Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El Espejo
Fundamentos del
aprendizaje humano
El Espejo
Fundamentos del
aprendizaje humano
Título de la obra:
El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano.
© Eduardo Malagón Mosqueda
Imagen de cubierta:
El Geógrafo (1668), por Johannes Vermeer
Diseño editorial:
Jorge H. Flores, Financiera Rural
Antonio A. Cuevas, LinceBranding.com
Impreso en México.
Impresos Vacha, S.A. de C.V.
Juan Hernández Dávalos # 47
Col. Algarín, Deleg. Cuauhtémoc
06880 México, D. F.
Índice
Agradecimientos ........................................................................................................................... 7
Acerca de la obra ........................................................................................................................... 9
Prefacio ............................................................................................................................................ 11
1. Introducción
El Espejo. Aprendizaje de la Enseñanza .............................................................................. 13
2. El aula y el trabajo
Aportes de la antropología para explicar el aprendizaje ............................................. 21
3. La inteligencia en desarrollo
Aportes de la psicología para explicar el aprendizaje .................................................... 31
1. El aprendizaje del espacio, 33
2. El aprendizaje de la materia, 41
3. El aprendizaje del tiempo, 45
4. El aprendizaje de la representación y el pensamiento simbólico, 48
5. El aprendizaje de la causalidad, 59
6. El aprendizaje del número, 72
7. Dinámica del desarrollo de la inteligencia, 76
8. El desarrollo general de la inteligencia, 78
5. ¿Barreras en el pensamiento?
Aportes de la epistemología al aprendizaje .................................................................... 139
1. El lugar de la Tierra: Nicolás Copérnico, 141
2. La unificación del cielo y de la Tierra: Isaac Newton, 144
3. Materia, espacio, tiempo y Albert Einstein, 147
4. Mendeleiev y las sustancias del mundo, 156
5. Niels Bohr, el determinismo y la mecánica cuántica, 160
6. Darwin, la evolución y la unidad de la vida,172
6 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
6. El significado de significación
Aportes de la semiología para explicar el aprendizaje ............................................... 205
1. ¿Qué es un signo?, 205
2. Las polaridades de los signos, 213
3. Significación y aprendizaje, 223
7. El fundamento lógico-didáctico
El principio del eureka .............................................................................................................. 229
1. El contenido de aprendizaje, 229
2. El objetivo de aprendizaje, 232
3. El sujeto de aprendizaje, 235
8. Consideraciones conclusivas
Aprendizaje, enseñanza y método. La aplicación sistemática
de los fundamentos .................................................................................................................... 241
1. Los conceptos de aprendizaje y enseñanza, 241
2. El método como aplicación sistemática de los fundamentos, 243
3. El diagnóstico y la proyección del desarrollo como ejes del método, 246
4. El concepto de sistema en el diagnóstico, 248
5. Las hipótesis y los proyectos
¿Función de los lóbulos frontales o aprendizaje escolar?, 250
Agradecimientos
Acerca de la Obra
Prefacio
Este libro trata de la educación para el trabajo, en él y sobre él. Por ende,
del aprendizaje humano permanentemente involucrado en la vida del
hombre, sobre todo, cuando éste asume sus capacidades para crear y
transformar sus condiciones objetivas de existencia, individual y colec-
tivamente. Ante la realidad que afronta, ante los compromisos sociales,
intelectuales y humanistas que decide contraer, esta obra renueva –para
nuestro momento histórico– un empeño y un espíritu que bien pudié-
ramos llamar, ilustrados. En sus páginas hallamos optimismo y criticis-
mo, certidumbre y cuestionamiento, apuntalados con honestidad lógica
y proyectados, sí, humanistamente. Pensamos que la gran declaración
kantiana pronunciada hace más de dos siglos sobre ese gran fenómeno
cultural, racional y ético que fue la Ilustración, muy bien pudiera volver
a aplicarse al tipo de voluntad existente en obras de pensamiento como
la que tenemos ahora. Decía Kant (y repito, ello valdrá más allá de aquel
momento histórico a que perteneció el gran sabio de Königsberg): “La
Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La in-
capacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la
guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la
falta de inteligencia, sino de decisión y valor para servirse por sí mismo
de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu
propia razón!...”
Sostiene el autor de El Espejo –y tal es su argumento cardinal– que
la inteligencia humana, en su más esencial naturaleza evolutiva, social y
biológica, es capaz de crear, de estructurar, de trascenderse a sí misma y a
la inmediatez de las condiciones aparentes. En otras palabras, es capaz de
aprender, para, sólo así, transformar sus prácticas y la realidad misma de
la que el hombre es responsable como autor único; en sus propias condi-
ciones de existencia, en su propio devenir y porvenir.
Pero ¿qué es exactamente el aprendizaje en el Homo sapiens como
ser que trabaja y tiene historia? El cuestionamiento se afronta desde un
“polígono” específico de saberes, aquí ensamblado por vez primera con
toda su fuerza (Antropología, Psicología, Neuropsicología, Semiología,
Epistemología y Didáctica), y se materializa en una relación estratégica;
relación que vincula –como Método– al trabajo con el aprendizaje.
Estas ciencias (aparentemente tan abstractas) pueden congratu-
larse con lo que hoy comienza a hacerse en la capacitación rural como ini-
12 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Jorge H. Flores
Escuela Nacional de Antropología e Historia
Ciudad de México, otoño de 2009
13
1. Introducción
El Espejo
Aprendizaje de la Enseñanza
L
a enseñanza y el aprendizaje se ob- «La enseñanza y el
servan uno a otro como ante un es- aprendizaje se observan
pejo, uno como realidad y el otro uno a otro como ante un
como reflejo, pero pensamos que en espejo, uno como reali-
la práctica actual de la educación los térmi-
nos están invertidos. Entre los polos de la
dad y el otro como refle-
enseñanza y el aprendizaje el dogma central jo, pero pensamos que en
que rige en la actualidad es el de la enseñan- la práctica actual de la
za. El maestro enseña, la escuela enseña… educación los términos
una autoridad intelectual enseña. están invertidos»
La calidad de la educación se mide
por el polo de la enseñanza: número de la-
boratorios, número de maestros, grado de
los maestros, disponibilidad de libros y de aulas. Vagamente se hace referencia
al alumno en parámetros como la eficiencia terminal y el índice de deserción.
Cuando se trata de elevar la calidad de la educación se recurre al expediente de
elevar el grado del personal docente, así ocurre al elevar al grado de licenciatura
el oficio de profesor y así ocurre con las iniciativas de apoyo a los profesores de
educación superior para que cursen estudios de postgrado.
El predominio del polo de la enseñanza no se resuelve simplemente al
preconizar un alumno más participativo ya que se trata de su participación, pero
sólo desde lo que el profesor enseña.
En el predominio del polo de la enseñanza se encierran factores de ín-
dole social y cultural cuya complejidad escapa a los propósitos de este libro, sin
14 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
embargo de entre los diversos factores que contribuyen a este predominio nos
parece fundamental destacar la sobrevaloración de la distancia intelectual entre
el maestro y el alumno, de la que derivan los roles que se les asignan: el profesor
sabe y enseña, el alumno no sabe y se limita a aprender.
Una de las bases del dogma de la sabiduría del profesor respecto al
alumno y del predominio de la enseñanza sobre el aprendizaje, deriva del ateso-
ramiento de ciencia que real o supuestamente posee el profesor, y de la conside-
ración del pensamiento científico como algo muy preciado por nuestra cultura,
mismo que, a menudo, puede resultar extremadamente distante o aún contra-
puesto al pensamiento común. Desde la perspectiva de nuestra cultura y en el
marco de cuerpos filosóficos, el pensamiento científico significa una ruptura to-
tal con el pensamiento de la calle, por ello, en el mejor de los casos, enseñar se
asocia con la idea de transmitir un conocimiento científico o una forma científica
de pensar, esto cuando la educación no se limita a transmitir una destreza o una
lección de memoria.
Pero la supuesta ruptura del pensamiento científico con el pensamiento
ordinario sólo es cierta desde miras temporalmente estrechas, esta sobreesti-
mación del pensamiento científico respecto del pensamiento ordinario es uno
más de los tantos centrismos que han caracterizado al hombre y de los que pe-
nosamente se ha venido despojando a lo largo de la historia. Consideramos que
se trata de una sobrevaloración en virtud de que el hito en la historia de la inteli-
gencia no radica en el surgimiento del pensamiento científico, el hito radica en el
surgimiento de la conciencia.
Si existe un concepto inaprensible en una definición se trata justamen-
te del concepto de conciencia. No obstante, desde una perspectiva cósmica que
comprenda el proceso de creciente complejidad organizativa de la materia, el
cual incluye el surgimiento de la vida, resulta que el universo ha adquirido el
potencial para autorreferenciarse por mediación de un individuo y que esta ca-
pacidad es lo que denominamos conciencia. Esta capacidad de autorreferencia
comprende la capacidad de plantearse un acertijo que se puede formular con las
siguientes preguntas: ¿qué soy? ¿cómo soy? ¿por qué soy? y ¿para qué soy? Pre-
guntas en las cuales radica el núcleo de toda inteligencia y no sólo de la ciencia y
la filosofía.
Esta noción de conciencia tiene implicaciones lógicas y teóricas que
resultan particularmente interesantes para nuestro propósito. La inclusión del
término potencial denota una posibilidad que puede devenir en realización, en
el mismo sentido en que un embrión es un individuo en potencia, esta posibi-
lidad tiene en principio diferentes niveles de realización. La realización de este
potencial tiene diferentes alcances, en su límite superior implica el paradigma
central de la ciencia, la capacidad de comprensión del universo como un todo en
evolución.
Pero esta comprensión del universo como un todo es también el pro-
Aprendizaje de la enseñanza 15
que ha realizado la especie, han postulado la unidad del universo pero no la han
explicado o probado. Por su parte, las visiones verificables y cuantitativas del pa-
radigma científico están arribando a la misma clase de explicaciones unitarias o
globales. Después de todo, el acertijo que el universo se ha planteado a sí mismo
por mediación de una especie, es esto, un acertijo a la especie antes que al indi-
viduo dado que a éste lo rebasa (finalmente, la facultad del intelecto individual
resulta limitada… no podría ser de otra manera).
La unidad del universo, de sus fenómenos y de sus distintos niveles de
organización no es solamente un juego de palabras o una visión mística, se trata
de una realidad en sentido estricto. Es perfectamente sostenible que el paradig-
ma científico está arribando a una comprensión unitaria del universo.
La unidad del universo a escala cosmológica está implicada en el Big
Bang, en el descubrimiento del átomo y en la Física Cuántica. La unidad de los
sistemas solares está implicada por las explicaciones del origen, desarrollo y co-
lapso de las estrellas.
La unidad de la vida está implicada por el descubrimiento del código
genético, la unidad de los sistemas nerviosos está implicada por el carácter uní-
voco de las células nerviosas de todas las especies que las poseen. La unidad
mente-cuerpo está implicada en los últimos y explosivos descubrimientos del
funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso.
La unidad de la inteligencia ha sido evidenciada por el Hombre de Nean-
dertal y por los últimos hallazgos fósiles de la evolución de los homínidos que
prueban la multilinelidad de la evolución y la coexistencia espacio-temporal de
especies distintas con inteligencias comparables, entre ellas el Homo sapiens y
el Homo neanderthalensis que coexistieron hasta hace tan sólo 30,000 años, es
decir, casi a las puertas de la civilización. La lista es larga en realidad, pero éstos
son algunos de los resultados más relevantes del paradigma científico.
Como veremos adelante, Piaget nos explica que la ontogénesis de la inte-
ligencia tiene lugar a partir de un proceso gradual y sostenido de descentración.
Cabría esta misma explicación para el desarrollo de la inteligencia como especie,
ya que el avance en la comprensión del universo es el avance en la descentración.
El máximo exponente de esta descentración radica en la comprensión de que
la inteligencia constituye una diferencia de grado entre el hombre y las demás
especies, los homínidos fueron inteligentes y derivamos de ellos; los mamíferos
son inteligentes y nosotros somos parte de ellos.
Al parecer esta diferencia de grado radica fundamentalmente en un ma-
yor potencial de aprendizaje que resulta de una mayor proporción de cerebro
liberada de funciones básicas, que deriva consecuentemente en una menor de-
terminación de las conductas más instintivas, más programadas y menos flexi-
bles. Pero si la conciencia unitaria es expresión de la unidad del universo y es
por tanto la comprensión a la que tiende naturalmente la conciencia, ¿de dónde
procede entonces este “centrismo” en la ciencia, el predominio del polo de la
Aprendizaje de la enseñanza 19
2. El aula y el trabajo
E
«En la práctica y en los
n la práctica y en los modelos edu-
modelos educativos es
cativos es común una separación
entre la capacitación y la educa- común una separación
ción. En el lenguaje cotidiano, en entre la capacitación y
la academia y en el terreno laboral, la ca-
la educación; esta se-
pacitación suele entenderse como adiestra-
miento y se tiende a desmerecer su carácter paración desvincula a
educativo, esta reducción de la capacitación la educación del campo
es insostenible tanto desde el punto de vis-
productivo»
ta de la teoría como desde su práctica. Pero
además, esta separación desvincula a la edu-
cación del campo productivo.
En la educación se prepara al estudiante para que en el futuro se incor-
pore a la economía, al trabajo. Es de todos conocida la dificultad que encuentra el
recién egresado de una profesión cuando se incorpora al trabajo, se le presenta
una gran diferencia entre lo estudiado en la escuela y las capacidades que le de-
manda el trabajo.
La capacitación es una forma particular de la educación que se refiere
a los procesos de trabajo, en este sentido la capacitación es educación en el tra-
bajo, sobre el trabajo y para el trabajo. La educación por su parte y al menos en
principio, prepara al hombre para la vida y, como parte fundamental de esto, para
saber ganarse la vida. Saber trabajar es o debiera ser uno de los fundamentos de
esta preparación. Por ello debemos preguntarnos sobre la relación entre el aula
y el trabajo.
¿Quién inventó el aula? y ¿cuándo se convirtió en el escenario y la forma
principal de la educación y en no pocos casos de la capacitación?
22 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
el primer europeo; habitó Europa entre hace 100 mil y hace tan sólo 30 mil años,
es decir coexistimos con ellos al menos durante 70,000 años. ¿Fuimos nosotros
quienes los liquidamos? Hemos vivido solos como especie poseedora de inteli-
gencia y conciencia menos tiempo del que coexistimos en Europa con el hombre
de Neandertal, otra especie con inteligencia y conciencia.
Es el hombre moderno, el Homo sapiens sapiens, el heredero de las capa-
cidades creadas por la evolución, heredero de la postura erecta, el uso y la pro-
ducción de herramientas, el control del fuego, la caza y la recolección en grupo,
el control del fuego, la cocción, diversificación y conservación de alimentos, la
vida en grupo y el hogar, la conciencia, el pensamiento simbólico, los rituales y
la cultura.
Con el surgimiento del Homo sapiens se adiciona un nuevo hito en la
historia de las capacidades y la inteligencia, nos referimos al surgimiento del len-
guaje de doble articulación cuya aparición resulta difícil de datar, pero al parecer
corresponde a los últimos 50,000 años. El surgimiento del lenguaje requirió de
nuevas especializaciones del cerebro, de la conciencia y el pensamiento simbó-
lico, pero requirió además de una adaptación evolutiva del tracto faríngeo y una
extrema afinación de las capacidades motoras para permitir la expresión física
del lenguaje en el habla. Aun cuando todavía se discute sobre la existencia de
lenguaje en el Hombre de Neandertal, los registros fósiles indican que es la falta
de esta adaptación, el alargamiento del tracto faríngeo, lo que al parecer impidió
al Hombre de Neandertal la posesión plena del lenguaje.
Entre las creaciones fundamentales del sapiens, comparables con los hi-
tos que caracterizaron a sus antecesores, debemos citar fundamentalmente el
arco y la flecha, la rueda, el uso de los metales y, por encima de todos, la invención
de la agricultura. Con estas realizaciones nos encontramos en la vida sedentaria,
el crecimiento de la población y estamos ante las puertas de la civilización, pero
debe destacarse que esto nos ubica tardíos en el tiempo del universo, en hace tan
sólo 10,000 años, es decir en menos de la mitad del último minuto del año del
calendario cósmico.
La estrategia de sobrevivencia seguida por los antecesores del hombre
moderno y por este mismo es la inteligencia, la capacidad de comprender y apro-
vechar la naturaleza; somos la única especie que no se adapta a su medio sino
que adapta el medio a sus necesidades, expandiéndose en los más diversos hábi-
tats en prácticamente todo el mundo.
Si consideramos los grandes hitos que han marcado la historia de la in-
teligencia, el uso y producción de herramientas, el control del fuego, la caza, la
pesca, la cocción y conservación de alimentos, la rueda, el arco y la flecha, el uso
de metales, la agricultura, además del surgimiento de la conciencia, el pensa-
miento simbólico y el lenguaje, encontramos como denominador común el cre-
ciente control de los recursos y fenómenos de la naturaleza para producir los
satisfactores que el hombre requiere para sobrevivir y reproducirse.
El aula y el trabajo 27
3. La inteligencia en desarrollo
«Debemos preguntar-
L
os resultados generados por la nos si la inteligencia,
neuropsicología han brindado so- entendida como capaci-
portes de primera importancia a
las corrientes cognitivista y cons- dad para comprender y
tructivista de la Psicología, de hecho con el aprovechar los fenóme-
surgimiento de la cibernética y la llamada nos de la realidad, existe
inteligencia artificial, dieron origen a un
nuevo campo del conocimiento denomina- en el ser humano desde
do Ciencias Cognitivas. En este nuevo esta- su nacimiento o se cons-
dio del desarrollo de las ciencias del cono- truye durante la vida de
cimiento y de la conciencia, se ha destacado
la vigencia e importancia de los resultados cada persona»
de la Epistemología Genética desarrollada
principalmente por Jean Piaget.
Si bien en la tradición educativa y aun en la misma Psicología se ha ten-
dido a presentar a Piaget como estudioso de la psicología infantil, estas tradicio-
nes han confundido la teoría de Piaget con su método, basado efectivamente en
el desarrollo de la inteligencia en el niño. Debe señalarse que la selección de este
método obedeció a la naturaleza del problema de estudio, a saber: el problema
de la ontogénesis de la inteligencia. Es precisamente por esta tendencia que con-
sideramos el trabajo de Piaget principalmente en su carácter de epistemología
genética.
Este campo del conocimiento aporta invaluables resultados a la solución
del problema del aprendizaje, destacando un conjunto de categorías centrales de
la epistemología genética. Consideramos principalmente el concepto de estruc-
32 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Debe destacarse que las equivalencias entre las formas descritas arriba
no provienen de una incapacidad visual o de una dificultad del acto práctico de
dibujar, sino del predominio conceptual sobre la imagen visual. Esto nos muestra
al mismo tiempo la concepción que el niño ha construido sobre el espacio y nos
ilustra también el hecho de que las operaciones mentales que realiza predomi-
nan sobre las percepciones sensoriales, lo cual es una constante de la inteligencia
en cualquier edad y nos ilustra finalmente la idea central de que toda percepción
es una construcción.
La comprensión del espacio a los tres años puede ser caracterizada como
una comprensión topológica, es decir, el niño ignora aspectos tales como la mé-
trica, la perspectiva y los ángulos, pero tiene en cuenta relaciones de proximidad,
apertura y cerradura de las figuras, así como las relaciones de contención entre
las figuras. Es interesante señalar de paso que la construcción de la geometría del
espacio por la inteligencia del niño sigue un orden inverso a la construcción de
los espacios abstractos en la historia de las matemáticas, ya que el concepto de
espacio topológico y consecuentemente de equivalencias topológicas correspon-
den a la matemática moderna.
En esta geometría topológica de la concepción del espacio construida
por el niño, además de la métrica y las relaciones angulares, están ausentes tam-
bién la proyectiva y la perspectiva, es decir, los dibujos por ejemplo son formas
planas que no distinguen frente y fondo, ni la disminución aparente de los ob-
jetos en función de sus distancias relativas, lo cual deriva de la inexistencia de
métrica. Esta construcción mental del espacio consistente en la incorporación de
la perspectiva y la proyección, constituye un tercer gran paso en la comprensión
La inteligencia en desarrollo 39
del espacio por la inteligencia, este tercer avance habrá de iniciarse hasta los sie-
te u ocho años de edad. Como muestra de estas insuficiencias podemos analizar
el punto de vista de un niño de 7 u 8 años, cuando se le pide anticipar la imagen
intermedia de un lápiz bicolor que habrá de completar una rotación de 180°. Por
sorprendente que parezca, el 60% de los niños de 7 años y el 40% de los de 8
años no pueden imaginar correctamente las posiciones intermedias del bicolor
ni reproducirlas con un dibujo o tomándolo con la mano.
Las rotaciones de los objetos en el espacio habrán de esperar hasta los
diez o doce años para ser anticipadas mentalmente, del mismo modo, mediante
la introducción de la perspectiva en esa edad, el niño se hace capaz de prever la
constancia de la forma de un objeto independientemente de la perspectiva desde
la que se le observa, así como imaginar y anticipar la imagen que presentará un
objeto observado desde una perspectiva distinta, por ejemplo a la derecha del
punto de vista actual. Del mismo modo, la incorporación de la recta proyectiva
le permitirá al niño incorporar tamaños aparentes de los objetos, por razones
de proyección en la distancia, ya que ello implica rectas cortadas en ángulo que
la mente toma por paralelas para representar su alejamiento espacial. Estos son
avances que suceden a los nueve o diez años y están encaminados a la construc-
ción de una geometría y a la construcción de sistemas referenciales y de coorde-
nadas. A esta edad el niño se hace capaz de conservar los tamaños, proporciones,
perspectivas y posiciones de los objetos en dibujos en dos o tres dimensiones.
La construcción mental de una métrica espacial, comprende varios pro-
cesos que el adulto tiene interiorizados, no son explícitos ni reflexionados, tan
sólo opera con ellos. Esta interiorización es resultado de un desarrollo. Medir
una parte del espacio implica la capacidad mental de abstraer. Separar esa parte
del todo, implica también segmentarlo para elegir una de sus partes como uni-
dad de medida, y requiere además el desplazamiento de esta unidad hacia la par-
te que ha de ser medida para identificar las veces que la unidad cabe en el todo.
En suma, la medida espacial implica la capacidad de análisis (segmentación del
todo en partes, selección de partes), clasificación (todo, parte, unidad), desplaza-
miento y adición de partes.
A los siete años estas capacidades no se han alcanzado, como puede ob-
servarse al pedir al niño de esta edad que copie mediante el dibujo un modelo
tan simple como un segmento de recta, la copia siempre resulta de longitud in-
ferior al modelo porque el niño sólo ha alcanzado una escala ordinal de medida
y desde su punto de vista mientras la copia no rebase los extremos inicial y final
del modelo es “del mismo tamaño”. No se trata de un problema de percepción
puesto que cuando se le pide que indique el tamaño del modelo mediante la se-
paración de sus dedos las longitudes coinciden, se trata de una incapacidad de
representación mental que se hace evidente en el dibujo por “simple” que éste
sea. Un fenómeno similar ocurre al pedírsele comparar longitudes de un alambre
extendido y el mismo alambre en arco, el niño sólo tiene en cuenta los extremos
40 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
y por ello subvalúa la longitud del arco. Cuando estas capacidades se han adqui-
rido, cuando se ha alcanzado este nivel de desarrollo, el niño ha completado una
comprensión del espacio que se apega a la geometría y a la métrica euclidianas.
Conviene explicar algo al respecto.
La geometría y la métrica euclidianas se denominan así en honor del
matemático Euclides quién las constituyó como cuerpo teórico hace ya más de
2,400 años en la antigua Grecia, estas corresponden por así decirlo a las concep-
ciones y propiedades “naturales” del espacio tal como lo entendemos en la edad
adulta sin ser matemáticos o físicos de profesión. Esta geometría se caracteriza
por diversas propiedades entre las que destacan dos fundamentales, una de ellas
consiste en que la suma de los ángulos internos de un triángulo cualquiera es de
180° y a ello se debe, por ejemplo, que los cuatro ángulos de un cuadrado sumen
360°. Por esta comprensión de los ángulos podemos captar la perspectiva y la
proyectiva de un dibujo o de una imagen real, así como las proporciones relativas
de los objetos según su tamaño real y su posición respecto del observador.
La métrica euclidiana resulta del célebre teorema de Pitágoras que nos
muestra, por ejemplo que en un rectángulo de lados treinta y cuarenta centíme-
tros, la diagonal mide necesariamente cincuenta centímetros o, en general, que
en un triángulo rectángulo, el que tiene un ángulo interno de 90°, al multiplicar
por sí misma la longitud de cada lado y sumarlas, la cantidad resultante es igual
a la longitud del lado mayor multiplicada por sí misma, tal como se ilustra en el
siguiente diagrama.
Es esta métrica la que nos permite estimar el tamaño de los objetos y de sus dis-
tancias relativas. Porque cuando tenemos un punto P y un punto Q en el plano, la
distancia (d), el tramo espacial que los separa, se puede calcular por sus proyec-
ciones horizontal y vertical respecto a ejes de coordenadas, tal como se muestra
en la siguiente figura:
La inteligencia en desarrollo 41
2. El aprendizaje de la materia
objetos, por ello entiende que una bola de plastilina es permanente, sin embargo
basta alargarla para que el niño considere que hay más plastilina, de continuar
alargando la misma plastilina el niño observará repentinamente que la figura es
demasiado delgada y considerará que ahora hay menos plastilina. Esto significa
que el objeto es permanente pero que la sustancia, en este caso la plastilina, no
se conserva, aumenta o disminuye su cantidad por el hecho de alargarla; por el
hecho de modificar su forma. Esta falta de correspondencia con la realidad tiene
una parte de su explicación en el concepto de centración, en el cual conviene
detenerse.
Decíamos al inicio de este capítulo que al nacer el niño no distingue
entre su persona y el mundo exterior, pues su comprensión de la realidad está
totalmente centrada en su persona, de tal manera que se trata del máximo ego-
centrismo imaginable. No es tan sólo aquel egocentrismo en el que pienso que el
mundo gira alrededor de mí porque soy el centro de las cosas; en el egocentrismo
del recién nacido, el niño y el mundo son la misma cosa indiferenciada, sólo que
se trata de un egocentrismo sin conciencia, puesto que el niño no tiene concien-
cia de sí mismo ni del mundo.
El caso del objeto no permanente, antes de que se comprenda su des-
plazamiento en el espacio, consiste también en un problema de centración. En
este caso el niño se centra en su acción y en su percepción y no en la objetividad
del espacio y del objeto, de tal manera que perder de vista el objeto equivale a
su desaparición del mundo (“si no lo veo no existe” pareciera pensar el niño),
sólo que a esa edad carece de palabras para hablar o para pensar mediante ellas.
Todos hemos observado que a los dos años un niño cree esconderse por taparse
los ojos.
Desde el punto de vista o más bien desde la estructura de pensamiento
del niño, la aparición o desaparición de sustancia que resulta como consecuencia
del cambio de forma (alargarlo), obedece en parte al hecho de que el niño centra
su pensamiento en una de las dos dimensiones del fenómeno, de esta manera
observa alargarse la bola de plastilina y considera que hay más plastilina, repen-
tinamente observa ya no el largo de la figura sino su ancho, la observa demasiado
delgada y considera que ahora hay menos plastilina. Sucede que la inteligencia
del niño a la edad de cinco años no puede considerar en la misma reflexión las
dos dimensiones, largo y ancho, centra su atención en el largo o en el ancho pero
es incapaz de centrarla en ambas.
Una explicación complementaria, solidaria, de la no conservación de la
sustancia, se encuentra en el concepto de reversibilidad, la cual consiste en una
operación mental que permite imaginar una transformación en una dirección e
imaginar la transformación inversa, es decir, aquella que de aplicarlas juntas re-
sultan en ninguna transformación. Alargar la plastilina y volver a darle forma
esférica, p. ej., o bien la reversibilidad puede consistir en dos operaciones que
se compensan entre sí, son recíprocas. Debe subrayarse que se trata de una ope-
La inteligencia en desarrollo 43
ración estrictamente mental y no de una acción tangible, ya que a los cinco años
un niño es perfectamente capaz de alargar y de dar forma esférica a un trozo de
plastilina, lo que no puede es imaginar una transformación e imaginar y asociar
al propio tiempo la transformación inversa o la recíproca; no puede anticipar
mentalmente el resultado de aplicar una operación seguida de la otra. Podemos
mostrar al niño cómo la plastilina se alarga y cómo se puede regresar a su forma
esférica, pero a esa edad la percepción visual no le es suficiente para convertirla
en operación mental, por ello continuará considerando, pese a lo que ve, que hay
más o que hay menos plastilina.
El concepto de reversibilidad, contribuye a explicar también al objeto no
permanente cuando no se ha construido aún el GD ya que el niño no puede ima-
ginar un desplazamiento, y su desplazamiento inverso. Sin esta operación mental
los desplazamientos no pueden ser comprendidos, lo que da como resultado un
objeto no permanente, un objeto fantasma. De hecho, antes de los dos años de
edad no existe ninguna representación mental de la realidad, sólo existe la acción
física sobre la realidad.
Un caso equivalente de no conservación de la sustancia se tiene en el
caso del transvase de líquidos. Antes de los siete años, por término medio, un
niño considerará que al transvasar un líquido hacia un vaso más alto y delgado
que el original, habrá más líquido por el hecho de que el nivel que alcanza en el
vaso es mayor; contrariamente, considerará que hay menos líquido cuando su ni-
vel sea inferior por tratarse de un vaso más ancho. Estos criterios los mantendrá
el niño no obstante que frente a sus ojos se realice el transvase y no obstante se
invierta el acto para probarle que se regresa a la situación original, el niño expli-
cará estos fenómenos mediante apariciones y desapariciones del líquido.
La aparente no conservación del líquido por trasvase obedece a la insu-
ficiente descentración y a la falta de reversibilidad del pensamiento. Centra su
atención exclusivamente en el nivel alcanzado por el líquido, sin poder asociar la
altura del nivel del líquido y el ancho del vaso. La insuficiente reversibilidad de
su pensamiento no le permite compensar mentalmente y por multiplicación ló-
gica (más alto y menos ancho o menos alto y más ancho), operaciones recíprocas
compensatorias; tampoco puede, por la misma insuficiencia de reversibilidad
operatoria, imaginar y asociar el transvase inverso para regresar a la situación
original y concluir por tanto la conservación del líquido. De nueva cuenta realizar
físicamente los transvases de ida y vuelta frente a los ojos del niño no le ayudará
a concluir la conservación, puesto que la reversibilidad es una operación men-
tal, es decir, consiste en interiorizar la acción para hacerla pensamiento y esto
es justamente lo que el niño no es aún capaz de hacer: la operación (mental)
de la transformación con su inversa o su recíproca. Este hecho ilustra, de paso,
un principio fundamental: el predominio de la razón sobre la percepción, pues la
percepción está condicionada por la estructura misma del pensamiento. Por ello,
si la reversibilidad no está construida como operación mental, la percepción no
44 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
cualesquiera, siempre hay a la mitad otro punto C y entre los puntos A y C existe
otro punto D, entre los puntos A y D existe otro punto E y así hasta el infinito.
Al sumar una millonésima de millonésima de segundo más otra millonésima de
millonésima de segundo un número infinito de veces, la suma total será infinita.
Esto nos lleva a la conclusión de que la pelota para recorrer 10 metros tardó un
tiempo infinito, lo cual es evidentemente falso. Observe que esta dificultad no se
resuelve considerando que el tiempo que estuvo la pelota en el punto P fue aún
más pequeño, por ejemplo una millonésima de millonésima de millonésima de
millonésima de segundo, ya que al sumar un número infinito de veces esta canti-
dad, o cualquiera otra que se elija, la suma volverá a ser infinita.
Si se modifica el criterio podría considerarse ahora que la pelota estuvo
un tiempo cero en el punto P seleccionado, pero al sumar cero más cero un nú-
mero infinito de veces, la suma total será cero y nos veríamos obligados a con-
cluir que la pelota para recorrer 10 metros tardó un tiempo cero, lo cual es nue-
vamente falso. Parece que nos encontráramos en un callejón sin salida, parece
que el razonamiento nos lleva al absurdo: la pelota tardó un tiempo cero o tardó
un tiempo infinito en recorrer 10 metros. Necesariamente hay un error, se trata
de un error de concepto y un error de razonamiento. Examinemos la cuestión
con más detenimiento.
Imagine usted la pelota en el momento en que está en el punto P selec-
cionado; en ese momento ¿su corazón late o está detenido? ¿los automóviles en
las calles avanzan o están detenidos? ¿la Tierra gira y se traslada o está detenida?
¿existe algún objeto en todo el universo que se esté moviendo o todo el universo
está detenido? Usted seguramente concluirá tras una reflexión que todo el uni-
verso con todos sus objetos están detenidos y, pensando a fondo, podrá tomar
conciencia de que el mismo tiempo está detenido o mejor aún, carece de sentido.
El tiempo no tiene sentido en ausencia total de movimiento, existe el tiempo en
tanto existe el movimiento y existe el movimiento en tanto existe el tiempo.
La pregunta ¿cuánto tiempo estuvo la pelota en un punto? no puede ser
contestada, más bien carece de sentido, lo que tiene sentido preguntar es ¿cuánto
tiempo tardó la pelota en pasar de un punto a otro punto? El tiempo sólo puede
concebirse asociado a la noción de movimiento de los cuerpos, sean pelotas que
se lanzan, manecillas de reloj que giran, péndulos que oscilan, nuestro planeta
que gira para pasar del día a la noche, corazones que laten, murmullos internos
que cantan.
Consideremos un niño de seis meses el cual, por su edad, no ha cons-
truido el esquema del objeto permanente, para él, como ya sabemos, no existe
conciencia del desplazamiento, por ello el objeto aparece y desaparece. Al no
comprender el desplazamiento, es incapaz de comprender el movimiento como
desplazamiento del objeto en el espacio y en el tiempo. A su vez, la incomprensión
del movimiento le impide comprender el tiempo. El tiempo consciente emerge
asociado al esquema del objeto permanente y a las velocidades, por tanto, sólo
La inteligencia en desarrollo 47
puede ser objetivado después del primer año de vida. Antes de este desarrollo, la
amplia centración del niño en sí mismo, le implicará una comprensión del tiempo
sujeta a estados subjetivos (de placer o displacer) que no constituyen una noción
del tiempo objetivo independiente del sujeto; de hecho, como ya veíamos arriba,
esta centración conlleva una falta de objetividad para la realidad entera incluidas
materia, espacio y tiempo.
A partir del segundo año de vida, ya construido el esquema del objeto
permanente, habrá de aparecer una conciencia de la sucesión temporal, asociada
a la sucesión de los acontecimientos, por ejemplo, de los desplazamientos de un
objeto. Esta comprensión de la sucesión de los acontecimientos es en sí misma
una conciencia del tiempo, limitada aún, pero conciencia al fin y al cabo, de un
tiempo objetivo e independiente del niño.
Esta insuficiencia se refiere a la medida del tiempo. En efecto, la medida
del tiempo implica la medida del movimiento, de los desplazamientos, de la velo-
cidad y por tanto del espacio. Pero antes de los siete años no se ha construido la
métrica del espacio, ni siquiera la métrica de la longitud. El niño sólo cuenta con
una comprensión topológica del espacio y una escala ordinal no conservativa de
la longitud y de la velocidad . Recuérdese que es incapaz de conservar la longitud
de un segmento al copiarlo mediante el dibujo, el cual reduce objetivamente la
magnitud del original, pero, en tanto no rebase los extremos de éste último, para
el niño se trata de “el mismo tamaño”. Las métricas del espacio, la velocidad y el
tiempo se constituyen independientemente pero en forma solidaria, de tal mane-
ra que la carencia de una implica la carencia de las otras dos.
Conforme a lo anterior, hacia los siete años de edad por término medio,
la comprensión del tiempo ha logrado los siguientes avances: se cuenta con una
comprensión objetiva del tiempo como realidad externa e independiente del su-
jeto; se han constituido series temporales objetivas, derivadas de la sucesión de
los desplazamientos de objetos; y, se cuenta con una escala ordinal no conserva-
tiva de los intervalos de tiempo.
Entre los siete y los once o doce años de edad el niño avanzará en la
reversibilidad operatoria que le permitirá relacionar dos movimientos indepen-
dientes, para asumir uno como unidad de medida temporal del otro (por ejemplo
el tiempo que emplean las manecillas del reloj en dar la vuelta o el ritmo cardia-
co). Constituirá así una métrica del espacio y una métrica del tiempo. Sin embar-
go, estas capacidades estarán aún ligadas a lo concreto, se referirán a la acción
del niño sobre los objetos y no contarán con el suficiente nivel de descentración
ni de reversibilidad operatoria para constituirse como comprensión abstracta,
interna, plenamente reversible y liberada de la acción sobre los objetos. Esta ca-
pacidad y este nivel de comprensión del tiempo habrán de esperar todavía hasta
los 14 ó 15 años de edad. Requiere mucho tiempo comprender el Tiempo.
48 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Todo adulto, aún siendo sordo, mudo o ciego, tiene la capacidad de representar
los objetos de la realidad en el pensamiento . Esta capacidad es el núcleo del
pensamiento simbólico. El sonido y la forma gráfica “mesa” le permiten evocar
una clase determinada de objetos asociada a ambos. Asimismo, al evocar el so-
nido y la forma gráfica “mesa” tiene la capacidad de imaginar esa misma clase
determinada de objetos. Esta es la capacidad de la inteligencia que queremos
denotar bajo el concepto de representación, es decir, hablamos de la capacidad
de la inteligencia para representar la realidad en el pensamiento. Esta capacidad
opera tanto para los objetos de la realidad física, así como para crear conceptos
tales como “sumar” o “energía” que no representan objetos sino operaciones o
propiedades más o menos abstractas. Permite además operar mentalmente esa
otra clase de realidad subjetiva y de múltiples significados encerrada en expre-
siones tales como “alegría” o “amor”.
Expusimos anteriormente que para el niño en su primera infancia, la
existencia permanente de los objetos es resultado de un desarrollo. Del mismo
modo, la representación no es una excepción del desarrollo, es decir, la represen-
tación como capacidad de la inteligencia tampoco es innata, sino que resulta de
una construcción gradual de la inteligencia y es, en sí misma, parte de esta inte-
ligencia gradualmente construida. Reflexionemos un poco sobre el significado y
las posibilidades que ofrece a la inteligencia la capacidad de representación, a
fin de anticipar su proceso de desarrollo, es decir, imaginarlo. Esta reflexión nos
servirá de referencia para comprender la forma en que objetivamente sucede
este proceso.
Si contamos con una representación de los objetos en el pensamiento,
no necesitamos de su presencia para pensar en ellos; si contamos con una repre-
sentación del movimiento de los objetos, no necesitamos verlos en movimien-
to para imaginar mentalmente su movimiento. Pero, más allá de ello, podemos
imaginar el movimiento de un objeto, no sólo aquí y ahora sino también en otro
tiempo y lugar. Es decir, podemos trascender el espacio y el tiempo. Estamos tan
acostumbrados a esta capacidad que la consideramos innata, de hecho, la ciencia
y la filosofía mismas en muchos de sus campos y corrientes aún lo asumen. Sin
embargo, son sobre todo la práctica y teoría de formas dominantes de la ense-
ñanza quienes la consideran implícita y aun explícitamente innata.
Dos de los problemas fundamentales en la ciencia, sobre si la represen-
tación es o no innata, si está o no dada como capacidad inmediata de la inteli-
gencia, son: el problema de la percepción y el de la memoria. Esta discusión aún
cuando es compleja, puede ilustrarse con las siguientes preguntas teóricas: ¿la
percepción de un objeto es una copia o es una construcción del objeto en el pen-
samiento? ¿memorizamos al objeto como lo vemos o como lo comprendemos?
Los avances de la neurología, de la psicología del aprendizaje y de la
epistemología han terminado por construir sólidos fundamentos para responder
La inteligencia en desarrollo 49
Un tiempo después, una semana, un mes, tres meses, etc., se les pide que recuer-
den las varillas y que hagan un dibujo de ellas. Los resultados son sorprendentes,
los niños de menos de siete años de edad que por razón de la misma no han cons-
truido una métrica del espacio, no comprenden la conservación de la longitud y
no tienen todavía la capacidad de clasificar objetos ordenándolos en series pro-
gresivas (seriación) . Son incapaces de reproducir la imagen real de las varillas en
el dibujo. La clase de dibujo que realizan es del siguiente tipo:
50 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
• Entre los siete y los once o doce años de vida, periodo correspondiente
a la etapa de las operaciones concretas, destaca el establecimiento de
la reversibilidad lineal, como logro que permite construir mentalmente
la inversa de una transformación o la transformación recíproca, pero
siempre en presencia y mediante los objetos y nunca ambas reversi-
bilidades aunadas. Destaca también la construcción de una capacidad
de combinatoria que permite explorar diversas variantes y relaciones
que intervienen en un fenómeno. El avance conquistado con las opera-
ciones concretas, incluye la métrica y las propiedades de conservación.
• Entre los once o doce y los quince años de edad, periodo correspon-
diente a las operaciones formales, gracias a la integración de la doble
reversibilidad, se completa la combinatoria de las posibles relaciones
en un proceso, es decir, se constituye el pensamiento lógico proposi-
cional, con el cual el pensamiento se libera de los objetos y de la de-
pendencia de la observación directa para comprender. La solución de
problemas se realiza ahora mediante un pensamiento hipotético basado
en la consideración de todas las proposiciones lógicas posibles.
Una vez presentada esta síntesis retomemos, con base en ella, la tarea que de-
jamos pendiente, o sea, el plantearnos desde un plano hipotético deductivo la
pregunta ¿cuáles son las etapas de desarrollo del lenguaje del niño como forma
de representación de la realidad?
Desde esta perspectiva podríamos prever, como en efecto sucede, que
la falta de todo tipo de representación durante la mayor parte del primer año de
vida hace imposible cualquier esbozo del lenguaje y que sólo con el surgimiento
de la imitación y con la coordinación de la audición y la fonación podrá dar inicio
una imitación de los sonidos en forma de balbuceos, provendrá posteriormente
una imitación diferida mediante la palabra. Esta imitación diferida consistente
en la evocación de objetos por las palabras que los significan, no podrá existir en
tanto no se constituya el esquema del objeto permanente y por tanto será hasta
el segundo año de vida ; como que, de hecho, se inician las palabras consagradas
a los objetos más significativos. En suma, por lo que respecta al inicio del lengua-
je, en tanto éste tiene a la lógica como sustento, sólo podrá iniciar una vez consti-
tuida la lógica de la acción cuya construcción es el fruto de la etapa sensomotora.
Analizamos arriba la complejidad inherente a cualquier palabra y con-
cluimos que toda palabra es un concepto, con el carácter general y abstracto que
ello tiene, ya que se refiere necesariamente a una determinada clase, por cierto
no unívocamente determinada dados los diversos significados que de hecho tie-
ne por lo general una palabra. Pero si durante toda la etapa preoperatoria el niño
carece de la capacidad de clasificación lógica y coherente, ello implica que el niño
no podrá contar con la palabra en su sentido conceptual, ni con la capacidad de
sintaxis que de suyo requiere la articulación significativa de palabras; es decir,
La inteligencia en desarrollo 57
to, pero sólo lo hace ante objetos presentes y, en caso de error, es incapaz de ha-
cer una corrección sistemática, lo cual muestra que su asociación no constituye
propiamente una clase.
Nos entendemos con los niños porque existen puntos de contacto entre
nuestro lenguaje y el suyo, además encontramos una funcionalidad común a am-
bos y aunque nosotros establecemos la significación, el niño adapta el lenguaje
adulto a sus propias significaciones. Además de lo anterior, nosotros suponemos
tácitamente que las de ellos son las mismas significaciones que las nuestras,
cuando la comprensión mutua falla no nos sorprende porque esto es común in-
cluso en la comunicación adulta y porque lo atribuimos a que el niño sabe menos
o tiene menos palabras que nosotros. Pero menos palabras no es lo mismo que
menos palabra.
Por lo que respecta a la etapa de las operaciones concretas, a ésta corres-
ponde justamente la última fase de la formación de complejos, ya que el término
de esta etapa y la de formación de complejos, sucede a la edad de doce años
por término medio. En esta etapa, el niño logra la capacidad de clasificación y
de correspondencia ante grupos de objetos presentes y, consecuentemente, la
construcción del seudoconcepto. Aunque a esta etapa corresponde la formación
de palabras “fenotípicamente” (en su apariencia) iguales a la palabra como con-
cepto, así como una sintaxis más estructurada y coherente, su lenguaje, al igual
que toda la inteligencia, aún está ligado a los objetos y carece de la estructura
proposicional correspondiente al lenguaje adulto.
De esta manera, el niño antes de los doce años no será capaz de entender
el significado de la solicitud “dime todas las combinaciones que se pueden hacer
con estos objetos” . No puede encontrar todas las combinaciones y además no
entiende el significado de la petición, como lo muestra el hecho de que él nos
ofrece una gran número de clasificaciones (considerando que, en este contexto,
“todas” supondría “todas las que haya encontrado”, y no “todas las lógicamente
posibles”). Después de los doce años, el niño ante el mismo problema podrá fra-
casar por la dificultad del mismo, sin embargo entenderá que ha fallado en hallar
una solución a algo que él sabe que tiene solución, porque entiende el significado
de la expresión “todas las combinaciones”.
Sería falso suponer que en el uso de las palabras, y en general en el uso
del lenguaje, el adulto mantiene la coherencia conceptual de la palabra, ya que
en sí misma y en función del contexto de su uso la palabra tiene una extraordina-
ria diversidad de significaciones. Conviene aclarar al respecto que aun cuando el
lenguaje constituye la principal forma de representación de la realidad, su fun-
ción no se limita a este aspecto cognitivo. La lingüística distingue por lo general
tres campos en el estudio del lenguaje: la sintaxis, como estudio de su estructura,
la semántica, que estudia su significado y la pragmática, que comprende el estu-
dio de su uso. La naturaleza de las palabras como conceptos y sus significados
corresponde principalmente al campo de la semántica. En la estructura del len-
La inteligencia en desarrollo 59
5. El aprendizaje de la causalidad
entonces el resorte se estira más; si el vaso es más ancho entonces el nivel del
liquido será menor; si se mueve el niño entonces se mueve la luna). Este pensa-
miento lógico se caracteriza por su carácter anticipatorio e hipotético, y por con-
tener implícita la forma de comprobar su veracidad o falsedad. Tomemos el caso
del nivel alcanzado por el líquido, probar la veracidad o falsedad de la explicación
propuesta implica, por simple que parezca, probar varias afirmaciones: 1) que la
propiedad se cumple para cualquier líquido; 2) que la propiedad se cumple para
cualquier vaso; 3) que una misma cantidad de líquido vertida en vasos de dife-
rente ancho, implicará diferentes niveles (sentido cualitativo de la propiedad); 4)
que una misma cantidad de líquido vertida en vasos de ancho creciente implicará
niveles decrecientes (sentido cuantitativo ordinal de la propiedad); 5) que una
misma cantidad de líquido vertida en vasos de ancho creciente implicará niveles
proporcionalmente decrecientes (sentido cuantitativo cardinal de la propiedad);
6) diferentes cantidades de un mismo líquido vertidas en distintos vasos del mis-
mo ancho implicará diferentes niveles.
Reflexionando con detenimiento esta disposición lógica, encontramos
que hay varios implícitos: 1) saber que se trata de la misma cantidad o de di-
ferentes cantidades, lo cual implica una medida del volumen; 2) saber que se
trata de un mismo ancho o de diferentes anchos, lo cual implica una medida de la
longitud; 3) un pensamiento generalizante para establecer los criterios cualquier
líquido y de cualesquiera vasos; 4) un pensamiento multicombinatorio para esta-
blecer todos los arreglos posibles, los casos 1 a 6 del párrafo anterior.
El niño de hasta 11 ó 12 años colocado ante el problema de nuestro
ejemplo anterior podrá prever la relación entre nivel alcanzado y anchura del
vaso, pero podrá hacerlo sin el criterio generalizante y multicombinatorio, es de-
cir, podrá hacerlo ante vasos concretos, ante líquidos concretos, pero siempre y
cuando aplique su pensamiento directamente sobre éstos.
Un avance ulterior en la capacidad de explicación causal requerirá un
nuevo estadio en el desarrollo de las estructuras operatorias; requerirá específi-
camente la consolidación de la capacidad mental de combinatoria y de la integra-
ción en un sistema de conjunto de las dos formas de reversibilidad operatoria:
la reversibilidad por inversión de una transformación (negación o inversa) y la
reversibilidad por compensación (recíproca). Esta necesidad operatoria se debe
a que la explicación causal es fundamentalmente una explicación por hipótesis
y de carácter general, es decir requiere de las operaciones mentales que permi-
ten prever las múltiples combinaciones que son en principio posibles entre dos
o más fenómenos (combinatoria), y de un control de estas combinaciones para
descartar o afirmar una determinada dependencia. Estas son las condiciones
fundamentales del pensamiento lógico proposicional que el niño alcanza entre
los 12 y 15 años de edad y constituyen el contenido y sustento del aprendizaje de
la causalidad.
Aclaremos lo anterior mediante un ejemplo. Preguntémonos sobre el
La inteligencia en desarrollo 65
La tabla significa, por ejemplo en su primera fila (A variable), realizar una se-
rie de experimentos modificando sucesivamente la altura de salida del péndulo,
pero manteniendo constantes la velocidad de salida desde su punto inicial, el
peso del péndulo, la longitud del péndulo y la resistencia del aire. La cuarta fila
(L variable) significa realizar una serie de experimentos modificando sucesiva-
mente la longitud del péndulo, pero manteniendo constantes la altura de salida
del péndulo, la velocidad de salida desde su punto inicial, el peso del péndulo y
la resistencia del aire. La tercera columna (P no variable) significa por su parte,
realizar una serie de experimentos manteniendo constante el peso del péndulo,
pero modificando una a una las demás variables.
Al realizar las diferentes series de experimentos se encontrará que el
periodo del péndulo sólo depende de su longitud y de la resistencia del aire: lo
cual implica que para fines prácticos en los que la resistencia del aire pueda ser
66 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Pensemos ahora en nuestro problema ¿el cambio del periodo del péndulo de-
pende solamente del cambio de su longitud? Para resolverlo representemos la
pregunta usando el simbolismo lógico de la implicación en la forma ΔL => ΔT La
solución del problema exige evaluar las siguientes proposiciones:
Los cuatro resultados que nos arroja son precisamente las cuatro proposiciones
que, como vimos arriba, debemos estudiar para resolver el problema. La signi-
ficación de esto es trascendental. Resulta que aplicar el conjunto (I, N, C, R) es
equivalente a realizar un razonamiento completo y coherente para la solución
del problema. En otros términos, la estructura del pensamiento, ya consolidado
como pensamiento lógico, es idéntica a la estructura del conjunto (I, N, C, R). La
inteligencia en su desarrollo ha terminado por tener esta estructura que consti-
tuye una capacidad lógico-deductiva capaz de comprender la causalidad objetiva.
Decimos que el conjunto (I, N, C, R) es una estructura porque cuenta intrínse-
camente con la estructura de grupo matemático y por ello se denomina Grupo
INCR, veamos (proponemos al lector que compruebe las igualdades):
Solemos creer que un niño aprende los números cuando logra contar verbalmen-
te un conjunto de objetos. Un simple experimento que el lector puede realizar
con un niño de preescolar es colocar dos hileras, cada una con la misma cantidad
de objetos, y preguntarle al niño en cuál de las dos hay más objetos. Si las dos
hileras están espacialmente distribuidas de tal manera que su largo es el mismo,
el niño contestará que tienen la misma cantidad, pero basta alargar una de las
dos hileras para que el niño responda que la más larga tiene más objetos justa-
mente porque está más larga. Aún cuando “sepa contar” una y otra hilera, para
el niño la cantidad no se conserva. Este sencillo experimento demuestra que no
comprende el número.
Si tenemos en cuenta el desarrollo de las estructuras de pensamiento
que se han alcanzado a esta edad, así como lo que intrínsecamente significa el
número, podemos darnos cuenta de que no podía ser de otra manera; a la edad
del preescolar no se han construido las bases de la inteligencia que permitan
la comprensión del número, su construcción por la inteligencia. Realicemos una
primera reflexión sobre el significado del número y los consiguientes requisitos
que debe satisfacer la inteligencia para aprenderlo.
La comprensión del número requiere la conservación de la cantidad
independientemente de la disposición figurativa o espacial de los elementos de
un conjunto y esta capacidad implica al menos las siguientes condiciones: 1) la
comprensión de la unidad; 2) la capacidad de clasificación; y, 3) la capacidad de
seriación. Piaget expresa que el número aparece así como constituyendo “una
La inteligencia en desarrollo 73
Esta última propiedad la expresa simbólicamente con la expresión: 1 < 2 < 3 < ...
< 11 < ... y esto es lo que significan los nombres “uno”, “dos”, “tres”, etc.
En función de lo anterior y por complicado que parezca, para contar los
15 elementos del conjunto, el adulto agrupa mentalmente los elementos median-
te un proceso que podemos representar gráficamente de la siguiente manera:
la acción sobre los objetos a las operaciones mentales sobre los mismos.
Sólo entre los siete y los doce años se complementa un primer nivel de con-
solidación de la representación como internalización de los objetos y de la
operación como internalización de la acción sobre los mismos, entonces se
hace posible la consideración de las dimensionalidades señaladas. Después
de este segundo gran avance en la descentración, entre los doce y los quince
años sucede un tercer gran salto. Hasta los doce años de edad si bien la inte-
ligencia del niño logra comprender con base en operaciones mentales sobre
los objetos, se trata de una inteligencia basada en los objetos, ya que sólo
puede comprenderse en presencia y mediante la acción sobre los objetos.
A partir de los doce años se inicia la conquista de una forma crucial de
independencia: una descentración del pensamiento respecto de la presencia
inmediata de los objetos. Con esta tercera fase de descentración, la inteli-
gencia se hace capaz de pensar en función de operaciones estrictamente
mentales sin la presencia de los objetos, y se constituye así una inteligencia
basada en la representación, la cual primero considera las posibilidades de
lo real y sólo posteriormente considera los objetos para probar la validez o
invalidez de estas posibilidades hipotéticas. En este nivel de descentración
y gracias a la enorme potencialidad de las operaciones mentales, el niño se
hace capaz de considerar un fenómeno multivariado y de explorar una a
una sus posibilidades, sometiendo a control a las demás, como lo ilustra-
mos con el caso del péndulo. Los posteriores avances de la descentración no
tienen límite. A partir de este punto la persona cuenta con la potencia del
pensamiento objetivo sobre la realidad, pensamiento que constituye la base
de la ciencia; pueden suceder entonces nuevas grandes descentraciones de
las que son ejemplo la revolución copernicana y la teoría de la evolución, las
cuales descentraron la posición del Hombre en el universo y entre los seres
vivos.
4. ¿Dónde y cómo se
guarda lo que aprendemos?
Aportes de la neuropsicología
para explicar el aprendizaje
L
os últimos veinte años han signi- «Las técnicas de estudio
ficado un avance sin precedentes del cerebro en plena acti-
en la ciencia del funcionamiento vidad y el estudio clínico
cerebral. El desarrollo de técnicas
de estudio del cerebro en plena actividad, de pacientes, han llegado
tales como la resonancia magnética nuclear a precisar y corroborar
y la tomografía por emisión de positrones, los resultados de la neu-
han venido a complementar los invaluables
aportes surgidos del estudio clínico de pa- ropsicología; empieza a
cientes con diversos tipos de lesiones cere- contarse con fundamen-
brales y de los aportes de la psicología ex- tos sólidos del funciona-
perimental. Todos estos avances han llegado
a precisar y corroborar los resultados de la miento cerebral»
neuropsicología, de tal manera que empieza
a contarse con sólidos fundamentos del funcionamiento del cerebro, aun cuando
buena parte de sus leyes permanecen en calidad de misterio para la ciencia.
Actualmente resulta un hecho probado la ocurrencia de fenómenos de
crecimiento cerebral –literalmente hablando– en el transcurso del aprendizaje.
El crecimiento de axones y dendritas, la división de células gliales, el incremento
en la disponibilidad de neurotransmisores y la conjunción de estos fenómenos
en la conformación de nuevas sinapsis durante el aprendizaje, se erigen en resul-
tados de primera importancia para explicar el fenómeno del aprendizaje. En este
capítulo presentamos algunos de estos resultados con el propósito de aportar
alguna comprensión de los complejos procesos cerebrales que ocurren en el acto
de aprender.
90 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Pregunto al amable lector “¿cómo se llama?” Es por demás obvio que no hubo
de recurrir a su acta de nacimiento para responder. Le pido ahora que cierre los
ojos y visualice la fachada de su casa con el mayor detalle posible. Es muy seguro
que podrá hacerlo y que la imagen conseguida supera el mejor de los dibujos o
pinturas. Puedo pedirle ahora que visualice las fachadas de cinco casas de sus
familiares y amigos y vaya voluntariamente de una a otra imagen; la velocidad
con que en su mente se proyectan estas imágenes supera a la más rápida de las
computadoras. Preguntamos ahora ¿dónde está guardada esta información? “…
en la memoria”, responderá probablemente el lector. En efecto, es en la memoria
donde guardamos lo que sabemos, pero si preguntamos ¿qué es exactamente la
memoria? responderemos que es el lugar donde se guarda lo que sabemos. Ob-
sérvese la circularidad viciosa en la que caemos, y no debiera ser para menos, ya
que saber qué es la memoria y qué es la conciencia constituyen la última frontera
de las ciencias del cerebro. Recién se inicia el camino para responder a estas in-
terrogantes, pero se inicia con paso firme.
En la neuropsicología se ha acuñado el término de engrama para refe-
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos? 91
cada uno de los individuos que las integran, ¿por qué no habrían –hipotética-
mente– de poder contener la memoria de lo que aprendemos? Después de todo
una molécula de ADN o de ARN son cadenas que contienen en cada uno de sus
eslabones una “palabra”, “escrita” en un código de cuatro “letras”; en una sola
molécula podrían contenerse millones y millones de posibles combinaciones de
sus cuatro “letras” moleculares A, G, T y C (adenina, guanina, timina y citocina),
cantidad más que suficiente para contener codificada la memoria o cualquier
tipo de información.
Debemos señalar que incluso existieron reportes de experimentos en
los que supuestamente se había conseguido transferir memoria de un individuo
entrenado a otro no entrenado, mediante la inyección de extractos cerebrales del
primero al segundo, especialmente con planarias pero también con ratones y ra-
tas. Pero estos experimentos nunca pudieron ser reproducidos de manera inde-
pendiente por otros investigadores, o bien existieron explicaciones alternativas
más simples y contundentes a la supuesta transferencia de memoria. Actualmen-
te esta hipótesis se ha desechado, lo cual no estamos seguros de si es una buena
o mala noticia para las prácticas de algunos maestros y docentes ya que, de ha-
ber resultado confirmada, podríamos pensar en el profesor mediante la imagen
de un médico: “enseñando” mediante una auténtica transmisión intravenosa del
aprendizaje; dejaríamos de adquirir libros para comprar ampolletas sobre inge-
niería, biología o mecánica cuántica, pero, por otra parte, el alumno quizá podría
optar por escuchar, o bien por comerse el cerebro del profesor. Usted qué opina.
Como veremos en el siguiente apartado, desde su surgimiento la hipó-
tesis de Hebb ha marcado la pauta en la explicación fisiológica del aprendizaje.
Pero en tanto presentamos los resultados, consideramos ilustrativo colocar al
lector en calidad de teórico del aprendizaje poniendo a su disposición una serie
de hechos a fin de que busque su relación y genere una hipótesis sobre la base
fisiológica de la memoria. Hipótesis que, como podrá darse cuenta, resultará muy
cercana a la hipótesis de Hebb. Para facilitar la comprensión y el análisis de esta
información, no vacilaremos en presentarla de manera informal y figurativa pero
esencialmente cierta ya que, traducidos los términos, corresponde a reportes ex-
perimentales y clínicos que el lector podrá consultar en la bibliografía recomen-
dada. Veamos los datos:
• Regrese usted con su alumno que está aprendiendo a tocar piano, pero aho-
ra contando con otro dispositivo, digamos unos lentes especiales que al mis-
mo tiempo le permiten ver a través del cráneo de su alumno y le aumentan
millones de veces el tamaño de la imagen, es decir sus lentes le dan visión
microscópica y de rayos X ¿qué esperaría usted observar? Observaría dos
tipos de células que existen en el cerebro. Por una parte las neuronas; vería
una multitud de estas células conectadas unas a otras en un complicadísimo
tejido, observaría que cada una de ellas consta de una serie de ramificacio-
nes llamadas dendritas, un cuerpo central y una ramificación relativamente
larga y gruesa denominada axón (ver siguiente figura). Encontraría además
a las células gliales, las cuales sirven de soporte a las neuronas, les sirven
de aislante, las alimentan y las limpian. Pero como usted estará observando
estas células mientras su alumno está aprendiendo, se daría cuenta de que
algunos axones están creciendo y que asimismo, crecen y se diversifican las
ramificaciones de las dendritas. Observaría además que las células gliales
se están dividiendo para multiplicarse y que al dividirse abren espacio por
donde se expanden los axones y dendritas de las neuronas.
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos? 95
Con esta información en mente intente formular una hipótesis que explique lo
que está sucediendo en el cerebro. Tenga en cuenta que la idea que construya
debe dar cabida a cada uno de los datos anteriores para que encajen entre sí
como las piezas de un rompecabezas. Después de un esfuerzo de reflexión, como
el que realizan los participantes en los eventos de capacitación, estamos seguros
que realizará una secuencia reflexiva como la siguiente: a) el ARN tiene un papel
de mensajero y entonces, si hay aumento de ARN es porque hay un mensaje, del
mismo modo que cuando vemos un cartero suponemos que hay una carta; b)
los mensajes que comunica el ARN son instrucciones para fabricar proteínas y
entonces, se trata de instrucciones para fabricar las proteínas cuya cantidad ob-
servamos aumentar; c) si se están produciendo proteínas es para fabricar algo,
podemos suponer que se trata del material que permitirá crecer a los axones y
dendritas y permitirá dividirse a las células gliales.
Hasta aquí habrá usted relacionado algunos de los datos que le hemos
proporcionado, pero ¿para qué estaría sucediendo todo ello? probablemente
haya atinado a la idea central: las neuronas se están ramificando para conectarse
entre sí; la división de células gliales abre camino a estas nuevas conexiones; se
está generando un nuevo circuito de neuronas y por lo tanto, la hipótesis central
consiste en que el aprendizaje que el alumno está realizando quedará registrado
en el circuito de neuronas en formación. Tendría usted que preguntarse ahora si
los demás datos son compatibles con esta hipótesis, veamos. ¿Cómo explicar el
efecto del choque eléctrico o del golpe en la cabeza? Tiene usted razón, ambos
interfieren con la formación del circuito y por ello no se registra el aprendizaje,
no se construye la memoria. Esto explica también que el choque eléctrico deja
de tener efecto si se aplica una hora después del evento de aprendizaje ya que se
habría dado tiempo a la formación del circuito. Resulta también congruente que
la intensidad del choque eléctrico se correlacione con la imposibilidad de esta-
blecer la memoria, ya que entre más intenso sea, mayor será su capacidad para
inhibir la formación del circuito de neuronas.
Vayamos más adelante con esta reflexión. Usted habrá postulado hasta
aquí que al aprender se forma un circuito de neuronas en el que queda grabada la
memoria de lo aprendido. Partamos de esta hipótesis y consideremos ahora que
96 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
del estudiante, para que mediante esta actividad del cerebro del estudiante se
construyan, en este cerebro, los circuitos de neuronas que habrán de contener el
aprendizaje. Desde nuestro punto de vista, esta evidencia fisiológica resuelve lo
que no ha logrado resolverse durante siglos de polémica sobre el deber ser del
proceso educativo: A menos de que nos refiramos a alumnos constituidos con
otras leyes biológicas, la única enseñanza posible es aquella donde el alumno
participa. En el siguiente apartado entraremos en detalle sobre este resultado
fundamental de la neuropsicología.
Con la conclusión del apartado anterior hemos contestado de hecho esta pregun-
ta en el sentido de que sucede una formación, modificación o consolidación de
circuitos de neuronas, sin embargo, es conveniente abordar esta cuestión entran-
do en detalle sobre las evidencias experimentales al nivel molecular y celular.
Coloquémonos ante la necesidad de fundamentar experimentalmente
que el aprendizaje se produce mediante la formación o consolidación de circui-
tos neuronales. La evidencia experimental que tendría que ofrecerse, tiene por
principio varias implicaciones. Partamos de que se pretende que un individuo
aprenda a asociar el fenómeno A con el fenómeno B que inicialmente están diso-
ciados. Nuestra hipótesis establece que la asociación se genera mediante un cir-
cuito neuronal que se establece físicamente como consecuencia del aprendizaje,
deben en consecuencia satisfacerse las siguientes premisas:
Este tipo de evidencias han podido ser establecidas mediante pacientes esfuer-
zos que dieron frutos apenas en la última década. Se trata justamente de apren-
dizajes de asociación como el presentado en el apartado inmediato anterior. Vea-
mos cómo han sido satisfechas las premisas anteriores, por ejemplo el caso de
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos? 99
enseñar a un gato a retirar la pata cuando escucha un silbato. Este tipo de apren-
dizaje corresponde al condicionamiento clásico. A la descarga eléctrica que hace
que un gato retire la pata al sentirla, se le denomina estímulo incondicionado y
podemos considerar que el retiro de la pata es una conducta ya presente en el
gato en forma previa al entrenamiento, que se trata de un reflejo natural ante el
dolor producido por la descarga. Pero no existe ningún reflejo que haga al gato
retirar la pata al escuchar un silbato, esta conducta debe ser aprendida, en este
caso al sonido del silbato se le denomina estímulo condicionado. Veamos lo que
en este aprendizaje concreto ha podido ofrecernos la evidencia experimental:
cial con todas las regiones de la corteza cerebral, tanto por conexiones que
van hacia la misma, como por conexiones que provienen de ésta, es decir,
existe comunicación aferente y eferente, de entrada y de salida.
• Además de prestarle atención al objeto, éste debe ser enfocado por la vista,
ello es posible por ajustes sumamente precisos del cristalino que permiten
dirigir al centro de la retina la información luminosa proveniente del objeto.
La información, en este caso luz, que llega a la retina es captada por células
especializadas en diferentes aspectos de esta información. En efecto, se ha
identificado que existen neuronas de la retina especializadas en al menos
los siguientes aspectos: el color; la orientación de líneas; el movimiento; la
frecuencia espacial (que consiste básicamente en la distancia angular que
separa a dos componentes de una imagen); la disparidad binocular (que
registra las diferencias de información derivadas de la posición relativa de
cada ojo respecto al objeto). Se trata de neuronas especializadas ya que sólo
son sensibles o sólo reaccionan a cambios en el parámetro correspondien-
te. Por ejemplo, una neurona especializada en la orientación no reacciona al
movimiento del objeto, solamente lo hace ante un cambio en la orientación
del objeto; lo recíproco también es cierto.
• La información captada por las neuronas de la retina es codificada como es-
tímulos eléctricos que viajan por el nervio óptico hacia la zona de la corteza
especializada en la vista, localizada en el lóbulo occipital, en la parte pos-
terior del cerebro –en la nuca–, así como en la parte inferior de los lóbulos
temporales (más o menos arriba de las orejas). Esta región de la corteza se
denomina por ello corteza visual, pues es capaz del procesamiento de la in-
formación visual. Está subdividida en subregiones denominadas primaria,
secundaria y terciaria, al igual que cada región de la corteza especializada
en cada uno de los sentidos. Cada una de estas subregiones tienen neuronas
y funciones especializadas, que describimos enseguida:
• En la subregión denominada corteza visual primaria o corteza estriada, lo-
calizada en la parte central del lóbulo occipital, existen grupos de neuronas
especializadas en analizar la información correspondiente a cada uno de
los parámetros ya mencionados (orientación, movimiento, frecuencia espa-
cial y disparidad binocular).
• En la subregión denominada corteza visual secundaria, también denomina-
da corteza extraestriada, localizada en torno de la corteza visual primaria,
existen grupos de neuronas especializadas en integrar la información co-
rrespondiente a cada uno de los parámetros anteriores, para cada una de
las diferentes zonas del objeto que está siendo visto.
• En la subregión denominada corteza visual terciaria, localizada en la parte
inferior de los lóbulos temporales, existen neuronas especializadas en inte-
grar, asociar, la información de los diferentes parámetros para hacer posible
la visión del objeto. Se ha encontrado evidencia experimental de que esta
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos? 105
Conviene mencionar por ejemplo que se han estudiado pacientes que no pueden
ver un objeto, digamos un florero, pero si les pedimos que tomen el florero que
está frente a sus ojos y deberían estar viendo, son capaces de dirigir con preci-
sión su mano y tomar el florero con todo cuidado, lo cual sería imposible si no
vieran el florero, es decir: lo están viendo pero no saben que lo ven, no tienen
conciencia de la vista.
Agreguemos un aspecto adicional sobre el proceso de percepción visual, para
106 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
¿Qué figura era el dibujo? Es altamente probable que haya contestado: “un rec-
tángulo con una cara”, pero ¿lo era realmente? Si usted observa nuevamente la
figura ¿contestaría lo mismo? Si se detiene a observar detalladamente, se dará
cuenta de que el dibujo ni es un rectángulo, ni es una cara. El dibujo los insinúa
y su cabeza los dibuja. Usted ha visto por años dibujos de caras y rectángulos,
por ello ha formado circuitos de neuronas en los que se guarda la memoria de
“rectángulo” y de “cara”, estos circuitos fueron activados ante la vista del dibujo y
sus objetos fueron “reconocidos” como tales. Toda percepción es una construcción
y una interpretación.
Ya veíamos en el capitulo anterior que al memorizar reconstruimos la
realidad y que esta reconstrucción está condicionada por nuestra experiencia
anterior y por el nivel de desarrollo de nuestra inteligencia. Ver un objeto es todo
un proceso en el que intervienen varias capacidades especializadas y participa
buena parte de nuestro cerebro y de nuestra historia: ¿quién lo hubiera dicho?,
tan sencillo que se veía.
Hasta aquí hemos abordado diversos tipos de aprendizaje: el aprendiza-
je por condicionamiento tanto clásico como instrumental; el aprendizaje motor;
y, el aprendizaje perceptual. Hemos visto que todos estos tipos de aprendizaje
son posibles mediante la conformación o consolidación de circuitos neuronales a
partir de procesos fisiológicos apegados a mecanismos semejantes a la Regla de
Hebb. Hemos hablado asimismo de la existencia de regiones especializadas del
cerebro para la percepción, para el procesar la información captada por los sen-
tidos y grabarla como memoria en circuitos neuronales, así como de subregiones
aun más especializadas al interior de cada región. Con el detalle del proceso para
un aprendizaje tan “simple” como percibir un objeto y la construcción de un cir-
cuito neuronal de memoria que permite reconocerlo, nos hemos podido percatar
de la asombrosa complejidad de la percepción sensorial.
Sin embargo, los tipos de aprendizaje explorados hasta ahora tienen un
carácter elemental que los coloca en el terreno de las capacidades que son posi-
bles para los animales. Justamente por eso, se ha avanzado en su conocimiento ya
que en su mayor parte proviene de la experimentación conductual y neurológica
con ellos. Las capacidades y los tipos de aprendizaje humanos son mucho más
107
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos?
complejos, pero hasta ahora todo indica que obedecen a los mismos principios.
Con base en lo que hemos analizado, estamos en condiciones de asomarnos a
conocer los procesos humanos de aprendizaje, para ello no necesitamos abordar
el aprendizaje de algo tan complejo como una teoría matemática (o agronómica),
es conveniente elegir un tipo de aprendizaje de carácter básico pero que sea pro-
totipo de las capacidades humanas de aprendizaje.
En el capitulo anterior tuvimos la oportunidad de analizar la naturaleza
de los procesos de desarrollo de la inteligencia y del aprendizaje desde el naci-
miento hasta el inicio de la madurez biológica y neurológica. De este estudio des-
tacaremos ahora tres elementos globales y característicos: el aprendizaje de la
representación; el desarrollo del pensamiento lógico; y, el aprendizaje de la cau-
salidad. En la actualidad la neuropsicología no ha avanzado lo suficiente como
para explicar en sí mismos el pensamiento lógico y el pensamiento causal, es de-
cir no ha logrado contestar la pregunta ¿cómo funciona el cerebro de tal manera
que hace posible el pensamiento lógico? De hecho el mismo planteamiento del
problema es ya una dificultad puesto que depende de cómo lo planteemos para
saber qué es lo que debe buscarse experimentalmente. Por ejemplo podemos
preguntarnos qué partes del cerebro intervienen en el pensamiento lógico y al
respecto existen ya respuestas como veremos adelante.
Alternativamente, podemos definir el pensamiento lógico y el pensa-
miento causal en términos de pensamiento relacional, es decir aquel que esta-
blece relaciones entre componentes en principio separados y establece criterios
para juzgar sobre la validez de tales relaciones. Esta perspectiva sería comple-
mentada si agregamos, en conformidad con lo estudiado en el capítulo anterior,
que los criterios mencionados no son innatos sino resultado del aprendizaje. Con
este agregado el pensamiento lógico y causal pueden ser considerados como co-
nocimientos relacionales de carácter doble, por una parte la relación entre pre-
misas y consecuencias o entre causas y efectos y, por otra parte, la relación entre
las conclusiones del pensamiento lógico y causal con los criterios de verdad para
estos pensamientos. Dicho de otra manera, al afirmar que A implica B o que A es
causado por B, estoy estableciendo un tipo de relación entre A y B, la relación de
premisa y consecuencia o de causa efecto, adicionalmente al juzgar si tales afir-
maciones son verdaderas o falsas estoy estableciendo un segundo tipo de rela-
ción, la relación entre el pensamiento que me llevó a la conclusión y los criterios
de verdad aplicables a ese tipo de razonamiento.
Desde esta perspectiva podemos ubicar al aprendizaje de conceptos,
al aprendizaje de la causalidad y al aprendizaje del pensamiento lógico, como
aprendizajes relacionales y plantearnos acerca de los mecanismos neurológicos
que permiten establecer relaciones. Adicionalmente podemos aprovechar el es-
tudio de uno de estos tipos de aprendizaje para avanzar en el conocimiento de los
otros dos. Esto es lo que haremos y elegiremos el aprendizaje de conceptos como
prototipo del aprendizaje relacional.
108 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
lo largo de la vida de cada persona. Piense ahora ¿a qué sabe una pérceba? o ¿a
qué sabe una pérceba de hierro? En efecto, usted tiene un circuito neuronal para
el sabor del hierro y ninguno para saber qué es una “pérceba”.
Dígase ahora en voz alta la palabra “quirchua” ¿qué imagen mental tie-
ne? ¿cómo es? ¿a qué sabe? ¿de qué color es? ¿cuál es su textura? ¿a qué huele? Es
inútil, sólo puede tener en mente el sonido “quirchua” y la imagen de la palabra
escrita, ¿por qué? En efecto, no lo tiene usted en la mente porqué no lo tiene en la
cabeza, más precisamente, porque no lo tiene en su corteza cerebral; porque no
ha construido circuitos neuronales para el olor, color, sabor, visión o textura de
una “quirchua” y por ende tampoco para asociar una y otra percepción. Se pre-
guntará usted ¿y qué es una “quirchua”? nada, es una palabreja que nos hemos
inventado. Pero, ya que hemos pensado en ella, podemos usarla; ¿para qué?, ¿qué
sugiere al lector? Yo le propongo lo siguiente: “quirchua”, palabra (o más bien,
pseudopalabra) que no entendemos porque no hemos construido los circuitos
neuronales que nos permiten saber que significa.
Sinteticemos: toda palabra es un concepto, que asocia diversas per-
cepciones sensoriales, y corresponde a un circuito neuronal complejo de inter-
conexiones con otros circuitos. Aprendemos una palabra porque creamos los
circuitos neuronales correspondientes, y los creamos a partir de circuitos que
correspondían a palabras y percepciones aprendidas con anterioridad. Sólo se
puede aprender a partir de lo que se sabe y mediante la modificación de lo que
se sabe. Esta conformación de lo que se sabe es posible mediante la modificación
de los circuitos neuronales correspondientes. Se trata de un fenómeno físico y
químico que sucede en la cabeza del que aprende por el hecho de pensar y sólo
por el hecho de pensar. Aprender es construir estos circuitos, por ello enseñar es
propiciar el pensamiento que lleve a la formación de estos circuitos.
Enseñar no es transmitir conocimientos, los conocimientos no se trans-
miten; el cerebro del alumno no es un recipiente en el que se vacían conocimien-
tos. El cerebro no se parece a un recipiente vacío, se parece más a un músculo
que crece porque se usa. Una vía complementaria para comprender lo anterior
es reflexionar sobre la naturaleza metafórica del lenguaje, ¿A qué nos referimos
con ello?, piense usted en el siguiente diálogo:
darse cuenta de que “has estado” hace referencia a una noción posicional, espa-
cial, para tratar una idea de naturaleza abstracta: “ánimo”, “logro”, “salud”, “pro-
blema”, etc. Sucede lo mismo con la palabra “pasándola” porque ilustra el tránsito
de un lugar (espacio) a otro. También sucede con la pregunta “¿cómo te ha ido?”
porque ido denota un movimiento en el espacio. Todas estas expresiones tienen
un carácter metafórico porque hacen referencia a lo concreto (espacio, tiempo,
objetos, colores, etc.) para referirse a lo abstracto.
Como se dará cuenta el lector, lo concreto significa aquí aquello que pue-
de ser percibido directamente por los sentidos, un movimiento, un color, un ob-
jeto, etc. Le proponemos al lector que trate de construir una oración que no tenga
este carácter metafórico. ¿Pudo hacerlo?, inténtelo de nuevo. Resulta sorpren-
dente el ejercicio, porque es extraordinariamente difícil por no decir imposible.
¿Cómo se explica esta dificultad?, en efecto, porque todo el lenguaje es metafóri-
co, es decir consiste en el uso de metáforas. Pero ¿por qué el lenguaje tiene este
carácter metafórico? (note el lector que usé la palabra “carácter” como si hablase
de una persona, es decir fui metafórico al decir que el lenguaje es metafórico).
Estudiamos en el capítulo referente a los aportes de la psicología, que el
desarrollo del aprendizaje y la inteligencia se deben en un principio a la acción y
posteriormente a las operaciones mentales como acción interiorizada. La acción
es una relación corporal con el resto de la realidad para conocerla, los primeros
aprendizajes están por ello ligados a lo corporal y, como veíamos, se refieren al
aprendizaje del espacio, del tiempo y de los objetos. Estos aprendizajes y los cir-
cuitos neuronales correspondientes sirven de base para el aprendizaje de nuevas
palabras y para la construcción de los circuitos neuronales que las contienen.
Piense usted en ello, las palabras se construyen haciendo referencia a palabras
más básicas y éstas hacen referencia a palabras aún más básicas de tal modo que,
al final del proceso de referencia, tenemos a los aspectos corporales, a las nocio-
nes de espacio, tiempo y a las percepciones sensoriales en general como la base
de todo el lenguaje. Por ello sucede que, por ejemplo:
Desde esta perspectiva, podemos decir que el pensamiento y las emociones con-
sisten en circuitos neuronales que representan la realidad y funcionan como pro-
gramas de acción, son por tanto circuitos premotores característicos de cierto
tipo, pero altamente modificables por la experiencia y el aprendizaje. Podemos
decir que toda la conducta incluyendo el habla y las expresiones emocionales
tienen un carácter motor. Llamamos “enojo”, por ejemplo, a un estado mental de
carácter emocional programado que nos permite traducir una posible amenaza
del medio en una respuesta motora destinada a enfrentar o evadir la amenaza;
por ello, hacemos los gestos agresivos involuntarios que avisan de nuestro enojo
y buscan evitar confrontaciones mayores con mayor riesgo. Estas gesticulaciones
son características de cada especie porque están programados por la evolución,
aunque se modifican por el aprendizaje (podemos hacernos maestros de la si-
mulación).
Esta importancia del sistema nervioso y de la propia inteligencia como
sustentos de las respuestas motoras, nos permite entender que cuando, por
deficiencias del desarrollo (lesión cerebral, desnutrición, falta de estimulación
temprana, enfermedad, etc.), el equilibrio, las posiciones y los movimientos cor-
porales no pueden ser regulados de manera normal por los componentes del
sistema nervioso originalmente responsables; la corteza cerebral se ve obligada
a intervenir, el resultado de ello son diversas discapacidades de aprendizaje.
Decíamos arriba que el aprendizaje conceptual, el pensamiento lógico,
el pensamiento causal, la lectura y la escritura son posibles en gran medida por
el hecho de que el humano dispone de una proporción de su cerebro que está
disponible para estos aprendizajes ya que está libre del control de la dinámica
corporal básica. Cuando por deficiencias del desarrollo del sistema nervioso la
corteza cerebral se ve obligada a ocuparse de este control, ve limitada su capaci-
dad para ciertos aprendizajes superiores.
Hemos estudiado hasta aquí diversos tipos de aprendizajes, desde los
más elementales como el condicionamiento clásico, hasta los más elevados como
el aprendizaje conceptual, el pensamiento lógico y el pensamiento causal, enten-
didos estos últimos como formas de aprendizaje relacional. Encontramos que
estos tipos de aprendizaje tienen su base neurológica en la formación, durante el
aprendizaje.
Por el acto mismo del aprendizaje, de circuitos neuronales complejos
conectan a su vez circuitos neuronales más simples, los cuales contienen la me-
moria de los componentes de un aprendizaje complejo. Sin embargo la compren-
sión del fenómeno del aprendizaje desde la perspectiva neuropsicológica, no se
reduce a la identificación de los circuitos neuronales como base material de la
memoria. Estos circuitos son la expresión final del proceso pero no explican la
dinámica del proceso en sí mismo. Es necesario que comprendamos básicamente
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos? 115
la dinámica general del complejo proceso que hace posible el aprendizaje, que
entendamos la manera en que se activan como en una orquesta las diversas re-
giones cerebrales que hacen posible el aprendizaje. A esto destinamos el siguien-
te apartado.
que tiene digamos a un metro de distancia, sólo que entre la pelota y el niño
coloquemos otro juguete especialmente llamativo por sus colores y dibujos ¿qué
piensa que hará el niño? Acertó: nos dará el otro juguete, y esto sucede porque
la conducta del niño de esa edad está regida por sus percepciones sensoriales y
no por el pensamiento ni por el lenguaje; lo llamativo del otro juguete captura la
atención del niño y le determina su conducta posterior, por ello procede a entre-
garnos este juguete no obstante que la instrucción verbal sea tomar la pelota, si
el juguete llamativo no está a la vista en el camino, pero el niño tomará y entre-
gará la pelota ya que comprende la instrucción pero esta comprensión no rige su
conducta.
Si nuestro sujeto experimental es ahora un adulto o un niño mayor de 12
años su conducta será totalmente distinta: estará regida por sus lóbulos fronta-
les y por el pensamiento simbólico o abstracto, será su inteligencia abstracta, su
comprensión, lo que determine la conducta posterior.
Para continuar con las fases subsecuentes del proceso de aprendizaje
mantendremos el supuesto de que nuestro sujeto experimental es adolescente
o adulto, además no estaremos interesados por ahora en el contenido particular
del aprendizaje que está realizando, sino en las funciones cerebrales por sí mis-
mas y nos concentraremos en ellas. Supondremos sin embargo, que se trata de
un aprendizaje consciente, característico de la inteligencia humana y por tanto
relacionado con las capacidades superiores de la inteligencia tales como el len-
guaje, el pensamiento simbólico, el pensamiento lógico o el pensamiento causal.
Podemos pensar por ejemplo que el reflejo de orientación de nuestro sujeto ha
sido desatado por la pregunta “¿los moluscos son animales vertebrados?”, si se
trata de aprendizaje escolar, o bien “¿qué es exactamente fertilizar?” si se trata de
capacitación campesina.
Nuestro sujeto se encuentra en el inicio del proceso de aprendizaje,
hasta ahora una fuente sonora (una voz que formuló una pregunta) despertó su
reflejo de orientación. A partir de este reflejo sus lóbulos frontales harán un ba-
rrido de su corteza cerebral rastreando en los circuitos neuronales de memoria
existentes la información relacionada con el estímulo y generarán una hipótesis
que identifique o explique aquello que ha suscitado su atención, mediante esta
hipótesis harán un pronóstico sobre cuál será la secuencia de información que
provendrá de la misma fuente en los siguientes instantes.
A partir de la hipótesis formulada, la nueva fase que se inicia tiene una
característica fundamental: se trata de la atención consciente, que es muy dife-
rente del reflejo de orientación, y que es justo eso, atención refleja. Esta nueva
fase tiene una cualidad especial, es plenamente activa y bipolar. El término bipo-
lar se aplica porque el cerebro está trabajando con un doble haz de información,
por una parte recibe información del exterior mediante sus sentidos y paralela-
mente tiene una hipótesis, es decir una construcción mental de lo que probable-
mente recibirá como información; esta construcción mental se basa en los circui-
tos de memoria existentes que más se aproximan a la nueva información. Estos
122 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
1. Con el rastreo que han hecho los lóbulos frontales en la corteza cerebral,
han formulado una hipótesis basada en la identificación de los circuitos
de memoria que tienen la mayor correspondencia con la información en-
trante y por esta correspondencia los han activado. Sin embargo, al haber
encontrado diferencias significativas entre la memoria existente y la nue-
va información, los lóbulos frontales han asignado importancia a esta di-
ferencia y por ello han coordinado un relevo: los núcleos amigdaloides no
generarán el fenómeno de habituación y cederán el control subcortical
del proceso a otra región que es fundamental para el aprendizaje, se trata
del hipocampo, ubicado en la base de los lóbulos temporales. Mientras
los lóbulos frontales asignen importancia, significación a la información
del exterior que está llegando a la conciencia, no se producirá la habitua-
ción, y nuestros instrumentos nos mostrarán los indicios de la comunica-
ción que están realizando los lóbulos frontales. Podremos observarla en
la clase de registros de los electroencefalogramas conocidos como ondas
de expectancia que se producen cuando por ejemplo nos concentramos
en un experimento en que nos piden oprimir un botón si se presenta una
luz y no oprimirlo si se presenta un sonido. Podremos observar también
la intensa actividad en los lóbulos frontales y en el hipocampo por los
instrumentos que indican el elevado consumo de energía asociado a la
atención consciente y a la disposición para memorizar información.
2. Con la participación de la formación reticular los lóbulos frontales consi-
guen mantener el tono cortical, es decir mantienen un adecuado nivel de
activación de la corteza cerebral. Logran además mantener la naturaleza
consciente de la atención, superando su carácter reflejo e instintivo, im-
primiéndole un carácter selectivo. Para ello la formación reticular inhibe
la atención a los estímulos irrelevantes y permite el paso hacia la corteza
de los estímulos que resultan importantes para el proceso de aprendizaje
en marcha.
3. Nuestros registros indicarán actividad en la parte intermedia superior
de la corteza, se trata de la activación de los circuitos neuronales de la
memoria más semejante a la nueva información. Los modelos teóricos
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos? 123
Nos interesa analizar aquí las funciones superiores de la inteligencia que hacen
posible el aprendizaje, sin embargo resulta útil que resumamos la secuencia: 1)
reflejo de orientación ante el estímulo; 2) los lóbulos frontales toman el control
del proceso; 3) realizan un escaneo de la corteza cerebral; 4) reconocen la infor-
mación relacionada con el estímulo; 5) formulan una hipótesis para explicar el
significado de la información entrante; 6) predicen la información subsecuente
que les llegará de la misma fuente del estímulo inicial; 7) inician la verificación
para comprobar si la información subsecuente confirma o rechaza la hipótesis;
8) proceden a un ajuste de la hipótesis y 9) se produce una retroalimentación del
proceso y se inicia el paso de la memoria de corto a largo plazo.
El núcleo de esta secuencia que amerita la intervención de las funciones
superiores de la inteligencia, es la comprensión y procesamiento de la informa-
ción entrante y de la información que está registrada en la memoria para dar
lugar a la formulación de la hipótesis. Nuestro sujeto ha escuchado el sonido; se
ha alertado y ha puesto una atención refleja, involuntaria, en la fuente de sonido,
esto puede lograrlo cualquier mamífero. Pero nuestro sujeto es humano y adulto,
por tanto su conducta estará regida por sus lóbulos frontales y por su pensa-
miento abstracto, simbólico.
Así, nuestros aparatos indicarán una intensa actividad de los lóbulos
frontales (esto se registrará a menos que nuestro sujeto tenga esquizofrenia o
una lesión masiva en los lóbulos frontales ya que en estos casos la actividad ce-
rebral podrá estar intensificada por ejemplo en la parte posterior del cerebro, en
la región correspondiente a la visión). Se verá activada también la región de la
corteza correspondiente al sonido ya que la fuente sonora fue una voz y el sonido
fueron palabras, se verán activadas también las regiones del cerebro que coordi-
nan el lenguaje.
¿Por qué se produce una intensa actividad de los lóbulos frontales? en
primer término porque ellos regulan el reflejo de orientación y además porque
los lóbulos frontales se encargan de las hipótesis, la predicción y la planeación y
porque las siguientes acciones que realizará el sujeto serán justamente una hipó-
tesis y una predicción. Una hipótesis porque el sujeto se dirá a sí mismo algo así
como “creo que fertilizar es poner polvo a las plantas para que crezcan mejor” o
“las mascotas vertebradas son las que tienen huesos, como mi gato”. Una predic-
ción porque el sujeto considerará que de estar en lo cierto el profesor expresará
a continuación tales y tales palabras en conformidad con la hipótesis.
Debemos considerar que hasta aquí apenas han transcurrido los pri-
meros segundos desde que se produjo la pregunta. No obstante el breve tiempo
transcurrido, la formulación de la hipótesis ha sido un acto complejo que sólo
125
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos?
está al alcance de los seres humanos. Para poder formular esta hipótesis los lóbu-
los frontales tuvieron que realizar un barrido con toda la corteza cerebral apro-
vechando que está conectada mediante axones con todas las regiones superiores
e inferiores del cerebro, pues no en vano ocupan el centro de mando aunque en
alguna medida lo compartan y en algunas circunstancias lo transfieran. Con este
barrido, con este escaneo de la corteza cerebral realizado, a los lóbulos frontales
les permitió escudriñar los circuitos neuronales existentes como si les pregun-
tara ¿qué sabemos sobre esta pregunta? La información existente les permitió
formular la hipótesis y consecuentemente la predicción. Pongamos un ejemplo
bastante simple que he practicado y suele funcionar en eventos de capacitación.
En medio de un tema y en un momento preparado para que sea tran-
quilo y silencioso, casi somnoliento, repentinamente desde el fondo del aula el
profesor empieza a tararear fuertemente una melodía y, una vez que ha callado,
pide al grupo que continúe tarareándola. Este experimento se realiza con dos
modalidades para el mismo grupo: primero, el maestro entona cuatro o cinco no-
tas de una melodía inventada que por ello nadie conoce, guarda silencio y pide al
grupo que continúe, hace una pausa y continúa entonándola. Segundo, el maes-
tro entona cuatro o cinco notas de una melodía ampliamente conocida, guarda
silencio y pide al grupo que continúe tarareándola, hace una pausa y continúa
entonándola.
En ambos casos el grupo voltea súbitamente a ver al maestro. Sin embar-
go, ante la melodía desconocida el grupo se queda callado y sorprendido, mien-
tras que, ante la melodía conocida, reacciona entonándola ¿ya sabe el lector por
qué? en efecto, por su reflejo de orientación los alumnos voltean a ver al profe-
sor en el fondo del aula, en los dos casos sus lóbulos frontales rastrearon en la
corteza cerebral en busca de información. En el caso de la melodía conocida el
rastreo les permitió un posible reconocimiento que les llevó a preguntarse “¿es la
marcha de Zacatecas?” con esa hipótesis empezaron a entonarla y comprobaron
su acierto. Por el contrario, en el caso de la melodía inventada el rastreo de su
corteza les reporta como respuesta a cada uno de ellos: “no tengo nada registra-
do al respecto, no tengo la menor idea de qué es lo que continúa” ante ello cada
alumno y por tanto el grupo guarda silencio y espera desconcertado.
La comunicación de los lóbulos frontales con el resto de la corteza ce-
rebral durante el aprendizaje es un proceso complejo. Tiene la función general
de incorporar la participación de las capacidades de pensamiento que el sujeto
ha construido, para realizar una construcción de conocimiento basada en la con-
frontación de la información entrante con la información que tiene registrada.
Esta idea ocupa un lugar central, indica que el aprendizaje no es una calca sino
una construcción de la realidad por las capacidades concretas de la inteligencia
del sujeto que aprende, capacidades radicadas en los circuitos neuronales que
cada sujeto ha construido en su cerebro.
Hemos insistido en que por esta razón la enseñanza no puede ser en-
tendida como transmisión de conocimientos. El aprendizaje y aún la percepción
126 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
son una construcción cerebral que los lóbulos frontales conducen mediante la
interacción con el resto de la corteza cerebral, y esta interacción puede ser com-
prendida mediante el análisis de la siguiente pregunta: ¿qué significa no en sí
misma sino para el sujeto la información que está percibiendo? Este significado
dependerá de las capacidades que han sido construidas en el cerebro del sujeto,
veamos:
jetos, considerando los rasgos que los hacen comunes y por tanto pertenecientes
a la misma clase, o sea, haciendo abstracción de los rasgos particulares que los
diferencian. También vimos que la construcción de la palabra-concepto es pro-
ducto de la experiencia social y es un proceso de representación de la realidad en
el pensamiento que involucra la percepción sensorial de los objetos.
Esta complejidad estructural de carácter psicológico, está correlaciona-
da con la complejidad del lenguaje como sistema funcional del cerebro, lo que se
traduce especialmente en la participación de diversas regiones cerebrales en las
que radica este sistema. En la siguiente figura presentamos un esquema del he-
misferio cerebral izquierdo ubicando los diferentes lóbulos que lo constituyen y
cuatro regiones importantes: las cortezas motora y sensorial y las áreas de Broca
y de Wernicke que respectivamente constituyen las áreas principales de emisión
y comprensión del habla.
En el esquema hemos representado los dos hemisferios suponiendo una vista
desde arriba de la corteza cerebral y que los lóbulos han sido extendidos para
ocupar el mismo plano. Usted puede imaginar que tomó la corteza de un cerebro
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos? 129
y la extendió sobre una mesa; con ambos esquemas podemos tener una idea de la
localización de las principales áreas de la corteza cerebral que forman parte del
sistema funcional del lenguaje.
Las dos principales zonas del sistema funcional del lenguaje son las zo-
nas de Broca y de Wernicke. Podemos considerar en términos generales que la
primera de ellas se encarga de la producción motora del habla, es decir de la ca-
pacidad de hablar. Fue identificada por Paul Broca a fines del siglo XIX al estudiar
un paciente que tenía marcadas alteraciones del habla; su autopsia reveló una
lesión en esta región, múltiples estudios posteriores han ratificado la función de
esta zona. La zona de Wernicke, identificada pocos años después por el científico
que le dio nombre, se encarga de la comprensión y la formulación del habla. Un
paciente con una lesión en esta zona puede escuchar pero es incapaz de compren-
der las palabras y frases que escucha; es incapaz también de producir frases y
oraciones para canalizarlas al área de broca a fin de que se expresen como habla.
En el diagrama se representa la conexión entre las zonas de Broca y de
Wernicke; se trata de un haz de axones denominado fascículo arqueado el cual
comunica ambas zonas para traducir la formulación de un contenido en habla.
El lector podrá imaginarse que un paciente con lesiones en esta conexión puede
comprender y formular el habla pero no puede enviar este contenido hacia la
zona de Broca para efectivamente hablar.
Pero estas dos zonas no pueden formular y producir habla por sí solas,
el contenido del habla consiste en conceptos relativos a objetos, percepciones,
acciones y demás aspectos de la realidad y la conducta, contenidos que han sido
convertidos en pensamiento simbólico y en conexiones neuronales. Además, la
palabra debe ser estructurada en frases para convertirse en habla y se nos pre-
senta también como frases. El contenido y la estructura del lenguaje implican la
intervención de otras regiones cerebrales que trabajan coordinadamente con las
zonas de Broca y Wernicke. En el esquema hemos indicado tres zonas LN que
intervienen para el uso de nombres (objetos), una zona LC que interviene para el
uso de colores, una zona LV que interviene para el uso de verbos (acción) y una
zona LF que interviene para la estructura y la síntesis implicadas en una frase.
Ya comentábamos que pueden producirse los más extraños trastornos
del habla, la escritura y la escucha de palabras; puede oírse sin comprender, pue-
den comprenderse palabras pero no frases; pueden comprenderse algunos tipos
de palabras y otras no, pueden comprenderse alguno tipos de frases y otros no,
puede estarse sordo o ciego a las palabras pero no a otros objetos etc. etc. Estos
trastornos se deben a lesiones localizadas de manera específica en las diferentes
regiones cerebrales involucradas en el sistema funcional del lenguaje.
Adicionalmente, debemos destacar que la comprensión del lenguaje y por tanto
el aprendizaje de cualquier contenido de naturaleza simbólica, implica la partici-
pación de las estructuras del pensamiento lógico y principalmente de los lóbulos
frontales. Cada frase escuchada, pensada o pronunciada tiene una determinada
130 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
zado, cada concepto, cada función y cada sistema funcional constituyen redes
neuronales que se crean y modifican por el aprendizaje. Existe una localización
relativa de las funciones básicas así como de los sistemas funcionales y por tanto
redes de redes que se dispersan en toda la corteza cerebral y aún en todo el sis-
tema nervioso ya que, por ejemplo, no se puede escribir sin el control del movi-
miento corporal y el control de los músculos de la mano.
Como hemos visto, el hemisferio izquierdo mediante los sistemas funcionales del
pensamiento lógico y del lenguaje es responsable de traducir y procesar la infor-
mación captada por los sentidos así como de confrontarla con el conocimiento
previo. Nos falta saber cómo serán almacenados estos aprendizajes de carácter
propiamente humano. La respuesta también es: en nuevos circuitos neuronales,
o más bien, en circuitos neuronales modificados, sólo que la regla de Hebb, aun-
que válida al nivel interneuronal fundamentalmente básico, resulta insuficiente
para explicar este tipo de aprendizajes ya que en este caso están involucradas re-
des neuronales complejas. Se hace necesario un modelo explicativo más amplio,
el cual fue aportado por Pribram. El modelo de Pribram es parte de la búsqueda
de los engramas e incorpora otro concepto fundamental, el concepto de consoli-
dación de la memoria con el que se busca explicar el paso de la memoria de corto
plazo a la de largo plazo, veamos.
Los aprendizajes complejos no se memorizan de inmediato, sin embar-
go la información que es recibida tiene que ser almacenada en forma inmediata
para ser procesada, el cerebro cuenta con una estrategia para hacerlo, se llama
memoria de corto plazo. Todos hemos experimentado de manera consciente el
significado y alcance de este tipo de memoria cuando hemos pedido un número
telefónico sin posibilidad de anotarlo, sabemos que estará en nuestra mente por
un breve tiempo y será olvidado, por eso lo repetimos en voz alta hasta que lo
marcamos, tenemos cuidado de no pensar en otra cosa, ni escuchar otra informa-
ción porque sabemos que olvidaríamos el número telefónico.
El modelo de Pribram considera que el proceso de construcción de la
memoria para un aprendizaje, inicia por la discrepancia entre la información
entrante y los registros cerebrales relacionados con esa información. Cada seg-
mento de la información que está llegando a la conciencia debe ser reconocido
mediante los circuitos neuronales de la corteza cerebral que más se asemejan, y
son por tanto capaces de interpretarla; como consecuencia, la información en-
trante genera la activación de diversas zonas de la corteza cerebral que están
reconociéndola.
El aprendizaje inicia porque los circuitos neuronales activados coinciden
sólo parcialmente con la nueva información, y esta relativa discrepancia activa la
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos? 133
Al inicio un grupo de células gliales separa a las Un cambio químico del medio induce la división
neuronas y les impide formar nuevas sinapsis. de células gliales, se abren espacios entre las
células por donde fluye un cambio químico que
estimulará el crecimiento de axones y dendritas.
Nos parece útil presentar en este apartado una versión integrada del contenido
del presente capítulo. Esto lo podemos lograr observando a la orquesta cerebral
en el acto de aprender y lo haremos sin entrar en detalle ya que buscamos com-
prender el proceso en su conjunto; iniciemos entonces.
Un estímulo externo ha captado la atención inconsciente del cerebro y
se desata el reflejo de orientación, la formación reticular conduce el encendido
de la corteza cerebral; el hipotálamo organiza el estado de alerta de todo el orga-
nismo y lo prepara para la acción, los lóbulos frontales realizan un barrido de la
corteza para comparar el estímulo con los circuitos de memoria existentes, for-
mulan una hipótesis sobre la información subsecuente. En esta ocasión la infor-
mación subsecuente confirma la expectación, la información resulta conocida e
irrelevante de modo que los núcleos amigdaloides señalan falsa alarma y activan
el mecanismo de habituación respecto a esa información. La formación reticular
relaja la actividad de la corteza hasta una próxima ocasión, el hipotálamo regresa
al organismo a su condición original de relajamiento, ha transcurrido menos de
un segundo.
Un nuevo estímulo hace que se repita el proceso anterior pero, en esta
ocasión, el barrido de la corteza identifica determinados circuitos de memoria
que reconocen parcialmente la información. Los lóbulos frontales formulan una
hipótesis sobre la información subsecuente, la hipótesis se cumple sólo en parte
y se produce un acoplamiento parcial, los circuitos implicados quedan activos y
se produce una interferencia con la información que se está recibiendo; los ló-
bulos frontales asignan importancia a la interferencia y por ello a la información
que provendrá, instruyendo a los núcleos amigdaloides para que cedan el mando
al hipocampo a fin de que mantenga la actividad reverberante de los circuitos,
e instruyen al hipotálamo para que considere relevante la información; éste in-
terpreta el mensaje actuando mediante los instintos básicos de placer y apetito
preparando al organismo para la acción. Instruyen también a la formación reticu-
lar para que mantenga activa la corteza cerebral y además filtre a la corteza sólo
la información relevante; se ha iniciado la atención consciente y pueden haber
transcurrido unos cuantos segundos.
Los lóbulos frontales tienen, así, el control de la situación, capturan y
procesan la información mediante las regiones cerebrales responsables de la
percepción, subordinadas al control de los sistemas funcionales del lenguaje y
el pensamiento lógico para dar inicio a la consolidación de la memoria de largo
plazo. Durante las próximas horas y los siguientes días el hipocampo mantendrá
la reverberancia de los circuitos neuronales de memoria implicados para que,
mediante instrucciones químicas complejas, generen la formación de nuevas
sinapsis que construirán un circuito neuronal modificado, en el cual radica el
aprendizaje adquirido y estará listo para servir a nuevos aprendizajes. Adicio-
¿Dónde y cómo se guarda lo que aprendemos? 137
5. ¿Barreras en el
pensamiento?
Aportes de la epistemología
al aprendizaje
L
a epistemología se ocupa del pro-
«La epistemología ofre-
blema del conocimiento, estudia el ce aportes a la explica-
significado del conocimiento y de ción del aprendizaje y a
las condiciones generales para ob-
tenerlo. Para cumplir su propósito, analiza a
la manera de conseguir-
fondo los métodos que emplean las ciencias lo; existen corrientes y
particulares así como en sus logros, dificul- tesis epistemológicas
tades, etapas de avance y de crisis. La epis-
temología es, en palabras del filósofo Mario
de valor extraordinario
Bunge, “la ciencia de la ciencia”. para entender el apren-
Entre sus preguntas fundamen- dizaje»
tales se encuentran: ¿es posible explicar
la realidad? ¿cuál es la diferencia entre el
conocimiento formal y el conocimiento empírico? ¿qué es una teoría científica?
¿hay diferentes métodos de conocimiento o son variantes del mismo método?
¿puede la inteligencia humana explicar el mundo? ¿el conocimiento puede ser
definitivo o siempre será aproximado? ¿el conocimiento científico es fundamen-
talmente distinto del conocimiento común? ¿es lo mismo conocer que aprender?
A partir de estas preguntas podemos darnos cuenta de que la perspecti-
va epistemológica también puede ofrecer aportes a la explicación del fenómeno
del aprendizaje y a la manera de conseguirlo y, en efecto, existen tesis epistemo-
lógicas de extraordinario valor para comprender el aprendizaje. Estos aportes
son de gran importancia aún cuando los aspectos epistemológicos se asocian por
lo general al problema filosófico del conocimiento en sí mismo y por tanto a las
cuestiones relativas al método científico y al desarrollo de la ciencia.
140 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Debo reconocer que esta nominación no sería muy acorde a los criterios del Pre-
mio Nobel. Recordemos por ejemplo que a Einstein se le dio el premio pero no
por la Teoría de la Relatividad sino por otro resultado, la explicación del llamado
efecto fotoeléctrico. Adicionalmente, es discutible nominar en medicina a Freud,
pero la psicología tiene también el propósito de sanar y el cuerpo forma una
unidad con la mente. Nuestra justificación es que más allá de la ortodoxia de la
nominación, el premio es sólo un pretexto para reflexionar sobre algunas de las
ideas contenidas en estas obras maestras de la inteligencia.
¿Barreras en el pensamiento? 141
Con este modelo heliocéntrico Hiparco logró cuadrar la trayectoria aparente del
sol; fue este modelo el que tomó y quizás completó Claudio Ptolomeo. En su sis-
tema figuraban tres tipos distintos de círculos: los círculos principales denomi-
nados “órbitas diferentes” que eran concéntricos a la Tierra y correspondían a
los planetas, a las estrellas fijas y a la bóveda celeste; los epiciclos asociados a las
órbitas diferentes y los círculo excéntricos asociados a los epiciclos. Bajo el su-
puesto de una Tierra inmóvil en el centro del universo, para explicar la rotación
planetaria y del sol, el sistema de Ptolomeo consideraba que el giro de la bóveda
celeste comunicaba su movimiento a las distintas órbitas en lo que era un siste-
ma de relojería a escala del cosmos. Observe usted que en el mismo periodo, en
la civilización helenística, se discutían tres teorías cosmológicas: la heliocéntrica,
la geocéntrica y una de carácter intermedio (el sol girando en torno a la Tierra y
los planetas en torno al sol).
Debemos preguntarnos ahora ¿qué pasó con todo este conocimiento,
con estos avances en astronomía, geografía, matemáticas, biología, medicina?
¿qué sucedió con estos conocimientos y con el debate científico entre las teorías?
La respuesta es simple y cruel: se perdieron, se destruyeron junto con la bibliote-
ca de Alejandría, pues sólo nos quedaron fragmentos. Este avance quedó en gran
parte perdido, para ser retomado 1,500 años después.
Hagamos ahora la siguiente reflexión: desde Copérnico hasta nuestros
días han transcurrido aproximadamente 500 años. Gran parte de la ciencia se
ha construido prácticamente en estos 500 años, imagine usted lo que la ciencia
encontrará en los próximos 1,500 años; ésta es una dimensión que puede darnos
idea de lo que la humanidad perdió con la desaparición de la biblioteca de Ale-
jandría; a mí me resulta estremecedor.
Esta estimación de la pérdida no es arbitraria, piense usted en todos los
conocimientos que hemos mencionado y se dará cuenta que con todos ellos la
humanidad estaba en la puerta de entrada de la ciencia moderna. Con la pérdida
de Alejandría y durante los siguientes 1,500 años
la Tierra “se volvió plana”, los océanos se dividie-
ron, dejó de pensarse en la posibilidad de “cierto”
continente (América); se canceló la fisiología, por
las arterias circuló aire; se redujo el tamaño del sol
y se estableció la teoría geocéntrica. Durante 1,500
años el modelo geocéntrico de Ptolomeo se empleó
y fue modificado con uno, otro y otro círculo excén-
trico para hacer cuadrar las nuevas observaciones
astronómicas hasta hacerse extraordinariamente
complicado y prácticamente incomprensible. Esta-
mos ante el panorama de un lamentable retroceso.
Hemos hecho este viaje a Alejandría, to-
Galileo Galilei
mando la idea de la obra de divulgación Cosmos de
144 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
El salto epistemológico dado por Newton es producto de una ruptura con las
concepciones vigentes y resulta inmenso; incluye al menos lo siguiente:
Pero ¿cómo saber que la canica está en reposo respecto al espacio? no se quiebre
la cabeza, es imposible saberlo, para lograrlo habría que colocar una marca en el
espacio para definir la posición de la canica respecto a ella y eso es imposible (ja-
que a Newton). Esta reflexión sobre el espacio absoluto y el movimiento absoluto
inquietaba a Einstein, pero tenía además otras grandes dudas sobre la naturaleza
fundamental del movimiento, veámoslas.
Después de la gran síntesis teórica conseguida con la dinámica newto-
niana, tuvo lugar una nueva e igualmente espectacular síntesis en las leyes del
electromagnetismo. A finales del siglo XIX el físico Maxwell concluyó una teoría
expresada en tan sólo cuatro ecuaciones que integraba, con la misma capacidad
deductiva y explicativa, la electricidad, el magnetismo, la luz y la radiación como
expresiones particulares de un solo fenómeno general: el campo electromagné-
tico. Por este trabajo bien valdría haber anotado a Maxwell en nuestra lista de
nominados Nobel.
Pero (sí, ¡pero!), algo no funcionaba del todo. La teoría postulaba que los
fenómenos electromagnéticos consistían en ondas. Se consideró entonces que la
luz emitida por el sol era una onda y como tal requería un medio para desplazar-
se ya que, según se entendía, toda onda se constituye por las oscilaciones de un
medio, tal como las ondas del sonido se deben a la oscilación del aire; las ondas
en una cuerda son oscilaciones de la cuerda y las ondas en el agua son oscila-
ciones del agua. Los físicos supusieron la existencia del éter, una sustancia que
supuestamente llenaba todo el espacio interestelar cuya oscilación generaba las
ondas de luz. Además, diversos experimentos y deducciones de la teoría electro-
magnética habían establecido que la luz se movía con una velocidad constante
independientemente de la velocidad con que se moviera la fuente luminosa.
El análisis de estos resultados implicaba al menos dos contradicciones
profundas:
Entre los argumentos que ofrece para sostener este postulado se encuentra la
generalidad de los resultados de la teoría newtoniana, expuestos arriba, ya que
le parece “poco probable” que esta validez general en el campo de la mecánica se
viole en otros campos para otros fenómenos. Un segundo argumento que ofrece
es el problema de la detección del movimiento absoluto de la Tierra respecto
al espacio o al éter, según su razonamiento en caso de no ser válido el principio
de relatividad “…sería de esperar que la dirección instantánea del movimiento
terrestre interviniera en las leyes de la naturaleza y que, por lo tanto, el compor-
tamiento de los sistemas físicos dependiera de su orientación espacial respecto
a la Tierra”.2
El segundo postulado en el que Einstein funda la teoría de la relatividad
especial es la constancia de la velocidad de la luz respecto de los sistemas de
referencia inerciales. Como vimos arriba, este hecho viola la ley de adición de ve-
locidades y con ello viola el principio de relatividad, ya que la ley de la constancia
de la velocidad de la luz no se cumpliría para dos observadores en movimiento
relativo uniforme. Sin embargo para Einstein esta violación es sólo aparente:
1
Einstein, A. 1998, p. 18
2
Ibíd.
3
Ibíd. p. 23
¿Barreras en el pensamiento? 151
rre una hora, para otro solamente media hora, y lo que mide un metro para uno,
para el otro mide dos metros, siempre y cuando, uno se mueva a la velocidad
suficiente respecto del otro. Otro caso, si el lector tuviera 30 años, y su hermano
gemelo inicia un viaje a enorme velocidad (digamos, durante lo que para el lector
en la Tierra fueron veinte años), ahora el lector tiene 50 años de edad y su her-
mano tendría tan sólo 37 años de edad. Esto no es “simplemente teoría” ha sido
verificado experimentalmente y, en efecto, el espacio y el tiempo son relativos.
Varias de sus predicciones de la relatividad especial y general hubieron de espe-
rar hasta la década de los años sesenta para ser probadas.
Einstein fue estrictamente riguroso en su postura epistemológica con-
tenida en su expresión, “ateniéndose uno sistemáticamente a estas dos leyes”
(sus dos postulados) y al hacerlo dedujo de ellos la existencia de fenómenos y
propiedades de la materia nunca antes imaginadas y mucho menos observadas.
Destaca entre ellas la conclusión de que la masa y la energía de un cuerpo son
expresiones distintas de la misma propiedad y que, por consecuencia, la masa de
un cuerpo puede ser convertida en energía; que la masa de un cuerpo se incre-
menta al aumentar la velocidad del cuerpo; y que la energía puede convertirse en
masa, lo cual conlleva en última instancia al origen mismo del universo.
Puede considerarse que la Teoría de la Relatividad Especial se creó
cuando la ciencia la hizo necesaria para resolver la crisis de la física al principio
del siglo XX, pero la Teoría de la Relatividad General es creada por Einstein al
margen del contexto existente en la ciencia, en otros términos, cuando no ha-
bía problema que resolver. El paso que dio Einstein obedeció a su insatisfacción
epistemológica, ya que había postulado la validez de su principio de relatividad
especial respecto a un sistema de referencia inercial, es decir respecto al “espa-
cio absoluto” y para cualquier observador que se desplace con un movimiento
rectilíneo uniforme respecto a éste, pero no para un observador con otro tipo de
movimiento.
Esto hacía que, en cierto modo, los observadores en sistemas inerciales
fueran observadores privilegiados, lo cual no le satisfacía ni, según él, debía sa-
tisfacer a nadie: “ninguna persona que piense con un mínimo de lógica se dará
por satisfecha con este estado de cosas y preguntará: ¿Cómo es posible que de-
terminados cuerpos de referencia (o bien sus estados de movimiento) sean privi-
legiados frente a otros (o frente a sus estados de movimiento respectivos)? ¿Cuál
es la razón de este privilegio?”4. No encontró ninguna razón para este privilegio
porque no existe tal razón, se trata de una consideración arbitraria que es de
hecho heredada del concepto de espacio absoluto.
Para resolver esta sinrazón Einstein da un paso adelante y extiende el
principio de la relatividad especial. Refiriéndose a los sistemas inerciales expone:
4
Ibíd. p. 65
152 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
5
Ibíd. p. 57
¿Barreras en el pensamiento? 153
6
Ibíd. p. 60
154 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
masa gravitacional. Las dos teorías son el resultado de las consecuencias lógicas
de estos postulados, expresadas mediante deducciones de su formulación mate-
mática.
El filósofo francés Gastón Bachelard, al estudiar la historia de la ciencia
en el sentido epistemológico, distingue de manera “grosera” (según sus térmi-
nos) tres grandes periodos del pensamiento científico y expone a continuación:
7
Bachelard, G. 1985, p. 9
¿Barreras en el pensamiento? 157
5. Niels Bohr,
el determinismo y la mecánica cuántica
Bohr nos explica que si clasificamos los elementos según su peso atómico se rom-
pe la periodicidad en algunos lugares de la tabla, pero si los ordenamos según su
número atómico la periodicidad se cumple exactamente. El número atómico es el
número de protones dentro del núcleo atómico o el número de electrones en el
átomo, ya que se trata de la misma cantidad puesto que el átomo es neutro. Muy
bien, pero, más despacio señor Bohr. Primero, habría que entender que el con-
cepto de número atómico se creó gracias al descubrimiento de las partículas que
integran el átomo; el electrón, el protón y el neutrón, pero necesitamos entonces
abordar brevemente la historia de la división del “indivisible” átomo; necesita-
mos también entender cuáles son esas “sencillas leyes” descubiertas por Henry
Moseley. Empecemos entonces por esto.
Los rayos X acababan de ser descubiertos por Roetgen y se produjo la
pregunta necesaria, ¿eran ondas, es decir radiación o eran partículas? La pregun-
ta se resolvió a favor de las ondas porque los rayos X se difractaban. Para pro-
barlo los Bragg, padre e hijo, los hicieron pasar a través de substancias sólidas y
pudieron medir la longitud de onda. Moseley realizó experimentos similares, es-
cogió los metales como substancias sólidas y tuvo la genial idea de seleccionarlos
según el orden en que aparecían en la tabla periódica de Mendeleiev. El resultado
fue sorprendente, a medida que avanzaba por la tabla, la longitud de onda de los
rayos X que salían de cada metal disminuía con una regularidad mayor que la del
peso atómico. Moseley había encontrado que la longitud de onda era un nuevo
criterio para ordenar los elementos, el cual demostró ser superior y definitivo
8
Bohr, 1970, p. 55
¿Barreras en el pensamiento? 161
para ordenar la tabla periódica, sabiendo que ya no habría huecos en ella y por
ende tampoco habría nuevos elementos por descubrir. En realidad la relación
entre la radiación emitida por una sustancia y los elementos que la integran ya
había sido propuesta, observada y medida desde hacía entonces más de 50 años
(no empero en el estudio del átomo que es el “microcosmos”, sino en el mundo de
las estrellas y galaxias, el “macrocosmos”).
Moseley había enviado radiación hacia los metales (rayos X) y la había
medido después de atravesarlos. Pero las substancias pueden emitir por sí mis-
mas radiación observable cuando están calientes (¿recuerda usted cuando ha ca-
lentado un metal?). Las estrellas emiten radiación por la temperatura a la que se
encuentran, de modo que los astrónomos demostraron que la radiación emitida
por una sustancia era característica de esa sustancia e inventaron un instrumen-
to para medir la radiación emitida; se pusieron así a caracterizar la luz de las
estrellas, incluso, descubrieron elementos no conocidos. En 1868 encontraron,
gracias a un eclipse, una radiación proveniente del sol que no correspondía a nin-
gún elemento conocido y lo llamaron helio (el nombre del sol para los griegos).
El mayor mérito de Moseley radica en haber relacionado la longitud de
onda de la radiación de rayos X, saliente de la sustancia, con la secuencia de la
tabla periódica. Demostró con ello que esta longitud de onda era un criterio de
organización periódica más adecuado que el peso atómico. Pero (sí, de nuevo
pero) ¿por qué exactamente? Aquí es donde entra en escena Niel Bohr; leamos,
en sus propias palabras, la utilidad que encontró en estos resultados:
Resultó evidente desde un principio, que, sobre la base del modelo de Ruther-
ford, la típica estabilidad de los sistemas atómicos se hallaba en violenta
contradicción con los fundamentos de la mecánica y de la electrodinámica.
Efectivamente, en la mecánica newtoniana, ningún sistema de cargas puntua-
les admite un equilibrio estático estable, y, por otra parte, de acuerdo con la
electrodinámica de Maxwell, cualquier movimiento de los electrones alrede-
dor del núcleo debería dar lugar a una disipación de energía en forma de ra-
diación, acompañada de una continua contracción del sistema, para terminar
en una firme unión del núcleo y de los electrones dentro de una región de
tamaño bastante más pequeño que las dimensiones atómicas 10.
10
Ibíd. p. 42
11
Ibíd. p. 42
164 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
A Bohr no le parece sorprendente que todo el edificio construido por la física es-
tuviera a punto de derrumbarse, y es esto lo que merece llamarse mente abierta a
las nuevas explicaciones de la realidad. Sin embargo, para la Física en general las
contradicciones del modelo atómico de Rutherford, los trabajos de Plank y Eins-
tein a los que se refiere y muchos otros fenómenos, significaron una de las crisis
y de las revoluciones científicas más grandes que se hayan producido, o incluso,
se trate de la mayor de todas. Veamos rápidamente dos de los trabajos de Plank
y Einstein a los que se refiere Bohr.
En 1899 Plank estudió la radiación emitida por un cuerpo extremada-
mente caliente (como vimos arriba, esto ya lo estaban haciendo los astrónomos
para caracterizar los elementos). Encontró que las características de la radiación
no podían ser explicadas conforme a las leyes del electromagnetismo, y dio una
solución alternativa: el fenómeno era explicable si consideraba que la luz emitida
como radiación, consistía en pequeñas partículas cada una de las cuales tenía
una energía proporcional a la frecuencia de la radiación; ilustrémoslo con el si-
guiente esquema en el que se observan paquetes de ondas, cada uno de los cuales
constituye un fotón:
la luz se comporta como ondas y la materia como partículas. Las leyes del elec-
tromagnetismo y de la mecánica resultan válidas, además, al considerar a la luz
como corriente de partículas ya no fue necesario suponer la existencia del éter
como medio en el que ondula la luz para llegar del sol hasta nosotros, por ejem-
plo. Resultado final, las leyes del electromagnetismo y de la mecánica son un caso
particular de la mecánica cuántica y de la teoría de la relatividad; se cumplen
cuando consideramos fenómenos con objetos mayores a los átomos y velocida-
des pequeñas comparadas con la de la luz. El nuevo conocimiento constituyó un
saber rectificado.
Con esta nueva visión del mundo atómico, Bohr explicó la estructura ató-
mica. Su punto de partida consistió en sostener que el electrón no emitía radia-
ción al girar en torno al núcleo, pero no bastaba postularlo, había que construir
una explicación alternativa y así lo hizo: postuló que el electrón giraba en órbitas,
cada una de las cuales estaba determinada por un nivel energético determinado.
En virtud del carácter cuántico de la energía, sólo podía existir una secuencia
discontinua de órbitas, el electrón sólo podía moverse en estas órbitas; al ganar
energía cambiaría de órbita para ocupar una más lejana al núcleo y al perder
energía pasa a ocupar una más cercana, pero (y este es otro gran “pero”), ¡nunca,
ni un solo instante, podría pasar por un lugar intermedio entre dos órbitas! Esto
es francamente inaudito, inconcebible en realidad. Expondré en un dibujo y con
una analogía para que pueda observarse a qué me refiero.
L: ¿Está el electrón?
P: No, se fue a la órbita 1
L: ¿Y por dónde se fue?
P: Se fue por ningún lado
L: ¿Perdón?, creo que no le escuche bien, o habrá querido decir “no me fijé
por donde se fue”
P: Me escuchó usted bien; sí me fijé perfectamente bien, y sí, le dije que se fue
por ningún lado.
Para Bohr el asunto era concebible al explicar que cada órbita corresponde a un
nivel de energía, al cambiar de órbita absorbe o emite energía pero sólo puede
hacerlo en quantos de energía; no puede hacerlo en medios quantos porque no
hay medios quantos. Además, cada órbita corresponde a un valor de la energía de
enlace con el átomo y estos valores también están “cuantizados”, en consecuen-
cia, sólo existe un número discreto de órbitas, por eso solamente puede estar
en una órbita o en las siguientes, pero no a medio camino entre las órbitas. Las
órbitas y la energía están cuantizadas, el electrón da saltos cuánticos, se mueve
a saltos. Sería demasiado largo explicar la historia y los razonamientos en torno
a mediciones más finas y al avance de la mecánica cuántica que terminaron de-
mostrando que en realidad cada órbita se compone de varias subórbitas con el
mismo nivel energético, aunque diferentes en otros parámetros. Con estos avan-
ces, la distribución electrónica se hizo más compleja pero preservó la naturaleza
cuántica descubierta por Bohr quien obtuvo el Nobel en 1922 por este trabajo.
Aunque renunciemos a entrar en detalle, es conveniente comentar el re-
sultado final de la revolución científica que construyó la Mecánica Cuántica. Las
imágenes mentales que nos formamos de la realidad se volvieron insuficientes
para comprender los fenómenos a escala atómica, pues las ideas de partícula y
de onda son en el fondo imágenes mentales que construimos para representar la
realidad y comprenderla, funcionan al nivel de los fenómenos y objetos con los
que tratamos, pero se vuelven insuficientes e incluso paradójicas al explicar el
mundo atómico. Observamos que los objetos se mueven y construimos la noción
de trayectoria, nos explicamos entonces que los cuerpos se mueven en una tra-
yectoria, simple o compleja, pero necesariamente en una trayectoria.
En los fenómenos atómicos el concepto de trayectoria carece de sentido,
el electrón en el átomo no sigue una trayectoria, si lo hiciera tendría que pasar
por las regiones intermedias entre dos órbitas y no lo hace. Los físicos compren-
dieron la necesidad de renunciar a las imágenes intuitivas y representar los fe-
nómenos de la realidad en lenguaje estrictamente matemático, buscaron que las
consecuencias matemáticas predigan los resultados que habrá de esperar en las
mediciones experimentales. Este trabajo de formulación matemática de la me-
cánica cuántica se concluyó en su sentido esencial en 1927 de manera indepen-
diente en los EUA y en Europa, por obra de genialidades entre las que destacan
Einstein, Bohr, Born, Schrödinger, Heisenberg, Dirac y Pauli.
168 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
12
Cfr. Landau et al. 1974
13
Bohr, op. cit. p. 5
¿Barreras en el pensamiento? 169
zado la teoría? o ¿se debe a que los fenómenos atómicos y por ello el mundo, son
en sí mismos probabilísticos? Esto último significaría que a una misma causa en
idénticas condiciones no corresponde un mismo efecto sino una serie de posibles
efectos con probabilidades distintas.
Aun cuando todos los físicos están de acuerdo en el formalismo mate-
mático de la mecánica cuántica, no existe el mismo consenso en cuanto a la in-
terpretación de su significado físico, ni existió siquiera entre sus creadores. La
interpretación física de la realidad según la explica la mecánica cuántica ha sido
incluso motivo de las discusiones teóricas y filosóficas más descabelladas y, a me-
nudo, carentes de fundamento, pero también es y fue motivo de discusión entre
los propios creadores de la teoría.
La interpretación estadística y probabilística de la mecánica cuántica se
debe fundamentalmente a Max Born, pero su interpretación no era compartida
por los demás fundadores de la teoría; leamos lo que al respecto comenta:
Y continua Born:
14
Einstein et al. 1999, p. 253
15
Ibíd.
170 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Querido Born [...] la mecánica cuántica es algo muy serio. Pero una voz inte-
rior me dice que de todos modos no es ése el camino. La teoría dice mucho,
pero en realidad no nos acerca mucho al antiguo secreto. En todo caso estoy
convencido de que Él no juega a los dados 16.
Querido Born [...] en nuestras perspectivas científicas nos hemos vuelto antí-
podas. Tú crees en el Dios que juega a los dados y yo creo en la ley y la ordena-
ción total de un mundo que es objetivamente y que yo trato de captar en una
forma locamente especulativa 17 .
16
Ibíd. p. 119
17
Ibíd. p. 189
18
Ibíd. p. 268
¿Barreras en el pensamiento? 171
19
Ibíd. p. 263
172 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Este tipo de moléculas son las precursoras de la vida, vida cuya complejidad y
evolución fueron iluminadas por nuestro siguiente nominado: Charles R. Darwin.
Estamos ante los principales fundamentos que Darwin consideró necesarios así
como inseparables, y a los que se avocó no sólo en su libro sino durante toda su
vida. ¿En cuáles de estas pruebas considera que habría usted mismo pensado?
¿qué piensa sobre aquéllas que no incluyó? ¿le gustaría volver a reflexionarlo?
Partamos de que las tiene en mente y volvamos a Darwin. Aunque no pueda afir-
marse que Darwin resolvió las implicaciones de todos y cada uno de estos pro-
blemas, con todo, sí les pudo comprender sistemáticamente, y ofreció pruebas
de la mayor parte de ellos. Los fundamentos reunidos y su capacidad explicativa
fueron suficientes para establecer la teoría como el paradigma evolutivo domi-
nante desde entonces; ahí donde la evidencia no era suficiente o incluso podría
refutar su teoría, supo diferenciar lo que era sustancial de lo secundario y supo
confiar asimismo en sus postulados centrales.
Exploremos la forma en la que Darwin abordó algunos de los principa-
les problemas mencionados, empezando por la evidencia de la transformación
174 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
20
Muy especialmente en Descent of Man, libro de 1871
178 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
21
Kuhn, Th. 2000, p. 33.
¿Barreras en el pensamiento? 179
22
Bohr, op. cit. p. 32.
23
Schrödinger, E., 1985 p. 17.
¿Barreras en el pensamiento? 181
[…] evidentemente el gen es algo más que una homogénea gota de líquido.
Probablemente se trata de una gran molécula de proteína, en la que cada áto-
mo, cada radical, cada anillo heterocíclico, tiene un papel individual y más
o menos distinto del que tiene cualquiera de los otros átomos, radicales o
anillos 25.
24
Ibíd. p. 37
25
Ibíd. p. 47
26
Ibíd. pp. 81-82.
182 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
27
Watson, James, citado en: Thuillier 1985, p. 23.
¿Barreras en el pensamiento? 183
Estos antecedentes sobre el estudio del ADN ilustran que antes del estableci-
miento del paradigma, existen ideas exploratorias que rondan en torno a una
perspectiva; convergen y divergen en ideas cercanas al paradigma, justamente
porque éste no ha sido constituido y por tanto no es posible establecer la di-
rección de los experimentos ni un marco de interpretación único. La falta del
paradigma deja ambiguas las prioridades sobre el estudio de la estructura o de la
información, de la organización o de la función de las moléculas que son impor-
tantes para la vida. Cada investigador oscila entre una u otra postura. La figura
de Delbrück es particularmente reveladora, es él quien incorpora la noción de la
información como foco de la búsqueda de la investigación y desconfía del reduc-
cionismo a la física, pero al propio tiempo él es un físico que aplica brillantemen-
te la radiación para determinar el tamaño del gen. Determina que este tamaño es
similar al de una molécula pero no le parece conveniente la idea de reducir el gen
a la molécula. Después del descubrimiento del código genético, no se convirtió de
inmediato en un partidario de la reducción a la física, sin embargo Bohr comentó
en 1962 “Recuerdo vivamente que Delbrück, al darme cuenta del descubrimien-
to, me dijo que podría conducir a una revolución comparable al desarrollo de la
física atómica que se inició con el modelo nuclear del átomo de Rutherford.”28
En este contexto, el descubrimiento del código genético en el ADN por
Watson y Crick en 1952, constituye la culminación de un paradigma que se había
venido gestando. Estos investigadores resolverían el problema en función de ha-
bérselo planteado de forma nueva, es decir, se inclinaron por la hipótesis de los
ácidos nucleicos, y no por la de la proteína. Unos años después, en 1957, Francis
Crick daría el golpe final con el desciframiento del papel del ARN como mensa-
jero del código genético. Con estos dos resultados quedaba iluminado el progra-
ma abierto con la teoría de la evolución; se había explicado así el misterio de la
“descendencia con modificación” (planteado por Darwin) mediante la estructura
del código, para expresarse como una “invariancia replicativa”. La génesis de las
especies adquiría un nuevo sentido a partir del triple proceso: replicación, muta-
ción y traducción de la información que diseña la organización y funcionamiento
de los seres vivos. Se abría un nuevo camino hacia la posible conquista de dos
fronteras del conocimiento: el origen de la vida y el problema de la conciencia.
Eventualmente Crick mudaría sus empeños de investigación hacia el problema
conciencia o, como él mismo lo llamaría “la búsqueda científica del alma”. Nue-
vamente resultó cierta la expresión de Bachelard “Lo real no es jamás ‹‹lo que
pudiera creerse››, sino siempre lo que debiera haberse pensado” 29.
28
Ibíd
29
Bachelard, G. op. cit. p. 15.
184 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
[…] durante mucho tiempo he estado dispuesto a atribuir a Janet los mayores
merecimientos en la explicación de los síntomas neuróticos por concebirlos
como la manifestación de ‹‹ideas inconscientes›› que dominarían a los enfer-
mos, sin embargo critica a éste de que posteriormente redujo su punto de vis-
ta de tal manera que redujo el inconsciente a un concepto auxiliar sin realidad
alguna efectiva 30.
30
Freud, S., 1988, pp. 269-270.
¿Barreras en el pensamiento? 185
31
Ibíd. pp. 292-293.
32
Ibíd. p. 293.
33
Ibíd. p. 59.
186 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Aun cuando la realidad del inconsciente resultó como deducción necesaria del
estudio de la neurosis, Freud demostró que el inconsciente existe más allá de lo
patológico y forma parte de la estructura de los procesos mentales en la persona
normal. Este descubrimiento está fundado en el estudio de dos tipos de proce-
sos que son comunes a toda las personas. El primer tipo se constituye por una
parte por los denominados “actos fallidos” y por la otra en los “actos casuales y
sintomáticos”.
Los llamados “actos fallidos” son aquellos “errores” que toda persona
normal comete al hablar o escribir, al olvidar reiteradamente el lugar o la hora de
una cita o bien olvidar algún nombre propio, como el de un lugar o una persona.
A los llamados “actos casuales” pertenecen “todos aquellos pequeños actos, en
apariencia carentes de objeto que solemos realizar... juguetear con los objetos
que se hayan al alcance de nuestras manos, tararear o silbar automáticamente
una melodía, etcétera” 35.
Actualmente, resulta casi un lugar común afirmar que son actos en que
“nos traiciona el inconsciente”, no obstante, fue Freud quien, a pesar de su apa-
rente intrascendencia, se ocupó de estudiarlos sistemáticamente. El segundo
tipo de estos procesos que experimenta toda persona común son los sueños.
Freud demostró que ambos procesos se rigen por mecanismos completamente
análogos a los que rigen los síntomas de la neurosis, ya que ambos revelan la
existencia y acción del inconsciente en las personas normales. Por cuanto a los
síntomas neuróticos establece que:
34
Ibíd. p. 294
35
Ibíd. p. 59.
36
Ibíd. pp. 299.
¿Barreras en el pensamiento? 187
A partir del descubrimiento del inconsciente, Freud elabora una teoría del carác-
ter y de la estructura de la mente. Por una parte construye un modelo “topográ-
fico” que divide la mente en tres componentes: un nivel de superficie constituido
por lo que comúnmente denominamos conciencia; un componente preconscien-
te que nos es accesible por voluntad, reflexión y asociación, incluso sin ayuda
externa, y un componente inconsciente que característicamente se oculta a nues-
tra conciencia y a nuestros esfuerzos conscientes y por tanto sólo accesible me-
diante el psicoanálisis. De forma paralela, formula una estructura dinámica de
la mente constituida por el Ello, que constituye la fuente de la energía requerida
por todo proceso psíquico y toda conducta, energía proveniente inicialmente de
nuestros instintos más básicos; el Yo, que filtra y reprime los impulsos del Ello,
escindiéndolo en un Ello reprimido y un Ello no reprimido, pero ambos existen-
tes y actuando sobre nuestra conducta. Finalmente, el Superyo que actúa sobre el
Ello vigilándolo y realizando sobre él la función de censura.
La estructura del carácter de Freud tiene una naturaleza “genética” (en
el sentido de que, por una parte, se construye a lo largo del desarrollo del indivi-
duo y por la otra, obtiene sus raíces en el origen y desarrollo de la especie).
La importancia de los aspectos sexuales en la teoría psicoanalítica se
han relacionado no sólo con una moral social dominante, o bien a diferentes ten-
dencias psicológicas, sino que ha sido objeto de acusaciones de un énfasis extre-
mo e irracional en el tópico. Sin embargo, este énfasis no es consecuencia de una
visión a priori de la sexualidad humana, por el contrario, tal énfasis deriva de
una conclusión de la teoría y, hasta cierto punto, una conclusión natural. Por su
propia naturaleza, son los impulsos sexuales y agresivos los que el Superyo tien-
de a censurar en tanto el Yo los coloca como parte del Ello reprimido; por eso, en
los sueños, en los actos fallidos y en los síntomas neuróticos son estos impulsos,
previamente deformados, los que afloran en búsqueda de satisfacción.
Del mismo modo, es la naturaleza procesual de la formación del carácter
37
Ibíd. p. 253.
188 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
38
Ibíd. pp. 300.
¿Barreras en el pensamiento? 189
39
Bachelard, G., op. cit. p. 15
¿Barreras en el pensamiento? 191
frente a la cultura científica, el espíritu jamás es joven. Hasta es muy viejo, tiene
la edad de sus prejuicios” 40.
Por otra parte, Thomas S. Kuhn en su obra La estructura de las revolu-
ciones científicas, construye la noción de “paradigma” a fin de aplicarla a la his-
toria del conocimiento científico. Encuentra que el desarrollo del conocimiento
se basa en el cambio profundo de sus fundamentos y de lo que en un periodo se
consideró como cuerpo de conocimientos; debido a su trascendencia, denomina
“revoluciones” a estos cambios:
40
Ibíd. p. 16
41
Kuhn, Th. op. cit. p. 155.
192 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
sin duda reales, son las únicas que se consideran como limitantes del desarrollo
científico cuando se concibe éste como un proceso de acumulación de conoci-
mientos; cuando la empresa científica se presenta como la lucha contra la igno-
rancia plena.
Una perspectiva muy distinta se tiene cuando se comprende que todo
conocimiento constituye la rectificación de un saber previo, pues surge, en con-
secuencia, la noción de una resistencia intrínseca; se comprende que es el propio
saber el que “se resiste” a ser rectificado. Agrega que el propio conocimiento y
el pensamiento mismo se convierten en limitantes para el desarrollo de nuevos
conocimientos. El avance del conocimiento se presenta, así, menos como la lucha
contra la ignorancia y más como la lucha contra ciertas formas de conocimiento
siempre preexistente.
Al considerar el conocimiento como saber rectificado, las barreras del
pensamiento y el conocimiento previo adquieren una significación distinta y se
convierten en las principales resistencias al desarrollo del conocimiento, por
ello, el educador y el capacitador deben comprender que la metáfora de llenar
un recipiente no es adecuada para el aprendizaje; acaso es más acorde la imagen
del desalojo de una casa para introducir un nuevo mobiliario. El ser humano es un
sujeto cognoscente que no puede coexistir con una realidad que no tiene explicada,
esto, incluso, es uno de los orígenes del pensamiento religioso común a todas
las culturas. Para otras especies animales es suficiente experimentar la lluvia,
para el humano es necesario además explicarla, ora reduciéndola a una imagen
antropomórfica que “ve al cielo llorar”, ora atribuyéndola a la voluntad de algún
dios de la lluvia, ora “explicándola” por la evaporación y condensación del agua;
explicaciones justificatorias, al fin y al cabo.
Al comprender que el alumno posee siempre un conocimiento previo y
una perspectiva del mundo que puede limitar el acceso a un nuevo aprendizaje,
el educador y el capacitador comprenden que deben explorar la forma en que su
alumno entiende o explica un fenómeno porque no habrá lugar para una nueva
explicación como no sea el propio alumno quien desaloje total o parcialmente
lo que otrora concebía, para entonces dar cabida a una nueva explicación. Pero
debe entenderse que el alumno no la asumirá como una nueva explicación del
fenómeno mientras no la considere su explicación. El lector podrá preguntarse a
sí mismo qué aspectos del mundo sigue explicando de manera mágica, ingenua,
intuitiva o antropomórfica, esto es, (pseudo) explicaciones refractarias, muy a
pesar de su recorrido escolar por prácticamente toda las ciencias contemporá-
neas.
Podemos realizar un análisis de los campos de la ciencia estudiados con
motivo de nuestra nominación Nobel, en búsqueda de las limitantes intrínsecas
del avance del conocimiento. Podremos así encontrar que el conocimiento previo
y las barreras del pensamiento impidieron en diferentes momentos el avance del
conocimiento hasta que fueron derribadas. La teoría geocéntrica de Ptolomeo
¿Barreras en el pensamiento? 193
42
Bachelard, op. cit. p. 15.
¿Barreras en el pensamiento? 195
43
Kuhn, op. cit. p. 87.
196 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
para posibilitar el aprendizaje, puede ser rechazada por parecer a primera vista
autoritaria; lo mismo se juzgó del principio metodológico de “falsación”, propues-
to por el gran filósofo contemporáneo Karl R. Popper, para explicar la naturaleza
perfectible del conocimiento científico. Con todo, el concepto ha terminado por
44
Ibíd. pp. 114-115.
45
Ibíd. p. 96.
198 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Popper mismo me convenció incluso para que formulara mis hipótesis sobre
la transmisión sináptica excitatoria e inhibitoria producida eléctricamente,
tan precisa y tan rigurosamente que retaran a la refutación –y ésta aconteció
un par de años más tarde, en su mayor parte gracias a mis colegas y a mí
mismo, cuando comenzamos en 1951 a hacer derivaciones intracelulares de
motoneuronas. Gracias a la teoría popperiana pude aceptar gozoso la muerte
de mi idea favorita, que había conservado durante 20 años, y estaba al mismo
tiempo en situación de cooperar tanto como fuera posible a la ‹‹historia de la
transmisión química›› que, por su parte, era la idea favorita de Dale y Loewi 47.
46
Popper, 1998, p. 27.
47
Eccles, citado en: Popper op. cit. p. 29.
¿Barreras en el pensamiento? 199
48
Kuhn op. cit. p. 111.
200 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Mecánica Cuántica integró las explicaciones físicas del átomo con la cien-
cia química; la teoría de la relatividad integró, la materia con la energía y el
tiempo con el espacio. Hasta el día de su muerte, Einstein trabajó en la bús-
queda de una teoría del campo unificado que integrara las fuerzas nucleares,
las electromagnéticas y la gravitación. La tarea sigue pendiente, pero ya se
han conseguido las primeras fusiones.
Si algo en común nos han enseñado las diferentes ciencias, además de la unidad
fundamental de la realidad, es a desconfiar de lo que nos dictan los sentidos ele-
mentales y la experiencia ingenua inmediata. El sol no gira en torno de la Tierra;
el tiempo y el espacio no son absolutos; no somos una forma única de vida ajena
al resto de los seres vivos; no tenemos el control de nuestras acciones y pensa-
mientos como suponíamos; la causa de la enfermedad no es sólo causa sino tam-
bién cura; los átomos no son indivisibles; las partículas no siguen trayectorias;
las partículas y las ondas no son formas opuestas de la realidad; los cielos y la
Tierra no son gobernados por leyes distintas; nuestros sentidos no ven todas las
formas de luz, ni escuchan todas las clases de sonidos.
Uno tras otro de los resultados de la ciencia nos han enseñado a no
confiar de la experiencia directa ni de lo que nos dictan los sentidos, nos han
mostrado que sólo la experiencia racionalizada, sometida al control de la teoría,
subordinada a la inteligencia interrogante, puede informarnos sobre la realidad.
Bachelard se refiere a la experiencia básica en los siguientes términos: “En la
formación del espíritu científico, el primer obstáculo es la experiencia básica, es
la experiencia colocada por delante y por encima de la crítica”.
Podemos comprender la historia del método de conocimiento como la
historia de la lucha contra la experiencia básica, como la lucha contra lo que en
forma inmediata nos informan los sentidos, tomemos sólo el ejemplo de la es-
tructura del Cosmos: La primera cosmología, la de Aristarco y Ptolomeo es la
representación de la experiencia inmediata. La segunda cosmología renuncia a
la experiencia inmediata, la subordina a las ecuaciones de la dinámica y dedu-
ce su carácter heliocéntrico. La tercera cosmología, rectifica la experiencia más
profunda que podamos imaginar, nuestra experiencia con el espacio y el tiempo.
Esta evolución del método del conocimiento consiste, en un primer momento, en
conocer mediante lo que los sentidos directamente nos informan; segundo, co-
nocer sin considerar lo que los sentidos directamente nos informan; una tercera
época en que se conoce contra lo que los sentidos nos informan. No se trata de
una metáfora, antes bien, de un estricto sentido literal.
Y, sin embargo, hacemos apología de la experiencia, nos jactamos de los
años que llevamos haciendo algo y descalificamos a los inexpertos, confiamos
a ciegas en lo que vemos. En lo que al conocimiento respecta somos tan viejos
202 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Hemos reservado este apartado para el final del capítulo porque pudiera produ-
cir una percepción contradictoria, o, de “vértigo”: una suerte de contraposición
respecto a todo lo dicho previamente. Sin embargo, confío en que el lector se per-
cate de que esto es sólo una primera, y falsa, impresión. El planteamiento es el si-
guiente: el conocimiento y el aprendizaje sólo pueden basarse en el saber previo.
El fundamento de esta aparente contradicción consiste en que no existe ruptura
epistemológica sin que previamente esté delineada una explicación alterna, del
mismo modo tampoco se renuncia a un nuevo paradigma hasta que el nuevo pa-
radigma ha mostrado su potencial como alternativa superior; de hecho, al nivel
del aprendizaje algunos individuos no logran las rupturas necesarias y escuelas
completas o científicos en lo particular nunca abandonan el viejo paradigma.
El conocimiento y el aprendizaje no dan saltos al vacío, no apuestan todo
en favor de una quimera. Kuhn lo explica en los siguientes términos: “Una vez
¿Barreras en el pensamiento? 203
49
Kuhn, op. cit. p. 131.
50
Ibíd. p. 111.
204 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
6. El significado de
significación
Aportes de la semiología
para explicar el aprendizaje
1. ¿Qué es un signo?
«El aprendizaje pro-
L
a Semiología, para algunos autores piamente humano se
Semiótica, es la ciencia de los signos. basa en el pensamiento
Un signo es la representación que se
hace de algo para ser comunicado; mediante signos, por
una letra “E” rodeada por un círculo cruza- ello, es natural supo-
do por una línea diagonal sobrepuesta a la ner que la semiología,
letra, es un signo que comunica la idea: “no
está permitido estacionarse”. Un sombrero como ciencia de los
de copa dibujado afuera de un baño es un signos, debe aportar
signo que comunica la información: “este es mucho a la explica-
el baño de caballeros”. Un cierto tipo de chi-
llido emitido por un mono es un signo que ción del aprendizaje»
comunica la idea: “se aproxima un depreda-
dor”. La danza de la abeja es un signo que indica la ubicación del lugar donde
están las flores. Las nubes, no obstante, aun cuando indican lluvia no significan
lluvia, no son un signo porque no son una representación de la lluvia y, princi-
palmente, porque no están ahí con el propósito de comunicar; sin embargo, las
nubes dibujadas sobre un mapa sí serían un signo empleado por el informador
del clima en la televisión, con el propósito de comunicarnos “se esperan lluvias”.
La palabra escrita “mesa” es un signo que representa el concepto mesa, con todo
lo que este significa. Significar es representar un objeto, una idea, una emoción o
un fenómeno mediante signos1 y con el propósito de comunicar.
1
La distinción conceptual entre signo y símbolo no nos es particularmente útil aquí. De hecho, no
son pocos los autores y escuelas que rechazan distinguir entre signo y símbolo para propósitos más
fundamentales dentro la lingüística y la teoría de la comunicación en general.
206 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
CODIFICACIÓN DECODIFICACIÓN
(selección y uso del (descifrar el signo mediante el código
código para construir Selección y para comprender el referente )
el signo que repre- uso del medio
senta al referente)
Si existe un sistema de signos por excelencia se trata de la lengua, por ello consi-
deramos que al menos en principio los procesos mentales que crean la facultad
de la comunicación simbólica, la codificación y decodificación, el proceso mismo
de significación, forman parte necesaria y probablemente principal de la semio-
logía, de modo que consideramos, de nuevo en principio, una semiología con pro-
cesos mentales y con objetos, es decir, con cerebros (y con perros).
El problema no queda y de hecho no quedó resuelto con la exclusión
de la lengua externa, aunque nunca fue estrictamente excluida del campo de la
lingüística; veamos lo que al respecto expone Jerome Bruner:
Por otra parte Bruner establece una fórmula que sintetiza su postura en torno al
objeto de estudio de la lingüística y por ello, según nosotros, de la semiología en
general:
Hasta aquí podemos coincidir con Popper y con Bruner, pero no en la concepción
de lo que intrínsecamente significan estos mundos, puesto que asignan a la reali-
dad un carácter de estructura en tres mundos, cada uno, de hecho, al mismo nivel
de realidad; veamos. Bruner critica a los psicólogos en los siguientes términos:
El significado de significación 211
A los psicólogos (incluso a los psicólogos cognitivos) les gusta pensar que los
mundos que la gente crea “representan” un mundo real o prístino. Incluso
Piaget, cuya teoría epistemológica era constructivista –constructos más ela-
borados que contienen a otros más simples en el proceso del crecimiento– se
aferra sin embargo a un realismo residual ingenuo. Para él, las construcciones
eran representaciones de un mundo real autónomo al cual el niño en creci-
miento tenía que adecuarse o acomodarse .5
5
Ibíd. p. 106.
6
Popper, op. cit. p. 84.
212 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Más allá de lo que hemos expuesto debemos partir de que usted sabe qué es un
signo; los usa a cada momento, es más, no puede dejar de usarlos porque todo
su pensamiento está basado en signos, tales como palabras o imágenes, además
sabe cómo usarlos. Quizás no se haya detenido a reflexionar sobre la enorme
diversidad de signos que emplea y crea, ni sobre la multitud de formas en que
se sirve de ellos, pero lo hace todo el tiempo; si alguien no lo hiciera habría que
diagnosticarle muerte cerebral. Veamos algunos ejemplos elementales pero ilus-
trativos.
Si al transitar por la carretera observa una flecha de forma curva orienta-
da hacia la izquierda, ya sabe qué significa: más vale saberlo o puede irnos la vida
en ello. Ante un signo de este tipo es completamente absurda una discusión en la
que un pasajero del automóvil opine “yo creo que significa detenerse” en tanto
que otro pasajero opina “no, quiere decir regrese por donde venía”. ¡Imagínese
usted debatiendo la cuestión! Cuando lleguen a un acuerdo puede ser demasiado
tarde. En este caso, en este tipo de signo la precisión del significado debe ser
absolutamente clara y única; no exageramos, debemos contentarnos con decir lo
más clara y única que sea posible. (Alguna vez en mi infancia, y por la urgencia
de conseguir aceite para el automóvil, dije a mi padre que a treinta kilómetros
se encontraba una población, había leído el rótulo “vel max 30 km” y pensé que
significaba: “el pueblo de “vel max” se encuentra a treinta kilómetros”).
Piense usted ahora en un frasco que tenga el dibujo de un cráneo hu-
mano con dos huesos en forma de cruz, inmediatamente sabe que eso significa
¡veneno! y con ello también sabe que no debe ingerirlo. Piense usted que este
mismo mensaje podría haberse puesto en el frasco mediante una leyenda que
dijera “el contenido de este frasco es altamente tóxico, puede ocasionarle daños
a su salud que van de graves a mortales”. ¿Por qué la imagen con la calavera?
si usted se detiene a pensar al respecto se dará cuenta de que hay una doble
intención al usar ese signo; una de ellas es equivalente a la leyenda anterior, es
decir, comunicarnos que el contenido es venenoso, pero, además de ello, tiene la
intención de asustarnos, de provocarnos una emoción, miedo o susto. Este sig-
no no se conforma con comunicar una información, quiere también comunicar
214 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
• Todo signo tiene una doble significación, tiene por una parte un componente
cognitivo, una significación cognitiva, que representa las propiedades objeti-
vas del referente; informa sobre lo que es en sí mismo el referente, lo expli-
ca. Por otra parte, un signo tiene un componente afectivo, una significación
afectiva, que se refiere a los estados emocionales, subjetivos, de los usuarios
en relación con el signo.
• Los componentes cognitivo y afectivo del signo tienen a su vez una doble
dimensión, la del emisor y la del receptor del signo. Al construir los signos
que permiten comunicar un mensaje, el emisor invoca codificadamente al re-
ferente, incorporando en el signo y por tanto en el mensaje, las propiedades
objetivas del referente (componente cognitivo), pero también la actitud que
tiene hacia el referente (componente afectivo), ya sea aversión o atracción,
afecto u odio, admiración o desprecio, etc. Del mismo modo, para compren-
der el mensaje el receptor debe decodificar los signos para acceder a las pro-
piedades del referente que le son comunicadas, es decir, el componente cog-
nitivo. En cuanto al componente afectivo, el receptor decodifica también la
actitud que el emisor tiene hacia el referente, y que le transmite consciente o
inconscientemente; además incorpora en la comprensión su propia actitud,
emoción o interés hacia el referente y aún hacia el emisor.
• El componente afectivo y el componente cognitivo son inseparables. Existen
como los polos de un imán; si usted corta un imán por el polo positivo, apa-
rece un nuevo polo positivo en el imán original y un polo negativo en el otro
tramo. (El físico que generase un imán con un solo polo obtendría el Premio
Nobel, modificaría todas las leyes de la electrodinámica). Lo mismo ocurriría
a quien construyera un signo con un componente afectivo sin componente
cognitivo y viceversa. Pero además, estos componentes del signo tienen una
relación inversa: operan en forma semejante a un instrumento de música
que es afinado: en la medida que hace grave el sonido está dejando de ser
agudo y viceversa. Del mismo modo, en la medida en que un signo se apega
a las propiedades objetivas del referente adquiere mayor peso el compo-
nente cognitivo del signo, y disminuye el peso de los aspectos emotivos del
emisor o del receptor; es decir disminuye el peso del componente afectivo
y viceversa.
del contexto es ineludible, al grado que quizás fuese necesario establecer que
un signo representa a un referente determinado en un contexto determinado,
algo que equivaldría a considerar que el contexto forma parte integrante del
signo, sin embargo la semiología no hace esta concesión. Ni siquiera los sis-
temas de significación más orientados al polo cognitivo pueden librarse del
peso del contexto, ¿qué significan energía, fuerza, materia, tiempo? estos or-
gullosos signos de la Física dependen del contexto y para muestra, la canción
de Renato Leduc que expone “sabia virtud de conocer el tiempo...”
cidad comercial se caracteriza por estar dirigida hacia los deseos del receptor
al propio tiempo que aparenta dirigirse hacia su comprensión. Se nos dice
esencialmente “debes desear este producto” pero se nos dice bajo una forma
que busca explicarnos las razones, ciertas o supuestas, para adquirirlo. ¿Qué
adquiere o busca obtener con un costoso auto?: ¿transporte? ¿prestigio? ¿per-
tenencia? ¿sexo? ¿estima?
Debemos enfatizar que clasificar las formas de participación mediante
estas polaridades, tiene una utilidad exclusivamente analítica. En la realidad
toda participación contiene atención y pertenencia en diferentes grados y no
existe atención sin pertenencia ni pertenencia sin atención. Se es científico
por el afán de comprender la realidad, pero se pertenece a un tipo de ciencia
en un área determinada del saber; se comprende la realidad, pero también se
disfruta la comprensión y frustran los errores, frustración que puede condu-
cir a estados realmente dolorosos en el sentido emocional del término. Del
mismo modo, la vestimenta y las tradiciones compartidas por una comuni-
dad implican un sentido de pertenencia, de identidad, pero implican también
el conocimiento detallado de la tradición y de las características de la vesti-
menta, reflejan también una determinada visión de la realidad, es decir tam-
bién tienen una componente cognitiva y demandan la atención destinada a
comprender. Una determinada canción puede despertarnos una emoción aún
cuando esté en otro idioma, sin embargo buscamos traducirla para compren-
der lo que dice a fin de identificarnos en mayor medida.
Sin embargo, esta convención puede ser insinuada por la naturaleza del referen-
te y generarse de manera natural; ejemplos de ello son nuevamente las señales
camineras, las nubes en los informes meteorológicos, o las llamadas onomatope-
yas (palabras cuyo sonido imita al que produce el referente a fin de usarlo como
vocablo que lo representa “gua gua” para significar “perro”). Por otra parte en
algunos sistemas de significación se busca una convención lo más arbitraria que
sea posible a fin de evitar contaminar las propiedades objetivas del referente con
el signo usado; este es el caso de la ciencia. Estos dos polos, más natural o más
arbitrario de la forma del signo, están asociados con los componentes afectivo
y cognitivo del signo: a medida que en un sistema de significación predomina
el componente cognitivo tienden a predominar las formas más arbitrarias de la
convención; éste es el caso de la ciencia.
En forma alterna, a medida que en un sistema de significación predomi-
na el componente afectivo, tienden a predominar las formas más naturales de la
convención, y éste será el caso del arte. Sin embargo la naturalidad y la arbitra-
riedad del signo son cuestiones de grado, como lo son los componentes afectivo
y cognitivo, de tal manera que no existen signos plenamente arbitrarios ni signos
El significado de significación 221
referencias espaciales, temporales y materiales con las que inicia la relación del
hombre con la naturaleza, al nivel del individuo, de cada cultura y de la especie
en general.
3. Significación y aprendizaje
vo; más ambiguo que preciso; más polisémico que monosémico; más connotativo
que denotativo; más dependiente del contexto y menos del referente; más inter-
pretativo que explicativo; conlleva más a la participación por pertenencia que a
la atención cognoscente; opera más sobre el habla externa de lo que transforma
el habla interna y, en el caso de la capacitación sobre los procesos productivos,
conduce más a las formas artesanales que a los procesos tecnificados con lo que
reduce las posibilidades de modificación de los procesos productivos.
Al predominar el componente afectivo sobre el cognitivo, el alumno in-
clina su participación hacia el docente en sí mismo y hacia el contexto del proce-
so enseñanza-aprendizaje antes que hacia el referente. Odia o ama al profesor, se
acuerda de las anécdotas del salón de clases o del laboratorio pero no de lo que
se estudió; busca responder en función de lo que el profesor espera y no de lo
que el referente es en sí mismo, cumple o incumple las tareas atendiendo o igno-
rando al profesor pero no para comprender. Busca resolver un examen de física,
química o matemáticas con base en las fórmulas que estudiaron en el mes que se
examina ya que piensa más en el contexto temporal que en el fenómeno.
Bajo el predominio del componente afectivo en los contenidos de apren-
dizaje, el “buen” alumno se comporta “bien”, el “mal” alumno se comporta “mal”,
uno agrada al profesor, el otro lo enfada, uno comulga con el contenido y el otro
lo rechaza pero, ninguno, lo comprende; uno aprueba y el otro reprueba pero
ninguno aprende, sustancialmente.
Es importante destacar que para resolver este problema no basta con
convocar y promover la participación del alumno, considerando que con ello la
enseñanza se hace “significativa”. El problema radica en la contraposición inten-
cionada y metódica del sistema de significación del referente con los sistemas de
significación del alumno; al no comprender esta ruptura inherente al proceso y
limitarse a proponer la participación del alumno, puede caerse y de hecho se cae
en la subordinación del sistema de significación que es inherente al contenido de
aprendizaje en favor de los sistemas de significación del alumno. Con ello tam-
bién se subordina el componente cognitivo a favor de la afectiva, los signos son
polarizados, lo cual conduce al mismo problema de la enseñanza tradicional. La
variante en este caso es tan sólo que se consigue un tipo de afectividad, digamos
una empatía, entre educador y educando, entre capacitador y capacitando; los
alumnos se sienten bien con su profesor o capacitador y pueden tener la “sen-
sación de aprender”, habiendo un tipo de participación que corresponde al sen-
tido de pertenencia: se comprende al profesor y al alumno como personas que
se identifican, pero no se logra una participación que atienda al referente para
comprenderlo.
El problema no se resuelve subordinando el sistema de significación del
alumno al del referente como lo hace la enseñanza tradicional, ni subordinando
el sistema de significación del referente al del alumno como lo proponen algunos
enfoques participativos; es necesario fusionar ambos sistemas en un solo siste-
226 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
7. El fundamento
lógico-didáctico
C
uando la educación y la capacita-
ción se rigen por el polo de la en- «La enseñanza no se tra-
señanza, la didáctica se entiende ta de la manera eficiente
como el arte o la técnica del pro-
fesor. Pero los fundamentos del aprendiza-
de “transmitir” conoci-
je estudiados hasta aquí, conducen a una miento al que aprende,
transformación radical de los términos en sino de cómo el sujeto
que debe plantearse y resolverse el pro- que aprende debe inte-
blema de la didáctica: Ya no se trata de la ractuar con la realidad
manera de “transmitir” eficientemente co-
nocimientos al que aprende, sino de cómo para comprenderla»
el sujeto que aprende debe interactuar con
la realidad para comprenderla.
1. El contenido de aprendizaje
Albert Einstein una vez señaló que lo que es más milagroso acerca del uni-
verso es que puede ser comprendido. Ésta es también una de las más inquie-
tantes cosas acerca de la ciencia: su capacidad para correr el velo de misterio
para, así, reemplazar lo que una vez fue mágico y milagroso, por la visión de
una fría maquinaria de relojería. Una comprensión de las bases de la concien-
cia humana logrará la rendición final en una largamente peleada revolución
iniciada por Copérnico y que, progresivamente, ha desplazado nuestro lugar
privilegiado en el universo.1
1
Deacon 1997, p. 463.
El fundamento lógico-didáctico 231
fenómenos son comprensibles por su lógica interna, aún más, ha mostrado que
comprender los fenómenos consiste precisamente en comprender su lógica in-
terna. En consecuencia, resulta necesario entender que no existe técnica didác-
tica que pueda conducir al aprendizaje sobre un fenómeno que no sea la propia
lógica del fenómeno, es decir, debemos concluir que aprender un fenómeno es
comprender su lógica interna y que la didáctica consiste fundamentalmente en
la construcción de una vía de acceso a la comprensión de esta lógica interna del
fenómeno. En resumen, cada contenido de aprendizaje se refiere a un fenómeno
de la realidad y cada fenómeno tiene su propia didáctica consistente en el acceso
a la lógica interna del fenómeno.
La historia del conocimiento nos ha demostrado también que si bien la
lógica interna de un fenómeno termina por ser comprendida, esta comprensión
no es inmediata para la inteligencia en general y menos para la inteligencia de
un individuo o un grupo en particular. La explicación de un fenómeno es una
conquista de la historia del conocimiento humano en sus diferentes vertientes y
sólo como producto de esta historia un fenómeno antes incomprendido ha sido
reducido a fenómeno explicado. Es esta explicación del fenómeno la que puede
ser aprendida, es decir reconstruida por un grupo o un sujeto en lo particular. El
aprendizaje del fenómeno sólo es posible mediante la construcción de su explica-
ción por el sujeto que aprende, y esta explicación debe ser realizada justamente
por la misma ruta explicativa alcanzada por la historia del conocimiento en ge-
neral y especialmente por la ciencia. Enfatizo: constituye una utopía la compren-
sión de un fenómeno por la simple deliberación de los participantes en un grupo
de aprendizaje, esta afirmación aparentemente obvia es sistemáticamente vio-
lada por enfoques supuestamente didácticos que incurren en una participación
amorfa de los grupos de aprendizaje y en la sustitución del conocimiento por la
simple opinión o por el consenso.
Desde la perspectiva de la didáctica, tanto el sujeto que aprende como
el que enseña deben subordinarse a la lógica del fenómeno a aprender, el fenó-
meno indica su propia didáctica, la naturaleza del fenómeno gobierna la forma
en que puede ser aprendido. El aprendizaje del cultivo de maíz, no se rige por el
capacitador ni por el campesino, se rige por el maíz mismo. Del mismo modo, el
aprendizaje de la gestión de una empresa no se rige por el capacitador ni por el
empresario, se rige por la lógica de la economía en que se inserta la empresa.
Las ideas anteriores pueden ser formuladas en términos de un principio
que puede denominarse principio del Eureka, es decir “he hallado”. Este princi-
pio consiste en que la didáctica para el aprendizaje de un fenómeno consiste en
trazar un proceso de reflexión que conduzca al sujeto que aprende a descubrir
la lógica del fenómeno y, por ende, a decirse a sí mismo “he hallado”, ya que sólo
entonces la habrá aprendido.
Efectivamente, sólo entonces el sujeto que aprende, comprenderá que
el fenómeno es susceptible de explicación y comprenderá la explicación en sí
232 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
misma. El alumno, del mismo modo que en su momento sucedió en la historia del
conocimiento, entenderá que la explicación una vez encontrada termina por ser
esencialmente simple, comprensible, que la explicación no es de la forma en que
se pensó, sino de la forma en que debió haberse pensado. Podrá decir entonces:
“he hallado” o bien, “ya entendí”.
Esta naturaleza de la didáctica lleva a una conclusión de primera impor-
tancia práctica: destruye la ilusión de crear un “facilitador” que pueda enseñar
cualquier cosa con sólo “saber” propiciar la reflexión; una especie de “todólogo”,
edecán o porrista del aprendizaje. No existen las recetas didácticas, cada fenóme-
no y por ende cada contenido de aprendizaje tiene su propia didáctica, pues un
imperativo ineludible para el que enseña es comprender la lógica de los fenóme-
nos que deben ser aprendidos; se trata de una condición estrictamente necesaria
aunque no suficiente como veremos.
2. El objetivo de aprendizaje
Veamos uno a uno estos alcances, especialmente en lo que respecta a las posibles
objeciones. Se dirá que muchos campos de la realidad, por ejemplo las ciencias
sociales, no han admitido explicaciones en términos de relaciones causa-efecto
y los más escépticos sobre los alcances del conocimiento agregarán que sólo se
puede aspirar a formas descriptivas y a correlaciones entre los fenómenos. Podrá
234 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
3. El sujeto de aprendizaje
8. Consideraciones conclusivas
Aprendizaje, enseñanza y
método. La aplicación
sistemática de los fundamentos
P
or extraño que pueda parecer, las
definiciones de los conceptos de
aprendizaje y enseñanza que ofre-
«El Método se refiere a
cen los textos sobre pedagogía,
didáctica y metodología de la enseñanza la forma de aplicar los
suelen carecer de un sustento teórico y de fundamentos del apren-
una forma conceptual explícita. Lo usual es
dizaje; consiste en el es-
encontrar definiciones de carácter fenomé-
nico o pragmático que resultan inútiles para tablecimiento de situa-
desarrollar un método consecuente, o bien ciones de aprendizaje
implican métodos inadecuados. De esta ma-
dependientes del sujeto
nera, suele definirse la enseñanza como la
transmisión de conocimientos, habilidades que aprende y del conte-
y actitudes, definición que supone tácita o nido a aprender»
expresamente que el conocimiento puede
ser “transmitido” y que, por tanto, el proble-
ma se reduce, aún cuando sea difícil, a encontrar técnicas adecuadas de “trans-
misión”. Esta deficiencia teórica no puede subsanarse mediante el recurso de la
participación. Tiene una falla de origen que la contrapone con todos los resulta-
dos de las diferentes ciencias que hemos estudiado.
El estudio y comprensión de los diferentes resultados teóricos permiten
construir una definición teórica y conceptual del aprendizaje, la cual planteamos
de la siguiente manera:
242 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
A partir de esta definición explícita del aprendizaje resulta factible construir una
definición de la enseñanza, que sirve de base a la metodología de capacitación;
esta concepción es la siguiente:
una colección de técnicas; tal solicitud nos conduce a una reflexión para entender
que el método consiste en la aplicación sistemática de los fundamentos o prin-
cipios y que la capacidad del capacitador radica primero en comprenderlos, es
decir asimilarlos como parte de su estructura de pensamiento y por tanto de su
práctica educativa.
A su vez, en su aplicación creativa ante las circunstancias concretas de
cada proceso de capacitación, el capacitador no es aquél que maneja una colec-
ción de técnicas, sino quien tiene la capacidad de generar la técnica requerida en
cada circunstancia, ya sea porque previamente las diseñó o porque en la marcha
misma del proceso y frente al grupo hubo necesidad de crearlas.
La concepción del método como aplicación sistemática de los principios
o fundamentos teóricos y metodológicos puede ilustrarse mediante una analogía
correspondiente a principios de la Física. Piense usted en el siguiente principio
físico: la presión que ejerce un líquido sobre las paredes del recipiente que lo
contiene es igual en todos sus puntos. Recordemos que la presión P = F/A donde
F es la fuerza aplicada y A el área sobre la que se aplica. Con este principio en
mente observe el siguiente dibujo. La presión P en el pistón pequeño será igual a
la fuerza f entre el área a, del mismo modo la presión P en el pistón grande será
igual a la fuerza F entre el área A, es decir: P = f/a y también P = F/A.
Por lo tanto tendremos f/a = F/A lo que podemos expresar como F = f
(A/a) es decir la fuerza de salida es A/a veces más grande que la fuerza de en-
trada. Imagine que el área del pistón grande es 20 veces mayor que la del pistón
pequeño, tendremos A/a = 20 y por lo tanto F = 20 f, si aplicamos una fuerza de
5 obtendremos una fuerza de 100.
El lector podrá imaginar la utilidad de aplicar este principio físico, en efecto, con
base en el mismo se construye un gato hidráulico mediante el cual la fuerza de
un brazo humano puede levantar un camión. Para pasar del principio a su aplica-
ción debemos lograr que los pistones se deslicen suavemente, que el líquido no
se salga por los costados, que el recipiente esté fabricado con un material capaz
de resistir grandes presiones y que el dispositivo pueda ser trasladado sin difi-
Aprendizaje, enseñanza y método 245
cultad, estos requisitos podemos cumplirlos cada vez mejor y con ello podemos
tener mejores gatos hidráulicos. Estos cuidados significan convertir el principio
en tecnología o en otras palabras, convertir el principio en método, es decir en
una manera de resolver un problema.
Aprovechando la analogía presentada podemos comprender que el mé-
todo de capacitación consiste en la aplicación sistemática de los principios meto-
dológicos. Esta necesidad de tecnificación del método puede ser satisfecha par-
tiendo del criterio de que los fundamentos metodológicos se traducen en método
ante un contenido concreto de aprendizaje para un grupo concreto de capacitan-
dos y no hay receta para hacerlo. Esta traducción consiste en la aplicación lógica
de los fundamentos en función del lugar que ocupan en el proceso de capacita-
ción. Una clasificación que resulta útil para este propósito consiste en entender
que el principio lógico-didáctico se refiere fundamentalmente al contenido de
capacitación, por su parte el principio antropológico se refiere principalmente
a la situación de aprendizaje y los principios psicológico, neuropsicológico, se-
miótico y epistemológico se refieren fundamentalmente a las características del
sujeto que aprende en cuanto a las capacidades cognoscitivas que tiene y a sus
capacidades de aprendizaje. Esta clasificación nos permite construir el siguiente
diagrama:
ciente y por un acto reflejo aprendido después de adquirir destreza con base en
la experiencia de manejar.
Otro ejemplo más, usted habrá entrenado o habrá observado entrena-
mientos de karate, se habrá dado cuenta de que practican, practican y practican
el movimiento de un brazo para detener un golpe que un compañero les tira, no
para alcanzarlos sino para que lo detengan, consígase un amigo que sea estu-
diante avanzado de karate y sin el menor aviso, en medio de una plática, láncele
un golpe similar o simplemente intente palmearle afectuosamente la espalda,
observará que por acto reflejo extiende su brazo y evita el contacto. Se trata pues
de un movimiento reflejo y aprendido, así como de la sabiduría de los lóbulos
frontales para delegar la tarea. Un ejemplo más, si al caminar usted pisa una pie-
dra que le dobla el tobillo, de manera inmediata acomoda el pie y modifica la po-
sición del cuerpo para reducir el efecto con lo que muchas veces evita una caída
o una torcedura, este es un acto reflejo controlado por la médula espinal que no
necesita llegar al cerebro para que este envíe la instrucción de realizar el ajuste,
ya que no daría tiempo.
El sistema nervioso cuenta con varias estaciones de control del movi-
miento subordinadas jerárquicamente, desde los actos reflejos instintivos con-
trolados por la médula espinal, pasando por los hábitos motores aprendidos y
automatizados en cuyo control interviene principalmente el cerebelo en la base
del encéfalo, hasta los movimientos voluntarios y conscientes que son contro-
lados por la corteza, específicamente por los lóbulos frontales y por la llamada
corteza motora que ponen en acción y controlan a los ganglios basales (inme-
diatamente abajo de la corteza), al cerebelo y a la médula espinal. Un paciente
con daño masivo en los lóbulos frontales será incapaz de planear y ejecutar una
acción tan elemental como levantar un brazo a petición del doctor, a mitad de la
acción olvidará lo que estaba haciendo y no podrá cumplir la tarea aunque du-
rante el desempeño se repita a sí mismo: “levantar el brazo, levantar el brazo…”
ya que con la lesión habrá perdido también la función conductora del lenguaje.
Solemos pensar o más bien suelen “enseñarnos” en la escuela que la hi-
pótesis, la planeación y la formulación de proyectos son resultado del aprendizaje
escolar. El lector recordará sus cursos básicos de metodología de la investigación
o de formulación de proyectos. He podido observar el calvario de los estudiantes
a quienes en sus cursos les “explican” algo así como “una investigación empieza
por el planteamiento del problema”; que se procede a la formulación de las hipó-
tesis, éstas se descomponen en variables relacionadas, las cuales se traducen en
parámetros o indicadores. Así, se construyen instrumentos tales como encuestas
o entrevistas para medir los parámetros, se obtiene y analiza la información, se
verifican o ajustan las hipótesis y tenemos ahí una nueva “ley científica”, esta re-
ceta de tipo “lave, enjuague, exprima y tienda”. Aunque es aderezada con diversas
técnicas que al estar dotadas de deslumbrantes fórmulas matemáticas le dan al
“método” un sabor “científico” que impresiona pero, al final, acaban siendo frus-
trantes para el estudiante.
252 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
1º. ¿Cómo quieren el producto los diferentes tipos de compradores? Con este
inicio de la reflexión se invierte la forma tradicional de producir para des-
pués conseguir compradores, y se comprende que cuando la producción
está destinada al mercado el proceso se rige por la lógica del mercado. Los
campesinos comprenden que su conocimiento no basta y que esta pregunta
sólo pueden contestarla los compradores; simplemente habrá que precisar-
les que deben obtener la respuesta con el mayor detalle posible en cuanto a
características, incluyendo tamaño, color, sabor, madurez, edad, peso, talla,
presentación, volumen, precio, condiciones de entrega, condiciones de pago
y demás características cuyas especificaciones dependen del tipo de merca-
do y de producto.
Aprendizaje, enseñanza y método 255
2º. ¿De qué depende o cómo se logra cada característica? Los profesionales
suelen sorprenderse del amplio conocimiento que poseen los campesinos,
pues ellos son capaces de establecer las causas de muchas de las caracte-
rísticas en ocasiones incluso más que el profesional. Por supuesto, existen
aspectos ignorados o pseudo conocimientos que en el proceso de reflexión
deben y pueden ser resueltos. Cuando se aborda esta reflexión se incluyen
aspectos empresariales y administrativos, tales como costos y precios, así
como aspectos técnico productivos sumamente precisos tales como estable-
cer que el tamaño de los duraznos depende de la variedad y de la poda de los
árboles, lo cual anticipa la planeación detallada del proceso de producción.
3º. ¿Cómo se debe realizar la producción para asegurar cada una de las carac-
terísticas? Al abordar esta reflexión los productores sostienen verdaderos
debates sobre los aspectos administrativos y de gestión de la producción, así
como lo concerniente al manejo productivo. Obligan al profesional a apor-
tar respuestas precisas y se mueven como peces en el agua en el camino
de completar la respuesta. Uno no deja de sorprenderse cuando después
de un proceso relativamente corto una campesina indígena de la sierra de
Puebla responde en términos tales como: “el peso, la edad y la cantidad de
borregos que nos pide el mercado los vamos a lograr con la sincronización
de los ciclos de estro mediante hormonas aplicadas por “esponjeo” y vamos
a aplicar una dieta de carbohidratos, proteína y fibra en tal, tal y tal cantidad,
preparación y porcentaje”.
4º. ¿Cómo vamos a organizar el proceso de producción para asegurar las ca-
racterísticas? Mediante esta reflexión los campesinos comprenden que el
proceso organizativo no es un acto puramente formal, ni se resuelve nom-
brando presidente, secretario y tesorero. Entienden, por el contrario, que
la organización está determinada por la naturaleza y características del
proceso de producción e incluye aspectos productivos, administrativos y co-
merciales, lo que difícilmente se encuentra en los cursos de organización de
productores, o de determinada figuras asociativas legales.
5º. ¿Qué sabemos y qué debemos aprender para asegurar la producción? Esta
reflexión le otorga significación al aprendizaje, permite a los productores y
capacitadores identificar necesidades específicas de capacitación y genera
el ambiente de aprendizaje cuya falta es la causa más común de fracaso.
La perspectiva que aquí se ha planteado, y que el lector ha seguido has-
ta este mismo punto, sostiene una convicción básica: la planeación es una
facultad inherente al tipo de inteligencia que poseen los humanos de la es-
pecie Homo sapiens sapiens, por tanto (y aunque en efecto sobrara decirlo),
que poseen igualmente campesinos o bien los especialistas más instruidos.
256 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Tal es una capacidad –la planeación– que reúne los principales requeri-
mientos para la formulación de proyectos (incluidos aspectos importantes
de evaluación financiera, unos que, a menudo, suelen impresionar por su
grado de sofisticación). Esta evidencia no es un asunto de casos esporádicos
ni mucho menos aislados: ha sido fraguada por quien escribe mediante la
constatación de un gran número de campesinos con resultados de planifi-
cación sustancialmente iguales en significatividad, si bien, pudiendo variar
por las circunstancias de cada proceso, por la destreza del profesional para
propiciar la reflexión y, en general, la disposición al trabajo. No es extraño
ver que los campesinos ocupen horas y horas en reflexiones entusiastas y
sustantivas, llenando hojas que tapizan las paredes con sus conclusiones. La
experiencia muestra que esto se podrá hacer siempre que se cuente con el
profesional realmente dispuesto y formado para emprender la tarea.
Al inicio del libro comenté que buscaba “colocar al lector al otro lado
del espejo”, y dejar así en claro que enseñar no es transmitir; tampoco, algo
ni remotamente similar a “llenar recipientes”. Quiero pues reiterar que,
lejos de tales simplificaciones, aprender es ante todo un acto en el que el
individuo construye y reconstruye explicaciones sobre la realidad, al pro-
pio tiempo que construye y reconstruye su inteligencia, su cerebro mismo.
Esta posibilidad, literalmente constructiva, es consecuencia del hecho –no
siempre aceptado por la Filosofía en su historia– de que la realidad posee
determinaciones que le son inherentes, y que resultan de tal naturaleza que,
al final, se revelan comprensibles para una “parte” de la realidad misma: la
mente humana.
He querido mostrar a lo largo de estas páginas que somos una espe-
cie, más que ninguna otra, que sólo puede aspirar al cambio al precio de
aprender, y mostrar también que los humanos actuamos ante la realidad
a partir –y sólo a partir– de la manera en que somos capaces de aprender-
la, es decir, de explicarla y comprenderla. Por eso, no dejaré de defender la
idea de que todo proyecto de desarrollo pasa por el aprendizaje, y que por
encima o al mismo nivel de importancia de los recursos naturales que cada
nación y cada pueblo posean para realizar su presente y futuro, se hallan las
condiciones que puedan construir –cada pueblo y nación– para propiciar el
aprendizaje de sus hijos.
257
Bibliografía
Asimov, Isaac. Nueva Guía de la Ciencia. Plaza & Janés Editores. España. 1993.
Bertalanffi, Ludwing Von. Teoría General de los Sistemas. Fondo de Cultura Eco-
nómica. México. 1976.
Bijou, Sydney W. & Donald M. Baer. Psicología del Desarrollo Infantil. Trillas. Méxi-
co. 1980.
Bohr, Niels. Nuevos Ensayos sobre Física Atómica y Conocimiento Humano. Aguilar.
Madrid. 1970.
Braun, Eliezer. El Saber y los Sentidos. Fondo de Cultura Económica. México. 2002.
Clanet, Claude, Colette Laterrasse & Gérard Vergnaud. Dossier Wallon-Piaget. Ge-
disa. España. 1979.
258 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Coveney, Peter & Roger Highfield. La Flecha del Tiempo: la Organización del Des-
orden (I y II). Plaza & Janés, España, 1992.
Deacon, Terrence. The Symbolic Species. The Co-evolution of Language and the
Brain. Norton Eds. Nueva York. 1997.
Einstein, Albert, Max Born & Hedwig Born. Correspondencia 1916-1955. México.
D. F. Siglo Veintiuno Editores. 1999.
Forgus, Ronald & Lawrence Melamed. Percepción. Estudio del Desarrollo Cognos-
citivo. Trillas. México. 1972.
Freire, Paulo. Pedagogía del Oprimido. Siglo Veintiuno Editores. México. 1979.
Grinder, John & Richard Bandler. De Sapos a Príncipes. Cuatro Vientos. México.
1998.
259
Gruart, Agnés, María José Delgado, Carolina Escobar & Raúl Aguilar Roblero. Los
Relojes que Gobiernan la Vida. Fondo de Cultura Económica. México. 2002.
Hardy, Leahey, Jackson Thomas & Richard Harris. Aprendizaje y Cognición. Pren-
tice Hall. España. 1981.
Jacob, François, Jacques Monod, Melvin Calvin, Edward Tatum, Jean Brachet &
Illya Prigogine. Biología Molecular. Orbis. España. 1986.
Landau, Lev & Evgeny Lifshitz. Curso Abreviado de Física Teórica. MIR. Moscú.
1974.
Landau, Lev & Yuri Rumer. ¿Qué es la Teoría de la Relatividad? Aguilera Editores.
Madrid. 1968.
Lévy-Leblon, Jean Marc & Alain Jaubert (eds.) (Auto) Crítica de la Ciencia. Nueva
Imagen México. 1980.
260 El Espejo. Fundamentos del aprendizaje humano
Nieto, Margarita. ¿Por qué hay Niños que no Aprenden? Editorial Prensa Médica.
México. 2000.
Piaget, Jean & Bärbel Inhelder. Psicología del Niño. Ediciones Morata. Madrid,.
1980.
Piaget, Jean, Abraham Moles, Hans Seiler, André Jacob & Maurice de Gandillac
(coords.) Las Nociones de Estructura y Génesis. Nueva Visión. Argentina. 1975.