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Nora Tapia| Cátedra: Gestión del Patrimonio| Fecha: 02/12/19

Arqueología y puesta en valor del sitio de memoria “Nido 20”.


Las dictaduras militares llevadas a cabo en Latinoamérica desde mediados del siglo XX
trajeron como consecuencia el secuestro, exilio, asesinatos y desaparición forzada de miles
de personas. La estrategia detrás para justificar la dictadura y la represión militar, fue idear
un montaje que exhibiera una rebelión o desorden dentro de la ciudadanía, y así, legitimar
la presencia de los dictadores como “guardianes de los intereses de la patria” (Zarankin y
Salerno 2008: 22). En este contexto, la libertad de expresión y los medios de comunicación
disidentes a los regímenes fueron totalmente censurados y reprimidos, de manera que la
violación a los DDHH producida y reproducida en Latinoamérica por los militares se
invisibilizó y negó.
En el caso de Chile, la dictadura cívico-militar duró entre 1973 y 1990, y se caracterizó
como un sistema de horror y muerte. El propósito del golpe militar en Chile y el resto de
Latinoamérica, fue imponer un nuevo orden social, cultural y político hegemónico, a través
del control represivo sobre la población y más aún sobre disidentes políticos. En este
sentido, agentes de la DINA y CNI (en Chile) instauran de manera clandestina diversos
inmuebles, en donde la expropiación de la identidad, el cautiverio, las repetitivas torturas,
violaciones y vejaciones sexuales, los simulacros de fusilamiento y los constantes
asesinatos y desapariciones fueron prácticas inhumanas y graves violaciones a los derechos
humanos que persistió durante años. Dichos inmuebles adquieren un carácter simbólico
para las víctimas y familiares, quienes, mediante la movilización e instauración de
organizaciones por los DDHH buscan poner en valor estos espacios como sitios o “lugares
de memoria” (Pierre Nora 1984). En efecto, la arqueología moderna se interesa por
reflexionar críticamente acerca de estos sitios, y cómo éstos, en la contemporaneidad,
representan y generan memorias e identidades colectivas. Asimismo, la arqueología de la
represión se transforma en una herramienta de lucha política destinada a enfrentar la
historia oficial (Zarankin y Niro 2006), es decir, busca contribuir a una reconstrucción de la
historia hasta ahora negada mediante el análisis crítico de la materialización del horror y el
poder, es decir, la arquitectura y organización espacial de los centros clandestinos de
detención, tortura y exterminio como instrumento para garantizar el funcionamiento del
poder (Zarankin y Niro 2006), y el impacto que esto emana en la experiencia vivida
(corporal y mentalmente) de las víctimas.

Sitio de memoria “Nido 20”


El sitio de memoria “Nido 20” se encuentra ubicado en la calle Santa Teresa N°37, comuna
La Cisterna, región Metropolitana.
El inmueble fue construido en 1964 por el arquitecto German Rosales Manfredini. Su
propietaria, la militante Solange Duhart Echevarría, utilizó el lugar para resguardar a sus
compañeros/as miembros del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). No obstante,
en 1974 el inmueble fue interrumpido por la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea
de Chile (DIFA), y posteriormente, transformado en un centro clandestino de detención,
tortura y exterminio, el cual, se manejó hasta 1978. Se estima que 80 personas fueron
detenidas en aquel lugar, de las cuales, 6 fueron brutalmente asesinadas producto de las
torturas.
El inmueble se compone de 3 piezas, un baño, una cocina, chimenea, parqué, un antejardín
y patio trasero. Asimismo, se puede observar que la casa tiene diferentes entradas a su
interior: la principal, y dos que conectaban el patio trasero y delantero, por lo que, se infiere
que es una casa dinámica y funcional. Al tener este tipo de organización, las personas
detenidas ilegalmente eran ingresadas por los accesos del patio trasero hacia la cocina. En
este aspecto, estos dos espacios mencionados son claves, ya que, no eran visibles para
los/as vecinos/as se y cumplía el objetivo de encarcelamiento (Fuenzalida et al. 2019). Por
otro lado, la cocina y el baño fueron los espacios que más modificaciones tuvieron.
Luego de ser utilizado como un centro clandestino de detención, tortura y exterminio, el
inmueble pasa a manos de la Asociación de Diabéticos y la CONALACH (Corporación
Nacional de Laringectomizados), quienes realizaron ampliaciones en el lugar hacia el patio
trasero, así como otras intervenciones en el interior de la infraestructura, como en las
piezas, la cocina, el baño, etc. En consecuencia, este tipo de intervenciones resulta en un
borramiento de las huellas producidas por la represión dentro del lugar. Sin embargo, no
tuvieron un carácter intencional, y los/as sobrevivientes sí pudieron reconocer su interior
sobre todo por la chimenea, la cual era utilizada habitualmente, por lo que se ha convertido
en un objeto e hito importante para las víctimas. Además, aún existen huellas visibles y que
se pueden interpretar como usos para la represión, por ejemplo, las marcas en el borde de
las ventanas hacen alusión a un cubrimiento de éstas, para que así, ningún/a detenido/a
pudiera tener percepción de la realidad.
A partir del año 2002, empieza el proceso de recuperación del inmueble con la
participación del comité de DDHH Nido 20, quienes lo conforman vecinos, ex torturados/as
y familiares. Gracias a esta intervención, en el año 2005 el inmueble es declarado
Monumento Histórico según el decreto n°1922 y es entregado al comité de DDHH Nido 20,
quienes ocupan el sitio con el objetivo de rescatar la memoria histórica y preservar los
DDHH. En la actualidad, el sitio se mantiene abierto al público como una casa museo de
los derechos humanos.

Puesta en valor del sitio de memoria “Nido 20”


El consejo de monumentos nacionales reconoce y protege el sitio de memoria “Nido 20”
como una forma de preservar la memoria histórica y promover los derechos humanos. De
esta manera, el sitio se convierte en un espacio de reflexión sobre nuestro pasado
contemporáneo, y asimismo, en un objeto de disputa política (Jelin 2002). El resguardo de
los sitios de memoria deben generan conciencia y educación sobre las violaciones a los
DDHH a presentes y futuras generaciones, ya que, “un pueblo sin memoria es un pueblo sin
futuro”, es decir, que sin memoria histórica estamos condenados a repetir la misma historia
habiendo ignorado nuestro pasado. Por ende, y según Emmerich (2001):
“La memoria histórica es un recuerdo colectivo, una evocación volcada hacia el presente
del valor simbólico de las acciones colectivas vividas por un pueblo en el pasado. Es una
acción que preserva la identidad y la continuidad de un pueblo, es no olvidar lo
aprendido, muchas veces con sangre, es el camino para no repetir errores pasados.”
(Emmerich 2001: 1)
En este contexto, cabe destacar la reconstrucción de la memoria histórica del conflicto, el
cual, en esta trama, opera en medio de oposiciones y violencia, e involucra procesos
institucionales, prácticas sociales de gestión, tramitación del pasado y la reconstrucción de
experiencias ligadas a narrativas de los testigos, víctimas y familiares sobre los sucesos que
les ocurrió durante la dictadura militar chilena. Alguna de las experiencias vividas por las
víctimas se encuentra recalcada en el sitio: “El sonar de las campanas me hizo saber dónde
estaba”. Al estar encerrados, sin comunicación ni visibilidad, el sonido es todo a lo que
pueden apelar las personas detenidas en aquel lugar. El testimonio de un detenido
(anónimo) asimila la cercanía del centro clandestino con la Iglesia Don Bosco, la cual hace
sonar sus campanas cada una hora.
El sitio de memoria “Nido 20” se caracteriza no solo por su valor histórico, sino también,
por su valor simbólico y significativo (Ballart 1997), puesto que, el sitio genera un vínculo
de identidad y memoria para las víctimas de la represión, sus familiares y testigos de los
agravados hechos. Además, al ser una casa museo, se puede reflejar en su interior retratos,
fotos, escritos, etc., los cuales te hacen reflexionar sobre los acontecimientos cometidos en
el lugar. Este monumento histórico es una consagración de la memoria (Ballart 1997: 35),
un vínculo sensorial con el pasado, y por tanto, el sitio se transforma en un “lugar de
memoria” (Pierre Nora 1984) por su materialidad, simbolismo y funcionalidad.
Si bien, la arqueología interviene de una manera “no tan invasiva”, si ayuda como
disciplina social a la recuperación, interpretación y difusión de la historia. La arqueología
como ciencia social es una importante herramienta asociada a la valoración patrimonial
histórica de las prácticas represivas promovidas por la dictadura dentro de los centros de
torturas, y además repercuta en el proceso de reconstrucción de la memoria y la identidad
histórica de todos los presos políticos detenidos, torturados, asesinados y desaparecidos.
Por lo tanto, la investigación, la restauración y la difusión del patrimonio no tienen por fin
central perseguir la autenticidad o restablecerla, sino reconstruir la verosimilitud histórica
(Canclini, 1999:33). Cabe destacar, que la materialidad, y específicamente la espacialidad y
estructura del sitio de memoria “Nido 20” nos hablan sobre un momento histórico que
repercutó a través del miedo y la represión, un discurso ideológico totalitario que podemos
aún ver reflejado en la actualidad. Esto en base a las respuestas incongruentes del gobierno
hacia las movilizaciones vigentes.
En general, la Arqueología de la Represión se manifestó con una visión crítica sobre la
hegemonía cientificista del conocimiento que durante la dictadura impidió la producción de
este tipo de estudios. Este compromiso social que actualmente puede parecer muy claro, a
inicios de los 90’ era un tema de discusión y de pronunciaciones efímeras, pero en
constante aumento y desarrollo metodológico. La relevancia del estudio de las dictaduras
en Latinoamérica está en la evidencia de cómo las dinámicas de dominación imperialistas
lograron la consolidación de múltiples dictaduras en los países latinoamericanos a través de
dispositivos represivos (tortura, exilio, asesinato) y de inteligencia informática (Plan
Cóndor), lo cual es parte constitutiva de nuestra realidad actual, pues la transición a la
democracia puede entenderse como una perpetuación de las lógicas económicas
incorporadas por los sistemas dictatoriales. La arqueología post dictadura se vio en la
necesidad de producir discursos contra hegemónicos que sirvan para alzar voces acalladas
por la dictadura, asumiendo un rol activo en la reconstrucción de memorias y
esclarecimiento de las torturas y asesinatos. Es imprescindible para una disciplina de las
ciencias sociales contener dentro de sus investigaciones un enfoque social que contribuya al
discurso popular, donde la Arqueología aparece como herramienta potente para la
construcción de esos relatos largamente silenciados e ignorados por la mayor parte de la
población, lo que finalmente serviría de concientización para la sociedad acerca de los
profundos daños que provoca una dictadura, y también de una crítica de como las cúpulas
de conocimiento privilegiadas se apropian del cientificismo en pos de un sometimiento
ideológico.
La arqueología como una disciplina social debe seguir evolucionando en materias del
estudio materializado de la represión, así como, contribuir en la reconstrucción de la
memoria histórica material.
Referencias bibliográficas
- Ballart, J. (1997) El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso. Barcelona:
Ariel.
- Canclini, G. (1999) Los usos sociales del patrimonio cultural. México D.F.:
Departamente de Antropología de la UAM, Iztapalapa
- Emmerich, N. (2011) La memoria histórica: derrota, resistencia y reconstrucción
del pasado. Instituto de Altos Estudios Nacionales.
- Funari, A. y Zarankin, A. (2006) "Arqueología de la represión y la resistencia en
América Latina en la era de las dictaduras (décadas de 1960-1980)".
- Jelin, Elizabeth (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XXI.
- Pierre, N. (1984) Lugares de Memoria.
- Zarankin, A. y Niro, C. (2006) La materialización del sadismo; Arqueología de la
arquitectura de los Centros Clandestinos de Detención de la dictadura militar
argentina (1976-1983).
- Zarankin, A. y Salerno, M. (2008). Después de la tormenta: Arqueología de la
represión en América Latina. 21-32.

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