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16 - EL CULTO CRISTIANO EN EL TERCER SIGLO

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Curso gratis creado por J. Hendrix-Weidner. Extraido de: http://estudios.iglesia.net/leer.php?


id=248_0_1_45_M6
31 de Agosto de 2009
(Tomado del libro: La Marcha del Cristianismo, de Juan C. Varetto.)

En el primer siglo, la cena del Señor era el centro del culto cristiano. Los fieles se reunían con
el objeto de conmemorar, por media del rompimiento del pan, la muerte expiatoria del Hijo
de Dios.

La reunión era del todo fraternal. Los pastores que actuaban no asumían ningún carácter
clerical ni sacerdotal, sino que se tenían a sí mismos como encargados por el Espíritu Santo
para exhortar y enseñar la doctrina de Jesucristo. Todos los asistentes tomaban libremente
parte en el culto, ya dirigiendo la palabra, ya orando, ya indicando algún salmo o himno para
ser entonado por todos. El que presidía el culto no lo monopolizaba, sino que estaba ahí para
cuidar del buen orden del mismo.

En los siglos segundo y tercero el culto conserva aún este carácter, aunque ya se siente
amenazado por el clericalismo de algunos obispos y por el espíritu ceremonial.

La cena no era un sacrificio. Los cristianos no habían olvidado el carácter conmemorativo de


esta ordenanza. No se creía en lo que se llama “la presencia real” en los elementos
componentes. El pan era un emblema del cuerpo de Cristo y el vino lo era de su sangre.
Ambas especies eran tomadas por todos indistintamente, pues no había diferencia entre los
hermanos.

La lectura de las Escrituras era una parte importante del culto. Como no existía la división de
capítulos y versículos a menuda se leían libros enteros en una sola reunión, mayormente si se
trataba de una Epístola. El Antiguo Testamento era recibido como divinamente inspirado. No
existía la que hoy llamamos “Canon del Nuevo testamento”. Cada libra era una obra completa
en sí..... Después de la lectura seguía la predicación, la cual era un desarrollo o explicación
de la porción leída, al estilo de la que se hacía en las sinagogas judías.....

El canto era también una parte importante del culto. Se cantaban Salmos, es decir, los del
Antiguo Testamento, e himnos compuestos por los cristianos y que hacían referencia más
directa a las verdades de la gracia del Nuevo Pacto. Los instrumentos musicales eran
desconocidos en las reuniones de las iglesias durante los primeros siglos. El canto era del todo
sencillo, tanto en la música como en la letra...

La oración era una de las partes esenciales del Culto. Los cristianos se reunían no tanto para
oír hablar de Dios, como para hablar con Dios. El lenguaje de la oración era austero,
evitándose toda retórica innecesaria. Las oraciones estaban llenas del lenguaje de las
Escrituras especialmente de los Salmos y Profetas. Las oraciones no eran largas, evitándose
toda vana repetición. La oración pertenecía a toda la asamblea y era dirigida en una lengua
inteligible.

Estas eran las características del culto primitivo, según resulta de los escritos de los autores
de aquella época. En todo prevalecía la simplicidad. Dios era adorado en espíritu y en verdad,
sin los ritos, ceremonias, y pompas que caracterizaban al culto pagano...
Curso gratis creado por J. Hendrix-Weidner. Extraido de: http://estudios.iglesia.net/leer.php?
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31 de Agosto de 2009
Pregunta: En el Antiguo Testamento Dios dio reglas detalladas (en Deuteronomio y Levítico)
para la correcta adoración. Pero en el punto de vista preterista, el Reino ahora es espiritual y
el Nuevo Testamento no da muchas reglas específicas para la adoración. ¿Por qué?

Contesto: Supongo que usted se refiere a los cultos de la Iglesia. Hay un error en pensar que
hay un culto de adoración que solo se hace cuando la Iglesia se reúne. La verdad es que la
adoración es un estado mental. Es algo que el creyente hace todo el tiempo, 24 horas al día.
No tiene un horario (a las 11 de la mañana los domingos).

En vez de una lista de reglas y leyes para adorar a Dios, tenemos la mente de Cristo, sus leyes
escritas en nuestros corazones. Esto implica una maduración en la manera de pensar del
creyente.

Hay algunas reglas en el Nuevo Testamento para ordenar las Asambleas. Son pocas pero
claras. En resumen todo debe hacerse con orden.

Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm

Al estudiar el culto litúrgico de la Iglesia debemos entender como lo dice Karl


Barth que “El culto cristiano es lo más importante, urgente y grandioso que
puede darse sobre la tierra”.

El término liturgia se define como el conjunto de ritos y oraciones aprobados


por la autoridad competente (de una Iglesia) que constituyen el culto divino. Ya
que dicho término lo utilizaremos con frecuencia debemos justificarlo
teológicamente. Quizá sea suficiente recordar que el término es
neotestamentario, y que allí no designa solo, como en los setenta el oficio
sacerdotal de la antigua alianza (cf. Lc 1:23; Hb 9:21; 10:11), sino también el
culto de Cristo (Hb 8:6) y de la Iglesia (Hch 13:2). Es evidente que en el N.T., el
término es tomado de los setenta, y, por eso es innecesario justificarlo por
razones de etimología o semántica profana.

Hay que notar que el N.T. no usa una terminología específicamente litúrgica
cuando habla del culto en la Iglesia. Con algunas notables excepciones y sin
que esto implique una negligencia o profanación del culto, emplea términos
aparentemente neutros, como “reunirse en el nombre del señor” (Mt. 18:20) o
“reunirse para la fracción del pan” (Hch 20:7; 1 Cor 11:33).

Etimológicamente el término liturgia designa una acción del pueblo y no del


clero; reivindica, pues, una desclerización del culto. En su acepción profana
antigua designa un acto político, civil, por el que los ricos sustituyen, por su
acción o contribuciones, a los pobres que no pueden pagar. Este término
indicaría que la Iglesia por medio la liturgia, sustituye al mundo que no sabe ni
puede adorar al Dios verdadero, y que así, por el culto, la Iglesia reemplaza al
mundo delante de Dios y lo protege.

Lo anterior no es sino algo curioso, además que el término liturgia no funda el


culto cristiano. Por otro lado, querer que en el terreno litúrgico coincidan las
opciones teológicas fundamentales con la adopción o exclusión de algunos
términos, es exponerse a la vanidad de las logomaquias .
¿Cuál es el trabajo del estudio de la teología litúrgica, es decir de la teología
del culto cristiano?. No es la de crear el culto, sino que consiste en regularlo,
probarlo y orientarlo para que sea lo mejor posible. Por este hecho, la teología
litúrgica presupone la existencia del culto cristiano e incluso de un culto
concreto, y por eso implica conocimientos exegéticos, históricos y sistemáticos
que le permitan examinar críticamente el dato litúrgico de determinada Iglesia y
también dar direcciones prácticas, para que la forma de celebrar el culto
coincida precisamente con las exigencias del mismo.

“El culto cristiano no brota originalmente de una construcción teológica


realizada por peritos sino que, por ser un encuentro del Señor con su pueblo,
en el que actúa con su palabra y sacramento por medio del Espíritu Santo, es
un hecho histórico-eclesiástico cuya figura litúrgica es el fruto de la fe y de la
obediencia de la cristiandad. La teología del culto proporciona un canon crítico
para examinar y juzgar el culto cristiano en su figura histórica. Ante la liturgia,
tiene una función crítica, no una misión constructiva o creadora. Muestra a la
liturgia práctica, es decir a las instrucciones para una recta organización y
observancia del culto, los caminos que la Iglesia puede seguir en el culto
divino”. (J. Backmann, citado por W. Hann).

Este comentario teológico solamente hará referencia al culto como


“recapitulación de la historia de la salvación” quedando dentro de los problemas
doctrinales la necesidad de hablar de “El culto, Epifanía de la Iglesia; El culto
fin y futuro del mundo; Las formas litúrgicas y la necesidad del culto”. Y dentro
de los problemas de su celebración sería necesario hablar sobre “Los
elementos del culto; Los oficiantes; El tiempo del culto; El lugar del culto y por
último el orden del culto”.

El propósito de esta clave teológica es aportar elementos de reflexión sobre el


tema, que contextualice doctrinal y teológicamente nuestra comprensión del
mismo.

a. El culto, recapitulación de la historia de la salvación.

Comenzaremos con la afirmación del fundamento Cristológico del culto en la


Iglesia; a continuación hablaremos con más detalle del sentido profundo del
acontecimiento litúrgico que es recapitular la historia de la salvación; y luego
hablaremos de la presencia de Cristo en el culto y de la epíclesis.

1. Fundamento Cristológico del Culto.

Basta con leer superficialmente el N.T. para darse cuenta de que la misma vida
de Jesús de Nazaret es una vida en cierta manera “litúrgica” o, si se prefiere
“Sacerdotal”. Jesucristo realizó con su ministerio la verdadera glorificación de
Dios sobre la tierra, el culto perfecto, (Hb 5:9-10).

El hecho de recibir el título de Rey Sacerdote según el orden de Melquisedec,


después de su ascensión (Sal 110:1-4; Hb 5:10; 6:20; Hch 2:34; Hb 1:3 y 13;
Rm 8:34), no implica que no se mire toda su vida con esta perspectiva litúrgica.
Cristo mismo comprendió así su ministerio: venido para destruir las obras del
demonio (1Jn. 3:8) y para reconciliar a los hombres con Dios con su muerte
(Rm 5:10 etc.), su vida entera solo tiene sentido gracias a esa liberación y
reconciliación. El N.T. entiende con este sentido sacerdotal la muerte de Jesús,
¿qué significaría sino, la mención del velo del templo que se desgarra cuando
Jesús expira? (Mc. 15:38).

Es interesante hacer dos observaciones sobre esto: primero, las alusiones a lo


largo del testimonio que dan de la vida de Jesús. O. Cullman las ha estudiado
en el cuarto evangelio. Se podría hacer lo mismo con Lucas. Sus dos relatos de
apariciones de Cristo resucitado, por citar solo esto, parecen describir el mismo
orden del culto en la Iglesia naciente (Lc. 24:13-35 y 26-53) por tanto, parece
que remite consiente el culto cristiano a la vida de Jesús donde encuentra su
fundamento y justificación. Segundo, es necesario notar que el mismo plan de
los evangelios sinópticos corresponde al orden litúrgico, que se remonta, sin
duda alguna a los tiempos apostólicos y que se ha hecho tradicional:
asegurada ya la presencia de Cristo, una primera parte, el ministerio galileo, se
centra en la predicación de Jesús sobre la llamada dirigida a los hombres y
sobre la elección ante la que estos se encuentran. (Más tarde esto se llamaría
la liturgia o misa de los catecúmenos); a continuación una segunda parte que
explica, justifica y valora la primera, el ministerio en Jerusalén, centrada en la
muerte de Cristo y en su resurrección escatológica hasta que Jesús deja a los
suyos bendiciéndolos y enviándolos a ser sus testigos en el mundo (esto se
llamaría más tarde la liturgia o misa de los fieles).

El culto de la Iglesia tiene un doble fundamento Cristológico, el terrestre,


celebrado por la vida, muerte y resurrección de Cristo y el celeste que Jesús
celebra ya glorificado hasta el siglo futuro. O más bien: el terrestre ofrecido por
Cristo desde su nacimiento hasta su muerte, al que los sinópticos dan una
estructura que el culto de la Iglesia tomará para sí, es, en la esfera de la gran
liturgia eterna del reino, el fundamento de un doble culto: el celeste de Cristo,
repercusión y valorización del ministerio jerosolimitano de Jesús y el de la
Iglesia terrestre, recapitulación del ministerio galileo jerosolimitano de Jesús.
Existe entre estos dos cultos un lazo teológico y otro cronológico, aunque el
culto celeste no conozca las intermitencias del terrestre debidas al reino de las
semanas. (Compárese el término hebreo a-perpetuidad de Heb. 7:3 con 1 Cor
11:25-26). Esto aparece en Apocalipsis, incluso en el cielo hay un templo (7:15;
11:19; 14:7; 15:5-8) y un altar (6:9; 8:3-5; 9:13; 14:18 16:7). Antes de que venga
la nueva Jerusalén en la que no habrá más templos (21:22).

Sin entrar en más detalles, puede bastar con la afirmación de que el N.T. nos
presenta el testimonio histórico de Jesús, y, por tanto toda su vida como una
liturgia; más aún como la liturgia que agrada a Dios. En este sentido el culto
cristiano tiene su fundamento en el culto “mesiánico” celebrado por Jesús
desde su encarnación hasta su ascensión a los cielos.

Este culto de Cristo, que culmina con el “sacrificio” de la única oblación que
perfeccionó a los santificados Heb 10:14. Tiene, sin embargo una dimensión
temporal mucho más basta. Si funda u origina el culto cristiano, si lo instituye
en todo el sentido del término, esto no es accidental en el mismo Cristo. El
culto actualiza en cierta manera toda su obra, preparada antes de la
encarnación, aprovechada desde la ascensión y que se manifestará
gloriosamente en la parusía .

San Pedro en (1 P 1:19 SS) dice de Cristo “cordero sin defecto ni mancha ya
conocido antes de la creación del mundo y manifestado al fin de los tiempos”
por amor vuestro. Ese culto celestial, esta predestinación de cordero sin
defecto ni mancha, es en cierta manera el refugio en que vivió el mundo, sin
sufrir la amenaza de la aniquilación que Dios pronunció contra el pecado de
Adán (Gn 2:17) “ya que por anticipación ya era eficaz delante de Dios su
manifestación histórica al final de los tiempos”.

El gran sumo sacerdote de (Heb 4:14) usa en nuestro beneficio este culto que
terminó en la cruz y con su ascensión; Él, es el gran sacrificador soberano
“para siempre” (Heb 9:24; cf 7:25; Rom 8:34) hasta el siglo futuro. Como gran
sacerdote su ministerio es doble: el acto expiatorio realizado una vez por todas,
y el de la prolongación y desarrollo de esa obra que dura hasta la eternidad.

Esta liturgia de Cristo, “la obra única del acto expiatorio”, que protegía ya al
mundo antes de la encarnación y que se desarrolla en el reino actual de Cristo,
considerado una obra sacerdotal, encontrará su último esplendor, su plenitud
en la parusía (Heb 9:28); sin embargo hay que hacer una claridad teológica: en
su segunda venida el ministerio sacerdotal de Jesús no será expiatorio, sino,
consagrante y santificador. Ya no será por el mundo entero sino para aquellos
que han aceptado la salvación concedida por su muerte en la cruz.

Este ministerio consagrante aparece en (Heb 2:10 ss; 10:14) y Jesús mismo lo
reconoce en la oración sacerdotal de (Jn 17); donde con prudencia podemos
advertir una alusión al ministerio sacerdotal que el Hijo eterno de Dios hubiese
desarrollado si la caída no hubiese trastornado la creación de Dios: habría
venido no para reconciliar a los hombres con el Padre, sino para permitir que
estos se encontrasen para siempre junto con El, y así pudiesen contemplar su
gloria (Jn 17:24). Cristo Jesús (Nuevo Adán) restableció la orientación litúrgica
fundamental que Dios quiso cuando creó al hombre a su imagen y semejanza.
Dios quiso no solo hacer al hombre el liturgo del mundo encargado de guiar al
mundo entero en la acción de gracias, en la adoración y en la alabanza, sino
también fijar un día de culto (Gn 1:27 ss; 2:3), un lugar de culto (en esto
seguimos a Martín Lutero “el árbol límite del bien y del mal” Gn 2:16-17) y una
forma de culto (Sal 148).

2. El culto, Recapitulación de la historia de la salvación.

El culto cristiano reactualiza el culto perfecto y suficiente ofrecido por Cristo una
vez por todas en la cruz.

El culto es en primer lugar una anamnesis de la obra ya realizada por Cristo. Al


instituir la eucaristía, es decir el culto cristiano Jesús dijo: “...haced esto en
memoria de mí ” (Lc 22:19; Mt 26:26’30; 1 Cor 11:24 SS.), la palabra griega
“memoria” utilizada en el manuscrito original da la idea de ser algo
completamente distinto a lo que hoy nosotros concebimos como un ejercicio de
memoria; es una reactualización y un compromiso. “Recordar” en el ambiente
de la cultura bíblica, “es hacer presente y actual”. Gracias a ese memorial, el
tiempo no transcurre en línea recta, añadiendo irrevocablemente los períodos
que lo componen uno tras otro. El pasado y el presente se confunden. Se hace
posible una reacualización del pasado.

Sobre esta doctrina también se funda el rito pascual; en Ex 12:14, se dice que
está instituido Le-Zikaron, (Hebreo); es decir “para recuerdo”. Esto quiere decir
que cada uno, al acordarse de la liberación de Egipto debe saber que él es el
mismo objeto del acto redentor de Dios, sea cual sea, la generación a la que
pertenezca. Teológicamente cuando se trata de la historia de la salvación, el
pasado es actual. Así, igualmente, en la perspectiva del N.T., en cada
celebración eucarística deben saber los fieles que ellos mismos son el objeto
del acto redentor de la cruz. Pero el culto al ser una anamnesis no es solo una
“reactualización del pasado”, sino que es, por parte de los que celebran la
memoria de la muerte de Cristo, un compromiso en su servicio, una confesión
de fe. “Al que recordamos como aquel a quien confesamos”. Por tanto, el culto
(y por excelencia la cena) es lo que el A.T. llamaría un oth, un signo que por el
poder de Dios hace revivir lo que significa si es anamnétio, o lo provoca si es
prefigurativo.

Pero el culto cristiano no recapitula solamente la vida, la muerte y la


resurrección de Cristo al reactualizarlas. La historia de la salvación no
pertenece al pasado solamente; también pertenece al futuro. No es que el
futuro aporte algo al eje de la historia de la salvación, que es la encarnación del
Hijo de Dios, y muy particularmente su muerte y resurrección. El futuro
confirmará, manifestará y aprovechará la historia de la salvación. Al recapitular
dicha historia el culto esta vuelto hacia el futuro. No es solo representación de
la muerte y victoria de Cristo, también es una anticipación de su venida y del
reino que se establecerá entonces. No solo recuerda la última Cena del Señor
con los suyos. Prefigura también el culto mesiánico donde Cristo beberá con
sus discípulos el vino nuevo en el reino de su Padre (Mt26:29). Con la
celebración del culto, los fieles están invitados a recibir el signo de su
pertenencia en el reino futuro. Y “como la representación del pasado no es un
ejercicio de memoria, la prefiguración del futuro tampoco lo es de la
imaginación” ; en el culto, la obra del Espíritu Santo, el pasado y el futuro, el
suceso capital de la historia de la Salvación y su manifestación están realmente
presentes.

En el examen de esta recapitulación cronológica, realizada por el Espíritu


Santo en el culto, debemos tratar aún otra dimensión. “No es que el pasado se
haga presente, ni tampoco futuro”. Existe un presente que se afirma, y este es
en la historia de la salvación el culto celeste que Jesucristo ofrece al Padre en
“la gloria de la ascensión”. Nos desligamos aquí de la línea temporal para
entrar en el culto espacial. En el culto, pasado y futuro se encuentran y se
prefiguran, “e igualmente el cielo toca la tierra y ésta se eleva hasta aquel ”.
Recuerdo lo dicho anteriormente sobre el reino de las semanas.

Se puede llamar al culto un fenómeno escatológico por ser recapitulador de la


historia de la salvación en el sentido que reactualiza el pasado, anticipa el
futuro y glorifica el presente mesiánico. Por esto, a pesar de la ambigüedad de
su celebración (en las diferentes denominaciones cristianas), el culto es un
fenómeno de gloria, pues Cristo no permaneció muerto, sino que resucitó, y
está presente entre los suyos como en las apariciones del día de la pascua, (Lc
23:13-35 y 36-53).

El culto, es un acto de alegría (Hch 2:46; 16:34; 1P 4:13; Jds 24); la cual es un
elemento fundamental de una teología litúrgica cristiana, por recapitular la
historia de la salvación. Sin duda que también proclama la muerte del señor (1
Cor 11:26). Pero por causa de la victoria que la ha coronado es mucho menos
un duelo que una fuente inagotable de acción de gracias. Esto deberá dar sus
frutos en la formulación litúrgica en general.

Hemos visto que el culto reactualiza el culto perfecto y suficiente ofrecido por
Cristo una vez por todas en Cruz; que anticipa la alegría inagotable de la vida
eterna y que permite a la Iglesia participar en el culto celeste que acompaña a
la historia de la salvación. También anotamos anteriormente que el culto de
Cristo restaura el culto primitivo, paradisiaco ya que Cristo, nuevo Adán, realizó
con su venida el proyecto del creador.

Considero prudente añadir al respecto que al recapitular la historia de la


salvación que culmina en Cristo encarnado, el culto cristiano vuelve a encontrar
también para devolverle su sitio, el culto supralapsario donde no existían
sacrificios, y lo encuentra no de una forma simplemente anamnética, sino
también proléptica , pienso en lo que hemos dicho anteriormente sobre el culto
no expiatorio sino consagrante y santificador, precedido por Cristo para que
Dios sea en todos.

Así como el culto de la Iglesia no es sino una anticipación del festín mesiánico,
de la alegría del reino, tan ambigua que tan solo es perceptivo por la fe, así
también lo es la anamnesis el culto antes de la caída. En el culto de la Iglesia el
hombre vuelve a encontrar su honda orientación de liturgo real, y también el
derecho a convocar a toda la creación para ofrecerla al Señor en acción de
gracias adoración y alabanza (Rom 8:18 SS), pero este redescubrimiento se
encuentra constantemente comprometido por el pecado y es por esta causa
que en el culto a través del celebrante (ministro) se invita y se exhorta a la
Iglesia a reconocer esta condición de pecado, y orar pidiendo la gracia del
perdón.

El culto no restaura el paraíso de manera evidente, tampoco impone el reino:


justifica su esperanza y da una muestra de él. Ofrece el día y el lugar donde el
pasado de antes de la caída sobrevive aún y el futuro posterior al juicio florece
ya. No podemos decir que la conjunción de estas dos realidades en el culto sea
demasiada ambigua para expresarla. Por el contrario, negarle una posibilidad
de expresión es una muestra de que no se la quiere. Si se ama el reino que
restablecerá el misterio de la primitiva creación realizándolo, no se puede dejar
de ofrecerle su mejor medio de expresión, es decir el culto de la Iglesia, aunque
sea ambiguo e insatisfactorio. Este culto, volvemos a este punto con
frecuencia, es la prueba más hermosa que se pueda dar del amor al mundo. El
culto es en sí mismo por su contenido un acto de amor, así que quienes no
aman el culto no saben amar tampoco el mundo.

El culto no es solo la recapitulación de la historia de la salvación en el sentido


cronológico: en él se conjugan el pasado, el presente y el futuro mesiánico. Es
también la recapitulación de la historia de la salvación en el sentido teológico.

¿Cómo explicar esto?. Comencemos adoptando el esquema tradicional de la


historia de la salvación en tres aspectos así: una revelación de la voluntad
salvífica de Dios; una reconciliación que hace posible esa voluntad y una
protección que defiende la eficacia de la misma. Por tanto dicha historia
contiene un aspecto profético, otro sacerdotal y otro real, de acuerdo al orden
anterior. Profético, puesto que Cristo es el profeta por excelencia, el Señor y
Siervo, el que manda revelación total de Dios; en el culto se proclama la
palabra de Dios y se resume todo lo que El nos ha querido enseñar.
Sacerdotal, ya que Cristo mismo es el gran santificador por excelencia puesto
que a la vez es sumo Sacerdote y cordero; en el culto al celebrar la Eucaristía o
Santa Cena, se recapitula y resume todo lo que Dios ha hecho para reconciliar
el mundo consigo. Y Real, toda vez que Cristo es el Rey de los siglos, inmortal,
invisible... (1Tm 1:17), es el rey que manda y realiza lo mandado, en el culto el
pueblo de Dios se presenta libre y gozoso delante de su Señor y Rey,
recapitulan y resumen todo lo que Dios ha hecho con quienes aceptan
reconciliarse con El: hombres libres del temor de la muerte, libres de la
esclavitud del pecado y capaces, por tanto de alegrarse como Moisés y María,
en la orilla del mar rojo, por la derrota del maligno y la victoria de su Señor (Ex
15).

Nos queda la inquietud para ser tratada en otra oportunidad respecto de los
elementos y de los ministros del culto.

Entre todos los problemas sistemáticos que habría que tratar aquí, solo me
fijare en uno de notable importancia: “el de las relaciones entre el culto de la
Iglesia y la permanencia de la historia de la salvación”, Luego de alcanzar ésta,
su punto culminante y su cumplimiento en Cristo. No lo trataremos a fondo,
sino que simplemente señalaré en que sentido creo que se debe resolver.

La historia de la salvación se realiza plenamente en Jesucristo, Dios no tiene


nada que decir ni que hacer que no haya dicho o hecho ya en su Hijo
encarnado. Entonces ¿porqué continúa la historia de la salvación, y cómo
continúa?.

Para el N.T. es claro que la muerte de Cristo ha cumplido todo y que su


ascensión ha coronado para siempre esta realización total. Sin embargo en el
momento mismo de su subida a los cielos, los ángeles afirman que él volverá
de nuevo (Hech 1:11). Por tanto, la historia de la salvación no se ha acabado.
Va a seguir durante siglos o milenios que no le aportarán nada nuevo, puesto
que todo está hecho. La historia de la salvación continúa y lo prueba el hecho
de haber prometido Jesús su regreso; quiere decir esto que el suceso central
de la historia salvífica de Dios, esto es la cruz y la resurrección, que habían
absorbido el conjunto de la historia desde la expulsión del paraíso hasta la
mañana del viernes santo, debe llegar al final de su eficacia.

En este sentido el final indica una administración por parte de Dios de toda la
historia de salvación y del mundo (Dios es soberano). Y ya que su presencia es
real en el culto, éste, forma parte de la economía salvífica de Dios, continuando
la historia de la salvación luego de haberse realizado en Cristo. Pero ¿cómo
continúa?. Me parece que respondemos con exactitud cuando afirmamos que
es por medio de la anamnesis como se lleva a cabo. Es preciso dar a este
término toda su resonancia. Se trata del acto por el que un hombre “se sitúa”
en el suceso cardinal del viernes santo y de la pascua; y del acto (culto) por el
cual este suceso cardinal de la historia de la salvación se sitúa a su vez en los
siglos que le siguen, sobre tal hombre. Por la anamnesis se beneficia uno de lo
que ella hace (recapitular la historia) al tiempo que reactualiza eso mismo.

Podemos decir entonces que el culto de la Iglesia (bautismal y eucarístico, los


cuales también conocen la eficacia de la palabra predicada), es uno de los
agentes más importante de la historia de la salvación; la continúa, y ésta es
una de las razones que explican su necesidad; es un instrumento que el
Espíritu Santo emplea para hacer su obra, para dar eficacia en la actualidad a
la obra de Cristo, y también para referir a los hombres de hoy de forma salvífica
a esta obra pasada, para que puedan beneficiarse de ella.

3. La presencia de Cristo en el culto y en la eplíclesis.

El señor Jesucristo instituyó el culto de la Iglesia en la santa cena; al partir el


pan, dijo...”Este es mi cuerpo”, y afirmó que el cáliz de la nueva alianza era su
sangre. Además prometió estar con los suyos (Mt. 28:20) hasta el fin del
mundo. Y de estar con ellos cuando dos o tres se reunieran en su nombre.
Vamos pues a tratar de forma rápida de esta presencia de Cristo en el culto.

El mismo Cristo, pues, había prometido esta presencia. La Iglesia no vive una
ilusión cuando se reúne en el nombre del Señor. No conmemora un recuerdo
desilusionado como lo hacían sus discípulos el día de la pascua (Lc. 24:13-35;
36-53). Por el contrario revive en el culto el milagro de la resurrección y de la
presencia de Cristo resucitado entre los suyos. Debido a esto, el culto cristiano
no es el resultado de una ilusión ni de un ejercicio de magia sino una gracia.
Gracia, por que la presencia de Cristo es salvífica. Se nos da “el pan de vida
que hace vivir para siempre” (Jn 6:51-58), y nos une a Él fortaleciendo nuestra
fe.

Los medios por los que atestigua su presencia, son la proclamación del
evangelio y la comunión eucarística: “este es mi cuerpo, esta es mi sangre”. El
culto es pues un acontecimiento salvífico, un hecho histórico-eclesial.

AD Muller, dice “El culto cristiano es la forma más visible, más densa, más
central de la presencia de Cristo en la Iglesia”. Sin embargo hay que aclarar
que esta presencia está basada en la fe. Es cierto que el culto por su forma y
disciplina puede convencer a quien no cree, de la presencia del Señor (2 Cor
14-23 SS), pero aún los creyentes deben advertir dicha presencia por la fe; lo
mismo que sin ella, no es posible reconocer el ministerio de Jesús. Se trata
entonces, de un proceso espiritual análogo al reconocimiento del cuerpo
inmolado de Cristo en las especies eucarísticas. Su presencia es sacramental,
por lo tanto la iglesia no dispone de dicha presencia ni puede provocarla con un
automatismo que pueda usar cuando quiera.

En segundo lugar hay que aclarar que esta presencia es imperfecta y que
“espera alcanzar su plenitud en la parusía”. El culto aunque prefigure el reino
de forma eficaz, aún no lo es.

La presencia de Cristo en el culto de la Iglesia es real, y el creyente puede


estar seguro no solo de ella, sino también de sus promesas; solo que la Iglesia
no puede ordenarlas ni disponer de ellas a su antojo sino que dependen de la
presencia real y libre de Jesucristo. La Iglesia no dispone de esta presencia ni
la provoca, sino que la suplica. ¡Maranatha! . Y con esto tocamos el corazón de
uno de los problemas que se deben precisar desde los comienzos de la
teología litúrgica: “el problema de la epíclesis”.

En la epíclesis se invoca a Dios como Señor libre y soberano. Es decir que si el


culto es epliclético, quienes le celebran reconocen humildemente que el Señor
al que sirven no está a su disposición, sino que son sus ministros y no sus
técnicos. No implica esto que se desconfíe de la promesa de su presencia
como si él faltase a su palabra; simplemente significa lo que ya hemos dicho
que se reconoce que no dispone de su presencia y que lo reconoce como su
Señor: (El hombre al servicio de Dios, y no Dios al servicio del Hombre). Esto
es tan fundamental, no sólo en la teología litúrgica, sino también para toda la
vida cristiana, que el nuevo testamento llama a los cristianos “los de la
epíclesis” (Heb 9:14; cf. 9:21; 1 Cor 1:2 etc.).

Por su carácter epiclético el culto se abre a la acción libre y soberana de su


Señor sin manejarlo; por eso se opone a todo concepto de magia .

Podemos concluir entonces, que por el culto no sólo por él, sino también en él y
de una forma excelente se continúa la historia de la salvación. Esta es una de
las razones que explican su necesidad; es un instrumento que el Espíritu Santo
emplea para hacer su obra, para dar eficacia en la actualidad a la obra de
Cristo y también para referir a los hombres y sucesos de hoy, de forma
salvífica, a esta obra pasada, para que puedan beneficiarse de ella .

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Alabanza y culto en el Antiguo Testamento

Autor/es: Pablo R. Andiñach

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Introducción

Partimos del hecho de constatar que hay un recorrido en


la expresión litúrgica de alabanza que comienza con formas
más espontáneas en la Iglesia primitiva (ver Hechos 2:46),
y que avanza con el tiempo hacia formas más estructuradas
para cristalizar en las liturgias medievales que son
altamente rigurosas. A la vez vemos que las primeras
comunidades cristianas recibieron del judaísmo una herencia
litúrgica muy rígida pero con la contrapartida del mensaje
profético que llamaba a una permanente renovación en busca
de coherencia entre al expresión de fe y la vida de fe.
Nuestra intención es repasar algunos elementos presentes en
la historia bíblica que ayudan a entender el proceso
sufrido por la alabanza en aquellos tiempos y así buscar
modos que nos permitan pensar sobre la expresión litúrgica
de los problemas y la sensibilidad de nuestro tiempo.

1. Invocación y alabanza en el antiguo Israel

a) Ya en Génesis 4:26 se señala que en aquellos tiempos se


comenzó a invocar a Yavé. Se atribuye esta acción a
Enós, hijo de Set, el tercer hijo de Adán y Eva. Esto
ubica la invocación y alabanza entre los elementos
presentes en el mito de origen. Así categoriza la
alabanza entre los elementos más preciosos de la
tradición de la comunidad.
b) Luego en Gen 14:17-20 encontramos la historia de Abraham
y Melquisedec. Este sacerdote ofrece pan y vino ante
Dios. La mención de estos elementos introduce entonces
la presencia de la obra de las manos humanas en el acto
de adoración. Estos son objetos elaborados, propios de
la transformación de los elementos que la naturaleza nos
da a través de procesos complejos que incluyen la
participación de muchas personas. El pan y el vino
tendrán desde ese momento una profunda significación en
la vida de fe de Israel y luego del cristianismo.
c) Un tercer elemento que aparece son los sacrificios. En
primer lugar la interesante historia de Gen 22 donde se
sustituye para el sacrificio el niño Isaac por el
cabrito. La práctica de sacrificar primogénitos era muy
extendida en todo el mundo antiguo. Se acostumbraba a
enterrar debajo de la puerta al primogénito sacrificado
para que su alma protegiera la casa. En Exodo 13:11-16
la mención explícita de no sacrificar los hijos sugiere
la necesidad de oponerse a una práctica extendida y
siempre pasible de volver por imitación de las otras
naciones.
d) Con esta prohibición aparece la distinción entre
animales puros y impuros. Los aptos y los rechazados
para el sacrificio. Esto tiene cierta significación
religiosa en sí mismo, a saber, ofrecer a Dios lo mejor
que tenemos y no lo que nos sobra, pero no es ajeno al
interés de los sacerdotes de recibir ofrendas que
tuvieran algún valor económico para su venta posterior o
consumo. De todos modos interesa señalar la distinción
como un elemento que no está ausente en nuestros días:
hay dinero legítimo y dinero ilegítimo; hay cantos que
aceptamos y otros que rechazamos; hay incluso vestimenta
que nos parecen aptas para la iglesia y otra que no
sería aceptada. ¿Qué pensamos sobre esto?

2. Algo sobre las fiestas

Las fiestas religiosas son la estructura del calendario


israelita. Ellas organizan la alabanza y la ubican entre
las actividades centrales de la vida del pueblo. Aunque
posteriormente hubo otras fiestas, en el antiguo Israel
fueron tres las fiestas principales y expresaban distintos
momentos de la vida de la comunidad, las que luego fueron
recibiendo una significación religiosa (véase Exodo 13:1-
17). Estas fiestas son:

a. La pascua. Recuerda y celebra la liberación de la


esclavitud en Egipto. Tuvo un origen agrícola pero
luego pasó a significar la fiesta de la liberación
de la esclavitud. Los panes sin levadura se
transformaron en el símbolo central de esta
recordación que fue tenida tanto como fiesta que
celebraba el acto de Dios como el desafío de vivir
en la tierra dada por Yavé y que tenían el deber de
cultivar y extraer de ella los frutos.
b. Las semanas. También conocida como “de las
primicias”, se celebra al comienzo de la cosecha.
En ella se ofrendas los primeros frutos de la
tierra, los que son tenidos como un signo del amor
de Dios por su pueblo al que cuida dando alimentos
como consecuencia de su trabajo. Posteriormente se
la vinculó al hecho de la entrega de la Ley en el
monte Sinaí, por lo cual sumó a su carácter
agrícola una significación más religiosa. Aún así
es de notar lo interesante de relacionar hechos
agrícolas con vivencias de fe, ya que ni aquellos
ni estos deben ir separados en la vida de los
creyentes.
c. Las tiendas o tabernáculos. Se celebra al finalizar
la cosecha y adquirió también la significación de
recordar el período de Israel en el desierto. De
allí la costumbre –y el origen de su nombre- de
habitar durante unos días en una tienda de ramas
construida fuera de la casa, rememorando la
fragilidad y la incomodidad de la vida en el
desierto, pero también el esfuerzo necesario para
alcanzar la libertad y la posesión de la tierra
prometida.

Estas fiestas están llenas de alegría y gratitud por los


bienes recibidos. Son fiestas de peregrinación y todo
judío sano y pudiente debía peregrinar al templo al menos
una vez al año en alguna de estas fiestas para llevar las
ofrendas de gratitud. También llevaba las ofrendas de
aquellos que por razones de salud, edad o pobreza no podían
viajar a Jerusalén. Aquí podemos ver la interesante
significación de relacionar los frutos de la tierra con la
alabanza y la ofrenda. En otras palabras, si la tierra es
de Dios y también sus frutos, las personas no hacemos más
que beneficiarnos con lo que él nos da. Por eso devolvemos
a Dios de lo que es de él, más allá de saber que la
institución sacerdotal distorsionó este fin e hizo de esto
su modo de sustento. Pensando en nuestros días deberíamos
preguntarnos por el uso que hoy hacemos de los recursos
naturales, su distribución y aprovechamiento racional, a la
vez del derecho negado a quienes no pueden disfrutar de
ellos.

3. Los sacrificios

En el desarrollo que estamos describiendo debemos ahora


incluir la aparición del ritual de los sacrificios, tal
cual aparece en Levíticos 1-16. Allí se establece una
rígida norma para administrar los sacrificios. Qué estaba
permitido y qué prohibido en cuanto a este acto de
alabanza. Aparecen símbolos que serán muy queridos por la
tradición posterior: la luz y los panes (ver Lev 24:1-9); y
también las fechas como el año sabático (cada siete años),
y el jubileo cada cincuenta años (ver Lev 25). Es de
señalar que el jubileo nunca llegó a aplicarse tal como
está descripto en el texto. De hecho quedó más como un
testimonio de lo que Dios propone como modo de
administración de los bienes comunes que como una ley que
regulara la vida real de la comunidad. Al igual que otras
leyes (prohibición de robar, del adulterio, de la codicia,
etc.), expresan la voluntad no la realidad.
A los efectos litúrgicos, es importante recordar que
nosotros también tenemos fechas en nuestras iglesias que
tienen una significación especial: aniversario de
fundación, cumpleaños de un anciano/a muy querido/a, semana
de la Biblia, etc. Cabe entonces la pregunta de ¿cómo las
celebramos litúrgicamente?

Todo lo dicho hasta aquí nos ayuda a ver que en el


antiguo Israel la alabanza se ejercía a través del
sacrificio, las ofrendas y las fiestas. De lo que fue en un
comienzo actos casi espontáneos de gratitud se fue gestando
una serie de normas complejas y rígidas. A la vez, estas
normas dieron lugar a la creación de una teología
retributiva, es decir, Dios estaba dispuesto a bendecir a
quien cumpliera fielmente con las normas de la alabanza.
Quien por alguna razón no lo hiciera quedaría fuera de la
protección y el amor de Yavé (ver Deuteronomio 29:22-28 y
30:11-14). El último es un pasaje hermosísimo y muy apto
para una reformulación litúrgica pero requiere se
cuidadosamente trabajado ya que posee un claro signo
retributivo.

4. La reacción profética

Pero este desarrollo de la práctica de la alabanza hacia


formas rígidas y en cierto sentido desvinculadas de la vida
no pasó inadvertido para los profetas, quienes fueron
celosos vigías de la sinceridad de la fe. Los profetas se
preocupaban entre otras cosas de criticar la hipocresía de
una expresión litúrgica externa que no coincidía con lo que
había en el corazón de las personas. Veamos someramente
tres ejemplos:

a. Amós 5:4-7 y 21-24. Se presenta el tema de la relación


entre alabanza e injusticia social. El problema que
plantea Amós no es la falta de fe ni de alabanza sino su
incompatibilidad con las prácticas sociales injustas que
ejercen los mismos que adoran a Yavé en el templo. Por
eso insta a no ir al templo sino a buscar a Dios, como
si hubiera una incompatibilidad entre ambas actividades.
De hecho no la había pero el profeta quiere resaltar el
carácter hueco de una adoración meramente exterior y
carente de sentido en un sociedad marcada por las
injusticias provacadas por aquellos mismos que poblaban
el lugar de alabanza.
b. Oseas 6:1-6 y 14:2-3. Oseas utiliza una hermosa imagen,
al decir que aspira a presentar “la ofrenda de nuestros
labios”, es decir, que nuestras palabras serán
coherentes con nuestro corazón. Reclama amor y justicia
en lugar de sacrificios vacíos de contenido. Este
profeta interpreta que las desgracias que están
sufriendo son consecuencias de una decisión de Dios
quien “hirió pero vendará” a su pueblo. Nuevamente lo
que se plantea es la búsqueda de una expresión de la fe
que sea sincera y acordé al reconocimiento de los actos
que Dios hace por su pueblo.
c. Isaías 58: 6-12. Este texto invita a recrear la alabanza
en sintonía con la justicia, el amor al prójimo, la
búsqueda de una liberación general de toda opresión. No
se rechaza el ayuno sino que se lo resignifica
relacionándolo con la piedad y la libertad hacia el
oprimido. La salvación es vinculada a vivir de modo que
la luz de Dios nazca en uno (desde el cristianismo
decimos “la luz del evangelio”). Es un texto profundo e
inspirador para la liturgia y la alabanza en la iglesia.

5. Conclusión

El recorrido que hemos descripto nos permite sacar al


menos las siguientes conclusiones: en primer lugar que la
alabanza no fue nunca una expresión inmóvil. Por el
contrario, se modificaba de acuerdo a los tiempos y las
necesidades de expresión de la comunidad de fe. En segundo
lugar, y en contradicción con lo anterior, que hubo en el
pasado –y aún hoy- la tendencia a asumir que las formas
litúrgicas son fijas, en especial atribuyéndoles una larga
tradición y antigüedad que no siempre son verificables, o
más bien lo que se verifica es su carácter de ser parte de
un proceso. Una tercera conclusión tiene que ver con la
búsqueda permanente de nuevas formas que respondieran a
nuevos desafíos. Estas no se construyeron sobre la nada
sino a partir de formas heredades, que a través de un
proceso de crítica y valoración fueron refundadas dentro de
un nuevo marco conceptual y espiritual.

La última palabra debe ser de invitación a revisar


nuestros modos de expresar la fe en la liturgia. La
historia bíblica nos enseña tanto lo que puede ser imitado
como aquello hacia donde no queremos ir. La tarea es
nuestra.

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La primera pregunta acerca de este diálogo debiera ser obviamente preguntarse ¿Qué significa
adoración? Podemos resumir diciendo: "La adoración es la expresión mayoritariamente
comunitaria de celebración al Dios trino. Es un acto de contemplación de su Persona, que
también requiere una respuesta que contemple todos los ámbitos de la vida".

Un pastor dijo una vez: "Las canciones que cantamos en la iglesia se convierten en adoración
cuando hacemos lo que cantamos".

¿Cuál es el objetivo principal de la adoración?


El objetivo principal de la adoración es Dios. Pensar que la adoración es una oportunidad para
levantar el ánimo de la gente o para que se "luzcan unos pocos" es peligroso, pues si la
adoración se dirige a otro centro que no sea Dios, es "idolatría".

Por tal razón, ante el peligro de desviarse del centro de la adoración, corresponden Las
palabras de Deuteronomio citadas por Jesús: "... porque Escrito está: al Señor tu Dios adorarás
y a él sólo servirás" (Mateo 4:10)

¿De donde nace la acción de adorar?


Primeramente debemos estar conscientes que la adoración experimentada
en el culto es una iniciativa de Dios, es Él quién se acercó primero a
nosotros para que nosotros nos acerquemos a Él. Mas que un "Ven Señor",
es un "Venimos a ti Señor". Él es quién busca a un pueblo que le adore en
Espíritu y en verdad (Juan 4:23)

De esta declaración entendemos que la adoración es un encuentro donde


nosotros nos insertamos en la esfera de lo sagrado, ante aquel que es"
totalmente otro", ante aquel que es Santo. Viendo los versículos a
continuación, observaremos elementos comunes en estos encuentros.
(Génesis 18:27; Éxodo 3:5; Jueces 13:17-18,22; Job 42:5-6; Isaías 6:1-9; Lucas 5:8;
Apocalipsis 1:17).

Los relatos nos muestran que la intervención de lo divino en lo humano se desencadena una
incomodidad del hombre, al sentirse frágil, pequeño, en calidad de criatura, además se observa
una cercanía especial de Dios y siempre acompañada de una comisión especial a un servicio
específico.

En resumen: Cuando hay un verdadero encuentro de adoración nunca volvemos a ser los
mismos, pues nos sale al camino este Ser que es Santo, pero a la vez muy cercano (Isaías
57:15) este Dios que no avala la maldad (Habacuc 1:3) pero que renueva una y otra vez su
misericordia (Salmos 103:3-4).

¿Qué importancia tiene la adoración?


Es la actividad suprema, única e indispensable del pueblo de Dios, pues ella continuará en el
cielo (entiéndase simbólicamente por cielo, la nueva realidad de vida concretada finalmente por
la venida en gloria de nuestro Señor Jesucristo) cuando casi todas las actividades de la iglesia
hayan desaparecido.(Salmos 86:9-10).

LA ADORACIÓN Y EL CULTO

Adoración en el Antiguo Testamento


En el Antiguo Testamento existían dos realidades del culto, la forma y el significado. En cuanto
a la forma, los ritos estaban bien definidos (Eso evidenciaba que el culto en el AT no era como
bien le pareciera al adorador, sino un culto como Dios lo ordenaba) En cuanto al significado,
algunos profetas lucharon por reevaluar constantemente los ritos en virtud de lo que
significaban, para no caer en huecos actos de piedad (Amos 5:21-24)

Estas dos balanzas constituían en síntesis el significado de la


adoración cultual en Israel y para una buena interpretación, siempre
se debe considerar estas dos dimensiones. En cuanto a los vocablos,
existen verbos que se utilizan mas a menudo para referirse al acercamiento del pueblo en
adoración. Estos son "inclinarse" y "servir", también van acompañadas de otras expresiones.

 a) La adoración expresada en alabanzas, usa el verbo "hallel", que comprende uso de


palabras para una expresión audible. De este verbo proviene la expresión "aleluya" que
significa alabad a YHWH.
 b) El sustantivo "Tehillah", indica también el sentido de alabanza. Se relaciona al
reconocimiento, la proclamación y el canto de las proezas y la persona de Dios. Y de
hecho Israel logró expresar estas alabanzas principalmente a través del canto.

Otra expresión importante, eran los sacrificios de animales, que en el entorno antiguo de Israel
era muy común, como regalos a la deidad, de comunión con Dios y como un acto de liberación.

Haciendo un resumen de las características básicas de la adoración en distintos periodos


históricos del AT, podemos decir que en el tabernáculo y en el Templo la adoración era un
proceso de acercarse a Dios, caracterizado por lo específico del acto ritual vista en los
sacrificios.

Adoración en el Nuevo Testamento


Las palabras mas habituales en el NT para designar el concepto de adoración son "proskuneo"
que significa postrarse, "leiturgia" acción de gracias, "latreia" rendir culto y servir, también
"diakonía" como servicio doméstico y ritual.

La adoración y sus elementos en el Nuevo testamento recibieron su mayor influencia del culto
en la sinagoga y del aposento alto (donde se dio la última cena). Los cultos posiblemente eran
reuniones en casa y acompañadas de una comida comunitaria.

Se presume que de la sinagoga surgió


- Exposición de las Escrituras (1Tim. 4:13; 1Tes. 5:27; Col. 4:16)
- Salmos e himnos (1Cor. 14:26; Ef. 5:19; Col. 3:16)
- Oraciones en común (Hch. 2:42;1Tim. 6;12)
- Amenes (1Cor. 14.16)
- Confesiones de fe (1Cor. 15:1-4;1Tim. 6:12)
- Ofrendas (1Cor 16:1-2; 2Cor 9:10-13; Rom 15:26)

Del aposento Alto:


- Cena del Señor(1Cor. 10:16)
- Acción de gracias (1Cor. 11:23; 14:16;1Tim. 2:1)
- Recordar la muerte y resurrección de Cristo (Hch. 2:42;
Ap. 5:6)
- Intercesión (Juan 17)

Elementos comunes en la adoración, desde el Antiguo al Nuevo


Testamento

La importancia de los símbolos


Hoy muchos símbolos y ritos han sido desplegados por una corriente abstracta. Nuestra fe
siempre es débil y los símbolos entregan una ayuda didáctica ayudándonos a entender lo que
creemos. En el culto nada debe estar demás, pues todo debe hablarnos.

Si bien Israel rechazó los ídolos y las imágenes de deidades, no rechazó por completo los
símbolos, pues de hecho el tabernáculo, el altar, el candelabro, los querubines en el lugar
santísimo, etc. Todo eso daba testimonio de la santidad de Dios.

En el NT tenemos símbolos litúrgicos como el pan y el vino. Muchas de nuestras iglesias sin
darse cuenta tienen un símbolo muy importante que es el púlpito y el hecho que esté en el
frente habla de algo ¿por qué no está el púlpito en el centro o en un costado? Sin darnos
cuenta poseemos símbolos visuales que son parte de nuestra espiritualidad.
Apocalipsis 4 y 5 nos ayudan a entender algunos principios de lo que significan estos
elementos simbólicos para expresarnos este maravilloso misterio de la revelación de Dios en
Cristo. En aquel culto donde se encuentra Juan. Si leen con atención, podrán darse cuenta que
en este culto se escucha, se ve, se siente con el tacto, se huele y se habla. Todo cuanto
aparece habla, todo comunica, nada está de más, nada está para rellenar.

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UN ESTUDIO DE LA ADORACION
Por Jaime Restrepo
.
Introducción:
1. Definición de adoración:

a. ¿Qué Es Adoración? - "El acto de tributar reverencia, adoración u


homenaje a Dios" - (Diccionario Winston).

(1) "Adoración" se traduce de cuatro palabras en Griego:


(a) Proskuneo - "Besar la mano de"; hacer cortesía, hacer reverencia. El
acto de tributar homenaje, Juan. 4:24.
(b) Sebonai - Reverenciar, con fuerte sentimiento de temor reverencial,
Mateo 15:9.
(c) Latreuo - Servir, rendir servicio religioso, homenaje, Filipenses 3:3.
(d) Eusebeo - Actuar piadosamente hacia [Alguien], Hechos 17:23.
(2) Cada una de esta palabras expresa la acción que uno hace hacia Dios.
La adoración es un acto externo motivado por un sentimiento interno. No es lo
que uno recibe, ¡sino más bien lo que uno le da a Dios! - (Primeros
Rudimentos del Cristiano - DOCTRINA BIBLICA BASICA, LIBRO I,
PARTE 1; por Robert Karkrider, Pág. 54.

b. Joseph H. Thayer: PROSKUNEO - "besar la mano a (hacia), una señal de


reverencia ... de aquí que entre los Orientales, esp. los Persas, caer sobre las
rodillas y tocar el piso con la frente como una expresión de profunda
reverencia; ... por esto en el N.T., por arrodillarse o postrarse para hacer
homenaje (a uno) o hacer reverencia, ya sea para expresar respeto o para hacer
súplica. Es usado
a. del homenaje mostrado a hombres de un rango superior:
...b. del homenaje rendido a Dios y al Cristo ascendido, a los seres
celestiales, y a los demonios ..." (Léxico Griego-Inglés, #4352, Pág. 548).
c. W.E. Vine: "PROSKUNEO - Hacer reverencia, dar obediencia a (de
pros, hacia, y kuneo, besar), es la palabra más frecuente que se traduce adorar.
Se usa de un acto de homenaje o de reverencia
(a) a Dios,
... (b) a Cristo,
... (c) a un hombre,
... (d) al Dragón,
... (e) a la Bestia,
... (f) a demonios,
... (g) a ídolos ..." (Otras cuatro palabras Griegas, que son traducidas
adorar también son mencionadas, J.R., luego el Sr. Vine hace la siguiente
anotación:)
"NOTA: La adoración a Dios no se define en ningún pasaje de las
Escrituras. Una consideración de los verbos anteriores muestra que no queda
limitada a la alabanza; ampliamente puede considerarse como el
reconocimiento directo de Dios, de Su naturaleza, atributos, caminos, y
demandas, ya bien por el derramamiento del corazón en alabanza y acción de
gracias, o bien mediante actos ejecutados en el curso de tal reconocimiento" -
(Vol. 1, Págs. 47-48).

d. Arndt & Gingrich: PROSKUNEO - "... usado para designar la costumbre


de postrarse uno mismo ante una persona y besar sus pies, el borde de su
vestido, el piso, etc.; los Persas hicieron esto en la presencia de su rey
deificado, y los Griegos ante una divinidad o algo santo; (caer y) adorar, hacer
homenaje a, postrarse uno mismo ante, hacer reverencia, dar la bienvenida
respetuosamente, ... Esta reverencia o adoración es dada: 1. seres humanos ...
2. a Dios ... 3. al Diablo y seres Satánicos ... 4. a los ángeles ... 5. a Jesús,
quien es reverenciado y adorado como Rey Mesiánico y Ayudador Divino ..."
- ("Léxico Griego-Inglés del N.T., Págs. 723-724).

e. Diccionario Bíblico de Smith: "ADORACION. - Los actos y posturas en


la adoración son similares en todas las naciones Orientales, y han llegado
hasta el presente desde la antigüedad remota sin cambio. Es creído que los
Hebreos en todas sus oraciones usaron todas las formas de postura y
postración. que los Arabes modernos han agrupado en una oración, que son
nueve posiciones. Todas estas son encontradas en los monumentos de Egipto y
Asiria. La oración es hecha de pie, con las manos levantadas o cruzadas o
dobladas; esta es la postura ante los reyes o grandes hombres. Las manos
también son extendidas como en súplica; solamente una mano es levantada al
tomar un juramento (Gén. 14). El arrodillarse es una forma común (1 Rey. 7;
Esd. 9; Dan. 6; Luc. 22); la postración del cuerpo, reposando sobre las rodillas
y los brazos, la frente tocando el piso, y todo el cuerpo yaciendo a lo largo, la
cabeza siendo bajada. Los monumentos muestran figuras arrodillándose sobre
una rodilla y golpeando el pecho; sentándose sobre talones, las manos siendo
dobladas, es una actitud muy respetuosa (1 Cr. 16:16; 1 Rey. 18:42). Entre los
Romanos la postración era el acto peculiar de adoración (Hch. 10:26); pero los
Orientales lo hacen sólo en sentido de respeto y reverencia. Besar la cabeza (1
Sam. 10), la mano, el borde del vestido, o la tierra cercana al objeto de
respeto, y besar la propia mano de uno (Job 31:27; Oseas 13:2), a personas o
ídolos. Sostener la mano sobre la boca como besando es el acto mas sublime
de respeto y adoración" - (Pág. 8).
(1) "El hombre entonces se inclino y adoró a Jehová" - (Gén. 24:26;
Comp. 24:48).
(2) "... se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba" - (Ex.
33:10).
(3) "Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y
adoró" - (Ex. 34:8).
(4) "... Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró ..."
(Jos. 5:14).
(5) "... Y el rey adoró en la cama" - (1 Rey. 1:47).
(6) "Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová
nuestro Hacedor" - (Sal. 95:6).
(7) "... con el rostro inclinado a tierra te adorarán ..."- (Isa. 49:23).
(8) "... y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios ..." - (1 Cor.
14:25).
(9) "Por la fe Jacob ... adoró apoyado sobre el extremo de su bordón" -
(Heb. 11:21; Comp. Gén. 47:31).

f. Los términos mismos usados para adoración, transmiten los conceptos de


servicio y ministerio. En el Antiguo Testamento, el término general usado es
abodah, de abad, "laborar, servir". Generalmente se traduce en "el servicio a
Dios". El acto específico de adoración se expresa en la palabra hishtahawa,
que deriva de shaba, "inclinarse1, postrarse". El concepto es el de cortesía con
el fin de servicio. En el Nuevo Testamento la palabra que corresponde al
término del Antiguo Testamento abodah es latreia. originalmente significaba
"servitud" o "el estado de un trabajador alquilado o un esclavo". Debido a su
uso amplio, especialmente con respecto a las prácticas cúlticas, llegó a denotar
"el servicio a Dios" o adoración divina. La palabra del Nuevo Testamento que
corresponde al término del Antiguo Testamento hishtahawa es proskunein.
Este significa literalmente "besar la mano (hacia) a alguno" y metafóricamente
"postrarse, hacer una reverencia o adorar". Proskunein que aparece 60 veces,
también lleva en su etimología el concepto de servicio al objeto de adoración".

La mezcla de los conceptos de lo que llamamos adoración y servicio,


prevalece también en relación con el verbo leitourgein. Hechos 13:2 usa una
forma participial (leitourgounton) para expresar la idea de adoración, en tanto
que Pablo usa una forma infinitiva (leitourgesai) para indicar servicio. Les
dice a los romanos que los gentiles que recibieron bendiciones espirituales de
los cristianos de Jerusalén, deben también ser de "servicio" a ellos en
bendiciones materiales, esto es, levantar una ofrenda para ayudarlos en su
pobreza (Rom. 15:27).

El nombre leitourgia puede referirse a las ministraciones de un sacerdote,


como en el caso de Zacarías, padre de Juan el Bautista (Lucas 1:23). El
término también pudiera significar ministerio en su sentido más amplio (Heb.
8:6), o el acto de adoración mismo (Heb. 9:21), o las obras sacrificiales de
otros (Fil. 2:17; ver 2 Cor. 9:12). El ministro es un leitourgos, esencialmente
un siervo del pueblo. Pablo escribe a los Cristianos de Roma que debido a la
gracia que le fue dada por Dios él fue hecho "ministro (leitourgon) de
Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios (Rom. 15:15-16).
Cristo, nuestro sumo Sacerdote, es también un ministerio (leitourgos) para
nosotros en el santuario celestial (Heb. 8:2).

Lo que es importante en estos términos es el transfondo de ministerio o


servicio a Dios. En las instrucciones de Jesús a sus discípulos antes de morir,
les advirtió que sus enemigos los echarían de las sinagogas; "y aun viene la
hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio (latreian) a
Dios" (Jn. 16:2). El apóstol Pablo apela a los Cristianos de Roma a presentar
sus cuerpos "en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional (latreian)" (Rom. 12:1, ver "servicio"). A los filipenses les escribe:
"Porque nosotros somos la circuncisión, lo que en espíritu servimos
(latreuontes) a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en
la carne" (3:3). En el Apocalipsis, Juan ve una gran multitud sin número
reunida de entre todas las naciones adorando (prosekunesan) a Dios (7:11).
Cuando pregunta sobre su identidad, los ancianos responden que ellos venían
de la gran tribulación y que habían lavado sus ropas en la sangre del Cordero.
"Estos ... están delante del trono de Dios y le sirven (latreousin) día y noche
en su templo" (7:14-15).

Adoración es pleitesía, reverencia, y comunión. Pero al mismo tiempo, es la


ofrenda de uno mismo en servicio a Dios. Es identificación con Dios por
medio del Espíritu para maturación en amor y para el ministerio de amor a la
humanidad.2
g. La definición más sencilla para adoración es, la expresión de adoración
del corazón de uno.

2. El uso de la palabra "adoración" en el Antiguo Testamento. (Robert


Young enlista 116 veces la palabra usada en el Antiguo Testamento. Véase la
Concordancia Analítica de Young.3

a. Es traducida muy frecuentemente de la palabra Hebrea SHACHAH,


que significa "inclinarse, arquearse, agacharse, doblarse". (99 veces).

(1) Para esta sección buscar todos los pasajes de como se traduce en
su número de veces.
(2) Esto nos ayuda a entender el verdadero significado de la palabra
shachah, que es tan frecuentemente traducida adorar.
b. SEGAB es traducida "adorar" 11 veces - "postrarse, hacer
reverencia". Daniel 2,3.
c. ABAD (5 veces en 2 Reyes 10) "hacer, servir".
d. ATSAB (1 vez, Jer. 44:19) "tributar culto".

3. La palabra ADORAR es encontrada setenta y seis veces (76) en el Nuevo


Testamento.

a. Mas frecuentemente del Griego proskuneo, "Besar la mano de; hacer


cortesía, hacer reverencia" (59 veces).
b. Es encontrada otras diecisiete veces (17), de diez (10) palabras
diferentes. (Véase Concordancia Analítica de Young).

(1) "Gloria" (1) Lucas 14:10.


(2) "Ser reverente, piadoso" (1) Hechos 17:23.
(3) "Servir, curar, sanar" (1) Hechos 17:25.
(4) "Observancia religiosa" (1) Colosenses 2:18.
(5) "Adorar públicamente" (4).
(6) "Un barrendero del templo" (1).
(7) "Un adorador" (1) Juan 4:23.
(8) "Venerar" (6).
(9) "Un objeto de veneración" (1).
(10) "Temeroso" uno que venera a Dios, (1) Juan 9:31.

I. EL HOMBRE ES UNA CRIATURA DE


ADORACION. Por naturaleza adorará algo o a alguien.
A. En vista de que somos "linaje de Dios" (Hch. 17:29), El es el "Padre de
nuestros espíritus" (Heb. 12:9), por tanto, tiene el derecho de dirigirnos en
nuestra adoración.
1. Podemos conocer la mente de Dios solamente como se ha revelado El
mismo al hombre (1 Cor. 2:11-13).
2. En Su palabra Dios enseña al hombre cómo adorar.
a. Adorar en alguna forma no enseñada en Su palabra es ser
presuntuoso y atrevido. ¿Cómo podemos saber que Dios estará agradado con
nuestra adoración si no nos ha dicho que tal adoración le agrada?

B. Debiera ser notado que alguna adoración no es aceptable o agradable a


Dios.
1. Jesús dijo a la mujer en el pozo, "Vosotros adoráis lo que no sabéis ..."
(Jn. 4:22). ¿Esto estaba agradando a Dios?
2. "... en vano me honran ..." (Mat. 15:9).
a. "La adoración que me brindan no les sirve de nada ..." (Mat. 15:9 -
Biblia al Día, véase Interlineal).
b. "Mas en vano me rinden culto ..." (Mat. 15:9 - B.A.; V.M.; NVI.)
3. "... honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador ..."
(Rom. 1:25).
a. "... y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador ..." (Biblia
de Jerusalén, véase también B.L.; E.P.; D.H.H.).
4. "... al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle ..." (Hch. 17:23).
5. Los Judíos entendían que la adoración de uno podía ser errónea. "...
Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley" (Hch. 18:13).
a. "... Este persuade a los hombres que den a Dios un culto contrario a
la ley" (Hch. 18:13 - Versión Moderna, véase también NVI, E.P.).
b. "... Este persuade a la gente para que adore a Dios de una manera
contraria a la ley" (Biblia de Jerusalén, véase también el Interlineal, B. al Día,
B.A., D.H.H.).
c. "Este hombre quiere persuadirnos a que sirvamos a Dios de una
manera que nuestra Ley prohíbe" (Hch. 18:13, Biblia Latinoamericana).
6. "... y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera
toda Asia ..." (Hch. 19:27).
a. "... a quien adora toda Asia ..." (Biblia de Jerusalén).
7. "Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto
voluntario ..." (Col. 2:23).

Nota: Estas referencias ciertamente garantizan las siguientes conclusiones:

(1) Uno puede adorar a Dios y aún estar equivocado.


(2) Uno puede adorar al Dios verdadero y aún estar equivocado.
(3) Hay diferentes clases de adoración. En el punto siguiente estudiaremos
cada una de estas.

II. HAY DIFERENTES CLASES DE ADORACION.


(Nota: Aunque uno puede nombrar cada clase de adoración separadamente,
creo que todas las clases de adoración pueden ser colocadas bajo dos
encabezados, eso es, la adoración verdadera y la falsa).

A. La verdadera adoración - adoración aceptable (Jn. 4:23-24).


1. La verdadera adoración estará dirigida a Dios, y será rendida en espíritu y
en verdad.
a. Un estudio más amplio será dado a estos puntos, cuando estudiemos los
requerimientos de la verdadera adoración.

B. La adoración falsa - adoración no aceptable (Jn. 4:23-24).


(Nota: Lo falso es lo opuesto de lo verdadero, lo inaceptable de lo aceptable.
Por tanto, si uno pudiera tener una verdadera adoración, también podría tener
una falsa adoración).
1. La adoración vana (Mat. 15:9).
a. Jesús enseñó que los Judíos estaban adorando en vano porque
estaban "enseñado como doctrinas, mandamientos de hombres".
(1) Ellos dirigieron su adoración a Dios, pero estaban enseñando
doctrinas de hombres y esto hizo su adoración vana (vacía, no produciendo el
resultado deseado).
(2) No importó que su adoración estuviera dirigida al Dios
verdadero, esto no fue suficiente para hacer aceptable.
b. Los hombres que hoy día adoran a Dios, pero que usan como
doctrina los mandamientos de los hombres, no pueden esperar rendir una
adoración verdadera - aceptable. Su adoración será tan vana como esa de los
Judíos.
2. La adoración ignorante (Hch. 17:23).
a. Aquellos de los Atenienses adoraban al Dios verdadero, pero lo
adoraban sin conocerle.
(1) Se postraban ante una imagen con la inscripción "al Dios no
conocido". El único Dios verdadero era desconocido para ellos, pero El no
puede ser adorado aceptablemente sin conocerle o en ignorancia.
b. Nota: La adoración ignorante es "en vano", pero toda adoración
vana puede no ser hecha en ignorancia. Alguien puede saber que su adoración
es según las doctrinas de los hombres, pero puede ser demasiado orgulloso
para cambiar. Aunque no son ignorantes de la verdad, su adoración es no
menos que vana.
3. La adoración voluntaria (Col. 2:23).
a. "..., adoración voluntariamente adoptada, sea que no haya sido
ordenada o que esté prohibida, no aquella que es impuesta por otra, sino la que
uno afecta" - (W.E. Vine, Vol. 1, Pág. 356).
b. "Adoración voluntaria es según nuestra propia voluntad. Es
escogida por uno mismo; y por esta sola razón es un apartarse de la fidelidad a
Dios" - (David Lipscomb, Un Comentario Sobre el Nuevo Testamento, Vol. 4,
Pág. 287).
c. "Por muy razonable y aparente que pudiera parecer tal adoración,
sin embargo la cantidad de espectáculo de sabiduría que pueda exhibir, el
Espíritu Santo ha escrito su necedad y futilidad tan claramente que nadie sino
el ciego voluntariamente puede fallar en ver esto. La lealtad al gobierno
divino requiere obediencia de corazón a la ley divina. Por tanto, cualquier
cosa que Dios mande, debemos hacerla. Vacilar es faltar, es olvidar nuestra
lealtad. Colocar cualquier 'mandamiento de hombres', y honrarlo como
mandamiento de Dios, es traición. Todo mandamiento, aún el más pequeño, es
una expresión de Su voluntad, y una personificación de Su autoridad como el
monarca del universo. Por tanto, obedecer Sus mandamientos, hacer Su
voluntad, es la misma esencia de la verdadera piedad. Todo lo demás es
simple adoración voluntaria" - (J.W. Shepherd, Ibíd, Pág. 287).
d. "Lo que aquí está calificado como adoración voluntaria ....
significa simplemente una forma de adorar que el hombre escoge por sí
mismo, independiente de la revelación que Dios ha dado .... Dios será servido
en la forma que desea; es correcto que prescribiera al hombre las verdades que
debe creer, y las ordenanzas que debe usar. Rehusar recibir Su enseñanza para
preferir nuestros propios antojos, es alumbrar con una vela pequeña como
substituto para el sol de medio día. Desde el principio del mundo Dios ha
prescrito la adoración que era más agradable para El, y nunca dejó un asunto
de tal naturaleza al momento del hombre. Las naciones que no tuvieron una
revelación, o rehusaron recibir eso que Dios ha dado, muestran, por su
diversidad de adoración, la superstición, lo absurdo, y en muchos casos, la
crueldad, que habría sido el estado de todo, si Dios en Su infinita misericordia
no nos hubiera bendecido con una revelación de Su voluntad" - (Adam Clarke,
Comentario de Clark, Vol. 6, Pág. 525).
e. Concluimos que la adoración voluntaria es una adoración que
diseña el mismo hombre. Toda adoración voluntaria es falsa, es vana. Puede
ser hecha en ignorancia, pero uno podría hacer la adoración voluntaria sin
estar en ignorancia.

III. LA VERDADERA ADORACION REQUIERE


TRES COSAS.
A. El Objeto Correcto.
1. El Dios verdadero y viviente es el objeto correcto de adoración (Jn.
4:23-24). Razones de por qué el hombre debería adorar a Dios:
a. Dios desea que los hombres lo adoren (Jn. 4:23) - "... porque también
el Padre tales adoradores busca que le adoren".
b. Porque El es el "un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y
por todos, y en todos" (Ef. 4:6).
(1) Somos Su "linaje" (Hch. 17:29), hizo a los hombres para que habiten sobre
la tierra (Hch. 17:26), "... en él vivimos, y nos movemos, y somos ... (Hch.
17:28), "toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre
de las luces ..." (Stg. 1:17).
c. Jesús dijo, "... Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás" (Mat.
4:10).
d. Jesús permitió que los hombres lo adoraran.
Nota: Jesús es Dios (Deidad), y durante Su vida entre los hombres aceptó
adoración.

(1) Los magos lo adoraron (Mat. 2:11).


(2) Un leproso lo adoró (Mat. 8:2).
(3) Un principal lo adoró (Mat. 9:18).
(4) Sus discípulos lo adoraron (Mat. 14:33).
(5) La mujer cananea lo adoró (Mat. 15:25).
(6) La madre de los hijos de Zebedeo lo adoró (Mat. 20:20).
(7) Las mujeres que habían ido a la tumba lo adoraron (Mat. 28:9).
(8) Los once discípulos lo adoraron (Mat. 28:17).
(9) El ciego que Jesús sanó lo adoró (Jn. 9:38).
Pero Jesús enseñó a los hombres que adoraran al Padre en el cielo (Jn. 4:23-
24).
2. Otros objetos de adoración.
a. Otros hombres.
(1) Cornelio se postró a los pies de Pedro para adorarlo (Hch. 10:25-
26).
(2) El pueblo de Listra buscó adorar a Pablo y Bernabé (Hch. 14:8-
18).
(3) Algunos hombres desean que otros hombres los adoren (2 Tes.
2:3-4).
b. Los ángeles.
(1) Juan se postró a los pies del ángel para adorar (Ap. 22:9-10).
(2) La adoración a los ángeles puede privar a los hombres del premio
(Col. 2:18).
c. Los ídolos - Estos son los dioses hechos con las manos de los
hombres.
(1) Aquellos de Atenas adoraban muchos ídolos (Hch. 17:16).
(2) La idolatría era común en los tiempos del Antiguo Testamento, y
aún los hijos de Israel hicieron ídolos.
(a) Moloc y Renfán, "figuras que os hicisteis para adorarlas" (Hch.
7:43).
(3) Algunas cosas interesantes acerca de esta clase de dioses:
(a) Los hombres los hacen con sus manos.
(b) Los llevan sobre sus hombres, los transportan.
(c) Los colocan en su lugar, y no se mueven de allí.
(d) Le claman, pero no puede contestar, ni salvar de la
dificultad. (Comp. Isa. 46:6-8).
Pregunta: ¿Por qué los hombres querrán adorar a un dios semejante?
(4) Nótese lo que Elías tenía para decir acerca de esta clase de
dios (1 Reyes 18:27).
(a) "... Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está en
meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que
despertarle".
(b) ¿Quisieras servir a un dios como ese?
d. Las criaturas de este mundo (Rom. 1:25).
(1) Muchas personas en los tiempos antiguos, también como en los
modernos, adoran la vaca y la consideran un animal sagrado.
e. Al diablo (Mat. 4:9).
(1) El diablo desea la adoración y la consigue. La iglesia del diablo
fue establecida por Anton Szandor Levay y su credo oficial es la Biblia de
Satanás, escrita por Levay.
Nota: Puede ser de interés tener a alguien que dé un reporte especial sobre "La
Iglesia del Diablo".
Nota: Toda adoración verdadera - adoración aceptable - deber ser rendida a
Dios, quien es el Padre de todo.
B. La verdadera adoración debe ser ofrecida "en espíritu" (Jn. 4:23-24).
1. Esto hace referencia a la sinceridad, a la condición de la mente de uno
cuando adora.
"En espíritu. Aquí la palabra espíritu se coloca en oposición a los ritos y
ceremonias, y a la pompa de la adoración externa. Se refiere a la mente, al
ánimo del alma. Adorarán a Dios con una mente sincera; con el sencillo
ofrecimiento de gratitud y oración; con un deseo de glorificarlo, y sin pompa y
esplendor externo. La adoración espiritual es esa donde el corazón es ofrecido
a Dios, y donde no dependemos de formas externas para que sea aceptada" -
(Albert Barnes, Notas Sobre el Nuevo Testamento, comentario sobre Juan
4:23).
2. La adoración insincera o hipócrita nunca es aceptable aún cuando
pudiera ser ofrecida al Dios verdadero. Es siempre adoración falsa.
3. Adorar a Dios es un asunto muy serio y no deberíamos envolvernos en
esto a la ligera.
a. Para un asunto tan serio deberíamos estar a tiempo y prepararnos
nosotros mismos para la adoración. Llegar tarde interferirá con la adoración
que los demás están rindiendo y le robará a usted de algún tiempo de
adoración.
c. "Las más excelsas potestades angelicales tienen temor y asombro
ante El. ¿Quién es tan reverenciado como El por cuantos lo rodean? - (Sal.
89:7, La Biblia al Día).
(1) "Dios es muy temible en el consejo privado de los seres santos, e
infunde pavor a todos los que asisten en torno a él" (Sal. 89:7, Versión
Moderna).
4. "En espíritu" tiene que ver con la actitud y maneras que mostramos
en la adoración.
a. La persona sincera, presta atención íntegra al orador, y por medio de la
disciplina se ha entrenado a sí mismo para pensar en lo que está haciendo:
Muestra respeto y reverencia a Dios, y deja que los sentimientos se levanten
para tener a Dios adorado.

C. La verdadera adoración debe ser ofrecida "en verdad" (Jn. 4:23-24).


1. "En verdad. No a través de sombras y tipos, ni por medio de sacrificios
y ofrendas de sangre, sino en la manera representada o tipificada por todas
estas (Heb. 9:9,24). En el verdadero camino de acceso directo a Dios a través
de Jesucristo" - (Albert Barnes, Ibíd.).
2. "En verdad" es usado en contraste a "la ley". "Pues la ley por medio de
Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo"
(Jn. 1:17).
a. Esto significa que debemos adorar como enseña el Nuevo
Testamento, no como enseñó la Ley de Moisés. Regresar a la ley para
justificar una práctica hará que Cristo se vuelva de ningún efecto para
nosotros (Gál. 5:4).
b. Todo acto de verdadera adoración estará enseñado en el Nuevo
Testamento. Usar en nuestra adoración eso que no está autorizado en el Nuevo
Testamento es dejar de practicar la verdadera adoración.
(1) Si nuestra adoración no está autorizada en el Nuevo Testamento,
debe venir ya sea del Antiguo Testamento, o estará autorizada solamente por
los hombres. De cualquier manera no será verdadera adoración.
c. Esto explica porqué los miembros de la Iglesia de Cristo insisten que
adoramos solamente como lo enseñan el Nuevo Testamento.

IV. COMO ADORAR A DIOS EN ESPIRITU Y EN


VERDAD.
A. Hay cinco actos, o vías, de adoración verdadera. (Comp. Hch. 2:42).
1. La doctrina de los apóstoles. La enseñanza dada por los apóstoles.
2. La comunión (u ofrenda).
3. El partimiento del pan, o Cena del Señor.
4. Las oraciones.
5. Los cánticos de alabanza (Ef. 5:19; Col. 3:16).

B. Estos actos de adoración deben ser rendidos "en espíritu y en verdad".


1. Esto significa que siempre debemos ser sinceros cuando adoramos, y
cada acto de adoración debe ser como lo enseña el Nuevo Testamento.
2. La verdad restringe algunos actos de adoración para ser hechos
solamente "el primer día de la semana".
a. La Cena del Señor (Hch. 20:7).
b. La ofrenda (1 Cor. 16:1-2).

CONCLUSION:
1. Que podamos reconocer la importancia de la adoración a Dios, y que
pueda nuestra adoración ser la adoración verdadera.
........................................................................................................
Anotaciones al Pie
1. "Inclinarse: - KUPTO: inclinar la cabeza, encorvarse, se usa en Mr. 1:7,
'encorvado'; y Jn. 8:6, 'inclinado'; v.8, 'inclinándose'. PARAKUPTO: inclinarse
para mirar, se traduce así en Jn. 20:11, 'se inclinó para mirar (dentro)'.
KLINO: doblar, inclinar, o hacer yacer, para reposar, se usa en Mat. 8:20 y
Luc. 9:58, en la afirmación del Señor, 'el Hijo del Hombre no tiene donde
recostar su cabeza'; es significativo que este verbo sea el utilizado en Jn. 19:30
del acto del Señor en el momento de Su muerte, al poner Su cabeza en una
posición de reposo, no un dejarla ir en impotencia como en todos los otros
casos de crucifixión. Invirtió el orden natural, inclinando primero la cabeza
(indicando Su sumisión a la voluntad de Su Padre), y después 'entregando Su
espíritu'... EPHISTEMI: (epi, sobre, y histemi, estar de pie), usado
intransitivamente, denota estar sobre o al lado, estar presente, traducido
'inclinándose' en Luc. 4:39. - (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo
Testamento, W.E. Vine, Vol. 2, Pág. 236). "Reverencia hecha con la cabeza o
con el cuerpo" - (Nueva Enciclopedia Sopena, Tomo 3, Pág. 441).
2. Dios, Hombre y Salvación- Una Teología Bíblica, por W.T. Purkiser,
Richard S. Taylor, Willard H. Taylor; (Beacon Hill Press of Kansas City,
Kansas City, Missouri, EE. UU. de América), Pág. 606-607.
3. Los números en ( ) indican el número de veces que aparece la palabra.

(La mayor parte de este estudio lo he tomado del Libro True Worship, por
Billy W. Moore).

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