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Universidad de Chile

Departamento de Literatura
Aproximaciones a la cultura cómica y lo popular
Profesor Daniel Valenzuela
Francisca Vidal Quiroz
Santiago. Agosto, 2019

Segundo Control de Lectura

El Conde Lucanor: El desenmascaramiento y lo cómico en tres enxiemplos

Don Juan Manuel nos presenta una serie de enxiemplos en forma de diálogos entre
el Conde Lucanor y su consejero, Patronio, en los cuales se relatan cuentos que
sirven de ejemplo ante los conflictos ético-morales a los que se enfrenta el conde y
para los que pide consejo. Si bien los elementos “bajos”, risibles, que podemos
encontrar en otros relatos cómicos cercanos en época, como las alusiones a la
corporalidad tanto en relación a sus desechos y excrecencias como a su erotismo y
sexualidad, no se encuentran en el Libro de los ejemplos del Conde Lucanor, aunque
si se abre espacio a la risa y lo cómico en algunos de sus cuentos, permitiendo al
lector del siglo XXI por lo menos responder con una mueca de gracia y agrado.

Para comenzar, nos daremos cuenta de que Don Juan Manuel no nos presenta en su
libro una gran variedad de relatos cómicos en sí mismos, más aún, Graciela Cándano,
en su texto La risa en “El Conde Lucanor”, hace una selección en cuanto al análisis
de los elementos cómicos en los enxiemplos, destacando solo 10 de los más de 50,
así nos dirá que “el ingenio del autor se manifiesta en su alto grado de comicidad de
sus escasos ejemplos jocosos” (325). Entenderemos que lo cómico en este Libro de
los enxiemplos radicará, principalmente, en el uso del recurso del
desenmascaramiento, del absurdo, así como el de la figura del loco. Los recursos
anteriormente mencionados serán movilizadores de la acción, llevando a los
personajes a situaciones risibles en función de elevar falsamente a quien desempeñe
la función de quien llamaremos falso sabio, que destaca por su soberbia, su falta de
honra y honestidad, así como por su posición de antimodelo.
En este sentido, nos encontramos con personajes como Truhana (VII), que, habiendo
ideado un plan de inversiones para mejorar su economía, pierde todo lo que soñaba
por golpear su frente de risa y botar un jarrón de miel, que sería su impulsor en el
florecimiento económico. O como el deán de Santiago (XI), que fue descubierto en su
falta de honra cuando, al ser engañado mediante artes mágicas, reniega de las
promesas hechas a su amigo al verse en un momento de esplendor en cuanto a su
poder eclesiástico. O como le sucedió a un rey moro (XXXII) que, siendo engañado
por un grupo de pícaros, se paseó desnudo ante su corte en función de preservar una
honra falsa y que, a fin de cuentas, termina perdiendo de todas formas.

Los anteriores son solo tres ejemplos de los diez que nos propone Cándano Fierro,
pero que son muy ilustrativos respecto a cómo opera la comicidad en los casos de
desenmascaramiento a través del engaño. En primera instancia, lo cómico se sitúa
en el espacio de lo cotidiano, considerando también los lugares de recurrencia del
bajo pueblo: en el primer ejemplo sería la venta en el mercado local; en el segundo,
la visita a un brujo; y en el tercer ejemplo, la vida diaria de un rey en su corte. En los
tres ejemplos que se han mencionado, si bien no todos se ubican físicamente en
lugares de carácter bajo, si se toma a la cotidianeidad como un elemento que no solía
tocarse en lo considerado como temas altos de la literatura.

Del mismo modo, esto ya era planteado por Bajtín en su texto Los problemas de la
poética de Dostoievski, donde nos apuntaba, principalmente, que “El primer rasgo de
todos los géneros cómico-serios es una nueva actitud hacia la realidad; (...) su punto
de partida para la comprensión, valoración y tratamiento de la realidad es la actualidad
más viva y a menudo directamente cotidiana” (158), tal como se destacó en los tres
ejemplos anteriormente nombrados y brevemente descritos.

Por otro lado, el desenmascaramiento se da en la medida en que se traspone lo alto


y lo bajo del mundo, en forma de polémica entre los dos polos de un círculo (el mundo
en tanto circularidad y como ciclo), donde la alta cultura, reguladora, que va por sobre
este círculo, pasa a transitar por lo considerado popular, campesino, sucio y, por ende,
bajo. Este movimiento telúrico pone en evidencia la crisis que desatan la vanidad del
poder y lo efímero del mismo, ya que, como en los tres ejemplos mencionados, el
falso sabio, en este caso la persona con sus valores débiles o trastocados, ya sea un
rey o una mujer que espera vender miel en un mercado, sube ilusoriamente a la parte
más alta de nuestro círculo, creyendo que goza de prosperidad y regocijo, haciendo
“más dura la caída”, figurativa, hacia la degradación que resulta, en última instancia,
cómica para el lector.

Lo anteriormente expuesto se puede identificar de forma clara en el enxiemplo de la


mujer llamada doña Truhana (VII), donde se le identifica como un sujeto del bajo
pueblo, que “era más pobre que rica, la cual, yendo un día al mercado, llevaba una
olla de miel en la cabeza” (Don Juan Manuel 53). A esta mujer se le eleva en un
momento del relato, cuando se destaca que:
… así fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias, hasta que se vio
más rica que ninguna de sus vecinas. Luego pensó que, siendo tan rica, podría
casar bien a sus hijos e hijas, y que iría acompañada por la calle de yernos y
nueras y, pensó también que todos comentarían su buena suerte pues había
llegado a tener tantos bienes... (51)
En el fragmento se ve la elevación de esta mujer desde el polo bajo del mundo, hacia
el polo más alto, pues se habla de un momento de esplendor económico en función
de todo lo que vende y compra, de sus estrategias en los negocios (o lo que se
imagina que serán, en realidad). La “caída” se da cuando, al reír por la dicha de
volverse rica (en su imaginación), se da una palmada en la frente y bota el jarrón que
termina por romperse y derramar todo su contenido, devolviendo a doña Truhana a la
realidad, haciéndola recordar “de golpe” que solo es una mujer de pueblo, sin grandes
bienes ni títulos y que su ambición más que ser una virtud, era una actitud que se
basaba en fantasías y que poco tenía de modélica. Es, entonces, este proceso de
elevación y caída el que produce el efecto de desenmascaramiento de una forma de
actuar o pensar que debe ser puesta en tela de juicio.

Por otro lado, el enxiemplo del deán de Santiago (XI), se nos presenta a éste como
un sujeto con un cargo de no mucho poder en la iglesia católica, que va en busca de
don Illán para que le enseñe el arte de la nigromancia. En este relato, el engaño para
que se desarrolle la elevación se produce desde que llegan dos hombres
desconocidos a advertirle al deán que debe tomar una cargo de mayor estatus y poder
en la iglesia, esto designado por el mismo Papa. Así sucederá un par de veces, hasta
que el deán llegue a ser nombrado Papa tras la muerte del anterior. Tras la promesa
que el deán hace al mago de favorecerle en alguna forma con cada uno de sus nuevos
cargos y que no cumple a pesar del trato que habían hecho antes de empezar con el
estudio de la nigromancia,
Don Illán, entonces, le dijo al papa que, como no tenía nada para comer, habría
de echar mano a las perdices que había mandado asar la noche que él llegó,
y así llamó a su criada y le mandó que asase las perdices. Cuando don Illán
dijo esto, se encontró el papa en Toledo, como deán de Santiago, tal y como
estaba cuando allí llegó, siendo tan grande su vergüenza que no supo qué
decir para disculparse. (63)
El proceso de desenmascaramiento se da de forma explícita cuando el deán se da
cuenta del engaño del que ha sido víctima, los anti-valores que él mismo representa
se deben tratar para el proceso pedagógico y moralizador. Ahora, lo que causa gracia
al lector es exactamente esta abrupta caída a la realidad por parte del protagonista;
el deán no ha ascendido realmente en jerarquía eclesiástica, pero si lo hiciera,
revelaría su peor lado humano.

En el tercer caso que aquí se trata, el rey moro (XXXII) acepta el trato y da trabajo a
los tres pícaros para que le confeccionen un paño a fin de quedarse con los bienes y
el dinero de aquellos que no fueran capaces de ver la prenda, ya que significaba que
no eran hijos legítimos de sus padres. La elevación hacia el polo de lo alto se da
cuando todos quienes estaban en la corte con el rey (incluso él mismo) aseguran ver
aquel paño, lo alaban y celebran por su calidad y fineza.
[El rey] Obligado por ese temor [no ver el paño], alabó mucho la tela y aprendió
muy bien todos los detalles que los tejedores le habían mostrado. Cuando
volvió a palacio, comentó a sus cortesanos las excelencias y primores de
aquella tela y les explicó los dibujos e historias que había en ella, pero les
ocultó todas sus sospechas (131)
Aquí no solo se desmantela la máscara del rey que miente sobre si ve o no la prenda,
sino que también se revela la mentira en la que se encuentra también toda la corte
que, por no parecer hijos bastardos, decide aseverar la existencia del paño. La caída
se da por un hombre que, sin tener nada que perder, es el único que se atreve (en
primera instancia) a revelar el engaño del que todos han sido parte. Causa a lo menos
una risa traviesa el leer que el rey, por mantener una honra inventada y una posición
social, cae en la mentira y se pasea desnudo frente a sus vasallos y súbditos.
Finalmente, no es menos importante destacar que la función de este aparataje
cómico, no es sino la de presentar una serie de historias moralizantes, poner en tela
de juicio ética la vanidad que genera el poder y lo efímero que éste es,
contraponiéndolo con valores que deben ser aprehendidos, como la honestidad, la
humildad, la generosidad, entre otros. Don Juan Manuel pone en operación este
modelo moralizante en sus enxiemplos, tomándose de la modalidad carnavalesca del
desenmascaramiento del que nos habla Bajtín:
La acción de coronación-destronamiento está desde luego compenetrada de
categorías carnavalescas (de la lógica del mundo carnavalesco): de contacto
libre y familiar (que se revela sobre todo en el destronamiento), de disparidades
carnavalesca (esclavo-rey), de profanación (juego con los símbolos de
supremo poder), etcétera (183)
Así, es posible leer los enxiemplos del autor desde una clave cómica, carnavalesca,
del mismo modo (y en paralelo) con sus funciones moralizantes y didáctico-
pedagógicas.
Bibliografía:
● Bajtín, Mijaíl M (2003). Problemas de la poética de Dostoievski. Trad. Tatiana
Bubnova. México D. F.: Fondo de Cultura Económica.
● Cándano Fierro, Graciela. “La risa en <<El Conde Lucanor>>”. XV Congreso
AIH. México: Universidad Autónoma de México (s/f). Digital
● Don Juan Manuel (2004). “El Conde Lucanor”. Ed. Juan Vicedo. Web. Julio
2019 <https://www.taller-
palabras.com/Datos/Cuentos_Bibliotec/ebooks/El%20Conde%20Lucanor.pdf
>

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