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Tal y como hizo Lev Vygotsky, Albert Bandura también centra el foco de su estudio
sobre los procesos de aprendizaje en la interacción entre el aprendiz y el entorno. Y, más
concretamente, entre el aprendiz y el entorno social. Mientras que los psicólogos
conductistas explicaban la adquisición de nuevas habilidades y conocimientos mediante una
aproximación gradual basada en varios ensayos con reforzamiento, Bandura intentó
explicar por qué los sujetos que aprenden unos de otros pueden ver cómo su nivel de
conocimiento da un salto cualitativo importante de una sola vez, sin necesidad de muchos
ensayos.
Existen 4 fases para que se establezca el proceso de aprendizaje por observación. En primer
lugar, se presenta el proceso de atención, donde el observador, mediante sus capacidades de
percepción, selecciona de forma selectiva aquellos atributos que le son significativos. Los
factores que influyen en este proceso, provienen del entorno social y simbólico del
individuo en cuestión. La segunda fase hace referencia al proceso de retención. Donde la
codificación simbólica, se transforma en organización cognitiva, aquí el observador debe
utilizar sus habilidades para transformar lo que observa y así captar los rasgos y estructuras
esenciales de las actividades modeladas, para permitir de esta manera una condensación de
la información de forma fácil de recordar. Tercera fase, corresponde al proceso de
producción. La conversión de los conceptos simbólicos se sitúa en acciones adecuadas, las
cuales se realizan a través de la reproducción de la concepción que debe ejercer el
observador. Como última fase, se establece el proceso de motivación, el cual se refleja el
incentivo que posee el individuo para realizar la acción determinada, estos pueden ser:
directos, vicarios o auto-producidos.
Desde la psicología se han elaborado una serie de técnicas dirigidas a mejorar las destrezas
de la persona en cuanto a su relación con otros. Estas técnicas, explicadas a continuación,
no deben ser interpretadas como pasos en serie que siguen un orden concreto, sino más bien
como elementos independientes que nos permiten alargarlos, ampliarlos o repetirlos.
1. Modelado
En esta primera técnica, una persona dotada de las habilidades que se pretende aprender
realiza una serie de conductas de forma adecuada, para que el aprendiz o aprendices las
imiten.
Los modelos pueden ejercer las conductas en directo, o bien a través de grabaciones. El
principal requisito del modelo para que la técnica resulte efectiva, es que este sea lo más
parecido posible al observador. Tanto por edad, género, grupo de referencia, etc.
2. Ensayo conductual
El ensayo conductual es el momento en el que la persona debe llevar a cabo las actuaciones
que previamente han sido mostradas por el modelo. Estas pruebas pueden ser:
Estas dos formas de proceder no son excluyentes, la persona puede primero hacer la prueba
de forma encubierta y, una vez practicado lo suficiente, pasa a la prueba real.
3. Retroalimentación
4. Reforzamiento
En estos casos, el refuerzo positivo consiste en ensalzar y alabar los aspectos positivos de la
actuación del aprendiz, siendo ésta la mejor forma para que la conducta se repita en el
futuro. Un punto importante a tener en cuenta es que dichos refuerzos deben ser valiosos y
deseados por la persona.
Una vez se han administrado los refuerzos de manera continuada, se pasa al refuerzo
intermitente de la conducta. La meta de este tipo de refuerzo es fortalecer la conducta y
mantenerla a largo plazo.
5. Generalización
Teniendo en cuenta esto, la ejecución de la o las conductas debe extrapolarse a todos los
contextos o circunstancias en las que dicho comportamiento sea de utilidad para la persona.
Se destacan tres técnicas para llevar a cabo el desarrollo y mantenimiento de las conductas
a lo largo del tiempo: moldeamiento, desvanecimiento y encadenamiento. Antes de aplicar
cualquiera de estas técnicas, así como cualquier técnica de modificación de conducta, es
preciso definir la conducta en términos operacionales. Es decir, en forma de conducta
observable y de manera objetiva.
Moldeamiento
• Elegir una conducta más amplia que incluya la que pretendemos que el sujeto
adquiera o que tenga semejanza con ésta.
• Reducir la amplitud de la conducta para que se parezca cada vez más a la conducta
meta utilizando para ello el refuerzo diferencial.
Desvanecimiento
Diversos autores (Méndez, Olivares y Beléndez, 2001; Larroy, 2008) coinciden en que el
desvanecimiento consta de dos fases:
• Fase sustractiva: las ayudas se van reduciendo de forma progresiva hasta que el
sujeto pueda realizar la conducta sin ninguna ayuda externa. La disminución puede
desarrollarse de distintas maneras: disminuyendo o demorando la ayuda o bien reduciendo
su intensidad.
Encadenamiento
Si una chica quiere prepararse para salir a la calle tendrá que realizar distintas conductas
como ducharse, vestirse, peinarse…De manera que cada uno de estos actos funciona como
estímulo discriminativo del siguiente (si ya me duché, ahora tengo que vestirme) y como
reforzador de anterior (poder peinarme es el reforzador de haberme vestido, que a su vez es
el reforzador de haberme duchado).
• Tarea completa. Utilizado para tareas sencillas, se trata de que el sujeto realice
todos los pasos seguidos, repitiendo la operación hasta que se consolide el aprendizaje de la
conducta. El reforzador se proporciona tras la realización de todos los pasos.
Se debe tener en cuenta una serie de factores antes de aplicar de manera efectiva el RDI.
Costo de respuesta
Los autores Olivares y Méndez (2001, pp. 165-167) definen el costo de respuesta como la
pérdida de un reforzador positivo disponible con el objeto de eliminar una conducta
desadaptativa. Un ejemplo de esta técnica seria la retirada del carné de conducir por exceso
de velocidad.
Para una aplicación efectiva se deben tener en cuenta las siguientes consideraciones:
4. Resulta adecuado procurar que la persona no pierda todos los reforzadores. Si es así,
la conducta inadecuada no disminuiría, ya que no tendría nada que perder.
5. Los sujetos deben ser informados de las reglas del juego y llevar un control de las
ganancias y las pérdidas.
Tiempo fuera
1. La primera vez que se aplique, se le deja claro al sujeto que no se le dejará de aislar
hasta que la conducta cese.
2. Antes de aplicar el aislamiento debemos intentar controlar la conducta de modo
verbal.
3. El tiempo de aislamiento debe ser de minuto por año de edad y puede aplicarse así
hasta los 15 años. De esta manera evitaremos que pueda entretenerse con la invención de
alguna actividad.
Saciedad
Primero se debe detectar la frecuencia de la conducta para así determinar las sesiones. A
continuación se aplicará el reforzador de manera continuada y en grandes cantidades hasta
que la conducta adquiera un valor aversivo. Por ejemplo, si a un niño le encantan las
hamburguesas le daremos hamburguesas todos los días y a todas horas.
Se puede aplicar en trastornos como los tics, en el tabaquismo, etc. Y no pueden aplicarse
en conductas que son peligrosas para el sujeto como las conductas autolesivas.
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