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Busca primeramente el reino de Dios

(primera parte)
La Palabra del Señor en Éxodo 5:1 dice: “Después Moisés y Aarón entraron a la presencia
de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme
fiesta en el desierto”. En todo desierto debemos tener espíritu de celebración a Dios. El
Señor desde el momento en que decide sacar al pueblo de Israel de Egipto y trasladarlo a la
tierra de las promesas, les dice a todos que antes de ir a la tierra prometida van a ir a un
desierto; pero en ese desierto le van a celebrar fiesta. Por lo tanto, todo aquel que tiene el
Espíritu de Dios dentro debe dejar de protestar cuando pasa por un desierto.
En los versículos 2 y 3 dice: “Y Faraón respondió: ¿Quién es ese Jehová, para que yo oiga
su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová. Ni tampoco dejaré ir a Israel. Y ellos
dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos pues, ahora, camino de tres días
por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que no venga sobre
nosotros con peste o con espada”. Hay que celebrar fiesta y hay que presentar sacrificios. El
problema nuestro es que no somos ofertantes, sino demandantes en la mayoría de los caso.
Cuando la gente viene a la iglesia, lo hace demandando amor, atención, liberación o
sanidad; pero hay que cambiarle la mente de demandante a ofertante.
Del versículo 2 al 9 del capítulo 5 de Éxodo; la palabra del Señor dice: “Entonces el rey de
Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su trabajo? Volved a
vuestras tareas. Dijo también Faraón: He aquí el pueblo de la tierra es ahora mucho, y
vosotros hacéis cesar sus tareas. Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del
pueblo que lo tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo: De aquí en adelante no daréis
paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan ellos y recojan por sí mismos la
paja. Y les impondréis la misma tarea del ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis
nada; porque están ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos
sacrificios a nuestro Dios. Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella y
no atiendan a palabras mentirosas”.
El Faraón llamó mentiroso a Dios, y dijo que el pueblo estaba oyendo palabras mentirosas,
y que a partir de ese momento el pueblo debía recoger la materia prima para hacer los
ladrillos. José era de bendición para el pueblo de Egipto, no Egipto la bendición para el
pueblo de Israel. Al pueblo de Israel se le olvidó eso y estaban haciendo ladrillos. Por eso es
que Dios les dijo: “salgan y ofrézcanme”. Hasta que el pueblo de Israel no cambiara de
mentalidad, no iba a tener una mente de conquistador en Canaán. Nosotros debemos
cambiar de ladrilleros a conquistadores, de demandantes a ofertantes.
Tu tienes mucho que ofrecerle al mundo, a tu familia, a esta sociedad. Debes dejar de ser
demandante de lo que otros ofrecen, y empezar a ser tú quien ofrece. Las negociaciones
para que el pueblo de Israel saliera, seguían entre Moisés y Faraón. En Éxodo 10:24 dice:
“Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden sus
ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros. Y Moisés respondió:
Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que santifiquemos para Jehová nuestro Dios.
Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos
hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir
a Jehová hasta que lleguemos allá”. Al final el pueblo de Israel salió con las vacas y las
ovejas, hasta con el oro de los egipcios, Dice la Palabra que los egipcios llegaron a estar tan
desesperados que ellos les entregaban el oro y les decían que se fueran. Y los hebreos se
fueron a alabar a Dios.
Ahora la pregunta es ¿Cuántas vacas y ovejas encuentras en la Biblia durante la travesía del
pueblo de Israel por el desierto? ¿Qué las hicieron? Las sacrificaron a Dios. Imagínate que
vas a ir al desierto y le ofrendas a Dios tus vacas y ovejas, y aún te esperan cuarenta años
en el desierto, ¿de qué habrás de comer y de vestir? Yo creo que esa es la primera vez que
Dios le puso en el corazón del hombre esta promesa: “No te afanes por el qué habrás de
comer ó que habrás de vestir. Busca primeramente mi reino y mi justicia y todas estas
cosas te serán añadidas”.
Busca primeramente el reino de Dios
(segunda parte)
Dice la Escritura en Deuteronomio 8:7: “Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena
tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y manantiales, que brotan en vegas y
montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y
de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra
cuyas piedras son de hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. Y te comerás y te saciarás, y
bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te ha dado”: A veces antes de las
promesas, hay pruebas. En Filipenses dice que Dios suplirá lo que te haga falta. Pero, según
el contexto, lo que te falta por haberlo dado en la obra. Muchas veces nosotros estamos
cumpliendo con nuestros diezmos y ofrendas y pasando pruebas, y Dios hace eso para
probar tu corazón. Una vez hayas pasado las pruebas, pasas a una nueva altura, y nunca
más tendrás escasez.
A veces la gente no logra pasar las pruebas y se retira. Comienza a hablar mal, a confesar y
declarar mal, en vez de resistir en el Señor. Cuando el pueblo de Israel sacrificó, broto el
maná. Cuado tu aprendas a ser un dador y un ofertante, Dios te lo proveerá.
En Mateo 6: 24 dice: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y
amará al otro, o estimara al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas”. Eso era lo que Dios estaba enseñando a su pueblo en el desierto, que no se podía
servir a las riquezas y a Dios.
En el versículo 25 dice: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, que habréis de
comer o que habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida
más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? No puedes servir a Dios y a las
riquezas. Cuando el pueblo de Israel sacrificó a sus animales tuvo afán en el desierto. Dios
sabía porque se los estaba pidiendo. Cuando Dios te pida, no te afanes. El contexto de esto
es que busques el reino de Dios aún sin las riquezas, porque si Dios nos dio la vida nos dará
de comer, y si nos dio el cuerpo, Él habrá de darnos el vestido.
En el versículo siguiente dice: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, que no siegan, ni
recogen en graneros: y vuestro padre celestial las alimenta. ¿No Valéis vosotros más que
ellas?” Tú vales más que un pájaro. Nunca has visto a un pájaro afanado; por el contrario,
ellos cantan y alaban al Señor, pues Dios les provee el alimento. Por lo tanto, si Dios cuida a
los pájaros, también nos cuida a nosotros. Dios hará con uno tanto como uno cree que vale,
porque Dios no hace más allá de lo que crees.
A partir del versículo 27 dice: “ ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir
a su estatura un codo? Y por el vestido ¿Por qué os afanáis? Considerar los lirios del campo,
cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aún Salomón con toda su gloria se
vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se gcha en el
horno. Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? Fe que es la
certeza de lo que espero y la convicción de lo que no miro. La fe es lo que nos produce los
mejores bienes, que son los que vienen de la mano de Dios. Entonces, no te afanes porque
tú vales más que las flores y las aves. Dios hará contigo conforme lo que tú vales.
Busca primeramente el reino de Dios
(tercera parte)
En Mateo 6, el Señor usó las flores y las aves como ejemplo de su provisión. Pero nosotros
no somos flores ni aves, por lo tanto no puedes poner tu vista en ellas, porque vales más
que ellos. Dios te dio la piel y te dio una huella digital que es única. Si Dios ya te dio la piel,
el te va a dar la ropa y el alimento para cubrirla y mantenerla.
Dios le da colores diferentes a todo. Él no dijo que con un par de brochazos ya quedaban
bien el universo. El se ocupó de hacer por detalles todo lo que existe, y Él lo hizo para que
nosotros, que somos sus hijos, entendiéramos que si a las aves y a las flores las viste así,
nos va vestir mejor a nosotros. ¿Como pues, te vas a vestir con los pantalones rotos? Eso
no es cuestión de moda, es cuestión de dignidad. Dios dijo que el que le siguiera, tendría
ropa y comida.
Dios primero dice que busquemos su reino y le sigamos, y después nos pone por ejemplo a
las flores y a las aves para que veamos como quiere vestirnos y alimentarnos.
El Señor partió de las aves y las flores para darnos un ejemplo, pero nosotros necesitamos
un ejemplo humano, y nos pone por muestrario al rey Salomón, para que viéramos como
nos quiere tener a nosotros. Ni Salomón, en toda su gloria, llego a vestirse como una flor, y
después nos dice que hará por nosotros mucho más.
Dios no quiere que nos resistamos a las bendiciones que quiere darnos. Dios quiere que
estemos bien para que las demás personas vean lo que tenemos quienes seguimos al
Señor.
El Dios de la creación se tomó un día la necesidad de darle color a las flores pensando en
nosotros, para que nos inspiráramos para creerle. También creó a las aves y a los animales,
para que viéramos que ellos buscan el reino de Dios y su justicia de primero y que no tienen
afán para vivir, para que nosotros tuviéramos un ejemplo de cómo quiere que nosotros
vivamos.
En Hebreos 6:12 dice: “a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que
por la fe y la paciencia heredan las promesas. Porque cuando Dios hizo la promesa a
Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te
bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente.
Dios juró que iba a bendecir grandemente a Abraham, de aquí viene la clave de todo esto.
Dios dijo que fuéramos imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia alcanzan las
promesas. Y la primera promesa que Dios nos cita es la abundancia, porque Él quiere
darnos la abundancia.
Dios inspiró a Abraham con las estrellas para que tuviera un hijo, la Gran Comisión nos dice
que prediquemos hasta lo último de la tierra. Dios siempre te lleva mucho más allá de la
promesa. La inspiración de Dios es poderosa.

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