parto.
B. Disminución del crecimiento cefálico entre los cinco meses y los cuatro
años, así como pérdida de las habilidades manuales adquiridas entre los
cinco y treinta meses de edad, lo cual va asociado a alteraciones en la
comunicación y en las relaciones sociales, y aparición de marcha inestable
y pobremente coordinada y/o movimientos del tronco.
C. Existe una grave alteración del lenguaje expresivo y receptivo, junto a
retraso psicomotor grave.
D. Movimientos estereotipados de las manos (tales como retorcérselas o
hacer movimientos de lavado) que aparecen al tiempo o son posteriores a
la pérdida de los movimientos intencionales.
4. Trastorno desintegrativo Infantil
El trastorno desintegrativo infantil es un trastorno en el que el desarrollo
cognitivo, emocional, psicomotor y social suele estar en patrones normales hasta
los dos-tres años, no obstante, se produce una pérdida clínicamente significativa
de habilidades adquiridas previamente; aparece un deterioro o pérdida progresiva
del lenguaje, de la capacidad adaptativa y de la actividad lúdica, perdiéndose las
capacidades adquiridas con alteración cualitativa de la comunicación y de la
conducta social (Palomo & Jimenez-Arriero, 2009).
De acuerdo al CIE-10 (OMS, 2000) presentan manierismos motores
estereotipados y repetitivos, anomalías en la interacción social y anomalías en la
comunicación. Los criterios diagnósticos son los siguientes:
A. Desarrollo aparentemente normal hasta al menos los dos años de edad. Se
requiere para el diagnóstico la presencia de una capacidad normal para la
comunicación, para las relaciones sociales y el juego, y para los
comportamientos adaptativos hasta al menos los dos años de edad.
B. Al comenzar el trastorno se produce una clara pérdida de capacidades
previamente adquiridas. Se requiere para el diagnóstico una pérdida
clínicamente significativa de capacidades (y no sólo un fracaso puntual en
ciertas situaciones) en al menos dos de las siguientes áreas:
1. Lenguaje expresivo o receptivo.
2. Juego.
3. Habilidades sociales y comportamiento adaptativo.
4. Control de esfínteres.
5. Capacidades motoras.
C. Comportamiento social cualitativamente anormal que se manifiesta en al
menos dos de las siguientes áreas:
1. Alteraciones cualitativas en la interacción social (como las
descritas para el autismo).
2. Alteraciones cualitativas de la comunicación (como las descritas
para el autismo).
3. Patrones de comportamiento, intereses y actividades repetitivas,
restringidas y estereotipadas, incluyendo estereotipias motoras y
manierismos.
4. Pérdida global de interés por los objetos y por el entorno.
D. El trastorno no se puede atribuir a otras variedades de trastornos
generalizados del desarrollo, a afasia adquirida con epilepsia (F80.6),
mutismo selectivo (F94.0), síndrome de Rett (F84.2) o esquizofrenia
(F20.-).

C. Trastorno por déficit de atención:


Soutullo y Díez (2007) lo describen como una condición neurobiológica que se
manifiesta con disfunciones en el comportamiento y distorsiones cognitivas. Así
mismo, señalan que es un desorden no observado únicamente en los niños ya que
el promedio de personas adultas que lo padecen es de aproximadamente 60%
teniendo como síntomas principales inatención, impulsividad, irritabilidad,
intolerancia y frustración que habrían tenido inicio antes de los siete años.
Según el DSM V, los criterios diagnósticos que tendría que cumplir una persona
para considerarla dentro de este trastorno serían los siguientes:
1. Cuando seis (o más) de los siguientes síntomas de desatención se han
mantenido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es
desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo:
a) A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en
errores por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras
actividades
b) A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o
en actividades lúdicas
c) A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente
d) A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares,
encargos, u obligaciones en el centro de trabajo (no se debe a
comportamiento negativista o a incapacidad para comprender
instrucciones)
e) A menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades
f) A menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a
tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos
escolares o domésticos)
g) A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades (p.
ej. juguetes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas)
h) A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes
i) A menudo es descuidado en las actividades diarias
2. Seis (o más) de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsividad
han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es
desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo:
a) A menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su
asiento.
b) A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones
en que se espera que permanezca sentado.
c) A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es
inapropiado hacerlo (en adolescentes o adultos puede limitarse a
sentimientos subjetivos de inquietud).
d) A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente
a actividades de ocio.
e) A menudo "está en marcha" o suele actuar como si tuviera un
motor.
f) A menudo habla en exceso Impulsividad.
g) A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las
preguntas.
h) A menudo tiene dificultades para guardar tumo.
i) A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros
(p. ej. se entromete en conversaciones o juegos).
3. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desatención que
causaban alteraciones estaban presentes antes de los 7 años de edad.
4. Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presentan en dos o
más ambientes (p. ej., en la escuela [o en el trabajo] y en casa).
5. Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de
la actividad social, académica o laboral.
6. Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno
generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no
se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno
del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o un
trastorno de la personalidad).
Dentro de este trastorno pueden presentarse a su vez, según el DSM-V, tipologías
que son las siguientes: Si se satisfacen los ambos criterios del ítem A por un
periodo de seis meses, es de tipo combinado, si se satisface el criterio A1, pero no
el A2 durante los últimos seis meses hacemos referencia al predominio del déficit
de atención y si, por otro lado, se satisface el criterio A2 pero no el A1 durante el
periodo anteriormente señalado hablamos de un predominio hiperactivo –
impulsivo.

D. Trastorno especifico del aprendizaje


El trastorno específico del aprendizaje es un problema particular para la
adquisición de información, un problema que no es consistente con la edad del
niño y su inteligencia de origen, y que no puede explicarse a partir de factores
externos como la cultura o la falta de oportunidad educativa. De acuerdo al manual
de la APA (2013), se consideran los siguientes criterios para identificar un
trastorno especifico del aprendizaje:
1. Dificultad en el aprendizaje y en la utilización de las aptitudes académicas,
evidenciado por la presencia de al menos uno de los siguientes síntomas
que han persistido por lo menos durante 6 meses, a pesar de las
intervenciones dirigidas a estas dificultades.
a) Lectura de palabras imprecisa o lenta con esfuerzo (p.ej., lee palabras
sueltas en voz alta incorrectamente o con lentitud y vacilación, con
frecuencia adivina palabras, dificultad para expresar bien las palabras).
b) Dificultad para comprender el significado de lo que lee (p.ej., puede leer
un texto con precisión, pero no comprende la oración, las relaciones, las
inferencias o el sentido profundo de lo que lee).
c) Dificultades ortográficas (p.ej., puede añadir, omitir o sustituir vocales o
consonantes).
d) Dificultades para la expresión escrita (p. ej., hace múltiples errores
gramaticales o de puntuación en una oración, organiza mal el párrafo, la
expresión escrita de ideas no es clara).
e) Dificultades para dominar el sentido numérico, los datos numéricos o el
cálculo (p. ej., comprende mal los números, su magnitud y sus relaciones,
cuenta con los dedos para sumar números de un solo dígito en lugar de
recordar la operación matemática como hacen sus iguales, de pierde en el
cálculo aritmético y puede intercambiar los procedimientos).
f) Dificultades con el razonamiento matemático (p. ej., tiene gran dificultad
para aplicar los conceptos, hechos u operaciones matemáticas para
resolver problemas cuantitativos).
2. Las aptitudes académicas afectadas están sustancialmente y en grado
cuantificable por debajo de lo esperado para la edad cronológica del individuo
e interfieren significativamente con el rendimiento académico o laboral, o con
las actividades de la vida cotidiana, que se confirman con medidas (pruebas)
estandarizadas administradas individualmente y una evaluación clínica
integral. En individuos de 17 y más años, la historia documentada de las
dificultades del aprendizaje se puede sustituir por la evaluación estandarizada.
3. Las dificultades de aprendizaje comienzan en la edad escolar, pero puede no
manifestarse totalmente hasta que las demandas de las aptitudes académicas
afectadas superan las capacidades limitadas del individuo (p. ej., en exámenes
cronometrados, la lectura o escritura de informes complejos y largos para un
fecha límite inaplazable, tareas académicas excesivamente pesadas).
4. Las dificultades de aprendizaje no se explican mejor por discapacidades
intelectuales, trastornos visuales o auditivos no corregidos, otros trastornos
mentales o neurológicos, adversidad psicosocial, falta de dominio n el
lenguaje, de instrucción académica o directrices educativas inadecuadas.
a. Nota: Se han de cumplir los cuatro criterios diagnósticos basándose en una
síntesis clínica de la historia del individuo (del desarrollo, médica,
familiar, educativa), informes escolares y evaluación psicoeducativa.
De igual forma, existe un apartado que permite especificar la clasificación englobando
las siguientes tres categorías:

1. Con dificultades en la lectura: Engloba la precisión en la lectura de palabras,


la velocidad o fluidez de la lectura y su comprensión.
2. Con dificultad en la expresión escrita: Implicando la corrección ortográfica,
gramatical y de la puntuación y la claridad u organización de la expresión
escrita
3. Con dificultad matemática: Integrando el sentido de los números, la
memorización de operaciones aritméticas, el cálculo correcto y fluido y el
razonamiento matemático correcto.
E. Trastornos de la comunicación
Dentro de este grupo, tanto en sus modalidades expresiva como mixta receptiva-
expresiva, se incluye aquellos perfiles que cumplen con los siguientes criterios
clínicos, expuestos por la APA (2013):
1. Persistentes dificultades en la adquisición del lenguaje, bajo distintas
modalidades (lenguaje oral, escritura, etc.), acompañadas de un reducido
vocabulario.
2. Deficientes construcciones a nivel de las estructuras morfosintácticas
(gramaticales) y alteraciones significativas a nivel del uso del discurso (en
la conversación habitual).
3. Las habilidades lingüísticas se encuentran tanto cuantitativa como
cualitativamente por debajo de su edad cronológica, generando como
resultado limitaciones funcionales en relación a la participación social, la
comunicación efectiva y el desenvolvimiento académico.
4. El inicio de los síntomas sucede durante el periodo de desarrollo temprano.
5. Las dificultades no están asociadas a daño neurológico o cualquier otra
condición médica, discapacidad intelectual o retraso global del desarrollo.
Dentro de este grupo de trastornos se encuentran también:
1. Trastorno de los sonidos del habla
Es descrita como una alteración del habla que sucede a nivel de la
pronunciación de algunos fonemas, ocurriendo tanto de forma aislada
como dentro de las palabras (De las Heras y Rodríguez, 2015).
Comprometería a los procesos implicados en la producción del habla,
dificultando la adquisición normal de las habilidades fonológicas, no
explicadas estas por lesiones neuromusculares, hipoacusias o trastornos
neurológicos asociados a epilepsias.
2. Trastornos de la fluencia
Se encuentran aquí los trastornos que afectan significativamente la
fluencia del discurso, como: disfluencias, arritmias a nivel del habla
(espasmofemia) y tics motores (Manaut-Gil, 2005).
3. Trastornos de la comunicación social o pragmática
La alteración está limitada principalmente a los componentes contextuales
y sociales.
4. Otros trastornos del lenguaje
Están incluidos todos aquellos cuadros sindrómicos que no guardan
relación con los grupos anteriormente descritos, dado que no cumplen
estrictamente con criterios diferenciados.
REFERENCIAS:

American Psychiatric Association (2000). Diagnostic and Statistical Manual of Mental


Disorders. Washington, D.C.: APA.

American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and statistical manual of mental


disorder. Washington, D.C.: American Psychiatric Publishing

Campos, J., Fernandez-Mayoralas, D., Muñoz-Jareno, N., & San Antonio, V. (2007).
Sindrome de Rett: 50 años de historia de un trastorno aun no bien conocido.
MEDICINA, 532-541.

De las Heras, G. y Rodríguez, L. (2015). Guía de intervención logopédica en las dislalias.


Madrid: Síntesis.

ESPA. (2014). Comorbilidades medicas en el trastorno del espectro autista. Inglaterra:


Treating Autism.

Hagberg, B., Hanefeld, F., Percy, A., & Skjeldal, O. (2002). An update on clinically
applicable diagnostic criteria in Rett syndrome. Eur J Paediatr Neurol, 293.

Iglesias, C. (2017). Retraso Mental: Discapacidad intelectual - Trastorno del desarrollo


intelectual. España: Universidad de Oviedo.

Manaut-Gil, E. (2005). Tartamudez del desarrollo y tartamudez adquirida. Semejanzas y


diferencias. Revista de Neurología Española, 40(10), 587-594.

Martínez, B. y Rico, D. (2017). Los trastornos del neurodesarrollo en el DSM – V.


Valencia: Universitat do Valencia.

Naranjo, R. (2014). Avances y perspectivas en sindrome de Aperger. NOVA, 81-99.

Organización Mundial de la Salud (2000). Guía de bolsillo de la clasificación CIE-10:


Clasificación de los trastornos mentales y del comportamiento. España: Medica
Panamericana.

Organización Mundial de la Salud (2001). Clasificación internacional del


funcionamiento, de la discapacidad y de la salud (CIF). Madrid: IMSERSO.
Palomo, T., & Jimenez-Arriero, M. (2009). Manual de psiquiatría. Madrid: ENE Life.

Pantaleón, G., & Juvier, T. (2015). Bases moleculares del síndrome de Rett, una mirada
actual. Revista chilena de pediatría, 143-151.

Peredo, R. (2016). Comprendiendo la discapacidad intelectual: datos, criterios y


reflexiones. Reflexiones en psicología, 15, 101-122. Recuperado de:
http://www.scielo.org.bo/pdf/rip/n15/n15_a07.pdf

Shalock, R. y Verdugo, M. (2016). Últimos avances en el enfoque y concepción de las


personas con discapacidad intelectual. Revista Española sobre Discapacidad
Intelectual, 41 (4), 236, 7-21.

Simeonsson, R. (2008). What is mental retardation? Ideas for an evolving disability in the
21st century. Washington, DC: American Association on Mental Retardation

Soutullo, C y Díez, A. (2007). Manual de diagnóstico y tratamiento del TDAH. Ed.


Médica Panamericana.

Zuñiga, M. (2009). El síndrome de Asperger y su clasificación. Educación, 183-185.

Potrebbero piacerti anche