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1 Timoteo 3:4-5
Introducción
Este es el llamado de Dios para cada varón en particular que ha adquirido la
responsabilidad de tener un hogar. Como hombres cabeza de hogar no hemos sido
llamado a influenciar la sociedad, si primero no estamos influenciando nuestra
casa. Hay hombres muy buenos en su profesión. Son buenos como constructores,
como mecánicos, como conductores, como médicos, políticos, educadores o
docentes, teólogos, pastores, maestros, etc. Sin embargo, en la labor de Padres o
como autoridad del hogar son deficientes y por lo tanto están reprobando ante Dios
sobre su labor. Es obvio que nos enfrentamos a la corrupción del pecado en
nuestros hijos especialmente y, que, una cosa es hacer la labor encomendada en
ellos y otra el convertirlos a la fe cristiana. Sin embargo, es nuestra responsabilidad
estorbar la maldad en nuestro hogar y, no creernos padres postmodernos, donde la
maldad se ve como algo normal y argumentando que todos pasamos por ese
proceso.
El Apóstol Pablo en estos dos textos de nuestra exposición nos está haciendo un
llamado a recordar nuestra bendita labor de ser serios en el gobierno de la casa o
el hogar que el Señor nos entregó o regaló. Aunque estos textos se encuentran en
el contexto del reconocimiento de un hombre como ministro, no es ajeno a todos
los hombres que componen la comunidad cristiana tanto en los tiempos de Pablo
como en los nuestros.
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Pablo utiliza aquí no es la misma que utiliza en 1 Timoteo 3:4. La palabra
que utiliza en 5:14, es la palabra “oikodespoteo”, que significa “ser
cabeza” o de manera más literal “estar administrando la casa”. El ser
cabeza en la mujer es algo temporal o circunstancial, ya que ella no lo puede
ser de manera definitiva. Ella podrá ser cabeza en la usencia de su esposo o
cuando su esposo haya muerto.
Es un acto de rebelión contra Dios el querer gobernar estando el hombre
presente en el hogar. Como varones tenemos el santo llamado a ponernos al
frente del hogar. Un hombre no está cumpliendo con este bendito llamado
cuando no preside en su casa.
El hombre es el que primero debe presidir en:
A. La vida espiritual de su familia.
1. Esto implica hacer las devociones diarias.
2. Implica el animar a sus hijos a desarrollar los dones que el Señor
les ha dado.
3. Esto implica en ser el primero en salir puntualmente de su casa
para venir a la iglesia.
4. Implica también que él debe ser un ejemplo de adoración, servicio
y amor fraternal tanto en el hogar como en la iglesia.
B. En la administración económica del hogar.
1. Esto implica que debe ser el responsable de tener un trabajo para
enseñar a sus hijos con el ejemplo a ser laboriosos y responsables.
2. Esto implica que el en comportamiento varonil es el proveedor y
protector de su esposa e hijos.
3. Esto implica que debe saber administrar bien su sueldo o salario
para que a su esposa y a sus hijos no les falte nada.
C. En la dirección y educación de sus hijos.
1. Esto implica que el hombre debe escuchar las inquietudes de su
esposa y sus hijos dando consejos sabios.
2. Esto implica tener en orden todo lo que ocurre en la casa.
3. Esto implica que el hombre se ocupe por darles a sus hijos, un a
educación o formación académica suficiente para que puedan ser
eficientes en su trabajo y puedan en su adultez sostenerse.
4. También implica que debe enseñarles buenos modales y cómo
comportarse con sus semejantes.
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dejarnos enredar por los afanes de esta vida olvidando aquello que Dios nos
entregó y, que un día nos pedirá cuenta de ello. Dios nos pedirá cuenta de
nuestra familia y como la hemos gobernado a ella. Nos quejamos de los
gobernantes que son malos e indiferentes a la necesidad del pueblo, pero
¿Cómo gobernante del hogar soy lo mismo que los gobernantes de este
mundo? Si es así, roguemos a nuestro Dios que nos convenza de que
debemos enderezar nuestros caminos y tomar las riendas del hogar.
Por esta razón el gobernar bien, está asociado, con el hecho de que sus hijos
se le “sujeten o le obedezcan” con el debido respeto o como lo dice el texto
originalmente, con toda “venerabilidad”, “honestidad” o “seriedad”. Si
un hombre no está gobernando bien su casa, tanto sus hijos como su esposa,
jamás lo tomarán en serio, como tampoco serán honestos con él.
En síntesis, el hombre que está ejerciendo bien el gobierno en su hogar, su
esposa e hijos respetaran su autoridad. El gobernar bien siempre traerá
recompensas.
El apóstol Pablo en el contexto del ejercicio pastoral dice que hay ancianos
que gobiernan, pero hay otros que lo hacen bien (1 Tim 5.17), y que los que
lo hacen deben ser recompensados. Entonces, no solo estamos llamados a
gobernar, sino a hacerlo bien. Esto es lo que Dios espera de nosotros lo
varones.
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otras palabras, según el apóstol, ningún hombre podrá aspirar el ministerio,
si primero no tiene en orden su casa.
Yo agregaría que, en el contexto de los varones de la iglesia, ninguno debe
atreverse a enseñar, presidir, dirigir y predicar si su familia esta descuidada
(Aclaro con esto que hay hombres que han cumplido con este santo deber,
pero sus hijos por causa de su naturaleza pecadora deciden rebelarse; aquí
es necesario tomar decisiones definitivas, lo mismo con una esposa
insurrecta).
Recordemos que, en estos pasajes, Pablo le está dando instrucciones a
Timoteo de cómo identificar un hombre que tenga el perfil de un ministro y
le dice que este debe estar presidiendo bien a su familia. Ahora, esto no es
solo para aquellos que son pastores o que aspiran ser dirigentes en la iglesia,
sino que es deber de cada hombre el gobernar bien su casa, teniendo a sus
hijos en sujeción.
¿Por qué Pablo exige esto de cada hombre que quiera enseñar? Porque aquel
que anhela el ministerio, estará no solo enseñando la asamblea o iglesia,
sino presidiéndola. Por eso le dice a Timoteo que, el que, no sabe cómo
gobernar su propia casa ¿Cómo cuidará la iglesia de Dios? Veamos que
Pablo relaciona el presidir con el cuidar. Entonces es necesario el cuidar lo
que Dios te ha dado antes de que quieras cuidar lo de otros, especialmente
lo que es de Dios; es decir su iglesia.
En las iglesias hay hombres o varones con anhelos de servir al Señor en
evangelismo, enseñanza, predicaciones, direcciones de culto, cuando como
padres y esposos su familia no reconoce su liderazgo, ya que son bastante
descuidados, arrogantes, tercos, imponentes, etc. Entonces, podemos decir,
para cerrar este último punto, que, Dios no solamente restringe el enseñar a
otros si yo no lo hago en mi casa, sino que implícitamente podemos inferir
que Dios da vía libre para que enseñe a otros, cuando yo lo estoy haciendo
bien en mi casa. Por lo tanto, es mi deber trabajar duro en mi familia,
después de este sermón para ser útiles al Señor.
Conclusión: Es deber de cada hombre cristiano gobernar bien su casa, para luego
poder ser útil en el reino de Dios. Todo hombre que no esté gobernando bien su
casa será un inútil en el reino de Dios. Por lo tanto, procuré ganar a sus hijos para
Cristo predicándoles el evangelio y modelándoles o viviendo el evangelio.
De la misma manera predíquele y viva el evangelio a su esposa. Recordemos que
la eficacia del evangelio en la vida de su esposa y sus hijos no es suya, es del Señor;
por lo tanto, cumpla con este sagrado deber de presidir bien a su esposa e hijos que
de lo demás se encargará el Señor.