TEORÍA DEL APEGO: UNA MIRADA A LOS PROCESOS PSICOTERAPÉUTICOS

DE ORIENTACIÓN PSICOANALÍTICA

Camilo Andrés Ossa Sánchez

Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de psicología

Maestría en Psicología Clínica

Bogotá, 2019
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Teoría del apego: una mirada a los procesos psicoterapéuticos de orientación

psicoanalítica

Para abordar la teoría del apego y sus aplicaciones a la psicoterapia psicoanalítica es

importante, en un primer momento, introducir el término de pulsión ya que esta

conceptualización dá las bases para que autores de la escuela inglesa del psicoanálisis formulen

sus postulados teóricos, entre ellos John Bowlby. De acuerdo a lo anterior, Freud (1915)

conceptualiza la pulsión como una fuerza o energía que es constante, la cual se origina en el

interior de la persona y es el movilizador de la vida psíquica, además cuenta con un origen, un

fin o una meta, un objeto con el cual satisfacer dicha necesidad y se presenta una urgencia de

satisfacción.

Por otra parte, Bowlby (1983, 2003) plantea una definición de pulsión alejada de la propuesta

por Freud, pues él, concibe la pulsión como una pauta de conducta observable, que sigue un

modelo reconocible y predecible, el cual, es activado por condiciones específicas y finalizado

por otras, siendo una de sus principales funciones, contribuir a la preservación del individuo y a

la continuidad de la especia.

Uno de los principales aportes de Mary Ainsworth a la teoría del apego se encuentran

relacionados a lo encontrado por ella en el experimento de la situación del extraño, ya que pudo

categorizar cuatro estilos de relación madre-hijo; en el estilo de apego seguro se presentan

comportamientos de ansiedad como resultado de la separación del hijo y la madre, y en los

momentos en el que la madre o el cuidador principal regresa hay un reaseguramiento, Propuesta

que es complementada (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978).

Las conductas del niño con un tipo de apego inseguro-evitativo, fueron interpretados como si

la ausencia o la presencia de la madre no tuvieran influencia en el comportamiento del niño, es

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por esto que durante la separación del niño y la madre, se denotó ansiedad de manera reducida y

una falta de interés en el reencuentro con la madre o la figura de apego principal (Ainsworth, et.

all, 1978).

El tipo de apego inseguro-ambivalente se caracteriza por una muestra de ansiedad muy

marcada por la separación del cuidador, pero en comparación a lo sucedido con las

características de cuidado madre o la figura de apego. De acuerdo con lo anterior (Ainsworth, et.

all, 1978).

El tipo de apego desorganizado descrito por Main y Solomon (1986), se caracteriza porque

el niño no tiene la capacidad de manejar la angustia de separación y no busca consuelo cuando la

madre regresa, aclarando que una de las características más predominantes de este estilo de

apego se relaciona a lo impredecible de la conducta de los niños con relación al acercamiento o

evitación de la figura de apego.

Teniendo en cuenta esta nueva forma de entender la pulsión y retomando algunos postulados

de las propuestas de la escuela psicoanalítica inglesa, lo encontrado por Ainsworth y otras

disciplinas, Bowlby plantea la teoría del apego como una manera de comprender y

conceptualizar la tendencia de los seres humanos a establecer fuertes lazos afectivos con

determinadas personas en particular (Hernández, Moreno y Ossa, 2018).

Bowlby (1995, 1997) sustenta que otro de los puntos fundamentales de la teoría del apego, es

el proceso por el cual el sujeto durante la infancia y la adolescencia interioriza las formas de

relacionarse con sus figuras de apego creando así representaciones mentales, las cuales son

conceptualizadas como mapas cognitivos, representaciones, esquemas, significaciones o guiones

que un sujeto tiene de sí mismo y una representación del sí mismo interactuando con una figura
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de apego en un contexto o entorno con carga emocional y que poseen cualidades conscientes e

inconscientes que influyen en las relaciones que el sujeto entabla a lo largo de su vida.

Marrone (2001), corrobora y complementa la propuesta de las representaciones mentales,

argumentando que estos empiezan a formarse durante los primeros años de vida, pero, que a lo

largo del ciclo vital se presenta una continua interpretación y remodelación, como resultado de

experiencias de vinculación significativas positivas y negativas.

Por otra parte, Bowlby sustenta que el término de representaciones mentales es prácticamente

sinónimo de lo que los psicoanalistas denominan representación del objeto y aclarando de

manera puntal que las cualidades que definen las representaciones mentales se basan en dos

criterios: “si se representa la figura de apego como una persona que en general responderá las

solicitudes de apoyo y protección; y si el niño se juzga a sí mismo como una persona a quien

cualquiera, en especial la figura de apego, le ofrecerá su apoyo” (Marrone, 2001 p. 74). Es por lo

anterior, que para Bowlby, el conflicto psíquico es el resultado de la discordancia que existe

entre diferentes representaciones mentales de sí mismo y de las figuras de apego creadas en los

diferentes momentos del desarrollo y el momento actual en el que se encuentra el sujeto.

Es aqui en donde el que hacer del psicoterapueta toma un valor importante, pues la

psicoterapia psicoanalítica orientada bajo la teoría del apego se encuentra encaminada a obtener,

explorar, integrar y modificar las representaciones mentales y de acuerdo a lo mencionado por

Bowlby “una gran parte del trabajo al tratar con una persona emocionalmente perturbada

consiste en, primero, detectar la existencia de representaciones influyentes de los cuales el

paciente pueda ser parcial o completamente inconsciente y, segundo, invitar al paciente a

examinar los modelos descubiertos y considerar si aún mantienen su validez” (1973, p. 205), en

otras palabras Bowlby sugiere que el psicoterapeuta que trabaja bajo la teoría del apego busca, en
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conjunto con el consultante, entender la manera en que dichas representaciones mentales

sustentan la manera en la que el sujeto se relaciona con el otro significativo.

Bowlby en su obra una base segura (1995) menciona que un terapeuta que aplique dicha

teoría, debe entender que su papel en dicho proceso es el de brindar unas condiciones específicas

en el espacio terapéutico que le permitan al consultante a explorar los modelos representativos de

sí mismo y de sus figuras de apego con la finalidad de evaluarlos y generar cambios a la luz de

las nuevas compresiones adquiridas y de las nuevas experiencias vividas en la relación

terapéutica.

Él propone cinco puntos importantes que el terapéuta debe tener en cuenta: (1) brindar al

paciente una base segura desde la cual él pueda explorar los diferentes aspectos que generen

dolor como producto de sus relaciones en el pasado y en el presente. (2)Colaborar al paciente en

las exploraciones que él realice, permitiendo considerar la forma de establecer relaciones con

figuras significativas en el presente, cuales son las expectativas con respecto a los sentimientos y

acciones y con relación al otro, qué tendencias inconscientes entran al entablar una relación

íntima con una persona. (3) animar a explorar la relación terapéutica, introduciendo las

percepciones, construcciones y expectativas de cómo el paciente puede comportarse frente a una

figura de apego basándose en sus representaciones mentales.

(4) El terapeuta debe incentivar al paciente la manera en la que sus percepciones y

expectativas presentes y los sentimientos y acciones que él realiza puedan ser el producto de

acontecimiento su situaciones vividas durante la infancia y/o su adolescencia con sus figuras de

apego, aclarando que esto puede ser un proceso doloroso, en donde el terapeuta permita al

paciente “considerar como posibilidades las ideas las ideas y sentimientos con respecto a sus

figuras de apego que hasta el momento consideraban inimaginables e impensables” (p. 161).
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(5) Como último punto, el autor propone que el terapeuta debe brindar las herramientas para

que el paciente pueda reconocer que modelos de él mismo y de los demás, derivadas de las

vivencias en los primeros años de su vida, podrían no ser apropiadas para el presente, dicha

acción realizada podrá favorecer que el paciente sea consciente de aquellas dinámicas

inconscientes que influyen en la manera en que se relaciona, logrando así que él sea capaz de

actuar, sentir y pensar de maneras nuevas, introduciendo así cambios en sus representaciones

mentales.

Por su parte Marrone (2001) aclara que si un consultante no optuvo una respuesta sencible, es

problable que no pueda brindarla a otras personas, siendo este el motivo por el cual el terapeuta

debe buscar durante la sesión los fallos empáticos que el consultante tenga con él, lo cual

permitira poder identificar y tener en cuenta la organización del carácter del consultante. Además

refiere a que el terapéuta deberá prestar atancion a los rasgos defensibos del consultante y las

formas poco funcionales de provocar la atención que pudo haber desarrollado durante los

primeros años de su vida y que se han incorporado a las representaciones mentales.

También menciona que el terapeuta debe reconocer al consultante como una persona total con

representaciones mentales tanto sanas como generadoras de conflicto; generar conexiones entre

el presente y el pasado bajo un contexto historico y social, permitiendo que el consultante pueda

explorar el mundo representacional de manera libre para encontrar aquellas representaciones

latentes y manifiestas que le generen el malestar; en donde el consultante no es el unico que está

asociano libremente, sino tambien el terapeuta mediante el proceso de atención flotante, a lo cual

marrone determian como “el espacio intermedio de los procesos asociativos de dos personas”

(2001, p. 183).
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Por ultimo, considero importante mencionar que el proceso terapéutico bajo la teoría del

apego, permite integrar la propuesta de varios autores psicoanalíticos ingleses, así como también

el poder comprender al sujeto inmerso en un mundo de relaciones los cuales tienen un papel

fundamental para el desarrollo de él a través de los diferentes momentos del ciclo vital, siendo un

factor de peso no solo en la manera en que el sujeto se relaciona con el mundo exterior, sino

también en la manera en el que el sujeto es capaz de entender el mundo en el que se encuentra

inmersos y las diferentes situaciones que lo rodean.

Referencias

Ainsworth, M., Blehar, M., Waters, E. & Wall, S. (1978). Patterns of attachment: A study of the

strange situation. Hillsdale, N.J.: Erlbaum.

Bowlby, J. (1973). Attachment and Loss. (volumen II). Separation Anxiety an Anger. Primera

edición. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Bowlby, J. (1983). Attachment and Loss. (volumen III). La Pérdida Afectiva. Primera edición.

Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Bowlby, J. (1995). Una base segura. España: Paidós.

Bowlby, J. (1997). El vínculo afectivo. España: Paidós.

Bowlby, J. (2003). Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Morata.

Freud, S. (1915). Pulsiones y destino de pulsión. En: Obras completas de Sigmund freud. Buenos

Aires, Argentina: Amorrortu Editores.

Hernandez, D., Moreno, J., & Ossa, C. (2018). Representación mental del apego de una persona

que ha dedicado su vida al cuidado de los niños que se encuentran en una institución de

cuidado (pergrado). Universidad Santo Tomás.

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Main, M. y Solomon, J. (1986). Discovery of an insecure-desorganized/desoriented attachement

pattern: Procedures, findings and implications for the classification of behavior. En

Affective Develpment in Infancy, (95-124) Norwood, NJ: Ablex

Marrone, M. (2001). La teoría del apego: un enfoque actual. Madrid, España: Psimática.