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Este autor plantea a la adolescencia como un proceso (no como crisis ni etapa), que se
caracteriza por un profundo cambio psíquico. En relación con la teoría propuesta, ésta se
desarrolla en base a 3 ejes relacionados con el psiquismo.
B) En relación a los físico el crecimiento es diferente al que se da en etapas previas. A partir del
primer año el crecimiento es global y armónico, en cambio en la pubertad es des armónico.
También ocurre que el adolescente al mirarse no se reconoce, y esto le genera angustia
(muchas veces mal entendido como narcisismo).
C) En relación a lo afectivo se ven buscos cambios de humor (se pasa del entusiasmo a la
tristeza, de la actividad a la pasividad).
D) En relación a lo psíquico el niño no llega a adaptarse a los cambios físicos bruscos (otro factor
angustiante).
H) En relación a sus fantasías sexuales su desarrollo sexual hace que sean más notorias las
diferencias sexuales entre hombre y mujer, y como consecuencia de esto abandona fantasías
bisexuales ocultas.
La importancia de los padres como referentes, se desplaza y pasa al grupo de pares, que pasa
a ser su referente primordial. Otra característica es que aspira al mejoramiento y al
perfeccionamiento. Con respecto a lo emocional hay un notorio cambio en el carácter. Además
la búsqueda de su autonomía y diferenciación hace que disminuya la imagen parental como
figura autoritaria. Lo que caracteriza a este eje es que el sujeto trata de apropiarse de sí mismo
y de su vida, es decir, comienza a independizarse.
Esta teoría hace referencia a que debemos considerar a la adolescencia como un fenómeno
dentro de la historia del ser humano. Por otro lado, ésta así como se haya influida por un
ambiente sociocultural este proceso tiene unos caracteres universales que son comunes en
todas las culturas. Estos caracteres universales hacen referencia a que hay ciertas conductas
que muchas veces son consideradas patológicas o “anormales” pero que no son más que
síntomas de que el adolescente está viviendo un proceso “normal” de desarrollo (producto de
que está buscando establecer su identidad adulta, que solo sería posible si se hace un duelo
por la identidad infantil). Este autor, denomina a estas características típicas del adolescente
como “síndrome normal de la adolescencia”. Según Ana Freud, es muy difícil señalar el límite
entre lo normal y lo patológico dentro de este proceso evolutivo; pero considera que toda
conducta “anormal” o patológica debe ser considerada como “normal” dentro de este periodo
(actos de rebeldía que tiene características defensivas principalmente llamadas); y que por el
contrario, una conducta demasiado equilibrada dentro de éste debe ser considerada como
“anormal”. En síntesis, toda esta etapa girará en torno a dos procesos que actúan
paralelamente: Los procesos de identificación adulta y los procesos de duelo por la infancia
perdida.
2- El duelo por el rol y la identidad infantiles; perder su rol infantil le obliga a renunciar a la
dependencia y a aceptar responsabilidades. La pérdida de la identidad infantil, debe
reemplazarse por una identidad adulta, en ese transcurso surgirá la angustia, que supone la
falta de una identidad clara.
3- El duelo por los padres de la infancia: renunciar a su protección, a sus figuras idealizadas
e ilusorias, aceptar sus debilidades y su envejecimiento.
LAS CRISIS RELIGIOSAS: Este tipo de conductas “anormales”, hacen referencia a que en el
adolescente se observa la alternancia entre periodos de religiosidad extrema con periodos de
ateísmo absoluto (producto de la situación angustiante que produce este proceso evolutivo).
Además, influye mucho el hecho de aceptar que el día de mañana pueden fallecer los padres, y
el aceptar que ese destino también lo padecerá él (por eso por momentos se ve una
religiosidad extrema, porque esto puede significar para él una salida “mágica” de esta realidad
existencial).
SEPARACIÓN PROGRESIVA DE LOS PADRES: Esto hace referencia a uno de los duelos
fundamentales que tiene que elaborar el adolescente “el duelo por los padres de la infancia”.
Como consecuencia del desarrollo de la genitalidad, ésta así como repercute en el
adolescente, hace lo propio en los padres (muchas veces los padres niegan el crecimiento de
sus hijos así como éstos niegan sus cambios físicos). Por ende, la separación progresiva de los
padres dentro de esta etapa, debe considerarse como una conducta “normal” dentro de este
proceso. Y la correcta elaboración de este proceso dependerá no solo de cómo los padres se
desprendan del hijo, y de cómo el hijo acepte la progresiva separación de estos, sino también
de cómo fueron los vínculos para con sus padres y como adoptaron sus roles éstos en las
edades tempranas. En base a esto, podemos concluir, que una “no” separación progresiva de
los padres en esta etapa debería considerarse como anormal.