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Formulación de la Política Exterior de México

Las circunstancias políticas internas de un país condicionan su margen de maniobra para relacionarse con el
exterior. Ilustre esa afirmación en el caso de la política exterior de México en los últimos cinco años.

La política exterior de México ha intentado mantenerse al corriente de la ola revolucionaria


que ha sacudido al mundo en los últimos años. Los acontecimientos posteriores a la crisis
financiera del 2008, y sus consecuentes efectos en el mundo –la alternancia política en
Estados Unidos, virajes populistas en Europa y América Latina, surgimiento de radicalismo
terrorista en Medio Oriente y su expansión al resto del mundo, y el surgimiento explosivo de
la economía de China— han puesto en tela de juicio los antiguos supuestos bajo los que se
regía la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). Las reacciones lentas de la SRE ante los
cambios internacionales evidencian que la política exterior de México no tiene una línea
concreta de objetivos, optando en vez por respuestas contingentes a cada situación
emergente. En consecuencia, la falta de continuidad diplomática ha obstaculizado el actuar
del país tras cambios políticos dentro y fuera de México.

Históricamente, la hegemonía política del Partido Revolucionario Institucional (PRI)


durante el siglo XX aseguraba la disciplina dentro de la Cancillería mexicana y en sus
representaciones al exterior; sin embargo, la alternancia democrática del Partido Acción
Nacional (PAN), lograda a comienzos del siglo XXI, ha representado nuevos retos para la
política exterior mexicana, con la entrada de nuevos actores y opiniones en la toma de
decisiones de México. Aunado a estos contextos, las condiciones internas de México de los
últimos cinco años–las de un país fragmentado, desigual y pasivo— han condicionado a
México para no poder proyectarse como un país líder en la esfera global, perpetuando así la
continuidad de sus condiciones adversas para lograr cambios internos. Este ensayo pretende
dar un recuento breve de las condiciones de política interna del país, para analizar cómo éstas
han influido en el actuar internacional de México, concluyendo con los posibles campos de
acción de México para lograr una justificada presencia global.

A pesar del bono democrático que logró la alternancia política con la llegada del PAN
a la Presidencia en el 2000, los errores del sexenio del Presidente Felipe Calderón (PAN;
2006-2012), aseguraron el retorno del PRI a Los Pinos en las elecciones del 2012. La política
interna de Calderón se basó, en gran parte, en su llamada “Guerra contra el narcotráfico”. En
ella, el Presidente intentó vencer al crimen organizado que plagaba al país, con medidas
unilaterales poco eficientes, destinando millones de pesos a causas perdidas y causando miles

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de muertes de civiles. La violencia causada por las políticas de Calderón fue la principal
imagen que México proyectó al exterior durante ese sexenio, a pesar de distintos logros en
sectores económicos y de desarrollo.

El regreso del PRI a la Presidencia se dio con el Presidente Enrique Peña Nieto (2012-
presente), con altas expectativas para remediar la violencia causada por la guerra contra el
narcotráfico. Dentro de los grandes logros de Peña Nieto fue el llamado “Pacto por México”,
en donde líderes de la oposición política dentro del Congreso de la Unión pactaron por lograr
reformas estructurales –que el país necesitaba urgentemente—para detonar el crecimiento de
México. El Pacto fue plasmado en una oleada de reformas en el país, en las que destacaban
reformas educativas, de telecomunicaciones, hacendarias y energéticas. El liderazgo de Peña
Nieto logró reconocimiento internacional, al punto que la revista Time le atribuyó el lema
“Salvando a México”, y distintas publicaciones globales reconocían el llamado “Mexican
Moment”.

El esplendor del sexenio de Peña Nieto, sin embargo, pronto se vio obscurecido por
distintos escándalos durante su administración. En primer lugar, el gran financiador de las
costosas reformas de Peña Nieto –el petróleo mexicano—, perdió su valor en el mercado
internacional, causando una reforma hacendaria austera que inhibió el cambio prometido por
las reformas, y un menor crecimiento económico para el país (perpetuando la pobreza
extrema que aqueja a millones de mexicanos, susceptibles al populismo). En segundo lugar,
la violencia siguió presente en el país, logrando mantenerse a los niveles de la administración
de Calderón y, en algunos lugares, incluso aumentar. Destacaron incidentes como el asesinato
de 43 estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero, orquestado, supuestamente, por autoridades
vinculadas con el narcotráfico. Por último, surgieron escándalos de corrupción en donde se
vinculó directamente al Presidente con empresas licitadores del Estado en la compra de
inmuebles lujosos en México y en el extranjero. La falta de respuesta del gobierno de Peña
Nieto a las acusaciones de corrupción y violencia han llevado a un aumento en el populismo
dentro del país, e hicieron a México acreedor de burlas y acusaciones del candidato
Republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump.

Ante los cambios en la política interna de México durante los últimos cinco años, su
política exterior no ha logrado concretarse para posicionar a México como un líder global.

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En el sexenio de Calderón, la línea rectora de política exterior se mantuvo constante bajo la


dirección de la Canciller Patricia Espinosa, al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores
durante la totalidad de la administración de Calderón. En política multilateral, México formó
parte del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas de 2009 a 2010,
logrando un posicionamiento exitoso del país como mediador durante crisis internacionales
y defensor de causas humanitarias. De igual manera, México fue anfitrión de la cumbre del
G-20 en 2011, reuniendo las economías más desarrolladas del mundo para reconstruir las
instituciones financieras globales después de la crisis del 2008. Sin embargo, gran parte de
la política exterior de México se dedicó exclusivamente a la seguridad de la frontera de
México con Estados Unidos, a través de la “Iniciativa Mérida” y su intento de fortalecer la
procuración de justicia en México, entre otros objetivos. Empeorando la imagen de México
al exterior, distintas organizaciones internacionales señalaban la ineficiencia de las políticas
de seguridad y las consecuentes muertes que causaban, ante la renuencia de Calderón.

La administración de Peña Nieto trajo consigo cambios en la política exterior de


México, en donde buscaban distanciarse de la imagen violenta del sexenio de Calderón y
alinearse a la imagen de un México renovado. Dentro de la SRE, destacó el liderazgo de José
Antonio Meade (2012-2015), un economista altamente capaz en acuerdos económicos, pero
poco experto en temas de diplomacia multilateral. Cambios repentinos dentro de la
Cancillería –tanto de Canciller como en la Embajada de México en Estados Unidos, la
representación diplomática más importante de México—han demostrado que no se han
concretado un plan específico de política exterior, que se traduce en grandes costos para el
actuar diplomático de México. Por consiguiente, México se ha alejado de su anterior
activismo en foros multilaterales, para ahora enfocarse primordialmente en acuerdos
económicos, en coordinación con la Secretaría de Economía.

El triunfo de Donald Trump como presidente de Estados Unidos en 2016 ha


reconfigurado por completo la diplomacia mexicana. La respuesta del gobierno de Peña Nieto
a los ataques de Trump ha sido lenta y poco calculada; comenzando por una Canciller
mexicana que lo enfrentó directamente en medios estadunidenses, seguido por un Presidente
que lo recibió en Los Pinos como Jefe de Estado –aun siendo candidato—, finalizando con
un Canciller economista que se atrinchera en la permanencia del Tratado de Libre Comercio

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de América del Norte (TLCAN). De igual manera, la imagen internacional de México se ha


proyectado como un país digno, aunque desacertado, tras cancelar la visita de Peña Nieto a
la Casa Blanca tras desacuerdos con Trump vía redes sociales.

Los ataques de Trump hacia México, un tema central de su campaña xenófoba para
lograr la presidencia, pudieran ser causa para que México lidere una coalición global en foros
multilaterales contra del odio que Trump propaga contra distintas nacionalidades. Las
amenazas de construir muros por parte de Trump pudieran ser causa para que México se
manifieste a favor del medio ambiente, y tome un papel más protagónico en foros globales
sobre migración. La amenaza de Trump de abandonar el TLCAN, y de prohibir el envío de
remesas de Estados Unidos hacia México, podrían detonar un liderazgo de México para
aumentar la participación de países en desarrollo dentro de instituciones financieras y
comerciales en el mundo, con gran apoyo de potencias como China y Rusia.

Estos posicionamientos antagonistas de México, sin embargo, jamás se podrán dar,


dado el gran nivel de interdependencia que el país tiene con Estados Unidos; afectar esta
relación significaría afectar las condiciones internas del país –hiriendo principalmente el
sector económico y comercial—, perpetuando las condiciones que no han permitido que el
país crezca. La principal tarea de lo que resta de la administración de Peña Nieto debería ser
fortalecer las condiciones internas del país, para lograr una menor dependencia de Estados
Unidos, dada la inminente salida de EE.UU. del TLCAN. El reto para Peña Nieto será
reconocer la verdad en las acusaciones de Trump: México expulsa a sus connacionales
porque no existen las condiciones internas para su permanencia. Aunque el fortalecimiento
de condiciones internas le atañe a todas las dependencias del gobierno mexicano, la SRE
debería enfocarse en diversificar los socios comerciales de México, manteniendo soberanía
en su actuar en foros multilaterales para beneficiar los intereses de México. Junto con el
gobierno, una ciudanía más participativa y exigente, con medios libres y educación plural,
lograrán el mejoramiento de condiciones internas en México.

El reto inmediato para demostrar el robustecimiento de las condiciones internas de


México será superar el populismo y demagogia que ensombrecen el panorama de México;
así, se podrá demostrar resiliencia ante el populismo global, y lograr un margen de maniobra
dentro de las grandes potencias.

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