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Terapia de Juego centrada en el Niño

Esta terapia basada en el enfoque de Rogers y Axline tiene varias fortalezas,

desde mi punto de vista, en comparación con la terapia de juego psicoanalítica,

cognitivo-conductual y la terapia filial.

En primer lugar, la terapia de juego centrada en el niño es la única que toma la

perspectiva del niño como realidad; es decir, el campo fenomenológico del niño es

desde donde se trabaja durante la terapia. Los únicos conceptos que se reconocen dentro

de esta terapia, a diferencia de otros enfoques, es el sí mismo, el medo ambiente, y la

relación de sí mismo con el medio ambiente desde el punto de vista del niño lo que

fortalece a esta terapia puesto que se logra trabajar de mejor manera el tema del auto-

concepto y la auto-exploración. Esta terapia deja de lago los problemas, el pasado, los

pensamientos y actos, las explicaciones, la corrección, la instrucción del terapeuta y el

conocimiento del terapeuta por la persona del niño, por el presente, por los

sentimientos, por el entendimiento, la aceptación, la dirección del niño y por la

sabiduría del mismo. Al mencionar que esto fortalece a este tipo de terapia, es necesario

mencionar que si bien en otras terapias también se busca el pro-desarrollo integral del

niño, en ninguna otra, a diferencia de esta terapia centrada en el niño, se toma en cuenta

la realidad de él/ella; si bien se toma en cuenta etapas del desarrollo tanto físico como

cognitivo, no se toma en cuenta lo que es capaz de sentir y no se valoriza la razón de su

desajuste (Schaefer, 2003).

Otra de las ventajas de esta terapia es evidentemente que se centra en las

emociones. El terapeuta dentro de esta terapia evita hacer preguntas puesto que esto

“hace que los niños pasen del mundo de las emociones al de la cognición” (Schaefer,

2003) por lo tanto, se evita cualquier tipo de evaluación como se da específicamente en

la terapia cognitivo conductual. La crítica de este enfoque se refiere a que los niños no
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van a aprender a auto-dirigirse, a auto-evaluarse y a responsabilizarse si es que el

terapeuta es el encargado de evaluar y de dar ideas o soluciones en medio del juego

terapéutico; lo único que se lograría cal realizar evaluaciones es confundir al niño y

crear hasta la desaprobación de sí mismo tras mostrarle que hay algo bueno y malo. Esta

terapia logra entender que no es la corrección del pensamiento ni la actitud la

importante sino búsqueda de la afirmación de la valía personal y la auto-realización que

para Axline son necesidades básicas (Schaefer, 2003).

Una de las diferencias fundamentales con la terapia filial, que tiene como

objetivo “proporcionar entrenamiento a padres en terapias de juego centrada en los

niños, reducir comportamientos problemáticos, mejorar la relación e interacción entre

padres e hijos, mejorar la competencia y confianza y mejorar habilidades parentales”

(Haro, 2017), y la terapia de juego centrada en el niño es evidentemente que sí trabaja el

terapeuta directamente con el niño ayudándole a desarrollar un auto-concepto y a tener

más responsabilidad dentro de su mundo; el terapeuta además ayuda al niño a que sea

más directivo, a aceptarse a sí mismo y ajustarse a ser más independiente con una toma

de decisiones de forma determinada, con esta terapia los niños serán capaces de sentirse

capaz de controlar aspectos importantes dentro de su vida y sensibilizarse a afrontar

conflictos, evidentemente a la auto-evaluación y a confiar más en sí mismo. Estos

objetivos, desde mi punto de vista, son más específicos y si bien no tienen una meta

debido a que esta es evaluativa, creería que si se puede llegar de manera más eficaz a

darle las herramientas al niño para que el mismo explore y determine, dentro de su

campo fenomenológico, sepa cómo identificarse, sepa como ver al ambiente y verse a sí

mismo en relación al ambiente (Schaefer, 2003).


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Si bien he mencionado hasta ahora todas las fortalezas de la terapia de juego

centrada en el niño, sí considero que hay ciertos aspectos de otros enfoques que son

necesarios tomarlos en cuenta.

Por ejemplo, dentro de la terapia psicoanalítica, lo que se debe destacar es la

importancia que dan a los padres puesto que “se reconoce que ellos son quienes

influyen mayoritariamente en los comportamientos del hijo en diferentes ambientes”

(Schaefer, 2003); si bien otros enfoques no niegan esta teoría, sí considero importante

mencionar que los niños sí son proyectivos y eso es algo que se debe tomar muy en

cuenta en terapia.

Por otro lado, la terapia cognitivo-conductual- es una terapia que su eficacia

radica en realidad en que se puede tratar conflictos de forma más rápida; además, su

estructuración y dirección hace que sea una terapia con más sustento empírico que

finalmente es una ventaja sobre otros enfoques porque se ven resultados poblacionales

para comprobar distintas tesis y teorías.

Ahora, la terapia filial, se destaca de las demás puesto que son los padres quien

aprenden a manejar esta relación terapéutica, y sin bien requiere bastante tiempo de

dedicación, es evidente que se generará una mejor relación o una conexión más estrecha

y que los padres son capaces de manejar conflictos de forma más natural y educándose

ellos mismo es un tema tan importante e influyente como es el desarrollo del niño

En conclusión, después de haber revisado todos los conceptos, metas, roles y

tratamiento desde cada enfoque, ya sea el psicoanalítico, cognitivo-conductual,

humanista, etc, es importante mencionar que se debe necesariamente conocer que

propone cada teoría y no escoger únicamente una sobre otra sino destacar las fortalezas

de cada una.
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Referencias

Haro, K.I. (2017). Efectividad de la terapia de juego filiar para el tratamiento del asma

pediátrica a través de la reparación paterno-infantil. Repositorio Digital USFQ.

Extraído desde: http://repositorio.usfq.edu.ec/bitstream/23000/6389/1/130857.pdf

Schaefer, C.E. (2003). Fundamentos de terapia de juego. México: Editorial el Manual

Moderno.

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