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supervivencia
Prof. José Antonio Uranga Ocio
3
BLOQUE
GAMETOS Y EMBRIONES
MÁSTER EN REPRODUCCIÓN HUMANA
Contenido
En contrapartida con la necrosis o muerte celular, provocada por la acción de una noxa, sobre
la apoptosis se han llegado a reconocer rasgos morfológicos precisos y a entender que se trata
de un proceso activo, genéticamente determinado y con una alta significación biológica. El
término de apoptosis, cuyo significado en griego vendría a describir de forma metafórica la
caída de las hojas del árbol, fue propuesto por Kerr JF., Wyellie AH. y Curie AR. (1972) al darse
cuenta que el nombre de necrosis utilizado hasta la fecha para definir un tipo de muerte
determinada por un proceso accidental o pasivo, no era el más adecuado para describir éste
tipo de muerte celular fisiológica, activa o programada.
La apoptosis está también implicada en diversos procesos de atrofia patológica, regresión de la
hiperplasia inducida o involución fisiológica. Son múltiples los ejemplos que pueden
encontrarse en la clínica, en los que la apoptosis está relacionada con éste apartado. Por
mencionar alguno que nos sirva como ejemplo, tendríamos la atrofia prostática tras la
castración, la atrofia de órganos parenquimatosos como el páncreas, la glándula parótida o el
riñón tras la obstrucción de conductos; la misma involución de la mama lactante, la atresia de
los folículos ováricos o la regresión del cuerpo lúteo.
De forma cíclica algunos tejidos adultos experimentan fases con incremento de sus
poblaciones celulares y fases de regresión inducidas por variaciones en los niveles circulantes
de diversos factores de crecimiento y hormonales. Así, por ejemplo, el endometrio humano
muestra por apoptosis un incremento en la pérdida de células epiteliales glandulares en la fase
secretora avanzada y en las etapas premenstrual y menstrual, viéndose los cuerpos y las
células apoptóticas dentro, debajo del epitelio y rara vez próximas a la luz. Del mismo modo,
las células que rodean el blastocisto en los sitios de implantación sufren apoptosis poniendo a
éste en íntima asociación con el estroma del endometrio.
Aunque hemos definido la necrosis, para diferenciarla de la apoptosis, como la muerte celular
producida por una noxa, también hay que decir que dosis bajas de un estímulo nocivo pueden
inducir apoptosis. Ejemplos típicos de éste fenómeno los tenemos en el efecto esperado de
algunos fármacos citotóxicos anticancerígenos, en las lesiones térmicas leves, en las
radiaciones moderadas y probablemente en la hipoxia.
Como podemos ver la apoptosis tendría lugar en la gran generalidad de todos los tipos
celulares y los procesos del desarrollo habiéndose llegado a entender que representaría un
tipo de muerte celular fisiológica controlada para poder corregir señales conflictivas o errores
durante el desarrollo.
Pero donde la muerte celular programada se manifiesta de forma más destacada es durante la
embriogénesis, desde la implantación misma (como ya hemos adelantado más arriba),
pasando por la organogénesis, hasta llegar a la involución del desarrollo (como ocurre, por
ejemplo, en el timo o el ovario entre otros órganos).
Con objeto de entender aún mejor éste fenómeno, pasamos a explicar a continuación las
bases morfológicas y moleculares del desarrollo de la apoptosis, antes de detenernos en
algunos aspectos relacionados con la apoptosis y el desarrollo embrionario.
En términos generales, los cambios morfológicos que experimentan las células durante la
apoptosis son bien conocidos. Se describe una célula en apoptosis cuando se observa que ha
perdido su tamaño normal, mostrando su citoplasma condensado y con sus orgánulos
agrupados. Esta condensación se hace extensiva también a la cromatina que se aprecia
compactada, llegándose a formar masas en forma de semilunas perfectamente circunscritas,
con su densidad uniforme y adheridas a la envoltura nuclear. La cromatina nucleolar periférica
se dispersa formando agregados que ultraestructuralemente se observan como gránulos
osmiófilos en el centro del núcleo. Resulta también característico que las células apoptóticas
presenten su citoesqueleto desarmado, desestructurándose a la vez los desmosomas, con la
consiguiente pérdida de contacto con las células vecinas; hecho éste que determinará que
éstas células adopten una forma esférica. Cuando avanzamos en el proceso, el ADN nuclear y
en extensión el núcleo, con su cromatina compactada, se fragmenta y se reparte por el
citoplasma. Posteriormente, de la superficie de la célula aparecen diversas protrusiones
formadas por fragmentos nucleares rodeados de citoplasma. Éstas acabarán desprendiéndose
del cuerpo celular convirtiéndose en vesículas apoptóticas. Finalmente, mencionadas vesículas
apoptóticas serán fagocitadas por los macrófagos o por otras células vecinas. Todo éste
proceso, a diferencia de la de las distintas otras formas de necrosis, se produce de forma
asíncrona, sin provocar reacción inflamatoria y sin ni siquiera alterase la propia arquitectura
tisular. Histológicamente, los cuerpos apoptoicos varían considerablemente en su tamaño,
mostrándose como masas de citoplasma redondas u ovaladas que pueden contener o no
material nuclear basófilo, si bien, la mayor parte de los mismos son eosinófilos. Sin embargo, el
tamaño pequeño y la vida media corta de los cuerpos apoptoicos, de una a dos horas, así como
la ausencia de inflamación y el "cierre de filas" por parte de las células vecinas, según van
siendo eliminadas las células apoptóticas, hacen que la apoptosis sea relativamente poco
evidente en histología.
Las semilunas descritas en el párrafo anterior, sí son visibles mediante microscopía electrónica,
pero rara vez se ven en cortes de parafina o extendidos celulares. En su defecto, pueden
apreciarse masas de cromatina densa y uniforme con apetencia basófila. (Dispositivas 2 y 3).
3. Biología de la apoptosis
Los principales mediadores moleculares de la apoptosis son varios grupos de proteasas,
cistein-aspartasas o caspasas, que poseen en común primero un dominio cuyo centro activo es
un residuo de cisteína y segundo el reconocer selectivamente un Asp (aspartato) en la posición
P1 del sitio de hidrólisis. Las caspasas son por tanto enzimas, cisteína endoproteasas, que
inducen la mayor parte de los acontecimientos proteolíticos implicados en la apoptosis. Éste
tipo de endoproteasas se han identificado en forma de procaspasas (sus zimógenos inertes)
tanto en el citoplasma como en el espacio intermembrana de las mitocondrias. En la mayor
parte de los casos la actividad proteolítica de las caspasas ocasiona la inactivación de las
proteínas con las que interactúan, pero también, de forma directa, pueden activar otras
caspasas, mediante la liberación de sus dominios reguladores negativos o indirectamente
mediante la inactivación de una subunidad reguladora.
Las caspasas son una gran familia de proteínas, altamente conservadas durante la evolución,
que pueden encontrarse desde los humanos hasta los insectos, en los nematodos y en la hidra.
Se han llegado a identificar en nuestros días en el humano más de doce caspasas de las cuales,
un tercio parecen estar implicadas en la apoptosis. Éstas enzimas se componen de tres
dominios: un prodominio N-terminal, y dos dominios p20 y p10. La enzima madura estaría
formada por un heterotetrámero que contiene dos p20/p10 heterodímeros y dos sitios activos
(Diapositivas 4).
En los mamíferos existen dos sistemas conocidos que controlan la apoptosis manteniendo a las
caspasas inactivas o provocando su activación (Diapositiva 5):
Mediante la asociación con una subunidad reguladora intracelular (Vía intrínseca): Es
propia de la respuesta a estímulos internos como el estrés oxidativo, la ausencia de
factores de supervivencia, el daño genético irreparable, etc. La salida del citocromo c
(CytC) presente en el espacio intermembrana mitocondrial estimula a las moléculas
Apaf-1 (apoptotic protein-associated factor) que se asocian con la procaspasa 9
formando el apoptosoma, estructura citoplasmática donde maduran las procaspasas
(Diapositiva 6). La familia de proteínas Bcl-2 incluye algunas que inhiben la salida del
citocromo, como la propia Bcl-2 y por lo tanto resultan antiapoptóticas, y otras como
Bak que la inhiben y resultan apoptóticas.
Señales apoptóticas extracelulares (Vía extrínseca): En los mamíferos existen
receptores en la membrana plasmática que pueden, al unirse con su lingando,
desencadenar la activación de la caspasa 8. Éstos receptores, el CD95 (Apo1/Fas), TNF-
R1 y DR3/WL-1, tienen en común un dominio intracelular en una región denominada
"death domain". Una vez activada la caspasa 8 se asocia con otra molécula de
procaspasa 8 para formar una caspasa madura. Esto desencadena una reacción en
cadena, que de forma directa e indirecta activará a las caspasas 3, 6 y 7 que
conducirán directamente a la muerte celular.
La maquinaria de la apoptosis en los vertebrados es sustancialmente similar a la de los
invertebrados aunque está más elaborada y sofisticada. Esto es así, en primer lugar
porque, como ya hemos dicho, los mamíferos tienen una familia de receptores cuyos
ligandos pueden directamente disparar la activación de la caspasa-8 por vía del FADD (Fas-
associated death domain). Los representantes principales de esta familia de receptores
son el TNF-R1 y el CD95 (ligando Fas) ya comentados. Del mismo modo ya se ha indicado
que muchos de los daños pro-apoptóticos van a incidir directamente sobre la mitocondria
para inducirle agrietamientos de sus membranas con la consiguiente liberación de varios
polipéptidos pro-apoptóticos como el citocromo c. Será en los mamíferos donde las
proteínas Bcl-2, con su destacado papel anti-apoptótico, reguladas por las distintas señales
de supervivencia que inciden sobre ellas, intentarán estabilizar la integridad de la
mitocondria para prevenir la liberación de mencionados polipéptidos pro-apoptóticos
(Diapositiva 7).
Si bien los mecanismos moleculares de activación final de la apoptosis varían con los
distintos tipos celulares (en algunas células el proceso es automático, mientras que en
otras se desencadena cuando desaparecen determinados factores tróficos), el resultado es
la activación de la fosfolipasa-c que provocará la salida de Ca2+ del retículo endoplásmico
Hasta nuestros días son muchas las circunstancias y factores humorales a los que se les
reconoce una acción inhibidora o inductora de la apoptosis. Así, parece claro que la apoptosis
está reducida por el efecto, entre otros, de ciertas drogas que inhiben las topoisomerasas, por
la exposición o acción de diversos inhibidores de las cinasas, por la interferencia en la
homeostasis del calcio, por el efecto de un shock térmico breve, en algunas infecciones virales
o la exposición a linfocitos T citotóxicos (Maillet M, 2002).
En algunos casos por tanto, la muerte celular programada está controlada genéticamente o
por la acción de diversas moléculas anti-apoptóticas. Veamos algunos ejemplos:
Las proteínas de la familia Bcl-2, derivadas del proto-oncogén blc-2, como hemos visto
ya, intervienen en la regulación de la apoptosis. Aquellas células que expresan Bcl-2
son resistentes a la apoptosis promoviendo de esta manera la supervivencia celular,
pero también facilitando con esa supervivencia la adquisición de mutaciones y la
transformación maligna (Ver Diapositiva 9).
La proteína Myc, derivada del proto-oncogén myc, promueve, según las
circunstancias, la muerte celular o su proliferación.
La proteína p53, producida por el gen supresor de tumores p53, estabiliza a la célula
en la fase G1 del ciclo a fin de controlar la existencia de daños en el ADN; pero en
sentido contrario, si éstos fueran peligrosos para las células hijas, activaría la
apoptosis.
La proteína p35 (baculoviral IAP repeat-containing 2), descubierta en los bacuolavirus
pero presente también en los vertebrados superiores, inhibe la apoptosis.
Los mamíferos poseen una familia de genes que codifican potentes inhibidores de las
caspasas, cuyos productos de expresión se conocen como proteínas inhibidoras de la
apoptosis (IAP). A propósito de éstos inhibidores, también se conocen sus
correspondientes neutralizadores de la actividad anti-apoptótica como serían las
proteínas Smac (second mitochondrial-derived activator of caspases) o DIABLO (direct
IAP-binding Protein with low pI).
Se han descrito también moléculas bajo el nombre de "receptores cebo" como el DcR3
(decoy receptor 3) que se sobreexpresan en algunas neoplasias como las de pulmón o
las de colon y que actuarían uniéndose al FasL, bloqueando con ello su unión con el
receptor Fas, con la consiguiente inhibición de la apoptosis.
ARN-no codificante
9. Apoptosis en ovario
Los ovarios fetales humanos contienen hasta 7 millones de células germinales que sufrirán
masivos procesos de apoptosis ya que la mayoría degenerarán antes de la formación de los
folículos primordiales, de modo que en el momento del nacimiento sólo quedan un 20% de la
cantidad original. Igualmente, más del 99.9% de estos folículos ováricos nunca llegarán a la
ovulación sino que sufrirán atresia, una forma de apoptosis regulada hormonalmente. La
atresia se encuentra por lo tanto mediada fundamental-mente por factores endocrinos como
la FSH y la LH pero también paracrinos como el IGF-I, el EGF, el bFGF, la activina, la interleucina
1b y el Factor de Células Madre (SCF). Igualmente la exposición a quimio o radioterapia, los
productos químicos industriales e incluso el humo del tabaco pueden acelerar el proceso
dando como resultado una menopausia prematura.
La investigación del efecto que cada uno de estos elementos tiene sobre la maduración
folicular es problemática debido a la heterogénea población de folículos presentes en el ovario
en un momento determinado así como a la imposibilidad de estudiar los efectos hormonales in
vivo. Por este motivo, se han desarrollado modelos de cultivo in vitro con poblaciones
foliculares homogéneas provenientes fundamentalmente de rata:
• Folículos primordiales: Durante este estadio temprano se considera que la apoptosis sufrida
por el oocito es la responsable de la subsiguiente degradación folicular. Dicha apoptosis está
mediada por la caspasa 2 y entre los factores que la inhiben se encuentran la interleucina 1 (IL-
1), el ácido retinoico, el Factor Inhibidor de la Leucemia (LIF), el IGF-I, el SCF con su receptor Kit
y el Factor de Crecimiento y Diferenciación 9 (GDF-9).
• Folículos preantrales: Estos folículos se caracterizan por su lento crecimiento ya que en el
caso humano alcanzan este estadio varios meses antes de la ovulación. Sin embargo se sabe
poco acerca de los mecanismos implicados en la supervivencia de los mismos. En todo caso
parece que el mecanismo de la apoptosis en aquellos que la sufren es el mismo que en el caso
anterior (caspasa 2). En cuanto a la protección intervienen factores locales como el Factor de
Crecimiento de Queratinocitos (KGF) producido por células de la teca, el FGF y los estrógenos.
• Folículos antrales: Se trata éste de un momento crítico del desarrollo ya que a partir de aquí
los folículos se vuelven sensibles a la FSH. En realidad la Hormona Folículo-Estimulante es el
más importante factor de supervivencia que impide la apoptosis del folículo, y con ella del
oocito que en este caso, de ocurrir, acontecería vía caspasa 3. La ausencia de FSH promueve
como ningún otro elemento el bloqueo en el desarrollo y la entrada en apoptosis. Otros
factores juegan un papel semejante, aunque de menor entidad: IGF-I, IL-1,LH, EGF, bFGF,
activina y GH.
• Folículos preovulatorios: En este momento los folículos comienzan a expresar receptores
para la LH, contribuyendo esta hormona de manera principal junto con la FSH en la inhibición
de la apoptosis. Entre los otros factores con efecto protector podemos citar al EGF, al bFGF, a
la insulina y a la GH.
• Folículos periovulatorios: Los folículos que han sobrevivido hasta este momento son
dependientes de la LH como elemento protector de la apoptosis mediada por caspasa 3. Tras
la ovulación son particularmente más insensibles a la degradación apoptótica que en los
estadios anteriores, desconociéndose el mecanismo, si bien, se considera que la progesterona
juega un papel determinante, encontrándose su receptor tanto en células de la granulosa
como del cuerpo lúteo.
En definitiva, el desarrollo folicular se caracteriza por presentar altos niveles de factores tanto
de proliferación como de apoptosis y que, además, éstos fenómenos se encuentran
estrechamente regulados gracias a un equilibrio entre factores de crecimiento locales y
hormonas que varían según la fase de maduración del oocito. Pocos son, sin embargo, los
folículos que consiguen superar dichas fases con éxito, evitando la masiva apoptosis que
acontece en el ovario a lo largo de la vida.
Por último cabe señalar que la existencia de factores exógenos como las radiaciones o el
aumento de temperatura también inducen la apoptosis mediante mecanismos selectivos como
el promovido por la proteína p53 de manera que las células dañadas no transmitan sus
posibles anomalías genéticas a la descendencia.
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