Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Eudeba
Universidad de Buenos Aires
1ra edición: junio de 2015
© 2015
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Sociedad de Economía Mixta
Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aires
Tel: 4383-8025 / Fax: 4383-2202
www.eudeba.com.ar
Diseño de tapa: Troop Designers
AGRADECIMIENTOS
Metodología
La fuente de datos de este libro son entrevistas -un total de 115- realizadas
a varones que han pagado por sexo y, salvo excepciones, continúan
haciéndolo. Se utilizó el recurso de la Entrevista Narrativa. En otras palabras,
se solicitó a los entrevistados que relataran sus experiencias de pagar por
sexo. Si bien hubo preguntas, fueron principalmente un modo de alentar los
relatos. La elección de esta modalidad de entrevista buscó superar que
respondieran de acuerdo con lo que consideraran "políticamente correcto", no
ir más allá de lo que cada entrevistado estuviera dispuesto a decir, en un tema
que está connotado por un cierto estigma, que toca los límites entre lo legal y
lo ilegal e involucra la intimidad personal.
Los entrevistados
Las personas entrevistadas concurren a prostíbulos u otros espacios -
cabarets, "privados", o en sus propias casas, recurriendo al "delivery" o
servicio a domicilio-. Los menos, recurren a la prostitución callejera. Algunos
concurren regularmente, con distintas frecuencias. Otros lo hacen más
esporádicamente o dicen que ya no, que ha sido una práctica del pasado; sin
embargo, no lo descartan para el futuro. Sólo tres del total de los
entrevistados dudan si van a volver a pagar por sexo, por razones éticas y por
el malestar que les produce. Sólo uno dice explícitamente que no va a
consumir más.
No se trata de una muestra estadísticamente representativa, aunque el
número de casos y el perfil del conjunto es tan diverso, que permite un
acercamiento cualitativamente rico y documentado a la realidad de las
prácticas de sexo pago, o sexo prostituyente.
Más del 80% de las entrevistas fueron mantenidas con conocidos o
conocidos de conocidos. De este 80% más del 50% son contactos o
relaciones directas, es decir, fueron realizadas dentro del entorno social
cercano: amigos, compañeros de trabajo, vecinos, primos, tíos, compañeros
de estudios. El 30% son entrevistas a conocidos de conocidos (amigos de
amigos, amigos de novios, conocidos de la familia, etc.). Es decir, también se
trata del entorno social inmediato. Sólo un 6% son personas desconocidas,
que fueron contactadas en distintas circunstancias -en un pasillo de alguna
facultad, por Internet, etc.
La mayoría vive en la ciudad de Buenos Aires o en localidades del Gran
Buenos Aires. Muy pocas entrevistas fueron realizadas en localidades del
interior del país.
Representan sectores sociales diversos. Hay empleados de comercio, de
empresas pequeñas y grandes, gerentes y directores de empresas grandes,
obreros, profesionales, estudiantes, profesores, jubilados, abogados,
sociólogos, empleados de supermercado, publicistas, profesores de educación
física, electricistas, cerrajeros, kiosqueros, enfermeros, dibujantes, ingenieros,
arquitectos, etc. Sus edades oscilan entre 21 y 78 años; aunque la mayoría
eran de edades jóvenes o intermedias. Si bien la mayoría son solteros al
momento de la entrevista, un porcentaje importante (31%) están casados o
están en pareja.
La distribuciones según las variables mencionadas son las siguientes:
La experiencia personal, como responsable de la investigación, así como la
de todos los que participaron haciendo entrevistas nos conmovió, nos
provocó sentimientos diversos y nos hizo pensar. Para compartir algo de esa
experiencia, se incluye un capítulo final con notas de campo de algunos
integrantes del equipo de investigación.
La estructura del libro
Los capítulos reúnen fragmentos de las entrevistas -en la parte superior de
la página- y están organizados según una lógica temática. En la parte inferior,
hay textos teóricos, filosóficos, políticos, literarios, académicos, organizados
según un criterio aleatorio para que el azar fuera quien ordenara esos puntos
de encuentro o de fuga entre ambos discursos.
No nos interesó construir un perfil psicológico de los "clientes", ni
comprender sus motivaciones; sólo hacer visible su discurso. Abundan los
lugares comunes, la banalización y la naturalización de las prácticas
prostituyentes.
La estructura que fue tomando el texto tiene una cierta lógica que surgió de
la lectura del corpus y que tiene cierto grado de arbitrariedad. Hay
fragmentos que perfectamente podrían haber sido incluidos en otros capítulos
que en los que aparecen. Sin embargo, este texto fragmentado, reconstruido
de acuerdo a una lectura no ingenua, adquiere sentido en su lectura completa.
El título "Lugar común. La prostitución" surgió casi por azar, inspirado en
el fragmento de George Steiner con el que comienza el libro.
Nota: la letra E y el número identifican las entrevistas.
2. EL "MERCADO DEL SEXO"
Pagar por sexo es, en el discurso P, una práctica mercantil como cualquier
otra, un mero intercambio de sexo por dinero, o de placer por dinero, como
dicen muchas definiciones de libros y diccionarios. El proceso de
cosificación de las mujeres por el cual son convertidas en mercancías o en
prestadoras de un servicio, comparable a otros similares, traduce un
imaginario que naturaliza o banaliza las prácticas prostituyentes.
Mientras ellos pagan para alcanzar su placer, ellas se limitan a trocar
"carne por dinero", y servir al deseo de los varones, que es lo que sostiene la
demanda, que nutre al "mercado del sexo", sometido en las últimas décadas a
una industrialización creciente, regida por las férreas leyes del mercado y que
en este discurso, es un mercado libre, planteado supuestamente, sin
servidumbres ni esclavitudes, sin monopolios ni oligopolios. La demanda y la
oferta sólo estarían reguladas por el deseo de los varones y las necesidades
económicas de las mujeres. Libertad será la de comprar en un mercado cada
vez más amplio y sofisticado, por un lado, y la de convertir a los cuerpos en
mercancía o servicio, por el otro. De este modo las mujeres prostituidas en las
sociedades contemporáneas, industrializadas, y globalizadas, pasan a ser
consideradas "trabajadoras sexuales". Nuevas estrategias alientan el
consumismo -publicidades, nuevos packagings, ambientaciones y accesorios
eróticos- que aportan mayor amplitud de elección a quienes disponen de
dinero suficiente para consumos más sofisticados, aunque también, en este
mercado hay para todos, incluso para los de menor poder adquisitivo. En este
último se puede acceder a aquellas mujeres cuyos cuerpos se deterioran por el
paso del tiempo. Es un "mercado" en el que se aplican parámetros clasistas y
racistas. El poder del dinero permite también "pagar un poco más" para ir a
lugares donde la explotación esté más disimulada.
Mercado
Lo que no podés conseguir por otros medios lo terminás consiguiendo por
el dinero, esos son los beneficios del capitalismo... con guita es fácil
conseguir bienes y el cuerpo es un bien. Además es algo que se muestra como
un bien, lo ves en la publicidad, lo ves en la tele todo el tiempo, [...] te
bombardean constantemente, vos estás constantemente consumiendo sexo,
estás todo el día pensando en eso, llega un momento en que es terrible, es
terrible, no podés vivir [...] También creo que es un producto de las
sociedades de masas. (E 36)
Tenés chicas que solamente con uno y nada más, chicas que se prestan para
la fiesta, chicas que se prestan para el lesbianismo... hay de todo, de todo.
Está muy segmentado, en el mercado hay de todo. Tenés chicas de 12 a 18
años, y las podés conseguir. Son difíciles, no para cualquiera, no las vas a ver
en el diario. Es siempre por contacto, porque dentro de lo prohibido esto es lo
superprohibido. Después, lo que vas a encontrar grueso, grueso, es de 18 a
28, por ahí esa franja es lo que más se encuentra. Y después encontrás las
categorías casadas, que las podés tener arriba de 20 o 40, y hay nichos de
mercado para embarazadas, eh... que tuvieron chicos y entonces tienen leche
en los pechos, gordas, con mucho pecho, travestis, bueno. hay muchos
nichos. (E 102)
En lo carnal, qué sé yo, la carne es la carne. Creo que la diferencia puede
estar en el vínculo. O sea, no es lo mismo estar comprando... Le pagás, te la
cogés, y nunca más. Es un intercambio monetario... Plata por carne. [...] no
va a haber más intercambio que el monetario y el intercambio de mercadería.
Una pareja ocasional... te la comparo porque me parece lo más parecido.
puede haber un intercambio afectivo mínimo a lo mejor, pero con una
prostituta no creo que se pueda. [.] Pagás y listo, tenés lo que querés, no hay
mucha cuestión. (E 90)
********************
La industrialización del comercio sexual induce al desarrollo de una
producción en masa de bienes y servicios sexuales, la cual da lugar a una
división regional e internacional del trabajo. Esta industria que se despliega
en un mercado globalizado integra a la vez el nivel local y regional. Millones
de mujeres, adolescentes y niños viven en los distritos "rojos" de las
metrópolis de sus propios países o en los países limítrofes. Se calcula que dos
millones de mujeres son prostituidas en Tailandia de las cuales un millón han
sido víctimas de trata en las provincias del sud de China, Laos, Viet-nam y
Birmania; de 400 a 500.000 en Filipinas; 650.000 en Indonesia; 2,5 millones
en la India; 142.000 en Malasia; un millón en Estados Unidos, entre 50.000 y
70.000 en Italia, 30.000 en los Países Bajos, entre 200.000 y 300.000 en
Alemania. [...] Se estima que en China Popular hay entre 200.000 y 500.000
niños prostituidos. (CATW, 2003)
********************
Es la relación que tengo con la panadera cuando le compro factura.z|z| Uno
trata de ser educado, cortés, servicial, pero no trascendía mucho más que eso.
[.] Es jodido, porque vos en realidad no vas a hablar, vas a buscar sexo, y la
mina quiere facturar también. (E 50)
Todo es plata, como en todos lados. [...]. Si están, es porque es un
comercio, como todo. Los kiosquitos existen. Eso es un comercio y esto
también. Es un negocio [.] es un laburo como cualquier otro. [.] Es un
comercio. [.] Todo es plata, como en todos lados. (E 2)
Cuando te llega el turno y vos querés elegir, cuando hay mucha gente, no
podés elegir, y la que viene, viene, y si no te gusta, vos decís no quiero y
tenés que esperar, también podés esperar una hora por la chica que te gusta y
por lo general cuando no hay tanta cantidad de gente, te ponés en la pieza y
van pasando, te van diciendo el nombre y vos elegís la chica que te gusta. (E
65)
No tengo ninguna mala visión ni con quien ofrece ni con quien consume,
una relación de mercancía. (E 79)
Cuando llegué, vino una mina y se me sentó encima, ni siquiera me dio la
posibilidad de elegir... Bueno, y yo dije si voy a comprar un producto, no me
cabe que venga un vendedor y me ponga lo que me tengo que llevar. (E 36)
********************
"En el siglo XII, siglo famoso por su devoción, encontramos a veces,
catalogados entre las mercancías objetos de una gran delicadeza. Así por
ejemplo, un poeta francés de la época enumera entre las mercancías que
acudían al mercado de Landit, telas de vestir, zapatos, cueros, aperos de
labranza, pieles y femmes folles de leurs corps". (Marx, Carlos, 1965, p. 73).
(La expresión francesa femmes folles de leurs corps significa "mujer que da
placer a todo el mundo". Se usó, en el lenguaje culto, hasta el siglo XIX. En
la actualidad su significado se asocia más a lo que en ciertos discursos se
denomina "ninfómanas").
********************
Hubo como un boom, hubo un boom. Yo creo que está ligado con el tema
del turismo, muy ligado. Ahora más que nunca es un negoción, un negoción...
(E 114)
Consumo
Hay facilidad de acceso, un acceso, una oferta. Con un marketing bien
hecho; bien hecho en el sentido de que está todo. digamos, que vos podés
encontrar en el diario, en Internet, con teléfono, con foto, con esto, con lo
otro. Es claro que hay una demanda y una oferta muy bien puesta. (E 90)
En general vienen las chicas al departamento de uno de nosotros cuando
nos juntamos. A veces no pinta salir, entonces uno pide algo de comer, otro
pide helado y a veces, otro pide putas. Porque ahora hay delivery: es como
pedir helado. (E 108)
Todo el tiempo minas en bolas: en la tele, en las revistas y en la calle; todo
el tiempo y todo eso motiva y es una estrategia para aumentar el consumo, sí.
más vale. (E 37)
Estamos en la etapa del consumo, te guste o no, es así, y con esto pasa eso:
hay mucha gente que trabaja de esto, hay mucha gente que se enriqueció con
esto. si vos vas a los cabarets de Recoleta son muy caros, si sos turista te
cobran la entrada cien dólares, de entrada. después, los tragos y lo que venga.
como que a todo el mundo le conviene porque es un círculo: al empresario le
conviene que vengan a su negocio; las chicas que trabajan para el empresario
hacen su negocio, se llevan su parte y el cliente se va satisfecho. (E 37)
********************
En las condiciones más evolucionadas como las nuestras, en las que el
dinero se torna cada vez más impersonal, por el hecho de que se puede
comprar cada vez más cosas con él, mientras que los humanos se vuelven
cada vez más personales, la adquisición de ese bien tan íntimo contra un
pago, aparece cada vez como más indigno, y es una de las causas esenciales
de la arrogancia de los capitalistas, del abismo vertiginoso que se abre, entre
la posesión y la oferta. El bien propio sagrado entre nosotros de la persona
humana no debería poder obtenerse en la medida en que el adquirente por su
parte, no cediese en cambio su persona y sus valores más íntimos, como
sucede en el matrimonio verdadero. (Simmel, Georg, 1982, p. 15)
********************
Las chicas que están en esos privados, antes de entrar, hacen un casting.
Todas son bonitas por algo, o tienen mucha teta, o tienen mucho culo, o son
muy lindas de cara, o son flaquitas, o son muy gordas; o sea, todas responden
a cierto fetiche que pueden tener los clientes. La industria de las revistas
eróticas y pornográficas, la televisión, los carteles en la calle, en todos lados,
todo está apuntando a eso, a una excitación permanente. Están todo el tiempo
buscando que estés caliente. (E 114)
Como no soy moralista no me. lo pienso como un servicio que en esta
sociedad se da, se brinda, y si a uno lo atrae, lo consume, y si no lo atrae, no
consume: una relación como cualquier otro tipo de relación de compra-venta,
venta de mercancía. (E 79)
Vos vas un día y te traen una... bueno, por ahí suena agresivo lo que digo
[risas] sos cliente y te traen dos gorditas, negritas, petisas, feas. bueno, estoy
ahí, dale. Y otro día, estás con una rubia, ojos celestes, lindas tetas, lindo
culo. (E 23)
En Vínculos [una agencia] te citan, te presentan a alguien, pagás el arancel,
todo igual, pero es como que ésta es para vos. Hay mejor calidad de gente, en
todos los aspectos, física y mentalmente. Están más cuidadas, prolijas, mejor
puestas en escena. Están preparadas para brindar otro tipo de servicio. (E 97)
Precio
[Están] los prostíbulos de medio pelo, que son más baratos y las chicas son
de un nivel. Hay otros que son más caros y por supuesto que las chicas son
mucho mejor, bastante mejor y tienen su precio, como todo. (E 7)
********************
En el Estado español, la prensa más "formal" dedica el 60% de sus
anuncios clasificados a la publicidad de "relax", que son las páginas más
rentables económicamente. Los porcentajes y el número de anuncios diarios
de prostitución fluctúan, pero dan muestra de su importancia los siguientes
datos, según un reciente estudio realizado en noviembre de 2003: El Mundo,
86% de anuncios de "contactos" (804 de un total de 928); El Periódico de
Cataluña, 77% (649 de 838); El País, 73% (769 de 1040); La Vanguardia
38% (500 anuncios), ABC 36% (400) o La Razón 30% (250).
(www.rebelion.org)
********************
Es un negocio de compra-venta, la mercadería se va depreciando, y en
algún momento cuando la mercadería ya no vale más nada, tienen que salir [.]
Saben que cuando pasen los veinticinco años . ya no van a poder cobrar cien,
van a tener que cobrar cincuenta y cuando pasen los treinta, en vez de
cincuenta, van a cobrar veinte. ya lo saben. porque aparte, desgraciadamente,
es todo mucho más cruel a la noche. (E 31)
Date cuenta que el cuerpo es algo que dura muy poco, que hoy valés 100 y
en cinco años valés 20, hoy estás en Badajoz, y mañana estás en la esquina.
(E 36)
Hoy, por llamarlo así, en los privados las chicas de $50 y de $130 son las
mismas. Lo único que cambia, por ahí, es el hábitat, y que las chicas todavía
no pegaron el salto. Se metieron en ése, porque el vínculo fue para entrar a
ése, pero podría estar tranquilamente en el otro, o sea, son las mismas. No
hay diferencia, en calidad digamos, entre una prenda de $30 a una de $80.
[...] Acá es lo mismo: [podrán ser] mejores físicamente, mejores
estéticamente, mejores intelectualmente. Vos decís, las de 30 o 40 [pesos] no
sirven para hablar, y por ahí son mejores para charlar un rato que... [las otras
más caras] ¿viste?, porque son lo mismo. (E 97)
Si es para una despedida, lo arreglás en la semana. de encontrarte para
verla, que te la muestren, puede ser tomando un café, qué sé yo, y ahí es para
conocerla. (E 102)
********************
Los anuncios de prostitución en la prensa se han convertido en una manera
rápida de ganar dinero. Anuncios que llegan a ocupar varias páginas en los
diarios españoles de tirada nacional. El País y El Mundo otorgan un espacio
de entre tres y cuatro páginas a anuncios de prostitución. Le siguen ABC y La
Razón. En un día laborable cualquiera en estos cuatro medios impresos
nacionales se puede contabilizar una media de doscientos a quinietos
anuncios. El precio medio por palabra está en torno a un euro o euro y medio
y el módulo, con o sin foto, entre setenta y cien euros. Si una página de
clasificados de El País contiene una media de 1600 palabras y un total de 20
módulos en cada hoja, sus beneficios por página y por día de estos anuncios
son de 3700 euros. Por las tres páginas y media de anuncios de contactos la
suma asciende a 13.000 euros, que al mes se traducen en más de 400.000
euros. Al final del año, El País obtiene unos beneficios en torno a los cinco
millones de euros. (www.rebelion.org, 24/03/2005)
********************
Los precios se fueron por las nubes. Pero muchas variantes no hay. Siguen
siendo chicas, chicos... Las prácticas siguen siendo las mismas... Lo único
que varía es el precio y bueno... la oferta. (E 114)
La recepcionista te dice cuánto, te cobran y después, pasás a la habitación y
la mina... bueno... yo acostumbrado a lo que es más tiempo... me decía
bueno... un poco así y ya está... y yo: no, vamos a hacer más cosas, quedáte
un rato más. o no sé. ponete así o así. y me decía no, no, si querés así es más
plata... Bueno... pero si no es nada del otro mundo... es por el mismo lado...
Qué sé yo... no sé [se ríe] ... y la mina no, no, si querés así, es más plata, y si
no, ya está... Y bueno, todo más [plata] Me peleé y todo con la mina: me
levanté, me puse el pantalón y le pedí la plata, porque le dije no, mirá, no
hice nada... así que devolveme la plata. Medio que no quería, y me terminó
dando la mitad nada más... (E 62)
Venían a querer que le pagues un trago que valía fortuna, porque ellas
también ganan plata, porcentaje por la consumición, ¿entendés? Y, bueno,
también si vos querías algún servicio adentro de la pieza que salía del precio
ese, ¿me entendés? Generalmente esa plata también queda también para ellas.
eh. porque lo que me contaban de acuerdo a lo que yo he pagado cuando fui
ahí, era muy efímera la suma que se quedaban ellas, sí, sí [...] qué sé yo,
puedo decir, en el año '94 ponele, un servicio, te cobraban. ponele veinte
mangos, y a las chicas le daban siete. (E 64)
Y, te puedo decir, 120, 130 pesos, un servicio común... Te imaginás que
300 y pico de pesos a mí no me da, no me da, porque... no. Si ganara 5 mil
pesos por mes... eh... quizá sí: bueno, tiro la casa por la ventana y me gasto
esa plata, pero, no está a mi alcance, o está a mi alcance, pero después me
quedan... [se ríe]... claro... No... por eso. Pero me ha gustado mucho ese
lugar; sí, me gustó mucho, pero no me daba el bolsillo para pasar [.] Tomé
algo también y nos arrancaron la cabeza, nos cobraron una botella de
champán 200 pesos, claro... chicas VIP, se han sentado chicas al lado mío
que han estado con Maradona [silencio largo] (E 64)
Llamamos a dos pibas. siempre habíamos ido nosotros, queríamos jugar de
local, digamos. Bueno, yo hice las relaciones públicas, y agarré el diario y
empecé a llamar, preguntar precios, todo. Como dice el refrán, lo barato sale
caro. Nunca te olvides... Cuando me describe las pibas, te describe a Romina
Gaetani... [pero] eran dos paquetes de fideos... no sabés lo que eran...
Lamentables, lamentables... Dos minas de 45, muy baqueteadas, vinieron las
dos en batón... (E 57)
Una noche, uno de mis amigos fue con la tarjeta de crédito, bueno, y
fuimos a un lugar así "VIP-VIP", así, chicas como modelos, así... Pero te
cobraban una fortuna y no me cabió. Me gustaban las chicas, sí, me
encantaban, pero por más que pague con una tarjeta de crédito lo tenía que
pagar en cuotas y no me cerraban los números... ¿entendés? Y gente... gente
toda del ambiente político: todo de esos lugares así... sí, sí... (E 64)
Las putas más lindas siempre son caras... mientras más linda, más cara, y si
es linda y bien puta, es recara. . Es decir. bien gauchita en todo. eso es bien
puta. bien puta porque, por ahí, si te lo hace tu novia... es tu novia y vos
querés eso, ¿entendés? Ahora... si vos pagás para que te hagan eso... es bien
puta... (E 70)
Ahora, si vas a un cabaret, sabés que lo que juega es la plata, lo que buscás
es eso, sacarte las ganas, tomarte un whisky, que venga una mina y se siente,
es como romper un poco la cotidianeidad. (E 78)
Libertad de mercado
Yo no estoy a favor de ningún método esclavizante del ser humano, en
cuanto a lo laboral, ni en cuanto a nada. Pero de ahí a la oferta y la demanda
queda en cada chica ejercer la prostitución o no, y quedará en cada cliente, el
consumirla o no. Y el motivo por el cual la consume. Pero no me parece que
esté mal. Para nada. (E 23)
Humillante eso no es, el que entra sabe a lo que entra, y la mina cuando
pide sabe lo que pide, hay como un chicaneo de plata, cuánto vas a cobrar,
que sí, que no, que esto, que lo otro... esto es así. (E31)
Sí, porque es muy hipócrita, porque ellas tienen la libertad de elegir ese
trabajo, y yo o cualquiera tiene la libertad de satisfacer sus necesidades
sexuales, si es que las puede satisfacer pagando, ¿por qué no hacerlo?
Siempre hay una parte que te ofrece algo y otra que lo acepta. (E 51)
********************
El comercio sexual es la más sistemática institucionalización de la
reducción a sexo de la mujer. Es el modelo prototípico que permite
comprender toda otra forma de explotación sexual. (Barry, Kathleen, 1995, p.
65)
********************
Si una persona quiere vender su concha o su culo. que lo venda. [.] Si una
persona se quiere prostituir, porque no quiere otra cosa o no tiene. y no le
molesta, que se prostituya. Si quiere ser prostituta, que sea. ¿Por qué no? (E
90)
Acá vas por la calle o en el boliche. vienen las chicas y se ofrecen como
producto [.] la mina viene, yo soy 40 pesos, vos, él, no le importa. Creo que
una. sí. una nos contó que tenía un hijo. Lo que pasa es que te empiezan a
contar esas cosas y te sentís mal, te empieza a agarrar cierta carga de culpa, o
sea. Está bien que ella cree que lo hace porque cree que no le queda
alternativa... [silencio breve] En definitiva, lo hacen porque ganan guita. (E
36)
Posiblemente les gustaría hacer otra cosa. Pero es la única manera que
tienen de ganarse la vida. Tienen la libertad de irse de un privado a otro, de
volver a su casa... en este sentido hay una elección. [...] Que sea una elección
laboral, que no sea una cosa forzada. y que más allá de las cuestiones de los
secuestros, que llevan a las chicas a los prostíbulos y no pueden salir más,
que las violan de a siete o hacen lo que quieren, digo. todo lo demás me
parece fantástico. [.] La elección es tener labu-ro. prostituirse. Vendé tu
cuerpo a cambio de dinero. o quedarte en tu casa y morirte de hambre. Hay
muchos trabajos horribles, golpear puertas, romper bolsas... ser niñera... hay
un montón de laburos horribles. Me imagino que no les causa placer
prostituirse. Pero es un. su trabajo. Es un trabajo. Es vender mercancía.
bueno. es tu cuerpo. pero puede ser de una manera muy profesional y ya. [.]
Quizá la elección es chota. Pero es una elección. (E 114)
Yo voy en busca de un servicio, las chicas lo ofrecen a este servicio y eso
de común acuerdo, ¿viste? Yo voy, pago y ellas prestan un servicio, nada
más. (E 52)
Estamos laburando, todo bien, Vos hacé lo tuyo, yo lo mío. Hago que te
creo y está todo bien igual. (E 57)
El hecho de que vos pagás generalmente te condiciona un poco; es todo
muy mecánico. A mí me gusta cuando la mujer es un poco dada, es decir, es
más simpática. Más profesional sería. (E 7)
¿Cómo me veo? Y como un cliente, como un cliente, sí, lo tomo así, como
un cliente [.] yo me veo como un cliente, me prestás un servicio y te pago,
soy como un cliente tuyo, que de acuerdo al servicio que me brindás no
vuelvo o busco otro lugar, es así, lamentablemente. (E 64)
Trabajo
La mayoría están ahí y ya saben la que pueden esperar. cae un grupito de
chabones. y bueno, saben que están de joda. Para ellas es re normal ver eso,
quizás a vos te suene mal, pero para ellas es como para vos ver la
computadora de la consultora en la que trabajás. (E 76)
Tienen una condición laboral pésima, que no les gusta, pero, bueno. es una
condición laboral. (E 114)
Me imagino que no debe ser agradable estar todo el día como ellas, y tener
que estar con muchos hombres que quizás hasta te desagradan, pero, bueno.
no sé. a la vez es como un trabajo. no sé. pienso. sería mejor otro trabajo. más
vale. pero antes que nada, por lo menos pueden vivir... Igual, sí... entiendo
que no es nada agradable... Además ellas ponen su cuerpo. todos ponemos el
cuerpo para trabajar, ¿no?, pero en la prostitución es entregar el cuerpo así de
una, ¿no? (E 71)
La prostitución. no seamos hipócritas. uno se prostituye también por dinero
y no hace falta poner el cuerpo. Desde el momento que estás haciendo cosas
que tal vez van en contra de tus deseos más sinceros, te estás prostituyendo.
(E 43)
Me resultó traumático. me resultó violento. ir a Amsterdam, ir al barrio
rojo me resultó violento. Me dio pena, mucha más pena. Me resultó
superchocante y era. casi como un zoo. Yo era chico también, y pensaba: esto
es un zoológico. Las chicas ahí, en una vidriera. Por ahí, hilando más fino, es
todo lo mismo, pero... O todos los trabajos son, en algún punto, iguales [.]
uno, bueno. ellas les pondrán el cuerpo. de una manera genital, y otros. otro
tipo de trabajos. También. digamos. que el fondo es el mismo. otro tipo de
trabajo, que en el fondo son. no del todo placenteros. (E 94)
He hablado con un par, seis, ponele... Habían empezado de muy jóvenes,
siendo todavía la mayoría menores de edad. se van adaptando desde muy
chicas. (E 32)
Y es todo una mentira, a nivel del servicio que te brindan. es un servicio
sexual para ellas, ellas están convencidas de que eso es un trabajo y lo
defienden a muerte, y tienen códigos ellas. [...] Y no sé cómo lo veo, no sé
cómo lo veo, porque al ser chicas que ya son explotadas desde muy jóvenes y
para ellas es un trabajo y no se lo sacás de la cabeza, es como ir a trabajar en
una fábrica o ir a vender algo por ahí, ellas te brindan el servicio, es sexo por
plata. que no, no, no, no lo sienten ellas. quieren que entrés y que te vayas y
dejés la plata y nada más. Tampoco, generalmente. ¿cómo te puedo decir.? O,
por lo que he hablado con amigos. que son muy frías, todo fingido,
¿entendés? No, no te das cuenta, es muy evidente en todo. qué sé yo. no me
cabe ni a ganchos. pero, bueno [se ríe]. es el trabajo de ellas. (E 64)
No sé, capaz que las chicas éstas no tuvieron oportunidad de un buen
laburo, y bueno, lo único que les quedó es hacer ese rubro. Yo calculo que no
debe ser lindo para las chicas, porque se tienen que bancar cualquier cosa. (E
8)
La vida de ellas es bastante complicada, o sea, bastante sufrida. No es
agradable, para una persona tener ese tipo de trabajo. Lo hacen por necesidad.
Entonces ven la manera más fácil de hacer una moneda. (E 97)
Sí, sí. pero. yo hablé con putas, y las mismas minas me dicen: Y... antes
que limpiar pisos... yo hoy a la noche me hago 100 pesos, y sólo por abrir las
piernas. (E 92)
Hay chicas a las que les debe gustar, y hombres también. Me parece que a
un 10% le debe gustar, el otro 90%, lo hace por la plata. Pero me parece que
hay un porcentaje que le debe gustar, creo que le debe gustar. O sea, nunca
hablé, nunca me senté a tomar un café con una prostituta, pero me imagino
que sí, que debe haber. Lo otro es como todos los trabajos. A mí tampoco me
gusta el trabajo que hago, pero igual lo tengo que hacer. (E 2)
3. LA MERCANCÍA
Diálogo
- Les gusta la plata, en un ratito se quedan con mucha plata... yo he pagado
de todo tipo, hasta una vez le pagué 200 pesos y esa no estuvo más de media
hora conmigo, un poco más. ¿Quién gana esa guita? Nadie, esa puta con siete
cogidas más o menos saca lo que yo saco en un mes rompiéndome el culo.
- ¿Y no creés que les rompen el culo realmente por esa plata?
- ¿Vos decís que se las cogen...? Ah, claro, sí, lo mío es una forma de decir,
a mí no me coge nadie, sólo que laburo mucho, sí, claro, a ellas se lo rompen,
pero sacan mucha plata por ese ratito. Ellas eligen eso y sirven para eso, hay
otras mujeres que ni para eso, imaginate... (E 40)
Puro objeto
Ellas trabajan de ser un objeto y vos las tenés que tratar como un objeto. Si
las tratás de otra forma muchas veces te van a decir: "Bueno, ya está, no me
jodas. Y muy probablemente, los que están al lado tuyo te miren con cara de:
"¿Qué hacés, nene? ¿No ves que es un objeto?" [...] Por más que me
encantaría que algunas sean mujeres. Eso, la diferencia entre objeto y sujeto.
(E 92)
Vos vas con una puta y no pensás en lo que le pasa a la puta, dis-frutás vos.
Es lo mismo que cualquier servicio. (E 38)
El que tiene plata, la pone y tiene el agujero gratis. bah, gratis. poniendo
guita. (E 98)
Lo tomás como un mercado de sexo, en donde tenés claro que vas a ir a
sacarte las ganas, pagándole a una mujer, con lo que significa eso, que
obviamente no te importa. (E 51)
Son todas las mismas conchas. Todos los mismos culos, todas las mismas
putas. (E 51)
Sí, probás diferentes vaginas, diferentes minas, pero en realidad es todo lo
mismo. (E 45)
Si me decías que se llamaba Juana, Marta o Susana, a mí me daba lo
mismo. (E 19)
Yo voy porque no quiero tener, o no se me ha dado, una relación estable.
Entonces es mucho más fácil, ¿viste?, vas, estás un rato, hacés lo que tenés
que hacer y no nos conocimos más, o sea, no hay ningún vínculo después que
nos una. (E 97)
Pagar por prostitución o por tener sexo te da, además de mucha libertad,
mucha paz para con la otra persona, porque es eso y punto final. (E 43)
********************
El corazón es la sede de una facultad: la compasión, que a veces nos
permite compartir el ser ajeno. La compasión tiene todo que ver con el sujeto
y muy poco con el objeto, con el otro [...], con otro ser humano. Hay gente
que tiene la capacidad de imaginarse como otra persona, y hay gente que no
la tiene... Hay gente que tiene esa capacidad y decide no ponerla en práctica.
(Coetzee, J.M., Elizabeth Costello, p. 87)
********************
Ya te digo, yo nunca pude estar con alguien que me interese realmente. la
última vez no me interesaba en absoluto fui y me quería ir a los diez minutos
[...] para mí que haya onda es fundamental porque.. queda feo, pero. acabas y
querés que se transforme en una pizza, ¿viste? No la querés ver más. (E 37)
En esos lugares hablás de cosas muy superficiales, y, son 10 o 15 minutos,
no podés hablar mucho, y aparte tampoco mucho te pueden decir. (E 2)
Si voy a un cabaret no voy a buscar charla, [.] lo bestia que soy, como
que... que vamo', vamo', "bue, pero así nomás, tan rápido"... ¿y qué querés
que hablemos, de Weber? A mí no me sale qué hablar. (E 78)
Porque además, honestamente, menos que menos con un. con una persona
que ejerza la prostitución, me voy a preocupar si se excita o no se excita.
"Hacé lo que tengas que hacer, rapidito, y chau, que te vaya bien...". (E 60)
Yo entro. y solamente quiero sexo, no quiero hablar ni nada. Por ahí me
dice el nombre y nada más. No me interesa. (E 91)
Realmente lo que uno busca es lograr la propia felicidad, [...] uno va para
eso. Uno está pagando por eso. [...] El que fue a buscar una prostituta quiere.
quiere su satisfacción personal, no le interesa el otro. [.] Vienen
exclusivamente para trabajar. Entonces, a ver si nos entendemos, está con
uno como si estuviera vendiendo medias en una lencería. [.] La mayoría de
las veces no les pasa nada, es como tomar aceite de ricino. (E 97)
Más allá de todo, termina siendo casi una paja de lujo estar con una
prostituta pagando. (E 111)
Tampoco da para mucha charla cuando estás con una puta, porque mucho
para contar no hay. Por lo menos a mí siempre me cuentan lo mismo, lo que
pagás, lo que hacés. (E 15)
Sí, sí. La prostituta. es una persona, eso no lo niega nadie, pero ella ahí va a
ser una prostituta. Ella va a querer el dinero, se va acostar con vos y chau, ya
está. Ella sigue siendo una persona. No le quita ser persona el llevar ese rol,
ese papel durante un rato. (E 90)
De alguna forma tienen que entrar en un trance y despegar el espíritu del
cuerpo y. usar el cuerpo que es lo que hacen. usar el cuerpo como una
herramienta de trabajo. (E 32)
He ido tantas veces, y nunca sentí ni lástima, ni... pero si alguna vez
hablaba, se te va la libido a la mierda... no, no... se te va el erotismo a la
mierda, pero, nada, el punto es que si vas a un lugar y pagás la plata [risitas],
nada, tener sexo. [...] No, no, nunca. No me interesaba en lo más mínimo, y la
vez que alguna vez pasó, se te va el deseo a la mierda. [.] Porque te encontrás
con una persona humana, con un costado feo, algo malo, y se te va la libido a
la mierda. Esas son mis experiencias. (E 42)
Pensá que vas con el tiempo de, no sé, media hora, una hora a lo sumo, y
nada. cuando te querés acordar se te pasa así, entonces, nada, querés disfrutar
lo más que podés, entonces no te vas a poner a charlar de la vida con la mina.
(E 44)
Por un lado, decís, pobre mina. [.] está vendiendo a un tipo, entregando por
unos mangos algo que para mí es sagrado, lo más sagrado, y por otro te
relajás y tratás de difrutar el momento, no me pongo a pensar, pobre mina,
esto y lo otro. (E 103)
Yo mismo me encuentro limitado en esos lugares, porque es como... decís:
"no, ¿acá qué?"... no... no... no me voy a hacer un planteo tan existencial de.
creo que más pasa por disfrutar el momento, y. qué sé yo, de golpe, sí,
después hablás algo pero es más para salir del paso, me parece, más un
compromiso de hablar de cualquier cosa, de política o... de cualquier
pelotudez, pero que no influye... mucho en el tema. (E 26)
********************
La violencia que sufrían las mujeres era una parte intrínseca de la
prostitución y de la explotación sexual. Los proxenetas utilizaban la violencia
por diferentes motivos y con diferentes propósitos. La violencia era utilizada
para iniciar a algunas mujeres en la prostitución y para someterlas y vencerlas
con el objetivo de que realizaran los actos sexuales. Después de la iniciación,
en cualquier momento, la violencia era utilizada con el fin de gratificar a los
proxenetas, como una forma de castigo, para amenazarlas e intimidarlas, para
ejercer la dominación de los proxenetas, para exigir conformidad, para
castigar a las mujeres por presuntas "infracciones", para humillar a las
mujeres y para aislarlas y recluirlas. (Raymond, Janice G.,
www.catwinternational.org: 2004)
********************
Humanizar
Vos estás ahí, y esto es medio terrible. yo, las veces que estuve con las
minas, jamás les pido nada. ¿Entendés?, no pido nada, no me. O sea, mis
formas de aliviar la situación son: humanizar a la otra persona, no obligar a
nada a lo que la otra persona. a nada, nada, jamás obligué a nadie. Porque,
digamos, no sé, para mí sería como aumentar esa situación del que tiene el
poder porque pagaste. No, no tengo el poder. Estoy ahí para que me saquen
de encima esta carga que tengo. Y ya está. O sea, como que. ¿cómo lo
podemos hacer? No hay hay una cosa de "eh, puta, vení a hacer esto". Jamás.
[.] Por eso mientras más me pueda desapegar de la situación de "le estoy
pagando a esta mina para hacer lo que quiera", mejor. O sea, no, no quiero
negar. Para mí dentro de mi cabeza es negar. O sea, esa cosa que está
superclara, que existe, digamos, porque si está ahí, es porque pagás, y ella
está ahí porque vos le pagás. Está claro. que es tu esclava durante un ratito. .
lo que digo, es que yo trato de que no exista esa cosa en mi cabeza. Porque, si
no, no estaría ahí, o sea, dentro de todo lo que uno tapa, eso es lo que más
tapás. Por lo menos en mi caso. (E 111)
Si no hablara no pasa nada. si yo no hablo no puedo estar dos horas [.]
Aparte no me gusta tratar mal a nadie, son personas. no es una cosa, es una
mina que está laburando, hay una chica que podría haber sido cualquiera, una
vecina, o de la facultad. No es que hablo por lástima, es porque me interesa
saber [.] Me tengo que olvidar que estoy pagando para poder tener algo. Por
lo menos en mi caso, si me acuerdo que tengo que pagar ... no sé si puedo.
No es un kiosco. Ojo, para muchos es un kiosco. (E 99)
********************
En la Metafísica de las costumbres, Kant escribió una frase sorprendente e
interesante: que la sexualidad consiste en "tratar al otro como una cosa
considerándolo a la vez como una persona". Es darse como cosa al otro, sin
dejar ser persona. El sabio de Königsberg había comprendido que el deseo no
procede de "las luces", que está inmerso en sombras, aunque sin embargo no
puede ser reducido a sombras. Cosa y persona a la vez, esto es lo que él pone
en escena. Operación que sólo puede ser exitosa con la reciprocidad de dos
seres dándose libremente uno al otro como "cosa" (operación de la cual
piensa que sólo puede ser garantizada por el contrato conyugal, sobre todo,
para las mujeres). (Collin, Françoise, 2004, p. 2)
********************
Me acuerdo de una chica que me había caído re bien... "¿De donde sos.?"
"Bueno, a ¿qué te dedicás.?" Ya estaba un poco claro. Pero por ahí ella me
preguntaba "¿Que hacés vos...?". "Tené cuidado". "Ojo dónde te metés", me
decía. Y yo. "Bueno, vos también". Era como. un poco, conocernos. Estaba.
sí, obviamente, no dejaba de ser lo que era, pero. Y charlábamos, sí. [.] No es
que. iba a ser mi amiga de toda la vida. a eso voy. Pero era una relación entre
dos personas. Está bien, íbamos a garchar, estaba claro eso. pero no es que.
no por eso es "vengo, hago y me voy". Nunca lo viví así, era más que eso.
Para la mina supongo que también, y para mí también... Ir, pasarla bien, me
divertía, me enteraba de cosas. mundos por ahí muy distintos al mío. Las que
yo conocí eran de Foz de Iguazú, de Ciudad de Este... [...] Yo siempre me
sentí cómodo y traté que la persona. O sea, como una relación. en ese sentido.
como las demás, si bien marcada porque era una relación. una transacción en
algún sentido. económica, ¿no? Eso era algo más de todo. No era lo único, no
es que lo único era el pago. Eso sí, el pago era un aspecto, charlar, pasarla
bien era otro aspecto, coger era otro aspecto. Nada . sentirme cómodo, que la
chica se sienta cómoda. (E 94)
Quedarme charlando termina siendo casi una necesidad. Necesito
establecer contacto, necesito bajar con la idea de que el otro es una persona.
eso siempre está en mí. [.] para mí es necesario que haya un después y en el
caso de ir con una puta no existe un después. (E 111)
En una fiesta confraternizás de otra manera, hablás, contás chistes, es más
relajado, divertido, no la tratás a ella como a una prostituta, la tratás como
alguien más, o sea... no deja de ser persona, me refiero... bajo ningún
concepto para mí deja de ser persona. (E 103)
********************
La legalización / despenalización de la prostitución es un regalo para los
proxenetas, los traficantes y la industria del sexo. ¿Qué supone la legalización
de la prostitución o la despenalización de la industria del sexo? En Holanda,
la legalización supone la autorización de todos los aspectos de la industria del
sexo: las mujeres mismas, los llamados "clientes" y los proxenetas, quienes
bajo el régimen de la legalización se han convertido en hombres de negocios
del sector servicios y en legítimos empresarios sexuales. La legalización /
despenalización de la prostitución también convierte a los prostíbulos, clubes,
salones de masaje y a los otros lugares donde se ejerce la prostitución en
locales legítimos donde se permite que el comercio del sexo prospere de
forma legal y con pocas restricciones. (Raymond, Janice G.,
www.catwinternational.org: 2004)
********************
Yo en ese sentido, las tomo. no las tomo como si fuesen putas. Bueno,
¿viste? Les hablo normal, porque hay gente que no. hay gente que sí las trata
de lo que son, de lo que trabajan. [.] Yo tengo amigos que las tratan como lo
que son y punto. (E 21)
Yo las trato como si fueran una dama, para mí es exactamente lo mismo
que si fueras vos, las trato como un caballero. [.] Es cuestión de humanidad,
para escuchar como te podría escuchar a vos. Simplemente tratar de
comprender ciertas realidades de las personas y si, las puedo ayudar en algo,
ayudarlas. [.] Es como vivir una aventura, conocer algo nuevo, conocer a un
ser humano nuevo y punto. (E 106)
En el fondo sabés que... que es una cosa muy de mierda. Humanamente es
muy degradante. Una cosa es ir en tren de culos y tetas, y otra cosa es ir a
ponerte a charlar de. de quién es la otra persona de verdad. (E 42)
Entonces como que no aparece la figura del fiolo en ese contexto, no está.
Se pierde. que es algo que agradezco porque no me gustaría tratar con alguien
como esa cosa. que pondría más en evidencia esta situación de mercadería. (E
111)
Porque, en el fondo, en el fondo, en la realidad, qué sé yo... les estás
pagando para coger. O sea, es eso que te decía, como que nunca, yo por lo
menos, nunca dejo de saber, sentir, pensar que las minas están laburando ahí,
y dentro de todo siempre traté de ir un poco más allá de eso, como tener una
relación un poco más humana, no estrictamente profesional. (E 112)
Las últimas veces que. no sé, qué sé yo. lo que pasa es que fui, las llevamos
a un departamento, y en el transcurso, en el auto, yo iba con las tres atrás. y
nada, qué sé yo. te ponés a preguntar. al principio, no sé, para charlar, le
preguntás cuánto cobra, cuánto le saca el cafishio y después. no sé. si alguna
es simpática te pregunta qué estudias, qué hacés. y ahí como que entrás a ver
que la mina. no sé, fuera del acto sexual en sí es una mina como cualquiera.
Me acuerdo de otra vez que la mina me preguntó qué estudiaba. Y me dice:
"Ah, historia. Yo empecé a estudiar.", no sé qué me dijo, ponele que me haya
dicho. maestra jardinera, veterinaria, lo que sea. y no sé. te cambia que. que
un objeto sexual pase a ser alguien que pudo haber estado con vos en la
misma clase... en el CBC, en Sociología del Estado... Cuántos años tiene... 26
o 27... y, pudo haber estado en el CBC conmigo. Entonces, a partir de ahí yo
no la puedo tratar de otra forma que no sea bien. ¿Está? (E 92)
Al principio la veía solamente como una puta. Pero después, cuando me
puse a charlar, es como que era una persona también. (E 16)
Te digo que yo ya, cinco años después de haber ido la primera vez, no le
encuentro la gracia. Es una persona... es una muñeca inflable de carne y
hueso digamos, y yo, sea prostituta o sea una persona, digamos. -quedó mal,
quedó feo lo que dije-. Sea prostituta o sea una chica común, es una mujer, es
una persona. [.] Para mí como cliente, está bueno que charles un poco de
algo, porque si no es una muñeca y sólo te sirve para descargarte y nada más,
y a mí no. no es que no me interesa, pero la paso mejor charlando. (E 37)
Con otras podés tener una relación, por ahí podés conversar, o sea, está
bueno eso de vez en cuando. (E 3)
No es una cosa de la cual me sienta orgulloso, no me siento avergonzado,
pero tampoco me siento muy. contento, con ese lado mío, no es algo que me
parezca ¡uh... qué bueno! [...] Las veces que lo hice era una opción viable.
Más allá que después la desestimé. Pero en la previa hay una necesidad, de
satisfacer, y si, bueno, tengo plata, lo puedo hacer, y como que no... en la
previa es eso, después es como... un antes y un después. (E 111)
********************
En la formación del hombre la sexualidad es presentada como una
necesidad (natural) y/o como un derecho. Como un derecho porque se supone
que es una necesidad del nivel de la necesidad de comer. La sexualidad no es
una modalidad de la relación con otro, sino una relación consigo mismo. El
otro no interviene más que como medio. De ahí la idea de "miseria sexual"
(como de una hambruna) que califica exclusivamente a los hombres, y que
lleva a que la sociedad promueva o al menos tolere la prostitución como un
servicio social, y hasta hace no mucho, los crímenes sexuales como el incesto
y la violación. La idea de "derecho" que domina de tal manera la relación de
los hombres con su sexualidad, se fundamenta de hecho en una idea de
"necesidad" que es una construcción fantasmática. En efecto, la sexualidad
masculina es más conocida por su fragilidad que por su carácter imperativo (a
tal punto que debe sostenerse en la pornografía); la simple necesidad
encontraría una salida menos trágica en la masturbación. Ella tiene relación
con la representación de la identidad viril como dominación, y a esta forma
primaria de la dominación que constituye la dominación por la actividad
sexual. (Collin, Françoise, inédito, S/D, p. 3)
********************
A mí me calienta mucho más saber con quién estoy. Así estoy con una
mujer no con una cosa. (E 39)
Yo conozco miles de pibes que se enamoran de las putas y sufren como
locos. Tenés que ser más frío. Aunque te puede tocar que conocés a una
prostituta que te vuele la cabeza... y vos a ella. (E 48)
No, no, no te podés desenvolver sexualmente, es decir... si bien vos le decís
"date vuelta" y la mina se da vuelta... hay un juego... un juego de amor. que
no existe con la mina, es cero. es cero amor. así que es tan fría la situación
que se hace rara... por lo menos para el que no está acostumbrado. ahora yo
creo que el que está acostumbrado se coge cualquier cosa, es decir, se cansa
de las putas y va al punto y es exactamente igual, porque está acostumbrado a
ser un asqueroso y por ahí a pagar... (E 70)
Pero sí, termina siendo también un poco triste, el motivo por el cual uno
va. Y del otro lado es triste, eh... que estás ahí porque es una necesidad, no
porque quieras cogerte ocho tipos por día. O sea, y... y... la situación te llevó
a estar y sin duda las minas tienen que pintar con siete capas, este... todo lo
que debe estar en el medio, ¿no? Este... el sufrimiento que les debe causar.
todo. Porque si enfrentan sus demonios no están Hay también una
degradación de la persona, que va a buscar a a esa persona. Hay una
necesidad que impulsa a hacer eso, pero vos ¿qué necesidad tenés más que el
propio morbo? (E 20)
********************
Frente al hecho de que hay muy pocas mujeres que quieran "trabajar" en el
sector legal de la industria del sexo, el Encargado del Informe Nacional de
Holanda en temas de tráfico afirmó que una solución para el futuro podría ser
"ofrecer [al mercado] prostitutas procedentes de países que no pertenezcan a
la UE/ AEE, y que voluntariamente elijan trabajar en la prostitución...". Se les
concedería "un acceso controlado y legal al mercado holandés" (NRM
Bureau, 2002). Como la prostitución se ha convertido en "trabajo" y los
proxenetas en "empresarios", esta posible "solución" convierte al tráfico en
"una inmigración voluntaria para trabajar en la industria del sexo". Holanda
está mirando al futuro, destinando a las mujeres inmigrantes pobres al
mercado internacional del sexo con el fin de remediar las insuficiencias del
libre Mercado de los "servicios sexuales". A través de este proceso, se
refuerza la normalización de la prostitución como una "opción para las
pobres". (Raymond, Janice G., www.catwinternational.org, 2004) ahí, eso
está claro. Entonces. termina siendo como triste desde ese lado, de todas las
negaciones que uno tiene que tener encima para terminar concretando. (E
111)
********************
Simplemente preguntarle tipo. la nacionalidad. si se dedicaba mucho a eso.
¿Qué más? bueno, si realmente era el nombre que ella te decía, porque por
ahí te dicen "me llamo Rosita" y en realidad se llama Julieta, po-nele. pero el
otro es el nombre que usan ellas. andá a saber para qué. y, bueno. nada. Es
como tratar de enganchártela. jugás un poco a eso. Pero después de coger,
que ya estás light. y ahí empezás a enganchártela, porque por ahí, pegar onda,
y la próxima vez en lugar de estar media hora, estás una hora y pagás lo
mismo, [.. J A mí, de todas las que fui... ninguna me atrajo físicamente, ni
física, ni intelectual, ni nada, ni nada. este. vas como para descargarte. es eso
nada más. Pero no. y la consumo muchas veces para conocer el lugar, para
conocer las chicas. no es que voy con la intención de enamorarme de ellas,
voy con la intención de descargarme, pero nada más, no voy a buscar una
novia a un puterío. [.] simplemente cuestión de establecer una charla. pegar
onda y que no quede ahí. esa cosa fría, seca. bueno. pagué, cogemos, listo,
me cambio y me voy. entonces siempre he tratado de "hola, bueno, ¿cómo te
llamás?, ¿de dónde sos?". todo esto después ¿no?, primero lo sexual, pero
después hablábamos. porque siempre es como que. ponele. si dura media
hora y terminás a los diez minutos. bueno. yo esos veinte que me sobran los
aprovecho para conocer a la mina, por ejemplo, no era que yo simplemente
voy a coger y a los diez minutos me voy a la mierda. eso, básicamente. (E 70)
********************
Los mercados sexuales, que son a la vez legales e ilegales -estos dos
aspectos estrechamente ligados se nutren mutuamente-, proceden de una
lógica industrial, de una lógica de producción en masa, lo cual obliga al
análisis del problema en términos que trascienden más allá del aspecto
comercial de la cuestión. De hecho el mercadeo no se limita a una actividad
comercial. Esta industria, dicho expresamente, no se limita a exponer en el
mercado a mujeres y niños, sino ella misma fabrica, igualmente y a la vez,
esas "mercancías". (Poulin, Richard, 2003, p. 14)
********************
4. CUANDO APRENDER A SER HOMBRE ES
APRENDER A SER PROSTITUYENTE
Violentados
Él no iba a estar con una mina... pero terminó estando... y bueno porque lo
provocaron, se tentó, le bailan encima. así. te refriegan las tetas. es algo un
poco violento; si no estás acostumbrado te volvés loco porque las minas son
profesionales. bailan. mueven el cuerpo. como en las películas, se quiebran
todas, se mueven, la cintura, el pecho, todo. Te hacen todo el baile en el
escenario y después se bajan y te bailan en la cara. no lo podés creer. (E 39)
Es algo un poco violento, uno no está acostumbrado a eso, a que vas a un
boliche, te sentás a tomar algo en una mesa y de pronto las chicas. muy
lindas, que se ponen a bailar todas disfrazadas de diferentes cosas. bajan del
escenario, cuando ya están en pelotas y era fuerte, porque vos estás ahí
sentado y viene una mina en pelotas y se te para encima, se te sienta, te pasa
las tetas por la cara. no entendía nada. (E 39)
En general todo es muy violento, es muy poco tiempo, en el que entrás, la
mina siempre en bolas y vos tenés que, digamos, tirarte y hacerlo sin ningún
jugueteo... (E 102)
La primera vez. . Yo no hice nada la primera vez. . Era como una cosa que
teníamos que hacer todos [.] la primera vez que recuerdo estar cerca de una
prostituta debe haber sido con un amigo, . esteee.. en plan de aburrimiento [.]
la chica que había venido era extremadamente extrovertida y a mí. a mi me
violentó. me resultó muy violento, muy violenta su actitud [.] era demasiado
violento para mí todo. al ver que ella. tenía una permisividad extrema, con
respecto a su respeto, que me debe haber hecho un clic. ella misma me vino a
buscar y yo le decía "No, gracias, paso, agradezco la intención, pero". [.] Que
las mujeres entren
********************
Un mercado es un sitio de intercambio de mercaderías y toda mercancía,
sea un bien o un servicio, es "producida". Este aspecto es fundamental para
comprender la dinámica actual del mercadeo prostitucional a escala mundial.
Pocos analistas extraen las conclusiones sociales y económicas de la
afirmación al respecto, "que el tráfico de mujeres y niños para objetivos
sexuales" está sometido a la lógica del mercado. Pocos reflexionan acerca de
¿cómo es que aquello que no es en un principio mercadería termina siendo
una? (Poulin, Richard, 2003: p. 13)
********************
y salgan, eh. no desnudas pero casi, o sea, generalmente están con ropa
interior, y que se paseen como si nada y entren por ahí en la mitad de la
situación en la que estás. "¡Ah! Oh, perdón". O sea, termina siendo como
demasiado agresivo, ¿no? Como que. un mundo al cual uno por ahí no está
acostumbrado y que a mí puntualmente me resulta chocante porque me
resulta invasivo. (E 111)
La situación es un poco dura. si no estás un poco alegre, . que te desfilen
10 minas así, que te den un beso y ponerte a garchar, es como... falta todo el
tema de romper el hielo, [...] borracho es un poco más fácil. (E 114)
Me pasa. yo entro con una trola y me pongo a hablar. ¡y la mina lo que
menos quiere es que vos le hables! Quiere que vos termines y te vayas. Lo
que. lo que me pasó a mí una vez que llamamos a unas chicas y la mina vino
así, onda listo, sacate así ta-ta-ta-tá y yo. cosa que. me sentí así como violado.
(E 113)
Cosificados
Vos sos una billetera. No viene a otra cosa, no importa si tenés
sentimientos, qué pensás de. no les importa nada, es terrible, es terrible. (E
36)
Es que no tenés que seducir, la piba te viene a buscar porque quiere tu
plata, lo que trata en realidad. trata de calentar, se mueve, qué sé yo. y a mí
me molestaba, tenía ganas de decirle... "nena, salí, no me molestés, pará un
poco, estoy con los pibes acá charlando." (E 38)
Y yo si voy no la trato como un objeto porque es una persona, ¿me
entendés? Porque hay mucha gente que la trata como un objeto y a mí no me
gustaría, porque sé cómo las tratan, o como hay gente que las trata. eso es a lo
que voy. por eso te digo. trato de charlar. Primero, un tema mío, porque la
paso mejor, y segundo porque hay una persona enfrente que muchas veces
tampoco tiene ganas de charlar porque sos un cliente más y no le importas, es
así, es, digamos, el trabajo. (E 37)
No te queda nada. Sí me acuerdo de una vez, eh. que una chica, tenía mi
edad, era superjoven, tenía... no sé, 19 o 20 años, y no tenía mucha
experiencia, es más, me dijo, eh. "sos la segunda persona con la que estoy
trabajando". Y me encantó eso, me encantó .. no sé por qué. Sentía que no me
estaba cogiendo a una puta y eso me encantó. Y. y era linda, a mí me había
gustado. Ese día sí había sentido algo por esa persona.
Después no... son así, minas que nada... te pueden dar dos palmaditas en el
culo y te dicen "ya está, nene, andate". (E 42)
No, hay lugares, o había veces que... que te tenían como un ser humano, no
como una prenda, digamos, que había que despacharla. (97)
Manipulados
Me habían dicho que siempre que vas tratá de dominar vos, porque si no la
mina te va a decir "no, hacé esto, dejá que te hago esto", y al final no importa
a lo que ibas. (E 58)
No se les cree nada... te miente el nombre, te mienten todo. Obviamente
que todo lo que te dicen lo ponés en tela de juicio. (E 29)
Cuando el ser humano es reducido a ser un cuerpo, es cosificado para
servir sexualmente a otro ser humano, con o sin su consentimiento, hay
violación de un ser humano. (Barry, Kathleen, 1995, p. 23)
Para ellas sos un gil, quieren la guita y nada más. (E 36)
Se crea un lazo, claro. La mayoría de... yo veo mucho los informes sobre el
tema de prostitución y eso, y veo que están muy lejos de la realidad. En
realidad las mujeres, acá, lo que vos ves es que lo usan al hombre. (E 72)
Las chicas vienen, se te acercan, te tratan de seducir, pero en realidad, no
hay ninguna seducción. En realidad, vos sos parte de ese juego de seducción
y lo asumís como tal y lo jugás. (E 36)
Hay mucha gente que cree que existe esa cosa de que "no me banco esta
situación terrible que está viviendo esta mina", pero después te das cuenta
que ella. a veces ella misma no quiere cambiar, o no quieren laburar de otra
cosa, no quieren laburar de otra cosa porque no les interesa... [largo silencio]
(E 26)
A mí no me gustan las minas que hablan mucho, que te hablan mucho,
porque es como que, me parece que me quieren embaucar, o que me quieren
meter en un rollo. O me quieren vender algo, y yo, ya sé a lo que voy ahí,
entonces es como que, digo no. quizás cuanto menos hable. ¿no? Cuanto
menos hable, pero que hable lo justo, que no me queme la cabeza con
preguntas. (E 26)
Y en el momento que terminaste, ya fue, en el momento de terminar yo me
sentía re mal, un desdichado, no me sentía bien, como una bajeza, de tener
que estar. no, ¡ojo! No por la mujer, no por la prostitiuta, ni en pedo...
Olvidate de ese lado. Yo, solo, de yo tener que ir a pagar para garchar, ¿viste?
(E 59)
Vas a un lugar, ves pibas y sabés que es un momento, no se te va a
enganchar, o a lo sumo, te enganchás vos como un boludo, pero no ellas... (E
113)
Y los dos tienen un poder distinto. Ella tiene el poder de. de. fingir,
digamos... Tiene ese ancho en su manga. O de disfrutar cuando le quepa. Y
uno tiene el poder de la plata. Lo que pasa es que a vos te despojan del poder.
Todas las putas cobran antes, entonces vos perdés tu poder automáticamente,
antes de tocarla. (E 48)
Desde el momento que le pagaste el poder lo tiene ella. Porque a mí no me
da para decirle a una chica después que le pagué. no me da. "bueno, ponete
acá, o putearla o pegarle" [.] el poder, por lo menos conmigo, lo tienen ellas y
estoy feliz [risas] que tengan el poder absoluto, que hagan lo que quieran [.]
El poder lo tienen ellas, sí, sí.
********************
¿Pueden los seres humanos ser considerados mercancías, aun cuando se
produce su mercadeo acelerado desde hace tres décadas? Si se acepta esto,
¿no son acaso mercancías comunes? El mercado de mujeres y niños con fines
sexuales (prostitución, pornografía, trata, etc.), sea legal o ilegal, ¿funciona
verdaderamente como cualquier mercado? Desde el punto de vista de sus
patrones y dueños, los niños y mujeres dan lugar a un beneficio doble: son a
la vez un bien y un servicio. Más precisamente, uno de los trazos de la actual
globalización es no sólo el mercadeo del cuerpo como sexo, sino también el
de las mujeres y niños ellos mismos. Se produce un doble mercadeo. En la
esfera del intercambio, no hay sólo la compra o el secuestro de las mujeres y
los niños y su venta a un proxeneta, sino también la alienación de sus
personas: son comprados y vendidos al precio de la cotización del mercado.
El costo de la transacción depende de la edad, de su estado de uso (virgen o
no), de la belleza de las jóvenes, y de su origen. La segunda esfera,
totalmente diferente, aun cuando condicionada por la primera, es su consumo
por parte de los clientes. Si "la forma más elemental de la riqueza burguesa
[es] la mercancía" (según Marx), ¿no es forzoso constatar que el dinero,
"simple figura metamorfoseada de la mercancía", sólo se convierte en capital,
en el sistema proxeneta, cuando mujeres y niños son transformados en
mercancías, puestos en circulación y explotados como tales? Esto implica que
el comercio ha conquistado nuevos espacios. (Poulin, Richard, 2003: p. 13)
********************
Tienen el poder en todo sentido, de hacerte sentir cómodo, en una situación
incómoda. (E 43)
A ellas les conviene que estén alcoholizados los pibes, así le sacan un
montón de guita. Si vos sos pícaro no te dan bola, porque te avivás y no les
servís porque no le consumís, te sacan hasta la zapatilla, no tienen historia,
está para eso. [...] Las felicito, ¿que querés que te diga?, no son ningunas
boludas. Son pícaras. Ya que saben a quién sacarle la guita. Ahí adentro
empiezan siendo nadie y terminando con todo después. Agarran el ritmo
enseguida. (E 18)
Lo que pasa es que entrás a un pirulo y, ¿viste? "qué lindo que sos", "que
hermoso pelo tenés", y por ahí sos pelado. Es que para eso están, para dar un
servicio, vos pagás y te dicen lo que vos quieras. (E 2)
Ahí fue la primera vez que pagué, fui a un prostíbulo, elegí a una de esas
mujeres. pagué de más. se dan perfectamente cuenta de que es la primera vez
que uno entra en esos lugares y todo. Probablemente me hizo pagar un poco
más [.] seguro que me cobró una media hora y en cinco minutos ya estaba
hecho. (E 60)
Atacados
Nos iban a a traer el plantel. Una habitación así que vos te sentís un
hamster, tipo adentro y empezás a correr con la ruedita. (E 44)
Venís por la noche a esta zona y te asustás. A las ocho de la noche se
transforma la calle Florida en un prostíbulo gigante. Las esquinas, la mitad de
cuadra, por todos lados. Te atacan por todos lados. (E 96)
********************
Las mercancías no pueden acudir ellas solas al mercado ni cambiarse por sí
mismas. Debemos, pues, volver la vista a sus guardianes, a lo poseedores de
mercancías. Las mercancías son cosas, y carecen por tanto, de capacidad de
resistencia frente al hombre. Si no se le someten de grado, el hombre puede
emplear la fuerza o, dicho de en otros términos, apoderarse de ellas. (Marx,
Carlos, p. 73)
********************
Tristes
No sé qué contarte... Lo más triste que vi en mi vida... un pu-terío. Es
triste, es triste. La verdad es que es triste. fuera de joda. Eso es lo más triste...
Es que es como la casa del Gran Hermano, es toda gente. es raro. El puterío.
es depresivo el lugar, ¿me entendés? Y aparte, si vos te ponés a pensar, yo
voy y los que van. los que yo conozco... Vas y te divertís, pero si te ponés a
ver alrededor hay cada viejo, que decís. Te podés divertir porque. qué sé yo,
vas, te divertís un rato, hinchás los huevos, pero hay gente que está sola ahí
adentro que. debe ser la cosa más triste que vi en mi vida. un tipo solo en un
puterío. (E 93)
7. SABER DE LA EXPLOTACIÓN
La explotación
Porque se sabe que detrás hay un cafishio que se lleva mucha guita. Es
muy jodido porque estás tratando con gente pesada. Si te ponés a escarbar es
un ambiente jodido, pesado. (E 8)
Ahora me acuerdo. yo lo que había hablado una vez con una de las chicas
es que ellas van con 30% y 70% para el fiolo. O sea, hiperexplota-das. Y yo
les decía, "che, flaca, pero... no te conviene trabajar acá". (E 7)
Trabajan para alguien. Tienen un encargado, está el dueño del lugar que lo
pone para manejar a un grupo de chicas que cumplen un horario como si
fuera una fábrica, 10 o 12 horas, y después entran otras porque están abiertos
las 24 horas. (E 18)
Están totalmente controladas por el... por el... fiolo... ah, igual en la calle,
también hay fiolos... Está la barra y ahí en la barra está el tipo que es el que
sirve los tragos y generalmente es un empleado, un amigo o un familiar del
dueño. o un socio. es como que generalmente manejan con socios. eh. y sí,
son como los jefes, son como gangsters o. si. ¿cómo te puedo decir...? Es
como mafia, re mafia... los chabones que controlan todo eso tienen mucha
plata. es como que debe haber también competencia entre los prostíbulos. (E
32)
[Y había] gente en la barra y gente del sexo masculino que veías que eran
unos grandotes y que. no sé, había un muchacho en la puerta que por ahí
seleccionaba a la gente, que no entre muy alcoholizada, pero tampoco era un
patovica, ¿me entendés? Y bueno, mucha gente, o sea mucha gente
trabajando, gente muy limitada en todo, sí, sí, bastante feo. (E 64)
********************
Tan sólo la transacción con el dinero conlleva aquel carácter de relación
absolutamente momentánea, que no deja huellas y es propia de la
prostitución. Con la entrega del dinero el hombre se ha liberado
completamente de la relación y da cuenta más radical de ella que con la
entrega de cualquier otra sustancia cualificada, en la que, por razón de su
contenido, su elección, y su utilización, se mantiene un halo de la
personalidad oferente. La concupiscencia, encendida y apagada en un
momento, a la que sirve la prostitución, solamente se puede equiparar con un
equivalente en dinero, que no vincula nada. siempre está a disposición y
siempre, también, resulta, bien recibido. (Simmel, Georg, 1982, p. 187)
********************
Hay un porcentaje que va para la mina. otro va para la recepcionista y otro
para el tipo que es el dueño del lugar... O sea, a la mina le queda muy poca
guita de ahí. (E 26)
En general están todas manejadas. Digo en general porque creo que
algunas se deben manejar solas, así les va también. Porque hay toda una red
detrás, hay policías, cafishios, hay de todo, inspectores municipales, hay de
todo. Entonces no creo que una persona sola se pueda ocupar de todo. (E 2)
Sí, sí, aparte vos te das cuenta que. nooo. ni siquiera conocen el sexo, que
no es que lo hacen, sí bueno, lo hacen condicionadas y obviamente ni lo están
disfrutando, ni nada. se quedan así acostadas tipo momia y ni emiten sonido
ni nada, tiene que ser una cosa desagradable en algunos casos y en otros no.
pero porque hay de todo. Estará también el tipo que le gusta eso. Yo, porque
en algunas cosas soy demasiado. abierto y pruebo y me meto. pero sí, vi eso
[hace un gesto inmóvil, como si fuera una estatua] así, calladitas y ahí te das
cuenta que hay una especie de sumisión total que debe venir de mucho antes.
(E 23)
Nunca fui a un lugar que no haya alguien que lo regentee, . siempre me dio
ganas de preguntar y la verdad es que nunca me atreví. (E 112)
Los fiolos hoy... eh... por lo menos, a ese... en ese nivel, están como
perdidos. No es algo que vos veas, no lo ves al tipo. Existe, obviamente, pero
no hay una presencia. En estos departamentos, vos entrás y hay tres chicas y
una que generalmente es una mina mayor, o una gordita, o una que. que no
coge, que es la que administra, pero que está al mismo
********************
Desde 1970, los cambios más dramáticos en la prostitución han sido su
industrialización, normalización y difusión a nivel global. [...] La
industrialización del sexo produjo un mercado global multimillonario de
mujeres, a nivel local e internacional, ya sea mediante la trata complejamente
organizada o por medios más difusos e informales. [...] El término
industrialización se ha referido tradicionalmente a la producción masiva de
bienes y servicios para el intercambio en el mercado. Utilizo aquí el término
"industrialización del sexo" en referencia a la producción de un producto -el
sexo- que involucra a la humanidad misma, constituyendo al ser humano en
lo que no era con fines mercantiles. La industrialización del sexo produce
mercancías masivamente. (Barry, Kathleen, p. 122) nivel que las minas.
Digo... está ahí, administrando, ¿no? No es la jefa ni mucho menos. (E 111)
********************
M. es una chica de ... [lugar del gran Buenos Aires], que tiene 16 años,
pero que para mí tiene un poco más, acusa 16 años, porque se ve que es una
especie de producto de marketing, ahora son todas juveniles, adolescentes,
colegialas. Esta M. vive. bah, vivía, pobre, al lado de una casa, esclavizada en
un cuartito mínimo y. y cuando llegué en el verano, me enteré que estaba la
mina ésta porque todos mis amigos habían ido, entonces era como una
leyenda, todo el mundo decía. M., M. Y bueno, un día fui a M.
Efectivamente, lo comprobé, estaba buena M. Y era una historia de esas
novelescas, la de M. Tenía como 8 hermanitos y les compraba regalos y me
mostraba los regalos a mí. Y que era la más grande de 8 hermanos, así que si
ella era la más grande de 8, imaginate los hermanos. un quilombo. Y no sé,
yo les cuento cosas mías, muy gracioso. [.] "Está buenísima, no sabés lo que
es la pendeja, tenés que conocerla, está bárbara", y bueno. me hicieron la
cabeza. No es que fui a probar un auto, me dieron ganas porque me hicieron
la cabeza, me dijeron que valía la pena. (E 109)
Una vez pasé con una dominicana, me acuerdo... y era una esclava
literalmente. No podía salir, tenía un contrato de 3 meses, no podía salir. Por
3 meses tenía que estar ahí. Y estaba en un lugar que no conocía ni siquiera
Pinamar, que es a 60 km, nunca había ido. Parece que le habían prometido
que acá iba a ser mucama, creo que era, pobre, y todo como ilegal, sin
papeles. (E 109)
Conozco muchos casos, lo leí, lo vi, sobre todo mucho del norte, en el
litoral. chicas que traen de Paraguay. hace poco hubo un caso acá en
Recoleta, que tenían unas chicas secuestradas... así que, nada, acá también,
creo que debe haber privados y que a las chicas no las dejan salir... [...]
lugares clandestinos donde las chicas están cautivas. (E 114)
Sí, o que. viven ahí adentro, como esclavas, o sea no. ahí. , o sea, te cuento
un poco porque la última chica que... yo conocí... que trabajaba así, y que,
bueno, que por ahí ya. teníamos una relación de vernos. afuera, todo bien, y
la mina puteaba donde estaba y decía, o sea, para ellos, decir "estoy
veinticuatro horas"... veinticuatro horas, al día, "¡ja ja ja! ¡Estás todo el día!",
vos decís, ¿cómo una persona puede estar todo el día, estando ahí, a libre
disposición del que viene? O sea, o sea, no tenés. ella me decía "yo no puedo
sentarme a comer tranquila. tranquila, porque. o sea, siempre hay alguien está
tocando el timbre, y. bueno, tenés que presentarte". así que, bueno, sí, eh.
muchos lugares son muy. o sea, muy esclavistas en ese sentido. O sea, si bien
no estás, o sea. obligado, estás obligado, como cuando estás en un laburo que
hacés, hacés horas extras y no te pagan y todo ese tipo de cuestiones. Algo así
... (E 115)
No sé si hay muchas prostitutas que son obligadas a ser prostitutas o si son
muchas, pocas o si son todas, porque lo hacen por algo que les pasó cuando
eran chicas. Creo que hay una parte que las obligan. y son esclavas. Yo, la
verdad, nunca jamás tuve sexo con una menor. (E 91)
Y la mayoría de las veces las explotan. En estos lugares de prostitución por
lo general las tienen encerradas. No las dejan salir. Para que no tengan mucho
contacto con la gente de afuera. [.] Lo normal sería que las mujeres se
manejen solas. Y no que las exploten y que les den el 10% de lo que le sacan
al cliente. (E 7)
Están. el lugar les cobra un porcentaje para laburar ahí adentro con
seguridad y demás. están los intermediarios que siempre están armados y son
bastante pesados [.] por lo general los dueños de esos boliches son tipos muy
pesados. [.] Hay casos que estamos hablando que sí. esas que las trajeron para
hacer negocios... decían que les retenían los DNI... digo, las trajeron para
hacer guita, qué sé yo. por ahí los proxenetas sacaban un porcentaje bastante.
algo así como un 70% y les daban el 30% y a las chicas las habían traído
como esclavas sexuales. (E 114)
Y generalmente a las chicas cuando van a domicilio las acompaña otra
persona que verifica que entre y llamaban ellas por teléfono a la persona
como que estaba todo bien y constataban, mucha seguridad, sí, sí, y
********************
El dinero no es jamás mediador adecuado para una relación entre seres
humanos, que en razón de su esencia, precisa de la duración y la sinceridad
interna de las fuerzas vinculantes, cual es el caso de la relación amorosa
auténtica, por rápidamente que se rompa; el dinero, en cambio, proporciona el
servicio más perfecto, objetiva y simbólicamente en el caso del placer
comprado, que rechaza toda relación que trasciende el momento y el impulso
puramente sensorial, puesto que, al ser entregado, se separa por completo de
la personalidad e ignora cualquier consecuencia posterior; al pagar con
dinero, el hombre ha terminado definitivamente con el asunto, tan
definitivamente como con la prostituta, después de la satisfacción requerida.
(Simmel, Georg, 2002, p. 187) generalmente los domicilios constatan el
número de teléfono y se deben fijar en la guía y te piden nombre también...
todo, sí, bastante riguroso el tema de los domicilios. (E 64)
********************
La que cobra es una mujer grande, en todos, hay hombres armados que
cuidan, de seguridad [.] Están vestidos normal y cuando vos entrás hay una
puerta que sacan las manos y te revisan de adelante y de atrás, te palpan para
ver si tenés armas y si no tenés nada te dejan pasar. También tienen cámaras
que te filman, de video, y la mayoría están arreglados con los políticos de la
zona y con la policía para que eso funcione. (E 65)
Yo le he preguntado cuánta gente ha pasado en una noche, y más o menos
20 personas. más en ese lugar que yo fui, que era muy turístico, [.] si 20
pesos te cobraban un servicio, a ellas le daban 7 u 8 mangos, te podés
imaginar, estar con 20 personas a 7 pesos, son 140 mangos, por ahí estaban
12 horas ahí, para vender tu cuerpo es demasiado, muy poco, o no, o para
ellas no, porque si lo hacen es porque 140 mangos... pero, por ahí también
escuchan a amigas de ellas que no son prostitutas, que están limitadas y que
van a trabajar 12 horas por 20 mangos y ellas que ganan 140 mangos es una
fortuna para ellas, pero las explotan, las usan. los patrones, la plata es para
ellos. las explotan la mayoría de las chicas son del interior. yo al lugar que he
ido la mayoría son de la zona de Misiones, Chaco, Formosa, Paraguay,
generalmente las prostitutas son de esa zona y por lo que he escuchado
siempre o paraguayas, o de Misiones, o de Chaco de la provincia, muchas [.].
(E 64)
¿Lo cruel.? Y, bueno, todo lo otro. Lo que nunca se habla. Lo que pasa del
otro lado. Que uno en general, lo niega, o lo cierra por una
********************
Casas clandestinas o públicas, aceptadas, reglamentadas o prohibidas.
Casas de tolerancia a disposición de los hombres. Ellos pueden transgredir la
ley, sobrepasar interdicciones. En el momento actual en que la mujer está
privada prácticamente de sexualidad, de deseo y de necesidades, su cuerpo
limitado a una función de reproducción y destinado al servicio del hombre,
madre o prostituta. Casa de citas, donde el encuentro hombre-mujer está
codificado, limitado en el tiempo. Algunos minutos. A lo sumo un cuarto de
hora. El pase [...] la negación del tiempo necesario para la comunicación y el
conocimiento entre un yo y una tú. Y el dinero corta o anula la relación que
comporta una sexualidad compartida. (Villey, Colette,
www.mouvementdunid.org) cuestión de no. si no no podés estar ahí con una
mina. Si pensás en que esa mina que está ahí la están explotando, en el peor
de los casos, pero en general siempre pasa, eeh. que está quedándose ahí
setenta mil horas y está cogiendo con siete tipos por día, ocho tipos por día.
que, porque lo está haciendo para darle de comer a su hijo o porque no sé,
todo eso, digamos, ¿no? Que por ahí la cagan a trompadas, todo esto, todo lo
que es la prostitución en sí. Que uno, como consumidor, bloquea o no lo
consume, porque obviamente no vas a ser un cómplice consciente, sos un
cómplice. (E 111)
********************
Y te das cuenta que en los cabarets tienen pibas de 12 años. (E 8)
Ahora hay muchas pibitas, muchas nenas, cuando conocí a K. tenía 17
añitos, menor de edad. [.] Sí, son muy chicas. Sabía que cerraron un lugar
porque había una chica de 15 años, muy bonita, sí.. (E 18)
He hablado con un par. seis, ponele. Habían empezado de muy jóvenes,
siendo todavía la mayoría menores de edad. se van adaptando desde muy
chicas. (E 32)
Estaba ahí desde que era chiquita. (E 39)
Las veces que fui, iba por un momento de calentura, o por lo que sea,
salíamos con los pibes e íbamos. Tampoco te ponés a pensar en ese momento
que vas a tener relaciones con una mina, dónde va la guita. Cuando vos no
estás adentro de eso te das cuenta de que alguien se está llenando de plata sin
trabajar. hay pibas que vienen del interior, de otros países, es toda una red.
Hay muchas que las traen engañadas, les dicen que es para trabajar en la casa
de una familia y después termina prostituyéndose, le sacan los documentos.
Lo sé por lo que leo. Eso lo veo desde el momento que no estoy ahí o que no
estuve. Pero en ese momento no sé si te ponés a pensar dónde va la plata, qué
sé yo, en ese momento por ahí no te importa. (E 2)
Uno sabe que la prostitución. lo que implica, lo que genera. . Y sin
embargo, igual ha ido alguna que otra vez a un puterío. (E 50)
Hasta qué punto los 50 pesos que ponés te dan derecho a que. ¿entendés?
Bueno, con los pibes de la facultad hay una discusión permanente... Yo
prefiero no discutir, en general... hay muchos que son extremistas del respeto
a la mujer. Yo digo extremistas porque. me parece bien lo que plantean,
ahora, es tan anacrónico, tan. tan que no. no sólo anacrónico, anasocietario.
[sic] O sea, realmente, no pertenece a la sociedad en la que vivís el discurso
que tenés. ¿entendés? Es como decir:
"Quiero la socialización de los medios de producción.". Yo también.
"Quiero que se respete a las putas". Bueno, pero. dame un polvo más. ehhh.
Como que, está bien, yo entiendo que. pero no. A mí me putean porque de
vez en cuando voy de putas. Allá ellos. [.] Nada, me dicen que soy un
machista, un explotador. Porque, de última, como que justifico la explotación
que se hace de ellas... "Si nadie fuese de putas no existirían", te dicen. Bueno,
está bien, qué sé yo. Yo no me siento tan mal yendo de putas. ¿Sabés lo que
pasa? Me parecería una cuestión como muy forzada no ir de putas. con mis
amigos, eh. ojo. Como que van todos y yo no voy porque tengo la concepción
del respeto y qué sé yo. Lo cual es ético, pero sería muy forzado para mí... Yo
no sé hasta qué punto lo siento así. En algún momento quizás lo sentiré.
Ahora, la verdad que no. (E 92)
El entrar, el ver cómo es, al gordo que te palpa, que está de custodio, que te
venden una cerveza en una barra re trucha, que tres piezas, .decís "eso es lo
que ves en las películas". (E 51)
Sin culpa
Últimamente, bah, hace un tiempo largo que esto... de las chicas pagas.,
hace un tiempo largo que no, no, no me lo cuestiono... Hacés las cosas porque
las hacés y ya fue. (E 43)
No critico el haber ido de putas, sino la etapa. Pero ya está. Tampoco me
voy a torturar. Pero dicen que es el oficio más antiguo del mundo, ¿no? Yo
soy docente. De historia, encima... Quisiera conocer a la preceptora hot. (E
57)
Si uno profundiza y decís, "bueno, contribuimos a que siga este mal" y
bueno, eh... seguirá. ¿Qué querés que le haga? Tantas cosas que uno no puede
arreglar [silencio]. (E 96)
Me dijo que tenía varios chicos, que no esperaba laburar de esto, algunas
estaban en la facultad, para garparse los estudios. y yo lo tomé "ah, ... soy un
hijo de puta por venir acá", pero [...] la verdad, esa es la cosa de ser honesto...
y ¿qué querés que te diga, negro? Igual, ¿viste?, en un momento... vos estás
de mutuo acuerdo. (E 52)
Yo lo hice porque estaba con mis amigos y era divertido, pero al pensarlo
en frío no me parece que esté bien, no es algo divertido que una mujer dé su
cuerpo por plata. (E 11)
Pasé con una chica, hasta me acuerdo, también, que tenía tres chicos, me
había comentado porque después como que yo le hice más preguntas y. claro.
casi me voy llorando pero, bueno [.] yo pensando más en la chica, más en lo
humano, que yo pasarla bien, me preocupaba la situación personal o social de
la persona que está brindando un servicio... y cuando vinieron al
departamento, ah, sí, habíamos llamado, es como si fuesen unas amigas
mimosas. [se ríe] así. es como que estaba así más relajado, como que fuesen
una amigas, así nada más. nada más, igual también después cuando se iban
las chicas de curiosidad les hice un par
********************
El mundo en el que nacemos, todos, cada uno de nosotros, es nuestro
mundo. Trenes, automóviles, edificios altos (tres generaciones atrás);
teléfonos móviles, ropa barata, comida rápida (generación actual). todo esto
es lo que constituye el mundo tal como es, incuestionable. J. M. Coetzee,
Diario de un mal año.
********************
de preguntas, de dónde eran... me interioricé por la situación igual... [...]
porque yo pienso después en la persona. en la parte humana, me pinta la
curiosidad, por qué lo hacen o por qué. [.] Y, nada. la mayoría porque, bueno,
porque de chica la llevaron ahí y después le agarran el gusto y hacen mucha
plata fácil, ¿no? De acuerdo a las pocas que he... con las que estuve, así,
generalmente de bajo nivel social y cultural también. unos problemas
bárbaros, me venía a hacer el psicólogo yo, [...] ¿Culpa...? Para nada, no...
son intrigas, son intrigas mías. (E 64)
Entonces es como siempre estar en ese vaivén contradictorio. A mí las
putas me dan lástima... si me dan algo, es lástima... "Me das lástima". Diría
Nazarena Vélez... No, "Me das asco", dice... No, asco no me dan... Algo
degradante, una actividad degradante... (E 92)
Después diciéndome ¡sos un boludo! [...] no tener sexo terminó siendo un
problema. ¡Y bueno...! La prostitución... una solución que... insisto, como
que después, las veces que pasó. no, no, no. La paso bien, no es que tampoco
lo he sufrido. (E 111)
Es un oficio antiguo, no sé si el más antiguo del mundo. Lamentablemente
es el más intrascendental del mundo. [.] Es intrascendente. Y creo que, sin
intentar ser moralizante, porque no me interesa, no sé si da para consumirlo y
hacerlo. Quiero decir, ahí no hay un culpable, que el que va, o sea, son los
dos iguales. No sé si da para consumir, o sea, hacer lo que yo hice y para
hacerlo. No sé si dentro de la dignidad humana entra. No lo digo con
moralina, es una pregunta, nomás, así como si fuera metafísica. (E 57)
Muchas minas tienen que estar 14 horas fuera de sus casas por no sé cuánta
plata, y sí. no creo que sea nada fácil. Y además, ¿viste? El hecho de sentirte
que sos un objeto, no hay duda de eso, para mucha gente es un objeto la
persona que está adelante y recibir agravios, ¿viste?, todo el tiempo, yo me
imagino cosas que no podés creer de alguien y te la tenés que bancar, te la
tenés que bancar y no existe el no a veces, este. pero, bueno, de vuelta, yo
creo que también hay minas que les gusta lo que hacen. (E 37)
Para mí está mal. de entrada tenía esa cosa, ¿no? "Prostitución": me parecía
que eh. era. contribuir a una. a una movida bastante de mierda, eeh. no, no
veía a. me parecía que era como faltarle el respeto a la mujer con la que
estaba también. Como. que era, no era, este, algo. eh. hasta que vi a esta chica
que tenía otra forma de encarar las cosas, ¿no? Como más. liberal, me decía.
se nota que la chica esta, no te digo que la pasaba bien con lo que hacía, pero
de última había lidiado, lidiaba con eso de una forma que dejaba ver cierta
liviandad en su accionar. Como no había culpa ni pesadumbre encima de ella,
¿no?, una actitud y que para mí no era como "uh, bueno". (E 111)
Yo puedo hablar de las putas y la prostitución. pero me resulta chocante,
uno tiene cierta conciencia social, es complejo. Igual, no es que solamente
son víctimas, por lo menos las pibas que yo conocí, pibas con necesidades,
con bajos recursos, pero que, también, por otro lado, quieren tener las
zapatillas de 459 pesos con resortes, y, lógico. la única manera es ejerciendo
ese laburo. (E 36)
Te diré que hay gente que me da... no sé, me da pena también, me da pena
porque tener que hacer este tipo de cosa. son las cosas que todos hacemos,
pero es distinto hacerla porque te gusta alguien, porque tenés una cosa interna
que es completamente distinta, y otra hacerla porque, bueno, si necesitás
guita. Sí, capaz que lo hacés también porque te gusta, evidentemente. no sé.
Pero. sí, está bien, ejerciendo, así, libremente, como se hace ahora... Una cosa
es estar... es el prostíbulo de EEUU, pero normalmente, en los prostíbulos
normales la madama: "Bueno, chicas... acá hay que ir" y punto. Nada de tanto
perder tiempo, elegir y todo. Ahora, siendo así normal. ejerciendo así
tranquilo. hay que poder elegir. o eligen. no sé. No sé qué sentimientos. no
sé, me parece. pienso que al final me dan un poco de pena. (E 60)
Leves malestares
Yo pongo la plata y, bueno, te quiero hacer el culo y te hago el culo, loca.
¿Cuál es el problema? Si estoy poniendo la plata. Ese. ese. eso no me copaba
nada, no me copaba nada. No me gustaba sentirme así, eso lo sentía durante
todo el tiempo que estaba ahí con la mina lo sentía, por más de que no era
explícito, ni se hablaba de eso ni nada, porque no tenía nada que ver. No sé,
no me gustaba, ese sentimiento lo tenía ahí presente. No sé, no me gustaba.
(E 59)
Me estaba acordando, una vez, y creo que fue de las veces que empezó a
agarrarme como culpita, para no decirle culpa, estábamos en el cumpleaños
de alguien, una amigo, y terminamos en un cabarulo de zona sur, Avellaneda,
creo, muy lindas chicas. Llamaba la atención, porque un cabarulo suele haber
dos, tres lindas, y después. son todas. me acuerdo que no tenía demasiada
plata, así que me alcanzaba para una copa nada más, y estaba con una mina
que no sé, habrá tenido, yo tenía entre 17 y 19, no me acuerdo bien, era
adolescente, digamos. y me acuerdo que ir a una copa, es como pagar por
transar con una mina, es lo más patético del universo, pero bueno, y la chica
era muy linda, y te digo, podría haber sido una compañera mía de, no sé, no
te digo de la facultad porque, por el tipo social. pero podría haber sido una
del secundario tranquilamente, y me acuerdo que nos pusimos a hablar y era
como, como hablar con una, con alguien que yo podía conocer, y ahí me saltó
la ficha, como que te empieza agarrar peor, digamos... hijo de puta, lo que
estoy haciendo... (E 78)
Si me pongo a hacer un análisis más profundo de la prostitución, es un
garrón, no está bueno. No, si te pones a hacer un análisis más profundo decís:
si, no está bueno. En realidad es algo terrible. Que una persona tenga que
prostituirse para poder vivir, para tener guita, para morfar, para lo que sea. (E
34)
Es lo que dicen todos prácticamente. "¿Por qué no te buscás un laburo?
¿Por qué no lavás los pisos.?". Es todo muy fácil visto desde afuera. [.]
siempre llegan a un final bien triste. [...] Por esto es que al final... esto que te
decía... Que la prostitución me da, al final, pena. Como... capaz que son las
dos cosas que me dan pena. Cada día me doy más cuenta que no soy nadie
para poder juzgar a nadie. (E 60)
Te vas a tu casa diciendo ¡la puta madre, plata tirada! ¡Cuánta plata tirada!
En lo personal sabía que lo iba a pasar mal, esas cosas pasan también, sabía
que lo iba a pasar mal y, sin embargo, hay un momento en que todo está en
una línea de "vamos a apostar a algo", yo estoy mal pero la puedo pasar bien.
Y no, la vas a pasar mal. (E 95)
********************
Cada vez que un hombre compra una mujer con su dinero, un poco del
respeto debido a la esencia humana desaparece. Y en las clases pudientes
donde esa práctica es cotidiana, hay sin duda un poderoso motivo de
presunción generado por la posesión del dinero, que esa moral, ilusión sobre
sí mismo, da para pensar que esa posesión confiere a la personalidad como
tal, un precio cualquiera o un sentido interior. Ese total deslizamiento de
valores, que profundiza de más en más un abismo infranqueable entre el
poseedor y la persona obligada a dejarse comprar, es la sífilis moral que
procede de la prostitución y que al igual que la sífilis física, contamina e
infecta finalmente también a los individuos no afectados por esta causa
primera. (Simmel, Georg, 1982, pp. 15-16)
********************
La última vez dije "noo, basta, no...". No es nada bonito. Uno, digamos,
generalmente dejo de lado toda la cuestión. este. conciencia, por una cuestión
de que si no no lo haría. No es algo que apruebe, obviamente, este. y no
apruebo eso de mí, ¡ja ja! Entonces también como el combate interno se
volvía demasiado grande y la satisfacción era demasiado inexistente, por
ende, era como. ¿para qué? (E 111)
Siempre me dejaban como un dejo de tristeza. No digo que me ponía mal,
pero siempre me quedaba pensando. que eran pobres minas. . Es un rubro de
mierda y se toma siempre a risa. (E 75)
En muchas ocasiones no encontré lo que buscaba. me sucede algo que me
sucedía con la cocaína. En determinado momento empezaba a sentir culpa.
Culpa no en función de la otra persona. sino en función de. ¿por qué necesito
hacer esto? (E 95)
Te pasa siempre que acabaste y decís, "la puta madre, pagué $20 para
echarme un polvo". (E 6)
Pequeña traición
Yo no los veo distintos, no me parece distinto o me parece que es
prejuicioso verlo de otra forma a que uno te consiga un turno en el hospital,
sin tener que hacer la cola a las seis de la mañana, digo. O sea, si uno plantea
determinados principios, y vos vas a atenderte al hospital donde hay 500 tipos
y vos tenés un conocido que te saca un número y en lugar de ir a las 5 vas a
las 9, me parece que te estás traicionando lo mismo que si vas a un puterío a
ofertar sexo, digamos. No sé cuál es la diferencia, cuál es el límite que uno se
pone. Me parece que el sexo no es la excepción a muchas cosas, digamos. En
todo caso me parecería que es una traición más que uno se hace. (E 50)
No me parece algo soñado, algo planeado. Desde el cliente, es una
perversión, un goce, un. [silencio] Yo creo que hay cosas que funcionan. [.]
Si me lo pongo a analizar en frío, creo que me pongo a llorar.. ahora, si estoy
de la gorra, son las 3 de la mañana. nada, ese reviente funciona. (E 42)
10. NATURALIZACIÓN
El discurso P es un discurso de hombres, que se sienten vagamente
culpables. Pero como dice uno de ellos, "Dios es hombre, pero no creo que
me castigue por esto". Un discurso que naturaliza y banaliza el pagar por
sexo, el consumo de prostitución, apelando a un lenguaje de mercado, o a un
lenguaje biologista, invirtiendo el sentido y las relaciones, victimario-víctima,
que se establecen entre prostituyentes y mujeres prostituidas.
¿Es un discurso reificador? Si "toda reificación es un olvido", como dice T.
Adorno (Honneth, Axel, 2007, p. 81), ¿no hay un olvido de que las mujeres
prostituidas son personas, y de que el mundo prostibulario es una relación
que los implica como personas? Aunque a veces conceden que las mujeres
son personas e intentan reconocerlas como tales, no se imaginan una sociedad
sin prostitución. Siempre hubo, siempre habrá, porque es así.
Diálogo
- Desde esa vez que mi mujer no quiso saber más nada [hace casi 30 años]
yo empecé a ir con prostitutas, una vez cada tanto [...] es normal. En las
parejas como mi mujer y yo, la mujer no necesita y el hombre sigue
necesitando. [...] Cuando empezaron los problemas con mi mujer, yo le dije
en una discusión que teníamos, que si ella no quería estar conmigo, yo iba a
estar con otras mujeres. Ella me dijo que yo hiciera lo que quisiera, que ya le
tendría que rendir cuentas a Dios y si Dios tiene una mujer como la mía. ¿a
quién le va a rendir cuentas? [se ríe], ¿No te parece?
- ¿Cree en Dios?
- Sí, claro, todos creemos en Dios, pero no creo que me castigue por esto,
porque esto es lo más normal del mundo. Mis amigos, con los que tomo algo
en el bar, o los del centro de jubilados, también están en la mismo que yo: las
mujeres, llega un momento que no quieren más, y nosotros... No sé, debe ser
algo del hombre. queremos más. Dios es hombre, así que no nos va a
castigar. (E 41)
En primera persona
La idea de hacer un estudio sobre lo que se llama la "demanda" de sexo
pago me estuvo rondando desde hace varios años. Muchas eran las dudas
acerca de cómo abordar a los "clientes"; qué preguntarles, cómo lograr que
hablen con cierta espontaneidad, o simplemente que hablen, sin inducir sus
respuestas, dejando de lado nuestros propios preconceptos.
En 2006 y 2007 tuve a mi cargo un taller de investigación en la Facultad de
Ciencias Sociales, y propuse a quienes participaban del taller, mujeres y
varones, emprender esta aventura juntos.
Estaba convencida que sólo era cuestión de generar las mínimas
condiciones para que el discurso de los "clientes" emergiera.
En esta primera etapa, el primer desafío fue identificar y contactar a
quienes serían los entrevistados, pensar cómo abordarlos, salir al encuentro
de ese mundo que para la mayoría de los que integraron el equipo de trabajo,
y para mí misma, era desconocido. Para aquellos que participaron como
integrantes del taller de formación fue una experiencia, con desafíos en varios
niveles; para muchos era su primera experiencia de trabajo de campo, su
primera experiencia en el uso de la entrevista narrativa, y también su primer
acercamiento al tema. Para algunos, ellos mismos "clientes", fue imposible
tomar la distancia necesaria que la investigación social exige. No pudieron
hacer entrevistas ni continuar con otras actividades del taller.
Las primeras entrevistas en su mayoría cubrieron una franja etaria
relativamente joven. Eso determinó que conformara un pequeño equipo de
investigación con entrevistadoras/es más entrenados para acceder a otros
perfiles posibles.
Como mencioné anteriormente, todas las personas que participamos nos
involucramos. Cada quien a su modo. En mi caso personal persistía en la idea
que había que hacer visible a los clientes, y sentía frente al tema una
responsabilidad profesional y personal. Parte de esa responsabilidad era
"interesar" a jóvenes investigadoras e investigadores de las ciencias sociales.
Al inicio, cuando le preguntaba al equipo qué sabían de la prostitución, su
respuesta era que sabían muy poco. Es cierto que, poco después, alguna/o
decía "ah, una amiga mía vendía ropa en los prostíbulos"; "la madre de mi
novia era prostituta", "el marido de mi tía es dueño de un sauna", "debuté en
un burdel", etc. A medida que avanzábamos en el trabajo, en las discusiones,
lecturas y prácticas de investigación, se hizo evidente para todos que el
mundo prostibulario no estaba tan lejano. Que todos de una u otra manera
tuvimos contacto, convivíamos con ese mundo, que no es otro, sino nuestro
propio mundo.
En lo que a mí atañe, y en cuanto a la presentación de los resultados de la
investigación, tengo que decir que mi mayor preocupación fue evitar los
lugares comunes del discurso hegemónico y reiterar sobre lo ya dicho por los
entrevistados. En algunas de los tantos borradores escritos hace varios meses,
decía: salirse de los lugares comunes, superar el sentimiento de impotencia,
romper la indiferencia generalizada, la banalización, ir contra el lenguaje, las
formas de nombrar que sostienen el orden prostituyente, son algunas de las
tantas dificultades que hay que enfrentar cuando se aborda eso que se nombra
como prostitución. Hay que superar el desaliento frente a la reiteración y
previsibilidad de los discursos sociales, sin contar con otros obstáculos,
ideológicos, epistemológicos, y metodológicos para acceder al diálogo, al
contacto, a la lectura de lo que dicen para encontrar algún resquicio por
donde vislumbrar lo no dicho todavía, un mundo sin prostitución.
Recurrir a citas de otras autorías fue mi manera de tomar distancia,
posibilitar otras lecturas y dar mayor libertad a los lectores.
Silvia Chejter
Acercarme al tema de la prostitución era, antes que nada, romper un límite,
una barrera con un mundo que me resultaba prohibido. El mundo de la
prostitución siempre fue para mí un territorio al que no se podía tener acceso,
algo vedado por el hecho de ser mujer. Desde un primer momento hubo una
intuición asociada con lo territorial, una sensación de espacio vedado, del que
se escuchaban anécdotas e historias al pasar, pero
al cual no se podía entrar. A los prostíbulos iban los hombres. Ahora creo
que quizá esta primera sensación de territorio ajeno y primordialmente
masculino es lo que puede dar lugar a un topo-análisis de los prostíbulos
como espacios de construcción de masculinidad.
En mi diario escribí, casi al comienzo: "Entonces, pienso que investigar
sobre prostitución es también quebrar esa barrera que establece que los
únicos que saben de prostitución son los hombres porque son los únicos que
tienen derecho a ella. Es, por un lado, una inquietud ética y política, el
romper un límite que imponen las construcciones de género, pero también es
una inquietud personal de saber cómo es ese mundo".
Enseguida sobrevino la necesidad de empezar a entrevistar, de sumergirme
en el campo y debía hacerlo abriendo puertas que aún no conocía. Mi primera
entrevista es ilustrativa de esta primera etapa donde predominaban las ideas
de ajenidad y un posicionamiento sumamente externo respecto del tema. Mi
principal preocupación en aquellos momentos era encontrar una puerta a ese
mundo desconocido, un informante que seguramente era alguien muy
diferente a la gente que yo conocía.
Tuve mucha dificultad al principio para encontrar clientes de prostitución
entre mi círculo de conocidos. ¿O debería decir que la dificultad era de
preguntar o preguntar correctamente? Se me ocurría que las personas que
buscaba iban a estar solamente en los territorios que yo reconocía como
zonas de prostitución: la calle Lavalle, el Abasto, Constitución, Palermo, eran
puntos de mi cartografía imaginaria de la prostitución porteña. Así fue cómo
una tarde me dirigí con mi grabador a la calle Lavalle, segura de que estos
lugares serían los adecuados, si no los únicos, para encontrar a quien
entrevistar. De este modo logré hacer la entrevista con A., que además de
cliente tenía otras funciones y relaciones con el mundo prostibulario. Él
cumplía con todas las características que yo buscaba y esperaba, tales como:
alguien desconocido, con el que yo tenía poca o ninguna proximidad social y
con quien el contacto implicaba incluso un cierto riesgo. Ese sórdido
habitante de mi imaginaria geografía marginal sería mi puerta de acceso a un
mundo desconocido.
En las reuniones de taller pasamos largas horas reflexionando acerca de
cómo entrevistar, cuál era la información que buscábamos y cuáles serían las
preguntas adecuadas para conseguirla. "Antes de salir al campo pensé
básicamente dos cosas: que iba a preguntar por qué iba, a dónde iba,
frecuencias, prácticas y que, sobre todo, iba a hacer el ejercicio de mantener,
ante todo, un diálogo con el entrevistado más allá de que después me diera
cuenta de que había cosas que no
había preguntado. Intenté largarme a ver hasta dónde me funcionaba la
intuición y la escucha activa que tengo como persona que dialoga en la vida
cotidiana. O sea, un intento, por un lado, de restar stress al hecho de estar
haciendo una entrevista para la universidad y, por otro lado, de poner a
prueba mis competencias como sujeta que dialoga en la vida cotidiana, que
cuando dialoga a veces intenta dirigir la conversación, obtener información
sobre lo que más le interesa, captar temas latentes, etc.".
La entrevista con A. fue sumamente rica y atrajo la atención de todo el
grupo justamente porque era un caso único y bastante atípico: un hombre que
había pagado por sexo pero que también había recibido dinero a cambio de
sexo, que tenía un hijo con una prostituta y que trabajaba como volantero de
un departamento privado.
Después de la entrevista con A. pasaron dos meses hasta que hice otro
contacto. En este lapso hubo un proceso grupal en el cual todas y todos los
integrantes del grupo comentaban entrevistas que habían hecho a personas
más o menos cercanas a su círculo social: amigos de amigos, vecinos,
compañeros de trabajo y de estudio. Los clientes de prostitución empezaron a
aparecer como personas cercanas a nosotros y mis ideas acerca de la
prostitución como un mundo paralelo comenzaron a hacer agua. Fue recién
en ese momento en que comencé a hacer las preguntas correctas que me
permitieron hacer contactos con mis dos entrevistados siguientes: C. y J.,
amigos de amigos, personas que podrían integrar mis contactos cotidianos y
con quienes podría, a primera vista, tener una relación de cierta afinidad.
Esto planteó una nueva situación de comunicación en la cual la empatía y
la confianza fueron protagonistas. La proximidad social y la familiaridad
aseguraron lo que Bourdieu llama una comunicación "no violenta", que lejos
de entorpecer la entrevista o quitarle fiabilidad creo que favoreció que el
relato surgiera de una manera mucho más espontánea. Sin embargo, esta
nueva situación hizo surgir en mí otras inquietudes acerca de dónde marcar el
límite y poder hacer evidente mi incomodidad al escuchar ciertas cosas; cómo
lograr un silencio o una pregunta que marcara una distancia con mis
entrevistados; cómo cortar con el clima de empatía sin arruinar el testimonio
que estaba emergiendo. Después de entrevistar a J. escribí: "Algunas de las
cosas que me dijo J. me molestaron: su forma de describir a las mujeres, su
falso interés de escucharlas; pese a esa incomodidad mantuve
conscientemente el clima ameno y animado de conversación. Después me
arrepentí de haberlo hecho porque no sucedió sólo en un momento, muchas
de las cosas que dijo me chocaron y no quise, no me animé o no logré,
hacerle notar mi incomodidad. Ahora pienso que hubiera sido interesante ver
qué sucedía si le hubiera hecho notar que yo desaprobaba sus prácticas y su
forma de ver a las mujeres. Fue algo que quedó pendiente porque no llegué a
hacer otra entrevista, pero lo que fue claro es que en mi primera entrevista la
'lejanía' con el entrevistado posibilitó la formulación de preguntas más
incisivas y puntuales que no se parecieron a las que les hice a los otros dos
entrevistados. Con ellos el relato fue más espontáneo y menos dirigido que
creó un clima de comodidad y relajación para los entrevistados que no dejó
espacio para que emerja la incomodidad que hubiera servido como pie para
otro tipo de reflexiones". Se hacía evidente que no podía evitar juzgar las
conductas de las personas a las que entrevistaba, fantaseaba con "decirles la
verdad" o "hacer que tomen conciencia", volvía de las entrevistas llena de ira
e impotencia, desbordada por las emociones que me despertaban sus
testimonios.
Una pregunta que se hace Bourdieu en La miseria del mundo produjo un
gran impacto en mí a pesar de la simpleza de su planteo, tanto que motivó
una entrada en mi diario: "¿Es posible transmitir palabras racistas de tal
manera que quien las pronuncia se vuelva inteligible sin rendirse a sus
razones, sin darle la razón?" (Bourdieu, Pierre, 1999). Es éste en parte el
desafío de este trabajo, hacer que aparezca la voz de los clientes, dejando que
ellos mismos cuenten quiénes son, qué hacen, qué motivos los mueven, pero
sin que esto implique una justificación de sus prácticas sino todo lo contrario.
A nivel personal creo que lo más interesante fue el descubrimiento de que
no hay que ir más lejos que la propia vida para acceder al mundo de la
prostitución y también la conciencia de las dificultades y facilidades que esto
genera en la investigación. Después del encuentro con las mujeres de AMAR
escribí: "Verlas o no verlas, verlos o no verlos, es una cuestión de atención,
de dónde y cómo dirigir la mirada. ¿Elegir protegerse y ser ciega? ¿Abrir la
mirada y dejar entrar todas las imágenes como cuchillos? ¿Cómo imponer un
criterio de orden que me aleje de la ceguera sin abrumarme? El problema
termina siendo otra vez lograr manejar ajenidad y cercanía, establecer
distancias móviles en la investigación, estrategias sentimentales más o menos
conscientes, en las entrevistas, en las reuniones de la facultad, en los espacios
de militancia, en las comidas familiares y las charlas con amigos...".
Nayla Vaccareza
En un principio cuando definimos nuestro tema de investigación creí que
me iba resultar imposible localizar y entrevistar a un cliente de prostitución.
Al cabo de un tiempo, lamentablemente, dar con clientes ya no resultaba tan
problemático, ahí estaban entre amigos y conocidos, todos ellos, clientes al
menos una vez. Así que me decidí a romper con el silencio y lanzarme a
entrevistar en serio, por primera vez. El primer entrevistado fue un joven de
23 años que vive en Belgrano, Capital Federal, estudiante universitario con
quien compartimos el paso por el secundario y luego lo seguí viendo por
muchos años en un bar que nos juntábamos a tomar algunas copas antes de
salir. En ese bar, en los encuentros con amigos [...] las conversaciones
habituales de los fines de semana por la noche rondaban sobre sus
experiencias sexuales con distintas mujeres. Entre esos relatos siempre
aparecían historias de experiencias con prostitutas y en esos momentos el que
tomaba siempre la palabra era R., quien siempre fue señalado por el resto del
grupo como el que mejor conocía el mundo prostibulario. Era a él, según el
grupo de amigos, a quien había que preguntarle todo acerca de cuánto, cómo
y dónde. Siendo una espectadora y oyente de estas situaciones que se daban
los fines de semana, decidí contactarme con R. para contarle el tema que
estaba estudiando y proponerle si accedía a una entrevista. Así fue que,
después de una breve charla telefónica que no tomó muy en serio, decidimos
encontrarnos. [.]
Mi segunda y tercera entrevistas [.] fueron realizadas en una ciudad
balnearia. [.].
Un día caminando por la zona céntrica, mi novio comienza
disimuladamente a señalarme uno por uno a quienes él sabía que
frecuentaban seguido el cabaret. En el transcurso de una hora me habrá
señalado bastantes clientes a los que yo podría entrevistar. Mi ilusión de que
podría hacer allí varias entrevistas se convirtió pronto en desilusión cuando
ante el llamado de mi novio para presentarme, todos se rehusaban a darme la
entrevista por distintas razones. Al final y al borde de la desesperación de mi
parte por creer tenerlo todo y de pronto la nada, pude hablar con un conocido
del trabajo que accedió a ser mi segundo entrevistado. Luego pude hacer
otras entrevistas.
Luciana Altieri
Cuando se nos planteó hacer un trabajo de campo, concretamente, realizar
entrevistas a hombres que pagan por sexo, lo primero que pensé es dónde los
encontraría. Pensé que iba a resultar sumamente difícil encontrar a clientes, y
sobre todo con ganas de hablar. Durante 15 días me dediqué deliberadamente
a comentar sobre mi búsqueda, como al pasar, a todos los hombres con los
que me cruzaba.
Fue sorprendente y triste darme cuenta que muchos de esos familiares,
conocidos casuales, compañeros de trabajo, distintos hombres a los que tenía
acceso en diferentes ámbitos, se ofrecieron para ser entrevistados, o para
recomendarme a alguien a quien entrevistar. De manera muy natural me
recomendaban y comentaban sobre sus amigos/clientes, como algo cotidiano,
muy cercano a ellos, y a la vez fácilmente accesible para mí si lo quisiera.
Claro que, finalmente, a la hora de tener que sentarse frente al grabador,
algunos de los recomendados se arrepintieron.
Una de las primeras entrevistas fue muy particular. Estábamos sentados en
un bar, con un contacto que hice por medio de uno de mis amigos, el cliente
era un compañero de trabajo de un amigo, tenía 32 años y los dos trabajan
como repositores de supermercados y ya antes que se encendiera el grabador,
empezó a desplegar toda una serie de actitudes de macho dominante y
avasallador hacia la moza del bar. Esas actitudes me molestaron, e
indirectamente se lo hice sentir. Esto hizo que la entrevista fuera un poco
ríspida e incómoda al inicio, y más cuando, ante la primera pregunta sobre
qué pensaba de la prostitución, afirmó que de no existir, habría más
violaciones. Yo no podía creer el grado de violencia que tenía lo que
escuchaba. En ese momento tuve un gran sensación de furia, pero, con el
correr de la charla y con mucho esfuerzo, pude alejarme de mi enojo y dar
prioridad a la continuidad de la entrevista.
Independientemente del grupo social al que pertenezca el cliente, pude
descubrir tiempo después que este discurso es mucho más frecuente de lo que
creía.
260 kilómetros al oeste de la provincia de Buenos Aires, y 2 años después,
en un paseo pueblerino nocturno casual por una plaza, un hombre, abogado,
cercano a mi familia dijo exactamente lo mismo: de no existir la prostitución,
habría más violaciones.
En otra ocasión me sorprendí de cómo el cliente puede llegar a negar la
realidad compleja de la prostitución y seguir siendo cliente sin cuestionárselo,
aun conociendo las miserias que ésta conlleva. Ese entrevistado afirmó estar
consciente de que la prostituta que él frecuentaba era una mujer salvajemente
explotada por un sistema prostibulario, pero inmediatamente después tomó
un sorbo de su café y afirmó sin el más mínimo pudor que cuando iba de
putas no pensaba en eso, de lo contrario "no se motivaba".
En esa entrevista el cliente me relató la existencia en Internet de un Foro de
Discusión en el que los clientes de prostitución se comunican entre sí, y
escriben acerca de sus experiencias sobre los servicios prestados por las
distintas prostitutas. Intenté presurosamente conseguir más clientes para
entrevistar, utilizando esa vía. Sin embargo pronto me di cuenta que el no
haber utilizado un lenguaje acorde al publico que visitaba ese Foro hizo que
tuviera como únicas respuestas la desconfianza y la reprobación, como por
ejemplo: "Qué ordinario este tipo, che... ¿cómo prostitutas? Se dice 'escorts'",
o "Sí, claro. ¿no querés que te dé el teléfono de mi mujer también, y el de mi
trabajo, así me extorsionás? ¡Este pibe se cree que nosotros no miramos
TV!". Enseguida me bloquearon la posibilidad de seguir buscando clientes.
Fue así que rediseñé mi estrategia de acercamiento, adaptándola a un
lenguaje más coloquial, y pude contactarme con varios clientes interesados en
hacer las entrevistas mediante Internet y a través del Chat. Se concretaron 2
entrevistas de este tipo. Con los otros 5 contactados intenté trascender ese
medio de comunicación anónimo e impersonal, y concretar un encuentro con
ellos, lo cual resultó imposible: se negaron sistemáticamente a realizar una
entrevista cara a cara, siempre con distintas excusas.
Al principio del trabajo de campo, antes de comenzar la búsqueda de
clientes, los imaginaba como hombres marginales, parias, solitarios. Pero más
bien era todo lo contrario: los clientes estaban al lado, en frente, alrededor
mío, mucho más cercanos de lo que creía. En cada entrevista que realizaba
descubría cuán cercano, naturalizado y cotidiano era ese horizonte que yo
creía difícil de acceder. Sólo un largo proceso cultural de invisibilización de
los clientes, y al mismo tiempo una sobrevisibilidad de las prostitutas, me
había impedido ver que amigos, primos, padre, tíos, compañeros de trabajo,
conocidos, etc., etc., eran clientes.
Bernardo Rotelli
Mi salida a campo quizás fue un poco distinta a las de los compañeros, ya
que mis entrevistados eran nada más y nada menos que personas que
pertenecen a mi círculo más cercano, personas con las cuales he compartido y
comparto infinidad de momentos en mi vida.
La indagación iba a radicar en cuestiones que dentro de un grupo de
personas siempre fue hablado en tono de sorna y sin demasiadas
especificaciones o problematización de dichas situaciones. En la misma
aparecen guiños, códigos y referencias a situaciones de las cuales en parte yo
estaba enterado (este "en parte" no es una forma de desresponsabilización de
mi parte, sino que en los relatos individuales aparecen cuestiones que en las
charlas grupales no surgían).
Lo que quise indagar son algunos momentos que no son compartidos, algo
que nos diferencia, algo en lo cual no estamos de acuerdo, y desde ese lugar
es que emprendí estas entrevistas. Antes de entrevistar a estas personas lo que
se me ocurrió pensar fue qué tan distinto soy yo con respecto a ellos, qué es
lo que a ellos les permite hacer determinadas cosas y a mí no, qué tan
distintos somos o qué tan iguales, qué tan otros son esos objetos de estudio a
los cuales indagamos, cuán diferentes son de mí estas personas que pagan o
pagaron por sexo y que accedieron a ser entrevistados.
Por mi parte, antes de empezar a trabajar este tema, no tenía una opinión
claramente formada acerca de la prostitución, creo que hasta me parecía
coherente que las mujeres prostituidas quisieran sindicalizarse para lograr
mejores condiciones "laborales" en su "oficio". La sensación que me
generaba este tema radicaba en una especie de pena o aflicción para con las
personas que se veían forzadas a realizar esta tarea, pero no pasaba de decir
"qué barbaridad" frente a algún informe periodístico en algún medio.
Algo que sí tenía claro antes de empezar con el trabajo de campo es que la
mayor parte de los hombres pagan o pagaron por sexo y no lo ven como algo
desagradable o denostable (y creo que aun los que no lo hacen ni lo hicieron
tampoco), y que esto es algo que está ampliamente difundido y naturalizado.
Es algo de lo que se habla (entre hombres generalmente) y con lo que se
bromea todo el tiempo. Sí observaba en las respuestas que se denostaban
situaciones como el rapto, situaciones de violencia extrema y en algunos
casos la situación de explotación económica que se realiza, mas nadie
condena la explotación sexual del cuerpo por parte del cliente. El cliente
aparece invisibilizado -en la mayoría de las entrevistas-, incuestionado como
factor clave que permite la existencia de la explotación sexual de los cuerpos
de las mujeres; más aún, su deseo aparece naturalizado y justificando sus
acciones y la "necesidad" de que ellas existan, de que exista "el servicio" que
ellas brindan.
El hecho de compartir momentos, situaciones, lugares y determinada
cosmovisión con mis entrevistados, sumado a lo que siempre pensé y sentí
acerca de lo que representa la situación de prostitución para una mujer, me
hizo pensar lo siguiente: ¿qué tan distinto soy yo a las personas que
entrevisté? ¿Qué es lo que me diferencia de ellos? ¿Qué es lo que llevó a mis
entrevistados a pagar por sexo, y a mí no? ¿Cuál es la sutil diferencia que nos
hace tomar una u otra decisión? Aun más, yo me preguntaría: ¿fue una
decisión la que tomé de no pagar por sexo o fue algo azaroso?
Las personas a las que entrevisté, algunos, son amigos con los cuales
compartimos ámbitos de socialización, lugares de encuentro y seguramente
historias de vida muy similares. Familias progres, colegios medio pelo y
similar capital simbólico. No creo que ellos piensen distinto a lo que yo
pensaba antes de iniciar esta experiencia; es más, por parte de lo que
expresaron en las entrevistas que les realicé esto puede constatarse.
Intento buscar en mi historia las razones por las cuales elegí y elijo no
pagar por sexo y lo primero que se me ocurre es remontarme a los discursos
acerca de la sexualidad en mi casa. Mi mamá (sobre todo ella) siempre tuvo
un discurso acerca del respeto con el propio cuerpo y con el del otro, un
discurso acerca de la sexualidad a través del amor y del deseo compartido y
quizá esos dichos se hayan hecho carne en mí e hicieron que tomara
determinadas decisiones acerca de qué hacer o qué no hacer en torno al deseo
y al sexo. Igualmente me pregunto si esto fue suficiente para tomar dichas
decisiones, ya que seguramente (digo seguramente porque no lo he indagado)
mis entrevistados vivieron situaciones parecidas en su infancia ya que, como
dije, venimos de entornos similares. En todo caso esta explicación me parece
un tanto individualista y psicologista (no sé si estaría mal que así lo fuera), ya
que algo que está tan difundido, a mi entender, debiera tener causas un poco
más macro, un poco más socio-culturales, que no se agotarían solamente en
la relación intrafamiliar y los discursos que internamente la circundan.
En el momento de realizar las entrevistas se generó un clima de
complicidad difícil de explicar, lo cual permitió la reflexión de los
entrevistados a partir de no sentirse juzgados. Esto no lo hice a propósito,
sino que fue una situación que se dio de esa manera, espontáneamente. Lo
que intento expresar es que no medió una reflexión sesuda a través de la cual
me inventé un personaje comprensivo para sacarles información a los
entrevistados o para generar una situación de complicidad con los mismos; la
situación se dio así. Hablé su idioma, me reí de sus chistes y no juzgué sus
actos (por lo menos no en primera instancia). Más allá de ser diálogos
distendidos, las entrevistas fueron momentos (algunos por lo menos) de
profunda reflexión por parte de los entrevistados. Algunos se sintieron más
interpelados que otros pero todos contestaron intentando despegarse de la
situación que los llevaba a mostrarse como sujetos que decidieron pagar por
sexo con argumentos que remiten a situaciones grupales en las cuales la
"culpabilidad", si es que así puede llamarse, se difumina en el grupo como
una especie de correlato de Fuenteovejuna.
Juan Ignacio Mota
Admito que no fue fácil. Antes que nada, romper con la rutina académica.
El tema a tratar fue un golpe, fue un balde de agua fría, una cachetada entre
pilas y pilas de apuntes y teorías completamente lejanas a la cotidianeidad.
Incluso fue mucho más allá de aquellas teorías que pretenden dar cuenta de la
vida cotidiana: el tema era de una cotidianei-dad velada, una cotidianeidad
escondida tras representaciones sociales y naturalizaciones, enmascarada
entre discursos aceptados en el habla del día a día -aunque el sentido común
insista en que de eso sólo se habla de noche.
¿Cómo abordar el tema de la prostitución? ¿Cómo aproximarse si no es
desde un discurso cristalizado por la propia experiencia, que en ese primer
momento aparecía como excesivamente lejana? Nuevamente: admito que no
fue fácil.
Los textos trabajados a lo largo de la experiencia del taller permitieron
acomodar un poco las ideas difusas. Permitieron reinterpretar el caos, propio
de cualquier relación humana, en una relación particular y específica de
dominación dentro de una sociedad organizada de acuerdo a determinados
patrones de sexo-género. Palabras duras, firmes, conceptuales: teoría.
Fue esa teoría la que nos permitió salir a campo. Los manuales de
metodología de investigación intentan imponer una cierta distancia. Las
reglas de la sociología nos hablan de ello, el sentido común disciplinario nos
interpela acerca de la frialdad del investigador. Frialdad difícil de mantener
cuando nos encontrábamos cara a cara con un cliente: un cliente que podía
ser cualquiera. Porque así como una mujer prostituida es madre, hermana,
hija, prima, amiga; un prostituyente es padre, hermano, hijo, primo, amigo. Y
tantas otras cosas.
Las entrevistas, junto a las lecturas y las discusiones entre compañeras y
compañeros nos enfrentaron a otro lenguaje, nos demostró que las palabras,
sobre todo las que se refieren a las experiencias más íntimas, son muchas
veces tan polisémicas que es posible decir lo mismo de infinitas maneras, y
con diferentes resonancias. Porque para cada uno y cada una hablar sobre
prostitución implicaba algo diferente. De este lado preguntar, del otro
contestar, y en el medio personas, que muchas veces eran diluidas de la
conversación. Quizá lo más difícil fue esa arista: el intento de no olvidar que
las palabras refieren a personas que viven, sienten, aman y sufren igual que
nosotros.
Daniela Ruiz
Cuando se planteó la idea de hacer entrevistas a clientes de prostitución me
sentí bastante desconcertada, ya que no tenía idea de cómo contactarlos.
Luego, con el paso del tiempo, lamentablemente me di cuenta que era más
accesible de lo que imaginaba. Mi primera entrevista la hice a un amigo. La
posibilidad de entrevistar se dio gracias a que le comenté a mi hermano lo
que estaba haciendo y me dijo que varios de sus compañeros de trabajo
contaban sus experiencias en la oficina y que les podía preguntar. Al día
siguiente me dijo que dos de ellos estaban dispuestos a ser entrevistados.
Romina Catania
Acceder a las entrevistas fue tal vez más simple de lo que imaginaba en
virtud del tema de investigación, pero también es cierto que cuando
anticipaba el objetivo del trabajo, al principio algunos potenciales
entrevistados se asombraban. Hallar clientes dispuestos a relatar su
experiencia resultó tal vez más sencillo que organizar esa interacción en la
que se juegan emociones diferentes del lado del entrevistador/a y el
entrevistado. Mi intención era no ocultar mi punto de vista respecto de la
explotación sexual sino que el mismo me guiara en la selección e
identificación de los argumentos del entrevistado, tanto para retomar un tema
junto con el entrevistado como para reservarme comentarios.
Para hallar clientes sugerí en reuniones de amigos y gente conocida que me
interesaba el tema y quería hacer entrevistas; algunos se propusieron a sí
mismos como entrevistados; a otros tuve que asegurarles el anonimato de su
testimonio para que accedieran. Así, la conformidad de los clientes a dar su
testimonio no constituyó una dificultad en sí misma, sino tal vez que en los
testimonios brindados por ellos se conjugan experiencias, relatos, opiniones,
dimensiones de la explotación sexual insertas en sus propias historias de vida,
imágenes sueltas, etc. Algunas entrevistas fueron hechas a conocidos directos
y otras por contacto. Sólo una de las entrevistas fue hecha a un desconocido,
a quien entrevisté en la facultad luego de escucharlo hablar (en la cola para
inscribirnos en las materias del cuatrimestre) con unos amigos sobre los
turnos de un sauna de la zona.
Leila Vecslir
El tema de la prostitución apareció en mi vida durante la adolescencia. El
tema que se hacía recurrente entre mis amigos era el sexo, por cuestión de
hormonas o por imperativo social; el asunto es que de lo único que se
conversaba era de la posibilidad del inicio sexual. Por eso, de muy chica y sin
tener claridad, fui adentrándome al mundo de la prostitución, el cual
descubría a través de mis amigos. Frases tales como "vamos al puti"
formaron parte de mi crecimiento y formación como mujer. Cuando comencé
a cursar el taller, aunque no tenía información teórica sobre el tema de la
prostitución, sí tenía, además de mi sentido común, todo el conocimiento que
me habían dejado años de amistad con hombres. Tal vez por esa razón no ma
causó ningún asombro el grado de naturalización del discurso de los
hombres. La primera de mis entrevistas se la hice a uno de dos amigos con
los que seguí en contacto luego de terminar el secundario. La entrevista fue
una charla como la de tantas otras tardes, en las que hablábamos de diferentes
temas, pero esta vez con un grabador por medio. Otra de las entrevistas fue
realizada de pura casualidad. Se trata de X., que trabaja en una fábrica a la
vuelta de mi casa y por las noches hacer horas extras como sereno. Tiene 66
años y lo conozco desde chica. Siempre paso por la vereda de la fábrica,
algunos de los trabajadores almuerzan en la vereda, y X., cuando paso me
pregunta qué estudio, me pide que le explique qué hace un sociólogo. En uno
de los tantos mediodías le comenté que estaba haciendo un taller sobre
feminismo, y me preguntó de qué se trataba y le comenté. Al principio
pareció asombrado que en la facultad traten temas como el de la prostitución,
pero hablando un poco más y poniéndose a la defensiva me dijo que él tenía
experiencias y le pregunté si podía contarme algunas y sin pensarlo me dijo
que sí. Y empezó a hablar. Lo paré y le dije que mejor arreglábamos un día y
un horario para hacerle la entrevista. Me preguntó qué entrevista y yo le
expliqué, y casi resignado me dijo -y sin mucho entusiasmo- que lo iba a
pensar. Le pregunté cuál era el problema y me expresó sus inquietudes, qué
como iba a quedar frente a mí, que me conocía de chica, que la esposa no
sabía y que no quería que se enterara. Atiné a decirle que me iba a ayudar
mucho si accedía, que la entrevista era anónima, que quedaba entre nosotros
dos y que nadie sabría, que lo que me interesaba era la experiencia que podía
aportar. Me dijo que lo iba a pensar y que no creyera que él hacía cosas raras.
Después de un par de encuentros fallidos -no nos poníamos de acuerdo con el
día-, de algunos desencuentros, lo volví a a parar, le expliqué nuevamente el
anonimato de la entrevista, y finalmente quedamos para un día. A los dos se
nos hizo difícil comunicarnos. X. nunca se relajó. Lo sentí incómodo y
apenado. En esas circunstancias lo identifiqué con mi papá, por la edad de
ambos.
Todo lo que contaba lo hacía en forma muy segura, pero en algunos
momentos me pareció que me pedía perdón, a lo largo de la entrevista.
Intenté no tener un mínimo gesto moralista o juzgador para con él. Pero
inevitablamente siento que él percibió algún cambio, antes para mí él era un
conocido más. Ahora sus palabras rondaban mi cabeza y fue casi imposible
no relacionarlo a él con mi papá, lo cual me causó mucha tristeza.
Salomé Wolosky
La prostitución estaba allí. En algunos de mis afectos, en el club al que
alguna vez concurrí, en las calles, los departamentos y las casas del barrio en
el que vivo, en los postes de esas calles, en mis vecinas y vecinos, en mis
compañeros del secundario. Sin embargo, no lo veía ni lo pensaba.
Seguramente lo condenaba en esas situaciones en que surgía la ocasión. Pero,
¿qué quiere decir condenar? ¿Decir que está mal, que no estoy de acuerdo
con eso? ¿Preguntar por los motivos? Yo diría, asumirlo como algo más. Una
de esas cosas que existen y existirán, que la misma forma que utilizamos para
nombrarlas nos remite a su lejanía. ¿De qué hablamos cuando hablamos de
prostitución?
La cuestión es que allí estaba y comenzar a pensarlo no fue fácil, implicó
hacerse cargo de una convivencia de años, de cierta complicidad.
Instintivamente, como dirían posteriormente los clientes, las primeras
personas vinculadas "directamente" al tema en las que pensé al momento de
comenzar a entrevistar, fueron algunos de mis conocidos del barrio. Cuando
les comenté de qué se trataba la investigación sus primeras palabras fueron:
"Uh, acá tenés para hacer una tesis". La primera entrevista fue con quien
desde un comienzo habló del tema con menor pudor. Su apertura al momento
de contarme sus experiencias me asombró, pero no llegué a darme cuenta de
esto hasta el momento de la desgrabación. La presencia de su esposa a su
lado al momento de la entrevista me ayudó a comenzar a pensar una de las
formas en que la sociedad se relaciona con el tema, la convivencia. Su forma
de reaccionar cuando la conversación ganaba en profundidad fue alejarse del
puesto de diarios en el que nos encontrábamos y entablar una conversación
con otra persona que se encontraba en las cercanías. La segunda entrevista
con este mismo entrevistado tuvo otras características, su esposa ya no se
encontraba a su lado y sus respuestas cobraron otro carácter.
Luego llegó la entrevista a los jóvenes del club Agronomía. Escuchar a
gente de mi edad hablando del tema, especialmente en la forma en que lo
hicieron, la crudeza de sus afirmaciones, me llevó a enfrentarme con mi
propia convivencia con el tema de un modo inesperado. Esta diferencia entre
una entrevista y otra, o unos entrevistados y otros, se encuentra vinculada a
que siempre había asociado a mi primer entrevistado con el tema que nos
convocaba; éste siempre había formado parte de su personalidad, de su "ser
hombre" en el ámbito público. Los jóvenes del club, en cambio, nunca habían
estado asociados a la prostitución, al menos para mí.
Esta primera etapa de entrevistas implicó un cierto grado de complicidad
con los clientes, un juego en el cual ellos sabían que finalmente serían
condenados pero que por el momento no se enterarían, mi interés se centraba
en "saber" casi por curiosidad y en cuanto se deslizaba alguna posibilidad de
cuestionamiento los acompañaba en su condena a las mafias y a los
traficantes como verdaderos y únicos culpables. La complicidad parecía ser la
condición para que hablaran. Una "complicidad" o "distancia" difícil de
sostener. Hubieron momentos en que la necesidad de realizar ciertos
cuestionamientos fue más fuerte, sobre todo hacia el final de las entrevistas;
entonces no pude evitar hacer ciertas preguntas pero rápidamente me daba
cuenta del terreno en el que me metía y aceptaba sus vagas y
autocomplacientes respuestas sin profundizar.
El contacto con N. (uno de los entrevistados) surgió "de casualidad". La
dificultad de encontrar entrevistados con ciertas características específicas
convirtió la situación en un tema de charla con gente con la cual nunca antes
había tratado el tema en profundidad, o a quienes por diversos motivos había
negado como posibles fuentes de contacto. Así fue como se lo comenté a mi
familia, y fue obviamente mi padre quien casi inmediatamente se ofreció a
contactarme con uno de sus mejores amigos. He aquí la negación: si el tema
ya guarda siempre complejidad, la situación de tener que entrevistar a alguien
que me conoce desde que nací no resulta en absoluto cómoda ni sencilla. Si
bien no se trata de alguien a quien yo suela frecuentar (es más, calculamos
que hacía diez años que no nos veíamos), indudablemente nos une un vínculo
afectivo relacionado a su amistad con mi padre y con mi tío N.; sin embargo,
resultó ser muy accesible. Comenzamos hablando de nuestras familias, de
dónde vivíamos y de mi tío; todos temas propuestos por él en una suerte de
"pre-calentamiento" para lo que se venía después; mi sensación fue que
intentaba "humanizar" la situación, sentirse cómodo, demostrar(se) que nos
unía algún tipo de vínculo afectivo. Una vez "agotados" estos temas, le
comenté brevemente acerca de aquello que estamos intentando investigar. La
conversación se dio en un clima amable y relajado, no exenta, sin embargo,
de momentos de tensión y "enojo". Hacia el final de la entrevista (que duró 1
hora y media)
N. comenzó a mirar su reloj, en señal de que debía volver a su lugar de
trabajo. La entrevista comienza con unos breves intercambios acerca de
aquello que mi padre le comentó acerca de los motivos de la entrevista.
Verónica Hendel
Observaciones en un club de barrio, donde se realizaron
entrevistas individuales grupales.
Informe de entrevista
Entrevistado: C., 16 años.
Fecha: 23 de febrero de 2007
Lugar: En la vereda del Club Agronomía.
Las risas eran cada vez más incómodas, llaman a un muchachito delgado
que estaba sentado en la vereda de enfrente con otro grupito, visiblemente
más joven que ellos y más tímido. Comienzan a hacer chistes sobre sus
visitas a los prostíbulos, sobre sus gustos sexuales y sus experiencias. El
chico se defiende como puede, también hace chistes sobre los otros pero en
su actitud corporal se nota que está intimidado por el grupo de jóvenes
mayores. El grupo lo presiona para que sea él quien nos conceda la entrevista.
La sensación es que lo entregarán para salir de esta situación incómoda.
Invitamos al muchachito a sentarse en un lugar apartado del grupo, le
decimos que se relaje, que no vamos a contarle a nadie lo que él nos diga, que
puede contarnos hasta dónde él quiera y que se tome esto como una charla
más con un amigo. Los muchachos no quitan la atención de nosotros, están
cerca, quieren intervenir, quieren escuchar. Luego de unos minutos de
insistencia no logramos que se alejen pero sí que se dispersen y dejen de
prestarnos atención.
El muchachito es visiblemente tímido, se sienta con los codos apoyados en
las rodillas flexionadas y se sostiene la cabeza con las manos que le tapan la
cara. Escuchamos con dificultad sus palabras y no logramos mantener el
contacto visual más que por algunos momentos; al principio mira a los otros
muchachos del grupo y se ríe, está visiblemente incómodo. Durante la
entrevista mira casi todo el tiempo al piso, habla poco y entrecortado. Sólo
sabemos que tiene 16 años porque no nos dice su nombre.
Empezamos preguntándole cuándo había sido su primera vez, sin aclarar si
nos referíamos a la primera vez que visitó una prostituta o la primera vez que
tuvo relaciones sexuales. Nos responde que había sido hacía tres años con su
novia pero cuando repreguntamos nos dice que había debutado con una
prostituta hacía un mes. Ante la contradicción, aclara: "Estuve otras veces
con otras chicas más grandes, pero no tanto". Y de esta frase surge
naturalmente una doble lectura: no sabemos si se refiere a otras chicas no tan
grandes o si no había estado tanto con esas otras chicas.
Sobre la visita al prostíbulo nos cuenta que lo llevó un amigo de Isidro
Casanova, más grande que él. Le pedimos que describa el lugar pero no
logramos un discurso fluido, ante cada pregunta se tapa la cara con las manos
y dice algo así como "Entrabas y las minas estaban ahí para elegir... unas
paradas, otras sentadas". Nos cuenta que eligió a la mujer "por el cuerpo".
Durante toda la entrevista repite y recalca que "la mina era más grande", al
tiempo que mantiene una actitud corporal retraída, casi al punto de poner la
cabeza entre las rodillas. Cada vez que dice que "la mina era más grande" él
se hace más chico corporalmente. La edad, la presencia corporal, la seguridad
por el conocimiento de los códigos y el control de la relación hacen aparecer
a la mujer como un gigante en el discurso del chico, que también repite "no
es que me dio miedo".
Nos dice que no les contó la experiencia a sus amigos del club y recalca
que es el más chico de la barra. La preocupación acerca de su tamaño en
comparación con el de la prostituta y de sus pares del club es recurrente, en
términos absolutos ("soy el más chico") o en términos relativos ("soy más
chico que.") la pequeñez es una de las formas de definirse. Sin embargo,
cuando lo presionaron para que nos concediera la entrevista era evidente que
los muchachos sabían que él había visitado prostíbulos al menos una vez.
En ningún momento de la entrevista nos habló de placer de ninguna índole,
sea visual, corporal, o cualquier otro. Tampoco hablaba de los prostíbulos,
como es más o menos habitual, con algún grado de fascinación por la escena
desconocida.
Dice que pasó a una habitación diferente a la de su amigo que pagó por la
salida con la prostituta. Así entendemos por qué ante la pregunta "¿pagaste
por sexo alguna vez?" responde insistentemente que no. Claro, él no había
pagado nunca por sexo, había sido invitado, no era su dinero el que había
pagado por esa mujer sino el dinero del amigo.
La entrevista no es rica en información al nivel del discurso hablado pero sí
a nivel gestual. No logramos establecer un diálogo fluido en ningún
momento, las repreguntas hacían que se retrajera más y siempre respondió
con frases cortas pero el discurso corporal hizo que ambas quedáramos
conmovidas por la sensación de miedo, vulnerabilidad y timidez que nos
transmitió.
Verónica Hendel y Nayla Vaccareza
BIBLIOGRAFÍA
[1]1. El 1 de enero de 1999 Suecia sancionó una Ley que prohíbe la compra
de servicios sexuales, como parte de una estrategia para poner fin a la
prostitución y la trata de personas. Toda persona que pague por tener
relaciones sexuales es sancionada con una multa o prisión de 6 meses. La ley
es uno de los primeros intentos de una política de Estado que encara las
raíces de la prostitución y de la trata de personas, es decir, la demanda de los
hombres que sostienen el derecho de comprar mujeres con fines de
prostituirlas. Esta ley es un punto de inflexión de los esfuerzos de Suecia por
crear una sociedad democrática, con igualdad de género como principio, en el
cual mujeres y niñas pueden vivir sus vidas libres de toda forma de violencia
masculina. La ley se combina con medidas preventivas de educación pública
y campañas de concientización y asistencia a las víctimas; se complementa
con otras medidas que establecen una política de tolerancia cero para la
prostitución y la trata de seres humanos. La amenaza de castigo disminuye el
número de prostituyentes y en consecuencia el mercado deja de ser tan
lucrativo. Los traficantes buscan otros destinos más rentables (Ekberg,
Gunilla, 2004, p. 1).
[2]1. Resultados preliminares de esta investigación fueron presentados en las